-Bueno, tomen un poco de aire para examinar a Percy y cerciorarse de que está bien- dijo Hestia con una sonrisa amable -pronto seguiremos leyendo

-En serio estoy bien, papá- murmuró Percy

-Percy, no puedes seguir haciendo cosas tan graves- dijo Poseidón

-Y pensar que fie una de las cosas menos graves que has hecho- comentó Leo

-no ayudas- dijo Percy

-Lo bueno es que Poseidón es inmortal y no podrá morir de la preocupación- dijo Apolo -si no tendríamos que encontrar su reemplazo

Poseidón le dio una mala mirada

-Por otro lado, esos que hiciste con Hades tuvo genial- dijo Hermes

-No creo que a mi padre le parezca algo genial- dijo Bianca al observar a Hades quien estaba al otro lado de la sala y le lanzaba miradas asesinas a Percy

-Es cuestión de perspectiva- dijo Hermes

-Por eso creo que sería mejor si no salieras del palacio- dijo Poseidón

-Papá-...- murmuró Percy

-Annabeth puede quedarse si así lo quieres- señaló Poseidón

Annabeth se sonrojó

-¡Ni siquiera lo pienses, Poseidón!- gruñó Atenea quien estaba un par de metros alejada, hablando con Zeus

-Vaya, y yo que creí que ni siquiera nos estaba prestando atención- dijo Apolo

-al menos no está fangirleando como mi madre- murmuró Piper

-Y Perséfone no se queda atrás- masculló Nico

Annabeth y Percy se sonrojaron

-¿Están listos para seguir leyendo?- preguntó Hestia

-Sí- gruñó Zeus -cuanto más rápido acabe esto, mejor

-no- dijeron Percy y Poseidón al mismo tiempo

Hestia les sonrió -Tenemos que seguir

Todos se acomodaron nuevamente en sus lugares

-Bueno, esto es un poco incómodo- susurró Percy a Annabeth

-Y que lo digas- susurró Annabeth de vuelta -pero fue algo... Uhhh lindo, sesos de alga, gracias... Yo...

-Pueden seguir declarándose su amor al terminar el libro- bufó Hera

Annabeth se sonrojó al ver todas las miradas en ella

-Que afán de interrumpirlos- se quejó Afrodita

-Como sea- gruñó Atenea -¿Quién va a leer?

-Yo- dijo Bianca tomando el libro -dos serpientes me salvan la vida

-Lo que me faltaba- bufó Poseidón

Me encanta Nueva York.

-A mí también- dijo Apolo -hay chicas muy guapas

-Y también chicos muy guapos- suspiró Afrodita

Aunque salgas del reino de Hades a Central Park; aunque subas a un taxi y bajes por la Quinta Avenida con un perro del inframundo gigante corriendo detrás, nadie te mira ni pone cara rara.

-sí también por eso me encanta- dijo Apolo

-Ya hay suficientes rareza como para que alguien te note- dijo Hermes -por supuesto que la Niebla también ayuda

-Aún sin Niebla no creo que nadie lo mire raro- suspiró Perséfone

-Los mortales ya casi no se dan cuenta de las cosas- dijo Artemisa

Desde luego, la Niebla ayudaba lo suyo. Lo más probable es que la gente no viera a la Señorita O'Leary, o tal vez la tomaban por un camión ruidoso y simpático.

-Me agradan los camiones ruidosos y simpáticos- dijo Leo

-A mí también- asintió Tyson entusiasmado

Corrí el riesgo de utilizar el móvil de mi madre para llamar a Annabeth por segunda vez.

-Awwww- chilló Afrodita -ya era hora, a ver si alguien no vuelve a arruinar el momento

-¿Le decimos que momento no llegó?- susurró Percy "seriamente"

-Mejor no- murmuró Annabeth

La había llamado antes desde el túnel, pero había saltado su buzón de voz.

-De haber podido, la llamaba desde el Estigio- dijo Piper

-¿Cómo sobrevivió el celular al Estigio?- preguntó Leo

-Estaba en la orilla- dijo Calipso

-La pregunta más importante es ¿En el túnel había señal?- dijo Travis

-aunque no lo creas- murmuró Percy

Me había sorprendido lo bien que se recibía la señal, teniendo en cuenta que estaba en el centro mitológico de la tierra, pero no quería ni imaginarme la tarifa que iban a aplicarle a mi madre por aquella llamada.

-Quien diría que Hades se iba a preocupar por que hubiera señal en ese túnel- dijo Hermes

-Supongo que en algún momento deberá haber señal en todo el inframundo- comentó Leo -solo imaginen la cara de Will cuando Nico baje y no pueda comunicarse

-¡Valdez!- gruñó Nico

-Es buena idea- comentó Will

-Maravillosa idea- dijo Deméter -podríamos empezar con todo lo que se necesita

Esta vez sí se puso Annabeth.

Hola —le dije—. ¿Recibiste mi mensaje?

-Al menos contestó el teléfono- dijo Grover

-Eso es una avanece- bromeó Thalia

— ¡Percy!, ¿dónde te habías metido? Apenas decías nada en tu mensaje. ¡Nos tenías muertos de preocupación!

-Querrás decir... Casi mato a todos porque nadie me daba razón de tu paradero- dijo Connor con una sonrisa inocente

-Por supuesto que no- masculló Annabeth

-Por supuesto que sí- dijo Travis

Luego te lo contaré —le dije, aunque no tenía ni idea de cómo iba a cumplirlo—. ¿Dónde estáis ahora?

-Al menos ahora ya lo sabemos gracias a estos benditos libros- dijo Bianca con una sonrisa

-cosa que debió ser privada- murmuró Percy

Vamos de camino a donde nos pediste. Estamos a punto de llegar al túnel de Queens.

-Ah, ya es momento de ese plan- dijo Travis

-Ese plan- murmuró Katie con una mueca

-Y al parecer ahora todos saben de qué se trata, menos yo- murmuró Leo

-No te preocupes tampoco yo entiendo mucho- dijo Jason

Los romanos asintieron de acuerdo

Pero, Percy, ¿cuál es tu plan? Hemos dejado el campamento prácticamente indefenso. Y es imposible que los dioses... —Confía en mí —la interrumpí—. Nos vemos allí.

-Y no necesitó decir nada más- dijo Piper

-Ya llegará su momento- dijo Percy sonrojado

-Espero que no-. Murmuraron los chicos

Colgué. Me temblaban las manos. No sabía si era una secuela de mi inmersión en el Estigio o la excitación ante lo que estaba a punto de hacer.

-Creo que ambas cosas, no tuviste ni diez segundos para asimilar las cosas, bro- dijo Jason

-Típico en nuestras vidas, bro- contestó Percy

Si no funcionaba, no podría evitar que me volaran en pedazos por muy invulnerable que fuera.

-Pero sí funcionó... Bueno, casi- murmuró Percy

-Esa frase describe perfectamente los cinco libros- dijo Leo

El taxi me dejó frente al Empire State hacia media tarde. La Señorita O'Leary saltaba de aquí para allá en la Quinta Avenida, lamiendo taxis y husmeando puestos de perritos calientes.

-Y la señorita O'Leary estaba más que feliz- dijo Connor

-Creo que en ese momento era la única con ánimo- murmuró Miranda

Nadie parecía detectar su presencia, aunque la gente se apartaba con aire confuso cuando ella se acercaba.

-Al menos no se daban cuenta de ella - dijo Travis -¿Te imaginas a todos los mortales gritando aterrados?

-Aunque sería algo gracioso, no quiero ni imaginarlo- dijo Connor

La llamé con un silbido al ver que paraban tres furgonetas blancas junto al bordillo: las tres con un rótulo de Fresas Delfos, que es el nombre que se usa como tapadera para el Campamento Mestizo.

-Habría sido mejor cultivar uvas- dijo Dionisio

-Mejor cereales- dijo Deméter

Nunca había visto las tres furgonetas juntas en el mismo sitio, aunque sabía que iban y venían a la ciudad con nuestros productos frescos.

-Fue una vista interesante- dijo Percy

-Me imagino- murmuró Piper -pero sería mejor que no volviera a pasar

-Eso espero- dijo Percy

La primera la conducía Argos, nuestro jefe de seguridad de múltiples ojos.

Hera sonrió

Las otras dos, sendas arpías, que son un híbrido demoníaco de gallina y humano con bastante mala uva.

-Esa es la mejor descripción que he oído sobre las furias- dijo Leo

-Las describe muy bien- asintió Hermes -simple y al punto

Normalmente se dedicaban a limpiar el campamento, pero también se les daba bien conducir entre el denso tráfico del centro de la ciudad.

-También se les da bien comerse a los campistas necios- dijo Dionisio

-Por eso sigo sin entender cómo es que sobreviven estos chicos- murmuró Apolo

-Es un misterio- dijo Thalia

En cuanto pararon, se abrieron las puertas laterales y empezaron a bajar un montón de campistas (algunos un poco lívidos por el largo trayecto).

