HAZEL XVII, XVIII
—¿Y a quién le paso el libro?— preguntó Charles
—A mí, querido— dijo Perséfone
—Yo se lo paso— dijo Connor
Charles lo miró con sospecha
—No, no se lo des a él— dijeron varios de los chicos
—Me ofenden muchísimo, no iba a hacer nada, solo lo iba a pasar— señaló Connor
—Nadie te cree eso, siéntate— dijo Miranda
—Ese libro no va a volver a caer en tus manos— comentó Chris
—Ya lo veremos— dijo Connor sentándose
Sin que pasara por Travis o Connor hicieron llegar el libro a la diosa
Hazel odiaba los barcos.
—Nos dimos cuenta— asintió Travis
—Nosotros también— dijo Percy
—Son un poco horribles— comentó Hazel
—Pero poco, nada más— dijo Travis
Se mareaba con tanta facilidad que para ella era un tormento. No le había comentado ese detalle a Percy.
—Detallito— dijo Leo
—Ni era tan necesario que lo supiera— bromeó Piper
—Bueno, pero es lógico ¿No? Así como a Percy no le gustan los aviones— comentó Katie
—No soy tan dramático como Zeus— dijo Poseidón
Zeus rodó los ojos
No quería echar por tierra la misión, pero se acordaba de lo horrible que había sido su vida cuando ella y su madre se habían mudado a Alaska, sin carreteras. Adondequiera que fuesen tenían que tomar un tren o un bote.
—Eso haría que cualquiera odiara los botes— asintió Miranda
—Y sí, creo que también lo que dijo Katie tendría algo de sentido— comentó Chris
—Bueno, gracias— murmuró Katie
Confiaba en que su estado hubiera mejorado desde que había vuelto de entre los muertos, pero saltaba a la vista que no era así.
Hazel se removió incómoda con eso de "haber vuelto entre los muertos", esperaba que alguien dijera algo acerca de eso, pero todos parecían tomarlo como si fuera cosa de todos los días, claro que teniendo en cuenta a todos lo que estaban ahí, no era tan raro después de todo
Y aquel pequeño bote, el Pax, se parecía tanto al que habían tenido en Alaska que le traía malos recuerdos...
Hades hizo una mueca
—Y es por eso que el Pax no fue su barco favorito— comentó Piper
—De ninguna manera— dijo Hazel con una mueca
—Pero era lo único que teníamos— murmuró Frank
En cuanto zarparon del muelle, a Hazel se le empezó a revolver el estómago. Cuando dejaron atrás los muelles del embarcadero de San Francisco, se sentía tan mareada que pensaba que estaba teniendo alucinaciones.
—Pero creo que no lo eran— dijo Hazel
—Estoy casi seguro que no lo eran— asintió Percy
—Pero sin duda fue raro— dijo Frank
—Y vaya que sí— asintió Percy
—Empezaron con todo ese viaje— señaló Leo
—Y que lo digas— asintió Hazel
Pasaron volando por delante de un par de leones marinos que holgazaneaban en los muelles, y habría jurado que vio a un viejo mendigo sentado entre ellos. Desde la otra orilla, el anciano señaló con un dedo huesudo a Percy y esbozó con los labios algo parecido a « Ni se te ocurra»
—Te recuerda— dijo Thalia
—Creo que sería un poco difícil que lo olvidara después de lo que pasó— señaló Zoë
—Y vaya que sí— asintió Grover
—Sobre todo por el look que usaste— dijo Thalia riendo
Zoë y Grover también rieron
—Muchas gracias— dijo Percy
—¿Habéis visto eso? —preguntó Hazel.
La cara de Percy estaba teñida de rojo con la puesta de sol.
—Sí. He estado aquí antes. No... no sé. Creo que estaba buscando a mi novia.
—A Artemisa— dijo Apolo
—Obviamente, ibas a la misión por ella ¿No?— dijo Perséfone
—Claro, por supuesto que iba por ella— comentó Afrodita con una risita
Percy se sonrojó
—Annabeth —dijo Frank—. ¿Te refieres a cuando ibas al Campamento Júpiter?
Percy frunció el ceño.
—No. Antes de eso.
—Cuando se le ocurrió la grandiosa idea de saltar de un acantilado— resopló Thalia
—No se me ocurrió exactamente— señaló Annabeth
—Pues según Nico, sí se te ocurrió— dijo Thalia
Nico rodó los ojos
Escudriñó la ciudad como si estuviera buscando a Annabeth hasta que pasaron por debajo del Golden Gate y giraron hacia el norte.
Percy le sonrió a Annabeth
—Awwww eso es tan hermoso— dijo Afrodita
Zoé lucía un poco menos enfurruñada
Hazel trató de asentar su estómago pensando en cosas agradables: la euforia que había sentido la noche anterior cuando habían ganado los juegos de guerra, la entrada a lomos de Aníbal en el torreón enemigo, la repentina transformación de Frank en líder...
Sus amigos empezaron a hacer soniditos de burla
—Estuviste genial, Frank— dijo Jason
—Gracias— dijo Frank
—Ellos también son muy hermosos— asintió Afrodita
Frank y Hazel se sonrojaron
Le había parecido una persona distinta cuando había escalado los muros, ordenando a la Quinta Cohorte que atacara. La forma en que había arrasado a los defensores de las almenas...
—A eso casi le salen corazoncitos— bromeó Travis
—Me sorprende que no salieran— dijo Percy
—¡Percy!— chillaron Hazel y Frank
—¿Ya ven? También deberían unirse en molestar a Percy— dijo Thalia
Hazel nunca lo había visto así. Se había sentido muy orgullosa de prenderle la insignia de centurión en la camiseta.
—Sí nos dimos cuenta— dijo Percy con una sonrisa
—Nosotros también y eso que solo lo escuchamos— asintió Travis
—Nos imaginamos cómo fue estar ahí— dijo Piper
Entonces sus pensamientos se centraron en Nico. Antes de partir, su hermano la había llevado aparte para desearle buena suerte.
Nico y Hazel se miraron, claramente ambos recordando cual había sido la plática, ambos hicieron una mueca
Hazel esperaba que se quedara en el Campamento Júpiter para ayudar a defenderlo, pero él le había dicho que partiría ese mismo día para regresar al inframundo.
—Papá necesita toda la ayuda posible —dijo—.
—El Inframundo debe estar hecho todo un caos— masculló Hades
—Y vaya que lo estaba— murmuró Nico
Los demás dioses hicieron una mueca, pues realmente a ninguno le convenía que en el Inframundo reinara el desorden
Los Campos de Castigo parecen un motín carcelario. Las Furias apenas pueden mantener el orden. Además, voy a intentar localizar a algunas de las almas que han escapado. Tal vez encuentre las Puertas de la Muerte desde el otro lado.
Nico palideció
—No puede ser— masculló Hades mirando a su hijo
Los demás chicos que no sabía mucho sobre las Puertas de la Muerte los miraron con confusión
—Ten mucho cuidado —dijo Hazel—. Si Gaia está vigilando esas puertas...
—No te preocupes —Nico sonrió—. Sé esconderme.
Will tomó de la mano a su novio, los chicos del Argo II miraron con incomodidad a Nico (sobre todo Jason y Leo)
Cuida de ti. Cuanto más te acerques a Alaska... no sé si los desmayos mejorarán o empeorarán. Que cuide de mí, pensó Hazel con amargura. Como si la misión pudiera tener un final feliz para ella.
Hades hizo una mueca
—Odio estos capítulos— murmuró Hazel
—Nosotros también— asintió Leo
—Te entendemos— dijo Piper
Frank y Percy asintieron de acuerdo
—Si liberamos a Tánatos —dijo Hazel a Nico—, puede que no te vuelva a ver. Tánatos me hará volver al inframundo...
Algunos no habían entendido esa parte y se quedaron mirando a Hazel
—Pero si eres una de los 7, no te pueden volver a mandar ahí— protestó Katie
Nico le cogió la mano. Sus dedos eran tan pálidos que costaba creer que Hazel y él tuvieran el mismo padre divino.
—Quería darte una oportunidad en los Campos Elíseos —dijo—. Era lo máximo que podía hacer por ti.
—¿Y por qué antes no estarías en los Campos Elíseos?— preguntó Travis
Hazel se removió incómoda
Katie le dio un codazo —No les puedes preguntar eso a las personas
—Pues no porque normalmente ya no ves a las personas— susurró Travis de vuelta —y no creo que ella haya hecho algo malo
Dejaron el tema, pero muchos de los chicos se preguntaban lo mismo
Ojalá hubiera otra forma. No quiero perder a mi hermana.
No pronunció las palabras « otra vez» , pero Hazel sabía lo que estaba pensando.
Nico hizo una mueca, recordando que de hecho lo había hecho
Por una vez, no sintió celos de Bianca di Angelo.
Hazel y Bianca se sonrojaron
—No, ahora es Bianca la que siente celos de ella— susurró Will
Nico miró a sus hermanas pensando si en algún momento se volvería a llevar como al principio
Simplemente deseó disponer de más tiempo con Nico y sus amigos del campamento. No quería morir por segunda vez.
Sammy hizo una mueca
—Buena suerte, Hazel —dijo él.
Acto seguido desapareció entre las sombras, como había hecho su padre setenta años bote se sacudió y devolvió a Hazel al presente. Se internaron en las corrientes del Pacífico y rodearon el rocoso litoral del condado de Marin.
