PIPER IX,X
IX
Piper
— Yo quiero leer— pidió Tyson, Miranda le pasó el libro — este capítulo es sobre Piper
— Ay no— masculló Piper — ¿Por qué otra vez yo?
— No sé, el libro también te odia, reina de belleza— señaló Leo
Piper hizo una mueca, Tyson comenzó a leer
Piper no quería usar el cuchillo.
— Pues no lo uses— dijo Leo
—Wow, nunca había escuchado tanta sabiduría en un consejo— dijo Piper
—Gracias, mis consejos siempre son gratis— comentó Leo
—No hay mejor forma de compartir sabiduría— señaló Percy
Pero sentada en el camarote de Jason, esperando a que se despertara, se sentía sola y desesperanzada. Jason estaba tan pálido que podría haber estado muerto.
— Ouch— se quejó Jason cuando Piper lo golpeó — ¿Eso por qué fue?
—Por asustarme— dijo Piper
—Dale otro de mi parte— pidió Thalia
—¡Thalia!— se quejó Jason
Piper le volvió a pegar
Piper recordaba el espantoso sonido del ladrillo al golpearle en la frente: una herida que había recibido porque había intentado protegerla de los romanos.
Jason hizo una mueca —Y no lo logré
—Oye, eran demasiados y estaban muy enojados— señaló Piper
—Aunque con buena razón— comentó Hermes
Leo se sonrojó
Ni siquiera con el néctar y la ambrosía que le habían obligado a tomar, Piper tenía la certeza de que se encontrara bien cuando despertara. ¿Y si había vuelto a perder los recuerdos, pero esta vez había perdido los recuerdos de ella?
— Hay que tener prioridades en esta vida, claro que sí— dijo Connor
—Me parece una prioridad perfecta— dijo Afrodita
—Después de todo lo que pasaron es obvio que tenga esas prioridades— comentó Katie
—Gracias— murmuró Piper sonrojada
Esa sería la broma más cruel que los dioses le habían jugado hasta la fecha, y le habían jugado unas cuantas bromas muy crueles.
— Unas cuantas— dijo Leo
—Me encanta ser receptora de bromas— dijo Piper con sarcasmo
—Lo sabemos— asintió Leo
Oyó a Gleeson Hedge en la habitación contigua, tarareando una canción militar: « ¿Barras y estrellas» , quizá? Como se habían quedado sin televisión por satélite, probablemente el sátiro estuviera sentado en su catre releyendo ejemplares de la revista Armas y munición.
— Eso es demasiado probable— asintió Annabeth
—Bueno, al menos sabe pasar el tiempo— dijo Bianca
—Vaya que sí— dijo Rachel
—Me preguntó quién le habrá presentado tales revistas— comentó Connor mirando de reojo a Clarisse
—O tal vez él se las presentó a ella— señaló Travis
Silena volteó a ver a Sammy
No era un mal acompañante, pero estaba claro que era la cabra más belicosa que Piper había conocido en su vida.
— Y vaya que sí— dijo Piper
—Definitivamente— asintió Leo
—Claro que sí— afirmó Grover
Por supuesto, le estaba agradecida al sátiro. Había ayudado a su padre, el famoso actor de cine Tristan McLean, a salir adelante después de ser secuestrado por unos gigantes el invierno pasado.
Piper hizo una mueca —Genial, por si no se acordaban
—Yo digo que estos libros sí nos odian a todos— comentó Leo
—Estoy totalmente de acuerdo— asintió Percy
—Es bastante obvio que sí— dijo Frank
Hacía unas semanas, Hedge había pedido a su novia, Mellie, que se encargara de la casa de McLean para que él pudiera ayudarles en la misión.
— El adulto responsable— dijo Leo
—Muy responsable— dijo Piper
—Claramente— asintió Frank
—Eso esperamos— comentó Poseidón
El entrenador Hedge había intentado que pareciera que la vuelta al Campamento Mestizo había sido idea suya, pero Piper sospechaba que no era así. Durante las últimas semanas, cada vez que Piper llamaba a su casa, su padre y Mellie le preguntaban qué ocurría.
— Genial— dijo Piper
—Como que no sabes ocultar cosas, reina de belleza— señaló Leo
—Ya me di cuenta— murmuró Piper
—Necesitas unas cuántas clases— dijo Thalia
—No lo sé, yo no tengo 6 años y a mí sí me gritarías— dijo Piper
—Concuerdo en que te gritaría— asintió Percy
Thalia resopló
Tal vez su propia voz los había puesto sobre aviso. Piper no podía revelar las visiones que había tenido. Eran demasiado inquietantes. Además, su padre había tomado una poción que había borrado de su memoria todos los secretos de la identidad de su hija como semidiosa.
— Que era lo mejor— señaló Afrodita
—Eso creo— murmuró Piper
—Por supuesto que sí— dijo Afrodita
Pero aun así, todavía percibía cuándo ella estaba disgustada, y Piper estaba segura de que su padre había empujado al entrenador Hedge a que cuidara de ella. No debía sacar su arma. Solo le haría sentirse peor.
— ¿Por qué?— dijo Katie
—Porque por algo su nombre significa "espejo"— comentó Piper
—Eso no nos da una gran pista— señaló Travis
—¿Por lo que Annabeth dijo que Helena solo lo ocupaba para verse?— preguntó Miranda
Al final la tentación fue demasiado grande. Desenvainó a Katoptris. No parecía muy especial, solo una hoja triangular con una empuñadura sencilla, pero había pertenecido a Helena de Troya. El nombre de la daga significaba« espejo».
— Y por tanto ya sabes por qué es un arma tan poderosa— señaló Afrodita
— Lo aprendí— asintió Piper
—Confío en que puedes manejarlo— dijo Afrodita
—Gracias— murmuró Piper
Piper contempló la hoja de bronce. Al principio solo vio su propio reflejo. Entonces la luz rieló a través del metal. Vio a un montón de semidioses romanos reunidos en el foro.
— Vaya, no esperábamos eso— dijo Miranda
—Y por eso es un espejo— señaló Piper con una mueca
—Con razón Helena de Troya se volvió loca— comentó Travis
—No se volvió loca ¿O sí?— preguntó Katie
—No sé, pero las cosas no le salieron bien— murmuró Piper
El chico rubio con pinta de espantapájaros, Octavio, estaba hablando a la multitud agitando el puño. Piper no le oía, pero el fondo del asunto resultaba evidente: « ¡Tenemos que matar a los griegos!» .
— Eso sí lo esperábamos— dijo Connor
—Tampoco fue una gran sorpresa en realidad— comentó Piper
—Era algo que pasaría— dijo Hermes
—Genial— dijo Miranda
Reyna, la pretora, se encontraba a un lado, con el rostro tirante de la emoción reprimida. ¿Amargura? ¿Ira? Piper no estaba segura. Había estado dispuesta a odiar a Reyna, pero no podía.
— Confesiones tan temprano en la mañana— dijo Travis
—Dioses— masculló Piper —odio estos libros
—Todos— asintió Percy
—No estás sola en ese sentimiento— dijo Leo
Durante el banquete en el foro, Piper había admirado la forma en que Reyna mantenía a raya sus emociones. Reyna había calado la relación de Piper y Jason enseguida. Como hija de Afrodita, Piper advertía cosas como esa.
—¿Y cuáles son esas "otras cosas"?— preguntó Rachel
—No lo sé ¿Qué piensas?— dijo Piper con una sonrisita
— O sea ¿No hay secretos contigo?— preguntó Miranda
— Nop— dijo Piper riendo por la cara de unos cuantos
— Solo finge no saber— bromeó Leo
—Alguien nos debió informar al respecto— dijo Connor
Reyna intercambió una mirada con Nico
—Así que si hay algo que me quieran contar…— comentó Piper divertida
Bianca se sonrojó
—El confesionario de Piper está abierto— señaló Leo —para los amigos es gratis
—Cuando quieran— asintió Piper
—Deberías ir, es gratis— susurró Zoé a su hermano
—Cállate— murmuró Charles
—Cita previa— señaló Leo —los esperamos con gusto, tal vez los consejos no sirvan, pero nos gusta el chisme
—Pero haremos lo mejor posible— asintió Piper
Sin embargo, Reyna no había perdido la educación ni el dominio de sí misma. Había antepuesto las necesidades del campamento a sus emociones. Había dado a los griegos una oportunidad con todas las de la ley … hasta que el Argo II había empezado a destruir la ciudad.
— Detallito— murmuró Leo avergonzado
—A veces pasan cosas así cuando haces nuevos amigos— comentó Apolo
—Es una forma rarísima de hacer amigos— señaló Travis
—Y tampoco la recomiendo— dijo Leo
La pretora casi había hecho sentir culpable a Piper por ser la novia de Jason, pero era ridículo. En realidad, Jason no había llegado a ser novio de Reyna. Tal vez Reyna no fuera tan mala, pero eso y a no importaba.
— Ni siquiera sé por qué tienen que hablar de mí— masculló Reyna
—Lo siento— murmuró Piper sonrojada
—Esa es el precio de ser amigo de cualquiera de ellos— señaló Hermes
—Genial— bufó Reyna
—Le debieron advertir— señaló Apolo
Habían echado a perder la oportunidad de estar en paz. Por una vez, el poder de persuasión de Piper no había servido de nada. ¿Cuál era su temor secreto? Que tal vez no se había esforzado lo bastante.
— Ay dioses— masculló Piper sonrojada
—Pero me parece que aunque te hubieras esforzado de más hubieras podido hacer algo— señaló Perséfone
—Tal vez— dijo Piper incómoda
Piper nunca había querido trabar amistad con los romanos. Le preocupaba demasiado perder a Jason al enfrentarse a su antigua vida. Tal vez inconscientemente no se había esforzado al máximo por usar la embrujahabla.
— Oh, pero no te puedes culpar por eso, querida— comentó Afrodita
—Realmente nada los habría detenido— dijo Apolo
—Estaban demasiado enojados para oír tus palabras— asintió Afrodita
—Es cierto— dijo Jason —hiciste lo mejor que pusiste dadas las circunstancias
Ahora Jason estaba herido. El barco prácticamente había sido destruido. Y según su daga, aquel chico desquiciado que se dedicaba a estrangular osos de peluche, Octavio, estaba despertando el frenesí bélico entre los romanos.
— Perfecto— masculló Poseidón
—Bueno, tampoco es que se necesite mucho para despertar un "frenesí bélico" en los romanos— señaló Hermes
Reyna le dio una mirada indignada
—No, pero también estamos hablando de que atacaron su campamento— dijo Apolo —tendrían que responder
—A veces no sé de qué lado estás— contestó Hermes
Las escena de la hoja de la daga cambió. Apareció una rápida serie de imágenes que no había visto antes, pero no las entendía:
— Y que cuando las entendió tampoco le gustaron— señaló Piper
—Definitivamente no— dijo Jason
—Sí, esa daga no es precisamente una fuente de alegría— dijo Perséfone
—Por eso solo los mejores la pueden reclamar— dijo Afrodita
Piper se sonrojó
Jason entrando en combate montado a caballo, con los ojos dorados en lugar de azules;
Jason hizo una mueca
—Y eso suena a más problemas— Hermes
—Oh sí, todavía faltan muchos de esos— comentó Piper
—Era de esperarse— suspiró Poseidón
una mujer con un anticuado vestido de muñeca sureña en un parque a orillas del mar con palmeras; un toro con la cabeza de un hombre barbudo saliendo de un río, y dos gigantes con togas amarillas a juego tirando de la cuerda de una polea y sacando una gran vasija de bronce de un foso.
— Suenan a muy malas noticias— dijo Apolo
—Definitivamente— coincidió Deméter
—Sí, también nos parecía que serían malas noticias— dijo Percy
—Y que lo digas— masculló Annabeth intercambiando una mirada con Piper
Entonces tuvo la peor visión: se vio a sí misma, con Jason y Percy, sumergida en agua hasta la cintura en el fondo de una oscura cámara circular, como un pozo gigantesco.
— Ah, tampoco nos gustan esas visiones— dijo Percy
—No, no es mi visión favorita— dijo Jason
—Tampoco la mía— murmuró Piper
Unas figuras espectrales se movían a través del agua mientras el líquido subía rápidamente. Piper clavaba las uñas en las paredes, tratando de huir, pero no había escapatoria. El agua les llegaba al pecho.
Jason, Percy y Piper hicieron una mueca
—Pero… Percy puede respirar bajo el agua— dijo Katie
—Hubo unos cuantos problemitas ahí— contestó Percy —detallitos menores
—Claro— dijeron Jason y Piper al unísono
—Perfecto— suspiró Sally
Percy le sonrió
Jason se vio arrastrado hacia abajo. Percy dio un traspié y desapareció. ¿Cómo podía ahogarse un hijo del mar? Piper no lo sabía, pero se contempló a sí misma en la visión, sola, revolcándose en la oscuridad, hasta que el agua le llegó por encima de la cabeza.