-no fue el mejor trayecto de mi vida- dijo Connor

-Además imagina ir en un auto con ellos dios- dijo Katie señalando a los Stoll

-no es algo muy recomendable- estuvo de acuerdo Will

-Vaya gracias- dijo Travis

-Imaginen vivir con ellos- murmuró Chris

Me llenó de alegría que hubieran venido tantos: Pólux, Silena Beauregard, los hermanos Stoll,

-no podíamos faltar- dijeron los Stoll al unísono

Michael Yew, Jake Mason, Katie Gardner y Annabeth,

-Y ahí nos dejó de poner atención a todos los demás- bromeó Connor

-Tampoco podía faltar- murmuró Annabeth

Junto con la mayoría de los miembros de sus cabañas. Quirón fue el último en bajar de la furgoneta.

-ninguno de nosotros podía faltar, muchacho- dijo Quirón

-Gracias- dijo Percy con una sonrisa

Llevaba comprimida la mitad de su cuerpo de caballo en una silla de ruedas mágica, así que utilizó la plataforma para discapacitados.

-No habría sido cómodo viajar en mi forma normal- dijo el centauro

-Y menos con tantos mocosos- masculló Dionisio

La cabaña de Ares no había venido, pero procuré no enfadarme demasiado ni pensar en ello.

-Muy bien- masculló Ares -tienen que demostrar quién manda

-Están en una guerra- señaló Atenea -no es tiempo para caprichos

-Solo voy a leer lo que está escrito aquí- dijo Bianca mirado a Clarisse con un leve sonrojo

Clarisse era una estúpida testaruda. Y punto.

-Eso lo define bastante bien- dijo Connor

-Cállate- masculló Chris

-Eses un estúpido- dijo Clarisse

-Tienes razón acaba con él- gritó Ares

-¡Ares!- masculló Poseidón

Hice un recuento. Cuarenta campistas en total.

-Demasiado pocos- murmurón Atenea -y peor aún si toda una cabaña falta por un simple capricho

No muchos para librar una guerra, pero aun así era el grupo más numeroso de mestizos que había visto reunido jamás fuera del campamento.

-Y con razón, supongo que habrán alertado a todos los monstruos de los alrededores- dijo apolo -y de todos modos ¿De qué va todo esto?

-Vamos a hacer el mejor plan de toda la historia- dijo Travis

-Ese fue el de Nico- bromeó Will

-Eh- se quejó Nico - a veces no sé de qué lado estás

Will sonrió

Parecían nerviosos, cosa que comprendía perfectamente. El aura de semidioses que debíamos de estar emitiendo era tan potente que ya habríamos alertado a todos los monstruos del nordeste del país.

-Pero por otro lado, están a punto de combatir en una guerra- dijo Rachel

-Las cosas ya no podían ser peor- dijo Frank

-Oh sí, sí pudieron ser peor- dijo Percy

Mientras repasaba los rostros de los campistas a los que conocía de tantos veranos, una voz insistente susurraba en mi interior: « Uno de ellos es un espía».

Los griegos que estuvieron en esa época intercambiaron una mirada con incomodidad

Pero no podía entretenerme pensando en eso. Eran mis amigos. Y los necesitaba.

-Muy bien- dijo Hestia -estar pensando en quien puedes o no puedes confiar te va a desgastar y en ese momento se necesitan los unos a los otros

Percy asintió

Entonces recordé la maligna sonrisa de Cronos: « No puedes confiar en los amigos. Siempre te acabarán decepcionando».

-Por eso lo dijo, divide y vencerás- comentó Artemisa

-Tampoco puedes evitar confiar en las personas por miedo a que te traicionen- dijo Poseidón

-Sea quien sea el espía deben tener motivos- suspiró Afrodita

-ningún motivo es suficiente- comentó Artemisa

-bueno, todos creen que están haciendo lo correcto- comentó Perséfone

Annabeth se me acercó.

-Y su cerebro hizo corto circuito- bromeó Thalia

-¡Thalia!- chilló

Percy se sonrojó

-son tan monos- suspiró Afrodita

Iba con un uniforme negro de camuflaje, con el cuchillo de bronce celestial sujeto al brazo y su portátil al hombro: o sea, lista para repartir puñaladas o navegar por internet. Lo que hiciera falta.

-Básicamente- dijo Piper -no sabes que da más miedo, si el cuchillo o la laptop

-O cualquier cosa que se le ocurra a Annabeth- dijo Thalia

-O cuando pelea junto a Percy- dijo Jason

-O cuando discuten- bromeó Leo

-Basta- murmuró Annabeth

-Y son nuestros amigos- dijo Percy

— ¿Qué pasa? —preguntó, frunciendo el entrecejo.

— ¿Qué quieres decir?

Me miras de un modo raro.

-Oh cariño, es la mirada del amor- suspiró Afrodita

Atenea rodó los ojos

-Son tan adorables- dijo Perséfone

Advertí que estaba pensando en la extraña visión que había tenido de ella sacándome del río Estigio.

Annabeth y Percy se sonrojaron

-Su mirada casi me causa caries- bromeó Connor

-El experto ha hablado- dijo Annabeth

Ah, no... Nada —le dije, y miré a los demás—. Gracias a todos por venir.

Quirón, pasa tú primero.

-Cambiar estratégicamente de tema, muy bien- dijo Apolo

-Es mi don- bromeó Percy

Mi viejo mentor negó con la cabeza.

He venido a desearte suerte, muchacho. No pienso volver a visitar el Olimpo si no me llaman.

Nadie mencionó lo obvio

Pero eres nuestro líder... Él sonrió.

Soy vuestro entrenador, vuestro maestro. Lo cual no es lo mismo que ser vuestro líder.

-Pues para mí era lo mismo- murmuró Travis -hasta que lo dijo

Katie asintió de acuerdo

Me dedicaré a reunir a todos los aliados que pueda. Quizá no sea demasiado tarde para que mis hermanos centauros nos ayuden.

-Necesitaran toda la ayuda que puedan conseguir- dijo Zoë

-y que lo digas- comentó Percy

Entretanto, tú eres quien ha convocado aquí a los campistas, Percy. Tú eres el líder.

-Ese fue un excelente argumento- dijo Miranda

Iba a protestar, pero todos me miraban con expectación, incluida Annabeth.

-Pero sí quería protestar- dijo Percy

Inspiré hondo.

De acuerdo —asentí—. Como le he dicho a Annabeth por teléfono, algo malo va a pasar esta noche. Una especie de trampa. Tenemos que conseguir una audiencia con Zeus y convencerlo para que defienda la ciudad. Recordadlo: no podemos aceptar un no por respuesta.

-Buena suerte con eso- dijo Hermes

-buena suerte con hacerlo entrar en razón- dijo Poseidón

-La buena noticia, es que no creo que los fulmine a todos- comentó Apolo

-Solo porque no puede estar enojado con todos al mismo tiempo- bufó Poseidón

-¿Quieren callarse?- masculló Zeus

Le pedí a Argos que vigilara a la Señorita O'Leary, cosa que no pareció gustar a ninguno de los dos.

-No sé a quién le habrá ido peor- dijo Katie

-Aun así creo que fueron buena compañía el uno para el otro- dijo Connor

Quirón me dio la mano.

Te las arreglarás, Percy. Recuerda tus puntos fuertes y vigila tus debilidades.

-Gracias, Quirón- murmuró Poseidón

Quirón asintió

Aquello sonaba casi igual que lo que me había dicho Aquiles. Entonces recordé que Quirón también había sido su maestro, lo cual no me tranquilizó precisamente,

-Uy, lo siento- murmuró Percy

-Está bien, muchacho- dijo Quirón

Pero asentí y traté de sonreírle con aplomo.

Vamos —dije a los campistas.

-Y emprendimos la marcha- dijo Connor

Había un guardia de seguridad sentado tras el mostrador del vestíbulo, leyendo un grueso volumen negro con una flor en la portada.

-Siempre me pregunté cual libro sería- murmuró Katie -y antes de que digas algo, sí, sí leo

-No iba a decir nada- dijo Travis alzando las manos

-Ay hermano- murmuró Connor negando con la cabeza

El hombre levantó la vista cuando desfilamos con nuestras armas y armaduras tintineando.

— ¿Un grupo escolar? —preguntó—. Estamos a punto de cerrar.

-Porque obviamente un grupo escolar va con armas y armaduras- dijo Reyna

-Hay escuelas raras- señaló Leo

-Bastantes raras- estuvo de acuerdo Piper -pero no creo que sea para tanto

No —le dije—. Vamos a la planta seiscientos.

Nos examinó con más atención. Tenía los ojos azul claro y la cabeza completamente afeitada. No sabía si era humano, pero parecía ver nuestras armas, así que supongo que la Niebla no lo cegaba.

-No podemos tener a un mortal cualquiera- bufó Zeus

-Solo los mejores para los mejores- dijo Apolo

-Claro- masculló Hera

No existe la planta seiscientos, chico. —Lo dijo como si fuera la respuesta obligada, aunque él no la creyera—. Circula.

-yo los entreno para decir eso- dijo Apolo con una sonrisa orgullosa

-Creo que el entrenamiento no funciona bien- dijo Artemisa

-Por supuesto, le falta un poco de pasión a la respuesta- Apolo suspiró -pero lamentablemente no todos tienen mi genialidad

Me incliné sobre el mostrador.

Cuarenta semidioses atraen a un montón increíble de monstruos —susurré —. ¿De verdad quiere que nos quedemos en su vestíbulo?

