XLIII

Hazel

En la Sala de Trono Charles le llamó la atención a Bianca, él se dio cuenta de que tenía el collar entre sus manos y sonrió, los interrumpió el

—Yo quiero leer

Hades hizo que le pasaran el libro a Piper

—Capítulo XLIII, Hazel— leyó la hija de Afrodita

Montando a Arión Hazel se sentía poderosa, imparable, capaz de controlar totalmente la situación: una combinación perfecta de caballo y humano. Se preguntaba si ser centauro era así.

Muchas miradas indiscretas fueron a Quirón, como si esperaran que lo confirmara

—Digámoslo de alguna manera— dijo Quirón con un leve encogimiento de hombros

—Bueno… Genial— dijo Percy

—Es interesante saberlo— dijo Bianca

Los capitanes de barcos de Seward la habían advertido de que había trescientas millas náuticas hasta el glaciar de Hubbard, un viaje duro y peligroso, pero Arión no tuvo problemas.

—Por eso él es el que manda— dijo Leo

—Nos lo dejó bastante claro— dijo Frank

—Fue muy sútil en dejarlo claro— comentó Percy con sarcasmo

—Por supuesto que lo fue— asintió Frank

Corría sobre el agua a la velocidad del sonido, calentando tanto el aire a su alrededor que Hazel no notaba el frío. A pie, jamás se habría sentido tan valiente. A caballo, se moría de ganas de entrar en combate.

—Lo que hace un buen caballo— dijo Apolo

—No con cualquier caballo te dan ganas de entrar en combate— comentó Hermes

—Por supuesto que no, solo los mejores caballos logran algo así— dijo Apolo

Frank y Percy no parecían tan contentos. Cuando Hazel miró atrás, estaban apretando los dientes, y los ojos les daban vueltas. Las mejillas de Frank se sacudían debido a la fuerza de la gravedad.

—Eso no suena divertido— dijo Miranda

—No fue divertido— confirmó Frank

—No fue algo que quisieras repetir— dijo Percy

—Hazel sí lo quiere repetir— señaló Piper

—En realidad fue genial— dijo Hazel

—Tal vez también debamos ver su definición de genial— comentó Apolo

Percy estaba sentado detrás del todo, agarrándose fuerte, intentando desesperadamente no resbalar de la grupa del caballo. Hazel esperaba que eso no ocurriera. Teniendo en cuenta la forma en que se movía Arión, puede que ella no se diera cuenta de que lo habían perdido hasta que hubieran recorrido cien kilómetros.

—Yo también esperaba lo mismo— asintió Percy

—Habría sido muy malo— dijo Connor

—Imagínate llegar hasta Alaska para que al final te tire un caballo— comentó Miranda

—Eso sería terrible— dijo Percy

—Sobre todo después de la sangre de Gorgona— señaló Thalia

—¿Es que acaso nunca lo van a olvidar?— preguntó Percy

—No— respondió Thalia

—¿Sigues castigado?— preguntó Leo

—Lleva como un día, por supuesto que sigue castigado— comentó Annabeth con una pequeña sonrisa

—Por supuesto— dijo Sally

Percy hizo una mueca

—Tú ya no estás castigado— bromeó Zoé en un susurro rápido a su hermano, Charles muy maduramente le sacó la lengua.

Atravesaron corriendo estrechos y dejaron atrás fiordos azules y acantilados con cascadas que se derramaban en el mar. Arión saltó por encima de un rorcual que había salido a la superficie y siguió galopando, y espantó a una manada de focas de un iceberg.

—Pobres focas que se atravesaron en su camino— dijo Katie

—Espero que a ellas les crean, no como la ballena— señaló Travis

—Ojalá no les vaya tan mal con ese susto— dijo Rachel

—Esperemos que no— murmuró Hazel

Parecía que solo hubieran pasado unos minutos cuando entraron zumbando en una estrecha bahía. El agua adquirió la consistencia del hielo picado con pegajoso sirope azul. Arión se detuvo sobre una losa de turquesa congelada.

—Usted está a punto de llegar a su destino— dijo Leo

—Lo que no hacía mucha gracia en realidad— suspiró Percy

—Y que lo digas— murmuró Frank con una mueca

A unos ochocientos metros de distancia estaba el glaciar de Hubbard. Ni siquiera Hazel, que había visto glaciares antes, pudo asimilar del todo lo que estaba viendo.

—Era muy grande— asintió Percy

—Muy con M mayúscula— asintió Frank

—Suena imponente— dijo Rachel

—Y vaya que lo era— asintió Hazel

Montañas moradas cubiertas de nieve se extendían en ambas direcciones, con nubes flotando alrededor de su parte central como cinturones mullidos. En un enorme valle entre dos de los picos más grandes, un muro de hielo irregular salía del agua y ocupaba todo el cañón.

—Y así suena aún más formidable— dijo Miranda

—No me agrada que estén ahí y mucho menos con lo que dijo Ella— comentó Poseidón

—Eso sería mucha agua para una sola persona— asintió Apolo

—Y ese comentario no ayuda— señaló Poseidón

Percy hizo una mueca

—Definitivamente no— dijo Sally

—Mis disculpas, Sally— dijo Apolo

El glaciar era azul y blanco con vetas negras, como el cerco de nieve sucia que queda en una acera después de que ha pasado una máquina quitanieves, solo que cuatro millones de veces más grande.

