Solo quedan tres capítulos- dijo Poseidón tomando el libro ¿Quién va a leer?

-Obviamente es el turno del más genial de los dioses- dijo Apolo -Yo, el título es Grover provoca una estampida

-Muy bien Grover, así se hace- dijo Hermes

Las distancias eran más cortas en el laberinto. Aun así, cuando llegamos otra vez a Times Square, guiados por Rachel, me sentía como si hubiese hecho todo el camino a pie desde Nuevo México.

-Tanta adrenalina termina por pasar factura- dijo Perséfone

Salimos al sótano del hotel Marriot y emergimos por fin a la luz deslumbrante de un día veraniego.

-Los días veraniegos son los mejores- murmuró Apolo

Aturdidos y guiñando los ojos, contemplamos el tráfico y la muchedumbre. No sabía qué resultaba más irreal: Nueva York o la cueva de cristal en que había visto morir a un dios.

-Supongo que después de eso, es más irreal New York- dijo Piper

-Llega un momento en la misión en la cual te sorprende estar en el mundo mortal- dijo Jason

Abrí la marcha hasta llegar a un callejón, donde podía obtener un buen eco. Silbé con todas mis fuerzas cinco veces.

Poseidón le dio a su hijo una mirada de aprobación

Un minuto más tarde, Rachel sofocó un grito.

— ¡Son preciosos!

Un rebaño de pegasos bajó del cielo en picado entre los rascacielos.

-Son realmente hermosos- suspiró Rachel

Blackjack iba delante; lo seguían otros cuatro colegas de color blanco.

« ¡Eh, jefe! —me dijo mentalmente—. ¡Está vivo!»

-No suenes tan sorprendido- bromeó Leo

-Yo también me sentía sorprendido- dijo Percy

Sí —le respondí—. Soy un tipo con suerte. Escucha, necesito que nos lleves al campamento. Pero muy deprisa.

-No necesitaste decirlo dos veces- dijo Annabeth -la velocidad fue bastante buena

« ¡Mi especialidad! Ah, vaya, ¿ha venido con ese cíclope? Eh, Guido, ¿qué tal tienes ese lomo?»

El pegaso Guido gimió y protestó, pero al final accedió a llevar a Tyson.

Tyson se sonrojó adorablemente

Todo el mundo empezó a montar, salvo Rachel.

Bueno —me dijo—. Supongo que esto se ha acabado.

-Al menos por el momento- dijo Travis

-Rachel regresará en los próximos capítulos- dijo Connor -no se los pierda

Asentí, incómodo. Ambos sabíamos que no podía acompañarnos al campamento.

Miré un momento a Annabeth, que se hacía la ocupada con su pegaso.

-Estaba ocupada- protestó Annabeth

-Claaaro- dijo Travis

-Aún seguía celosa- dijo Thalia

Annabeth rodó los ojos

Gracias, Rachel —dije—. No lo habríamos logrado sin ti.

-Eso es cierto- dijo Apolo -sobre todo sin aquel cepillo volador

No me lo habría perdido por nada del mundo. Bueno, salvo lo de estar a punto de morir, y lo de Pan... —Le flaqueó la voz.

-Excepto por eso, fue una gran misión- murmuró Frank

Dijo algo de tu padre —recordé—. ¿A qué se refería?

-La pregunta del millón- dijo Apolo

-En realidad sí- dijo Reyna

Apolo le guiñó un ojo -Estamos de acuerdo

Rachel retorció la correa de su mochila.

Mi padre... El trabajo de mi padre... Bueno, es una especie de hombre de negocios famoso.

— ¿Quieres decir que... eres rica?

Pues... sí.

-Ahora lo entiendo- murmuró Apolo

-Pero no tiene nada de malo ser rica- suspiró Afrodita

Piper rodó los ojos

— ¿Así fue como lograste que nos ayudara el chófer? Pronunciaste el nombre de tu padre y...

-A veces da ventaja- dijo Rachel encogiéndose de hombros - y en ese momento la necesitábamos- suspiró

Sí —me cortó Rachel—. Percy... mi padre es promotor. Viaja por todo el mundo en busca de zonas poco desarrolladas. —Inspiró, temblorosa—. Las zonas vírgenes...

Rachel se sonrojó

-Dioses...- murmuró Hazel

Él las compra. Es horrible, pero desbroza la vegetación, divide la tierra en parcelas y construye centros comerciales. Y ahora que he visto a Pan... La muerte de Pan...

-Pero no debes culparte por eso- dijo Jason

Pero no debes culparte por eso.

-Bro, pensamos igual- dijo Jason

-Lo sé bro, somos geniales- dijo Percy y ambos chicos chocaron los puños

Los chicos dela Argo II los miraron con una sonrisa burlona

No sabes lo peor. No... No me gusta hablar de mi familia. No quería que lo supieras. Perdona. No debería haberte contado nada.

No —repliqué—, has hecho lo mejor. Mira, Rachel, te has portado de maravilla. Nos has guiado por el laberinto. Has demostrado un gran valor. Eso es lo único que yo valoro, me tiene sin cuidado lo que haga tu padre.

-Eso es cierto- dijo Apolo -no puedes juzgar a alguien solo por su padre, míranos a nosotros- susurró

-Míranos- murmuró Will

Rachel me miró, agradecida.

Bueno... Si alguna vez te apetece dar una vuelta con una mortal... puedes llamarme y eso.

Ah, sí. Claro.

-Wow, no suenes tan entusiasta- dijo Hermes

-Tanto entusiasmo se contagia- bromeó Leo

Arqueó las cejas. Supongo que no demostré mucho entusiasmo, aunque no era eso lo que pretendía. Simplemente, no sabía muy bien qué decir delante de todos mis amigos.

-En otras palabras, no sabía que decir en frente de Annabeth- dijo Connor

-Todos entendimos eso- dijo Leo

Además, supongo que me había hecho un buen lío con mis sentimientos en los dos últimos días.

-Uhhh, a Annabeth no le gusta eso- dijo Travis

-Por los dioses- murmuró Annabeth sonrojada

Quiero decir... me gustaría —añadí.

Mi número no está en la guía —dijo ella.

Lo tengo.

— ¿Aún no se ha borrado? Imposible.

No. Eh... me lo aprendí de memoria.