-Muy bien jugado- dijo Hermes

-Apelar a su instinto de seguridad- dijo Leo - me haces sentir orgulloso

-¿Gracias?- murmuró Percy

Reflexionó un momento. Después pulsó un botón y se abrió la puerta de seguridad.

De acuerdo, pero rápido.

No va a hacernos pasar por el detector de metales, ¿no?

-Jamás acabaría- comentó Poseidón

-además no los quiere más tiempo del necesario en su vestíbulo- dijo Hermes

-Yo tampoco los querría más del tiempo necesario- bromeó Rachel

-Espero que al menos el plan funcione- dijo Jason

Pues no. El ascensor de la derecha. Supongo que ya conoces el camino.

Le lancé un dracma de oro y desfilamos sin más.

-Al menos se ganó un dracma de oro- dijo Leo

-Que no puede gastar en el mundo mortal- señaló Rachel

-Pero algún día le podría servir- dijo Leo

Calculé que harían falta dos viajes para subir todos en ascensor. Fui con el primer grupo.

-En los elevadores normales caben como diez personas- murmuró Rachel

-Es porque aquí somos más geniales- dijo Apolo

Habían cambiado la música ambiental desde mi última visita; ahora sonaba un viejo tema de música disco: Stayin' Alive (« Sobreviviendo»).

-Amo esa canción- dijo Apolo -es mi favorita de los años setenta

-nos hemos dado cuenta- masculló Artemisa -y al parecer no se te pasará pronto la obsesión por esa música

-es genial- dijo Apolo

Me pasó por la cabeza una imagen terrorífica de Apolo con los típicos pantalones acampanados de los setenta y una ceñida camisa de seda.

-Por supuesto que no- dijo Apolo

-no es como que tuviera unos pantalones y una camisa así guardados en su palacio- dijo Will

-¡Will!- chilló apolo

-Lo siento- murmuró Will sonrojado

Respiré aliviado cuando sonó una campanilla y se abrieron por fin las puertas del ascensor.

-Ni siquiera sé por qué te dejamos escoger las canciones- dijo Hermes

-Porque soy el dios de la música- dijo Apolo -y mi gusto es el mejor, probablemente ustedes pondrían algo horroroso y sin clase

Ante nosotros se extendía un sendero de piedras flotantes, suspendido a dos mil metros sobre Manhattan, que ascendía entre las nubes hacia el monte Olimpo.

-Eso sí es tener clase- dijo Afrodita -por supuesto, fue mi idea

-Y realmente no sé quién es peor- murmuró Artemisa

Había visto varias veces el Olimpo, pero aún me dejaba sin aliento.

-Y aún lo hace- dijo Percy

Annabeth asintió -Incluso aún después del tiempo que llevamos aquí

Los chicos asintieron de acuerdo

-Eso es parte de su encanto- dijo Afrodita

Las mansiones blancas y doradas relucían en la ladera de la montaña; había jardines en flor en centenares de terrazas;

-Esos jardines me encantan- dijo Perséfone

-Podrías verlos más seguido, ya sabes- dijo Deméter

-Creí que ya habíamos hablado de eso- masculló Hades

las sinuosas callejas estaban bordeadas de braseros que perfumaban el aire con su aroma. Y justo en la cima coronada de nieve se alzaba el palacio de los dioses.

Los dioses se irguieron aún más en sus tronos

Se veía todo tan majestuoso como siempre, pero había algo raro en el ambiente. Y sólo entonces advertí que la montaña estaba en silencio: sin música, sin voces, sin risas.

-sin las canciones horrorosas de Apolo- dijo Hermes

-Sin los gritos de Hera- bufó Hefesto

Hera le dio una mirada asesina

Annabeth me examinó con atención.

Se te ve... distinto —comentó—. ¿Dónde has estado exactamente?

-Vamos, dile donde has estado- bromeó Thalia

-Por fin hizo la pregunta que en ese momento todos queríamos hacer- dijo Connor

-¿Y por qué no la hicieron?- preguntó Miranda

-Porque la tenía que hacer Annabeth- respondió Connor

-Que considerado- murmuró Annabeth

En aquel momento volvieron a abrirse las puertas del ascensor, que llegaba con el segundo grupo de mestizos.

-Salvado por el segundo grupo de mestizos- dijo Piper

-Estuvo cerca- bromeó Percy

Luego te lo explico —le dije—. Vamos.

Subimos por el puente suspendido entre las nubes y nos internamos en las calles del Olimpo.

-Un hermoso puente- dijo Thalia con sarcasmo

Las tiendas estaban cerradas y los parques, vacíos. Había un par de Musas en un banco tocando unas liras llameantes, pero no parecían poner el corazón en ello.

-Oh mis pobres musas- dijo Apolo -la música descorazonada es la peor

-Tampoco es que pudieran estará de ánimo- señaló Artemisa -estamos en guerra

Un cíclope solitario barría la calle con un roble arrancado de cuajo. Un diosecillo menor nos divisó desde un balcón y corrió a refugiarse dentro, cerrando los postigos.

-Es extraño que tantos mestizos estén en el Olimpo al mismo tiempo- dijo Hestia

-O estén tantos en cualquier lado- dijo Hermes

Pasamos bajo un gran arco de mármol flanqueado con las estatuas de Zeus y Hera.

-Y aquí vamos de nuevo- suspiró Poseidón

-Más vale que no digan nada de lo que puedan arrepentirse- masculló Hera

-La buena noticia- dijo Hefesto -es que no creo que se arrepientan

-Eres un insolente- bufó Hera

Bianca negó con la cabeza

Annabeth le hizo una mueca a la reina de los dioses.

La odio —masculló.

Annabeth obtuvo algunas miradas incrédulas que parecían esperar a que se disculpara, Annabeth no lo hizo, solo tomó la mano de Percy aún más fuerte

-Definitivamente tu mocoso es una terrible influencia para ella- gruñó Atenea

-¿Has estado leyendo los mismos libros?- preguntó Poseidón -tu hija tiene carácter, y eso no tiene nada que ver con su relación con Percy

-Y por eso son perfectos juntos- chilló Afrodita

¿Te ha echado alguna maldición? —le pregunté. El año pasado se había ganado la ojeriza de Hera, pero no habíamos vuelto a hablar del asunto desde entonces.

Los ojos de Hera brillaron con enojo

Poca cosa por ahora. Su animal sagrado es la vaca, ¿verdad?

Exacto.

Pues no para de enviarme vacas.

-Y los inmaduros somos nosotros- murmuró Apolo

-Realmente pudo ser peor- comentó Hermes

Intenté aguantarme la risa.

— ¿Vacas? ¿En San Francisco?

-Debes admitir que es un poco gracioso- susurró Percy

-No lo era- murmuró Annabeth con una pequeña sonrisa

Ya lo creo. Normalmente no las veo, pero me dejan regalitos por todas partes: en el patio trasero, en el sendero de entrada, en los pasillos del colegio... Siempre tengo que vigilar por dónde piso.

-Deberías estar agradecida de que solo fueron vacas, mocosa- gruñó Hera

-Estoy tan agradecida- masculló Annabeth con sarcasmo

-Sigue leyendo antes de que alguien acabe convertida en pavo real o algo peor- dijo Perséfone

— ¡Mirad! —Gritó Pólux, señalando el horizonte—. ¿Qué es eso?

Nos quedamos de piedra. Unas luces azules rasgaban el cielo de la tarde como cometas diminutos lanzados hacia el Olimpo.

-De acuerdo, eso es extraño- dijo Deméter

-Eran bastante extrañas- asintió Katie

Parecían proceder de todos los rincones de la ciudad y apuntaban directamente a la montaña. Al aproximarse, se disolvían bruscamente sin dejar rastro.

Luke hizo una mueca

Las observamos durante varios minutos. No daban la impresión de causar ningún daño, pero aun así era raro.

Son como rayos infrarrojos —murmuró Michael Yew—. Nos están apuntando.

-¿Rayos infrarrojos?- preguntó Apolo

-no debimos dejar solo el Olimpo- dijo Atenea

-Tifón es nuestro gran enemigo, no podíamos solo esperar a que avanzara por todo el país- dijo Artemisa

Vamos al palacio —dije.

No encontramos ninguna vigilancia. Las puertas de oro y plata estaban abiertas de par en par. Nuestros pasos resonaban huecos mientras avanzábamos por la sala del trono.

-Les dije que no vendría nada mal una cerradura- bufó Apolo -pero nunca me hacen caso

Artemisa rodó los ojos -Y se supone que eres un dios

-El mejor de todos, hermanita- dijo Apolo

Bueno, « sala» no acaba de ser el término para definirla. Aquello era tan grande como el Madison Square Garden. En lo alto, relucían las constelaciones en el techo azul.

Todos los chicos vieron hacia arriba

-Llevan varios días aquí y hasta ahora le ponen atención- dijo Hermes

-Por eso me caen bien estos chicos- dijo Apolo

La mayor parte del espacio estaba ocupado por doce tronos gigantescos dispuestos en U alrededor de una hoguera.

Hades rodó los ojos

En una esquina flotaba en el aire un globo de agua tan grande como una casa, y en su interior nadaba mi viejo amigo el taurofidio, una criatura mitad vaca, mitad serpiente.