—Habría sido una buena vista si no estuviéramos en una misión suicida— dijo Percy
—Y si el bote no se hubiera sacudido tanto— comentó Hazel
—Lo siento por eso— dijo Percy con una pequeña sonrisa
Frank sujetaba su bolsa sobre el regazo. La bolsa pasaba por encima de las rodillas de Hazel como la barra de seguridad de una atracción de feria, lo que le hizo acordarse de la vez que Sammy la había llevado al carnaval durante el Mardi Gras...
—Con que Sammy eh— dijo Connor
Hazel se sonrojó
—No sé por qué se siguen molestando así y saben que todos salen perdiendo— comentó Apolo —solo vean a Zoé
Zoé frunció el ceño
—No puede ser— murmuró Percy sonrojado
Apartó rápidamente ese recuerdo de su mente. No podía arriesgarse a sufrir un desmayo.
—¿Estás bien? —preguntó Frank—. Pareces preocupada.
—Estoy mareada —confesó ella—. No pensaba que fuese a ponerme tan mal.
—Es horrible cuando pasa— asintió Rachel
—Y vaya que lo es— dijo Hazel con una mueca
—Sobre todo cuando vas en un trirreme griego— recordó Piper
—Aún peor— dijo Hazel
Frank hizo un mohín como si él tuviera la culpa. Empezó a rebuscar en su mochila.
—Tengo néctar. Y galletas saladas. Mi abuela dice que el jengibre ayuda... Yo no tengo de eso, pero...
—Y no creo que lo puedan conseguir— dijo Apolo
—Creo que era un poco imposible— comentó Travis
—No hay imposibles— dijo Hermes
—Tienen galletas saladas, esas también ayudan— dijo Deméter
—No pasa nada —Hazel esbozó una sonrisa—. Pero es un detalle por tu parte.
Frank sacó una galleta salada, pero se partió entre sus grandes dedos. La galleta voló en pedazos por todas partes.
—Y así es como se saca una galleta salada— asintió Travis
Frank se sonrojó
—Las galletas saladas tienen muy poca resistencia— dijo Percy
—De hecho es cierto, es horrible tratar de sacarlas enteras— comentó Rachel
—Pero es el detalle lo que cuenta— dijo Perséfone recibiendo una mirada no tan amigable de Hades
Hazel se echó a reír.
—Dioses, Frank... Lo siento. No debería reírme.
—No te preocupes —dijo él tímidamente—. Supongo que no quieres esa.
—Supongo que fue para los peces— dijo Katie
—Ellos también tenían derecho a una galleta salada— dijo Frank con una sonrisa tímida
—Es justo, podría ser como el postre para ellos— asintió Miranda
Percy no estaba atendiendo. Mantenía la vista fija en el litoral. Cuando pasaron por Stinson Beach, señaló tierra adentro, donde una sola montaña se alzaba por encima de las colinas verdes.
—Que buena colina— dijo Percy con sarcasmo
Algunos de los chicos resoplaron
—Me resulta familiar —dijo.
—El monte Tamalpais —dijo Frank—. Los chicos del campamento hablan continuamente de él. En la cima tuvo lugar una gran batalla, en la antigua base de los titanes.
—Como olvidar esa montaña— masculló Thalia
—Tenemos las mismas historias y a la vez tan diferentes historias— dijo Connor
—Definitivamente eso lo explica muy bien— asintió Chris
Percy frunció el entrecejo.
—¿Alguno de vosotros dos estuvo allí?
—No —respondió Hazel—. Fue en agosto, antes de que... antes de que llegara al campamento.
—Sí, también he escuchado ese historia— asintió Percy
—Obviamente— asintió Leo —aunque en ese momento no recordaras haberla escuchado
—Por supuesto— dijo Percy
Jason me habló de ella. La legión destruyó el palacio del enemigo y mató a un millón de monstruos. Jason tuvo que luchar contra Crio: un combate mano a mano con un Titán, ¿te lo imaginas?
—Creo que se lo imagina— dijo Miranda
—Me parece que lo hace— comentó Travis
—Es posible— dijo Percy encogiéndose de hombros
—Me lo imagino —murmuró Percy.
Hazel no estaba segura de a qué se refería, pero Percy le recordaba mucho a Jason, aunque no se parecían en nada.
—Thalia, Jason y tú se parecen— asintió Leo
—No nos parecemos— dijeron los tres al unísono
—Pero hablan hasta coordinados— bromeó Connor
—Fue un error de cálculo para hablar— dijo Percy
Tenían el mismo halo de poder sereno, además de una suerte de tristeza, como si hubieran visto su propio destino y supieran que tarde o temprano toparían con un monstruo al que no podrían vencer.
Percy y Jason se miraron, ambos sabían que tarde o temprano llegaría el momento eso era algo que nadie podía cambiar y con el pasó del tiempo lo llegaron a aceptar. Sin embargo (aunque la mayoría no lo notó) los hermanos Jackson y los mellizos Grace era algo que aun no habían aceptado y todavía se negaban a hacerlo y pusieron unas expresiones dolidas, sus amigos también hicieron una mueca
Hazel entendía esa sensación. Contempló cómo el sol se ponía sobre el mar y supo que tenía menos de una semana de vida. Tanto si tenían éxito como si no, el viaje de Hazel tocaría a su fin en la fiesta de Fortuna.
Hazel hizo una mueca, los chicos miraron a Hazel como preguntándose que había pasado
Pensó en su primera muerte y en los meses previos a ella: su casa en Seward, los seis meses que había pasado en Alaska yendo a Resurrection Bay de noche en aquel pequeño bote, visitando la isla maldita.
—No de nuevo— masculló Hazel
—Estará bien, no te preocupes— dijo Frank con una sonrisa de apoyo
—Eso espero— murmuró Hazel, aunque no estaba realmente convencida
Se percató de su error demasiado tarde. La vista se le tiñó de negro, y retrocedió en el tiempo. Su casa de alquiler era una caja de tablillas suspendida sobre unos pilotes en la bahía. Cuando el tren de Anchorage pasaba, los muebles se sacudían y los cuadros vibraban en las paredes.
—Como cuando hay fiestas super ruidosas— dijo Apolo
—Esas fiestas me gustan— asintió Dionisio
De noche, Hazel se dormía al son del agua helada que lamía las rocas bajo las tablas. El viento hacía crujir el edificio.
—Eso es relajante— asintió Katie
—Sí lo era— asintió Hazel
—Pero el viento a veces da miedo— dijo Travis
—¿Por qué te daría miedo el viento?— preguntó Chris
—¿Han escuchado los ruidos que hace? Casi parecen lamentos— argumentó Travis
—De hecho, esos son los fantasmas que aparecen en la noche— comentó Nico
Tenían una habitación, con un hornillo y una nevera por cocina. Había un rincón separado con una cortina para Hazel, donde tenía su colchón y su baúl. Había clavado sus dibujos y viejas fotos de Nueva Orleans en las paredes, pero no hacían más que agravar su nostalgia.
—Nosotros nunca hemos visto tus dibujos— se quejaron los Stoll al unísono
—Dibuja genial— dijo Rachel
Su madre casi nunca estaba en casa. Ya no se hacía llamar la Reina Marie. Ahora solo era Marie, la asistenta. Cocinaba y limpiaba todo el día en la casa de comidas de la Tercera Avenida para pescadores, ferroviarios y alguna que otra dotación de marineros. Volvía a casa oliendo a productos de limpieza y pescado frito.
Hazle hizo una mueca, seguía sin entender por qué ese tipo de cosas tenían que venir en el libro, sobre todo creía que ahora sí todos se iban a enterar de lo que había hecho por Gaia y le preocupaba un poco la reacción de algunas personas
De noche, Marie Levesque se transformaba. La Voz se apoderaba de ella, dando órdenes a Hazel y obligándola a trabajar en su terrible proyecto.
Hazel se removió incómoda
El invierno fue lo peor. La Voz se quedaba más tiempo debido a la oscuridad continua. El viento era tan intenso que Hazel pensaba que no volvería a entrar en calor en su vida.
—Qué horror— murmuró Katie
—Y peor en un lugar como ese— masculló Hades con una mueca —tan lejos
Los dioses sabían que a muchas personas les habría agradado estar lejos del alcance del poder de los dioses, pero simplemente era muchísimo peor estarlo, nunca sabías que te podías encontrar.
Cuando llegó el verano Hazel no se cansaba del sol. Durante las vacaciones veraniegas, permanecía fuera de casa lo máximo posible, pero no podía andar por la ciudad. Era una pequeña comunidad. Los otros niños hacían correr rumores sobre ella: la hija de la bruja que vivía en la vieja choza del puerto.
—Y de nuevo lo hicieron— dijo Piper con una mueca
—Sí— suspiró Hazel
—Las personas no cambian mucho al parecer— comentó Miranda —estés en donde estés
—Lo que lo hace peor— dijo Zoë
Si se acercaba demasiado, los niños se burlaban de ella o le tiraban botellas y piedras. Los adultos no se portaban mucho mejor.
—Por supuesto que no, los adultos siempre son peores— murmuró Leo
—Creo que tienes razón— asintió Hazel
Hazel podría haberles amargado la vida. Podría haberles dado diamantes, perlas u oro. En Alaska el oro abundaba. Había tanto en las colinas que Hazel podría haber enterrado la ciudad sin esfuerzo.