Percy se sonrojó -Ya quiero que acabe- murmuró

-Eres tan mono cuando te sonrojas- dijo Perséfone

Percy se sonrojó más

Su sonrisa reapareció lentamente, ahora más luminosa.

Nos vemos, Percy Jackson. Ve a salvar el mundo por mí, ¿vale?

Echó a andar por la Séptima Avenida y desapareció entre la multitud.

-Fue una gran aventura- dijo Rachel -excepto cuando Annabeth se ponía celosa y me quería matar- bromeó, haciendo sonrojar a Annabeth

-Quieres decir, durante toda la misión- dijo Thalia

Los chicos empezaron a reír

Al regresar junto a los caballos, vi que Nico tenía problemas. Su pegaso retrocedía una y otra vez, y no se dejaba montar.

-Estúpidos pegasos- masculló Nico

-¡Eh!- se quejaron Percy y Poseidón al unísono

Hades empezó a reírse

« ¡Huele como los muertos!», protestaba el animal.

«Bueno, bueno —dijo Blackjack—. Venga, Porkpie. Hay cantidad de semidioses que huelen mal. No es culpa suya. Ah... eh, no me refería a usted, jefe.»

-Yo creo que sí se refería a ti- dijo Connor

— ¡Marchaos sin mí! —Dijo Nico—. No quiero volver a ese campamento, de todos modos.

-¡Oye! Sombritas, eso me ofende- dijo Will

-Regresé ¿No?- murmuró Nico con un ligero sonrojo

Nico —repliqué—, necesitamos tu ayuda.

Él se cruzó de brazos y frunció el ceño. Annabeth le puso una mano en el hombro.

Nico. Por favor.

Poco a poco, su expresión se fue suavizando.

Está bien —accedió, de mala gana—. Lo hago por ti. Pero no voy a quedarme.

-¿Por qué le haces caso a Annabeth?- preguntó Bianca

-Porque ella sí me cae más o menos bien- dijo Nico

-Gracias- murmuró Annabeth

-Traicionado por mi propio primo- dijo Percy de manera dramática

Miré a Annabeth arqueando una ceja, como diciendo: « ¿Desde cuándo te hace caso a ti?» Ella me sacó la lengua.

-Esa es una gran respuesta- bromeó Thalia

Por fin montamos todos y salimos disparados por el aire. Muy pronto sobrevolábamos el East River mientras toda la panorámica de Long Island se extendía a nuestros pies.

Aterrizamos en mitad de la zona de las cabañas y enseguida salieron a recibirnos Quirón y Sileno, el sátiro barrigón, junto con un par de arqueros de Apolo.

-Por supuesto- dijo Apolo

Will hizo una mueca

Quirón arqueó una ceja cuando vio a Nico,

-¡Sorpresa!- gritó Leo

pero si yo esperaba sorprenderle con nuestras últimas noticias, o sea, al contarle que Quintus era Dédalo y que Cronos se había alzado, me llevé un buen chasco.

Quirón alzó una ceja

Me lo temía —dijo—. Debemos apresurarnos. Esperemos que hayas logrado retrasar un poco al señor de los titanes, pero la vanguardia de su ejército ya debe de estar en camino. Y llegará sedienta de sangre. La mayor parte de nuestros defensores se halla en sus puestos. ¡Venid!

En ese instante Dionisio volvió a entrar a la sala, todos los ojos estaban en él, pero el dios simplemente los ignoró, tomó asiento en su trono

Un momento —intervino Sileno—. ¿Qué hay de la búsqueda de Pan? ¡Llegas con casi tres semanas de retraso, Grover Underwood! ¡Tu permiso de buscador ha sido revocado!

-Eso es una gran sincronización- susurró Hermes a Apolo -llega en el momento adecuado

Mi amigo sátiro respiró hondo. Se enderezó y miró a Sileno a los ojos.

Los permisos de buscador ya no importan. El gran dios Pan ha muerto. Ha fallecido y nos ha dejado su espíritu.

— ¿Qué? —Sileno se había puesto rojo como la grana—. ¡Sacrilegios y mentiras! ¡Grover Underwood, serás exiliado por hablar así!

-Estúpido consejo- murmuró Dionisio

Es la verdad —corroboré—. Nosotros estábamos presentes cuando murió. Todos nosotros.

— ¡Imposible! ¡Sois unos mentirosos! ¡Destructores de la naturaleza!

-Eso ni siquiera tiene sentido- dijo Bianca -¿Que ganarán ustedes con inventar algo así?

Los chicos se encogieron de hombros

Quirón miró a Grover fijamente.

Hablaremos de eso más tarde.

— ¡Hablaremos ahora! —Exigió Sileno—. ¡Hemos de ocuparnos...!

-Están a punto de atacar el campamento- gruñó Poseidón

Sileno —lo cortó Quirón—. Mi campamento está siendo atacado. El asunto de Pan ha podido esperar dos mil años. Me temo que deberá esperar un poquito más. Siempre y cuando sigamos aquí esta noche.

-Una nota optimista era lo que hacía falta- dijo Leo

Y con esta nota de optimismo, preparó su arco y echó a galopar hacia el bosque. Los demás nos apresuramos a seguirlo.

Aquélla era la mayor operación militar que había visto en el campamento. Todo el mundo estaba en el claro del bosque, con la armadura de combate completa, pero esta vez no era para jugar a capturar la bandera.

-Eso va a ser más divertido que su jueguito- dijo Ares

-Su idea de diversión asusta- dijo Hermes a Apolo

La cabaña de Hefesto había colocado trampas alrededor de la entrada del laberinto: alambre de espino, fosos llenos de frascos de fuego griego e hileras de estacas aguzadas capaces de repeler una carga.

-Ojalá que sea suficiente- dijo Reyna

Beckendorf se ocupaba de dos catapultas grandes como un camión, que ya estaban cargadas y orientadas hacia el Puño de Zeus. La cabaña de Ares se había situado en primera línea y ensayaba una formación de falange a las órdenes de Clarisse.

-No fallen- masculló Ares

Los miembros de las cabañas de Apolo y Hermes se habían dispersado por el bosque, con los arcos preparados. Muchos habían tomado posiciones en los árboles.

-Muy bien, chicos- murmuró Apolo

Incluso las dríadas estaban armadas con arcos y flechas, y los sátiros trotaban de acá para allá con porras de madera y escudos hechos de corteza basta y sin pulir.

