-Vamos a terminar el libro- dijo Poseidón -quedan pocos capítulos y se pone cada vez peor- masculló dándole una mirada sombría a Luke -sigamos

-¿Quién va a leer?- preguntó Hestia

-Vamos Clarisse, es tu turno- dijo Travis tomando el libro

-Yo ya leí, idiota- masculló Clarisse

-Pero nos gusta oír tu dulce voz- dijo Connor con sarcasmo

-A mí sí me gusta- comentó Chris

Sus hermanos hicieron soniditos molestos, Ares los miraba con una mueca

-Lee- dijo Travis aventando el libro, que Clarisse atrapó por reflejo

-Si el libro está en tus manos, tienes que leer- dijo Connor "seriamente"

-Se dan cuenta que hace unos instantes lo tenían ustedes ¿Cierto?-señaló Chris

Los Stoll fingieron no oír

-Solo lean- masculló Dionisio

Clarisse bufó -Habla el dios desaparecido

-¿Eso es un tipo de insulto o el título del capítulo?- bromeó Travis

-Título- masculló Clarisse -ahora cállense

-Hagan caso a la mocosa de Ares y cállense, estuve esperando este capítulo- dijo Dionisio

Corrimos hasta quedar exhaustos. Rachel nos mantenía alejados de las trampas, pero nos movíamos sin otro objetivo que alejarnos de aquella siniestra montaña y del rugido de Cronos.

-Pero escaparse de ahí es un muy buen objetivo- dijo Apolo

-El más importante por el momento- dijo Poseidón

Nos detuvimos en un túnel de roca blanca y húmeda que parecía formar parte de una cueva natural. No oía que nos siguiera nadie, pero no por eso me sentía más seguro.

-Y no deberías sentirte seguro, con él merodeando por ahí- murmuró Deméter

Aún tenía presentes en mi imaginación aquellos ojos dorados y antinaturales en el rostro de Luke, y también la sensación de que mis miembros se iban petrificando poco a poco.

-No dejes que se meta en tu cabeza- dijo Poseidón

-Tu padre tiene razón- dijo Artemisa -no dejes que el miedo se instale

-Puedes lograrlo- dijo Hestia

No puedo seguir —jadeó Rachel, llevándose las manos al pecho.

-Después de ese lanzamiento de cepillo es justo un descanso- dijo Apolo

Annabeth no había cesado de llorar durante todo el trayecto. Ahora se desplomó y escondió la cara entre las rodillas. El eco de sus sollozos rebotaba por todo el túnel.

-Fue un poco incómodo- dijo Nico

-Te estás juntando mucho con Will- señaló Thalia

-¡Oye!- se quejó Will

Annabeth se sonrojó

Nico y yo nos sentamos juntos. El dejó su espada junto a la mía e inspiró, tembloroso.

Thalia les dio una sonrisa burlona

Percy movió la cabeza de un lado a otro y le dio una mirada de "no empieces"

— ¡Vaya mierda! —dijo, expresión que me pareció que resumía bastante bien la situación.

-Lo resume perfectamente, pero ese no es un buen vocabulario- dijo Hestia

— ¡Nos has salvado la vida! —le dije.

Nico se limpió el polvo de la cara.

Han sido las chicas las que me han arrastrado hasta allí. Es en lo único en lo que estaban de acuerdo: debíamos ir a ayudarte o acabarías fastidiándolo todo.

-Me encanta su confianza- dijo Percy

-Los tres se unieron para salvarte- dijo Thalia con una ceja alzada

-Tan tiernos- bromeó Leo

Es agradable saber que confían tanto en mí. —Iluminé la cueva con la linterna.

-Muy agradable- murmuró Percy -pero gracias

-Para eso son los amigos- dijo Rachel

-Por supuesto, sesos de alga- dijo Annabeth

Caían gotas de las estalactitas, como una lluvia en cámara lenta—. Pero tú, Nico... te has delatado.

— ¿Qué quieres decir?

