XLI

Leo

—Entonces— murmuró Bianca —¿Quién va a leer?

Sammy miró a Bianca que se había quedado pensativa durante mucho tiempo, bueno más bien todos la observaban con interrogación, pero ella no dijo más, solo tomó la mano de Charles, mientras al mismo tiempo, liberando la incomodidad Clarisse dijo

—Yo voy a leer— le pasaron el libro —capítulo 41, Leo

Leo esperaba que el taxi pudiera llevarlos a la cima.

No tuvo esa suerte.

—Lo suponíamos— dijo Percy

—Estábamos de acuerdo en que eso iba a pasar— asintió Thalia

—No podía ser de otra manera— dijo Leo

El taxi chirriaba y hacía ruido al subir dando bandazos por el camino de la montaña, pero a media cuesta se encontraron con la oficina del guardabosques cerrada y una cadena que les bloqueaba el paso.

—Eso también es demasiado típico— dijo Connor

—Si algo puede salir mal, va a salir mal— dijo Will

—¿Desde cuándo eres tan optimista?— preguntó Travis con sarcasmo

—Desde que se junta con Nico— señaló Thalia

Nico rodó los ojos

—Leo ha desbloqueado la opción de molestar a Nico— bromeó Percy

Nico le dio una mirada asesina

No puedo llegar más lejos —dijo el taxista—. ¿Están seguros? El camino de vuelta es largo, y mi coche hace cosas raras. No puedo esperarles.

—Mejor que no los espere— señaló Apolo

—Es lo mejor para él— asintió Hermes

—Y para ellos— dijo Artemisa —o tendrían que preocuparse también por él

Estamos seguros.

Leo fue el primero en salir. Tenía un mal presentimiento respecto al problema del taxi, y cuando echó un vistazo comprobó que tenía razón.

—Y no me gustó tener razón— comentó Leo

—Hay cosas en las que uno no debe tener razón jamás— asintió Thalia

—Esa era una de ellas— dijo Leo con una mueca

Las ruedas estaban hundiéndose en el camino como si este estuviera hecho de arenas movedizas.

—Y las arenas movedizas no son divertidas— dijo Percy haciendo una mueca

Hazel y Frank intercambiaron una mirada con él. Sammy miró la escena con confusión ya que involucraba a sus dos padres

No muy deprisa —lo justo para que el taxista creyera que tenía un problema con la transmisión o el eje estropeado—, pero Leo sabía que no era así.

—No conviene llevar un carro a montañas tan peligrosas— comentó Leo —que jamás se les ocurra

—De todas maneras no tenemos carro— dijo Percy

—Eso es algo que podemos solucionar muy rápido— comentó Travis

—Y tiene una de las soluciones más útiles del mundo— asintió Connor

—Estoy seguro de cuál es su solución y no creo que esa seas una solución— dijo Percy riendo

El camino estaba hecho de tierra compacta. No había ningún motivo por el que tuviera que ser blanda, pero a Leo se le estaban empezando a hundir los zapatos. Gaia estaba jugando con ellos.

—Me encanta que jueguen conmigo— dijo Leo con sarcasmo

—Bueno cariño, es que hay de juegos a juegos— comentó Afrodita

—Ni siquiera quiero saber las connotaciones que tiene eso— dijo Piper

—Yo sí— dijo Apolo

—Apolo— masculló Artemisa

Mientras sus amigos salían del vehículo, Leo pagó al taxista. Fue generoso. Qué demonios, era el dinero de Afrodita.

—Ups— murmuró Leo

—No te preocupes cariño, para eso es el dinero— dijo Afrodita

—Cuando alguien es un dios se puede dar ciertos lujos— dijo Connor

—Con unos cuantos favores los mellizos podrían financiar el parque que queríamos— murmuró Bianca a sus amigos

—Podrían financiarme mi tiburón— dijo Zoé

—No puede estar hablando en serio— murmuró Charles —tienen 6 años

—Es por una buena causa ¿No les parece Sam y Esperanza? —preguntó Bianca

Esperanza asintió de acuerdo, Sammy no estaba tan seguro, a veces sus amigos solían ser un poco raros

Además, tenía la sensación de que tal vez no saliera de aquella montaña.

Quédese con el cambio —dijo—. Y lárguese. Deprisa.

El taxista no le discutió.

—Por supuesto que no lo hizo— dijo Piper —creo que de cierta manera podía ver la rareza de la montaña

—Pues es que ninguna montaña buena se llamaría "Monte Diablo"— señaló Miranda

—Ese es un punto perfectamente razonable— dijo Katie riendo

Al poco rato, lo único que se veía era su estela de polvo.

La vista de la montaña era impresionante.

—Es cierto— dijo Piper

—Horrible montaña, pero con una vista perfecta— dijo Leo

—El tipo de montañas que cualquiera prefiere— dijo Travis

—Por supuesto— asintió Leo

El valle interior que rodeaba el Monte del Diablo era un mosaico de pueblos: cuadrículas de calles bordeadas de árboles y bonitas zonas residenciales de clase media, tiendas y escuelas.

—Excelente lugar para vivir, al parecer— dijo Miranda

—A menos que la madre tierra esté despertando— señaló Rachel

—Eso yo creo que lo haría un lugar muy inseguro para vivir— dijo Leo

—Inseguro, pero bonito— comentó Miranda

—Definitivamente Miranda también tienes su prioridades ordenadas— dijo Piper riendo

—Nos hemos dado cuenta— asintió Katie con una sonrisa

Todas aquellas personas llevaban vidas normales: la clase de vida que Leo no había conocido nunca.

Leo hizo una mueca, Hefesto miró a su hijo con incomodidad

—Pero lo vas a conocer— susurró Calipso a Leo

Leo sonrió

Eso es Concord —dijo Jason, señalando al norte—. Debajo de nosotros está

Walnut Creek. Hacia el sur, Danville, detrás de esas colinas.

—Siempre quise tener un amigo que fuera como Google maps— dijo Leo

—Bueno gracias— dijo Jason

—Yo también quiero uno así— comentó Katie —así jamás te perderías

—Pero perderse es parte de la diversión— dijo Travis riendo —esa adrenalina cuando no tienes ni idea de en dónde estás y mucho menos de como regresar

—Ni los monstruos te dan esa adrenalina— bromeó Percy

Y en esa dirección…

Señaló al oeste, donde una cadena de colinas doradas mantenía una capa de niebla, como el borde de un cuenco.

Reyna intercambió una mirada con Jason

Son las colinas de Berkeley. El Este de la Bahía. Y detrás, San Francisco.

¿Jason? —Piper le tocó el brazo—. ¿Te acuerdas de algo? ¿Has estado aquí?

Sí… No —tenía cara de angustia—. Parece importante.

—Es importante, pero no el momento— comentó Apolo

Jason suspiró

—Me gusta más cuando es importante y es el momento— dijo Percy

—A mí también— estuvo de acuerdo Jason

Esa es la tierra de los titanes —el entrenador Hedge señaló con la cabeza al oeste—. Un mal sitio, Jason. Créeme, no nos interesa acercarnos más a San Francisco.

—Bueno, todos estábamos bastante engañados— murmuró Grover

—Era lo mejor— bufó Zeus

Pero Jason apartó la vista hacia la cuenca brumosa con tal anhelo que Leo se sintió incómodo.

