Perfecto Apolo, ya lo descompusiste- dijo Hermes

Apolo le dio una mala mirada, pero justo cuando iba a replicar, un brillo en los libros apareció...

-Te dije que no los descompuse- masculló Apolo

-No estaría tan seguro- dijo Hermes –no apareció ninguna portada nueva

-No, pero apareció esto- dijo Apolo tomando el último libro leído y mostrando unas nuevas hojas

-¿Y qué es eso?- preguntó Perséfone

-Pues son hojas- dijo Apolo

-Apolo- masculló Artemisa –dinos que es

-Está bien- dijo Apolo –estás hojas dicen Percy Jackson y el caduceo de Hermes. Después del último héroe del Olimpo

-¿Q...Qué?- preguntó Percy -¿Otra vez yo?

-Sí- asintió Apolo –al parecer tu suerte sí puede ser así de mala

-¡No puede ser!- masculló Percy alzando las manos

-Era en serio lo que te dije de no querer saberlo- dijo Hermes

-Estoy de acuerdo- dijo Poseidón

-Basta de quejas- bufó Hera –lean de una vez

-De acuerdo- dijo Poseidón –yo lo voy a leer

Annabeth y yo nos estábamos relajando en el Gran Lawn de Central Park cuando ella me asaltó con una pregunta.

Poseidón arqueó una ceja

-¡Oh por los dioses!- murmuró Annabeth

-Aquí vamos de nuevo- suspiró Percy

Te has olvidado, ¿verdad?

-¡Alerta!- gritó Leo

-¡33-12! ¡Tenemos un 33-12!- gritaron los Stoll

-¿Qué es eso?- preguntó Apolo

-Es de una película- respondió Connor

-Lo bueno es que no veían películas de niños- bufó Will

Nico trató de mantener una expresión seria

Encendí la alarma roja. Es fácil entrar en pánico cuando eres nuevo en esto de ser novios.

-Estoy de acuerdo- asintió Jason

-¡Oye!- se quejó Piper

-También estoy de acuerdo- asintió Leo

Calipso lo golpeó

-Díganmelo a mí- dijo Travis

-Hey- masculló Katie

-Niños, creo que es mejor que se callen- dijo Apolo riendo

-Antes de que alguien salga herido- señaló Rachel

Sí, había combatido muchos monstruos junto a Annabeth durante años. Juntos nos habíamos enfrentado a la furia de los dioses, habíamos combatido titanes y nos habíamos enfrentado a la muerte una docena de veces mínimo. Pero ahora que estábamos saliendo, un ceño fruncido de ella y entraba en pánico.

-Chico listo- dijo Afrodita riendo

-No era para tanto- dijo Annabeth

-Eso no te lo creíste ni tú- señaló Piper

-Sí fue así de malo- dijo Percy con un puchero

-Por supuesto que no- dijo Annabeth

¿Qué había hecho mal? Revisé mentalmente la lista del picnic: ¿Mantel cómodo? Listo. ¿La pizza favorita de Annabeth con extra de olivas? Listo.

-Pulgar arriba- dijo Leo

-Empiezas bien, sesos de alga-dijo Thalia

-Por supuesto que sí- dijo Percy riendo

-Sí claro- dijo Annabeth con sarcasmo

-Bueno, tal vez no, pero terminó bien- dijo Percy con una sonrisa

-Claro que sí- dijo Annabeth

¿Toffe de chocolate de La Maison du Chocolat? Listo. ¿Agua fresca con gas con un ligero toque a limón? Listo. ¿Armas en caso de un apocalipsis repentino de mitología griega? Listo.

-Y así es como uno prepara una cita romántica- dijo Connor

-Deberían poner atención- señaló Chris mirando a los Stoll

-En serio, eres un gran hermano- dijo Connor con sarcasmo

-Eres horrible- asintió Travis

Katie se sonrojó

Entonces, ¿de qué me olvidaba? Estuve tentado (durante un instante) de echarme un farol.

-Oh no, no lo hagas cariño- dijo Afrodita

-Eso sería una muy mala decisión- dijo Perséfone

-Has sobrevivido a tantos monstruos como para esto- bromeó Thalia

-Vaya, muchas gracias- masculló Annabeth

-De nada- dijo Thalia riendo

Pero dos cosas me lo impedían. Primero, no me gustaba mentir a Annabeth. Segundo, era demasiado lista. Descubriría la verdad en un instante.

-Eso es cierto- señaló Rachel

-Bro, vas a estar en serios problemas- dijo Jason

-Pudo ser peor- dijo Percy encogiéndose de hombros

-Cállate sesos de algas- dijo Annabeth riendo

Así que hice lo mejor que se me daba, la miré con la mirada perdida y actué como un bobo.

-La verdad sí se le da muy bien- dijo Annabeth

-Lo sé- dijo Percy con una sonrisa inocente

-Solo por eso no lo maté- bromeó Annabeth

-Genial, gracias- dijo Percy

Annabeth puso los ojos en blanco.

Percy, hoy es 18 de septiembre. ¿Qué pasó justo un mes atrás?

-Pues fue su cumpleaños- dijo Leo

-No se refiere a eso- dijo Piper

-Por supuesto que no se refiere a eso- dijo Afrodita rodando los ojos

-Ah bueno- murmuró Leo

Fue mi cumpleaños–dije.

-Exacto- dijo Leo

Percy encogió de hombros

Era verdad: el 18 de agosto. Pero juzgando por la expresión de Annabeth, esa no era la respuesta que esperaba. No pude evitar pensar que Annabeth estaba muy guapa aquél día.

-Y así es como Percy evita una muerte lenta y dolorosa- bromeó Thalia

-Todavía no lo evitaba- dijo Annabeth

-Pero lo logré- dijo Percy

-Lo hiciste muy bien- asintió Annabeth -al final

Vestía la camiseta naranja del campamento y unos shorts, pero sus brazos morenos y sus piernas parecían brillar con la luz del sol.

-No puede ser- masculló Atenea rodando los ojos

-Ah, son tan adorables- suspiró Afrodita –pero no puedo creer que te hayas olvidado

-Yo no entiendo de que se olvidó- dijo Connor

-Bueno, era de esperarse- dijo Miranda

-De acuerdo chicos, pongan atención para aprender lo que NO deben hacer en una cita- dijo Apolo

-Genial- masculló Nico

Su pelo rubio caía por sus hombros y alrededor de su cuello colgaba una cuerda de cuero con cuentas de colores de nuestro campamento de entrenamiento de semidioses, el campamento Mestizo. Sus ojos grises cuales tormentas eran igual de resplandecientes que siempre.

-Awwww tan lindo- suspiró Perséfone

Annabeth se sonrojó

-Y por algo, los pensamientos deberían ser privados- dijo Percy también sonrojado

Deseé que su penetrante mirara no supiera lo que estaba pensando. Intenté hacer memoria. Un mes atrás habíamos vencido al titán Cronos.

-Bueno, eso también es cierto- señaló Thalia

-Sí, pero tampoco a eso me refería- dijo Annabeth

-En ese momento estaba entrando en pánico- dijo Percy

-Lógico que entraras en pánico- asintió Rachel

¿Era eso lo que quería decir? Entonces Annabeth me lo dijo sin tapujos.

Nuestro primer beso, Sesos de Alga–dijo–. Es nuestro primer mes-aniversario.

-Esperen... ¿En serio eso se celebra?- preguntó Travis

-Claro que se celebra- dijo Katie con una ceja enarcada

-Oh claro- murmuró Travis

-Yo creo que es estúpido- dijo Clarisse -¿Qué objeto tiene celebrar un mes de novios si pueden terminar al siguiente?

Chris la miró enarcando una ceja y tratando de contener una risa –Claro

-Así que recuerda que la gente celebra cosas como estas- dijo Will mirando a Nico

-Es estúpido- dijo Nico cruzándose de brazos y muy sonrojado

Will le dio una sonrisa brillante

Bueno, ya...–pensé: ¿la gente celebra cosas como esas? ¿Tengo que recordar todas las fechas, vacaciones y todos esos cumpleaños

-Básicamente- asintió Afrodita

-Genial- murmuró Nico

-Y por eso no deberían tener novio- masculló Hades

-Odio admitirlo, pero estoy de acuerdo con el aliento de muerto- bufó Ares

-¡Por los dioses!- dijo Clarisse rodando los ojos

-No de nuevo- dijeron Nico y Hazel al mismo tiempo

Intenté sonreír–. Es por eso por lo que estamos celebrando este picnic... ¿verdad?

-Eres un terrible mentiroso- dijo Annabeth con una sonrisa

-Lo siento, entré en pánico- dijo Percy

-Al menos lo intentó- bromeó Thalia

Plegó sus piernas debajo de ella, sentada a lo indio.

Percy... me encanta el picnic, de verdad. Pero prometiste que me llevarías a cenar fuera. ¿Te acuerdas? No es que no me lo esperara, pero me dijiste que tenías algo planeado. ¿Y bien...?

-Uhhhhh- corearon los chicos

-Alguien está en problemas- dijo Miranda

-Por eso te dije que era mejor unirse a las cazadoras- dijo Thalia riendo

-Serías una muy buena cazadora- asintió Zoë

-No gracias- dijo Annabeth –mi bobo novio lo solucionó

-En serio, ustedes son taaan románticos- dijo Afrodita con un suspiro

Pude notar esperanza en su voz, pero también duda. Estaba esperando a que admitirá lo obvio: que me había olvidado. Estaba muerto. Era ya un novio a la brasa.

-Oh sí, definitivamente ibas a serlo- dijo Annabeth

-Espero que aprendan lo que no se debe hacer- dijo Percy –sálvense ustedes

-Siempre recordaremos tu sacrificio- dijo Leo

-Que dramáticos son- dijo Piper riendo

-Siempre recordaremos tu sacrificio, bro

-¡Jason!- chilló Piper

-También por eso te di a ti la tarjeta de las cazadoras- señaló Thalia a Piper riendo

-¡Oye!- se quejó Jason

Solo porque me hubiera olvidado no significaba que no me importara Annabeth. En serio, el último mes con ella había sido increíble. Era el semidiós con más suerte de toda la historia.

-Awwww que tierno, pero eso no te va a salvar- dijo Thalia

Annabeth rodó los ojos

-¿Y entonces por qué lo olvidaste?- señaló Perséfone

-Porque tengo una muy mala memoria- dijo Percy

-Al menos tienes memoria- dijo Jason

-Eso es ganancia- asintió Percy

Pero una cena especial... ¿cuándo la había mencionado? Quizá lo había dicho después de que Annabeth me besara, lo que me provocó volverme loco instantáneamente.

-De hecho creo que sí lo mencionaste después de que te besara- dijo Annabeth –fue después de nuestro paseo

-Oh, tienes razón- dijo Percy –no debiste besarme

-Tú me besaste a mí- señaló Annabeth

Quizá un dios griego se había disfrazado de mí y le había prometido esa tontería. O quizá era un novio horrible. Era hora de confesar. Me aclaré la garganta...

Bueno...

-Fue un gusto haberte conocido- dijo Leo

-Siempre te recordaremos- asintió Connor

Un rayo de luz repentino me hizo parpadear, como si alguien hubiera reflejado un espejo en mi cara. Miré alrededor y vi una furgoneta de Correos en medio de Great Lawn dónde los coches no estaban permitidos.

-¡Salvado!- gritaron los Stoll

-Salvado por la luz mágica- dijo Leo

-¿Qué clase de trato hiciste con Tique?- preguntó Apolo riendo

-Creo que le caigo bien- dijo Percy

-Bastante bien- dijo Apolo

Escrito a los lados estaban las palabras:

HERNIAS EN EL SUD

-Creo que ahí entras tú- señaló Apolo a Hermes

-Eso creo- murmuró Hermes

-Perdón, es la dislexia- dijo Percy con una sonrisa inocente

Esperad... perdón. Soy disléxico. Entrecerré los ojos y deduje que probablemente diría:

HERMES EXPRESS

Oh, genial–murmuré–. Tenemos correo.

-Te acabo de salvar- señaló Hermes

-Y se lo agradezco mucho- dijo Percy –pero tenía que mantener las apariencias- bromeó

-Eres un bobo- dijo Annabeth

– ¿Qué? –preguntó Annabeth.

Señalé la furgoneta. El conductor acababa de bajar. Vestía una camiseta de uniforme marrón y unos pantalones cortos hasta las rodillas junto con unos modernos calcetines negros a rayas. Su pelo blanquinegro rizado le sobresalía por los bordes de su gorra marrón.

-Sí eres tú, por si tenías la duda- dijo Apolo

-No tenía la duda- dijo Hermes

-Ya había dicho que era Hermes express- señaló Artemisa

-Pero podría ser un monstruo- dijo Apolo

-Pero...

-Fin de la conversación- dijo el dios del sol

Parecía un tipo cualquiera en sus treinta, pero sabía por experiencia que en realidad tenía unos cinco mil o así.

Hermes, el mensajero de los dioses. Amigo personal, repartidor de misiones heroicas y causa frecuente de mis migrañas y dolores de cabeza.

-Gracias- dijo Hermes –tú también me caes muy bien

Percy sonrió

-Siempre tan imprudente- masculló Hera

-Creo que se lo ganó- señaló Poseidón

-Solo es un mortal- bufó Hera –no puede estar faltándonos al respeto solo porque le da la gana

Parecía preocupado. Seguía mirándose en los bolsillos y agitando las manos. O bien había perdido algo importante o se había tomado demasiado expresos en el Starbucks del Monte Olimpo.

-Te dije que Starbucks era una buena inversión- dijo Apolo –ya ves, en unos años tendremos uno aquí mismo

-No puede ser- dijo Artemisa –solo imagínate lleno de cafeína

-Sería lo más fabuloso- dijo Apolo

-No creo que sea tan fabuloso- dijo Deméter

-Qué amargadas- dijo Apolo –de todas maneras lo vamos a tener

Finalmente me vio y me llamó con la mano. Eso podría significar varias cosas: si estaba dándome un mensaje en persona de los dioses, malas noticias. Si quería algo de mí, también malas noticias. Pero viendo que me había salvado de tener que excusarme delante de Annabeth, me sentí tan aliviado que no me preocupé.

Annabeth le dio una mala mirada

-Lo siento, listilla- dijo Percy un poco sonrojado

-Alguien va a estar en problemas cuando acabe esta historia- bromeó Piper

-Sí ¿Qué tal si cambiamos lugares?- preguntó Percy tratando de mantener la seriedad

-¿Y que Annabeth me golpee a mí en vez de a ti?... No gracias- Piper negó con la cabeza

-Que exagerados son- dijo Annabeth -por supuesto que no los voy a golpear

Qué coñazo–intenté parecer que lo lamentase mucho, como si no acabara de ser sacado de las ascuas–. Será mejor que veamos qué quiere.

-Realmente no parecías lamentarlo mucho- señaló Annabeth

-Necesitas clases de actuación- dijo Apolo –por suerte para ti, yo soy un gran actor y un mejor maestro ¿No es así, Will?

-Claro- murmuró Will

¿Cómo saludas a un dios? Si hay alguna guía protocolaria, no la había leído. Nunca estoy seguro de si hay que darle la mano, hacer una genuflexión o arrodillarse en el suelo y gritar: ¡NO SOMOS DIGNOS!

-Esa sería una muy buena manera de saludar- dijo Zeus con aire arrogante

-Estaría muy bien- dijo Apolo riendo

-Por supuesto que no nos van a saludar así- dijo Hestia

Conocí a Hermes mejor que los demás olímpicos. Después de tantos años, me había ayudado varias veces.

-Él, casi no trató de matarme- susurró Percy a su novia

-A ti no- murmuró de vuelta la rubia

Por desgracia el último verano también había combatido contra su hijo semidiós Luke, que había sido corrompido por el titán Cronos, en un combate a muerte que había ganado yo para decidir el destino del mundo. La muerte de Luke no había sido toda mi culpa,

Pero era un tema difícil en mi relación con Hermes. Decidí comenzar por algo básico:

Ey.

-Esa es una increíble forma de empezar- asintió Connor

-No hay nada mejor que ese saludo- asintió Leo

-Algo casual- dijo Rachel –muy bien hecho

-Me gustaba más el "no somos dignos"- dijo Apolo con una mueca

-Creo que un "ey" es muy bueno para iniciar una conversación- dijo Hermes

Hermes observó el parque como si tuviera miedo de que le observaran. No estoy seguro qué le preocupaba. Los dioses normalmente son invisibles a los mortales. Nadie más en el Great Lawn prestaba atención a la furgoneta.

