Poseidón suspiró -Seguiremos mañana

Los chicos se dispersaron, Apolo llegó unas cuantas horas después refunfuñando sobre el tonto cuidador de vacas y empezó a construir un lugar para ellas, prometiendo que no las volvería a dejar con bestias sanguinarias que querían comer su carne

Al día siguiente los chicos habían iniciado de nuevo una guerra de comida durante el desayuno

-Ariel, tu batido azul cayó en mí y estoy al otro lado de la mesa- dijo Leo

-Perdón Charmander, era para Superman- dijo Percy

-Thalia, sin descargas eléctricas- gritó Annabeth

-No era para ti- gritó Thalia

-¿Quién aventó los cereales?- chilló Deméter

-Cariño tu atuendo- dijo Afrodita a Piper

-¿Por qué participan en estas cosas?- preguntó Artemisa a Apolo y Hermes

-¡Porque es divertido!- gritaron los dioses

Otros de los dioses los miraban con el ceño fruncido

Después de que lograron calmarse y comer la comida en vez de aventarla, siguieron su camino a la sala para continuaron la lectura

-Yo voy a leer- dijo Jason -recojo caca a toneladas

-Tenía que hacerlo- dijo Percy

Cuando vi los dientes de los caballos abandoné toda esperanza.

-Con todo el optimismo- dijo Leo

Al aproximarme a la cerca me tapé la nariz con la camisa para tratar de evitar aquella fetidez.

-Que asco- dijo Afrodita con una mueca

-Percy, eres un increíble amigo- dijo Perséfone

Un semental avanzó entre el estiércol, soltó un relincho agresivo y me mostró unos dientes afilados como los de un oso.

-Empezamos con las amenazas- dijo Connor

Intenté hablarle mentalmente. Con la mayoría de los caballos puedo hacerlo.

-Son caballos extremadamente peligrosos, que tienen fuego, pero aun así caballos, tal vez puedas convencerlos- dijo Poseidón

«Hola —saludé—. Vengo a limpiar vuestros establos. ¿No te parece genial?»

« ¡Sí! —Dijo el caballo—. ¡Ven, que te cómo! ¡Sabroso mestizo!»

-Percy para el plato fuerte- bromeó Leo

-Me parece de excelente gusto el plato fuerte- dijo Afrodita

«Pero ¡si soy hijo de Poseidón! —protesté—. Él creó a los caballos.»

-Que buena jugada- dijo Apolo

-Eso suele dar ventaja- asintió Poseidón

Esta declaración suele granjearme un trato de preferencia en el mundo equino, pero esta vez no funcionó.

Poseidón bufó

-Que caballos tan difíciles- dijo Hermes

« ¡Sí! —respondió el caballo, entusiasmado—. ¡Que venga Poseidón también! ¡Os comeremos a los dos! ¡Marisco rico!»

-Marisco- repitió Apolo riéndose

-Está mejor que los apodos que pone Atenea- dijo Hermes

-Es un buen apodo- dijo Hades con una carcajada

-¿Cuándo van a madurar?- preguntó Poseidón con una mueca

-Danos otros dos mil o tres mil años, marisco- dijo Apolo

Los demás dioses estallaron en carcajadas

« ¡Marisco!», repitieron los demás caballos, mientras vadeaban por el estiércol.

-Percy también es un marisco- dijo Leo

-Pero no pueden tener el mismo apodo- dijo Hermes seriamente

-Y marisco está muy feliz con su nuevo apodo ¿Cierto?- preguntó Apolo antes de que una ola lo mojara -ex... Extremadamente fe... Feliz- dijo tiritando

Había moscas zumbando por todas partes y el calor exacerbaba el hedor. Tenía una idea aproximada de cómo superar aquel reto porque me había acordado de cómo lo había hecho Hércules.

-Por supuesto, mi hijo es el mejor en todo- dijo Zeus

-Llevamos cuatros libros ¿Y sigues pensando eso?- preguntó amablemente Poseidón

Zeus bufó -Cállate marisco

Él había canalizado un río hacia los establos y de ese modo había conseguido limpiarlos. Yo me veía capaz de controlar el agua, pero si no podía acercarme a los caballos sin ser devorado, no iba a resultarme tan fácil.

-Pero tú puedes lograrlo- dijo Hestia tiernamente

-Tienes motivaciones de sobra- dijo Perséfone

El río discurría, además, por un punto de la colina más bajo y bastante más alejado de lo que yo creía: casi a un kilómetro. En fin, el problema de la caca parecía mucho más serio visto de cerca.

-Esa es una mala elección de palabras- dijo Leo

Los Stoll negaron con la cabeza

Agarré una pala oxidada y recogí un poco desde el borde de la cerca, sólo para probar.

