Hermes lo miró con las cejas alzadas -Nop, vengan chicos, vamos a poner las reglas del juego

Los dioses se miraron con resignación y caminaron tras Hermes y los chicos, llegaron a uno de los jardines más grandes del Olimpo

-Aquí será la pista de carreras -dijo Hermes abarcando el espacio con sus manos - cada pareja va a construir su carro, van a correr dos vueltas, cada dios progenitor va a cubrir su carro y tratar de sacar a los otros del camino ¿Aceptan?- Hermes tenía una mirada traviesa que daba miedo

Los semidioses estaban a punto de arrepentirse cuando algunos (Leo, los Stoll, Chris y Clarisse) gritaron ¡SÍ! Los miraron como si estuvieran locos

-De acuerdo- dijo Hermes no aceptando otra opinión -no se puede mutilar ni matar, vamos a respetar el juramento que hicimos- dijo dirigiéndose a los dioses

-Usted tiene más oportunidades de ganar- dijo Annabeth si sus cuatro hijos participan

-Pero tendré que cuidar a ambas parejas, a menos que otro dios se ofrezca a patrocinarlos

Los chicos se miraron, estaban un poco asustados, pero la adrenalina empezaba a decirles que era buena idea, además de que pelear con Hermes no serviría de nada

-Es una mala idea- dijo Atenea, aunque el hecho de poder atacar aunque sea un poco al mocoso de Poseidón le tentaba

-No lo sé- dijo Poseidón temiendo por la salud de sus hijos

-Será divertido- dijo Apolo -yo ayudaré si alguien sale herido

La discusión siguió durante varios minutos, aunque al final Hermes y Apolo se las ingeniaron para lograr convencer a todos

-Bueno, ya que estamos todos de acuerdo- habló Hermes -aquellos que no tengan hermanos escojan pareja

Annabeth y Piper formaron la primer pareja

Zoë y Grover se negaron a participar

Los Stoll serían otro equipo, por lo que Luke y Chris se vieron obligados a formar otro equipo...

Leo obviamente hizo equipo con Calipso...

Bianca dejó que Nico y Hazel hicieran una pareja, ella se acercó hasta Will

-Tú y yo seremos un equipo- dijo Bianca

Will la miró con incomodidad -En realidad yo no...

-Ganaremos- dijo Bianca interrumpiendo al chico

Will miró a Apolo quien solo se encogió de hombros...

-Vamos a participar, señorita pretora- dijo Rachel

Reyna aparentaba no querer participar en ese juego griego

Reyna alzó una ceja -Eres mortal

Reyna la miró entre ofendida y divertida -¿Y eso que? Recuerda que una vez le lancé un cepillo a Cronos en el ojo

-Cuidado con los nombres- siseó Reyna, pero estaba un poco impresionada -¿Y si te matan? ¿Además, que dios nos respaldaría?

Rachel rió -No me van a matar, espero que un dios se ofrezca

-No sé mucho sobre carros griegos

-Yo sí, Percy me enseñó un poco- dijo Rachel

-De acuerdo- dijo Reyna

Después de todo se lío que se armó, los equipos quedaron así:

-Percy y Tyson respaldados por Poseidón

-Nico y Hazel con Hades

-Frank y Clarisse con Ares

-Jason y Thalia (para sorpresa de todos) con Zeus

-Leo y Calipso con Hefesto

-Bianca y Will con Apolo

-Luke y Chris con Hermes, ya que quería demostrarle a ambos que podían contar con él

-Los Stoll con Deméter (que se ofreció a respaldarlos)

-Annabeth y Piper con Atenea (aunque Afrodita no quedó muy contenta)

-Rachel y Reyna con Artemisa

-Bueno, ya que estamos todos de acuerdo, tienen una semana para terminar los carros- dijo Hermes -¡Suerte! Ahora vayan a descansar

Los chicos se dispersaron, armando planes para tratar de ganar la carrera

Al día siguiente decidieron continuar con la lectura

-Yo voy a leer- dijo Hades -nos vamos a pique

— ¿Es que no se le acaban nunca las rocas? —murmuré.