— Demonios— dijo Thalia
—Pero no siempre las cosas se tienen que cumplir con exactitud— dijo Rachel
—Cierto, puede haber una manera de escapar de eso— coincidió Apolo
—Algo así— dijo Piper
Piper cerró los ojos. « No vuelvas a enseñarme eso —rogó—. Enséñame algo útil»
Se obligó a mirar otra vez la hoja de la daga.
— Esas visiones también podrían ser utiles— señaló Apolo
—Pues sí, sirvieron para asustarme— murmuró Piper
—Pero sirvieron para algo— dijo Apolo
—Es lo importante— señaló Leo
Esa vez vio una carretera vacía que avanzaba entre campos de trigo y girasoles. Un indicador de kilómetros rezaba: TOPEKA 51. En el arcén había un hombre con pantalones color caqui y una camiseta de campamento morada.
— Dioses no— dijo Jason
—No me digas que eso va a venir— ser quejó Percy
—No te lo diré— comentó Piper
—Creo que es muy probable— dijo Jason con una mueca
Tenía la cara cubierta por la sombra de un ancho sombrero con el ala adornada con parras frondosas. Alzó una copa de plata e hizo señas a Piper. De algún modo, ella supo que le estaba ofrecido un regalo: una cura o un antídoto.
— Esa es una buena noticia ¿No?— dijo Bianca
—Sí— dijo Piper —al menos un poco
—Suena a excelente noticia— comentó Apolo con un poco de sarcasmo
—Hola —dijo Jason con voz ronca.
Piper se sobresaltó tanto que se le cayó la daga.
—¡Estás despierto!
—No te hagas la sorprendida
— Sí sonaste muy sorprendida— señaló Jason
—Lo sé y lo siento— dijo Piper —es que con todo…
—Es comprensible— dijo Will
—Jason se tocó la cabeza vendada y frunció el entrecejo—. ¿Qué… qué ha pasado? Recuerdo las explosiones y …
—¿Te acuerdas de quién soy yo?
— Aquí a lo que importa— bromeó Miranda
—Sí Jason ¿Cómo te sientes?— dijo Leo riendo
—Me alegra mucho que hayas despertado, Jason— señaló Connor
—Ese golpe estuvo muy feo, Jason— dijo Thalia
—De acuerdo, ya entendí— murmuró Piper sonrojada
Jason trató de reírse, pero hizo una mueca de dolor.
—La última vez que lo comprobé eras Piper, mi espectacular novia. A menos que algo hay a cambiado mientras he estado fuera de combate.
— Lo que sería muy triste— señaló Travis
—Definitivamente— dijo Leo
—¿Crees que si algo hubiera cambiado te hubiera preguntado si te acordabas de ella?— preguntó Thalia
—Buen punto— dijo Jason
Piper asintió de acuerdo
Piper se sintió tan aliviada que estuvo a punto de echarse a llorar. Le ayudó a incorporarse y le dio néctar para que bebiera mientras lo ponía al corriente. Le estaba explicando el plan de Leo para reparar el barco cuando oyó unos cascos de caballo en la cubierta por encima de sus cabezas.
—Adivinen quienes llegaron— dijo Leo
—Pues no nada más llegaron ustedes— señaló Piper —llevaron a todas las ninfas que encontraron
—Nosotros no las encontramos, ellas ya estaban ahí— argumentó Leo
—Así fue— asintió Hazel
—Nosotros nada más las hicimos enojar— señaló Leo
—Un poco— dijo Hazel
Un momento después, Leo y Hazel aparecieron dando traspiés en la puerta, transportando entre los dos una gran lámina de bronce forjado.
—Dioses del Olimpo —Piper se quedó mirando a Leo—. ¿Qué te ha pasado?
—Larga historia, reina de belleza— dijo Leo
—No te preocupes, ya no me la tienes que explicar— bromeó Piper
—Un alivio porque era una historia muy enredada— dijo Leo
—Y vaya que lo fue— murmuró Hazel
Llevaba el pelo engominado. Tenía unas gafas de soldador en la frente, una marca de lápiz de labios en la mejilla, tatuajes en los brazos y una camiseta de manga corta en la que ponía TEAM LEO, CHICO MALO y LEO CAMPEÓN.
—Bueno, sin el contexto de la historia era un poco raro— señaló Piper
—Sí, fue un poco extraño— asintió Jason
—Gracias, me gustan los looks extraños— dijo Leo
—Es una larga historia —dijo—. ¿Han vuelto los demás?
—Todavía no —contestó Piper.
Leo soltó un juramento.
—Deben de estar coqueteando por ahí— dijo Travis
—No porque llevaban chaperón— señaló Connor
—¿Crees que eso los detendría?— preguntó Thalia
—¡Thalia!— chillaron Percy y Annabeth al mismo tiempo
—Pues no los detendría— señaló Thalia
—Bueno— murmuró Zoé
Entonces reparó en que Jason estaba incorporado, y se le iluminó la cara.
—¡Eh, tío! Me alegro de que te encuentres mejor. Estaré en la sala de máquinas.
Se marchó corriendo con la lámina de bronce, dejando a Hazel en la puerta.
—Ok, excelente explicación— dijo Katie
—Gracias, soy muy bueno dando explicaciones— dijo Leo
Calipso lo miró con una ceja enarcada
—Según la cara de Calipso, no opina lo mismo— señaló Piper
—Ahí vas de nuevo— se quejó Leo y a Calipso le dio una sonrisa inocente
Piper la miró arqueando una ceja.
—¿Leo, campeón?
—Hemos conocido a Narciso —dijo Hazel, una afirmación que no explicaba gran cosa—. También a Némesis, la diosa de la venganza.
—Y eso tampoco decía mucho— señaló Piper
—Lo sé— dijo Hazel — es que como dijo Leo, fue una historia bastante rara
Leo asintió
Jason suspiró.
—Me he perdido toda la diversión.
Un ruido sordo sonó en la cubierta, como si un animal pesado hubiera aterrizado.
—Ahora sí llegamos— dijo Percy
—Ya se habían tardado— dijo Leo
—Apenas un par de minutos— comentó Percy encogiéndose de hombros
—Ese nivel de puntualidad— dijo Travis negando con la cabeza
Annabeth y Percy llegaron corriendo por el pasillo. Percy llevaba un humeante cubo de plástico de veinte litros que olía fatal. Annabeth tenía el pelo manchado de una pegajosa sustancia negra. La cabeza de Percy estaba cubierta de lo mismo.
—No sirve como gel, por si se lo preguntaban— comentó Percy
—No nos lo preguntábamos, pero gracias— dijo Connor
—Es una excelente información— dijo Travis
—Obviamente— dijo Leo
—¿Alquitrán? —supuso Piper.
Frank se acercó dando traspiés detrás de ellos, de forma que el pasillo quedó atestado de semidioses. Frank tenía una gran mancha del líquido negro en la cara.
—Nos hemos tropezado con unos monstruos de alquitrán —informó Annabeth
—¿Existen los monstruos del alquitrán?— preguntó Esperanza con el ceño fruncido
—Sí existen— asintió Percy —y no se deberían encontrar con ellos nunca
—Existen monstruos de casi todo lo que se puedan imaginar— señaló Apolo
—Ah, es bueno saberlo— comentó Esperanza
—. Hola, Jason, me alegro de que estés despierto. ¿Dónde está Leo, Hazel?
Ella señaló hacia abajo.
—En la sala de máquinas.
—Ahí también va el alquitrán— señaló Travis
—Era lo único que faltaba para iniciar mi excelente labor— dijo Leo
De repente, el barco entero se escoró hacia babor. Los semidioses se tambalearon. Percy estuvo a punto de derramar el cubo de alquitrán.
—Eso habría terminado mal— dijo Rachel
—No— dijo Percy —no quería volver a ver al monstruo del alquitrán
—De ninguna manera— comentó Annabeth
—¿Qué ha sido eso? —preguntó.
—Ah… —Hazel pareció avergonzada—. Es posible que hayamos hecho enfadar a las ninfas que viven en el lago. A… todas.
—No una o dos, ustedes no se conforman con poco— dijo Apolo
—Vamos a lo grande— admitió Leo
—Nos dimos cuenta— asintió Piper
—Estupendo —Percy dio el cubo de alquitrán a Frank y a Annabeth—. Ayudad a Leo, chicos. Yo entretendré a los espíritus de la naturaleza todo lo que pueda.
—¡Eso está hecho! —prometió Frank.
—Perfecto— dijo Leo
—¿Y qué tal te fue con ellas?— preguntó Bianca
—Pues no estaban muy contentas— dijo Percy —seguían pidiéndome que entregara a Leo
—Y a pesar de la mirada que le diste en el capítulo anterior no lo ibas a entregar— señaló Thalia
—Por supuesto que no— dijo Percy
—Gracias— dijo Leo
Los tres se fueron corriendo y dejaron a Hazel en la puerta del camarote. El barco volvió a escorarse, y Hazel se llevó las manos a la barriga como si fuera a vomitar.
—Yo me…
Tragó saliva, señaló sin fuerzas al final del pasillo y se fue corriendo.
—De acuerdo, todos entendimos— dijo Katie
Hazel se sonrojó
—Si en el Pax fue horrible, podemos imaginar lo que fue en el Argo— dijo Will
Jason y Piper permanecieron bajo cubierta mientras el barco se mecía de un lado al otro. Para ser una heroína, Piper se sentía bastante inútil.
—Todos nos hemos sentido así— dijo Thalia encogiéndose de hombros
—Es como parte de ser semidiós— coincidió Percy
—Es la prueba de fuego— dijo Miranda
—Genial —dijo Piper
Las olas rompían contra el casco mientras unas voces airadas sonaban encima de la cubierta: los gritos de Percy y los chillidos del entrenador Hedge dirigidos al lago. Festo, el mascarón de proa, escupió fuego varias veces. Al final del pasillo, Hazel gemía tristemente en su camarote.
Hazel se sonrojó
—Lo siento— dijo Piper —no pensé que nada de esto fuera a venir
—Pero entonces nada más va a venir desde su punto de vista ¿No?— preguntó Percy —en los dos anteriores eran solo tres puntos de vista
—Cierto— dijo Jason
—Me parece increíble— comentó Percy
—No sé sesos de alga, todo puede pasar— dijo Thalia
—Gracias— masculló Percy
La sala de máquinas sonaba como si Leo y los otros chicos estuvieran danzando un baile irlandés con yunques atados a los pies.
—Es probable que eso estuviéramos haciendo— dijo Leo
—¿Estaban haciendo eso?— preguntó Connor
—No— dijeron Annabeth y Frank al mismo tiempo
—Pero habría sido divertido— señaló Leo
—Definitivamente no— dijo Annabeth
Después de lo que parecieron horas, el motor empezó a zumbar. Los remos crujieron y chirriaron, y Piper notó que el barco se elevaba en el aire. El balanceo y el temblor cesaron. En el barco no se oía nada a excepción del zumbido de la maquinaria.
—Es la calma después de la tormenta— dijo Apolo
—Y antes de la tormenta también— dijo Jason
—Y que lo digas— murmuró Piper
—Vaya que sí— asintió Percy
Por fin Leo salió de la sala de máquinas. Estaba cubierto de sudor, cal y alquitrán. Parecía que la camiseta se le hubiera enganchado en una escalera mecánica y se hubiera hecho jirones. La inscripción de su pecho, en la que antes ponía LEO, CAMPEÓN, ahora rezaba: LEO, PEÓN.
—No me gustó ese cambio— dijo Leo
—tienes que hacerle ciertos retoques al tatuaje— señaló Miranda
—Sí, es demasiado necesario— coincidió Leo
Pero sonreía como loco y anunció que estaban en camino y que ya no corrían peligro.
—Reunión en el comedor dentro de una hora —dijo—. Menudo día de locos,
¿eh?
—Pues sí— dijo Percy
—Y eso que apenas empezaron— comentó Hermes
—Pero aún— suspiró Poseidón
Cuando todo el mundo se hubo lavado, el entrenador Hedge cogió el timón y los semidioses se reunieron bajo cubierta para cenar. Era la primera vez que se sentaban todos juntos, solos los siete.
—Ay no— murmuró Jason
—Dioses— dijo Percy sonrojado
Annabeth y Piper intercambiaron una mirada y ambas rodaron los ojos
Su presencia debería haber tranquilizado a Piper, pero el hecho de verlos a todos en un mismo sitio no hizo más que recordarle que la Profecía de los Siete por fin se estaba cumpliendo.
