ANNABETH XVII, XVIII
XVII
Annabeth
Era la pausa para la comida y Percy y Annabeth fueron en búsqueda de Sally, era mejor que lo supiera de una vez, no querían que fue una sorpresa desagradable, la encontraron con Tyson en el palacio de Poseidón
—Hola— dijo Percy como si no los hubiera visto hace unos minutos
—Hola cariño— dijo Sally sonriendo
—Mamá ¿Podemos hablar contigo?— preguntó Percy
Sally los estudió a ambos, sus expresiones decían que no sería algo bueno
Tyson los miró —Voy con Leo a hacer más experimentos
—De acuerdo, grandullón— dijo Percy con una pequeña sonrisa
—¿Qué pasa chicos?— preguntó Sally
—Bueno, con esto de los libros, creemos que es mejor que sepas algo— murmuró Percy
—Estamos seguros de que va a venir— dijo Annabeth
—De acuerdo— dijo Sally
Percy y Annabeth intercambiaron una mirada y Annabeth empezó a relatar su misión para rescatar la estatua, conforme avanzaba la expresión de Sally se iba ensombreciendo
—No me di cuenta que mi tobillo quedó atorado, fui tan estúpida— dijo Annabeth con la voz entrecortada
—Oye, eso no fue tu culpa— señaló Percy
—Definitivamente no, con todo lo que hiciste, fuiste sumamente valiente— dijo Sally —pero la historia no acaba ahí ¿Verdad?
—No— dijo Annabeth —Arcane me arrastró por el precipicio
—Pero me dijeron que ese llevaba al Tártaro— dijo Sally
—Sí y Annabeth iba a caer, pero la tomé… Pero no podíamos subir
Los hombros de Sally se hundieron
—No había manera de que lo hiciéramos mamá— murmuró Percy con la voz quebrada —no podía y no la iba a dejar
Annabeth se limpió furiosamente las lágrimas
—Ustedes… Ustedes cayeron al Tárataro— dijo Sally, se obligó a no llorar ambos la necesitaban
—Sí— dijo Percy tragando saliva —y las cosas que vimos ahí
—No es un lugar para semidioses— dijo Annabeth amargamente
Le contaron un poco acerca de las cosas que vieron, estremeciéndose ante los recuerdos
—Nosotros también encontramos amigos ahí— la voz de Percy se quebró y no puedo evitar que unas cuántas lágrimas también se deslizaran
—Mis niños— dijo Sally —como desearía que ustedes no hubieran tenido que pasar por todo eso
—Lo siento mucho Sally, por arrastrar a Percy a eso
—Oye no— dijo Percy —estuvimos juntos, era lo que importaba
—Por supuesto que sí— asintió Sally —al menos se tenían el uno al otro
Sally los miró a ambos y acto seguido los abrazó, fue un abrazo cálido y lleno de seguridad, pero también lleno de amor, Annabeth supuso que así es como debería ser una abrazo de una mamá y no puedo evitar que otras tantas lágrimas cayeran.
Cuando se separaron Sally les aseguró que siempre la tendría para hablar y con ella siempre estarían en un lugar seguro
Después de la pausa para comer que para algunos fue bastante complicada y con bastante lágrimas, todos decidieron regresar a la Sala de Trono para poder continuar con la lectura
—Yo voy a leer— dijo Quirón tomando el libro —capítulo XVII, Annabeth
—Genial, ya se repitieron— masculló Annabeth
—Gracias a los dioses— suspiró Hazel
—Entonces en este libro solo tenemos el punto de vista de los griegos— dijo Artemisa
—Y no tenemos ningún problema con eso— murmuró Jason
Annabeth estaba intentando animar a Hazel, relatándole los mejores momentos de Sesos de Alga para entretenerla,
—Eso podría entretener a cualquiera— asintió Thalia
—Te diría que escribieras un libro, pero ya lo escribieron por ti— dijo Leo
—Ya lo hicieron por todos nosotros— señaló Percy
—Pero más por ti— contestó Leo
cuando Frank recorrió dando traspiés el pasillo e irrumpió en su camarote.
—¿Dónde está Leo? —dijo con voz entrecortada—. ¡Despegue! ¡Despegue!
—Antes de que los alcancen los monstruos— dijo Connor
—Pero no sabían que los seguían los monstruos— dijo Rachel
—Y creo que sí necesitan una explicación rápida— señaló Hermes
Las dos chicas se levantaron rápidamente.
—¿Dónde está Percy ? —preguntó Annabeth—.
—Obvio, no le puedes decir que despegue si no sabe dónde está Percy— señaló Thalia
—Obviamente, es como una ley o algo así— dijo Travis
—Tienes que aprender el protocolo— asintió Leo
—Claro, lo siento— dijo Frank
¿Y la cabra? Frank apoyó las manos en las rodillas, tratando de respirar. Tenía la ropa tiesa y mojada, como si la hubiera lavado en almidón puro.
—Una manera de decirlo— comentó Percy
— Definitivamente— coincidió Frank
—Y no fue divertido— dijo Percy
—Nosotros que queríamos intentarlo— dijo Leo negando con la cabeza
—En la cubierta. Están bien. ¡Nos están siguiendo!
Annabeth pasó por su lado dándole un empujón
—Es tu culpa por inteponerte entre su camino a Percy— comentó Travis
—Ahora me doy cuenta— dijo Frank
—Para la próxima no lo hagas— dijo Miranda
—Por tu bien— señaló Thalia
—Lo he entendido— asintió Frank
Annabeth se sonrojó
y subió los escalones de tres en tres, seguida de cerca por Hazel y Frank, que todavía respiraba con dificultad. Percy y Hedge estaban tumbados en la cubierta, con cara de agotamiento.
—No lo recomiendo— dijo Percy
—Sí se va a cancelar la visita al acuario— dijo Leo
—Me parece lo más prudente de momento— asintió Percy
A Hedge le faltaban las zapatillas. Sonreía al cielo murmurando:
—Increíble. Increíble.
—Pues parece que a él sí le gustó— comentó Miranda
—Alguien se la tenía que pasar bien— dijo Leo
—Está dispuesto a volver a ir al acuario— dijo Percy
—No siempre tienes una aventura así— señaló Katie
Percy estaba cubierto de cortes y arañazos, como si hubiera saltado a través de una ventana.
—Pues no exactamente— dijo Percy
—Pero similar— dijo Frank
—Otra diversión que tampoco recomiendo— comentó Percy
—Nadie quiere saltar a través de un cristal, gracias— dijo Piper
—Habla por ti—dijo Leo
Todos voltearon a ver a Leo ligeramente horrorizados como si sí lo creyeran capaz de saltar a través de un cristal, y sí era probable
No pronunció palabra, pero agarró débilmente la mano de Annabeth como diciendo: « Enseguida estoy contigo, en cuanto todo deje de dar vueltas» .
—Una manera increíble de comunicación— comentó Apolo
—Gracias— dijo Percy
—Años y años de práctica— bromeó Connor
—Esos años de práctica debían dar sus frutos— asintió Travis
—Tenía un chiste buenísimo con eso, pero Annabeth me está mirando mal— dijo Connor
Leo, Piper y Jason, que habían estado comiendo en el comedor, subieron corriendo por la escalera.
—Interrumpieron nuestra comida— dijo Leo
—Lo siento, sé que la comida es sagrada— dijo Percy
—Pero quién sabe qué cosa los podría seguir— comentó Miranda
—Uno no puede no comer a gusto— bromeó Leo
—¡¿Qué?! ¡¿Qué?! —gritó Leo, sosteniendo un sándwich de queso caliente a medio comer—. ¿Es que uno no puede ni hacer un descanso para almorzar?
—No, no se puede— dijo Frank
—Bueno, gracias— dijo Leo
—Se nota otro lazo increíble de amistad— comentó Chris
—Gracias— dijo Leo
¿Qué pasa?
—¡Nos siguen! —gritó Frank de nuevo.
—¿Quién nos sigue? —preguntó Jason.
—¡No lo sé! —contestó Frank, jadeando—. ¿Ballenas? ¿Monstruos marinos? ¡A lo mejor Kate y Porky !
—Eso lo explica todo— dijo Katie
—No creo que exactamente los sigan ellos— comentó Poseidón —sería bastante complicado
—Me alegro— dijo Katie
—Pero probablemente tengan problemas cuando entren al mar— añadió Poseidón
—Y no es como que se puedan saltar el mar— dijo Rachel
—Sería un poco imposible— asintió Percy
A Annabeth le entraron ganas de estrangularlo,
—Dioses, cuánta violencia— dijo Piper
—Lo siento— dijo Annabeth sonrojada
—Pero si hubiera sido Percy…— dijo Thalia
—También lo habría querido estrangular, pero con amor— bromeó Piper
—Muchas gracias— dijo Percy
pero no estaba segura de que sus manos pudieran abarcar el grueso cuello del chico.
Hubo varias risitas alrededor de la Sala de Trono, Sammy frunció el ceño
—Que grosera— dijo Connor negando con la cabeza
—Lo siento, de nuevo— dijo Annabeth
—Dioses Annabeth y nosotros decimos que Percy es el imprudente— comentó Thalia
—A su favor es que no lo dijo, lo pensó— señaló Piper
—Eso no tiene ningún sentido. Leo, será mejor que nos saques de aquí.
Leo se metió el sándwich entre los dientes, al estilo pirata, y corrió hacia el timón.
—Hice un increíble movimiento de pirata— asintió Leo
—Debemos admitir que sí lo fue— dijo Percy
—Muy buen servicio de pirata — dijo Piper
Pronto el Argo II se elevaba en el cielo. Annabeth se situó tras la ballesta de popa. No vio señales de que los siguieran ballenas ni otras criaturas,
—Esa es una excelente noticia— dijo Poseidón
—Pero por otro lado, todavía no están en el mar— comentó Hermes
—No sé cómo no obtuviste el papel para dios del ánimo— dijo Apolo rodando los ojos
—Es la verdad, aun no están en el mar— señaló Hermes
pero Percy, Frank y Hedge no empezaron a recuperarse hasta que el horizonte de Atlanta se convirtió en una mancha borrosa a lo lejos.
—Charleston —dijo Percy, cojeando por la cubierta como si fuera un viejo.
Percy se sonrojó
—Cosa que no recomiendo y tampoco es muy cómoda— dijo Jason
—¿Cómo lo sabes?— preguntó Apolo
—Una corazonada—dijo Jason
—Claro— masculló Piper
Todavía parecía muy afectado—. Pon rumbo a Charleston.
—¿Charleston? —Jason pronunció el nombre como si le trajera malos recuerdos—.
—¿Y eso por qué?— preguntó Miranda
—Porque no estaba bien ir a Charleston en esa época del año— dijo Leo encogiéndose de hombros
—Obviamente ¿Cómo no lo consideré?—preguntó Miranda
—Ten más cuidado para la próxima— comentó Connor
¿Qué habéis encontrado exactamente en Atlanta?
Frank abrió la cremallera de su mochila y empezó a sacar recuerdos.
—Unas conservas de melocotón.
—Bueno, tiene razón, eso fue lo que encontraron— asintió Katie
—No puedes decir que está mal— comentó Rachel
—Fue la laguna en la pregunta— dijo Leo
—La respuesta era correcta— dijo Piper
Un par de camisetas. Una bola de nieve. Y, ejem, estas esposas supuestamente chinas.
Annabeth se obligó a no perder los nervios.
—Es que no especificaste la pregunta— señaló Thalia
—Claro, fue mi culpa— dijo Annabeth
—Sí, la pregunta que hiciste fue muy inespecífica— asintió Piper
—Y Frank la está contestando de manera correcta, no era lo que querías, pero es de manera correcta— argumentó Rachel
—¿Qué tal si empiezas por el principio: de la historia, no de la mochila?
—Una buena idea— dijo Apolo
—Exacto, ahí ya fuiste más específica— dijo Thalia
Annabeth rodó los ojos
—Recuerden siempre hacer preguntas específicas— asintió Hermes —si quieren respuestas específicas
—Ese es el mejor consejo del mundo— dijo Connor
Se reunieron en el alcázar para que Leo pudiera oír la conversación mientras pilotaba. Percy y Frank se turnaron para relatar lo ocurrido en el acuario de Georgia, mientras que el entrenador Hedge intervenía de vez en cuando diciendo: « ¡Fue increíble!» o « ¡Entonces le di una patada en la cabeza!» .
—Le daba emoción a la historia— dijo Leo
—Era el tipo de coro que la historia necesitaba— asintió Percy
—Por supuesto— dijo Frank
—El dramatismo en una historia es de suma importancia— coincidió Apolo
—Y lo hizo increíble— dijo Percy
Por lo menos el entrenador parecía haberse olvidado de que Percy y Annabeth habían pasado la noche anterior en el establo.
—Nosotros queremos olvidarlo y ustedes lo recuerdan— dijo Leo negando con la cabeza
—Definitivamente queremos— asintió Frank
—Definitivamente sí— murmuró Zoé con una mueca
—Al menos ya no vas a estar castigada— dijo Piper
—Ya se pueden volver a escapar— bromeó Miranda
—No, esperen un poco más— dijo Apolo —es necesario dar el suficiente tiempo para que se les olvide
—Que pésimo consejo— masculló Atenea
Pero a juzgar por la historia de Percy, Annabeth tenía peores problemas por los que preocuparse que un castigo.
—Un poquito— dijo Thalia
—Pero un castigo también es algo de qué preocuparse— comentó Travis
—Eso es cierto— asintió Percy
—Ya que no te dejaron ir a esa misión— señaló Piper
—Un castigo menos del que preocuparnos— dijo Percy encogiéndose de hombros
—Genial— dijo Annabeth
Cuando Percy habló de las criaturas marinas cautivas del acuario, entendió por qué parecía tan disgustado.
—Es terrible —dijo—. Tenemos que ayudarlas.
Percy hizo una mueca —Lo sé, pero era muy complicado
—Demasiado y lo peor es que tienen el tiempo justo también para su misión— comentó Poseidón
Los demás chicos del Argo asintieron de acuerdo
—Lo haremos —prometió Percy —. A su debido tiempo. Pero tengo que averiguar cómo. Ojalá… —sacudió la cabeza—. No importa. Primero tenemos que ocuparnos de la recompensa por nuestras cabezas.
—Pequeñísimo detalle— dijo Thalia
—Tal vez no sea tan pequeño si hay una buena recompensa— bromeó Travis
—Es lo que yo digo— asintió Leo
—No dijiste exactamente eso— comentó Piper
Leo sonrió con inocencia
—No, no lo hiciste— dijo Hazel
El entrenador Hedge había perdido el interés por la conversación — probablemente porque ya no trataba de él—
—Y es algo muy válido— asintió Apolo
—Por supuesto que lo es— dijo Afrodita
—No podíamos esperar otra cosa de ustedes dos— comentó Artemisa
—Es porque sabemos cuán increíble somos— dijo Apolo encogiéndose de hombros
y se alejó hacia la proa del barco, practicando sus patadas giratorias y felicitándose por su técnica.
—Si no te felicitas tú ¿Quien lo va a hacer?— preguntó Leo
—Es un punto muy válido— dijo Rachel
—Gracias, a veces sé hacer puntos muy válidos— asintió Leo
—Muy a veces— comentó Calipso
Annabeth agarró la empuñadura de su daga.
—Una recompensa por nuestras cabezas… como si ya no hubiéramos atraído a suficientes monstruos.
—Eso parece— asintió Leo
—Obviamente no eran suficientes— señaló Piper
—Obvio no— dijo Percy —todavía no llegábamos a la cuota
—Y nosotros pensando que ya la habíamos sobrepasado— dijo Leo encogiéndose de hombros
—Estábamos muy equivocados— murmuró Percy
—¿Tenemos carteles de SE BUSCA? —preguntó Leo—. ¿Y han desglosado la recompensa en una lista de precios?
Varios voltearon a ver a Leo como esperando la tontería que iba a decir
—Me parece una falta de respeto que todos me volteen a ver así— dijo Leo un poco cohibido
—¿Por qué será?— preguntó Calipso
—No tengo idea— dijo Leo encogiéndose de hombros
—Yo creo que los libros sí van a tener idea de por qué— comentó Piper
Hazel arrugó la nariz.