-Sabes que las cosas están muy mal, cuando incluso las dríadas se arman- murmuró Apolo

Annabeth corrió a unirse a sus compañeras de la cabaña de Atenea, que habían instalado una tienda de mando y dirigían las operaciones. Una gran pancarta con una lechuza parpadeaba en el exterior de la carpa.

-Era más que obvio que serían mis hijos quienes dirigieran- dijo Atenea

-Claro, porque no saben pelear- masculló Ares

-Por favor- bufó Atenea -no todas las guerras se ganan con fuerza bruta

Nuestro jefe de seguridad, Argos, hacia guardia en la puerta. Las hijas de Afrodita se afanaban ayudando a todo el mundo a colocarse la armadura y ofreciéndose a desenredar los nudos de nuestros penachos de crin.

-Que buen trabajo- dijo Afrodita encantada -todos saben que no puedes ir a luchar con el penacho enredado

-Porque obviamente es lo primero que se te ocurre al ir a una batalla- dijo Artemisa

-Yo no tengo la culpa de que no tengas sentido de la moda, querida- dijo Afrodita

Incluso los chicos de Dionisio habían encontrado algo que hacer. Al dios en persona no se le veía aún por ninguna parte, pero sus dos rubios hijos gemelos andaban repartiendo botellas de agua y cajas de zumo entre los sudorosos guerreros.

Los chicos que conocieron a los gemelos hicieron una mueca

Parecía estar todo muy bien organizado, pero Quirón murmuró a mi lado:

No bastará.

-Era momento para un comentario positivo- dijo Hermes

-Éramos muy pocos- dijo Quirón

Pensé en lo que había visto en el laberinto: en los monstruos de la pista de combate de Anteo, en el poder de Cronos que yo había sentido en persona en el monte Tamalpais, y se me cayó el alma a los pies.

-Solo son niños- suspiró Hestia

-Esto no está para nada bien- dijo Poseidón

Seguramente Quirón estaba en lo cierto, pero aquél era el ejército que habíamos logrado reunir.

-Es mejor que nada- dijo Hermes tratando de sonar positivo

-Al menos tienen la posibilidad de salvar su hogar- dijo Deméter

Por una vez, me habría gustado que Dionisio estuviera allí, aunque incluso en ese caso no estaba seguro de que hubiera podido hacer nada.

-Hay restricciones- masculló Dionisio - ustedes tienen que salvar su campamento

Cuando se desataba la guerra, los dioses tenían prohibido intervenir directamente. Por lo visto, los titanes no creían en esa clase de restricciones.

Los dioses se removieron incómodos en sus tronos

Grover hablaba con Enebro en lo más alejado del claro. Ella le había tomado las manos mientras escuchaba de sus labios el relato de nuestra aventura. Se le saltaron unas lágrimas verdes al enterarse de lo que le había ocurrido a Pan.

-Al menos ella sí me creyó- dijo Grover

-Lo que pasa es que los demás no querían creerlo- señaló Hestia

Tyson ayudaba a los chavales de Hefesto a preparar las defensas. Tomaba rocas enormes y las apilaba como munición junto a las catapultas.

-Eran muy buenas municiones- asintió Tyson

Quédate a mi lado por ahora, Percy —indicó Quirón—. Cuando empiece la lucha, quiero que esperes hasta que sepamos con qué nos enfrentamos. Debes acudir a donde sean más necesarios los refuerzos.

-Es una buena estrategia- murmuró Atenea -pero él no va a poder solo

-¿Dónde has estado los últimos tres libros?- preguntó Afrodita

-Ningún chico podría solo con un ejército entero- señaló Atenea

Nico y Percy intercambiaron una mirada

Vi a Cronos —le dije, todavía estupefacto yo mismo—. Lo miré fijamente a los ojos. Era Luke... pero no lo era.

-Eso es una explicación muy lógica- dijo Thalia

-Déjame en paz, cara de pino- dijo Percy

Quirón deslizó los dedos por la cuerda de su arco.

Supongo que tenía los ojos dorados. Y que el tiempo, en su presencia, parecía volverse líquido.

Asentí.

-No es exactamente la reunión familiar que no quisiera tener- murmuró Poseidón

-Estoy de acuerdo con el marisco- dijo Hades

Poseidón bufó

— ¿Cómo ha podido apoderarse de un cuerpo mortal?

No lo sé, Percy. Los dioses han asumido la apariencia de seres mortales durante siglos. Pero convertirse realmente en uno de ellos... mezclar la forma divina con la mortal... No sé cómo podría hacerse sin que la forma de Luke se hiciera ceniza.

-Como ya deben saberlo- dijo Atenea -hay un método

-Un método muy malo- dijo Hermes mirando a Luke

Cronos dijo que su cuerpo había sido preparado.

Cuando pienso en lo que significa eso me entran escalofríos. Pero quizá limite el poder de Cronos. Durante algún tiempo, al menos, se halla confinado en una forma humana. Ésta lo mantiene de una pieza. Ojalá también restrinja su potencia.

-Supongo que eso hacía, por eso volvió a ser él después de aquel golpe- dijo Artemisa

Quirón, si es él quien dirige este ataque...

No lo creo, muchacho. Si se estuviera acercando yo lo notaría. No dudo de que lo tuviera planeado así, pero creo que al hacer que se desmoronase la sala del trono sobre él le complicaste las cosas. —Me miró con una expresión de reproche—. Tú y tu amigo Nico, hijo de Hades.

-Uhhhh ya te descubrieron- dijo Connor

-No duró tanto la sorpresa- dijo Leo

Sentí un nudo en la garganta.

Perdona, Quirón. Sé que debería habértelo contado. Es sólo... El alzó la mano.

Entiendo por qué lo hiciste, Percy. Te sentías responsable. Tratabas de protegerlo.

-Aunque no quería la protección- dijo Thalia

Percy se encogió de hombros -Era un niño

Nico rodó los ojos -Puedo cuidarme yo solo

-Awwww- corearon Thalia y Percy para molestarlo

Pero, si queremos salir vivos de todo esto, hemos de confiar el uno en el otro.

Debemos...

Le flaqueó la voz. El suelo había empezado a temblar bajo nuestros pies.

-Vamos a ver que tan capaces son de defenderse- dijo Ares

Todo el mundo se quedó inmóvil. Clarisse gritó una única orden:

— ¡Juntad los escudos!

