XXIX

Percy

Al día siguiente todos los que iban a ir al viaje se reunieron a las afueras del palacio del Sol, incluso algunas personas que no iban a ir al viaje también estaban ahí

—Bueno, tenemos público— dijo Apolo

—Eso parece— coincidió Bianca

—¿Estás lista?— preguntó Apolo

—Por supuesto

—Bueno— dijo Apolo dirigiéndose al pequeño grupo que no iba a ir —nos vemos en un rato, confíen en que Bianca no nos va a matar

—Esto es una mala idea— susurró Will a Nico

—Pésima, diría yo, pero aun así se va a llevar a cabo— comentó Nico

—¿Por qué se siente como si estuviera dejando mi estómago en el palacio?— preguntó Percy en voz baja.

Sally que estaba a lado de él soltó una pequeña risa —Ay cariño, eso se llama preocupación

—¿En serio no van a aumentar la edad permitida para subir como a 9?— preguntó Jason

—Al parecer no lo van a hacer— murmuró Piper

Y así se escuchaban leves retazos de las conversaciones, Apolo le entregó las llaves a Bianca

—¿Lista?

Bianca asintió

Pronto vieron el carro solar, era del tamaño perfecto para todos, pero sin llegar a ser un autobus

—Bueno, del lado del copiloto voy yo— dijo Apolo mirando a Charles —por si Bianca decide que quiere matarnos

—De acuerdo— dijo Charles

Cuando Bianca y Charles se iban a subir para estar en sus respectivos lugares, se detuvieron un momento a charlar

—¿Que tal un beso de la buena suerte?— preguntó Bianca

Charles se sonrojó —Me encantaría, pero no te voy a poner nerviosa mientras tienes mi vida en tus manos

Bianca se empezó a reír —Qué precavido

Charles la tomó de la mano y le dio un suave apretón

Pronto todos se subieron al carro, los mellizos se veían súper emocionados, Esperanza estaba un poco nerviosa, al igual que Katie y Miranda. A los mellizos los pusieron en medio de todos

—Bueno, recuerda que la altura y la velocidad son proporcionales— dijo Apolo

Bianca asintió

—Perfecto, ahora trata de no matarnos a todos— dijo Apolo

El viaje empezó con una leve sacudida, pero luego fueron tomando altura y se fue estabilizando

Bianca ¿quién te enseñó a manejar?— preguntó Miranda —por favor di que Will

—Nop— murmuró Bianca, se agarró fuerte del volante y dijo —fue mi papá Nico

—Demonios— dijo Miranda

—Bueno, todos hemos escuchado los rumores de cómo manejó cuando le presté el carro y pues sí fue bastante dramático ese viaje— comentó Apolo —supongo que en el futuro lo hace mejor

Bianca asintió

—Excepto la vez que casi chocamos— dijo Esperanza

—No chocamos— dijo Charles —y no fue culpa del tío Nico

—¿Y entonces?— preguntó Katie

—Fue culpa de Bianca que estaba incordiando— dijo Charles

—Oye— se quejó Bianca —yo no le diría incordiosa a la persona que tiene tu vida en sus manos

—Dioses— murmuró Katie

—Y el carro dio vueltas y vueltas— asintió Esperanza

—Suena muy divertido— dijo Miranda con sarcasmo —no lo vayas a hacer, por favor

El viaje siguió durante una cantidad de tiempo, todo iba bien, iban charlando de cosas sin importancia como los paisajes que veían y cosas así, todo iba bien hasta que

Bianca— dijo Apolo —estás subiendo mucho, ten cuidado, a esta altura están los…

Bianca dio un volantazo

—Aviones— terminó Apolo

La chica lo esquivo, pero como ocurriría con cualquier carro luego de querer frenar y dar un volantazo, el carro se apagó

—¡Estamos cayendo!— exclamó Katie

—Wow, que gran observación— masculló Miranda

Bianca, puedes volver a prender el carro— dijo Apolo un poco nervioso

—Lo estoy intentando— dijo Bianca agarrando con fuerza el volante—pero no se puede

Los mellizos gritaron emocionados, como si estuvieran en un juego del parque de diversiones

—Está bien Bee, tú puedes— dijo Charles —solo respira, estoy contigo

Bianca tranquilizó sus nervios y el carro volvió a prender, todavía a metros del suelo

—Dioses— murmuró Katie

—Definitivamente fue más dramático que con Nico— dijo Apolo

Algún tiempo después volvieron al Olimpo y se reunieron con todos los demás en el comedor

—¿Cómo les fue?— preguntó Rachel

—Bien, excepto en la parte que casi morimos— dijo Miranda

—¿Que?— preguntó Will

Así que Katie y Miranda procedieron a contar la historia, con los mellizos asintiendo y Esperanza agregando de más

—¡Los mellizos parecía que estaban en el parque de diversiones!— dijo Miranda viendo a Jason y Piper —ustedes dos están en grandes problemas

Piper y Jason se miraron con horror

Estuvieron charlando un buen rato hasta que fue la hora de leer

Zoé ten el libro— dijo Apolo —apartado especialmente para ti

—Gracias— dijo Zoé —capítulo 29, Percy

Percy no estaba precisamente como unas castañuelas.

—Ay no— murmuró Percy

—¿Empezamos con todo?— preguntó Leo

—Algo así— dijo Percy

Primero unos malvados dioses marinos lo habían expulsado de Atlanta. Luego no había podido impedir el ataque de una gamba gigante en el Argo II. Más tarde los ictiocentauros, los hermanos de Quirón, ni siquiera habían querido conocerlo.

—Bueno, pero les mandaron brownies— dijo Miranda

—Y estaban muy ricos— asintió Percy —pero aún así

—Y con la mermelada aún mejor— dijo Jason

—Y vaya que sí— coincidió Frank

—Sí, pero ese no es el punto— dijo Percy

—No sé, yo creo que los brownies siempre pueden ser el punto— dijo Leo

Después de todo eso, habían llegado a las Columnas de Hércules, y Percy había tenido que quedarse a bordo mientras Jason el Importante visitaba a su hermanastro Hércules, el semidiós más famoso de todos los tiempos.

—O sea, no es como suena, no quería ver precisamente a Heracles— murmuró Percy

—No te perdiste de nada— dijo Piper

—Lo sé— dijo Percy —no lo quería conocer conocer

—Pues que bueno porque dejó mucho que desear— comentó Jason

Vale, muy bien, por lo que Piper dijo después, Hércules era un capullo, pero aun así… Percy se estaba hartando de quedarse a bordo del barco y de pasearse por la cubierta.

—Eso es lo que me molestaba— asintió Percy

—Bueno, nos empezaba a preocupar que quisieras ver a Heracles— dijo Connor

—Era bastante preocupante— dijo Piper

Zoë asintió discretamente

—Oigan ¿Y sí lo vamos seguir llamando Heracles?— preguntó Miranda

—Pero por supuesto que sí— dijeron Piper y Percy al mismo tiempo

Se suponía que el mar abierto era su territorio. Se suponía que Percy tenía que tomar la iniciativa, hacerse cargo de la situación y mantener a todo el mundo a salvo.

—Entiendo que pienses así cariño, pero son siete semidioses por una razón— dijo Sally

—Lo sé— murmuró Percy —pero delegar era algo difícil

—Y que lo digas— convino Jason

En cambio, durante toda la travesía por el Atlántico, no había hecho prácticamente nada salvo charlar con tiburones y escuchar al entrenador Hedge cantar temas musicales de televisión.

—¿Y por lo menos los tiburones tenían buen plática?— preguntó Leo

—Pues ya sabes, un pez de colores se enredó en una alga y fue la burla de todo el cardumen, ese tipo de cosas— mencionó Percy

—¿Le puedes preguntar a uno si me lo puedo quedar?— preguntó Zoé

—Ella no pierde oportunidad— dijo Leo

—Les voy a preguntar, tal vez podríamos encontrar uno que sí quisiera— comentó Percy con una sonrisa

—Me parece bien— asintió Zoé

Annabeth miró a Percy con una ceja levantada

—Podemos conseguir una bañera más grande— susurró Percy

—Ni siquiera sabes de qué tamaño es la bañera— señaló Annabeth

Para colmo de males, Annabeth había estado distante desde que habían partido de Charleston. Se había pasado la mayor parte del tiempo en su camarote, estudiando el mapa de bronce que había rescatado en el fuerte Sumter o buscando información con el portátil de Dédalo.

—Otros problemas en el paraíso— dijo Connor negando con la cabeza

Annabeth se sonrojó

—No tanto así, nada más que teníamos conversaciones interesantes— dijo Percy

—¿Qué conversaciones?— preguntó Annabeth

Percy le dio una sonrisa de burla

Cada vez que Percy pasaba a verla, estaba tan absorta en sus pensamientos que la conversación acostumbraba ser más o menos como la siguiente:

—Y antes de que digas algo, sí era así— señaló Percy —y dado que no sabes de que conversaciones hablo, podemos afirmar que tengo razón

—Ya veremos— dijo Annabeth

—Creo que tiene razón— murmuró Zoé mirando el libro

—Gracias— dijo Percy triunfalmente

—Yo que tú la castigaba— bromeó Piper

—Hey— se quejó Zoé

Percy: Hola, ¿cómo te va?

Annabeth: Ah, no, gracias.

Percy: Vale… ¿Has comido algo hoy ?

Annabeth: Creo que Leo está de guardia. Pregúntale a él.

—No había comido— contestó Leo —pero gracias por la preocupación

—bueno, pues debiste de haber comido— señaló Percy —al igual que Annabeth porque estoy 95% seguro que tampoco había comido

—Sí comí— dijo Annabeth rodando los ojos —creo

—"Creo" no es suficiente— dijo Percy

Percy: Bueno, se me ha incendiado el pelo.

Annabeth: Vale. Dentro de un rato.

—De acuerdo, tienes razón— mencionó Annabeth —lo siento

—Está bien, pero que bueno que no se me había incendiado el pelo— bromeó Percy

—Habría sido una tragedia— asintió Annabeth

Ella a veces se volvía así. Era uno de los desafíos de salir con una hija de Atenea. Aun así, Percy se preguntaba qué tenía que hacer para llamarle la atención. Estaba preocupado por ella después de su encuentro con las arañas en el fuerte Sumter y no sabía cómo ayudarla, sobre todo si ella lo excluía.

