PERCY XXXVII, XXXVII
Percy
—Yo quiero leer— dijo Zoé
—Pero es un capítulo sobre mí— murmuró Percy
—Oh sí, por fin vamos a tener más de esas increíbles pausas dramáticas— dijo Apolo
—Pero,,,— comenzó Percy
—Si la niña quiere leer, ella va a leer— señaló Travis —tú no la mandas
—Técnicamente sí la puede mandar— dijo Connor
Percy y Zoé se sonrojaron
—Bueno sí puede hacerlo, pero creo que no lo hará— señaló Miranda
—De acuerdo ya, alguien dele el libro— dijo Thalia riendo
Los chicos le pasaron el libro
—Sin pausas dramáticas— pidió Percy
—Lo intentaré— prometió Zoé de manera solemne
Annabeth y Percy intercambiaron una mirada
¿Aviones o caníbales? No había color.
Percy habría preferido conducir el Cadillac de la abuela Zhang hasta Alaska perseguido por ogros que lanzaban bolas de fuego a sentarse en un Gulfstream de lujo.
—Sonaba mejor— comentó Percy
—Claramente, no hay punto de comparación entre un avión y los ogros— dijo Leo
—Ninguno— comentó Percy —los aviones son 1000% peores
—Tiene demasiado sentido eso— dijo Apolo
Ya había volado antes. Los detalles eran confusos, pero se acordaba de un pegaso llamado Blackjack. Había estado en un avión una o dos veces.
—Y no me gustó— dijo Percy —bueno, viajar con Blackjack sí
—Tiene más seguridad— dijo Travis con sarcasmo
—La tiene— asintió Percy de acuerdo
—Claro que sí— dijo Travis
—Sobretodo por el cinturón de seguridad incluido— bromeó Connor
Pero el sitio de un hijo de Neptuno (o Poseidón, como se llamara) no estaba en el aire. Cada vez que el avión atravesaba una zona de turbulencias, a Percy se le aceleraba el corazón y pensaba que Júpiter los estaba zarandeando.
—Muchas veces es cierto— dijo Poseidón con una mueca
—Cómo si no tuviera cosas mejores que hacer— bufó Zeus
Varios de los dioses lo miraron cómo si de hecho no tuviera mejores cosas que hacer. Zeus les dio una mirada asesina
Trató de concentrarse en la conversación de Frank y Hazel. Hazel estaba asegurando a Frank que había hecho todo lo posible por su abuela. Frank los había salvado de los lestrigones y los había sacado de Vancouver. Había sido increíblemente valiente.
—Claro que lo fuiste— dijo Percy
—Por supuesto que sí— asintió Hazel
—Todos estamos de acuerdo en eso— comentó Apolo
Frank mantenía la cabeza gacha como si se avergonzara de haber llorado, pero Percy lo comprendía perfectamente. El pobre acababa de perder a su abuela y había visto su casa arder en llamas.
Frank hizo una mueca
—Pero no tienes porqué avergonzarte con eso— dijo Sally — era completamente normal
Percy asintió de acuerdo con su mamá
Por lo que a Percy respectaba, derramar unas cuantas lágrimas por algo así no te hacía menos hombre,
—Por supuesto que no— dijo Hestia
—Y menos después de todo lo que habían pasado— dijo Poseidón
—Eso creo— murmuró Frank
sobre todo cuando acababas de rechazar a un ejército de ogros que querían comerte de desayuno.
—Definitivamente— asintió Jason
—No cualquiera lograría algo así— comentó Chris
—Es cierto— dijo Piper
A Percy todavía no le cabía en la cabeza que Frank fuera su pariente lejano. Frank sería su… ¿qué? ¿Su sobrino nieto multiplicado por mil? Era de lo más raro.
—Es un poco confuso— asintió Frank
—Un poco demasiado— dijo Percy
—Creo que deberían dejarlo pasar— comentó Apolo —les va a dar dolor de cabeza
—Ya me estaba dando— admitió Percy
—A mí también— asintió Frank
Frank se negaba a explicar exactamente en qué consistía su « don familiar» , pero mientras volaban hacia el norte, les relató la conversación que había mantenido con Marte la noche anterior.
—Esa conversación— murmuró Hermes
—Esa conversación— suspiró Frank
—Al menos aprendiste algo— dijo Ares
Explicó la profecía que Juno había pronunciado cuando él era un bebé, que su vida estaba ligada a un trozo de leña, y que le había pedido a Hazel que se lo guardara.
—Eso fue tan adorable— suspiró Afrodita —y sumamente romántico
—Por supuesto que lo fue— dijo Perséfone
Hades rodó los ojos
Percy ya había averiguado parte de esa información. Era evidente que Hazel y Frank habían compartido algunas experiencias raras cuando se habían desmayado y que habían hecho una especie de trato.
—Sabemos que sabes cosas— comentó Leo
—Bueno, es que Ella seguía repitiendo eso de que habían compartido— comentó Percy
—Eso tiene mucho sentido— asintió Travis
—Además de que siempre te das cuenta de todo— señaló Thalia
—Y que lo digas— masculló Nico
Eso también explicaba por qué incluso en ese momento, movido por la costumbre, Frank no parara de comprobar el bolsillo de su abrigo y por qué se ponía tan nervioso cuando había fuego cerca.
—Eso explicaba muchas cosas— asintió Connor
—Ahora lo explicaba— murmuró Piper dándoles una mirada a Frank y Leo
Leo le guiñó un ojo
Aun así, Percy no podía imaginarse el valor que había necesitado Frank para embarcarse en una misión, sabiendo que una pequeña llama podía apagar su vida.
—Frank, me siento orgulloso de ser pariente tuyo —dijo.
—Qué lindos— dijo Afrodita
—Gracias— dijo Frank —yo también me siento orgulloso de ser tu pariente
Ambos chicos se sonrieron
—¿Quieren un minuto?— preguntó Leo
Percy le aventó un cojín
—Lo siento— dijo Zoé cuando se acabó de reír y siguió con la lectura
A Frank se le pusieron las orejas coloradas. Con la cabeza agachada, su corte de pelo militar formaba una puntiaguda flecha negra que apuntaba hacia abajo.
—Juno tiene planes para nosotros, algo relacionado con la Profecía de los Siete.
Los siete hicieron una mueca
—Ya nos dimos cuenta— comentó Hermes
—Y vaya que sí — dijo Apolo
—Sí —masculló Percy—. No me gustaba como Hera. Y no me gusta más como Juno.
Hera resopló
—Lo cual es completamente lógico— comentó Poseidón
—Basta con eso— masculló Hera
—Es la verdad— dijo Poseidón
—Estos mocosos no necesitan que los alientes más a la desobediencia— bufó Hera
Hazel metió los pies debajo de ella. Examinó a Percy con sus luminiscentes ojos dorados, y él se preguntó cómo podía estar tan tranquila. Era la más joven de los tres, pero siempre los mantenía unidos y los consolaba.
—No era así— murmuró Hazel
—Sí es así— comentó Frank
Percy asintió de acuerdo
Se dirigían a Alaska, donde ella había muerto en el pasado. Tratarían de liberar a Tánatos, quien podría llevársela otra vez al inframundo. Y, sin embargo, no mostraba el más mínimo temor. Percy se sentía ridículo por temer las turbulencias del avión.
—Pero es que eran turbulencias horribles— dijo Percy
—Eso lo justifica todo— dijo Leo
—No te preocupes— comentó Hazel con una sonrisa —era completamente entendible
—Gracias— dijo Percy
—Eres hijo de Poseidón, ¿verdad? —dijo ella—. Eres un semidiós griego.
—Lo descubrieron rápido— dijo Apolo
—Creo que esa fue una indirecta para nosotros— señaló Leo
—La entendí— asintió Piper
—Porque fue bastante directa— dijo Leo
—Ustedes son casi más dramáticos que yo— señaló Apolo
—Gracias— dijeron Piper y Leo al unísono
Percy cogió su collar de cuero.
—Empecé a recordar en Portland, después de tomar la sangre de gorgona. He estado recuperando la memoria poco a poco desde entonces. Hay otro campamento: el Campamento Mestizo.
