ANNABETH XLIX, L
XLIX
Annabeth
—Yo voy a leer— dijo Apolo
—Pero sin estarle haciendo al tonto, Apolo— dijo Atenea
—Tampoco le pidas imposibles— comentó Hermes
Apolo resopló y comenzó la lectura
Annabeth había llegado al límite del terror que era capaz de experimentar.
—Empezamos con todo— dijo Hermes
—Es una buena frase para iniciar un capítulo— asintió Apolo
—Supongo que lo es— murmuró Annabeth
—Al menos sabes que ya no vas a poder estar más asustada— señaló Travis
—Un pequeño consuelo— dijo Chris
Había sido atacada por fantasmas chovinistas. Se había roto el tobillo. Un ejército de arañas la había perseguido a través de una sima.
—Sí, lo recuerdo— masculló Annabeth
—Nosotros también recordamos haberlo leído— coincidió Miranda
—Pero estás a un paso de completar la misión— dijo Zoë —una misión que literalmente llevó miles de años
—Jamás pensé que viviría para ver este momento— dijo Apolo
—Eres inmortal— señaló Artemisa rodando los ojos
Ahora, embargada de un intenso dolor, con el tobillo envuelto en unas tablas y plástico de burbujas, y sin más arma que su daga, se enfrentaba a Aracne: un monstruo mitad araña, mitad mujer que quería matarla y hacer un tapiz conmemorativo del acontecimiento.
—Lo de todos los días— murmuró Connor
—Claro ¿A quién no le ha pasado algo así?— preguntó Katie con sarcasmo
Charles y Zoé hicieron una mueca
Durante las últimas horas, Annabeth había temblado, había sudado, había lloriqueado y había contenido tantas lágrimas que su cuerpo simplemente había dejado de tener miedo. Su mente había dicho: « Vale. No puedo estar más asustada de lo que ya estoy » .
—Es sorprendente cómo la mente humana llega a su límite— dijo Dionisio
—Cállate— masculló Atenea
—Bueno, es que lo es— dijo Dionisio
—Sí, gracias— resopló Annabeth
Así que Annabeth empezó a pensar. La criatura monstruosa descendió cuidadosamente de la parte superior de una estatua cubierta de telarañas. Se movía de hilo en hilo, susurrando con placer, sus cuatro ojos brillando en la oscuridad. O no tenía prisa o era lenta. Annabeth esperaba que fuera lenta.
—Pues las arañas no son precisamente lentas— señaló Hermes
—Pero tampoco son taan rápidas— dijo Miranda
—Pues no sé, pregúntale a las moscas que atrapan si no son rápidas— dijo Connor
—Bueno a las moscas las atrapan por su telaraña, no por su rapidez— comentó Lena
—Dice que te calles— dijo Travis mirando a Connor
Tampoco es que eso importara. Annabeth no se encontraba en condiciones de correr, y no le gustaban sus posibilidades en el combate. Probablemente Aracne pesaba varios cientos de kilos. Aquellas patas con púas eran perfectas para atrapar y matar presas.
—¿Por qué la tuviste que hacer tan letal?— preguntó Apolo a Atenea
—No es como que yo lo hubiera elegido así— resopló Atenea
—Pues yo creo sí lo hiciste, al menos de manera inconsciente— argumentó Apolo
Además, seguramente Aracne tenía otros poderes horribles: una picadura venenosa o la capacidad de lanzar telarañas como un Spiderman de la antigua Grecia.
—No, pues entonces me gusta más el Spiderman que nosotros tenemos— dijo Connor
—Definitivamente a mí también— asintió Leo
—Oye, pero las arañas no pican, muerden— dijo Percy con seriedad
—Pero podrían picar de algún otro lado que no fueran sus colmillos— respondió Annabeth
Percy se rió —Sí claro, te equivocaste
—Cállate— dijo Annabeth
—Como la tía preferida, doy permiso para que utilicen esto en su contra— bromeó Piper mirando a los hermanos Jackson
—También yo— asintió Percy
—Pero sin represalias— dijo Zoé riendo
—Sin represalias— coincidió Percy
—¡Percy!— masculló Annabeth
No. El combate no era la solución. Eso le dejaba el engaño y la inteligencia.
—Bueno, pero son tus fuertes— dijo Miranda
—No estoy segura si fue un cumplido o no— bromeó Thalia
—Creo que fue un insulto disfrazado de cumplido— dijo Connor riendo
—¡No!— exclamó Miranda —sí fue un cumplido
Según las antiguas ley endas, Aracne se había buscado problemas por culpa de su orgullo. Había alardeado de que sus tapices eran mejores que los de Atenea, lo que había desembocado en el primer reality show punitivo de la historia: ¿Crees que sabes tejer mejor que una diosa? Aracne había perdido estrepitosamente.
—En realidad nunca se decidió una ganadora— dijo Apolo
—¿Cómo qué no?— preguntó Piper
—Concéntrate en leer, Apolo— masculló Atenea
—No— dijo Apolo —que sepan el chisme bien
—O sea que ¿Hemos vivido engañados?— señaló Leo
—Sip— coincidió Apolo
—Diría que me sorprende, pero no— murmuró Charles
Annabeth sabía algo sobre el orgullo. También era su gran defecto. A menudo tenía que acordarse de que no podía hacerlo todo sola. No siempre era la mejor en todo. A veces pecaba de estrecha de miras y se olvidaba de las necesidades de las demás personas, incluso de Percy.
Annabeth se sonrojó
—Esa fue una confesión muy grande— dijo Thalia
—Odio estos libros— masculló Annabeth —lo siento Percy
—Está bien— dijo Percy encogiéndose de hombros —entiendo como funciona todo
Y se distraía con facilidad hablando de sus proyectos favoritos. Pero ¿podía usar ese punto débil contra la araña?
—Nadie sabe mejor cómo usar un punto débil que quien posee lo mismo— dijo Perséfone
—Eso es cierto— asintió Apolo
—Bueno sí, supongo que alguien lo sabría si vive con ese punto débil, aunque nunca lo había pensado así— comentó Miranda
—Tampoco yo, pero creo que tiene sentido— coincidió Percy
Tal vez si ganara tiempo… aunque no sabía de qué podía servirle. Sus amigos no podrían alcanzarla, aunque supieran adónde tenían que ir. La caballería no llegaría. Aun así, ganar tiempo parecía mejor opción que morir.
—Cualquier opción es mejor— dijo Apolo
—Sí, definitivamente— asintió Hermes
—Pero de todas maneras ¿Ganar tiempo para qué?— preguntó Dionisio
Atenea le dio una mirada asesina
Trató de mantener una expresión serena, lo que no era fácil teniendo un tobillo roto. Se dirigió cojeando al tapiz más cercano: un paisaje urbano de la antigua Roma.
—Maravilloso —dijo—. Háblame de este tapiz.
—Bueno, en realidad sí era maravilloso— comentó Annabeth
—No lo digas aquí enfrente de Atenea— dijo Apolo
—Apolo, solo dedícate a leer— masculló la diosa de la sabiduría
—Nop, está mejor estar comentando cada cosa— señaló Apolo
Los labios de Aracne se replegaron sobre sus mandíbulas.
—¿Qué más te da? Estás a punto de morir.
—Bueno, sí —dijo Annabeth—. Pero captaste la luz de una forma increíble. ¿Utilizaste hilo dorado de verdad para los rayos de sol?
—Definitivamente sería una buena manera de captarlo— dijo Rachel
—Pero tiene que ser muy cuidadosa para que se vea de esa manera— comentó Hazel
—Bueno, lamento decepcionarlas, pero aquí dice que lo hizo de otra forma— señaló Apolo
—Sí, su técnica era algo diferente— coincidió Annabeth
El tejido era ciertamente asombroso. Annabeth no tuvo que hacerse la impresionada. Aracne sonrió de satisfacción.
—No, niña. No es oro. Mezclé los colores, contrastando el amarillo intenso con tonos más oscuros. Es lo que le da un efecto tridimensional.
—Vaya. La verdad, suena aún mejor así— dijo Hazel
—No se me hubiera ocurrido que eso podría ser así— dijo Rachel —por supuesto
—Debemos admitir que eso suena bastante inteligente de su parte— comentó Piper
—Y vaya que sí— convino Annabeth
—Es precioso.
La mente de Annabeth se escindió en dos planos: uno que mantenía la conversación y otro que buscaba desesperadamente un plan para sobrevivir. Nada, no se le ocurría nada.
—Bueno, pero todavía la tienes hablando. Eso es bueno— comentó Atenea
—Sí, pero en un momento Aracne se va a cansar— señaló Dionisio con un encogimiento de hombros
—¿No te puedes quedar callado como antes?— bufó Atenea
—No, ya me aburrí de estar callado— dijo Dionisio
Aracne había sido vencida una sola vez, por la mismísima Atenea, y había requerido la magia divina y una increíble destreza en una competición de tejedoras.
—Entonces… —dijo— ¿presenciaste la escena con tus propios ojos?