-¿Que entiendes por te has delatado, sombritas?- preguntó Will

Nico hizo una mueca

Hombre, esa columna de piedra... Ha sido impresionante. Si Cronos no sabía quién eras, ahora ya lo sabe... un hijo del inframundo.

-De todas maneras no creo que tuviera muchas dudas- comentó Perséfone

Nico frunció el ceño.

— ¡Qué más da!

Lo dejé correr. Me imaginé que trataba de disimular lo asustado que estaba. No le faltaban motivos, la verdad.

-¿Tenías que decirlo?- murmuró Nico

-Lo pensé- dijo Percy -yo no tengo la culpa de que sean mis pensamientos

Annabeth alzó la cara. Tenía los ojos irritados de tanto llorar.

-Lo siento tanto, Annabeth- murmuró Luke

Annabeth se sonrojó y le dio una pequeñísima sonrisa

— ¿Qué... qué le pasaba a Luke? ¿Qué le han hecho?

Le conté lo que había visto en el ataúd: cómo había entrado el último fragmento del espíritu de Cronos en el cuerpo de Luke en cuanto Ethan Nakamura juró ponerse a su servicio.

-Aquí vamos- murmuró Annabeth

Percy le dio una pequeña sonrisa a su novia

No —dijo Annabeth—. No puede ser cierto. Él no podría...

Se ha sacrificado por Cronos —dije—. Lo siento, Annabeth. Luke ya no existe.

-Ahora corre antes de que te golpee- dijo Travis

-Recen por la integridad física de Percy- murmuró Connor

-Que exagerados- dijo Annabeth rodando los ojos

— ¡No! —insistió—. Ya has visto lo que ha pasado cuando Rachel le ha golpeado.

Asentí y miré a nuestra guía con respeto.

-No estuvo mal- murmuró Clarisse

-Fue fantástico- dijo Leo

-Fuiste muy valiente- dijo Artemisa

-Tienes nuestro respeto- dijeron los Stoll haciendo una reverencia exagerada

Le has dado al señor de los titanes en el ojo con un cepillo para el pelo.

Rachel parecía avergonzada.

Era lo único que tenía a mano.

-Y con eso fue suficiente- dijo Apolo

-Ahora, si hubieras tenido algo más poderoso...- comentó Artemisa

Tú mismo lo has visto —insistió Annabeth—. Al recibir el golpe, se ha quedado aturdido durante un segundo. Ha recobrado el juicio.

-Eso no se lo podemos negar- murmuró Travis

O sea, que Cronos quizá no estaba del todo asentado en su cuerpo, o algo así — deduje—. Lo cual no significa que Luke controlara la situación.

-Ese es un buen punto- comentó Jason

Quieres que sea un malvado, ¿no es eso? —Gritó Annabeth—. Tú no lo conocías, Percy. ¡Yo sí!

— ¿Y a ti qué te importa? —le espeté—. ¿Por qué lo defiendes tanto?

-Uhhh- corearon los Stoll -pelea de enamorados

-¿En serio preguntaste por que lo defiende?- preguntó Thalia rodando los ojos

Percy se encogió de hombros

Eh, vosotros dos —terció Rachel—. Dejadlo ya.

Annabeth se volvió hacia ella.

— ¡Tú no te metas, mortal! Si no fuera por ti...

-Si no fuera por ella, Percy no hubiera podido salir- comentó Hestia

-Habría sido una verdadera pena- masculló Zeus

Poseidón le lanzó una mirada asesina

Algo iba a decir, pero se le quebró la voz. Bajó la cabeza de nuevo y estalló en sollozos. Me habría gustado consolarla, pero no sabía cómo hacerlo.

-Podrías haberla abrazado- sugirió Perséfone

-O besado- dijo Afrodita

-Es posible que de haberlo intentado, saliera golpeado- comentó Thalia

-Claro que no- dijo Annabeth

Thalia y Piper le dieron una mirada irónica

Aún me sentía aturdido, como si el efecto que había provocado Cronos al volver más lento el paso del tiempo me hubiera afectado el cerebro.