—Pausa dramática— dijo Leo
—Quedamos que sin pausas dramáticas— señaló Percy
—Tú y Zoé quedaron, yo no participé— comentó Leo
—Tiene un punto muy razonable— señaló Travis
—Claro, entonces nadie puede hacer pausas dramáticas— dijo Percy
—No estoy de acuerdo con eso— dijo Leo
El simple hecho de pronunciar el nombre embargaba a Percy de un calor interior. Le invadieron buenos recuerdos: el olor de los campos de fresas al cálido sol veraniego, fuegos artificiales iluminando la playa el 4 de julio, sátiros tocando zampoñas delante de la fogata nocturna y un beso en el fondo del lago de las canoas.
Los griegos sonrieron recordando su hogar, los legados tenían una mirada triste
Hazel y Frank se lo quedaron mirando como si hubiera pasado a hablar en otro idioma.
—A griego— bromeó Travis
—Te faltó hablar en griego— comentó Miranda
—Así como Jason cuando se ´puso a hablar en latín— dijo Katie
—Bueno, pero ha dicho maldiciones en griego— señaló Thalia
—Un punto para mí— dijo Percy
—Otro campamento —repitió Hazel—. ¿Un campamento griego? Dioses, si Octavio lo descubre…
—Declararía la guerra —dijo Frank—.
Los griegos resoplaron
—¿Te das cuenta cómo se coordinan cuando se trata de mi descendiente?— preguntó Apolo a Hermes
—En todo el tiempo que llevamos aquí es lo más coordinados que los he visto— asintió Hermes
—A veces sí sabemos coordinarnos— asintió Travis
—Muy a veces, pero sí— dijo Chris
Siempre ha sabido que había griegos ahí fuera, conspirando contra nosotros. Octavio pensó que Percy era un espía.
—Por eso me envió Juno —explicó Percy—. No para espiar.
—Que quede claro— dijo Connor
—Quedaba claro— dijo Hazel
—Bastante claro— asintió Frank
—Me alegra que sí estuviera claro— dijo Percy
Creo que ha sido una especie de intercambio. Vuestro amigo Jason… Creo que lo mandaron a mi campamento. En mis sueños, he visto a un semidiós que podría ser él.
—En tus sueños espías— asintió Leo
—No son sueños espías— dijo Percy
—Sí son espías— dijo Thalia
—Sí lo son— asintió Rachel
—Que groseras— dijo Percy
Estaba trabajando con otros semidioses en un buque de guerra volador. Creo que van a ir al Campamento Júpiter a prestar ayuda.
Frank empezó a dar golpecitos con nerviosismo en el respaldo de su asiento.
—Fueron muchas noticias— dijo Miranda
—Y dar golpecitos en el respaldo de tu asiento es muy terapéutico— dijo Connor
—Suena como a algo que todos quisiéramos probar— comentó Percy
—Estaría mejor practicar esos "golpecitos" en las personas — señaló Clarisse
—Estoy de acuerdo— dijo Nico
—Por favor que no se vuelvan mejores amigos— susurró Connor
—Marte dijo que Juno quiere unir a los griegos y los romanos para luchar contra Gaia. Pero… los griegos y los romanos tienen una larga historia de hostilidad.
—Y vaya que sí— dijo Hermes
—Muuuy larga— dijo Apolo
—Esperemos que este encuentro no salga tan mal— dijo Artemisa
Leo se sonrojó
Hazel respiró hondo.
—Probablemente por eso los dioses nos han mantenido alejados tanto tiempo. Si un buque de guerra griego apareciera en el cielo sobre el Campamento Júpiter, y Reyna no supiera que es amistoso…
—Sería malo— dijo Apolo
—En realidad ni siquiera creo que Término los dejase pasar— señaló Artemisa
—Creo que no le gustamos mucho al principio— murmuró Piper
—Ni al final— susurró Leo
—En realidad tengo mucha curiosidad por ver cómo se va a desarrollar esto— comentó Afrodita suspirando —sobretodo por el reencuentro de aquellos dos— dijo mirando a Percy y Annabeth
Percy y Annabeth se sonrojaron
—Sí —asintió Percy—. Tenemos que tener cuidado con la forma en que se lo expliquemos cuando volvamos.
—Si volvemos —le corrigió Frank.
—Hay que ser optimistas— dijo Leo
—Claro, cómo siempre— dijo Percy
—Eso jamás debe faltar— asintió Connor
Percy asintió con la cabeza a regañadientes.
—Confío en vosotros, chicos. Espero que vosotros confiéis en mí. Me siento… bueno, me siento tan unido a vosotros dos como a cualquiera de mis viejos amigos del Campamento Mestizo.
—Después de todo lo que han pasado juntos, por supuesto que sí— señaló Deméter
—Una gran familia feliz— dijo Travis
—Claro que sí— dijo Katie
—Es mejor a que se estén matando —comentó Apolo
Pero va a haber muchas suspicacias entre el resto de semidioses de los dos campamentos.
—Y vaya que sí— murmuró Miranda
—¿Entonces cómo es que están aquí sin pelearse entre ustedes?— preguntó Hermes
—Porque somos geniales— dijo Travis
—Eso no lo responde— dijo Hermes
—Es una historia muy larga— comentó Piper
Hazel hizo algo que él no esperaba. Se inclinó y le dio un beso en la mejilla. Era un beso de hermana, pero sonreía tan afectuosamente que a Percy le embargó una calidez especial de la cabeza a los pies.
—Awwwww— chillaron varios de sus amigos haciendo que Hazel se sonrojara
—Todos ellos son tan adorables— dijo Afrodita suspirando
—Bueno, al menos esta vez especificaste que era beso de hermana— comentó Thalia casualmente —no como aquellas 6 chicas de Afrodita
Annabeth y Percy le dieron una mirada asesina. Los hermanos Jackson se miraron entre ellos
—¿6 chicas de Afrodita?— preguntó Zoé
—Eres horrible— masculló Percy a Thalia
—Gracias— dijo Thalia
—¿6 chicas de Afrodita?— volvió a preguntar Zoé
—Zoé— masculló su hermano, pero también veía a Percy con curiosidad
—Batalla, beso en la mejilla, larga historia— respondió Percy y en voz más baja dijo —listilla, no te rías
—Y eso que aún falta que sepa más información— comentó Connor casualmente
—Y no me quieren decir esa información— murmuró Zoé
Percy se sonrojó —¿Qué te pareces si sigues leyendo?
—Bueno— suspiró Zoé
Connor recibió algunas miradas asesinas muy discretas
—Por supuesto que confiamos en ti —dijo—. Ahora somos una familia.
¿Verdad que sí, Frank?
—Claro —dijo él—. ¿Me das a mí también un beso?
—Una propuesta indecente— dijo Travis
—Dioses míos— dijo Piper riendo
—Y tan tranquilo que se ve— dijo Connor negando con la cabeza
—¿Han escuchado eso de que los callados son los peores?— bromeó Katie
—Dioses— gritaron los chicos riendo
Varios de los chicos incluyendo a Zoé y Sammy se sonrojaron. Hazel se abanicó la cara con las manos
—¿Qué has hecho con mi hermana?— preguntó Miranda a Travis con incredulidad
—El crédito es totalmente de ella— respondió Travis
Hazel se echó a reír, pero en el ambiente se percibía cierta tensión nerviosa.
—Cállense, hay niños— dijo Katie cuando ciertos semidioses abrieron la boca
—¿En serio? ¿Después de lo que dijiste hace 5 segundos?— preguntó Connor
—Si se van a hacer otros comentarios así por favor hay taparles los oídos a los niños señaló Leo negando con la cabeza
—Definitivamente sí son peores que nosotros— señaló Apolo
Hermes asintió de acuerdo
—En fin, ¿qué hacemos ahora?
Percy respiró hondo. Se les estaba escapando el tiempo. Estaban casi a mitad del 23 de junio, y el día siguiente se celebraba la fiesta de Fortuna.
—Se sentía más la adrenalina— dijo Percy
—Y vaya que sí— dijo Frank
—Claro, se siente super genial eso— comentó Leo
—Es lo mejor de las misiones— bufó Percy
—Tengo que ponerme en contacto con un amigo para cumplir la promesa que le hice a Ella.
—¿Cómo? —preguntó Frank—. ¿Con uno de esos iris-mensajes?
—Siguen sin funcionar —dijo Percy tristemente—.