—Vaya— dijo Travis
—Lo que no fue precisamente bien tampoco— murmuró Hazel para sí misma
—No es una coincidencia que hayas terminado en un lugar con tantísimo oro ¿Verdad?— preguntó Katie
Hazel negó con la cabeza
Pero la verdad era que no odiaba a los vecinos por marginarla. No podía culparlos. Se pasaba el día andando por las colinas. Atraía a los cuervos, que le graznaban desde los árboles y esperaban los objetos brillantes que siempre aparecían en sus pisadas.
—Los cuervos dan miedo— murmuró Connor
Hades resopló
—¿Y a los animales no les afectan las piedras preciosas?— preguntó Miranda
—A ellos parecía que no— contestó Hazel
La maldición no parecía molestarles. También veía osos, pero ellos guardaban las distancias. Cuando a Hazel le entraba sed, buscaba una cascada de nieve derretida y bebía agua fría y transparente hasta que le dolía la garganta.
—Eso suena genial— admitió Katie
—Y lo era— asintió Hazel
Trepaba todo lo alto que podía y dejaba que el sol le calentara el rostro. No era una mala forma de pasar el rato, pero sabía que al final tendría que volver a casa.
—Y eso ya no era tan genial— suspiró Hazel
Hubo un par de miradas de entendimiento, por más que pasaras el rato en algún lugar siempre habría que volver a casa
A veces pensaba en su padre, aquel extraño hombre pálido con un traje plateado y negro. Hazel deseaba que volviera y la protegiera de su madre, y que usara sus poderes para librarse de aquella espantosa Voz. Si era un dios, debía de poder hacerlo.
—Pero ya estas en el lugar más allá de nosotros, cariño— dijo Hestia amablemente
—Por eso es que escogió ese lugar— masculló Hades
Hazel asintió con una mueca
Alzaba la vista a los cuervos y se imaginaba que eran los emisarios de su padre. Tenían unos ojos oscuros de maníaco como los de él.
—Se siente el amor— comentó Apolo
A pesar de que la tensión iba creciendo en la sala, chicos y dioses no pudieron evitar reírse (aunque los semidioses más disimuladamente)
—Lo siento— murmuró Hazel sonrojada
Se preguntaba si informarían de sus movimientos a su padre.
Hades no quiso decir tan valiosa información
Sin embargo, Plutón había advertido a su madre acerca de Alaska. Era una tierra situada más allá del alcance de los dioses. Él no podría protegerla allí.
—Y pensar que va a volver allá— masculló Hades para sí mismo
Si estaba observando a Hazel, no hablaba con ella. A menudo la niña se preguntaba si su padre era una imaginación suya.
—Pues vaya imaginación más rara que tienes— bufó Deméter
—¡Mamá!— se quejó Perséfone
—Es la verdad querida— dijo Deméter
Hades rodó los ojos
Su antigua vida parecía tan lejana como los programas de radio que escuchaba, o como el presidente Roosevelt cuando hablaba de la guerra. De vez en cuando los vecinos hablaban de los japoneses y de algún enfrentamiento en las islas exteriores de Alaska, pero hasta eso parecía remoto, ni de lejos tan terrible como el problema de Hazel.
—Bueno, esos problemas también eran muy importantes— murmuró Hazel —per..
—No te preocupes, entendimos lo que querías decir— dijo Percy sonriéndole
—No necesitas justificarte— dijo Piper
—Gracias— asintió Hazel sonriéndoles
Un día en pleno verano se quedó más tarde de lo habitual persiguiendo un caballo.
—Ese es un buen motivo para llegar tarde— asintió Travis
—No es como que me haya pasado, pero sí suena a buen motivo— dijo Leo
—No, nosotros nada más tuvimos que perseguir una mesa— comentó Jason a Piper
—Por supuesto— asintió Piper riendo
Lo había visto por primera vez al oír un crujido detrás de ella. Se volvió y vio un precioso caballo ruano de color canela con la crin negra, como el que había montado el último día que había estado en Nueva Orleans, cuando Sammy la había llevado a las cuadras.
El capítulo se estaba poniendo bastante tenso y es por eso que algunos de sus amigos le dieron miraditas burlonas por la mención de Sammy, haciendo sonrojar a Hazel, además por si fuera poco también volteaban a ver al Sammy de la sala que tenía el ceño fruncido, al menos no dijeron nada.
Por otro lado, Deméter miró el libro pensativa aquel caballo se le hacía conocido, por supuesto había muchos caballos así, pero que la chica lo viera dos veces y en lugares tan distintos era raro.
Podría haber sido el mismo caballo, pero era imposible. Estaba comiendo algo en el sendero, y por un instante a Hazel le dio la impresión de que estaba masticando una de las pepitas de oro que siempre aparecían a su paso.
Y ahí las sospechas de la diosa de la agricultura se hicieron realidad
—Pero estoy casi seguro que los caballos no comen pepitas de oro— mencionó Connor
—Casi seguro— dijo Chris
—Había un mito sobre un caballo que comía oro ¿No?— preguntó Katie
—Deméter y Poseidón se sonrojaron... Y los chicos se acordaron del mito. Katie y Miranda voltearon a ver a Percy y él asintió
—De acuerdo, no vamos a entrar a esa historia. Voy a seguir leyendo— anunció Perséfone
—¡Eh, amigo! —gritó.
El caballo la miró con recelo.
Hazel supuso que debía de ser de alguien. Estaba demasiado bien cuidado, con el pelaje demasiado lustroso para tratarse de un caballo salvaje.
—Era probable que sí fuera de alguien— asintió Rachel
—Sonaba lógico— asintió Hazel
Si pudiera acercarse lo suficiente... ¿Qué? ¿Podría encontrar a su dueño? ¿Devolverlo?
« No» , pensó. Solo quiero volver a montar.
—No creo que nadie se diera cuenta de cualquier modo— comentó Leo
—No te preocupes, todos hemos hecho ese tipo de "préstamos"— dijo Travis
—Y vaya que sí— dijo Percy mirando a Rachel
—Pero lo devolví— se defendió Rachel
Se aproximó a tres metros del animal, y el caballo se desbocó. Se pasó el resto de la tarde tratando de atraparlo, acercándose y exasperándose cuando volvía a escapar.
—Creo que alguien estaba jugando contigo— dijo Percy
—Eso parecía— asintió Hazel
—O tal vez precisamente quería eso— señaló Atenea —quitarte el tiempo
Hazel se sorprendió porque no lo había pensado a fondo, pero ¿Eso es lo que había querido? ¿Distraerla?
Perdió la noción del tiempo, cosa que no era difícil cuando el sol veraniego duraba tanto en el cielo. Finalmente se detuvo en un arroyo a beber y miró al cielo, pensando que debían de ser las tres de la tarde.
—Es una buena hora— dijo Katie
—Pero no creo que sea tan buena hora si dice que "perdió la noción del tiempo"— dijo Chris
—Tiene un punto— asintió Connor
Entonces oyó el silbido de un tren procedente del valle y se dio cuenta de que debía de ser el ferrocarril de la línea a Anchorage, lo que significaba que eran las diez de la noche.
—Y esa ya no es tan buena hora— dijo Rachel
—Definitivamente no lo era— suspiró Hazel
—Bueno, con el sol durando tanto tiempo es fácil perder las horas— dijo Thalia
Miró furiosamente al caballo, que pacía tranquilamente al otro lado del arroyo.
—¿Quieres que me meta en un lío?
El caballo relinchó.
—Creo que eso era un sí— señaló Leo
—Y apuesto a que era un "sí" muy colorido— comentó Percy
—No hablamos caballo, pero te vamos a creer— dijo Leo
Entonces... Hazel debió de imaginárselo. El caballo se marchó a toda velocidad en medio de una borrosa mancha negra y color canela, más rápido que un relámpago en zigzag, casi tan rápido que sus ojos no podían verlo.
—Bueno, por si alguien tenía la duda de si era un caballo normal— dijo Travis
—Creo que de hecho ya nadie la tenía— dijo Luke
—Porque obviamente los caballos comen oro— señaló Chris
—Dioses Travis ¿Qué no estás poniendo atención?— preguntó Connor
—No hay nada peor que los hermanos— masculló Travis
Hazel no entendía cómo, pero sin duda el caballo había desaparecido. Se quedó mirando el lugar donde había estado el animal. Una voluta de humo se elevó desde el suelo.
—Eso es una buena velocidad— dijo Will
—Y que lo digas— murmuró Frank
—Suena como toda una aventura montarlo— dijo Rachel
—Y vaya que lo es— asintió Hazel
El silbido del tren resonó a través de las colinas otra vez, y se dio cuenta del lío en el que se había metido. Se fue corriendo a casa.
—Suele pasar— dijo Connor
—Por supuesto que sí puede pasar— asintió Percy sonriéndole de manera inocente a su mamá
Su madre no estaba allí. Por un instante, Hazel se sintió aliviada. Tal vez su madre había tenido que quedarse trabajando hasta tarde. Tal vez esa noche no tuvieran que hacer el viaje. Entonces vio los destrozos.
—No puede ser— murmuró Hazel, hasta ahí llegó la pequeña esperanza de Hazel de que eso no viniera en el libro
La cortina de Hazel estaba descorrida. Su baúl estaba abierto y sus escasas prendas de ropa esparcidas por el suelo. Su colchón estaba hecho jirones, como si un león lo hubiera atacado. Y lo peor de todo, su bloc de dibujo estaba hecho trizas.
—¿Un monstruo?— preguntaron varios de los chicos
Hazel negó con la cabeza
Todos sus lápices de colores estaban rotos. El regalo de cumpleaños de Plutón, el único lujo de Hazel, había sido destruido.