—Tienes un punto— asintió Apolo

—Es que…— comenzó Annabeth

—Lo sé, lo entiendo, pero estaba preocupado— dijo Percy

Después de partir de las Columnas de Hércules —sin más daños que unos cuantos cocos alojados en el revestimiento de bronce del casco—, el barco recorrió por aire varios cientos de kilómetros.

—Pero teníamos cocos gratis— dijo Leo

—Eso es cierto, era algo bueno— dijo Piper

—La mayoría de ellos estaban rotos— señaló Jason

—Sí, pero aun así se podían comer— dijo Leo encogiéndose de hombros

—La especialidad de la noche iba a ser cocos— comentó Percy

Leo asintió de acuerdo

Percy esperaba que las tierras antiguas no fueran tan peligrosas como había oído, pero era como un eslogan publicitario: « ¡Dentro de poco notarás la diferencia!» .

—Y sí la notamos— dijo Frank

—Sí cumple con lo que promete— asintió Percy

—Deberían de poner ese slogan en las columnas de Heracles— señaló Travis —abajo de la otra inscripción

—Convendría— dijo Percy

Cada hora el barco sufría varios ataques. Una bandada de aves carnívoras del Estínfalo se lanzaron en picado del cielo nocturno, y Festo les escupió fuego.

—Tampoco le gustaron— dijo Leo

—Es comprensible— dijo Apolo

—Y ahora no tenían música para espantarlos— comentó Travis

—Sí, no se nos ocurrió llevar ese tipo de música— dijo Percy

—Esa es una música muy educativa, muchacho— añadió Quirón

Unos espíritus de la tormenta empezaron a dar vueltas alrededor del mástil, y Jason les lanzó un rayo.

—No los necesitábamos rondando por ahí— dijo Jason

—No y menos porque que tal si se juntaban con otras criaturas y nos atacaban en conjunto— dijo Piper

—Lo que no me sorprendería— señaló Percy

—Ni a mí— comentó Frank

Mientras el entrenador Hedge estaba cenando en la cubierta de proa, un pegaso salvaje salió de la nada, pisoteó las enchiladas del entrenador y alzó el vuelo otra vez, dejando huellas de cascos con queso por toda la cubierta.

—Imaginate estar tranquilo cenando y que pase eso— dijo Travis riendo

—Traumatizaría a cualquiera— dijo Zoé

—Las enchiladas no tenían la culpa— comentó Grover

—Pero el pegado parecía creer que sí— dijo Percy

—Ni unas enchiladas podías comer a gusto— dijo Leo negando con la cabeza

¿A qué ha venido eso? —preguntó el entrenador.

Al ver al pegaso, Percy deseó que Blackjack estuviera allí. Hacía días que no veía a su amigo.

—Porque todavía le debo una caja de Donuts— dijo Percy

—Dos— señaló Piper

—Como que le debes toda la tienda de Donuts— comentó Annabeth

—Demonios, nada más tengo como dos dracmas— dijo Percy

—Es momento de robar, digo, de ahorrar— añadió Travis

Katie le dio un golpe juguetón. Deméter resopló

Tempestad y Arión tampoco se habían dejado ver. Tal vez no quisieran aventurarse a entrar en el Mediterráneo. De ser así, Percy no podía culparles.

—Definitivamente no— dijo Jason

—Completamente entendible— dijo Hazel

—Sí, ni nosotros queríamos entrar— señaló Leo

—Buen punto— dijo Frank

Por fin, en torno a medianoche, después del noveno o décimo ataque aéreo, Jason se volvió hacia él.

¿Qué tal si te acuestas? Yo seguiré lanzando rayos a todo lo que se mueva en el cielo. Luego viajaremos por mar un rato, y tú podrás ponerte al frente.

—Esa es una buena idea— asintió Poseidón

—Sí, y luego no salió tan bien— dijo Percy

—Pero al final sí lo hizo— señaló Annabeth —y es lo que importa, sesos de alga

Los demás (a excepción de los del Argo II) los miraron con confusión

Percy no estaba seguro de si podría conciliar el sueño mientras el barco se balanceaba entre las nubes sacudido por furiosos espíritus del viento, pero la idea de Jason tenía lógica.

—Piensa en ello como una hamaca— dijo Leo

—Cierto, no sé cómo no se me ocurrió antes— dijo Percy

—Bueno, para la próxima puede tomar ese consejo— comentó Leo

—Espero no tener que hacerlo, pero gracias— asintió Percy

Bajó y se durmió en su camastro. Sus pesadillas, por supuesto, fueron de todo menos plácidas.

—Por supuesto que sí— suspiró Poseidón

—Pues las pesadillas nunca son plácidas— señaló Thalia

—Cierto, pero esas fueron aún peores— dijo Percy

Percy soñó que estaba en una cueva oscura. Solo podía ver unos metros por delante de él, pero el espacio debía de ser inmenso. En algún lugar cercano goteaba agua, y el sonido resonaba en las lejanas paredes.

—Ay, apenas empezó el capítulo y ya con esto— se quejó Percy

—¿Ese es el sueño sobre…?— murmuró Annabeth

—Sí— dijo Percy con una mueca

A juzgar por la forma en que se movía el aire, Percy sospechaba que el techo de la cueva estaba muy por encima de su cabeza. Oyó unos pasos pesados, y los gigantes gemelos Efialtes y Oto salieron de la penumbra arrastrando los pies.

Dionisio resopló

—No comienza bien y no termina bien— dijo Percy

—Lo suponíamos— dijo Katie

—Y lo peor es que los sueños nunca son solo sueños— señaló Thalia

—Eso era lo peor— coincidió Percy

Percy solo podía distinguirlos por su pelo: Efialtes era el de los rizos verdes trenzados con monedas de plata y de oro; Oto era el de la cola de caballo morada trenzada con… ¿petardos?

—Bueno, vaya forma de peinarse— dijo Rachel

—Tal vez sea la nueva moda entre los gigantes— señaló Leo

— Eso parecía, lo malo fue cuando me di cuenta que era lo que llevaban— masculló Percy apretando los puños

Por lo demás, iban vestidos igual, y desde luego sus conjuntos eran dignos de una pesadilla. Llevaban unos pantalones blancos idénticos y unas camisas de bucanero doradas con el cuello de pico que enseñaban demasiado vello del pecho.

—Que asco— dijo Afrodita con una mueca de desagrado

—¿Por qué esas camisas siquiera existen?— preguntó Miranda a nadie en particular

—Pues no sé, pero a algunos se nos ven muy bien— dijo Apolo

—Y a otros se nos ven aun mejor— señaló Dionisio

—De acuerdo, ya sé por qué— murmuró Miranda

Una docena de dagas envainadas cubrían sus cinturones con diamantes de imitación. Iban calzados con unas sandalias que demostraban que —sí, en efecto — tenían serpientes por pies.

—Por supuesto que debían ser más serpientes— asintió Katie

—Parece que nunca hay suficientes serpientes— dijo Piper

—Y eso que son horribles— masculló Apolo

—No todos— señaló Hermes

Las tiras rodeaban el pescuezo de las serpientes. Sus cabezas se curvaban en la zona donde deberían estar los dedos de los pies.

—¿Qué mal tendrías que hacer para reencarnar en eso?— preguntó Travis con una mueca

—No sé, pero no quiero averiguarlo— comentó Piper

—sí, tampoco quisiera hacerlo— dijo Percy

—Ninguno de nosotros realmente— dijo Rachel

Las serpientes metían y sacaban la lengua con excitación y volvían la vista en todas direcciones, como perros asomados a la ventanilla de un coche. Tal vez hacía mucho tiempo que no tenían zapatos con vistas.

—Que bueno que tengan vistas— dijo Katie

—Pobres si no— dijo Connor

—Pues yo creo que se estaban divirtiendo— comentó Percy

—Claro, pueden darse el lujo de ver el mundo— asintió Grover

Los gigantes estaban delante de Percy, pero no le prestaban atención. En lugar de ello, contemplaban la oscuridad.

Estamos aquí —anunció Efialtes.

Percy hizo una mueca —Sí, ya nos dimos cuenta

—Con que ellos no se den cuenta de ti— dijo Poseidón

—No lo creo— dijo Percy

—Al menos— murmuró Sally

A pesar de su voz resonante, las palabras se disiparon en la cueva, resonando hasta que sonaron tenues e insignificantes. Muy por encima, algo contestó:

Sí. Ya lo veo. Esos conjuntos no pasan desapercibidos.

—Probablemente no— bufó Dionisio

—Nunca debes de pasar desapercibido, pero debes de tener clase en eso— señaló Apolo

—Por supuesto que sí— coincidió Afrodita —pero lamentablemente casi nunca pasa

La voz hizo que a Percy se le revolviera el estómago. Sonaba vagamente femenina, pero en absoluto humana. Cada palabra era un siseo confuso con múltiples tonos, como si un enjambre de abejas asesinas africanas hubiera aprendido a hablar al unísono.

—Genial— masculló Annabeth

—Lo sé— dijo Percy —estos libros no son nada discretos

—Ya lo noté— dijo Annabeth con una mueca

—Y lo peor es que el capítulo no tiene mucho que empezó— comentó Percy

—Y que lo está leyendo Zoé— susurró Annabeth

No era Gaia. Percy estaba seguro de eso. Pero lo que quiera que fuese, ponía nerviosos a los gigantes. Los gemelos cambiaron el peso de unas serpientes a otras e inclinaron la cabeza respetuosamente.

—Bueno, que le hablen de esa manera a alguien…— dijo Connor

—Es una mala señal— dijo Miranda

—Y vaya que lo es— coincidió Dionisio

—Y eso solo aumenta el nerviosismo— murmuró Travis

—Es la verdad— dijo dionisio con aburrimiento

Desde luego, su señoría —dijo Efialtes—. Traemos noticias de…

¿Por qué vais vestidos así? —preguntó el ser de la oscuridad.