—Básicamente— dijo Leo
—Aunque técnicamente había empezado con su misión de rescatar a Hera— señaló Apolo
—Bueno sí, pero todavía no nos habíamos reunido— murmuró Piper
Se acabó esperar a que Leo terminara el barco. Se acabaron los días tranquilos en el Campamento Mestizo, fingiendo que el futuro quedaba todavía muy lejos. Estaban en camino, con una panda de romanos furiosos detrás y las tierras antiguas delante.
—Lo de todos los días— dijo Piper
—Claro, obviamente ¿Quién no ha pasado por eso?— preguntó Travis
—Es lo que pasa después del desayuno— asintió Percy
—Por supuesto— dijo Miranda
—Es más que obvio— dijo Piper
Los gigantes estarían esperando. Gaia estaba despertando. Y a menos que tuvieran éxito en la misión, el mundo quedaría destruido.
—Pues sí— dijo Leo
—Pero sin presiones— dijo Percy
—Para nada que nos sentimos presionados— señaló Piper
—Claro que no— bufó Annabeth
Los otros debían de sentir lo mismo. La tensión en el comedor era como una inminente tormenta eléctrica, algo perfectamente posible, considerando los poderes de Percy y de Jason.
—Perfectamente posible— asintió Thalia
—Mientras esa tormenta sea en contra de los monstruos y no en contra de ellos mismos— señaló Apolo
—Para nada— dijo Percy
—De ninguna manera— dijo Jason al mismo tiempo
—Sí claro— dijo Annabeth
Hubo un momento incómodo cuando los dos chicos intentaron sentarse en la misma silla a la cabecera de la mesa.
—Ah, esa es la escena de la mesa— dijo Connor riendo
Jason y Percy se sonrojaron
—Fue incomodísimo— dijo Leo con una carcajada —pero al mismo tiempo fue épico
—Era de esperarse que pasara algo así— asintió Apolo
—Los demás solo nos volteamos a ver de manera incómoda— señaló Piper
De las manos de Jason saltaron chispas en sentido literal. Tras una breve y silenciosa pausa, como si los dos estuvieran pensando: « ¿En serio, colega?»
Varios de los chicos soltaron una carcajada
—Annabeth es la líder de la misión ¿No?— señaló Bianca
—Se les olvidó— dijo Piper rodando los ojos
—Pero sus caras valían oro— dijo Leo riendo
—Sí— dijo Piper de la misma manera —habría estado increíble tener algo para grabarlos
—¡Pipes!— dijo Jason
Incluso Annabeth se rió
—Listilla— se quejó Percy
—Es que los dos simplemente se quedaron parados y sin saber que hacer— dijo Piper riendo
Hazel y Frank también se empezaron a reír
—Supongo que ninguno de los dos pensó que el otro haría lo mismo— señaló Thalia
—No— dijeron Jason y Percy sonrojados
—Suena incomodísimo— dijo Zoé
—Y lo fue— asintió Percy
—Pero lo que tuvo de incómodo lo tuvo de divertido— señaló Leo
—Siento que quedamos como estúpidos— murmuró Percy con una mueca
—Y que lo digas— comentó Jason sonrojado
—A ver, recreen la escena— dijo Travis
—De ninguna manera— dijeron Jason y Percy al mismo tiempo
cedieron la silla a Annabeth
—No sé por qué no lo hicieron desde el principio— dijo Thalia riendo
—Porque los dos están acostumbrados a liderar— señaló Deméter
y se sentaron uno enfrente del otro a ambos lados de la mesa. La tripulación cambió impresiones sobre lo ocurrido en Salt Lake City, pero ni siquiera la ridícula historia de Leo sobre cómo había engañado a Narciso bastó para animar al grupo.
—Sé que fue difícil de creer— dijo Leo
—Bastante difícil— dijo Piper
—Aunque al menos eso explicaba tu look— señaló Jason
—Entonces ¿adónde vamos ahora? —preguntó Leo masticando un bocado de pizza—. He hecho unas reparaciones rápidas para salir del lago, pero todavía quedan muchos daños. Deberíamos volver a aterrizar y arreglar las averías antes de cruzar el Atlántico.
—Suena como una buena idea— dijo Hefesto
—Sería malo que el Argo II se descompusiera en el medio del mar— dijo Grover
—Definitivamente— murmuró Hazel
—Sobretodo porque no saben lo que se puedan encontrar— señaló Zoë
—Sobretodo por eso— coincidió Poseidón
Percy estaba comiendo un trozo de tarta, que por algún motivo era totalmente azul: relleno, pasta, incluso la nata montada.
—De acuerdo, ahora ya sé por qué es azul— dijo Piper
—Genial— dijo Percy y le sonrió a su mamá
—Tenemos que alejarnos del Campamento Júpiter —dijo—. Frank ha visto unas águilas sobre Salt Lake City. Suponemos que los romanos no andan muy lejos detrás de nosotros.
Esa información no contribuyó a mejorar el humor alrededor de la mesa.
—No, pues de ninguna manera podría hacerlo— dijo Hermes
—Mientras no los alcancen puede que todo esté bien— señaló Apolo
—Deberíamos verificar tu definición de "bien"— comentó Deméter
Piper no quería decir nada, pero se sentía obligada… y un poco culpable.
—¿No deberíamos volver e intentar razonar con los romanos? Tal vez… tal vez no me esforzara lo suficiente por persuadirlos.
—No creo que puedan razonar con ellos— dijo Apolo
—Se puede razonar con nosotros— señaló Reyna
—Cariño, los romanos siempre fueron de "mata ahora, razona después"— comentó Apolo
Los romanos hicieron una mueca
Jason le cogió la mano.
—No fue culpa tuya, Pipes. Ni de Leo —añadió rápidamente—. Fuera lo que fuese lo que pasó, fue obra de Gaia para separar a los dos campamentos.
—Obviamente— dijo Artemisa
—Pero esto nunca hubiera pasado si en primer lugar no los hubieran juntado— masculló Zeus
—Si no hubiera sido así querido, habría sido muchísimo peor— señaló Hera
Zeus le dió una mirada que decía que no le creía
Piper le agradecía el apoyo, pero aun así se sentía intranquila.
—Pero tal vez si pudiéramos explicárselo…
—De ninguna manera va a resultar eso— dijo Perséfone
—Como dijo Apolo, primero van a atacar— comentó Artemisa —además no hay nada que pruebe que ustedes dicen la verdad
Los chicos del Argo hicieron una mueca
—¿Sin pruebas? —preguntó Annabeth—. ¿Y sin la más remota idea de lo que pasó en realidad? Te lo agradezco, Piper. No quiero estar a malas con los romanos, pero hasta que descubramos lo que trama Gaia, volver es un suicidio.
—Exacto— dijo Apolo
—Y recuerden que de cualquier manera Gaia va a seguir con sus planes y les puede tener más… Sorpresas— dijo Deméter
—Genial— murmuró Katie
—Tiene razón —dijo Hazel.
Todavía parecía un poco mareada, pero estaba intentando comer unas galletas saladas. En el borde de su plato había unos rubíes incrustados, y Piper estaba segura de que las piedras preciosas no estaban allí al principio de la comida.
—Por lo menos un 95% segura— dijo Piper
—Un 95% es un nivel muy alto de seguridad— comentó Percy
—Y solo había 5% de posibilidad de que Leo sí pusiera rubíes— dijo Piper
—No nos alcanzaba el presupuesto— señaló Leo —pero se planteó en su momento
—Puede que Reyna nos escuchara, pero Octavio no. Los romanos tienen que pensar en su honor. Han sido atacados. Dispararán primero y preguntarán después.
—Todos lo sabemos— dijo Hermes
—Y al parecer Octavio tiene bastante influencia con todos los demás— dijo Artemisa
—Obviamente, tiene mi encanto— señaló Apolo
Casi todos los chicos le dieron una mirada horrorizada
Piper se quedó mirando su cena. Los platos mágicos podían conjurar una gran variedad de comida vegetariana. Le gustaba especialmente la quesadilla de aguacate y pimiento asado, pero esa noche no tenía mucho apetito.
—Lo que es lamentable porque se veía increíble— señaló Piper
—La comida siempre se ve increíble— asintió Leo
—En eso estoy completamente de acuerdo— dijo Percy
Pensó en las visiones que había visto en la daga: Jason con los ojos dorados; el toro con cabeza humana; los dos gigantes con togas amarillas sacando una vasija de bronce de un foso. Y lo peor de todo, se acordó de sí misma ahogándose en agua negra.
—Y eso tampoco ayudaba con el apetito— resopló Piper
—Bueno, eso sí podría hacerle perder el apetito a cualquiera— señaló Perséfone
—aunque sea por un rato— asintió Apolo
A Piper siempre le había gustado el agua. Recordaba gratamente hacer surf con su padre. Pero desde que había empezado a contemplar esa visión en Katoptris, había estado pensando cada vez más en la vieja leyenda cherokee que su padre solía contarle para que no se acercara al río que pasaba cerca de su cabaña.
—Entonces debes poner especial atención a eso, querida— dijo Afrodita
—Cierto, todo pasa por algo— asintió Apolo —por algo lo estás recordando
—Y vaya que sí— dijo Jason
—No lo podemos negar— murmuró Percy
Él le contaba que los cherokees creían en los espíritus del agua buenos, como las náyades de los griegos, pero también en los espíritus del agua malos, los caníbales del agua, que cazaban a los mortales con flechas invisibles y eran especialmente aficionados a ahogar a niños.
—No, pues entonces no me voy a acercar al agua— dijo Travis
—Tampoco yo— murmuró Bianca para sí misma
—Una lastima porque les teníamos una sorpresa— señaló Poseidón
—¿Teníamos?— bufó Zeus
—Me gustan los sorpresas— dijo Percy
—A todos nos gustan— asintió Connor
—Entonces sí nos gusta el agua— dijo Travis
—Cuando acabe el libro les digo— comentó Poseidón con una sonrisa
—Genial— gritaron varios de los chicos, los legados intercambiaron miradas
—Tienes razón —decidió—. Tenemos que seguir adelante. No solo por los romanos. Tenemos que darnos prisa.
Hazel asintió con la cabeza.
—Némesis ha dicho que solo tenemos seis días hasta que Nico muera y Roma sea destruida.
—Necesitaban el límite de tiempo— bufó Hades
—El límite de tiempo no puede faltar— señaló Apolo
Will miró a su padre con incredulidad
Jason frunció el entrecejo.
—¿Te refieres a la auténtica Roma, no a la Nueva Roma?
—Creo que sí —dijo Hazel—. Pero si es así, no disponemos de mucho tiempo.
—No, no es mucho— murmuró Bianca
—Pero al menos aún tienen tiempo— señaló Artemisa
—Es lo importante— asintió Perséfone
Nico hizo una mueca
—¿Por qué seis días? —se preguntó Percy —. ¿Y cómo van a destruir Roma?
Nadie contestó. Piper no quería dar más malas noticias, pero consideraba que debía hacerlo.
—Todavía hay más —dijo—. He estado viendo cosas en mi daga.
—Era el momento de malas noticias— asintió Percy
—todo se trata de malas noticias— dijo Leo
—Claro que sí— dijo Jason
El chico corpulento, Frank, se quedó paralizado con el tenedor lleno de espaguetis a mitad de camino de su boca.
—Así es como uno se sorprende— dijo Connor
—Es que sí fue bastante sorpresivo— concordó Frank
—Lo sé— dijo Piper
—A todos nos sorprendiste— comentó Annabeth
—Así es como se da una noticia— dijo Leo
—Cosas como…
—La verdad es que no tienen sentido —dijo Piper—, solo son imágenes confusas, pero he visto a dos gigantes vestidos igual. Tal vez sean gemelos.
—Bueno, no porque se vistan igual tienen que ser gemelos— señaló Leo
—Pero sí eran gemelos— dijo Piper
—Pero no porque se vistieran igual— dijo Leo
—Como sea— murmuró Piper
Annabeth se quedó mirando las imágenes de vídeo del Campamento Mestizo que se emitían en la pared. En ese momento mostraban el salón de la Casa Grande: un fuego acogedor en el hogar y Seymour, la cabeza de leopardo disecada, que roncaba con satisfacción sobre la repisa de la chimenea.
—Se la estaba pasando bien— dijo Leo
—Por eso momento— murmuró Connor
—Bueno, alguien tenía que disfrutar— dijo Katie
—Y que mejor que el leopardo— asintió Miranda
—Gemelos como los de la profecía de Ella —dijo Annabeth—. Si pudiéramos descifrar esos versos, podrían sernos de ayuda.
—« La hija de la sabiduría anda sola» —dijo Percy —.
Annabeth hizo una mueca
—Lo siento— dijo Percy
—Está bien— suspiró Annabeth
« La Marca de Atenea arde a través de Roma» . Annabeth, esa tienes que ser tú. Juno me dijo… En fin, me dijo que te esperaba una tarea difícil en Roma. Dijo que dudaba que pudieras hacerla. Pero yo sé que se equivoca.