Hades hizo una mueca, recordó que hace poco él le había dado unos lápices de colores a Hazel junto con un bloc de dibujo, de hechos los había utilizado para dibujarle unas cartas de mitomagia a su hermano (sí, se había enterado de eso) tal vez era hora de agrandar más el regalo para que pudiera seguir dibujando
Clavada en la pared había una nota escrita en rojo en el último trozo de papel, con una letra que no era la de su madre: « Chica mala. Te espero en la isla. No me decepciones» . Hazel sollozó desesperada.
Frank tomó a Hazel de la mano y le dio una sonrisa de apoyo
—Si te quieres ir en cualquier momento dime y nos salimos de aquí— susurró Frank
Hazel sonrió —Muchas gracias
Quería hacer caso omiso del llamamiento. Quería huir, pero no había adónde ir. Además, su madre estaba atrapada. La Voz había prometido que casi habían acabado con su tarea. Si Hazel seguía ayudándola, su madre sería libre. Hazel no se fiaba de la Voz, pero no veía otra opción.
—Eso es muy valiente— dijo Katie
—No siento que haya sido tan valiente— suspiró Hazel
—Eres una de las personas más valientes que he conocido— dijo Frank en voz baja —si no es que la más valiente
Hazel le apretó la mano
Cogió el bote de remos: un pequeño esquife que su madre había comprado con unas cuantas pepitas de oro a un pescador, quien había sufrido un accidente con sus redes al día siguiente.
—Por eso tu odio a los botes— dijo Piper
—Y el Pax se parecía demasiado a ese otro — asintió Hazel
Solo tenían una barca, pero de vez en cuando la madre de Hazel parecía capaz de llegar a la isla sin transporte. Hazel había aprendido a no preguntarle por el asunto.
Los chicos hicieron una mueca
—Eso no se oye para nada bien y menos teniendo en cuenta lo de la voz — susurró Calipso a Leo
—Y qué lo digas — murmuró Leo, él no había tenido la ocasión de hablar con ella acerca de su parentesco con Sammy, suponía que tenía que decirle (aunque solo eso)
Incluso en pleno verano, había pedazos de hielo arremolinándose en Resurrection Bay. Las focas se deslizaban junto a su bote, mirando a Hazel esperanzadas, husmeando en busca de pescado. En mitad de la bahía, el reluciente lomo de una ballena surcaba la superficie.
—Yo siempre he querido verlas— murmuró Katie
—Son muy bonitas — dijo Hazel
—Fue una pena que no fueran al viaje que hicimos al mar — comentó Piper
—Fue muy divertido — dijo Travis
—Me alegra que se hayan divertido — murmuró Katie de brazos cruzados
Como siempre, el balanceo del bote le revolvía el estómago. Se detuvo una vez a vomitar por la borda.
—Es horrible — suspiró Hazel
—Nos lo podemos imaginar — asintió Rachel
El sol estaba descendiendo al fin sobre las montañas, tiñendo el cielo de rojo sangre. Remó hacia la entrada de la bahía. Varios minutos después, se volvió y miró al frente. Justo delante de ella, la isla surgió de entre la niebla: media hectárea de pinos, cantos rodados y nieve con una playa de arena negra.
—Suena un poco terrorífico— murmuró Connor
—Sí lo era — admitió Hazel
—Y sobre todo porque el sol ya se estaba metiendo — dijo Miranda
—Aún peor — asintió Connor
Si la isla tenía nombre, ella lo ignoraba. En una ocasión, Hazel había cometido el error de preguntar a la gente de la ciudad, pero se la habían quedado mirando como si estuviera loca.
—Ay genial una isla fantasma— dijo Leo
—O una isla cubierta por La Niebla — comentó Rachel
—De cualquier manera era raro — dijo Hazel
—Definitivamente — asintió Piper
—Allí no hay ninguna isla —dijo un viejo pescador—, o mi barca se habría chocado con ella mil veces.
Hazel se encontraba a unos cincuenta metros de la orilla cuando un cuervo se posó en la popa de la barca.
—¿Un cuervo en medio del océano?— preguntó Will
—Bueno ¿Por qué no? Si los cuervos pueden volar por muchos lugares — dijo Miranda
—Pero aún así, que estén en medio del océano es raro — señaló Will
Era un pájaro negro y grasiento, casi del tamaño de un águila, con un pico dentado como un cuchillo de obsidiana. Sus ojos emitían un brillo de inteligencia; tanto que Hazel no se sorprendió cuando habló.
A los demás sí les sorprendió
—Creo que el hecho de que esté en el medio del océano es lo de menos — señaló Miranda
—Ya lo veo — dijo Will
—Si puede hablar, puede hacer lo que quiera — dijo Leo
—Esta noche —graznó—. La última noche.
Hazel hizo una mueca
—Era el mensaje que un cuervo daría — comentó Apolo
Hades frunció el ceño
Hazel dejó apoyados los remos. Trató de decidir si el cuervo la estaba advirtiendo, si la estaba aconsejando o si le estaba haciendo una promesa.
—O la tres cosas— murmuró Hades
—Espero que ya acabe esto — murmuró Hazel a Frank
—Vas a ver que ya se acaba pronto — susurró Frank tomando entre sus manos la mano de Hazel
—¿Vienes de parte de mi padre? —preguntó.
El cuervo ladeó la cabeza.
—La última noche. Esta noche.
—Que buena respuesta— dijo Leo
—Tal vez solo estaba programado para decir eso — comentó Hazel, no le gustaba el ambiente que se estaba haciendo en la Sala de Trono
—Probablemente, es difícil hacer hablar a un perico yo creo que es mas difícil hacer hablar a un cuervo — dijo Leo
—Estoy completamente de acuerdo en eso — comentó Hermes
Picó la proa del bote y se fue volando hacia la isla.
« La última noche —se dijo Hazel. Decidió interpretarlo como una promesa
—. Me diga lo que me diga, esta noche será para mí la última.»
Hazel hizo una mueca pensando que la promesa se había cumplido
Eso le dio fuerzas para seguir remando. El bote se deslizó hasta la orilla, crujiendo a través de una fina capa de hielo y sedimento negro. A lo largo de los meses, Hazel y su madre habían hecho un camino desde la playa hasta el bosque.
—Vaya, cada vez suena más rara esa isla— murmuró Miranda
—Y eso no es lo peor — suspiró Hazel
Se dirigió a pie tierra adentro, con cuidado de seguir el sendero. La isla estaba llena de peligros, tanto naturales como mágicos. Los osos susurraban en la maleza. Brillantes espíritus blancos, vagamente humanos, deambulaban entre los árboles.
—Y creo que los naturales dan menos miedo— dijo Katie
—Mucho menos miedo — asintió Hazel
—Es por eso que el mundo mortal da menos miedo — murmuró Percy
Los semidioses asistieron de acuerdo, los dioses se removieron con incomodidad
Hazel no sabía lo que eran, pero sabía que la estaban observando, esperando que cayera en sus garras. En el centro de la isla, dos enormes cantos rodados negros formaban la boca de un túnel. Hazel penetró en la caverna que llamaba el Corazón de la Tierra.
—Ese nombre no suena bien— dijo Apolo
—Creo que es el peor nombre del mundo — comentó Hermes
—Es un nombre horrible — coincidió Hazel
—Creo que el nombre lo dice todo — masculló Hades
Era el único lugar cálido que Hazel había encontrado desde que se habían mudado a Alaska. El aire olía a tierra recién removida. El calor dulce y húmedo adormiló a Hazel, pero se esforzó por mantenerse despierta.
—Suena como a buena idea— asintió Rachel
—La mejor idea que se podía tener en ese momento — murmuró Hazel
Se imaginaba que si se dormía allí, su cuerpo se hundiría en el suelo de tierra y se convertiría en mantillo.
—Y eso no sería bueno— dijo Katie
—Mejor no te duermas — dijo Connor
—Eso intenté — suspiró Hazel
—Porque que te cubra la tierra no es divertido — murmuró Percy para sí mismo
La cueva era grande como el santuario de una iglesia, como la catedral de San Luis en Jackson Square, en su ciudad natal.
—Y luego se encontró con Percy Jackson ¿Coincidencia?— preguntó Connor
—Vaya, no lo había visto así — comentó Hazel con una pequeña sonrisa
—Ya ven, el destino es raro — dijo Rachel
—Bastante raro — asintió Percy
Las paredes brillaban con el musgo luminiscente: verde, rojo y morado. Toda la estancia vibraba de energía, un « bum, bum, bum» resonante que recordaba a Hazel el latido de un corazón. Tal vez solo eran las olas del mar azotando la isla, pero Hazel lo dudaba.
—Ojalá que solo sean las olas— dijo Thalia
—Esperemos eso — asintió Katie
—No sé, creo que no había mucha posibilidad de que fueran solo las olas — suspiró Hazel
—Por supuesto que no serían solo las olas — bufó Hades
Aquel sitio estaba vivo. La tierra estaba dormida, pero palpitaba con fuerza. Sus sueños eran tan maléficos, tan intermitentes, que Hazel sentía que estaba perdiendo el contacto con la realidad.
—Y ahí nos damos cuenta como es que ella te escogió desde un principio — dijo Rachel
—Vaya que lo hizo — asintió Hazel
Gaia quería destruir su identidad, como había doblegado a la madre de Hazel. Quería destruir a todos los humanos, dioses y semidioses que se aventuraran a cruzar su superficie.
