De acuerdo chicos, vayan a comer dijo Hestia- pronto seguiremos con el próximo libro...

"Nico lo estaba acosado" "ojala el próximo libro no venga desde mi punto de vista" "Rachel le dio con el cepillo" "Clarisse no nos mates, ese batido no era para ti!", Esas eran unas de las pocas cosas que se oyeron durante la comida, todos los chicos bromeaban, se molestaban o amenazaban de muerte, al igual que algunos dioses...

A la mañana siguiente durante el desayuno el ambiente fue más tranquilo, se podía sentir la expectativa de todos por el último libro de la primera fila, al finalizar cada uno de ellos fue a tomar su lugar, incluso favorita de todos... Hera

-Al menos es el último- suspiró Percy

-No te hagas ilusiones, ahí hay otros cinco- dijo Apolo riendo

Antes de que cualquiera pudiera contestar apareció una luz que hizo que todos cerraran los ojos durante un instante, cuando los abrieron, dos chicas de cabello castaño y ojos verdes muy parecidas entre sí caminaban hacia los Stoll, sin darse cuenta donde estaban

-Sabía que ustedes tenían que ver con esto- masculló una de las chicas

-¿Por qué no habían aparecido por el campamento?- masculló la otra chica

Hermes se aclaró la garganta, vio a sus hijos con algo de diversión, ya que ambos estaban sonrojados y parecían un poco avergonzados, las chicas alzaron la mirada y se dieron cuenta donde estaban, hicieron una reverencia y miraron a cada uno de los chicos que estaban ahí, algunos las saludaron con las manos

-Luke- murmuraron ambas al unísono

Luke les dio un asentimiento de cabeza

-¿Qué haces aquí?- preguntó una de ellas- ¿Porque estás aquí?

-¿Que hacemos nosotras aquí?

-Antes que nada, preséntense- dijo Hestia amablemente- y digan su progenitor divino

Ambas chicas se miraron confundidas

-Yo soy Katie Gardner, ella es mi hermana, miranda, ambas somos hijas de Deméter

La mencionada emitió un suspiro de satisfacción- Por fin algunas semidiosas mías

Perséfone miró a su madre y a las chicas con una ceja alzada, ambas chicas miraron confundidas

-¿Que estamos haciendo aquí?- preguntó Katie

-Torturándome- dijo Percy con un puchero

-Percy quiere decir- comentó Hermes, mirando con diversión a sus hijos- que estamos aquí para leer algunos libros sobre sus aventuras, es un plan un poco complicado de las Moiras

- Suena perfectamente razonable- murmuró Miranda con un poco de sarcasmo

-¿Así que eso es lo que han estado haciendo todo este tiempo?- preguntó Katie- no es que me sorprenda, ya estamos acostumbrados a sus desapariciones

-Bueno, ahora están aquí para escuchar los pensamientos de Percy- dijo Hermes

-Es muy divertido- comentó Apolo- las pondré al corriente...

Después de algunos minutos, bastantes minutos, exageraciones por parte de Apolo, reacciones de las chicas al saber en qué año se encontraban, saber que Nico y Will estaban juntos, algunas noticias impactantes, bromas y uno que otro guiño, Apolo terminó la explicación

Ambas asintieron sorprendidas

- De acuerdo chicas, ahora tomen un lugar- dijo Hermes

Las chicas se fijaron en que los sillones ya se encontraban llenos, Travis sin darle oportunidad a su hermano de reaccionar lo empujo y dijo

-Katie puedes sentarte aquí

-No estoy segura- dijo Katie

Miranda miraba a Connor que estaba en el suelo, con una ceja alzada

-Copiones- murmuró Will

-No- dijo Deméter dándole una mirada a Hermes- ustedes se pueden sentar aquí- y apareció otro sillón, las chicas se encogieron de hombros

Leo se empezó a reír ante las expresiones de los hermanos -Stoll- ¿Huelen eso?... Es el olor de la venganza

No faltaron las risas y los ruiditos molestos

-De acuerdo, de acuerdo- dijo Hermes divertido- Vamos a leer...

¿Quién empieza?

-Yo- dijo Rachel, le pasaron el libro-

Percy Jackson: el último héroe del olimpo, capitulo 1

Me voy de crucero con un montón de explosivos

-Viajar con un montón de explosivos nunca ha sido una buena idea- comentó Hermes

Percy hizo una mueca

El fin del mundo dio comienzo cuando un pegaso aterrizó en el capó de mi coche.

-Buena forma de empezar- dijo Apolo- no hay mejor señal que esa

Hasta ese momento estaba pasando una tarde perfecta.

Rachel se sonrojo

Oficialmente se suponía que no podía conducir, porque no cumpliría los dieciséis hasta la semana siguiente, pero mi madre y mi padrastro, Paul, nos llevaron a mi amiga Raquel y a mí a una playa privada de la costa sur, y Paul nos dejó dar una vuelta con su Toyota Prius.

-¿Así que fuiste a una playa privada con Rachel?- preguntó Connor negando con la cabeza

-Connor- murmuró Miranda

-Eso ya pasó- dijo Rachel sonrojada, aunque el libro había empezado desde ese día... Bueno, esperaba que no todo viniera ahí

Vale, ya sé lo que estás pensando: « Hala, menuda irresponsabilidad de su parte, bla, bla, bla», pero la verdad es que a estas alturas Paul me conoce bastante bien.

Poseidón bufó

-No hay más peligro que cuando mata monstruos- comentó Apolo

Me ha visto cortar en rodajas a varios demonios y escapar de un colegio en llamas, así que debió de suponer que conducir un coche unos centenares de metros no era lo más peligroso que había hecho en mi vida.

-Exacto- dijo Apolo

-Además no conduces tan mal- bromeó Piper

-Gracias- murmuró Percy

Bueno, el caso es que Rachel y yo íbamos en el coche. Era un caluroso día de agosto. Rachel se había recogido su cabello pelirrojo en una coleta y llevaba una blusa blanca sobre el traje de baño.

-De acuerdo, estos libros se ponen cada vez peor- dijo Percy- ya no quiero leer

-¿Por qué?- preguntó Travis de forma irónica

-Tú no estás leyendo- señaló -Thalia

Siempre la había visto con camisetas raídas y vaqueros pintarrajeados, así que tenía un aspecto tan deslumbrante como un millón de dracmas de oro.

-Si las miradas mataran, creo que ya estarías muerto-bromeó Piper al ver la expresión de Annabeth

-Y posiblemente también Rachel- dijo Thalia

-Si no fuera porque es mortal y las armas no funcionan...- murmuró Leo

-Quieren callarse- masculló Annabeth sonrojada al igual que Percy y Rachel

— ¡Para ahí! —me dijo de pronto.

Lo hice junto a un acantilado que se asomaba al Atlántico. El mar es siempre uno de mis lugares predilectos, pero aquel día estaba especialmente bonito: verde reluciente y liso como un cristal, como si mi padre lo mantuviera en calma para nosotros.

Mi padre, por cierto, es Poseidón. Puede hacer cosas así.

-Paso número uno para que tu cita en la playa salga perfecta... Ser hijo del dios del mar- dijo Travis

-No los molestes- dijo Katie

-Son molestables- se defendió Travis

-Además no era una cita- dijeron Percy y Rachel al unísono

-Ay, hasta dicen las cosas al mismo tiempo- bromeó Leo

-Están haciendo enojar a Annabeth- señaló Apolo aunque lucía divertido

Bueno. —Rachel me sonrió—. ¿Qué me dices de la invitación?

Ah... sí. —Procuré sonar entusiasmado.

-No lo soñaste- murmuró Rachel

Percy le dio una mirada de disculpa

La cuestión era que me había invitado a pasar tres días en la casa de verano que su familia tiene en la isla de Saint Thomas.

-¿Tan rápido vas a ir a conocer a sus padres?- preguntó Connor

-Por favor ya cállense- murmuró Percy

No es que yo reciba muchas invitaciones parecidas. La idea que tenemos en mi casa de unas vacaciones de lujo se reduce a un fin de semana en una cabaña desvencijada de Long Island con unas cuantas películas alquiladas y un par de pizzas congeladas, mientras que los padres de Rachel me estaban proponiendo que fuera con ellos al Caribe, nada menos.

-¿Quién vota porque acepte?- preguntó Leo, varias manos se alzaron

-Eso ya pasó- dijo Percy

Además, yo necesitaba con urgencia unas vacaciones. Aquel verano había sido el más duro de mi vida, así que la idea de tomarme un respiro, aunque sólo fuera de unos días, resultaba muy tentadora.

-Bastante tentador- dijo Katie

Sin embargo, se suponía que iba a pasar algo gordo en cualquier momento. Y yo estaba « de guardia» por si había que emprender una misión. Peor aún: sólo faltaba una semana para mi cumpleaños. Y había una profecía que afirmaba que ocurrirían cosas terribles cuando cumpliera los dieciséis.

-Y por eso deberías irte al Caribe- señaló Leo

-Puedes luchar con protector solar- dijo Connor

-Y sin camisa- añadió Afrodita

Percy —dijo Rachel—, ya sé que es mal momento. Pero siempre lo es para ti... ¿no?

-Ella tiene un punto- dijo Bianca

En eso acertaba.

Tengo muchas ganas de ir —le aseguré—. Es sólo que... — ¿La guerra?