-Ese no es para nada el mejor método- dijo Piper

-Ya solo te faltan como dos mil millones de paletadas más- dijo Thalia

Fantástico. Ya sólo me faltaban cuatro mil millones de paletadas.

-Millones más, millones menos- dijo Leo haciendo un gesto con la mano para restarle importancia

El sol empezaba a descender. Me quedaban apenas unas horas. Llegué a la conclusión de que el río era mi única esperanza.

-Te diría que sin presiones, pero tienen retenidos a los chicos- dijo Apolo

Al menos, me resultaría más fácil pensar a la orilla del río que al borde de aquel estanque apestoso. Empecé a bajar por la ladera.

-Vas bien, vas bien- dijo Leo

Cuando llegué al río, me encontré a una chica esperándome.

-Uy, empezamos bien- dijo Leo quien recibió un golpe de Calipso

Llevaba téjanos y una camiseta verde, y el largo pelo castaño trenzado con hierbas. Tenía los brazos cruzados y una expresión muy ceñuda.

-Esas son las mejores- dijo Leo volviendo a ganar otro golpe

-Apoyo eso- dijo Chris

-Igual yo- dijo Percy sonriendo inocentemente a su novia

— ¡Ah, no!, ¡ni hablar! —exclamó.

Me quedé mirándola.

— ¿Eres una náyade?

-Recuerda que Annabeth dijo que eran muy malas novias- señaló Thalia

-Pero Annabeth lo dijo porque estaba celosa- dijo Apolo -son buenas novias

Annabeth rodó los ojos

-Ustedes están locos- dijo Percy

Ella puso los ojos en blanco.

— ¡Pues claro!

Pero hablas inglés. Y estás fuera del agua.

— ¿Qué creías? ¿Que no podemos comportarnos como los humanos si queremos?

-Pues sí- dijo Percy

-Eso es porque no has andado con una náyade- dijo Hermes

Nunca se me había ocurrido pensarlo. Me sentí estúpido, sin embargo, porque había visto muchas náyades por el campamento y ellas nunca pasaban de soltar risitas y de saludarme desde el fondo del lago de las canoas.

-Coquetearte más bien- dijo Piper

-Con razón a Annabeth no le gustan mucho las náyades- dijo Afrodita

Annabeth resopló

Mira —le dije—, venía a pedir...

Sé quién eres y lo que quieres. ¡Y la respuesta es no! No voy a permitir que se utilice otra vez mi río para limpiar ese establo asqueroso.

-Empieza a seducirla con tus encantos- dijo Apolo

-¿Que clase de consejo es ese?- preguntó Artemisa

-Uno de los mejores- contestó Apolo

Pero...

Ahórrate las explicaciones, niño del mar. Las divinidades del océano siempre os creéis mucho más importantes que un río insignificante, ¿no?

Poseidón se removió incómodo

Bueno, pues permíteme que te diga que esta náyade no se va a dejar mangonear sólo porque tu papaíto sea Poseidón.

-Uhhh- canturrearon los Stoll

-Ya ni las náyades te respetan, marisco- dijo Atenea

Poseidón resopló

Esto es territorio de agua dulce, señor mío. El último tipo que me pidió este favor (era mucho más atractivo que tú, por cierto)

-Obviamente- dijo Zeus

-Mi bro es más sexy-. Dijo Jason riendo

-Bro, me halagas- dijo Percy

-Es la verdad- dijo Jason

-Bro- murmuró Jason

-Estos niños son muy raros- dijo Dionisio

consiguió convencerme y... ¡fue el peor error de mi vida! ¿Tienes idea del daño que le causa a mi ecosistema todo ese estiércol de caballo? ¿Me has tomado por una depuradora? Mis peces morirán. Nunca lograré limpiar la caca de mis plantas. Me quedaré enferma durante años. ¡No, gracias!

-Algo así como lo que los mortales hacen a los ríos- bufó Poseidón

-Por eso no tenemos bonito- dijo Apolo

Jason alzó una ceja antes de leer lo siguiente

Su modo de hablar me recordó a mi amiga mortal, Rachel Elizabeth Dare.

-Corre- dijo Connor

Annabeth lo miró con una ceja alzada para ponerlo nervioso, Percy se removió incómodo en su lugar y la cara de Rachel estaba roja

Era como si estuviera aporreándome con palabras. No podía culpar a aquella náyade.

-Solo quería defender su territorio- dijo Hestia

Bien mirado, yo también me pondría furioso si alguien descargase doscientas mil toneladas de estiércol en mi casa.

-Sí, para ninguna persona sería agradable- dijo Zoë

Sin embargo...

Mis amigos están en peligro —alegué.

Vaya, ¡qué mala suerte! No es problema mío. Y tú no vas a emporcar mi río.