—Yo digo que cinco millones de veces— dijo Percy

—Ni ella ni tú, que sean unas 7 veces— comentó Leo

—Ni siquiera lo viste— señaló Piper

—Pero puedo adivinarlo— dijo Leo

—Claro— asintió Percy

En cuanto Arión se detuvo, Hazel notó que la temperatura bajaba. Todo aquel hielo desprendía ondas de frío que convertían la bahía en el frigorífico más grande del mundo.

—Y vaya que sí— dijo Frank

—Ahí jamás tendrías que preocuparte porque se derritiera tu helado— señaló Connor

—Tampoco tendrías que preocuparte por no tener agua fresca— bromeó Piper

—La maravilla helada— dijo Travis

—Aunque creo que no le queda el nombre— murmuró Percy

Lo más inquietante era el ruido de trueno que resonaba a través del agua.

¿Qué es eso? —Frank comtempló las nubes que había sobre el glaciar—. ¿Una tormenta?

No —respondió Hazel—. Es el hielo cuando se resquebraja y se mueve. Millones de toneladas de hielo.

—Ya no suena como una buena atracción turística— dijo Connor

—¿No que era la maravilla helada?— preguntó Chris

—Ya no— respondió Connor

—En realidad suena bastante aterrorizante— señaló Bianca

—Todo eso te haría sentir demasiado pequeño— comentó Calipso

—Y vaya que sí— asintió Frank

¿Quieres decir que esa cosa se está deshaciendo?

Justo entonces, una capa de hielo se desprendió silenciosamente del lado del glaciar y chocó contra el mar, salpicando agua y esquirlas congeladas a varios pisos de altura.

—Creo que eso contesta tu pregunta— dijo Rachel

—Perfectamente contestada— asintió Frank

—No necesitábamos el ejemplo, gracias— dijo Percy

—Era para que quedara más claro— señaló Leo

—Nunca se habían molestado tanto por dar tan buenos ejemplos— dijo Percy

Un milisegundo más tarde, oyeron el sonido: un BUM casi tan estruendoso como el de Arión al superar la barrera del sonido.

¡No podemos acercarnos a esa cosa! —dijo Frank.

No nos queda más remedio —contradijo Percy—. El gigante está en la cumbre.

—Lamentablemente— suspiró Frank

—Teníamos que hacerlo, muchas personas contaban con nosotros— dijo Hazel

—Cierto— dijo Percy —y no podíamos fallarles

—Por supuesto que no— murmuró Frank

Arión se rió socarronamente.

Jo, Hazel, dile a tu caballo que tenga cuidado con su lenguaje —dijo Percy.

—Necesitaba una buena lavada con jabón— comentó Percy

—Con jabón industrial— dijo Leo

—Creo que habría estado bien— dijo Percy —Hazel, no le dijiste que tuviera cuidado con su lenguaje

—Lo siento— dijo Hazel con una sonrisa —pero no creo que le importe mucho que le diga

Hazel procuró no reírse.

¿Qué ha dicho?

¿Sin las palabrotas? Ha dicho que puede llevarnos a la cumbre.

—Que bueno que lo dijiste sin las palabrotas— dijo Katie

—No quería que me lavaran la boca con jabón industrial— dijo Percy riendo —además está mi mamá

Sally le sonrió de vuelta

—Claro, que bueno que no lo dijiste— asintió Apolo

—Los modales ante todo— asintió Connor

Frank puso cara de incredulidad.

¡Creía que el caballo no podía volar!

Esta vez Arión relinchó tan furiosamente que hasta Hazel se figuró que estaba soltando un juramento.

—Y vaya juramento— dijo Percy

—Mi culpa— dijo Frank

—Ya nos dimos cuenta— asintió Travis

—No se duda de los caballos super rápidos— dijo Miranda negando con la cabeza

—Por supuesto que no, eso no se hace— dijo Katie

Tío, me han expulsado del colegio por decir cosas más suaves —dijo Percy—. Hazel, tu caballo promete que verás de lo que es capaz en cuanto le des la orden.

Agarraos, entonces, chicos —dijo Hazel con nerviosismo—. ¡Arre, Arión!

—Pues no nos quedaba mucha opción— dijo Frank

—A menos que claro, no que quieran agarrar— señaló Thalia

—Hasta eso, sonaba como buena idea agarrarse— comentó Percy

—Muy buena idea— asintió Frank

Arión salió disparado hacia el glaciar como un cohete fuera de control y atravesó a toda velocidad la nieve medio derretida, como si quisiera retar a la montaña de hielo para ver quién era más valiente de los dos.

—Montaña de hielo vs caballo ¿Quién ganará?— preguntó Leo

—No sé, yo creo que ganó Arión— dijo Percy —aunque la montaña también se veía muy valiente

—Yo también creo que ganó Arión— asintió Frank

—No todos los caballos se pueden enfrentar de esa manera a una montaña de hielo— dijo Hazel

El aire se volvió más frío. El hielo empezó a resquebrajarse más fuerte. A medida que Arión recortaba la distancia, el glaciar se cernió sobre ellos de forma tan amenazante que a Hazel le entró vértigo solo con intentar abarcarlo todo.