Asentí. No me gustaba hablar de ello, pero Rachel estaba al corriente.

-No te gusta hablar de muchas cosas, pero ahora ya todos lo sabemos- murmuró Leo

-Eso no es algo que yo hubiera querido hacer- dijo Percy

A diferencia de la mayoría de los mortales, ella podía ver a través de la Niebla: el velo mágico que distorsiona la visión humana. Había visto monstruos y conocido a algunos de los demás semidioses que combatían contra los titanes y sus aliados.

-Ya no hay salida de eso- dijo Apolo

Incluso había estado presente el verano anterior cuando el señor Cronos, despedazado durante siglos, se había alzado de su ataúd con una nueva forma terrible. Y se había ganado para siempre mi respeto cuando le lanzó al malvado titán un cepillo para el pelo y le dio en todo el ojo.

-Pues ni modo que le diera nada más en la mitad del ojo- dijo Leo

-Leo- murmuró Calipso

-Eso es genial- dijo Miranda

-¿Quieres alguna clase de sacrificio para agradecerte?- preguntó Connor

-No gracias- murmuro Rachel

Rachel me puso la mano en el brazo.

Tú piénsalo, ¿vale? Nos vamos dentro de un par de días. Mi padre... —Le tembló la voz.

— ¿Te está apretando las tuercas?

Rachel hizo una mueca

Rachel meneó la cabeza, indignada.

Intenta ser amable, lo cual casi es peor. Quiere que vaya en otoño a la Academia de Señoritas Clarion.

-Eso es chantaje- dijo Travis

-Y un chantaje planeado- dijo Connor

-Lo sé- murmuró Rachel

Es el colegio al que fue tu madre, ¿no?

Es un estúpido colegio para señoritas de la alta sociedad. Y está en el quinto pino: en New Hampshire. ¿Tú me ves a mí en una escuela de señoritas?

-No- murmuraron los chicos

Reconocí que era bastante absurdo. Rachel estaba metida en proyectos de arte urbano y le gustaba colaborar en los comedores para vagabundos y asistir a manifestaciones del tipo « Salvemos al chupasabias pechiamarillo» (un pájaro en vías de extinción).

-No sé si en serio existe o quisiste hacer algún tipo de broma- murmuró Leo

-Sí existe- dijo Rachel

Cosas así. Nunca la había visto con un vestido. Costaba imaginársela aprendiendo modales refinados para moverse en las altas esferas.

-Rachel es del tipo artístico- dijo Apolo- así como yo

Dio un suspiro.

Piensa que, si me trata bien y me colma de atenciones, me sentiré culpable y acabaré cediendo —explicó.

-Debes admitir que eso tiene sentido- dijo Reyna

-Si no lo haces, tú serias la mala- bufo Artemisa

— ¿Por eso ha accedido a que vaya con vosotros de vacaciones?

Sí... Pero escucha, Percy, me harías un gran favor. Sería mucho más divertido si vinieras con nosotros. Además, tengo que hablar contigo de una cosa... —Se calló en seco.

Se oyeron soniditos sorprendidos

-¿Que quieres hablar con él?- preguntó Travis con dramatismo

-Por favor no vayas a decirle algo impropio a nuestro inocente Percy- dijo Connor

-¿Han estado así todo este tiempo?- preguntó Katie

-Hoy están peor- murmuró Percy

-Quien sabe por qué- dijo Piper con sarcasmo

Rachel se quedó callada mientras sus ojos recorrían la lectura, se sonrojó y dijo- Ya no quiero leer- y le paso-aventó el libro a Percy como si fuera explosivo, Percy lo atrapó por poco

-¿Por qué no?- pregunto Afrodita con una mirada de interés

-Niña esto no es un juego- masculló Dionisio

-Bueno Percy, ya conoces la regla, quien tenga el libro lee- dijo Travis

-¡¿Que?! Por supuesto que no- dijo Percy

-Solo lee, mocoso- bufo Ares

-No- murmuró Percy- Que alguien más lo tome

Por supuesto ninguno lo tomó, unos por maldosos, otros porque no les caía bien Percy y algunos otros querían oír a Percy leer

-Lee hijo, no puede ser tan malo

Pero la cara de Rachel decía que si podía ser así de malo

-¿Sesos de alga...?

-Está bien, solo quiero decirles que son unas horribles personas- dijo Percy a sus amigos, se aclaró la garganta y empezó a leer

— ¿Tienes que hablar conmigo de una cosa? —repetí—. Quiero decir... ¿es tan seria que hemos de ir a Saint Thomas para hablar de ella?

-Eso suena muy serio- comentó Hermes

-Odio esto- dijo Percy

Rachel frunció los labios.

Mira, olvídalo ahora. Simulemos que somos una pareja, quiero decir, un

par de personas normales que han salido a dar una vuelta.

-No quisiste decir eso- dijo Afrodita con un guiño- pero nadie te puede culpar, cariño.

Tenemos el océano delante y es agradable estar juntos.

-Ay, tan tiernos- dijo Thalia

-¿En serio me vas a empezar a molestar, cara de pino?

-No puedo perder la oportunidad- dijo Thalia

Algo le preocupaba, pero ella sonreía y le ponía al mal tiempo buena cara. El brillo del sol convertía su pelo en una llamarada.

Habíamos pasado mucho tiempo juntos aquel verano.

-Annabeth ¿Qué opinas sobre eso?- preguntó inocentemente Connor

-Miranda ¿Qué opinas sobre Connor?- preguntó Annabeth

-¿Qué?- murmuró Miranda un poco sonrojada

-Uhhh-murmuró Leo- te metiste con la chica equivocada

No es que yo lo hubiera planeado así, pero, cuanto más graves se habían puesto las cosas en el campamento, más ganas tenía de llamarla para tomar distancia y respirar un poco de aire puro.

-Chicos... ¿En serio nadie quiere leer?- preguntó Percy con un puchero

-Lo estás haciendo muy bien, sigue así- apoyó Leo

Necesitaba recordarme a mí mismo que seguía existiendo un mundo normal ahí fuera, lejos de aquella pandilla de monstruos que querían usarme como saco de boxeo.

-Un sexy saco de boxeo- dijo Afrodita

-¡Mama!

-Ay querida, es la verdad

De acuerdo —asentí—. Una tarde normal y corriente, y un par de personas normales.

Percy se sonrojó- Por favor, alguien más lea

-Es tan mono cuando se queja- dijo Perséfone

Ella asintió.

Y suponiendo... —dijo— sólo suponiendo que esas dos personas se gustaran, ¿qué haría falta para que el tonto del chico besara a la chica, eh?

Percy se sonrojó furiosamente al igual que Rachel

-Wow ninguno de nosotros esperábamos esto- dijo Travis

Annabeth estaba cruzada de brazos viendo con una ceja alzada a Percy quien parecía un pez fuera del agua

-Esto es más tenso que cuando Eris lanzó aquella manzana- comentó Apolo

-No hables de eso- gruñó Atenea

-Todos sabían a quién le correspondí esa manzana- dijo Afrodita- el drama de estos tres es bellísimo

-Eso ya pasó- murmuró Percy

-Podríamos saltarnos esa parte- sugirió Rachel

-Esa me parece una buena idea- dijo Percy

-No vamos a entender el libro si se saltan una parte- comentó Travis

-No seas grosero- dijo Katie

-Es la verdad- se defendió el chico

-Si quieren saltarlo...-comenzó Poseidón al ver la expresión de su hijo

-¡NO!- gritó Afrodita

-No podemos saltarnos nada, es un sacrilegio hacer eso con un libro- dijo Atenea

-Está bien- murmuró Percy

Pues... —Me sentí de golpe como una de las vacas sagradas de Apolo: lento, bobo y sonrojado—. Hum...

-Mis vacas no son bobas

-Creo que justo ahora se siente de la misma manera- dijo Leo

-Peor...- masculló Percy

No digo que no hubiera pensado en Rachel. Era mucho más tratable que... bueno, que otras chicas que conozco.

-¿Te refieres a Annabeth?- preguntaron los hermanos Stoll inocentemente

-Me refería a las chicas en general- murmuró Percy sonriendo inocentemente a Annabeth, ella solo lo miro fijamente

-¿Por qué nadie los ha amordazado?- preguntó Miranda refiriéndose a los Stoll

-Porque son divertidos- dijo Apolo

-¿Porque todos quieren amordazar a mis hijos?

Con ella no tenía que esforzarme, ni cuidar mis palabras ni devanarme los sesos tratando de adivinar qué estaría pensando. Rachel no ocultaba nada. Te mostraba lo que sentía.

-Bueno Percy, a algunas personas les es más fácil demostrar lo que sienten- dijo Hazel amablemente

-Lo sé- murmuró Percy

No sé lo que hubiera hecho a continuación, pero estaba tan confuso que ni siquiera vi cómo bajaba del cielo en picado aquella mole oscura hasta que las cuatro pezuñas se estamparon sobre el capó del Prius con un sonoro ¡BRAM-

POM-CRAC!

-¡Salvado por el pegaso!- gritaron los Stoll

-Yo creí que Percy no llegaba al siguiente capítulo- dijo Leo

-A ustedes el pegaso no los va a salvar- masculló Rachel

« Eh, jefe —dijo una voz en mi cabeza—. ¡Bonito coche!».