-Tus problemas no son asunto mío- dijo Leo con voz de profesor

Parecía dispuesta a pelear. Tenía los puños apretados, aunque me pareció detectar un ligero temblor en su voz.

-Te tiene miedo- dijo Perséfone

-Es lista- dijo Apolo

-Pero Percy no la dañaría- dijo Hazel

De repente comprendí que, a pesar de su actitud, me tenía miedo. Seguramente pensaba que iba a luchar con ella para hacerme con el control del río y le preocupaba la posibilidad de perder.

-El mundo es de los ganadores- dijo Ares

Atenea bufó -No todo es sobre fuerza bruta

Me entristecí sólo de pensarlo. Me sentí como un abusón: un hijo de Poseidón dándose importancia.

Me senté en un tronco.

Está bien, tú ganas.

-Siempre me sorprendes- asintió a regañadientes Artemisa

Percy se sonrojó -Gracias

La náyade me miró, sorprendida.

— ¿De veras?

No voy a luchar contigo. Es tu río.

Noté que sus hombros se relajaban.

-Me sentía como un abusivo- dijo Percy

Ah, qué bien. Quiero decir... ¡de buena te has librado!

Pero mis amigos y yo seremos vendidos a los titanes si no consigo limpiar esos establos antes de que se ponga el sol. Y no sé cómo hacerlo.

-Mi hijo fue más hábil- dijo Zeus

Los dioses rodaron los ojos

El río discurría gorgoteando alegremente. Una serpiente se deslizó por el agua y sumergió la cabeza. La náyade suspiró.

-Aquí viene la ayuda- dijo Hestia

-Tus encantos funcionaron- dijo Perséfone con una sonrisita

Voy a revelarte un secreto, hijo del dios del mar. Recoge un poco de tierra.

— ¿Qué?

Ya me has oído.

-¿Y eso para que?- preguntó Frank

Me agaché y recogí un puñado de tierra tejana. Era tierra negra y seca, salpicada con grumos diminutos de roca blanca... No, de otra cosa que no era roca.

-¿Moluscos?- preguntó Poseidón

Percy asintió

-Podría funcionar- comentó Atenea

Son caparazones de molusco —dijo la náyade—. Caparazones petrificados. Hace millones de años, incluso antes de la era de los dioses, cuando sólo reinaban Gea y Urano, esta tierra se encontraba bajo el agua. Formaba parte del mar.

-Es algo así como tu mar portátil- dijo Hazel

-Ventajas de ser mi hijo- dijo Poseidón

-Y según el egocéntrico es Zeus- dijo Hades

De pronto comprendí a qué se refería. Tenía en mi mano diminutos fragmentos de erizos de mar y de caparazones marinos de enorme antigüedad.

-Pues sí ¿No? Es lo que acaba de decir la náyade- dijo Travis

Incluso en las rocas de piedra caliza se veían las marcas de las valvas de molusco que habían quedado incrustadas en su interior.

Poseidón y Percy suspiraron

Vale —dije—. ¿Y de qué me sirve saberlo?

Tú no eres tan diferente de mí, semidiós. Incluso cuando estoy fuera del agua, el agua se halla en mi interior. Es mi fuente de vida.

-Exactamente- dijo Poseidón

-Tienes el poder dentro de ti- dijo Hestia

Retrocedió, metió los pies en el agua y sonrió—. Espero que encuentres el modo de rescatar a tus amigos.

-La esperanza resurge- dijo Piper

Y, sin más, se convirtió en líquido y se disolvió en el río.

-Ya te ayudó lo mejor que podía- dijo Hestia amablemente

El sol rozaba las colinas cuando regresé a los establos.

-El tiempo ejerciendo presión- dijo Jason

Alguien debía de haber venido a dar de comer a los caballos, porque estaban desgarrando a dentelladas la carroña de unos animales de enorme tamaño.

-Una sutil amenaza- dijo Hermes

No habría sabido decir de qué tipo de animal se trataba; de hecho, casi prefería no saberlo.

-También yo- murmuraron los chicos

-Espero que no sean mis vaquitas, de ese tipo se podría esperar todo- dijo Apolo

Si aún era posible que los establos resultaran un poquito más repugnantes, aquellos caballos devorando carne cruda lo habían conseguido.

-Cuanta amabilidad- bufó Will

« ¡Marisco! —Pensó uno al verme—. ¡Entra! Aún tenemos hambre.»

¿Qué se suponía que debía hacer? No podía usar el río. Y el hecho de que aquel lugar hubiera estado bajo el mar un millón de años antes no me servía de mucho en ese momento.

-De hecho sí te sirve- dijo Poseidón

-Pero aún no sabía que hacer- dijo Percy

Miré los trocitos de caparazón calcificado que tenía aún en la palma de la mano y luego la montaña de excrementos.