—¿Qué dices?
—Solo tengo curiosidad por saber cuánto valgo —dijo Leo—.
—Señor Valdez— dijo Quirón
—Era curiosidad— murmuró Leo
Frank hizo una mueca
—Es comprensible que quiera saber cuánto vale— asintió Connor
Entiendo que no sea tan caro como Percy o Jason…, pero ¿valgo, no sé, dos o tres veces lo mismo que Frank?
—¡Oye! —se quejó Frank.
Ares le dio una mirada asesina a Leo, lo peor es que su hijo no se defendía a sí mismo, estaba empezando a cansarse de eso
—¿Sigues sin saber por qué te voltearon a ver así?— preguntó Calipso
—Sip— dijo Leo —era curiosidad
—Yo lo llamaría como que eran celos— comentó Connor amablemente
—Cállate— masculló Leo
Calipso le dio una mirada asesina Leo
Esperanza y Sammy se voltearon a ver horrorizados
—Dejadlo ya —ordenó Annabeth—. Por lo menos sabemos que el siguiente paso es ir a Charleston a buscar ese mapa.
—Y así es como Annabeth pone el orden— dijo Thalia
—No nos convenía estar peleando— dijo Annabeth
—Pero no era pelea, era curiosidad— señaló Leo
—Ya le dimos un nombre y tampoco era curiosidad— comentó Miranda
Leo resopló
Piper estaba apoyada en el tablero de mandos. Ese día se había hecho la trenza con plumas blancas, que combinaban bien con su cabello moreno oscuro. Annabeth se preguntaba de dónde había sacado el tiempo. Annabeth apenas se acordaba de cepillarse el pelo.
—Sí ¿Cómo le haces?— preguntó Katie
—No lo sé— dijo Piper encogiéndose de hombros —pasa
—¨Para no gustarte ser hija de Afrodita, no lo haces tan mal— bromeó Thalia
Piper rodó los ojos
—Pero esa clase de don sí suena genial— dijo Miranda —a veces también se me olvida cepillarme el cabello
—Y ni digamos de peinarnos— dijo Katie
—Definitivamente— comentó Annabeth
—Un mapa —dijo Piper—. ¿Un mapa de qué?
—La Marca de Atenea.
Percy miró con cautela a Annabeth, como si temiera haberse pasado de la raya.
—Ya lo habías dicho, de cualquier manera ya no había vuelta atrás— señaló Thalia
—Puede que tengas razón— dijo Percy y le dio una sonrisa inocente a Annabeth
—Pues sí, ya no había vuelta atrás— dijo Annabeth con una mueca
La chica debía de haber estado emitiendo unas intensas vibraciones negativas, en plan « No quiero hablar del tema» .
Los chicos del Argo asintieron de acuerdo
—Bueno, fueron más o menos receptivos con esas vibras— dijo Apolo
—Algo así— dijo Piper
—Sea lo que sea eso —continuó Percy —, sabemos que lleva a algo importante en Roma, algo que podría cerrar la brecha entre griegos y romanos.
—« El azote de los gigantes» —añadió Hazel.
—Exacto— murmuró Reyna
—La verdad ese nombre suena muy cool— comentó Travis
—Los azotes de los gigantes nos gustan mucho— asintió Connor
—Suena bastante bien— dijo Bianca
Percy asintió.
—Y en mi sueño los gigantes gemelos dijeron algo sobre una estatua.
—Ejem… —Frank giró sus esposas chinas entre los dedos—. Según Forcis, tendríamos que estar locos para intentarlo.
—Siempre dicen eso— comentó Leo
—Y siempre estamos lo suficientemente locos— señaló Percy
—Eso también es cierto— dijo Piper
—No se puede negar semejante verdad— dijo Leo encogiéndose de hombros
Pero ¿de qué se trata? Todo el mundo miró a Annabeth.
—El típico de cuando no quieres llamar la atención y de todos modos te voltean a ver— dijo Miranda
—Y no fueron nada discretos— comentó Annabeth rodando los ojos
—No conocemos esa palabra— dijo Piper
—Tal vez sí deberíamos conocerla, pero no lo hacemos— dijo Percy
—Una completa sorpresa que no la conozcan— señaló Apolo
—Tampoco tú la conoces Apolo, cállate— mencionó Artemisa
Ella notó un hormigueo en el cuero cabelludo, como si los pensamientos de su cerebro pugnaran por salir: una estatua… Atenea… griegos y romanos, las pesadillas y la discusión con su madre. Vio como se unían las piezas, pero no podía creer que fuera cierto.
—¿Ya ves? Sí tenías la piezas—dijo Leo —por eso no fuimos discretos
—Vaya, muchas gracias— dijo Annabeth
—De nada— respondió Piper
—Cuando quieras— dijo Percy con una sonrisa inocente
La respuesta era demasiado decisiva, demasiado importante y demasiado terrible.
Se fijó en que Jason la estaba observando como si supiera exactamente lo que estaba pensando y no le gustara más que a ella.
—Y por si tenían la duda, pues no, los demás no entendimos— dijo Leo —solo los geniecillos del Argo II
—Exclamó el otro geniecillo— dijeron Piper y Percy al mismo tiempo, se voltearon a ver y luego chocaron los cinco
—No los dejen juntos o desatan el fin del mundo— comentó Thalia
—No precisamente conmigo— dijo Piper
—Eres una grosera— dijo Percy
Annabeth negó con la cabeza
—Bueno, pero los demás no lo entendimos— murmuró Frank
Una vez más, no pudo por menos que asombrarse: « ¿Por qué me pone tan nerviosa este chico? ¿Está realmente de mi lado?» . O tal vez era su madre, que le estaba hablando…
—Podría ser— dijo Apolo
—Creo que si hubiera querido traicionarlos ya lo hubiera hecho en el Campamento Júpiter donde claramente tenía la ventaja— señaló Thalia como buena hermana
—Definitivamente no quería traicionarlos— dijo Jason con una mueca
—Me… me falta poco para dar con la respuesta —dijo—. Sabré más cuando encontremos el mapa. Jason, por la forma en que has reaccionado al oír el nombre de Charleston… ¿has estado allí antes?
—Sí, cuéntanos Jason— dijo Connor
—Así es como uno desvía la atención de sí misma— dijo Katie
—Definitivamente— asintió Annabeth
—Con una gran sutileza— coincidió Apolo
Jason miró con inquietud a Piper, pero Annabeth no sabía por qué.
—Pero creo que lo podemos adivinar— comentó Thalia
—No se necesita ser un genio para ello— dijo Leo
—Incluso nosotros lo podemos adivinar— dijo Travis
—Y eso es mucho decir—admitió Katie
—Sí —reconoció él—. Reyna yo estuvimos de misión allí hará cosa de un año. Estuvimos recuperando armas de oro imperial del Hunley.
—¿El qué?— preguntaron varios de los chicos
—¿Por qué nadie sabe lo que es?—resopló Leo
—Fue el primer submarino militar y desapareció en 1864 y luego lo encontraron, pero mucho tiempo después— dijo Esperanza
—Exacto, estoy muy orgulloso— dijo Leo —dame esos cinco
Leo y Esperanza chocaron los cinco
—Porque no poníamos atención en la escuela— dijo Connor
—Es la respuesta más honesta que vas a conseguir— señaló Rachel
—¿El qué? —preguntó Piper.
—¡Hala! —exclamó Leo—. Es el primer submarino militar que fue usado con éxito. De la guerra de Secesión. Siempre he querido verlo.
—Necesitaba un momento a solas con el submarino— dijo Leo
—Nos dimos cuenta—dijo Jason
—Y vaya que sí— asintió Piper —fue bastante ilustrativa tu reacción
—Es que estamos hablando del primer submarino militar— dijo Leo
—Tiene un punto— comentó Clarisse
—Fue diseñado por semidioses romanos —dijo Jason—. Tenía una reserva secreta de torpedos de oro imperial… hasta que los rescatamos y los llevamos al Campamento Júpiter.
—Vaya— murmuraron varios de los chicos
—Así que los romanos lucharon del lado de los confederados— comentó Rachel
—Eso fue hace mucho tiempo, los romanos de esas época hicieron cosas de las que tal vez no estemos orgullosos, pero supongo que todo es parte de la historia— dijo Reyna
Hazel se cruzó de brazos.
—¿Así que los romanos lucharon en el bando de los confederados? Como nieta de una mujer que fue esclava, ¿puedo decir… que no mola nada?
Hazel hizo una mueca
—¿Y los que ayudaron a Clarisse en su misión no podrían ser de eso?—preguntó Rachel
—No les pregunté— señaló Clarisse
—Pero sí, por supuesto que podrían serlo— dijo Ares con obviedad
Jason alargó las manos por delante, con las palmas hacia arriba.
—Personalmente, yo no estaba vivo entonces.
—Un argumento bastante razonable— dijo Travis
—No hay manera de debatir con ese argumento— dijo Leo
—Pues realmente los semidioses siempre se han visto involucrados en ese tipo de cosas, igual que los mortales cometen errores— dijo Demeter
—Y que los dioses— señaló Percy
La mayoría de los dioses lo miraron como si estuviera loco
—Y que los dioses— coincidió Hestia
Y no todos los griegos estaban en un bando y todos los romanos en otro.
—¿No?— preguntó Rachel
—No— dijo Reyna —cada semidiós puede pelear por lo que cree que es correcto
—Al igual que los mortales— comentó Nico de manera práctica, con una mirada discreta, pero intencionada a Reyna
Reyna lo ignoró
Pero sí, no mola nada. A veces los semidioses toman decisiones equivocadas —miró avergonzado a Hazel—. Por ejemplo, a veces somos demasiado desconfiados. Y hablamos sin pensar.
—Bueno, al menos ya se está disculpando— dijo Miranda
—¿Eso es una disculpa?— bromeó Travis
Jason se sonrojó
Hazel lo miró fijamente. Poco a poco, pareció caer en la cuenta de que el chico se estaba disculpando.
—Que dice Hazel que debes agregarle más producción a esa disculpa— dijo Connor
—Más detallada y piensen seriamente en lo que hicieron mal— asintió Will
—Vayanse al rincón a reflexionar— dijo Rachel
—Oye— se quejó Leo
—Pero bueno, es importante darnos cuenta que estamos equivocados— comentó Hestia
Jason le dio un codazo a Leo.
—¡Ay ! —gritó Leo—.
—No era necesario el codazo— murmuró Leo
—Para ti no, pero para Jason sí— señaló Percy
—Lo siento— dijo Jason
Eso, sí… malas decisiones. Como no confiar en tus hermanos cuando puede que necesiten que los salves. Hipotéticamente hablando.
—Obvio— dijo Connor
—Todo esto siempre es en base de hipótesis— asintió Leo
—Nos podemos dar cuenta— dijo Chris
Hazel frunció los labios.
—Bien. Volviendo a Charleston, ¿estás diciendo que deberíamos volver a registrar ese submarino?
—Que no estuvo tan bien su disculpa, dice— comentó Katie
—¿Los disculpó o no los disculpó?— preguntó Will
—Yo digo que claramente es un no— dijo Travis
—Por fa pónganle más esfuerzo a la disculpa y lo volvemos a hablar— dijo Connor
—No lograron impresionar a Hazel, eh— comentó Rachel
Jason se encogió de hombros.
—Bueno… se me ocurren dos sitios en Charleston donde podríamos buscar. El museo en el que guardan el Hunley es uno de ellos. Tiene muchas reliquias de la guerra de Secesión. Podría haber un mapa escondido en una.
—Eso tiene mucho sentido— asintió Ares
—Es un buen lugar para esconder algo así— dijo Afrodita guiñándole un ojo a Ares
Ares le dio una sonrisa coqueta
Conozco la distribución del museo. Podría llevar a un equipo dentro.
—Yo me apunto —dijo Leo—. La cosa promete.
—Pues promete muchas cosas, no sé cuantas buenas— señaló Apolo
—Lo importante era la promesa de aventura— asintió Leo
—Y que tuvieras cinco minutos a solas con ese submarino— comentó Piper
—Esa era la parte más importante— admitió Leo
Jason asintió con la cabeza. Se volvió hacia Frank, que estaba intentando sacar los dedos de las esposas chinas.
—Tú también deberías venir, Frank. Puede que te necesitemos.
—Salida de chicos— asintió Connor
—Bueno, la última salida de chicos no fue precisamente bien— comentó Bianca
—Pero ahora no iban a visitar un acuario— dijo Katie
—Un punto bastante importante— asintió Percy
Frank se quedó sorprendido.
—¿Por qué? No es que lo hiciera muy bien en el acuario.
—Lo hiciste perfectamente —le aseguró Percy —. Los tres fuimos decisivos para romper el cristal del acuario.
—Además te convertiste en algo que podía respirar bajo el agua, era lo importante— señaló Piper
—Lo importante era sobrevivir— dijo Katie
—Pero ¿Una carpa?— preguntó Travis
Katie le dio un golpe juguetón —Dijiste que lo importante era respirar bajo el agua
—Vamos a olvidar lo de la carpa— pidió Frank
—yo creo que no se va a poder— dijo Leo
—Además, eres hijo de Marte —intervino Jason—. Los fantasmas de las causas perdidas están obligados a ayudarte. Y en el museo de Charleston hay muchos fantasmas confederados. Te necesitaremos para mantenerlos a raya.
—Genial— dijo Travis
—Porque no hay nada más increíble para una salida de chicos que controlar fantasmas confederados— asintió Leo
—Jamás se podría replicar una salida así— dijo Percy
—Obvio, todo muy rudo— comentó Leo
—Claaro— dijo Jason
Frank tragó saliva. Annabeth recordó el comentario de Percy sobre la transformación de Frank en pez de colores gigante y resistió el deseo de sonreír. No podría volver a mirar a aquel grandullón sin verlo como una carpa.
Annabeth se sonrojó
—Mi punto— bromeó Travis
—Te dije, va a ser un poco difícil olvidarlo— señaló Leo
—Genial— gimió Frank
—Está bien —Frank se ablandó—. Vale —se miró los dedos frunciendo el entrecejo, mientras trataba de sacarlos de la trampa—. Eh, ¿cómo se…?
—Dioses— murmuró Frank sonrojado
—Y por eso no debes usar esposas chinas si no sabes como se quitan ¿Verdad Luke?— preguntó Connor amablemente
—No vamos a hablar de eso— masculló Luke
—Siempre siempre siempre, lean las instrucciones— dijo Chris
—Pero esas no traían instrucciones— dijo Frank con una mueca
—Entonces no las pruebes cerca de alguien más— dijo Luke
Leo soltó una risita.
—¿Nunca has visto unas de esas, tío? Hay un truco muy fácil para quitárselas.
Frank volvió a tirar sin suerte. Incluso Hazel tenía que hacer esfuerzos para no reírse.
—Lo siento— dijo Hazel
—Por eso nunca las debes de usar cerca de alguien más— asintió Chris
—Y menos cerca de tu crush— señaló Travis
—Leo le dice que hay un truco, pero no le dice cuál es el truco— comentó Katie
—Por supuesto que no— dijo Leo —uno primero tiene que ver cómo va a salir por sus propios medios
Frank hizo una mueca, concentrándose. De repente desapareció. En la parte de la cubierta donde antes estaba él, una iguana verde se agazapó junto a las esposas chinas vacías.
Todos los chicos soltaron una carcajada
—De acuerdo, cada quién se quita las esposas chinas como quiera— dijo Travis
—Y así es como cada uno sale por sus propios medios de la esposas chinas— asintió Connor —debo admitir que fue mejor salida que la que hizo Luke
—Definitivamente— asintió Travis
Luke les dio una mirada ofendida
—Si no saben usarlas no las prueben— bromeó Leo
—Y eso se aplica para todo— asintió Apolo
—Bien hecho, Frank Zhang —dijo Leo irónicamente, imitando a Quirón el centauro—. Así es exactamente como uno se quita unas esposas chinas. Convirtiéndose en iguana.
