-Fin del capítulo- anunció Grover -¿Quién quiere leer?

-Yo lo haré- dijo Hermes -me cargo unas cuantas naves espaciales

-Al menos no fue otro monumento- comentó Apolo

-Demos gracias- dijo Percy

Crucé el Mall pitando, sin atreverme a mirar atrás, y me metí disparado en el Museo del Aire y el Espacio. Me quité la gorra de invisibilidad en cuanto crucé la recepción.

-De todas maneras no fue de mucha ayuda- comentó Leo ganándose una mala mirada de Atenea

La parte principal del museo era una sala gigantesca llena de cohetes y aviones colgados del techo. Por todo el perímetro discurrían tres galerías elevadas que permitían observar las piezas expuestas desde distintos niveles. No había mucha gente. Sólo algunas familias y un par de grupos de niños, seguramente de excursión escolar.

Atenea suspiró

Habría querido gritarles que echaran a correr, pero pensé que no lograría otra cosa que acabar detenido.

-Sí, te tomarían como un loco- señaló Rachel

Tenía que encontrar a Thalia, Grover y las cazadoras. En cualquier momento los tipos-esqueleto irrumpirían en el museo, y mucho me temía que no se decantarían por la visita guiada.

-Lamentablemente no- dijo Piper

Tropecé con Thalia.

-Literalmente- dijo Thalia

Literalmente.

Yo subía a toda velocidad por la rampa que llevaba a la galería más alta y choqué con ella con tal fuerza que la dejé sentada en una cápsula Apolo.

-A eso le llamo una entrada triunfal- rió Apolo

Grover dio un grito de sorpresa.

Antes de que pudiese recuperar el equilibrio, Zoë y Bianca me apuntaban ya con sus flechas (los arcos habían surgido como de la nada).

Cuando Zoë me reconoció, no pareció muy deseosa de bajar el arco.

-No me agradó mucho que fueras- dijo Zoë

-Me di cuenta- dijo Percy

— ¡Tú! ¿Cómo osas presentarte aquí?

— ¡Percy! —Dijo Grover—. ¡Gracias a los dioses!

Zoë le lanzó una mirada fulminante y él se sonrojó.

Bueno... eh... Cielos, se supone que no deberías estar aquí.

-Se supone...- murmuró Percy

Luke —dije, tratando de recobrar el aliento—. Está aquí.

La cólera en los ojos de Thalia se disolvió en el acto. Se llevó una mano a su pulsera de plata.

-Fijado- murmuró Thalia sonrojada

Luke le sonrió

Artemisa y Hermes miraban con curiosidad a ambos chicos

— ¿Dónde?

Les conté lo del Museo de Historia Natural: la escena entre el doctor Espino, Luke y el General.

— ¿El General está aquí? —Zoë parecía consternada—. Imposible. Mientes.

-¿Por qué lo haría?- preguntó Hazel

— ¿Por qué iba a mentir? Escucha, no tenemos tiempo. Hay guerreros esqueleto...

— ¿Qué? —Preguntó Thalia—. ¿Cuántos?

Doce —dije—. Y algo más todavía: ese tipo, el General, ha dicho que había enviado a un « compañero de juegos» para distraeros. Un monstruo.

-Yo pensaba que se refería a un osito de peluche- comentó Leo con sarcasmo

Percy le sacó la lengua

Thalia y Grover se miraron.

Estábamos siguiéndole el rastro a Artemisa —dijo Grover—. Casi habría jurado que conducía aquí. Hay un intenso olor a monstruo. Debió de detenerse por aquí cuando buscaba a esa bestia misteriosa. Pero aún no hemos encontrado nada.

Artemisa hizo una mueca

Zoë —dijo Bianca, nerviosa—. Si es el General...

-Lo es- susurró Calipso

— ¡No puede ser! —Espetó Zoë—. Percy habrá visto un mensaje Iris o alguna clase de ilusión.

-Resquebrajó el suelo- comentó Jason

Las ilusiones no resquebrajan un suelo de mármol —le dije.