— ¡Nademos hasta el barco! —dijo Grover.

Él y Clarisse se zambulleron entre las olas. Annabeth se agarraba del cuello de Clarisse e intentaba nadar con un brazo, aunque el peso del vellocino la abrumaba.

-Eso y que tenía las costillas rotas- dijo Thalia

Pero lo que le interesaba al monstruo no era el vellocino.

— ¡Tú, joven cíclope! —Rugió Polifemo—. ¡Traidor a tu casta!

Tyson se quedó helado.

-No eres ningún traidor- dijo Hestia

— ¡No lo escuches! —le dije—. Vamos.

Tiré de su brazo, pero era como tirar de una montaña. Él se volvió y encaró al viejo cíclope.

No soy ningún traidor.

Algunos chicos y cíclopes le sonrieron al chico

— ¡Sirves a los mortales! ¡A ladrones humanos! —gritó Polifemo, y le arrojó la primera roca.

Tyson la desvió con el puño.

No soy traidor —dijo—. Y tú no eres de mi casta.

— ¡Victoria o muerte! —Polifemo se adentró entre las olas, pero aún tenía el pie herido.

-Victoria- murmuró Hermes

Dio un traspiés y cayó de cabeza. Habría sido muy divertido si no hubiera empezado a levantarse otra vez, escupiendo agua salada y soltando gruñidos.

Percy empezó a reír -Ahora sí es muy divertido

— ¡Percy! —Chilló Clarisse—. ¡Vamos!

Ya casi habían llegado al barco con el vellocino a cuestas. Si conseguía distraer al monstruo un poco más...

— ¡Sigue! —Me dijo Tyson—. Ya entretengo yo al Gran Feo.

— ¡No! Te matará.

Ya había perdido a Tyson una vez. No quería perderlo de nuevo.

Lucharemos juntos.

Juntos —repitió él, asintiendo.

-Awww tus hijos son tan adorables- dijo Afrodita haciendo sonrojar a ambos chicos

Saqué mi espada.

Polifemo avanzaba despacio, cojeando cada vez más, pero no tenía ningún problema en el brazo. Nos arrojó la segunda roca. Me lancé en plancha hacia un lado, pero me habría aplastado igualmente si Tyson no hubiese hecho añicos la roca con el puño.

Ordené al oleaje que se levantara y a continuación una ola de seis metros me alzó en su cresta. Cabalgué sobre ella hacia el cíclope, le di una patada en el ojo y salté por encima de su cabeza mientras el agua lo lanzaba hasta la playa.

-Wow- fue el murmullo general

— ¡Te destruiré! —Farfullaba Polifemo—. ¡Me has robado el vellocino!

— ¡Fuiste tú el que robó el vellocino! —grité—. ¡Y lo has convertido en una trampa mortal para los sátiros!

— ¿Y qué? ¡Los sátiros son buena comida!

Grover bufó

— ¡El Vellocino de Oro está hecho para curar! ¡Y pertenece a los hijos de los dioses!

— ¡Yo soy hijo de los dioses! —Me lanzó un golpe, pero me hice a un lado a tiempo—. ¡Padre Poseidón, maldice a este ladrón!

Poseidón se removía en su trono

Ahora parpadeaba sin parar, como si apenas viera nada, y me di cuenta de que apuntaba guiándose por el sonido de mi voz.

Poseidón no va a maldecirme. —Di un paso atrás y el cíclope aferró un puñado de aire—. Yo también soy su hijo. Él no va a favorecer a ninguno de los dos.

Poseidón sonrió a su hijo

Polifemo rugió. Arrancó un olivo que había echado raíces en la ladera del acantilado y lo aplastó justo en el lugar que yo ocupaba un momento antes.

— ¡Los humanos no son lo mismo! ¡Malos, traidores, mentirosos!

Annabeth ya estaba subiendo a bordo con la ayuda de Grover.

Atenea respiró aliviada

Clarisse me hacía señas frenéticas para que los siguiera.

Tyson rodeó a Polifemo y trató de ponerse a su espalda.

— ¡Joven! —Dijo el monstruo—. ¿Dónde estás? ¡Ayúdame!