—Lo siento— murmuró Jason

—Está bien— dijo Leo encogiéndose de hombros —es normal que lo hicieras, aunque no recordaras

Piper asintió de acuerdo

¿Por qué parecía Jason tan unido a aquel sitio: un sitio que según Hedge era peligroso y estaba lleno de magia perversa y de viejos enemigos?

—Que quede claro que todos pensábamos eso— comentó Leo

—Bueno, es que técnicamente era verdad— dijo Apolo

Los romanos voltearon a ver al dios

—Es la verdad, chicos— comentó Apolo encogiéndose de hombros

¿Y si Jason venía de allí? Todo el mundo no hacía más que insinuar que Jason era un enemigo, que su llegada al Campamento Mestizo era un terrible error.

—Bueno, gracias— dijo Jason

—Lo sentimos— dijeron algunos chicos del Campamento Mestizo

« No —pensó Leo—. Es absurdo» . Jason era su amigo.

—Muy bien manejado— dijo Travis

—Lo sé, soy increíble— dijo Leo

Jason sonrió

Intentó mover el pie, pero tenía los talones totalmente hundidos en la tierra.

Eh, chicos —dijo—. No nos paremos.

Los otros repararon en el problema.

—No es buena idea quedarse a contemplar el valle— señaló Hermes

—Aunque era un muy buen lugar para contemplar— comentó Leo

—No puedo negar que la vista era hermosa— dijo Leo

—Era genial— asintió Jason

Gaia es más fuerte aquí —masculló Hedge. Sacó las pezuñas de los zapatos y se los dio a Leo—. Guárdamelos, Valdez. Son muy bonitos.

—Claro, ya saben que yo siempre puedo guardar sus zapatos— dijo Leo con sarcasmo

—Pero los podrías usar como unas buenos proyectiles— comentó Percy

—Es cierto, no hay mejor proyectil que los zapatos— admitió Connor

—No sé cómo no lo pensé antes— masculló Leo

Leo resopló.

Sí, señor. ¿Quiere que se los limpie?

Buena idea, Valdez —Hedge hizo un gesto de aprobación con la cabeza—.

—No es momento para ponerte a limpiar zapatos, Leo— dijo Travis rodando los ojos

—Lo siento— dijo Leo —me esperaré hasta que subamos la montaña

—Esa es una mejor idea— asintió Travis

Pero antes subamos la montaña mientras podamos.

¿Cómo sabremos dónde está el gigante? —preguntó Piper.

—No nos costó trabajo encontrarlo— dijo Piper

—Quería que lo encontráramos— dijo Jason

—Estaba más que feliz con ello— comentó Leo

Jason señaló el pico. Flotando sobre la cima había una columna de humo. Al verla de lejos, Leo había pensado que era una nube, pero no era así. Había algo ardiendo.

Si hay humo es que hay fuego —dijo Jason—.

—Esa es la lección de hoy— dijo Percy

—Hoy llevamos muchas lecciones— señaló Leo

—Pero esta es la más importante— dijo Percy —jamás se puede olvidar

—Gracias— murmuró Jason

Será mejor que nos demos prisa.

Cuando estaba en la Escuela del Monte, Leo había participado en varias marchas forzadas. Creía que estaba en buena forma.

—Me pasó lo mismo— dijo Piper

—La Escuela del Monte nos estaba preparando para esto— dijo Leo

—No nos prepararon lo suficiente— bromeó Piper

—Un pésimo servicio, realmente— dijo Leo

—Tenemos que ir a decirles que las lecciones deben ser más duras— dijo Piper riendo

Pero escalar una montaña cuando la tierra intenta engullirte los pies era como correr sobre una cinta andadora de papel matamoscas.

—No es que alguna vez haya corrido así, pero yo creo que se siente igual— comentó Leo

—Suena bastante lógico— comentó Rachel

Al poco tiempo, Leo se había remangado la camisa, aunque soplaba un viento frío y cortante.

—Yo creo que hice el ejercicio de todo un año— dijo Leo

—De dos— dijo Piper

—De toda mi vida— bromeó Leo

—Estoy de acuerdo— dijo Piper

Deseó que Afrodita le hubiera dado unos pantalones cortos y un calzado más cómodo, pero agradecía las gafas que le protegían los ojos del sol.

—Excelentes gafas— dijo Leo —gracias

—De nada querido, a parte de ser de utilidad combinaban perfectamente— comentó Afrodita

Metió las manos en el cinturón portaherramientas y empezó a sacar artículos: engranajes, una pequeña llave inglesa, unas tiras de bronce. Iba construyendo algo a medida que andaba, sin pensarlo realmente, simplemente jugueteando con las piezas.

—Eso puede serte de mucha ayuda— dijo Hefesto

—Y vaya que lo fue— dijo Leo

—Me gusta que los aparatitos raros sean de ayuda— dijo Hermes

—A mí también— asintió Travis

Cuando se aproximaron a la cima de la montaña, Leo era el héroe más sucio y sudoroso, a la par que elegantemente vestido, de la historia.

—Triunfando como siempre— dijo Leo

—Para luchar o modelar, lo que se atraviese primero— bromeó Miranda

—Cualquiera de las dos suena fabuloso— dijo Leo

Tenía las manos cubiertas de grasa.

El pequeño objeto que había creado era como un juguete de cuerda: la clase de juguete que hace ruido y camina por una mesita.

—Esos juguetes son increíbles— dijo Connor

—A menos que vivas solo y de repente uno se active— dijo Percy

—Y probablemente solo sea Nico— dijo Thalia

Nico rodó los ojos

No estaba seguro de lo que podía hacer, pero lo guardó en el cinturón.

Echaba de menos su chaqueta militar, con todos sus bolsillos. Pero echaba todavía más de menos a Festo.

—Y vaya que sí— dijo Leo

—Habría estado genial que estuviera con nosotros— asintió Jason

—Pero todas las cosas pasan por algo— comentó Apolo

—Por idiota por ejemplo— dijo Bianca

—No me refería precisamente a eso— dijo Apolo

Nico y Will se miraron entre ellos

Justo entonces le habría venido de perlas un dragón de bronce que escupiera fuego, pero sabía que Festo no iba a volver; al menos, en su antigua forma.

—Y que forma— comentó Piper

—Una increíble forma— asintió Percy

—Era genial— dijo Frank

—Gracias chicos— dijo Leo

Palpó el dibujo que llevaba en el bolsillo: la pintura que había dibujado en la mesa de picnic debajo de una pacana cuando tenía cinco años.

—Una mesa de picnic es un buen lugar para la inspiración— dijo Apolo

—Es cierto— asintió Rachel

—Es bueno a veces— dijo Hazel

Recordaba a la tía Callida cantando mientras él trabajaba y lo mucho que se había disgustado cuando el viento se había llevado el dibujo.

—Toda mi creatividad de cinco años estaba ahí— refunfuñó Leo

—Y vaya creatividad— dijo Piper

« Todavía no es el momento, pequeño héroe —le había dicho la tía Callida—. Algún día tendrás tu misión. Descubrirás tu destino, y tu duro viaje por fin tendrá sentido» .

—Claro— murmuró Leo

Eolo le había devuelto el dibujo. Leo sabía que eso significaba que su destino se aproximaba, pero el viaje era igual de frustrante que aquella ridícula montaña.