—Habría sido bueno uno de esos— dijo Apolo
—Definitivamente sí hubiera sido genial uno de esos— asintió Percy
—Y que lo digas— murmuró Annabeth
Lo intenté anoche en casa de tu abuela, pero no hubo suerte. Tal vez sea porque mis recuerdos todavía están un poco revueltos. O porque los dioses no permiten que establezca conexión. Espero que pueda contactar con mi amigo en sueños.
—Sabemos que tus sueños pueden ser poderosos— dijo Poseidón
—Y espías— dijo Leo
—Que no se les olvide que son espías— asintió Rachel
Otra sacudida de turbulencias le hizo agarrarse a su asiento.
—No lo recomiendo— dijo Percy
—Pudiste haber dejado tus uñas en ese asiento— comentó Leo
—Probablemente lo hice— asintió Percy
Debajo de ellos, unas montañas cubiertas de nieve atravesaron el manto de nubes.
—No sé si podré dormir —dijo Percy—. Pero tengo que intentarlo. No podemos dejar a Ella sola con esos ogros cerca.
—Por supuesto que no— dijo Rachel
—Nunca sabes en qué horribles manos pueda caer— señaló Reyna
—Definitivamente no— dijo Percy —y no debíamos arriesgarnos
—Sí —convino Frank—. Todavía nos quedan horas de viaje. Túmbate en el sofá, colega.
Percy asintió con la cabeza. Era una suerte tener a Hazel y a Frank velando por él. Lo que les había dicho era cierto: confiaba en ellos.
—Awww que bonita es la amistad— dijo Travis
—Si se cae el avión ellos te despiertan— dijo Leo
—Es lo más bonito que me han dicho— bromeó Percy
Conocer a Hazel y a Frank era el único aspecto positivo de la extraña y aterradora experiencia de perder la memoria y ser arrancado de su antigua vida.
Hazel y Frank le sonrieron
—No siempre todo tiene que ser malo— comentó Hestia
Se estiró, cerró los ojos y soñó que se caía de una montaña de hielo hacia un mar helado. El sueño cambió. Se encontraba otra vez en Vancouver, delante de las ruinas de la mansión de los Zhang.
Frank suspiró —¿Por qué ahí?
—Porque ahí me estaban buscando— dijo Percy sonriéndole a Tyson
Tyson le sonrió de vuelta
—Obviamente— dijo Leo
Los lestrigones habían desaparecido. La mansión había quedado reducida a un armazón chamuscado. Un equipo de bomberos estaba recogiendo su equipo, preparándose para marcharse. El jardín parecía una zona de guerra, con cráteres humeantes y trincheras de las tuberías de riego que habían explotado.
—Nos podemos imaginar— dijo Miranda
—Fue bastante impresionante ver todo eso— dijo Percy
—Ya lo creo— murmuró Frank con una mueca
En el linde del bosque, un gigantesco y peludo perro negro iba de un lado a otro olfateando los árboles. Los bomberos no le hacían el más mínimo caso.
—Por supuesto que no, sesos de alga— señaló Thalia
—Que bueno, porque con mi suerte...— dijo Percy
—Lo sabemos, hemos leído los libros— dijo Apolo
Al lado de uno de los cráteres había un cíclope arrodillado vestido con unos tejanos exageradamente grandes y una enorme camisa de franela.
—Sí soy yo— dijo Tyson aplaudiendo
—Por supuesto que sí, grandullón— dijo Percy con una sonrisa
Su cabello castaño despeinado estaba salpicado de lluvia y de barro. Cuando levantó la cabeza, su gran ojo marrón estaba rojo de haber llorado.
—¡Cerca! —dijo gimiendo—. ¡Muy cerca, pero ya no está!
—Lo siento— dijo Percy
—Pero no lo vuelvas a hacer— dijo Tyson con una mueca triste
—Lo prometo— dijo Percy solemnemente, aunque de hecho no sabía si podría cumplir ese tipo de promesa… Esperaba que sí
A Percy se le partía el corazón al oír el dolor y la preocupación que se reflejaban en la voz de aquel grandullón, pero sabía que solo disponían de unos segundos para hablar. Los márgenes de la visión se estaban disolviendo.
—Al menos lo pudiste encontrar— dijo Poseidón
—Lo que era muy muy bueno— dijo Percy
—Sí lo fue— dijo Tyson
Si Alaska era la tierra situada más allá del alcance de los dioses, Percy suponía que cuanto más al norte se dirigieran, más difícil sería comunicarse con sus amigos, incluso en sueños.
—Cierto— dijo Apolo
—Genial, no me había equivocado tanto— dijo Percy
—Un aplauso para ti— dijo Travis
—Gracias, gracias— murmuró Percy
—¡Tyson! —gritó.
El cíclope miró a su alrededor frenéticamente.
—¿Percy? ¿Hermano?
—Tyson, estoy bien. Estoy aquí… bueno, en realidad no.
—O sea sí, pero no— dijo Percy
—Eso lo explica todo— comentó Leo
—Se entendía perfectamente— asintió Thalia
—Muchas gracias— dijo Percy
Tyson trató de asir el aire como si estuviera cazando mariposas.
—¡No te veo! ¿Dónde está mi hermano?
—Tyson, me dirijo a Alaska. Estoy bien. Volveré. Busca a Ella. Es una arpía con las plumas rojas. Está escondida en el bosque que rodea la casa.
—Me alegra que Tyson y Ella se hayan podido encontrar— dijo Rachel
—Se escondía muy bien— dijo Tyson con una sonrisa
—Pero tú eres muy bueno buscando— señaló Annabeth
Tyson se sonrojó
—¿Que busque a una arpía? ¿Una arpía roja?
—¡Sí! Protégela, ¿vale? Es mi amiga. Llévala de vuelta a California. Hay un campamento de semidioses en las colinas de Oakland: el Campamento Júpiter. Reúnete conmigo sobre el túnel de Caldecott.
—Lo memoricé todo— dijo Tyson satisfecho consigo mismo
—Y estuviste realmente fabuloso— asintió Percy con una sonrisa
—Que bueno— dijo Tyson
—Colinas de Oakland… California… Túnel de Caldecott —el cíclope gritó al perro—: ¡Señorita O'Leary! ¡Tenemos que encontrar a una arpía!
—¡GUAU! —dijo la perra.
—Hicieron un increíble trabajo— dijo Percy sonriéndole a su hermano
—Gracias— dijo Tyson felizmente —la Señorita O´Leary también estuvo buscando mucho
—Me imagino que lo hizo, merece muchas galletas para perros— asintió Percy
—Una muy muy grandota— comentó Tyson
—La más grandota de todas— dijo Percy
La cara de Tyson empezó a disolverse.
—¿Está bien mi hermano? ¿Va a volver mi hermano? ¡Te echo de menos!
—Yo también te echo de menos —Percy trató de que no se le quebrara la voz —.
Percy se sonrojó
—Te extrañé— dijo Tyson
—También yo a ti, muchísimo— dijo Percy —pero ya estamos aquí
Te veré dentro de poco. ¡Ten cuidado! Hay un ejército de gigantes que marcha hacia el sur. Dile a Annabeth… El sueño cambió.
—Maldita sea— masculló Afrodita
Todos voltearon a ver a Afrodita con sorpresa
—¿Qué?— preguntó la diosa —¡Mínimo se hubieran podido comunicar por sueños!
—De acuerdo, yo podría haber dicho lo mismo— murmuró Percy
Annabeth lo tomó de la mano
Percy se encontró en las colinas situadas al norte del Campamento Júpiter, contemplando desde lo alto el Campo de Marte y la Nueva Roma. En la fortaleza de la legión estaban sonando unos cuernos. Los campistas se movían desordenadamente preparándose para el paso de revista.
Reyna frunció el ceño
—Y aquí vienen los malos sueños— dijo Thalia
—Esos por supuesto que no podrían faltar— comentó Percy
—Por supuesto que no— suspiró Annabeth
El ejército de los gigantes se encontraba formado a la izquierda y a la derecha de Percy: centauros con cuernos de toro, los nacidos de la tierra con sus seis brazos y unos malvados cíclopes con armaduras hechas de restos de metal.
—Y ese sueño se pone peor— dijo Leo
—Y vaya que se pone peor— dijo Percy
—Como siempre— comentó Piper
—Muy muy peor— asintió Percy
La torre de asedio de los cíclopes proyectaba una sombra sobre los pies del gigante Polibotes, que miraba sonriendo el campamento romano. Se paseaba con impaciencia a través de la colina, soltando serpientes de sus trenzas verdes y pisando arbolitos con sus patas de dragón.