Tyson se detuvo.

— ¡No te criaron como es debido! —Aulló Polifemo, agitando aún el olivo—. ¡Pobre hermanito huérfano! ¡Ayúdame!

Nos quedamos inmóviles. Por un instante no oí nada, salvo el fragor del océano y el de mi corazón. Entonces Tyson dio un paso adelante, cubriéndose con las manos por si acaso.

No luches más, hermano cíclope. Deja ese... Polifemo buscó su voz.

— ¡Tyson! —grité.

El árbol lo golpeó con una fuerza que a mí me habría convertido en una pizza cuatro quesos. Tyson salió disparado hacia atrás, abriendo una zanja en la arena. Polifemo se echó sobre él.

Los chicos contuvieron el aliento

— ¡No! —grité. Y me lancé en tromba blandiendo a Contracorriente.

Esperaba pinchar a Polifemo en la parte trasera del muslo, pero salté un poco más arriba de la cuenta.

— ¡Aaaaaah!

Polifemo se echó a balar como sus ovejas y trató de atizarme con el árbol.

-Muévete- gritó Poseidón

Me zambullí otra vez, aunque consiguió azotarme la espalda con aquellas ramas afiladas. Mi piel sangraba, estaba magullado y exhausto. La cobaya que había en mí quería salir huyendo, pero aun así me tragué el miedo.

-Percy, eres muy valiente- dijo Bianca

Polifemo blandió de nuevo el árbol, pero esta vez me pilló preparado. Agarré una rama al vuelo, sentí un fuerte tirón en las manos al ser impulsado hacia arriba y dejé que el cíclope me alzara por los aires.

Todos miraban al chico con incredulidad

Cuando alcancé el punto más alto, me solté y fui a caer sobre la cara del monstruo con los pies por delante, que aterrizaron en aquel ojo enorme y ya muy dañado.

-Muy bien, niño- dijo Hades

Polifemo mugió de dolor. Tyson le hizo un placaje y lo derribó. Yo caí a su lado espada en mano, a la distancia perfecta para clavársela en el corazón. Pero miré fijamente a Tyson y comprendí que no podía hacerlo. No estaba bien, simplemente.

-Demasiado blando- murmuró Ares

Déjalo —le dije a Tyson—. Vamos, corre.

Con un último esfuerzo, apartó de un empujón al viejo cíclope, que no dejaba de soltar maldiciones, y corrimos hacia las olas.

— ¡Os aplastaré! —aullaba Polifemo, doblándose de dolor y cubriéndose el ojo con sus manos enormes.

-Vaya que le hicieron mucho daño- dijo Jason

Tyson y yo nos zambullimos.

— ¿Dónde estáis? —gritaba Polifemo. Recogió el árbol y lo lanzó al agua. Cayó salpicando a nuestra derecha.

Ordené a una corriente que nos arrastrara y empezamos a ganar velocidad.

Casi creía que lograríamos llegar al barco, cuando Clarisse gritó desde cubierta:

-¡NO!- gritaron varios

— ¡Muy bien, Jackson! ¡En tus propias narices, maldito cíclope!

-Cállate- dijo Connor

Clarisse le dio una mirada envenenada

« Cierra el pico», quise gritarle.

— ¡Grrrrrrr! —rugió Polifemo. Agarró una roca y la lanzó orientándose por la voz de Clarisse, pero se quedó corto y no nos alcanzó por poco.

— ¡Venga ya! —Se mofaba Clarisse—. ¡Tiras como un cagueta! ¡Así aprenderás! ¡Por querer casarte conmigo, idiota!

Clarisse miraba a todos como desafiándolos a decir algo. Nadie lo hizo

— ¡Clarisse! —aullé—. ¡Cierra el pico!

Demasiado tarde. Polifemo arrojó otra roca y esta vez contemplé, impotente, cómo pasaba por encima de mi cabeza y atravesaba el casco del Vengador de la Reina Ana.

No os creerías lo rápido que puede hundirse un barco.

-Sí te creo- dijo Poseidón

El Vengador de la Reina Ana gimió, crujió y la proa se fue inclinando como a punto de deslizarse por un tobogán.