-Por el nombre de esta historia, no creo que me preocupara precisamente por los mortales- dijo Hermes con una mueca

-Sí, ahora que lo pienso, tampoco yo creo que se preocupara por los mortales- asintió Percy

-Simplemente genial- masculló Hermes

Hermes miró a Annabeth y luego a mí.

No sabía que la chica estaría aquí. Tendrá que jurar que cerrará la boca.

-¿Cómo no ibas a saber que ella estaba ahí?- preguntó Afrodita –es obvio que ella iba a estar ahí

-No creo que sea un picnic para una sola persona- comentó Perséfone

-¿Por qué no? Puedes pasar tiempo libre contigo mismo- señaló Apolo

-Ese no es el punto- dijo Hermes

Annabeth se cruzó de brazos.

La chica puede oírte. Y antes de jurar nada, será mejor que nos digas qué pasa.

No creo que nunca haya visto a un dios tan nervioso.

-Bueno, tal vez una vez- dijo Percy

-Sí, esa vez podría ser- asintió Thalia

-Definitivamente- dijo Nico

Los demás chicos y dioses los miraron con confusión

Hermes se puso un mechón de pelo gris detrás de su oreja. Se volvió a mirar los bolsillos. Sus manos no parecían saber qué hacer. Se inclinó y bajó su voz:

No es nada personal, chica. Si llega cualquier palabra a Atenea, nunca dejará de recordármelo. Ella ya se cree que es más lista que yo.

-Soy más lista que tú- dijo Atenea

Hermes rodó los ojos

Lo es–dijo Annabeth. Por supuesto, estaba llena de prejuicios,

Annabeth volteó a ver a su novio con una ceja enarcada, Atenea le dio una mirada asesina

-En serio, Piper ¿Cambiamos lugares?- preguntó Percy

-No- dijo Piper –me gusta mi lugar

-Más bien, te gusta Jason, por eso no quieres cambiarte- señaló Leo

-Pues sí- dijo Piper encogiéndose de hombros, mientras Jason se sonrojaba furiosamente

Su madre es Atenea. Hermes la miró fijamente.

Promételo. Antes de explicaros el problema, ambos debéis prometer que mantendréis las bocas cerradas.

-Lo mantuvimos en secreto- dijo Percy –esto no es nuestra culpa

Hermes hizo una mueca –Esto es horrible

-Lo sé- dijo Percy

De repente, se me encendió la bombilla.

– ¿Y tu caduceo?

A Hermes le tembló un párpado. Parecía estar a punto de llorar.

Hermes se tapó la cara con las manos

-Yo quiero verlo llorar- dijo Apolo

-No iba a llorar- dijo Hermes

Percy intercambió una mirada con Annabeth -Yo creo que sí iba a llorar- susurró Percy

Oh, dioses–dijo Annabeth–. ¿Has perdido tu caduceo?

– ¡No lo he perdido! –Le espetó Hermes–. Ha sido robado.

-No puede ser- dijo Hermes

-Sería una lástima que alguien se lo contara a Atenea- dijo Apolo –Oh, espera...

-Eres un dios terrible- dijo Hermes

Atenea le dio una mirada de suficiencia

¡Y no te estaba pidiendo ayuda, niña!

De acuerdo–dijo–. Apáñatelas. Vamos, Percy. Larguémonos de aquí.

Hermes gruñó. Me di cuenta de que quizá tuviera que mediar en una lucha entre un dios inmortal y mi novia y, creedme, no quería estar en ninguno de los dos lados.

-¿Disculpa? ¿Cómo que no quieres estar de mi lado?- preguntó Hermes

-¿Sesos de alga?- preguntó Annabeth

-Yo digo que ahora sí lo golpees- dijo Thalia

-Secundo la moción- dijo Leo

-¡Oye Charmander! Deberías estar de mi lado- dijo Percy

-No, yo sí estaría del lado de mi novia- dijo Leo riendo

-Uhhh- corearon los Stoll

Un poco de historia: Annabeth iba de aventuras con el hijo de Hermes, Luke. Al cabo del tiempo, Annabeth se enamoró de Luke.

-Tú solo te echas la soga la soga al cuello- señaló Leo

Annabeth, Luke y Percy se sonrojaron

-Odio esto- dijo Percy

-Lo sabemos- dijeron los chicos

Cuando Annabeth creció, Luke también se enamoró de ella. Luke se volvió malvado. Hermes culpaba a Annabeth por no evitar que Luke se volviera malvado. Annabeth culpaba a Hermes por haber sido un padre tan distante y darle a Luke la posibilidad de volverse malvado en primer lugar. Luke murió en la guerra. Hermes y Annabeth se culpaban el uno al otro. ¿Confundido? Bienvenido a mi mundo.

-Gracias, pero no me gusta tu mundo- dijo Connor –es muy confuso

-¿Saben que es lo peor?- dijo Piper –Que Annabeth es capaz de enfrentarse a Hermes si se le da oportunidad

-Claro que no- respondió Annabeth

-Claro que sí- dijeron Percy y Thalia al mismo tiempo

-Juntarte con ese crío te ha vuelto imprudente- señaló Atenea

-Creo que aún no acabas de entender el carácter de tu hija- dijo Poseidón

Atenea le dio una mala mirada

De todas formas, supuse que las cosas irían a peor si aquellos entraban en conflicto, por lo que me arriesgue dando un paso entre ambos.

-Qué valiente- dijo Rachel

-No me podía arriesgar- dijo Percy

-No habría atacado a un dios- dijo Annabeth

-Vamos a suponer que te creemos- dijo Thalia

Annabeth, te diré algo. Esto suena importante. Déjame oír lo que me tiene que decir, ahora voy al picnic, ¿vale?

Le lancé mi mejor sonrisa, intentando convencerla de algo como "Eh, estoy de tu lado. Los dioses son unos capullos. ¿Pero qué quieres que haga?" Aunque probablemente mi expresión decía: ¡No es culpa mía! ¡Por favor, no me mates!

-Tu expresión decía "no es culpa mía, por favor no me mates"- asintió Annabeth

-Genial- dijo Percy con una mueca

Antes de que pudiera protestar o pegarme en el brazo, cogí a Hermes por su brazo.

Hablemos en tu oficina.

-Excelente táctica- dijo Bianca

-Gracias- dijo Percy

-Al menos tienes unos minutos extra de vida- dijo Piper

-Lo que me agradó mucho- dijo Percy

Annabeth rodó los ojos

Hermes y yo nos sentamos en la parte trasera de la furgoneta entre un par de cajas con etiquetas como: SERPIENTES TÓXICAS, ESTE LADO ENCIMA. Quizá no fuera el mejor

Sitio en el que sentarse, pero era mejor que otros repartos, como EXPLOSIVOS, NO SENTARSE ENCIMA y HUEVOS DE DRAGÓN, NO ALMACENAR CERCA DE EXPLOSIVOS.

-Ocupan mucho espacio ¿De acuerdo?- masculló Hermes al ver las miradas de los otros dioses –tengo que acomodarlo lo mejor que puedo

-Por qué no cambias de lugar los explosivos por algo menos peligroso, sería el mismo arreglo- señaló Apolo

-¿Acaso yo te digo cómo manejar el carro solar?- preguntó Hermes

Apolo rodó los ojos

– ¿Qué ha pasado? –le pregunté.

Hermes se derrumbó en sus cajas. Se miró las manos vacías.

Los dejé solos un minuto...

– ¿Los? –dije–. Oh, George y Martha...

-Nadie se los vaya a decir- masculló Hermes -¡Gracias a mí que las dejé en el palacio!

-Los chismes corren rápido- señaló Afrodita

-Suficiente tengo con que lo sepa Atenea- masculló Hermes –no necesito que mis serpientes también lo sepan ¿De acuerdo?- dijo mirando a los dioses y semidioses, sobre todo a sus hijos

-De acuerdo- mascullaron todos

-Pero nunca se sabe- señaló Apolo

Hermes asintió, impasivo.

George y Martha eran las dos serpientes que rodeaban su caduceo, su bastón de poder. Probablemente habrás visto fotos de caduceos en las farmacias, ya que es un símbolo usado por los farmacéuticos y los doctores... (Annabeth me lo discutiría y diría que todo es un error. Se supone que es el bastón de Asclepios, el dios de la medicina, bla, bla, bla, lo que sea).

-En realidad es así- señaló Will

-Todo eso es un error- dijo Apolo

-Me agrada que me pongas atención- masculló Annabeth

-Siempre- dijo Percy con una sonrisa inocente

-Ya lo noté- dijo Annabeth

Sentía simpatía por George y Martha. Algo me decía que Hermes también, aunque estuviera discutiendo con ellos constantemente.

Cometí un error estúpido–murmuró–. Llegaba tarde con un reparto. Me detuve delante del Rockefeller Center y mientras repartía una caja de felpudos a Jano...

-Jano, como olvidarlo- dijo Percy

-Ni que lo digas- masculló Annabeth

-Un dios de lo más genial- señaló Thalia

Jano...–dije–. El tío de las dos caras, el dios de las entradas y salidas.

Sí, sí. Trabaja ahí. En la televisión por cable.

– ¿Perdón? –la última vez que conocí a Jano había sido en un laberinto mágico letal y la experiencia no había sido demasiado agradable.

-Gracias por su opinión, trataremos de mejorar el servicio- dijo Leo

-Eso sería muy agradable- dijo Percy

-Pero tendrá que llenar ciertos formularios, si no, no podemos hacer nada por usted- dijo Leo con voz "seria"

-Eso no me parece tan agradable- dijo Percy riendo

Hermes puso los ojos en blanco.

Seguro que has visto últimamente la televisión. Está claro que ni siquiera ellos saben sin vienen o van. Es por eso por lo que Jano se encarga de la programación. Le encanta estrenar nuevos programas y cancelarlos después de dos capítulos.

-¡Odio que haga eso!- masculló Apolo

-Yo también- dijo Afrodita –me encanta ver drama, finales felices y algunos trágicos y desgarradores

-No puedes disfrutar un programa en tan solo dos capítulos- asintió Perséfone

El dios de los principios y los finales, al fin y al cabo. De todas formas, le estaba llevando unos cuantos felpudos mágicos y estaba aparcado en doble fila cuando...

– ¿Tienes que preocuparte por aparcar en doble fila?

– ¿Me vas a dejar terminar?

Lo siento.

-Perdón, nunca pensé que se tuviera que preocupar por algo así- dijo Percy

-Lamentablemente tengo que hacerlo- dijo Hermes

-Yo no- dijo Apolo satisfecho

-Lo sabemos- masculló Artemisa

Y dejé el caduceo en el asiento y corrí hacia el edificio con la caja. Entonces me di cuenta de que necesitaba la firma de Jano para el reparto, y volví a la furgoneta...

Y el caduceo había desaparecido.

Hermes asintió.

-Fuiste tan tonto de dejarlo solo- suspiró Atenea -¿Qué esperabas que pasara?

-Que se quedara en su lugar como debía de suceder- dijo Hermes

-Sí claro- masculló Atenea

Si ese bruto horrendo ha hecho algún daño a mis serpientes, juro sobre el río Estigio que...

Espera, ¿sabes quién te robó el bastón?

Hermes soltó una risita.

Por supuesto. Comprobé las cámaras de seguridad de la zona, hablé con las ninfas del aire. Era obvio que el ladrón era Caco.

-Obviamente fue Caco- dijo Leo

-Por supuesto ¿Quién más podría haber sido?- dijo Connor

-El viejo Caco- dijo Travis -¿Cómo no se nos ocurrió antes?

-¿Qué clase de nombre es Caco?- preguntó Leo

-No tienen ni idea de quien es ¿Verdad?- preguntó Hermes

-Nop- dijeron los chicos

-No se preocupen, aquí viene- dijo Poseidón

Caco. –ya tenía muchos años de práctica pareciendo tonto cuando la gente soltaba nombres griegos que no sabía. Ya me había especializado en ello. Annabeth me seguía diciendo que leyera un libro de mitos griegos, pero no veía la necesidad. Era más fácil tener colegas que te lo explicaran.

-Es cierto- asintió Chris

-Digo... Claro que es mejor leer libros- dijo Percy –aunque es mejor si alguien tiene la experiencia

-Buena jugada- dijo Annabeth riendo

El bueno del viejo Caco–dije–. Ya sé que probablemente debería saber quién es...

Oh, es un gigante–dijo Hermes con desdén–. Un pequeño gigante, no uno de los grandes.

Un gigante pequeño.

-Eso tiene mucho sentido- dijo Chris

-Lo tiene- dijo Hermes

-Muy pequeño, el idiota- masculló Apolo

Sí, quizá de unos tres metros.

Pequeño, entonces–coincidí.

Es un ladrón reconocido. Una vez robó el rebaño de Apolo.

Creía que tú robaste el rebaño de Apolo.

-Todos hemos robado el rebaño de Apolo- dijo Hermes –suele ser descuidado con su rebaño

-A Apolo no le gustó ese chiste- masculló Apolo

-No era un chiste- dijo Hermes –es la verdad

Sí, bueno. Pero yo lo hice primero, y con mucho más estilo. De cualquier forma, Caco siempre está robando cosas a los dioses. Es realmente molesto. Antiguamente vivía en una cueva en la Colina Capitolina, donde fue fundada Roma. Hoy en día, vive en Manhattan. En algún lugar en el subsuelo, de ello estoy seguro.

-Y aquí vamos- masculló Poseidón

Hermes le dio una sonrisa de disculpa –Era necesario

-Claro, que era necesario- suspiró Poseidón

Respiré hondo. Vi lo que iba a venir.

Ahora me vas a explicar porque tú, un súper-poderoso dios, no puede recuperar su bastón por sí mismo, y por qué me necesitas, a mí, a un niño de dieciséis años, para hacerlo por ti.

-Recalcando la palabra "niño"- bromeó Leo

-Un niño que estaba teniendo una terrible cita- señaló Connor

-¡No era una terrible cita!- dijeron Percy y Annabeth al unísono

-Un niño al que casi matan por olvidarse de su mes-aniversario- dijo Thalia

Hermes ladeó su cabeza.

Percy, eso ha sonado a sarcasmo.

-Era sarcasmo- señaló Apolo

Hermes suspiró

Ya sabes bastante bien que los dioses no pueden ir por ahí cortando cabezas y destrozando ciudades mortales buscando sus objetos personales. Si hiciéramos eso, Nueva York estaría destrozada cada vez que Afrodita pierde su peine, y créeme, eso pasa demasiado a menudo.

-Eso es cierto- señaló Artemisa con una mueca de fastidio

-Por supuesto que no- masculló Afrodita

-Pasa como diez veces al año- bufó Dionisio

-Eso no es tanto- dijo Rachel

-Imagínatelo durante tres mil años- señaló Atenea rodando los ojos

-Exagerados- bufó la diosa del amor

Necesitamos a los héroes para hacer ese tipo de recados.

Ahá. Y si fueras tú mismo a buscar tu bastón, sería un tanto vergonzoso.

-Esto ya es bastante vergonzoso- dijo Hermes con una mueca

-Lo sé- asintió Percy –yo no creí que descubriríamos esta historia

-Tampoco yo- murmuró Hermes

Hermes apretó sus labios.

De acuerdo. Sí, los otros dioses se darían cuenta. Yo, el dios de los ladrones, he sido robado.

Los dioses no pudieron evitar reírse

-Admiren la bella ironía en eso- dijo Apolo

Hermes rodó los ojos

Y mi caduceo, no menos, ¡mi símbolo de poder! Sería ridiculizado durante centurias. La idea es demasiado terrible. Necesito resolver esto rápido y en silencio antes de que me convierta en el hazmerreír del Olimpo.

-Un poco tarde para eso- dijo Poseidón

-O muy temprano- señaló Hefesto

-Eso no tiene importancia- dijo Apolo –lo importante es que ya eres el hazmerreír del Olimpo

-Eres odioso- dijo Hermes a Apolo

Así que quieres que nosotros encontremos ese gigante, recuperemos tu caduceo y te lo devolvamos. Sin hacer ruido.

Hermes sonrió.

– ¡Lo has pillado! Gracias. Y lo necesitaré antes de las cinco de la tarde para que pueda terminar mis repartos.

-¿Alguna otra cosa que se te ofrezca?- masculló Poseidón

-Espero que no- murmuró Hermes –o serás capaz de encadenarme en mi palacio

-Eso sería una excelente idea- dijo Poseidón

El caduceo me sirve de libreta electrónica para las firmas, de GPS, de teléfono, de permiso de aparcamiento, de iPod Shuffle, en serio, no puedo hacer nada sin él.

A las cinco– no tenía reloj, pero estaba seguro de que al menos era la una de la tarde–.