Quirón volteó a ver a Leo con una ceja enarcada, pero hubo varias risitas alrededor de la sala
—Forma número 1 de quitar las esposas chinas— dijo Travis
—Frank imponiendo modas—asintió Leo
—También lo importante era que se las quitara— dijo Katie
Todo el mundo estalló en carcajadas. Frank se transformó otra vez en humano, recogió las esposas y las metió en la mochila. Consiguió esbozar una sonrisa nerviosa.
—Disculpa, es que fue un poco divertido— dijo Piper
—Sí lo fue— asintió Percy con una pequeña sonrisa
—Es que nos tomaste con la guardia baja— dijo Jason
—Realmente no esperábamos que te quitaras las esposas chinas así— comentó Hazel también con una pequeña sonrisa
—Definitivamente no esperábamos eso— dijo Annabeth
—En fin —dijo Frank, claramente deseoso de cambiar de tema—. El museo es uno de los sitios donde hay que buscar. Pero ¿no has dicho que había dos, Jason?
La sonrisa de Jason se desvaneció.
—Ya, adiós sus cinco minutos de reírse— dijo Connor
—Fueron unos buenos cinco minutos—dijo Leo
—Fue el tiempo fuera— asintió Percy
—Que era necesario— coincidió Piper
Annabeth ignoraba lo que estaba pensando, pero sabía que no era agradable.
—Sí —dijo—. El otro sitio es el Battery : un parque junto al puerto. La última vez que estuve allí… con Reyna… —lanzó una mirada a Piper y,
—Como cuando sabe que lo arruinó una vez y ahora sí tiene más cuidado— bromeó Miranda
—Para que ya no digan que los chicos somos ciegos— comentó Connor
—Pero es que lo son— señaló Katie
—Y vaya que lo son— dijo Annabeth
—No mucho— dijo Percy
—Mejor ni hables Percy, ya todos leímos los libros— añadió Apolo
acto seguido, continuó apresuradamente—. Vimos algo en el parque. Un fantasma o un tipo de espíritu, una especie de belleza sureña de la guerra de Secesión, que brillaba y flotaba.
Reyna hizo una mueca
—¿Un espíritu que brillaba?— preguntó Nico
—Algo así— dijo Reyna
Intentamos acercarnos a ella, pero desaparecía cada vez que nos aproximábamos. Entonces a Reyna se le ocurrió una idea: dijo que lo intentaría ella sola, como si el fantasma solo estuviera dispuesto a hablar con una chica. Se acercó al espíritu y, efectivamente, habló con ella.
—Esa es una buena noticia ¿No?— preguntó Katie
—No lo sé— murmuró Jason mirando de reojo a Reyna
—Y vaya que hablamos— masculló Reyna con una mueca
Todo el mundo aguardó.
—¿Qué le dijo? —preguntó Annabeth.
—Reyna no me lo contó —reconoció Jason—.
Casi todos voltearon a ver a Reyna como si esperaran que les contara, obviamente Reyna los ignoró, Piper volteó a ver a Reyna seguía sin entender a qué se refería su madre con eso que le había dicho, pero definitivamente no fueron palabras muy consoladoras
Pero debió de ser importante, porque parecía… afectada. A lo mejor le reveló una profecía o una mala noticia. Después de eso, Reyna no volvió a comportarse de la misma forma conmigo.
—Lo peor es que nos van a dejar con la duda— murmuró Travis
—Y sinceramente yo no la presionaría para decirnos nada— susurró Katie
—Creo que esta vez podemos quedarnos con la duda— asintió Travis
Reyna no había podido dejar de pensar en lo dicho por Afrodita durante mucho tiempo ¿Habrá tenido razón? Tal vez no era ningún semidiós, tal vez era… Miró a Rachel pensando en las posibilidades, Rachel la miró de vuelta con confusión, pero le sonrió
Annabeth consideró esa información. Después de la experiencia con los eidolon, no le gustaba la idea de acercarse a un fantasma, y menos a uno que alteraba a la gente dándole malas noticias o profecías.
—Ese es el peor tipo de fantasma— dijo Connor
—O tal vez no se un fantasma— dijo Bianca —los fantasmas no suelen brillar
—Y eso es aun peor— murmuró Piper
Por otra parte, su madre era la diosa del conocimiento, y el conocimiento era el arma más poderosa que había. Annabeth no podía descartar una posible fuente de información.
—Buen punto— dijo Rachel
—Información es información de donde venga— asintió Thalia
—Y pues sí hubo información— murmuró Annabeth
—Pues sí— dijo Piper
—Entonces es una aventura para chicas —dijo Annabeth—. Piper y Hazel pueden venir conmigo.
—Eres muy amable al invitarlas— dijo Thalia
—¿Por qué ir sola a ver a un fantasma cuando puedes ir con amigas? —preguntó Miranda
—Obvio, es el tipo de misión al que quieres ir con amigas— asintió Piper
—Eso parece— dijo Hazel
—Es muy lógico— añadió Katie
—¿Cuando vamos a ver fantasmas?— preguntó Bianca a Zoé
—¿Qué te parece en la fecha de nunca jamás?— dijo Zoé
Las dos asintieron, aunque Hazel parecía nerviosa. Sin duda, su estancia en el inframundo le había brindado suficientes experiencias con fantasmas para llenar dos vidas.
—Entendible— dijo Travis
—¿Y Percy?— preguntó Katie
—No estaba disponible en ese momento— dijo Percy
A Piper le brillaban los ojos de forma desafiante, como si no hubiera nada de lo que Reyna pudiera hacer que ella no fuera capaz de repetir.
Reyna hizo una mueca
—Annabeth— se quejó Piper
—Lo siento— dijo Annabeth —pero se supone que eso era privado
—Es lo mismo que yo digo— murmuró Piper
—Aunque esa no es una buena razón para hacer las cosas— comentó Artemisa
—Lo sé— dijo Piper avergonzada
Annabeth se dio cuenta de que si los seis participaban en esas dos misiones, Percy se quedaría solo en el barco con el entrenador Hedge, y tal vez no fuese una situación por la que una novia cariñosa debiera hacerle pasar.
—Awwww— dijo Thalia
—Pero no es una novia cariñosa— bromeó Connor
Varios soltaron una carcajada, Percy le aventó un cojín a Connor
Tampoco estaba deseando volver a perder de vista a Percy después de haber estado separados tantos meses.
—Creo que la idea del chip localizador ya no es tan terrible después de todo— señaló Thalia
—Nunca dije que lo fuera— comentó Annabeth
—Es lo que una novia cariñosa hace— asintió Connor
—Realmente no suena tan mal la idea— admitió Sally
—Creo que la idea se queda— dijo Thalia
—Noooo— se quejó Percy
Por otra parte, Percy parecía tan afectado por su experiencia con las criaturas marinas cautivas que pensó que no le vendría mal descansar. Lo miró a los ojos, formulándole una pregunta silenciosa. Él asintió con la cabeza como diciendo: « Sí. No pasa nada» .
—Es como cuando te dejan con cabaña sola— asintió Travis
—Es un super lujo— dijo Connor
—Todo el Argo era para mí— bromeó Percy
—No puede tener ni un rasguño, Jasckson— dijo Leo
—No prometo nada— comentó Percy encogiéndose de hombros
—Entonces está decidido —Annabeth se volvió hacia Leo, que estaba examinando su consola, escuchando los chirridos y chasquidos de Festo por el intercomunicador—. ¿Cuánto falta para llegar a Charleston, Leo?
—Nada más como mil horas— dijo Leo
—Casi nada entonces— dijo Bianca
—Un viaje muy sencillo— asintió Leo
—Claro— murmuró Frank
—Buena pregunta —murmuró—. Festo acaba de detectar una gran bandada de águilas detrás de nosotros con el radar de largo alcance; todavía no están a la vista.
—Eso es malo— dijo Chris
—Y vaya que sí— dijo Piper
—Ojalá puedan mandar un cebo o algo así— comentó Hefesto
—O algo así— murmuró Leo
—Bueno, suena prometedor—dijo Hermes
Piper se inclinó por encima de la consola.
—¿Estás seguro de que son romanas?
Leo puso los ojos en blanco.
—No, Pipes. Podría ser una bandada cualquiera de águilas gigantes volando en perfecta formación.
—¡Duh!— dijo Leo
—Obviamente Piper— dijo Percy negando con la cabeza
—Lo siento, creí que las águilas romanas no eran tan diferentes de las águilas normales— comentó Piper
—Sí lo son y bastante diferentes— dijo Reyna
—Mejor evitar las águilas— dijo Will —por su bien
—Es lo que yo dije—asintió Leo
¡Pues claro que son romanas! Supongo que podemos dar la vuelta y luchar…
—Eso sería muy mala idea —señaló Jason—, y despejaría cualquier duda acerca de si somos enemigos de Roma.
—¿Que no ya se había despejado toda duda?— preguntó Travis
—No—dijo Reyna —había todavía chicos que pensaban que había una explicación razonable, aunque realmente eran demasiado pocos
—Pero de cualquier manera hicieran lo que hicieran iban a terminar como enemigos de Roma ¿No?— preguntó Bianca
—Sí— respondió Reyna a regañadientes
—Tengo otra idea —dijo Leo—. Si fuéramos directos a Charleston, podríamos llegar en unas horas. Pero las águilas nos alcanzarían, y las cosas se complicarían. En cambio, podríamos enviar un señuelo para engañar a las águilas.
—Pues fue una buena idea— señaló Leo
Frank le dió una mala mirada
—Pues así que digas que duró mucho pues la verdad es que no— comentó Piper
—Nos compró algo de tiempo, pero no fue mucho— dijo Annabeth
—Es que ya no teníamos más prendas— dijo Leo
—Gracias a los dioses— masculló Frank
Si tomáramos un desvío y fuéramos a Charleston por el camino largo, llegaríamos mañana por la mañana…
Hazel empezó a protestar,
—Y justo te acabas de disculpar— dijo Katie
—De todas maneras creo que Hazel no aceptó sus disculpas— comentó Rachel
—Todos sentimos lo mismo— asintió Will
—Es que también no le ponen más producción a la disculpa— dijo Travis
Jason y Leo se sonrojaron
pero Leo levantó la mano.
—Ya lo sé, ya lo sé. Nico está en peligro y tenemos que darnos prisa.
—Si no es mucha molestia— dijo Will
—Pero por otro lado sí tienen que deshacerse de las águilas o de cualquier manera impedirían el viaje— señaló Chris
—Eso es cierto— dijo Bianca con una mueca
—Hoy es 27 de junio —dijo Hazel—.
—Tres días antes de mi cumpleaños— mencionó Esperanza entusiasmada
Calipso y Leo se voltearon a ver sorprendidos
—Es un mes increíble para festejar— asintió Leo
Esperanza asintió de acuerdo
—Genial— dijo Apolo rodando los ojos —tenía que ser cáncer
—Apolo, creí que ibas a dejar esas creencias de los mortales— comentó Artemisa
—Son muy acertadas— se defendió Apolo
—Al menos no es leo— bromeó Percy
Quedan cuatro días a partir de hoy. Entonces morirá.
—¡Ya lo sé! Pero esto podría librarnos de los romanos. Todavía debería quedarnos suficiente tiempo para llegar a Roma.
—Ese "debería" no me agrada mucho— masculló Hades
—Si todo sale bien—dijo Leo
—Lo que nunca pasa— señaló Bianca
—pero hay que ser positivos— comentó Leo
—Eso es cierto— dijo Apolo
Hazel frunció el entrecejo.
—¿Cuando dices « debería quedarnos suficiente…» ?
Leo se encogió de hombros.
—¿Qué tal « el tiempo justo» ?
—Genial— murmuró Will
—Llegamos rayando— comentó Leo
—Con unos cuantos segundos de ventaja— dijo Travis
—Suena realmente esperanzador— dijo Bianca
—Gracias— dijo Leo
—Por supuesto que sí— masculló Hades
Hazel apoyó la cara entre las manos y contó hasta tres.
—Lo típico en nosotros —dijo.
—Eso es cierto— dijo Percy
—Y vaya que sí— coincidió Nico
—No era mucha sorpresa— suspiró Hazel
Annabeth lo interpretó como una luz verde.
—Está bien, Leo. ¿De qué señuelo estamos hablando?
—¡Me alegro de que me lo preguntes!
—No sé qué tan buena idea es que hayas preguntado— comentó Thalia
—No fue buena idea— dijo Annabeth
—Fue una buenísima idea— señaló Leo
—Depende de a quién le preguntes— argumentó Piper
—presionó unos botones de la consola, rotó el plato giratorio y apretó repetidamente el botón « A» de su mando de la Wii a la velocidad del rayo. A continuación gritó por el intercomunicador—: ¿Buford? Preséntate para el servicio, por favor.
—Obviamente no podía faltar— dijo Piper
—¿Quién es Buford?— preguntó Luke
—Oh, pronto vas a saber quien es— dijo Leo —nuestro tripulante de mayor valor
—Vaya, gracias— dijo Piper
—De nada— dijo Leo amablemente
Frank dio un paso atrás.
—¿Hay alguien más a bordo? ¿Quién es Buford?
Ares masculló una maldición, ese hijo suyo lo estaba poniendo en vergüenza, actuaba como un cobarde en cada oportunidad, no sabía cuánto tiempo más iba a soportar de su hijo actuando de esa manera, tenía que actuar como el hijo de quién era
Una bocanada de vapor salió por el hueco de la escalera, y la mesa automática de Leo subió a bordo. Annabeth no había visto mucho a Buford durante el viaje. Casi siempre se quedaba en la sala de máquinas. (Leo insistía en que Buford estaba secretamente enamorado del motor.)
—Porque lo estaba— señaló Leo
—¿Y cómo sabes?— preguntó Katie
—Porque uno se da cuenta de esas cosas— dijo Leo
Calipso lo miró con una ceja alzada y una expresión algo divertida
—Todos entendimos en la expresión de Calipso que no te das cuenta de esas cosas—dijo Miranda
—Tal vez se da cuenta, pero solamente entre herramientas de trabajo— señaló Connor
—Eso podría ser— dijo Leo
Era una mesa de tres patas con superficie de caoba. En su base de bronce había varios cajones, engranajes giratorios y una serie de válvulas de ventilación para el vapor. Buford cargaba con una bolsa como una saca de correspondencia atada a una de sus patas.
Frank hizo una mueca
—¿Queremos saber qué contiene la bolsa?— preguntó Thalia
—Probablemente no— dijo Leo —pero en mi defensa, fue una INCREÍBLE idea
—Yo no diría que fue exactamente increíble— comentó Frank
—Es que no la viste con la perspectiva que debiste verla— dijo Leo
—¿Cómo iba a tener otra perspectiva?— preguntó Piper
Leo se encogió de hombros
Se dirigió con gran estrépito al timón y emitió un sonido parecido al silbato de un tren.
—Este es Buford —anunció Leo.
—¿Les pones nombres a los muebles? —preguntó Frank.
—¿Por qué no? Merecen tener un nombre— señaló Calipso
—Exacto Frank ¿Por qué no pueden tener un nombre?— preguntó Travis
—Lo siento, definitivamente pueden tener un nombre— comentó Frank
—Es bueno que te hayas dado cuenta de tu error— asintió Leo
Leo resopló.
—Ya te gustaría tener muebles tan chulos. Buford, ¿estás listo para la Operación Mesilla?
Buford expulsó un chorro de vapor. Se acercó al pasamanos.
—Yo creo que eso fue un sí— dijo Connor
—Sí, a mí también me pareció que era un sí— coincidió Leo
—Excelente, entonces manos a la obra— dijo Travis
Su superficie de caoba se dividió en cuatro porciones de tarta, que se alargaron hasta convertirse en paletas de madera. Las paletas empezaron a girar, y Buford despegó.
—Que bonita— dijo Katie —claro que merece tener un nombre
—Es la mesa más genial de todo el mundo— dijo Leo
—Podemos ver qué ninguna mesa se le compara— asintió Percy
—Se merece 10 estrellas— coincidió Zoé
—Muy bien dicho— añadió Leo
—Una mesa helicóptero —murmuró Percy —. Lo reconozco, es muy chula.¿Qué hay en la bolsa?
—Ropa sucia de semidiós —dijo Leo—. Espero que no te importe, Frank.