—Porque en realidad parecía que lo había hecho— dijo Annabeth
—Bueno, tampoco presenció su beso— señaló Apolo
Annabeth y Percy se sonrojaron
—Eso habría sido increíble verlo representado en una obra de arte— suspiró Afrodita
—En realidad sí— dijo Zoé
—Claro, lo ponen en la entrada de su casa— coincidió Leo
Aracne siseó, echando espuma por la boca de una forma no muy atractiva.
—Estás intentando aplazar tu muerte. No dará resultado.
—No, no —insistió Annabeth—. Solo me parece una lástima que estos preciosos tapices no puedan ser apreciados por todo el mundo. Deberían estar en un museo o…
—Bueno, eso no era del todo mentira— dijo Annabeth
—Vaya Atenea, tú hija sí sabe apreciar el arte— dijo Hermes
Atenea lo ignoró
—¿O qué? —preguntó Aracne.
Una idea disparatada acabó de cobrar forma y saltó en la mente de Annabeth, como su madre al salir del coco de Zeus.
—Una idea disparatada, sí, así podrías definir a Atenea— señaló Hermes
Varios de los dioses soltaron una risita discreta
—Nada —suspiró tristemente—. Es una idea absurda. Lástima.
Aracne descendió correteando por la estatua hasta posarse en el escudo de la diosa. A pesar de la distancia, Annabeth podía percibir el hedor de la araña, como si todos los pasteles de un panadería llevaran podridos más de un mes.
—Que asco— dijo Katie
—Vaya que sí, era bastante horrible— dijo Annabeth
—Los pasteles son geniales hasta que ya no sirven— comentó Leo
—Concuerdo con eso— asintió Percy
—¿Qué? —insistió la araña—. ¿Qué idea absurda?
Annabeth tuvo que obligarse a no dar marcha atrás. Con el tobillo roto o sin él, hasta el último nervio de su cuerpo palpitaba de miedo, aconsejándole que escapara de la enorme araña que se cernía sobre ella.
—-Hasta yo que no me dan miedo las arañas, me alejaría— dijo Travis
—Creo que cualquiera lo haría— coincidió Bianca
—Pero Annabeth no tenía precisamente a donde correr— señaló Apolo
—Sí, me di cuenta de eso— suspiró Annabeth
—A mí sí me dan miedo y probablemente lloraría— dijo Zoé
—Y ninguno de nosotros te podría culpar— comentó Travis
—Oh… es solo que me han encargado que rediseñe el monte Olimpo —dijo —. Ya sabes, la guerra de los titanes. He terminado la mayor parte del trabajo, pero necesitamos muchas obras de arte de calidad.
—Eso de pegarle en el ego me gusta— dijo Chris
—Les dije que sabría manejar el punto débil— comentó Perséfone
—Bueno, pero que las obras de arte tenga mi hermosa cara— dijo Apolo
—No creo que te guste el tapiz que ella haría de ti— señaló Deméter
—Si muestra toda mi belleza, sí me va a gustar— dijo Apolo
—No, pues no tiene nada que mostrar— argumentó Hermes
La sala del trono de los dioses, por ejemplo… Estaba pensando que tu obra sería perfecta para exponerla allí. Los dioses del Olimpo por fin podrían apreciar tu talento. Ya he dicho que era una idea absurda.
—Bueno, sí podríamos necesitar nuevas obras— dijo Afrodita
—No de ella— masculló Atenea
—Puedes decir que son tuyas— comentó Hermes encogiéndose de hombros
—Por supuesto que no— resopló Atenea
—Nada te convence— dijo Hermes negando con la cabeza
El abdomen peludo de Aracne tembló. Sus cuatro ojos relucían como si detrás de cada uno hubiera una idea distinta y ella estuviera intentando entretejerlas en una red coherente.
—Estás rediseñando el monte Olimpo —dijo—. Mi obra… en la sala del trono.
—De acuerdo, se lo tragó— dijo Perséfone
Algunos miraron alrededor de la sala como si pudieran ver los tapices de Aracne exhibidos
—Sí tenemos espacio— dijo Hermes
—Cuando alguien nos pregunte por qué somos así, recuerden a nuestro padre— bromeó Connor
—La verdad es que lo explica perfecto— coincidió Leo
—Bueno, también se puede exponer en otros sitios —dijo Annabeth, pensativa —. En el pabellón principal no vendrían mal varios de esos. El del paisaje griego… a las nueve musas les encantaría. Y estoy segura de que los demás dioses también se pelearían por tu obra.
—Seguramente la admiraríamos y diríamos que es mejor para fastidiar a Atenea— comentó Apolo
—¿En serio crees que haríamos eso?— preguntó Hermes
—Nosotros sí lo creemos— dijo Travis
—En realidad sí. Es bastante obvio que lo harían— dijo Percy
Los chicos asintieron de acuerdo
—Porque todos son unos inmaduros— masculló la diosa de la sabiduría
Se pelearían para tener tus tapices colgados en sus palacios. Supongo que, aparte de Atenea, ningún dios ha visto lo que sabes hacer.
—Qué va. En el pasado, Atenea hizo pedazos mis mejores obras.
—¿Y eso por qué?— preguntó Miranda
—La historia de Aracne lo describe por sí misma— dijo Atenea
—Pero ¿Por qué destruir sus tapices si ya la había castigado?— preguntó Katie
—Porque fue antes de que la castigara— señaló Hermes
Mis tapices representaban a los dioses de forma poco favorecedora, ¿sabes? Tu madre no lo comprendía.
—Por supuesto que no— murmuró Annabeth
—Bueno, obviamente no les iba a gustar— comentó Leo
—En cierto sentido, a nadie le gusta que muestren su lado malo— señaló Bianca
—Además nosotros no tenemos lado malo— dijo Apolo
Absolutamente todos los chicos le dieron una mirada de ironía
—Un comportamiento bastante hipócrita —dijo Annabeth—, considerando que los dioses se burlan unos de otros continuamente.
—Pero es como cuando alguien más molesta a tu hermano. Tú puedes burlarte de él, pero nadie más— señaló Apolo
—Voy a conceder eso— dijo Travis
Annabeth rodó los ojos
Creo que el truco sería enfrentar a un dios con otro. A Ares, por ejemplo, le encantaría un tapiz que se burlase de mi madre. Siempre ha guardado rencor a Atenea.
—Animaría la sala— dijo Ares
—Cállate idiota— masculló Atenea
—Ay, lo divertido que sería el Olimpo con esos tapices— suspiró Hermes
—Hasta que te toque a ti — señaló Artemisa
La cabeza de Aracne se inclinó en un ángulo poco natural.
—¿Trabajarías contra tu madre?
—Solo estoy diciendo que a Ares le gustaría —dijo Annabeth—. Y a Zeus le encantaría algo que se burlase de Poseidón.
—La daría una nueva perspectiva a la sala— admitió Zeus
Poseidón resopló
—Sí bueno, seguramente habría más peleas de las normales— comentó Thalia —y como que eso no nos conviene
—Estoy totalmente de acuerdo contigo —asintió Percy
Seguro que si los dioses del Olimpo vieran tu obra, se darían cuenta de lo increíble que es, y yo tendría que negociar una guerra de ofertas.
—Probablemente sí, si puede hacer algo para burlarnos del otro— dijo Hermes
—Pero no para que se burlen de ti— comentó Leo
—Exactamente— asintió Hermes
Respecto a lo de trabajar contra mi madre, ¿por qué no iba a hacerlo? Me ha mandado aquí a morir, ¿no? La última vez que la vi en Nueva York básicamente me repudió
Charles miró a Atenea con absoluto desprecio
Atenea tuvo la decencia de parecer avergonzada, no era ella misma, pero ¿Era suficiente justificación? Algo le decía que no. Esperaba que Annabeth entendiera lo que había pasado Atenea sin su estatua todos estos años, sin parte de ella
Annabeth le contó la historia. Compartía la amargura y el dolor de aquella criatura, y su relato debió de sonar sincero. La araña no se movió
Percy tomó la mano de Annabeth y la acercó más hacía sí mismo
—Así es Atenea —susurró Aracne—. Da de lado a su propia hija. La diosa no permitió que mis tapices se mostraran en los palacios de los dioses. Tenía envidia de mí.
—Pero imagínate que por fin pudieras vengarte.
—¡Matándote!
—Bueno, no exactamente— dijo Leo
—O sea, sí pero no— dijo Connor
—Eso no era parte del plan— comentó Annabeth
—Sí, suponíamos que no lo era— convino Piper
—Porque claro, los dioses hacen algo mal y los semidioses la pagamos— susurró Bianca
—Supongo que sí —Annabeth se rascó la cabeza—. O… dejando que sea tu agente. Yo podría conseguir que tu obra entrara en el monte Olimpo. Podría organizar una exposición para los demás dioses. Cuando mi madre lo descubriera, sería demasiado tarde. Los dioses del Olimpo por fin verían que tu obra es mejor.