« Todos me pertenecéis —murmuró Gaia como una nana—. Ríndete. Vuelve a la tierra.»
Todos los chicos hicieron una mueca
—Y yo que creí que a penas en este tiempo estaba despertando — comentó Katie
—Esto lleva más tiempo que ustedes — señaló Atenea
—Pero de todas maneras nos tocó a nosotros — susurró Leo para sí mismo
« No —pensó Hazel—. Soy Hazel Levesque. No podrás conmigo.»
—Así se habla, cariño— dijo Apolo guiñándole un ojo
Hazel se sonrojó un poco
Marie Levesque estaba delante del gran agujero de tierra. En seis meses, el pelo se le había vuelto gris. Había adelgazado. Tenía las manos nudosas del trabajo duro. Llevaba unas botas de nieve y unos pantalones impermeables, y una camisa blanca manchada de las tareas en la casa de comidas. Jamás la habían confundido con una reina.
—Bueno, pero no todo depende de la ropa— dijo Afrodita —definitivamente la ropa ayuda, pero todo es cuestión de actitud
—Afrodita, cállate— masculló Hades rodando los ojos
—Es demasiado tarde.
La débil voz de su madre resonó por la caverna. Hazel se dio cuenta, sorprendida, de que era su voz, no la de Gaia.
—Pero eso es bueno ¿No?— preguntó Katie
—Sí lo fue— dijo Hazel un poco vacilante, tal vez Gaia necesitaba el libre albedrío de su madre, pero definitivamente estar con ella en ese último abrazo que compartieron y saber que la quería, había sido todo lo que siempre había esperado
—¿Madre?
Marie se volvió. Tenía los ojos abiertos. Estaba despierta y consciente. Eso debería haber hecho sentir aliviada a Hazel, pero la puso nerviosa. La Voz jamás había cedido el control mientras estaban en la isla.
—Creo que eso responde tu pregunta— susurró Travis a su novia
—Sí, pero si a Hazel le pareció aunque sea un poco bueno debió ser por algo ¿No?— susurró Katie de vuelta
—Sí, supongo que tienes algo de razón— admitió Travis
—¿Qué he hecho? —preguntó su madre con expresión de impotencia—. Oh, Hazel, ¿qué te he hecho?
Se quedó mirando horrorizada aquella cosa del agujero.
—¿Cara de tierra?— preguntó Connor
—No, definitivamente no era ella— dijo Hazel
—Cada vez creo más que el sonido que escuchaba no era las olas— murmuró Rachel a Reyna
—Me parece que no lo eran— dijo Reyna
Durante meses habían ido allí, cuatro o cinco noches a la semana como exigía la Voz. Hazel había llorado, se había venido abajo del agotamiento, había suplicado, había sucumbido a la desesperación.
—Espero que ya acabe el capítulo— murmuró Hazel
—Yo creo que ya no debe faltar mucho— comentó Frank —ya ha tardado demasiado ¿No?
—Muchísimo— asintió Hazel
Pero la Voz que controlaba a su madre la había incitado sin descanso. « Tráeme objetos de valor de la tierra. Utiliza tus poderes, niña. Tráeme mi más valiosa posesión.»
Hades hizo una mueca y soltó una sarta de maldiciones en griego
Al principio, sus esfuerzos solo le habían granjeado desprecio. La fisura en la tierra se había llenado de oro y piedras preciosas que borboteaban en una densa sopa de petróleo. Parecía el tesoro de un dragón arrojado en un pozo de alquitrán.
—Eso no suena tan bien— dijo Chris —pero el oro y las piedras preciosas no pueden ser tan peligrosas ¿Cierto?
—Creo que pueden serlo— comentó Luke —depende que la manera en que se utilice y lo que se quiera lograr con ello
—En realidad, casi todo puede ser peligroso en las manos equivocadas— señaló Dionisio con un poco menos de indiferencia esta vez
Entonces, poco a poco, una espiral de roca empezó a crecer como un inmenso bulbo de tulipán. Apareció tan gradualmente, noche tras noche, que a Hazel le costó juzgar su progreso. A menudo se concentraba toda la noche en levantarla, hasta que su mente y su corazón estaban agotados, pero no advertía ninguna diferencia. Sin embargo, la espiral crecía.
—Dioses— murmuraron algunos de los chicos
Todos empezaron a mirar el libro como si pudieran ver entre sus páginas que era lo que se iba formando en esa espiral, Hazel se removió incomoda en su asiento.
En ese momento Hazel podía apreciar lo mucho que había conseguido. La espiral tenía una altura de dos pisos, un remolino de zarcillos rocosos que sobresalían como la punta de una lanza del oleaginoso cenagal.
—Tal vez el oro y las piedras preciosas no sean peligrosos, pero eso definitivamente sí lo es— señaló Travis
—Y vaya que lo era— dijo Hazel
Dentro, algo brillaba del calor. Hazel no podía verlo claramente, pero sabía lo que estaba sucediendo. Un cuerpo se estaba formando a partir de la plata y el oro, con petróleo por sangre y diamantes en bruto por corazón.
—Dioses, que horror— murmuró Katie
—No sabía que se podía hacer algo así— dijo Miranda
—Por supuesto que no lo sabrían— masculló Hera
—Y a eso es a lo que me refería— señaló Dionisio
Hazel estaba resucitando al hijo de Gaia. Estaba casi listo para despertar.
—Eso se pone peor— dijo Rachel
Hazel esperaba que alguno de los chicos presentes dijera algo sobre como ella ayudó a resusitar al hijo de Gaia, pero los semidioses parecían más impresionados por el cómo lo había hecho que por la resucitación en sí misma
Su madre cayó de rodillas y se echó a llorar.
—Lo siento, Hazel. Lo siento mucho.
Parecía impotente y sola, terriblemente triste.
Los chicos hicieron una mueca
Hazel debería haberse puesto furiosa. ¿Que lo sentía? Había vivido con miedo a su madre durante años. Ella la había regañado y culpado de su desgraciada vida. La había tratado como a un bicho raro,
—Pero todos cometemos errores— murmuró Hazel
—Por supuesto que sí cariño— agregó Hestia — es parte de la naturaleza cometer errores, ella se equivocó, pero no era una mala persona
Hazel asintió con un suspiro tembloroso
se la había llevado a rastras de su hogar en Nueva Orleans a aquel frío desierto, y había trabajado como una esclava para una diosa despiadada y perversa. Con sentirlo no bastaba. Debería haber despreciado a su madre.
—Pero no podías hacerlo—susurró Frank
—No, la quería— susurró Hazel de vuelta —era mi madre
—Por supuesto que sí— asintió Frank —y ella también te quería a ti
Pero no podía enfadarse. Hazel se arrodilló y rodeó a su madre con el brazo. Apenas quedaba algo de ella: solo piel y huesos y ropa de trabajo manchada. Temblaba incluso en aquella cueva cálida.
Hazel trataba de apartar las lágrimas que se estaban formando, no saía si podía seguir escuchando la lectura
—¿Qué podemos hacer? —preguntó Hazel—. Dime cómo detenerlo.
Su madre negó con la cabeza.
—Ella me ha dejado marchar. Sabe que es demasiado tarde. No podemos hacer nada.
Hazel se removió incómoda, un ambiente tenso y un poco horrorizado por lo que podía pasar se empezó a sentir en la sala
—Ella... ¿la Voz?
Hazel tenía miedo de hacerse ilusiones, pero si su madre había sido realmente liberada, todo lo demás no importaba. Podían largarse de allí. Podían escapar y volver a Nueva Orleans.
—Ojalá hubiera sido tan fácil— dijo Hazel pegándose más hacia Frank, mientras trataba de contener las lágrimas
—¿Se ha ido?
Su madre echó temerosamente un vistazo a la cueva.
—No, está aquí. Solo necesita una cosa más de mí. Y para eso necesita mi libre albedrío.
A Hazel no le gustó cómo sonaba eso.
—Tampoco me gusta como suena eso— murmuró Katie
—A ninguno en esta sala— comentó Miranda
—El libre albedrío es una cosa muy poderosa— dijo Apolo
—Larguémonos de aquí —instó a su madre—. La cosa de la roca... va a nacer.
—Pronto —convino su madre.
Miró a Hazel con gran ternura. Hazel no recordaba la última vez que había visto ese afecto en los ojos de su madre. Notó que un sollozo brotaba en su pecho.
Hazel miró a Frank y este asintió de acuerdo, ambos se levantaron y salieron de la sala bajo la atenta mirada de todos, en especial de Sammy que tenía plasmada una expresión muy triste en la cara
—Plutón me advirtió —dijo su madre—. Me dijo que mi deseo era muy peligroso.
—¿Tu... tu deseo?
—Toda la riqueza que hay bajo la tierra —contestó ella—.
—Ah, eso explica muchas cosas— murmuró Travis
—¿Y es por eso que se volvió como una maldición?—
Él la controlaba. Yo la deseaba. Estaba harta de ser pobre, Hazel. Harta. Primero lo invoqué... solo para ver si podía. Nunca pensé que el viejo grisgrís pudiera funcionar con un dios.
—O sea que al final de cuentas ¿Sí funcionan ese tipo de cosas?— preguntó Bianca
—No todas— admitió Hades —pero hay cosas que sí pueden invocarnos si saben como usarlo de una manera correcta
—Los mortales están más conectados a tales cosas de lo que creen— dijo Apolo —aunque la mayoría no lo crea en realidad
—Vaya, esa es información que no me habría imaginado tanto— murmuró Rachel
Pero él me conquistó, me dijo que era valiente y hermosa... —Se quedó mirando sus manos torcidas y callosas—. Cuando tú naciste, él se alegró mucho y se sintió orgulloso.