—Claro que sí— asintió Frank

—Era imposible verlo todo— dijo Percy —nunca se enfrenten a una montaña de hielo

—Justo pensábamos ir a hacerlo— señaló Connor

—Bueno, ya saben que no es la mejor idea— dijo Percy

—Es bastante bueno saberlo— dijo Leo

El lateral estaba lleno de hendiduras y cuevas, atravesado por crestas dentadas como hojas de hacha. Continuamente se desmoronaban trozos; algunos no eran más grandes que bolas de nieve y otros eran del tamaño de casas.

—Lo que no servía precisamente para el ánimo— dijo Percy

—Pero lo bueno es que tienen a un caballo súper rápido— dijo Miranda

—Y mientras no lo hagan enojar no los tirará por un lado— comentó Thalia

—Lo dudo un poco— murmuró Leo

—Yo lo vi tentado a hacerlo— bromeó Percy

—Arión no lo haría— dijo Hazel

Algunos la miraron como si no pudieran creer sus palabras

Cuando estaban a cincuenta metros del pie del glaciar, un trueno sacudió los huesos de Hazel, y una cortina de hielo que habría cubierto el Campamento Júpiter se desprendió y cayó hacia ellos.

¡Cuidado! —gritó Frank, una advertencia que Hazel consideró ligeramente innecesaria.

—Un poquito— dijo Piper

—Pero solo ligeramente— señaló Rachel

—Claro, era importante especificar que tan innecesaria era— dijo Connor

—Lo siento— dijo Hazel

—No te preocupes— comentó Frank

Arión se le había adelantado. Aceleró bruscamente y zigzagueó entre los desechos, saltando por encima de pedazos de hielo y trepando por la cara del glaciar. Percy y Frank maldijeron como caballos

—Pero ni siquiera era tan malo como todo lo que dijo Arión— señaló Percy

—No, no era tan malo— dijo Frank

—Ni siquiera llegábamos a un 10% de lo malo que dijo Arión— comentó Percy

—No, creo que no nos acercaríamos tanto— dijo Frank —no entiendo caballo, pero bueno

y se agarraron desesperadamente mientras Hazel rodeaba el pescuezo de Arión con los brazos. De algún modo, lograron no caerse al tiempo que Arión escalaba los acantilados, saltando de asidero en asidero con una velocidad y una agilidad imposibles. Era como caer de una montaña al revés.

—Suena horroroso y divertido al mismo tiempo— dijo Travis

—Fue horroroso y divertido— confirmó Percy

—Fue increíble— dijo Hazel

—Fue más horroroso que divertido— murmuró Frank

—Aquí podemos ver qué existen tres tipos de personas— señaló Apolo

Y de repente todo acabó. Arión se detuvo orgullosamente en lo alto de una cima de hielo que se elevaba sobre el vacío. El mar estaba a unos cien metros por debajo de ellos.

—Lo que tampoco sería bueno si se caen— dijo Leo

—No, no suena como una buena idea— murmuró Percy con una mueca

—Sobre todo teniendo en cuenta lo que dijo Ella— señaló Apolo

—Sobre todo así— comentó Frank

—Sobre todo— murmuró Poseidón

Arión lanzó un desafiante relincho que resonó en las montañas. Percy no lo tradujo, pero Hazel estaba segura de que Arión estaba gritando a los caballos que pudiera haber en la bahía: « ¡Chupaos esa, primos!» .

—Algo así— asintió Percy

—Ninguno es tan valiente para enfrentarse a una montaña de hielo, já— dijo Leo

—Creo que es más que obvio que Arión ganó contra la montaña de hielo— señaló Piper

—No nos queda más duda de eso— dijo Rachel

—Todo perfectamente aclarado— asintió Katie

Entonces se giró y echó a correr hacia el interior a través de la cumbre del glaciar, saltando una sima de quince metros de anchura.

¡Allí! —señaló Percy.

—Y ya lo encontraron— suspiró Poseidón

—Por supuesto que lo tenían que encontrar— masculló Ares

—No pasaron por tantas cosas para no hacerlo— dijo Hades

—Como por la sangre de Gorgona— señaló Hermes

—¿Es en serio?— preguntó Percy a nadie en particular

El caballo se detuvo. Delante de ellos había un campamento romano congelado que parecía una espantosa réplica de tamaño gigantesco del Campamento Júpiter. Las trincheras estaban llenas de pinchos de hielo.

Los romanos hicieron una mueca

—Eso suena demasiado extraño— dijo Rachel

—Fue demasiado extraño— asintió Hazel

—Y horroroso— dijo Frank

—Y vaya que sí— dijo Percy

Las murallas de ladrillos de hielo emitían un deslumbrante resplandor blanco. De las torres de los vigías pendían estandartes de tela azul congelada que relucían al sol ártico. No había señales de vida. Las puertas estaban abiertas de par en par. Ningún centinela recorría los muros.

—Una trampa, obviamente— masculló Atenea

—Obviamente— dijo Poseidón

—Es más que claro— dijo Ares

—Ojalá no hubiera sido tan claro— murmuró Frank

Aun así, Hazel notaba una sensación de inquietud en las entrañas. Se acordó de la cueva de Resurrection Bay en la que había ayudado a despertar a Alcioneo: la opresiva sensación de maldad y el constante « bum, bum, bum» , como los latidos del corazón de Gaia.