—Hasta dónde te lleva el tema de los celos— dijo Connor negando con la cabeza
—Eso no fue por celos— masculló Leo —simplemente fue una idea
—Disculpa que te contradiga…
—No te disculpo— dijo Leo
—De cualquier manera lo voy a decir— señaló Miranda —pero dijiste que Jason y Percy era los de mayor valor en la recompensa, por lo tanto su olor debía ser más fuerte y podría haber distraído a las águilas mejor, según la lógica que tú estabas manejando
—Exactamente— bufó Calipso
—Odio tu argumento— dijo Leo a Miranda, y le suplicó a Quirón con la mirada que siguiera leyendo
Frank se atragantó.
—¿Qué?
—Servirá para desviar a las águilas de nuestro olor.
—¡Esos eran mis únicos pantalones de recambio!
—Por eso hay que empacar mucha ropa— señaló Apolo
—La ropa nunca es suficiente— asintió Afrodita
—Espero que encuentren una tienda de todo gratis— dijo Apolo
—Puede ser cualquier tienda— comentó Hermes
—O que le enseñes a ese mocoso a no meterse contigo— resopló Ares
Frank hizo una mueca recordando a Ares y Marte peleando en su cabeza
Leo se encogió de hombros.
—Le he pedido a Buford que los lave, los planche y los doble mientras esté fuera. Con suerte, lo hará —se frotó la manos y sonrió—. ¡Bueno! Esto es lo que yo llamo una buena jornada de trabajo.
—No quisiera tener a Leo de enemigo— comentó Travis
—Lección de hoy, empacar una considerable cantidad de ropa si vas a viajar con Leo— dijo Katie
—Pero fue un buen cebo— señaló Leo —nos compró tiempo
—Pero ¿Tenía que ser mi ropa?— preguntó Frank con una mueca
—Era la que estaba a la mano— se defendió Leo
—Ya sabemos que no, Leo— dijo Katie
Me voy a calcular la ruta de desvío. ¡Os veré a todos en la cena!
Percy se fue a dormir temprano, de modo que por la noche Annabeth se quedó sin más ocupación que mirar su ordenador.
—Ya ves, Percy sigue las reglas— dijo Miranda
—Yo siempre sigo las reglas— asintió Percy
Obtuvo muchas miradas irónicas
Por supuesto, se había llevado el portátil de Dédalo. Hacía dos años había heredado la máquina del mejor inventor de todos los tiempos. Estaba llena de ideas, esquemas y diagramas de inventos, la mayoría de los cuales Annabeth todavía estaba intentando descifrar.
Annabeth hizo una mueca al recordar cuando lo perdió
—Nos podemos imaginar las grandiosas ideas que hay en ese computador— dijo Hefesto
—Y creo que algunas serían ideas muy mortales— comentó Apolo
—Por supuesto que lo serían— coincidió Hermes
Después de dos años, un ordenador portátil corriente se habría quedado desfasado, pero Annabeth calculaba que la máquina de Dédalo todavía iba cincuenta años por delante de su época.
—Vaya— dijo Rachel
—Eso es mucho tiempo adelante— asintió Leo
—Y vaya que sí— comentó Annabeth
Podía estirarse y convertirse en un ordenador de tamaño normal o encogerse y transformarse en una tableta, o plegarse hasta quedar reducida a una galleta metálica más pequeña que un teléfono móvil.
—Eso en serio es realmente increíble— dijo Leo
—Suena increíble— coincidió Piper
—Por supuesto que para un inventor como él no había proyecto pequeño— comentó Hefesto
—Y se nota que no— dijo Leo
Funcionaba más rápido que cualquier ordenador que ella hubiera tenido, disponía de acceso a satélites y a las emisiones de Hefesto TV procedentes del monte Olimpo,
—Entonces podrás disfrutar de buenos programas— dijo Apolo
—Con que no sean de los programas que se cancelan a los tres días— resopló Perséfone
—Definitivamente esos no los veas, simplemente te dejan con la duda—dijo Apolo
—Y son demasiado drama— dijo Hermes
—Pero el drama siempre es bueno— señaló Afrodita
—No cuando te dejan con la duda— dijo Deméter
—espero que no hayas visto ese tipo de programas— comentó Percy a Annabeth
—No lo hice— respondió Annabeth
y ejecutaba programas personalizados que podían hacer de todo menos atar los cordones de unos zapatos. Es posible que también hubiera una aplicación para eso, pero Annabeth todavía no la había encontrado.
—Probablemente— dijo Hermes
—Y hasta te podría tomar años encontrarla— dijo Hefesto
—Bueno, pues ya no— susurró Annabeth
Estaba sentada en su cama utilizando uno de los programas de visualización tridimensional de Dédalo para estudiar un modelo a escala del Partenón de Atenas. Siempre había deseado visitarlo, porque le encantaba la arquitectura y además era el templo más famoso dedicado a su madre.
—Bueno, su viaje es a Grecia— dijo Apolo
—No creo que ese sea precisamente un buen ánimo— dijo Hermes
—Siempre hay que ver el lado positivo— comentó Apolo
—De cualquier manera creo que no era precisamente el tipo de viaje al que Annabeth se refería— comentó Piper
—No precisamente— dijo Annabeth
Quizá pudiera hacer realidad su deseo si llegaban con vida a Grecia. Pero cuanto más pensaba en todo eso de la Marca de Atenea y la antigua leyenda romana que Reyna había mencionado, más nerviosa se ponía.
—Y con razón — dijo Apolo
—¿Qué pasó con eso de siempre ver el lado positivo?— preguntó Artemisa
—El lado positivo es que ya casi lo descubre— señaló Apolo
Annabeth hizo una mueca
—Creo que el lado positivo no es exactamente positivo— comentó Hermes
No quería acordarse, pero tenía presente la discusión con su madre. Después de tantas semanas, las palabras todavía le dolían.
—No puede ser— masculló Annabeth
—Si te quieres salir de la sala…— susurró Percy
—No— dijo Annabeth negando con la cabeza —como dijiste, no es lo peor que va a venir
—De acuerdo— dijo Percy tomando su mano —pero recuerda que siempre podemos salir de la sala
Annabeth asintió de acuerdo
Annabeth había estado cogiendo el metro en el Upper East Side después de cada visita a la madre de Percy. Durante esos largos meses en los que Percy había estado ausente, Annabeth había hecho ese trayecto al menos una vez a la semana:
Sally le sonrió a Annabeth, no podía dejar de pensar lo que los chicos le habían dicho, era demasiado para ambos ir y regresar de ese horrible lugar después de todo lo que han tenido que pasar y peor aún pensando también en lo que sabía del futuro y lo que les había pasado
en parte, para poner al corriente a Sally Jackson y su marido Paul de la investigación, y en parte porque Annabeth y Sally necesitaban levantarse mutuamente la moral y convencerse la una a la otra de que Percy estaba bien.
Percy hizo una mueca
—¿Seguro que no quieres salir tú de la sala?— preguntó Annabeth para quitarle un poco de seriedad al asunto —te ves como si quisieras darle un puñetazo en su divina cara a alguien
— Probablemente porque lo quiero— asintió Percy —pero todavía no lo voy a hacer
—¿Todavía?— preguntó Annabeth
—Todavía, pero no prometo nada para después
La primavera había sido especialmente dura. Para entonces, la joven tenía motivos para creer que Percy estaba vivo, ya que el plan de Hera parecía exigir que el chico fuese al lado romano, pero no estaba segura de dónde se encontraba. Jason había recordado más o menos
—Más o menos— murmuró Jason.
—Era mejor que nada— comentó Piper
—Es subjetivo— dijo Annabeth
la ubicación de su antiguo campamento, pero ni toda la magia de los griegos —incluida la de los campistas de la cabaña de Hécate— podía confirmar que Percy estuviera allí o en cualquier otra parte.
—Vaya ¿Cómo convenciste a los de Hécate?— bromeó Percy
—Soy muy buena convenciendo a la gente— dijo Annabeth
—Los amenazó— añadió Piper amablemente
—Eso me suena lógico— dijo Percy
—Y nadie quiere estar del lado malo de Annabeth— murmuró Katie
Annabeth rodó los ojos
Parecía que hubiera desaparecido de la faz de la tierra. Rachel, el oráculo, había intentado adivinar el futuro, y aunque no pudo ver gran cosa, había tenido la certeza de que Leo debía concluir el Argo II antes de que pudieran establecer contacto con los romanos.
—No debía ser de otra manera— comentó Rachel
—Habría sido peor si fuera de otra manera— coincidió Apolo
—Fue bastante malo su encuentro— dijo Hermes
—Imagínate, habría sido mucho peor— dijo Apolo
—No lo creo, pero mejor no averiguarlo— comentó Leo
No obstante, Annabeth se había pasado los ratos libres sondeando todas las fuentes en busca de cualquier rumor sobre Percy. Había hablado con los espíritus de la naturaleza, había leído leyendas sobre Roma,
—Y no funcionó— masculló Annabeth
—Pero ahora estamos juntos— susurró Percy —y así nos vamos a quedar
—Más te vale— dijo Annabeth
había buscado pistas en el cuaderno de Dédalo y había gastado cientos de dracmas de oro en mensajes de Iris dirigidos a cada espíritu, semidiós o monstruo amistoso que conocía, pero no había tenido suerte.
—Esos fueron muchos dracmas— comentó Percy
—No los suficientes— murmuró Annabeth
Charles y Zoé hicieron una mueca
Aquella tarde en concreto, al volver de casa de Sally, Annabeth se había sentido más cansada de lo habitual. Ella y Sally habían estado llorando, aunque luego habían intentado serenarse, pero tenían los nervios destrozados.
—Odio estos libros— murmuró Annabeth
—Todos los odiamos—asintió Percy
—Sip, es un sentimiento mutuo— dijo Leo
—Definitivamente— dijo Piper
Percy hizo una mueca, sabía que no era su culpa, pero sí se sentía algo culpable por haber preocupado tanto a su mamá y a Annabeth, que ellas se sintieran terribles a causa de él, y sobretodo porque sabía que las preocupaciones de su mamá aun no terminarían y menos aún con los libros
Finalmente Annabeth tomó el metro en Lexington Avenue hasta Grand Central. Había otras formas de volver a la residencia de su instituto desde el Upper East Side, pero a Annabeth le gustaba pasar por la estación de Grand Central. El bonito diseño y el enorme espacio abierto le recordaban el monte Olimpo.
—Entonces quien haya construido eso tiene buen gusto— dijo Apolo
—Sí, es parecido— dijo Percy
—Los mortales ni siquiera se dan cuenta de donde viene toda esa influencia— comentó Deméter
—Lo que me parece bien, no queremos a los mortales en modo pánico en todo momento— dijo Apolo
Los edificios grandiosos la hacían sentirse mejor, tal vez porque el hecho de encontrarse en un lugar tan estable también la hacía sentirse más de pasar por la tienda de chucherías donde antes trabajaba la madre de Percy y estaba pensando entrar a comprar caramelos azules por los viejos tiempos,
Percy le sonrió —Esos son los mejores tipos de dulces
—Lo sé— dijo Annabeth
—Todos estamos de acuerdo en eso— dijo Zoé con una sonrisa
—La verdad es que no, pero no pienso discutirlo porque tú a veces te ves como que les pudieras pegar a las personas— comentó Travis
—Yo no, pero Bianca lo hace por mí— dijo Zoé
—Peor aún— asintió Travis
Will, Nico, Percy y annabeth intercambiaron miradas extrañadas
cuando vio a Atenea estudiando el mapa del metro en la pared.
—¡Madre!
Bueno, al menos Atenea por fin iba a entender qué fue lo que le había dicho a su hija y sabía que de ninguna manera esa conversación podría salir bien
Annabeth no podía creérselo. Hacía meses que no veía a su madre, desde que Zeus había cerrado las puertas del Olimpo y había prohibido toda comunicación con los semidioses.
—Como si les hubiera importado— masculló Zeus
—Porque no era importante— señaló Poseidón
—Los semidioses nos necesitaban, querido— dijo Hera
—Sí claro y por eso las cosas se complicaron aún más— dijo Zeus
—Las cosas ya estaban complicadas— comentó Hades
Había intentado llamar a su madre muchas veces, implorándole consejo o dedicándole ofrendas con cada comida del campamento. No había obtenido respuesta. Y allí estaba Atenea, vestida con unos tejanos, unas botas de senderismo y una camisa de franela roja,
—Bueno, no es Atenea— señaló Apolo
—No creo que eso sea un consuelo precisamente— dijo Artemisa
—No, definitivamente no lo era— murmuró Annabeth, intentaba que lo fuera, pero realmente las cosas que le había dicho su madre calaron profundo
con el cabello oscuro cayéndole sobre los hombros. Llevaba una mochila y un bastón, como si estuviera preparada para un largo viaje.
—Tengo que regresar a casa —murmuró Atenea, estudiando el mapa—.
Atenea hizo una mueca y les dio una mirada que prometía problemas a los romanos, Quirón no dejó que hablaran y mejor siguió leyendo
El camino es complejo. Ojalá Odiseo estuviera aquí. Él lo entendería.
—¡Mamá! —dijo Annabeth—. Atenea.
—¿Por qué Odiseo?— susurró Travis a Katie
—No sé, creo que era de sus semidioses favoritos o algo así— comentó Katie —no sé y no quiero preguntar
—De acuerdo, porque tampoco yo quiero— dijo Travis
La diosa se volvió. Pareció que mirara a través de Annabeth sin reconocerla.
—Antes me llamaba así —dijo la diosa con aire soñador—. Antes de que saquearan mi ciudad, me robaran la identidad y me convirtieran en esto
Los romanos se sonrojaron, realmente nunca se habían dado cuenta de que tanto le había afectado el cambio a la diosa, no creían que fuera tan diferente como otros dioses o al menos que cuando se trataba de los romanos obtuviera su personalidad romana como los demás, no así
—se miró la ropa indignada—. Debo regresar a casa.
Annabeth retrocedió, sorprendida.
—¿Eres… eres Minerva?
—¡No me llames así!
Los griegos intercambiaron miradas aunque no estaban tan sorprendidos por la actitud de la diosa
—los ojos grises de la diosa brillaron de la ira—. Antes llevaba una lanza y un escudo. Tenía la victoria en la palma de la mano. Era mucho más que esto.
La tensión empezaba a aumentar en la sala de trono, era raro oír a la diosa de la sabiduría hablar de esa manera, siendo, pero a la vez odiando ser Minerva
—Mamá —a Annabeth le temblaba la voz—. Soy yo, Annabeth. Tu hija.
—Mi hija… —repitió Atenea—. Sí, mis hijos me vengarán. Ellos deben destruir a los romanos, esos imitadores horribles y deshonrosos.
—Y creo que en parte por eso no acabas de confiar en Jason— comentó Perséfone
—Creo que de cierta manera sí tiene que ver— dijo Artemisa —sobretodo teniendo en cuenta todo lo que ha pasado con los hijos de Atenea
—Supongo— murmuró Annabeth
Hera dijo que debemos mantener los dos campamentos separados. Yo le dije: « No, dejemos que luchen. Que mis hijos destruyan a los usurpadores» .
—Que bueno que ella no tomó las decisiones — susurró Miranda
—Hera los quería separados y ella acabó uniéndolos— comentó Apolo
Atenea resopló
—Uniéndolos es la mejor forma que tenemos de pelear y también de que atenea consiga lo que tanto quiere— señaló Hera
Los latidos del corazón de Annabeth le martilleaban en los oídos.
—¿Querías eso? Pero eres sabia. Entiendes la guerra mejor que ningún…
—No puede ser— masculló Annabeth
—La guerra no era la forma de resolver eso— comentó Hestia
—Pues podríamos probarlo— masculló Atenea
Casi todos los chicos se miraron con incredulidad
—Y se supone que no nos tocó esa versión de la diosa— murmuró Charles
—¡Antes! —dijo la diosa—. Sustituida. Saqueada. Desvalijada como un trofeo y llevada a rastras… lejos de mi querida patria. Perdí muchas cosas. Juré que no perdonaría jamás. Ni tampoco mis hijos
—Y vaya que se ha llevado a cabo— comentó Hermes
—¿Por qué lo dicen?— preguntó Miranda
—Tengo la sensación de que lo van a descubrir— murmuró Annabeth con una mueca
—se centró más detenidamente en Annabeth—. ¿Eres hija mía?