-Ese momento en que la frustración te gana- dijo Piper

Frustrado, los tiré al suelo. Iba a dar la espalda a los caballos cuando oí un ruido.

¡Pffft!.

-Y así chicos, fue como Percy salvó el día una vez más- dijo Travis

Como un globo pinchado.

Bajé la vista hacia donde había tirado los restos del caparazón. Un chorrito de agua brotaba entre la bosta.

-Que guay- dijo Rachel

No puede ser —murmuré.

-¿Que acabas de ver Percy?- preguntó Connor

-Estaba impresionado- se defendió Percy

Indeciso, me aproximé a la cerca.

— ¡Crece! —le dije al chorro de agua.

¡PLASH!.

-Y creció- murmuró Leo

El chorro ascendió casi un metro, como un surtidor, y continuó burbujeando.

-No te dejó usar su río, pero te dio una mejor solución- dijo Perséfone impresionada

Era imposible, no podía ser. Sin embargo, allí estaba.

-Entonces no era tan imposible- dijo Reyna con una sonrisa

Un par de caballos se acercaron a mirar. Uno de ellos puso la boca en el surtidor y retrocedió, asqueado.

-Les va a pasar lo mismo a ustedes si me siguen diciendo marisco- amenazó Poseidón

-Que amargado-dijo Apolo

-Como si le fuéramos a hacer caso- susurró Hermes

« ¡Argg! —dijo—. ¡Es salada!»

¡Agua de mar en mitad de un rancho de Texas! Recogí otro puñado de tierra y separé los fragmentos fósiles. No sabía muy bien lo que hacía,

-No te preocupes, yo tampoco sé que hago la mitad del tiempo- comentó Leo

-Una misión normal- Piper se encogió de hombros

pero corrí alrededor del establo, arrojando trocitos de caparazón a aquellas montañas de excrementos. Allí donde aterrizaba el fósil, brotaba un chorro de agua.

« ¡Basta! —Clamaban los caballos—. ¡Carne buena! ¡Baños malos!»

-Se ponen como Apolo- dijo Artemisa

-Traicionado por mi propia hermana- gritó Apolo dramáticamente

Entonces me di cuenta de que el agua no se desbordaba: no salía de los establos ni fluía colina abajo, como habría ocurrido en circunstancias normales.

-Pero no eran circunstancias normales- dijo Poseidón

-Nunca lo son- dijo Percy

Se limitaba a borbotear alrededor de cada surtidor y se filtraba otra vez en la tierra, arrastrando de paso el estiércol. La caca de caballo parecía disolverse en el agua salada y en su lugar reaparecía la tierra humedecida.

-Definitivamente fue la mejor manera- dijo Hestia

-¿Puede tu hijo hacer eso?- preguntó Hera a su marido -si no fuera por la náyade jamás lo habría logrado

Zeus bufó

— ¡Más! —grité.

Entonces sentí una especie de tirón en las tripas y los chorros de agua empezaron a explotar por todas partes, como en el mayor túnel de lavado del mundo.

-Así se hace- dijo Poseidón con orgullo

El agua marina se elevaba propulsada a más de seis metros. Los caballos, enloquecidos de pavor, corrían de un lado para otro, mientras aquellos géiseres los rociaban desde todas direcciones.

-Y así es como los caballos aprendieron a no decirle marisco- dijeron los Stoll y miraron de reojo a Poseidón

A su vez, las montañas de bosta iban disolviéndose como si fuesen de hielo.

Noté el tirón en las tripas con más intensidad, casi de un modo doloroso, pero al mismo tiempo me sentía eufórico viendo toda aquella agua salada.

-Eres demasiado poderoso- masculló Zeus

-Solo estás celoso porque es un hijo mío- comentó Poseidón

Del trono de Zeus saltaron chispas

Aquello era obra mía. Había traído el océano hasta la colina.

« ¡Basta, señor! —Gritó un caballo—. ¡Basta, por favor!»

-Ahora ya hasta lo llaman señor- dijo Rachel

Ahora el agua lo encharcaba todo. Los caballos estaban empapados y algunos enloquecían de pánico y resbalaban por el barro.

-Eso pasa por subestimar a Percy- dijo Hazel

El estiércol había desaparecido: toneladas enteras habían quedado disueltas y se las había tragado la tierra.

-Y ese es un buen fertilizante- dijo Deméter

El agua empezaba a empantanarse y a rebosar del establo, creando infinidad de torrentes que bajaban hacia el río.

-Oh no- murmuró Piper

-Todo iba tan bien- suspiró Rachel

Detente —ordené al agua.