—Es que sí iban muy mal vestidos — comentó Percy

—Debería ser ilegal vestir de esa manera— señaló Apolo

—Ay Apolo, mejor cállate— dijo Artemisa rodando los ojos

—Qué grosera eres, hermanita— dijo Apolo

No parecía que se estuviera acercando, cosa que a Percy le parecía bien. Efialtes lanzó una mirada de irritación a su hermano.

Se suponía que mi hermano tenía que llevar otra ropa. Lamentablemente…

—Como que no se pusieron de acuerdo — dijo Percy

—No hay coordinación ¿Así como van a hacer un show digno?— se burló Dionisio

—Eso es cierto, siempre hay que tener coordinación— dijo Apolo

—Sobre todo en la ropa— coincidió Afrodita

—Claaaro— murmuraron varios de los chicos

Dijiste que hoy yo sería el lanzacuchillos —protestó Oto.

¡Dije que yo sería el lanzacuchillos! ¡Tú tenías que ser el mago!

—Peleas de hermanos— asintió Apolo

Artemisa resopló

—Pues es que sí se parecen mucho a las peleas de hermanos— murmuró Miranda

Ah, discúlpeme, su señoría. No querrá oírnos discutir. Hemos venido a traerle noticias, como solicitó. El barco se acerca.

Los chicos del Argo II hicieron una mueca

—Ni siquiera debemos imaginarnos que barco— dijo Hermes

—Pues obviamente no— dijo Apolo —no creo que vaya a ser un crucero que simplemente pasa por ahí

—Tenía la esperanza, pero no era solo un crucero— comentó Percy

—Lamentablemente— dijo Leo

Su señoría, fuera lo que fuese, emitió una serie de violentos siseos, como si un neumático estuviera siendo rajado repetidamente. Percy se estremeció al darse cuenta de que estaba riéndose.

—Demonios— murmuró Miranda

—Sí, sonaba muy mal— dijo Percy

—Pero no entiendo quién es— comentó Bianca

Se escuchó un pequeño oro de "ni yo"

—Tal vez pronto lo entiendan— dijo Annabeth con una mueca

¿Cuánto tiempo? —preguntó.

Deberían aterrizar en Roma poco después del amanecer, creo —dijo Efialtes—. Por supuesto, tendrán que vérselas con el chico de oro.

—No suena a qué ese chico de oro vaya a ser un amigo— dijo Travis

—No, la verdad es alguien que no quisiera volver a ver— dijo Percy

Poseidón hizo una mueca, porque tenía una muy buena idea de quién era este "chico de oro"

Sonrió burlonamente, como si el « chico de oro» no fuera santo de su devoción.

Espero que lleguen sanos y salvos —dijo su señoría—. Sería una lástima que los atraparan demasiado pronto. ¿Habéis hecho los preparativos?

—Ay qué amable — resopló Thalia

—No había nadie más amable— dijo Percy con sarcasmo

—Y que lo digas— masculló Annabeth

Sí, su señoría.

Oto dio un paso adelante, y la cueva tembló. Una grieta apareció bajo la serpiente izquierda del gigante.

¡Ten cuidado, imbécil! —gruñó su señoría—. ¿Quieres volver al Tártaro por las malas?

Percy y Annabeth se voltearon a ver con una expresión igualmente horrorizada, los demás chicos del Argo hicieron una mueca. Y aunque la mayoría (a excepción de unos cuantos y los legados) ya sabían algo de lo que había pasado con Percy y Annabeth no sabían cómo. Sally miró a su hijo y a Annabeth con preocupación. Charles y Zoé intercambiaron una mirada confundida

Oto retrocedió, con el rostro descompuesto de terror. Percy se fijó en que el suelo, que parecía de piedra sólida, se asemejaba más al glaciar sobre el que habían andado en Alaska: en algunas zonas era sólido; en otras, no tanto. Se alegró de no pesar nada en sueños.

—¿Es en serio…una… entrada?— murmuró Katie

—Sí— suspiró Annabeth

—Pero ¿Dónde está eso o por qué? —preguntó Bianca

—También creo que lo va a decir el libro— comentó Percy tomando la mano de Annabeth, ella le dio un suave apretón

Quedan pocas cosas que mantengan en pie este sitio —advirtió su señoría—. Salvo, claro está, mi destreza. Los siglos de la ira de Atenea son difíciles de contener,

Todos miraron el libro con incredulidad

—Ni siquiera nosotros nos podíamos haber imaginado eso— dijo Deméter

También los dioses miraron con sorpresa a Atenea y ella se veía entre sorprendida, aliviada y enojada

—¿La ira de Atenea?— preguntó Katie

—Por lo que es su ira es la estatua ¿No?— preguntó Miranda —entonces

—Ahí está la estatua— asintió Rachel

Se hizo un pesado silencio en la sala

y la gran Madre Tierra se revuelve debajo de nosotros en su sueño. Entre esas dos fuerzas, mi guarida se ha socavado por completo.

—Pero entonces ¿Cómo se va a sostener?— preguntó Zoë

—Tenía una manera— murmuró Annabeth

—Pero esa guarida lleva a …— Apolo dejó la idea sin completar

Zoé miró nerviosa el libro antes de continuara lectura

Debemos confiar en que la hija de Atenea sea una víctima digna. Puede que ella sea mi último juguete.

Annabeth hizo una mueca. Atenea y Poseidón se miraron por un momento, era cierto que Annabeth tenía que hacerlo sola, pero si de alguna manera lo lograba y contaba con el apoyo de sus amigos, de Percy en especial, bueno la estatua estaba ahí, sin embargo la guarida era inestable y llevaba a un lugar donde nadie quería estar, si habían rescatado la estatua ¿Cómo le habían hecho para que la cueva no se derrumbara? ¿Y si no…? Incluso la simple idea era demasiado para considerar

Efialtes tragó saliva. Mantuvo la vista en la grieta del suelo.

Dentro de poco dará igual, su señoría. Gaia se alzará, y todos seremos recompensados. Usted ya no tendrá que vigilar este sitio ni mantener sus obras ocultas.

—¿Había obras ocultas?— preguntó Miranda

—Sí— murmuró Annabeth apretando más la mano de Percy, debía doler, pero él no se quejó

Tal vez —dijo la voz de la oscuridad. Pero echaré de menos la dulzura de mi venganza. Hemos trabajado bien codo con codo a lo largo de los siglos, ¿verdad?

—Es nuevo, pero la verdad esperábamos algo así — comentó Apolo

—Pero ¿Exactamente a que se refiere con "trabajar codo a codo"?— preguntó Will

—Exactamente a eso— gruñó Percy, todavía furioso al recordar eso

Los gemelos hicieron una reverencia. Las monedas del pelo de Efialtes relucieron, y Percy advirtió asqueado que algunas eran dracmas de plata, idénticas a la que Annabeth había recibido de su madre.

La sala cayó en un silencio pesado

—Ellos se atrevieron a eso— masculló Atenea furiosa

—Pero fuiste tú quien les dio las monedas— señaló Hera

Atenea le dio una mirada asesina

Annabeth le había dicho que, en cada generación, varios hijos de Atenea eran enviados a recuperar la estatua del Partenón desaparecida. Ninguno había tenido éxito. « Hemos trabajado bien codo con codo a lo largo de los siglos…»

—Que…— Zoé se quedó sin palabras de lo nerviosa y enojada que estaba

Entendían a la chica, porque ninguno de los demás tampoco sabía que decir, probablemente ninguno había conocido a los semidioses portadores de esas monedas, pero que tuvieran que ir a una misión como esa y los gigantes se jactaran de haberlo matado como si su vida no hubiera valido nada, era francamente horrible y te hacía enojar

El gigante Efialtes tenía en sus trenzas varios siglos de monedas: cientos de trofeos. Percy se imaginó a Annabeth sola en aquel lugar oscuro. Se imaginó al gigante quitándole la moneda que llevaba y añadiéndola a su colección.

Percy hizo una mueca

—Pero no pasó y estamos juntos — susurró Annabeth

—Estamos juntos — asintió Percy acercando más a Annabeth

Percy quiso desenvainar su espada y cortarle el pelo al gigante empezando por el cuello, pero no podía actuar. Solo podía observar.

—Lamentablemente— murmuró Percy

—Bueno, ojalá ese sueño la pueda ayudar en algo— comentó Persefone

—A ponerla más nerviosa — señaló Apolo

Annabeth hizo una mueca

Ejem, su señoría —dijo Efialtes con nerviosismo—. Le recuerdo que Gaia desea que la chica sea atrapada con vida. Puede torturarla. Puede volverla loca. Lo que le plazca, por supuesto. Pero su sangre debe derramarse sobre las piedras antiguas.

La mayoría miraron a Annabeth con incredulidad y nerviosismo

—¿Y por qué exactamente tu sangre? O sea, la de ninguna persona debería ser, pero están muy enfocados en la tuya — dijo Miranda

—Por supuesto que la iban a querer, si también Atenea la mandó a la misión por un motivo — señaló Apolo

Su señoría siseó.

Se podría usar a otros con ese fin.

S-sí —dijo Efialtes—. Pero esa chica es la elegida. Y el chico, el hijo de Poseidón.

—Y el chico, hijo de Poseidón— imitó Percy

—Bueno genial— dijo Travis

—Mejor que no haya ningún derramamiento de sangre, por lo menos de parte de ustedes— dijo Katie

—Sí— murmuró Percy

Usted misma puede apreciar que esos dos serían muy apropiados para la tarea. Percy no estaba seguro de lo que eso significaba, pero le entraron ganas de agrietar el suelo y de mandar a la porra a esos estúpidos gemelos con camisas doradas.

—Pero era un sueño — masculló Percy

—Esperemos que sí les ayude de alguna manera — dijo Bianca

—Pues de cierta manera — dijo Percy

—Es mejor que nada— comentó Hermes

No permitiría que Gaia derramara su sangre para ninguna tarea… y de ninguna manera permitiría que nadie hiciera daño a Annabeth.

—Ay, me encantan— suspiró Afrodita

—Son muy monos— asintió Perséfone

Annabeth le sonrió a su novio

Ya veremos —farfulló su señoría—. Y ahora dejadme. Ocupaos de los preparativos. Tendréis vuestro espectáculo. Y yo… y o trabajaré en la oscuridad.