-No creo que haya sido solo él- masculló Atenea

No conseguía asimilar todo lo que había visto. Cronos estaba vivo. Armado. Y probablemente se avecinaba el fin del mundo.

-Un bonito pensamiento con el que te puedes dormir todas las noches- dijo Leo

Debemos seguir moviéndonos —dijo Nico—. Habrá enviado en nuestra búsqueda a un montón de monstruos.

Nadie estaba en condiciones de correr, pero Nico tenía razón.

-Por supuesto- dijo Will

Me incorporé con esfuerzo y ayudé a Rachel a levantarse.

-¿Y a Annabeth por qué no?- preguntó Connor

-Quería evitar el ser golpeado- bromeó Percy

Annabeth le dio un golpe en el brazo

-Ouch- se quejó Percy

Te has portado muy bien allá arriba —le dije.

Ella esbozó una leve sonrisa.

Sí, bueno. No quería que murieras. —Se ruborizó—. O sea... simplemente porque, ya me entiendes... me debes demasiados favores. ¿Cómo voy a cobrármelos si te mueres?

-Bueno, podrías ir al inframundo y pedirle a Hades que te deje verlo- comentó Apolo

-Eso, si está de buenas- dijo Hermes

-Esto no es gracioso- murmuró Poseidón

Me arrodillé junto a Annabeth.

Eh. Lo siento. Debemos ponernos en marcha.

Lo sé —asintió—. Estoy... bien.

Evidentemente, no era cierto. Pero se puso de pie y echamos a caminar penosamente por el laberinto.

-¿Ves? A ella no le ayudaste- dijo Travis

-¿Alguien podría ponerle una cinta en la boca a estos niños?- masculló Atenea

-Nooooo- gritaron los Stoll dramáticamente

-No- dijo Hermes - ya lo hicieron con Luke

-No- dijo Apolo -ellos son graciosos

Atenea rodó los ojos

De vuelta a Nueva York —indiqué—. Rachel, ¿podrías...?

Me quedé petrificado. Apenas a un metro, el haz de luz de mi linterna iluminó en el suelo un amasijo pisoteado de tela roja. Era un gorro rasta: el de Grover.

-Grover, no debes dejar tu gorro tirado por ahí- bromeó Leo

Grover resopló

Me temblaban las manos al recoger la prenda. Parecía que la hubiera pisado una enorme bota embarrada. Después de todo lo que había vivido ese día, no podía soportar la mera idea de que a Grover también le hubiera pasado algo.

-Gracias por la preocupación- dijo Grover - pero si me hubiera pasado algo, creo que lo sabrías y no de la manera agradable- murmuró

-Una manera nada agradable- estuvo de acuerdo Percy

Entonces me fijé en otra cosa: el suelo de la cueva estaba húmedo y blando, a causa del agua que goteaba de las estalactitas, y se veían unas huellas grandes como las de Tyson y otras más pequeñas —pezuñas de cabra— que se desviaban hacia la izquierda.

-Hora de seguirlos- dijo Piper

Debemos seguirlas —dije—. Han ido por allí. Tiene que haber sido hace poco.

— ¿Y el campamento? —Preguntó Nico—. No queda tiempo.

Hemos de encontrarlos —sentenció Annabeth—. Son nuestros amigos.

-Yo te quiero- dijo Tyson

-Y yo a ti- dijo Annabeth con una sonrisa

Tomó la gorra aplastada de mis manos y echó a andar.

La seguí, preparándome para lo peor. El túnel era traicionero: tenía bruscas pendientes cubiertas de barro. Más que caminar, nos pasábamos casi todo el tiempo resbalando y deslizándonos.

-No fue divertido- murmuró Rachel

-Estuvimos a punto de morir más veces ahí- comentó Nico

Por fin, bajamos una pronunciada pendiente y nos encontramos en una cueva inmensa con enormes estalagmitas. Por el centro pasaba un río subterráneo. Junto a la orilla, vislumbré la silueta de Tyson. Tenía en el regazo a Grover, que permanecía inmóvil y con los ojos cerrados.