—No voy a negarlo, tengo curiosidad por conocer su obra— dijo Hermes
—La verdad es que yo también— asintió Piper
—Es que en realidad era bastante buena— comentó Annabeth
—Además hizo un tapiz de Percy y tú— dijo Thalia —y de algo que nadie más vio y eso no cualuiqera
Percy y Annabeth se sonrojaron
—¡Entonces lo reconoces! —gritó Aracne—. ¡Una hija de Atenea reconoce que soy mejor! Oh, es música para mis oídos.
—Y no estamos seguros si lo dijo por el plan o lo dijo en serio— comentó Apolo
Todos voltearon a ver a Annabeth esperando una respuesta. Annabeth los ignoró
—Yo digo que la que calla, otorga— señaló Hermes
—Todos estamos de acuerdo— asintió Miranda
Atenea rodó los ojos
—Y menudo provecho te ha traído —señaló Annabeth—. Si yo muero aquí abajo, seguirás viviendo en la oscuridad. Gaia destruirá a los dioses, y nunca descubrirán que eras mejor tejedora que Atenea.
—Esperemos que se de cuenta de su error— dijo Chris
—Gaia no le ofrecía la posibilidad de mostrar su arte en el Olimpo— comentó Leo —claramente no era la mejor postora
—Tiene que analizar los pros y los contras— asintió Travis
La araña siseó.
Annabeth temía que su madre apareciera de repente y la maldijera con una terrible desgracia.
—Por otro lado, estaría bien que apareciera— comentó Luke
Annabeth hizo una mueca
—No es solo una cosa de querer, niño— masculló Atenea
—¿No se supone que son dioses?— preguntó Charles con un tono de burla
Antes de que Atenea o alguien pudiera contestar, Apolo siguió leyendo. Percy y Annabeth intercambiaron una mirada
La primera lección que aprendía todo hijo de Atenea era que mamá era la mejor en todo y que nunca jamás debías insinuar lo contrario.
—Sí, disque también tiene esa regla aquí— señaló Hermes
Los demás dioses asintieron, algunos rodaron los ojos
—Bueno, no creo que te vaya a atacar si estás recuperando su estatua más importante— comentó Perséfone
—Aunque no la estuviera recuperando— señaló Atenea
Charles rodó los ojos
Sin embargo, no pasó nada malo. Tal vez Atenea era consciente de que Annabeth solo estaba diciendo esas cosas para salvar su vida. O tal vez Atenea se encontraba en tan mal estado, debatiéndose entre su personalidad griega y su personalidad romana, que ni siquiera estaba prestando atención.
—O también eso puede ser— dijo Perséfone
—Yo digo que un 50/50— dijo Apolo
—Sí, creo que eso podría ser— asintió Dionisio
—No puede ser —masculló Annabeth—. No puedo permitirlo.
—Bueno…
Annabeth se movió, procurando no apoyar el peso en el tobillo herido. Una nueva grieta apareció en el suelo, y retrocedió cojeando.
—No me gusta eso de las grietas en el suelo— dijo Poseidón con una mueca
—A nosotros tampoco— murmuró Percy para sí mismo
Los chicos del Argo II miraron a sus amigos con preocupación
—¡Cuidado! —soltó Aracne—. ¡Los cimientos de este templo se han corroído a lo largo de los siglos!
A Annabeth le dio un vuelco el corazón.
—¿Corroído?
—Demonios— murmuró Zoé
—Eso suena bastante malo— dijo Lena
—¿Y cómo es que puede soportar la estatua?— preguntó Bianca
—Espera, justo lo dice aquí abajo— señaló Apolo
—No tienes ni idea del odio que bulle debajo de nosotras —dijo la araña—. Los pensamientos rencorosos de tantos y tantos monstruos que intentan alcanzar la Atenea Partenos y destruirla… ¡Mis telas son lo único que mantiene la sala en pie, muchacha!
—A cada momento eso se pone peor— dijo Hestia con preocupación
—Y vaya que sí— suspiró Poseidón, tal vez nada le había sucedido a la chica, porque estaba ahí, pero no quería pensar lo que haría su hijo por su novia
Si das un paso en falso, caerás en el Tártaro… y,
En ese momento los dioses se dieron cuenta de que tan malo podía llegar a ser.
—Dioses— murmuró Bianca
—¿Cómo es posible que sea una misión en solitario si tiene esa clase de peligro? — masculló Zoé — tú eres la diosa, debiste al menos intentar ayudar o algo así
Percy intercambió una rápida mirada con Annabeth que decía "te lo dije", era como si cada vez que Zoé o Charles hablaban se tuvieran que preparar para lo inevitable
—Mira niña…— empezó a decir la diosa de la sabiduría antes de que la interrumpiera
—Cállate Atenea, ella tiene razón y por eso estamos aquí. Apolo sigue leyendo— dijo Poseidón
Si las miradas mataran y los dioses fueran mortales, Poseidón estaría muerto
créeme, a diferencia de las Puertas de la Muerte, será un viaje solo de ida, ¡una caída muy dura! No quiero que mueras sin contarme tu plan para mis obras de arte.
—Tiene prioridades— murmuró Apolo
—Perfectamente equilibradas sus prioridades— comentó Artemisa rodando los ojos
—Bueno ¿Qué esperabas después de pasar encerrada tanto tiempo en esa cueva?— señaló Dionisio —obviamente no podría tener mejor sus opciones
Annabeth notaba un sabor a óxido en la boca. « ¿En el Tártaro?» Trató de mantenerse concentrada, pero no era fácil escuchando cómo el suelo crujía y se resquebrajaba, desprendiendo escombros en el vacío que se extendía debajo.
Annabeth hizo una mueca, era un poco difícil escuchar eso sabiendo como aunque hiciera lo que hiciera no podría cambiar el final
—De acuerdo, el plan —dijo Annabeth—. Esto… como he dicho, me encantaría llevar tus tapices al Olimpo y colgarlos por todas partes. Podrías restregarle a Atenea en la cara tu habilidad durante toda la eternidad. Pero la única forma de que pudiera hacerlo… No, es demasiado difícil. Adelante, mátame.
—De acuerdo, pero te pasaste en pedir eso— dijo Thalia
—Lo sé— dijo Annabeth —pero esperaba que no lo quisiera hacer
—Todos esperamos lo mismo, después de que se lo pediste con tanta efusividad— señaló Rachel
—Bueno, pero esa araña no iba a dejar pasar la oportunidad de su vida— argumentó Clarisse
—¡No! —gritó Aracne—. Es inaceptable. Ya no disfruto contemplando la idea. ¡Debo conseguir que mi obra llegue al monte Olimpo! ¿Qué debo hacer?
—Sí ¿Cómo vas a lograr eso?— preguntó Zoë
—Esa es la parte más importante del plan— dijo Annabeth con una pequeña sonrisa
—Solo podemos esperar para ver qué trampa le tendiste— comentó Apolo
—No tendríamos que esperar tanto si te pusieras a leer— señaló Deméter
Annabeth movió la cabeza con gesto de disgusto.
—Lo siento, no debería haber dicho nada. Lánzame al Tártaro o haz lo que quieras.
—¡Me niego!
—No seas ridícula. Mátame.
—Tenías que darle más dramatismo al asunto— dijo Apolo
—Claro, como si no fuera suficiente dramático— dijo Miranda
—Pero así va a pensar que su idea es muy complicada y que por eso no lo quiere decir, para que piense que ella no es suficiente para llevarla a cabo— comentó Zoë
—Al menos no encontraste a alguien tan desesperada porque si no, no habría querido oír la idea— señaló Will
—Más bien, estaba desesperada, pero por ser reconocida— dijo Katie
—¡A mí tú no me das órdenes! ¡Dime lo que tengo que hacer! O… o…
—¿O me matarás?
—¡Sí! ¡No! —la araña se presionó la cabeza con las patas delanteras—.
—Bueno, la tienes comiendo de tu mano— dijo Hermes
—Lo bueno es que no es de manera literal— dijo Piper con una mueca
—Era lo único que me faltaba— comentó Annabeth
Debo exponer mi obra en el monte Olimpo.
Annabeth trató de contener la emoción. Su plan podía dar resultado… pero todavía tenía que convencer a Aracne de que hiciera algo imposible. Entonces se acordó de un buen consejo que le había dado Frank Zhang: « No te compliques» .
—Vaya, no pensé que fuera bueno dando consejos— dijo Frank con una leve sonrisa
—En realidad me sirvió mucho— asintió Annabeth —gracias
—Genial, ahora tenemos más curiosidad por saber lo que pasó— dijo Apolo
—Pues apurate a leer— resopló Dionisio
—Que mandones están hoy— masculló Apolo
—Supongo que podría mover algunos hilos —concedió.
—¡Yo muevo los hilos como nadie! —dijo Aracne—. ¡Soy una araña!