-Tiempo suficiente- dijo Thalia con sarcasmo

-Hasta daba tiempo de seguir con el picnic- asintió Piper

-Claro, sin presiones por el tiempo- dijo Percy

-Sin presiones- dijo Annabeth

¿Puedes ser un poco más específico acerca de dónde está Caco?

Hermes se encogió de hombros.

Estoy seguro de que lo averiguarás. Y una advertencia: Caco escupe fuego.

Naturalmente–dije.

-La verdad eso es lo que esperaba- dijo Connor –con un nombre como ese

-¿Y también tiene rayos láser integrado?- dijo Travis

-Creo que eso ya sería una exageración- dijo Connor

-Con los monstruos nunca se sabe- dijo Travis encogiéndose de hombros

Estad atentos al caduceo. La punta puede volver a la gente en piedra. Tuve que usar esa parte con aquél pastor horrible llamado Bato... pero estoy seguro de que tendréis cuidado.

Los Stoll intercambiaron una mirada

-No, de nuevo no- gruñó Deméter –mira lo bien que terminó ayer

-Bueno, para Katie terminó bien- señaló Miranda

-Y al parecer quiere ser la siguiente- contraatacó Katie

-Y aquel que haya dicho que las hijas de Deméter eran súper dulces, estaba equivocado- bromeó Travis

-Somos súper dulces, bobo- dijo Katie aventándole un cojín

-Somos muy dulces- asintió Perséfone

Y por supuesto espero que mantengáis esto como nuestro pequeño secreto.

Sonrió de forma encantadora. Quizá me acabara de imaginar que me había amenazado con petrificarme si le contaba aquello sobre el robo. Tragué saliva y noté mi lengua seca.

Por supuesto.

-Gracias- dijo Hermes –eres muy amable

-Digamos que fue un intercambio de situaciones embarazosas- comentó Percy

– ¿Lo haréis, entonces?

Se me ocurrió una idea. Sí, hay veces que tengo ideas.

– ¿Qué tal si intercambiamos favores? –sugerí–. Te ayudo con tu situación embarazosa y tú me ayudas con la mía.

-Un intercambio de situaciones embarazosas eh- dijo Hermes

-Pongámosle así- dijo Percy –ya que las situaciones eran bastante embarazosas

-No niego eso- dijo Hermes –y esto también es embarazoso

-Demasiado- dijo Percy

Hermes levantó una ceja.

– ¿Qué tienes en mente?

– ¿Eres el dios del viaje, verdad?

Por supuesto– me dijo. Y le expliqué qué quería a cambio.

-Bien jugado Perseus, bien jugado- dijo Thalia

-A veces tengo buenas ideas- dijo Percy

-Muy buenas ideas- dijo Annabeth riendo

Estaba de mejor humor cuando me reencontré con Annabeth. Había quedado con Hermes en el Rockefeller Center no más tarde de las cinco, y su furgoneta de correo había desaparecido en un haz de luz. Annabeth me esperaba en nuestro mantel de picnic con sus brazos cruzados, indignada.

-10 dracmas a que lo golpea- dijo Thalia

-15 a que no lo hace- dijo Jason

-20 a que le hace una llave de judo- dijo Piper

-50 a que no lo golpea- dijo Afrodita

-¿En serio están apostando a nuestra costa?- preguntó Annabeth

-Sip- dijo Piper –no es la primera vez que lo hacemos, así que tranquila

– ¿Y bien? –me pidió.

Buenas noticias–le dije lo que teníamos que hacer.

No me pegó ninguna bofetada, pero parecía querer hacerlo.

-Demonios Annabeth, me haces perder dinero- dijo Thalia

-Gracias Annabeth- dijo Jason riendo

-Me encanta ser el objeto de sus apuestas- masculló Annabeth con sarcasmo

– ¿Por qué perseguir a un gigante escupe fuegos es una buena noticia? ¿Y por qué tengo que ayudar yo a Hermes?

No es tan malo–dije–. Además, dos serpientes inocentes están en problemas. George y Martha tienen que estar aterrorizados.

-Ay, apelando al sentido de protección- dijo Rachel

-Oye, las pobres serpientes no tenían la culpa- dijo Percy

-En serio, espero que no se enteren de esto- dijo Hermes

-No lo harán- señaló Chris –los Stoll no son tan bobos como parecen

-Ey, no se refería a nosotros- dijo Connor

– ¿Esto es una broma? –me preguntó–. Dime que has planeado esto con Hermes, y que en realidad vamos a una fiesta sorpresa por nuestro aniversario.

-Técnicamente ya tuvimos una- dijo Percy

-Digamos que sí- asintió Annabeth

-Y con show incluido- dijo Percy

-Ey- dijo Jason –sigue siendo vergonzoso

-Pero fue divertido- dijo Percy –además, si ustedes hacen apuestas a nuestra costa, puedo recordar el show

-De acuerdo, es justo- dijo Jason riendo

Eh... bueno, no. Pero después, te prometo que...

Annabeth levantó la mano.

-Ahora sí golpéalo- dijo Thalia

-Ya déjame en paz, cara de pino- dijo Percy sacándole la lengua

Eres muy mono y dulce, Percy. Pero por favor... no más promesas. Vamos a encontrar este gigante y ya está.

Dobló nuestro mantel y lo metió en su mochila y guardó la comida. Qué pena... ni siquiera había podido probar nuestra pizza.

-Que desperdicio de comida- dijo Leo negando con la cabeza

-Lo sé, pero no teníamos muchas opciones- dijo Percy

Lo único que dejó fuera fue su escudo. Igual que muchos otros objetos mágicos, estaba diseñado para convertirse en un objeto más pequeño para ser más llevadero. El escudo se encogía al tamaño de un plato, que es para lo que lo habíamos estado usando. Era genial para los nachos con queso.

-Es realmente genial- dijo Percy

-Obviamente, para eso sirven los objetos mágicos- masculló Atenea

-Siempre hay que buscar otro uso para los objetos mágicos- asintió Apolo

-Era lo que teníamos a mano- dijo Percy

-Un picnic bien planeado- bromeó Thalia

Annabeth limpió las migas y agitó el plato en el aire. Se expandió mientras lo agitaba. Cuando cayó en la hierba, era un escudo de bronce a tamaño completo, con su superficie altamente pulida reflejando el cielo. El escudo había sido útil durante nuestra guerra con los titanes, pero no sabía cómo nos podía ayudar entonces.

-Pues de la misma manera en que nos ayudó en la guerra contra los titanes, sesos de algas- dijo Annabeth

-Eso tendría mucho sentido- asintió Percy

-Y que lo digas- dijo Annabeth –aunque el escudo parecía tener sentido del humor

-Un escudo demasiado gracioso- dijo Percy

Esta cosa muestra imágenes aéreas, ¿no? –pregunté–. Caco se supone que está bajo tierra.

Annabeth se encogió de hombros.

Al menos vale la pena intentarlo. Escudo, quiero ver a Caco.

-Bueno, eso no fue muy preciso que digamos- señaló Atenea

-Yo creo que fue lo bastante específico- dijo Apolo

-No con un escudo que muestra imágenes aéreas- bufó Atenea

Una ola de luz cruzó la superficie de bronce. En vez del reflejo, estábamos viendo un paisaje de almacenes en ruinas y carreteras derruidas. Un tanque de agua oxidado se levantaba por encima del paisaje urbano. Annabeth resopló.

Este escudo estúpido tiene sentido del humor.

-Y tampoco debiste decirle estúpido- señaló Leo

-Lo lamento, no sabía que el escudo fuera tan sensible- murmuró Annabeth

-Oh sí- añadió Hefesto –los escudos pueden ser sensibles

Annabeth frunció el ceño –Lo tendré en cuenta

– ¿Qué quieres decir? –pregunté.

Eso es Secaucus, Nueva Jersey. Lee el cartel en el tanque de agua–puso sus nudillos en la superficie de bronce–. De acuerdo, muy gracioso, escudo. Ahora quiero ver... quiero decir, muéstrame la localización del gigante escupefuegos Caco.

-Eso es ser específico- dijo Atenea

-Lo siento- dijo Apolo –no sabía que debías de ser tan específico con un escudo

-Sí, tienes que tener cuidado con los escudos- asintió Hefesto

-Claro, mucha lógica- dijo Apolo

La imagen cambió.

Esta vez vi una parte familiar de Manhattan: almacenes nuevos, calles de pavimentos enladrillados, un hotel de cristal, una vía de tren elevada que se había convertido en un parque de árboles y flores silvestres. Me acordé de mi madre y mi padrastro que me llevaron allí hacia unos años cuando lo inauguraron.

Eso es el parque High Line–dije–. En el distrito Meatpacking.

-Es un lindo parque- dijo Percy

-Por supuesto, si lo ves desde donde se supone que puedes ver un parque- dijo Annabeth

-Cómo olvidar el momento de ver un buen parque subterráneo- dijo Percy

-Eso es una manera suave de decirlo- comentó Annabeth

Sí–dijo Annabeth–. ¿Pero dónde está el gigante?

Frunció el ceño, concentrada. El escudo acercó la imagen en una intersección bloqueada por vallas naranjas y una cinta amarilla. Un equipo de construcción estaba sentado en medio de la sombra de High Line. En medio de la calle había un gran agujero cuadrado, acordonado por la cinta amarilla de la policía. Salía humo del agujero. Me rasqué la cabeza.

-Eso no suena para nada bien- dijo Reyna

-¿Es el agujero del accidente con el obrero?- preguntó Rachel

Annabeth asintió

-Lo vi en las noticias, fue bastante raro- dijo Rachel –me imaginaba que algo así sucedería

– ¿Por qué la policía acordonaría un agujero en la calle?

Me acuerdo de esto–dijo Annabeth–. Salió en las noticias ayer.

No veo las noticias.

-Fue demasiado sonado- dijo Rachel

-Bueno, yo estaba organizando un picnic- dijo Percy encogiéndose de hombros

-Que no salió tan bien como esperabas- dijo Thalia

-Ambos organizábamos el picnic- señaló Annabeth

Un obrero salió herido. Algún accidente raro pasó bajo la superficie. Estaban cavando una nueva línea de metro o algo así y se inició un incendio.

– ¿Un incendio? –dije–. ¿Y no podría tener relación con ningún gigante escupefuegos?

-Eso tiene sentido para mí- dijo Bianca

-Suena muy lógico- estuvo de acuerdo Will

-Nunca lo hubiera adivinado- dijo Nico con sarcasmo

-Era bastante difícil de adivinar, sombritas- dijo Will

Eso tendría sentido–coincidió–. Los mortales no entenderían lo que pasa. La Niebla distorsionaría lo que estarían viendo de verdad. Creerían que el gigante sería... no sé, una explosión de gas o algo.

Pues entonces vamos a buscar un taxi.

-Es tan romántico- dijo Piper con sarcasmo

-No sé por qué hoy están más en contra de nosotros- dijo Percy cruzándose de brazos

-No es cierto- dijo Thalia –siempre estamos igual

Annabeth miró, con nostalgia, todo el Great Lawn.

El primer día soleado en semanas y mi novio quiere llevarme a una cueva peligrosa para luchar contra un gigante escupefuegos.

-Ya lo dije, es súper romántico- comentó Piper

-Claro, no existe mejor cita que esa- señaló Thalia

-Ni existirá, nosotros siempre nos llevamos el premio- dijo Percy

Eres increíble–dije.

Lo sé–dijo Annabeth–. Será mejor que tengas algo bueno planeado para cenar.

-Esa es mi especialidad- dijo Percy

-La verdad, hiciste una buena jugada- dijo Annabeth

El taxi nos dejó en la 15ª Oeste. Las calles eran un bullicio de vendedores ambulantes, trabajadores, compradores y turistas. El motivo por el que un lugar llamado Distrito Meatpacking se convertía en un lugar atractivo en el que pasear, lo desconozco. Pero eso es lo guay de Nueva York, está en constante cambio. Aparentemente incluso los monstruos querían estar aquí.

-A todos les gusta New York- dijo Afrodita –es la ciudad de la moda

-Yo amo New York- dijo Apolo –hay muchas chicas guapas y chicos también

-Eso también ayuda- asintió Afrodita

-Por eso es obvio que a los monstruos les guste ese lugar- dijo Apolo

-Además hay muy buena caza ahí- dijo Artemisa

-Eso es cierto- señaló Thalia

Nos abrimos camino hasta las obras de la calle. Dos policías vigilaban la intersección, pero no nos prestaron atención puesto que nos agachamos por debajo de las vallas. El agujero en la calle era del tamaño de una puerta de garaje. Un andamio de tuberías se cernía sobre el agujero como una especie de sistema de calefacción y unos peldaños de metal estaban fijados al lado de la fosa, en dirección descendente.

-Simplemente hermoso- masculló Poseidón con sarcasmo

-Espera a que tu mocoso llegue con el gigante- dijo Hades

-Lo va a poder vencer, obviamente- dijo Poseidón

Percy se sonrojó

– ¿Alguna idea? –le pregunté a Annabeth.

Supuse que sería buena idea preguntar, dado que Annabeth era hija de la diosa de la sabiduría y la estrategia, por lo que le gustaba hacer planes.

Bajamos–dijo–, encontramos el gigante y recuperamos el caduceo.

-Wow, esa es una excelente estrategia- dijo Thalia

-Fue una excelente estrategia- dijo Annabeth

-Lo fue- asintió Percy

-Nunca me había tocado un plan de Annabeth tan fácil- dijo Piper

-No te tocará- bromeó Annabeth

-Ese plan fue fácil porque estaba enojada con el sesos de algas- dijo Thalia

Guau–dije–. Cuánta sabiduría y estrategia.

Cállate.

Atenea miró a su hija con una ceja enarcada

Pasamos la valla, nos agachamos por debajo del cinturón policial y nos arrastramos hasta el agujero. Miré de reojo a los policías, pero no se giraron en ningún momento. Colarse en un agujero humeante y peligroso en el centro de una intersección de Nueva York parecía ser extrañamente fácil.

-Sí, tal vez sea por lo que nos encontramos después- dijo Annabeth

-Yo creo que fue por eso- dijo Percy

-Un hermoso paseo por un agujero humeante- dijo Leo –que refrescante

-No hay nada mejor que eso- asintió Apolo

-Claro que fue muy romántico el paseo- dijo Percy

-Claro que sí- dijo Annabeth riendo

Bajamos y seguimos bajando. Las escaleras parecían ir hacia abajo infinitamente. El cuadrado de luz solar encima de nosotros se convirtió cada vez más pequeño hasta tener el tamaño de un sello. No podía oír el tráfico de la ciudad, sólo el eco de un goteo constante. Cada siete metros o así, una pequeña bombilla parpadeaba cerca de la escalerilla, pero el descenso daba miedo y estaba todo muy oscuro.

-Bueno, al menos se molestaron por poner bombillas- señaló Rachel

-Aunque no creo que los hayan puesto precisamente para nosotros- dijo Percy –aunque habrían sido un buen detalle

-Un excelente detalle- dijo Annabeth

-Bueno, pueden pensar que los pusieron para ustedes- señaló Leo

Me di cuenta apenas de que el túnel se abría detrás de mí haciéndose cada vez más grande, pero me mantuve centrado en la escalerilla, intentando no pisar las manos de Annabeth que bajaba debajo de mí.

-No fue divertido- dijo Percy

-Habría sido menos divertido si hubieras pisado a Annabeth- dijo Thalia

-Habría terminado bastante mal para Percy- asintió Piper

No me di cuenta de que llegamos al fondo hasta que oí los pies de Annabeth chapotear contra el suelo.

Santo Hefesto–dijo–. Percy, mira.

Me dejé caer a su lado en un oscuro montón de barro. Me giré y me encontré que estábamos de pie ante una caverna del tamaño de una fábrica.

-Y una caverna aún más bonita- dijo Connor con sarcasmo

-Claro- dijo Percy –era el toque que le hacía falta

-Creo que ese no era el toque que le hacía falta- masculló Annabeth dándole una mirada indignada a su novio

Percy se sonrojó –Lo siento

Nuestro túnel se conectaba a él como una chimenea. Las paredes de piedra estaban llenas de cables antiguos, tuberías e hileras de ladrillos, quizá las bases de edificios antiguos. Las tuberías de agua oxidadas, posiblemente antiguos sistemas de desagües, dejaban caer chorros de un agua sucia por las paredes.

-Wow, cada vez se vuelve más romántico esto- dijo Miranda

-Y falta lo más romántico- bromeó Percy

-Cállate- masculló Annabeth

-No sé por qué a ustedes siempre les tocan las mejores citas- dijo Perséfone con sarcasmo

-Nosotros tampoco- dijo Percy

No había demasiada luz, pero la cueva parecía una mezcla de unas obras callejeras y un mercadillo. Amontonados por la cueva había toros mecánicos, cajas de herramientas, cajas y estanterías de acero. Había hasta un bulldozer enterrada en el barro.