El pegaso Blackjack era un viejo amigo, así que traté de no enfadarme demasiado por los cráteres que acababa de dejar en el capó. Aunque mi padrastro no iba a tomárselo demasiado bien.

-No es la gran cosa- dijo Poseidón

Blackjack —dije, suspirando—. ¿Qué demonios...?

-Tu pegaso también tiene el don de llegar en el momento apropiado- bromeó Hermes

Entonces vi quién iba montado sobre su lomo y deduje sin más que el día se iba a complicar de verdad.

— ¿Qué tal, Percy?

Charles Beckendorf, el líder de la cabaña de Hefesto, habría logrado con su aspecto que la mayor parte de los monstruos llamaran a su mamá, muertos de miedo.

-Oh- murmuraron los chicos con incomodidad, aquellos griegos que estuvieron en la época de esa guerra

Era un tipo enorme, con unos potentes músculos desarrollados a base de trabajar todos los veranos en las fraguas. Me sacaba dos años y era uno de los mejores forjadores de armas del campamento.

Percy se trabó un poco durante esa parte

Construía artilugios mecánicos muy ingeniosos. Hacía sólo un mes había colocado una bomba de fuego griego en el lavabo de un autocar que cruzaba el país cargado de monstruos. La explosión se llevó por delante a una legión entera de secuaces de Cronos en cuanto una arpía tiró de la cadena.

-No fue muy inteligente la arpía- murmuró Connor

-Gracias a los dioses- dijo Miranda

Beckendorf iba en uniforme de combate, o sea, con yelmo y coraza de bronce, pantalones de camuflaje y espada al cinturón. La bolsa de explosivos la llevaba colgada del hombro.

— ¿Ya? —le pregunté.

Él asintió con aire sombrío.

-Por fin algo de acción- masculló Ares

-El libro ha estado muy interesante hasta ahorita- comentó Afrodita con una nota de coqueteo

Se me hizo un nudo en la garganta. Sabía que se acercaba el momento, llevábamos semanas preparándonos, pero había albergado la esperanza de que no llegase a suceder.

-Pero como siempre, las cosas malas suceden demasiado pronto- dijo Jason

Rachel miró a Beckendorf.

Hola.

Ah, hola. Soy Beckendorf. Tú debes de ser Rachel. Percy me ha contado... eh, o sea, me ha hablado de ti.

-¿Le contaste a él y no a nosotros?- preguntó Travis- me siento traicionado

-Nadie en sus cinco sentidos lo haría- dijo Katie

-¡Oye!

-La verdadera pregunta aquí es ¿Por qué le hablaste de Rachel y no de Annabeth?

-También lo hice- dijo Percy

-Annabeth lo miró sorprendida- ¿En serio?

-Sí- dijo Percy- él sabía escuchar

A los dioses no les pasó desapercibido ese "sabía"

Ella arqueó una ceja.

— ¿De veras? Estupendo. —Le echó un vistazo a Blackjack, que pateaba con sus cascos la plancha del cape—. Bueno, chicos, deduzco que tenéis que iros a salvar el mundo.

Más o menos —asintió Beckendorf.

-Lo mismo de todos los días- bromeó Leo

Miré a Rachel con gesto de impotencia.

— ¿Le dirás a mi madre...?

Se lo diré. Seguro que ya está acostumbrada. Y le explicaré a Paul lo del capó.

Asentí agradecido. Supuse que aquélla sería la última vez que Paul me prestaba su coche.

-Pero tienes un pegaso súper cool para pasear- dijo Frank

-Pero a veces me gusta pretender que soy normal- bromeó Percy

-Eres tan normal como todos nosotros, bro

Pero Percy no contestó, tenía la mirada en el libro y su cara se puso de diferentes tonos de rojo

-¿Percy?- preguntó Piper

Rachel adivinó su expresión y también se sonrojo furiosamente

-Percy lee- dijo Bianca

-Lee- gruño Zeus

Percy se aclaró la garganta y leyó

BuenasuerteRachelmebesóantesdequepudierareaccionarYahoraenmarcha,mestizo.Cárgateaunoscuantosmonstruospormí.

-fin del capítulo- anunció Percy- ¿Quién quiere comer?

-Acabamos de comer- dijo Thalia- además ¿Alguien entendió algo de lo que dijo?

Todos negaron con la cabeza

-A veces se entiende, a veces no- dijo Percy sumamente sonrojado

-No es necesario que se entienda todo- dijo Rachel

-Claro qué dirías eso- suspiró Perséfone

-Además el capítulo aún no acaba- señaló Hermes

-Creo que sería mejor que leyeras de nuevo- dijo Connor- no querrás que nos hagamos ideas

Percy se quejó- qué alguien más lea

-¿Estás seguro de eso? preguntó Piper- al menos si lees puedes esconderte tras el libro- bromeó

-Sesos de alga- murmuró Annabeth

-Solo quiero aclarar que eso paso hace mucho- dijo Rachel con incomodidad

Percy tomó aire y leyó

-Buena suerte.- Rachel me beso antes de que pudiera reaccionar

-¡Por los dioses!- murmuró Hazel

Afrodita pegó un chillido

Rachel y Percy se sonrojaron, ambos miraban a Annabeth que también se veía roja pero por sentimientos diferentes, tenía los dientes apretados

-Esto se pone cada vez mejor- dijo Afrodita

-Mamá- murmuró Piper

-Ay querida, ¿Alguien puede culpar a Rachel? Cuantos en esta sala no habrán querido hacer lo mismo

Para sorpresa de algunos y molestia de cierta rubia que ahora apretaba también los puños, algunas caras se sonrojaron

-No puedo creerlo- masculló Annabeth

-Eso en realidad no ayuda- murmuró Piper

-Por otro lado- dijo Perséfone- en ese momento Percy no tenía novia por lo que no es algo malo

Annabeth rodó los ojos- Creí que habías dicho que no había más sorpresas- dijo con voz neutra

-Fue algo del momento- murmuró Rachel- fui yo quien lo besó

-Y eso es mejor- murmuró Annabeth

-Él se dejó- dijo Atenea- el mocoso no te conviene

-Annabeth...- murmuró Percy

-tiene razón, en ese momento no éramos novios- masculló Annabeth

-siempre es tan hermoso ver un buen drama de amor- suspiró Afrodita

-Por qué mejor no sigues la lectura- dijo Annabeth con voz controlada -¿O hay alguna otra cosa así?

-no- murmuró Percy incómodo

-espera...- dijo Travis -tengo una pregunta

Percy lo miró con horror -no

-¿quién de las dos besa mejor?

-Oh, hermano- dijo Connor

-Por qué mejor no te callas- dijo Annabeth

-no se preocupen, yo lo golpeo- dijo Katie

Una ola mojó a Travis, Katie le dio un puñetazo en el brazo

-Creí que estabas en contra de la violencia -se quejó Travis tiritando -además era una pregunta justa

-¿Y cómo porque te interesa?- preguntó Katie

Travis balbuceó algo que no se pudo entender

-Oigan, esto se está descontrolando- advirtió Zoë -y todo por los chicos

-al menos las miradas no pueden matar- dijo Thalia mirando divertida Annabeth

-La de Medusa...- comenzó Leo

-Ya lean- gruñó Zeus

-Annabeth, eso fue hace tiempo...- murmuró Percy

Annabeth se veía furiosa, pero también resignada, aunque no sabía si estaba más enojada con Rachel o con Percy

-Ya hablaremos Perseus- dijo Annabeth -solo lee

Percy hizo un puchero, le sonrió inocentemente y luego le dio una sonrisa de disculpa

-Y ahora en marcha, mestizo. Cárgate a unos cuantos monstruos por mí

-A muchos monstruos, por favor- murmuró Hazel

Sentada en el Prius con los brazos cruzados, contempló cómo nos elevábamos a lomos de Blackjack, que iba trazando círculos cada vez más altos en el cielo.

-Bueno, siempre es un buen espectáculo verlo- dijo Miranda

Mientras la perdía de vista, me pregunté de qué querría hablar conmigo, y también si viviría lo suficiente para averiguarlo.

-Ya vamos con los pensamientos optimistas- murmuró Jason

-yo me pregunto si Percy vivirá lo suficiente para leer el segundo capítulo- dijo Connor

-yo me pregunto si tú lo harás- murmuró Miranda

Bueno —comentó Beckendorf—, supongo que no querrás que le cuente a Annabeth la escenita que acabo de presenciar.

Oh, dioses —mascullé—. Ni se te ocurra.

-odio estos libros- dijo Percy

-Es una lástima que aún falten otros cinco- murmuró Leo

Ahogó una risotada mientras nos remontábamos por los aires sobre el Atlántico.

-Aquellos que te escuchan hablar sobre chicas, tienen el derecho de burlarse- bromeó Connor

-¿Entonces puedo burlarme?- preguntó Chris

Los Stoll se sonrojaron

Casi había oscurecido cuando divisamos nuestro objetivo. El Princesa Andrómeda, un crucero descomunal, destellaba en el horizonte con sus lucecitas blancas y amarillas.

Luke se removió incómodo en su lugar

-Este primer capítulo está lleno de emociones- suspiró Afrodita

De lejos podrías haberlo tomado por un simple crucero de vacaciones, y no por el cuartel general del señor de los titanes.