—Lo que no suena muy bien— dijo Rachel

—Como no era suficiente aterrador— dijo Travis

—Pues parecía que no lo era— comentó Hazel

—Siempre se puede superar al parecer— dijo Frank

—Probablemente tengan un medidor de lo aterrador— comentó Leo

Aquel lugar era parecido, como si la tierra estuviera intentando despertar y consumirlo todo; como si las montañas de ambos lados quisieran aplastarlos a ellos y al glaciar, y hacerlos pedazos.

—Que de hecho podría pasar— dijo Leo

—Y que lo digas— murmuró Piper

—Claro, aquí todo puede pasar— dijo Thalia

—Y vaya que sí— asintió Jason

—También nos estamos dando cuenta de eso— dijo Deméter

—Siete libros sirven para eso— murmuró Hermes

—He leído más libros en este tiempo que en toda mi vida— bromeó Leo

—Es como un récord— dijo Percy riendo

—Quiero mi premio— dijo Leo

—Dioses, que mala influencia son— comentó Connor

Arión trotaba nerviosamente.

Frank, ¿qué te parece si a partir de aquí vamos a pie?

Frank suspiró aliviado.

Creía que no me lo preguntarías nunca.

—Fue una excelente decisión— dijo Frank

—Sí, también para nosotros suena como una buena idea— asintió Miranda

—Muy buena— dijo Frank

Desmontaron y dieron unos pasos vacilantes. El hielo parecía estable, cubierto de un fino manto de nieve que no lo hacía demasiado resbaladizo.

—No sería conveniente tampoco para el gigante— dijo Hermes

—A menos que tenga patas de dragón— comentó Leo —y se pueda aferrar con las patas

—Suena como que podría ser un problema— dijo Connor

—Pero espero que no sea un problema— dijo Chris

—Todo podría suceder— comentó Leo

Hazel espoleó a Arión para que avanzara. Percy y Frank caminaban a cada lado del animal, empuñando la espada y el arco. Se acercaron a las puertas sin que nadie les diera el alto.

—Lo que nos ponía más de los nervios— dijo Percy

—Y que lo digas— murmuró Hazel

—Esa parte de esperar no era tan divertida— comentó Leo

—Nunca es divertida— dijo Percy

—A nadie le gusta— señaló Thalia

Hazel estaba adiestrada para localizar fosos, redes, cuerdas y todas las trampas antiguas a las que las legiones romanas se habían enfrentado durante una eternidad en territorio enemigo, pero no vio nada: solo las puertas heladas abiertas y los estandartes congelados que crujían al viento.

—Aun así era un ambiente muy raro— comentó Frank

—Nos podemos imaginar, porque se parece a su campamento— asintió Miranda

—Se sentiría raro si encontraras algo idéntico a tu campamento— dijo Travis

—Creo que no te animaría mucho encontrar algo así— comentó Chris

Podía ver toda la Via Praetoria. En el cruce de calles, delante del principia de ladrillos de nieve, había una figura alta vestida con una capa oscura, atada con cadenas heladas.

Tánatos —murmuró Hazel.

—De acuerdo, de momento todo va bien— dijo Apolo

—De momento— dijo Poseidón

—Hasta que vean la trampa funcionando— asintió Ares

—Es increíble ver las trampas funcionando— comentó Percy con sarcasmo

Se sintió como si tiraran de su alma, atraída hacia la Muerte como el polvo hacia un aspirador. Se le nubló la vista. Estuvo a punto de caerse de Arión, pero Frank la atrapó y la enderezó.

Te tenemos bien cogida —prometió—. Nadie te va a llevar.

—Que monada— dijo Afrodita —me encantan

—Ya nos dimos cuenta— bufó Hades

—Ay querido, pero es que sí son adorables— señaló Perséfone

—La verdad no pensé que tu madrastra fuera así— susurró Will a Nico

—Yo tampoco— señaló Nico

Hazel le agarró la mano. No quería soltarla. Él era muy robusto, muy reconfortante, pero Frank no podía protegerla de la Muerte. Su vida era frágil como un trozo de madera medio quemado.

Estoy bien —mintió.

Frank hizo una mueca

—Lo siento— dijo Hazel

—Pero es la verdad— murmuró Frank frunciendo ligeramente el ceño

Percy miró a su alrededor con inquietud.

¿No hay defensores? ¿No hay ningún gigante? Tiene que ser una trampa.

Está claro —dijo Frank—. Pero no creo que tengamos alternativa.

—Definitivamente no— dijo Percy

—A veces esas parecen que no existen— comentó Piper

—Se esconden bastante bien y no se pueden encontrar— mencionó Percy

—Claramente que eso es lo que pasa— dijo Leo

—Todos estamos de acuerdo— dijo Thalia

—A veces lo parece— comentó Annabeth

Antes de que Hazel pudiera cambiar de opinión, espoleó a Arión para que cruzara las puertas. La distribución le resultaba muy familiar: los barracones de la cohorte, los baños, el arsenal. Era una réplica exacta del Campamento Júpiter, solo que tres veces más grande.