—Sí, eso suena muy mal— dijo Travis

—Les dije que empezaba mal y terminaba peor— comentó Percy

—Y ya entendemos por qué lo dijiste— comentó Rachel

Percy asintió

El sueño se disolvió, y Percy se despertó sobresaltado. Jason estaba llamando a su puerta abierta.

Nos hemos posado en el agua —dijo, con cara de profundo agotamiento—.Te toca.

—Genial, nada como tener tiempo para pensar después de ese sueño — comentó Leo

—Y en medio de la madrugada — dijo Piper

—Aunque la buena noticia es que ya se están acoplando a trabajar en equipo— comentó Deméter

—Y que bueno porque va a ser de bastante ayuda — dijo Perséfone

Percy no quería hacerlo, pero despertó a Annabeth. Supuso que al entrenador Hedge no le importaría que hablaran después del toque de queda si era para proporcionarle a la chica una información que podría salvarle la vida.

—Y de cualquier manera lo ibas a hacer — señaló Piper

—Aunque nos pusieran un cascabel en el cuello — dijo Percy

—Que no dudo que sí lo hiciera— dijo Leo

—Sobretodo si conociera aquí a ciertos chicos— comentó Apolo mirando a los legados

Se quedaron en la cubierta, sin más compañía que Leo, que seguía manejando el timón. Debía de estar hecho polvo, pero se negaba a acostarse.

No quiero más sorpresas como la de Gambazilla —insistía.

—¡Pero eso no fue tu culpa!— señaló Piper

—Bueno, fui yo el que olvidó poner el radar — comentó Leo

—Pero nos podría haber ocurrido a cualquiera — dijo Hazel y un poco sonrojada añadió —además pasaron muchas cosas

—Aún así — murmuró Leo

Todos habían intentado convencerlo de que el ataque de la escolopendra no había sido del todo culpa suya, pero no les hacía caso. Percy sabía cómo se sentía. No perdonarse por sus errores era una de las cosas que mejor hacía Percy.

Percy se sonrojó e intercambió una mirada de compresión con Leo

Eran aproximadamente las cuatro de la madrugada. Hacía un tiempo horrible. La niebla era tan densa que Percy no podía ver a Festo al final de la proa, y una cálida llovizna flotaba en el aire como una cortina de cuentas.

—No el tiempo precisamente para un picnic — dijo Percy

—Era el tiempo perfecto para contar ese tipo de sueños— suspiró Annabeth

—Le puso ambiente — dijo Percy

—Y vaya que sí — asintió Annabeth

Mientras surcaban olas de seis metros, con el mar ascendiendo y descendiendo debajo de ellos, Percy podía oír a la pobre Hazel en su camarote, con el pecho palpitante.

Hazel se sonrojó —Ay no

—No te preocupes, todos entendíamos — dijo Piper

—¿Todos escuchaban?— preguntó Hazel

Los chicos del Argo hicieron una especie de asentimiento

A pesar de todo, Percy daba gracias por estar otra vez en el agua. Lo prefería a volar a través de nubarrones y ser atacado por pájaros que comían humanos y pegasos que pisoteaban enchiladas.

—Sí, eso es un punto muy importante — dijo Katie

—Bueno, encontramos algo peor que los pegasos pisa enchiladas — murmuró Percy

—Pero lo importante es que todo salió bien al final — señaló Annabeth

—Supongo— dijo Percy

Se quedó con Annabeth en el pasamanos de proa mientras le relataba su sueño. Percy no estaba seguro de cómo se tomaría ella la noticia. Su reacción fue todavía más inquietante de lo que había previsto: no pareció sorprendida.

—No lo hacía, no realmente — dijo Annabeth

—Pues con lo que escuchamos el capítulo pasado, podemos darnos cuenta que ella ya sabía que esperar — señaló Hermes

—Sí, lo noté — dijo Percy

Miró a la niebla entornando los ojos.

Percy, tienes que prometerme una cosa. No les cuentes a los demás el sueño.

¿Que no haga qué? Annabeth…

—Y eso es el por qué no supimos del sueño— dijo Piper

—No valía la pena que se preocuparan— señaló Annabeth

—¿Por qué no iba a valer la pena?— preguntó Hazel

—Porque había muchas cosas que hacer, como rescatar a Nico— comentó Annabeth

—Pero también podíamos preocuparnos por ti— dijo Piper

Annabeth hizo una mueca

Lo que has visto está relacionado con la Marca de Atenea —dijo ella—. A los demás no les servirá de nada saberlo. Solo conseguirá que se preocupen, y a mí me costará más partir sola.

—En eso tiene razón — comentó Artemisa

—Bueno, tienes un punto, pero aún así — dijo Piper

—Solo te gusta pelear — señaló Annabeth con una pequeña sonrisa

—Puede ser— dijo Piper —pero también me puedo preocupar

¿Estás de coña, Annabeth? Esa cosa de la oscuridad, la gran cueva con el suelo quebradizo…

Lo sé —su cara estaba extrañamente pálida, y Percy sospechaba que no se debía solo a la niebla—. Pero tengo que hacerlo sola.

—Y tú tienes que dejarla ir— dijo Hera

—Y tú tienes que dejarla ir— dijo Percy entre dientes dándole una mirada asesina a la diosa del matrimonio

—Lo tenías que hacer— asintió Annabeth

Percy se tragó su ira. No sabía si estaba cabreado con Annabeth, o con su sueño, o con todo el mundo greco-romano que había resistido y conformado la historia de la humanidad

—Esas son muchas personas con quiénes estar enojado— comentó Miranda

Percy asintió. Algunos de los dioses se removieron con cierta incomodidad en sus asientos

—¿Así que estabas enojado conmigo?— preguntó Annabeth en voz baja

—Nada más un ratito — respondió Percy en el mismo tono

Annabeth le sonrió y lo besó, lo que arrancó unos cuantos suspiros y grititos

durante cinco mil años con un solo objetivo: hacer que la vida de Percy Jackson fuera lo más asquerosa posible.

—Que dramático — bufó Zeus

—Cállate— masculló Poseidón

—Después de ese beso no puede ser tan horrible — comentó Apolo antes de que Zeus y Poseidón empezaran a pelear

—Ese beso definitivamente lo mejoró — asintió Percy

Sabes lo que hay en esa cueva —supuso—. ¿Tiene algo que ver con arañas?

Sí —dijo ella con una vocecilla.

Entonces ¿cómo puedes…?

—Tenía que hacerlo— dijo Annabeth

—Lo entiendo, pero aún así— suspiró Percy —tal vez si me besaras de nuevo…

—Eres un bobo— señaló Annabeth, pero lo volvió a besar

Se interrumpió.Una vez que Annabeth había tomado una decisión, discutir con ella no servía de nada.

—Cierto— asintió Thalia

—Es bastante necia— dijo Piper

Annabeth rodó los ojos

Se acordó de la noche que habían salvado a Nico y Bianca di Angelo en Maine hacía tres años y medio. Annabeth había sido capturada por el titán Atlas.

Los hermanos Di Angelo intercambiaron una mirada

—Porque no se le ocurrió otra cosa que saltar de un precipicio — comentó Nico

A pesar de la tensión, varios de los chicos se empezaron a reír

—Gracias— dijo Annabeth

—Claro, nos acordamos de que te fuiste a la misión por Artemisa— dijo Hermes

—Claro— dijo Afrodita con una risita

Percy se sonrojó

Durante un tiempo, Percy no supo si estaba viva o muerta. Había viajado a través del país para salvarla del titán. Habían sido los días más duros de su vida, no solo por los monstruos y las peleas, sino también por la preocupación.

—Awwwww— chillaron varios de los chicos

—Y porque Thalia tampoco ayudaba — se quejó Percy

—Pues es que tú tampoco te quedabas callado y me hacías enojar — dijo Thalia

—Tú te enojabas sola— señaló Percy

¿Cómo podía dejarla ir entonces, sabiendo que le esperaba algo todavía más peligroso?

—¿Así que a eso se referían cuando dijeron que tendrías que hacer algo que tal vez no serías capaz de hacer?— preguntó Bianca

Percy se encogió de hombros, no negando ni aceptando nada

Entonces cayó en la cuenta: como él se había sentido en aquel entonces, durante unos pocos días, probablemente era como Annabeth se había sentido durante los seis meses que él había estado desaparecido bajo los efectos de la amnesia.

—Básicamente— murmuró Annabeth

Percy le dió una sonrisa inocente

—Y fueron meses— dijo Annabeth

—Está bien, entonces me toca besarte— señaló Percy y la beso

—Ay, como los amo— suspiró Afrodita

Eso le hizo sentirse culpable y un poco egoísta por estar allí discutiendo con ella. Annabeth tenía que emprender esa misión. El destino del mundo podía depender de ello.

Zoé sonrió un poco

—Pero el destino no era tan importante — dijo Percy. Y nadie entendió si era broma o no

Pero una parte de él deseaba decirle: « Olvídate del mundo» . No quería estar sin ella.

Afrodita suspiró encantada

—Bueno, creo que dijo en serio lo de hace rato— comentó Piper

—Creo que sí lo decía en serio, nada más que no se podía— señaló Rachel

—Se los dejo a su consideración— dijo Percy encogiéndose de hombros

Percy se quedó mirando la niebla. No veía nada a su alrededor, pero se orientaba perfectamente en el mar. Sabía su latitud y su longitud exactas. Sabía la profundidad del mar y en qué dirección se movían las corrientes.

—Qué rápido cambian tus pensamientos— comentó Connor

—Gracias, lo voy a tomar como un cumplido— dijo Percy

—Tal vez lo era— señaló Connor

—Bueno, entonces gracias— dijo Percy

—O tal vez no lo era— bromeó Connor

Sabía la velocidad del barco, y no detectaba rocas ni bancos de arena ni otros peligros naturales en su camino. Aun así, estar ciego era inquietante.

—No lo recomiendo— dijo Percy —porque luego tienen sorpresas

—Y depende de qué tipo de sorpresas para ver si te hago caso o no— dijo Travis

—No del tipo bueno— señaló Percy

No habían sufrido ningún ataque desde que se habían posado en el agua, pero el mar parecía distinto. Percy había estado en el Atlántico, en el Pacífico, incluso en el golfo de Alaska, pero ese mar parecía más antiguo y más poderoso.