— ¡Muuuuu! —saludó alegremente, trazando un círculo.

-Creo que dijo Hola- murmuró Grover -o podría ser "por favor sácame de aquí"

-Estoy a favor de que dijo hola- comentó Percy

-Me parece una buena conjetura- asintió Leo

Pese a la gravedad de la situación, no tuve más remedio que reírme.

-Ese fue un buen remedio- dijo Connor

-Es el mejor que existe- comentó Travis

-Pero ustedes exageran- murmuró Katie

Dos años atrás habíamos invertido mucho tiempo tratando de salvar al taurofidio de los titanes, y había acabado encariñándome con él.

-Claro, con la criatura que nos puede destruir- bufó Zeus

-supéralo- masculló Poseidón

Yo también parecía caerle bien, a pesar de que al principio lo había tomado por una hembra y lo había llamado Bessie.

-Bueno, hiciste lo mismo con Blackjack- dijo Annabeth

-Y por mi bien, espero que Blackjack nunca se entere- dijo Percy

-El único que habla caballo eres tú- dijo Leo -creo que no tienes de que preocuparte

Eh, colega —dije—. ¿Te tratan bien?

Muuuuu —respondió Bessie.

-Esto es raro- dijo Bianca

Nico intercambió una mirada con su hermana -Estás hablando taurofidio, creí que Percy era el único raro

-Al menos no dijo ninguna mala palabra... Creo- dijo Bianca

Al acercarnos a los tronos, resonó una voz femenina.

Hola de nuevo, Percy Jackson. Tú y tus amigos sois bien recibidos.

Hestia se hallaba junto a la hoguera, atizando el fuego con un palo.

Hestia les brindó una cálida sonrisa

Llevaba un sencillo vestido marrón como el de la otra vez, aunque ahora había adoptado la apariencia de una mujer madura.

Le hice una reverencia.

Señora Hestia.

Mis amigos siguieron mi ejemplo.

-Para que vean que sí puedo ser un ejemplo a seguir- dijo Percy

-Eras el líder- señaló Connor

-Y no queríamos que nos hicieran cenizas- dijo Travis sonrojado

Katie negó con la cabeza

Hestia me miró con sus ojos rojos e incandescentes.

Veo que has seguido adelante con tu plan —dijo—. Llevas en ti la maldición de Aquiles.

-Ni lo digas- murmuró Poseidón

Los demás campistas empezaron a murmurar entre sí: « ¿Qué ha dicho?», « ¿El qué de Aquiles?».

-Discúlpanos por no saber qué era eso- dijo Travis

-Está bien, quedan disculpados- dijo Percy

-Gracias, es usted muy amable- bromeó Travis

Debes andarte con cuidado —me advirtió Hestia—. Ganaste mucho en tu viaje. Pero sigues ciego frente a la verdad más importante. Tal vez te venga bien un pequeño atisbo.

-No- murmuró Percy mirando incómodo a Annabeth, Thalia y Luke

-Cada vez que pone esa mirada el libro se pone peor para él- dijo Bianca

-Ha tenido esa mirada durante todo el libro- dijo Piper

Annabeth me dio un codazo.

— ¿De qué demonios habla? —preguntó.

-Y definitivamente, lo imprudente se pega- dijo Thalia

-¿Por qué no nos saltamos esa parte?- dijo Percy mirando preocupado a Annabeth

-Creí que había quedado claro que no nos saltaríamos ninguna parte- masculló Atenea

Miré a Hestia a los ojos y me vino súbitamente una imagen a la cabeza: un callejón oscuro entre almacenes de ladrillo rojo, con un rótulo sobre una de las puertas: « HERRAJES RICHMOND».

Thalia y Luke intercambiaron una mirada confundida, ambos miraron a Annabeth

Entre las sombras había dos mestizos agazapados: un chico de catorce años y una chica de doce. Advertí sobresaltado que el chico era Luke. Y ella, Thalia, la hija de Zeus.

-No puede ser- masculló Thalia

Estaba presenciando una escena de la época que habían pasado como fugitivos, antes de que Grover los encontrase.

-En mi defensa, acaban de leer lo que pasó- dijo Percy

-Nadie ha dicho nada- dijo Jason

-Pero Thalia parece querer matar a alguien- dijo Percy

-Thalia siempre parece querer matar a alguien- murmuró Annabeth con una sonrisa nostálgica

Thalia bufó

Luke llevaba un cuchillo de bronce; Thalia, su lanza y su terrorífico escudo, la Égida. Se los veía flacos y hambrientos, con una expresión salvaje en la mirada, como si vivieran continuamente acosados.

-Básicamente- murmuró Thalia

Jason enarcó una ceja, Thalia desvió la mirada

— ¿Estás seguro? —decía Thalia.

Luke asentía.

Hay algo ahí al fondo. Lo percibo.

-En serio, no puede ser esto- masculló Thalia

-Pues al parecer sí puede serlo- murmuró Luke

Entonces resonaba un estruendo en el callejón, como si alguien hubiera golpeado una plancha de metal. Los mestizos avanzaron con gran sigilo.

La tensión e incomodidad podían sentirse en la sala, las miradas estaban puestas es Thalia y Luke, esperando saber más sobre su historia, sobretodo tenía en ellos la mirada cierta diosa de la luna

Había un montón de cajas viejas en una plataforma de carga, y se acercaban con las armas dispuestas. Una plancha metálica se estremecía como si hubiese algo detrás.

-Y esto se pone cada vez peor- murmuró Annabeth

Atenea la miró con atención

Thalia miraba a Luke. Éste contaba hasta tres y apartaba de golpe la plancha:

Una niña saltaba sobre él con un martillo en la mano.

— ¡Uau! —gritaba Luke.

-Admito que eso fue admirable- dijo Thalia -si Luke no hubiese sido tan rápido...

-Gracias- murmuró Annabeth

La niña tenía el pelo rubio y enmarañado y llevaba un pijama de franela. No podía tener más de siete años, pero, si Luke no hubiera sido tan rápido, le habría partido la crisma.

-Que lastima- dijo Clarisse con sarcasmo

-Espera- dijo Piper -la niña ¿Era tú?- preguntó con una ceja alzada

-Sí- dijo Annabeth

-Desde que la conocí supe que no debía meterme con ella- dijo Leo

-Igual yo- dijo Percy con una sonrisa

La agarraba por la muñeca y el martillo se le escapaba y rebotaba por el suelo de cemento.

La niña luchaba y pataleaba.

— ¡Basta, monstruos! ¡Dejadme! —gritaba.

Annabeth miró el libro con una mueca de nostalgia

— ¡Tranquila! —Luke forcejeaba para sujetarla—. Guarda el escudo, Thalia. La estás asustando.

-Ay Thalia- dijo Jason negando con la cabeza

-Lo siento, nunca imaginé que una niña de siete años nos fuera a atacar con un martillo- dijo Thalia

-Tampoco yo podría haberlo imaginado- dijo Luke

Thalia le daba unos golpecitos a la Égida, que se encogía hasta convertirse en una pulsera de plata, y se acercaba a la niña.

— ¡Eh, calma! —le decía—. No vamos a hacerte daño. Yo soy Thalia. Y éste es Luke

Thalia y annabeth intercambiaron una mirada

— ¡Monstruos!

No —le aseguraba él—. Aunque sabemos mucho de monstruos. Nosotros también luchamos contra ellos.

Poco a poco, la niña dejaba de patalear.

-Por fin- murmuró Percy acercándose aún más a su novia

Examinaba a Luke y Thalia con unos ojos grises enormes e inteligentes.

-Y pueden volver a oír que a ella es a la única que describe con cariño- bromeó Piper

-claro que no- dijo Percy sonrojado

-yo no sentí el cariño cuando me describió- bromeó Thalia

-Tampoco nosotros- dijeron los Stoll

-Son unos exagerados- dijo Percy

-ni yo- bromeó Grover

— ¿Sois como yo? —preguntaba, suspicaz.

Sí —decía Luke—. En fin... es un poco difícil de explicar. Pero combatimos a los monstruos. ¿Dónde está tu familia?

Mi familia me odia. No me quieren. Me he escapado.

Annabeth hizo una mueca

-Al menos ya sabes que eso no es cierto- dijo Percy con una sonrisa

Annabeth asintió

Thalia y Luke se miraban un momento. Ambos se identificaban con aquellas palabras.

-y que lo digas- murmuró Thalia mirando a su hermano, Jason le devolvió la mirada y le dio una sonrisa

Hermes miró a su hijo fijamente

— ¿Cómo te llamas? —preguntaba Thalia.

Annabeth.

Luke sonreía.

Ahora miraba a Annabeth avergonzado

Bonito nombre. Vamos a ver, Annabeth... Eres muy valiente. Nos podría ser útil una luchadora como tú.

Annabeth abría mucho los ojos.

-Y desde que supe que la idea de ser una luchadora la animó, he decidido no meterme con ella- dijo Connor

-claro, como si eso te fuera a detener- bufó Annabeth

-Por ahora... Bueno por este capítulo- dijo Connor

-Es mejor si solo lo ignoras- dijo Miranda a Annabeth

-Uhhh- corearon Travis y Chris

— ¿De veras?