Ambos chicos chocaron los cinco

Zoë respiró hondo, tratando de serenarse. Yo no sabía por qué se lo tomaba como algo personal, ni de qué conocía al General, pero supuse que no era momento de preguntar.

-Wow, eso es nuevo- dijo Frank

Si eso de los guerreros-esqueleto es cierto —dijo por fin—, no hay tiempo para discutir. Son los peores, los más horribles... Debemos irnos ahora mismo.

-Excelente idea- comentó Hazel

Buena idea —asentí.

No me refería a ti, chico —agregó Zoë—. Tú no tomas parte en esta búsqueda.

-Eso es cierto, pero tampoco se podía quedar ahí- señaló Reyna

— ¡Eh, que estoy haciendo lo posible para salvaros!

-Tiene razón- habló Afrodita

No deberías haber venido, Percy —dijo Thalia gravemente—.

-Que linda- comentó Piper con sarcasmo

Pero ya que estás aquí... Venga. Volvamos a la furgoneta.

-Estupendo- dijo Poseidón -ahora corran antes de que vayan los monstruos

Esa decisión no os corresponde a vos —replicó Zoë.

Thalia frunció el entrecejo.

Tú no mandas aquí, Zoë. Y me da igual la edad que tengas. ¡Sigues siendo una mocosa engreída!

-Uhhhh...-corearon Percy, Leo y los Stoll

Nunca has demostrado sensatez cuando se trata de chicos —refunfuñó Zoë —.

-Golpe bajo- susurró Connor

Luke miró a Thalia durante unos segundos, sus ojos se encontraron y ambos se sonrojaron

¡Nunca has sabido prescindir de ellos!

Thalia parecía a punto de abofetearla.

-Oh, vaya que tenía ganas- susurró Thalia

Y entonces nos quedamos todos helados: se oyó un rugido tan atronador que pensé que había despegado uno de los cohetes.

-Ay no- se quejó Poseidón

Abajo, varias personas gritaban. Un niño pequeño chilló entusiasmado: — ¡Kitty!

-Eso no puede ser nada bueno- dijo Artemisa

Una cosa enorme saltó rampa arriba. Era del tamaño de un camión de mercancías, con uñas plateadas y un resplandeciente pelaje dorado.

-Nada bueno- volvió a decir Artemisa

Yo había visto una vez a ese monstruo. Dos años atrás, lo había divisado brevemente desde un tren. Ahora, visto de cerca, parecía todavía más grande.

El León de Nemea —dijo Thalia—. No os mováis.

-No va a funcionar- dijo Artemisa

El león rugió con tal fuerza que me puso los pelos de punta y casi me hizo la raya en medio.

A pesar de la tensión, la sala estalló en carcajadas

Sus colmillos relucían como el acero inoxidable.

Separaos cuando dé la señal —dijo Zoë—. Intentad distraerlo.

— ¿Hasta cuándo? —preguntó Grover.

-Buena pregunta- susurró Poseidón

Hasta que se me ocurra una manera de matarlo. ¡Ya!

-Que plan tan fabuloso- comentó Nico

Destapé a Contracorriente y rodé hacia la izquierda. Silbaron varias flechas y

Grover se puso a gorjear un agudo pío-pío con sus flautas. Zoë y Bianca treparon por la cápsula Apolo.

-Muy bien manténganse en movimiento- habló Artemisa

Le disparaban flechas incendiarias al monstruo, pero todas se partían contra su pelaje metálico sin hacerle nada. El león le asestó un golpe a la cápsula, ladeándola, y las cazadoras salieron despedidas.

Zoë y Bianca hicieron una mueca

Grover cambió de tercio y se puso a tocar una melodía frenética. El león se volvió hacia él, pero Thalia se interpuso en su camino con la Egida y la fiera retrocedió rugiendo.

¡Grrrrrr!

-Cualquiera se haría para atrás al ver la Égida- dijo Hermes

— ¡Atrás! —Gritó Thalia—. ¡Atrás!

El león gruñó y dio un zarpazo al aire, pero continuó reculando como si el escudo fuera un fuego abrasador.

Por un momento creí que Thalia lo tenía controlado, pero entonces vi que el león se agazapaba con todos los músculos en tensión.