—¿Cómo puede pisar a los arbolitos de esa manera?— preguntó Miranda negando con la cabeza
—Los espíritus de la naturaleza— dijo Grover suspirando
—Era un tipo horrible— dijo Percy
En su armadura verde azulada, las caras ornamentales de unos monstruos hambrientos parecían parpadear en las sombras.
—Sí —dijo riéndose entre dientes, mientras clavaba su tridente en el suelo—. Tocad vuestros cuernecitos, romanos. ¡He venido a destruiros! ¡Esteno!
—Tienes razón, un tipo demasiado horrible— dijo Connor
—Lo peor de lo peor— asintió Percy con una mueca
—Y vaya que sí— dijo Frank
La gorgona salió de los arbustos. Su cabello de víboras verde lima y su chaleco de empleada de supermercado contrastaban terriblemente con la combinación de colores del gigante.
—¡Sí, amo! —dijo—. ¿Le apetece un cachorro envuelto?
—Si no está envenenado sí —dijo Leo
—Yo no confiaría en que no estuvieran envenenados— comentó Connor
—Bueno, pero eran para su ejército— señaló Percy —a lo mejor y no lo estaban
—No puedes pelear una guerra con un ejército envenenado— señaló Miranda
Levantó una bandeja de muestras gratuitas.
—Mmm —dijo Polibotes—. ¿De qué son los cachorros?
—En realidad no son cachorros.
—Gracias a los dioses— dijo Katie
—Nooo ¿Por qué alguien comería pequeños cachorros adorables?— dijo Travis
—Porque son muy raros— comentó Chris
Son perritos calientes metidos en rollitos, pero esta semana están de oferta…
—¡Bah! ¡Entonces da igual! ¿Están nuestras fuerzas listas para atacar?
—Ah… —Esteno retrocedió rápidamente para evitar que el pie del gigante la aplastara—. Casi,
—Al menos— dijo Rachel
—Si la hubiera aplastado todos se habrían quedado sin sus cachorros envueltos— comentó Percy con falsa simpatía
—Y eso sería muy malo— asintió Miranda
—Pésimo, de hecho— asintió Percy
majestad. Ma Gasket y la mitad de sus cíclopes han parado en Napa. Algo relacionado con una visita a una bodega. Han prometido que estarán aquí mañana por la noche.
—Qué bueno que se hayan tenido que ir— dijo Leo
—Sí, obviamente se tenía que ir— dijo Piper
—Sonaba bastante lógico— dijo Jason
—¿Qué? —El gigante miró a su alrededor, como si acabara de percatarse de que faltaba gran parte de su ejército—. ¡Grrr! Esa cíclope me va a provocar una úlcera.
—¿Los gigantes pueden tener úlceras?— preguntó Connor
—No sé, pero tampoco quiero descubrirlo— dijo Percy
—Creo que ninguno de nosotros lo quiere— dijo Thalia
—Sí puedo vivir sin esa información— comentó Will
¿Una visita a una bodega?
—Creo que también sirven queso y galletitas —dijo Esteno en tono servicial —. Aunque en nuestro supermercado están a un precio mucho mejor.
—Es importante comparar precios para una mejor oferta— asintió Travis
—Es demasiado importante— asintió Katie
—Ella se quedó demasiado en su papel de demostradora— comentó Bianca
—Tal vez ese era su sueño— dijo Percy
—Demostradora de comida envenenada— dijo Leo
Polibotes arrancó un roble del suelo y lo lanzó al valle.
—¡Cíclopes! Te lo aseguro, Esteno, cuando destruya a Neptuno y tome los océanos, renegociaré el contrato laboral de los cíclopes.
Poseidón resopló
—Y no creo que el contrato laboral sea para mejor— señaló Leo
—Tampoco lo creo— dijo Rachel
¡Ma Gasket se enterará de cuál es su sitio! A ver, ¿qué noticias hay del norte?
—Los semidioses han partido hacia Alaska —dijo Esteno—. Van directos a la muerte. A la « muerte» con eme minúscula, quiero decir. No a nuestra prisionera la Muerte. Aunque supongo que también van directos hacia ella.
—Eso creo— dijo Percy
—Suena lógico para mí— comentó Piper
—Tiene mucho sentido— asintió Thalia
—Y vaya que lo tiene— dijo Hazel con una mueca
Polibotes gruñó.
—Más vale que Alcioneo no haya matado al hijo de Neptuno como prometió. Lo quiero encadenado a mis pies para poder matarlo en el momento oportuno.
Zoé se trabó un poco durante esa parte
—Para matarlo en el momento oportuno— repitió Percy
—Perfecto— masculló Poseidón
Sally resopló
¡Su sangre regará las piedras del monte Olimpo y despertará a la Madre Tierra!
Percy se sonrojó —No vamos a hablar de eso
—Nadie iba a decir nada— señaló Piper con una pequeña sonrisa
—Bueno, espero que así se quede— dijo Percy
—Nosotros podemos no decir nada ¿Pero los libros?— comentó Leo
—Espero que tampoco— dijo Percy
—No me gusta cuando no sé ese tipo de información— se quejó Connor
¿Qué se sabe de las amazonas?
—Solo silencio —respondió Esteno—. Todavía no sabemos quién fue la vencedora del duelo de anoche, pero tarde o temprano Otrera triunfará y acudirá en nuestra ayuda.
—Esperemos que no haya ganado ella— dijo Apolo —¿Ganó ella?
—Tú dijiste que cero spoilers— dijo Hermes — tendrás que esperar para saberlo
Apolo resopló
—Hum —Polibotes se rascó distraídamente unas víboras del pelo—. Entonces tal vez sea mejor esperar. Mañana al anochecer es la fiesta de Fortuna. Para entonces debemos invadir el territorio, con amazonas o sin ellas.
—Genial— dijo Piper
—Claro, porque era obvio que algo así pasaría— dijo Percy
—Era obvio— asintió Reyna
¡Mientras tanto, atrincheraos! Acamparemos aquí, en terreno elevado.
—¡Sí, majestad! —A continuación, Esteno anunció a las tropas—: ¡Cachorros envueltos para todos!
Los monstruos dieron vivas.
—Me alegra tanto que festejen— dijo Percy con sarcasmo
—No hay nada mejor que eso antes de la invasión— comentó Leo
—Claro que no— dijo Travis
Polibotes extendió las manos por delante, abarcando el valle como en una foto panorámica.
—Sí, tocad vuestros cuernecitos, semidioses. ¡Dentro de poco, el legado de Roma quedará destruido por última vez!
Bianca y Charles intercambiaron miradas
—Todos esperamos que se quede con las ganas de destruir el legado de Roma— comentó Apolo
Atenea resopló como si no pudiera estar de acuerdo con Apolo
El sueño se desvaneció.
Percy se despertó sobresaltado cuando el avión empezó a descender.
—No lo recomiendo— dijo Percy —aunque en realidad no recomiendo para nada subirse a un avión
—Tomaremos en cuenta tu recomendación— dijo Thalia
—Se que lo harás— dijo Percy de manera diplomática
Hazel le posó la mano en el hombro.
—¿Has dormido bien?
Percy se incorporó aturdido.
—¿Cuánto tiempo he dormido?
Frank estaba en el pasillo, envolviendo su lanza y su nuevo arco en el bolso para esquíes.
—Unas horas —dijo—. Ya casi hemos llegado.
—Me perdí la mayor parte de las sensaciones horribles del avión— murmuró Percy
—Bien por ti— dijo Thalia
—Me alegra muchísimo— dijo Percy
—Al sillón dónde estabas dejando marcadas tus uñas también— señaló Leo
—Ya lo creo— dijo Percy
Percy miró por la ventanilla. Una reluciente ensenada serpenteaba entre montañas nevadas. A lo lejos había una ciudad esculpida en el monte, rodeada de exuberantes bosques verdes a un lado y playas negras cubiertas de hielo al otro.
—Bienvenidos a Alaska —dijo Hazel—. Aquí los dioses no pueden hacer nada por nosotros.
—Perfecto— masculló Poseidón
—Ni en ningún otro lado— murmuró Charles para sí mismo
—No creo que cambie demasiado— le dijo Bianca a Zoé en voz baja
Zoé se encogió de hombros
XXXVIIIPercy
El piloto dijo que el avión no podía quedarse a esperarlos, pero a Percy le pareció bien. Si sobrevivían hasta el día siguiente, esperaba que pudieran encontrar otra forma de volver… cualquiera menos en avión.