Entonces el ejército del señor de los titanes surgió como una explosión de la boca del laberinto.

-Esto es muy muy malo- masculló Poseidón agarrando con fuerza su trono

Había asistido a muchos combates en mi vida, pero aquello era una batalla a gran escala.

-No quiso dejar nada a medias- masculló Poseidón

Lo primero que vi fue una docena de gigantes lestrigones que brotaban del subsuelo como un volcán, gritando con tal fuerza que creí que iban a estallarme los tímpanos. Llevaban escudos hechos con coches aplastados y porras que eran troncos de árboles rematados con pinchos oxidados.

-Es lo último en armas- dijo Apolo

Uno de los gigantes se dirigió con un rugido hacia la falange de Ares, le asestó un golpe con su porra y la cabaña entera salió despedida: una docena de guerreros volando por los aires como muñecos de trapo.

-Solo se pusieron en vergüenza- masculló Ares

-¿Que esperabas que hicieran contra un gigante?- preguntó Hermes

-No dejarse vencer tan fácilmente- bufó Ares

« ¡Fuego!», gritó Beckendorf. Las catapultas entraron en acción. Dos grandes rocas volaron hacia los gigantes. Una rebotó en un coche-escudo sin apenas hacerle mella, pero la otra le dio en el pecho a un lestrigón y el gigante se vino abajo.

-Va uno, solo nos quedaban como un millón- dijo Connor

-No seas exagerado- masculló Clarisse

Los arqueros de Apolo lanzaron una descarga y, en un abrir y cerrar de ojos, brotaron docenas de flechas en las armaduras de los gigantes, como si fueran púas de erizo. Algunas se abrieron paso entre las junturas de las piezas de metal y varios gigantes se volatilizaron al ser heridos por el bronce celestial.

-Esos son mis hijos, lo mejores arqueros- dijo Apolo

-De nuevo con eso- dijo Artemisa

-Sabes que tengo razón, hermanita- señaló Apolo

-Ya quisieras- dijo Artemisa

Pero, cuando ya parecía que los lestrigones estaban a punto de ser arrollados, surgió la siguiente oleada del laberinto: treinta, tal vez cuarenta dracaenae con armadura griega completa, que empuñaban lanzas y redes y se dispersaron en todas direcciones.

-Nivel dos- dijo Travis

Algunas cayeron en las trampas que habían tendido los de la cabaña de Hefesto. Una de ellas se quedó atascada entre las estacas y se convirtió en un blanco fácil para los arqueros.

-Es una verdadera lástima- dijo Hermes con sarcasmo

Otra accionó un alambre tendido a ras del suelo y, en el acto, estallaron los tarros de fuego griego y las llamas se tragaron a varias mujeres serpiente, aunque seguían llegando muchas más.

-Tengan cuidado con el fuego griego- dijo Hefesto -también es peligroso para ustedes

Percy hizo una mueca

Argos y los guerreros de Atenea se apresuraron a hacerles frente. Vi que Annabeth desenvainaba su espada y empezaba a luchar con ellas.

-¿Que decías sobre mis hijos?- preguntó Atenea con una nota arrogante en su voz

Ares hizo un gesto para quitarle importancia

Tyson, por su parte, cabalgaba sobre un gigante. Se las había ingeniado para trepar a su espalda y le arreaba en la cabeza con un escudo de bronce.

¡Dong! ¡Dong! ¡Dong!.

-Así se hace, Tyson- dijo Leo

-Ese es otro nivel de batalla- dijo Poseidón con una sonrisa

-Sabes cómo divertirte- dijo Apolo

Quirón apuntaba con calma y disparaba una flecha tras otra, derribando a un monstruo cada vez, pero seguían surgiendo más enemigos del laberinto. Y finalmente, salió un perro del infierno que no era la Señorita O'Leary y arremetió contra los sátiros.

¡Allí! —me gritó Quirón.

-Ese no fue un buen combate- murmuró Grover con un suspiro

Saqué a Contracorriente y me lancé a la carga.

Mientras cruzaba a toda velocidad el campo de batalla, vi cosas terribles.

-No podías voltear a ningún lado sin ver cosas terribles- murmuró Travis

-Así es la guerra, mocoso- dijo Ares

Un mestizo enemigo luchaba con un hijo de Dionisio en un combate muy desigual. El enemigo le dio un tajo en el brazo y luego un golpe en la cabeza con el pomo de la espada. El hijo de Dionisio se desmoronó.

El dios del vino hizo una mueca

Otro guerrero enemigo lanzaba flechas incendiarias a los árboles, sembrando el pánico entre nuestros arqueros y entre las dríadas.

-Te aseguro que no quieres estar en un árbol mientras este se quema- murmuró Will

Una docena de dracaenae abandonó el combate y se deslizó por el camino que conducía al campamento, como si supieran muy bien adonde se dirigían. Si llegaban allí, podrían incendiar el lugar entero. No encontrarían la menor resistencia.

-Además no pueden dejar que lleguen a la fogata de Hestia- dijo Apolo

-¿Por qué?- preguntó Rachel

Apolo sonrió como si hubiera estado esperando ilustrar con su sabiduría a los mortales -Si destruyen el hogar central, el santuario sagrado de Hestia, acabarían con el alma misma del campamento. El valle quedaría maldito y sería inhabitable durante generaciones. El Campamento Mestizo dejaría de existir. **

-Dioses...- murmuró Hazel

Se hizo el silencio en la sala

-Un poquito más de presión para la batalla no está mal- dijo Leo

El único que se hallaba cerca era Nico di Angelo, que acababa de clavarle su espada a un telekhine. La hoja negra de hierro estigio absorbió la esencia del monstruo y chupó su energía hasta convertirlo en un montón de polvo.

-Me alegra ser tu amigo- dijo Leo

-¿Quién dice que somos amigos?- preguntó Nico

-Sombritas... Debemos hablar de tus habilidades sociales- dijo Will

Nico lo miró con horror

Leo sonrió -Todos quieren ser amigos del gran Leo Valdez

— ¡Nico! —grité.

Miró hacia donde yo señalaba, vio a las mujeres serpiente y comprendió en el acto.

-Punto para Nico- dijo Percy

Inspiró hondo y extendió su negra espada.

— ¡Obedéceme! —ordenó.