-Está a punto de atacar, cuidado- dijo Artemisa

Yo había visto muchas peleas de gatos en los callejones que había cerca de nuestro apartamento en Nueva York. Sabía que estaba a punto de saltar.

¡Eeeh! —grité con todas mi fuerzas.

Poseidón gimió

No sé en qué estaría pensando, pero arremetí contra la bestia. Lo único que quería era alejarla de mis amigos.

Afrodita, Deméter y Perséfone le dieron una mirada simpática al chico

Le di un mandoble en el flanco con mi espada, un golpe que debería haberlo hecho picadillo, pero la hoja se estrelló contra su pelaje con un ruido metálico y sólo le arrancó un puñado de chispas.

El león me dio un zarpazo y me desgarró un buen trozo de abrigo.

-Al menos solo fue el abrigo- dijo Poseidón pálido

Retrocedí contra la barandilla y, cuando cargó contra mí, no tuve más remedio que volverme y saltar.

Caí en el ala de un antiguo avión plateado, que se balanceó y no me lanzó por muy poco al suelo, tres pisos más abajo.

Una flecha me pasó silbando junto a la cabeza.

-Uh... Lo lamento- dijo Zoë

El león también saltó y aterrizó sobre el avión. Los cables que lo sostenían empezaron a gemir.

La fiera se abalanzó sobre mí, así que sin pensarlo me dejé caer sobre la siguiente pieza: un extraño artilugio espacial con aspas de helicóptero.

Poseidón escondió la cara entre los brazos

Levanté la vista y vi al león rugiendo con las fauces abiertas. Tenía la lengua y la garganta rojas.

Ése es el blanco, pensé.

-Muy bien- dijo Artemisa sorprendiendo a todos

Su pelaje era del todo invulnerable, pero si lograba herirle en la boca... El único problema era que se movía demasiado deprisa. Entre sus garras y sus colmillos, no podría acercarme lo bastante sin quedar cortadito en lonchas.

— ¡Zoë! —grité—. ¡Apuntadle a la boca!

El monstruo saltó. Una flecha silbó a su lado sin acertarle.

-Se movía demasiado rápido- murmuró Bianca

Me dejé caer en lo alto de la pieza que había expuesta en la planta baja: una reproducción inmensa del globo terráqueo. Me deslicé por territorio ruso y, a la altura del ecuador, salté.

El León de Nemea dio un rugido e intentó mantener el equilibrio sobre la nave espacial, pero pesaba demasiado.

-Al menos ya no estás ahí- susurró Poseidón

Annabeth abrazó a su novio

Uno de los cables se partió. Mientras la nave empezaba a balancearse como un péndulo, el león cayó de un salto sobre el Polo Norte.

— ¡Grover! —grité—. ¡Despeja la zona!

Varios grupos de niños corrían dando gritos de pánico. Grover trató de reunirlos en un rincón, lejos del monstruo.

-Al menos sabían que estaban en peligro, a veces ni cuenta se dan- comentó Hestia

El otro cable de la nave se partió entonces y ésta se desplomó al suelo con gran estruendo. Thalia saltó desde la barandilla de la segunda planta y cayó al otro lado del globo terráqueo.

Zeus miró con preocupación "disimulada" a su hija

El león nos miró desde el Polo Norte, tratando de decidir a cuál de los dos destrozaba primero.

Zoë y Bianca estaban arriba, con los arcos listos, pero tenían que moverse continuamente para buscar un buen ángulo.

-No teníamos un disparo claro- dijo Bianca

— ¡No tenemos un disparo claro! —Gritó Zoë—. ¡Hacedle abrir la boca otra vez!

Zoë y Bianca se sonrieron

El león gruñó desde lo alto del globo terráqueo.

Miré a ambos lados. Una alternativa. Necesitaba...

¡La tienda de regalos!

-¿Regalos?- murmuraron algunos confundidos

Me había venido el recuerdo de mi visita al museo cuando era niño y de una cosa que le hice comprar a mi madre (aunque luego me arrepentí).

-Fue lo peor que he probado- dijo Percy

Si todavía la vendieran... —Thalia —dije—, mantenlo distraído.