—Por supuesto que sí— dijo Poseidón

—Pues sí, son tierras antiguas— señaló Katie

—Tierras— bromeó Percy

—Y mar antiguo— corrigió Katie

Percy percibía sus distintas capas arremolinándose debajo de él. Todos los héroes griegos y romanos habían navegado por esas aguas, de Hércules a Eneas. En sus profundidades todavía moraban monstruos,

—Y muchos— asintió Apolo

—Y de los feos— coincidió Hermes

—El tipo de monstruo favorito de cualquiera— dijo Percy

—Claro, son geniales— dijo Leo

tan bien envueltos en la Niebla que dormían la mayor parte del tiempo; pero Percy podía percibir que se movían, reaccionando al casco de bronce celestial de un trirreme griego y a la presencia de sangre de semidioses.

—No era divertido— dijo Percy

—Pues para los monstruos sí era divertido— señaló Thalia

—Bueno, entonces sí había quienes tenían diversión— dijo Katie

—Ya me di cuenta— dijo Percy

« Han vuelto —parecían decir los monstruos—. Por fin, sangre fresca» .

No estamos lejos de la costa de Italia —informó Percy, principalmente para romper el silencio—. A unas cien millas náuticas de la desembocadura del Tíber.

—Tenemos al GPS del inframundo y al GPS del mar— dijo Connor

—Nos falta un GPS del aire, a ver ¿Quién se apunta? —preguntó Leo

—Jason— dijo Thalia

—No tenemos GPS en el aire— dijo Jason

—¿Por qué no si tenemos en el inframundo y en el mar?— preguntó Travis —bueno, no importa, te quedas como el GPS del aire

Bien —dijo Annabeth—. Para el amanecer deberíamos…

Parar —Percy notó que tenía la piel bañada de hielo—. Tenemos que parar.

—Ay no, va eso ¿Verdad?— preguntó Frank con expresión avergonzada

—Todavía no, pero yo creo que sí— dijo Percy

—¿Por qué esa cara?— dijo Apolo

Porque tuvimos un plan— comentó Percy con una sonrisa

—Eso de hecho no aclara nada— señaló Apolo

¿Por qué? —preguntó Annabeth.

¡Leo, para! —gritó.

Demasiado tarde. El otro barco salió de la niebla y los embistió de frente con el espolón.

—Y llegan los problemas— dijo Katie

—Por eso es que los GPS no deben estar a ciegas— señaló Hermes

—Concuerdo, tengan cuidado con los GPS— asintió Percy

En esa fracción de segundo, Percy captó varios detalles al azar: otro trirreme; unas velas negras con una cabeza de gorgona pintada; unos guerreros gigantescos, no del todo humanos, apiñados en la parte delantera del barco con armaduras griegas,

—¿Piratas?— preguntó Rachel

—Sí y de los malos— asintió Percy

—Casi siempre son de ese tipo— coincidió Reyna

—De tipo que nadie quiere encontrarse en el mar— dijo Percy

—Pues no los vas a encontrar en el aire— señaló Leo

—Sabes a lo que me refería— dijo Percy

las espadas y las lanzas en ristre, y un ariete de bronce al nivel del agua que chocó contra el casco del Argo II. Annabeth y Percy estuvieron a punto de ser arrojados por la borda.

—Al menos ninguno de los dos se ahogaría— señaló Thalia

—Es una ventaja— dijo Miranda

—Es más probable que se empiecen a besar a que se ahoguen— bromeó Thalia

—Oye que grosera— se quejó Percy —pero tienes razón

—Percy— murmuró Annabeth

Los chicos se empezaron a reír

Festo escupió fuego e hizo gritar y lanzarse al mar a una docena de sorprendidos guerreros. Sin embargo, más combatientes subieron en tropel a bordo del Argo II, agarrando cuerdas enrolladas alrededor de las barandillas y el mástil, y clavando garfios de hierro en las tablas del casco.

—Y se pone aún menos divertido— dijo Percy

—Lo suponíamos— dijo Grover

—Podemos ver que esos piratas llegan con todo— comentó Miranda

—Sí, sin ningún miedo, bueno sí— dijo Percy

Cuando Percy se hubo recuperado, el enemigo estaba por todas partes. No podía ver bien a través de la niebla y la oscuridad, pero los invasores parecían delfines con forma humana, o humanos con forma de delfín.

—Tenían que ser— dijo Dionisio rodando los ojos

—Pero los delfines están bonitos— dijo Katie

—Pues esos no— señaló Percy

—Además los delfines no son tan lindos como parecen— murmuró Zoé misteriosamente —por eso prefiero un tiburón

Algunos tenían hocicos grises. Otros sostenían sus espadas con aletas mal desarrolladas. Algunos andaban como patos, con unas piernas parcialmente fundidas, mientras que otros tenían aletas por pies, que a Percy le recordaban unos zapatos de payaso.

—Cierto— dijo Leo

—Delfines payaso es un nuevo miedo desbloqueado— dijo Miranda

—Oye, no lo había pensado así, pero tienes razón— asintió Percy

—Genial Miranda, ya nos hiciste pensar a todos en eso— dijo Piper

—Y tenemos niños pequeños— dijo Connot

—Esos niños no le tienen miedo a nada— masculló Miranda

Leo tocó la campana de alarma. Echó a correr hacia la ballesta más cercana, pero cayó bajo un montón de parloteantes guerreros delfín.

—Estúpidos guerreros delfines— masculló Leo

—Todavía no se cansar de dar problemas— bufó Dionisio

Annabeth y Percy se situaron espalda contra espalda, como habían hecho muchas veces antes, con las armas en ristre.

—Ay que monos— dijo Travis

—Gracias— dijo Percy

—Y secys— señaló Afrodita

Percy trató de invocar las olas, con la esperanza de que separaran los barcos o hicieran zozobrar la embarcación enemiga, pero no pasó nada. Parecía como si algo estuviera empujando contra su voluntad, arrebatándole el control del mar.

—Lo que es probable— murmuró Poseidón incómodo

—Sí, creo que ya sé por qué— asintió Percy con una mueca

—Al menos ya lo sabes— dijo Apolo

—Más vale tarde que nunca— coincidió Leo

Levantó a Contracorriente, listo para luchar, pero los enemigos eran mucho más numerosos que ellos. Varias docenas de guerreros bajaron sus lanzas y formaron un corro alrededor de ellos, manteniéndose prudentemente fuera del alcance de la espada de Percy.

—Bueno, por supuesto que no se iban a acercar— dijo Miranda

—Una lástima en realidad— dijo Percy

—Va a ser bastante difícil deshacerse de ellos— comentó Poseidón

—Vamos a ver que hacen los mocosos— dijo Dionisio

Los hombres delfín abrieron sus hocicos y emitieron unos sonidos silbantes y explosivos. Percy nunca se había planteado lo terroríficos que resultaban los dientes de delfín.

—Y tan lindos que se ven— comentó Katie

—Quiten a los delfines de su lista de deseos para navidad— dijo Percy

—Sí, creo que lo voy a hacer— convino Miranda

—Todos lo vamos a hacer— asintió Piper

Trató de pensar. Tal vez pudiera escapar del círculo y acabar con unos cuantos invasores, pero los demás los atravesarían a él y a Annabeth. Por lo menos los guerreros no parecían interesados en matarlos enseguida.

—Al menos se van a esperar un poco— dijo Rachel —que amables

—Sí, les debimos dar puntos por eso— dijo Percy

—Claro, eso por supuesto que fue muy lindo de su parte— asintió Leo

—Por supuesto— murmuró Piper

Mantuvieron a Percy y a Annabeth rodeados mientras más compañeros acudían bajo la cubierta y protegían el casco. Percy oyó cómo derribaban las puertas de los compartimentos y se peleaban con sus amigos.

—No es la forma más genial de despertar— dijo Piper

—Casi le gana a despertar pensando que nuestros amigos fueron secuestrados— argumentó Leo

—Casi— asintió Piper —la competencia estaba muy reñida

—No sé si estar feliz porque ganamos esa competencia o no estarlo— dijo Percy

Aunque los otros semidioses no hubieran estado profundamente dormidos, no habrían tenido ninguna posibilidad contra tantos guerreros.

—Nop— dijo Frank

—No era como que solo se te aventara uno— dijo Jason —lo que habría estado muy bien

—Por supuesto que no, los piratas debilitan a sus víctimas en grupos— dijo Reyna

Leo fue arrastrado a través de la cubierta, semiconsciente y gimiendo, y fue lanzado sobre un montón de cuerdas. Debajo, los sonidos de pelea fueron disminuyendo. O los demás se habían sometido o… Percy se negaba a pensarlo.

—Era bastante complicado pelear contra ellos— dijo Piper —pero no fue la otra opción

—Lo que a mí me parece una buena noticia— comentó Frank

—A mí también me parecía una noticia bastante buena, ya que pues pudo ser peor— asintió Leo

—En eso tienes razón— dijo Percy

En un lado del círculo de lanzas, los guerreros delfín se separaron para dejar pasar a alguien. Parecía enteramente humano, pero por la forma en que los delfines retrocedían ante él, era claramente el líder.

—No podía faltar— bufó Dionisio

—Obviamente no— dijo Hermes

—Sí, por supuesto que no— suspiró Poseidón

Iba vestido con una armadura de combate griega —sandalias, falda y grebas, y una coraza decorada con complejos dibujos de monstruos marinos—, y todo lo que llevaba encima era de oro.

—Formas de alardear— dijo Miranda

—Pues yo también quisiera alardear así, la verdad— dijo Travis

—La verdad— asintió Chris

—Concuerdo— dijo Leo

Hasta su espada, una hoja griega como Contracorriente, estaba forjada en oro en lugar de bronce. « El chico de oro —pensó Percy, recordando su sueño—. Tendrán que vérselas con el chico de oro» .

—Vaya, que buena deducción Percy— dijo Thalia

—Lo sé, soy muy bueno en las deducciones— dijo Percy

—Claro— asintió Thalia

—Por supuesto que sí— asintió Apolo

Lo que de verdad le ponía nervioso era el yelmo del tipo. Su visera era una máscara completa moldeada como la cabeza de una gorgona: colmillos curvados, horribles facciones arrugadas en un gruñido y un cabello rizado compuesto de serpientes de color dorado alrededor del rostro.