La tierra tembló. Frente a las dracaenae se abrió una grieta de la que surgió una docena de guerreros muertos.

-Sí, definitivamente me gusta ser su amigo- dijo Leo

Nico rodó los ojos

Eran cadáveres espeluznantes con uniformes militares de distintos períodos históricos: revolucionarios norteamericanos de la guerra de Independencia, centuriones romanos,

-No creí que un chico griego pudiera llamar centuriones romanos para pelar de su lado- comentó Reyna

-Supongo que en la muerte no importa si eres griego o romano- dijo Nico

oficiales de la caballería de Napoleón con esqueletos de caballo... Todos a una, sacaron sus espadas y se abalanzaron sobre las dracaenae. Nico cayó de rodillas; no tuve tiempo de comprobar si se encontraba bien.

-¡Oye!- se quejó Will

Percy se sonrojó -Estábamos en medio de una batalla

Corrí al encuentro del perro del infierno, que estaba haciendo retroceder a los sátiros hacia el bosque. La bestia le lanzó una dentellada a un sátiro, que se apartó con agilidad, pero el golpe lo recibió otro más lento y éste se desplomó con el escudo de corteza destrozado.

-Al menos solo fue el escudo- dijo Hermes

-No solo fue el escudo, los sátiros no tenemos entrenamiento para la lucha a gran escala- dijo Grover con tristeza

— ¡Eh! —grité.

El perro del infierno se volvió con un gruñido y saltó sobre mí. Me habría hecho pedazos con sus garras,

-Es por eso que antes de atacar tienes que hacer una estrategia- dijo Atenea

pero al caer al suelo me encontré un recipiente de barro: uno de los tarros de fuego griego de Beckendorf. Me apresuré a arrojárselo a las fauces y la criatura estalló en llamas. Me aparté, jadeando.

-La mejor estrategia es no tener estrategia- dijo Apolo

-Apoyo eso- dijo Poseidón

- yo- dijo Percy

El sátiro que había sido pisoteado por el perro del infierno no se movía. Corrí a ver cómo estaba, pero en ese momento oí la voz de Grover:

— ¡Percy!

-No fue solo el escudo- suspiró Hermes

Se había desatado un incendio en el bosque. El fuego rugía a tres metros del árbol de Enebro, y ella y Grover estaban enloquecidos tratando de salvarlo.

-Y las cosas empeoran antes de mejorar- dijo Artemisa

El tocaba una canción de lluvia con sus flautas mientras Enebro, ya a la desesperada, trataba de apagar las llamas con su chal verde, aunque lo único que conseguía era empeorar las cosas.

-Ya estábamos bastante desesperados- dijo Grover

Corrí hacia ellos, saltando entre distintos contendientes y colándome entre las piernas de los gigantes.

-Corre Percy- gritó Connor dramáticamente

La fuente de agua más cercana era el arroyo, que quedaba casi a un kilómetro... Tenía que hacer algo. Me concentré. Sentí un tirón en las entrañas y un fragor en los oídos.

-Me encanta cuando hace eso- dijo Travis -excepto cuando nos inunda- bromeó

Un muro de agua avanzó de repente entre los árboles, sofocó el incendio y dejó empapados a Enebro, Grover y casi todos los demás.

-Y a eso me refiero cuando digo que nos inunda- dijo Travis

-Nada mejor que un buen baño en medio de la batalla- bromeó Leo

El sátiro escupió un chorro de agua.

— ¡Gracias, Percy!

— ¡De nada! —Regresé corriendo al combate, al tiempo que la parejita me seguía.

-No hay tiempo que perder- dijo Piper

Él tenía una porra en la mano y ella, una fusta como las que usaban antiguamente en los colegios. Se la veía muy enfadada, como si estuviera dispuesta a zurrarle a alguien en el trasero.

-Sí, esa chica da miedo cuando se enoja- dijo Connor -una vez hicimos una broma cerca de su árbol

-No fue bonito- dijo Travis fingiendo estremecerse

Cuando ya parecía que la batalla estaba otra vez equilibrada y que quizá teníamos alguna posibilidad, nos llegó desde el laberinto el eco de un chillido sobrenatural: un ruido que en mi vida había oído.

-Y así es como aplastan tus esperanzas- se quejó Jason

Y súbitamente Campe salió disparada hacia el cielo, con sus alas de murciélago desplegadas, y fue a aterrizar en lo alto del Puño de Zeus, desde donde examinó la carnicería. Su rostro estaba inundado de una euforia maligna.

-Tal vez pensaba en el banquete que iba a tener- dijo Apolo

-o somos nutritivos- murmuró Leo

-Eso no es gracioso Apolo- masculló Poseidón

Las cabezas mutantes de animales le crecían en la cintura y las serpientes silbaban y se le arremolinaban alrededor de las piernas. En la mano derecha sostenía un ovillo reluciente de hilo, el de Ariadna, pero enseguida lo guardó en la boca de un león, como si fuera un bolsillo, y sacó sus dos espadas curvas.

-No entiendo cómo pudieron sobrevivir- masculló Ares

-No es raro que no entiendas algo- comentó Artemisa

Las hojas brillaban con su habitual fulgor verde venenoso. Campe soltó un chillido triunfal y algunos campistas gritaron despavoridos; otros trataron de huir corriendo y fueron pisoteados por los perros del infierno o por los gigantes.

-Actúan como cobardes- gruñó Ares

-Son niños- dijo Hestia

-Que están entrenados- masculló Ares

— ¡Dioses inmortales! —gritó Quirón. Apuntó con su arco, pero Campe pareció detectar su presencia y echó a volar a una velocidad asombrosa. La flecha pasó zumbando sobre su cabeza sin causarle ningún daño.

-No podía ser tan fácil- se quejó Will

Tyson se soltó del gigante al que había aporreado hasta dejarlo fuera de combate.

Corrió hacia nuestras líneas, gritando:

— ¡En vuestros puestos! ¡No huyáis! ¡Luchad!

-Por fin alguien con sentido- bufó Ares

Un perro del infierno saltó entonces sobre él y ambos rodaron por el suelo.

Campe aterrizó sobre la tienda de mando de Atenea y la aplastó. Corrí hacia ella y me encontré en compañía de Annabeth, que se puso a mi altura con la espada en la mano.

-Ustedes son los mejores compañeros de batalla- dijo Perséfone

Esto puede ser el final —dijo.