—Sería de lo mejor— asintió Percy
—¿Que tal si la forma en que regresan es peor?— preguntó Bianca
—No hay nada peor que los aviones— dijo Percy
—Hay muchos transportes peores— señaló Leo
Debería haber estado deprimido. Estaba atrapado en Alaska, el territorio del gigante, sin poder comunicarse con sus viejos amigos a medida que recuperaba la memoria. Había visto una imagen del ejército de Polibotes a punto de invadir el Campamento Júpiter.
—Si eso deprimiría a cualquiera— asintió Katie
—Pero por el "debería" creo que Percy no lo está— comentó Rachel
Percy se encogió de hombros —Es que siempre soy muy positivo
—Sí claro— murmuró Thalia
Se había enterado de que los gigantes tenían pensado utilizarlo como una especie de sacrificio para despertar a Gaia. Además, a la noche siguiente se celebraba la fiesta de Fortuna. A él, Frank y Hazel les esperaba una tarea imposible de completar.
—Y que lo digas— murmuró Hazel
—Yo sí me deprimiría— dijo Piper
—De acuerdo, sí sonaba bastante deprimente— dijo Percy
—Pero no lo suficiente para deprimirte— señaló Thalia
—Es que había muchas otras cosas— dijo Percy
En el mejor de los casos liberarían a la Muerte, y esta se llevaría a los dos amigos de Percy al inframundo. No era una perspectiva muy halagüeña.
Frank y Hazel hicieron una mueca
—Lo siento— dijo Percy
—Está bien, que bueno que no te hayas deprimido— dijo Hazel
—Era mejor— asintió Frank
Aun así, Percy se sentía extrañamente lleno de energía. El sueño de Tyson le había levantado el ánimo. Se acordaba de Tyson, su hermano. Habían luchado juntos, habían celebrado victorias y habían compartido buenos momentos en el Campamento Mestizo.
—Sííí ¡YUPI!— dijo Tyson
—¡YUPI!— dijo Percy
Se acordaba de su hogar, y eso le daba una nueva determinación para triunfar. En ese momento estaba luchando por dos campamentos, por dos familias.
—Awwww— corearon sus amigos
Percy les sonrió
Juno le había robado la memoria y lo había mandado al Campamento Júpiter por un motivo. Entonces lo comprendía.
—Por fin alguien que lo hace— masculló Hera
Percy se acordó de lo otro que había pensado, no creía que la diosa lo agradeciera
Aun así, tenía ganas de darle un puñetazo en su divina cara,
Zoé tuvo éxito al imitar el tono que habría usado Percy
—¿Quién soy yo para negar algo así?— murmuró Bianca a Charles
Varios de los chicos se miraron como si estuvieran de acuerdo en darle un puñetazo en su divina cara
—Están agotando mi paciencia— masculló Hera
—Al menos te dijo que entendió el plan— señaló Poseidón
—Ese tono que usó Zoé bien pudo ser el tuyo, sesos de alga— señaló Thalia
—Lo sé— asintió Percy —creo que se merece un premio
—¿Ella también querrá darle un puñetazo?— preguntó Thalia en voz baja
—¿Quién no?— masculló Annabeth
pero por lo menos entendía su forma de razonar. Si los dos campamentos trabajaban juntos, tenían una oportunidad de detener a sus enemigos mutuos. Por separado, los dos campamentos estaban perdidos.
Los chicos se miraron entre sí
—Y aún así siguen siendo unos desagradecidos— masculló Hera —no sé en qué momento se les ocurrió el gran plan de que estuvieran aquí
—Pues se les ocurrió a Las Moiras y ni tú quisieras ir contra ellas— señaló Poseidón
Había otros motivos por los que Percy quería salvar el Campamento Júpiter. Motivos que no se atrevía a expresar; al menos, todavía.
Zoé empezó a sonreír y Percy se sonrojó
De repente veía un futuro para él y para Annabeth que antes no había imaginado.
Sus amigos empezaron a hacer soniditos de burla
—-Me encantan— chilló Afrodita
—Pues creo que viste de una manera excelente el futuro— dijo Thalia con una ceja enarcada mirando a Zoé y Charles
—Dijimos que antes de ese tipo de comentarios íbamos a taparles los oídos a los niños— señaló Leo riendo
—Lo lamento, será para la otra— dijo Thalia
Los hermanos Jackson, Percy y Annabeth se sonrojaron
—¿Cómo es que nadie te ha amordazado?— masculló Annabeth
—No tengo idea— admitió Thalia —tal vez porque quién se atreva recibirá una flecha en la cara
Mientras tomaban un taxi al centro de Anchorage, Percy les explicó sus sueños a Frank y a Hazel. Ellos se mostraron inquietos pero no se sorprendieron cuando les dijo que el ejército del gigante estaba rodeando el campamento.
—Lo había dicho— comentó Frank
—Ah, yo creo que por eso no se sorprendieron— dijo Percy
—Eso me parece— asistió Leo
—A mí también— asintió Miranda
—Tendría sentido— dijo Piper
Frank se atragantó cuando le oyó hablar de Tyson.
—¿Tienes un medio hermano cíclope?
—Claro —dijo Percy—. Eso le convierte en tu tataratatara…
—¿Tío?— preguntó Leo
—La verdad es que no estoy seguro— dijo Percy
—Es demasiado complicado— dijo Piper
—Por favor —Frank se tapó los oídos—. Basta.
—Mientras él pueda llevar a Ella al campamento… —dijo Hazel—. Estoy preocupada por ella.
Percy asintió con la cabeza.
—Todos estábamos de acuerdo— dijo Percy
—Sobretodo con esos ogros merodeando por ahí— dijo Frank
—Y vaya que sí— dijo Hazel
Todavía estaba pensando en los versos de la profecía que la arpía había recitado: los que hablaban del ahogamiento del hijo de Neptuno y de la marca de Atenea que ardía a través de Roma.
—No, no suena bien— dijo Apolo
—Ninguna de las dos— dijo Hermes con una mirada discreta a Atenea
Percy y Annabeth intercambiaron miradas
No estaba seguro de lo que significaba la primera parte, pero estaba empezando a hacerse una idea de lo que decía la segunda.
Annabeth hizo una mueca —No me gusta esto
—Lo sé— susurró Percy —pero tal vez no tenga que venir
—Eso espero— suspiró Annabeth
Trató de dejar de lado la cuestión. Primero tenía que sobrevivir a la misión.
El taxi giró en la autopista Uno, que a Percy le pareció más una callejuela, y los llevó hacia el norte en dirección al centro. Era media tarde, pero el sol todavía estaba alto en el cielo.
—Todavía no suena tan mal ese lugar— murmuró Leo
—¿El hecho que está fuera de nuestro alcance no cuenta?— preguntó Hermes
Los chicos se miraron entre sí
—Creo que no les importa— señaló Apolo
—Eso me parece— dijo Hermes
—No puedo creer cómo ha crecido este sitio… —murmuró Hazel.
El taxista sonrió por el espejo retrovisor.
—¿Ha pasado mucho tiempo desde su última visita, señorita?
—Unos setenta años —contestó Hazel.
—Super casual esa conversación— dijo Travis
—Una conversación como cualquier otra— asintió Percy
—Por supuesto— dijo Frank
—Claro ¿Quién no ha pasado por ese tipo de respuestas?— dijo Leo
—La honestidad siempre es lo primero— dijo Rachel
El taxista cerró el tabique corredero de cristal y siguió conduciendo en silencio.
—Yo hubiera hecho lo mismo— dijo Connor
—Yo los hubiera bajado de mi taxi— señaló Leo
—Y le hubiera hablado a la policía— asintió Piper
—Que bueno que no era su taxi— dijo Percy riendo
Según Hazel, casi todos los edificios habían cambiado, pero señaló los elementos del paisaje: los inmensos bosques que rodeaban la ciudad, las aguas frías y grises de la ensenada de Cook que recorrían el margen norte de la ciudad, y las montañas Chugach que se alzaban a lo lejos con un color azul grisáceo, cubiertas de nieve incluso en junio.