—Sí.
La diosa sacó algo del bolsillo de su camisa —una anticuada ficha de metro— y la puso en la mano de Annabeth.
Annabeth esperaba que esto acabara pronto
—Y así conseguiste la moneda— dijo Thalia
—Y así la conseguí— asintió Annabeth con una mueca y apretó más fuerte la mano de Percy
—Sigue la Marca de Atenea —dijo la diosa—. Véngame.
Annabeth miró la moneda. Cuando la observó, dejó de ser una ficha del metro de Nueva York y se convirtió en un antiguo dracma de plata, como los que usaban los atenienses.
—Por supuesto que sí— dijo Apolo
—¿Y no se podía regresar o algo así?— preguntó Bianca
—Ojalá, pero no se podía— dijo Annabeth
—Es un rastro, normalmente una vez aceptada la moneda se acepta también la misión— comentó Apolo —al menos eso es lo que hemos visto a lo largo de los siglos
En él se veía una lechuza, el animal sagrado de Atenea, con una rama de olivo en una cara y una inscripción griega en la otra. « La Marca de Atenea» . En ese momento, Annabeth no tenía ni idea de lo que significaba.
—Y no fue como si el significado fuera precisamente bueno— murmuró Annabeth
—Pero al menos la guerra entre griegos y romanos se detuvo— susurró Percy con una mueca
—Al menos— suspiró Annabeth
No entendía por qué su madre se comportaba de esa forma. Fuese Minerva o no, no debería estar tan confundida.
—Mamá… —intentó que su tono sonara lo más razonable posible—. Percy ha desaparecido. Necesito tu ayuda.
—No creo que eso vaya a funcionar— comentó Apolo
—Sí, me di cuenta— murmuró Annabeth
Había empezado a explicarle el plan de Hera de unir los campamentos para luchar contra Gaia y los gigantes, pero la diosa estampó el bastón contra el suelo de mármol.
—¡Jamás! —dijo—. Todo aquel que ayude a Roma debe perecer. Si te unes a ellos, no eres hija mía. Me has fallado.
Annabeth hizo una mueca, no había pasado el suficiente tiempo para que las palabras de su madre no siguieran doliendo y después de todo…
—Pero después de todo lo que hemos leído ¿Le ha fallado por unirse a los romanos?— preguntó Bianca con incredulidad
—No lo entienden— masculló Atenea —¡Ellos me han robado todo! ¡SAQUEARON MI CIUDAD Y LA DESTROZARON! ¡ROBARON MI ESCENCIA! Ustedes no pueden entenderlo
Quirón se aclaró la garganta y continuó la lectura
—¡Madre!
—Me da igual ese Percy. Si se ha pasado al bando de los romanos, que perezca. Mátalo. Mata a todos los romanos.
Los romanos palidecieron un poco, definitivamente no se habían dado cuenta exactamente como habían afectado a la diosa
Encuentra la Marca y síguela hasta su origen. Contempla cómo Roma me ha deshonrado y promete vengarte.
—Atenea no es la diosa de la venganza
Atenea lo sabía, probablemente no debió decir aquellas cosas a Annabeth, pero realmente no la podían entender, fue robada de su propia ciudad, ultrajada y ha estado perdida durante milenios, siempre tratando de hayar su camino a donde pertenece, los romanos la desvirtuaron, la subestimaron y la convirtieron en una diosa que no era, aunque al parecer griegos y romanos se habían unido, los romanos todavía tenían que pagar
—las uñas de Annabeth se clavaron en sus palmas. La moneda de plata pareció calentarse en su mano—. Percy lo es todo para mí.
Percy le dio una sonrisa boba y la besó, Sally les sonrió con cariño
—Awww son tan adorables— suspiró Afrodita
—Y la venganza lo es todo para mí —gruñó la diosa—. ¿Cuál de nosotras es más sabia?
—Te ocurre algo. ¿Qué ha pasado?
—¡Roma, eso es lo que ha pasado! —dijo la diosa amargamente—.
—Mal momento para ser romano— comentó Hermes
Los romanos se removieron incómodos en su lugar
—Pero si están aquí en paz, suponemos que la "venganza" fue cumplida— dijo Apolo
Annabeth y Reyna intercambiaron una mirada
—Esperemos que eso de la paz continúe— suspiró Poseidón
Mira lo que han hecho, convirtiéndome en romana. ¿Quieren que sea su diosa? Entonces que prueben su propia maldad. Mátalos, hija.
—¡No!
Los romanos se estremecieron y los griegos miraron con total incredulidad a la diosa
—Este tipo de diosa vengativa jamás me lo esperé— murmuró Katie
—Creo que jamás quisiera estar del lado malo de Atenea— comentó Chris
Atenea les dio una mirada asesina a los romanos
—Entonces no eres nada —la diosa se volvió hacia el mapa del metro. Su expresión se suavizó, se volvió confusa y se desenfocó—. Si pudiera encontrar la ruta… el camino a casa… Pero no. Véngame o déjame. Tú no eres hija mía.
Hubo varias miradas de incredulidad y furia dirigidas a la diosa
—Eso no es justo— masculló Percy que ahora sí se veía dispuesto a gritarle a alguien y obviamente era a la diosa de la sabiduría, pero Annabeth negó con la cabeza
—No tiene sentido Percy— dijo Annabeth con la voz quebrada —eso ya pasó
—Pero aun así no es justo que te dijera todas esas cosa— dijo Percy mirando furiosamente a la diosa
—Déjalo pasar— pidió Annabeth sosteniendo más fuerte su mano
Percy asintió aunque no muy convencido y se dio cuenta que otra persona también parecía querer gritarle a la diosa unas cuantas cosas, la mirada de Percy se encontró con la de Charles, se quedaron mirando un momento y finalmente Percy sacudió la cabeza dándole a entender que no era una buena idea discutir con la diosa, Charles resopló, pero se quedó tranquilo, en otro momento, Percy probablemente se hubiera reído
—Atenea— dijo Hestia razonablemente —lo que los romanos te hicieron no está justificado, pero no deberías renegar de tu hija solo porque no quiere matarlos
—Y porque ella está siendo muy razonable— murmuró Apolo
—Y además, creo que ella lo logró— señaló Artemisa
Atenea miró a Annabeth, Annabeth no la miró de vuelta, la diosa podía decir por la forma en que su hija tomaba la mano del crío de Poseidón que estaba tratando de no llorar frente a todos, tal vez hablando a solas con ella podría explicarle mejor porque necesitaba ser vengada
A Annabeth le picaban los ojos. Quería decir mil cosas horribles, pero no podía. Se volvió y huyó.
Intentó tirar la moneda de plata, pero volvía a aparecer en su bolsillo, como le ocurría a Percy con Contracorriente.
—Al menos Contracorriente sirve para la defensa— murmuró Annabeth
—Y para cortar pastel, no lo olvides— sonrió Percy tratando de hacerla sentir mejor
—No lo podría olvidar— comentó Annabeth
Lamentablemente, el dracma de Annabeth no tenía poderes mágicos; al menos, ninguno útil. Solo le provocaba pesadillas, y por mucho que lo intentaba, no podía deshacerse de él.
—Lastima que las pesadillas no cuenten cómo poder especial— comentó Piper
—Realmente sí es una lástima— dijo Annabeth
—Deberían tener una clasificación especial— asintió Percy
Entonces, sentada en su camarote a bordo del Argo II, notó que la moneda aumentaba de temperatura en su bolsillo. Se quedó mirando el modelo a escala del Partenón en la pantalla del ordenador y pensó en la discusión con Atenea.
—No puedo creer todo lo que fue capaz de decir esa diosa— masculló Charles a sus amigos
—Lo sé, por eso no dudo que ella sí tuviera que ver con la decisión de los ataques a los campamentos— dijo Bianca
—De acuerdo— comentó Zoé —pero también es horrible lo que le hicieron los romanos, siento un poco de lastima por ella
En su cabeza daban vueltas algunas frases que había oído durante los últimos días:
« Nuestra dotada amiga, lista para recibir a su visita» ; « Nadie recuperará esa estatua» ; « La hija de la sabiduría anda sola» . Temía entender por fin el significado de todo. Le pidió a los dioses que estuviera equivocada.
—Eso de "nuestra dotada amiga" realmente es lo peor— señaló Apolo
—Y lo de "andar sola"— dijo Deméter
—Pero no lo estaba— murmuró Annabeth
—Parece que la única vez que querías estarlo— comentó Thalia
—Definitivamente— asintió Annabeth
Se sobresaltó cuando llamaron a la puerta.
Esperaba que fuera Percy, pero Frank Zhang asomó la cabeza.
—Ejem, perdona —dijo—. ¿Puedo…?
—Bueno, por fin se terminó eso de la discusión con mi madre— murmuró Annabeth
—Sí, creo que ya no falta mucho para que se acabe el capítulo— señaló Percy
—Eso espero— suspiró Annabeth
Se sorprendió tanto de verlo que tardó un instante en darse cuenta de que quería entrar.
—Claro —dijo—. Pasa.
—Y así Frank se quedó una hora esperando poder pasar— bromeó Connor
—Bueno, fue una sorpresa— dijo Annabeth
—Es normal que alguien reaccione así ante una sorpresa— dijo Kati
—Claramente— asintió Thalia
El chico entró y echó un vistazo al camarote. No había mucho que ver. Sobre la mesa había una pila de libros, un diario y un bolígrafo, y una fotografía de su padre pilotando su biplano Sopwith Camel, sonriendo y levantando los pulgares. A Annabeth le gustaba esa foto.
—Estaba genial— dijo Percy
—Lo sé, era simplemente increíble— asintió Annabeth
Le recordaba la época en que se había sentido más unida a él, cuando había atacado a un ejército de monstruos con ametralladoras de bronce celestial para protegerla, el mejor regalo que una chica podía esperar.
—Hay expectativas altas y luego está esa— dijo Katie
—No, pues gracias por las altas expectativas— comentó Miranda —no sé si mi papá pueda conseguir una ametralladora
—Espero que no—dijo Connor
—Bueno, ya que es el mejor regalo que una chica podría conseguir entonces Leo, Percy, Will, Nico y Jason también tienen mucho trabajo por delante— comentó Travis
—Demonios, Annabeth— masculló Leo
—Dioses listilla ¿De dónde voy a sacar una ametralladora?— preguntó Percy
—De la tienda de ametralladoras— comentó Helena
—Obviamente— murmuró Will
En la pared había clavado un gancho del que colgaba su gorra de los Yankees de Nueva York, la posesión de su madre más valiosa que conservaba. Antes, la gorra tenía el poder de hacer invisible a su portador. Desde la discusión que había mantenido con Atenea, la gorra había perdido su magia.
Los que aún no lo sabían se miraron sorprendidos
—Le quitaste a tu hija el único objeto que podría haberla ayudado— señaló Poseidón con una ceja levantada
—La hija de la sabiduría camina sola— murmuró Atenea —eso se refiere a ningún objeto mágico
—O a sin ninguna compañía— dijo Apolo
—Pero esa búsqueda todavía no empieza, obviamente— comentó Perséfone —podría haber sido de ayuda
Annabeth no sabía por qué, pero la había llevado consigo obstinadamente en la misión. Cada mañana intentaba ponérsela, con la esperanza de que volviera a funcionar, pero hasta el momento solo le había servido como recordatorio de la ira de su madre. Por lo demás, el camarote estaba vacío. Annabeth lo había mantenido limpio y sin adornos, cosa que le ayudaba a pensar. Percy no se lo creía,
—Es que ¿Cómo le haces?— preguntó Percy
—Cuando hay demasiadas cosas es peor— dijo Annabeth
—Pero ¿No te dan ganas de desordenarlo o algo así?—preguntó Leo
—No— dijo Annabeth
—Podría funcionar mejor— comentó Percy
—Por supuesto que no— dijo Annabeth
porque ella siempre sacaba unas notas excelentes, pero como la mayoría de los semidioses, también ella padecía déficit de atención con hiperactividad. Cuando había demasiadas distracciones en su espacio personal, era incapaz de concentrarse.
—Es entendible— asintió Katie
—Yo no lo entiendo— dijo Percy
Annabeth negó con la cabeza
—Bueno… Frank —dijo de forma tentativa—, ¿en qué puedo ayudarte?
De todos los chicos que había a bordo, Frank era el que menos pensaba que le haría una visita.
—Yo creo que era el más probable— dijo Thalia
—Sin contar a Percy, yo creo que la más probable era Piper— dijo Miranda
—Yo también lo creo— dijo Piper
Su confusión no disminuyó cuando vio que el chico se ruborizaba al instante y sacaba las esposas chinas de su bolsillo.
Frank se sonrojó, Annabeth sonrió, había estado muy halagada de que el chico le tuviera la suficiente confianza para pedirle ayuda
—No me gusta no saber cómo funciona esto —murmuró—. ¿Puedes enseñarme el truco? Me daba corte preguntárselo a otra persona.
—Como ni a su novia— murmuró Connor
—Obviamente no va a quedar mal ante su novia— señaló Miranda
—Eso es cierto— admitió Frank con un sonrojo
—Está bien, espero que hayas aprendido el truco— dijo Hazel con una pequeña sonrisa
Annabeth procesó sus palabras con un ligero retraso. Un momento… ¿Frank le estaba pidiendo ayuda? Entonces cayó en la cuenta: claro, Frank estaba avergonzado. Leo había estado tomándole el pelo sin parar. A nadie le gustaba ser el hazmerreír.
—Ah, pero todos se rieron— masculló Leo
Los demás chicos del Argo se sonrojaron
La expresión de determinación de Frank revelaba que no quería que eso volviera a ocurrir. Quería descubrir el enigma de las esposas y no tener que recurrir a la solución de la iguana.
—Pero al final de cuentas también es una solución válida— dijo Travis —quien puede puede
—Y el que no que siga con sus trucos mundanos— bromeó Connor
—Lo importante es que te liberaste, ya el método es lo de menos— comentó Rachel
—Déjalos, están celosos porque no pueden ser una iguana— dijo Travis
—Sí— dijo Percy tristemente
Annabeth se sintió extrañamente honrada. Frank confiaba en que ella no se burlaría de él. Además, tenía debilidad por cualquiera en busca del conocimiento, aunque fuera sobre algo tan simple como unas esposas chinas.
—El conocimiento es poder— dijo Katie
—Muchas veces lo es—asintió Atenea
—Estoy de acuerdo con eso— dijo Artemisa
Golpeó el catre, a su lado.
—Por supuesto. Siéntate.
—Es hora de ilustrarte— dijo Connor
—Esperamos que pongas atención— dijo Rachel
—Exacto, las explicaciones de Annabeth no son gratis— señaló Leo
Frank se sentó en el borde del colchón, como si se preparase para escapar rápidamente.
—Como en la escuela, porque luego de dos horas la clase es aburrida— dijo Leo
—El mejor asiento por siempre— asintió Percy
—Bueno saberlo— comentó Sally
—Pero por supuesto yo no me siento en ese lugar— dijo Percy
—Yo sí— dijo Zoé
Todos los chicos se empezaron a reír
Annabeth cogió las esposas chinas y las sujetó junto a su ordenador. Pulsó una tecla para hacer un escaneado por infrarrojos. Unos segundos más tarde, un modelo tridimensional de las esposas chinas apareció en la pantalla.
—Ni en la escuela se preocupan tanto por esos métodos de enseñanza— comentó Leo
—Bueno, también recuerda la clase de escuela a la que íbamos, Leo— señaló Piper
—Yo creo que por eso— dijo Leo
—Es probable— asintió Piper
Giró el portátil para que Frank lo pudiera ver.
—¿Cómo has hecho eso? —preguntó él, asombrado.
—Tecnología punta griega —dijo—.