—Típico del frustrante destino— dijo Leo

—Tipico— dijo Percy

Los semidioses hicieron una mueca

Cada vez que pensaba que habían llegado a la cima, resultaba ser solo una cresta tras la cual había otra todavía más alta.

—Fue horrible— asintió Piper

—Eran las de práctica— dijo Katie

—No me gustó la práctica— comentó Leo

« Lo primero es lo primero —se dijo Leo—. Sobrevive ahora. Ya averiguarás lo que significa el dibujo del destino más adelante» .

—Eso suena como un excelente plan— dijo Percy

—El mejor plan del mundo— asintió Leo

—No puedo encontrar ningún plan mejor— dijo Percy

Finalmente, Jason se agachó tras un muro de piedra. Indicó con la mano a los demás que hicieran lo mismo. Leo se acercó a él gateando.

—Íbamos a jugar a ser arbustos— bromeó Leo

—Ese juego me encanta— dijo Connor

—Aunque siempre pierdes— señaló Chris riendo

—No pierdo, simplemente me retiro antes de que las dríadas hagan algo— dijo Connor

—Eso tiene sentido— asintió Travis

—¿Ya viste que jugar a ser arbustos sí existe? —preguntó Esperanza a Sammy en un susurró

—No cuando el único arbusto soy yo— masculló Sammy como él decía, a veces sus amigos eran raros

Piper tuvo que obligar a agacharse al entrenador Hedge.

¡No quiero ensuciarme la ropa! —protestó Hedge.

—Es que la ropa es una prioridad— señaló Connor

—Pero por supuesto que sí— dijo Afrodita

¡Chis! —dijo Piper.

El sátiro se arrodilló de mala gana.

—Estúpidos, su ropa— bromeó Travis

—¿Cómo no pensamos en su ropa?— preguntó Leo negando con la cabeza

—Somos unas pésimas personas— dijo Piper

Justo encima de la cresta en la que estaban escondidos, a la sombra de la última cumbre de la montaña, había una depresión boscosa del tamaño aproximado de un campo de fútbol americano, donde el gigante Encélado había montado su campamento.

—Usted ha llegado a uno de sus destinos— dijo Travis

—¿Por qué nuestro destino no podía ser París o algo así?— preguntó Leo

—Porque Pery te ganó ese destino— dijo Travis

Varios árboles habían sido talados para preparar una elevada hoguera de color púrpura.

—Y el color no ayudaba precisamente al ánimo— dijo Leo

—Definitivamente no— dijo Piper —lucía como una película de terror

—Y vaya que sí— asintió Jason

El borde exterior del cerco estaba lleno de troncos de sobra y de máquinas de construcción: una excavadora, una gran grúa con cuchillas giratorias en el extremo, como una maquinilla eléctrica

—No las usen en casa— dijo Leo

—¿Ya escuchaste Esperanza?— dijo Sammy

Esperanza hizo un gesto con la mano —Solo fue una vez y ya me castigaron por eso

debía de ser una cosechadora forestal, pensó Leo—, y una larga columna metálica con una hoja de hacha, como una guillotina lateral: un hacha hidrá no sabía para qué necesitaba un gigante máquinas de construcción.

—Y tampoco es que quisiera averiguarlo— dijo Leo

—Creo que nos podemos quedar con algunas dudas— asintió Piper

—A veces no hay que saberlo todo— dijo Percy

—Nop— dijo Leo

No veía siquiera cómo la criatura que tenía delante podía caber en el asiento del conductor. Encélado era tan grande, tan horrible, que Leo no quería mirarlo. Pero se obligó a centrarse en el monstruo.

—No puedes enfrentar a un enemigo que no te puede ver— señaló Connor

—Por supuesto, tuve que tomar valor y verlo— dijo Leo —y definitivamente no es lo mejor que he visto en mi vida

—Nos podemos imaginar— dijo Rachel

En primer lugar, medía diez metros de altura: perfectamente, lo mismo que los árboles.

—Pero al menos los árboles no son tan aterrorizantes— señaló Piper

—Eso es porque nunca te han perseguido los árboles, las dríadas para ser más específico— dijo Connor

—Y como lo he mencionado, lo dice por experiencia— añadió Chris

Leo estaba seguro de que el gigante podría haberlos visto detrás de la cresta, pero parecía concentrado en la extraña hoguera púrpura, dando vueltas alrededor de ella y cantando entre dientes.

—Una canción bastante horrible, por cierto— comentó Leo —me gusta más la de chumbala cachumbala, pero Nico no quiere cantarla

—Vas de nuevo Valdez— gruñó Nico

—Pero no era el momento para esa canción— señaló Percy —necesitaban una de acción

—Tengo excelentes canciones de acción en mi palacio— comentó Apolo

Will y Jason intercambiaron una mirada de horror

De cintura para arriba, parecía un humanoide, con el pecho musculoso cubierto con una armadura de bronce decorada con dibujos de llamas.

—Tenía que preguntarle donde la compró— bromeó Leo

—Suena como una increíble adquisición— asintió Miranda

Tenía los músculos de los brazos muy marcados. Cada uno de sus bíceps era más grande que Leo.

—Bueno… Muy alto no estaba— bromeó Travis

—Oye, no seas grosero— dijo Leo cruzándose de brazos —luego preguntan que por qué uno grita que les echen agua

Katie se sonrojó, los chicos rieron

Tenía la piel bronceada, pero negra de la ceniza. Su cara poseía unas facciones toscas, como una figura de barro a medio acabar,

—Que triste que no lo hayan acabado— dijo Connor

—Es muy triste eso— asintió Leo —con razón estaba tan enfurruñado

—Sí, eso puede influir mucho en el humor de los gigantes— dijo Piper

pero sus ojos emitían un brillo blanco, y su pelo era una maraña de rizos greñudos trenzados con huesos que le llegaban a los hombros.

—¿Ven lo que les digo? ¡Siempre son trenzas!— dijo Percy

—Es cierto, tal vez todos vayan a la misma peluquería— señaló Leo

—Y en esa peluquería solo tienen un peinado— dijo Rachel

—Eso tiene sentido para mí— asintió Percy

De cintura para abajo, era todavía más aterrador. Sus piernas eran de un verde escamoso, con garras en lugar de pies, como las patas delanteras de un dragón.

—Por si no era suficientemente aterrador— señaló Frank

—Parece que no tiene un límite en cuan aterradores pueden ser— comentó Bianca

—Siempre se superan a sí mismos— dijo Thalia

En la mano tenía una lanza del tamaño del asta de una bandera. De vez en cuando metía la punta en la lumbre y volvía el metal de color rojo lava.

—Y de nuevo nos damos cuenta que el rojo es el color de la maldad— dijo Percy

—Tal vez es por eso que los profesores utilizan plumas rojas para cuando algo está mal— comentó Zoé

—Oh dioses, no había pensado en eso— dijo Percy —pero ahora que lo dices tiene mucho sentido

Zoé sonrió

—Nunca habría podido argumentar cosa tan lógica— comentó Leo —queda decidido el color rojo es el color de la maldad

Está bien —susurró el entrenador Hedge—. El plan es el siguiente…

Leo le dio un codazo.

¡No va a atacarlos solo!

Venga ya.

—No lo podía atacar solo— dijo Jason

—No habría sido una buena idea— dijo Hermes

—Esa sátiro me cae casi bien— añadió Ares

Piper contuvo un sollozo.

Mirad.