Ya lo creo —decía él, dándole la vuelta al cuchillo y ofreciéndole la empuñadura—. ¿Te gustaría tener un arma de verdad para matar monstruos? Es bronce celestial. Funciona mucho mejor que un martillo.

-Pues el martillo le habría funcionado bastante bien- bufó Clarisse

-Tranquila- dijo Chris

Ofrecerle un cuchillo a una cría de siete años no sería muy buena idea en otras circunstancias, pero, cuando eres un mestizo, las normas habituales no sirven.

-Además si ya los atacó con un martillo, podría haber encontrado otra arma- dijo Artemisa -es mejor que tenga algo que le funcione

Atenea no decía nada, solo miraba a su hija como si aún no pudiera creer que hubiera sobrevivido con tan solo siete años

Annabeth asía la empuñadura.

Los cuchillos sólo son aptos para los luchadores más rápidos y valerosos — le explicaba Luke—.

Annabeth apretaba la mano de Percy

No tienen el alcance ni la potencia de una espada, pero son fáciles de esconder y pueden encontrar puntos débiles en la armadura de tu enemigo. Hace falta un guerrero avispado para manejar un cuchillo. Y tengo la sensación de que tú eres bastante avispada.

-Creo que esa sensación se basa en el hecho de que casi le parte la cabeza con un martillo- dijo Apolo

-Ni me digas- murmuró Hermes

Annabeth lo miraba con repentina adoración.

Annabeth se sonrojó

— ¡Lo soy!

-Sí, y como dije por eso no me meto con ella- dijo Leo

Claro- murmuró Piper

Thalia sonreía.

Será mejor que nos pongamos en marcha, Annabeth. Tenemos un refugio en el río James. Te conseguiremos ropa y comida.

— ¿Seguro... que no vais a llevarme con mi familia? —preguntaba—. ¿Me lo prometéis?

"Una familia Luke, lo prometiste", Luke recordó las palabras llenas de dolor que Annabeth le había dirigido, de repente se sintió lleno de culpa y vergüenza por haber defraudado la confianza que una niña de siete años le había brindado

Luke le ponía una mano en el hombro.

Ahora formas parte de nuestra familia —le decía—. Y prometo que no dejaré que sufras ningún daño. No voy a fallarte cómo nos han fallado nuestras familias. ¿Trato hecho?

-Lo bueno es que no quería hacerle daño- bufo Clarisse -solo piensen si lo hubiera querido

Luke se sonrojó

— ¡Trato hecho! —exclamaba la niña alegremente.

Bueno, vamos —decía Thalia—. ¡No podemos quedarnos quietos mucho rato!

La escena cambió.

-Bueno, esto no puede ser más incómodo- dijo Thalia

-No retes a estos libros, siempre que digo eso algo peor sale- murmuró Percy

Ahora los tres semidioses corrían por el bosque. Debía de ser días más tarde, tal vez incluso semanas. Se los veía bastante agotados, como si hubieran pasado por más de una batalla.

-Muchísimas más, te lo aseguro- dijo Annabeth

Annabeth llevaba ropa nueva: unos vaqueros y una chaqueta militar que le iba grande.

-Nosotros también teníamos ropa nueva- bromeó Thalia

-sí, pero la verdad le importa más aquella niña de siete años- dijo Jason

— ¡Sólo un poco más! —jadeaba Luke.

Annabeth tropezaba y él la tomaba de la mano. Thalia cubría la retaguardia, blandiendo el escudo como si tratara de ahuyentar a su perseguidor. Cojeaba de la pierna izquierda.

-Y te dije que sí podía ser peor- dijo Percy

-Sí, ya lo noté- masculló Thalia

Trepaban hasta lo alto de una cresta y al otro lado divisaban una casa blanca de estilo colonial: la casa de May Castellan.

-Realmente esto se pone interesante- dijo Hades

-Pero no tanto como cuando te derrotó- dijo Apolo

Hades gruñó

Bueno —decía Luke con la respiración entrecortada—. Me colaré a hurtadillas y sacaré comida y algunas medicinas. Esperadme aquí.

Hermes suspiró

— ¿Estás seguro, Luke? —Preguntaba Thalia—. Juraste que jamás volverías. Si ella te pilla...

— ¡No tenemos alternativa! —refunfuñaba él—. Nos han quemado el refugio más cercano. Y tienes que curarte esa herida de la pierna.

-No teníamos opción- dijo Luke

-No fue precisamente el mejor plan- dijo Thalia

— ¿Ésa es tu casa? —preguntaba Annabeth, asombrada.

Era —mascullaba Luke—. Créeme que si no fuese urgente...

— ¿Tan horrible es tu madre? ¿Podemos verla?

— ¡No! —le espetaba él.

-No podía dejarlas ir- murmuró Luke

Annabeth retrocedía, sorprendida por la violencia de su reacción.

Perdona —se disculpaba Luke—. Vosotras esperad aquí. Ya veréis como todo sale bien. No os va a pasar nada. Volveré...

Luke hizo una mueca

Un resplandor dorado iluminaba el bosque. Los tres semidioses guiñaron los ojos y una voz masculina resonó con fuerza: —No deberías haber vuelto a casa.

Los semidioses se miraron con confusión

La visión se interrumpió de golpe.

-Pero nos has dejado con la duda- dijo Apolo

-No debería ser muy difícil adivinar- dijo Artemisa mirando de reojo a Hermes

Me fallaron las rodillas, pero Annabeth me sujetó.

-Como siempre- dijo Afrodita con un suspiro

— ¡Percy! ¿Qué ha pasado?

— ¿Lo... lo has visto? —farfullé.

— ¿El qué?

-Bueno, ahora ya lo sé- dijo Annabeth

-Y todos nosotros también- dijo Connor -al menos ya no estaremos con la duda

-Me alegra tanto- comentó Percy

Miré a Hestia, pero el rostro de la diosa permanecía impasible. Recordé lo que me había dicho en el bosque: « Si quieres comprender a tu enemigo Luke, has de comprender a su familia». Pero ¿por qué me había mostrado aquellas escenas?

-Técnicamente acabas de responder a tu pregunta- señaló Rachel

-es cuestión de perspectiva- bromeó Percy

— ¿Cuánto rato he pasado desmayado? —murmuré.

Annabeth arqueó las cejas.

No te has desmayado, Percy. Sólo has mirado a Hestia un segundo y te has venido abajo.

-Sí y fue un poquito dramático- dijo Connor

-Estábamos entrando en pánico- dijo Travis

Notaba todos los ojos fijos en mí. No podía traslucir debilidad. Fuese cual fuese el significado de aquellas visiones, tenía que seguir concentrado en nuestra misión.

-Nadie dijo que ser líder sería fácil- comentó Quirón

-Lo sé- murmuró Percy

Hum... señora Hestia —dije—, hemos venido por un asunto urgente.

Queremos ver...

Sabemos lo que queréis —contestó una voz masculina. Me estremecí. Era la misma que acababa de oír en mi visión.

-Ya entendí- dijo Connor

-Eso sí es algo para celebrar- dijo miranda

La figura de un dios tembló en el aire y se materializó junto a Hestia. Tenía unos veinticinco años, el pelo rizado y entrecano y rasgos de elfo.

-No tengo rasgos de elfo- dijo Hermes7, pero miraba a Luke con preocupación

-Sí lo tienes, un poco- dijo Apolo -Pero tranquilo, no puedes pueden ser tan sexys como yo

Llevaba uniforme de piloto militar y se le veían unas alitas en el casco y las botas de cuero. Sobre el brazo flexionado sostenía una larga vara con dos serpientes entrelazadas.

-Debido a que el capítulo se llama "dos serpientes me salvan la vida", espero que no se te ocurra hacerle nada a mi hijo- dijo Poseidón

-Tiene la maldición de Aquiles- señaló Hermes -no podría hacer mucho

Ahora debo dejaros —anunció Hestia. Le hizo una reverencia al piloto y se esfumó en una nube de humo. Comprendí que tuviera tanta prisa por marcharse.

Hermes, el dios de los mensajeros, no parecía estar de buenas pulgas.

-Ahora sí es momento para pánico- dijo Apolo -Hermes casi nunca está de malas ¡Huyan!

-Exagerado- bufó Hermes

Hola, Percy —dijo.

Me miró como si estuviera enojado conmigo, y me pregunté si estaría al corriente de la visión que acababa de sufrir.

Annabeth miró el libro con incomodidad, Percy le sonrió alentadoramente

Me habría gustado preguntarle por qué estaba aquella noche en casa de May Castellan y qué había sucedido cuando sorprendió a Luke.

-Y sería una terrible idea hacerlo- dijo Afrodita

Recordé la primera ocasión en que había hablado con éste en el Campamento Mestizo. Le había preguntado si había visto alguna vez a su padre y él había respondido con una mirada agria: « Una vez».

-Me encanta la tensión familiar- suspiró Afrodita

-Por supuesto que lo hace- bufó Hera

Pero, por supuesto, la expresión de Hermes me decía que no era el momento indicado para preguntárselo.

-Y qué bueno que no lo hiciste- dijo Poseidón

-Si mi hijo fuera tan suicida, también estuviera alegre de que no hubiera abierto la boca- dijo Apolo

Me incliné torpemente.