—No es precisamente la moda— dijo Percy

—Bueno, a lo mejor lo era ahí, tú eres el extranjero— señaló Rachel

—Ah, tampoco lo había visto de esa manera— dijo Percy

—Pues entonces tal vez sí era la moda— comentó Piper

—Es probable— dijo Percy

—Que moda tan rara— mencionó Grover

Percy había visto gorgonas antes. Se parecía mucho; demasiado, para su gusto. Annabeth se volvió hasta situarse codo con codo con Percy.

—Son tan lindos cuando pelean o intentan pelear juntos— suspiró Afrodita

—Gracias, creo— dijo Percy

Él quería rodearla con el brazo en actitud protectora, pero dudaba de que ella valorara el gesto

—Cierto— dijo Thalia

—Concuerdo— dijo Piper

—No le podíamos dar más armas y sí, también me podía defender— señaló Annabeth

—Y lo haces increíble— le dijo Percy sonriendo

y no quería dar al chico de oro la más mínima pista de que era su novia. No tenía sentido ofrecer más poder al enemigo del que ya tenía.

—Y también es cierto— asintió Reyna

—Aunque así con las descripciones que han dado y todo, dudo que no lo supiera— comentó Artemisa

—Pensándolo bien, creo que sí lo sabía— dijo Percy

—Bastante probable— dijo Perséfone

¿Quién eres? —preguntó Percy —. ¿Qué quieres?

El guerrero dorado soltó una risita. Con un movimiento de su espada, tan rápido que Percy casi no pudo seguirlo, le arrebató a Contracorriente de la mano y la lanzó volando al mar.

Todos miraron con sorpresa el libro

—Ya sé, fue vergonzoso— murmuró Percy sonrojado

—Pero es totalmente comprensible— dijo Poseidón — siempre fue bueno con la espada y ha tenido milenios para practicar

—Y ha usado bien esos milenios— dijo Percy

Parecía que también hubiera arrojado los pulmones de Percy al mar, porque de repente se quedó sin respiración. Nunca lo habían desarmado tan fácilmente.

—Bueno, como dijiste, ha usado muy bien esos milenios— señaló Apolo

—Pero es que fue muy fácil— murmuró Percy

—Pero lo importante es el resultado final, sesos de alga— comentó Annabeth

—Supongo— dijo Percy

Hola, hermano —la voz del guerrero dorado era sonora y aterciopelada, con un acento exótico (de Oriente Medio, quizá) que le resultaba vagamente familiar—. Siempre es un placer robar a un hijo de Poseidón como yo.

—Vaya— murmuraron la mayoría de los chicos mirando a Poseidón

Poseidón se removió incómodo en su asiento

—Y como también dijiste en los capítulos pasados "los hermanastros no siempre se llevan bien"— señaló Thalia

—No puedo creer que mis propias palabras se me hayan regresado— comentó Percy

Soy Crisaor, la Espada de Oro. Respecto a lo que quiero… —giró su máscara metálica hacia Annabeth—. Bueno, es sencillo. Quiero todo lo que tienes.

—Yo creo que no— dijo Leo

—Sí, a mí tampoco me gustaba la idea— dijo Percy

—No, no sonaba precisamente buena— dijo Piper

—Ni conveniente para nosotros— mencionó Jason

XXX

Percy

A Percy le palpitaba el corazón mientras Crisaor se paseaba de un lado al otro, inspeccionándolos como a un valioso ganado.

—Técnicamente podríamos haberlo sido— dijo Piper

—Bueno, gracias— dijo Leo

—Pues es que sí— comentó Piper

Una docena de sus guerreros permanecían formando un corro alrededor de ellos, apuntando con las lanzas al pecho de Percy, mientras otras docenas saqueaban el barco, dando golpes y haciendo ruido bajo la cubierta.

—Sí, cada vez se ponía menos divertido — dijo Percy

—Ya nos damos cuenta— asintió Katie

—Y obviamente va a empeorar antes de mejorar— dijo Thalia

—Obviamente— dijo Percy

Uno subió por la escalera con una caja de ambrosía. Otro iba con los brazos cargados de flechas de ballesta y una caja con fuego griego.

¡Cuidado con eso! —advirtió Annabeth—. Puede volar los dos barcos.

—Y no creo que a los piratas les guste— comentó Travis

—Ni a nosotros tampoco— dijo Hazel

—En eso estábamos de acuerdo— dijo Leo

¡Ja! —dijo Crisaor—. Lo sabemos todo sobre el fuego griego, muchacha. No te preocupes. Llevamos eones saqueando y desvalijando barcos en el Mare Nostrum.

—Y sí — coincidió Apolo

—Pues pobres de los barcos que desvalijó antes— dijo Percy

—Y de sus tripulantes— comentó Frank

Tu acento me suena —dijo Percy —. ¿Nos conocemos?

No he tenido el gusto —la máscara de gorgona dorada de Crisaor le gruñó, aunque era imposible saber la expresión real que se escondía debajo—.

—Lo que no hacía un buen sonido con esa máscara— dijo Percy

—Al menos esconde su expresión— señaló Thalia

—Lo que no me decía nada— dijo Percy

—Y así no se puede derrotar a alguien— comentó Annabeth

Pero he oído hablar mucho de ti, Percy Jackson. Oh, sí, el joven que salvó el Olimpo. Y su leal socia, Annabeth Chase.

Yo no soy la socia de nadie —gruñó Annabeth—.

—Oye, pero sí somos socios— dijo Percy

—Bueno, puede ser— dijo Annabeth

—Suena como si fueran compañeros en el crimen— señaló Connor

—También somos compañeros en el crimen— asintió Percy

Y su acento te suena porque suena como su madre, Percy. La matamos en Nueva Jersey.

Percy frunció el entrecejo.

Estoy seguro de que ese acento no es de Nueva Jersey. ¿Quién es…? Ah.

—Nosotros todavía no entendemos— dijo Connor

—Entonces se van a sorprender cuando lo hagan— asintió Percy

—Esperamos que no tarde mucho— comentó Travis

—No lo hace— dijo Zoé

Todo encajó. El Emporio de Gnomos de Jardín de la Tía Eme: la guarida de Medusa. Ella hablaba con el mismo acento, al menos hasta que Percy le había cortado la cabeza.

—Vaya— dijeron varios de los chicos sorprendidos

—Y enviarla al Olimpo— dijo Thalia

Zeus resopló

—Sí, nos acordamos bastante de eso— dijo Gorver

—Que casualidad, yo también lo hago— asintió Percy

—Y como no— señaló Annabeth

¿Es Medusa tu madre? —preguntó—. Qué chungo, colega.

A juzgar por el sonido de la garganta de Crisaor, él también estaba gruñendo bajo la máscara.

—Creo que no le gustó — comentó Percy

—Sí, creo que no es la mejor manera de decirle algo sobre sus orígenes— dijo Rachel

—Sí, ya después me di cuenta— dijo Percy

Eres tan arrogante como el primer Perseo

—Pues sí era un poco arrogante — dijo Hermes

—Creo que no le caíste bien a tu hermanito— dijo Leo

—Cállate— murmuró Percy

dijo Crisaor—. Pero sí, Percy Jackson. Poseidón fue mi padre.

Poseidón se sonrojó un poco, lo que fue divertido de ver

Medusa fue mi madre. Después de que Medusa se convirtiera en un monstruo por obra de la supuesta diosa de la sabiduría… —la máscara dorada se giró contra Annabeth—. Tu madre, creo…

Annabeth rodó los ojos

—Pero ¿Por qué no habíamos oído hablar de él?— preguntó Connor

—Por supuesto que lo han hecho— dijo Quirón

—En otras palabras "no ponen suficiente atención en clase"— bromeó Rachel

—Ah— murmuró Connor

Los dos hijos de Medusa quedaron atrapados en su interior, sin poder nacer. Cuando el Perseo original cortó la cabeza de Medusa…

Nacieron dos niños —recordó Annabeth—. Pegaso y tú.

—Vaya— dijo Miranda

—Bueno, de Pegaso todos hemos oído hablar— dijo Chris

—Por supuesto que sí— dijo Reyna con una sonrisa

—Pero de su hermano no tanto— comentó Piper —hasta que lo conocimos personalmente

Percy parpadeó.

Así que tu hermano es un caballo alado. Pero también eres mi hermanastro, lo que significa que todos los caballos voladores del mundo son mis… ¿Sabes qué? Olvidémoslo.

—Sí, tampoco lo quiero pensar — murmuró Zoé —porque sería nuestro tío

Charles hizo una mueca

—Así que tienes otro hermano caballo— dijo Connor

—Mira, no vamos a hablar de eso porque te recuerdo que tu novia y yo compartimos hermano— dijo Percy

—Sí Connor, cállate— dijo Miranda

Hacía años había aprendido que era mejor no dar vueltas a quién estaba emparentado con quién en el mundo divino. Después de que Tyson el cíclope lo adoptara como hermano, Percy decidió que no quería ampliar la familia.

—Pero una de las ampliaciones está leyendo tu capítulo, sesos de alga— bromeó Thalia — dijo Thalia

Casi todos se empezaron a reír. Percy y Annabeth se sonrojaron

—Me habían dicho de muchas maneras, pero nunca "ampliación"— comentó Zoé

—Tampoco a mí— murmuró Charles

—Bueno, los mellizos son las posibilidades, ustedes son las ampliaciones— dijo Thalia riendo

—¡Thalia!— dijo Jason

Pero si eres hijo de Medusa —dijo—, ¿por qué nunca he oído hablar de ti?

Crisaor suspiró exasperado.

Cuando tu hermano es Pegaso, te acostumbras a que se olviden de ti.

—Pues sí, o sea, estamos hablando de Pegaso— señaló Katie

¡Oh, mira, un caballo alado! ¿A alguien le importo yo? ¡No!

—Creo que alguien necesita un psicólogo— comentó Travis

—Cómo casi todos en esta sala— dijo Apolo

—Incluyéndolos— murmuró Bianca

—Oye, te escuché y yo estoy bastante bien— dijo Apolo

levantó su espada hacia los ojos de Percy — Pero no me subestimes. Mi nombre significa Espada de Oro por algo.