—Buen punto— dijo Leo
—Claro, no sé por qué no lo tomé en cuenta— resopló Annabeth
—Tal vez era el hecho de que tenías precisamente a esa araña frente a ti— dijo Thalia
—Suena probable— concedió Annabeth
—Sí, pero para exponer tu obra en el monte Olimpo, necesitaríamos una audiencia en condiciones. Yo tendría que presentar la idea, hacer una propuesta, preparar una carpeta. Hum… ¿Tienes fotos?
—¿Fotos?
—Siempre hay que tener fotos de tu trabajo— asintió Rachel
—Nunca sabes qué pueda pasar— dijo Charles
Todos excepto sus amigos lo voltearon a ver con sorpresa
—¿Que clase de arte haces?— preguntó Hazel
—Dibujo— murmuró el chico
—Bueno, alguien en esta familia tiene el don del arte— susurró Percy a Annabeth riendo
—Bienvenido al club— dijo Rachel —algún día deberías mostrarnos algo de lo que haces
—No soy tan bueno— comentó Charles
Bianca rodó los ojos —Es realmente bueno, no le hagan caso
La plática rondó sobre eso durante unos momentos
—En blanco y negro brillante… Da igual. La audiencia es lo más importante. Estos tapices son magníficos, pero los dioses necesitarían algo muy especial: algo que te permita lucir tu talento al máximo.
—Obviamente— dijo Dionisio
—No podemos admitir cualquier cosa— coincidió Afrodita
—Suficiente cuando admitimos a Apolo— dijo Hermes
Aracne gruñó.
—¿Estás insinuando que estas no son mis mejores obras? ¿Me estás desafiando a una competición?
—Creo que no entendió el punto— dijo Piper
—Nop— dijo Annabeth —había que explicarle todo con detalle
—¡Oh, no! —Annabeth se rió—. ¿Contra mí? Cielos, no. Eres demasiado buena. Competirías contigo misma para ver si tienes lo que hace falta para exponer tu obra en el monte Olimpo.
—Esa es la competencia más exigente— asintió Apolo
—Siempre tienes que demostrarte algo a ti misma— coincidió Thalia
—Esperemos que ella piense de la misma manera— dijo Will
—Bueno, con la promesa de mostrar sus obras en el Olimpo y ganarle a Atenea, yo creo que sí— dijo Perséfone
—¡Claro que lo tengo!
—Desde luego yo creo que sí. Pero la audiencia, ya sabes… es una formalidad. Me temo que sería muy difícil. ¿Seguro que no quieres matarme?
—Ay Annabeth— dijo Piper
Charles y Zoé intercambiaron una mirada, el mayor tomó la mano de su hermana como consuelo
—¡Deja de decir eso! —chilló Aracne—. ¿Qué debo hacer?
—Te lo enseñaré.
Annabeth se descolgó la mochila. Sacó el portátil de Dédalo y lo abrió. El logotipo de la letra delta brilló en la oscuridad.
—Bueno, queremos ver qué le vas a hacer tejer— dijo Deméter
—Y como eso te va a ayudar— comentó Perséfone
—Dos de las cosas más importantes que necesitamos saber— dijo Poseidón
—¿Qué es eso? —preguntó Aracne—. ¿Una especie de telar?
—En cierto modo —contestó Annabeth—. Es para entretejer ideas. Contiene un diagrama de la obra que crearías.
—Bueno, un telar muy novedoso— dijo Leo
—Claro— asintió Annabeth extrañando un poco su laptop
—Al menos el tejido no es a libre albedrío— dijo Hermes
—¿De que le serviría eso?— preguntó Artemisa
—No sé, pero podría pasar— comentó Hermes
Le temblaban los dedos sobre el teclado. Aracne descendió para mirar justo por encima del hombro de ella. Annabeth no pudo evitar pensar en la facilidad con la que aquellos dientes como agujas se clavarían en su cuello.
—Dioses— murmuró Annabeth — no me estoy ayudando a mí misma
—Ya nos dimos cuenta de eso— dijo Piper
—Pero era lógico pensar algo así, con todo lo que estaba sucediendo— comentó Percy
—Eso es cierto, solemos tener esos pensamientos en los peores momentos— asintió Will
Abrió su programa de visualización tridimensional. Su último diseño seguía visible, la clave del plan de Annabeth, inspirado por la musa más improbable de la historia: Frank Zhang.
—Vaya, eso no nos lo esperábamos— dijo Apolo
—Frank, oficialmente eres la musa de Annabeth— dijo Leo
Frank se sonrojó
—Te dije que me habías ayudado bastante— asintió Annabeth con una pequeña sonrisa
—Oigan, cuidado eh, porque Percy es celoso— bromeó Travis
—Hazel también, eh— dijo Will riendo
Hazel se sonrojó
Annabeth hizo unos cálculos rápidos. Aumentó las dimensiones del modelo y a continuación le enseñó a Aracne cómo se podía crear: hilos de tela tejidos en tiras y luego trenzados en un largo cilindro.
—¿Y eso es no complicarte?— preguntó Connor
—Sí, pero no— dijo Annabeth
—Eso me ayudó mucho a entenderlo— dijo Connor con un poco de sarcasmo
—No te preocupes, probablemente lo diga el libro— señaló Leo
—Sí— suspiró Annabeth
La luz dorada de la pantalla iluminaba la cara de la araña.
—¿Quieres que haga eso? ¡Pero si no es nada! ¡Es muy pequeño y simple!
—El tamaño real sería mucho más grande —advirtió Annabeth—. ¿Ves estas medidas? Naturalmente, sería lo bastante grande para impresionar a los dioses.
—Obviamente— asintió Apolo
—Nos gustan las cosas obstante grandes— comentó Hermes
—Eso se oyó bastante mal— dijo Apolo
—Si van a hacer comentarios como esos avisen para que les tapen los oidos a los niños— señaló Perséfone
—Claro, luego terminan diciendo malas palabras— asintió Piper riendo
Reyna y Rachel se sonrojaron, los demás miraron con confusión. Nico miró a Reyna con curiosidad para que le contara a que se refería Piper
Puede parecer simple, pero la estructura tiene unas propiedades increíbles. Tu seda de araña sería la tela perfecta: suave y flexible, pero dura como el acero.
—Entiendo… —Aracne frunció el entrecejo—. Pero ni siquiera es un tapiz.
—Bueno, yo no entiendo— dijo Connor
—Dejen que Apolo lea para que se enteren y se dejen de quejar— masculló Dionisio
—Pero me gusta quejarme— dijo Connor
—A todos— coincidió Leo
Dionisio resopló
—Por eso es un reto. No es lo que estás habituada a hacer. Una obra así (una escultura abstracta) es lo que los dioses están buscando. Estaría en el vestíbulo de la sala del trono para que todos los visitantes la vieran. ¡Serías eternamente famosa!
—Me gustan las obras abstractas— coincidió Apolo
—Son complejas, pero son geniales— dijo Rachel
—Esperemos que la que cree ella sea buena— dijo Bianca
—Depende de que clase de trampa sea— señaló Zoë
Aracne emitió un zumbido de descontento con la garganta. Annabeth advirtió que no le hacía gracia la idea. Empezó a notar las manos frías y sudorosas.
—Haría falta mucha tela —se quejó la araña—. Más de la que puedo hacer en un año.
—Se tiene que pone a trabajar rápido— comentó Travis
—No, porque hay mucha tela ahí— señaló Katie
—Que está evitando que la cueva se derrumbe— dijo Travis
Annabeth había contado con eso. Había calculado la masa y el tamaño en consecuencia.
—Tendrías que desenredar la estatua —dijo—. Reutilizar la seda.
—Eso es muy buena idea— dijo Grover
—Obviamente Annabeth ya lo tenía contemplado— dijo Katie a su novio
—Obviamente— asintió Travis
—Es algo arriesgado— comentó Atena —pero probablemente dé resultado
Aracne parecía a punto de protestar, pero Annabeth señaló la Atenea Partenos como si no fuera nada.
—¿Qué es más importante: cubrir esa vieja estatua o demostrar que tu arte es el mejor?
—Y creo que la respuesta es bastante sencilla— comentó Nico
—Por su´puesto que no se podía negar a semejante honor— dijo Hazel
—Sería bastante tonta si lo hiciera— dijo Rachel
Por supuesto, deberías tener muchísimo cuidado. Tendrías que dejar suficiente tela para que la sala se mantuviera en pie. Pero si te parece demasiado difícil…
—¡Yo no he dicho eso!
—Pero lo estaba considerando mucho— dijo Perséfone
—Claro, estaba poniendo muchas excusas, lo que quiere decir que no estaba convencida— dijo Hermes
—Pues esperamos que se convenza pronto— señaló Apolo
—De acuerdo. Es solo que… Atenea dijo que crear esta estructura trenzada sería imposible para cualquier tejedora, incluso para ella. Así que si crees que no puedes…
—Otro golpe al ego muy bien dado— asintió Afrodita
—Yo creo que con eso cualquiera acepta hacerlo— dijo Travis
—Pues sí, sobretodo con el hecho de que tu peor enemigo no pudo hacerlo— comentó Miranda —solo para demostrarle que eres mejor
—¿Atenea dijo eso?