No ocurrió nada. El dolor en mis entrañas iba en aumento. Si no cortaba los géiseres enseguida, el agua salada llegaría al río y envenenaría las plantas.

-Y la náyade te odiaría- dijo Apolo

— ¡Detente! —repetí, concentrando toda mi energía en interrumpir la fuerza del mar.

Los géiseres cesaron de golpe y yo caí de rodillas, exhausto.

-Eso era demasiado poder como para que no pasara factura- comentó Perséfone

Ante mis ojos tenía unos establos impolutos, un cercado de lodo húmedo y salado, y cincuenta caballos lavados tan a fondo que brillaban. Incluso los pedazos de carne que seguían comiendo habían quedado inmaculados.

-Porque si vas a hacer las cosas, hay que hacerlas bien- dijo Leo

« ¡No te comeremos! —Clamaban los caballos—. ¡Por favor, señor! ¡Basta de baños salados!»

Con una condición —dije—: que sólo comáis lo que os den vuestros cuidadores. Nada de personas. ¡De lo contrario, volveré con más surtidores!

-¡Qué miedo!- gritaron los Stoll

-Estoy seguro de que obedecerán- dijo Poseidón

Los caballos relincharon y me hicieron un montón de promesas, asegurándome que en adelante se portarían como unos buenos caballitos carnívoros.

-Ya saben cómo educar a sus mascotas- bromeó Leo

Pero no me entretuve charlando. El sol se estaba poniendo. Di media vuelta y me dirigí a toda prisa al rancho.

-Corre- gritó Apolo

Olí a barbacoa bastante antes de llegar, lo cual me hizo correr todavía más, porque a mí me encanta la barbacoa.

-Hay que tener prioridades en esta vida- dijo Thalia riendo

-Los rehenes como quiera, pero la barbacoa- dijo Piper

El patio estaba listo para celebrar una fiesta. Globos y serpentinas adornaban la verja. Gerión preparaba las hamburguesas en una barbacoa gigante hecha con un bidón de gasolina.

-Sí olían bastante bien- comentó Nico sonrojándose

-Por supuesto que sí, se trata de hamburguesas- dijo Will -todos sabemos que amas las hamburguesas

-Las hamburguesas son el tercero en discordia- bromeó Hazel

Euritión ganduleaba junto a una mesa de picnic y se limpiaba las uñas con un cuchillo. El perro de dos cabezas husmeaba las costillas y las hamburguesas de la parrilla.

-El perro sabe de buena comida- dijo Leo

Entonces vi a mis amigos: Tyson, Grover, Annabeth y Nico estaban tirados en un rincón, atados como animales, con las muñecas y los tobillos juntos y una mordaza en la boca.

-Juntos como prisioneros que se quieres- dijo Thalia

— ¡Suéltelos! —grité, jadeando aún—. ¡He limpiado los establos!

-Pero no lo hiciste jurar- comentó Apolo

-No creo que cumpla su palabra- dijo Hermes

Gerión se volvió. Llevaba un delantal en cada pecho con una palabra en cada uno, de manera que el conjunto decía: «BESA - AL - CHEF.»

-Que horror- dijo Afrodita con una mueca

— ¿Ah, sí? ¿Cómo lo ha logrado, señor Jackson?

Estaba perdiendo la paciencia, pero se lo expliqué.

El asintió, admirado.

Muy ingenioso. Habría sido mejor que hubiese envenenado a esa náyade latosa, pero no importa.

-Imbécil- masculló Artemisa

Suelte a mis amigos —exigí—. Hemos hecho un trato.

He estado pensando en ello. El problema es que, si los suelto, no me pagarán.

-Te dije que lo hicieras jurar- masculló Hades

-Eso ya pasó- dijo Nico

— ¡Lo prometió!

Gerión chasqueó los labios.

— ¿Acaso me lo hizo jurar por el río Estigio? ¿Verdad que no? Entonces aquí no ha pasado nada. Cuando se hacen negocios, hijo, es imprescindible un juramento de obligado cumplimiento.

-Al menos para la próxima lo sabrás- dijo Hermes

Saqué la espada. Ortos gruñó. Una de sus cabezas se inclinó junto a la oreja de Grover y mostró los colmillos.

-Empezaba a odiar a ese perro- murmuró Grover

Euritión —dijo Gerión—, este chico está empezando a molestarme. Mátalo.

-Nada quiere hacer por sí mismo- bufó Dionisio

Euritión me observó. No tenía muy claras mis posibilidades contra él y su enorme garrote.

Mátelo usted mismo —replicó Euritión.

-Uhhhh el chico se ha puesto rebelde- dijo Connor

Gerión alzó las cejas.

— ¿Cómo dices?