-Por supuesto que tendría que estar así- dijo Hermes

-El idiota ese siempre consigue buenas cosas- masculló Apolo –a veces consigue mejores cosas que Hermes

-Eso no es cierto- dijo Hermes ofendido

-Sabes que algunas veces es cierto- dijo Apolo

Hermes bufó

Y lo que era aún más raro: varios coches antiguos habían sido de alguna manera llevados allí de la superficie y llenados de maletas y montones de pulseras. Perchas de ropa estaban amontonadas sin ningún cuidado como si alguien hubiera saqueado unos grandes almacenes.

-Es que saqueó grandes almacenes- dijo Afrodita –el gigante idiota puede tener ropa muy bonita

-No puede ser- masculló Hermes

-Tiene ropa bonita- dijo Afrodita

Lo peor de todo, era que colgando de unos ganchos de una tubería de acero inoxidable había cuerpos de vacas sin piel, sin huesos y listas para cortar y trocear. A juzgar por el olor y las moscas, no eran demasiado frescas que digamos. Aquello era suficiente como para hacerme vegetariano, sino fuera porque estaba enamorado de las hamburguesas con queso.

-Deberías hacerte vegetariano- dijo Piper

-Eso sería muy bueno- asintió Grover

-Estoy enamorado de las hamburguesas con queso- dijo Percy con una sonrisa inocente

-Por las hamburguesas con queso casi no te das cuenta de que la anciana era Medusa- señaló Grover

-Eso fue hace mucho tiempo- dijo Percy encogiéndose de hombros

No había ningún rastro del gigante. Esperé que no estuviera en casa entonces Annabeth señaló al otro extremo de la cueva.

Quizás allí.

En la oscuridad había un túnel de siete metros de diámetro, perfectamente redondo, como si lo hubiera hecho una gigantesca serpiente. Oh, mala idea.

-Pésima idea- dijo Apolo –los túneles que parecen ser hechos por serpientes son horribles

-Estoy de acuerdo- dijo Percy

-Y más cuando en el túnel de serpiente hay un gigante escupe fuego- masculló Poseidón

-Las serpientes son peores- dijo Apolo -créeme

No me gustaba la idea de caminar hasta el otro lado de la cueva, especialmente a través de un mercadillo de maquinaria pesada y cadáveres de vacas.

– ¿Cómo ha llegado todo esto aquí? –sentí la necesidad de susurrar, pero mi voz resonó de todas formas.

-Obviamente, estas dentro de un túnel- masculló Atenea

-Sí, de cualquier manera el gigante nos iba a oír- dijo Annabeth

-No fuimos muy silenciosos- dijo Percy

Annabeth observó la escena. Obviamente no le gustaba lo que veía.

Deben de haber bajado el bulldozer a piezas y lo deben de haber montado aquí abajo– decidió–. Creo que es así cómo excavaron el sistema de metro tiempo atrás.

-Eso no me haces sentir muy seguro- dijo Will

-Bueno, ahora cada que vayas en el metro te acordaras de esa bonita cueva- dijo Bianca con una sonrisa

-Genial- murmuró Will

– ¿Y sobre lo otro? –Pregunté–.Los coches y los... productos cárnicos?

Annabeth arrugó la frente.

Parece todo sacado de un mercadillo callejero. Esos bolsos y esos abrigos... el gigante debe de haberlos traído por alguna razón–y luego se inclinó hacia el bulldozer–. Eso parece que haya estado en algún combate.

-¿En uno? Creo que estuvo como en 20- bromeó Percy

-Esas otras cosas tampoco se veían mucho mejor- dijo Annabeth

-La alcantarilla no se veía como un lugar para vender todas esas cosas- dijo Percy

-Una alcantarilla le da estilo- dijo Leo

-Vender en la alcantarilla es la nueva moda- asintió Connor

-Claro, es la mejor manera de vender- dijo Travis

Mientras mis ojos se acostumbraban a la oscuridad, vi lo que quería decir. Los peldaños de la máquina estaban oxidados y el asiento del conductor parecía estar quemado. En la parte delantera, la gran pala estaba dentada como si hubiera sido golpeada por algo.

-Y eso me ayuda a no entrar en pánico- dijo Percy con sarcasmo

-Estábamos bajo una alcantarilla, buscando el caduceo, buscando a un gigante escupefuego ¿Qué podría salir mal?- dijo Annabeth

-Todo parecía color de rosa- dijo Percy riendo

El silencio era espeluznante. Mirando hacia el pequeño recuadro de luz solar por encima de nosotros, me dio vértigo. ¿Cómo podría existir una cueva de aquellas dimensiones bajo Manhattan sin que la ciudad se derrumbara o que el río Hudson la inundara?

-Ese tipo de preguntas no me dejan dormir por la noche- dijo Connor

-A mí tampoco me dejarán dormir- masculló Will -¿Cómo es posible que haya algo así?

-¿De la misma manera que es posible que haya un piso seiscientos?- preguntó Nico

-Oye, no seas grosero, sombritas- dijo Will

Teníamos que estar a cientos de metros bajo el nivel del mar. Lo que realmente me inquietaba de aquella cueva era el túnel al otro lado. No estoy diciendo que pueda oler a los monstruos igual que lo podía hacer mi amigo Grover el sátiro, pero de repente entendí por qué odiaban estar bajo tierra. Me sentí oprimido y en peligro. Los semidioses no pertenecemos a ese lugar. Algo nos esperaba en aquél túnel.

-Pues sí, un gigante escupe fuego los esperaba- dijo Leo con obviedad

-Ustedes lo fueron a buscar, era lógico que los esperara- señaló Chris

-Ahora sí entiendes mi aberración por los lugares subterráneos- dijo Grover -son horribles

-No son ni serán mis favoritos- dijo Percy con una mueca

-A veces son divertidos- dijo Tyson

-Sí claro- bufó Grover

Miré a Annabeth, esperando que tuviera alguna idea mejor, como salir corriendo. En vez de eso, comenzó a andar hacia el bulldozer. Llegamos a la mitad de la cueva cuando un rugido salió del túnel. Nos agachamos detrás del bulldozer mientras el gigante aparecía de las sombras, rascándose sus gigantescos brazos.

-Pero sigue siendo un gigante pequeño- dijo Miranda

-El más pequeño de los gigantes- asintió Percy

-Sí es pequeño- dijo Hermes

-¿Con que lo comparamos?- preguntó Connor

-Uhhh, con un dios- dijo Hermes

El desayuno–balbuceó.

Podía verle con claridad, pero ojalá no hubiera podido hacerlo. ¿Cómo de feo era?

Digamos que Secaucus en Nueva Jersey era mil veces más bonito que el gigante Caco, y eso no es un cumplido para cualquiera. Como Hermes había dicho, el gigante medía tres metros, lo que le hacía bajito en comparación con otros gigantes que había visto.

-¿Ves?- preguntó Hermes -sí era un gigante pequeño

-De hecho sí era pequeño- asintió Percy -lo único malo es que escupía fuego

-Pequeño detalle- dijo Leo

-Pequeñísimo- asintió Percy

Pero Caco se llevaba la palma con su belleza y su preciosidad. Tenía el pelo rizado y naranja, una piel pálida y pecas naranjas. Su cara estaba como hecha para arriba, con una horrible mueca permanente, tenía los ojos grandes, las cejas arqueadas y parecía estar asustado e infeliz.

-Me encanta su estilo- dijo Afrodita con sarcasmo

-Ese estilo y belleza no se encuentran en cualquier lugar- dijo Apolo -obviamente lo encuentran cuando me miran a mí, pero ese es otro asunto

-Sí claro- dijo Artemisa rodando los ojos

Vestía una bata de terciopelo rojo con zapatillas a juego. La bata estaba abierta, enseñando unos calzoncillos de seda con estampados de San Valentín y el pelo de su pecho de un color rojo/rosa/naranja que no se encuentra en la naturaleza.

Annabeth soltó una risita.

Es el gigante pelirrojo.

-Bueno- masculló Annabeth -estaba nerviosa y era divertido- dijo al ver las miradas de los chicos

-Sí fue divertido- asintió Percy -estos gigantes se superan unos a otros cada vez

-Algún día llegará un gigante con piel moteada- dijo Connor

-O con rayas- dijo Travis

-O con figuras geométricas en el cuerpo- asintió Leo

Por desgracia, el gigante parecía tener buen oído. Frunció el ceño y buscó por la caverna, parándose en nuestro escondite.

– ¿Quién está ahí? –gritó–. Tú, detrás del bulldozer.

Annabeth y yo nos miramos el uno al otro. Dijo entre dientes:

Ups.

-Esa en una muy buena manera de resumirlo- dijo Percy

-Lo sé- dijo Annabeth -lo siento por eso

-No pasa nada- dijo Percy -además el tipo ya sabía que iríamos

-Ese es un buen punto- asintió Annabeth

– ¡Vamos! –Dijo el gigante–. ¡No me gusta que se rían de mí! ¡Muéstrate!

Aquello sonaba horrible. Pero no teníamos escapatoria. Quizá el gigante atendiera a razones, aunque llevara calzoncillos de corazoncitos.

-Las personas que utilizan calzoncillos de corazoncitos no son razonables- señaló Apolo

-Y antes de que alguien diga algo, no queremos saber qué tipo de calzoncillos utilizan- masculló Poseidón

-Es una lástima- dijo Leo riendo

Destapé mi bolígrafo y éste se convirtió en mi espada de bronce Contracorriente. Annabeth sacó su escudo y su daga. Ninguna de nuestras armas parecía demasiado intimidantes contra un tipo de aquella estatura, pero juntos salimos de nuestro escondrijo. El gigante sonrió.

-Le encantan las visitas- dijo Rachel con sarcasmo

-Y más si las visitas pueden ser un potencial desayuno- señaló Reyna

-Eso definitivamente lo hace mejor- asintió Rachel

-Sí claro- murmuró Percy

– ¡Semidioses, ¿verdad?! He pedido el desayuno y ahora vosotros dos aparecéis, esto sí que es tener una buena vida.

No somos tu desayuno–dijo Annabeth.

-Espero eso no cambie- señaló Apolo

-Están aquí- masculló Artemisa

-Eso no es garantía- dijo Apolo

Artemisa rodó los ojos -Son de la profecía de los siete- señaló

-Eso tampoco es una garantía- dijo Apolo

– ¿No? –el gigante se rascó la cabeza. Dos humaredas salieron de su nariz–. Me imagino que sabréis geniales metidos en una tortilla, salsa y huevos. ¡Tortilla de semidiós! Sólo de pensar en ello, me hace entrar hambre.

-No, no somos nutritivos- dijo Percy

-Además suena horrible- dijo Leo

-Y tampoco tenemos un buen sabor- dijo Connor

-No es para nada recomendable- dijo Percy

Observó la hilera de cadáveres de vaca rodeados de moscas. Mi estómago se cerró. Murmuré:

Oh, dime que no va a...

Caco descolgó una de las vacas del gancho.

-Espero en serio que no lo vaya a hacer-dijo Afrodita con una mueca

-Sí, yo también dije eso- murmuró Percy

Escupió fuego por encima de ella, un torrente rojo y ardiente de llamas que cocinó la carne en cuestión de segundos pero aun así no parecía haber hecho ningún daño a las manos del gigante. Una vez la vaca estuvo lista y cocinada, Caco serró sus dientes y abrió su boca todo lo posible. Se tragó la vaca en tres bocados, con huesos y todo.

Sí–dijo Annabeth con un hilo de voz–. Lo ha hecho.

-¡Qué asco!- chilló Afrodita

-Fue más repugnante de lo que suena- dijo Percy

-De hecho suena casi lindo así- dijo Annabeth

-Suena muy sabroso- asintió Percy -aunque no puedo decir lo mismo cuando lo vi

El gigante eructó. Se limpió sus grasientas manos en su albornoz y nos sonrió:

Entonces, si no sois mi desayuno, debéis ser clientes. ¿Qué os puede interesar?

Sonaba relajado y amistoso, como si estuviera contento por hablarnos.

-Espero que eso dure- dijo Poseidón

-Nunca dura mucho- se quejó Percy

-Y no cuando van a recuperar lo que él robó- dijo Artemisa

-Sí, ese podría ser un mal detalle para la relación- dijo Apolo

-Un pésimo detalle- dijo Percy con una mueca

Entre aquello y el albornoz no parecía demasiado peligroso. Obviando el hecho de que medía tres metros, escupía fuego y se comía vacas enteras en tres bocados. Di un paso hacia adelante.

Llamadme anticuado, pero quería concentrar su atención en mí y no en Annabeth. Creo que es de ser educado que un chico proteja a su novia de una incineración instantánea.

-Awwww que lindo- chilló Afrodita

-No es necesario que la protejas- masculló Atenea -ella puede hacerlo sola

-Nunca he dudado de ella- dijo Percy seriamente -sé que ella es perfectamente capaz de protegerse sola, cómo no iba a hacerlo después de todo lo que hemos pasado, es la mejor semidiosa que conozco (sin ofender chicos), pero eso no quiere decir que la vaya a dejar sola en la batalla para ser todo el centro de atención

Afrodita le dio una mirada arrogante a la diosa de la sabiduría

Eh, sí–dije–. Puede que seamos clientes. ¿Qué vendes?

Caco rió.

– ¿Que qué vendo? ¡De todo, semidiós! ¡En mi mercadillo no encontrarás los precios más bajos ni más abajo! –extendió sus manos como enseñándome la cueva–. Tengo bolsos de diseño, trajes italianos, eh... por lo que se ve, máquinas de construcción y si has venido a buscar un Rolex...

-Te dije que un mercadillo sería muy buena idea- dijo Connor

-Lo sé hermano, habría quedado perfectamente bien en el pabellón del campamento- dijo Travis

-Ya hablamos sobre eso, muchachos- comentó Quirón

-De acuerdo- murmuraron ambos chicos

Abrió su albornoz y enganchados en el interior de éste brillaba una hilera de relojes plateados y dorados. Annabeth chasqueó sus dedos.

– ¡Imitaciones! Ya sé dónde había visto todas estas cosas antes. Lo has cogido todo de los mercadillos callejeros, ¿verdad? Son imitaciones de diseño.

El gigante parecía ofendido.

-No ofendas a un gigante escupe fuego- dijo Thalia .es la regla número uno

-Tenemos muchas reglas número uno- señaló Annabeth

-Pero por el momento esa regla es la más importante- añadió Thalia -además estás en una cueva subterránea

-Lo siento por romper la regla número uno más importante- dijo Annabeth con sarcasmo

No son imitaciones cualesquiera, jovencitas. Sólo robo lo mejor. ¡Soy hijo de Hefesto! Sé distinguir las imitaciones de calidad.

-Esperaba que no lo dijera- masculló Hefesto

Los dioses le dieron una mala mirada

-Espera... ¡¿Es tu hijo?!- dijo Leo

-Sip, eso quiere decir que es tu hermano- dijo Percy riendo

-Oye Ariel, no me vengas con eso- dijo Leo

-Los dioses no tienen ADN- señaló Jason

-Lo repetiré como un mantra- añadió Leo -realmente, ninguno de ustedes puede decir nada

Los chicos empezaron a reír nerviosamente

Fruncí el ceño.

– ¿Hijo de Hefesto? ¿Entonces no deberías hacer estas cosas en vez de robarlas

Caco soltó una risotada.

– ¡Demasiado trabajo!

Hefesto bufó -Este chico no me hace quedar muy bien

-¿Cómo es que tengo un hermano gigante?- dijo Leo

Hefesto enarcó una ceja

-Pensándolo bien, no quiero saberlo- dijo Leo

Oh, a veces si encuentro algún producto de alta calidad, hago mis propias copias. Pero es mucho más fácil robarlas. Comencé robando rebaños, ya sabéis, en los viejos tiempos. ¡Me encantaban los rebaños! Es por eso por lo que me instalé aquí. ¡Entonces descubrí que aquí tenían algo más que carne!

-Estúpido gigante roba rebaños- masculló Apolo -eso solo pasó porque alguien le dio la idea

-Yo lo hice mejor- dijo Hermes

-Ni siquiera tenías que hacerlo- dijo Apolo

-Creí que ya lo habías superado- dijo Hermes

-No lo haré- dijo Apolo

Sonrió como si acabara de hacer un gran descubrimiento.

Vendedores ambulantes, boutiques de alta categoría, esta es una ciudad maravillosa, incluso mejor que la Antigua Roma. Y los trabajadores han sido muy simpáticos haciéndome esta cueva.