-Eso les da puntos, tienen que ser discretos- dijo Artemisa

Al acercarte un poco más, distinguías un gigantesco mascarón de proa: una doncella de pelo oscuro, túnica griega y cubierta de gruesas cadenas, con una expresión de horror, como si percibiera el hedor de todos los monstruos que se veía obligada a transportar.

-sí, demasiada discreción- dijo Apolo

-Tiene el toque perfecto de horror y belleza- murmuró Perséfone

Se me encogió el estómago al ver otra vez aquel barco. Había estado dos veces a punto de morir a bordo del Princesa Andrómeda, que ahora navegaba rumbo a Nueva York.

-Y aun así vuelves a ese barco- dijo Poseidón

-Ya nos dimos cuenta de que tu hijo es un suicida- comentó Apolo

— ¿Recuerdas lo que has de hacer? —me gritó Beckendorf por encima del fragor del viento.

-¿Por qué siempre me preguntan eso?- murmuró Percy

-Porque a veces no lo recuerdas- bromeó Piper

Asentí. Habíamos ensayado en los astilleros de Nueva Jersey, usando barcos abandonados como blanco. Era consciente del poco tiempo que tendríamos, pero también de que aquélla era la ocasión ideal para acabar con la invasión de Cronos incluso antes de que empezara.

-No puedes esperar que sea tan fácil vencerlo- dijo Poseidón

-no después de todo lo que les ha hecho pasar- comentó Hestia

Déjanos en la cubierta inferior de popa, Blackjack —pedí.

« Entendido, jefe —contestó él—. Jo, no soporto ver ese barco».

-en realidad ninguno lo soporta- dijo Grover

Luke se sonrojó

Blackjack había estado apresado en el Princesa Andrómeda hacía tres años, hasta que mis amigos y yo lo ayudamos a escapar. Imagino que habría preferido dejarse trenzar las crines como Mi Pequeño Poni —ese muñeco rosa para niñas — a volver allí de nuevo.

-¿Por qué veías mi pequeño poni?- preguntó Connor

-no lo veía, pero lo conozco- dijo Percy

-claro- murmuró Connor

No nos esperes —añadí.

« Pero jefe...».

Confía en mí. Escaparemos por nuestros propios medios.

Percy hizo una mueca

Blackjack plegó las alas y se lanzó en picado hacia el barco. El viento silbaba en mis oídos. Había muchos monstruos patrullando por las cubiertas superiores: dracaenae, que son mujeres-reptil, perros del infierno, gigantes, demonios-foca de aspecto humanoide, conocidos como telekhines... en fin, de todo, pero nosotros volábamos a una velocidad tan supersónica que nadie dio la alarma.

-Eso o los estaba esperando- comentó Poseidón

-Otro que tiene pensamientos optimistas- dijo Apolo

Bajamos disparados hacia la popa y Blackjack desplegó las alas para posarse suavemente en la cubierta más baja. Me apeé, algo mareado.

« Buena suerte, jefe —dijo él—. No deje que lo hagan picadillo».

-no sería una buena idea picadillo de Percy- dijo Thalia -a menos que lo hiciera Annabeth

Annabeth le lanzó una mirada asesina

-No de nuevo- dijo Percy

Dicho lo cual, mi viejo amigo alzó el vuelo y desapareció. Saqué el bolígrafo del bolsillo, le quité el tapón y Contracorriente se desplegó en toda su longitud: casi un metro de mortífero bronce celestial refulgiendo en la oscuridad.

-Esa visión daría miedo a cualquiera- dijo Hazel

Beckendorf sacó un pedazo de papel del bolsillo. Creí que era un mapa o algo así, pero se trataba de una fotografía. La miró en la penumbra: era la cara sonriente de Silena Beauregard, hija de Afrodita.

La voz de Percy se cortó un poco

-¿Una de mis hijas con un hijo de Hefesto?- preguntó impresionada la diosa del amor

-Es extraño- estuvo de acuerdo Hefesto

Habían empezado a salir el pasado verano, aunque les había costado lo suyo, porque todos los demás llevábamos años diciéndoles: « Pero ¡si se nota a la legua que estáis colados el uno por el otro!». Incluso en medio de aquella misión tan peligrosa, nunca había visto a Beckendorf tan feliz.

-Así como ustedes dos- señaló Thalia

-Casi desde que se conocieron- dijo Grover -aunque se la pasaran peleando

-Eso es cierto- dijo Katie

Annabeth rodó los ojos

Conseguiremos volver al campamento, seguro —le prometí.

Por un segundo me pareció ver una sombra de preocupación en su mirada. Luego adoptó su habitual sonrisa confiada.

Pues claro —respondió—. Anda, vamos a partir a Cronos otra vez en un millón de pedazos.

-Esa es la actitud- dijo Apolo

Beckendorf abrió la marcha. Cruzamos un estrecho pasillo que conducía a la escalerilla de servicio, tal como habíamos ensayado. Pero nos quedamos paralizados al oír una conversación por encima de nuestras cabezas.

Me importa un comino lo que te diga la nariz —gruñó una voz medio humana, medio perruna: un telekhin—. La última vez que oliste a mestizo, resultó que era un sándwich de carne.

-La buena noticia es que no le creyó- dijo Hermes

-La analogía de mestizo y sándwich de carne es fenomenal- bromeó Apolo

-Me encanta que me confundan con una sándwich de carne- susurró Percy

— ¡Los sándwiches de carne son buenos! —Rezongó la segunda voz—. Pero este olor es de mestizo, seguro. ¡Están a bordo!

— ¡Bah, lo que no está a bordo es tu cerebro!

-O el cerebro de él, aunque eso es conveniente- dijo Poseidón

Mientras seguían discutiendo, Beckendorf señaló hacia abajo. Descendimos por la escalerilla con sigilo. Dos pisos más abajo, dejamos de oír sus voces.

Finalmente llegamos a una escotilla metálica. Beckendorf dijo moviendo sólo los labios: « Sala de máquinas».

-aun no entiendo su plan- dijo Apolo

-que novedad- dijo Atenea

-Percy dijo que cargaban explosivos y van a la sala de máquinas- señaló Hefesto

-Quiere que el barco haga ¡BOOOM!- dijo Leo

Estaba cerrada, pero él sacó de la bolsa unas tenazas y partió el cerrojo como si fuese de mantequilla.

Dentro, zumbaban y vibraban con estruendo una serie de turbinas amarillas del tamaño de silos de grano. En la pared opuesta se alineaban los indicadores de presión y las terminales informáticas. Había un telekhin inclinado sobre una consola, pero estaba tan absorto en su trabajo que no advirtió nuestra presencia.

-¿Qué clase de seguridad es esa?- dijo Ares

-Es una oportunidad para los chicos- señaló Apolo

-y eso es mejor que nada- comentó Poseidón

Medía metro y medio, tenía pelaje oscuro y lustroso de foca y unos pies pequeños y achaparrados. La cabeza parecía de dóberman, pero sus garras resultaban casi humanas. Gruñía y mascullaba mientras iba tecleando. Quizá estaba enviando mensajes a sus amigos de .

-Eso explica por qué estaba tan absorto- dijo Will

Avancé unos pasos y él se irguió bruscamente, tal vez oliéndose que pasaba algo raro. Saltó hacia un gran botón rojo de alarma, pero me adelanté y le cerré el paso. Entonces se abalanzó sobre mí con un silbido. Me bastó con un tajo de Contracorriente para que explotara y se hiciera polvo.

-tomó la mala decisión de abalanzarse sobre ti- dijo Frank

-Pésima decisión- bromeó Percy

-como todas tus decisiones- murmuró Nico

Uno menos —dijo Beckendorf—. Quedan unos cinco mil.

-Pequeño detalle- dijo Apolo

Me pasó un tarro lleno de un espeso líquido verde: fuego griego, sin duda una de las sustancias mágicas más peligrosas del mundo. Luego me lanzó por el aire otro utensilio esencial de los héroes semidioses: cinta de embalar.

-Van a tener muy poco tiempo- dijo Hefesto

-La cinta de embalar nunca puede faltar- estuvo de acuerdo Leo

Fija el tarro encima de la consola —me dijo—. Yo me ocupo de las turbinas.

Pusimos manos a la obra. Hacía calor y humedad y enseguida quedamos empapados de sudor.

-que sexy- dijo Afrodita

El barco avanzaba ronroneando. Al ser hijo de Poseidón, tengo un perfecto sentido de la orientación en el mar. No me preguntes cómo, pero sabía que estábamos a 40,19 grados norte y 71,90 oeste, y que navegábamos a dieciocho nudos, lo cual significaba que llegaríamos al alba al puerto de Nueva York. Era nuestra última oportunidad para impedirlo.

-Percy es como un google maps marino- dijo Travis -si se convirtiera en pirata sería el mejor

-¿Podemos ser parte de tu tripulación?- bromeó Connor

-Suena realmente genial, pero no gracias- dijo Percy

Acababa de adosar un segundo tarro de fuego griego a los paneles de control cuando oí un estrépito de pasos: varias criaturas bajaban por la escalerilla de metal y se las oía a pesar del ruido de los motores. Mala señal.

-Pésima señal- masculló Poseidón -salgan de ahí

Crucé una mirada con Beckendorf.