Señor Hermes.

« Ah, claro —oí decir a una de las serpientes en el interior de mi mente—. A nosotras no nos saludes. Sólo somos reptiles».

-Es por que en estos momentos no las saco del palacio- dijo Hermes

-Son un poco extrañas sus conversaciones- dijeron los Stoll

-Son tan parecidos a ustedes- comentó Chris

« George —la regañó la otra—. Compórtate».

Hola, George —dije—. Eh, Martha.

« ¿Nos has traído una rata?», preguntó George.

-Sí, definitivamente me recuerdan a ustedes- dijo Chris mirando a sus hermanos

Katie y Miranda soltaron una risita

« ¡Para ya! —Lo reprendió Martha—. ¿No ves que está ocupado?».

« ¿Demasiado ocupado para encontrar una rata? —Contestó George—. Qué lástima».

Decidí que sería mejor no discutir con él.

-Se está comportando de una manera muy prudente- dijo Leo

-yo soy un claro ejemplo de prudencia- bromeó Percy

Hum, Hermes —dije—. Tenemos que hablar con Zeus. Es importante.

Hermes me observaba con expresión glacial.

Yo soy su mensajero —repuso—. ¿Quieres darme un mensaje?

-Y hasta ahí su famoso plan- masculló Dionisio

-Al menos lo intentaron- dijo Deméter

A mi espalda, los demás semidioses se removían inquietos. Aquello no estaba saliendo según lo previsto. Tal vez si intentaba hablar con Hermes a solas...

-suerte con eso- dijo Apolo

-Por fin vamos saber de qué iba esa conversación- dijo Connor a su hermano

-Ya era hora- dijo Travis

A ver, chicos —dije—. ¿Por qué no exploráis la ciudad? Revisad las defensas. Mirad quién queda en el Olimpo. Annabeth y yo nos reuniremos aquí otra vez con vosotros en media hora.

-¿Y por qué Annabeth sí se puede quedar?- preguntó Leo

-Eso ni siquiera se pregunta- dijo Piper

Silena frunció el entrecejo.

Pero...

Buena idea —dijo Annabeth—. Connor y Travis, tomad el mando.

Hermes sonrió

-apelando al hecho de que su padre estaba ahí- dijo Leo -muy bien hecho

A los Stoll les gustó que se les otorgara una responsabilidad tan importante justo delante de su padre. Ellos no solían dirigir ninguna operación (salvo los robos de papel de váter).

-Y dime si no son las mejores- comentó Travis

-Admito que son muy buenas- dijo Percy

Vamos —dijo Travis, y se los llevó a todos del salón del trono, dejándonos a Annabeth y a mí con Hermes.

-Ok, ahora no vayan a decir o hacer algo imprudente- dijo Poseidón

-Y peor ya que ambos se quedaron- dijo Thalia

Señor —añadió Annabeth—, Cronos va a atacar Nueva York. Ustedes ya deben de sospecharlo. Mi madre lo habrá previsto.

Atenea sonrió con arrogancia

Tu madre —gruñó Hermes. Se rascó la espalda con el caduceo; George y Martha rezongaron: « Uf, uf, uf» —. No me hagas hablar de tu madre, jovencita. Estoy aquí por culpa de ella.

-¿Disculpa?- bufó Atenea

-disculpada- dijo Hermes, pero parecía distraído

Zeus no quería que ninguno de nosotros dejara el frente de batalla. Pero tu madre no ha parado de darle la lata: « Es una trampa, una maniobra de distracción, bla, bla, bla»

-¡Eso es porque definitivamente es una trampa!- gruñó Atenea -¿cómo pueden no verlo?

-Disculpa por no ser el dios de la sabiduría- dijo Apolo

Quería venir ella misma, pero Zeus no iba a permitir que su estratega principal se alejara de su lado en pleno combate con Tifón. Y claro, ha tenido que enviarme a mí para hablar con vosotros.

-Vaya, que gran castigo- murmuró Poseidón

— ¡Es que... es una trampa! —Insistió Annabeth—. ¿Zeus está ciego?

-Cuidado con tus palabras- gruñó Zeus

-Insolente- bufó Hera

Un trueno resonó en los cielos.

Cuidado con lo que dices, chica —la advirtió Hermes—. Zeus no está ciego. Ni sordo. Y no ha dejado el Olimpo del todo indefenso.

-Eso no va a ser de mucha ayuda- comentó Artemisa

Pero hay unas luces azules...

Sí, sí. Ya las he visto. Apostaría a que es una travesura de Hécate, esa insoportable diosa de la magia.

Hazel hizo una mueca

Pero ya habréis advertido que no causan ningún daño. El Olimpo posee barreras mágicas muy sólidas. Además, Eolo, el rey de los vientos, ha enviado a sus secuaces más poderosos para vigilar la ciudadela.

-No creo que eso vaya a ser suficiente- dijo Atenea

-Por supuesto que no- dijo Artemisa -pero nuestras opciones se veían reducidas

Nadie salvo los dioses puede acercarse al Olimpo por el aire. Quien lo intentara sería barrido y derribado del cielo.

Levanté la mano.

— ¿Y qué me dice de ese modo de materializarse o teletransportarse que utilizan las divinidades?

-Eso también es un modo de viajar por el aire- dijo Poseidón

Atenea rodó los ojos -No me sorprende que no lo sepas

También es un modo de viajar por el aire, Jackson. Muy rápida, sí, pero los dioses del viento aún lo son más. No. Si Cronos quiere el Olimpo, tendrá que cruzar la ciudad con su ejército, ¡y subir en ascensor! ¿Te lo imaginas haciendo una cosa así?

-Poniéndolo de esa manera, suena muy absurdo- dijo Will

-Por absurdo que suene, debe haber una defensa- dijo Artemisa

Había logrado que aquello sonara absurdo: hordas de monstruos subiendo en ascensor de veinte en veinte, con Stayin'Alive como música de fondo. Pero a mí no me convencía.

-Era demasiado extraño como para que fuera cierto- dijo Percy

Quizá podrían volver algunos dioses —sugerí.

Hermes movió la cabeza con impaciencia.

No lo comprendes, Percy Jackson. Tifón es nuestro mayor enemigo.

Creía que era Cronos.

-Y hasta ahí llegó lo de ser prudente- dijo Thalia

-Fue más tiempo del que esperaba- comentó Nico

-Concuerdo- dijo Thalia

Sus ojos relampaguearon.

No, Percy. En los viejos tiempos, el Olimpo casi fue derrocado por Tifón.

Es el marido de Equidna...

La conocí en el Gateway Arch —musité—. No muy simpática.

-He conocido esposas peores- murmuró Apolo

... y el padre de todos los monstruos. Nunca podremos olvidar lo cerca que estuvo de destruirnos a todos. ¡Y cómo nos humilló! Nosotros éramos más poderosos en aquellos tiempos.

-Sí, eso era algo que no tenían que saber- comentó Apolo -fue bastante vergonzoso

Ahora no podemos contar con la ayuda de Poseidón, porque él está librando su propia guerra. Hades se ha quedado en su reino de brazos cruzados, y Deméter y Perséfone siguen su ejemplo.

Deméter y Perséfone se sonrojaron

-Los hijos de Ares no son los únicos que no quisieron entrar a la batalla- bufó Dionisio

Serán necesarios todos los poderes que aún nos quedan para resistir al gigante-tormenta. No podemos dividir nuestras fuerzas ni aguardar a que llegue a Nueva York.

Debemos hacerle frente ahora. Y lo cierto es que estamos progresando.

-Eso es ser demasiado optimista- comentó Afrodita

— ¿Progresando? —dije—. Casi ha destruido todo San Luis.

Sí —admitió Hermes—. Pero sólo ha destruido la mitad de Kentucky. Está aflojando el ritmo, perdiendo fuelle.

No quería discutir, pero daba la impresión de que Hermes intentaba convencerse a sí mismo.

El taurofidio mugió tristemente en su rincón.

-Tu intento de ser optimista no funcionó muy bien- comentó Apolo -hasta el taurifidio lo sabe

Por favor, Hermes —dijo Annabeth—. Ha dicho antes que mi madre quería venir. ¿No le dio ningún mensaje para nosotros?

Mensajes, mensajes —masculló—. « Un oficio estupendo», me dijeron. « Poco trabajo. Montones de devotos».

-No te rogamos demasiado para que lo aceptaras- bufó Hera

-Es cierto, aceptaste el trabajo sin mucho esfuerzo- dijo Zeus

Hermes bufó

Bah. A nadie le importa un bledo lo que yo tenga que decir. Siempre se trata de los mensajes de los demás.

« Roedores —dijo George, pensativo—. Yo lo hago por los roedores».

-Siempre lo supe- dijo Hermes

« Chitón —lo riñó Martha—. A nosotros sí que nos importa lo que Hermes quiera decir. ¿Verdad, George?».

« Desde luego. ¿Ya podemos volver a la batalla? Quiero que nos ponga otra vez en modo láser. Eso sí que es divertido».