—Se veía lindo— dijo Percy
—Como para otra postal— dijo Miranda
—Lastima que no tuviéramos una cámara— señaló Percy
—Fue realmente triste no tenerla— dijo Frank
—Directo a una misión suicida, te mando saludos— dijo Leo
—Algo así sería esa increíble postal— asintió Percy
Percy nunca había olido un aire tan puro. La ciudad parecía castigada por el clima, con tiendas cerradas, coches oxidados y complejos de pisos a los lados de la carretera, pero aun así era bonita.
—Sí suena muy genial— comentó Katie
—Excelente ciudad— dijo Percy riendo
—Fuera del alcance de nosotros— señaló Apolo
—Acabas de decir que no les importa— señaló Hermes
—Pues debería— dijo Apolo
Lagos y enormes extensiones de bosque atravesaban el centro. El cielo ártico era una asombrosa combinación de turquesa y dorado. Y por otra parte estaban los gigantes.
—¿Gigantes?— preguntó Miranda
—Aunque eran buenos gigantes— dijo Percy
—Los buenos gigantes son los mejores— asintió Leo
Docenas de hombres de vivo color azul, con unos diez metros de estatura y desaliñado pelo gris, caminaban por los bosques, pescaban en la bahía y paseaban a través de las montañas. Los mortales no parecían reparar en ellos.
—Por supuesto que no— bufó Ares
—Eran como su propia marca oficial— dijo Hazel
—Y vaya que marca— dijo Percy
El taxi pasó a escasos metros de uno que estaba sentado en la orilla de un lago lavándose los pies, pero el taxista no se inmutó.
—Esto…
Frank señaló al monstruo azul.
—Hiperbóreos —dijo Percy. Le sorprendió recordar el nombre—.
—Esos imbéciles— masculló Clarisse
—Como había dicho, normalmente son pacíficos— comentó Thalia
—Y ellos lo demostraron— aseguró Percy
Gigantes del norte. Cuando Cronos invadió Manhattan luché contra varios.
—Espera —dijo Frank—. ¿Cuando quién hizo qué?
—No te preocupes, ya lo sé— dijo Frank
Luke hizo una mueca
—Menos cosas que explicar— dijo Percy
—Sobretodo porque ya debías hacer notitas— asintió Leo
—Claro, casi lo estaba olvidando— dijo Percy
—Es una larga historia. Pero estos parecen… no sé, pacíficos.
—Normalmente lo son —convino Hazel—. Me acuerdo de ellos. En Alaska están en todas partes, como los osos.
—Bueno, genial— dijo Leo
—Osos y gigantes hiperbóreos ¿Qué más se puede pedir?— preguntó Travis
—La ciudad de nuestros sueños— asintió Travis
—No puedo más con estos niños— dijo Apolo negando con la cabeza
—Se puede cambiar de opinión si nos prestas el carro solar— comentó Bianca
—Eso es chantaje, niñita— dijo Apolo
—Creo que alguien no se va a quedar tranquila hasta que obtenga el carro solar— susurró Will a Nico
—Ojalá no lo obtenga— señaló Nico
—¿Osos? —dijo Frank con nerviosismo.
—Los gigantes son invisibles para los mortales —explicó Hazel—. A mí nunca
me molestaron, aunque una vez uno estuvo a punto de pisarme sin querer.
—Eso puede resultar muy incómodo— dijo Hazel
—Claro, nos imaginamos cómo podría ser— asintió Thalia
—Al menos los imbéciles no te congelaron— bufó Clarisse
Eso sonaba bastante incómodo, pero el taxi siguió avanzando. Ninguno de los gigantes les prestaba atención. Uno se hallaba de pie en medio de la intersección de Northern Lights Road, formando un puente sobre la autopista, y pasaron entre sus piernas.
—Puentes novedosos— dijo Leo
—Esa clase de estructuras no siempre se ven— comentó Percy
—Que novedosa ciudad— dijo Leo
El hiperbóreo estaba abrazando un tótem nativo americano envuelto en pieles, tarareándole como si fuera un bebé. Si no hubiera sido del tamaño de un edificio, casi habría resultado adorable.
—Awww que tierno— dijo Travis
—Tal vez era un hiperbóreo bebé— comentó Katie
—¿Existen?— preguntó Bianca
—Pues sí ¿No? De algún modo deben de existir— dijo Katie
—De acuerdo, no hay que seguir con esa conversación— murmuró Rachel
El taxi atravesó el centro y pasó por delante de un grupo de tiendas para turistas que anunciaban pieles, arte nativo americano y oro. Percy esperaba que Hazel no se pusiera nerviosa e hiciera explotar las joyerías.
—Yo también lo esperaba— dijo Hazel
—Bueno, genial— bromeó Leo
—Al menos no hubo explosiones— dijo Percy
Cuando el taxista giró y se dirigió a la playa, Hazel dio unos golpecitos en la mampara de cristal.
—Aquí está bien. ¿Nos deja salir?
Pagaron al taxista y salieron a Fourth Street.
—Yo creo que el taxista se sintió muy aliviado de dejarnos— dijo Percy
—Claro que sí, sobretodo después de esa plática super casual— señaló Piper
—Sí, creo que contó los segundos para dejarnos— murmuró Frank
—Pues sí, yo creo que fueron sus pasajeros más raros— dijo Thalia
Comparado con Vancouver, el centro de Anchorage era diminuto: parecía más un campus universitario que una ciudad, pero Hazel se quedó asombrada.
—Habían muchos cambios— dijo Hazel
—Con lo que nos contaste, nos lo podríamos imaginar— dijo Frank
—Y vaya que sí— asintió Percy
—Es enorme —dijo—. Ahí… ahí estaba el hotel Gitchell. Mi madre y yo nos alojamos allí la primera semana que estuvimos en Alaska. Y han trasladado el Ayuntamiento. Antes estaba allí.
Los llevó aturdida a lo largo de varias manzanas.
—Parece que sí creció demasiado ese lugar— dijo Miranda
—Lo había hecho— asintió Hazel
—Espero que al menos se viera bonito con los nuevos edificios y todo— dijo Katie
—Lo hacía— dijo Hazel
Lo cierto era que no tenían ningún plan salvo encontrar el camino más rápido al glaciar de Hubbard, pero Percy olió algo que se estaba cocinando cerca: ¿salchichas, quizá? Se dio cuenta de que no habían comido desde la mañana en casa de la abuela Zhang.
—Y era muy importante comer— asintió Percy
—claro que sí, no te puedes ir a enfrentar a un gigante con el estómago vacío— asintió Leo
—No sería lo ideal — dijo Percy negando con la cabeza
—Comida —dijo—. Vamos.
Encontraron un café junto a la playa. Estaba lleno de gente, pero consiguieron una mesa al lado de la ventana y leyeron detenidamente los menús.
Frank gritó de alegría.
—¡Desayuno las veinticuatro horas del día!
—Eso suena realmente genial— dijo Leo
—Esa parte me encantó— dijo Percy
—Era lo mejor de todo— asintió Frank
—Debe de ser la hora de la cena —dijo Percy, aunque no podía saberlo mirando por la ventana.
El sol estaba tan alto que podría haber sido mediodía.
—Que increíble y raro— dijo Rachel
—Lo sé, pero por otro lado después de los hiperbóreos...— murmuró Percy encogiéndose de hombros
—Cierto— dijo Frank
—Me encanta el desayuno —dijo Frank—. Desayunaría, desayunaría y volvería a desayunar si pudiera. Aunque seguro que la comida de aquí no es tan buena como la de Hazel.
—Uy— dijo Travis
—Y así chicos, es como se coquetea— bromeó Miranda
—Tomen nota— dijo Katie riendo
—Porque les hace falta, queridos— comentó Afrodita
—Gracias— murmuraron varios de los chicos
Hazel le dio un codazo, pero tenía una sonrisa pícara.
A Percy le alegraba verlos así. Estaba claro que aquellos dos tenían que estar juntos.
—Todos nos dábamos cuenta— asintió Percy
Grover le dio una mirada irónica, Percy le sonrió
—Lo mismo dijimos nosotros los cuatro años que se tardaron— señaló Connor
Pero también le entristecía. Pensó en Annabeth y se preguntó si viviría para volver a verla.
« Sé positivo» , se dijo.
—Qué encanto— dijo Afrodita
Annabeth tomó de la mano a Percy. Los hermanos Jackson se sonrieron con trsiteza
—Un desayuno me parece genial —dijo.
Todos pidieron unos platos enormes de huevos, tortitas y salchichas de reno, pero Frank parecía un poco preocupado por el reno.