Algunos de los chicos miraron a Grover como si esperaran verlo inmóvil y con los ojos cerrados

— ¡Tyson! —grité.

— ¡Percy! ¡Deprisa!

Corrimos a su encuentro. Grover no estaba muerto, gracias a los dioses, pero temblaba de pies a cabeza como si estuviera muriéndose de frío.

-Grover- dijo Percy -no vuelvas a asustarme así

Grover le dio una sonrisa y una mirada de "no soy el que más sustos ha causado"

— ¿Qué ha pasado? —le pregunté.

Muchas cosas —murmuró Tyson—. Una serpiente gigante. Perros grandiosos. Hombres con espadas... Cuando nos acercábamos aquí, Grover estaba muy nervioso.

Ha echado a correr. Hemos llegado a esta cueva, se ha caído y se ha quedado así.

-Una buena aventura- dijo Piper con sarcasmo

— ¿Ha dicho algo? —pregunté.

Ha dicho: «Estamos cerca.» Luego se ha dado un porrazo en la cabeza.

-Una manera original de llegar- dijo Apolo

Grover se sonrojó

Me arrodillé junto a él. La única vez que había visto a Grover desmayarse había sido el invierno anterior, cuando había detectado la presencia de Pan.

-¿Que te dice eso, muchacho?- masculló Dionisio -lee más de prisa

Clarisse bufó

Enfoqué la caverna con mi linterna. Las rocas relucían. En el otro extremo se veía la entrada a otra cueva, flanqueada por unas gigantescas columnas de cristal que parecían diamantes. Y más allá de aquella entrada... —Grover —dije—. Despierta.

Arg.

-Eso es un no- dijo Travis

Annabeth se arrodilló a su lado y le roció la cara con un poco de agua del río, que estaba helada.

-Vaya Annabeth, que amable- dijo Connor

-Pero funcionó- dijo Annabeth

-Así es como todos queremos despertar- bromeó Leo

— ¡Arf! —Movió los párpados—. ¿Percy? ¿Annabeth? ¿Dónde...?

No pasa nada —le aseguré—. Sólo te has desmayado. La presencia ha sido demasiado para ti.

Grover suspiró con nostalgia

Ya... recuerdo. Pan.

Sí. Hay algo muy poderoso más allá de esas columnas.

-Bueno, pues vayan a las columnas- dijo Dionisio

-¿Y qué tal si es algo malo?- preguntó Apolo

-¿Es que acaso no oíste el título del capítulo?- bufó Dionisio

Hice unas rápidas presentaciones, porque Tyson y Grover no conocían a Rachel. Tyson le dijo que era muy mona y Annabeth, al oírlo, pareció a punto de echar fuego por la nariz.

-Sí, todos nos dimos cuenta de eso- dijo Nico

Rachel asintió

Annabeth se sonrojó -Ya basta- murmuró

Bueno —dije—. Vamos, Grover. Apóyate en mí.

Entre Annabeth y yo lo levantamos y lo ayudamos a vadear el río subterráneo.

-Hacen un magnífico equipo cunado no pelean- suspiró Perséfone

-Cariño, ya no hables con Afrodita- susurró Hades

La corriente era bastante fuerte. El agua nos llegaba a la cintura. Decidí mantenerme seco, una pequeña habilidad que me resulta muy útil, pero que no podía aplicar a los demás.

-Presumido- bromeó Rachel

De todos modos, el frío lo sentía igual, como si estuviera atravesando un ventisquero.

-Y eso que no te mojaste- comentó Annabeth

-El frío se sentía peor- estuvo de acuerdo Grover

Creo que estamos en las Cavernas Carlsbad —comentó Annabeth, tiritando y entre castañeteos de dientes—. Quizá una zona aún inexplorada.