—Esa confianza es de lo mejor— suspiró Afrodita —me encantan
—Lo sabemos, lo has dicho como mil veces— masculló Atenea
—Y lo diré mil veces más— señaló Afrodita
Atenea rodó los ojos
Annabeth respiró hondo.
—Reyna iba a revelarme algo justo antes de que el barco disparara sobre nosotros. Dijo que existe una vieja leyenda entre los pretores: algo relacionado con Atenea. Dijo que podría ser el motivo de que griegos y romanos nunca se hayan llevado bien.
Griegos y romanos se voltearon a ver
—De hecho— murmuró Apolo
—Bueno, pues nos alegra que al menos aquí no se estén peleando— dijo Artemisa
—Es un avance— comentó Hermes
Leo y Hazel se cruzaron miradas de nerviosismo.
—Némesis mencionó algo parecido —dijo Leo—. Habló de una vieja cuenta que había que saldar…
—Lo único que podría conciliar las dos facetas de los dioses —recordó Hazel —. « Un antiguo agravio vengado finalmente» .
Los dioses voltearon a ver (no tan discretamente) a Atenea, la diosa de la sabiduría los ignoró a todos, pero les dió una mirada sumamente indignada a los romanos
Percy dibujó una cara ceñuda en la nata montada azul de su tarta.
—Oye, eso definía muy bien mis sentimientos— dijo Percy
—Lecciones de expresión de sentimientos con Percy Jackson— anunció Leo
—Excepto cuando se trata de chicas— señaló Apolo
Percy frunció el ceño
—Es un poco cierto, sesos de alga— dijo Annabeth riendo
—Yo solo he sido pretor unas dos horas. Jason, ¿habías oído una leyenda parecida?
Jason sostenía aún la mano de Piper. Los dedos se le habían quedado pegajosos.
—Ewwww, reina de belleza— dijo Leo
—Cállate Leo— dijo Piper sonrojada
—Yo… esto, no estoy seguro —dijo—. Lo pensaré.
Percy entornó los ojos.
—¿No estás seguro?
—Se parecen tanto a sus padres— comentó Deméter
Jason y Percy se voltearon a ver si saber qué decir
Jason no respondió. Piper quería preguntarle qué pasaba. Notaba que él no quería hablar de esa vieja leyenda. Buscó sus ojos, y él le rogó en silencio:
« Luego» .
—Ah, está bien, esperamos pacientemente— dijo Leo
—Gracias, que amable— dijo Jason
—Que amable, pero solo se lo dijo a Piper— comentó Miranda
—Me ofende muchísimo— dijo Leo
Hazel rompió el silencio.
—¿Qué pasa con los otros versos? —dio la vuelta a su plato con rubíes incrustados—. « Los gemelos apagarán el aliento del ángel, que posee la llave de la muerte interminable» .
Nico hizo una mueca
—« El azote de los gigantes es pálido y dorado —añadió Frank—, obtenido con dolor en un presidio hilado» .
—Eso tampoco suena bien— dijo Apolo
Atenea miró a su hija, eso último en realidad sonaba muy mal, solo esperaba que a su hija no le hubiera tocado pasarla tan mal
—El azote de los gigantes —dijo Leo—. Cualquier cosa que sea azote de gigantes es buena para nosotros, ¿no? Igual es eso lo que tenemos que encontrar. Si sirve para que los dioses dejen de comportarse como esquizofrénicos, es bueno.
—Al que diga algo sobre eso lo voy a convertir en una planta— advirtió Apolo
—Pero ¿Qué tipo de planta?— preguntó Travis
—Una que no le va a gustar a tu novia— dijo Apolo
—Está bien, de cualquier manera me iba a quedar callado— dijo Travis encogiéndose de hombros
—No te pongas a discutir con los críos— masculló Hera
Percy asintió con la cabeza.
—No podemos matar a los gigantes sin la ayuda de los dioses.
Jason se volvió hacia Frank y Hazel.
—Creía que vosotros habíais matado al gigante en Alaska sin la ayuda de ningún dios.
—Es diferente— señaló Hermes
—Nos dimos cuenta— asintió Leo
—No fue una gran sorpresa— comentó Percy
—Alcioneo fue un caso especial —explicó Frank—. Él solo era inmortal en el territorio en el que renació: Alaska. Pero no en Canadá. Ojalá pudiéramos matar a todos los gigantes arrastrándolos a través de la frontera entre Alaska y Canadá,
—Eso estaría increíble— dijo Piper
—Sí, sería como un sueño hecho realidad— asintió Leo
—Pues sus sueños están raros— señaló Apolo
—Sí, lo sabemos— dijo Percy
—Tampoco es una sorpresa— comentó Leo
pero… —se encogió de hombros—. Percy tiene razón, necesitaremos a los dioses.
Piper contempló las paredes. Deseó que Leo no las hubiera encantado para que emitieran imágenes del Campamento Mestizo.
—Lo siento— murmuró Leo
—No, o sea, eran increíbles, pero sí causaban algo de nostalgia— dijo Piper
—Causaban nostalgia, pero sí se veían geniales— dijo Percy
Eran como una puerta a su hogar que jamás podría cruzar. Observó la hoguera de Hestia ardiendo en mitad del prado mientras las cabañas apagaban sus luces para el toque de queda.
Se preguntaba qué opinaban los semidioses romanos, Frank y Hazel,
—Gracias por especificar quienes— dijo Apolo
—Aunque también está Jason— señaló Hermes
—Pero Jason conoce el Campamento Mestizo— dijo Connor
—Además habíamos dicho que era nuestro— comentó Travis
—Bueno, gracias— murmuró Jason
de aquellas imágenes. Ellos no habían estado nunca en el Campamento Mestizo.
¿Les resultaba extraño o injusto que el Campamento Júpiter no estuviera representado? ¿Les hacía añorar su hogar?
—No se nos hacían injusto— dijo Hazel
—Era bastante lógico el hecho de que quisieran mostrar su hogar— comentó Frank
—Además, Leo tú construiste el barco— dijo Hazel
—Y no conocías el Campamento Júpiter— añadió Frank
Los otros versos de la profecía daban vueltas en la cabeza de Piper. ¿Qué era un presidio hilado? ¿Cómo podían unos gemelos apagar el aliento de un ángel? La llave de la muerte interminable tampoco sonaba muy alegre.
—Nada suena muy alegre— señaló Hermes
—Desde que empezamos el primer libro nos hemos dado cuenta de eso— suspiró Poseidón
—Es cierto— comentó Artemisa
—Bueno… —Leo retiró su silla de la mesa—. Supongo que lo primero es lo primero. Tendremos que aterrizar por la mañana para terminar las reparaciones.
—En algún sitio cerca de una ciudad —propuso Annabeth—, por si necesitamos provisiones.
—Buena idea— dijo Atenea
—Y ojalá que no se encuentren con nada malo— dijo Bianca
—Depende de como definas "nada malo"— señaló Percy
—Depende— asintió Piper
Pero que esté apartado, para que a los romanos les cueste encontrarnos. ¿Alguna idea?
Nadie dijo nada. Piper recordó la visión de la daga: el extraño hombre vestido de morado que le ofrecía una copa y le hacía señas.
Jason y Percy intercambiaron miradas
—Bueno, genial— dijo Percy
—Sabíamos que podría aparecer— comentó Jason
—Pero aún así— se quejó Percy
Estaba delante de una señal en la que ponía: TOPEKA 51.
—Bueno, ¿qué os parece Kansas, chicos? —se aventuró a decir.
—No me parece tan divertido— dijo Jason
—A mí tampoco— dijo Percy negando con la cabeza
—Créanme, a mí mucho menos— señaló Piper
—Te creemos— dijo Jason
Percy asintió de acuerdo
X
Piper
A Piper le costó conciliar el sueño.
El entrenador Hedge se pasó la primera hora después del toque de queda
—Pues no se debería esperar una hora— señaló Apolo — eso es muy predecible
—Estoy completamente de acuerdo— dijo Afrodita —después de eso va a ser bastante fácil escabullirse
—Después de esa ronda es fácil que se escapen si tienen cuidado— dijo Apolo
—Dan unas terribles enseñanzas— señaló Hermes
haciendo la ronda nocturna, recorriendo el pasillo mientras gritaba: « ¡Apagad las luces! ¡Recogeos! ¡Como pille a alguien escabulléndose, lo mandaré de un guantazo a Long Island!» .
Los chicos del Argo II (a excepción de Annabeth y Percy) soltaron una carcajada
—Sí claro que lo hizo— dijo Piper riendo
—Hay personas que no respetan las reglas— señaló Leo
—Cállense— masculló Annabeth sonrojada
Charles y Zoé se voltearon a ver con cierta confusión
Cada vez que oía un ruido golpeaba la puerta de un camarote con su bate de béisbol, gritando a todos que se durmieran, lo que hacía imposible pegar ojo.
—Me parece perfecto— dijo Hades
Hazel se sonrojó
—Pero con los terribles consejos que están dando Afrodita y Apolo…— señaló Perséfone
—Nuestros consejos no son terribles— replicó Apolo
Seguramente el sátiro no se lo había pasado tan bien desde que se había hecho pasar por un profesor de gimnasia en la Escuela del Monte.
—Yo creo— dijo Leo
—Le gustaba gritarnos— asintió Piper
—Y vaya que sí, era como deporte para él— asintió Percy
—Lo comprendo— masculló Dionisio
Piper se quedó mirando las vigas de bronce del techo. Su camarote era muy acogedor. Leo había programado las habitaciones para que se ajustaran automáticamente a la temperatura preferida de su ocupante, por lo que nunca hacía demasiado frío ni demasiado calor.
—Excelente invento— dijo Leo
—En realidad sí— dijo Jason —gracias
—Sí, gracias por poner ese invento en el barco de Annabeth— bromeó Piper
—El barco de Annabeth y aún así querían la misma silla— señaló Thalia
—Chicos— dijeron Piper y Annabeth rodando los ojos
Percy y Jason fruncieron el ceño
El colchón y las almohadas estaban rellenas de plumas de pegaso (Leo le había asegurado que ningún pegaso había sufrido daño en la fabricación de los productos),
—Jamás— prometió Leo
—Que bueno porque los pegasos nos gustan mucho— dijo Apolo
—Sí nos gustan, pero también sabemos que sus plumas son muy cómodas— dijo Afrodita
—Pero aún así no hubo ningún herido— comentó Leo
de modo que eran comodísimos. Del techo colgaba una lámpara de bronce que brillaba con la intensidad deseada por Piper. En los lados de la lámpara había agujeros perforados y, por las noches, relucientes constelaciones flotaban sobre las paredes.
—Ni un hotel de cinco estrellas te da eso— dijo Miranda
—No, definitivamente no lo hacen— dijo Rachel
—Y ni están tan cómodos— señaló Piper
—Pues tal vez a ustedes no les gusten pero podrían financiarnos un viaje con hotel cinco estrellas a nosotros— bromeó Connor
—Me parece una idea estupenda— dijo Leo
Piper tenía tantas cosas dándole vueltas a la cabeza que pensaba que no se dormiría. Sin embargo, había algo apacible en el balanceo del barco y el zumbido de los remos aéreos mientras se movían a través del cielo. Al final, le empezaron a pesar los párpados y se durmió.
—Que bueno— dijo Connor
—Necesitas dormir para lo que pueda pasar— dijo Thalia
—Y vaya que sí— murmuró Piper
Parecía que solo hubieran pasado unos segundos cuando se despertó con el sonido de la campana del desayuno.
—¡Hola, Piper! —Leo llamó a su puerta—. ¡Estamos aterrizando!
—¿Aterrizando?
—Parece que sí dormiste bastante— dijo Travis
—Preparada para todo— dijo Rachel
—Pues no, en realidad no para todo— comentó Piper —pero al menos estuvo bien el sueño
—Es lo importante— asintió Miranda
Ella se incorporó aturdida.
Leo abrió la puerta y asomó la cabeza. Tenía los ojos tapados con la mano, y habría sido un bonito gesto si no hubiera estado mirando entre los dedos.
Calipso le dio un golpe
—Lo siento— dijo Leo
Piper rodó los ojos
—¿Estás visible?
—¡Leo!
—Lo siento —el chico sonrió—. Eh, bonito pijama de los Power Rangers.
—¿Tienes un pijama de los Power Rangers?— preguntó Katie
—Bueno, tú tienes una de conejitos— señaló Miranda encogiéndose de hombros
—Zoé tiene una de panda— dijo Thalia
—Y es la mejor— dijo Zoé
—De acuerdo— comentó Piper —pero no eran los Power Rangers
—¡No son Power Rangers! ¡Son águilas cherokee!
—Sí, claro. En fin, vamos a aterrizar a pocos kilómetros a las afueras de Topeka, como pediste.