-Así que a veces visitas esos mercadillos eh- comentó Hefesto para molestar a su esposa

-Claro que sí, querido, una chica siempre necesita donde encontrar ropa bonita- dijo Afrodita con arrogancia

Después de que los hicieras huir–dijo Annabeth–, y que casi les mataras.

Caco fingió un bostezo.

– ¿Estáis seguros de que no sois el desayuno? Porque comenzáis a aburrirme. Si no queréis comprar nada, será mejor que vaya buscando la salsa y las tortillas de maíz...

Estamos buscando algo en especial–le interrumpí–. Algo poderoso y mágico. Pero supongo que no tienes nada como eso.

-Bueno, genial ahora sí les va a prestar toda la atención- masculló Poseidón

-Necesitábamos esa atención- dijo Percy

-Me habría gustado que no la necesitaran- dijo Poseidón con una mala mirada hacia Hermes

Hermes le dio una mirada de disculpa

– ¡Ja! –Caco dio una palmada–. Un comprador de alta categoría. Si no lo tengo en mi stock, puedo robártelo, a un precio razonable, por supuesto.

El bastón de Hermes–dije–. El caduceo

La cara del gigante se volvió tan roja como su pelo. Sus ojos se entrecerraron.

-Al parecer no les creó que fueran clientes- señaló Miranda

-Creo que fuimos clientes duros- dijo Percy

-De los más duros que podría haberse encontrado, sesos de alga- dijo Annabeth

-Así debe de ser- bromeó Percy

Ya veo. Debí suponer que Hermes enviaría a alguien. ¿Quiénes sois? ¿Hijos del dios de los ladrones?

Annabeth levantó su cuchillo.

– ¿Me acaba de llamar hija de Hermes? Espera, que le voy a meter el cuchillo en el...

Hermes le dio una muy mala mirada a la chica

-Annabeth, no queremos saber dónde le meterías el cuchillo, gracias- dijo Connor

-No lo dijo- comentó Percy -¡Gracias a los dioses!

-Cállate- dijo Annabeth golpeando a Percy en el brazo

Soy Percy Jackson, hijo de Poseidón–le dije al gigante, puse mi brazo alrededor del hombro de Annabeth para contenerla–. Esta es Annabeth Chase, hija de Atenea. Ayudamos a los dioses a veces con cosas como, ah, sí, matar titanes, salvar el Monte Olimpo, cosas como esa. Quizá hayas oído hablar de nosotros. Así que sobre el caduceo... sería todo mucho más fácil si nos lo dieras antes de que todo se... complicara, digamos.

-Disculpe señor Perseus Jackson- gritaron los Stoll

-Está bien, quedan disculpados- dijo Percy riendo

-Muchas gracias por su amabilidad- dijo Connor

-Mi segundo nombre es amabilidad- bromeó Percy

-Creí que tu segundo nombre era "problemas"- señaló Thalia

-Ese, es tu segundo nombre- dijo Percy

Le miré a los ojos y esperé que mi amenaza tuviera resultado. Sé que sonaba ridículo, un chaval de dieciséis años intentando amedrentar a un gigante de tres metros escupefuegos. Pero había combatido contra monstruos mucho peores antes. Además, me había bañado en el río Estigio, lo que me hacía inmune a la mayoría de los ataques físicos.

-Oh sí, se me olvidó ese pequeño detalle- dijo Leo

-Un detalle casi sin importancia- bromeó Percy

-Bueno, ese detalle me hace sentir un poco mejor- dijo Poseidón

Eso debería haber sonado bastante aterrador, ¿verdad? Quizá Caco me hubiera oído. Quizá se arrodillara y me ovacionara diciendo: "¡Oh, señor Jackson! ¡Lo lamento mucho! ¡No me había dado cuenta!".

En vez de eso inclinó su cabeza y se rió.

-Sí, la verdad era obvio que eso ocurriría- dijo Nico

-Pues no esperaba que ocurriera eso- murmuró Percy con un puchero

-Ya nos dimos cuenta, sesos de alga- dijo Thalia riendo

-En serio, ustedes son unas personas muy groseras- dijo Percy

Oh, ya veo. ¡Se supone que me tengo que asustar! Pero aun así, el único semidiós que me ha vencido fue el mismísimo Hércules.

Me giré a Annabeth y moví mi cabeza en gesto de exasperación.

Siempre es Hércules, ¿por qué siempre Hércules?

-Porque es el mejor- dijo Zeus

-Ay por favor, no de nuevo con eso- dijo Poseidón -es obvio que eso no es cierto

-Todos sabemos que es la verdad- dijo Zeus con arrogancia

-¿Hemos estado leyendo los mismos libros?- preguntó Apolo

-Cállate Apolo- masculló Zeus

Annabeth se encogió de hombros.

Gozaba de buena publicidad.

El gigante seguía pavoneándose.

– ¡Durante siglos, fui el terror de Italia! Robaba muchas vacas, más que ningún otro gigante. Las madres asustaban a sus hijos diciéndoles que si no se dormían, Caco vendría y los robaría junto a su rebaño.

-Cuan aterrador es eso- dijo Travis fingiendo un estremecimiento

-Eso sí haría que muriera de miedo- asintió Katie con una sonrisa

-Pobres niños, debieron estar traumatizados- dijo Piper

Aterrador–dijo Annabeth.

El gigante sonrió.

– ¡Lo sé! Así que será mejor que os rindáis, semidioses. ¡Nunca conseguiréis el caduceo! ¡Tengo planes para él!

Alzó su mano y el bastón de Hermes apareció en su puño.

-Ese tonto gigante- masculló Hermes

-El estafador resultó estafado- dijo Apolo -o debería decir, el ladrón resultó robado

-Cállate Apolo- masculló Hermes con un leve sonrojo -esto es demasiado humillante

Lo había visto muchas veces anteriormente, pero aun así me recorrió un escalofrío. Las cosas de los dioses irradiaban poder. El caduceo estaba hecho de fina madera blanca y medía como metro y medio y en la punta tenía una esfera de plata y alas de paloma que aleteaban con nerviosidad. Enlazas alrededor del bastón habían dos serpientes vivas y muy agitadas.

-Me van a odiar por eso- masculló Hermes

-Creo que las ratas podrían mejorar eso- dijo Percy -sobre todo para George

-Así que deberías empezar a buscar ratas- dijo Apolo -ya sabes que aquí los chismes corren muy rápido

-¡Nadie dirá nada!- dijo Hermes

– ¡Percy! –Dijo una voz reptil en mi mente–. ¡Gracias a los dioses!

Otra voz de serpiente, más profunda y grave dijo:

Sí, no me han dado de comer durante horas.

Martha, George–dije–. ¿Estáis bien, chicos?

Lo estaré si consigo algo de comer–se quejó George–. Hay algunas ratas bastante interesantes aquí abajo, ¿puedes conseguirnos algunas?

-Creo que conseguir las ratas va a ser más difícil que conseguir el caduceo- dijo Miranda

-Sí, también creo eso- dijo Rachel -cazar ratas es bastante difícil

-Y las trampas les darían mal sabor- añadió Connor

-Y muchas trampas no te darían la rata entera- dijo Travis

-Eso es asqueroso- masculló Katie dándole un golpe juguetón

– ¡George, basta! –Le riñó Martha–. Tenemos problemas peores. ¡El gigante quiere quedársenos!

Caco miró a las serpientes y a mí intermitentemente.

Espera... ¿puedes hablar con las serpientes, Percy Jackson? ¡Eso es genial! Pero será mejor que les digas que cooperen. Soy su nuevo maestro, y sólo serán alimentadas cuando comiencen a acatar órdenes.

-Ni siquiera van a obedecer- dijo Hermes

-Además esa no es una buena manera de dar órdenes- señaló Rachel

-Y aunque quisieran no lo pueden obedecer- gruñó Hermes

– ¡Qué carácter! –Se quejó Martha–. Dile a este zoquete pelirrojo que...

Esperad–interrumpió Annabeth–. Caco, las serpientes nunca te obedecerán. Sólo trabajan para Hermes. Ya que no puedes usar el bastón, no te sirve para nada. Si lo devuelves ahora, haremos como si no hubiera pasado nada.

-Ojalá hubiera sido tan fácil- murmuró Annabeth

-Sí, sí pudiéramos razonar con los monstruos todo sería más fácil- dijo Thalia

-Eso sería de lo mejor- dijo Piper -pero ni con embrujahabla razonan

-La verdad eso simplificaría nuestras vidas- dijo Leo -pero ¿Qué podemos hacer?

Buena idea–dije.

El gigante gruñó.

Oh, ya descubriré los poderes del caduceo, niña. ¡Ya haré que estas serpientes colaboren!

Caco sacudió el caduceo. George y Martha se removieron y sisearon, pero parecían estar pegados al caduceo.

-Eso es porque están pegados- dijo Hermes

-Eso lo explica todo- dijo Percy

-Sí, sería más fácil si no, pero lo están- dijo Hermes

Sabía que el caduceo se podía volver en un montón de cosas útiles como una espada, un teléfono móvil o un escáner de precios para unas compras ahorradoras. Y una vez George había mencionado algo raro sobre "un modo láser". No sabía si quería que Caco descubriera aquella característica.

-Estoy segura que no quieres- dijo Perséfone

-No creo que se más horrible que ayer con estos dos mocosos- masculló Deméter mirando con una mueca a los Stoll

-Madre, no creo que lo digas precisamente por el caduceo- señaló Perséfone

-¡Perséfone!- chilló Deméter

Katie y Travis se sonrojaron

Finalmente el gigante gruñó, frustrado. Golpeó el bastón contra una vaca y de inmediato, la vaca se convirtió en piedra. Una ola de petrificación se extendió por la hilera de vacas hasta que todas estuvieron convertidas en piedra. Media docena de vacas de granito se rompieron en pedazos.

-Eso es genial- gritaron los Stoll mirando a su padre

-No niños, eso si no lo haremos- dijo Hermes

-Pero ¿Por qué?- dijeron ambos chicos

-Porque si lo usaran extenderían una ola de petrificación por todos sus amigos- dijo Hermes -y definitivamente no sería bueno

-Pero...- murmuró Connor

-Y definitivamente no serviría para conseguir novia- dijo Chris riendo

Los chicos empezaron a reír

Connor se sonrojó -Eres un horrible hermano

Vaya, esto es interesante–dijo Caco.

Oh-oh–Annabeth dio un paso atrás.

El gigante apuntó el caduceo en nuestra dirección.

– ¡Sí! Muy pronto dominaré esta cosa y seré tan poderoso como Hermes. ¡Seré capaz de ir a cualquier lugar! ¡Podré robar todo lo que quiera y hacer imitaciones de alta calidad, y venderlas alrededor de todo el mundo! ¡Seré el señor de los comerciantes!

-Que plan tan malvado- dijo Leo -ninguno de nuestros enemigos tenía planes tan terribles

-Lo sé- dijo Percy -es el plan más malévolo que he escuchado

-Digamos que técnicamente sí era un poco malévolo- dijo Annabeth

-Es cierto, de alguna mera que él tuviera el caduceo era un poco malvado- dijo Percy

Eso–dije–, es muy malvado.

– ¡JAJAJA! –Caco alzó el caduceo, triunfal–. ¡Tenía mis dudas, pero ahora estoy convencido! ¡Robar este bastón ha sido una gran idea! Ahora veamos cómo se puede matar con esta cosa.

Espera–dijo Annabeth–. ¿Has dicho que no fue idea tuya robar el caduceo?

-Eso tendría un poco más de sentido- dijo Hermes

-Pues no demasiado- dijo Apolo

– ¡Matadles! –ordenó Caco a las serpientes. Apuntó el caduceo hacia nuestra dirección, pero la punta de plata sólo producía hojas de papel. Annabeth cogió una y leyó:

Nos estás intentando matar con cupones grupales–anunció–. Ochenta y cinco por ciento de descuento en clases de piano.

-Oye, eso está genial- dijo Apolo -Will...

-No creo que sea bueno con el piano- dijo Will

-Lo mismo decías del tiro con arco- señaló Apolo

-Sí y no salió muy bien que digamos- dijo Will

-No mataste a nadie- dijo Nico -eso ya es un avance

-Oye sombritas ¿De qué lado estás?- murmuró Will

-Del tuyo, solo digo que es una lástima que no lo hayas hecho- dijo Nico

– ¡BAH! –Caco miró a las serpientes y dejó escapar una llamarada de advertencia por encima de sus cabezas–. ¡Obecedme!

George y Martha se retorcieron, alarmados.

– ¡Basta! –dijo Martha.

– ¡Somos de sangre fría! –Protestó George–. ¡El fuego no es bueno!

-Ahora todos son críticos- dijo Leo

-No te compares con un gigante pequeño- dijo Calipso riendo -aunque sea tu hermano

-Oye nena, eso fue bajo- dijo Leo

Eh, Caco–grité, intentando recobrar su atención–. Responde a nuestra pregunta. ¿Quién te dijo de robar el caduceo?

El gigante resopló.

Estúpido semidiós. ¿Cuándo venciste a Cronos, creíste que habías eliminado a todos los enemigos de los dioses? Sólo retrasaste la caída del Olimpo durante un tiempo

-Genial, aquí vamos otra vez- dijo Poseidón

-Como si vencer a Cronos no fuera lo suficientemente horrible- dijo Perséfone

-Y otra vez quieren destruirnos- dijo Apolo -soy demasiado bello para morir

-Yo lo soy más- se quejó Afrodita

-No vayan a empezar a pelear- masculló Artemisa

Sin el caduceo, Hermes será incapaz de llevar sus mensajes. Con las líneas de comunicación olímpicas interrumpidas, podrá comenzar el caos que tienen mis amiguitos planeados.

– ¿Tus amiguitos? –preguntó Annabeth.

-Eso no suena muy bien que digamos-masculló Artemisa

-Suena realmente horrible- dijo Rachel

-Horrible es poco decir- dijo Reyna

-Y se pone peor- asintió Percy

-Justo lo que necesitaba- dijo Poseidón

Caco le quitó importancia.

No importa. No viviréis lo suficiente, y yo estoy metido en ello solo por el dinero. ¡Con este bastón, ganaré millones! ¡Quizá incluso cientos! Ahora, quedaos ahí. Quizá pueda conseguir un buen precio en un par de estatuas de semidioses.

-No, tampoco somos buenos adornos- dijo Piper

-Bueno, hay estatuas que son muy bonitas- dijo Perséfone

Recibió algunas miradas raras

-Hay algunas que son lindas- comentó Hades

No me acababa de acostumbrar a amenazas como aquella. Ya había tenido bastante con, años atrás, la de Medusa. No tenía ganas de combatir contra aquel tipo, pero también sabía que no podía dejar a George y Martha a su merced.

-Genial, gracias- dijo Hermes

-Esas serpiente me agradan- dijo Percy -solo esas

-Esa es una buena decisión- dijo Apolo -las otras serpientes no son tan agradables

-Y que lo diga- murmuró Piper

Además, el mundo ya tenía bastantes comerciantes. Nadie merecía abrir su puerta y encontrarse con aquél gigante escupefuegos con un bastón mágico y una colección de Rolexs falsos.

-Solo imagina lo que pasará si no le compras- dijo Miranda

-Sería horrible- dijo Katie

Miré a Annabeth.

– ¿Hora de luchar?

Me lanzó una sonrisa dulce.

Es la cosa más inteligente que has dicho en toda la mañana.

-Awwww que dulzura- dijo Thalia con burla

-Ya era hora de que empezaran a luchar- masculló Ares

-Yo creo que ya lucharon bastante- dijo Poseidón -durante cinco libros

-Y que importa, siempre es mejor más pelea- dijo Ares

Probablemente estaréis pensando: Espera, ¿atacar sin tener un plan? Pero Annabeth y yo habíamos luchado durante años: conocíamos las habilidades del otro. Podíamos anticiparnos a los movimientos del otro.

-Somos muy buenos luchando, sesos de alga, hacemos buen equipo- dijo Annabeth

-Ustedes son adorables- chilló Afrodita

Quizá me sintiera un poco incómodo y nervioso al ser su novio, ¿pero luchar con ella? Eso me salía de dentro. Eh... bueno, eso ha sonado mal. Bueno, da igual.

-Sonó demasiado mal, bro- dijo Jason riendo

-No esperaba que sonara así de mal- dijo Percy con un puchero

-Las cosas no salen como quieres- dijo Jason

-Ya lo sé- murmuró Percy

Annabeth corrió hacia la izquierda del gigante. Yo ataqué por la delantera. Aún estaba lejos del alcance de mi espada cuando Caco serró sus dientes y escupió fuego.