Ella asintió.

Lo apuntó con su lanza y un arco eléctrico azul salió disparado de la punta y fue a darle al león en la cola.

— ¡Grrrrr!

-Entiendo el dolor- murmuró Percy

Thalia rodó los ojos

El animal giró y saltó hacia ella. Thalia se hizo a un lado, sosteniendo la Égida para mantenerlo a raya, mientras yo corría hacia la tienda de regalos. — ¡No es momento para souvenirs, chico! —gritó Zoë.

-Ya lo sé, pero funcionará- gritó Percy como si estuviera de nuevo ahí

Irrumpí en la tienda, derribando montones de camisetas y saltando por encima de mesas abarrotadas de planetas fosforescentes y cacharros espaciales. La dependienta no protestó. Estaba muy ocupada escondiéndose detrás de la caja.

¡Allí estaban! En la pared del fondo: aquellos relucientes paquetes plateados.

Los chicos que no sabían la historia intercambiaron miradas confundidas

Había estantes enteros con los tipos más variados. Recogí todos los que pude y salí corriendo.

Zoë y Bianca seguían rociando al monstruo con una lluvia de flechas. Pero no servía de nada. El león se cuidaba mucho de no abrir la boca en exceso.

-No es idiota- dijo Clarisse

Trataba de darle un mordisco a Thalia o de arañarla con sus garras, pero mantenía los ojos apenas entreabiertos para protegerse.

Thalia lo hostigó con su lanza y retrocedió enseguida. El león la estaba arrinconando.

-Eso está muy bien. Ahora actúen rápido- dijo Hades

— ¡Percy —gritó—, si piensas hacer algo...!

El monstruo dio un rugido y la barrió de un zarpazo inesperado como si fuese un muñeco, mandándola por los aires contra un cohete de la serie Titán.

Zeus echó chispas, literalmente

Hera rodó los ojos ante la actitud de su marido

Thalia se dio un buen golpe en la cabeza y quedó atontada en el suelo.

-Estúpido león- masculló Thalia

— ¡Eh, tú! —le grité al león. Estaba demasiado lejos para alcanzarlo, de modo que me arriesgué y le arrojé mi espada como si fuera un puñal.

Clarisse y Ares bufaron

Le rebotó en un flanco, pero al menos sirvió para captar su atención. Se volvió hacia mí gruñendo.

Sólo había una manera de acercarse lo bastante.

Poseidón agarraba con fuerza su trono

Me lancé al ataque y, cuando el animal se disponía a saltar, le embutí entre las fauces una bolsa de comida espacial: una buena ración de helado de fresa liofilizado, envuelto en celofán.

La sala silbó en aprobación

El león abrió los ojos de par en par y empezó a sufrir arcadas, como un gato atragantado con una bola de pelo.

No era de extrañar. A mí me había pasado lo mismo de niño, una vez que intenté tragarme aquella comida espacial.

-Fue horrible- murmuró Percy fingiendo estremecerse

Una cosa sencillamente asquerosa.

— ¡Zoë, prepárate! —ordené.

La gente gritaba a mis espaldas. Grover tocaba otra canción espantosa con sus flautas.

Grover se sonrojó

Me aparté del león como pude. Ahora ya había logrado tragarse el paquete y me miraba con odio reconcentrado.

-¡Apúrense a terminar con él!- gritó Poseidón

— ¡Hora del aperitivo! —chillé.

Cometió el error de soltarme un rugido, así que le lancé otro bocado de fresa espacial al gaznate.

-Al parecer sí es idiota- comentó Clarisse

Por suerte, aunque el béisbol no era precisamente mi debilidad, yo siempre había sido un lanzador bastante bueno. Antes de que el león dejara de sufrir arcadas, le colé otros dos sabores distintos de helado y una ración de espaguetis liofilizados.

Los ojos se le salían de las órbitas.

-Debió arrepentirse de atacarlos- murmuró Piper

Abrió la boca del todo y se alzó sobre sus patas traseras, tratando de evitarme.

— ¡Ahora! —grité.