—¿En serio era un reno?— preguntó Piper
—Pues ahí decía "reno"— comentó Percy
Piper y Grover hicieron una mueca horrorizada
—¿Creéis que está bien que nos comamos a Rudolph?
—Tío, tengo tanta hambre que podría comerme también a Prancer y Blitzen —dijo Percy.
—Pobres renos— dijo Leo
—Ojalá no se crucen contigo— señaló Travis
—Así es como los renos se extinguieron el Alaska— dijo Connor
—Pobre Rudolph— dijo Esperanza
Pero sabía rico— murmuró Percy
La comida estaba deliciosa. Percy no había visto a nadie comer tan rápido como Frank. El reno de la nariz roja lo tenía chungo.
Frank se sonrojó
—Lo siento— dijo Percy
Entre mordisco y mordisco de tortita de arándanos, Hazel garabateó una curva y una X en su servilleta.
—Esto es lo que creo. Estamos aquí —dio un golpecito con el dedo—. Anchorage.
—Parece la cara de una gaviota —dijo Percy—. Y estamos en el ojo.
—Sí parecía una gaviota— dijo Percy
—No lo parecía— dijo Hazel
—Sí lo hacía— dijo Percy seriamente
Hazel lo fulminó con la mirada.
—Es un mapa, Percy. Anchorage está en lo alto de este trozo de mar, la península de Cook. Hay una gran península de tierra debajo de nosotros, y mi antiguo hogar, Seward, está en la parte inferior de la península, aquí —dibujó otra X en la base del pescuezo de la gaviota—.
—En serio no era una gaviota— dijo Hazel
—Pues era una especie de ave— señaló Percy
Es la ciudad que queda más cerca del glaciar de Hubbard. Supongo que podríamos ir por mar, pero nos llevaría una eternidad. No tenemos tanto tiempo.
Frank despachó el último pedazo de Rudolph.
—Pero ir por tierra es peligroso —dijo—. La tierra es sinónimo de Gaia.
—Y les pondría todo tipo de dificultades— dijo Apolo
—Y ya que sí— murmuró Percy con una mueca
—Sería muy malo— asintió Piper
Hazel asintió con la cabeza.
—No veo que tengamos muchas opciones. Podríamos haberle pedido al piloto que nos llevara, pero no sé… Puede que su avión fuera demasiado grande para un aeropuerto tan pequeño como el de Seward.
—Eso podría pasar— dijo Hermes
—Sobretodo con su suerte— dijo Apolo
—Y que lo digas— suspiró Poseidón
Y si fletáramos otro avión…
—Nada de aviones —dijo Percy—. Por favor.
Hazel levantó la mano en un gesto apaciguador.
—De acuerdo.
—Gracias— dijo Percy
—De nada— dijo Hazel con una sonrisa —tal vez ya no debíamos arriesgarnos a los aviones
—Me gusta no arriesgarme en los aviones— dijo Percy
Hay un tren que va de aquí a Seward. Podríamos tomarlo esta noche. Solo tarda un par de horas.
Dibujó una línea de puntos entre las dos equis.
—Acabas de decapitar a la gaviota —comentó Percy.
—Qué grosera— dijo Leo negando con la cabeza
—Eso no se hace con las gaviotas— dijo Connor
—Fue una mala gaviota— señaló Percy
—Cómo las que asustaron a Charles— dijo Zoé con fingida tristeza
Charles la miró ofendido
—Así de malas— dijo Percy tratando de no reírse
—Por eso me alegro de no tener hermanos— señaló Bianca
—Son horribles— asintió Apolo
Hazel suspiró.
—Es la línea de ferrocarril. Desde Seward, el glaciar de Hubbard está aquí abajo, en alguna parte —dio un golpecito con el dedo en la esquina inferior derecha de su servilleta—. Ahí es donde está Alcioneo.
—Perfecto— dijo Poseidón
—Ya están demasiado cerca— dijo Hades con una pequeña mueca
—Pero ¿no estás segura de cuánta distancia hay? —preguntó Frank.
Hazel frunció el entrecejo y negó con la cabeza.
—Estoy bastante segura de que solo es accesible por barco o por avión.
—Barco —propuso Percy inmediatamente.
—Ese es mi voto— dijo Percy
—Sabíamos que ese iba a ser tu voto— asintió Frank
—Me alegra eso— dijo Percy
—Está bien —dijo Hazel—. No debe de estar muy lejos desde Seward. Si podemos llegar a Seward sanos y salvos.
—Solo falta eso— dijo Thalia
—Cosita de nada— comentó Leo
—Lo de todos los días— asintió Percy
—Quién llegue sano y salvo gana— dijo Travis riendo
Percy miró por la ventana. Había tanto por hacer, y solo les quedaban veinticuatro horas. Al día siguiente a esa misma hora, empezaría la fiesta de Fortuna. A menos que liberaran a la Muerte y regresaran al campamento, el ejército del gigante inundaría el valle. Los monstruos cenarían romanos como plato principal.
Zoé trató de no titubear durante esa parte, le dolía demasiado pensar en que en su futuro ya había pasado
Al otro lado de la calle, una playa de arena negra cubierta de escarcha bajaba al mar, que era liso como el acero. El océano allí era distinto: poderoso aún, pero helado, lento y primitivo. Ningún dios controlaba el agua, al menos de los que Percy conocía.
—Por supuesto que no— dijo Poseidón
—Por eso es la tierra más allá de los dioses— señaló Thalia
—Claro, eso lo explica todo— asintió Percy
Neptuno no podría protegerlo. Percy se preguntaba si podría manipular el agua allí o respirar sumergido.
—Espero que sí— suspiró Sally
—Sobretodo con esa parte de la profecía que mencionó Ella— dijo Rachel
—Sobretodo con eso— asintió Percy
Un gigante hiperbóreo cruzó la calle pesadamente. En el café nadie se percató. El gigante entró en la bahía, resquebrajó el hielo bajo sus sandalias y metió las manos en el agua. Sacó una orca con un puño. Por lo visto no era lo que buscaba, ya que devolvió la ballena y siguió caminando por el agua.
—Es buena noticia para la ballena— dijo Leo
—Al menos a alguien le tenía que ir bien— comentó Rachel
—Claro, no todos tienen mala suerte— dijo Percy
—Un buen desayuno —dijo Frank—. ¿Quién está listo para un viaje en tren?
La estación no estaba lejos. Llegaron justo a tiempo para comprar los billetes para el último tren al sur. Mientras sus amigos subían a bordo, Percy dijo:
Percy se sonrojó
« Vuelvo enseguida» , y entró corriendo otra vez en la estación.
Le dieron cambio en una tienda de regalos y se acercó al teléfono público.
Sally volteó a ver a su hijo y Percy le sonrió
Nunca había usado un teléfono público. Para él eran antigüedades exóticas, como el tocadiscos de su madre o los casetes de Frank Sinatra de su profesor Quirón.
—¿Perdona?— preguntó Quirón
—Un poquito exótica— murmuró Percy
—Poquito— dijo Thalia
No estaba seguro de cuántas monedas hacían falta, ni de si podría hacer la llamada, suponiendo que se acordara del número.
Sally Jackson, pensó.
—Espero que sí te hayas podido comunicar— dijo Demeter
—Algo así— murmuró Percy con una mueca
Era el nombre de su madre. Y tenía un padrastro… Paul.
¿Qué pensarían que le había pasado a Percy? Tal vez ya habrían celebrado el funeral.
—Perseo, por supuesto que no —dijo Sally —sabía que íbas a regresar a casa
—Lo siento— dijo Percy
Que él supiera, había perdido ocho meses de su vida. Cierto, la mayoría de ese tiempo había sido durante el año escolar, pero aun así… no molaba.
—El año escolar no es tan importante— dijo Leo
Atenea rodó los ojos
Cogió el aparato y marcó un número de Nueva York: el del piso de su madre.
El buzón de voz. Percy debería habérselo imaginado. Debía de ser medianoche en Nueva York. No debían de haber reconocido el número.
—Cariño, si hubiera sabido que era tú...— comenzó Sally
—Lo sé mamá, no te preocupes no tenías manera de saberlo— dijo Percy con un nudo en la garganta
—Pero tal vez debía de alguna manera….