Ya me ha oído —refunfuñó Euritión—. Usted me manda continuamente que le haga el trabajo sucio. No para de meterse en peleas sin motivo. Y ya me he cansado de morir por usted. Si quiere combatir con el chico, hágalo usted mismo.

-Me ponen en vergüenza.- masculló Ares

Aquello era lo más impropio de Ares que le había oído decir a un hijo de Ares.

Ares y Clarisse gruñeron, Frank hizo una mueca

Gerión arrojó la espátula al suelo.

— ¿Te atreves a desafiarme? ¡Debería despedirte ahora mismo!

— ¿Y quién se ocuparía de su ganado? Ortos, ven aquí.

-El perrito me estaba poniendo nervioso- murmuró Tyson

-Estoy completamente de acuerdo- dijo Annabeth

El perro dejó de gruñir a Grover en el acto y fue a sentarse a los pies del pastor.

Muy bien —refunfuñó Gerión—. ¡Me ocuparé de ti cuando haya matado al chico!

Tomó dos cuchillos de trinchar y me los arrojó sin más. Desvié uno con la espada.

-Los problemas nunca acaban- dijo Piper

-Típico en nuestras vidas- dijo Nico

El otro había ido a clavarse en la mesa de picnic, apenas a tres centímetros de la mano de Euritión.

Pasé enseguida al ataque.

-Recuerda que tiene tres cuerpos y por lo tanto tres corazones- dijo Poseidón

-Con espada no será fácil- comentó Artemisa

Gerión detuvo mi primer mandoble con unas tenazas al rojo vivo y me lanzó una estocada a la cara con un tenedor de barbacoa. Eludí su siguiente golpe y lo traspasé de parte a parte por su pecho central.

-Eso no resuelve el problema- dijo Apolo -una flecha sería mejor

-Pero Percy es un terrible arquero- dijo Will -sin ofender

-No me ofende, todo el mundo vio mis prácticas con Quirón- dijo Percy

— ¡Arggg! —Cayó de rodillas. Aguardé a que se desintegrara, tal como hacen todos los monstruos. Pero él me dirigió una mueca y se incorporó otra vez. La herida abierta en su delantal había empezado a cerrarse.

-Hay mortales que dicen que las cosas malas vienen de a tres- dijo Rachel

-En ese caso sí se aplica- dijo Reyna

Buen intento, hijo. La cuestión es que tengo tres corazones. La copia de seguridad perfecta.

Volcó la barbacoa, desparramando las brasas por todas partes. Una aterrizó junto a la cara de Annabeth, que soltó un gemido ahogado.

Annabeth hizo una mueca

-Las brasas en la cara no son buenas- dijo Leo

Tyson tironeó de sus ataduras, pero ni siquiera toda su fuerza bastó para romper los nudos. Tenía que dar fin a aquella pelea antes de que mis amigos sufrieran algún daño.

-Intentaría dañarlos para que pierdas la concentración- dijo Poseidón

Asesté una estocada a Gerión en el pecho izquierdo, pero él se rió. Le clavé la espada en el estómago derecho. Nada. Por su modo de reaccionar, parecía que no le estuviera dando tajos a él, sino a su osito de peluche.

-Aunque no creo que tenga ositos de peluche- dijo Percy

-Tal vez sí y les cuenta sus derrotas- señaló Leo

Tres corazones. La copia de seguridad perfecta. Ensartarlos de uno en uno no servía de nada...

Corrí al interior de la casa.

— ¡Cobarde! —gritó—. ¡Vuelve aquí y muere como un hombre!

-Me parece mejor que no mueras- dijo Poseidón agarrando con fuerza su trono

Las paredes del salón estaban decoradas con espantosos trofeos de caza, como ciervos disecados y cabezas de dragón; también había un armario lleno de rifles, un juego de espadas cruzadas y un arco y un carcaj.

-Y sí lo vas a intentar- dijo Hermes

-No quedaba de otra- dijo Percy

Gerión me había seguido y me lanzó el tenedor de la barbacoa, que se clavó con un chasquido en la pared, a pocos centímetros de mi cabeza. Luego sacó dos espadas de su soporte.

-Ahora entiendo por qué recuperar el rayo había sido su misión más fácil- se quejó Poseidón

— ¡Tu cabeza irá ahí, Jackson! ¡Al lado del oso pardo!

-¿Por qué?- preguntó Leo -deberías ir a lado del dragón

-Es lo mismo que yo opino- dijo Percy

-No es gracioso Perseus- dijo Poseidón

Se me ocurrió una idea disparatada.

-Esas ideas suelen ser efectivas- dijo Annabeth

Solté a Contracorriente y tomé el arco que adornaba el salón.

Yo era el peor arquero del mundo.

-Sí- murmuraron los chicos

Nunca daba en el blanco en el campamento, y mucho menos al centro de la diana.