Apenas visible al otro lado de la hoguera había un hombre atado a un poste.

Piper hizo una mueca

Tenía la cabeza caída, como si estuviera inconsciente, de modo que Leo no podía verle la cara, pero Piper no parecía albergar dudas.

Papá —dijo.

—No las albergaba— dijo Piper

—Por supuesto que lo podrías reconocer donde sea, querida— comentó Afrodita

—Además ¿A quién más podría tener ahí?— preguntó Apolo

—Eso nunca lo sabes— señaló Hermes

Leo tragó saliva. Deseó que aquello fuera una película de Tristan McLean. De ser así, el padre de Piper estaría fingiendo encontrarse inconsciente. Se soltaría las cadenas y dejaría sin sentido al monstruo con un gas antigigantes astutamente escondido.

—Ojalá lo hubiera sido— murmuró Piper

—La vida real es mucho más horrible de lo que te cuentan en las películas de acción— señaló Reyna

—Y vaya que sí— suspiró Piper con una mueca

Empezaría a sonar una música heroica, y Tristan McLean llevaría a cabo una huida increíble, escapando en cámara lenta mientras la ladera de la montaña explotaba detrás de él.

—Una escena con mucho estilo, me encanta cuando pasa eso— dijo Apolo

—Pero eso no es una película, Apolo— señaló Artemisa

Pero aquello no era una película. Tristan McLean estaba medio muerto y a punto de ser devorado.

—Lo siento— dijo Leo

—Está bien— dijo Piper —la escena lucía bastante mal

Las únicas personas que podían impedirlo eran tres semidioses adolescentes vestidos a la moda

—Derrotados, pero con estilo— comentó Leo

—Como debe de ser— dijo Apolo

—Estaría mejor si no son derrotados— señaló Afrodita —aunque lo del estilo me encanta

y una cabra megalómana.

Nosotros somos cuatro —susurró Hedge en tono urgente—. Y él solo uno.

—Claramente tienen la ventaja— dijo Miranda

—Obviamente— asintió Katie

—¿Quién podría pensar lo contrario?— preguntó Leo

—Ninguno de nosotros lo hacemos— dijo Percy

¿Se ha olvidado de que mide diez metros? —preguntó Leo.

Está bien —dijo Hedge—. Tú, Jason y yo lo distraeremos. Piper se acercará a escondidas y liberará a su padre.

—Suena a buen plan— dijo Thalia

—Además era el mejor plan que podían conseguir— añadió Reyna

—Es cierto, con tan reducidas posibilidades— asintió Thalia

Todos miraron a Jason.

¿Qué? —preguntó Jason—. Yo no soy el líder.

Sí —dijo Piper—. Lo eres.

—Creí que era obvio— dijo Leo

—También yo— asintió Piper

—No lo era— murmuró Jason sonrojado

Nunca habían hablado de ello, pero nadie disintió, ni siquiera Hedge. Llegar hasta allí había sido un esfuerzo en equipo, pero si había que tomar una decisión de vida o muerte, Leo sabía que tenían que preguntarle a Jason.

Jason se sonrojó aún más. Zeus le dio a su hijo una mirada levemente satisfecha

Aunque hubiera perdido la memoria, Jason tenía aplomo. Se notaba que había participado antes en batallas, y sabía mantener la calma. Leo no era precisamente una persona confiada, pero confiaba su vida a Jason.

—Gracias— dijo Jason

—Es la verdad, chispitas— dijo Leo

—Si vuelven a tener otro momento como el de antes, Percy se va a poner celoso— bromeó Travis

—¡Oye!— se quejó Percy

No soporto decirlo —comentó Jason suspirando—, pero el entrenador Hedge tiene razón. La mejor oportunidad de Piper es una distracción.

—Si es que en realidad logran distraerlo— señaló Will

—Optimismo siempre— dijo Miranda

—El optimismo jamás puede faltar— asintió Travis

Una oportunidad no muy buena, pensó Leo. Ni siquiera una oportunidad de sobrevivir. Simplemente, la única que tenían.

—Típico— dijo Percy

—Pero eso es mejor que nada— dijo Annabeth

—Eso también es cierto— asintió Rachel

Pero no podían quedarse allí parados todo el día hablando. Debía de faltar poco para el mediodía —el plazo señalado por el gigante—, y la tierra todavía intentaba tragarlos. A Leo ya se le habían hundido las rodillas en el suelo cinco centímetros.

—No es una atracción que quisiera volver a experimentar— dijo Leo

—Y esperemos que no sea necesario volverla a experimentar— comentó Piper

—Ojalá— dijo Percy

—Estoy de acuerdo— dijo Frank con una mueca

Entonces miró las máquinas de construcción y se le ocurrió una idea disparatada. Sacó el pequeño juguete que había construido en el ascenso y se dio cuenta de lo que podía hacer… si tenía suerte, algo de lo que no andaba sobrado.

—Si no es mucha molestia un poco de suerte— murmuró Leo

—Pero yo creo que sí es mucha molestia— dijo Percy

—Sí, es lo que me he dado cuenta— dijo Leo con una mueca

Que empiece la fiesta —dijo—. Antes de que entre en razón.

—Aquí vamos— dijo Leo

XLII

Leo

El plan fracasó casi en el acto.

—No puede ser— dijo Afrodita

—Aunque duramos más de lo que esperaba— dijo Leo

—Eso ya es algo— dijo Chris

Piper avanzó gateando a lo largo de la cresta, procurando mantener la cabeza gacha, mientras Leo, Jason y el entrenador Hedge entraban directamente en el claro.

—Ahora ya sé cómo se sienten las hormigas— dijo Leo

—Todos hemos aprendido esa lección— asintió Percy

—Es la clase del Campamento "como ser una hormiga 2.0"— añadió Travis

—Mi clase favorita— dijo Leo

—La de todos— dijo Percy

Jason invocó su lanza dorada. La blandió por encima de la cabeza y chilló: « ¡Gigante!» , un grito que sonaba muy bien y mucho más lleno de seguridad de lo que habría conseguido Leo.

—Estuvo increíble ese grito— dijo Leo

—Gracias— dijo Jason

Él pensaba más bien en algo del tipo: « ¡Somos unas hormigas patéticas! ¡No nos mates!» .

—Ese no habría servido precisamente como un grito de guerra— señaló Connor

—Mientras lo digas con el tono indicado, cualquier cosa que digas puede ser un grito de guerra— dijo Apolo

—Vaya, ya sé cuál será mi próximo grito de guerra— dijo Connor

Encélado dejó de cantar ante las llamas. Se volvió hacia ellos y sonrió, mostrando unos colmillos como los de un tigre dientes de sable.

Vaya —rugió el gigante—. Qué bonita sorpresa.

—Vamos a fingir que de hecho lo sorprendieron— dijo Travis

—Me parece muy bien que finjamos eso— dijo Leo

—A mí también— asintió Piper

A Leo no le gustó cómo sonaba aquello. Su mano se cerró sobre el artilugio de cuerda. Dio un paso a un lado, dirigiéndose poco a poco hacia la excavadora.

—Sí se puede— dijo Connor

¡Suelta a la estrella de cine, yogurín grande y feo! ¡O te plantaré la pezuña en…!

Entrenador —dijo Jason—. Cállese.

—Todos nos hacemo una buena idea de en donde— dijo Travis —que bueno que no dejaste que completara esa oración

—Seeep, yo no quisiera ser el gigante— dijo Leo

—Para nada— dijo Travis

Encélado se echó a reír a carcajadas.