— ¿Queda mucho?

Demasiado. —Le dio unos golpecitos a su reloj, que era nuestro detonador de control remoto—. Aún he de conectar el receptor y preparar las cargas. Diez minutos al menos.

A juzgar por el ruido de pasos, teníamos unos diez segundos.

Los distraeré —dije—. Nos vemos en el punto de encuentro.

-no sé qué tanto pueda ayudar eso- dijo Artemisa

-son como tres mil monstruos a uno- dijo Hermes

-a menos que lo hagan más rápido, no estoy seguro de que puedan salir de ahí- dijo Apolo

-Percy está en la sala- dijo Hefesto

Nadie mencionó lo obvio

Percy...

Deséame suerte.

Parecía querer discutir. El plan consistía en entrar y salir sin que nos localizaran. Pero habría que improvisar.

Buena suerte —dijo al fin.

Me lancé hacia la puerta y salí.

-Al fin algo interesante- mascullo Ares

Media docena de telekhines bajaban ruidosamente por la escalera. Empecé a subir abriéndome paso con Contracorriente a tal velocidad que ni siquiera les dio tiempo a soltar un gañido.

-bastante impresionante- dijo Apolo

-Cada libro es más impresionante- dijo Zoë

-Yo los odio- murmuró Percy

-Bastante impresionante- dijo Apolo

-Cada libro es más impresionante- dijo Zoë

-Yo los odio- murmuró Percy

Continué subiendo y dejé atrás a otro monstruo, que se llevó un susto de muerte al verme. A ése lo dejé vivo para que diese la alarma e hiciera que sus compañeros me persiguieran en lugar de dirigirse a la sala de máquinas.

-El pequeño suicida- murmuró Apolo

-Tenia qué comprarle tiempo a su amigo- dijo Artemisa

Salí por una puerta a la cubierta seis y seguí corriendo. Estoy seguro de que aquel vestíbulo enmoquetado había sido muy lujoso en su día, pero, después de tres años sufriendo un trasiego diario de monstruos, el empapelado, la moqueta y las puertas de los camarotes se veían tan llenos de arañazos y babas que aquello parecía el gaznate de un dragón (y sí, por desgracia, hablo por experiencia).

-Por desgracias, todo el tiempo hablar por experiencia- masculló Poseidón

Percy se encogió de hombros

En mi primera visita al Princesa Andrómeda, mi viejo enemigo Luke tenía a bordo para disimular unos cuantos turistas, completamente aturdidos y cegados por la Niebla para que no descubrieran que estaban en un barco infestado de monstruos. Ahora no había rastro de turistas.

-Puede qué hayan sido más estorbosos qué de ayuda- murmuró Piper

-¿Y qué les paso?- preguntó Hades

-Ya no los necesitábamos- dijo Luke en voz baja

-No quiero saber las implicaciones de eso- dijo Thalia

Me horrorizó pensar lo que podía haberles sucedido, pero dudaba que les hubieran permitido volver a casa con sus ganancias en el bingo.

Llegué a la galería Promenade, un centro comercial que ocupaba el centro del navío, y frené en seco. En medio del patio había una fuente, y en ella, agazapado, un cangrejo gigante.

-¿Gigante como los que venden en las playas?- preguntó Leo

-No, gigante gigante, mucho- dijo Percy

No « gigante» como los cangrejos de oferta que venden en los chiringuitos de la playa. No: quiero decir tan gigantesco que apenas cabía en la fuente.

-gracias por la aclaración- dijo Leo

-De nada- murmuró Percy

El cuerpo le sobresalía tres metros sobre el agua. Tenía el caparazón moteado de azul y verde, y unas pinzas más largas que mi propio cuerpo.

-si no fuera por su tamaño, podría ser hermoso- dijo Piper

-No lo era- dijo Percy

Si alguna vez te has fijado en la boca de un cangrejo, toda espumajosa, con unos bigotes asquerosos y unas fauces que no paran de dar bocados, ya te imaginarás que aquélla, ampliada cien veces, no tenía mejor aspecto.

-Pero los pequeñitos no son tan malos- dijo Piper

-Creí que al ser hijo de Poseidón te tendrían qué gustar todos esos animales- bromeó Apolo

-Ups- murmuró Percy

Sus ojillos negros repararon en mí con un destello, y advertí inteligencia en su modo de mirarme. Y odio. Que yo fuera hijo del dios del mar no iba a darme puntos ante el señor Cangrejo.

-Tú tampoco le gustas a él, están a mano- dijo Apolo

-Tampoco creo qué marisco le guste mucho- comentó Hermes

-Hermes- gruñó Poseidón

Shhhhhh —silbó, mientras la boca se le llenaba de espumarajos. El olor que exhalaba era como el de un cubo de basura lleno de raspas de pescado expuesto al sol una semana.

-Qué asco- masculló Afrodita

Las alarmas habían empezado a aullar. Muy pronto tendría compañía en abundancia, no podía quedarme quieto.

Eh, cangrejito. —Me deslicé por el borde del patio—. Sólo estoy aquí de paso...

-Eso no lo impresiona demasiado- murmuró Leo

El bicho se revolvió con increíble agilidad. Salió de la fuente y vino hacia mí, abriendo y cerrando las pinzas amenazadoramente. Me precipité al interior de una tienda de regalos, derribando un colgador entero de camisetas.

-¿Y qué culpa tienen las camisetas?- preguntó Connor

-Eran las camisetas o yo- dijo Percy

Una pinza hizo añicos la vidriera y rastreó el local. Salí a toda velocidad, casi sin resuello, pero el señor Cangrejo dio media vuelta y me siguió.

-Siempre te haces amigo de los peores monstruos- comentó Hermes con ironía

-Es como un don- dijo Percy

-no es gracioso- murmuró Poseidón

-Siempre te haces amigo de los peores monstruos- comento Hermes con ironía

-Es como un don- dijo Percy

-No es gracioso- murmuró Poseidón

— ¡Allí! —Gritó alguien desde lo alto de una galería—. ¡Un intruso!

Si pretendía distraer a los monstruos, lo había logrado, pero no era allí donde yo quería combatir. Si me atrapaban en el centro del barco, acabaría entre las fauces del cangrejo.

-Técnicamente es acabar entre un monstruo u otro- murmuró Reyna

-Sí, toda la tripulación se lanzó hacia ti- masculló Poseidón

-Tienes que hacer algo rápido- dijo Artemisa

El diabólico crustáceo se abalanzó sobre mí. Le di un mandoble con Contracorriente, cercenándole la punta de la pinza. Siseó y soltó aún más espumarajos, aunque no parecía muy herido.

-Estaba más molesto que otra cosa- masculló Poseidón -estos libros se ponen cada vez peor

-Lo sé- masculló Percy

Annabeth rodó los ojos

Intenté recordar algo de las antiguas leyendas que me ayudase a derrotarlo. Annabeth me había hablado de un cangrejo monstruoso que Hércules había aplastado con el pie... Cosa que no iba a funcionarme. Aquel cangrejo era ligeramente más grande que mis Reebok.

-Awww recordando lecciones de Annabeth... Después de haber sido besado por alguien más- chilló Afrodita

Annabeth hizo un sonido de molestia

-¿Podemos olvidar eso?- preguntó Rachel- en serio es muuy incomodo

Entonces me vino una curiosa idea a la cabeza. En Navidades, mi madre y yo habíamos pasado unos días con Paul Blofis en la vieja cabaña de Montauk a la que íbamos siempre. Paul me había llevado a pescar cangrejos y, cuando sacó la red llena de bichos, me enseñó la pequeña abertura que tienen en su caparazón, justo en medio de ese vientre tan feo.

-Hasta que es de ayuda- masculló Poseidón

Percy lo miró sorprendido

-El único problema que veo, es ¿Cómo vas a llegar a esa abertura?- comentó Jason

El único problema, pues, era llegar a aquel vientre repulsivo.

-Bro- dijo Percy- como siempre, tendré qué improvisar

Eché un vistazo a la fuente y luego al suelo de mármol, que ya estaba muy resbaladizo por los movimientos del bicharraco. Extendí la mano, concentrándome en el agua, y la fuente explotó como un géiser.

-Eso no ayuda contra el cangrejo, a él le gusta el agua- dijo ¨Piper

-Todo es parte del plan maestro- dijo Percy moviendo las manos

El agua se desparramó por todas partes: llegó hasta el tercer piso, empapando los ascensores y las galerías que asomaban al patio, y mojando también los escaparates de las tiendas. Al cangrejo le daba igual. A él le encantaba el agua.

-Al menos te cargaste los ascensores y las galerías bromeó Piper

Se me acercó de lado, chasqueando las pinzas y emitiendo aquel siseo diabólico. Me precipité hacia él gritando con todas mis fuerzas:

¡Aaaaaaah!

-Me encanta su grito de guerra- dijo Apolo

-Muy varonil- dijo Ares con sarcasmo

Justo antes de que chocáramos, me tiré al suelo al estilo de un jugador de béisbol y resbalé en el suelo de mármol por debajo de la criatura. Era como deslizarse bajo la panza de un camión de diez toneladas.