—Obvio— dijo Connor
—Solo lo mejor para los mejores— coincidió Leo
—Como debe ser— dijo Miranda
—Claaaro— dijo Percy riendo
Mira. La estructura es una trenza biaxial cilíndrica,
—¿Una qué?— preguntó Connor
—No sé, pero suena difícil— dijo Piper
—Una cosa rara— asintió Percy
—Pues eso también va a venir en el examen— dijo Leo
—Nadie lo puede pronunciar, así que no va a venir— comentó Piper
así que tiene una excelente elasticidad —manipuló la imagen para que se encogiera y se estirara como un acordeón—. Cuando metes los dedos, se afloja. Pero cuando intentas sacarlos, la circunferencia se contrae y la trenza se inmoviliza y se aprieta. Es imposible soltarse haciendo fuerza. Frank la miró fijamente, sin comprender.
—Sí me siento como en la escuela— dijo Travis
—Sobretodo porque me tengo que imaginar la explicación— dijo Katie
—No se distraigan porque en cualquier momento pasamos de las palabras a los números— dijo Percy
—¿Saben qué? Yo creo que ya mejor me ponen mi nota de reprobada— bromeó Piper
—Concuerdo— asintió Percy
—Que mal ejemplo— dijo Connor negando con la cabeza
—Ponganos 10 y nos salimos de la sala— dijo Percy
—¿Y cuál es el secreto?
—Bueno… —ella le enseñó algunos de sus cálculos, que demostraban que las esposas no se rompían al ser sometidas a una increíble tensión, dependiendo del material usado en la trenza—.
—Eso es realmente genial— dijo Leo —estarían increíbles esos cálculos ¿Que fue lo que mediste?
—Bueno, vimos varios materiales, por ejemplo el cobre que puede ser fuerte, pero no lo suficientemente flexible con sus hilos elementales, establecí las relaciones entre las variables adimensionales a lo largo de la línea y las utilizadas para calcular las tensiones elástica
—Bueno, la verdad no entendí nada, pero que genial—dijo Travis
—No, ya denme mi nota de una vez, si esto viene en el exámen si repruebo— asintió Miranda
—Hasta nosotros reprobamos— dijo Apolo
—Esto es demasiado para mí— dijo Connor
Alucinante para una estructura trenzada, ¿verdad? Los médicos lo usan para la tracción, y los electricistas…
—Pero ¿cuál es el secreto?
—Vamos al punto— dijo Miranda riendo
—Primero tiene que ser la explicación— dijo Leo —es importante para que se entienda todo el funcionamiento como debe de ser
Annabeth asintió de acuerdo
—¿Cuándo has visto que primero te den el resultado y luego la explicación?— preguntó Chris
—Eso es cierto— murmuró Frank
Annabeth se rió.
—No tienes que pelearte con las esposas. Hay que presionar con los dedos hacia dentro, no hacia fuera. Así se afloja la trenza.
—Pero estuvo buena la clase— dijo Travis
—En realidad sí, podrías hacer varias cosas con eso— dijo Leo
—Claro,en medicina se ha usado para operaciones de corazón— dijo Annabeth
—Tiene tantos usos que simplemente calculas la tensión para lo que quieres obtener, son muchas posibilidades— asintió Leo
—Díganme que en el futuro no los dejan pasar tanto tiempo juntos— pidió Piper viendo a los legados
— Pues no son nada nuevo estas conversaciones para nosotros— dijo Zoé encogiéndose de hombros
Los legados asintieron de acuerdo
—¿Y entendieron algo?— preguntó Connor
—Nop, pero sí estamos acostumbrados— dijo Esperanza
—Ah —Frank lo probó. Dio resultado—. Gracias, pero… ¿no me lo podrías haber enseñado con las esposas sin el programa y los cálculos?
—Obvio no— dijo Leo rodando los ojos
—Es la lección completa o nada— señaló Katie
—Claro— asintió Frank
Annabeth vaciló. A veces la sabiduría procedía de los lugares más extraños, incluso de un pez de colores gigante.
—Supongo que tienes razón. Ha sido una tontería. Yo también he aprendido algo.
—Pero estuvo interesante la clase— asintió Rachel
—Y lo importante es que aprendió el truco— comentó Piper
—Y ahora sabe cómo se usan las esposas chinas— dijo Percy
Frank volvió a probar las esposas.
—Es fácil cuando sabes la solución.
—Muchas de las mejores trampas son simples —dijo Annabeth—. Solo hay que pensar en ello y confiar en que tu víctima no lo haga.
—Pues sí— murmuró Annabeth con una mueca
—La mocosa tiene razón— dijo Ares
—Genial— murmuró Travis
Frank asintió. Parecía reticente a marcharse.
—Leo no pretende ser cruel, ¿sabes? —dijo Annabeth—. Solo es un bocazas. Cuando la gente le pone nervioso, utiliza el humor como defensa.
—¡Oye!— se quejó Leo
—Bueno, tal vez ya no tengamos que preocuparnos por esas pláticas— bromeó Piper
—Eso parece— dijo Percy
Frank frunció el entrecejo.
—¿Por qué iba yo a ponerlo nervioso?
La mayoría de los semidioses lo voltearon a ver como de "¿Es en serio?"
—Eres el doble de grande que él. Puedes convertirte en dragón.
« Y le gustas a Hazel» ,
—sí, ya todos se dieron cuenta— bufó Calipso
—¡Annabeth!— masculló Leo y a Calipso le dio una mirada inocente
—No lo dije— protestó Annabeth
—No lo dijo— asintió Percy
pensó Annabeth, pero no lo dijo. Frank no parecía convencido.
—Leo puede invocar el fuego —retorció las esposas—.
—Lo sabemos, Leo es increíble— dijo Leo
—Pero en ese momento Leo no sabía que tan nervioso te ponía el fuego— señaló Rachel
—Eso es cierto— murmuró Frank
Annabeth…, ¿podrías ayudarme en otro momento con otro problema más complicado? Tengo… supongo que se podría llamar un talón de Aquiles.
—Wow ¿Saben? Este momento es increíble — dijo Apolo —un romano pidiéndole ayuda a una griega con su talón de Aquiles
—Percy ya lo sabía— dijo Perséfone
—Obviamente— asintió Apolo —pero no es como que se los dijera exactamente y Percy vivió con los romanos, poco tiempo, pero lo hizo, Annabeth no
Annabeth se sintió como si acabara de beber chocolate caliente romano. Nunca había entendido del todo el adjetivo « entrañable» , pero Frank le evocó esa sensación. No era más que un gran oso de peluche. Comprendió por qué a Hazel le gustaba.
Hazel se sonrojó, Hades resopló
Annabeth y Frank compartieron una pequeña sonrisa, no le había dicho cual era su problema, pero que estuviera dispuesto a hacerlo y pedirle ayuda la hacía sentirse honrada
—Me encantaría —dijo—. ¿Sabe alguien más lo de tu talón de Aquiles?
—Percy y Hazel —contestó él—. Nadie más. Percy … es muy buen tío. Lo seguiría a cualquier parte. He pensado que debías saberlo.
—Gracias— dijo Percy sonrojado
—Es la verdad— dijo Frank
—Definitivamente lo es— asintió Hazel
Annabeth le dio una palmadita en el brazo.
—Percy tiene un don para elegir buenos amigos. Como tú. Pero puedes fiarte de cualquiera de los que estamos en este barco, Frank. Hasta de Leo.
—Ay gracias— murmuró Leo
—Es un bocazas, pero es buena persona— dijo Piper
—No me ayudes, reina de belleza— dijo Leo
Todos formamos un equipo. Tenemos que confiar los unos en los otros.
—Yo… supongo que sí.
—Atentamente la que no confía en Jason— bromeó Connor
Hubo varias risitas alrededor de la sala
—Un pequeño detallito en esa afirmación— dijo Apolo
—Espero que eso cambie— dijo Thalia
—Lo hizo— asintió Annabeth
—Entonces ¿cuál es esa debilidad que te preocupa?
La campana de la cena sonó, y Frank se sobresaltó.
—La campana los interrumpió— dijo Travis
—O la campana lo salvó— comentó Rachel
—Eso también podría funcionar— asintió Katie
—Tal vez… tal vez más tarde —dijo—. Me cuesta hablar del tema. Pero gracias, Annabeth —levantó las esposas chinas—. No te compliques.
Annabeth se sonrojó
—Bueno, pero aprendiste algo nuevo— dijo Miranda
—Es lo importante— asintió Katie
XVIII
Annabeth
Esa noche Annabeth no tuvo pesadillas, lo que le inquietó al despertarse, como la calma que precede a una tormenta.
—Comprensible— dijo Apolo
—Es más inquietante eso que tener pesadillas— comentó Percy
—Definitivamente lo es— asintió Thalia
—Y que lo digan— murmuró Leo
Leo atracó el barco en un embarcadero del puerto de Charleston, justo al lado del malecón. A lo largo de la orilla se abría el barrio histórico, con altas mansiones, palmeras y verjas de hierro forjado. Antiguos cañones apuntaban al agua.
—No sé qué tan buena idea van a ser los cañones y ustedes— dijo Hermes
—Los cañones y nosotros siempre es buena idea— asintió Percy
—También depende a quién le preguntes— comentó Piper
—Eso podría ser cierto— dijo Percy
Cuando Annabeth subió a cubierta, Jason, Frank y Leo ya habían partido hacia el museo. Según el entrenador Hedge, habían prometido que volverían cuando se pusiera el sol. Piper y Hazel estaban listas para marcharse, pero antes Annabeth se volvió hacia Percy,
—Lo esperábamos— dijo Piper
—No te podías ir sin despedirte— comentó Hazel
—Obviamente no— dijo Perséfone
—Eso no es lo que hace una novia cariñosa— dijo Miranda
que estaba apoyado en la barandilla de estribor, contemplando la bahía.
Annabeth le tomó la mano.
—¿Qué vas a hacer mientras esté fuera?
—Zambullirme en el puerto —dijo él,
—Ya sabes, lo de siempre— dijo Travis
—Lo que uno hace cuando no lo invitan a las misiones— comentó Thalia
—Una buena forma de pasar el tiempo— dijo Percy
—Y vaya que sí— asintió Annabeth
despreocupado, como otro podría haber dicho: « Me voy a picar algo» —. Quiero comunicarme con las nereidas de la zona. A lo mejor me dan algún consejo para liberar a las criaturas cautivas de Atlanta. Además, creo que el mar me sentará bien. Estar en ese acuario me hizo sentir… sucio.
Percy hizo una mueca
—Es comprensible— dijo Poseidón —pero también te ayudó a ver que tus poderes siguen funcionando y no tienes de qué temer
—Ese es un punto muy cierto— asintió Sally
—Al menos— dijo Percy
Tenía el cabello oscuro y despeinado como siempre, pero Annabeth pensó en el mechón gris que antes tenía en un lado. Cuando los dos tenían catorce años, se habían turnado (a regañadientes) para sostener el peso del cielo.
Luke se sonrojó
—Sí, nos acordamos de eso— masculló Poseidón
—Y eso que fue hace varios libros— murmuró Katie
—Lo bueno es que ya pasó, vamos a seguir leyendo— pidió Hermes
A los dos les habían salido canas a consecuencia del esfuerzo. Durante el último año, mientras Percy había estado ausente, los mechones grises habían desaparecido por fin de las cabezas de ambos, cosa que entristecía a Annabeth y le preocupaba un poco. Se sentía como si hubiera perdido un lazo simbólico con Percy.
Percy asintió de acuerdo
—Bueno, siempre se pueden teñir el cabello— señaló Apolo
Percy y Annabeth compartieron una mirada
—Yo creo que mejor no— dijo Percy
—Definitivamente no— coincidió Annabeth
Annabeth le dio un beso.
—Buena suerte, Sesos de Alga. Vuelve conmigo, ¿vale?
—Volveré —prometió él—. Tú haz lo mismo.
—Awwww me encantan estos chicos— suspiró Afrodita
—Nos dimos cuenta— murmuró Annabeth
Annabeth trató de reprimir su creciente inquietud. Se volvió hacia Piper y Hazel.
—Está bien, señoras. Vamos a buscar el fantasma del Battery.
—Sí, el fantasma— murmuró Piper
—Un fantasma muy diferente— dijo Annabeth
—Y que lo digas—asintió Hazel
Más tarde Annabeth desearía haberse tirado al puerto con Percy. Incluso habría preferido ir a un museo lleno de fantasmas.
—Como que no fue tan bien esa salida de chicas— dijo Miranda
—Nop— dijo Piper
—Pudo ser mejor— asintió Annabeth
—Fue… Rara— dijo Hazel
—Es una manera suave de decirlo— comentó Piper
No es que le importara ir con Hazel y Piper. Al principio se lo habían pasado en grande paseando por el Battery. Según los indicadores, el parque de la playa era conocido como los jardines de White Point.
—Era lindo— dijo Hazel
—Cierto, el paisaje lo mejoró un poco— dijo Piper
—Era algo para admirar— comentó Annabeth
—Bueno, lo importante es que esa salida de chicas empiece bien— dijo Katie
La brisa del mar se llevó el bochornoso calor de la tarde de verano, y a la sombra de los palmitos hacía un agradable fresco. El paseo estaba bordeado de viejos cañones de la guerra de Secesión y de estatuas de bronce de personajes históricos, las cuales hicieron estremecerse a Annabeth.
—Y con razón— dijo Apolo
—Las estatuas no siempre son buenas— dijo Hefesto
—Ha habido muchos accidentes con las estatuas— asintió Leo
—Y vaya que sí— murmuró Percy
Se acordó de las estatuas de Nueva York durante la guerra de los titanes, que habían cobrado vida gracias a la secuencia de comandos veintitrés de Dédalo. Se preguntaba cuántas estatuas más del país eran en realidad autómatas a la espera de ser activados.
—La pregunta del millón—dijo Thalia
—Que la verdad espero no descubrir— comentó Grover
—Sí, yo también espero no descubrirlo— asintió Percy
El puerto de Charleston relucía al sol. Hacia el norte y el sur, unas franjas de tierra se extendían como brazos rodeando la bahía, y en la entrada del puerto, a un kilómetro y medio de la costa, había una isla con un fuerte de piedra.
—Era una increíble construcción— admitió Piper
—Esa bahía siempre ha sido encantadora— comentó Afrodita con un suspiró de ensoñación
—Claro— dijo Piper
Annabeth recordaba vagamente que ese fuerte había sido importante en la guerra de Secesión, pero no dedicó mucho tiempo a pensar en ello. Sobre todo aspiraba el aire del mar y pensaba en Percy. Los dioses no querrían que tuviera que romper con él.
—No te preocupes, no queremos— dijo Apolo
—¡Obviamente no!— exclamó Afrodita —sería interesante
Percy y Annabeth intercambiaron una mueca de horror
—Pero es más interesante tenerlos juntos— completó la diosa del amor
—Bueno, gracias— murmuró Percy
No sería capaz de volver a ver el mar sin acordarse de su corazón partido. Se sintió aliviada cuando se alejaron del malecón y exploraron el interior de los jardines.
—Mejor— dijo Percy —lo que estabas pensando no era divertido
—Lo sé— comentó Annabeth
El parque no estaba abarrotado. Annabeth se imaginó que la mayoría de los lugareños se habían ido de vacaciones o estaban escondidos echando la siesta. Pasearon por South Battery Street, toda ella flanqueada por mansiones coloniales de cuatro pisos.
—Un lugar muy romántico— dijo Afrodita
—Yo no diría precisamente romántico— dijo Piper
—Definitivamente no— masculló Reyna
Los muros de ladrillo estaban cubiertos de hiedra. Las fachadas tenían altas columnas blancas como templos romanos.
—Es cierto— asintió Hazel
—Estoy de acuerdo, eran muy impresionantes— dijo Reyna
—Por supuesto que lo eran— dijo Annabeth
Los jardines rebosaban de rosales, madreselvas y buganvillas en flor. Parecía que Deméter hubiera fijado el temporizador hacía varias décadas para que todas las plantas crecieran y se hubiera olvidado de volver para comprobar su estado.
—Puede pasar— comentó Deméter
—Lo bueno es que se da cuenta de lo que hace o que no hace— dijo Apolo
—Es una cuestión muy importante— asintió Hermes
—Me recuerda un poco a la Nueva Roma —dijo Hazel—. Las grandes mansiones y los jardines. Las columnas y los arcos.