-Ni se les ocurra- dijo Hermes al ver la mirada de sus hijos -este no es sitio para eso, en todo caso deberíamos ir a un lugar abierto

Los Stoll sonrieron

-Perfecto, les da cosas peligrosas justamente a ellos- dijo Deméter negando con la cabeza

Callaos los dos —gruñó Hermes. El dios miró a Annabeth, que había adoptado aquella expresión suplicante suya, abriendo mucho sus ojos grises—.

-No tengo esa expresión- dijo annabeth

-sí la tienes- dijeron los chicos

Bah —continuó—. Tu madre me ha dicho que os advirtiera que estáis solos. Que debéis defender Manhattan sin la ayuda de los dioses.

-Creo que eso era un poco obvio, después de todo- dijo Apolo

Como si eso no lo supiera yo. No entiendo por qué cobra como diosa de la sabiduría...

-Idiota- masculló Atenea

— ¿Algo más? —preguntó Annabeth.

Me ha dicho que deberíais probar el plan veintitrés. Que tú ya lo entenderías.

-Por supuesto, eso sería de gran ayuda- dijo Atenea satisfecha consigo misma

Annabeth palideció. Obviamente lo había entendido. Y no le hacía ninguna gracia.

— ¿Sólo eso? —dijo.

Bianca sonrió y miró a los chicos sonrojados

Una última cosa. —Hermes me miró—. Me ha pedido que le diga a Percy: « Acuérdate de los ríos».

-¿Y eso significa algo para ti?- preguntó Apolo

-No en ese momento- dijo Percy

Y... hum, algo así como que se mantenga alejado de su hija.

Los chicos rieron ante las expresiones sonrojadas de Percy y annabeth

-Y ve cuanto caso te hacen- dijo Afrodita

Atenea bufó

No sé cuál de los dos se puso más rojo, si Annabeth o yo.

-Pues en estos momentos tampoco sabemos cuál de los dos está más rojo- dijo Piper riendo

-Creo que Percy es el más rojo- dijo Jason -¿Ves? Siento que en cualquier momento va a jadear por aire

-Gracias bro- murmuró Percy

-Pero solo ve la cara de Annabeth- dijo Piper -no sabía que existían tantos tipos de rojo

Jason y Piper chocaron los cinco

-Me alegra que se diviertan- masculló Annabeth

Gracias, Hermes —dijo ella cuando se recobró del sofoco—. Yo... quería decirle... que siento lo de Luke.

La expresión del dios se endureció bruscamente, como si se hubiera vuelto de mármol.

Eso deberías habértelo ahorrado —le espetó.

-Lo que pasó con tu mocoso no es culpa de mi hija- dijo Atenea

-Tal vez te sorprenda, pero no tengo idea de por qué lo dije- dijo Hermes

Ella retrocedió, asustada.

Lo siento.

— ¡Con decir « lo siento» no se arregla nada!

-¿Eso fue por lo de...?- preguntó Luke

-Sí- murmuró Annabeth

-Y de nuevo no entiendo- dijo Connor

George y Martha se enroscaron alrededor del caduceo, cuya imagen vibró un instante y se transformó en un objeto sospechosamente parecido a las picanas eléctricas que se usan para aguijonear al ganado.

-Pues por tu bien, espero que a Annabeth tampoco le hagas nada- gruñó Atenea

Annabeth miró a su madre con incredulidad

Deberías haberlo salvado cuando tuviste ocasión —gruñó el dios—. Eres la única que podría haberlo hecho.

Annabeth desvió la mirada

-¿cómo podría haberlo salvado?- preguntó Atenea -deja de intentar culparla por algo que obviamente tu hijo decidió solo

Intenté terciar entre ambos:

— ¿Qué está diciendo? Annabeth no...

— ¡No la defiendas, Jackson! —gritó Hermes, volviendo la picana hacia mí—. Ella sabe de qué hablo.

-¿En serio esperas que no la defienda?- preguntó Afrodita

-Sé que es una revelación sorprendente- dijo Hermes -pero ¡No tengo idea de que pasa!

— ¡Quizá debería culparse a sí mismo! —Tendría que haber mantenido la boca cerrada, ya lo sé, pero sólo pensaba en desviar su atención de Annabeth.

-Ay, es tan mono- chilló Afrodita -por supuesto que tenía que dar la cara por ella

-Es tan valiente como suicida- dijo Perséfone

-Gracias- murmuró Percy

El enfado que había exhibido todo el rato no era conmigo, ahora lo veía, sino con ella—. ¡Tal vez si usted no hubiera abandonado a Luke y a su madre...!

-Parece que este mocoso no ha aprendido lo que es el respeto- masculló Hera

-No puedo decir que esté sorprendida- comentó Thalia -era obvio que en cualquier momento lo ibas a decir

Las miradas estaba concentradas en Hermes esperando que también quisiera fulminar a Percy en la sala, sin embargo el dios se limitó a mirar a Luke

Hermes alzó su picana y empezó a aumentar de tamaño hasta alcanzar tres metros de altura. « Bueno, se acabó», pensé.

-¡Percy!- dijo Poseidón

-Lo maravilloso de todo esto- suspiró Afrodita -es que todo lo hace por defender a su chica

Pero, cuando se disponía a descargar el golpe, George y Martha se inclinaron sobre él y le susurraron algo al oído.

Hermes apretó los dientes y bajó la picana, que se convirtió de nuevo en caduceo.

-Gracias a las serpientes- dijo Tyson

-Gracias- dijo Poseidón

Percy Jackson —dijo—, te perdono la vida porque has asumido la maldición de Aquiles. Ahora estás en manos de las Moiras.

-Ni que lo digas- masculló Poseidón

Pero nunca vuelvas a hablarme de ese modo. No tienes ni idea de lo mucho que he sacrificado, de lo mucho... —Se le quebró la voz mientras se encogía hasta adoptar otra vez tamaño humano—. Mi hijo, mi mayor orgullo... mi pobre May...

Luke miraba a su padre con incredulidad

Parecía tan destrozado que no supe qué decir. Hacía sólo un instante había estado a punto de volatilizarnos. Y ahora daba la impresión de necesitar un abrazo.

-Aun así no te acerques- dijo Poseidón -ni vayas a decir otra cosa

-Demasiado tarde- dijo Bianca

Poseidón miró a su hijo, Percy sonrió con inocencia

Oiga, señor Hermes —dije—. Lo siento, pero necesito saberlo. ¿Qué le pasó a May? Ella dijo algo sobre el destino de Luke, y sus ojos...

Hermes me lanzó una mirada furibunda que me obligó a callar.

-¿Tienes que dejar de hacer enojar a todos los dioses que conoces?- dijo Poseidón

-Lo siento- dijo Percy -pero tenía que preguntar

Su expresión no era realmente de cólera. Era de dolor. De un dolor increíble.

Os dejo —concluyó con voz tirante—. Debo volver a la lucha.

Empezó a emitir un resplandor. Me apresuré a darme media vuelta y me aseguré de que Annabeth hacía lo mismo, porque aún estaba paralizada por la conmoción.

-Que lindura- dijo Perséfone

-Muy bien, Annabeth podría haberse quedado mirando la verdadera forma del dios- dijo Thalia

.Y no necesitamos que alguien más lo haga- dijo Piper mirando a Jason quien se sonrojó

« Buena suerte, Percy», me susurró Martha, la serpiente.

Hermes resplandeció como una supernova y desapareció.

-En serio Percy, debes de hacer enojar a los dioses- comentó apolo

Annabeth se sentó al pie del trono de su madre y se echó a llorar. Yo deseaba consolarla, pero no sabía cómo.

-Bésala, eso siempre consuela- dijo Afrodita

-Te das cuenta en la posición en la que se encuentran ¿Cierto?- dijo Artemisa -están por entrar a la guerra

La culpa no es tuya, Annabeth —le dije—. La verdad es que nunca había visto a Hermes de ese modo. Supongo... no sé, que debe de sentirse culpable por lo de Luke. Busca a alguien a quien poder acusar. No entiendo por qué te ha atacado a ti. Tú no hiciste nada para merecerlo.

-No estoy segura de eso- murmuró annabeth

-Sabes que no fue tu culpa- dijo Percy

-Percy tiene razón- dijo Luke -el destino no puede ser cambiado

Thalia miró a Luke por un momento y desvió la mirada, parecía perdida en sus propios pensamientos

Ella se secó los ojos y miró la hoguera como si fuese su propia pira funeraria.

-No vuelvas a ver la hoguera de esa manera- dijo Percy

-Me considero advertida- dijo Annabeth con una risa rota

Me removí inquieto.

Hum... no hiciste nada, ¿verdad?

-Lo siento por eso- dijo Percy

-Se expuso a la ira de Hermes y ni siquiera sabía si había hecho algo o no- dijo Perséfone -es una monada

No respondió. Llevaba su cuchillo de bronce celestial atado con una correa en el brazo: el mismo cuchillo que yo había visto en la visión de Hestia. Durante todos aquellos años no había sabido que era un regalo de Luke.

Percy se sonrojó

Le había preguntado muchas veces por qué prefería luchar con cuchillo y no con espada, pero ella nunca respondía. Ahora sabía el motivo.

Percy —me dijo—, ¿qué has dicho antes sobre la madre de Luke? ¿La has conocido?