Me había olvidado de lo graciosos que son los sátiros. Cuando dominemos el mundo, creo que me quedaré con vosotros. Me entretendréis mientras me como a los demás mortales.

Grover hizo una mueca

¿Es un cumplido? —Hedge miró a Leo con el entrecejo fruncido—. Me parece que era un cumplido.

Encélado abrió mucho la boca, y los dientes le empezaron a brillar.

—Porque obviamente, no era suficiente que midiera 10 metros— comentó Leo

—Obviamente— dijo Percy

—Ni las patas de dragón eran suficientes— señaló Hazel

—Les digo que nunca es suficiente para ellos— resopló Leo

¡Dispersaos! —gritó Leo.

Jason y Hedge se lanzaron a la izquierda cuando el gigante escupió una llamarada de fuego tan caliente que habría dado envidia incluso a Festo.

—Vaya — dijo Rachel

Leo se escondió detrás de la excavadora, dio cuerda a su artilugio casero y lo soltó en el asiento del conductor. A continuación echó a correr hacia la derecha, en dirección a la cosechadora forestal.

—Las cosechadoras forestales siempre son un buen objetivo— dijo Leo

—Realmente las dríadas las odias— dijo Katie

—Puedo entender por qué— asintió Leo —pero es bueno para usarla como arma antes monstruos grandes y feos

Con el rabillo del ojo, vio que Jason se levantaba y cargaba contra el gigante. El entrenador Hedge se arrancó la chaqueta amarilla, que ahora estaba ardiendo, y se quejó airadamente:

¡Me gustaba ese traje!

—Que mal tipo que quemó el traje— dijo Percy

—No sé cómo alguien puede vivir con eso— dijo Leo negando con la cabeza

—Pobre traje, primero lo ensucian y ahora lo queman— comentó Travis

Luego levantó la porra y cargó también.

Antes de que llegaran muy lejos, Encélado golpeó el suelo con su lanza. Toda

la montaña se sacudió.

—Otra cosa que tampoco me gustó— dijo Leo

—Definitivamente tampoco me gustó— dijo Piper

—Fue bastante horrible— asintió Jason

—Y que lo digas— murmuró Leo

La onda de choque derribó a Leo por el suelo. El chico parpadeó, momentáneamente aturdido. A través de una bruma de hierba incendiada y humo amargo, vio que Jason se levantaba tambaleándose en el otro lado del claro.

Jason resopló

—La buena noticia es que se estaba levantando— dijo Miranda

—Excelente noticia— dijo Piper

—También pienso que fue una buena noticia— comentó Jason

El entrenador Hedge había perdido el conocimiento. Se había caído hacia delante y se había dado con la cabeza contra un tronco.

—Estúpido tronco que estaba en el lugar equivocado— dijo Leo

—No sé quién va poniendo troncos por ahí donde uno se puede pegar con ellos— dijo Connor

—El tronco estaba en el momento y lugar menos indicado— comentó Rachel

Sus peludos cuartos traseros sobresalían en lo alto, con los pantalones de color amarillo canario caídos a la altura de las rodillas: una imagen que Leo no tenía necesidad de ver.

—Algo que no necesitábamos tener como imagen mental— dijo Travis

—Si leen desde mi punto de vista van a tener la misma imagen mental que yo, aquí nadie sale ileso— bromeó Leo

¡Te veo, Piper McLean! —bramó el gigante.

—¡Dioses!— exclamó Hazel

—Seep aquí empieza lo peor— dijo Piper

—Estoy de acuerdo, pongan atención— dijo Leo

La criatura se volvió y escupió fuego a la hilera de arbustos situados a la derecha de Leo. Piper entró corriendo en el claro como una codorniz a la que levantan de su refugio, mientras la maleza ardía detrás de ella.

—¿Por qué una codorniz?— preguntó Piper

—Porque no lo sé, solo se me ocurrió— dijo Leo —pensé en un ave y mi cerebro recordó a la codorniz

—Eso es muy razonable— dijo Thalia

Encélado se echó a reír.

Me alegro de que hayas llegado. ¡Y me has traído mis premios!

—Vaya, me encanta ser el premio— bufó Leo

A Leo se le revolvieron las entrañas. Ese era el momento sobre el que les había advertido Piper. Habían caído de lleno en las manos de Encélado.

El gigante debió de leerle el pensamiento, porque se echó a reír todavía más alto.

—Qué eres muy gracioso, dice— comentó Travis

—No sabes cuánto me alegro de poder divertirlo— masculló Leo

—El gigante también se alegraba— asintió Travis

Así es, hijo de Hefesto. No esperaba que siguierais vivos tanto tiempo, pero no importa. Trayéndoos aquí, Piper McLean ha sellado el trato.

Piper resopló

Si os traiciona, cumpliré lo prometido. Podrá quedarse con su padre y marcharse. ¿Qué más me da una estrella de cine?

Piper soltó una sarta de maldiciones

—Y luego dicen que el mal ejemplo soy yo— dijo Apolo

—En realidad, según Bianca, Jason es el mal ejemplo— comentó Leo

Leo veía mejor al padre de Piper en ese momento. Llevaba una camisa de vestir andrajosa y unos pantalones rotos. Sus pies descalzos estaban cubiertos de barro.

Piper hizo una mueca

No estaba del todo inconsciente, ya que levantó la cabeza y gimió: sí, efectivamente era Tristan McLean. Leo había visto esa cara en bastantes películas.

—Pijamada con todas las películas del papá de Piper— gritó Leo

—Síiii— gritaron algunos de los chicos

—No— gritó Piper

—Lamentablemente no podemos conseguir esas películas— señaló Apolo con obviedad

Pero tenía un corte muy feo en un lado de la cara, y estaba delgado y pálido; un aspecto nada heroico.

¡Papá! —gritó Piper.

Piper apretó los puños, recordando como se había sentido al ver a su padre en ese estado

El señor McLean parpadeó, tratando de enfocar la vista.

¿Pipes…? ¿Dónde…?

Piper desenfundó su daga y se enfrentó a Encélado.

—Y ahí reina de belleza empezabas a dar miedo— dijo Leo

—Eso no es cierto Leo— dijo Piper

—Es cierto— comentó Jason

—Estamos de acuerdo— dijo Leo

Piper se sonrojó

¡Suéltalo!

Por supuesto, querida —rugió el gigante—. Júrame lealtad, y no habrá ningún problema. Solo estos deben morir.

—Muchas gracias— bufó Leo

—Cuánta amabilidad de su parte— dijo Percy

—Como siempre— asintió Leo

Piper desplazó la vista de Leo a su padre repetidamente.

Te matará —le advirtió Leo—. ¡No te fíes de él!

—Dioses, que tenso— dijo Travis

—Fue bastante... interesante— comentó Leo

—Lo siento— dijo Piper aún más sonrojada

Venga ya —rugió Encélado—. ¿Sabes que nací para luchar contra la mismísima Atenea?

Atenea resopló

Madre Gaia nos hizo a cada uno de los gigantes con un objetivo específico, pensados para luchar y destruir a un dios concreto. Yo era el rival de Atenea, el anti-Atenea, se podría decir.