-De las pocas que existen-. Murmuró Rachel

— ¿Cómo lo sabes?

Carlsbad está en Nuevo México —dijo—. Lo cual explicaría lo de este invierno.

-Y también explicaría el desmayo- dijo Atenea -igual que en el libro anterior

Asentí. El desmayo de Grover se había producido justamente cuando pasábamos por Nuevo México. Fue allí donde percibió la cercanía del poder de Pan.

La diosa de la sabiduría hizo una mueca

Salimos del agua y seguimos caminando. Al aproximarnos, pude apreciar mejor el increíble tamaño de las columnas de cristal y empecé a captar el intenso poder que emanaba de la otra cueva.

-Por supuesto- murmuró Dionisio

Había estado otras veces en presencia de los dioses, pero aquello era diferente. La piel me hormigueaba con una energía viva.

Grover sollozaba en su lugar

Mi agotamiento se evaporó de golpe, como si acabase de dormir una noche entera. Sentía cómo aumentaba mi vigor, igual que en esos vídeos que muestran a cámara rápida el desarrollo de una planta.

-Que buena comparación- dijo Leo

La fragancia procedente de la cueva no tenía nada que ver con el tufo a humedad de los subterráneos. Olía a árboles, a flores, a un cálido día de verano.

-Es un lindo olor- dijo Perséfone

-Los días cálidos son los mejores- murmuró Deméter

Grover gimoteaba de nerviosismo. Yo estaba demasiado atónito para pronunciar palabra. Hasta Nico parecía sin habla.

-Eso no es tan raro- dijo Will

.Oye ¿De qué lado estás?- preguntó Nico

-Del tuyo, pero admite que muy hablador no eres- dijo Will

Nico hizo una mueca

-Eso es cierto- dijo Hazel

Entramos en la cueva.

— ¡Vaya! —exclamó Rachel.

-Eso lo resume muy bien- dijo Percy

Los muros relucían cubiertos de cristales rojos, verdes y azules. Bajo aquella luz extraña, crecían plantas preciosas: orquídeas gigantes, flores con forma de estrella, enredaderas cargadas de bayas anaranjadas y moradas que trepaban entre los cristales.

-Eso es tan hermoso- suspiró Perséfone -quisiera algo así para mi jardín

-No más- murmuró Hades -además no creo que se puedan conseguir

Perséfone lo miró con los ojos entrecerrados

El suelo estaba alfombrado con un musgo verde y mullido. El techo era más alto que el de una catedral y destellaba como una galaxia repleta de estrellas.

-Eso suena muy bien- dijo Calipso con un suspiro

En el centro de la cueva había un lecho romano de madera dorada con forma de U, cubierto de almohadones de terciopelo. Alrededor se veían animales ganduleando, pero eran seres que ya no existían, que no deberían haber estado vivos.

-Fue tan increíble verlos y no solo en imágenes- dijo Rachel

Los chicos de la misión asintieron de acuerdo

Había un pájaro dodo, una criatura que venía a ser un cruce entre un lobo y un tigre, un enorme roedor que parecía la madre de todas las cobayas y, algo más atrás, recogiendo bayas con su trompa, un mamut lanudo.

-Gracias a los mortales es que los dioses no podemos tener nada bonito- comentó Apolo

-En eso tienes razón- dijo Artemisa

-Yo siempre tengo razón, hermanita- dijo Apolo

Sobre el lecho reposaba un viejo sátiro. Mientras nos acercábamos, nos observó con unos ojos azules como el cielo. Su pelo ensortijado, y también su barba puntiaguda, eran completamente blancos; incluso el pelaje de sus patas estaba escarchado de gris.

-Por fin- dijo Dionisio -ya se estaban tardando

Tenía unos cuernos enormes y retorcidos de un marrón reluciente que habría sido imposible disimular con un gorro como hacía Grover.

-Por supuesto que eso es lo que se piensa cuando estás viendo al gran dios Pan- dijo Thalia

-Por supuesto- dijo Percy con una sonrisa

Llevaba colgado del cuello un juego de flautas de junco.