-Una flecha quedó en la cola de Quirón- recordó Apolo

Pero no tenía alternativa. No lograría ganar aquel combate con una espada. Recé a Artemisa y a Apolo, los arqueros gemelos, con la esperanza de que por una vez se apiadasen de mí. «Por favor, chicos. Sólo un tiro. Por favor.»

Apolo le guiñó el ojo -Será todo un trabajo, pero lo haremos, somos los dioses más guays

-Chicos...- comenzó Percy

-Un sacrificio será un gran agradecimiento- comentó Apolo -que no sea de mis vacas

Lo apunté con una flecha. Gerión se echó a reír.

— ¡Idiota! ¡Una flecha no te servirá de nada!

Alzó sus dos espadas y se abalanzó sobre mí. Me eché a un lado y, antes de que pudiera volverse, le disparé al flanco de su pecho derecho. Oí tres impactos seguidos a medida que la flecha fue atravesando cada pecho limpiamente.

-¡Funcionó!- gritaron los Stoll

-De nada de nada, soy Apolo el mejor arquero

-Las mejor soy yo- dijo Artemisa

-Chicos...- murmuró Percy de nuevo antes de que lo interrumpieran para seguir leyendo

La saeta salió por su costado izquierdo y fue a incrustarse en la frente del oso disecado.

Gerión soltó sus espadas. Se volvió y me miró.

Tú no sabes usar el arco. Me dijeron que no...

-Pues todos sabíamos eso- murmuró Travis

Su rostro adquirió un tono verdusco; luego cayó de rodillas y empezó a desmoronarse, a deshacerse como si fuera de arena, hasta que sólo quedaron en el suelo tres delantales y un par de botas enormes de cowboy.

-Un problema menos del cual preocuparse- dijo Calipso

Desaté a mis amigos sin que Euritión intentara detenerme. Luego avivé las brasas de la barbacoa y arrojé la comida a las llamas, en ofrenda a Artemisa y Apolo.

Gracias, chicos —dije—. Os debo una.

-Somos geniales, lo sabemos- dijo Apolo

-Chicos... No fueron ustedes...- dijo Percy

-¿Qué?- preguntaron ambos dioses - esa es nuestra especialidad ¿Quién se atreve...

Los gemelos siguieron la mirada de Percy

-Oh- murmuró Apolo

Hera sonrió con suficiencia

A lo lejos retumbó un trueno, así que supuse que las hamburguesas debían de oler bien.

— ¡Bravo, Percy! —me felicitó Tyson.

— ¿Ahora podemos atar al pastor? —preguntó Nico.

-Luego luego con la violencia- dijo Will

-¡Ellos me tenían atado!- se defendió Nico

— ¡Sí! —Dijo Grover—. ¡Ese perro por poco me mata!

Miré a Euritión, que seguía sentado tan tranquilo junto a la mesa de picnic. Ortos tenía sus dos cabezas apoyadas en las rodillas del pastor.

— ¿Cuánto tiempo tardará Gerión en volver a formarse? —le pregunté.

-Esperemos que muchísimos años- dijo Hazel

Euritión se encogió de hombros.

— ¿Cientos de años, tal vez? Él no es de esos reformistas ultrarrápidos, gracias a los dioses. Me has hecho un favor.

-Gracias a los dioses- mascullaron los chicos

Antes has dicho que ya habías muerto por él otras veces —recordé—. ¿Cómo es eso?

Llevo miles de años trabajando para ese mal bicho. Empecé como un mestizo normal, pero escogí la inmortalidad cuando mi padre me la ofreció. El peor error de mi vida.

-Ingrato- masculló Ares

Ahora estoy atrapado en este rancho. No puedo irme ni dimitir. He de cuidar las vacas y enfrentarme a los enemigos de Gerión. Es como si estuviéramos ligados el uno al otro.

-Una buena forma de pasar la inmortalidad- masculló Clarisse con sarcasmo

Quizá puedas cambiar las cosas —sugerí.

Euritión me miró entornando los ojos.

— ¿Cómo?

Trata bien a los animales. Cuídalos. Deja de venderlos para ganarte la vida. Y no hagas más tratos con los titanes.

Ares resopló

-Eso estaría bien- dijo Apolo

Euritión reflexionó.

Estaría bien.

Consigue que los animales se pongan de tu parte y ellos te ayudarán. Y cuando vuelva Gerión, quizá sea él quien tenga que ponerse a trabajar para ti.

-Eso sí estaría mejor- dijo Ares

Euritión sonrió de oreja a oreja.

Eso tampoco me molestaría.

— ¿No tratarás de impedir que nos vayamos?

No, qué va.

Annabeth se frotó sus muñecas magulladas. Aún miraba con suspicacia a Euritión.