¿Oro imperial? —aventuró Percy.

¡Bah! Oro encantado, sí.

—¿Es lo mismo?— preguntó Miranda

—Eso parece— asintió Percy

—Cada día se aprende algo nuevo— dijo Rachel

Más tarde, los romanos lo llamaron oro imperial,

—Suena mejor que oro encantado, la verdad— dijo Chris

—Dicen los romanos que de nada por cambiarle el nombre— señaló Leo

—Suena más imponente— asintió Bianca

—y más del tipo "voy a derrotar a todos mis enemigos"— dijo Will

pero yo fui el primero que manejó una espada como esta. ¡Debería haber sido el héroe más famoso de todos los tiempos!

—¿Y luego?— preguntó Katie

—Pues no lo fue— dijo Travis

—Nada más se quedó en "debería"— señaló Percy

Como los narradores de leyendas decidieron obviarme, me convertí en villano.

—Uy, se parece a los villanos de las caricaturas— dijo Connor

—Sip, pero no creo que le hubiera agradado la comparación— dijo Percy

—Y eso si entendía la comparación— señaló Leo

—Buen punto— dijo Percy

Decidí sacar partido de mi herencia. ¡Como hijo de Poseidón que soy, gobernaré los mares!

Te convertiste en pirata —resumió Annabeth.

—Básicamente— dijo Reyna

—Y ahí fue cuando interrumpieron el discurso del villano— dijo Rachel

—Y lo resumiste de una manera muy práctica— comentó Thalia mirando a Annabeth

—Pues eso es lo que era— dijo Annabeth

Crisaor extendió los brazos, cosa que a Percy le pareció bien, ya que apartó la punta de la espada de sus ojos.

—Eso sí me gustó — asintió Percy

—Sí, también me parece mejor— dijo Sally

—Al menos así podrías intentar moverte o algo— dijo Will

—O algo— murmuró Percy

El mejor pirata —dijo Crisaor—. He surcado estas aguas durante siglos, abordando a cualquier semidiós lo bastante insensato como para explorar el Mare Nostrum. Ahora es mi territorio. Y todo lo que tenéis es mío.

—Solo tenemos ansiedad— bromeó Leo

Los chicos se empezaron a reír

—Ojalá esa se la hubiera llevado— asintió Piper

—Creo que sí necesitan un psicólogo— dijo Apolo —pero creo que renunció

—No nos podemos imaginar por qué— comentó Percy con sarcasmo

—Nosotros tampoco— dijo Hermes

Uno de los guerreros delfín subió a rastras al entrenador Hedge desde abajo.

¡Suéltame, atún! —gritó Hedge.

Intentó darle una patada al guerrero, pero su pezuña rebotó sonoramente en la armadura de su captor.

—Lastima que llevara armadura— masculló Clarisse

—Imaginen cómo habría quedado si no— comentó Leo —no le habrían quedado ganas de seguir robando en los barcos

—De todas maneras creo que no les quedaron ganas— dijo Percy

A juzgar por las marcas con forma de pezuña que lucían la coraza y el yelmo del delfín, el entrenador ya había hecho varios intentos

—No se iba a rendir tan fácilmente— dijo Piper

—Por supuesto que no— dijo Clarisse

—Unos ocho mil intentos más y yo creo que sí les hacía daño— comentó Connor

—Era una armadura muy fuerte— asintió Percy

Ah, un sátiro —observó Crisaor—. Un poco viejo y esmirriado, pero los cíclopes pagarán bien por un bocado como él. Encadenadlo.

¡Esta carne de cabra no es para nadie! —protestó Hedge.

—Bueno, claro que es para alguien— murmuró Will con una mueca

—¿Cómo que es para alguien?— preguntó Apolo —pasen el chisme

—Todavía no lo supero— dijo Will —dame más tiempo

—¿En serio todavía no?— preguntó Nico

—No— dijo Will

Amordazadlo también —decidió Crisaor.

Pedazo dorado de…

El insulto de Hedge quedó interrumpido cuando el delfín le metió un mugriento rollo de lona en la boca.

—Qué trato tan malo— dijo Travis

—Les vamos a poner cero estrellas en la calificación para piratas— dijo Leo

—Definitivamente lo vamos a hacer— coincidió Percy

El entrenador no tardó en ser atado como un becerro en un rodeo y arrojado con el resto del botín: cajas de comida, armas de repuesto, incluso la nevera mágica del comedor.

—Por supuesto que iban a querer una nevera mágica— dijo Leo

—¿Quién no quisiera una nevera mágica?— preguntó Esperanza

—Exacto— dijo Leo con una sonrisa —todos alguna vez necesitamos una nevera mágica

—Voy a estar de acuerdo contigo en esto— convino Calipso

¡No puedes hacer esto! —gritó Annabeth.

La risa de Crisaor reverberó dentro de su máscara de oro. Percy se preguntaba si estaba terriblemente desfigurado o si su mirada podía petrificar a la gente como la de su madre.

—Esa es una muy buena pregunta— dijo Piper

—Pregunta que al menos no averiguamos— dijo Leo

—Algo bueno tenía que pasar— señaló Miranda

—Por lo menos— asintió Percy

Puedo hacer lo que me dé la gana —dijo Crisaor—. Mis guerreros han sido muy bien adiestrados. Son crueles, sanguinarios…

Delfines —observó Percy.

—¿Están saqueando el barco y se te ocurre mencionar eso?— preguntó Thalia

—Pues claro porque no estaban saqueando delfines— dijo Percy

—Sí, casi perdimos contra los delfines— asintió Leo

—Nunca pensarías que un delfín te pudiera saquear— señaló Percy

Crisaor se encogió de hombros.

Sí. ¿Y qué? Tuvieron mala suerte hace unos milenios; secuestraron a la persona equivocada.

—Secuestraron a la persona equivocada— masculló Dionisio

—¿A quién secuestraron?— preguntó Bianca

—Pues si no mal recuerdo secuestraron a Dionisio— dijo Apolo —lo confundieron con el hijo de alguien rico y pensaban pedir rescate

—Se iban a cansar de esperar el rescate— murmuró Hermes

Dionisio resopló

Algunos miembros de su tripulación se convirtieron en delfines completos. Otros se volvieron locos. Pero estos… estos sobrevivieron como criaturas híbridas. Cuando los encontré bajo el mar y les ofrecí una nueva vida, se convirtieron en mi leal tripulación. ¡No le temen a nada!

—Pues sí le temen a algo— dijo Percy con una sonrisa de lado

—Bueno, nada más necesitas descubrir a qué— señaló Travis

—Detalle muy pequeñito— dijo Leo

—Claro— asintió Percy

Uno de los guerreros se dirigió a él parloteando con nerviosismo.

Sí, sí —gruñó Crisaor—. Solo temen una cosa, pero no importa. Él no está aquí.

—Pues que bueno que sigan temiendo— masculló Dionisio

—Y aun así se ponen a saquear barcos— señaló Rachel

—Nunca fueron muy inteligentes— dijo Dionisio

Percy empezó a notar un cosquilleo en la base del cráneo a medida que una idea iba cobrando forma en su mente. Antes de que pudiera ponerla en práctica, más guerreros delfín subieron la escalera, arrastrando al resto de sus amigos.

—Esta es una información importante— dijo Percy —que les ayudará a dar con mi plan

—De acuerdo, entonces también vamos a poner atención— dijo Katie

—Claro que nosotros siempre ponemos atención— señaló Leo

—Por supuesto que sí— coincidió Rachel

Jason estaba inconsciente. A juzgar por los cardenales de su cara, había intentado resistirse.

Jason hizo una mueca

—Eso definitivamente ya no es bueno para tu salud— comentó Apolo

—Sí, empezaba a pensar lo mismo— dijo Jason

—Y vaya que sí, hermanito— dijo Thalia

Hazel y Piper estaban atadas de pies y manos. Piper tenía una mordaza en la boca, de modo que parecía que los delfines habían descubierto su gran poder de persuasión.

—Sí y no les gustó— dijo Piper

—Lo imaginamos cuando te vimos con la mordaza— dijo Annabeth

—Tampoco fue divertido— comentó Percy

Frank era el único que faltaba, aunque dos delfines tenían la cara cubierta de picaduras de abeja. ¿Era posible que Frank se hubiera convertido en un enjambre de abejas?

—Eso es genial— dijo Katie

—Pero que falte alguien por atrapar es bueno— dijo Perséfone

—Muy bien— dijo Ares —les puedes dar la oportunidad a los que se dejaron atrapar

Eso esperaba Percy. Si estaba en libertad a bordo del barco, podía representar una ventaja, suponiendo que a Percy se le ocurriera cómo comunicarse con él.

—Detalle chiquito— dijo Connor

—Súper chiquito— dijo Percy

—Ojalá que se logre—comentó Miranda —porque no estaría tan genial ser derrotados por delfines

—No, para nada— dijo Piper

¡Excelente! —dijo Crisaor con regocijo.

Indicó a sus guerreros que dejaran a Jason junto a las ballestas. A continuación examinó a las chicas como si fueran regalos de Navidad, lo que hizo apretar los dientes a Percy.

Percy resopló

—Bueno, para alguien se había adelantado la navidad— dijo Miranda

—Lastima que se tuvo que cancelar— dijo Leo con sarcasmo

El chico no me sirve —dijo—. Pero tenemos un acuerdo con la hechicera Circe. Ella compra mujeres como esclavas o como aprendizas, según su talento.

Reyna hizo una mueca

—¿Qué no habían destruido la isla?— preguntó Katie

—Pero Circe es poderosa, pudo reconstruirla, ahí o en otro lado, en realidad daba igual— comentó Reyna

Pero no a ti, preciosa Annabeth.

Annabeth retrocedió.

No me vas a llevar a ninguna parte.

—Nada más necesitan un plan desesperado— dijo Apolo

—Esos son mi especialidad— dijo Percy

—Un plan marca Percy Jackson— asintió Thalia

—Así es, de ese tamaño de plan— coincidió Percy

Percy se llevó la mano al bolsillo. Su bolígrafo había vuelto a aparecer en sus tejanos. Solo necesitaba un momento de distracción para sacar la espada. Tal vez si pudiera liquidar rápido a Crisaor, cundiría el pánico entre su tripulación.