De inmediato, las flechas cruzaron sus fauces: dos, cuatro, seis. La bestia se retorció enloquecida, dio una vuelta sobre sí misma, cayó hacia atrás y se quedó inmóvil.

-¡Así se hace!- rugieron los tres grandes levantándose de su trono, se miraron avergonzados y volvieron a sentarse

Jason, Thalia, Percy, Nico, Hazel y Bianca los miraron asombrados, algunos soltaron risitas

Las alarmas aullaban por doquier en el museo; la gente salía en manada por las puertas de emergencia y los guardias de seguridad corrían de un lado para otro, muertos de pánico, aunque sin entender qué sucedía.

Grover se arrodilló junto a Thalia y la ayudó a levantarse. Parecía estar bien, sólo algo aturdida.

-Demasiado aturdida- dijo Thalia

Luke la miró con expresión culpable

Zoë y Bianca saltaron desde la galería y aterrizaron a mi lado.

Zoë me observó con cautela.

Interesante... estrategia.

-Muy interesante- coincidió Hermes

Bueno, ha funcionado.

No me lo discutió.

-No había nada que discutir- dijo Zoë

El león había empezado a derretirse, como sucede a veces con los monstruos muertos, hasta que finalmente no quedó nada en el suelo salvo su reluciente pelaje, reducido al tamaño de un león normal.

-Botín de guerra- dijo Clarisse

Agárrala —me dijo Zoë.

-Nunca vi esa piel- recordó Annabeth

Percy le sonrió

Me quedé mirándola.

— ¿La piel del león? ¿No será una violación de los derechos de los animales o algo así?

-No- dijo Grover

Es un botín de guerra —contestó muy solemne—. Os lo habéis ganado con todo derecho.

Los chicos coincidieron con la cazadora

Pero lo has matado tú.

-Pero fue tu estrategia- comentó Artemisa

Ella meneó la cabeza, casi sonriendo.

Si la fiera ha caído, ha sido por vuestro sándwich espacial. A cada cual lo suyo, Percy Jackson. Quedaos con el pellejo.

Lo recogí del suelo. Para mi sorpresa, era muy ligero. Suave y blando también. No parecía en absoluto capaz de detener una estocada.

-Pero lo es- dijo Atenea

Mientras lo contemplaba, se fue transformando hasta convertirse en un abrigo largo marrón dorado.

No es que sea mi estilo exactamente —murmuré.

-Te quedaba bien- comentó Grover

Tenemos que salir de aquí —terció Grover—. Los guardias de seguridad no van a seguir alelados toda la vida.

Por primera vez reparé en el hecho asombroso de que los guardias no se nos hubieran echado encima para detenernos.

-Cierto...- dijeron algunos que tampoco se habían dado cuenta

Corrían en todas direcciones, salvo en la nuestra, como enloquecidos buscando alguna cosa. Algunos chocaban contra las paredes o entre ellos.

— ¿Tú los has dejado así?

-Muy bien- dijo Apolo

Asintió, algo avergonzado.

Una cancioncilla de confusión. Siempre funciona. Pero sólo unos minutos.

-Entonces corran- dijo Hestia

Los guardias de seguridad no son lo peor —dijo Zoë—. Mirad.

A través de las puertas de cristal del museo, vimos a un grupo de hombres cruzando el césped de la entrada. Hombres grises con uniforme de camuflaje.

Los tres grandes miraron furiosos a Luke

Hermes se apresuró a seguir leyendo

Aún estaban demasiado lejos para verles los ojos, pero yo ya sentía sus miradas clavadas en mí.

Idos —dije—. Me persiguen a mí. Yo los distraeré.

-Perseus...- dijo Poseidón pasando sus manos por la cara

No —dijo Zoë—. Vamos juntos.

La miré.

Pero si dijiste...

Ahora formas parte de esta búsqueda —repuso a regañadientes—. No es que me guste, pero el destino no puede modificarse. Tú eres el quinto miembro del grupo. Y no dejamos a nadie atrás.

-Fin del capítulo- dijo Hermes

-Que final tan emotivo- comentó Apolo con burla, Zoë le dio una mirada asesina

-Un capítulo más y se van a descansar- dijo Hestia -¿Quién va a leer?