Perséfone se sintió un poco incómoda con la lectura aunque los niños le cayeran bien (por convivir a diario con ellos), seguía siendo un incómodo saber ese tipo de cosas. Hades le dio una mirada de disculpa
Me prometió lo que yo quisiera. Lo juró por la laguna Estigia. Yo le pedí toda la riqueza que él tenía. Él me advirtió que los deseos más ambiciosos provocan mayor dolor, pero yo insistí.
Leo hizo una mueca, era parecido a lo que le había dicho Némesis sobre que todo tenía un costo y por supuesto, se acordaba de ese costo cuando abrió la galleta de la fortuna
Me imaginaba viviendo como una reina: ¡la mujer de un dios! Y tú... tú recibiste la maldición.
Hazel se sentía como si estuviera llegando al límite, como la espiral del foso.
Dentro de poco su tristeza se volvería incontenible y su piel se haría trizas.
—Creo que es mejor que no esté en la sala— murmuró Will a su novio
—Por supuesto que sí— suspiró Nico —tiene que vivir con ese recuerdo durante todos los días de su vida, no creo que necesite volver a oírlo
—¿Por eso puedo encontrar cosas debajo de la tierra?
—Y por eso no traen más que dolor —su madre señaló lánguidamente la caverna—. Así me encontró ella y así pudo controlarme.
Luke se removió incómodo en su asiento, tampoco había olvidado lo que había hecho. Por otra parte, en ese momento los dioses recordaron la advertencia de Las Moiras acerca de la ira y el rencor actuando como motivaciones, la lectura era solo una prueba más de que esas dos emociones no podían llevar a nada bueno, algunos de los dioses voltearon a ver a los legados.
Yo estaba enfadada con tu padre. Lo culpaba de mis problemas. Te culpaba a ti. Estaba tan resentida que escuché la voz de Gaia. Fui una insensata.
—Tiene que haber algo que podamos hacer —dijo Hazel—. Dime cómo detenerla.
El suelo tembló. La voz incorpórea de Gaia resonó por la cueva.
—Como la odio— masculló Leo
—Todos la odiamos— asintió Piper
—Y que lo digan— murmuró Annabeth con una mueca
« Mi primogénito está renaciendo —dijo—, lo más precioso de la tierra... y tú lo has traído de las profundidades, Hazel Levesque. Tú lo has resucitado. Su despertar es imparable. Ahora solo queda una cosa.»
—Si eso pasó en Alaska eso quiere decir que ¿En la misión se enfrentarán con él?— preguntó Katie
Percy asintió con una mueca
—Perfecto— masculló Poseidón
Sally suspiró. Charles y Zoé se miraron
Hazel cerró los puños. Estaba aterrada, pero ahora que su madre era libre, sentía que por fin podía enfrentarse a su enemiga. Aquella criatura, aquella diosa perversa, había arruinado sus vidas. Hazel no pensaba dejarla vencer.
—Es muy valiente— dijo Artemisa
—Por supuesto que lo es— asintió Hades
—¡No te ayudaré más! —gritó.
« Ya no necesito tu ayuda, muchacha. Te he traído aquí por un solo motivo. Tu madre necesitaba... un incentivo.»
—Dioses— murmuraron algunos de los chicos, la tensión en la sala incrementaba
—Eso de ninguna manera suena bien— dijo Piper
—Definitivamente no— dijo Thalia
A Hazel se le hizo un nudo en la garganta.
—¿Madre?
—Lo siento, Hazel. Perdóname, por favor. Debes saber que solo lo he hecho porque te quiero.
Hades suspiró, eso también ya había pasado para él pero sin duda aún recordaba cuando el alma de su hija llegó al Inframundo después de todo
Ella me prometió que te dejaría vivir si...
—Si te sacrificabas —dijo Hazel, comprendiendo la verdad—. Necesita que entregues voluntariamente tu vida para despertar a esa... esa cosa.
—Oh mis dioses— murmuró Katie
—Y no podría hacerlo si ella lo estaba controlando— dijo Reyna
—Como dije, el libre albedrío esconde un poder muy fuerte— señaló Apolo —de no ser así algo podría no salir tan bien y por supuesto no se iba a arriesgar a eso
«Alcioneo —dijo Gaia—. El mayor de los gigantes. Él debe ser el primero en despertar, y esta debe ser su nueva tierra natal, lejos de los dioses. Él recorrerrá estas montañas y bosques helados. Reunirá un ejército de monstruos.
—Perfecto— dijo Piper
—Pero, si está más allá de los dioses ¿Eso en serio podría ser un gran problema?— comentó Bianca
—Pero su ejército de monstruos no se limitaría solo a un lugar— dijo Zoë
Mientras los dioses están divididos, peleándose entre ellos en su sangrienta Guerra Mundial, él enviará sus ejércitos a destruir el Olimpo.»
Los chicos miraron a los dioses y estos se removieron incómodos, algunos de ellos no podían creer como esos niños se atrevían a juzgarlos, a ellos, los dioses
Los sueños de la diosa de la tierra eran tan intensos que proyectaban sombras en las paredes: espantosas imágenes cambiantes de ejércitos nazis atravesando Europa con furia y aviones japoneses destruyendo ciudades estadounidenses.
—Que horribles sueños— dijo Leo
—De los peores sueños— asintió Percy
—Y peor aun si proyectan las sombras en las paredes— señaló Leo
Por fin Hazel lo entendió. Los dioses del Olimpo tomarían partido en la batalla como siempre hacían en las guerras humanas. Mientras los dioses luchaban entre ellos hasta un sangriento final, un ejército de monstruos se levantaría en el norte.
—Bueno, lo queramos o no era un buen plan— señaló Thalia
Zeus la miró como si no pudiera creer lo que escuchaba
—Y tal vez habría tenido éxito— admitió Artemisa
Zeus resopló
Alcioneo resucitaría a sus hermanos gigantes y los enviaría a conquistar el mundo. Los debilitados dioses caerían. El conflicto de los mortales proseguiría con furia durante décadas hasta que toda la civilización fuera arrasada y la diosa de la tierra se despertara completamente.
Gaia reinaría para siempre.
—Creo que Thalia tiene razón, era un plan demente pero bueno— murmuró Piper
—Pero más lo de demente— dijo Apolo
—Estoy de acuerdo en eso— asintió Hermes
« Todo porque tu madre fue avariciosa y te condenó con el don de encontrar riqueza. En mi estado durmiente, habría necesitado más décadas, tal vez incluso siglos, para tener el poder de resucitar a Alcioneo yo misma. ¡Pero ahora se alzará, y lo hará pronto, igual que yo!»
Los chicos miraron el lugar vacío de Hazel, si el plan de Gaia de hecho había sido tan bueno ¿Por qué fue que no se había llevado a cabo? Muchos de ellos empezaron a sacar sus conclusiones y por supuesto no eran buenas
Hazel supo con una terrible certeza lo que ocurriría a continuación. Lo único que Gaia necesitaba era un sacrificio voluntario: un alma que se consumiera para que Alcioneo despertara. Su madre entraría en la fisura, tocaría aquella horrible espiral y sería absorbida.
—Que horror— murmuraron los chicos con una mueca
Hades suspiró, no podía creer que en serio estuviera escuchando esto sobre su hija
—Vete, Hazel —su madre se levantó con paso inestable—. Ella te dejará vivir, pero debes darte prisa.
Hazel no lo ponía en duda. Eso era lo más terrible. Gaia respetaría el trato y dejaría a Hazel con vida. Hazel sobreviviría para ver el fin del mundo, sabiendo que ella lo había provocado.
—Pero realmente no fue su culpa— dijo Piper
—Por supuesto que no— dijo Nico un poco a la defensiva
—Pero ella lo cree así y es difícil que se convenza de lo contrario— comentó Sally en tono amable
—No —Hazel tomó una decisión—. No viviré. No por algo así.
Buscó en lo más recóndito de su alma. Pidió ayuda a su padre, el señor del inframundo, e invocó todas las riquezas que se encontraban en sus vastos dominios. La caverna tembló.
Will tomó la mano de Nico que estaba haciendo una mueca, era la segunda vez que escuchaba como había muerto una hermana. En otro lugar Esperanza también había tomado la mano de Sammy que había empezado a tomar el borde del sillón con fuerza, sabía que solo lo estaba haciendo para evitar las lágrimas
Alrededor de la espiral de Alcioneo empezó a borbotear petróleo, que se agitó y entró en erupción como una olla en ebullición. « No seas tonta —dijo Gaia, pero Hazel detectó desprecio en su tono, incluso miedo—. ¡Te destruirás a ti misma por nada!
Y ahí, todos los que no lo habían hecho lo entendieron, la sala entera pareció contener la respiración mientras Perséfone seguía con la lectura
¡Tu madre morirá de todas formas!» Hazel estuvo a punto de vacilar. Recordó la promesa de su padre: algún día su maldición desaparecería; un descendiente de Neptuno le daría paz.