—Sí, todos recordamos el objetivo específico de esos gigantes— dijo Dionisio rodando los ojos

—Por favor, si eran patéticos— resopló Ares

Comparado con algunos de mis hermanos…, ¡soy pequeño! Pero soy listo. Y mantengo el trato que hice contigo, Piper McLean. ¡Es parte de mi plan!

—Sí, podemos ver que clase de plan— dijo Reyna

—Sus planes siempre son tan elaborados y casi siempre les salen mal— dijo Leo

—A nosotros también— señaló Percy

—Sí, pero nuestros planes no son tan elaborados— señaló Leo

Jason estaba ya de pie, con la lanza preparada, pero, antes de que pudiera actuar, Encélado rugió: un grito tan alto que resonó por el valle y probablemente llegó hasta San Francisco.

—Imaginen lo que escucharían los mortales— dijo Katie

—Bueno podrían decir que es parte del movimiento natural de la montaña— señaló Annabeth

—Por supuesto que sí— asintió Percy

En el linde del bosque aparecieron media docena de criaturas que parecían ogros. Leo se dio cuenta, asqueado, de que no habían estado allí escondidos. Habían salido directamente de la tierra.

—Obviamente faltaba eso— dijo Katie

—Era la sorpresa— dijo Leo

—Vaya sorpresa— mencionó Miranda

—Me gustan más las sorpresas de chocolate— dijo Percy

Los ogros avanzaron arrastrando los pies. Eran pequeños comparados con Encélado, de unos dos metros de altura. Cada uno tenía seis brazos: un par en el lugar habitual, otro que le brotaba de los hombros y otro que le salía de los lados de la caja torácica.

—Aparte de todo lucían hermosos— dijo Leo con sarcasmo

—¿Cómo no iban a hacerlo si salieron de la misma tierra?— preguntó Travis con sarcasmo

—Claro, no se me ocurrió que era por eso— dijo Leo

Iban vestidos únicamente con taparrabos de piel andrajosos, y Leo podía olerlos incluso a través del claro. Seis tipos que no se bañaban nunca, con seis axilas cada uno.

—Qué horror— dijo Katie

—Y vaya que sí— dijo Leo

Leo decidió que, si sobrevivía, tendría que darse una ducha de tres horas para olvidar aquella peste.

—Pero eso no sería bueno para el planeta— señaló Miranda

—Por eso y porque las náyades podrían golpearme, es que no lo hice— dijo Leo

—Excelente decisión— dijo Apolo

Se dirigió hacia Piper.

¿Qué… qué son esas cosas?

La hoja de su daga reflejaba la luz púrpura de la hoguera.

Gegeneis.

—Obviamente— dijo Travis

—Claro, no lo deduje de manera correcta— dijo Leo

—Tienes que poner más atención para la próxima— señaló Travis

¿En nuestro idioma? —preguntó Leo.

Los terrígenos —dijo—. Los gigantes con seis brazos que lucharon contra Jasón: el primer Jasón.

—Jason hizo muchos amigos al parecer— murmuró Connor

—Y de los mejores— asintió Leo

¡Muy bien, querida! —Encélado parecía encantado—. Vivían en un lugar deprimente de Grecia llamado Monte Díndimo. ¡El Monte del Diablo es mucho más bonito!

—Además "Monte Diablo" suena con más estilo— dijo Miranda

—Eso es cierto— asintió Katie —el nombre de "Monte Diablo" te hace temblar

—te hace tener pesadillas por la noche— asintió Rachel

Hay menos hijos de la Madre Tierra, pero cumplen su cometido. Manejan bien las herramientas de construcción…

—Un gran dato— dijo Leo

¡Run, run! —bramó uno de los terrígenos, y los otros continuaron con el cántico, moviendo sus seis manos como si condujeran un coche, como si se tratara de un extraño ritual religioso—. ¡Run, run!

—Ese sonido es el que necesitamos para nuestra secta— dijo Travis

—Con la entonación adecuada sería un rudo que daría miedo— asintió Leo

—¿Todos a favor de usar ese ruido para nuestra secta?— preguntó Travis

Algunos griegos asintieron

—¿Y quién va a imitar ese ruido?— preguntó Will

—Un hijo de Apolo tendrá que hacerlo, es la única manera— dijo Travis

—Obviamente, no sé ni para qué pregunté— murmuró Will

Sí, gracias, chicos —dijo Encélado—. También tienen cuentas pendientes con los héroes. Sobre todo con uno llamado Jasón.

—Lo que faltaba— dijo Rachel

—Eso es poco de todo lo que faltaba— murmuró Piper

¡Ja-són! —gritaron los terrígenos. Todos cogieron terrones del suelo, que se solidificaron en sus manos y se convirtieron en desagradables piedras puntiagudas—. ¿Dónde Ja-són? ¡Matar Ja-són!

—No, no, aquí no hay ningún Jason— dijo Leo —su verdadero nombre es Superman

Jason resopló

Encélado sonrió.

¿Lo ves, Piper? Tienes una oportunidad. Salva a tu padre o, ejem, intenta salvar a tus amigos y enfréntate a una muerte segura.

—Sí claro, que buenas opciones— bufó Piper

—Tiene que ampliar su menú de opciones— dijo Leo

—Y vaya que sí— dijo Piper

Piper avanzó. Sus ojos centelleaban con tal ira que incluso los terrígenos retrocedieron. Irradiaba fuerza y belleza, pero no tenía nada que ver con su ropa o su maquillaje.

Varios chicos empezaron a vitorear a Piper, ella se sonrojó

No te llevarás a las personas que quiero —dijo—. A ninguno de ellos.

Sus palabras atravesaron el claro con tal fuerza que los terrígenos murmuraron: « Vale. Perdón» , y empezaron a retirarse.

—¡Eso!— gritaron los Stoll al unísono

—Así es como se hace, querida— dijo Afrodita encantada

¡Manteneos firmes, idiotas! —bramó Encélado. A continuación gruñó a Piper—: Ese es el motivo por el que te queríamos viva, querida. Podrías habernos sido muy útil. Pero como desees.

—Muchas gracias— bufó Piper

—Sí claro como si eso fuera un seguro— dijo Annabeth

Piper resopló

¡Terrígenos! Os enseñaré dónde está Jasón.

A Leo se le cayó el alma a los pies, pero el gigante no señaló a Jason. Señaló al otro lado de la hoguera, donde se hallaba Tristan McLean, indefenso y semiinconsciente.

—Por supuesto que lo haría— masculló Atenea

Los chicos hicieron una mueca

Allí está Jasón —dijo Encélado con regocijo—. ¡Hacedlo pedazos!

Lo que más sorprendió a Leo fue que una sola mirada de Jason bastó para que los tres supieran el plan. ¿Cuándo habían adquirido ese grado de compenetración?

—Un capítulo no están unidos, al siguiente se entienden con la mirada, es genial— dijo Miranda

—Lo sé, somos así de geniales— dijo Leo

—Es que ya estaban habían entendido como ser un equipo— comentó Reyna

—Somos un equipo genial— dijo Leo

Piper y Jason chocaron las palmas con Leo

Jason cargó contra Encélado, mientras Piper corría junto a su padre y Leo se dirigía a toda prisa a la cosechadora forestal, que se encontraba entre el señor McLean y los terrígenos.