—Pero él es bastante rápido— comentó Poseidón

—Sí, lo noté— dijo Percy

—Entonces no lo puedes derrotar por la fuerza— dijo Rachel

—Nop, es con un plan desesperado— dijo Percy

Ojalá supiera algo acerca de las debilidades de Crisaor. Normalmente Annabeth le proporcionaba información de ese tipo, pero por lo visto Crisaor no tenía ninguna leyenda, de modo que ninguno de los dos sabía nada.

—Yo creo que es momento para pánico— dijo Miranda

—Ya estábamos en pánico— coincidió Percy

—Sí— coincidió Hazel

El guerrero dorado chasqueó la lengua.

Lamentablemente, Annabeth, no te quedarás conmigo. Me encantaría,

—Idiota— masculló Annabeth

—¿Todos los demás sí, pero tú no?— preguntó Katie

—Ni Percy— señaló Piper

Sally hizo una mueca

pero tú y tu amigo Percy estáis reservados. Cierta diosa me va a recompensar generosamente por vuestra captura: vivos, a ser posible, aunque no dijo que tuvierais que estar ilesos.

—Nos apartaron, como si fuéramos ganado— murmuró Percy

—Les dije que de cierta manera éramos ganado— señaló Piper

—Supongo que tienes razón— asintió Leo

—Eso creo también— dijo Percy

En ese momento, Piper armó el alboroto que necesitaban. Se puso a gemir tan fuerte que se le oía a través de la mordaza. Acto seguido, se desmayó contra el centinela que tenía más cerca y lo derribó.

—De nada— dijo Piper con una sonrisa

Hazel captó la idea y se desplomó en la cubierta, agitando las piernas y revolcándose como si estuviera sufriendo un ataque.

—Actuación 10/10— dijo Apolo

—Yo creo que casi podíamos entrar a los premios Oscars— bromeó Piper

—Algún premio se llevarían— asintió Apolo

Percy sacó a Contracorriente y atacó. La hoja de la espada debería haber atravesado limpiamente el cuello de Crisaor, pero el guerrero dorado era increíblemente rápido.

—Por supuesto que sí— dijo Poseidón

—Pero aún así tenía que volver a intentarlo— dijo Percy

—Claro que tenías que hacerlo— suspiró Sally

Esquivó y paró la estocada mientras los guerreros delfín retrocedían, vigilando a los demás prisioneros al tiempo que dejaban sitio a su capitán para que luchara. Las criaturas parloteaban y chillaban, animándolo,

—Fue una porra muy rara— dijo Percy

—Tu porra estaban amarradas y amordazadas— señaló Miranda

—Lo sentimos, no fuimos una buena porra— dijo Piper

—¿Y Annabeth?— preguntó Rachel

—Tampoco podía estar en la porra— comentó Annabeth

y a Percy le dio la impresión de que estaban acostumbradas a esa clase de diversión. No consideraban que su líder estuviera en peligro.

—Ahí ya habría sido diferente— dijo Hermes

—Ni siquiera te habrían dejado acercarte a él— dijo Zoë

—Definitivamente no me habrían dejado— comentó Percy

Percy no había cruzado la espada con un contrincante así desde… desde que había luchado contra el dios de la guerra Ares.

—Sí, nos acordamos— dijo Apolo

Ares resopló

—Por supuesto que nos acordamos— asintió Poseidón

—Igual que nosotros— dijo Grover

—Claro que sí— dijo Annabeth

Crisaor era igual de bueno. Muchos de los poderes de Percy habían aumentado con los años, pero se dio cuenta demasiado tarde de que el manejo de la espada no era uno de ellos.

Percy hizo una mueca

—Pero también tiene años de práctica— dijo Miranda

Le faltaba práctica; por lo menos, contra un adversario como Crisaor. Lucharon moviéndose de acá para allá, lanzando y parando estocadas. Percy oyó la voz de Luke Castellan, su primer mentor de esgrima en el Campamento Mestizo, dándole consejos.

Luke alzó una ceja —¿Aún seguías escuchando mis consejos?

Percy se sonrojó —Bueno sí, me enseñaste muchas de las cosas que sé

—Vaya— dijo Luke —realmente no lo esperaba

Percy le dio una pequeña sonrisa

Pero eso no le ayudó. La máscara de gorgona dorada era demasiado inquietante. La cálida niebla, las resbaladizas tablas de la cubierta, el parloteo de los guerreros; nada le ayudaba.

—Todo se pone en tu contra— dijo Apolo

—Y no era como que sí tuviera aunque sea una pequeña ventaja— comentó Percy

Y con el rabillo del ojo, Percy vio a uno de los hombres sosteniendo un cuchillo contra la garganta de Annabeth, por si intentaba hacer alguna treta.

—Sabían que también es peligrosa— dijo Zoë

Annabeth masculló una maldición

—Ya vimos quién le enseñó a maldecir a Zoé— señaló Apolo

Annabeth se sonrojó

—Que´mal ejemplo eres— bromeó Percy negando con la cabeza

—Cállate— murmuró Annabeth sonrojada

Hizo una finta y lanzó una estocada a la barriga de Crisaor, pero el pirata se adelantó al movimiento. Volvió a arrebatarle la espada de un golpe y, de nuevo, Contracorriente salió volando y cayó al mar.

—¿Qué pasó ahí, chaval?— preguntó Ares con burla

—Pues es mejor con la espada que yo, pero definitivamente también es mejor que tú— dijo Percy

Se oyeron unas risitas disimuladas. Hera, Zeus y Ares resoplaron

—Eso es cierto— dijo Apolo —al menos él no salió herido por Percy

—No sé si te están apoyando o no— comentó Thalia

—Tampoco yo— dijo Percy

Crisaor se rió despreocupadamente. Ni siquiera le faltaba el aliento. Presionó el esternón de Percy con la punta de su espada dorada.

—Pésimo servicio— masculló Percy

—Bueno, vamos por el pan desesperado— dijo Connor

—Vamos por el plan desesperado— asintió Percy

Buen intento —dijo el pirata—. Pero ahora serás encadenado y transportado con los secuaces de Gaia. Están impacientes por derramar tu sangre y despertar a la diosa.

—No vamos a ir todavía por el plan desesperado porque ya se acabó el capítulo— comentó Zoé

—Genial— murmuró Frank

—No me gusta que derramen mi sangre tan temprano en la mañana— mencionó Percy

—Eso se hace en la tarde ¿Verdad?— bromeó Piper

—Claro— asintió Percy

—Bueno ¿Y quién va a leer?— preguntó Zoé

Charles miró a su hermana, el capítulo había estado algo feo al principio, bastante tenso y la verdad es que todavía no se hacía una idea, había una parte de la historia del rescate de la estatua que no sabía, o bueno, mejor dicho la mayor parte, nunca habían querido entrar en detalles, así que esperaba que no fuera nada malo.

Para distraerse un poco se puso a pensar en uno de sus recuerdos favoritos… La boda de sus padres.

Sí, era cierto que ellos se habían comprometido antes de que Charles naciera, pero por cuestiones del destino no se había podido llevar a cabo la ceremonia, misiones y más misiones, entrenamiento a los campamentos, luego su llegada y luego la de Zoé, así que en realidad se fue aplazando y aplazando. De hecho Charles sabía que ni siquiera habían estado seguros de hacerla, ya que Hera es la diosa del matrimonio, así que no importaba mucho. Pero al final de cuentas ambos decidieron que lo haría, al diablo si Hera no quería.

Así que empezaron a organizar todo para una boda en la playa. oé debía tener unos tres años.

No fue exactamente una boda tradicional y en todos los preparativos estuvieron involucrados Zoé y él. En una ocasión cuando fueron a probar pasteles a su padre y a Zoé les había encantado el de chocolate, pero a él y a su mamá no, estaba mucho mejor el de queso y zarzamora, duraron como una hora discutiendo para que al final de cuentas pusieran mitad y mitad.

Fueron muchos debates y muchos arreglos para que todo saliera bien.

El día esperado llegó. Todo estaba bellamente adornado en la playa con un arco al final donde se llevaría a cabo la ceremonia, estaba ahí toda la familia, tanto sus abuelos mortales por partida doble, pero del lado divino nada más se veía a Poseidón, por supuesto, había otros dioses como Apolo, por supuesto Afrodita e incluso, para sorpresa de todos Artemisa, pero de Atenea no se veían ni sus luces.

Bianca Zoé fueron las niñas de las flores, ambas con un vestido azul marino, no sabían cómo tirar las flores, así que simplemente agarraban un puño y lo aventaban al piso, luego se pusieron a jugar con los pétalos.

Sus padres llegaron juntos a la ceremonia, uno a lado del otro sonriendo. Él con una camisa blanca de playa y unos pantalones levemente grises, ella con un vestido largo que era un degradado gris suave hasta un blanco, se vio un leve destello de decepción cuando no vio a Atenea.

Había una tradición griega que decía que los novios debían entrar juntos, con coronas blancas en la cabeza y así lo hicieron, con él agarrando la cola del vestido de novia, de alguna manera Afrodita se deshizo de la persona que los iba a casar y ella se hizo cargo de la ceremonía, no fue precisamente tradicional. Se intercambiaron los anillos tres veces, como número sagrado y luego se dieron los votos

—Lo único que quiero es pasar toda mi vida a tu lado, desde que te conocí sabía que llegaría este momento, desde la primera vez que conocí Nueva Roma y vi un futuro para nosotros y ahora lo tenemos y nada más importa siempre y cuando estemos juntos.

—Siempre y cuando estemos juntos, tenemos un futuro y tenemos una familia. Nunca me imaginé que el chico que llegó al campamento y que babea cuando duerme se convertiría en alguien tan importante para mí. Te amo.

—Te amo más

Y los novios se besaron con una felicidad que se representaba en su expresión, sus amigos y familiares los abrazaron y felicitaron y pronto ellos también fueron junto a sus hijos para seguir viviendo con la familia que eran,

No fue una boda exactamente tradicional, pero fue perfecta.