—Sí.
—¡Es ridículo! ¡Yo puedo hacerlo!
—¡Genial! Pero tendrías que empezar enseguida, antes de que los dioses del Olimpo elijan a otra artista para sus instalaciones.
—Porque tenemos fila— asintió Apolo
—En realidad no creo que nadie quiera mostrar su arte en el Olimpo— comentó Katie
—¿Por qué no?— preguntó Hermes
—No sé, si no les gusta pueden mandar al artista de la forma mala al Inframundo— señaló KAtie encogiéndose de hombros
Aracne gruñó.
—Si me estás engañando, muchacha…
—Me tendrás aquí mismo como rehén —le recordó Annabeth—. No puedo ir a ninguna parte. Cuando esta escultura esté terminada, coincidirás en que es la obra más increíble que has creado.
—De cierta forma lo fue— comentó Annabeth
—Tiene que superarse a sí misma— dijo Hermes
—Bueno, vamos a ver que tanto se puede superar— señaló Apolo
Si no es así, moriré con mucho gusto.
Percy hizo una mueca —No digas eso nunca más— susurró
—No lo haré— dijo Annabeth y le dio un rápido beso en la boca
—Mira como…— antes de que Helena pudiera terminar, Piper le tapó la boca y le dijo algo en voz baja
Reyna y Rachel se hicieron las desentendidas, por supuesto ahora todos estaban seguros de que ocultaban algo
Aracne vaciló. Sus patas con púas estaban tan cerca que podrían haber empalado a Annabeth de un rápido golpe.
—Está bien —dijo la araña—. Un último reto… ¡contra mí misma!
—Vamos a ver qué tanto puede lograr— dijo Deméter
—Y que tanto va a servir la trampa— comentó Perséfone
—No quiero sonar aguafiestas, sí quiero, pero son los últimos capítulos y no veo que esto vaya por buen camino— señaló Dionisio
—Cállate— masculló Atenea
Aracne trepó por su tela y empezó a desenredar la Atenea Partenos.
—Bueno, genial — murmuró Poseidón
—Después de tanto tiempo— comentó Atenea
—Lograste algo imposible— dijo Artemisa mirando a Annabeth
L
Annabeth
Annabeth perdió la noción del tiempo. Notó que la ambrosía que había comido empezaba a curarle la pierna, pero todavía le hacía tanto daño que el dolor le subía hasta el cuello.
—Lamentablemente la ambrosía no cura tan rápido— dijo Apolo
—Pero al menos ya lo está haciendo, aunque sea poco a poco— dijo Hermes
—Bueno, esperamos que tenga más tiempo para que se cure lo suficiente— comentó Perséfone
A lo largo de las paredes, pequeñas arañas correteaban en la oscuridad, como si estuvieran esperando las órdenes de su ama. Miles de ellas susurraban detrás de los tapices, haciendo que las escenas tejidas se movieran como el viento.
—Sí parece una película de terror— dijo Travis
—Como la de aracnofobia ¿La han visto?— preguntó Leo
—Obviamente no— respondió Zoé —puedo ir a hacer un ritual a las tres de la mañana a un cementerio, pero no voy a ver esa película
—Prioridades— asintió Percy
Annabeth se sentó en el suelo en ruinas y trató de conservar las fuerzas. Mientras Aracne no miraba, intentó conseguir algún tipo de señal con el portátil de Dédalo para ponerse en contacto con sus amigos, pero no tuvo suerte.
—Sería un milagro que hubiera suerte ahí— dijo Apolo
—¿No estamos hablando con dioses?— preguntó Miranda
—Pues sí, pero precisamente a veces los milagros no son posibles— dijo Apolo
—Ya nos dimos cuenta— murmuró Percy
No tenía nada que hacer salvo observar asombrada y horrorizada cómo trabajaba Aracne, moviendo sus ocho patas a una velocidad hipnótica, desenredando los hilos de seda alrededor de la estatua.
—La verdad es que fue toda una experiencia observarla— comentó Annabeth
—Nos podemos imaginar. Es toda una experiencia oir lo que pasó, ahora vivirlo…— dijo Katie
—Definitivamente— asintió Chris
—Pocas personas son capaces de enfrentarse a sus peores miedos— señaló Clarisse
Con su ropa dorada y su luminoso rostro de marfil, la Atenea Partenos era todavía más espeluznante que Aracne. Miraba severamente hacia abajo como diciendo: « Traedme un bocado sabroso o si no, veréis» .
—Yo una vez dije eso también— asintió Apolo
—No nos sorprende, en realidad— dijo Connor
—Pero no puedo creer que la estatua dé más miedo— comentó Bianca
—Es que parece que te va a disparar con su rasho laser— señaló Travis
Algunos de los chicos soltaron una risita
Annabeth se imaginó en la antigua Grecia, entrando en el Partenón y viendo esa enorme diosa con su escudo, su lanza y su pitón, la mano libre sosteniendo a Niké, el espíritu alado de la victoria. Algo así habría bastado para arrugar el chitón de cualquier mortal.
—Ya lo creo— asintió Rachel
—De cualquier persona, no creo que solo de los mortales— comentó Leo
—Concuerdo completamente— convino Frank
Además, la estatua irradiaba poder. Cuando Atenea estuvo desenvuelta, el aire se caldeó a su alrededor. Su piel de marfil brillaba rebosante de vida. Las arañas más pequeñas se agitaron por toda la sala y empezaron a retirarse al pasillo.
—Vaya, eso es realmente genial— dijo Calipso
—Una preocupación menos— dijo Apolo
—Entonces esperamos que el miedo a Atenea sea suficiente para no volver a aparecer— señaló Poseidón
—Todos esperamos que lo sea— asintió Miranda
Annabeth supuso que las telarañas de Aracne habían ocultado y atenuado de algún modo la magia de la estatua. Una vez libre, la Atenea Partenos llenaba la estancia de energía mágica. Siglos de plegarias y de holocaustos de mortales habían sido llevados a cabo en su presencia. La estatua estaba imbuida del poder absoluto de Atenea.
—Y por fin está libre— suspiró Atenea sin poder creerlo aún
—Pero no es bueno que esté libre y justamente ahí— comentó Artemisa —por supuesto, no había otra manera, pero…—la diosa no terminó la frase, era bastante malo lo que podía llegar a pasar en un lugar tan frágil y que terminaba en aquel lugar de horror
Aracne no parecía percatarse. No dejaba de murmurar para sí, contando los metros de seda y calculando el número de hilos que requeriría su labor. Cada vez que vacilaba, Annabeth la animaba y le recordaba lo maravillosamente que quedarían sus tapices en el Olimpo.
—Nunca me imaginé ser porrista de una araña gigante— murmuró Annabeth
—Otra cosa que tachar de tu lista— dijo Percy
—Genial, que rapido se está cumpliendo esa lista— comentó Annabeth
—Lo sé— asintió Percy
La estatua adquirió tal calor y tal brillo que Annabeth pudo apreciar más detalles del templo: la mampostería romana que en su día debía de haber sido de reluciente color blanco, los huesos oscuros de las anteriores víctimas de Aracne y la comida colgada en la telaraña,
—Eso suena asqueroso— dijo Tyson con una mueca
—Creeme que lo era— dijo Annabeth
—Como una persona que ya fue colgada como un pedazo de carne, puedo decir que sí es asqueroso— comentó Piper
—Estoy completamente de acuerdo— asintió Jason
y los enormes cables de seda que conectaban el suelo con el techo. Annabeth vio lo frágiles que eran las baldosas de mármol bajo sus pies. Estaban cubiertas de una fina capa de tela, como una malla que sostuviera un espejo hecho añicos. Cada vez que la Atenea Partenos se movía ligerísimamente, se extendían más grietas por el suelo.
—Mientras que eso suena peligroso, demasiado— dijo Poseidón
—Les dije que todavía faltaba que la logren sacar— señaló Dionisio
—Ay, por mí. Alguien haga que se calle— masculló Apolo
—Por favor, si no es mucha molestia— suspiró Hermes
—Hagan su mejor intento— resopló Dionisio
En algunas zonas había agujeros del tamaño de tapas de alcantarilla. Annabeth casi prefería que todo estuviera otra vez a oscuras. Aunque su plan tuviera éxito y venciera a Aracne, no estaba segura de cómo saldría de esa sala con vida.
—Un problema a la vez— dijo Hermes
Dionisio les dio una mirada de "se los dije"
—Pero los chicos van a rescatarte, entonces hay una oportunidad— dijo Perséfone
—Cierto, creo que así todo sería más fácil— asintió Afrodita
—Hay mucha seda —murmuró Aracne—. Podría hacer veinte tapices.
—¡No pares! —gritó Annabeth—. Lo estás haciendo de maravilla.