Hades pensó en el mocoso de Marte, que hace poco de hecho habían descubierto que era descendiente de Neptuno y si había sido él el que la liberara de la maldición (estaba casi seguro) entonces tal vez, tal vez al mocos no le esperara una condena tan larga en los campos de castigo. Dudaba que el descendiente del que hablaba fuera Perseus, técnicamente él era descendiente de Poseidón y por supuesto que los nombres contaban
Incluso le había dicho que encontraría un caballo. Tal vez el extraño caballo de las colinas estaba destinado a ella.
—Y vaya que encontró un caballo— dijo Percy con una pequeña sonrisa
—Y si fue el caballo del que hace rato hablamos, esa más increíble— murmuró Katie
Deméter y Poseidón se sonrojaron
—Por supuesto que sí— dijo Percy
Sin embargo, nada de eso ocurriría si moría entonces. Jamás volvería a ver a Sammy ni regresaría a Nueva Orleans. Su vida terminaría a los trece, unos años amargos con un final triste.
Esperanza apretó más fuerte la mano de Sammy
Miró a su madre a los ojos. Por una vez, su madre no parecía triste ni enfadada. Sus ojos brillaban de orgullo.
—Tú fuiste mi don, Hazel —dijo—. Mi don más preciado. Fui una tonta al pensar que necesitaba algo más.
La sala se estaba llenando de un sentimiento triste
Besó a Hazel en la frente y la estrechó con fuerza. Su calor dio a Hazel el valor para continuar. Morirían, pero no sacrificándose por Gaia. Hazel supo instintivamente que su acto final rechazaría el poder de Gaia.
—Ella es tan valiente— dijo Hestia con una sonrisa triste
—Por supuesto que lo es— dijo Hades
Sus almas irían al inframundo, y Alcioneo no despertaría, al menos aún.
—Es irónico como funciona el destino— murmuró Rachel
—Demasiado cariño— asintió Apolo
Hazel hizo acopio de la fuerza de voluntad que le quedaba. El aire se volvió abrasador. La espiral empezó a hundirse. Joyas y pedazos de oro salieron disparados de la fisura con tal fuerza que agrietaron las paredes de la caverna y lanzaron metralla por los aires, que se clavó en la piel de Hazel a través de su cazadora.
Los chicos miraron el libro con una mueca horrorizada, muchos de ellos no conocían realmente bien a Hazel, pero nadie se merecía algo así, el ambiente era opresivo
« ¡Basta! —ordenó Gaia—. No podéis impedir que despierte. Como mucho, lo retrasaréis unas décadas. Medio siglo. ¿Daríais vuestras vidas por eso?» Hazel le contestó.
« La última noche» , había dicho el cuervo.
—Y se había cumplido— murmuró Leo negando con la cabeza
La fisura explotó. El techo se desplomó. Hazel cayó entre los brazos de su madre, en la oscuridad, mientras sus pulmones se llenaban de petróleo y la isla se hundía en la bahía.
Se hizo un tenso silencio en la sala, luego se oyeron suaves murmullos por todos lados
—Y tú querías que le pasara el libro a Sam— susurró Charles mirando con preocupación al pequeño niño que se estaba limpiando un par de lágrimas que se le habían escapado
—Lo siento— susurró Bianca —gracias por no hacerme caso
Sammy sabía que Hazel no era del tiempo en que vivía, obviamente sabía que en algún momento tuvo que haber ido al Inframundo para regresar, pero no sabía como había sido y después de la última vez que la había visto (antes de aparecer en la Sala), era un poco cruel
XVIII
Hazel
—¡Hazel! —Frank agitaba los brazos con voz de pánico—. ¡Por favor! ¡Despierta!
Abrió los ojos. El cielo nocturno brillaba lleno de estrellas. El bote había dejado de balancearse. Estaba tumbada en tierra firme, con su espada y su mochila al lado.
—Nos asustó— murmuró Percy con la voz ronca
—Nos podemos imaginar— asintió Rachel aclarándose la garganta
Cuando se incorporó estaba como atontada y todo le daba vueltas. Se encontraban en un acantilado que daba a una playa. A unos treinta metros, el mar relucía a la luz de la luna. Las olas batían suavemente contra la popa de su bote varado.
—Bueno, al menos se sentirá mejor de no estar en el barco— suspiró Katie
—Al menos— dijo Percy
A su derecha, arrimado al borde del acantilado, había un edificio que parecía una pequeña iglesia con un reflector en el chapitel. Un faro, supuso Hazel. Detrás de ellos, unos campos de hierba alta susurraban al viento.
—Los campos de hierba no nos gustaron mucho— murmuró Percy
—Los campos de hierba son muy buenos— dijo Deméter
—Esos no eran de la parte buena— comentó Percy
—¿Dónde estamos? —preguntó.
Frank espiró.
—¡Gracias a los dioses, has despertado! Estamos en Mendocino, a unos doscientos cincuenta kilómetros al norte del Golden Gate.
—Vaya, esos son muchos kilómetros— dijo Connor
—Ya era de noche— señaló Miranda —o al menos decía que ya estaba la luna, por supuesto que estuvo fuera mucho tiempo
—¿Doscientos cincuenta kilómetros? —repitió Hazel gimiendo—. ¿He estado inconsciente tanto tiempo?
Percy se arrodilló a su lado, mientras el viento revolvía su pelo. Le posó la mano en la frente como si estuviera comprobando si tenía fiebre.
—Eso se hace cuando alguien se desmaya ¿No?— dijo Percy
—La mayoría de las veces— asintió Will
—No podíamos despertarte. Al final decidimos traerte a tierra. Pensamos que tal vez el mareo...
—No ha sido un mareo.
Ella respiró hondo. No podía seguir ocultándoles la verdad.
—Eso es muy cierto— asintió Deméter
—Así ellos también estarán preparados— dijo Hermes
Se acordó de lo que había dicho Nico: « Si tienes una regresión como esa en pleno combate...»
—Tengo... tengo que ser sincera con vosotros —dijo—. Lo que me ha pasado ha sido un desmayo. Los sufro de vez en cuando.
—Algo así en pleno combate sería horrible— dijo Rachel
—Claramente, por eso es bueno que les vaya a decir lo que está pasando— asintió Thalia
—¿Un desmayo? —Frank tomó la mano de Hazel, un gesto que a ella le sorprendió... aunque agradablemente—. ¿Es un problema de salud? ¿Cómo es que no me había fijado antes?
—Awwww me encanta ese chico— dijo Afrodita
—Es una lindura— admitió Perséfone
—Intento ocultarlo —reconoció ella—. Hasta ahora he tenido suerte, pero está empeorando. No es un problema de salud... en realidad no. Nico dice que es un efecto secundario de mi pasado, del lugar donde me encontró.
—Por supuesto que tenía que serlo— dijo Hades con una mueca
Los intensos ojos verdes de Percy eran difíciles de descifrar. Ella no sabía si estaba preocupado o receloso.
—¿Dónde te encontró Nico exactamente? —preguntó.
—Chismoso— dijo Leo
—Lo siento— dijo Percy sonrojada —pero es que fue un poco extraño escuchar algo así
Hazel notó la lengua como si fuera de trapo. Tenía miedo de que si empezaba a hablar, sufriera otra regresión al pasado, pero ellos se merecían saber la verdad. Si les fallaba en aquella misión, si se quedaba como un tronco cuando más la necesitaban... No soportaba la idea.
—Además no merece llevar esa carga sola— comentó Hestia
—Y debe saber que hay personas a las que les importa— asintió Sally y discretamente miró a Charles y Zoé
—Os lo explicaré —prometió. Rebuscó en su mochila. Había cometido la estupidez de olvidarse de llevar una botella de agua—. ¿Hay... hay algo de beber?
—Sí —Percy murmuró una maldición en griego—. Qué tonto. Me he dejado las provisiones en el bote.
—Eso no se hace Percy— dijo Travis
—No sé como se me pudieron olvidar las provisiones— dijo Percy negando con la cabeza
—Qué no vuelva a pasar— dijo Leo
A Hazel le sabía mal pedirles que cuidaran de ella, pero se había despertado muerta de sed y agotada, como si durante las últimas horas hubiera vivido al mismo tiempo en el pasado y en el presente.
—Pues se podría decir que lo hizo— comentó Piper
—De alguna manera— asintió Nico con una mueca
Se echó al hombro la mochila y la espada.
—Da igual. Puedo andar...
—Ni se te ocurra —dijo Frank—. No hasta que hayas tomado comida y agua. Iré a buscar las provisiones.
—No, iré yo.
—¿Ven? eso es lo que se hace cuando te das cuenta que eres mal tercio— comentó Afrodita —no se les interrumpe
—Tomen la lección, eso es muy importante— dijo Apolo
Percy miró la mano de Frank sobre la de Hazel.
—Era demasiado obvio— dijo Percy
Grover le dio una mirada un poco irónica
—O sea que te das cuenta cuando dos personas se gustan y no cuando le gustas a alguien?— preguntó Thalia
—El tira y afloja solo funciona cuando se trata de él y Annabeth— señaló Apolo
—Nosotros no teníamos nada que ver en esto— dijo Annabeth rodando los ojos
A continuación oteó el horizonte como si intuyera problemas, pero no había nada que ver: solo el faro y el campo de hierba que se extendía hacia el interior.
—Vosotros dos quedaos aquí. Enseguida vuelvo.
—Ese lugar tampoco me gustó— dijo Percy
—Oye, nada te gustó— dijo Leo
—Nop— murmuró Percy
—¿Estás seguro? —preguntó Hazel—. No quiero que...
—Tranquila —dijo Percy—. Frank, estate atento. Hay algo en este sitio... No sé.