—Genial— dijo Piper
—Sí, a pocos kilómetros— murmuró Percy
—Muy poquitos— asintió Piper
—Por supuesto— dijo Jason
Y, ejem… —echó un vistazo al pasillo y a continuación asomó de nuevo la cabeza en el camarote—. Gracias por no guardarme rencor por disparar a los romanos ayer.
Piper se frotó los ojos. ¿El banquete en la Nueva Roma había sido ayer?
—Eso parece— dijo Leo
—Es la bruma después del sueño— señaló Piper
—Claro, todos lo sabemos— asintió Percy
—Es común que pase— dijo Annabeth
—No pasa nada, Leo. No eras dueño de ti mismo.
—Sí, pero aun así… no tenías por qué defenderme.
—¿Estás de coña? Eres como el pesado hermano pequeño que nunca tuve.
—Y el hermano que nunca quise también— bromeó Piper
—Dioses reina de belleza, en serio sabes como dar un cumplido— dijo Leo
—Cuando quieras— señaló Piper
—Claro
Pues claro que te defenderé.
—Esto… ¿gracias?
—De nada— dijo Piper riendo
Leo resopló
El entrenador Hedge gritó desde arriba:
—¡Por allí sopla! ¡Kansas a la vista!
—¡Hefesto bendito! —murmuró Leo—. Ese sátiro tiene que modernizar su jerga marítima. Será mejor que suba.
—Mejor— dijo Percy
—Por el bien de todos— dijo Piper
—Podría encontrar divertido chocar el barco— comentó Annabeth
—Y vaya que sí— dijo Leo
Después de ducharse, cambiarse y coger un bollo en el comedor, Piper oyó que el tren de aterrizaje del barco se desplegaba. Subió a la cubierta y se reunió con los demás mientras el Argo II se posaba en medio de un campo de girasoles.
—Al menos suena bonito— dijo Miranda
—Al principio lo era— comentó Piper
—Muy muy al principio— dijo Percy
—Pero los girasoles son geniales— dijo Katie
—No cuando parecen girasoles demoníacos— señaló Percy
Los remos se replegaron. La plancha descendió. El aire matutino olía a riego, plantas calientes y tierra fertilizada. No era un mal aroma. A Piper le recordó el olor de la casa de su abuelo Tom en Tahlequah, Oklahoma, en la reserva.
Piper suspiró
Percy la vio primero. La saludó con una sonrisa, un gesto que por algún motivo sorprendió a Piper.
—¿Por qué?— preguntó Percy
—Acaba de decir que no sabe, sesos de alga— señaló Thalia
—La verdad es que no lo podría explicar— dijo Piper encogiéndose de hombros
—Bueno, no la vuelvas a saludar— bromeó Travis
Llevaba unos tejanos descoloridos y una camiseta naranja del Campamento Mestizo nueva, como si nunca se hubiera separado del bando griego. Probablemente la ropa nueva había contribuido a mejorar su humor… y, claro está, el hecho de encontrarse junto al pasamanos rodeando a Annabeth con el brazo.
—Yo creo— dijo Thalia
—Suena probable— asintió Apolo
—Bastante probable— dijo Rachel
Piper se alegró de ver a Annabeth con los ojos brillantes, pues nunca había tenido una amiga mejor que ella.
—Ten cuidado en la elección de tus siguientes palabras, Annie— bromeó Thalia
—Dioses, que amiga tan celosa— dijo Piper riendo
—Todo lo que digas puede ser usado en tu contra— dijo Thalia
—De acuerdo, no vamos a entrar en detalles— comentó Annabeth
Durante meses, Annabeth había estado torturándose, dedicando cada minuto del día a buscar a Percy. En ese momento, a pesar de la arriesgada misión a la que se enfrentaban, por lo menos había recuperado a su novio.
—Es lo importante— asintió Afrodita
—Claramente— dijo Piper
—Hay que ver las cosas importantes en esta vida— coincidió Katie
—Por supuesto que sí— dijo Rachel
—¡Bueno! —Annabeth le arrebató a Piper el bollo de la mano y le dio un mordisco, pero a Piper no le molestó.
Jason la miró —Me diste un manotazo cuando te quité tu panquecito
—Sí bueno, a veces pasa— dijo Piper sonriendo
En el campamento bromeaban continuamente robándose el desayuno una a la otra—.
—A mí también me han dado manotazos— murmuró Percy
—No es lo mismo que te robe la comida tu novio a que te robe comida tu amiga— señaló Miranda
—Tiene un punto— asintió Katie
—Y a nosotros nos robaron nuestro panquecito— se quejó Percy
—No se decidían— señaló Piper encogiéndose de hombros
—Tenían que ser más rápidos para decidir— asintió Annabeth
Jason y Percy fruncieron el ceño
Aquí estamos. ¿Cuál es el plan?
—Quiero inspeccionar la carretera —dijo Piper—. Quiero encontrar el letrero en el que pone: « Topeka 51» .
—Suena como un excelente plan— dijo Katie
—Al menos era el comienzo de uno— comentó Piper
—La intención es lo que cuenta— dijo Leo
Leo dio la vuelta al mando de la Wii, y las velas se arriaron.
—No deberíamos estar lejos —dijo—. Festo y yo hemos calculado el aterrizaje lo mejor que hemos podido.
Jason, Percy y Piper se voltearon a ver
—Tenemos que revisar esa definición— murmuró Piper
—Sí, creo que lo entendemos de manera diferente— comentó Percy
—Un poquito— asintió Jason
¿Qué esperas encontrar en un indicador de distancia?
Piper les habló del hombre vestido de morado con la copa en la mano que había visto en la daga. Sin embargo, omitió las otras imágenes, como la visión en la que Percy, Jason y ella misma se ahogaban.
—Gracias— dijo Percy
—No era el momento del pánico— dijo Jason
—Nop, eso era más adelante— asintió Piper
—Por supuesto que sí— dijo Jason
De todas formas, no estaba segura de lo que significaba, y esa mañana todo el mundo parecía tener la moral tan alta que no quería amargarles la fiesta.
—Eres muy amable— dijo Leo
—Gracias, lo sé— dijo Piper
—Y modesta— señaló Thalia
—También lo sé— bromeó Piper
—¿Una camiseta morada? —preguntó Jason—. ¿Vides en el sombrero?
Parece Baco.
—Dioniso —murmuró Percy —. Como hayamos venido hasta Kansas para ver al señor D…
Dionisio le dió una mirada asesina
—Baco no es tan malo —dijo Jason—. Pero sus seguidoras no me caen muy bien…
Piper se estremeció. Jason, Leo y ella habían tenido un encuentro con las ménades hacía unos meses y casi habían acabado hechos pedazos.
—¡Sorpresa!— dijo Leo
—Espero que no les hayan hecho nada— masculló Dionisio
—Es más probable que tus seguidoras quisieran matarlos a ellos— señaló Afrodita
Dionisio resopló
—Pero el dios es legal —continuó Jason—. Una vez le hice un favor en la tierra del vino.
Percy se quedó horrorizado.
—Van a empezar a alardear— dijo Apolo
—Querían empezar desde lo de la mesa— señaló Hermes
—¡No queríamos alardear!— dijeron Jason y Percy al unísono
—Yo creo que sí querían— dijo Apolo
—Lo que tú digas, tío. Tal vez sea mejor en el lado romano. Pero ¿por qué iba a estar en Kansas? ¿No ha ordenado Zeus a los dioses que interrumpan todo contacto con los mortales?
—Pues parece que a nadie le importa— masculló Zeus
—Tal vez porque sabíamos que era una tontería— señaló Poseidón
—No era el mejor momento para dejar solos a los semidioses— dijo Artemisa
Frank gruñó. El grandullón llevaba un chándal azul esa mañana, como si estuviera listo para correr entre los girasoles.
—Siempre hay que estar preparado para todo— señaló Katie
Ares resopló, su hijo para nada estaba demostrando lo que valía
—Los dioses no han obedecido esa orden al pie de la letra —observó—.
Además, si los dioses se han vuelto esquizofrénicos como Hazel dijo…
—Y Leo —añadió Leo.
—Que no se te olvide— dijo Rachel
—Claro— murmuró Frank
—Es que Leo también lo había dicho— asintió Piper
Frank lo miró frunciendo el entrecejo.
—Entonces ¿quién sabe lo que está pasando con los dioses del Olimpo? Podría haber cosas muy feas ahí fuera.
—Pues sí— dijo Piper
—Dado que van a ver a Baco, entendemos— comentó Apolo
—Cállate— bufó Dionisio
—¡Suena peligroso! —convino Leo alegremente—. Bueno…, que os divirtáis, chicos.
—Spoiler, no nos divertimos— dijo Percy
—Nop, definitivamente no es un viaje que repetiría— dijo Piper
—Tampoco yo— admitió Jason
Yo tengo que terminar las reparaciones del casco. El entrenador Hedge se puede encargar de las ballestas rotas. Y, ejem, Annabeth, no me vendría nada mal tu ayuda. Eres la única persona aparte de mí que entiende algo de ingeniería.
—Por supuesto— dijo Thalia
—También tienes que colaborar con tu barco— asintió Connor
Leo asintió de acuerdo
Annabeth miró con aire de disculpa a Percy.
—Tiene razón. Debería quedarme a ay udar.
—Volveré contigo —él la besó en la mejilla—. Te lo prometo. Estaban tan a gusto juntos que a Piper le partía el corazón.
Piper maldijo
Jason la volteó a ver con una ceja alzada
—Creo que va a haber problemas en el paraíso— comentó Apolo
—¿Sabes? Eso se llama karma, reina de belleza— señaló Leo
Piper resopló
Jason era estupendo, por supuesto. Pero a veces se comportaba de forma muy distante, como anoche, cuando se había negado a hablar de aquella vieja leyenda romana. Muy a menudo parecía estar pensando en su antigua vida en el Campamento Júpiter.
Jason se sonrojó
—Bueno, pues es un poco lógico eso, fue bastante tiempo que vivió con los romanos— comentó Perséfone
—Es que con todo lo que pasó en el Campamento Júpiter— murmuró Jason
—Ahora lo sé— dijo Piper
Piper se preguntaba si ella podría atravesar esa barrera. El viaje al Campamento Júpiter, donde había visto a Reyna en persona, no había ayudado a mejorar la situación. Ni tampoco el hecho de que ese día Jason hubiera elegido ponerse una camiseta morada: el color de los romanos.
—No puede ser— masculló Reyna
Jason hizo una mueca
—Lo siento mucho— dijo Piper avergonzada —esto era privado
—Era— señaló Leo
Frank descolgó el arco de su hombro y lo apoyó en el pasamanos.
—Creo que debería transformarme en un cuervo o en algo por el estilo y volar por la zona por si veo águilas romanas.
—Suena a buena idea— dijo Poseidón
—Así al menos tendrán cierta ventaja— dijo Hermes
—No lo sé, esas águilas pueden ser rápidas— murmuró Connor
—¿Por qué un cuervo? —preguntó Leo—. Tío, si puedes convertirte en un dragón, ¿por qué no te conviertes en dragón cada vez que te toque hacerlo? Es lo que más mola.
—Pues sí— dijo Leo
—Pero toma mucha energía— dijo Sammy
Frank lo miró con sorpresa y asintió de acuerdo
A Frank se le puso la cara como si le estuvieran inyectando zumo de arándano.
—¿Quién se inyectaría zumo de arándano?— preguntó Travis
—Pues no lo sé, pero la referencia quedaba genial— dijo Piper
—Eso es cierto, pero nadie se inyectaría zumo de arándano, solo para aclarar— dijo Chris
—Perfectamente claro— dijo Miranda
—Eso es como preguntar por qué no levantas el máximo peso cada vez que haces pesas. Porque es difícil y te harías daño. Transformarte en dragón no es fácil.
—Claro, eso tiene sentido— dijo Connor
—Sí, lo acaba de decir Sammy— señaló Katie rodando los ojos
—Tal vez por eso— asintió Connor
—Ah —Leo asintió con la cabeza—. No lo sabía. Yo no levanto pesas.
—Sí. Pues tal vez debería planteárselo, señor…
—Uhhhhh ya empieza el drama amoroso— dijo Travis
—Por favor, callense— dijo Leo
—Ay, lo pidió por favor— señaló Piper
—Aun así no creo que ayude a su causa— dijo Travis
Hazel se interpuso entre los dos.
—Yo te ayudaré, Frank —dijo, lanzando a Leo una mirada aviesa—. Puedo invocar a Arión y explorar por tierra.
—Claro —dijo Frank, sin dejar de mirar furiosamente a Leo—. Gracias.
—Qué interesante— dijo Afrodita
—Que horror— masculló Esperanza
—No puede ser— murmuró Sammy con una mueca
Piper se preguntaba qué estaba pasando entre aquellos tres. Entendía que los chicos presumieran delante de Hazel y se tomaran el pelo, pero parecía que Hazel y Leo tuvieran un secreto.