—Tengo que admitir que ahí sí utilizar la cosechadora suena como a buena idea— dijo Miranda

—Es la mejor y más desesperada idea— asintió Leo

—Las ideas desesperadas me gustan— dijo Percy

—Sí cariño, lo sabemos— comentó Sally

Percy le dio una sonrisa inocente

Los terrígenos eran rápidos, pero Leo corría como un espíritu de la tormenta. Saltó hacia la cosechadora desde una distancia de un metro y medio y cayó en el asiento del conductor.

—Un aplauso para Leo— dijo Percy

Los chicos aplaudieron

Manipuló rápidamente los mandos, y la máquina respondió a una velocidad inusitada, encendiéndose como si supiera lo importante que era.

—Aunque a veces las máquinas funcionan al revés— dijo Rachel —cuando más prisa tienes más lentas son

—Es que hay máquinas que no son tan cool— dijo Leo

—Ahora me doy cuenta— comentó Rachel

¡Ja! —gritó Leo, y balanceó el brazo de la grúa a través de la hoguera volcando unos troncos encendidos sobre los terrígenos y lanzando chispas por todas partes.

—-Fue genial— dijo Leo

—Bravo, Leo— dijeron los Stoll al unísono

—Gracias, gracias— dijo Leo

Dos gigantes cayeron bajo una avalancha de fuego y se fundieron de nuevo en la tierra; con suerte, para no volver durante un buen rato.

—Pero con eso de que nunca hay suerte— murmuró Percy

—Esperando que las migajas de suerte sean suficientes— comentó Leo

Los otros cuatro ogros atravesaron torpemente los troncos encendidos y las ascuas candentes mientras Leo hacía girar la cosechadora. Golpeó un botón, y las temibles cuchillas giratorias empezaron a zumbar en el extremo del brazo de la grúa.

—Fue divertido— dijo Leo

—Definitivamente tenemos que revisar tu idea de diversión— dijo Apolo

Con el rabillo del ojo, vio a Piper ante la estaca, liberando a su padre. En el otro lado del claro, Jason luchaba contra el gigante y lograba sortear su enorme lanza y sus llamaradas de fuego.

—Ahora un aplauso para Jason— comentó Leo

Volvieron a aplaudir

El entrenador Hedge seguía heroicamente desmayado con su cola de cabra asomando en el aire.

—De nuevo esa imagen mental— dijo Travis

—Les dije— comentó Leo encogiéndose de hombros

Toda la ladera de la montaña no tardaría en estar en llamas. A Leo no le preocupaba el fuego, pero si sus amigos se quedaban atrapados allí arriba… No. Tenía que actuar deprisa.

—Por favor— dijo Katie

—si no es mucha molestia— dijo Connor

—Pues sí lo era— dijo Leo riendo —no, por supuesto que no lo era

—Vaya, gracias— murmuró Piper

Uno de los terrígenos —al parecer, no el más inteligente— embistió contra la cosechadora forestal, y Leo balanceó el brazo de la grúa en dirección a él. En cuanto las cuchillas tocaron al ogro, se deshizo como barro húmedo y salpicó todo el claro.

—Y por eso niños, no hay que usar cosechadoras forestales— dijo Leo

—Yo quería una— dijo Esperanza

—Que te la financien los mellizos— susurró Zoé

—No le des ideas— susurró Sammy

—Sí puede darme ideas— dijo Esperanza

Sammy rodó los ojos, a veces Esperanza era algo exasperante con las ideas que tenía, aun así se alegraba de que ellos siete estuvieran juntos, aunque por supuesto eso le hacía recordar a su mejor amiga e hizo una mueca

La mayor parte de él salió volando contra la cara de Leo.

Escupió el barro e hizo girar la cosechadora hacia los tres terrígenos que quedaban, que retrocedieron rápidamente.

—No me gusta el sabor a terrígeno por la mañana— dijo Leo

—Mínimo lo hubieras acompañado con un café o algo así —dijo Percy

¡Run run malo! —gritó uno.

¡Sí, eso es! —les gritó Leo—. ¿Queréis un poco de run run malo? ¡Venga!

Por desgracia, sí que querían.

—Nunca pensé que alguien fuera tan suicida— dijo Leo —pero luego conocí a Percy

—Oye— se quejó Percy —creí que eramos amigos

—Y eso es precisamente lo que dicen los amigos— señaló Leo

Percy le sacó la lengua

Cuando se vio ante tres ogros con seis brazos, cada uno de los cuales lanzaba rocas grandes y duras a supervelocidad, Leo supo que era el fin.

—Oh no, pobre Leo— dijo Leo con aire dramático

—Oh no— dijeron los Stoll

Se lanzó de la cosechadora dando una voltereta hacia atrás medio segundo antes de que un canto rodado arrasara el asiento del conductor.

—Vaya— dijo Calipso impresionada

—Spy increíble, nena— dijo Leo moviendo las cejas

—Sí, lo eres— dijo Calipso con una risita

Las rocas se estrellaron contra el metal. Cuando Leo se levantó dando traspiés, la cosechadora parecía una lata de refresco aplastada hundiéndose en el barro.

¡Excavadora! —gritó Leo.

—Me quitaron mi cosechadora también— masculló Leo —y eso no se va a quedar así

—Uhhh, ahora temanle a Leo— dijo Connor

Los ogros estaban cogiendo más tierra, pero esa vez miraban con ojos asesinos en dirección a Piper.

Afrodita miró a su hija con una mueca de preocupación, sí sí, no se le había olvidado lo que ella había pensado acerca de saber que ella es su madre , pero no podía negar que su hija era maravillosa

A diez metros de distancia, la excavadora se encendió rugiendo. El artilugio improvisado de Leo había cumplido con su tarea metiéndose en los controles de la excavadora y dándole vida propia temporalmente.

Hefesto miró a su hijo, impresionado. Leo se sonrojó

La máquina rugía en dirección al enemigo.

En el mismo instante en que Piper liberó a su padre y lo cogió entre sus brazos, los gigantes lanzaron una segunda lluvia de piedras.

—¿No podían lanzar lluvia de algo menos horrible?— masculló Leo —como galletitas

—Cómo chocolates— dijo Percy

La excavadora giró en el barro y se deslizó para interceptar los proyectiles, y la mayoría de las rocas se estrellaron contra la pala. Las piedras tenían tanta fuerza que hicieron retroceder a la excavadora.

—Nunca hay que jugar con ellos a guerra de bolas de tierra— comentó Connor

—No es recomendable— dijo Leo

—No creo que una guerra de bolas de tierra con ellos termine bien— dijo Katie

—De ninguna manera podría hacerlo —comentó Rachel

Dos rocas rebotaron y alcanzaron a quienes las habían lanzado. Otros dos terrígenos más se derritieron en el barro. Por desgracia, una roca impactó en el motor de la excavadora, levantó una nube de humo oleaginoso, y la máquina se paró chirriando.

—No todo podía salir bien— dijo Miranda

—La suerte no podía durar mucho— suspiró Leo

Otro juguete genial estropeado.

Piper llevó a su padre a rastras debajo de la cresta. El último terrígeno cargó contra ella.

—Estúpido terrigeno— masculló Piper

—El más estúpido de todos— asintió Leo

Leo se había quedado sin trucos, pero no podía permitir que el monstruo alcanzara a Piper. Avanzó corriendo a través de las llamas y cogió algo — cualquier cosa— del cinturón portaherramientas.