Tal vez.

Ha sido un placer combatir contigo, sesos de alga.

Lo mismo digo.

-No se despidan- gritó Poseidón

-A esa despedida le faltó un beso- dijo Afrodita

-Van a la batalla- dijo Piper

-No hay nada más romántico que un beso antes de la batalla, sabiendo que puedes morir- suspiró la diosa

Atenea rodó los ojos

Nos lanzamos juntos al encuentro del monstruo. Campe soltó un silbido y nos lanzó sendas estocadas. Hice una finta para intentar distraerla, mientras Annabeth le daba un mandoble, pero la bestia parecía capaz de combatir con ambas manos a la vez.

-Y ahora no hay nada que la distraiga- murmuró Poseidón

Paró el golpe de Annabeth y ésta tuvo que retroceder de un salto para evitar la nube de veneno. Permanecer cerca de aquella criatura era como meterse en una niebla ácida. Los ojos me escocían y no lograba llenar los pulmones.

Ambos chicos hicieron una mueca al recordar la sensación que producía el Tártaro

Sabía que no podríamos mantenernos firmes más que unos segundos.

— ¡Vamos! —grité—. ¡Necesitamos ayuda!

Pero no llegaba nadie.

-Es momento para entrar en pánico- dijo Leo

-Literalmente- dijo Percy

Algunos lo miraron confundidos

Unos se habían desmoronado y otros luchaban para salvar su propia vida o estaban demasiado aterrorizados para avanzar. Tres flechas de Quirón surgieron de repente en el pecho de Campe, pero ella se limitó a rugir con más fuerza.

-Solo lograron molestarla- murmuró Artemisa

— ¡Ahora! —exclamó Annabeth.

Cargamos juntos, esquivamos los tajos del monstruo, rebasamos su guardia y casi... casi habíamos logrado clavarle nuestras espadas en el pecho cuando de su cintura brotó la cabeza de un oso gigante y tuvimos que retroceder a trompicones para que no nos diese un mordisco mortal.

-No hay nada peor que estar cerca y fallar- comentó Jason

¡BRUUUM!.

Se me nubló de golpe la vista. Cuando quise darme cuenta, Annabeth y yo estábamos en el suelo. El monstruo tenía las patas delanteras sobre nosotros y nos sujetaba firmemente.

-No pude ser- murmuró Poseidón haciendo temblar ligeramente la tierra

Atenea también había palidecido un poco

Cientos de serpientes se deslizaban sobre mí, con unos silbidos que parecían carcajadas. Campe alzó sus dos espadas teñidas de verde y comprendí que ya no teníamos salida.

-¿Te das cuenta que siempre que piensas eso encuentras una salida?- comentó Hazel

-Hay veces que tengo suerte- murmuró Percy

Entonces oí un aullido detrás de mí. Una enorme sombra se abalanzó sobre Campe, quitándola bruscamente de en medio. Ahora era la mole de la Señorita O'Leary lo que teníamos encima, soltando gruñidos y lanzándole dentelladas al monstruo.

-¿Lo ves?- murmuró Hazel con una sonrisa

— ¡Buena chica! —dijo una voz conocida. Dédalo se abría paso con su espada desde la entrada del laberinto, abatiendo enemigos a diestra y siniestra y aproximándose a nosotros.

Atenea miró el libro con sorpresa

Había alguien más a su lado: un gigante muchísimo más alto que los lestrigones, con un centenar de brazos sinuosos y cada uno de ellos con una roca de buen tamaño.

— ¡Briares! —gritó Tyson, asombrado.

-Llegó- dijo Hazel con una sonrisa encantada

-Sí- dijo Tyson -es el mejor

— ¡Hola, hermanito! —Bramó el gigante—. ¡Aguanta!

Y mientras la Señorita O'Leary se hacía rápidamente a un lado, el centimano le lanzó a Campe una ráfaga de rocas que parecían aumentar de tamaño al salir de sus manos.

-Descanse en paz, Campe un monstruo al que nadie quería- dijo Leo

Y eran tantas que parecía que la mitad de la tierra hubiera aprendido a volar.

¡BRUUUUUM!.

-No por favor- murmuró Piper

Allí donde se hallaba Campe un segundo antes sólo vi de repente una montaña de rocas casi tan grande como el Puño de Zeus.

-Eso es un buen lanzamiento de rocas- dijo Apolo

-Bastante bueno- estuvo de acuerdo Hermes

El único signo de que el monstruo había existido eran dos puntas verdes de espada que sobresalían por las grietas.

Una oleada de vítores estalló entre los campistas. Pero nuestros enemigos no estaban vencidos aún.

-Pues no- dijo Travis -pero al menos nos dio ánimo

-Y eso era bastante necesario- dijo Hermes -saber que tienen una oportunidad

— ¡Acabad con ellos! —Chilló una dracaena—. ¡Matadlos a todos o Cronos os desollará vivos!

Por lo visto aquella amenaza era más terrorífica que nosotros mismos.

-Pues imagínense ¿El señor del tiempo o un grupo de niños?- preguntó Deméter

-La respuesta es bastante obvia- dijo Hades

Los gigantes se lanzaron en tropel en un último y desesperado intento. Uno de ellos sorprendió a Quirón con un golpe oblicuo en las patas traseras, que lo hizo trastabillar y caer.

Quirón miró el libro con una mueca

Otros seis gigantes gritaron eufóricos y avanzaron corriendo.

— ¡No! —grité, pero estaba demasiado lejos para echar una mano.

-La impotencia de no poder hacer nada- suspiró Jason

Y entonces sucedió.

-¿Que sucedió?- gritaron dramáticamente los Stoll

-Estuvieron ahí- contestó Annabeth

-Yo sí quiero saber- dijo Hermes

-Pues tal vez si me dejaran seguir leyendo...

Grover abrió la boca y de ella surgió el sonido más horrible que he oído. Era como una trompeta amplificada mil veces: el sonido del miedo en estado puro.

-Ahora entiendo porque dijiste que el pánico era de manera literal- dijo Hermes asombrado

-Fue el peor grito que he escuchado en mi vida- dijo Percy

Grover se sonrojó -No fue para tanto

-De no haber sido por ti...- murmuró Annabeth -aquello habría acabado peor

-Lo agradecemos- dijo Connor -pero para la próxima avísanos para taparnos los oídos

-Mejor que no haya una próxima- dijo Percy

Los secuaces de Cronos, todos a una, soltaron sus armas y echaron a correr como si en ello les fuera la vida.