Mi nuevo descubrimiento asombroso: escupir fuego da calor.

-Sí, eso suele pasar- dijo Leo - la verdad aun no entiendo cómo es que pasa, pero lo hace

-Lo explicaron en clase, pero ese día estaba dormido- bromeó Connor

Atenea rodó los ojos -No lo dudo

Me las arreglé para esquivarlo por un lado, pero sentí cómo mis brazos se calentaban y mi ropa comenzaba a arder. Hice la croqueta por el suelo para apagar las llamas y golpeé una percha llena de abrigos de mujer. El gigante rugió:

– ¡Mira qué has hecho! ¡Todos esos Prada falsos genuinos!

-Falsos genuinos, eso tiene mucho sentido- dijo Piper

-Igual que un gigante pequeño- señaló Jason

-Sí era pequeño- se defendió Hermes

-Era pequeño- asintió Percy

-Oye, me siento traicionado- dijo Jason

Percy le sonrió con inocencia

Annabeth usó mi distracción para atacar. Atacó a Caco por detrás y le clavó su cuchillo por detrás de la rodilla, normalmente un punto débil de varios monstruos. Ella retrocedió mientras Caco zarandeaba el caduceo, esquivándolo a penas. La punta de plata chocó contra el bulldozer, y la máquina entera se convirtió en piedra.

-Al menos no chocó contra Annabeth- dijo Katie

-¡Gracias a los dioses!- dijo Percy -no quisiera una estatua como novia

-No quisiera ser una estatua- dijo Annabeth

-Y obviamente a mí tampoco me gustaría- dijo Percy

-Por supuesto que no- dijo Annabeth con una sonrisa

– ¡Te mataré! –rugió Caco, con icor dorado saliéndole de su rodilla herida. Escupió fuego hacia Annabeth, pero ella esquivó la llamarada. Levanté a Contracorriente y clavé mi espada en la otra pierna del gigante. ¿Creéis que eso debería haber bastado, verdad?

-No- murmuraron los semidioses

-Pues debería haber bastado- dijo Percy

-Sabes que eso no iba a pasar, sesos de alga- dijo Annabeth

-pero habría estado muy bien, nos habría costado menos trabajo- dijo Percy

-¿Cuándo nos ha salido algo tan fácil?- preguntó Annabeth

-Es cierto- murmuró Percy

Pues no. Caco gritó de dolor. Se giró a una velocidad asombrosa, golpeándome con el reverso de una de sus manos y salí volando hasta chocar contra un montón de vacas de piedra rotas. Mi vista se volvió borrosa. Annabeth gritó:

– ¡Percy! –pero su voz sonaba como si estuviera bajo el agua.

-Y aquí es cuando todo se complica- dijo Miranda

-Ya se había complicado desde el momento en que fueron bajo tierra- murmuró Grover

-Ya se había complicado desde que llegó Hermes- señaló Apolo

-Te voy a dejar de hablar- advirtió Hermes

– ¡MUÉVETE! –La voz de Martha me habló en la mente–. ¡Está a punto de atacar!

Gira hacia la izquierda–dijo George, lo que fue una de las sugerencias más útiles que había hecho alguna vez. Giré hacia la izquierda mientras el caduceo chocaba contra el montón de piedras en el que había estado tumbado. Oí un CLANG y el gigante gritó:

– ¡AAAAAGH!

-¡Salvado por las serpientes!- dijo Connor

-Me alegra que me salven las serpientes- dijo Percy

-También me alegra que te salven- dijo Annabeth

Me puse de pie. Annabeth acababa de golpear su escudo contra la espalda del gigante. Ser un experto en ser expulsado de clase, después de haber sido sacado de varias academias militares donde creían que remar era bueno para tu alma, para darse cuenta de cómo se siente al ser golpeado con una gran superficie lisa, y mi estómago se revolvió en solidaridad.

-Sí suena y es bastante horrible- dijo Chris -ni siquiera pregunten como lo sé

-Pero quiero saber cómo lo sabes- dijo Connor

-Tú solo quieres andar de chismoso- dijo Chris

-También- dijo Connor -pero eres mi hermano y quiero saber lo que pasó

Chris rió -Sí claro, como aquella vez que divulgaron todo lo que les conté

-No todo- dijo Connor -solo la parte divertida

Caco se giró, pero antes de Annabeth pudiera esquivarle de nuevo, le quitó el escudo con la mano. Doblegó el bronce celestial como si estuviera hecho de papel y lo lanzó por encima de su hombro. Demasiado para aquél objeto mágico.

-Estúpido gigante- masculló Annabeth

-Él destruyó un objeto mágico increíble- dijo Leo con indignación

-Sí, él suele hacer eso- dijo Hefesto

-¿Cómo es posible que lo haga?- se quejó Leo -ese escudo era genial

-Es lo mismo que dije- masculló Annabeth

– ¡Suficiente! –Caco apuntó el caduceo hacia Annabeth.

Me seguía sintiendo mareado, mi columna parecía como si hubiera vuelto a aquella noche en el Palacio de Camas de Agua de Crusty, pero me tambaleé hacia adelante, centrado en ayudar a Annabeth. Antes de que pudiera alcanzarla, el caduceo cambió de forma. Se convirtió en un móvil y sonó la canción de la Macarena.

-No recuerdo haberla escuchado- dijo Apolo

-Claro que sí- dijo Hermes -ya sabes, la que tenía ese ritmo pegajoso

-¿La de la boda de tus serpientes?- preguntó Apolo

-Esa, aunque supongo que una versión más moderna- dijo Hermes

George y Martha, ahora del tamaño de unos gusanitos, rodeaban la pantalla del móvil.

Esta es buena–dijo George.

Bailamos esto en nuestra boda–dijo Martha–, ¿te acuerdas, cariño?

-Era la canción estilo griego- dijo Hermes -muy buena por cierto- les dijo a los chicos

-Imagina oírla en griego- dijo Connor a su hermano

-Las fiestas eran todo un éxito- dijo Dionisio suspirando

-Ya lo creo- asintió Travis

– ¡Estúpidas serpientes! –Caco zarandeó el móvil con violencia.

– ¡AGH! –gritó Martha.

– ¡Ayúdame! –la voz de George vaciló–. Debo obedecer... al albornoz... rojo...

El teléfono volvió a la forma de bastón.

-No de nuevo- dijo Hermes -es mejor quedarse como celular

-Me gusta más el modo láser- dijo Travis

-El modo láser ayuda- asintió Katie

-Y vaya que lo hace- se burló Chris

– ¡Ahora, comportaos! –Les advirtió Caco a las serpientes–. U os convertiré en un bolso Gucci de imitación.

Annabeth corrió a mi lado. Ambos alcanzamos la escalerilla.

Nuestra estrategia no está funcionando–advirtió. Respiraba fuertemente. La manga izquierda de su camiseta seguía humeando pero aun así, parecía estar bien–. ¿Alguna sugerencia?

-Correr- dijo Rachel

-Irse y olvidarse de todo- dijo Jason

-Eso no funciona- dijo Percy

-Oye, no me refería a ese "olvidar"- dijo Jason

-La costumbre- dijo Percy

Annabeth y Piper se miraron, ambas golpearon a sus novios

-Solo para que lo sepan, eso no es gracioso- masculló Piper -ahora, golpéense otra vez

Los chicos se golpearon

Los dioses los miraron con confusión

Mis oídos pitaban. Su voz seguía sonando como si estuviera bajo el agua. Espera... bajo el agua. Miré hacia el túnel: todas aquellas tuberías rotas plagaban las paredes: tuberías de agua, conductos de desagüe. Al ser el hijo del dios del mar, algunas veces podía controlar el agua, me pregunté si...

-¡Oh por los dioses! Dime que no lo hiciste- dijo Hazel con una mueca

-Bueno... No puedo decir eso- dijo Percy encogiéndose de hombros

-Perseus Jackson, vas a estar en problemas- dijo Thalia riendo

-Hice lo que debía hacer- dijo Percy "seriamente"

-Lo sé- dijo Thalia -eso no quita que no vas a estar en problemas

– ¡No me gustáis! –gritó Caco. Corrió hacia nosotros mientras el humo le salía de los agujeros de la nariz–. ¡Es hora de acabar con esto!

– ¡Espera! –le dije a Annabeth. Agarré con mi mano libre su muñeca. Me concentré en encontrar agua a nuestro alrededor. No fue difícil.

-Esto se va a poner interesante- dijo Clarisse con burla

-¿Ves?- preguntó Thalia -todos sabemos que estarás en problemas

-Tengo un plan para no estar en problemas- dijo Percy

-Y funcionó- admitió Annabeth

Sentí una peligrosa cantidad de presión por entre los circuitos de la ciudad y la convoqué hacia aquellas tuberías rotas. Caco se alzó ante nosotros, con su boca brillando como un horno crematorio.

– ¿Últimas palabras, semidioses?

Mira hacia arriba–le dije. Y fue lo que hizo.

-Pobre imbécil- dijo Ares

-Sirve que sea estúpido- dijo Hades -ese tonto gigante también ha intentado robarme

-A todos- masculló Artemisa

Nota mental: cuando provoques que todo el sistema de desagües de Manhattan explote, no estés tú debajo de él.

-Otro imbécil- dijo Clarisse

-Oh Clarisse sería mejor que te callaras- dijo Percy

-Eres un imbécil- dijo Clarisse

Percy sonrió

La caverna entera se derrumbó mientras cientos de tuberías de agua explotaban a nuestro alrededor. Y un agua no demasiado limpia golpeó a Caco en la cara. Aparté a Annabeth del camino y nos lancé contra el borde del torrente, llevando a Annabeth conmigo.

– ¿Qué estás...?–hizo un sonido ahogado–. ¡AAAAH!

-¡Qué asco!- chilló Afrodita

-Debo estar de acuerdo con eso- dijo Piper -eso es completamente asqueroso

-Dímelo a mí- masculló Annabeth

Percy le sonrió con inocencia

Nunca lo había intentado antes, pero me llevé a mí mismo hacia arriba como un salmón, saltando de corriente en corriente mientras el agua cubría la caverna. Si alguna vez has intentado correr por una pendiente mojada, era una experiencia parecida, excepto por un ángulo de noventa grados y que no había ninguna pendiente, sólo agua.

-Fue una horrible experiencia- masculló Annabeth

-Lo sé, pero no quedaba de otra- dijo Percy

-Lo sé, sesos de alga, aun así preferiría no volver a pasar por eso- dijo Annabeth

-Es una lástima, te iba a volver a invitar a una cena y un paseo como ese- dijo Percy

-Creo que podemos superarnos a nosotros mismos- dijo Annabeth

-Es cierto, me esforzaré más- dijo Percy con una sonrisa coqueta

Por debajo de nosotros oí a Caco gritar mientras millones, incluso quizá cientos de toneladas de agua sucísima chocaba contra él. Mientras tanto Annabeth alternaba gritarme con golpearme mientras tenía arcadas o me llamaba cosas bonitas como:

– ¡IDIOTA! ¡ESTÚPIDO! ¡MALDITO IMBÉCIL TARADO! – que finalizó con un –. ¡TE MATARÉ!

-Yo quiero ver eso- dijo Thalia

-Yo también- asintió Piper

-Yo también te quiero, listilla- dijo Percy

-También yo, pero en ese momento no- dijo Annabeth

-Yo creo que sí- dijo Percy

-Por supuesto que no- rió Annabeth

Finalmente salimos disparados de un géiser asqueroso y aterrizamos a salvo en la acera. Los viandantes y los policías retrocedieron, gritando alarmados en nuestra versión de desagüe del géiser Old Faithful. Los frenos chirriaron y los motores de los coches rugieron mientras los conductores se detenían a observar el caos.

-Que divertido- dijo Piper con sarcasmo

-Fue muuuy divertido- dijo Percy -¿Verdad, listilla?

-Claro que sí, súper divertido- dijo Annabeth sarcástica

Me mantuve seco, un truco bastante útil, pero seguía oliendo bastante mal. Annabeth tenía algodones de botiquín en el pelo y el envoltorio de un caramelo pegado en la cara.

Eso–dijo–, ha sido horrible.

Míralo por el lado bueno–dije–, estamos vivos.

-La mejor cita de la vida- bromeó Thalia

-Pero estaban vivos- dijo Hazel

-Eso es un buen paso- asintió Piper

-Excelente paso- dijo Rachel

-Bueno, después de estar bañados en aguas fecales, yo creo que eso es lo mejor que les ha pasado en la vida- dijo Katie

-Gracias- dijo Annabeth

– ¡Sin el caduceo!

Me quedé de piedra. Sí... un detalle sin importancia. Quizá el gigante se habría ahogado. Entonces se habría disuelto y habría vuelto al Tártaro igual que todos los monstruos vencidos, y entonces podríamos ir a recoger el caduceo. Aquello sonaba demasiado razonable.

-Y nunca pasa nada razonable- dijo Jason

-Lamentablemente- dijo Percy

-Eso haría que nuestras vidas fueran aburridas- dijo Leo

Todos lo miraron raro

-Me gustaría una vida aburrida- dijo Percy

-A mí igual- dijo Jason

El géiser se apagó, seguido por un horrendo sonido de agua yéndose por el túnel, como si alguien en el Olimpo hubiera tirado de la cadena del lavabo divino.

Entonces una voz grave distante me habló en la mente.

Qué asco–dijo George–. Incluso para mí que como ratas, ha sido asqueroso.

-Definitivamente fue asqueroso- dijo Annabeth

-Lo sé- dijo Percy -pero al menos no nos mojamos

-Eso habría sido bastante peor- asintió Piper

-Hijo de Poseidón a sus órdenes cuando quieran ir a explorar una alcantarilla- dijo Percy

-Creo que paso de esa atracción- dijo Jason -pero gracias

-Con una vez es suficiente- dijo Piper

-Pero no han tenido el servicio completo- dijo Percy

-No podemos quedar con el servicio incompleto- dijo Piper

-Que aburridos- dijo Percy

– ¡Allá vamos! –Advirtió Martha–. ¡Oh, no! Creo que el gigante ha sabido cómo...

Una explosión golpeó la calle. Un rayo de luz azul salió del túnel, dando de pleno en el lado de un edificio de oficinas con las paredes de cristal, derritiendo las ventanas y vaporizando el pavimento. El gigante salió del hueco, con su albornoz humeando y su cara llena de limo.

-Como en alguna película de acción- dijo Connor

-Pero normalmente el que sale es el héroe de la película- señaló Rachel

-Ni lo digas- murmuró Piper

-Los villanos también pueden hacerlo- dijo Travis -estoy seguro que alguna vez lo vi

-Cuando recuerden donde lo vieron, nos dicen- dijo Chris -no nos vayan a dejar con la duda

Sus hermanos le dieron una mala mirada

No parecía demasiado contento. En sus manos, el caduceo se había convertido en un bazoka con serpientes alrededor del cuerpo principal con una luz azul brillante e inquietante.

Vale–dijo Annabeth, sin ánimos–. ¿Eso qué es?

Eso–supuse–, debe de ser el modo láser.

-Efectivamente, es el modo láser- dijo Travis

-Me gustó más el modo "convierte a todos en piedra"- dijo Connor

-Y es por eso que ese modo no lo pueden usar- dijo Hermes -no quiero que terminen fulminados por algún dios

-Travis va por el buen camino para eso- señaló Chris

-Pregúntale a Ares que tal vas tú- murmuró Travis

A todos aquellos a los que viváis en el Distrito Meatpacking, mis disculpas. Por todo el humo, los escombros y el caos, probablemente ahora lo llaméis el Distrito Packing dado que lo dejamos tan destrozado que muchos os tuvisteis que mudar. Aun así, me sorprende que no hiciéramos más daños de los que hicimos.

-¿Más de los que hicimos?- preguntó Annabeth

-Muchos se tuvieron que mudar, pero no todos- dijo Percy -yo creo que eso es ganancia

-Percy tiene un punto- dijo Bianca

-Gracias- dijo Percy

Annabeth y yo corrimos a escondernos mientras otro láser atravesaba la calle. Trozos de asfalto volaban por los aires como confeti.

Detrás de nosotros, Caco gritaba:

– ¡Habéis destrozado mis Rólexs falsos! ¡No son a prueba de agua! ¡Moriréis por ello!

-Debe aprender que los Rolex deben ser aprueba de agua- señaló Chris

-¿Quién hacer Rolex falsos que no sean a prueba de agua si vive en una alcantarilla?- preguntó Miranda

-El gigante- señaló Connor

-Era una pregunta retórica- dijo Miranda

-Bueno, ahora ya sabes la respuesta- dijo Connor

Miranda rodó los ojos

Seguimos corriendo. Esperaba alejar a aquel monstruo de los inocentes mortales, pero era difícil de hacerlo en el centro de Nueva York. El tráfico se arremolinaba en las calles. Los viandantes gritaban y corrían en todas direcciones. Los dos oficiales de policía que había visto antes no se veían por ninguna parte, quizá se habían largado con el géiser.