—Gracias— dijo Piper

—No hay de qué, reina de belleza —mencionó Leo —eso también es lo que hacen los amigos

¡Eh, tonto! —gritó, y lanzó un destornillador al terrígeno.

No mató al ogro, pero desde luego captó su atención. El destornillador se clavó hasta la empuñadura en la frente del terrígeno, como si estuviera hecho de plastilina.

—Pues vaya manera de llamar la atención— dijo Apolo

—Una manera menos suicida que la de Percy— comentó Leo

—No fue la gran cosa— dijo Percy

—¿Tu mamá sabe que te subiste al trono de un dios?— preguntó Leo

—¿Al trono de un dios?— preguntó Sally

—No sabía, pero muchas gracias Leo— murmuró Percy

—No te preocupes querida, Poseidón no le hizo nada cuando Percy subido a su trono— dijo Apolo

—No podría hacerle nada— dijo Poseidón

—Gracias— dijo Sally sonrojada

Sin embargo Sammy se dio cuenta que los hermanos Jackson intercambiaron una mirada

La criatura gritó de dolor y patinó hasta detenerse. Se sacó el destornillador, se volvió y lanzó una mirada asesina a Leo. Desgraciadamente, aquel último ogro parecía el más grande y el más malo del grupo.

—También era típico— dijo Leo

—Pues claro que sí— dijo Thalia

Gaia no había escatimado esfuerzos en su creación, dándole una musculatura mejorada, una cara fea de lujo… de todo.

« Genial —pensó Leo—. He hecho un amigo» .

—Que forma rara de hacer amigos— señaló Percy

—Todos tenemos formas raras de hacer amigos— señaló Leo

—Y vaya que sí— asintió Piper

¡Muere! —rugió el terrígeno—. ¡Muere, amigo de Ja-són!

El ogro recogió unos puñados de tierra, que inmediatamente se endurecieron hasta convertirse en bolas de cañón de roca.

—Y por eso no hay que jugar con ellos— dijo Leo —por si seguían con la duda

—Ya no teníamos la duda, pero gracias— dijo Travis

—De nada, siempre que lo necesiten— respondió leo riendo

A Leo se le quedó la mente en blanco. Metió la mano en el cinturón, pero no se le ocurría nada que fuera de ayuda. Se suponía que era listo, pero no sabía qué podía fabricar, o construir, o arreglar para salir de esa.

Leo suspiró

« Bien —pensó—. Me lo montaré en plan llamarada de gloria» .

Estalló en llamas, gritó « ¡Hefesto!» y cargó contra el ogro sin armas.

—Tenías que gritar "llamas a mí"— se quejó Percy

—Lo siento, siempre olvido que tengo que gritar eso— dijo Leo

—Está bien, pero tienes que recordarlo para la próxima— dijo Leo

No llegó hasta él.

Un destello borroso de color turquesa y negro brilló detrás del ogro. Una reluciente hoja de bronce subió por un costado del terrígeno y bajó por el otro.

—Gracias reina de belleza— dijo Leo

—Tú mismo lo dijiste, eso es lo que hacen los amigos— dijo Piper con una sonrisa

Seis grandes brazos cayeron al suelo, y los cantos rodados escaparon rodando de sus manos inservibles. El terrígeno miró abajo, muy sorprendido.

Adiós, brazos —farfulló.

—Adiós— dijo Leo

—Pobres bracitos— dijo Connor

Acto seguido se derritió en el suelo.

Piper estaba allí, jadeando, con la daga cubierta de barro. Su padre estaba en la cresta de la montaña, aturdido y herido, pero todavía vivo.

Piper suspiró —Gracias a los dioses estaba bien

Piper tenía una expresión feroz en el rostro: casi de loca, como un animal acorralado. Leo se alegraba de estar en su bando.

—Gracias Leo— resopló Piper

—Lo siento reina de belleza, pero a veces tienes mirada de loca— comentó Leo

—Golpeate— masculló Piper

Leo se golpeó

Nadie hace daño a mis amigos —dijo, y una agradable sensación embargó a Leo al darse cuenta de que estaba hablando de él.

—Awww que bonita es la amistad— dijo Travis —sobretodo cuando acaba de hacer que Leo se golpeara

—Esas son las amistades más bonitas— asintió Piper

—Por supuesto que sí— dijo Leo

A continuación gritó—: ¡Vamos!

Leo vio que la batalla todavía no había acabado. Jason seguía luchando contra el gigante Encélado… y no le iba muy bien.

—Me iba pésimo— bufó Jason

Zeus miró a su hijo con una mueca

—Es el final del capítulo— dijo Clarisse

—De acuerdo— dijo Hestia —ahora vayamos a comer

—Siiii— gritaron Percy, Leo y los Stoll

Zoé había dejado de poner toda su atención en la lectura, aunque intentaba escucharla a pesar de que sus pensamientos estaban por otro lado, en su "otra vida". Podía ser infantil y ridículo, pero extrañaba a Bob, su panda de peluche, sentía que lo había abandonado, al menos él debió quedarse con ella ¿No?. Pues no, jamás lo olvidaría, así como jamás olvidaría cuando se lo habían regalado

Zoé tenía dos años y aunque parecía loco que una niña de esa edad recordara, lo hacía. Había cosas que simplemente se quedaban guardadas, como muchas otras niñas de la misma edad, Zoé tenía una obsesión, una obsesión por los pandas, eran tan adorables y esponjositos, además de que eran muy inteligentes para buscar comida. No recordaba cómo o por qué había comenzado, pero recordaba que la había afianzado, y eso había sido que su tío Frank en una visita a su casa se había convertido temporalmente en un cachorro de panda solo para complacerla, al principio Zoé se asustó, pero eso no duró mucho, pronto la casa estaba llena de las risas de Zoé, ella lloró cuando su tía se tuvo que ir (Charles, le recordaba demasiado ese suceso en especial)

Pero Zoé, no podemos hacer que Frank se quede todo el tiempo en casa, él también tiene la suya— dijo su padre, era una conversación que habían tenido mucho con ella — si Zoé fue más grande creo que podría secuestra a Frank— dijo Percy mirando a Annabeth

Ella sonrió — Qué bueno que solo tiene dos años

Recuerdo que alguien casi le rompe la cabeza a una persona con un martillo cuando tenía siete— dijo Percy

— Tenía siete, ella solo dos— señaló Annabeth riendo

— Yo no estaría tan seguro de que no pudiera secuestrarlo— bromeó Percy

Zoé estaba demasiado triste ¿Cómo era posible que no pudieras conseguir un panda en este mundo? Así que un día papá le dijo que si le ganaba en una "lucha" le daría una sorpresa, obviamente Zoé "ganó". Así que papá simplemente sacó una bolsa que tenía escondida y ahí estaba la cosa más preciosa del mundo, un osito panda de peluche

— No puedes tener un panda de verdad— dijo Percy — pero puedes tener este solo si prometes prestarmelo, a mí también me gustan los pandas

Zoé asintió, gritó como loca y corrió por toda la casa

— Tenemos que evitar que nuestra hija secuestre a Frank— señaló Percy riendo con Annabeth

Así que sí, podía ser todo lo ridículo que extrañara a un peluche, pero lo hacía, no solo eso, realmente ella extrañaba su vida como la conocía

—Venga sirenita— dijo Bianca sacándola de su recuerdo —vayamos a comer

Zoé emitió un suspiro que sonó más como un sollozo, pero siguió a todos los demás al comedor