—¡Reina de belleza!— exclamó Leo
—Lo siento, pero por eso son pensamientos privados— dijo Piper
—Genial— masculló Calipso
Que ella supiera, se habían visto por primera vez el día anterior. Se preguntaba si había pasado algo más en el Great Salt Lake: algo que ellos no habían mencionado.
—Lo siento— dijo Piper levantando las manos
—No me gusta esto— dijo Leo
—A mí menos— masculló Calipso
Hazel se volvió hacia Percy.
—Tened cuidado ahí fuera. Hay muchos campos y muchas cosechas. Podría haber karpoi sueltos.
—Habría estado mejor un karpoi— dijo Piper
Hazel la miró con incredulidad —Son criaturitas horribles
—pero más manejables— dijo Piper —las "criaturitas" que me tocaron no fueron tan manejables
—Sí, los mellizos suelen dar guerra— bromeó Zoé
—Oye— se quejaron los dos niños al mismo tiempo
Piper se sonrojó —No me refería a ellos, pero gracias
—¿Karpoi? —preguntó Piper.
—Espíritus de los cereales —respondió Hazel—. Es mejor que no los conozcas.
—Ah sí, que los cereales son malos— recordó Travis
—¡Qué no son malos!— masculló Deméter
—Sí son malos— asintieron los mellizos
—Sí dos niñitos lo dicen, debe ser verdad— señaló Apolo
Deméter resopló
Piper no veía qué peligro podía suponer un espíritu de los cereales, pero el tono de Hazel la disuadió de preguntar.
—Entonces la búsqueda del indicador de kilómetros nos toca a nosotros tres — dijo Percy —. Jason, Piper y yo.
—No sé qué tan buena idea sea eso— señaló Apolo
—Bueno, pues yo creo que no puede ser tan malo, serían un equipo poderoso— señaló Hermes
—Solo que ahora le toca a Percy ser el chaperón— comentó Thalia
—Seep— asintió Percy
No estoy mentalizado para volver a ver al señor D. Ese tío es un pelmazo. Pero si tú tienes buenas relaciones con él, Jason…
—Sí —dijo Jason—.
—Cuando uno tiene conexiones— bromeó Connor
—No podía decir algo contra eso— dijo Percy riendo
—Bueno, tal vez no salga tan mal esa reunión— dijo Hermes
—Para nada— dijo Percy
Si lo encontramos, hablaré con él. Piper, es tu visión. Tú deberías ir primero.
Piper se estremeció. Los había visto a los tres ahogándose en aquel pozo oscuro. ¿Era Kansas el lugar donde ocurriría? No parecía que encajara, pero no podía estar segura.
—Pero nunca se sabe— coincidió Percy
—Con su suerte todo puede ser posible— dijo Perséfone
—Lo peor es que es cierto— dijo Percy
—Por supuesto —dijo, tratando de mostrarse optimista—. Busquemos la carretera.
Leo había dicho que se encontraban cerca. Su idea de lo que estaba « cerca» necesitaba una revisión.
—Es cuestión de perspectiva— dijo Leo
—No sé, desde cualquier perspectiva no me parecía cerca— dijo Piper
—Y menos mientras íbamos caminando— comentó Percy
—Bueno, no se puede ser perfecto en todo— señaló Leo
Después de andar penosamente casi un kilómetro a través de calurosos campos de cultivo, ser picados por mosquitos y golpeados en la cara con girasoles que rascaban, por fin llegaron a la carretera.
—Odio a los mosquitos— murmuró Percy
—Parecían un buen invento en su día— admitió Apolo
—Son como pequeños vampiros— señaló Travis
Una vieja valla publicitaria del área de servicio de Bubba indicaba que todavía estaban a siete punto cuatro millas de la primera salida a Topeka.
—Corregidme si me equivoco, pero ¿no significa eso que tenemos que andar doce kilómetros? —dijo Percy.
—Bastante cerca— asintió Leo
—Claro, súper cerca— dijo Katie
—No sé cómo es que se quejaban— bromeó Rachel
—No tengo ni idea— dijo Leo —habría sido peor que los dejara como a 24 kilómetros
—Tiene un punto— señaló Thalia
Jason escudriñó la carretera desierta en ambas direcciones. Esa mañana tenía mejor aspecto, gracias a la curación mágica de la ambrosía y el néctar. Había recuperado su color normal, y la cicatriz de la frente casi había desaparecido.
—Una buena noticia— dijo Thalia
—Oh sí, pero no dura mucho la buena noticia— dijo Piper
—Como era de esperarse— suspiró Thalia
El nuevo gladius que Hera le había dado el invierno anterior colgaba de su cinturón. La mayoría de los chicos parecerían bastante incómodos paseándose con una vaina sujeta a los tejanos, pero a Jason le resultaba de lo más natural.
—Okaaaay— dijo Leo
—No empieces a cambiar las cosas— masculló Piper
—Yo no dije nada, reina de belleza— comentó Leo
—No hay coches… —dijo—. Pero supongo que no nos interesa hacer autoestop.
—No —convino Piper, mirando nerviosamente hacia la carretera—. Ya hemos perdido bastante tiempo yendo por vía terrestre. La tierra es el territorio de Gaia.
—Y eso es malo— dijo Apolo
—Muy malo— asintió Percy
—Definitivamente— dijo Piper
—Mmm… —Jason chasqueó los dedos—. Puedo llamar a un amigo para que nos lleve.
Percy arqueó las cejas.
—Ah, ¿sí? Yo también. Veamos el amigo de quién llega primero.
—Sip, definitivamente se parecen a sus padres— dijo Hermes
—Bueno, era obvio— señaló Deméter
Zeur miró a su hijo, esperando que de una vez por todas demostrara que el crío de Poseidón no era la gran cosa
Jason silbó. Piper sabía lo que estaba haciendo, pero había conseguido invocar a Tempestad solo tres veces desde que habían conocido al espíritu de la tormenta en la Casa del Lobo el invierno anterior. En ese momento el cielo estaba tan azul que Piper no creía que diera resultado.
—Cuánta fe, reina de belleza— dijo Leo negando con la cabeza
Jason frunció el ceño
—Es que es un espíritu libre— señaló Piper
Percy simplemente cerró los ojos y se concentró. Piper no lo había observado de cerca hasta ese momento. Después de oír esto y aquello sobre Percy Jackson en el Campamento Mestizo, le pareció que el chico era… anodino, sobre todo al lado de Jason.
—Uhhhh— corearon los Stoll
Obtuvo varias miradas incrédulas
—Bueno, eso está muy bien…
—Afrodita, tú eres de las mayores fans de Percy— interrumpió Apolo
—Lo sé— dijo Afrodita —creo que es realmente sexy
Percy se sonrojó, Sally miró a la diosa con una ceja alzada
—Pero también me parece que está bien que no le guste, digo, tiene a Jason y claro que hay gustos para toooodo y además que no le guste no le va a quitar lo sexy a Percy
—¿Gracias?— murmuró Piper
Percy era más esbelto, unos dos centímetros más bajo, con el cabello ligeramente más largo y mucho más oscuro. Lo cierto es que no era el tipo de Piper.
Varios de los chicos soltaron una carcajada
—Definitivamente es porque no es rubio— señaló Travis
—Ni de ojos azules— señaló Connor
—Son unas horribles personas— dijo Percy
Sally miró a su hijo con confusión
—Nico y Piper podrían iniciar un club— señaló Thalia riendo
—Ya háganlo— dijo Travis —todos estamos esperando que choquen los cinco
Nico y Piper se miraron, Piper se encogió de hombros y chocó los cinco con Nico, los demás los veían demasiado divertidos (incluso Bianca sonrió un poco)
—Ya lo hicieron, ya nadie se puede reír de esto— señaló Percy
—Para nada, sesos de alga— dijo Annabeth tratando de no reírse
Si lo hubiera visto en un centro comercial, probablemente hubiera pensado que era un skater: con un atractivo desaliñado, un poco peligroso, sin duda, alguien problemático. Lo habría esquivado.
—Yo que tú le dejaba de hablar— comentó Travis
—Gracias— dijo Percy
—Bueno, eso está bien para la relación amistosa de Annabeth y Piper— señaló Miranda
—Definitivamente— dijo Annabeth
—Ya sabes, siempre pensando en ti— bromeó Piper
—Así de linda es la amistad— dijo Connor
Ya tenía suficientes problemas en su vida. Pero entendía por qué a Annabeth le gustaba, y evidentemente entendía por qué Percy necesitaba a Annabeth en su vida. Si alguien podía mantener bajo control a un chico como él, era Annabeth.
—El uno para el otro— señaló Perséfone
—Se complementan bastante bien— asintió Afrodita con un suspiro
Percy y Annabeth se voltearon a ver y sonrieron
Un trueno retumbó en el cielo despejado. Jason sonrió.
—Qué pronto.
—Demasiado tarde.
—Están actuando de manera pasivo-agresiva— señaló Apolo
—Y según no querían alardear— bromeó Connor
—Por otro lado, era bastante obvio que iba a haber cierta competencia— dijo Perséfone
Percy señaló hacia el este, donde una negra figura alada descendía en espiral hacia ellos. Al principio Piper pensó que podría ser Frank transformado en un cuervo. Entonces cayó en la cuenta de que era demasiado grande para ser un pájaro.
—Puede ser superman— dijo Connor
—Superman estaba llamando al otro caballo— señaló Leo
—Gracias— murmuró Jason
—¿Un pegaso negro? —dijo—. Nunca había visto uno.
El corcel alado aterrizó. Se acercó a Percy trotando y le acarició la cara con el hocico, y acto seguido giró la cabeza inquisitivamente hacia Piper y Jason.
—Que tengan cuidado con lo que hacen, dice— señaló Connor
—Nosotros no nos meteríamos con Blackjacks— dijo Travis
—Solo ciertas personas son capaces de eso— dijo Percy —como cuando lo secuestran
—Fue un préstamo— comentó Rachel
—Blackjack —dijo Percy —, te presento a Piper y a Jason. Son mis amigos.
El caballo relinchó.
—Esto… tal vez luego —contestó Percy.
—Donuts— adivinó Annabeth
—Así es— dijo Percy —siempre son Donuts
Piper había oído que Percy podía hablar con los caballos al ser hijo de Poseidón, el señor de los caballos, pero nunca lo había visto en acción.
—Bueno, nada más habló ¿Cómo sabes que el pegaso en realidad le dijo algo?— bromeó Thalia
—Sí me lo dijo— señaló Percy
Thalia rodó los ojos —Ya lo sé, sesos de alga, pero siempre puede haber la posibilidad
—¿Qué quiere Blackjack? —preguntó.
—Dónuts —respondió Percy —. Siempre quiere dónuts. Puede llevarnos a los tres si…
De repente el aire se enfrió. A Piper se le taponaron los oídos.
—Tenía que llegar para alardear— asintió Apolo —obviamente no se iba a quedar atrás
—Gracias a los dioses que no se quedó atrás— suspiró Piper
A unos cincuenta metros de distancia, un ciclón en miniatura, de tres pisos de altura, atravesó a toda velocidad la parte superior de los girasoles como en una escena de El mago de Oz. Aterrizó en la carretera al lado de Jason y adoptó la forma de un caballo: un corcel brumoso a través de cuyo cuerpo parpadeaban rayos.
—Y llegó con todo— señaló Leo
—Obviamente— dijo Travis
—No iba a dejar en mal a Jason— dijo Katie
—Tempestad —dijo Jason, sonriendo de oreja a oreja—. Cuánto tiempo, amigo mío.
—Calma, chico —dijo Percy —. Él también tiene un amigo —miró a Jason impresionado—. Bonita montura, Grace.
—¿Cuánto tiempo les dan antes de que se peleen?— preguntó Apolo —con Thalia no tardó mucho
—Con Thalia se la pasó todo el libro peleando— dijo Annabeth
—No fue todo el libro— murmuró Percy
—No lo fue— dijo Thalia
—Para nada— murmuró Grover
Jason se encogió de hombros.
—Me hice amigo de él durante la pelea en la Casa del Lobo. Es un espíritu libre, en sentido literal, pero de vez en cuando me ayuda.
—Eso es tener un amigo— dijo Travis
—No hay nada mejor que ese tipo de bonita amistad— asintió Connor
—Claro que no— dijo Rachel
Percy y Jason se montaron en sus respectivos caballos. Piper nunca se había sentido a gusto con Tempestad. Cabalgar a todo galope sobre una bestia que podía volatilizarse en cualquier momento la ponía un poco nerviosa. De todas formas, aceptó la mano de Jason y se montó en el caballo.
—Habría sido raro que te fueras con Percy— asintió Thalia
—Sobretodo porque no es tu tipo— señaló Travis amablemente
—Exacto, así no se puede— dijo Will con una pequeña sonrisa
—No— dijo Piper
Tempestad corrió por la carretera, mientras que Blackjack volaba en las alturas. Afortunadamente, no se cruzaron con ningún coche, ya que podrían haber provocado un accidente.