—La mantendré a salvo —prometió Frank.
—Awwww, que monada— dijo Afrodita
—Sabía que lo haría, pero de cualquier manera...— comentó Percy
—Por supuesto que sí— asintió Annabeth
Percy se marchó a toda prisa.
Cuando se quedaron solos, Frank pareció darse cuenta de que seguía cogiendo la mano de Hazel. Se aclaró la garganta y la soltó.
—¿No te parecen adorables?— preguntó Perséfone a su marido
—No— bufó Hades
—Yo, esto... Creo que sé a qué se deben tus desmayos —dijo—. Y de dónde vienes.
A ella le dio un vuelco el corazón.
—¿De verdad?
—Vaya, ahora sé mejor esa conversación— dijo Percy
—Eres muy distinta de las otras chicas que he conocido —Frank parpadeó y acto seguido continuó atropelladamente—. No distinta en el mal sentido.
—Ay me encantan las conversaciones que empiezan así— suspiró Afrodita
—Por supuesto, una conversación muy elaborada— asintió Apolo
—¿Ellos se darán consejos sobre citas?— preguntó Piper a Jason en voz baja
—Yo creo que de hecho lo hacen— asintió Jason
Es la forma como hablas. Las cosas que te sorprenden, como canciones o programas de televisión, o la jerga que usa la gente. Hablas de la vida como si la hubieras vivido hace mucho tiempo. Naciste en otra época, ¿verdad? Vienes del inframundo.
—Es lo que yo siempre he dicho, cuando te gusta una persona te das cuenta de todo —dijo Apolo
—Estoy completamente de acuerdo— dijo Afrodita —siempre téngalo en cuenta
A Hazel le entraron ganas de llorar, no porque estuviera triste, sino porque era un gran alivio oír a alguien decir la verdad. Frank no se mostraba asqueado ni asustado. No la miraba como si fuera un fantasma o un horrible zombi.
—Bueno, no lo es ¿Por qué la miraría así?— preguntó Rachel
Bianca, Zoë y Luke se removieron
—Frank, yo...
—Ya lo solucionaremos —prometió él—. Estás viva. Y te vamos a mantener así.
—Awwwww— volvió a chillar Afrodita
La hierba susurraba entre ellos. A Hazel le picaban los ojos con el viento frío.
—No me merezco un amigo como tú —dijo—. No sabes lo que soy... lo que he hecho.
—Retrasar el ascenso de un gigante— señaló Piper
—Sacrificarse a sí misma— dijo Katie —es lo más valiente que he escuchado
Los chicos asintieron
—Basta —Frank le lanzó una mirada ceñuda—. ¡Eres genial! Además, no eres la única que tiene secretos.
Hazel lo miró fijamente.
—¿De verdad?
—Sí son adorables— sentenció Perséfone
—No lo son— dijo Hades
Frank se disponía a decir algo, pero se puso tenso.
—¿Qué? —preguntó Hazel.
—El viento ha parado.
—Ese es un gran problema?— preguntó Will
—Eso parece— dijo Rachel
Ella miró a su alrededor y reparó en que él tenía razón. El aire se había quedado totalmente inmóvil.
—No sé pero creo que eso va a ser una mala noticia— dijo Miranda
—Yo creo lo mismo— dijo Piper
—Y yo— murmuraron los chicos
—¿Entonces? —preguntó.
Frank tragó saliva.
—Entonces ¿por qué se sigue moviendo la hierba?
Con el rabillo del ojo, Hazel vio unas formas oscuras moviéndose a través del campo.
—Definitivamente una mala noticia— dijo Percy
—Sip— asintió Leo —por otro lado, esto son solo puras malas noticias
—Es cierto— asintió Percy
—¡Hazel!
Frank trató de agarrarle los brazos, pero era demasiado tarde.
Algo le golpeó hacia atrás. Entonces una fuerza como un huracán de hierba envolvió a Hazel y la arrastró hacia los campos.
Deméter frunció el ceño, pensativa
—Fin del capítulo— anunció Perséfone
—Bueno, descansen un rato de la lectura y en un par de horas nos volvemos a reunir— dijo Hestia
Los chicos asintieron de acuerdo y empezaron a salir de la sala
Cuando Hazel y Frank estuvieron lo suficientemente alejados de la sala Hazel se detuvo y por fin dejó salir las lágrimas que había estado conteniendo, seguía sin poder creer que algo así viniera en el libro. Frank le pasó torpemente un brazo por los hombros para tratar de consolarla, no hubo palabras para consolarla ¿Qué podía decir realmente? Nada de lo que dijera podría consolar un dolor así, solo podía estar a su lado y eso es lo que iba a hacer.
Percy y Annabeth estaban preocupados por Hazel, por supuesto que sí, pero sabían que con Frank ella estaría bien (o lo mejor que se podía estar luego de un capítulo así) y realmente no querían hacerla sentir incómoda, así que se dirigieron al palacio de Poseidón para hablar con Sally
—Mamá ¿Nos lo vas a decir?— preguntó Percy —sé que hablaste con ellos
Sally miró a ambos chicos con tristeza —No fue nada que pudieran haber hecho ustedes
—¿Entonces?— preguntó Annabeth
Sally negó con la cabeza —No hablamos mucho más, me contaron algunos aspectos de su vida, solo eso
Sally odiaba mentirles, pero aún no sabía si era mejor o peor que los chicos supieran lo que en verdad había pasado. Percy la miró sabiendo que su mamá no estaba diciendo todo lo que sabía, pero lo debía hacer por algo
—Bueno— comenzó Percy tentativamente —¿Puedes contarnos algo sobre ellos?
—Cariño, puedo empezar por decirte que Zoé es un poco celosa— dijo Sally con una pequeña risa
—Me preocupa lo que les preguntó a los Stoll cuando salimos de la sala— comentó Percy sonrojado
Annabeth estaba sonrojada, pero se rió —Será mejor que te prepares, sesos de alga
Zoé, Bianca, Charles estaban paseando y charlando por los jardines del Olimpo, los mellizos estaban con ellos porque al parecer era uno de esos días donde Afrodita se encerraba en su palacio con Ares (¡Qué horror!) Sammy y Esperanza se habían ido por otro lado, Sammy todavía estaba muy triste por el capítulo pasado y Esperanza era lo más cercano que tenía a una mejor amiga ahí
—Bueno— dijo Zoé tratando de despejar el ambiente de tristeza —entonces ¿Lo harías Bianca?
—No— dijo Bianca
—Por favor— pidió Zoé
—Definitivamente no— dijo Bianca
—Y no te pido nada nunca más— rogó Zoé
—Eso dijiste la última vez— señaló Bianca —además ¿Qué se supone que diga? Oye Apolo me podrías decir a que se refería Connor cuando dijo que "al menos no llegamos cuando leyeron lo de ¿Quién?
—Básicamente— asintió Zoé
—¿Le preguntaste a Connor?— preguntó Helena con una sonrisa burlona muy grosera para una niña de 6 años
—Sí, pero dijo que esa clase de información solo se dice en el momento apropiado— se quejó Zoé
Bianca se empezó a reír—¿Y qué te hace creer que a mí Apolo me lo va a querer decir?
—Porque sabes convencer a la gente— dijo Zoé — si lo haces te regalo a mi hermano
Bianca y Charles se dejaron de reír, Charles miró mal a su hermana
—¿Nadie te ha dicho que no debes regalar a las personas?— preguntó Bianca nerviosa
—No en este año— dijo Zoé encogiéndose de hombros —¿Sí lo haces?
—Lo pensaré— dijo Bianca —solo porque si vuelvo a decir que no no vas a parar de molestar
—Por eso y porque le va a regalar a su hermano— susurró Helena a su mellizo
En el palacio de Hermes:
Los Stoll estaban pasando tiempo con las hermanas Gardner en algún lugar del Olimpo y ya que Clarisse estaba practicando unos nuevos movimientos, y Hermes había salido a hacer unos recados Chris y Luke se encontraban solos en el palacio
—¿Te pasa algo?— preguntó Chris a Luke, quién miraba fijamente una de las paredes
Luke lo volteó a ver —Estaba pensando en los chicos que llegaron, los legados
—¿Qué con ellos?— preguntó Chris
—¿Te has preguntado que es lo que pasó para que llegaran aquí?
—Por supuesto, pero no creo que lo haya hecho tanto como los involucrados— señaló Chris —¿Por qué?
—No lo sé, es simplemente algo que le dije a Percy— dijo Luke
Chris explicó a que Luke se explicara
—Le dije, bueno le dije que las expresiones de los dos chicos mayores me recordaban a los chicos del Princesa Andrómeda— admitió Luke —cada vez estoy más convencido de ello, incluso algunas veces también los menores
Chris frunció el ceño —Bueno, definitivamente no les he puesto tanta atención si no me fijé en ello, pero podrías tener razón por la forma en que les hablaron a los dioses cuando llegaron
—Además— empezó Luke tentativamente —sus reacciones a ciertas cosas de los libros, no lo sé, provoca un escalofrío, por ejemplo cuando dijeron que el Campamento Júpiter iba a ser invadido por monstruos, o cuando Percy habló sobre que los demás lo veían como un cadáver o incluso en este capítulo cuando mencionaron que Percy y el hermano de Thalia se parecían por saber que llegaría un monstruo que no podrían vencer, cosas así
—Supongo que les tendré que prestar más atención a esos chicos— dijo Chris
Luke asintió —Voy a averiguar que pasó con ellos
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