-No serían tan estúpidos para quedarse- dijo Atenea

Los gigantes pisotearon a las dracaenae para huir primero por el laberinto. Los telekhines, los perros del infierno y los mestizos enemigos se apresuraban tras ellos a tropezones. El túnel se cerró, retumbando. La batalla había llegado a su fin.

-Gracias a los dioses- dijo Hazel

-De nada- contestó Apolo

-En realidad fue el sátiro- dijo Hermes

-Arruinas el momento- se quejó Apolo

El claro se quedó de repente en silencio, salvo por el crepitar del fuego en el bosque y los lamentos de los heridos.

-Tétrico- murmuró Frank

Ayudé a Annabeth a ponerse de pie y corrimos hacia Quirón.

— ¿Te encuentras bien? —le pregunté.

-Sí, solo estaba saludando a las hormigas- bromeó Leo

Estaba tendido de lado, tratando en vano de levantarse.

— ¡Qué embarazoso! —masculló—. Creo que me recuperaré. Por suerte, nosotros no les pegamos un tiro a los centauros cuando tienen... ¡aj!, una pata rota.

-Que embarazoso- masculló de nuevo Quirón

Necesitas ayuda —dijo Annabeth—. Voy a buscar a un médico de la cabaña de Apolo.

No —insistió Quirón—. Hay heridas más importantes que atender. ¡Dejadme!

Estoy bien. Grover... luego tenemos que hablar de cómo has hecho eso.

-A ver si así le creen- dijo Hestia

Ha sido increíble —asentí.

Grover se ruborizó.

-Quitando la sensación, de hecho sí fue increíble- dijo Travis

No sé de dónde me ha salido.

Enebro lo abrazó con fuerza.

— ¡Yo sí lo sé!

-Que monada- chilló Afrodita

Antes de que pudiera añadir más, Tyson me llamó: — ¡Percy, deprisa! ¡Es Nico!

Will lo volteó a ver con los ojos entrecerrados y los brazos cruzados

-¡Eso ya pasó!- se defendió Nico

Su ropa negra despedía humo. Tenía los dedos agarrotados y la hierba alrededor de su cuerpo se había vuelto amarilla y se había secado.

Le di la vuelta con todo cuidado y le puse la mano en el pecho. El corazón le latía débilmente.

Ahora todas las miradas estaban sobre Nico

-¿Que te he dicho de sobreexplotar tus poderes?- preguntó Will aún de brazos cruzados

-Era necesario, Solace- dijo Nico

-Nico, debes tener más cuidado, no puedes sobrepasar el límite- dijo Hazel

-No puedes simplemente utilizar tus poderes de esa manera, sin pensar en ti- dijo Reyna

-Aún no controlabas del todos tus poderes Nico, no puedes arriesgarte así- comentó Jason

-Fue de mucha ayuda, pero debes tener más cuidado- dijo Percy

-Dioses...- murmuró Nico pasando una mano por su cara

-Vuelves a hacer algo así...- advirtió Will

-Eso ya pasó- volvió a decir Nico

-No importa- dijo Will

Nico rodó los ojos

-Es lindo saber que hay personas que se preocupan por ti- dijo Bianca

-Hades ¿Piensas decir algo?- preguntó "amablemente" Apolo, era un poco divertido ver la cara sonrojada de Nico mientras lo regañaban

-Ya lo regañaron suficiente- dijo Hades con una pequeñísima sonrisa

-Ya puedes seguir leyendo papá- dijo Will

— ¡Traed néctar! —grité.

Uno de los campistas de Ares se acercó cojeando y me tendió una cantimplora. Le eché a Nico en la boca un chorro de la bebida mágica. Empezó a toser y farfullar, pero sus párpados temblaron y se acabaron abriendo.

-Ya déjenme en paz- masculló Nico al ver las miradas que le daban -tú no, Hazel- dijo al ver que su hermana hacía una mueca

-Oye- se quejó Will

— ¿Qué te ha pasado, Nico? —pregunté—. ¿Puedes hablar?

Asintió débilmente.

Nunca había intentado convocar a tantos a la vez. Me pondré bien.

-Más te vale- dijo Will

-Estoy aquí.- contestó Nico

Lo ayudamos a sentarse y le di un poco más de néctar. Nos miró parpadeando, como si tratara de recordar quiénes éramos, y se fijó en alguien que estaba a mi espalda.

Dédalo —graznó.

Sí, muchacho —dijo el inventor—. Cometí un gran error. He venido a corregirlo.

-Creo que ha llegado el momento- dijo Atenea

Tenía varias heridas que sangraban aceite dorado, pero daba la impresión de estar mejor que la mayoría de nosotros. Al parecer, su cuerpo de autómata se curaba por sí solo rápidamente.

-Las máquinas no son tan frágiles- dijo Hefesto

La Señorita O'Leary le lamía las heridas de la cabeza y le iba dejando el pelo levantado de un modo muy gracioso. Un poco más allá, vi a Briares rodeado de un grupo de campistas y de sátiros maravillados. Tenía un aire tímido, pero estaba firmando autógrafos en armaduras, escudos y camisetas.

-¿Qué clase de persona serías si no tuvieras firmada una camiseta?- preguntó Connor

-Pero si te hace falta tenemos algunas, claro por un precio- dijo Travis

-Así se hace- dijo Hermes

Me encontré con el centimano mientras recorría el laberinto —explicó Dédalo—. Había tenido la misma idea, o sea, venir a echar una mano, pero se había perdido. Nos entendimos enseguida. Los dos veníamos a enmendar nuestras faltas.

— ¡Yuju! —Tyson se puso a dar saltos de alegría—. ¡Sabía que vendrías, Briares!

Yo no lo sabía —dijo el centimano—. Pero tú me ayudaste a recordar quién soy, cíclope. Eres tú el héroe.

-Eso es cierto- dijo Poseidón -creíste en él, gracias a ti es que está ahí

Tyson se sonrojó

Tyson se ruborizó, pero yo le di una palmada en la espalda.

Lo sé desde hace mucho tiempo —dije—. Pero, Dédalo... el ejército del titán sigue ahí abajo. Incluso sin el hilo, regresarán. Darán con el camino tarde o temprano, y esta vez con Cronos al frente.