-El momento de confesar ha llegado- dijo Connor

-Suerte- dijo Travis

-Espero que no te haga una llave de judo- dijo Piper riendo

Annabeth se sonrojó

Asentí de mala gana.

Nico y yo fuimos a verla. Era un poco... especial.

Le hice una descripción de May Castellan y de aquel momento tan extraño, cuando sus ojos habían empezado a resplandecer y ella se había puesto a hablar del destino de su hijo.

Luke suspiró -No puedo creer que lo haya visto- susurró para sí mismo

Annabeth frunció el entrecejo.

Eso no tiene sentido. Pero ¿por qué fuisteis...? —De repente abrió mucho los ojos—. Hermes ha dicho que llevas la maldición de Aquiles sobre ti. Y Hestia también. ¿Es que... te has bañado en el río Estigio?

-¡Bingo!- gritaron los Stoll

-Y creo que este es el momento donde se pelean de nuevo- dijo Perséfone

No cambies de tema.

-No te va a dejar hasta que le respondas- dijo Thalia -ya lo sabes

— ¡Percy! ¿Sí o no?

Hum... quizá. Un poco.

-No te puedes bañar "un poco" en el Estigio, sesos de alga- dijo Annabeth

-Solo fue un ratito- dijo Percy

Le conté lo que había pasado con Hades y Nico, y también cómo había derrotado a un ejército de muertos. Dejé de lado la visión que había tenido de ella sacándome del río.

-Ese habría sido un increíble momento para contárselo- dijo Afrodita -no hay nada más hermoso que una declaración de amor justo antes de ir a guerra

Aún no acababa de entender esa parte, y me resultaba embarazoso incluso pensar en ello.

-Por supuesto que lo entendías- bromeó Piper

-Es muy fácil, una persona te tenía que mantener anclado al mundo- dijo Thalia -y elegiste a Annabeth, no hay muchas opciones para entender ¿No?

-Son muy groseras- dijo Percy

Annabeth sacudió la cabeza, incrédula.

— ¿Eres consciente del peligro que has corrido? —preguntó.

-Sí- dijo Percy

-Y ni eso te detuvo- dijeron Poseidón y Annabeth al mismo tiempo

-Uhhhh alguien está en problemas- dijo Leo

Calipso le dio un pequeño golpe en el brazo

No tenía alternativa —repuse—. Sólo así podré hacerle frente a Luke.

Quieres decir... ¡Claro, por los dioses! Por eso no murió. Fue al Estigio y... Oh, no, Luke, ¿cómo se te pudo ocurrir?

Así que ahora estás preocupada otra vez por él —rezongué.

-¿Que?- murmuraron Hazel y Piper

-¿Te das cuenta de que de hecho estaba preocupada por ti?- preguntó Thalia

Ella me miró como si yo acabase de caer del cielo.

— ¿Qué?

Olvídalo —murmuré.

-Tienen que admitir que es un poco confuso saber por quién se preocupa- dijo Bianca -lo siento, Annabeth

Me pregunté a qué podría referirse Hermes al echarle en cara que no hubiese salvado a Luke cuando tuvo ocasión. Obviamente, había algo que ella no me había contado. Pero ahora no me apetecía preguntárselo. Lo último que deseaba era oír más detalles sobre su historia con Luke.

-¿Celoso?- preguntó Apolo

Percy se sonrojó

-También eres muy mono cuando estás celoso- dijo Afrodita

La cuestión es que no murió en el Estigio —dije—. Y tampoco yo. Ahora debo enfrentarme con él. Tenemos que defender el Olimpo.

Annabeth seguía estudiando mi rostro, como si pretendiera ver los cambios operados en mí desde que me había bañado en el Estigio.

-Eso esperaba, un poco- dijo Annabeth

-De hecho, también lo esperaba yo- dijo Percy

Supongo que tienes razón —concedió—. Mi madre ha mencionado... —El plan veintitrés.

Buscó en su mochila y sacó el portátil de Dédalo.

-Oh, así que el plan veintitrés tiene que ver con Dédalo- dijo Apolo -supongo que será un buen plan

-Podrían ganar algo de tiempo- dijo Atenea

En cuanto lo encendió, el símbolo de la delta azul fulguró en la tapa. Abrió unos archivos y empezó a leer.

Aquí está —dijo—. ¡Dioses, tenemos por delante un montón de trabajo!

— ¿Alguno de los inventos de Dédalo?

Un montón de inventos... de los peligrosos.

-Esos son los mejores- dijo Leo

-Te encantan esos planes- dijo Frank

-Por supuesto, mi segundo nombre es peligro- dijo Leo

Si mi madre quiere que utilice este plan, debe de creer que las cosas van muy mal. —Me echó una mirada—. ¿Y qué me dices del mensaje que te ha enviado: « Acuérdate de los ríos»? ¿Qué significa?

-Ni idea- dijo Apolo

-También mandé otro mensaje- dijo Atenea

-Oh querida, deberías dejar de ser tan amargada- dijo Afrodita

Negué con la cabeza. Como de costumbre, no tenía ni idea de lo que me estaban diciendo los dioses. ¿Qué ríos se suponía que debía recordar? ¿El Estigio?

¿El Misisipi?

-No te preocupes, casi nadie entiende lo que dice Atenea- dijo Poseidón

-Que tengan tan poca inteligencia no es problema mío- dijo Atenea

Entonces los Stoll entraron corriendo en la sala del trono.

Tenéis que ver esto —dijo Connor—. Deprisa.

-Cuando ellos se preocupan, deben tomar las cosas en serio- bromeó Chris

-Gracias- mascullaron los Stoll

Las luces azules del cielo se habían extinguido, así que al principio no entendí cuál era el problema.

-Eso no suena como un problema para mí- dijo Leo

Los demás se habían reunido en un pequeño parque situado al borde de la montaña. Estaban agolpados en la barandilla y observaban Manhattan a sus pies.

-fue un espectáculo raro- dijo Katie -que realmente espero y no se vuelva a repetir

Había binoculares para turistas con los que contemplar la ciudad depositando un dracma de oro, y los campistas se habían adueñado de ellos.

-Se ven como pequeñas hormiguitas- dijo Apolo -algunas más lindas que otras

-Y que lo digas- dijo Afrodita

Ares gruñó y Afrodita le guiñó el ojo

Miré hacia abajo. Desde allí, lo veía casi todo: el río Este y el Hudson, recortando la silueta de Manhattan; la cuadrícula de calles, las luces de los rascacielos, el trecho oscuro de Central Park hacia el norte. Parecía todo normal, salvo por un detalle... Lo sentí en la piel antes de comprender lo que era.

Luke se removía incómodo en su asiento

No oigo... nada —dijo Annabeth.

Ése era el problema.

Incluso desde aquella altura, debería haber oído los ruidos de la ciudad: millones de personas trajinando de aquí para allá, miles de coches y máquinas, en fin, el zumbido de una gran metrópolis.

-Supongo que te acostumbras a ello- murmuró Hermes

-Es tan extraño ese tipo de cambio- dijo Apolo

Ni siquiera eres consciente de él cuando vives en Nueva York, pero está siempre presente. Incluso en mitad de la noche. Nueva York nunca permanece en silencio.

Pero ahora sí. Completamente.

-Y realmente no fue nada genial- dijo Percy

Era como si tu mejor amigo hubiera caído muerto de repente.

-Vaya bro, que analogía tan espeluznante- comentó Jason

-No lo había notado- dijo Percy -sí sonó un poco extraño

Pero ¿qué le han hecho? —Me salió una voz tensa y furiosa—. ¿Qué le han hecho a mi ciudad?

Aparté a Michael Yew de unos binoculares y eché un vistazo.

-siento haberlo apartado de esa manera- dijo Percy

-Annabeth hizo lo mismo conmigo- dijo Travis -y no lo siente

Annabeth rodó los ojos

El tráfico se había detenido en las calles. Los peatones estaban tendidos en las aceras o acurrucados en los portales.

-no puedes estorbar para su grandioso plan- masculló Artemisa

-Con suerte y puedan estar un poco más seguros- dijo Hestia

No se veían signos de violencia: ningún destrozo ni nada parecido. Era como si todos los habitantes de Nueva York hubieran decidido dejar sus asuntos para desmayarse.

-Y esto comienza- dijo Ares -por fin algo más de acción

— ¿Están muertos? —preguntó Silena, patidifusa.

Sentí una opresión repentina en el estómago. Un verso de la profecía resonó en mis oídos: « Y en un sueño sin fin el mundo verá».

-Espero que eso de "sin fin" sea solo metafórico- dijo apolo -no me agrada una ciudad silenciosa y con mortales dormidos

Recordé el encuentro de Grover con el dios Morfeo en Central Park. « Tienes suerte de que esté ahorrando energía para el número principal».

Muertos no —respondí—. Morfeo ha puesto a toda la isla de Manhattan a dormir. La invasión acaba de empezar.

-Y con ese agradable verso, acaba el capítulo- dijo Bianca

-Por fin- murmuró Percy

-De hecho estoy de acuerdo contigo, sesos de alga- dijo Thalia -no fue mi capítulo favorito

-De acuerdo sigamos con esto, cuanto antes acabemos será mejor- gruñó Hera -ya me estoy cansando de sus insolencias

-¿Quién va a leer?- preguntó Poseidón