—Y no queríamos eso— dijo Percy
—No, de ninguna manera podría ser bueno eso— dijo Piper
En un abrir y cerrar de ojos, llegaron al indicador de los cincuenta y un kilómetros, que era idéntico al que Piper había contemplado en su visión. Blackjack aterrizó. Los dos caballos piafaron sobre el asfalto.
—No les gustó eso— dijo Percy
—Apenas estaban entrando en ritmo— dijo Jason
—Pero de cualquier manera nos teníamos que detener— comentó Piper
A ninguno de los dos parecía hacerle gracia que se hubieran detenido tan de repente, justo cuando habían cogido el ritmo.
Blackjack relinchó.
—Tienes razón —dijo Percy —. Ni rastro del tío del vino.
Dionisio le dio a Percy una mirada irritada
—¿Perdón? —dijo una voz procedente del campo.
Tempestad se giró tan rápido que Piper estuvo a punto de caerse.
—No es divertido— dijo Piper
—Parece como esos juegos de animales mecánicos que ponen en las ferias— señaló Leo
—Tal vez podrías ganar algo si algún día vamos a la feria— dijo Percy
—Estaría genial— dijo Piper
El trigo se abrió, y el hombre de la visión apareció. Llevaba un sombrero de ala ancha decorado con vides, una camiseta de manga corta morada, unos pantalones color caqui y unas sandalias con calcetines blancos.
—Calcetines con sandalias pasó de moda hace mucho tiempo— señaló Apolo —y estoy muy seguro que en la época de los chicos tampoco se usa
—Es una pésima elección de moda— comentó Afrodita
Dionisio resopló
Aparentaba unos treinta años y tenía una barriga incipiente, como un miembro de una fraternidad que todavía no se hubiera percatado de que la universidad había terminado.
—¿Me ha llamado alguien el « tío del vino» ? —preguntó, arrastrando las palabras
—Sí, Percy— dijo Travis
—Pues es el tío del vino ¿No?— señaló Percy
—Percy— suspiró Poseidón
—Me encantaría convertirlo en un delfín— masculló Dionisio
perezosamente—. Me llamo Baco, por favor. O señor Baco. O dios Baco. O, en ocasiones, « Dioses míos, por favor, no me mate, señor Baco» .
—No creo— murmuró Percy
—Por supuesto que no va a ser así— masculló Poseidón
Percy espoleó a Blackjack para que avanzara, aunque al pegaso no pareció entusiasmarle la idea.
—De tal jinete tal caballo— señaló Apolo
—Por eso nos llevamos tan bien— asintió Percy
—Sí, nos hemos dado cuenta— dijo Connor
—Nada más que tú no pides Donuts tan seguido— señaló Thalia
—Ha cambiado —dijo Percy al dios—. Está más delgado. Tiene el pelo más largo. Y su camiseta no es tan chillona.
El dios del vino lo miró entornando los ojos.
—¿De qué rayos hablas? ¿Quién eres tú, y dónde está Ceres?
Deméter frunció el ceño
—Hum… ¿Qué seres?
—Creo que se refiere a Ceres —apuntó Jason—. La diosa de la agricultura. Vosotros la llamáis Deméter —saludó con la cabeza respetuosamente al dios—. Señor Baco, ¿se acuerda de mí? Le ayudé con aquel leopardo que había desaparecido en Sonoma.
—Bueno, todos tenemos un leopardo para recordar— dijo Miranda
—Los leopardos son geniales— asintió Dionisio
Baco se rascó su barbilla rechoncha.
—Ah… sí. John Green.
—¿Le dijo el nombre del escritor?— preguntó Katie
—Seep— asintió Piper
—Bueno, genial— dijo Katie
—Jason Grace.
—Como te llames —dijo el dios—.
—Por algo tiene un nombre— señaló Hera
Absolutamente todos voltearon a ver a Hera con incredulidad
—Debemos recordar que es su nombre favorito— murmuró Hermes
¿Te ha enviado Ceres?
—No, señor Baco —dijo Jason—. ¿Estaba esperando para reunirse con ella aquí?
El dios resopló.
—Bueno, no he venido a Kansas de fiesta, muchacho.
—Que raro— dijo Apolo
Dionisio bufó —No hay fiestas divertidas en Kansas
Ceres me pidió que viniera para celebrar un consejo de guerra. Con la guerra contra Gaia, las cosechas se están marchitando. La sequía se extiende con rapidez. Los karpoi se han sublevado. Ni siquiera mis uvas están a salvo. Ceres quería presentar un frente unido en la guerra de las plantas.
—Y las plantas también son malas— dijo Connor
—Oye— dijeron Katie y Miranda al unísono
—Un frente unido me agrada— comentó Deméter
—La guerra de las plantas —repitió Percy —. ¿Va a armar todas las uvas con pequeños rifles de asalto?
Se oyeron risitas alrededor de la sala
—Este mocoso— masculló Dionisio
—Pero no podemos negar que sería una idea estupenda— dijo Connor
—¿Se imaginan a las uvas con sus riflecitos?— preguntó Leo
El dios entornó los ojos.
—¿Hemos coincidido antes?
—En el Campamento Mestizo —dijo Percy —. Lo conozco como señor D… Dioniso.
—¡Agh!
—Ajá, creo que esa reunión no va a salir del todo bien— señaló Apolo
—Tuvo sus altibajos— comentó Percy encogiéndose de hombros
—Esa es una manera de llamarlo— dijo Piper
Baco hizo una mueca y se apretó las sienes con las manos. Por un instante, su imagen titiló. Piper vio a otra persona: más gruesa, más regordeta, vestida con una camisa con estampado de leopardo mucho más chillona. Entonces Baco volvió a ser Baco.
—¿Por qué no están cambiando ahorita?— preguntó Miranda
Todos voltearon a ver a los dioses como si no se les hubiera ocurrido antes
—Bueno chicos, en primera es porque ustedes no están peleando lo que obviamente nos hace más fácil enfocarnos, además la mayoría de ustedes son griegos y los romanos desde que llegaron nos han visto en esta forma, probablemente se hayan acostumbrado o tal vez no, pero ciertamente están trabajando juntos y eso lo vuelve mucho más fácil— dijo Apolo
La respuesta elocuente de los chicos fue "ah"
—¡Basta! —ordenó—. ¡Deja de pensar en mí en griego!
Percy parpadeó…
—Pero…
—Bueno ¿Cómo iba a pensar de otra forma?— señaló Poseidón
—¿Tienes idea de lo difícil que es estar concentrado? ¡Aguantando terribles dolores de cabeza a todas horas! ¡Sin saber nunca lo que hago ni adónde voy ! ¡Constantemente de mal humor!
—Parece bastante normal viniendo de usted —dijo Percy.
—No siento que esa reunión esté siendo muy diplomática— señaló Apolo
—Tampoco yo— murmuró Piper
—A mí me parecía bastante bien— comentó Percy
Los orificios nasales del dios se ensancharon. Una de las hojas de parra de su sombrero estalló en llamas.
—Percy— suspiró Poseidón
—Bastante bien— señaló Thalia
—Era bastante bien a comparación de otras reuniones— comentó Annabeth
—¡Exacto!— asintió Percy
—Si nos conocemos del otro campamento, es un milagro que no te haya convertido en un delfín.
—Se habló en su día —le aseguró Percy —. Creo que le daba demasiada pereza hacerlo.
—Dioses, Percy— dijo Connor
—Pues es la verdad— dijo Percy encogiéndose de hombros
Dionisio bufó
Piper había estado observando, con horrorizada fascinación, como podría haber observado un accidente de tráfico.
—Y se sentía como tal— dijo Piper
—Y que lo digas— murmuró Jason
Entonces se dio cuenta de que Percy no estaba contribuyendo a mejorar la situación, y Annabeth no estaba allí para refrenarlo. Piper supuso que su amiga no la perdonaría si volvía con Percy transformado en un mamífero marino.
—No— dijo Annabeth
—De acuerdo, nada más era para confirmar— dijo Piper
—Pero tampoco es como que tú novio ayude mucho— señaló Katie
—Lo sé— dijo Annabeth —pero el mismo Percy que se fue tiene que regresar
—Bueno...— murmuró Piper
—¡Señor Baco! —lo interrumpió, deslizándose de la grupa de Tempestad.
—Ten cuidado, Piper —dijo Jason.
Ella le lanzó una mirada de advertencia: « Lo tengo controlado» .
—Tampoco eres como que muy diplomática— dijo Thalia
—Soy diplomática— dijo Piper
—No tanto— señaló Leo
—Lamento molestarle, mi señor —le dijo al dios—, pero hemos venido a pedirle consejo. Necesitamos de su sabiduría, por favor.
Empleó su tono más agradable, infundiendo respeto a sus persuasivas palabras.
—¿Me embrujahablaste, mocosa?— masculló Dionisio
—No— dijo Piper
—Por supuesto que no, solo está poniendo su respeto en las palabras— señaló Afrodita
Dionisio la miró con los ojos entrecerrados
El dios frunció el entrecejo, pero el brillo morado desapareció de sus ojos.
—Sabes hablar bien, muchacha. Conque consejos, ¿eh? Muy bien. Yo evitaría los karaokes. En serio, las fiestas temáticas en general ya no se llevan.
—Yo quería hacer una fiesta temática— se quejó Connor
—Ya teníamos todo listo para ella— asintió Travis
—Lástima— dijo Dionisio
En estos tiempos de austeridad, la gente busca reuniones sencillas y discretas, con aperitivos ecológicos de producción local…
—No sobre fiestas —lo interrumpió Piper—. Aunque es un consejo increíblemente útil, señor Baco.
—Creí que le gustaban las cosas alocadas— señaló Percy
—Por supuesto que me gustan— dijo Dionisio —pero a los mortales ya no tanto
Esperábamos que nos ayudara en nuestra misión. Le habló del Argo II y de su viaje para impedir que los gigantes despertaran a Gaia. Le comunicó lo que Némesis había dicho: que dentro de seis días Roma sería destruida.
—Las noticias llenas de alegría— comentó Apolo con sarcasmo
A Hades le preocupaba lo que pudiera pasar con su hijo en esos seis días
Describió la visión reflejada en su daga, en la que Baco le ofrecía una copa de plata.
—¿Una copa de plata?
El dios no parecía muy entusiasmado. Sacó una Pepsi Light de la nada y abrió la lata.
—¡Bebe Pepsi Light! —dijo Percy.
—Dioses, cuánta traición— bromeó Travis
—Los voy a convertir en delfines— advirtió Dionisio
—Pero un delfín bonito— dijo Connor
—Connor, cállate— masculló Miranda
—No sé de qué hablas —le espetó Baco—. Respecto a la visión de la copa, jovencita, no tengo ninguna bebida que ofrecerte a menos que quieras una Pepsi. Júpiter me ha dado órdenes estrictas de que evite dar vino a menores.
—Ay— dijo Connor
—Y a ustedes en especial menos— bufó Dionisio —si de por sí son insoportables…
—Con vino seríamos más soportables— dijo Travis
—No les vas a dar vino— dijo Poseidón
Es una lata, pero así son las cosas. Por lo que respecta a los gigantes, los conozco bien. Luché en la primera guerra de los gigantes, ¿sabes?
—¿Sabe luchar? —preguntó Percy.
—Percy— masculló Annabeth
—Era una pregunta legítima— dijo Percy
—Tengo que estar de acuerdo— asintió Apolo
—Cállate Apolo— masculló Dionisio
Piper deseó que no se hubiera mostrado tan incrédulo. Dioniso gruñó. Su Pepsi Light se transformó en un bastón de cinco pisos de altura decorado con hiedra y rematado con una piña.
—¡Un tirso! —exclamó Piper, esperando distraer al dios antes de que le diera un trancazo a Percy en la cabeza.
—Gracias— dijo Sally
Percy le sonrió de manera inocente
—Uno no permite que sus amigos sean agarrados a piñazos— comentó Leo
Hubo varias risitas
—No sé por qué los tenemos que aguantar— bufó Zeus
Había visto armas como esa en manos de ninfas chifladas, y no le entusiasmaba volver a ver una, pero trató de mostrarse impresionada—. ¡Oh, qué arma más poderosa!
Dionisio resopló, es obvio que los héroes ya no los hacían como antes, ahora eran tremendamente irrespetuosos
—Y que lo digas —convino Baco—. Me alegro de que haya alguien listo en vuestro grupo. ¡La piña es un temible instrumento de destrucción! Yo también era un semidiós cuando participé en la guerra de los gigantes, ¿sabes?
—Las piñas también son malas— señaló Travis
—Ya lo creo— asintió Miranda
¡El hijo de Júpiter!