-¡Tobogán improvisado!- grito Leo

-Queremos un tobogán así- dijeron los Stoll

-¿Como los han podido soportar?- preguntó Miranda

-Con mucha paciencia- dijo Percy

Lo único que tenía que hacer el cangrejo era sentarse y aplastarme, pero, antes que comprendiera lo que sucedía, hundí Contracorriente en el orificio de su caparazón. Solté la espada y salí a rastras por detrás.

-Percy uno, cangrejo cero- dijo Leo

-Así es como se hace- dijo Apolo

El monstruo se estremeció y silbó enloquecido. Sus ojos se disolvieron; el caparazón se le puso rojo mientras sus entrañas se volatilizaban y, finalmente, la cáscara vacía se desmoronó con gran estruendo.

No tenía tiempo de admirar mi hazaña.

-Nunca puedes admirar tus hazañas- dijo Frank

-Ni aunque tuvieras tiempo- murmuró Hazel

-No es la gran cosa- dijo Percy

Corrí hacia la escalera más cercana mientras por todas partes aparecían monstruos y semidioses que daban órdenes a gritos y se ajustaban las correas de sus armas. Llevaba las manos vacías.

-Lo que faltaba-. Masculló Poseidón

Contracorriente reaparecería mágicamente en mi bolsillo tarde o temprano, pero por ahora estaba atascada bajo el chasis del cangrejo y no podía entretenerme en recuperarla.

-Justo cuando es más necesaria- dijo Hestia

En el rellano de la octava cubierta me salieron al paso un par de dracaenae.

De cintura para arriba, eran mujeres con la piel verde y escamosa, con ojos amarillos y lengua bífida. De cintura para abajo, tenían dos serpientes en lugar de piernas. Llevaban lanza y red, y sabía por experiencia que las manejaban con destreza.

-cuando algo te sale bien, todo lo demás empeora- dijo Zoë

-Típico en mi vida- dijo Percy

— ¿Qué esss esssto? —Siseó una—. ¡Un trofeo para Cronos!

No estaba de humor para un duelo de sarcasmos.

-Que claramente habrías ganado- dijo Leo

-El señor sarcasmo ha hablado- dijo Percy

Me fijé en una maqueta del barco, plantada allí en medio (supongo que para orientarse, como los carteles de « USTED ESTÁ AQUÍ»).

-Que amables, al menos te avisan donde estás- comentó Nico

-Otro sarcástico-. Dijo Will

La arranqué de cuajo del pedestal y se la lancé a la primera dracaena. El barco le dio en plena cara y la derribó. Salté por encima de ella, agarré la lanza de su compañera, tiré con fuerza al tiempo que giraba y la estampé contra la puerta del ascensor. Luego seguí corriendo hacia la proa.

-han visto como pelea el muchacho y aun así siguen acercándose a él- dijo Deméter

-son muy estúpidos o suicidas- dijo Perséfone

— ¡Atrapadlo! —gritaba la dracaena, furiosa.

Oí ladridos de perros del infierno. Una flecha silbó a mi lado y se incrustó en la pared de caoba de la escalera.

Me tenía sin cuidado el peligro.

-Lo que sabemos es que el mocoso es un suicida- dijo Hades

-Percy, no te puede traer sin cuidado el peligro- masculló Poseidón

-Necesitaba ganar tiempo- dijo Percy

La cuestión era mantener a los monstruos alejados de la sala de máquinas y darle tiempo a Beckendorf.

Seguí subiendo los peldaños de tres en tres y me encontré a un chico que bajaba corriendo. Parecía que acabara de despertarse y sólo tenía puesta la armadura a medias.

-Interrumpiste su sueño, que desconsiderado- dijo Will

-Y te quejas de mi sarcasmo- murmuró Nico

-No me quejé- señaló Will

Desenvainó la espada y gritó: « ¡Por Cronos!», pero sonó más asustado que agresivo. Tendría unos doce años: los mismos que yo la primera vez que llegué al Campamento Mestizo.

-Pobre niño- dijo Deméter

-Él eligió unirse a ellos- gruñó Ares -que acepte las consecuencias

-Es un niño- señaló Hestia

-Que desdió unirse al bando enemigo- dijo Hera

Esta idea me deprimió. A aquel chaval le habían hecho un lavado de cerebro: estaban adiestrándolo para que odiase y combatiera a los dioses simplemente por haber nacido como un olímpico a medias. Cronos lo manipulaba, pero lo cierto era que el chico me consideraba su enemigo.

No pensaba herirlo.

-Siempre tan sentimental- gruñó Ares

-Es noble- dijo Hestia

Con él, ni siquiera necesitaba un arma. Esquivé el golpe que me lanzó, lo agarré de la muñeca y lo aplasté contra la pared. La espada se le escurrió de la mano y rodó tintineando por los escalones.

-Es obvio que no tiene entrenamiento- dijo Atenea

Entonces hice algo que no había planeado. Seguramente era una estupidez, porque ponía en peligro nuestra misión, pero no pude evitarlo.

Si quieres seguir vivo —le dije—, sal del barco ahora mismo. Díselo a los demás semidioses.

-Fue una gran estupidez- dijo Dionisio

-Aunque estén del lado contrario, no dejan de ser semidioses- dijo Hestia

-Que decidieron traicionarnos- dijo Hera

-Tienen sus motivos para creer que es lo correcto- dijo Hestia

Le propiné un empujón y lo mandé dando tumbos al siguiente rellano. Luego seguí subiendo.

Me asaltaron malos recuerdos al ver un pasillo que discurría junto a una cafetería. Annabeth, mi hermanastro Tyson y yo habíamos pasado por allí a hurtadillas tres años atrás.

-Eso no fue divertido- dijo Tyson

-No lo fue- dijo Annabeth

-Además de que no se llevaban bien- murmuró Percy

Salí corriendo a la cubierta principal. Por el lado de babor, el cielo pasaba ya del púrpura al negro. Había una piscina deslumbrante situada entre dos grandes torres de cristal, con terrazas y restaurantes situados a distintos niveles. Pero todo parecía misteriosamente desierto.

-Eso no es una buena señal- dijo Poseidón

-Y menos si se supone que todos van por él- comentó Artemisa

-Es casi como si quisieran que llegaras ahí- comentó Jason

Sólo tenía que cruzar al otro lado y bajar por la escalera que llevaba a la pista de helicópteros: nuestro punto de encuentro en caso de emergencia. Con un poco de suerte, Beckendorf se reuniría allí conmigo.

Percy se mordió el labio

Saltaríamos al mar, donde mis poderes acuáticos nos protegerían, y detonaríamos las cargas explosivas cuando estuviéramos a quinientos metros.

-¿Estás bien, Percy?- preguntó Poseidón mirando a su hijo que se había puesto pálido

-Sí- murmuró Percy no muy convencido

Había cruzado ya la mitad de la cubierta cuando una voz me dejó paralizado:

Llegas tarde, Percy.

-Siempre hay que ser puntual, Percy- dijo Connor

-Lo dice el chico que en las reuniones siempre nos hace esperar- dijo Miranda

Luke se asomó desde la primera terraza con una sonrisa en su rostro cruzado por una gran cicatriz. Iba con tejanos, camiseta blanca y chancletas, como un estudiante cualquiera. Pero sus ojos decían la verdad. Eran de oro macizo.

Hace días que te esperamos.

-Creo que el efecto sorpresa no fue tan sorpresa después de todo- comentó Apolo

-sabía que intentaría detenerlo antes de que más personas salieran heridas- dijo Artemisa

-O alguien le dijo- murmuró Apolo

Al principio sonaba normal, como Luke, pero después su cara se contrajo y todo él se estremeció de pies a cabeza como si acabara de tragarse un brebaje asqueroso.

-Lástima que Rachel no estuviera para lanzarle otro cepillo- comentó Leo

Percy sonrió un poco, pero se veía más triste que otra cosa

Su voz se hizo más grave, más antigua y poderosa: la voz del titán, del señor Cronos. Sus palabras, afiladas como una hoja de acero, me provocaron escalofríos:

Vamos, inclínate ante mí.

Sí, ya, lo tienes claro —mascullé.

-Tan imprudente como siempre- masculló Atenea

-No esperabas que se inclinara ante él ¿Cierto?- masculló Poseidón

Como respondiendo a una señal, un regimiento de gigantes lestrigones se apostó a ambos lados de la piscina: cada uno de dos metros y medio de estatura, con brazos tatuados, armadura de cuero y porras erizadas de pinchos.

-Hermoso- dijo Apolo con sarcasmo

Por encima de Luke, el techo se llenó de semidioses arqueros. Dos perros del infierno saltaron de la terraza de enfrente y se acercaron gruñendo. En cuestión de segundos me encontré rodeado. Una encerrona. Era imposible que se hubieran dispuesto en formación tan deprisa a menos que supieran que iba a presentarme.

-Entonces sí los estaban esperando- gruñó Poseidón

-Alguien les informó- dijo Atenea -alguien del campamento

-¿aún no lo saben?- preguntó Katie

-No- murmuró Percy

-¿quién fue?- preguntó Afrodita

Los chicos se miraron entre sí

-Creo que podría aparecer- murmuró suavemente Chris

Clarisse hizo un sonido entre un gruñido y un sollozo

Levanté la vista hacia Luke. La sangre me bullía de furia. No sabía si la conciencia de Luke continuaba viva en el interior de aquel cuerpo.