Solté una maldición y ordené al mar que nos impulsara más deprisa, pero el agua ya se estaba tragando hasta los mástiles.

— ¡Sumérgete! —le dije a Tyson.

-Apúrense- dijo Atenea

Y mientras volaba otra roca por encima de nuestras cabezas, nos zambullimos bajo el agua.

Mis amigos se hundían muy deprisa y trataban de nadar sin éxito en el burbujeante torbellino del naufragio.

No mucha gente sabe que cuando un barco se va a pique, se forma una especie de sumidero que se traga todo lo que hay alrededor.

-No lo sabía, pero nos dimos cuenta- dijo Grover

Clarisse era muy buena nadadora, pero ni siquiera ella lograba gran cosa. Grover daba coces frenéticas con sus pezuñas. Annabeth se aferraba al vellocino, que refulgía como un tesoro en el agua.

Nadé hacia ellos sabiendo que quizá no tendría la fuerza suficiente para sacarlos del apuro. Y consciente de algo peor todavía: había trozos de madera arremolinándose a su alrededor, y ninguno de mis poderes serviría de nada si uno de aquellos maderos me golpeaba en la cabeza.

« Necesitamos ayuda», pensé.

« Sí». Era la voz de Tyson, sonando alta y clara en mi cabeza.

-Eso es muy guay- dijo Leo

Lo miré atónito. Había oído alguna a vez a las nereidas y otros espíritus acuáticos bajo el agua, pero nunca se me habría ocurrido... Bueno, al fin y al cabo, Tyson era hijo de Poseidón. Podíamos comunicarnos.

« Rainbow», dijo Tyson.

Asentí. Cerré los ojos para concentrarme y uní mi voz a la de Tyson: « ¡Rainbow! ¡Te necesitamos!».

Y casi de inmediato, temblaron unas siluetas en la oscuridad del fondo: tres caballos con cola de pez galopaban ya hacia nosotros, más veloces incluso que los delfines. Rainbow y sus compañeros nos miraron y parecieron leernos el pensamiento. Se zambulleron en el remolino del naufragio y momentos después surgieron entre una nube de burbujas con Grover, Annabeth y Clarisse aferrados cada uno al cuello de un hipocampo.

Rainbow, que era el más grande, cargaba con Clarisse.

-Al menos están a salvo- dijo Apolo

Corrió hasta nosotros y dejó que Tyson se agarrase a su crin. Lo mismo hizo conmigo el hipocampo que llevaba a Annabeth.

-Hasta los hipocampos sabían que iban a terminar juntos- rió Piper

Salimos a la superficie y nos alejamos a escape de la isla de Polifemo. A nuestras espaldas, oí todavía al cíclope rugiendo victorioso:

— ¡Lo conseguí! ¡He mandado a Nadie al fondo!

Espero que no haya descubierto que estaba equivocado.

-Espero lo mismo- dijo Annabeth

Nosotros nos deslizamos sobre las olas mientras la isla se convertía en un punto y desaparecía por fin.

Lo conseguimos —murmuró Annabeth, exhausta—. Hemos...

Se desplomó sobre el cuello del hipocampo y se quedó dormida en el acto.

-Al menos no babeaste- dijo Thalia

-Yo no babeo- se defendió Annabeth -ese es trabajo de Percy

Percy asintió

No sabía si los hipocampos podrían llevarnos muy lejos. Tampoco sabía adónde nos dirigíamos. Acomodé a Annabeth para que no pudiera caerse, la cubrí con el Vellocino de Oro que tantos esfuerzos nos había costado y pronuncié una silenciosa oración de agradecimiento.

Lo cual me recordó que tenía una deuda pendiente con los dioses.

Eres genial —le dije en voz baja a Annabeth.

Annabeth miró a Percy -Eso no cuenta, sesos de alga

-Eres genial- dijo Percy

Annabeth lo besó

Luego apoyé la cabeza en el vellocino y, antes de darme cuenta, ya estaba dormido.

-Fin del capítulo- dijo Hades -¿Quién va a leer?