Jason se sobresaltó. Probablemente no le hacía gracia que le recordaran que el tío del vino era técnicamente su hermano mayor.
Jason miró hacia los bellos azulejos con incomodidad
—Me vuelven a decir el tío o tipo del vino y…
—Ay por favor, sabemos que te caen super bien los chicos— señaló Apolo
—Por supuesto que no— bufó Dionisio
Baco blandió su bastón a través del aire, pero su barriga estuvo a punto de hacerle perder el equilibrio.
—Claro que eso fue mucho antes de que inventara el vino y me volviera inmortal.
—Es que debemos admitir que el vino fue una excelente invensión— dijo Apolo
—Por supuesto que lo fue— señaló Dionisio con obviedad
Luché codo con codo con los dioses y con otros semidioses… PeraCles, creo que se llamaba.
—¿Heracles? —propuso Piper educadamente.
—Como se llame —dijo Baco—.
Zeus resopló
—Sí bueno, espero que Baco o Dionisio le hayan dado su merecido— murmuró Piper
—Tal vez— dijo Jason
En fin, maté al gigante Efialtes y a su hermano Oto. Unos palurdos horribles. ¡Les di un piñazo en plena cara a los dos!
—Conociendo a la piña de cerca— dijo Travis
—No les conviene— dijo Dionisio
—No lo hagan— comentó Hermes
Piper contuvo la respiración. De repente, varias ideas se agolparon en su cabeza: las visiones de la daga y los versos de la profecía de los que habían estado hablando la noche anterior. Se sintió como se sentía cuando hacía submarinismo con su padre y él le limpiaba las gafas bajo el agua. De repente, todo se aclaró.
—Una luz brilló sobre ti— dijo Leo
—Me sentí como esas caricaturas cuando se prende un foco— dijo Piper
—Y un coro de ángeles— comentó Leo
—Habría estado genial— admitió Piper
—Señor Baco —dijo ella, tratando de controlar el nerviosismo de su voz—. Esos dos gigantes, Efialtes y Oto…, ¿eran gemelos por casualidad?
—Humm —el dios parecía distraído blandiendo el tirso, pero asintió con la cabeza—. Sí, gemelos. Así es.
—Bueno, ya tienen una pista— dijo Katie
—No fue una pérdida de tiempo al final de cuentas— dijo Apolo
—Con el hecho de verme obviamente no lo fue— señaló Dionisio
Piper se volvió hacia Jason. Advirtió que él estaba pensando lo mismo que ella: « Los gemelos apagarán el aliento del ángel» .
En la hoja de Katoptris había visto a dos gigantes con túnicas amarillas sacando una vasija de un foso hondo.
—¿Y esa vasija es importante?— preguntó Deméter
—Lo es— asintió Jason
Nico hizo una mueca
—Por ese motivo estamos aquí —dijo Piper al dios—. ¡Usted forma parte de nuestra misión!
Baco arrugó la frente.
—Lo siento, guapa. Yo ya no soy un semidiós. No me dedico a las misiones.
—Por supuesto que no— dijo Dionisio
—Pero los gigantes solo pueden ser eliminados por un equipo formado por héroes y dioses —insistió ella—. Usted es ahora un dios, y los dos gigantes contra los que tenemos que luchar son Efialtes y Oto. Creo… creo que nos esperan en Roma.
—Esos idiotas— masculló Dionisio
—Era lógico que también aparecieran— señaló Artemisa con obviedad
—Pues eso parece— comentó Dionisio
Van a destruir la ciudad de alguna forma. La copa de plata de la visión… tal vez sea un símbolo de su ayuda. ¡Tiene que ayudarnos a matar a los gigantes!
Dionisio bufó
—Y hasta ahí llegó la diplomacia— comentó Rachel
—Hasta ahí llegó— asintió Piper con una mueca
—Por supuesto que sí, no me van a decir lo que tengo que hacer— resopló Dionisio
Baco le lanzó una mirada fulminante, y Piper se dio cuenta de que había escogido mal las palabras.
—Yo no tengo que hacer nada, guapa —dijo fríamente—. Además, sólo ayudo a los que me rinden tributo como es debido, cosa que nadie ha conseguido desde hace muchísimos siglos.
—Y no creo que lo logren— masculló Dionisio
—Pero pueden intentarlo— dijo Apolo
Varios de los chicos se voltearon a ver, Hestia suspiró, el peligro era tanto para semidioses como para dioses y ahí estaba su familia diciendo que tenían de alguna manera ganar su ayuda
Blackjack relinchó entendía perfectamente al caballo. No le gustaba cómo sonaba la palabra « tributo» . Se acordó de las ménades, las desquiciadas seguidoras de Baco, que hacían pedazos con las manos a los no creyentes. Y eso cuando estaban de buen humor.
—Y no les conviene encontrarlas— dijo Leo
—Definitivamente no— dijo Piper
—No es algo que recomiende— admitió Jason
Percy hizo la pregunta que a ella le daba miedo formular.
—¿Qué clase de tributo?
—Pero Percy no le teme a nada— señaló Travis
—Ya lo noté— dijo Piper
Baco agitó la mano con desdén.
—Nada que tú puedas ofrecer, insolente griego.
—Oye, como que te queda el apodo— dijo Thalia
—¿Verdad que sí?— preguntó Percy satisfecho
—Definitivamente sí— dijo Thalia
Pero te daré un consejo gratis, y a que esta chica tiene buenos modales. Buscad al hijo de Gaia, Forcis. Él siempre ha odiado a su madre, aunque no lo culpo. Tampoco aguanta a sus hermanos los gemelos. Lo encontraréis en la ciudad a la que le pusieron el nombre de esa heroína… Atalanta.
—Sí, podría ser una buena pista— dijo Artemisa
—Esperemos que lo sea— dijo Poseidón
—Por supuesto que sí— murmuró Hades, eso los haría estar más cerca de encontrar a su hijo
Piper vaciló.
—¿Se refiere a Atlanta?
—Esa.
—Pero ese Forcis, ¿es un gigante? —preguntó Jason—. ¿Un titán?
Baco se echó a reír.
—Ninguna de las dos cosas. Buscad el agua salada.
—¿Agua salada?— preguntó Rachel
—Eso parece— dijo Percy
—Claro que sí— suspiró Frank
—Agua salada… —dijo Percy —. ¿En Atlanta?
—Sí —contestó Baco—. ¿Eres duro de oído? Si hay alguien que puede daros información sobre Gaia y los gigantes es Forcis. Buscadlo.
—Bueno, parece que el siguiente paso es Atlanta— dijo Bianca
—No me gustó— comentó Percy
—Tampoco a mí— dijo Frank
—¿Qué quiere decir? —preguntó Jason.
El dios echó un vistazo al sol, que había ascendido casi hasta el mediodía.
—No es propio de Ceres llegar tarde, a menos que hay a percibido peligro en esta zona. O…
—Genial, aquí vamos— masculló Poseidón
—Oh sí— coincidió Percy
Jason asintió de acuerdo
De repente, la cara del dios se descompuso.
—O una trampa. ¡Bueno, me tengo que ir! ¡Yo de vosotros haría lo mismo!
—¡Señor Baco, espere! —protestó Jason.
—Mejor váyanse— dijo Hermes
—Un poco tarde para eso— murmuró Percy
El dios relució y desapareció emitiendo un sonido como el de una lata de refresco al abrirse. El viento susurró entre los girasoles. Los caballos se pasearon agitados. A pesar del día seco y caluroso que hacía, Piper empezó a temblar. Una sensación de frío… Annabeth y Leo habían descrito una sensación parecida…
—Dioses— dijo Rachel
—Eso va a ser malo— dijo Miranda
—Y que lo digas— murmuró Piper
—Baco tiene razón —dijo—. Tenemos que marcharnos…
« Demasiado tarde» , dijo una voz soñolienta, zumbando a través de los campos a su alrededor y resonando en el suelo a los pies de Piper.
—Perfecto— masculló Thalia
—Definitivamente era una trampa— dijo Apolo
—Wow, debes de ser el dios de las profecías o algo— dijo Artemisa con sarcasmo
Percy y Jason desenvainaron sus espadas. Piper permaneció en la carretera, entre ellos, paralizada de miedo. De repente, el poder de Gaia estaba en todas partes. Los girasoles se volvieron para mirarlos. El trigo se inclinó hacia ellos como un millón de guadañas.
« Bienvenidos a mi fiesta» , murmuró Gaia.
—No me gustó su fiesta— dijo Percy
—A mí tampoco— dijo Jason
—Jamás quisiera volver a una de sus fiestas— comentó Piper
Su voz recordó a Piper el sonido del maíz al crecer: un ruido crujiente, susurrante, cálido y persistente que solía oír en casa de su abuelo Tom durante las tranquilas noches en Oklahoma.
—De acuerdo, tal vez no fue la mejor comparación— dijo Piper
—Porque ahora no te va a gustar— dijo Leo
—Exacto— murmuró Piper
« ¿Qué ha dicho Baco? —preguntó la diosa con un tono burlón—. ¿Una reunión sencilla y discreta con aperitivos ecológicos? Sí. Yo solo necesito dos aperitivos: la sangre de una semidiosa y la sangre de un semidiós. Piper, querida, elige qué héroe morirá contigo» .
Todos voltearon a ver el libro con incredulidad
—Oh dioses— murmuró Katie
—Eso suena horrible— dijo Bianca
—¡Gaia! —gritó Jason—. Deja de esconderte en el trigo. ¡Da la cara!
« Qué fanfarronería —susurró Gaia—. Pero el otro, Percy Jackson, también tiene su encanto.
Jason y Percy hicieron una mueca
—Bueno, definitivamente tienen su encanto— comentó Afrodita
—¡Afrodita!— mascullaron algunos de los dioses
Elige, Piper McLean, o lo haré yo» .
A Piper se le aceleró el corazón. Gaia quería matarla. No le sorprendía. Pero ¿qué era eso de escoger a uno de los chicos? ¿Por qué iba a dejar libre a uno de los dos? Tenía que ser una trampa.
—Obviamente— dijo Thalia
—Lógico que lo sea— asintió Reyna
—¡Estás loca! —gritó—. ¡No pienso elegir nada porque tú me lo digas!
De repente Jason dejó escapar un grito ahogado. Se irguió en la silla de montar.
—¿Qué demonios?— masculló Thalia
—Es lo mismo que yo me pregunté— murmuró Piper —aunque de diferente forma
—¡Jason! —gritó Piper—. ¿Qué pasa?
Él la miró con una expresión de una serenidad mortal. Sus ojos ya no eran azules. Emitían un firme brillo dorado.
Jason se sonrojó ante la mirada de incredulidad de casi todos
—¿Lo está controlando?— preguntó Bianca
—De alguna manera— murmuró Piper
—¡Socorro, Percy !
Piper se apartó de Tempestad dando traspiés.
Sin embargo, Percy se alejó de ellos al galope. Se detuvo a diez metros de distancia en la carretera e hizo girar a su pegaso. Levantó la espada y apuntó a Jason.
—Esto va a estar feo— dijo Apolo
—No puede ser— murmuró Sally
—De alguna manera se tienen que detener— señaló Perséfone
—Ambos podrían salir heridos o hacer algo que realmente cuando sean ustedes no se perdonarían— comentó Poseidón con preocupación, al mismo tiempo Zeus pensaba que lo importante era que su hijo fuera quien ganara
Los mellizos y los hermanos Jackson se miraron con las mismas expresiones mitad incrédulas, mitad horrorizada
—Uno morirá —dijo Percy, pero la voz no era suya.
Era grave y cavernosa, como si alguien susurrara desde el interior de un cañón.
—Yo elegiré —contestó Jason con la misma voz cavernosa.
—No pueder ser— masculló Jason
—Yi iligiri— dijo Percy
—Odié eso— comentó Jason
—También yo— asintió Percy
—¡No! —gritó Piper.
Alrededor de ella, los campos crujieron y susurraron, riéndose con la voz de Gaia mientras Percy y Jason cargaban el uno contra el otro con las armas en ristre.
—Fin del capítulo— anunció Tyson mirando a Percy como evaluando si no estaba herido
—Tal vez sería mejor quedarnos a leer el otro capítulo— comentó Poseidón mirando con una mueca a su hijo
—Ah no, tú dijiste que te los ibas a llevar y ahora te los llevas— dijo Dionisio
—Como una de las personas que estuvieron en esa escena, diré que estamos bien y queremos la sorpresa— anunció Percy
—Nos preocupa, pero también queremos la sorpresa— asintió Travis
—Diré que eso ya fue hace mucho tiempo— comentó Jason
—No lo sé, chicos…
Hubo un coro de "por favor"
—Está bien— dijo Poseidón —reúnanse todos, ya que la primera vez muchos de ustedes no estuvieron daremos un paseo en la playa
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