Tu jefe ha dicho que alguien había pagado para garantizar nuestro paso sin problemas. Dime quién.

-Yo también estoy intrigado por saber quién fue- dijo Leo

-Todo esto está lleno de misterios- dijo Piper

El pastor se encogió de hombros.

Quizá lo haya dicho para engañaros.

— ¿Y los titanes? —le pregunté—. ¿Ya les has enviado un mensaje Iris sobre Nico?

No. Gerión pensaba hacerlo después de la barbacoa. Ellos no saben nada sobre el chico.

-Esa es una buena noticia- dijo Hades

Nico me miraba con odio.

-Que raro- dijo Thalia

No sabía qué hacer con él. Dudaba mucho de que quisiera venir con nosotros. Pero, por otro lado, no podía dejar que siguiera vagando por su cuenta sin rumbo fijo.

-Como si te fuera a hacer caso- dijo Thalia

-Sombritas suele ser muy necio- dijo Will

-¿De qué lado estás?- preguntó Nico

-De tuyo, pero es la verdad- dijo Will pasando un brazo por sus hombros

Tal vez podrías quedarte en el rancho hasta que terminemos nuestra búsqueda — propuse—. Aquí estarías a salvo.

— ¿A salvo? —Gritó Nico—. ¿A ti qué puede importarte? ¡Dejaste que mataran a mi hermana!

-Y aquí vamos de nuevo- dijo Nico acercándose más a Will

Nico —le dijo Annabeth—, no fue culpa de Percy. Y Gerión no mentía cuando dijo que Cronos desearía capturarte. Si supiera quién eres, haría cualquier cosa para que te pusieras de su lado.

Yo no estoy del lado de nadie. ¡Y no tengo miedo!

-No sabes lo que podrían hacer para convencerte- señaló Hades

Deberías —le dijo Annabeth—. Tu hermana no querría...

-Mala elección de palabras- dijo Thalia

— ¡Si te importara mi hermana, me ayudarías a recuperarla!

— ¿Un alma por otra alma? —apunté.

— ¡Sí!

Pero si has dicho que no querías mi alma...

— ¡No estoy hablando contigo!

-Sí Percy, no seas metiche- dijo Leo

Pestañeó para contener las lágrimas—. ¡Y seré yo quien la haga volver!

Will sostenía entre sus brazos a su novio, Bianca hizo una mueca

Bianca no querría que la trajesen de vuelta —dije—. No así, por lo menos.

— ¡Tú ni siquiera la conocías! —gritó—. ¿Cómo puedes saber lo que habría querido?

-Pero sabes que Percy tenía razón- dijo Bianca suavemente

Contemplé las llamas de la barbacoa. Pensé en uno de los versos de la profecía: «Te elevarás o caerás de la mano del rey de los fantasmas.» Ese rey tenía que ser Minos.

-Minos no es tan fabuloso- dijo Will

Debía convencer a Nico para que no volviera a hacerle caso.

Preguntémosle a Bianca —aventuré.

-Bueno Percy, gracias por animarlo- refunfuñó Will

Nico le dio un golpe juguetón -Eso ya pasó

El cielo pareció oscurecerse de golpe.

Ya lo he intentado —dijo Nico con tristeza—. No responde.

Pruébalo otra vez. Tengo el presentimiento de que contestará si estoy yo presente.

— ¿Por qué habría de hacerlo?

-Porque no tendrías nada que perder- señaló Perséfone

Porque no ha parado de enviarme mensajes Iris —declaré, repentinamente convencido de ello—. Ha intentado advertirme sobre lo que te proponías para que pudiera protegerte.

-Muchas gracias por hacerlo- dijo Bianca

-Somos familia- respondió Percy

El fuego de Hestia chisporroteo y creció un poco llenando la sala con un calor reconfortante

Nico meneó la cabeza.

Eso es imposible.

Sólo hay un modo de averiguarlo. Has dicho que no tenías miedo.

-Todo lo que digas podrá ser usado en tu contra- dijo Thalia

Me volví hacia Euritión—. Necesitamos un hoyo, como una tumba. Y comida y bebida. —Percy —me advirtió Annabeth—, no creo que sea buena... —De acuerdo —dijo Nico—. Lo intentaré.

-Debes de tener cuidado- dijo Hades

Euritión se rascó la barba.

Podríamos usar un agujero que hemos cavado ahí atrás para el depósito de la fosa séptica. Niño cíclope, trae la nevera portátil de la cocina. Espero que a los muertos les guste la cerveza de raíces.

-Fin del capítulo- anunció Jason

-Como siempre, acaba en suspenso- dijo Perséfone

Nico hizo una mueca

-¿Quién va a leer?- preguntó Jason