—Sí, de nuestro lado también era bastante genial— dijo Leo
—Sí, definitivamente eran construcciones increíbles— dijo Jason
—No lo podemos negar— comentó Frank
Annabeth asintió con la cabeza. Recordaba haber leído que, antes de la guerra de Secesión, el sur de Estados Unidos se comparaba a menudo con la antigua Roma. En tiempos, la sociedad sureña se había caracterizado por la arquitectura imponente, el honor y el código de caballerosidad.
—Ay sí, eran un encanto— dijo Afrodita
—Algunas cosas no son muy encantadoras— comentó Artemisa
—Tonterías, era realmente genial— dijo Afrodita
Y en el lado negativo, también se había caracterizado por la esclavitud. « Roma tenía esclavos —habían alegado algunos sureños—, así que ¿por qué no vamos a tenerlos nosotros?»
—Eso ya no es tan encantador— dijo Hestia con una mueca
Los chicos también se removieron incómodos en su lugar
Annabeth se estremeció. Le encantaba la arquitectura del lugar. Las casas y los jardines eran muy bonitos, muy romanos. Pero se preguntaba por qué las cosas bonitas tenían que estar envueltas en una historia siniestra.
—Es cierto— asintió Apolo
—Porque para tener cosas bonitas obviamente se necesita algo siniestro primero— comentó Miranda
—Suena horrible eso— dijo Connor
—Pero puede funcionar— dijo Miranda
¿O era al revés? Tal vez fuera necesaria una historia siniestra para construir cosas bonitas, para enmascarar los aspectos más oscuros.
—Aunque también eso podría funcionar— dijo Perséfone
—Me gusta más esta perspectiva— asintió Connor
—Pues también está media horrible esa perspectiva— se quejó Miranda
Sacudió la cabeza. Percy no soportaría que se pusiera tan filosófica. Cuando intentaba hablar con él de cosas como esas, a Percy se le ponían los ojos vidriosos.
Percy le sonrió con inocencia
Las otras chicas no hablaban mucho. Piper no dejaba de mirar a su alrededor, como si esperara que les tendieran una emboscada. Había dicho que había visto ese parque en la hoja de su daga, pero no había entrado en detalles.
—No eran buenos los detalles— dijo Piper
—Me lo imaginaba— dijo Annabeth
—Era mejor la sorpresa— comentó Piper con sarcasmo
—Claro— dijo Annabeth
Annabeth suponía que le daba miedo. Después de todo, la última vez que Piper había tratado de interpretar una visión de su cuchillo, Percy y Jason habían estado a punto de matarse en Kansas.
—Pequeño detalle— dijo Katie
—No se estaban peleando, estaban haciendo más especial su vínculo— bromeó Travis
—Es una manera de llamarlo— asintió Percy
—Sí, y vaya manera— comentó Jason
Hazel también parecía inquieta. Tal vez solo estuviera contemplando el entorno, o tal vez estuviera preocupada por su hermano. En menos de cuatro días, si no lo encontraban y lo liberaban, Nico moriría.
—Sí, eso podría hacer que alguien esté callado— dijo Apolo
—Definitivamente podría hacerlo— susurró Bianca para sí misma viendo a cierto legado que hacía una mueca de dolor, Bianca había decidido y lo mejor que podía hacer era contarle a su hermano lo que había descubierto
Annabeth también sentía el peso de ese plazo sobre su cabeza. Nico di Angelo siempre le había provocado sentimientos encontrados. Sospechaba que estaba enamorado de ella desde que los habían rescatado a él y a su hermana mayor Bianca de la academia militar de Maine;
Charles y Bianca intercambiaron una mirada horrorizada
—Y por eso fue el rumor— murmuró Jason
Nico la miró como si se hubiera vuelto loca —¿Por qué?
—No lo sé— dijo Annabeth sonrojada —fue más como el comportamiento que tuviste en el laberinto
—Bueno pues no— dijo Nico con el ceño
—Bueno, pues está bien— comentó Annabeth
—Ciertamente no eres mi tipo— señaló Nico
—Pero es rubia— dijo Percy
—Ni tú el mío— contestó Annabeth
—Perfecto— asintió Nico
—Perfecto— coincidió Annabeth
—De acuerdo, ahora que todo está aclarado podemos seguir la lectura— anunció Apolo
pero Annabeth nunca había sentido la más mínima atracción hacia Nico. Era demasiado joven y demasiado taciturno. Había algo oscuro en él que la inquietaba.
Nico frunció el ceño
—Lo siento— dijo Annabeth
—Y pensar que fue a la primera persona que le contaron acerca de mí— murmuró Bianca
Aun así, se sentía responsable de él. Cuando se conocieron, ninguno de los dos conocía la existencia de su hermanastra, Hazel. En aquel entonces, Bianca era la única pariente viva de Nico. Cuando ella murió, Nico se convirtió en un huérfano sin techo, condenado a deambular solo por el mundo. Annabeth se identificaba con esa parte de su vida.
Annabeth y Nico se sonrojaron
—¿En serio? ¿Vas a seguir pensando acerca de mí?— preguntó Nico
—Probablemente no por lo que queda del capítulo— comentó Annabeth
Nico resopló
Estaba tan absorta en sus pensamientos que podría haber estado paseando por el parque eternamente, pero Piper la agarró del brazo.
—Allí.
—Aquí vamos—dijo Piper
—No puede ser tan malo ¿O sí?— preguntó Leo
—Puede ser bastante malo— dijo Piper
Annabeth y Hazel asintieron de acuerdo
Señaló al otro lado del puerto. A unos cien metros de la costa, una reluciente figura blanca flotaba sobre el agua. Al principio, Annabeth pensó que podía ser una boya o un pequeño bote que reflejaba la luz del sol, pero sin duda brillaba,
—Entonces definitivamente no es algo normal— dijo Apolo
—Ya lo habíamos deducido—comentó Artemisa
—Pues para que se sigan acordando— dijo Apolo
y se movía con más suavidad que un bote, trazando una línea recta hacia ellas. Conforme se acercaba, Annabeth vio que era la figura de una mujer. —El fantasma —dijo.
—No es un fantasma —repuso Hazel—. Ningún espíritu brilla tanto.
—Eso es cierto— dijo Nico
Afrodita sonrió, por supuesto que ya sospechaba que era ella, siempre había amado ese lugar y era un buen espacio para las charlas
Annabeth decidió creerla. No se imaginaba en el lugar de Hazel, muriendo a una edad muy temprana y volviendo del inframundo, sabiendo más acerca de los muertos que de los vivos.
Hazel hizo una mueca
Como sumida en un trance, Piper cruzó la calle hacia el borde del malecón y evitó por los pelos un carruaje tirado por caballos.
—¡Piper! —gritó Annabeth.
—Todos nos hemos cruzado alguna vez como si fuéramos inmortales— asintió Connor
—Pero no me atropelló— dijo Piper encogiéndose de hombros
—Porque tuviste suerte— masculló Annabeth
—Será mejor que la sigamos —dijo Hazel.
—Antes de que haya un carruaje que no pueda evitar— señaló Thalia
—No encontramos otro carruaje— dijo Piper
—Y niños, esa no es una buena manera de pasar la calle— comentó Leo
—Definitivamente no— dijo Hazel
Cuando Annabeth y Hazel la alcanzaron, la aparición fantasmal estaba solo a unos metros de distancia.
Piper la miró con furia, como si la imagen la ofendiera.
—Es ella —murmuró.
Afrodita hizo una mueca
—La buena noticia es que ya tengo apartado mi pedazo de comedor— murmuró Piper
—Eso definitivamente suena como una buena noticia— dijo Jason
Annabeth miró al fantasma con los ojos entornados, pero el resplandor que emitía era demasiado intenso para distinguir detalles. Entonces la aparición ascendió flotando por el malecón y se detuvo delante de ellas. El brillo se apagó.
—No creo que esto vaya a ser interesante— comentó Annabeth
—Tampoco yo— dijo Piper
—Estoy de acuerdo— dijo Hazel
Annabeth se quedó boquiabierta. La mujer era de una belleza impresionante y extrañamente familiar. Su rostro resultaba difícil de describir. Sus facciones parecían variar de las de una estrella de cine glamurosa a otra. Sus ojos centelleaban con aire juguetón; a veces de color verde,
—Y nosotros creemos que va a ser bastante interesante— dijo Apolo
—Suena demasiado prometedor— dijo Hermes
otras de azul y otras de ámbar. Su cabello pasó de melena rubia larga y lisa a unos rizos de color chocolate oscuro.
Annabeth sintió envidia en el acto.
Annabeth se sonrojó —Ya duró mucho este capítulo
—Ya casi acaba— comentó Quirón con una sonrisa de simpatía
Siempre había deseado tener el pelo oscuro. Sentía que nadie la tomaba en serio porque era rubia. Tenía que esforzarse el doble para que reconocieran su labor como estratega, como arquitecta, como monitora jefe: cualquier cosa que tuviera que ver con la inteligencia.
—Bueno, pero cuando te conocen nadie se metería contigo— dijo Katie
—He conocido muchas chicas que aun con cabello oscuro no las toman en cuenta— masculló Zoë —y no tiene tanto que ver con el color del cabello, sino con lo idiota que sea la gente
—Tienes un punto— comentó Annabeth
—Y vaya que sí— murmuró Zoé con una mueca, ella no era tan seria como lo era su hermano, pero al ser mortal había veces en los campamentos que la subestimaban o no la tomaban en serio
La mujer iba vestida como una reina de la belleza sureña, como Jason la había descrito. Su vestido tenía un corpiño escotado de seda rosa y un miriñaque con tres niveles y encaje festoneado blanco. Lucía unos largos guantes de seda blancos y sostenía contra el pecho un abanico rosa y blanco con plumas.
Afrodita suspiró con ensoñación
Todo en ella parecía pensado para que Annabeth se sintiera como una inepta:
—Es comprensible— dijo Apolo
—Definitivamente es comprensible— asintió Afrodita —pero no te sientas mal, nadie puede ser tan perfecta como yo
Varias de las diosas resoplaron
la elegancia natural con la que llevaba el vestido, el perfecto y a la vez discreto maquillaje, la forma en que irradiaba un encanto femenino al que ningún hombre podía resistirse Annabeth se dio cuenta de que su envidia era irracional. La mujer la estaba haciendo sentirse de esa forma.
—Por supuesto que sí— dijo Hazel con una mueca
—Suele pasar— dijo Afrodita con un encogimiento de hombros muy elegante
Ya había vivido esa experiencia antes. Reconoció a la mujer, aunque su rostro cambiaba por momentos, volviéndose más y más hermosa.
—Y todos nos acordamos que Percy te recordó a ti al verla— dijo Katie
—Definitivamente no se nos olvida eso— comentó Miranda
—Por supuesto que no—dijo Grover
—Bueno, gracias— murmuró Percy
—Afrodita —dijo.
—¿Venus? —preguntó Hazel, asombrada.
—Mamá —dijo Piper sin entusiasmo.
—¡Chicas!
—Un encuentro entrañable— dijo Apolo con sarcasmo
—Un encuentro super lindo— asintió Hermes
—Se nota— comentó Artemisa
La diosa extendió los brazos como si quisiera hacer un abrazo de grupo.
Las tres semidiosas no la complacieron.
Afrodita les dio una mirada ofendida
Hazel retrocedió contra un palmito.
—Me alegro mucho de que hayáis venido —dijo Afrodita—. Se avecina la guerra. Es inevitable que haya sangre. Solo se puede hacer una cosa.
—Claro— murmuró Piper
—Definitivamente— dijo Afrodita
—Ejem… ¿y cuál es? —se aventuró a preguntar Annabeth.
—Tomar el té y charlar, obviamente. ¡Venid conmigo!
—Obviamente— masculló Artemisa con sarcasmo
—Prioridades perfectamente ordenadas— comentó Apolo
—El té y una charla siempre son necesarios— dijo Afrodita
Afrodita sabía preparar el té.
—Por supuesto que sí— dijo Afrodita con obviedad
Las llevó al pabellón central del parque: un cenador con columnas blancas donde había una mesa puesta con cubiertos, tazas de porcelana y, por supuesto, una tetera humeante cuya fragancia variaba con la misma facilidad que la apariencia de Afrodita:
—Es el mejor tipo de té— comentó Afrodita
—Pues el té no era tan malo— murmuró Annabeth
—Al menos— dijo Piper
a veces olía a canela, otras a jazmín y otras a menta. Había platos con bollos, galletas y magdalenas, mantequilla fresca y mermelada; Annabeth suponía que todo debía engordar una barbaridad, a menos, claro está, que fueras la inmortal diosa del amor.
—Claro, creo que así no sería un problema— murmuró Miranda
—Porque cuando eres una diosa te puedes dar ciertos lujos— comentó Leo
—Eso es demasiado cierto— dijo Apolo
Afrodita se sentó —o dio audiencia, más bien— en una silla de mimbre. Vertió el té y sirvió pasteles sin mancharse la ropa, manteniendo una postura perfecta en todo momento y luciendo una sonrisa deslumbrante. Cuanto más rato pasaban sentadas, más la odiaba Annabeth.
Se oyeron varias risitas (la mayoría de los dioses)
—No puedes odiar la perfección— señaló Afrodita
—Yo creo que sí se puede— murmuró Annabeth
—Mis adorables chicas —dijo la diosa—. ¡Adoro Charleston! A cuántas bodas he asistido en este cenador… Se me saltan las lágrimas. Y los elegantes bailes de los días del viejo Sur. Ah, eran preciosos.
—Vaya que lo eran— suspiró Afrodita
—En eso tiene un punto— dijo Apolo
—Claro, nos podemos imaginar— comentó Katie
Muchas de estas mansiones todavía tienen estatuas mías en sus jardines, aunque me llamaban Venus.
—¿Cuál de las dos sois ahora? —preguntó Annabeth—. ¿Venus o Afrodita?
Afrodita soltó una risita —Querida, el amor es universal
—Es lo que noté— dijo Annabeth
—Y vaya que sí— murmuró Hazel
La diosa bebió un sorbo de té. Sus ojos brillaban con picardía.
—Annabeth Chase, te has convertido en una preciosa jovencita. Pero deberías hacer algo con tu pelo.
—Claro, eso es lo más importante de su misión— dijo Artemisa rodando los ojos
—Por supuesto que sí— señaló Afrodita con obviedad —la vestimenta siempre es muy importante
—Es que en realidad tiene razón— accedió Apolo
Y tú, Hazel Levesque, esa ropa…
—¿Mi ropa?
Hazel miró sus tejanos arrugados, no tanto cohibida como desconcertada, como si no se imaginara qué les pasaba.
Hazel se sonrojó
—Bueno, podríamos hacer un cambio con algunos de ustedes, definitivamente chicos, necesitan un poco más de sentido de la moda, menos tú cariño— dijo la diosa mirando a Helena —obviamente porque yo te visto, si Piper no se quejara tanto también podría aparecer ropa genial para ella
—Me quiere vestir como a Helena— murmuró Piper a Jason
—Disculpa, pero en mi palacio también están muy bien vestidos— señaló Apolo ofendido
Afrodita hizo un sonidito de discrepancia
—La ropa cumple su función y ya— masculló Artemisa rondando los ojos
—¡Madre! —dijo Piper—. Me estás avergonzando.
—Pues no veo por qué —contestó la diosa—. Porque tú no aprecies mis consejos sobre moda, Piper, no significa que las otras tengan que hacer lo mismo.
—Pero tampoco los apreciaban— señaló Atenea
Afrodita resopló
Podría hacerles a Annabeth y a Hazel un lavado de cara rápido. Tal vez unos vestidos de baile de seda como el mío…
—¡Madre!
—Increíble su salida de chicas— bufó Thalia
—Sí sonaba mejor sumergirte en el océano con Percy— comentó Hermes
—Está bien —dijo Afrodita suspirando—. En respuesta a tu pregunta, Annabeth, soy Afrodita y Venus. A diferencia de mis compañeros del Olimpo, yo apenas cambié de una época a otra. ¡De hecho, me gusta pensar que no he envejecido nada!