—Sigo diciendo que extraño— murmuró Jason

—¿Y por qué tendría que ser el Campamento?— preguntó Reyna con el ceño fruncido

—Ojalá no hubiera sido el Campamento— dijo dijo Jason

Incluso a caballo, Hazel se sentía diminuta e insignificante, como si estuvieran atravesando una ciudad modelo construida por los dioses.

—No sé cómo me siento respecto a eso— dijo Apolo

—Tampoco yo, en realidad— dijo Hermes

—Es que a pesar de lo raro que era, también era impresionante— dijo Hazel

—Y vaya que sí— comentó Percy

Se detuvieron a tres metros de la figura de la capa.

Una vez allí, Hazel sintió el imprudente deseo de poner fin a la misión. Sabía que corría más peligro que cuando había luchado contra las amazonas, o cuando había repelido a los grifos, o cuando había escalado el glaciar a lomos de Arión.

—Nos imaginamos— dijo Piper

—Lo más peligroso de toda la misión— dijo Rachel

—Lo más peligroso para el final— murmuró Hazel

—Como siempre— dijo Frank

Sabía instintivamente que Tánatos podría tocarla y que se moriría. Sin embargo, también tenía la sensación de que si no llevaba a cabo la misión, si no se enfrentaba a su destino con valentía, moriría de todas formas, esta vez de cobardía y de fracaso. Los jueces de los muertos no serían indulgentes con ella por segunda vez.

—Es cierto— masculló Hades pensando en que esa vez su hija podría ir a parar a los Campos de Castigo

Hazel se removió un poco incómoda en su lugar

Arión iba a medio galope de acá para allá, percibiendo su intranquilidad.

¿Hola? —Hazel pronunció la palabra haciendo un esfuerzo enorme—. ¿Señor Muerte?

—Señor Muerte no siempre le hace gracia— comentó Hades

—Oh no, a veces es demasiado dramático en cuanto a cómo lo llamas— comentó Perséfone

—Es bueno saberlo— murmuró Hazel

—Sí, recuerdo que una vez lo llamé así y no terminó bien— comentó Apolo

—Todos recordamos esa vez— asintió Hermes

—Nosotros no lo recordamos— murmuró Connor

La figura encapuchada levantó la cabeza.

En un abrir y cerrar de ojos, todo el campo cobró vida. Figuras con armaduras romanas salieron de los barracones, del principia, del arsenal y del comedor, pero no eran humanas.

—Genial— dijo Rachel

—No hay esperanzas de que sean de ayuda para ustedes ¿Verdad?— preguntó Katie

—Nop— respondió Percy

—Lo suponía— dijo Katie

Eran espectros: los fantasmas parlanchines con los que Hazel había vivido durante décadas en los Campos de Asfódelos. Sus cuerpos no eran más que volutas de vapor negro, pero conseguían sostener armaduras de escamas, grebas y cascos.

—Obviamente— dijo Leo

—Porque eso es lo que pasa— dijo Chris

—Pero si son fantasmas ¿No deberían estar de lado de Tánatos?— preguntó Miranda

—No cuando les ofrecen algo mejor que estar en los campos Asfódelos— señaló Hazel

—Eso lo explica todo, gracias— dijo Miranda

Hades hizo una mueca

Llevaban unas espadas cubiertas de escarcha sujetas a la cintura. Pila y cascos dentados flotaban en sus manos humeantes. Los penachos de sus cascos de centurión estaban congelados y andrajosos. La mayoría de los fantasmas iban a pie, pero dos soldados salieron de las cuadras en un carro dorado tirado por unos espectrales corceles negros.

—Lo que fue un poco peor— dijo Frank

—Y que lo digas— murmuró Percy

Cuando Arión vio a los caballos, piafó ultrajado.

—Yo habría hecho lo mismo— señaló Connor

—Le quitaron su momento— comentó Leo

—Espero que les haya dado su merecido por robar su momento— señaló Travis

—Ahí el único caballo que va a mandar es Arión— dijo Katie

Frank cogió su arco.

Sí, ahí está la trampa.

—Ya lo vemos— asintió Leo

—¡Sorpresa!— dijo Percy

—Vaya sorpresa— dijo Annabeth

—Y por eso no nos gustan tus sorpresas— señaló Apolo

XLIV

Hazel

Los fantasmas formaron filas y sitiaron los cruces. Había unos cien en total: menos que una legión entera y más que una cohorte. Algunos llevaban estandartes andrajosos con un rayo de la Duodécima Legión, Quinta Cohorte: la expedición maldita de Michael Varus

Jason hizo una mueca, Piper resopló ahora entendían lo que había dicho Michael sobre perder la Legión en la muerte a manos de Percy Jackson y obviamente, no podían dejar de recordar el "naciste como Romano, muere como Romano" justo antes de que apuñalara a Jason

llevada a cabo en la década de 1980. Otros llevaban estandartes e insignias que Hazel no reconocía, como si hubieran muerto en distintas épocas, en distintas misiones; tal vez ni siquiera hubieran pertenecido al Campamento Júpiter.

—Era difícil saberlo— dijo Frank

—Creo que era imposible saberlo— comentó Percy

—Es muy probable que lo sea— asintió Frank

La mayoría estaban provistos de armas de oro imperial: más oro imperial del que poseía toda la Duodécima Legión. Hazel notaba el poder conjunto de todo ese oro zumbando a su alrededor, todavía más inquietante que el resquebrajamiento del glaciar.