Grover cayó ante él de rodillas.

— ¡Señor Pan!

-Todos sabíamos que lo lograrías- dijo Annabeth

-Eres el mejor- murmuró Thalia

Grover les dio una sonrisa nostálgica

El dios sonrió gentilmente, pero había una expresión de tristeza en sus ojos.

Grover, mi querido y valeroso sátiro. Te he esperado mucho tiempo.

Me... perdí —se disculpó él.

-Pero al fin de cuentas lograste encontrarlo- dijo Hestia

Grover seguía sollozando

Pan se echó a reír con un sonido maravilloso, como una brisa primaveral que llenó de esperanza la cueva entera.

-¿Cómo suena una brisa primaveral?- susurró Travis a su hermano

Connor se encogió de hombros

El tigre-lobo dio un suspiro y apoyó la cabeza en la rodilla del dios. El dodo le picoteó cariñosamente las pezuñas y produjo una cadencia extraña. Habría jurado que tarareaba la canción de Disney It's a Small World.

-Yo pensé lo mismo- dijo Rachel

-¿Es una buena canción?- preguntó Apolo

-¿¡Quieren callarse!?- masculló Dionisio

Pese a todo, Pan parecía cansado. Su forma entera temblaba como si estuviera hecha de niebla.

Los dioses se miraron entre sí e hicieron una mueca

Me di cuenta de que todos mis amigos se habían arrodillado y tenían una expresión de pavor y veneración en la cara, así que yo también me puse de rodillas.

-De haber sido algún otro dios, te habría incinerado por tal falta de respeto- dijo Apolo -claro que yo no, porque yo soy genial

Artemisa rodó los ojos

Vuestro pájaro dodo tararea —comenté a lo tonto.

-Como siempre- dijo Nico

-Will, controla a tu novio- dijo Percy

Will se encogió de hombros mientras Nico enrojecía

Los ojos del dios centellearon.

Sí, se llama Dede. Mi pequeña actriz.

Dede, la dodo, pareció ofendida.

-Oye- dijo Apolo -actuar conlleva gran concentración

Le dio un picotazo a Pan en la rodilla y tarareó una melodía que sonaba como una marcha fúnebre.

-Las marchas fúnebres no son tan malas- dijo Hades

-Lo dice el dios del inframundo- bufó Hermes

— ¡Éste es el lugar más hermoso del mundo! —Dijo Annabeth—. ¡Más que cualquier edificio construido a lo largo de la historia!

-Entonces sí era muy hermosos- dijo Piper

-Lo era- dijo Annabeth suspirando

Me alegra que te guste, querida —respondió Pan—. Es uno de los últimos lugares salvajes. Arriba, me temo que mi reino ha desaparecido. Sólo quedan algunos reductos, diminutas islas de vida. Esta permanecerá intacta... durante algo más de tiempo.

-Mortales- masculló Deméter

Mi señor —intervino Grover—, ¡por favor, tenéis que volver conmigo! ¡Los viejos Sabios no se lo van a creer! ¡Se pondrán contentísimos! ¡Aún podéis salvar la vida salvaje!

-El daño ya estaba hecho- murmuró Rachel con una mueca triste

Pan le puso la mano en la cabeza y le alborotó su pelo ensortijado.

Qué joven eres, Grover. Qué bueno y qué fiel. Creo que escogí bien.

— ¿Escogisteis? —dijo él—. N... no comprendo.

-Estás pasando mucho tiempo con Percy- dijo Thalia

-¿Por qué siempre me molestan?- dijo Percy con un puchero

-Porque eres molestable- dijo Nico

Percy les sacó la lengua

La imagen de Pan parpadeó y por un instante se convirtió en humo. La cobaya gigante se deslizó corriendo bajo el lecho con un chillido de terror. El mamut lanudo soltó un gruñido y Dede escondió la cabeza bajo el ala. Pan volvió a formarse enseguida.