-Y eso sería aún peor- masculló Hera

Dédalo envainó su espada.

Tienes razón. Mientras el laberinto siga ahí, vuestros enemigos podrán usarlo. Ese es el motivo por el que no puede seguir existiendo.

Atenea hizo una mueca

Annabeth se quedó mirándolo.

Pero ¡tú dijiste que el laberinto está ligado a tu fuerza vital! Mientras estés vivo...

Sí, mi joven arquitecta —asintió Dédalo—. Cuando yo muera, el laberinto morirá también. Así que tengo un regalo para ti.

Annabeth suspiró, Percy la acercó hacia él

Se quitó la mochila de cuero, abrió la cremallera y sacó un portátil plateado de aspecto impecable: era uno de los que habíamos visto en su taller. En la tapa figuraba una A azul.

Todo mi trabajo está aquí —dijo—. Es lo único que logré salvar del incendio. Son notas de proyectos que nunca he empezado, incluidos algunos de mis diseños preferidos. No he podido desarrollarlos en los últimos milenios. No me atrevía a revelar mi trabajo al mundo de los mortales. Pero tú quizá lo encuentres interesante.

-Eran proyectos bastante interesantes- dijo Annabeth

-Es impresionante que te lo haya dado- admitió Atenea

-Te lo mereces totalmente- dijo Thalia

-Estoy de acuerdo- dijo Piper

Le tendió el portátil a Annabeth, que lo miraba como si fuese de oro macizo.

— ¿Y me lo das a mí? ¡Pero esto tiene un valor incalculable! Debe de costar... ¡Yo qué sé cuánto!

-Pero ¿Quién mejor para tenerla que su más grande admiradora y la chica más lista?- dijo Percy

Afrodita dio un chillido

Una pequeña compensación por tu comportamiento —señaló Dédalo—. Tenías razón, Annabeth, sobre los hijos de Atenea. Deberíamos actuar sabiamente, y yo no lo hice. Algún día llegarás a ser una arquitecta más grande que yo. Toma mis ideas y mejóralas. Es lo mínimo que puedo hacer antes de morir.

-Bueno, pasó mucho tiempo escondiéndose- dijo Hades

-Y el laberinto pone en peligro a los semidioses- dijo Hestia

— ¿De morir? —exclamé—. ¡No puedes quitarte la vida! ¡No está bien!

El negó con la cabeza.

No tan mal como ocultarme durante dos mil años a causa de mis crímenes. El genio no disculpa la maldad, Percy. Ha llegado mi hora. Debo afrontar mi castigo.

-Pero no sería justo- murmuró Bianca -el espíritu de Minos está en el tribunal

No tendrás un juicio justo —dijo Annabeth—. El espíritu de Minos está en el tribunal...

Aceptaré lo que sea —respondió él—. Y confío en la justicia del inframundo. Es lo único que podemos hacer, ¿no? —Miró fijamente a Nico y el rostro de éste se ensombreció.

Sí —convino.

-Aunque a veces no hay mucha justicia- dijo Frank

-No- admitió Hazel -pero solo podemos esperar lo mejor

Hades se removió en su trono

— ¿Vas a tomar entonces mi alma para pedir un rescate? —Le preguntó Dédalo—. Podrías usarla para reclamar a tu hermana.

No —respondió Nico—. Te ayudaré a la liberar tu espíritu. Pero Bianca ha muerto. Debe permanecer donde está.

-Sabías que lo entenderías- dijo Bianca

Nico hizo una mueca, pero asintió

Dédalo asintió.

Bien hecho, hijo de Hades. Te estás volviendo sabio. —Luego me miró a mí—. Un último favor, Percy Jackson. No puedo dejar sola a la Señorita O'Leary. Y ella no tiene el menor deseo de regresar al inframundo. ¿La cuidarás tú?

-Eras al único al que no le arrancaría la cabeza-gruñó Clarisse -lamentablemente

Miré el enorme mastín negro, que gimoteaba lastimosamente y seguía lamiéndole el pelo a Dédalo. Pensé que en el edificio de mi madre no se admitían perros, no digamos ya perros como apartamentos, pero aun así contesté:

Sí, claro.

-No la podía dejar sola- dijo Percy

Entonces ya estoy listo para ver a mi hijo... y a Perdix —declaró—. He de decirles lo arrepentido que estoy.

Annabeth tenía lágrimas en los ojos.

Igual que en la sala

-Un gran inventor- suspiró Hefesto

Atenea apretó los labios, pero no dijo nada

Dédalo se volvió hacia Nico, quien sacó su espada. Temí que fuese a matar al viejo inventor,

-Por supuesto que no- dijo Nico rodando los ojos

Pero se limitó a decir:

Ha llegado tu hora finalmente. Queda liberado y reposa.

-¿Ven como a veces sí da miedo?- preguntó Leo

-¡Leo!- exclamó Jason

Una sonrisa de alivio se expandió por el rostro de Dédalo y, en el acto, se quedó paralizado como una estatua. Su piel se volvió transparente, mostrando los engranajes de bronce y la maquinaria que zumbaba en el interior de su cuerpo. Luego la estatua se transformó en ceniza y se desintegró.

-Su alma ya no estaba ahí- dijo Nico -ya no había nada que lo sostuviera

La Señorita O'Leary soltó un aullido. Le acaricié la cabeza, tratando de consolarla. La tierra tembló mientras el antiguo laberinto se desmoronaba: una especie de terremoto que seguramente fue registrado en todas las grandes ciudades del país.

-Te aseguro que sí- murmuró Rachel

Los restos del ejército del titán, esperaba, habían quedado sepultados en algún punto del subterráneo.

-Eso sería una buena noticia- dijo Apolo

-¿Y de que sirve si los monstruos se regeneran una y otra vez?- preguntó Artemisa

Contemplé la carnicería que se había producido en el claro del bosque, y luego los rostros agotados de mis amigos.

Vamos —les dije—. Tenemos cosas que hacer.

-Fin del capítulo- anunció Apolo

-Por fin- dijo Poseidón -este capítulo ha sido horrible

-Dices eso de todos los capítulos- bufó Zeus

-Porque es mi hijo quien los protagoniza- masculló Poseidón

-Recta final- cantó Apolo -¿Quién sigue?