—Vaya— dijo Katie

—¿Y podrías utilizar todo ese oro a tu favor?— preguntó Zoë

—Pues...— comenzó Hazel

—Aquí viene la respuesta— dijo Piper leyendo

Se preguntaba si podría usar su poder para controlar las armas y con suerte desarmar a los fantasmas, pero le daba miedo intentarlo. El oro imperial no era solo un metal precioso. Era mortal para los semidioses y los monstruos.

—Pequeño problema— dijo Rachel

—Lo es— asintió Zoë

—No creo que valga la pena el riesgo— murmuró Poseidón

—Aunque podría ser una buena oportunidad— señaló Atenea

—No a costa de sus vidas— resopló Poseidón

Charles miró a la diosa de la sabiduría con el ceño fruncido

Intentar controlar tanta cantidad al mismo tiempo sería como intentar controlar plutonio en un reactor. Si fracasaba, podría borrar el glaciar de Hubbard del mapa y matar a sus amigos.

—Mejor no— comentó Rachel

—Sí, creo que mejor no utilizarlo— dijo Hazel

—También sonaba bien para mí— dijo Frank

—Y para mí— asintió Percy

¡Tánatos! —Hazel se volvió hacia la figura con capa—. Hemos venido a rescatarle. Si controla a esos fantasmas, dígales que…

Se le quebró la voz. La capucha del dios se desprendió y su capa se cayó al desplegar las alas.

—Conocemos esa reacción— dijo Perséfone

Hades resopló y Hazel se sonrojó

Se quedó solo con una túnica negra sin mangas ceñida a la cintura. Era el hombre más hermoso que Hazel había visto en su vida.

—Estoy de acuerdo— dijo Apolo

—Yo también estoy completamente de acuerdo— dijo Afrodita —ese tipo de verdades no se niegan

Ares gruñó

—¿En serio?— preguntó Katie

Hazel medio asintió

—Querida, no te avergüences todos los que estamos en esta sala y lo conocemos sabemos que es verdad— dijo Afrodita con una sonrisita

—Y vaya que lo es— asintió Apolo

—No lo podemos negar— dijo Deméter —habría sido mejor partido que Hades

—¡Mamá!— se quejó Perséfone

Hades rodó los ojos

Tenía la piel del color de la madera de teca, oscura y brillante como la vieja mesa de espiritismo de la Reina Marie. Sus ojos eran dorados como la miel, iguales que los de Hazel. Era esbelto y musculoso, con un rostro regio y una melena de cabello moreno que le caía por los hombros. Sus alas emitían destellos de tonos azules, negros y morados.

—De acuerdo, vaya— dijo Miranda impresionada

—Wow— murmuraron varios de los presentes que estaba en la sala

—Eso es lo que pasa cuando se hacen dioses de buen humor, salen maravillas como yo y como él— comentó Apolo

—¡Apolo!— mascullaron algunos de los dioses —hay niños

—Por favor, para la próxima avísame para taparme los oídos— murmuró Bianca

—Si lo conocieras, estarías completamente de acuerdo conmigo— señaló Apolo

—Por supuesto que estarían de acuerdo— dijo Afrodita

Charles hizo una mueca.

Hazel se quedó sin respiración.« Hermoso» era la palabra exacta para definir a Tánatos; ni guapo ni macizo ni nada por el estilo. Era hermoso de la misma forma que un ángel es hermoso: eterno, perfecto, lejano.

—Por supuesto— dijo Apolo —¿Ves?

—Entendido— murmuró Bianca

—Quien no esté de acuerdo, probablemente está ciego— dijo Afrodita

Ares rodó los ojos

—¿Se podrían concentrar en la lectura?— masculló Atenea

Oh —se le escapó a Hazel con una vocecilla.

Las muñecas del dios estaban sujetas con unas esposas heladas unidas a unas cadenas que se hundían en el suelo del glaciar. Tenía los pies descalzos, inmovilizados con grilletes alrededor de los tobillos y encadenados también.

Ares hizo una especie de mueca, tenía la leve impresión de que sabía como lo liberarían, porque en realidad su hijo como que no había demostrado mucho de que estaba hecho, esperaba que eso cambiara.

Es Cupido —dijo Frank.

Un Cupido muy cachas —convino Percy.

Nico resopló

—Bueno, claramente mi hijo también es hermoso— dijo Afrodita encantada

—Es debatible— masculló Apolo

Nico estuvo silenciosamente de acuerdo con el dios

Me halagáis —dijo Tánatos. Su voz era tan espléndida como él mismo: grave y melodiosa—. A menudo me confunden con el dios del amor. La muerte tiene más en común con el amor de lo que os imagináis.

—Eso es un dato… Interesante— murmuró Jason

—Vaya, eso es raro— dijo Katie

—Esa clase de información no era la que esperaba— comentó Connor

—Pero es cierto— dijo Afrodita

Apolo y algunos cuantos resoplaron

Pero soy la Muerte. Os lo aseguro.

Hazel no lo dudaba. Se sentía como si estuviera hecha de cenizas. En un segundo se podría desmoronar y ser absorbida por el vacío. Dudaba que Tánatos necesitara tocarla para matarla. Simplemente podía decirle que se muriera.