—Pero los tapices no serían tan buenos como lo que sea que está haciendo— dijo Deméter
—Exacto— asintió Leo —no le darían la gloria que necesita
—Tiene que ser un poco más complicado— coincidió Piper
La araña siguió trabajando. Después de lo que pareció una eternidad, tuvo una montaña de seda reluciente amontonada a los pies de la estatua. Las paredes de la estancia seguían cubiertas de telas. Los cables de refuerzo que mantenían en pie la sala no habían sido tocados. Pero la Atenea Partenos estaba libre.
—Ya es ganancia— dijo Artemisa
—Vamos un pasito de araña a la vez… ¿Entienden? Porque las arañas son chiquitas— dijo Apolo
—Ya, mejor nada más lee— señaló Hermes rodando los ojos
« Por favor, despierta —rogó Annabeth a la estatua—. Ayúdame, madre» . No pasó nada,
Annabeth hizo una mueca, la verdad es que había tenido esperanza que de alguna manera su madre mandara ayuda, sobretodo para lo que pasó después, y aunque entendía que no estaba precisamente para ayudar, calaba un poco el hecho de que la había dejado totalmente sola
Zoé resopló mirando a la diosa con irritación
pero las grietas parecían estar propagándose por el suelo más rápidamente. Según Aracne, los pensamientos maliciosos de los monstruos habían corroído los cimientos del templo durante siglos. Si eso era cierto, ahora que la Atenea Partenos estaba libre, podría llamar todavía más la atención de los monstruos del Tártaro.
—Definitivamente. Por lo tanto te estás quedando sin tiempo— dijo Artemisa
—La optimista— dijo Apolo
—Es la verdad— señaló Artemisa —y si ellos no llegan a tiempo…
—Pero yo creo que por obvias razones ellos sí llegaron a tiempo— comentó Ares con aburrimiento
Los chicos del Argo II hicieron una mueca
—El diseño —dijo Annabeth—. Debes darte prisa.
Levantó la pantalla del ordenador para que Aracne lo viera, pero la araña le espetó:
—Lo he memorizado, niña. Tengo un ojo de artista para los detalles.
—Vaya, yo tengo ojo de artista, pero no buena memoria— comentó Rachel
—Creo que no se puede tenerlo todo— dijo Hazel
—Pues yo ni ojo de artista, ni buena memoria ni nada— señaló Connor
—Sí lo tienes, para el arte de robar— bromeó Miranda
—Awwww— chillaron Katie y Travis
—Claro. Pero debemos darnos prisa.
—¿Por qué?
—Pues… ¡para poder presentar tu obra al mundo!
—Hum. Muy bien.
—Obviamente, mientras más rápido acabe, más rápido el mundo conocerá su obra— asintió Katie
—Claramente, pero le tiene que echar ganas— dijo Apolo
—Que piense en la increíble recompensa— dijo Will
—Esa será la motivación más grande— coincidió Rachel
Aracne empezó a tejer. Convertir los hilos de seda en largas tiras de tela era una labor lenta. La sala retumbaba. Las grietas que había a los pies de Annabeth se ensanchaban.
Atenea hizo una mueca, tal vez no era buena demostrándolo, pero se preocupaba por su hija. Por supuesto, tener la estatua otra vez era algo muy bueno, había pasado mucho tiempo buscandola y sí, sabía que había sacrificado a varios de sus hijos y claramente era lo importante de la misión, pero le preocupaba el precio que posiblemente tendría que pagar su hija, Aracne tenía razón, matando a Annabeth se habría vengado de ella, solo esperaba que todo saliera bien para su hija.
Si Aracne reparó en ello, no pareció darle importancia. Annabeth consideró la posibilidad de lanzar la araña al pozo de un empujón, pero descartó la idea. El agujero no era lo bastante grande y, además, si el suelo cedía, probablemente Aracne se quedaría colgada de la seda y escaparía, mientras que Annabeth y la antigua estatua se caerían al Tártaro.
—Sí, sería mala idea— dijo Artemisa
Annabeth hizo una mueca
—Entonces mejor que acabe lo que está haciendo y ya con eso tomas una decisión— señaló Hades
—Solo queda esperar— dijo Perséfone
Poco a poco, Aracne terminó las largas tiras de seda y las entretejió. Tenía una técnica perfecta. Annabeth no pudo evitar quedar impresionada. Tuvo otra sombra de duda con respecto a su madre. ¿Y si Aracne era mejor tejedora que Atenea?
—Esa no fue la razón de su castigo— dijo Atenea
—O sea ¿Estás diciendo que Aracne sí era mejor tejedora que tú?— preguntó Apolo con sorna
—Por supuesto que no, pero no la castigué porque supiera tejer— señaló Atenea —fue su descaro y su orgullo por lo que lo hice
Sin embargo, la técnica de Aracne no era lo importante. Ella había sido castigada por orgullosa y descortés. Por muy buena que fueses, no podías ir por ahí insultando a los dioses. Los dioses del Olimpo te recordaban que siempre había alguien mejor que tú, así que no debías ser testaruda.
Los chicos se miraron unos a otros, como si ya no supieran quien tenían la razón, lo que era completamente razonable, al final de cuentas, la historia la escribían los vencedores.
Aun así, que te convirtieran en una monstruosa araña inmortal parecía un castigo muy severo solo por alardear.
—Exactamente— dijo Luke
Atenea le dio una mirada asesina
Aracne empezó a trabajar más deprisa uniendo los hilos. Pronto la estructura estuvo terminada. A los pies de la estatua yacía un cilindro trenzado de tiras de seda de un metro y medio de diámetro y diez metros de largo.
—Por supuesto que sí— dijo Atenea asombrada ante la creatividad de su hija, la verdad incluso para ella había sido complicado saber que es lo que se suponía que tenía que hacer, definitivamente su hija era extremadamente inteligente, pero Annabeth no lucía especialmente orgullosa por que lo que había hecho, más bien se veía nerviosa, mirando al libro como si esperara que en cualquier momento explotara
La superficie relucía como la concha de una oreja marina, pero a Annabeth no le pareció bonita. Era puramente funcional: una trampa. Solo sería bonita si funcionaba.
—¿Tiene que hacer algo?— preguntó Chris
—Sí, algo muy importante— dijo Annabeth
—Pero no tiene ni engranajes ni nada— comentó Luke
—Para este tipo de cosas, no son necesarios— dijo Annabeth
Aracne se volvió hacia ella sonriendo ávidamente.
—¡Ya está! ¡Venga, mi premio! Demuéstrame que cumples tus promesas.
Annabeth examinó la trampa. Frunció el entrecejo y la rodeó andando, inspeccionándola desde todos los ángulos.
—Como una buena jueza de concurso— asintió Apolo
—Le tenía que dar más realismo— dijo Bianca
—Por supuesto que sí— coincidió Annabeth —si no, no se lo iba a creer
A continuación, teniendo cuidado con el tobillo malo, se puso a cuatro patas y se metió a gatas. Había tomado las medidas mentalmente. Si se había equivocado, su plan estaba condenado al fracaso.
—Dioses, y yo no puedo hacer ni una multiplicación simple de manera mental— dijo Miranda
—Ni mental ni escribirla ni nada, al menos no sin ponerme nervioso— dijo Connor
—Y que te estuviera mirando una araña enorme mientras haces los cálculos— comentó Chris
—Dioses ¿Dónde te ponemos el altar, Annabeth?— preguntó Katie
Pero pasó por el túnel de seda sin tocar los lados. La telaraña era pegajosa, pero no hasta extremos insoportables. Salió por el otro lado y sacudió la cabeza.
—Hay un fallo —dijo.
—Al final no fue tan buena tejedora— dijo Thalia
—Queda en el expediente de Aracne que tuvo un fallo— señaló Leo
—Ojalá no lo recuerde— murmuró Annabeth
—¡¿Qué?! —gritó Aracne—. ¡Imposible! He seguido tus instrucciones…
—Dentro —dijo Annabeth—. Entra y míralo tú misma. Está justo en medio… un fallo en el tejido.
Aracne empezó a echar espuma por la boca.
—Creo que se enojó— dijo Piper
—Creo que sí— dijo Jason
—bueno, a nadie le gusta que le digan que se equivocó— señaló Leo
—Pero parte importante del arte es aceptar tus errores— comentó Rachel
Annabeth temía haberla presionado demasiado, y que la araña la atrapara de repente. Se convertiría en otro montón de huesos entre las telarañas. En cambio, Aracne pataleó malhumorada con sus ocho patas.
—Hizo berrinche— dijo Leo
—Sí, también tengo que tachar de la lista "ver a una araña enorme hacer berrinche"— señaló Annabeth
—Cosas que no todo el mundo puede ver— comentó Will
—Yo no cometo errores.
—Oh, es pequeño —dijo Annabeth—. Seguro que puedes arreglarlo. Quiero enseñarles a los dioses tu mejor creación. Mira, entra y compruébalo. Si puedes arreglarlo, se lo enseñaremos a los dioses del Olimpo.