—Mamá no, lo importante es que estamos aquí— dijo Percy
Al oír la voz de Paul en la grabación, Percy se quedó tan afectado que apenas pudo hablar cuando sonó el tono.
Percy se acercó a abrazar a su mamá, mientras por la mejilla de Sally rodaba una pequeña lágrima rebelde
—Mamá —dijo—. Hola, estoy vivo. Hera me tuvo durmiendo un tiempo, luego me robó la memoria y… —Le temblaba la voz. ¿Cómo podía explicarlo todo?—. En fin, estoy bien. Lo siento. Estoy en una misión… —Hizo una mueca. No debería haber dicho eso. Su madre lo sabía todo sobre misiones, y se preocuparía—. Volveré a casa. Lo prometo. Te quiero.
Zoé se aclaró la garganta para seguir leyendo, no entendía por qué pero esas palabras habían despertado un dolor sordo y de repente tenía ganas de echarse a llorar. Bueno, en realidad sí sabía por qué, pero tenía que seguir leyendo, su hermano la tomó de la mano y se obligó a seguir con la lectura.
Annabeth y Percy los miraron con curiosidad
Colgó el aparato. Se quedó mirando el teléfono con la esperanza de que sonara. El tren silbó. El revisor gritó:
—¡Pasajeros al tren!
—Hora de irse— suspiró Percy
Percy echó a correr. Llegó justo cuando estaban retirando los escalones, subió a la parte superior del vagón de dos pisos y se sentó en su asiento.
—Al menos llegaste a tiempo —dijo Leo
—Eso era importante— asintió Percy
—Después de todo lo que ha pasado hubiera sido el colmo que perdieras el tren— señaló Jason
Hazel frunció la frente.
—¿Estás bien?
—Sí —dijo carraspeando—. Acabo de… hacer una llamada.
Ella y Frank parecieron entenderlo. No le pidieron detalles.
—Gracias— dijo Percy
—De nada— dijeron Hazel y Frank
Al poco rato se dirigían al sur a lo largo de la costa, observando como desfilaba el paisaje. Percy trató de pensar en la misión, pero para un chico con trastorno por déficit de atención con hiperactividad como él, el tren no era el mejor sitio para concentrarse.
—Y yo creo que nunca lo será— dijo Percy
—Creo lo mismo— dijo Leo
—De ninguna manera— dijo Thalia
En el exterior seguían pasando cosas interesantes. Águilas de cabeza blanca remontaban el vuelo en lo alto. El tren cruzaba a toda velocidad puentes y recorría precipicios donde cascadas glaciales descendían cientos de metros sobre las rocas.
—Aun así suena lindo— dijo Rachel
—Todos estamos completamente de acuerdo— dijo Katie
—Nosotros no— dijo Apolo
—apolo, sabes que no lo dicen en serio— señaló Hermes
—Por favor, por supuesto que lo dicen en serio— comentó Artemisa
Dejaron atrás bosques enterrados bajo montones de nieve, grandes cañones de artillería (para provocar pequeñas avalanchas y evitar las que se descontrolaban, explicó Hazel) y lagos tan transparentes que reflejaban las montañas como espejos, de tal forma que el mundo parecía al revés.
—Qué genial— dijo Leo
—Aunque seguía sin ayudar a la concentración— dijo Percy
Osos pardos atravesaban pesadamente los prados. No paraban de aparecer gigantes hiperbóreos en los lugares más insospechados. Uno holgazaneaba en un lago como si fuera un jacuzzi. Otro usaba un pino como mondadientes.
—Pobre pino— dijo Katie
—Pobre de tu familia, Thalia— dijo Percy
Los chicos soltaron una risita
Un tercero estaba sentado en un ventisquero, jugando con dos alces vivos como si fueran muñecos.
—Esos muñecos suenan demasiado geniales— dijo Leo
—Colección limitada— dijo Percy
—Pero pobres alces— dijo Rachel
El tren estaba lleno de turistas que prorrumpían en exclamaciones y hacían fotos, pero Percy lamentaba que no pudieran ver a los hiperbóreos. Se estaban perdiendo las fotos buenas de verdad.
—Imaginate, se llevaría el premio de fotografía del año— dijo Miranda
—Sería ampliamente galardonada una fotografía así— dijo Rachel
—Todos la querrían— asintió Percy
Mientras tanto, Frank estudiaba un mapa de Alaska que había encontrado en el bolsillo del asiento. Localizó el glacial de Hubbard, que parecía encontrarse a una distancia tremenda de Seward.
—Suena a un poquito lejos— dijo Piper
—Super poquito— asintió Percy
—Casi nada— dijo Frank
Deslizaba continuamente el dedo a lo largo del litoral, frunciendo el entrecejo de la concentración.
—¿En qué piensas?
—Solo… en posibilidades —dijo Frank.
—Eso tiene sentido— dijo Connor
—En realidad no lo tenía, pero no dije nada— comentó Percy
—Gracias por eso —dijo Frank
Percy no sabía a lo que se refería, pero lo dejó correr.
Al cabo de una hora, Percy empezó a relajarse. Compró chocolate caliente en el vagón restaurante.
—Y era un chocolate rico— dijo Percy
—Los chocolates ricos son los mejores— dijo Leo
—Y vaya que lo son— asintió Miranda
Los asientos estaban calientes y eran cómodos, y pensó echarse una siesta.
Entonces una sombra pasó por lo alto. Los turistas murmuraron emocionados y empezaron a hacer fotografías.
—Y ahí es cuando las cosas salen mal— dijo Rachel
—Por eso eres el oráculo— dijo Percy con una sonrisa
—Por eso— asintió Rachel riendo
—¡Un águila! —gritó uno.
—¿Un águila? —dijo otro.
—¡Un águila enorme! —comentó un tercero.
—No es un águila —dijo Frank.
—Ojalá hubiera sido un águila— dijo Hazel
—Aunque tampoco me gustan mucho las águilas— murmuró Percy
Zeus bufó
Percy alzó la vista justo a tiempo para ver que la criatura pasaba por segunda vez. Definitivamente era más grande que un águila, con un cuerpo negro lustroso del tamaño de un perro labrador. La envergadura de sus alas era como mínimo de tres metros.
—Demonios— dijo Thalia
—En realidad eran hipogrifos— comentó Percy
—No nos des spoilers— se quejó Leo
—Lo siento— dijo Percy encogiéndose de hombros
—¡Hay otra! —Frank señaló con el dedo—. Miento. Tres, cuatro. Vale, tenemos problemas.
Las criaturas daban vueltas alrededor del tren como buitres, para disfrute de los turistas. Percy no estaba disfrutando.
—Suena a muchos problemas— dijo Leo
—Fueron muchos problemas— dijo Hazel
—Y vaya que lo fueron— dijo Percy
Los monstruos tenían unos brillantes ojos rojos, unos picos puntiagudos y unas garras terribles.
Percy rebuscó en su bolsillo para encontrar el bolígrafo.
—Esas cosas me suenan…
—Y vaya que sí— dijo Frank
—Bueno gracias a Percy ya sabemos que son— dijo Travis
—¿Ven? Así no se quedan con la duda— comentó Percy
—Eres muy amable— dijo Leo
—En Seattle —dijo Hazel—. Las amazonas tenían una en una jaula. Son…Entonces ocurrieron varias cosas al mismo tiempo. El freno de emergencia chirrió y los arrojó hacia delante.
—No fue algo divertido— dijo Percy
—Sí, nos podemos imaginar que no lo fue— comentó Thalia
—Para nada— dijo Frank
Los turistas gritaron y se cayeron por los pasillos. Los monstruos se lanzaron en picado, hicieron añicos el techo de cristal del vagón, y el tren entero descarriló.
—Perfecto— dijo Poseidón
—Fin del capítulo— anunció Zoé todavía un poco con los sentimientos revueltos—y sin pausas dramáticas
—Gracias por eso— dijo Percy
Zoé le sonrió
—Habría estado genial una pausa dramática— dijo Leo
—No me exhibo a mí misma en un lapso tan corto de tiempo— dijo Zoé
—¿Ah no?v preguntó Bianca
Zoé le sacó la lengua
—Bueno, vamos avanzando mucho con estos capítulos— dijo Apolo —ya no nos falta tanto, vamos a ver ¿Quién quiere leer?
Se escuchaban murmullos de otras conversaciones
—Zoé— dijo Connor acercándose discretamente —te diré la información que buscabas si me pasas el libro
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