—Es debatible— dijo Apolo
—Ay, cállate abuelo— masculló Afrodita
Casi todos los presentes soltaron una carcajada
—Te callaron de una manera muy sútil— dijo Hermes riendo
—¿Ves lo que provocas, niñita?— resopló Apolo
—Ya dije que lo sentía— murmuró Bianca
—sus dedos se movieron alrededor de su cara de forma elogiosa—. Después de todo, el amor es el amor, seas griego o romano.
—El amor es universal— suspiró Afrodita —y me encanta
Esta guerra civil no me afectará tanto como las otras.
Maravilloso, pensó Annabeth. Su propia madre, la diosa más sensata del Olimpo, había acabado convertida en una cabeza de chorlito cruel en una estación de metro.
—Te dijo "cabeza de chorlito"— señaló amablemente Apolo
Atenea le dio una mirada asesina a Apolo
—Yo no lo dije, lo dijo ella
—Tampoco lo dije— comentó annabeth
Y de todos los dioses que podían ayudarlos, los únicos a los que no les afectaba el cisma entre griegos y romanos parecían ser Afrodita, Némesis y Dioniso. Amor, venganza, vino. Muy útiles.
—Pero los tres juntos creo que sí— señaló Travis
—En realidad sí, nunca combines vino, amor y venganza, las cosas no acaban bien— señaló Apolo
—Se ve un buen potencial— comentó Rachel
Hazel mordisqueó una galleta de azúcar.
—Todavía no estamos en guerra, mi señora.
—Oh, querida Hazel —Afrodita plegó su abanico—. Eres muy optimista, pero te esperan días descorazonadores.
—Wow, que genial ese ánimo— dijo Thalia
—Pero siempre es buena una advertencia— comentó Deméter
—No sé, creo quea veces es mejor la sorpresa— dijo Piper
—A veces— dijo Annabeth
Por supuesto que se avecina la guerra. El amor y la guerra van siempre juntos. ¡Son las cimas de la emoción humana! Bien y mal, belleza y fealdad.
—Eso es cierto— admitió Hermes
Sonrió a Annabeth como si supiera lo que la chica había estado pensando sobre el viejo Sur.
Hazel dejó su galleta. Tenía unas cuantas migas en la barbilla, y a Annabeth le gustó que no fuera consciente de ello o que le diera igual.
Hazel se sonrojó —No lo había notado
—Estaba comiendo galletas ¿Quién se fija en eso cuando come galletas?— preguntó Travis
—Las migas son lo de menos—asintió Percy
—¿A qué os referís con « días descorazonadores» ?
La diosa se rió como si Hazel fuera un adorable cachorro.
—Bueno, Annabeth podría darte una pista. Una vez le prometí hacer más interesante su vida amorosa. ¿Y no ha sido así?
Annabeth y Percy se voltearon a ver como si pensaran "¿En serio?"
—Creo que opinan que no— dijo Perséfone
—A mí me parece que es sumamente interesante— dijo Afrodita —y veo que será aun mejor— comentó mirando a Zoé y Charles
Annabeth estuvo a punto de arrancar el asa de su taza de té. Durante años había tenido el corazón roto. Primero había sido Luke Castellan, su primer amor, quien solo la había visto como a una hermana pequeña;
Luke se sonrojó
Annabeth maldijo en griego —¿Qué demonios pasa con este capítulo?
—Ni idea— murmuró Percy
luego se había vuelto malo y se había sentido atraído por Annabeth… justo antes de morirse. Después había llegado Percy, un chico exasperante pero dulce, que parecía haberse enamorado de otra chica llamada Rachel,
—Ay no— murmuró Rachel
Reyna hizo una mueca
—¿Con Rachel?— preguntó Zoé confundida, Charles se veía igual de perdido que su hermana
—No fue nada— dijeron Rachel y Percy al mismo tiempo
Todos los demás les dieron miradas divertidas
y luego había estado a punto de morirse varias veces. Y cuando por fin Annabeth había conseguido a Percy, él desapareció durante seis meses perdiendo la memoria por el camino.
—Interesante es una forma suave de decirlo —dijo Annabeth.
—Una manera— asintió Percy
Annabeth resopló
—Bueno, no puedo llevarme el mérito de todos tus problemas —dijo la diosa
—. Pero me encantan los giros de una historia de amor. Todas sois unas historias… digo, unas chicas extraordinarias. ¡Me hacéis sentir orgullosa!
—Dioses— dijo Thalia rodando los ojos
—Bueno, gracias— dijo Percy
Hazel, Piper y annabeth intercambiaron una mirada
—Madre, ¿hay algún motivo por el que estés aquí? —preguntó Piper.
—¿Humm? ¿Quieres decir aparte del té?
—Eso parece— dijo Perséfone
—Claro que el té es lo más importante— comentó Artemisa con sarcasmo
Suelo venir aquí. Me encanta la vista, la comida, el ambiente; se puede oler el romance y el sufrimiento en el aire, ¿verdad? Siglos de romance y sufrimiento.
—Dos cosas que me encantan— dijo Afrodita con ensoñación
—Lo sabemos—masculló Apolo
Señaló una mansión cercana.
—¿Veis aquella terraza de la azotea? La noche que empezó la guerra de Secesión celebramos allí una fiesta. El bombardeo del fuerte Sumter.
—Cómo olvidarla— dijo Afrodita
—Fue una buena fiesta— asintió Ares
—Eso es —recordó Annabeth—. La isla del puerto. Es donde tuvo lugar la primera batalla de la guerra de Secesión. Los confederados bombardearon a las tropas de la Unión y tomaron el fuerte.
—¡Menuda fiesta! —dijo Afrodita—.
—¿Qué importa el bombardeo si la fiesta fue increíble?—susurró Katie a su novio
—Obviamente, hay que tener prioridades— asintió Travis
—Y las tiene en perfecto orden— comentó Katie
Un cuarteto de cuerda y todos los hombres vestidos con sus elegantes uniformes de oficial nuevos. Y los vestidos de las mujeres… ¡deberíais haberlos visto! Bailé con Ares… ¿o era Marte?
Ares y Afrodita se dieron una mirada coqueta
—Ewww— murmuró Silena
—Doblemente ewww— coincidió Sammy
Me temo que estaba un poco mareada. ¡Y los preciosos destellos de luz al otro lado del puerto y el rugido de los cañones, que servía de excusa a los hombres para rodear con el brazo a sus asustadas novias!
—El cliché que siempre funciona— comentó Apolo
—Era tan encantador— dijo Afrodita
—Nos podemos imaginar— dijo Artemisa con sarcasmo
El té de Annabeth estaba frío. No había probado bocado, pero tenía ganas de vomitar.
—Estáis hablando del inicio de la guerra más sangrienta de la historia de Estados Unidos. Más de seiscientas mil personas murieron: más estadounidenses que en la Primera y la Segunda Guerra Mundial juntas.
—Parece como que no es la gran cosa comparada con la fiesta— dijo Thalia rodando los ojos
—Una fiesta como esa no se puede repetir— dijo Afrodita —obviamente hay que recordar lo mejor
—¡Y los refrigerios! —continuó Afrodita—. Ah, eran divinos. El mismísimo general Beauregard se dejó ver. Menudo sinvergüenza. Entonces iba por su segunda esposa, pero deberíais haber visto cómo miraba a Lisbeth Cooper…
—¿Habrá sido familiar de Silena?— preguntó Chris en voz baja
—No lo sé— dijo Clarisse —pero supongo que si Afrodita conocía a su familia desde antes fue más fácil que conociera al padre de Silena
—Supongo que tiene razón— asintió Chris
—¡Madre!
Piper lanzó su bollo a las palomas.
—Sí, lo siento —dijo la diosa—. Resumiendo, estoy aquí para ayudaros, chicas.
Varios de los chicos miraron el libro como si no lo pudieran creer
—Yo siempre soy de ayuda— asintió Afrodita
Dudo que veáis mucho a Hera. Debido a vuestra pequeña misión, no es precisamente bienvenida en la sala del trono.
Hera hizo una mueca
Y los otros dioses están bastante indispuestos, como sabéis, debatiéndose entre su lado romano y su lado griego. Algunos más que otros —Afrodita clavó la mirada en Annabeth—. Supongo que les habrás contado a tus amigas lo de tu pelea con tu madre.
—Pues no, pero ya la exhibiste tú— señaló Apolo
—Pues porque es importante— comentó Afrodita
—Y porque te gusta el cotilleo— resopló Apolo
—También— dijo la diosa del amor
A Annabeth se le encendieron las mejillas. Hazel y Piper la miraron con curiosidad.
—¿Pelea? —preguntó Hazel.
—Una discusión —dijo Annabeth—. No es nada.
—Uno no exhibe a las personas enfrente de sus amigas— dijo Apolo
—Y menos en las discusiones con su madre— comentó Miranda
—Era importante— dijo Afrodita con un gesto de la mano para quitarle importancia
—¡Nada! —exclamó la diosa—. Vaya, ¿qué quieres que te diga? Atenea era la diosa más griega de todas. Después de todo, era la patrona de Atenas. Cuando los romanos tomaron el poder, adoptaron a Atenea como una moda.
Atenea bufó y masculló algo así como "estúpidos romanos"
Se convirtió en Minerva, la diosa de las artes y la inteligencia. Pero los romanos tenían dioses de la guerra que eran más de su gusto, más inconfundiblemente romanos, como Belona…
—La madre de Reyna —murmuró Piper.
Reyna se sonrojó
—Y de la primera que te acuerdas es de Reyna— dijo Thalia
—Es que no sé mucho de los dioses romanos— comentó Piper
—En efecto —convino la diosa—. Hace un tiempo tuve una bonita conversación con Rey na aquí mismo, en el parque. Y los romanos tenían a Marte, por supuesto. Y luego a Mitra, que ni siquiera era verdaderamente griego o romano, pero los legionarios estaban locos por su culto.
—Bueno, qué raro— dijo Connor
—Y vaya que estaban locos— murmuró Annabeth
Personalmente, siempre me pareció grosero y terriblemente nouveau dieu. En cualquier caso, los romanos marginaron a la pobre Atenea. Le arrebataron casi toda su importancia militar. Los griegos nunca perdonaron a los romanos por esa ofensa. Ni tampoco Atenea.
—Ya nos dimos cuenta— murmuró Travis
—Pero ¿Cómo es que nosotros no habíamos escuchado de esa leyenda?— preguntó Miranda a Quirón
—Bueno, esa leyenda es demasiado peligrosa, solo unos cuantos la sabían— dijo Quirón
—Pero los romanos sí la sabían— dijo Katie
—No todos— argumentó Reyna —también solo unos pocos, por ejemplo, los pretores
A Annabeth le zumbaban los oídos.
—La Marca de Atenea —dijo—. Lleva a una estatua, ¿verdad? Lleva a… a la estatua.
Afrodita sonrió.
—Eres lista, como tu madre.
—Por supuesto que sí— dijo Atenea
Annabeth medio sonrió, pero aún escocían las palabras recordadas en la discusión
Pero debes saber que tus hermanos, los hijos de Atenea, han estado buscando durante siglos. Ninguno ha conseguido recuperar la estatua. Y entre tanto, han mantenido viva la enemistad de los griegos con los romanos.
—Y vaya que sí —dijo Artemisa
—Por eso es una leyenda tan peligrosa— dijo Apolo
—Eso explica muchas cosas— asintió Chris
Cada guerra civil… tanta sangre derramada y tanto sufrimiento… ha sido orquestada en gran parte por hijos de Atenea.
Casi todos los chicos voltearon a ver a Annabeth con incredulidad
—Eso es wow— dijo Miranda
—Vaya— murmuraron Charles y Zoé
—Lo de la venganza era sumamente en serio— dijo Katie
—Eso es…
Annabeth quería decir « imposible» , pero recordó las amargas palabras de Atenea en la estación de Grand Central y el odio de sus ojos.
—¿Romántico? —propuso Afrodita—. Sí, supongo.
—¿Qué?— preguntó Artemisa
Los dioses y varios chicos voltearon a ver a la diosa del amor como si se hubiera vuelto loca
—Pero… —Annabeth trató de despejar la confusión que enturbiaba su cerebro—. ¿Cómo funciona la Marca de Atenea? ¿Es una serie de pistas o un rastro dejado por Atenea…?
—Hum —Afrodita parecía experimentar un refinado aburrimiento—. No sabría decirlo.
—Bueno, al menos fuiste de ayuda— dijo Artemisa
Afrodita bufó —Siempre soy de ayuda
—Es debatible— comentó Apolo
Afrodita le dio una mirada asesina
No creo que Atenea creara la Marca conscientemente. Si supiera dónde está su estatua, simplemente te lo diría. No… supongo que la Marca es más bien un rastro de migas espiritual. Es una conexión entre la estatua y los hijos de la diosa. La estatua quiere que la encuentren, pero solo puede ser liberada por los más dignos.
—Y por lo que veo, eres la más digna— asintió Apolo
—Gracias— murmuró Annabeth
Atenea le sonrió un poco
—Y durante miles de años nadie ha sido capaz de conseguirlo —dijo Annabeth.
—Un momento —terció Piper—. ¿De qué estatua estamos hablando?
—Me sentí muy perdida— admitió Piper
—También yo— asintió Hazel
La diosa se rió.
—Oh, seguro que Annabeth te puede poner al corriente. En todo caso, la pista que necesitáis está cerca: un mapa, dejado por los hijos de Atenea en 1861; un recuerdo que os ayudará a poneros en camino cuando lleguéis a Roma.
—Eso es algo bueno, creo— dijo Katie
—Pues sí lo fue, algo así— dijo Annabeth
—Pero es una pista— comentó Thalia —y hacían falta
—Definitivamente lo hacían— dijo Annabeth
Pero como bien has dicho, Annabeth Chase, nadie ha conseguido jamás seguir la Marca de Atenea hasta el final. Tendrás que enfrentarte a tu peor temor: el temor de todos los hijos de Atenea.
—Dioses— murmuraron varios de los chicos mirando a Annabeth, al menos todos los griegos sabían cual era el peor temor de los hijos de Atenea
Zoé se estremeció
Y aunque sobrevivas, ¿para qué usarás tu premio? ¿Para la guerra o para la paz?
—Es una decisión muy compleja— dijo Apolo
—Creo que no es tan compleja si vemos que necesitamos estar unidos para vencer a nuestra enemiga— señaló Artemisa
Annabeth se alegró de que hubiera un mantel, porque las piernas le estaban temblando por debajo de la mesa.
—Ese mapa —dijo—, ¿dónde está?
—También si no es mucha molestia que le digas— comentó Poseidón
—Supongo que no— dijo Afrodita encogiéndose de hombros —me encanta ayudar
—Claro— dijo Hermes
—¡Chicas!
Hazel señaló al cielo. Dando vueltas sobre los palmitos planeaban dos grandes águilas. Más arriba, un carro tirado por pegasos descendía rápidamente.
—Creo que se acabó el picnic— dijo Apolo
—Eso parecía— dijo Hazel
—Hora de huir de las águilas gigantes— añadió Piper
Al parecer, la idea de Leo de utilizar a Buford la mesita como distracción no había dado resultado; al menos, no por mucho tiempo.
—Y aun así le quitaron sus cambios a Frank— dijo Connor negando con la cabeza
—No podíamos medir por cuánto tiempo iba a funcionar el cebo— dijo Leo encogiéndose de hombros —Pero de qué funcionó, funcionó— señaló Esperanza
—Exacto— asintió Leo
Afrodita untó una magdalena de mantequilla como si dispusiera de todo el tiempo del mundo.
—Ella lo hace— dijo Rachel —ustedes no
—Buen punto— dijo Annabeth
—Nos dimos cuenta— asintió Piper
—Por supuesto, el mapa está en el fuerte Sumter —señaló la isla situada al otro lado del puerto con el cuchillo de la mantequilla—. Parece que los romanos han llegado para dejaros aisladas.
—Era lo que se suponía— murmuró Reyna
—Genial— dijo Katie
Yo de vosotras volvería deprisa al barco. ¿Os apetecen unos pasteles de té para llevar?
—Ay, al menos les puso bocadillos— señaló Apolo
—Se acabó el capítulo— anunció Quirón
—Por fin— suspiró Annabeth —este capítulo fue horrible
—Bueno ¿Quién quiere leer?— preguntó el centauro
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