—Ojalá que lo pueda arreglar— dijo Katie
—Todos esperamos eso— asintió Connor
—Claro, debe de tener una oportunidad— coincidió Chris
Serás la artista más famosa de todos los tiempos. Probablemente despedirán a las nueve musas y te contratarán a ti para que supervises todas las obras de arte. La diosa Aracne… sí, no me sorprendería.
—Dudo que con eso no vaya a querer revisar el "error"— dijo Apolo
—La verdad es que si existiera, me daría miedo— comentó Miranda
—Sí, creo que ese tipo de diosa realmente podría convertir nuestro mundo el la peli de aracnofobia— señaló Chris
—La diosa… —Aracne empezó a respirar de forma entrecortada—. Sí, sí. Lo arreglaré.
Asomó la cabeza en el túnel. —¿Dónde está?
—Justo en el medio —la apremió Annabeth—. Adelante. Puede que quepas un poco justita.
—Pero si cabe justa no es exactamente una trampa ¿No?— dijo Connor
—Bueno ¿Quién es la lista; ella o tú?— preguntó Katie
—De acuerdo, buen punto— dijo Connor un poquito indignado
—¡No hay problema! —soltó ella, y entró serpenteando.
Tal como Annabeth esperaba, el abdomen de la araña cabía, pero por poco.
Entró abriéndose paso, y las tiras de seda se ensancharon para darle cabida. Aracne introdujo todo el cuerpo hasta las glándulas hiladoras.
—Y es momento es empujarla por el hoyo que hay— dijo Travis
—Cuanta violencia— dijo Grover
—Pero no me digan que no lo pensaron— señaló Travis
Algunos asintieron de acuerdo
—¡No veo ningún fallo! —anunció.
—¿De verdad? —preguntó Annabeth—. Vaya, qué raro. Sal y echaré otro vistazo.
El momento de la verdad.
—Pausa dramática— dijo Apolo
—¡Apolo!— mascullaron los dioses
—Por eso es que Apolo no debería leer— señaló Hades
—Creo que hago más emocionantes las lecturas— dijo Apolo
Aracne se retorció, tratando de retroceder. El túnel de tela se contrajo a su alrededor y se aferró a ella. La araña trató de avanzar retorciéndose, pero la trampa ya se había pegado a su abdomen.
Se oyó un coro de "ah"
—Por eso dijiste que Frank fue tu musa— señaló Leo
—Ahora que lo hemos descubierto, en realidad tiene sentido— dijo Bianca
—No sé por que no nos dimos cuenta antes— comentó Travis
—Sí, era muy obvio— asintió Zoé
Tampoco podía pasar en esa dirección. Annabeth había temido que las patas con púas de la araña perforaran la seda, pero estaban oprimidas con tanta fuerza contra su cuerpo que apenas podía moverlas.
—¡Genial!— dijeron varios de los chicos, entusiasmados
—Araña mala 0, Annabeth 1— dijo Travis
—Creo que al ser la única que ha llegado hasta ahí, Annabeth lleva como diez mil puntos— señaló Will
—¡¿Qué… qué es esto?! —gritó—. ¡Estoy atrapada!
—Ah —dijo Annabeth—. Me olvidé de decírtelo. Esta obra de arte se llama « las esposas chinas» . O, al menos, es una versión ampliada de ese concepto. Yo la llamo las aracnoesposas chinas.
—Eso es realmente un increíble trabajo— dijo Quirón de manera orgullosa
—Gracias— dijo Annabeth con una pequeña sonrisa
—Me encanta el nombre, vamos a patentarlas— bromeó Connor
—No creo que ninguna araña nos quiera ayudar a hacerlas— señaló Chris
—¡Traición!
Aracne se agitó, se revolcó y se retorció, pero la trampa la sujetaba firmemente.
—Era cuestión de supervivencia —la corrigió Annabeth—.
—Claro que sí— dijo Atenea
—La verdad es increíble— dijo Poseidón
—Y tiene un aire poético de que ella misma tejiera su trampa— comentó Apolo
—No cabe duda que el ingenio humanos es bastante especial— señaló Deméter
Ibas a matarme de todas formas, tanto si te ayudaba como si no, ¿verdad?
—¡Pues claro! Eres hija de Atenea —la trampa se quedó inmóvil—. Quiero decir… ¡claro que no! Yo cumplo mis promesas.
—Nadie lo cree— dijo Chris
—Por supuesto que no, obviamente lo iba a hacer— dijo Zoë
—Era vencer o ser vencido— señaló Nico
—Ajá —Annabeth retrocedió cuando el cilindro entretejido empezó a agitarse de nuevo—. Normalmente estas trampas se hacen con bambú trenzado, pero la seda de araña es mejor. Te inmovilizará, y es demasiado resistente para romperla… incluso para ti.
—¡Ahhh!
—Básicamente cayó por su propia mano— dijo Hermes —que increíble
—La verdad yo creo que a ninguno de nosotros se nos hubiera ocurrido algo así— dijo Thalia
—Por eso Annabeth es increíble— señaló Percy
Annabeth se sonrojó
Aracne empezó a revolcarse y a retorcerse, pero Annabeth se apartó. Pese a tener el tobillo roto, consiguió evitar la gigantesca trampa para dedos.
—¡Acabaré contigo! —prometió Aracne—. Quiero decir… no, me portaré muy bien contigo si me dejas salir.
—Que amable— resopló Piper
— Yo creo amabilidad era su segundo nombre— dijo Will
—Está claro que lo era— dijo Rachel
—Yo de ti reservaría mis energías —Annabeth respiró hondo y se relajó por primera vez desde hacía horas—. Voy a llamar a mis amigos.
—¿Vas… a llamarlos para hablarles de mi obra? —preguntó Aracne esperanzada.
—La esperanza es lo último que muere— comentó Apolo
—Me siento un poco mal, pero a la vez no— dijo Bianca
Percy hizo una mueca, él no se sentía mal por Aracne ella había lastimado a Annabeth, por un lado odiaba el hecho de que la araña hubiera muerto tan rápido
Annabeth escudriñó la habitación. Tenía que haber una forma de enviar un mensaje de Iris al Argo II. Todavía le quedaba agua en la botella, pero ¿cómo podía conseguir suficiente luz y niebla para formar un arcoíris en una caverna oscura?
—Es la pregunta del millón— dijo Hermes
—Eso y el cómo va a sacar la estatua— comentó Hera
—Pequeños detalles— dijo Dionisio
Aracne empezó a revolcarse otra vez.
—¡Vas a llamar a tus amigos para matarme! —chilló—. ¡No moriré! ¡No de esa forma!
Annabeth y Percy intercambiaron una mirada al recordar la forma en la que había acabado, Percy se sonrojó por sus pensamientos anteriores como si pensara que Annabeth los podía haber adivinado
—Tranquilízate —dijo Annabeth—. Te prometo que vivirás. Solo queremos la estatua.
—¿La estatua?
—Sí —Annabeth debería haber dejado el asunto en ese instante, pero su miedo se estaba convirtiendo en ira y rencor—.
—Nos lo esperábamos— dijo Thalia —por eso hacen buena pareja, son un par de imprudentes
—Gracias— dijo Percy con una sonrisa
—Pero bueno, que le diga todo lo que le tiene que decir— comentó Artemisa —al menos se va a desahogar
¿Sabes cuál es la obra que expondré más a la vista en el monte Olimpo? No será tuya. El sitio de la Atenea Partenos está allí, en la plaza central de los dioses.
—¡No! ¡No, eso es terrible!
—La verdad es bastante terrible. Imagínate ver la cara de Atenea todos los días mientras estás en la plaza— dijo Apolo con una mueca
—Cállate Apolo, esto es serio— masculló la diosa de la sabiduría
—Por eso, suficiente con verte en persona,ahora también tendremos que ver a la estatua— señaló Apolo con irritación
—Oh, no será inmediato —dijo Annabeth—. Primero nos llevaremos la estatua a Grecia. Según una profecía, tiene el poder de vencer a los gigantes. Después… no podemos devolverla al Partenón sin más. Eso plantearía demasiadas preguntas.
—Estaría increíble ver que se inventan los mortales— dijo Hermes
—Pues yo me inventaría que un portal apareció y dejó la estatua— dijo Travis
—Yo diría que los ovnis la regresaron— comentó Leo
Estará más segura en el monte Olimpo. Unirá a los hijos de Atenea y pondrá paz entre romanos y griegos. Gracias por guardarla todos estos siglos. Has prestado un gran servicio a Atenea.
—Creo que te pasaste un poquito con eso— dijo Perséfone
—Como para dar el último golpe— dijo Dionisio —me gusta, es un poco dramático
—Lo merecía— señaló Atenea
Aracne gritó y se agitó. Un hilo de seda salió disparado de las glándulas hiladoras del monstruo y se pegó a un tapiz que había en la pared del fondo. Aracne contrajo su abdomen y arrancó a ciegas la tela.