Luke suspiró

Quizá sí, por aquella forma de cambiar de voz... O quizá sólo era Cronos, que estaba adaptándose a su nueva forma. Me dije que no importaba. Luke había sido un tipo retorcido y maligno mucho antes de que Cronos se apoderase de él.

-Bueno, eso no es tan cierto- murmuró Thalia

Luke la miró con una ceja alzada

-Lo que quiero decir- dijo Thalia -es que antes nos ayudaste a Annabeth y a mí

Una voz susurró en mi interior: « Tendré que luchar con él tarde o temprano. ¿Por qué no ahora?».

-Porque las profecías no funcionan así- dijo Apolo -debe ser en el momento adecuado y ese no lo era, ya que faltaba una semana para tu cumpleaños

Según la Gran Profecía, a los dieciséis años yo tomaría una decisión que salvaría o destruiría el mundo. Sólo faltaba una semana para que los cumpliera. ¿Por qué no hacerlo ya?

-Porque falta una semana- dijo Rachel

-De nada serviría contra él si la profecía aún no se va a cumplir- dijo Apolo

Si de verdad tenía en mí ese poder, ¿qué importaba una semana más o menos? Podía acabar allí mismo con la amenaza derrotando a Cronos.

-Que necio eres- dijo Apolo

-Eso ya pasó- dijo Percy

Qué diablos, ya había luchado otras veces con dioses y monstruos.

Como si me leyera el pensamiento, Luke sonrió. No, no era él: era Cronos.

Debía tenerlo presente.

Ven aquí —dijo—. Si te atreves.

-Lo peor es que sí se va a atrever- dijo Poseidón

Percy sonrió con inocencia

La horda de monstruos se abrió en dos. Ascendí por la escalera con el corazón desbocado. Estaba casi seguro de que alguno me apuñalaría por la espalda, pero me dejaron pasar.

-No serían capaces- dijo Artemisa -quiere ser él quien lo haga

Me palpé el bolsillo y descubrí que el bolígrafo ya estaba allí. Lo destapé y Contracorriente creció hasta adoptar su apariencia de espada.

-al menos una buena noticia- dijo Apolo

-No sé de qué sirve eso contra él- dijo Poseidón -Percy, no deberías seguirle el juego

El arma de Cronos surgió sin más en sus manos: una guadaña de dos metros, la mitad de bronce celestial y la otra mitad de acero mortífero. Se me aflojaron las rodillas, pero, antes de que pudiera pensármelo mejor, arremetí contra él.

-Los hubieras pensado mejor- murmuró Poseidón pálido -estos libros me van a matar y se supone que soy inmortal

El tiempo se ralentizó. Quiero decir: literalmente. Cronos tenía ese poder.

-Y a pesar de que lo sabe, va a y pelea con él- dijo Perséfone

Tuve la sensación de que me movía a través de un fluido espeso como la miel. Los brazos me pesaban, apenas podía alzar la espada. Cronos sonrió, revoleando su guadaña a velocidad normal y aguardando a que yo me arrastrara penosamente hacia una muerte segura.

Percy hizo una simulación de arrastrarse

-Está a punto de morir y hace bromas- dijo Hermes -¿Estás seguro que no es mío?

-creo que los cuatro libros anteriores demostraron que no- dijo Poseidón

Traté de combatir su magia. Me concentré en el mar que me rodeaba: la fuente de mi poder. Había aprendido a canalizarlo a lo largo de los años, pero ahora no sucedía nada.

-Su magia es demasiado fuerte- dijo Atenea

Di otro paso lentísimo. Los gigantes me abucheaban. Las dracaenae soltaban una risa sibilante.

« Eh, océano —supliqué para mis adentros—. Si puede ser hoy, mejor que mañana».

-Muévete- bromeó Apolo tronando los dedos

-Para mañana con más clama- dijo Leo

Súbitamente, el barco dio un bandazo, derribando a los monstruos. Quince mil litros de agua salada se alzaron de golpe de la piscina, empapando a todos los que estábamos en cubierta. El remojón me revitalizó y rompió el hechizo temporal, cosa que aproveché para lanzarme a la carga.

-Más vale tarde que nunca- dijo Piper

-No todos pueden combatir su poder- dijo Artemisa impresionada

Ataqué a Cronos con la espada en ristre, pero seguía siendo demasiado lento para él. Además, cometí el error de mirarlo a la cara: la cara de Luke, un tipo que había sido amigo mío en otra época. Por mucho que lo odiara, me resultaba difícil matarlo.

Ares soltó un gruñido -Como siempre

Por su parte, Cronos no tenía dudas y me lanzó un golpe de guadaña. Retrocedí de un salto. La maligna cuchilla no me tocó por los pelos, pero rajó la cubierta justo entre mis pies.

-Mejor trata de salir de ahí- dijo Poseidón

-no puedes seguir peleando contra él antes de que se cumpla la profecía, solo te desgastas- dijo Apolo

Asesté a Cronos una patada en el pecho y retrocedió tambaleante. Pero era mucho más pesado de lo que habría sido Luke y fue casi como darle una patada a un frigorífico.

-No es que lo haya hecho antes- dijo Percy

-Porque obviamente no tendría ningún sentido patear el frigorífico- dijo Connor

-ninguno- estuvo de acuerdo Percy

Cronos me lanzó otro viaje con su guadaña. Lo intercepté con

Contracorriente, pero el golpe era tan poderoso que sólo lo desvié. El filo me desgarró la manga y me arañó la piel.

-¡NO!- gritó Poseidón -esa hoja no te debió tocar- muró furioso a Luke

-De acuerdo, de acuerdo- dijo Hermes alzando las manos -tu chico está aquí

Poseidón miró a Percy como si de hecho no pudiera creer que estaba en la sala

No era un corte serio en apariencia, pero sentí un estallido de dolor en esa zona del cuerpo. Recordé lo que había dicho un demonio marino sobre la guadaña: « Cuidado, idiota. Al menor contacto, esa hoja te arrancará el alma».

-Pero el idiota de Percy no tuvo cuidado- dijo Clarisse

-Ya sabía que te preocupabas por mí- dijo Percy

Ahora comprendía lo que quería decir. No sólo perdía sangre; noté que se me iban la fuerza y la voluntad, incluso mi identidad.

Retrocedí dando tumbos, agarré la espada con la mano izquierda y me abalancé a la desesperada sobre él.

-Nunca es buena idea lanzarse a la desesperada- comentó Atenea

Debería haberlo atravesado de parte a parte, pero la hoja resbaló por su estómago como si fuese de mármol. No era posible que hubiera resistido una estocada así.

-Recuerda que el cuerpo mortal ha sido preparado- murmuró Hermes mirando a su hijo

-Vas a tener que encontrar su debilidad- dijo Atenea

Cronos soltó una risotada.

Una pobre actuación, Percy Jackson. Según me dice Luke, nunca has sido rival para él con la espada.

-Eso no es cierto- dijo Katie -Percy es demasiado bueno con la espada

-Estoy de acuerdo- dijo Travis

-chicos, eso no es importante- murmuró Percy

Empezaba a ver borroso. No me quedaba mucho tiempo.

Luke tenía muchos humos y una cabeza muy dura —dije—. Pero al menos aquella cabeza era suya.

-Esto es más impresionante con Percy leyendo- dijo Bianca

-sí, debería leer todos los capítulos- dijo Will

-no volveré a leer- dijo Percy -esto fue suficientemente malo

Una lástima tener que matarte ya —murmuró pensativo—, antes de desarrollar todo el plan. Me habría encantado ver tu expresión de horror cuando entendieras cómo voy a destruir el Olimpo.

Nunca conseguirás llevar este barco a Manhattan. —Me palpitaba el brazo y manchas negras revoloteaban en mi campo visual.

-Deben darle crédito al muchacho por seguir consciente- dijo Deméter

— ¿Y eso por qué, según tú? —Sus ojos dorados destellaron. Su rostro (el de Luke) parecía una máscara inhumana iluminada desde atrás por un poder maligno—. ¿Tal vez estás pensando en tu amigo y en los explosivos? —Bajó la vista a la piscina—. ¡Nakamura! —llamó.

-Otra vez ese mocoso- masculló Dionisio

-es una pésima idea dejar con vida a tus enemigos- dijo Ares

Un adolescente con armadura griega completa se abrió paso entre la multitud. Un parche negro le cubría el ojo izquierdo. Lo conocía, desde luego. Era Ethan Nakamura, el hijo de Némesis. El pasado verano yo le había salvado la vida en el laberinto y, a cambio, el muy sinvergüenza había contribuido a devolverle la vida a Cronos.

-Debiste matarlo cuando tuviste la oportunidad- masculló Ares

-Hizo lo correcto, si fuera matando a personas por ahí ¿Que lo haría diferente de los enemigos?- dijo Hestia

-El mocoso terminó traicionándolo- dijo Zeus

-Percy le dio una oportunidad, fue decisión del muchacho desperdiciarla, pero Percy no derramó su sangre- dijo Hestia -esa es la diferencia entre buenos y malos

— ¡Un éxito completo, mi señor! —Declaró Ethan—. Lo hemos encontrado tal como nos indicasteis.

Dio una palmada y un par de gigantes se adelantaron pesadamente arrastrando a Charles Beckendorf.