-Eso sería lo que una persona sensata haría- dijo Atenea

-Me alegra que esa gente haya sido sensata- dijo Percy -fue suficiente el desastre que causamos

-Los mortales no siempre son tan sensatos- comentó Bianca

-Aunque eso también aplica con los semidioses- señaló Hazel

-Sobre todo con los aquí presentes- señaló Apolo

-Gracias- dijo Percy

– ¡El parque! –Annabeth señaló a las vías elevadas del High Line–. Si podemos sacarle del nivel de la calle...

¡BUM! El láser atravesó un carrito de comida ambulante cercano. El vendedor salió corriendo por la calle aun sujetando un kebab de shish en la mano.

-Hay que tener prioridades- dijo Leo

-Por supuesto- dijo Percy -uno siempre debe de salvar a la comida

-Y mejor aún si salvas tu vida y tu comida al mismo tiempo- dijo Connor

-Oye, solo los mejores pueden hacer eso- comentó Jason

-Tienen súper poderes- dijo Percy

-Y una increíble habilidad para correr mientras sujeta algo- dijo Leo

-Hay que aprender de estas personas- dijo Percy riendo

Annabeth y yo corrimos hacia las escaleras del parque. Las alarmas sonaban a nuestro alrededor, pero no queríamos más policía envuelta en aquello. La ley mortal complicaría las cosas aún más y a pesar de la Niebla, la policía creería que Annabeth y yo seríamos el problema. Nunca puedes saberlo.

-Siempre pasa- dijo Percy

-Siempre somos los malos- dijo Leo con una mueca

-Siempre estoy en los carteles de se busca- dijo Percy -mínimo deberían ofrecer una buena recompensa

-A ti no te serviría de nada la recompensa- señaló Annabeth

-Pero se la podrían dar a Leo o Jason y luego la repartimos- dijo Percy

-Eso no te serviría de nada- dijo Annabeth

Percy hizo un puchero

Subimos hasta el parque. Intenté orientarme. Bajo otras circunstancias, habríamos disfrutado de la vista del brillante río Hudson y de los tejados del barrio a nuestro alrededor. El tiempo era bueno y las matas de flores del parque brillaban con muchos colores.

-Y eso, habría sido romántico- dijo Annabeth

-Oye, lo de después fue romántico- dijo Percy

-De acuerdo, sí fue muy romántico- dijo Annabeth

-Tengo mis momentos- dijo Percy

-Y vaya que son muy buenos momentos, sesos de algas- dijo Annabeth con una sonrisa

Percy le dio una sonrisa brillante

El High Line estaba vacío, aun así (quizá sería porque era un día laborable o porque los visitantes habían sido listos y habían huido cuando habían oído las explosiones). En algún lugar por debajo de nosotros, Caco rugía, maldiciendo y ofreciendo a los aterrorizados mortales descuentos en unos Rolex un tanto destrozados. Supuse que teníamos escasos segundos antes de que nos encontrara.

-Muy pocos segundos de hecho- comentó Percy

-Sí, a eso se refiere cuando dices escasos- masculló Nico

-Quería que quedara claro- dijo Percy

-Quedó bastante claro- dijo Nico con ironía

-Me alegra que quedara claro- asintió Percy

Nico rodó los ojos

Observé el parque, esperando encontrar algo que nos ayudara. Todo lo que vi fueron bancos, paseos y muchas plantas. Deseé haber traído a un hijo de Deméter con nosotros. Quizá pudiera haber hecho crecer viñas de la nada o convertir flores en estrellas ninja. De hecho, nunca había visto a un hijo de Deméter hacer aquello, pero habría estado guay.

-Nunca lo hemos intentado- dijeron Katie y Miranda al unísono

-Pero podrían intentarlo- dijo Travis

-Podríamos retrasarlo con enredaderas- dijo Katie encogiéndose de hombros

-Pero podrían hacer estrellas ninja- dijo Travis -sería muy guay

-Vale, y luego te utilizamos a ti como blanco ¿No?- dijo Miranda

-¡Oye!- se quejó Katie

Miranda rodó los ojos -Yo no lo voy a dejar de molestar solo porque ya sea tu novio

-Me alegra estar prevenido- dijo Travis

Miré a Annabeth.

Es tu turno para tener una idea brillante.

Estoy en ello–estaba preciosa cuando combatía.

-Sesos de alga...- murmuró Annabeth sonrojada

-Es la verdad- dijo Percy con una sonrisa

Atenea rodó los ojos -Estar linda no sirve en una batalla

-Oh, por supuesto que sí, querida-dijo Afrodita -en cualquier lugar siempre debes lucir espectacular

Sabía que era algo loco para decir en aquél momento, sobre todo después de haber subido por una cascada de aguas fecales, pero sus ojos grises brillaban cuando luchaba por su vida. Su cara brillaba como la de una diosa y creedme, he visto varias diosas.

-Awwwww- chilló Afrodita

-Qué lindura- dijo Perséfone

-Son tan adorables- dijo Thalia con sarcasmo

-Sí son muy lindos- dijo Hazel con un sonrojo

-Gracias- murmuró Percy

La forma en la que las cuentas del Campamento Mestizo rodeaban su cuello... Vale, perdón. Me he distraído un poco.

-No te preocupes, solo un poco- dijo Poseidón

-Casi nada- dijo Will -no te distrajiste mucho

-Me distraje solo lo normal- dijo Percy

-Sí claro, solo lo normal- dijo Thalia

-Era obvio cuando está pensando en la chica que ama- suspiró Afrodita

-Hijo, no tengo nada en contra de que pienses en tu bonita novia, eso está muy bien, pero por favor no lo hagas mientras están en batalla- dijo Poseidón

Annabeth señaló:

¡Allí!

A unos metros de nosotros, las viejas vías del tren se bifurcaban y formaban una Y. El lado más corto de la Y era un punto sin salida, una parte del parque que aún no había estado construida. Montones de estiércol para plantar y plantas por plantar descansaban cerca de las vías.

-Uy que divertido- dijo Connor

-Es divertido- masculló Deméter -no sé cómo se pueden fijar en estos mocosos

-No se preocupen- dijo Perséfone -al final medio lo acepta

-Eso me hace sentir mucho mejor- dijo Katie

-¡Perséfone! No les digas eso- masculló Deméter

Saliendo por encima del borde de la plataforma de las vías había el brazo de una grúa que debía de estar colocada en el nivel del suelo. Por encima de nosotros, una gran garra de metal colgaba del brazo de la grúa: probablemente había estado usada para cargar con todo aquel material de jardinería.

De repente entendí lo que estaba planeando Annabeth, y me sentí como si intentara tragar arena.

-No puede ser- masculló Atenea

-Se trata de tu hija- dijo Artemisa -es obvio que va a ser lo que sea necesario, el potencial de una buena cazadora

-Creí que ya habíamos aclarado ese punto- masculló Afrodita -ninguna de ustedes se va a meter entre esta pareja

No–dije–. Es demasiado peligroso.

Annabeth levantó una ceja.

Percy, sabes que se me dan genial los juegos de agarrar cosas con las garras.

Aquello era cierto, la había llevado a los recreativos de Coney Island y habíamos vuelto con un montón de peluches de animalitos.

-Es mejor si los robas- dijo Travis

-Sirve para impresionara las chicas- dijo Connor

-¿En serio lo hicieron?- preguntó Katie

-Connor lo hizo para impresionar a una chica- dijo Travis -yo solo le ayudé

Casi nadie se dio cuenta del ceño fruncido de Miranda

-Eso fue hace mucho tiempo- dijo Connor dándole una mala mirada a Travis

Katie rió disimuladamente -Eres un grosero- susurró hacia Travis

Pero aquella grúa era gigantesca.

No te preocupes–me prometió–. He supervisado material más grande en el Monte Olimpo.

Mi novia: estudiante de sobresaliente universitaria, semidiosa y ah, sí, arquitecta en cabeza que se encargaba de rediseñar el palacio de los dioses en el Monte Olimpo durante su tiempo libre.

Annabeth sonrió con arrogancia

-Así que ya saben, no se metan con ella- dijo Piper

-Lo hacen cada que pueden- masculló Annabeth

-Eso es lo que hacen los buenos amigos- señaló Thalia

-Y nosotras somos muy buenas amigas tuyas- dijo Piper

-Muchas gracias- bufó Annabeth

– ¿Pero podrás usarla? –pregunté.

Será como gatear. Simplemente tienes que atraerlo hasta aquí. Mantenle ocupado mientras hasta que le agarre.

– ¿Y entonces qué?

Sonrió de una manera que me hizo agradecer no ser el gigante.

-Su sonrisa te hizo agradecer que tengas un plan alterno para la cita- dijo Thalia

-Gracias por volver a exhibirme- dijo Percy

-De nada- dijo Thalia

-Eres una horrible persona- dijo Percy

-Lo sé, pero así me quieres- bromeó Thalia

-Ni en tus sueños, cara de pino- dijo Percy

Ya verás. Si pudieras agarrar el caduceo mientras está distraído, sería genial.

– ¿Nada más? –pregunté–. ¿No te gustarían unas patatas fritas y una bebida?

-A mí sí me gustarían- dijo Leo

-A mí también- dijo Connor

-No hablen que me dará hambre- se quejó Thalia

-Unas papas fritas y una bebida de McDonald's estaría bien- dijo Nico

-Estoy de acuerdo- dijo Will

-Ya casi acabamos- dijo Poseidón -después podemos hablar de la comida- dijo sonriendo

Cállate, Percy.

– ¡MUERTE! –Caco irrumpió en las escaleras y llegó al High Line. Nos vio y avanzó pesadamente hacia nosotros, con una sonrisa de fijación.

Annabeth corrió. Llegó a la grúa y escaló por el techo de ésta, bajando por el brazo como si fuera la rama de un árbol. Desapareció de mi vista.

-Y eso entristeció a Percy- dijo Piper con burla

-De hecho- dijo Percy -solo me moví porque estaba en batalla

-Lo sabía- dijo Piper riendo

-Es lo que hago- dijo Percy

Alcé mi espada y me enfrenté al gigante. Su albornoz de seda rojo estaba hecho jirones. Había perdido sus zapatillas. Su pelo pelirrojo estaba aplastado contra su cabeza como un gorro de ducha grasiento. Me apuntó con su bazoka refulgiente.

George, Martha–les llamé, esperando que me oyeran–. Por favor, salid del modo láser.

– ¡Eso intentamos, cielo! –dijo Martha.

-Sería bueno si lo intentaran con más fuerza- dijo Poseidón

-No es tan fácil- dijo Hermes -y menos si el gigante ese los trata tan mal

-Además no habían comido- dijo Percy -necesitaban ratas, muchas ratas

-Bastante ratas- asintió Annabeth

-Sí, no sabía que una serpiente pudiera comer tanto- dijo Percy

-Oh vaya que comen mucho- dijo Hermes

Me duele la barriga–dijo George–. Creo que tengo la barriguita revuelta.

Retrocedí lentamente hacia las vías del tren, acercándome hacia la grúa. Caco me siguió.

Ahora que me tenía atrapado, no parecía tener prisa por matarme. Se paró a unos metros de mí, justo debajo de la sombra del gancho de la grúa. Intenté parecer arrinconado y asustado. No fue difícil.

-Técnicamente estaba arrinconado- dijo Percy

-No es cierto, sabías lo que pasaría- dijo Annabeth

-Pero no en el instante en que pasaría- señaló Percy -fue una sorpresa para mí

-Lo hice lo más rápido que pude- dijo Annabeth

-Lo sé- asintió Percy -pero técnicamente sí estaba arrinconado

Annabeth rodó los ojos

Así que...–gruñó Caco–. ¿Últimas palabras?

Ayuda–dije–. ¡Retruécanos! Y eso. Dolor. ¿Cómo era? Ah, sí. Que Hermes es mucho mejor comerciante que tú.

-Eso es cierto- dijo Hermes

-Y mejor ladrón... Algunas veces- dijo Apolo

-Robé con más estilo tu ganado- dijo Hermes

-No lo voy a negar, pero eso no te hace menos horrible- dijo Apolo

-Pero sí con más estilo- dijo Hermes

– ¡GAH! –Caco bajó su láser-caduceo.

La grúa no se movió. Aunque Annabeth pudiera encenderla, me preguntaba cómo podría apuntar desde debajo. Probablemente debería haber caído en aquello antes.

-Tranquilo sesos de alga, todo iba a salir bien- dijo Annabeth con una sonrisa

-Cuando Annabeth está siendo positiva es que las cosas sí van a salir bien- dijo Thalia

-Mira quien lo dice- dijo Annabeth

-La reina del positivismo- bromeó Jason

-Me siento traicionada por eso Jason- murmuró Thalia

Jason le sonrió

Caco pulsó el gatillo y de repente, el caduceo cambió de forma. El gigante intentó dispararme con una máquina que pasaba tarjetas de crédito, pero lo único que salió de ella fue un ticket de la compra.

Oh, sí–gritó George–. ¡Punto para las serpientes!

-Punto para las serpientes- dijo Connor

-Serpientes 1, gigante 0- dijo Travis

-De hecho, creo el gigante lleva como 500 puntos- dijo Katie

-Yo creo que lleva como 250- dijo Travis -teniendo en cuenta que Percy atacó a las cañerías

-Yo creo que 250- dijo Percy

– ¡Maldito bastón! –Caco lanzó el caduceo, disgustado, lo que fue el momento que había estado esperando. Me lancé hacia él, agarré el caduceo y rodé por debajo de las piernas del gigante.

-Genial- dijo Hermes

-¡Así se hace, Percy!- gritó Leo

-No fue para tanto- dijo Percy sonrojado

-Sí lo fue- dijo Annabeth

Cuando me puse de pie, habíamos cambiado posiciones. Caco daba la espalda a la grúa. Su brazo estaba justo detrás de él y la garra perfectamente posicionada encima de su cabeza.

Por desgracia, la grúa seguía sin funcionar. Y Caco seguía queriéndome matar.

-Detalles menores- dijo Rachel con una sonrisa

-Pequeño detalle- dijo Bianca

-Casi sin importancia- dijo Percy

-Y la grúa no funciona- señaló Piper

-Vaya, muchas gracias- masculló Annabeth

-Sin presiones, listilla- dijo Percy sonriendo

Apagaste mi fuego con toda esa agua–gruñó–. ¡Ahora me robas el caduceo!

Que tú robaste primero. –dije.

No importa–Caco se incorporó–. Tú tampoco puedes usar el caduceo. Te mataré con mis manos desnudas.

-Eso también me lo han dicho muchas veces- dijo Percy

-Más de las que quisiera en realidad- masculló Poseidón

-También yo- dijo Percy -pero así es la vida de semidioses

Los dioses hicieron una mueca

La grúa se movió, lentamente y casi en silencio. Me di cuenta de que había espejos fijados por todo el lado del brazo, como retrovisores que guiaban al conductor. Y reflejados en uno de esos espejos, me miraban los ojos grises de Annabeth. La garra comenzó a abrirse y a bajar. Le sonreí al gigante.

-Y ahí odiaría ser el gigante- dijo Frank

-Todos odiaríamos ser ese gigante- dijo Leo

-Sobre todo cuando te enfrentas a estos dos- dijo Thalia

-Eso no es cierto- dijo Percy

De hecho, Caco, tengo otra arma secreta.

Los ojos del gigante se encendieron.

– ¿Otra arma? ¡La robaré! ¡La copiaré y venderé las imitaciones para sacar dinero! ¿Cuál es esa arma secreta?

Se llama Annabeth–dijo–. Y es única en su especie.

-Y así es como se hace- dijo Piper

-Y por eso no hagas enojar a Annabeth- dijo Thalia -y menos cuando antes estaba enojada con el sesos de alga

-Imagina que estos dos pelearan, pobre de los monstruos- masculló Nico

-Por eso Chris, tampoco hagas enojar a Clarisse- dijo Connor

-Son unos idiotas- masculló Clarisse

La garra cayó, golpeando a Caco en la cabeza y noqueándole en el suelo. Mientras el gigante estaba atontado, la garra se cerró alrededor de su pecho y le levantó por los aires.

– ¿Qué... qué es esto? –El gigante comenzó a recobrar el sentido a varios metros del suelo–. ¡BAJADME!

Se removió, inútilmente e intentó escupir fuego, pero sólo consiguió toser un poco de lodo.