—Sí— murmuró Hades

—Esa también es información que es buena saber— dijo Leo

—De todos modos aunque lo supieras, no creo que se pudiera hacer algo al respecto— señaló Thalia

Ella se desplomaría en el acto; su alma obedecería aquella hermosa voz y aquellos ojos dulces.

Hemos… hemos venido a salvarle —consiguió decir—. ¿Dónde está Alcioneo?

—Es preocupante que no aparezca— dijo Hermes

—En realidad lo es— asintió Artemisa

—Tal vez solo se estaba preparando para hacer su entrada triunfal— señaló Apolo

—Y vaya entrada triunfal— murmuró Percy

¿A salvarme…? —Tánatos entornó los ojos—. ¿Eres consciente de lo que estás diciendo, Hazel Levesque? ¿Eres consciente de lo que eso significa?

Percy dio un paso adelante.

Estamos perdiendo el tiempo.

—Eso es cierto— dijo Zoë —pueden utilizar esa leve ventaja

—Es que en ese momento todavía no podíamos liberarlo— comentó Percy

—¿No funcionaba romper las cadenas?— preguntó Travis

—Tal vez si dejaras que siguieran leyendo...— masculló Clarisse

Blandió su espada contra las cadenas del dios. El bronce celestial resonó contra el hielo, pero Contracorriente quedó pegada a la cadena como si fuera pegamento. Por la hoja empezó a subir escarcha. Percy tiró frenéticamente del arma.

—El plan no salió como esperaba— dijo Percy

—¿Entonces cómo lo van a liberar?— preguntó Bianca

—Esa es otra sorpresa— murmuró Frank

Frank corrió a ayudarle. Juntos consiguieron soltar a Contracorriente antes de que la escarcha llegara a sus manos.

Eso no dará resultado —explicó simplemente Tánatos—. En cuanto al gigante, está cerca. Esos fantasmas no son míos. Son de él.

—Claro que sí— dijo Chris

—Lo sospechábamos— dijo Leo

Los ojos de Tánatos escudriñaron a los soldados fantasma. Los espectros se movieron incómodos, como si un viento ártico estuviera atravesando sus filas.

Entonces ¿cómo lo soltamos? —preguntó Hazel.

—Creo que no les va a gustar la respuesta— masculló Hades

—No— murmuró Hazel

—Para nada— dijo Percy

Tánatos centró de nuevo su atención en ella.

Hija de Plutón, descendiente de mi amo, tú deberías desear mi liberación menos que nadie.

¿Cree que no lo sé?

—No estoy entendiendo su actitud— dijo Leo

—Tampoco nosotros la entendíamos— comentó Percy

—No era la actitud que esperaba, en realidad— comentó Hazel

—Tampoco nosotros— dijo Frank

—Aunque y n realidad siempre es así— comentó Perséfone

A Hazel le escocían los ojos, pero estaba harta de tener miedo. Hacía setenta años había sido una niña asustada. Había perdido a su madre porque había actuado demasiado tarde. Pero en ese momento era una soldado de Roma. No iba a volver a fracasar. No iba a fallarles a sus amigos.

—Eso es muy valiente— dijo Hestia con una pequeña sonrisa

—Gracias— murmuró Hazel sonrojada

Escuche, Muerte —desenvainó su espada de la caballería, y Arión se encabritó en actitud desafiante—. No he vuelto del inframundo y he viajado miles de kilómetros para que me digan que soy tonta por liberarlo. Si muero, moriré.

Todos voltearon a ver a Hazel impresionados y ella se cohibió un poco ante las miradas, Nico le dió a su hermana una pequeña sonrisa y Hades miró levemente a su hija con cierto orgullo

Lucharé contra todo ese ejército si no me queda más remedio. Usted díganos cómo romper sus cadenas.

Tánatos la observó un instante.

Interesante. ¿Eres consciente de que esos fantasmas fueron en otra época semidioses como tú? Lucharon por Roma.

—¿O sea quiere que lo rescaten o no?— preguntó Miranda

—Creo que sí, pero no— dijo Chris

—Creí que estaría aliviado de ver que lo rescataban o algo así— comentó Katie

—Nosotros también lo creímos— dijo Frank

Murieron sin llevar a cabo sus heroicas misiones. Al igual que tú, los mandaron a los Campos de Asfódelos. Ahora Gaia les ha prometido una segunda vida si luchan por ella. Por supuesto, si me liberas y los vences, tendrán que volver al inframundo, que es donde deben estar.

—Por supuesto— bufó Hades

—Y por lo menos algo podría volver a la normalidad— masculló Hera

—Excepto por el hecho de que atraparon a mi hijo— resopló Hades

Nico hizo una mueca

Les aguarda el castigo eterno por traicionar a los dioses. No se diferencian tanto de ti, Hazel Levesque. ¿Estás segura de que quieres liberarme y condenar a esas almas para siempre?

Frank cerró los puños.

¡No es justo! ¿Quiere que lo liberemos o no?

—¡Exacto!— dijeron varios de los chicos

—Imaginense, todo lo que han pasado como para que no quiera que lo liberen— señaló Leo

—Eso sería muy malo— dijo Percy

—Pésimo— asintió Frank

Justo… —meditó la Muerte—. Te sorprendería la frecuencia con la que oigo esa palabra, Frank Zhang, y el poco sentido que tiene. ¿Es justo que tu vida se consuma tan breve y llena de energía? ¿Fue justo cuando guié a tu madre al inframundo?