Percy se aclaró la garganta antes de seguir leyendo

Casi se me paró el corazón. Mi compañero tenía un ojo a la funerala y la cara y los brazos llenos de cortes. Ya no llevaba armadura y la camisa le había quedado hecha jirones.

— ¡No! —aullé.

-Aún siguen consiente, tal vez la guadaña no hizo tanto daño después de todo- murmuró Apolo

Beckendorf me miró a los ojos y luego se echó un vistazo a la mano, como si intentara decirme algo.

Percy se quedó callado, parecía absorto en sus recuerdos

Su reloj.

La voz de Percy tembló, se aclaró un poco la garganta para seguir leyendo

-espera- dijo Annabeth

Percy la miró confundido -¿Que pasa?

-Dame el libro, yo termino el capítulo- dijo Annabeth

-¿Estás segura?- preguntó Percy

-Sí Percy- dijo quitándole el libro de las manos

-Gracias- murmuró Percy

-al menos esta vez no lo llamó Perseus- susurró Connor a su hermano

No se lo habían quitado. No sabían que era el detonador. ¿Sería posible que los explosivos ya estuvieran instalados? No, no podía ser. Seguramente los monstruos los habían desactivado en el acto.

-Pero entonces ¿Por qué te hizo la señal?- preguntó Bianca

-Ya lo verás- murmuró Percy

Lo hemos encontrado cuando pretendía colarse en la sala de máquinas — dijo uno de los gigantes—. ¿Ya podemos devorarlo?

Un momento. —Cronos miró a Ethan, frunciendo el entrecejo—. ¿Seguro que no ha colocado los explosivos?

-Lo están engañando, no pudo haberse tardado tanto tiempo sin colocar los explosivos- dijo Leo

Iba hacia la sala de máquinas, mi señor.

— ¿Cómo lo sabes?

Hum... —Ethan se removió incómodo—. Caminaba hacia allí. Y nos lo ha dicho. Todavía tiene la bolsa llena de explosivos.

-Y ellos le creen- bufó Ares -estúpidos

Empecé a deducir lo ocurrido. Beckendorf los había engañado. Al comprender que iban a capturarlo, había dado media vuelta para despistarlos. Así los había convencido de que no había llegado aún a la sala de máquinas. ¡El fuego griego seguía activado! Pero eso no nos serviría de nada si no conseguíamos salir del barco y detonarlo.

-Y con él ahí no va a ser fácil salir- dijo Apolo

-Están metidos en un buen lío- dijo Hades

Cronos vaciló.

« Ojalá se lo crea», rogué. El dolor en el brazo era tan terrible que apenas podía soportarlo.

Abrid su bolsa —ordenó el titán.

-Creo que no se lo creyó- murmuró Connor

Uno de los gigantes le arrancó a Beckendorf la bolsa que llevaba al hombro.

Atisbó en su interior y le dio la vuelta. Los monstruos que había alrededor retrocedieron, presas del pánico.

-Cualquier criatura viviente le tendría miedo al fuego griego- comentó Hermes

Si realmente hubiera estado llena de tarros de fuego griego, habríamos saltado todos por los aires. Pero lo que cayó al suelo fue una docena de latas de melocotón.

-al menos tienen activados los explosivos- dijo Bianca

-Pero aún tiene que ver cómo va a salir- dijo Hazel

Cronos respiraba agitadamente, tratando de dominar su cólera.

— ¿No lo habréis capturado por casualidad cerca de la cocina?

Ethan se puso blanco.

Hum... —empezó.

— ¿Y no se os ha ocurrido enviar a nadie a registrar la sala de máquinas? — bramó Cronos.

-Ehhh pues no- dijo Connor

-bueno, la tripulación no era muy inteligente- dijo Miranda

Ethan dio un paso atrás, aterrorizado; giró sobre los talones y echó a correr.

Solté una maldición silenciosa. Ahora ya sólo nos quedaban unos minutos antes de que desactivasen las bombas.

Algunos de los dioses y chicos que no sabían la historia, ya empezaban a conectar las cosas

Crucé una mirada con Beckendorf y le pregunté mentalmente, con la esperanza de que me entendiera: « ¿De cuánto disponemos?».

Juntó el índice y el pulgar, formando un círculo. « Cero».

-al menos pueden detonarlo cuando lo crean prudente- murmuró Hermes

-Eso ya es un poco de ganancia- dijo Chris

-Pero no pueden alejarse lo suficientemente rápido- dijo Reyna -de nada serviría

El detonador no tenía programada ninguna cuenta atrás. Si conseguíamos apretar el botón, el barco explotaría en el acto. Era imposible. No podríamos alejarnos lo suficiente antes de activarlo. Los monstruos acabarían con nosotros primero, o desmontarían los explosivos, o ambas cosas.

-Es una de esas situaciones donde hagas lo que hagas, pierdes- dijo Zoë

-Y vaya que sí- susurró Percy

Cronos se volvió hacia mí con una sonrisa torcida.

Tendrás que disculpar a esta panda de incompetentes, Percy Jackson —dijo —. Aunque no importa. Ahora estás a nuestra merced. Sabíamos que ibas a venir desde hace semanas.

-Tienen que encontrar al espía antes de que arruine algún otro plan- dijo Atenea

Clarisse soltó un bufido

Extendió la mano y sacudió una pequeña pulsera plateada con un amuleto en forma de guadaña: el símbolo del señor de los titanes.

La herida del brazo minaba mi capacidad de raciocinio, pero aun así murmuré:

Un dispositivo de transmisión... un espía en el campamento.

Los chicos hicieron una mueca

Cronos sofocó una carcajada.

No puedes fiarte de los amigos. Siempre acaban decepcionándote. Luke lo aprendió de la peor manera posible.

-No todos los amigos- dijo Percy -no puedes dejar de confiar en las personas solo porque alguien te traicionó

Tira tu espada y ríndete, o tu amigo morirá.

-Usará tu defecto fatídico de todas las formas que pueda- dijo Atenea

Tragué saliva. Uno de los gigantes había agarrado del cuello a Beckendorf. No estaba en condiciones de rescatarlo y, aunque lo intentara, lo matarían antes de que lograse llegar a su lado. Nos matarían a ambos.

Beckendorf articuló una palabra con los labios: « Huye».

Hubo algunos ruiditos de sorpresa, Percy cerró los ojos como si así pudiera ahuyentar los recuerdos

Meneé la cabeza. No podía dejarlo allí.

El segundo gigante todavía estaba hurgando entre las latas de melocotón, de modo que Beckendorf tenía el brazo izquierdo libre. Lentamente lo alzó hacia el reloj que llevaba en la derecha.

-No te estaba dando opción- dijo Poseidón

-Es ahora o nunca- dijo Apolo

Quise gritar « ¡Noooo!».

Y entonces, una de las dracaenae que estaba abajo, junto a la piscina, dijo

con su voz sibilante:

— ¿Qué essstá haciendo? ¿Qué esss esa cosssa de sssu muñeca?

Beckendorf cerró los párpados y se llevó la mano al reloj.

-no queda tiempo Percy, si no te ibas los monstruos y el fuego griego acabarán con los dos- dijo Poseidón de manera reconfortante

-Lo sé- murmuró Percy

No me quedaba otra alternativa. Le arrojé a Cronos mi espada como si fuera una jabalina. La hoja rebotó en su pecho sin hacerle un rasguño, pero el golpe lo sobresaltó y aproveché su desconcierto para abrirme paso entre la horda de monstruos y saltar por la borda hacia el agua, treinta metros más abajo.

Luke se sonrojó avergonzado al ver las miradas de los demás

Oí un sordo retumbo en las entrañas del barco. Los monstruos chillaban y me maldecían asomados a la barandilla. Una lanza pasó rozándome la oreja y una flecha me desgarró el muslo, pero apenas tuve tiempo de sentir el dolor. Me sumergí en el mar y ordené a las corrientes que me arrastraran lejos: a cien, a doscientos metros.

-De nada habría servido si te quedabas ahí- dijo Poseidón

-Hiciste lo que debías hacer, bro- dijo Jason -a veces hay te tomar decisiones difíciles

Incluso a esa distancia, la explosión pareció sacudir el mundo entero. Noté una oleada de calor que me abrasó la nuca, mientras el Princesa Andrómeda estallaba y se convertía en una descomunal bola de fuego, una llamarada verde que se enroscaba en el cielo oscuro, consumiéndolo todo.

La sala quedó un momento en silencio

« Beckendorf», pensé.

Luego perdí el conocimiento y me hundí hacia el fondo del mar como un áncora.

-Fin del capítulo- dijo Annabeth -¿Percy...?

-estoy bien- murmuró Percy, trató de poner una sonrisa -¿Aún sigues enojada?

-Oh, cállate Perseus- dijo Annabeth y le dio un puñetazo en el brazo

-Percy, hiciste lo correcto, y a veces lo correcto no es lo más fácil- dijo Poseidón

-no te quedó otra salida- dijo Hefesto

-Mi pobre niña- susurró Afrodita

Los chicos se miraron entre sí

-Bueno, al fin acabó el capítulo- dijo Artemisa

-Un capítulo bastante tenso en mi opinión- dijo Apolo -se necesitaron tres personas para leerlo, es como un nuevo récord

-Creo que deberían tomar un poco de aire antes de seguir- dijo Hestia -salgan