-Y en el mejor de los casos era lodo- dijo Miranda con una mueca

-Vamos a suponer que era lodo- dijo Percy -por el bien de mi integridad física- dijo mirando a Annabeth

-De acuerdo, nadie piense en otra cosa que no sea el lodo- dijo Leo

-Eso es muy asqueroso- dijo Rachel

-Por eso piensen que es lodo- dijo Leo

-Pues deja de decirlo- señaló Rachel

Annabeth zarandeó el brazo de la grúa de un lado para otro, consiguiendo que el gigante maldijera y se quejara. Tuve miedo de que la grúa entera pudiera caerse, pero el control de Annabeth era perfecto. Zarandeó el brazo por última vez y abrió la garra cuando el gigante estaba a punto de tener una arcada.

-No habría sido un buen espectáculo el gigante con arcadas- dijo Rachel

-No, ya teníamos suficiente con el espectáculo de las cañerías- dijo Percy

-Y ya no necesitábamos esa clase de cosas- dijo Annabeth

– ¡AAAAAAAAAAH! –el gigante salió volando por encima de los tejados, justo por encima del Chelsea Piers y cayó cerca del río Hudson.

George, Martha–dije–. ¿Creéis que os podríais apañar para volveros en el modo láser una última vez, al menos por mí?

-Y así usé el modo láser- dijo Percy

-Bueno, en realidad no quería saber cómo lo usaste, pero ya leímos la historia, así que gracias- dijo Hermes

-Fue divertido el modo láser- asintió Percy -entiendo por qué les gustó tanto

-Todos entendemos porque a Travis le gustó- dijo Chris

-¿De nuevo?- se quejó Travis

-Oh sí, vete acostumbrando- dijo Chris con una sonrisa traviesa

Encantado–dijo George.

El caduceo se convirtió de nuevo en un inquietante bazooka de alta tecnología. Apunté hacia el gigante y grité:

– ¡DISPAREN!

El caduceo tembló y expulsó una luz azul, y el gigante se desintegró en un bonito haz de luz azul.

-Esa cosa puede destruir un gigante y tú dejas que tus niñitos jueguen con eso- dijo Deméter

-No destruyeron a nadie- dijo Hermes

-Destruyeron mis flores- masculló Katie

-Eres la que menos se puede quejar de esto Kat- dijo Miranda

-Cállate- dijo Katie riendo y aventándole un cojín

Eso–dijo George–, ha sido excelente. ¿Puedo tener ya una rata?

Tengo que coincidir con George–dijo Martha–. Una rata sería genial.

Os las habéis merecido–dije–. Pero primero tenemos que comprobar cómo está Annabeth.

Me encontré con ella en las escaleras del parque, sonriendo como una loca.

-Eso suele pasar después de las peleas- dijo Luke

-No sonrío como una loca- dijo Annabeth

-Sí lo haces- dijeron Thalia y Luke al unísono

-Por supuesto que no- masculló Annabeth

-Sí lo haces, listilla- dijo Percy

Annabeth le dio una mala mirada

– ¿No ha sido increíble? –me preguntó.

Sí, lo ha sido–coincidí. Fue difícil besarnos de manera romántica estando cubiertos de aguas fecales, pero hicimos lo que pudimos.

-Fue un buen intento- dijo Annabeth riendo

-Hicimos lo que mejor se pudo- dijo Percy

Cuando recobramos el aliento, dije:

Ratas.

– ¿Ratas? –preguntó.

Para las serpientes–dije–. Y entonces...

Oh, dioses–sacó su teléfono móvil para comprobar la hora–. Son casi las cinco. ¡Tenemos que devolverle el caduceo a Hermes!

-Adiós a las ratas- dijo Leo

-Adiós en ese momento- dijo Percy

-¿Sí consiguieron sus ratas?- preguntó Leo

-Y vaya que lo hicieron- dijo Percy

-Fue algo raro- dijo Annabeth

-Y que lo digas- dijo Percy

Las calles estaban llenas con vehículos de emergencias y accidentes de menor importancia, por lo que cogimos el metro. Además, el metro tenía ratas. Sin entrar en demasiados detalles, os puedo decir que George y Martha ayudaron con el problema de ratas en el metro. Mientras íbamos hacia el norte, rodearon el caduceo y dormitaron con el estómago lleno.

-¿Así está mejor Will?- preguntó Bianca -ya no hay gigantes ni ratas en el metro

-Me parece perfecto- dijo Will -así sí viajaré en metro

-Muy bien- dijo Bianca

-Me parece muy genial- dijo Will

Encontramos a Hermes en la estatua de Atlas del Rockefeller Center (la estatua, por cierto, no se parece en nada al Atlas de verdad, pero eso es otra historia).

-No se parece- dijo Zoë

-Yo no la he visto- dijo Calipso

-No te preocupes nena, pronto la verás- dijo Leo

Calipso le sonrió

– ¡Gracias al Destino! –Gritó Hermes–. ¡Ya había perdido la esperanza!

Cogió el caduceo y dio golpecitos cariñosos en las cabezas de las serpientes.

Ya está, ya está, amigos míos. Ya estáis en casa de nuevo.

-Eso me parece increíble- dijo Hermes

-Ya no podrán enojarse contigo- dijo Apolo

-Y no lo harán porque no se van a enterar- señaló Hermes -ya lo he dicho

-Aquí los chismes corren rápido- señaló Apolo -aunque hayas dicho que nadie se va a enterar

-De acuerdo, todos deben jurar por la laguna Estigia que no les dirán nada- dijo Hermes

-No lo creo- dijo Poseidón y siguió leyendo

Zzzzz–roncó Martha.

Delicioso–murmuró George en su sueño.

Hermes respiró aliviado.

Gracias, Percy.

Annabeth se aclaró la garganta.

Ah, sí–añadió el dios–, gracias a ti también, chica. ¡Me voy que tengo que repartir mis encargos! ¿Qué le ha pasado a Caco, por cierto?

-Algo no muy agradable- comentó Rachel

-Pero sí muy divertido- dijo Hermes

-Espero que ya no nos siga dando problemas- masculló Artemisa

-Creo que eso es mucho pedir-señaló Hefesto

Los dioses hicieron una mueca

Le contamos la historia. Cuando le conté que Caco había dicho algo de alguien dándole la idea de robar el caduceo, y sobre los otros enemigos de los dioses, la cara de Hermes se ensombreció.

-Bien, esto se pone muy mal- dijo Poseidón

-Se acerca una nueva profecía- dijo Perséfone -y las cosas siempre se complican cuando se acercan las profecías

-Ella tiene un punto- señaló Afrodita

-Espero que no se compliquen tanto- dijo Poseidón

Caco quería cortar las comunicaciones de los dioses, ¿no? –Murmuró Hermes–. Eso es irónico, teniendo en cuenta que Zeus ha estado amenazando con...

Su voz se quebró.

– ¿Qué? –Preguntó Annabeth–. ¿Zeus ha estado amenazando con hacer qué?

Nada–dijo Hermes.

-Oh no ¿Ahora que vas a hacer?- masculló Poseidón

-¿Cómo voy a saberlo?- bufó Zeus

-Es que cuando se trata de ti, nunca se sabe- dijo Hades

-No creo que haya hecho algo sin ninguna razón- señaló Zeus

Era obviamente una mentira, pero había aprendido que era mejor no enfrentarse a los dioses cuando te mienten en la cara. Acababan convirtiéndote en pequeños y peludos mamíferos o plantas con hojas bonitas.

-O no tan bonitas- masculló Nico

-Tampoco me gustan los pequeños mamíferos peludos- dijo Percy

-Pero lucías adorable como un pequeño mamífero peludo- dijo Annabeth con una sonrisa

-No es cierto- dijo Percy con un puchero

Vale...–dije–. ¿Tienes alguna idea de lo que dijo Caco sobre otros enemigos, o quién querría robar tu caduceo?

Hermes se inquietó.

Oh, podría ser un gran número de enemigos. Los dioses tenemos muchos.

Difícil de creer–dijo Annabeth.

Hermes asintió. Aparentemente no cogió el sarcasmo, o tenía otras cosas en mente.

-Voto porque tenía otras cosas en mente- dijo Hermes

-No cogió el sarcasmo- dijo Apolo

-Se acerca una profecía es obvio que tenía otras cosas en mente- se defendió Hermes

-Repítelo hasta que te lo creas- dijo Apolo

Hermes rodó los ojos

Tuve la sensación de que las advertencias del gigante nos atacarían tarde o temprano, pero Hermes obviamente no iba a querer asustarnos entonces. El dios se las apañó para sonreír.

De cualquier forma, bien hecho, vosotros dos. Ahora me tengo que ir. Tengo demasiadas paradas...

Aún queda lo de mi recompensa–le recordé.

-Claro, la recompensa, por eso hizo todo eso- comentó Piper

-La recompensa- dijo Thalia -por eso es que se sumergieron en aguas fecales

-Viéndolo así, suena horrible- dijo Percy

-Y oyéndolo, también fue horrible- dijo Rachel -divertido, pero horrible

Annabeth frunció el ceño.

– ¿Qué recompensa?

Es nuestro primer mes juntos–dije–, espero que no te hayas olvidado de ello.

Abrió la boca y la volvió a cerrar. No la dejaba sin palabras demasiado a menudo. Tenía que disfrutar aquellos momentos tan raros.

-Muy bien jugado Percy- dijo Leo

-Tengo buenos momentos- dijo Percy

-Es muy genial cuando tiene esos buenos momentos- dijo Annabeth

-Me encantan esos momentos tan raros- dijo Percy

-Y que lo digas, sesos de algas- dijo Annabeth

Percy sonrió

Ah, sí, tu recompensa–Hermes nos miró de arriba a abajo–. Creo que tendremos que comenzar por unas ropas nuevas. Los desagües de Manhattan no son algo que pegue muy bien con la gente. Entonces lo demás será fácil. El dios del viaje, a vuestro servicio.

– ¿De qué está hablando? –preguntó Annabeth.

Una pequeña sorpresa especial para cenar–dije–. Te lo prometí.

-Así es como uno se contenta con la novia- bromeó Connor

-Cuando quieran clases, estoy disponible- dijo Percy

-Lástima que Connor no las requiera - dijo Chris

-Oye, eres una muy mala persona- dijo Connor

Hermes alzó sus manos.

Decid adiós, George y Martha.

Adiós, George y Martha. –dijo George, adormecido.

-Tus serpientes son iguales a tus hijos- dijo Apolo

-Gracias- dijeron los Stoll al unísono

-Espero que solo se refiera a ellos- dijo Chris señalando a los Stoll

-Yo creo que todos se parecen- asintió Apolo

Zzzzz–roncó Martha.

Puede que no te vea durante un tiempo, Percy–advirtió Hermes–. Pero... bueno, disfruta de esta noche.

Sonó tan preocupado que me volví a preguntar de qué estaba hablando.

-Bueno, te quiso advertir- dijo Piper

-Ojalá lo hubiera entendido- dijo Percy

-Oye es mejor así, si no le quitaría la grandiosa diversión al asunto- dijo Jason

-Oh sí claro, no podemos perder la diversión- dijo Leo negando con la cabeza

-Por supuesto que no- dijo Percy

Entonces hizo chasquear los dedos y el mundo se disolvió a nuestro alrededor.

La mesa estaba puesta. El maître nos colocó en nuestros asientos en el exterior de la terraza de un restaurante con las vistas de las luces de París y los barcos del río Sena. La torre Eiffel brillaba en la lejanía.

-¡Oh por los dioses!- gritó Katie

-Eso es fenomenal- dijo Rachel con una sonrisa

-Valió la pena el baño en las aguas fecales- dijo Thalia

-Valió cada minuto- asintió Percy

-Lo valió- dijo Annabeth

Yo vestía un traje. Esperé que alguien hiciera una fotografía, porque yo no llevaba trajes demasiado a menudo. Gracias a los dioses, Hermes había hecho todo. De otra manera, no podría haberme atado la corbata.

-Eso, es aún más sexy- chilló Afrodita

Annabeth se sonrojó

-Atarse la corbata es un nivel especial que aún no he desbloqueado- dijo Percy -bueno, más o menos

-No es tan difícil- dijo Poseidón

-Luego de que lo prácticas tres mil años- añadió Apolo

Por suerte yo estaba bien, porque Annabeth estaba despampanante. Vestía un vestido sin mangas de color verde oscuro que le resaltaba su pelo rubio y su atlética y delgada figura. Su collar del campamento había sido sustituido por un colgante de perlas grises que hacían juego con sus ojos.

Annabeth se sonrojó

-Y que bueno que el señor Hermes pensó en todo, de otra forma nunca hubiera usado un vestido- dijo Piper

-Usé un vestido- señaló Annabeth

-Sí, solo porque yo te obligué- dijo Piper -de otra manera te habrías presentado a la fiesta sorpresa de tu novio en pijama

-Así que al parecer, a veces te gana tu lado Afrodita- dijo Annabeth

Piper se encogió de hombros

El camarero nos trajo pan recién horneado y queso, una botella de agua con gas para Annabeth y una coca cola con hielo para mí (porque soy un bárbaro). Cenamos un montón de cosas que no supe pronunciar, pero todo estaba genial.

-Fue fabuloso- dijo Annabeth

-Qué valor tuviste para tomar coca cola- dijo Leo

¿Verdad que sí?- preguntó Percy

-Por supuesto- dijo Leo -ya eres todo un hombre

Había pasado como media hora cuando Annabeth salió del estado de shock y habló:

Esto es increíble.

Sólo lo mejor para ti–dije–. Y tú creíste que me había olvidado.

-Eso fue porque te olvidaste- dijo Annabeth

-Pero lo arreglé, ah que soy genial- dijo Percy

-Eres genial- asintió Annabeth

-Tú también eres genial- dijo Percy

Lo hiciste, Sesos de Alga–pero su sonrisa me dijo que no estaba enfadada–. Aunque bien jugado, estoy impresionada.

Tengo mis momentos.

Pues sí–me agarró la mano a través de la mesa. Su cara se volvió seria–. ¿Tienes idea por lo que Hermes actuaba tan nervioso? Tengo la sensación de que algo pasa en el Olimpo.

-Oh, no lo arruinen- dijo Perséfone

-Siempre lo hacen- masculló Afrodita

-Necesitábamos sacar el tema- dijo Percy -no sería una verdadera cita si no sacamos el tema de preocupación del momento

-Eso es cierto- asintió Annabeth

Negué con la cabeza. "Quizá no te vea en una temporada" había dicho el dios, como si me estuviera advirtiendo de algo que iba a venir.

Disfrutemos de esta noche–dije–. Hermes nos teletransportará de nuevo a medianoche.

-Como en los cuentos- dijo Hazel

-Sí- dijo Percy -como el de la sirenita

-La sirenita no tenía hasta medianoche- señaló Rachel

-Tenía tres días y el tercer día se acababa hasta medianoche- argumentó Percy

-No puedo discutir contra semejante lógica- dijo Leo

-Ahora sí, todo saben de cuentos- masculló Will

Es hora de un paseo por el río–sugirió Annabeth–. Y Percy... siéntete libre de comenzar a planear nuestro segundo mes juntos.

La mirada de Annabeth se ensombreció un poco

Oh, dioses– tuve miedo sólo de pensarlo, pero también me sentí aliviado. Había sobrevivido a un mes de novios con Annabeth, por lo que supuse que no lo haría tan mal. De hecho, nunca había estado tan feliz. Si ella veía un futuro juntos, si quería seguir conmigo el mes que viene, entonces era lo suficientemente bueno como para que me hiciera feliz.

-Por supuesto que quiero seguir contigo- dijo Annabeth

-Genial- dijo Percy

-Solo no vuelvas a olvidar nuestro mes-aniversario- dijo Annabeth -y ninguna otra cosa- dijo en voz baja

Percy la alcanzó a oír -No lo haré, tú siempre serás alguien que jamás podría olvidar

– ¿Qué hay de ese paseo? –Saqué la tarjeta de crédito que Hermes me había dejado en el bolsillo, una tarjeta negra metálica Olimpo Express, y la dejé sobre la mesa–. Quiero explorar París con una chica preciosa

-Eso sí es muy romántico- chilló Afrodita

-Oye papá, en un mes o algo así ¿quisieras volver a perder tu caduceo?- preguntó Travis

-¡Oye!- se quejó Katie -¿Estás diciendo que lo vas a olvidar?

-Por supuesto que no- dijo Travis -pero siempre es bueno estar prevenidos

-Me encantaría volver a perder mi caduceo- dijo Hermes -¿Pero por qué mejor no te ayudo a crear una buena cita?

Travis sonrió

-De acuerdo- dijo Apolo -¿Y ahora qué?...