—Ay no— murmuró Katie
—Por supuesto ¡Porque no podían salir bien las cosas!— exclamó Zoé
—Tenía que pasar eso— resopló Atenea
—Lo peor es que no sería peligroso de no ser por esa cueva inestable— masculló Artemisa
Siguió revolcándose al mismo tiempo que disparaba seda al azar, volcaba braseros con fuego mágico y arrancaba baldosas del suelo. La estancia se sacudió. Los tapices empezaron a arder.
—De acuerdo, tienes que salir de ahí— dijo Apolo
—El caso es que cómo lo va a hacer— señaló Perséfone —los demás chicos todavía no llegan, y si esa estatua cae al Tártaro va a haber una guerra civil y con estos semidioses va a ser bastante mala
Los dioses miraron el libro con algo de inquietud
—¡Basta! —Annabeth trató de esquivar cojeando la seda de la araña—. ¡Derribarás toda la cueva y nos matarás a las dos!
—¡Es mejor que verte ganar! —gritó Aracne—. ¡Hijas mías! ¡Ayudadme!
—Lo que faltaba— masculló Thalia
—Obviamente iba a decir eso, porque claramente ya se dio cuenta de que ella no es la que está en desventaja— comentó Hera
—Bueno ¿Y por qué alguien no le puede ayuda?— resopló Luke
Genial. Annabeth había confiado en que el aura mágica de la estatua mantuviera alejadas a las arañas pequeñas, pero Aracne siguió chillando, suplicándoles que la ayudaran.
—Creo que no pueden fingir que no la oyen— dijo Piper con una mueca
—Por supuesto que no— suspiró Annabeth
—Esto iba tan bien y derrepente todo se fue al demonio— dijo Rachel
—Como siempre— masculló Annabeth
Annabeth consideró matar a la mujer araña para que se callara. Resultaría fácil usar su daga en ese momento. Pero tenía reparos en matar a un monstruo que estaba tan indefenso, incluso a Aracne.
—Sin embargo, sería lo mejor— dijo Atenea
—Sí lo hubiera sido— murmuró Annabeth
—El destino tiene formas raras de hacer las cosas— dijo Apolo
Además, si atravesaba con el puñal la seda trenzada, la trampa podría desenredarse. Era posible que Aracne se liberara antes de que Annabeth acabase con ella.
—Sí, no creo que se quiera quedar quieta— dijo Zoë
—No puedes correr ese riesgo— dijo Thalia
—Pero es que está en una posición muy desventajosa— señaló Zoë
Todos esos pensamientos llegaron demasiado tarde. Las arañas empezaron a entrar en tropel en la estancia. La estatua de Atenea brillaba más intensamente. Estaba claro que las arañas no querían acercarse, pero avanzaban muy lentamente, como si se estuvieran armando de valor.
—Probablemente era lo que estaban haciendo— dijo Leo
—Yo creo que sí— dijo Annabeth —lamentablemente no tardaron mucho tiempo en hacerlo
—Lo siento, íbamos tan rápido como podíamos— comentó Percy
—Lo sé— asintió Percy
Su madre estaba pidiendo ayuda a gritos. Acabarían entrando y aplastarían a Annabeth.
—¡Para, Aracne! —gritó—. Yo…
Aracne se retorció en su prisión, apuntando con su abdomen al sonido de la voz de Annabeth.
Annabeth hizo una mueca
—Claro que no se iba a quedar quieta— dijo Rachel
Un hilo de seda la impactó en el pecho como el guante de un boxeador de peso pesado.
Annabeth se cayó agitando las piernas de dolor. Empezó a lanzar tajos como loca a la tela con la daga mientras Aracne la atraía hacia sus glándulas secretoras de seda.
—No puede ser— suspiró Sally, por supuesto, ella ya sabía cómo había terminado eso, lo que lo hacía más horrible, sobre todo sumándole también lo que Charles le había contado ¿No era suficiente? ¿Cuándo tomarían los dioses responsabilidad por lo que hacían y qué iba a pasar cuando todos los demás se enteraran?
Annabeth consiguió cortar el hilo y apartarse a rastras, pero las arañas pequeñas la estaban rodeando. Se dio cuenta de que todos sus esfuerzos no habían sido suficientes. No saldría de allí. Las hijas de Aracne la matarían a los pies de la estatua de su madre. « Percy —pensó—. Lo siento» .
Percy la tomó más fuerte de la mano y cerró los ojos como si tuviera que recordarse a sí mismo que Annabeth estaba justo a su lado. Annabeth lo abrazó durante un momento y le ofreció una pequeña sonrisa que le recordaba que estaban juntos
En ese momento la sala crujió, y el techo de la caverna estalló en un fogonazo de luz abrasadora.
—Esperamos que no sean más malas noticias— dijo Apolo —y con eso, el capítulo acabó
—Dioses, eso fue muy malo— dijo Bianca
—Solo quedan dos capítulos— señaló Apolo —supongo que van a ser sobre Annabeth
Annabeth hizo una mueca
—¿Quieren acabar el libro de una vez?— preguntó Hestia
Los chicos intercambiaron miradas, la mayoría de ellos sabían que había pasado, cómo había terminado todo. Había un dicho que decía "al mal paso darle prisa", sin embargo ni Annabeth ni Percy parecían tener prisa por terminar el libro
—Tal vez sería mejor si lo terminamos mañana— comentó Piper
—O nunca— susurró Percy
Los dioses asintieron, claro que querían ver como terminaba todo, pero dos capítulos se podrían terminar sin ningún problema al día siguiente, ahora era mejor que los chicos descansaran.
Muchos de los semidioses se fueron a los palacios donde dormían, otros se quedaron a charlar entre ellos o simplemente pasear. Rachel y Reyna tenían muchas cosas que discutir, así que ambas fueron las últimas en llegar a donde las esperaban para dormir.
En el Palacio de Afrodita, Piper volvía intentar convencer a Helena para que no dijera nada sobre lo que había visto más temprano, ya que de la nada se había vuelto a acordar y estaba entusiasmada por contarle a Afrodita, además de que trataba de que no dijera la palabra nueva que había aprendido. La niña le sonreía y seguía saltando en la cama.
En el Palacio de Hestia Esperanza le platicaba a Calipso algunas de las cosas que había aprendido a hacer con la magia, por supuesto, la magia de la niña vacilaba de vez en cuando, pero tenía potencial, mientras lo hacía, Calipso le trenzaba el pelo ya que se había convertido en un rutina desde la primera vez que lo habían hecho.
Sammy y Frank aun no regresaban a al Palacio donde se quedaban, habían pedido prestadas las cartas de mitomagia de Nico y se encontraban en un jardín jugando, ambos estaban relajados y se la pasaban la mayor parte del tiempo riendose e intentando hacerle trampa al otro, por supuesto, el acercamiento era poco a poco y era definitivamente mejor que nada.
Otros que tampoco regresaban a sus respectivos Palacios eran Percy y Annabeth que casualmente se habían encontrado con Zoé, Charles y para su sorpresa Tyson, estaban platicando sobre alguna cosa y Tyson aplaudía las idea de que le daba Zoé. Percy y Annabeth decidieron ver si podían unirse a tan divertida plática, los chicos aceptaron, así que ahí estaban oyendo las historias de Zoé y los datos aleatorios que lanzaba sobre los pandas. Entre pausas Annabeth se atrevió a preguntarle a Charles sobre la clase de dibujos que hacía, al principio no contó demasiado, pero luego se fue relajando y empezó a hablar sobre técnicas de dibujos y cosas así. Fue una conversación rara, trataron varios temas en diez minutos.
En el Palacio de Hermes, los hermanos Stoll se esforzaban (demasiado) en avergonzar a Chris frente a Lena, era casi como si tuvieran una lista de todo lo vergonzoso que había hecho el chico a lo largo del tiempo que llevaba en el Campamento y dramatizaban cada una de las cosas, Lena lucía divertida (no es que la hubieran visto mucho así), mientras Chris miraba a sus hermanos mortificado y los intentaba callar (sin resultado), Luke se reía y añadía cosas a las historias de los Stoll.
Mientras tanto en el Palacio de Apolo, Jason estaba tratando de inventar un cuento para Thom, Jason había estado tranquilamente en su cama antes de que el niño llegara y le pidiera que le contara un cuento, en ese momento Jason se quedó en blanco, así que ahora estaba intentando inventar uno suficiente bueno, no ayudaba que Thom había exigido que tuviera aventura de caballeros, y amor, dragones y esqueletos, zombies mutantes y un final feliz.
Bianca escuchaba un poco divertida el esfuerzo de Jason por contar el cuento, aunque la verdad todavía se sentía bastante mal, era como si la tristeza se hubiera vuelto física y le dolía el cuerpo, estaba muy cansada, jugueteó con su collar sin querer cruzar miradas con Will, no sabía qué hacer así que mejor optó por acostarse y tapar su cara con las cobijas. Will sabía que la chica necesitaba tiempo, pero ya iban a terminar el tercer libro y el tiempo se acababa, pero bueno, tal vez mañana sea diferente.
Y en ese momento, Will no sabía que tan diferente sería.
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