—La muerte nunca es justa— dijo Hades

Todos los chicos en la sala hicieron una mueca, todos habían visto eso de que la muerte no era justa y le podría tocar a cualquiera, tocó una fibra sensible en especial con los legados.

Frank se tambaleó como si le hubieran dado un puñetazo.

No —dijo la Muerte tristemente—. No es justo. Y sin embargo, era su momento. No hay justicia en la Muerte. Si me liberáis, cumpliré con mi deber. Pero, naturalmente, esos fantasmas intentarán deteneros.

—Obviamente— dijo Piper

—Porque no podría ser de otra manera— señaló Calipso

Así que, si le soltamos, nos atacará una panda de tíos hechos de humo negro con espadas de oro —resumió Percy—. Muy bien. ¿Cómo rompemos esas cadenas?

Tánatos sonrió.

Solo el fuego de la vida puede fundir las cadenas de la muerte.

—El señor Muerte no es muy cooperativo— murmuró Leo —con sus acertijos y todo

—Leo, eso no fue un acertijo— señaló Jason

—¿No?— preguntó Leo —¿Entonces…? ¡Ah!

¿Puede responder sin acertijos, por favor? —preguntó Percy.

Frank inspiró trémulamente.

No es un acertijo.

No, Frank —dijo Hazel débilmente—. Tiene que haber otra forma.

—Ah— también murmuraron varios de los chicos

—Todos hicieron la misma reacción— dijo Hermes

Ares miró a Frank con algo que si no era preocupación, se le parecía mucho.

Una risa retumbó a través del glaciar. Una voz resonante dijo:

Amigos míos. ¡Os he esperado mucho tiempo!

En las puertas del campamento estaba Alcioneo.

—Tenía que llegar— masculló Poseidón

—No podías esperar que no lo hiciera— señaló Apolo

—No podía no llegar— comentó Artemisa

Hades miró a su hija con cierta preocupación, ojalá no se tuviera que volver a enfrentar a él en específico

Era todavía más grande que el gigante Polibotes que habían visto en California. Tenía la piel de un dorado metálico, una armadura hecha de eslabones de platino y un bastón de hierro del tamaño de un tótem.

—Obviamente necesitaba un bastón— dijo Katie

—De cualquier manera ¿Por qué lo necesitaba?— preguntó Percy

—No lo sé, tú estabas ahí— señaló Connor

—Cierto— dijo Percy —tal vez no puse atención

Sus patas de dragón rojo herrumbre golpearon pesadamente el hielo cuando entró en el campamento. En su cabello rojo con trenzas relucían piedras nunca lo había visto totalmente formado, pero lo conocía mejor que a sus propios padres.

Hades frunció el ceño ante la comparación, Hazel se sonrojó

Ella lo había creado. Durante meses, había extraído oro y piedras preciosas de la tierra para crear a ese monstruo. Conocía los diamantes que usaba de corazón. Conocía el petróleo que corría por sus venas en lugar de sangre. Deseaba destruirlo más que nada en el mundo.

—Y vaya que sí— murmuró Hazel

—Es entendible— comentó Deméter

El gigante se acercó sonriéndole con sus firmes dientes de plata.

¡Ah, Hazel Levesque, me has costado cara! —dijo—. De no haber sido por ti, habría despertado hace décadas, y este mundo ya sería de Gaia. ¡Pero no importa!

—Que siga soñando— dijo Miranda

—Soñar no cuesta nada— asintió Percy

—Aunque a ti te deberían de pagar por tus sueños— señaló Travis

—Voy a meter la solicitud para que lo hagan— prometió Percy

Extendió las manos, jactándose de las filas de soldados fantasmales.

¡Bienvenido, Percy Jackson! ¡Bienvenido, Frank Zhang! Soy Alcioneo, el azote de Plutón, el nuevo amo de la Muerte. Y esta es vuestra nueva legión.

Hades hizo una mueca

—Fin del capítulo— anunció Piper

—Vaya forma de acabar el capítulo— dijo Leo

—Esto se va a poner muy interesante— dijo Ares

—Sigamos leyendo, al parecer ya casi acabamos el libro— señaló Apolo —y no nos vamos a dormir hasta que no hayamos acabado

Unos cuantos chicos (incluyendo a los de la misión) se quejaron

—Al parecer quedan solo 4 capítulos— comentó Piper

—El que se duerma pierde— dijo Connor

—Nosotros no jugamos— dijeron Jason y Piper al mismo tiempo

—¡Demonios!— exclamó Travis

—No lo vamos a terminar hoy, no sé preocupen— comentó Hestia

—Déjalos que se desvelen— dijo Apolo

—No— se quejó Dionisio —los tengo que aguantar todo el día, mínimo que se duerman y se queden callados

—Gracias— murmuraron los chicos

—Como sea— dijo Hermes —Vamos a leer uno más

—Si faltan 4 capítulos— comenzó Percy —¿Eso quiere decir que el libro va a acabar conmigo?

—Probablemente— asintió Piper

Percy hizo un sonidito de protesta

—Por lo menos son tus dos últimos capítulos— comentó Annabeth

—Bueno ya ¿Quien quiere leer?— preguntó Atenea