-Ha llegado el momento- dijo Hestia con una mirada nostálgica

He dormido durante muchos eones —explicó el dios, con aire desolado—. He tenido sueños sombríos. Me he despertado a ratos y mi vigilia cada vez ha sido más breve. Ahora nos acercamos al fin.

— ¿Cómo? —Gritó Grover—. Pero ¡no es así! ¡Estáis aquí!

-No lo está del todo- murmuró Dionisio -si así fuera, no aparecería y desaparecería

Mi querido sátiro —suspiró Pan—. Ya traté de decírselo al mundo hace dos mil años. Se lo anuncié a Lysas, un sátiro muy parecido a ti que vivía en Efeso, y él intentó propagar la noticia.

-Lo recuerdo- dijo Hermes

-Al principio no lo podíamos creer, luego Pan no volvió a aparecer- dijo Artemisa

Annabeth abrió los ojos como platos.

Es la antigua leyenda. Un marinero que pasaba junto a las costas de Efeso oyó una voz que gritaba desde la orilla: « ¡Diles que el gran dios Pan ha muerto!»

-No fueron los mejores días- dijo Hermes

— ¡Pero no era cierto! —estalló Grover.

Los de tu especie nunca lo creyeron —admitió Pan—. Vosotros, dulces y testarudos sátiros, os negasteis a aceptar mi muerte.

-Y habríamos seguido son aceptarlo- sollozó Grover -de no haber sido porque lo estábamos haciendo sufrir

Y os quiero por ello, pero no habéis hecho más que retrasar lo inevitable. Sólo habéis prolongado mi larga y dolorosa agonía, mi oscuro sueño crepuscular. Pero ahora debe llegar a su fin.

Un silencio pesado cayó en la sala

— ¡No! —protestó Grover con voz temblorosa.

Querido Grover —repuso Pan—, debes aceptar la verdad. Tu compañero, Nico, lo entiende.

Nico asintió con una mueca

Nico asintió lentamente.

Se está muriendo. Debería haber muerto hace mucho. Esto... es como una especie de recuerdo.

Pero los dioses no pueden morir —alegó Grover.

-Pero podemos desvanecernos- dijeron Apolo y Artemisa al unísono

Pueden desvanecerse —dijo Pan—. Cuando todo lo que representaban ya no existe. Cuando dejan de tener poder y sus lugares sagrados desaparecen. La vida salvaje, querido Grover, es tan reducida y tan precaria que ningún dios es capaz de salvarla. Mi reino se ha esfumado.

Rachel se sonrojó

-Es tan triste que los humanos acaben con todo- suspiró Perséfone

Por eso te necesito, para que transmitas un mensaje. Debes regresar ante el Consejo. Debes comunicar a los sátiros, y a las dríadas, y a los demás espíritus de la naturaleza que el gran dios Pan ha muerto. Relátales mi muerte, porque han de dejar de esperar que vaya a salvarlos. Ya no está en mi mano hacerlo. La única salvación debéis buscarla vosotros mismos.

-Tal vez no se pueda hacer un gran cambio, pero vale la pena intentarlo- dijo Grover con la voz rota

Cada uno de vosotros ha de...

Se detuvo y miró ceñudo al pájaro dodo, que se había puesto a tararear otra vez.

— ¿Qué haces, Dede? —Preguntó Pan—. ¿Estás cantando Kumbayá otra vez?

-No conozco esa canción- reflexionó Apolo

-Es buena- dijo Rachel -aunque no es de mis favoritas

La dodo alzó sus ojos amarillos con aire inocente y parpadeó.

Pan suspiró.

Todo el mundo se ha vuelto cínico.

-Y que lo diga- murmuró Hermes

-Ha hablado el dios del cinismo- bromeó Apolo

-Mejor cállense.- dijo Artemisa

Pero, como iba diciendo, mi querido Grover, cada uno de vosotros debe asumir mi labor.

Pero... ¡no! —gimoteó él.

-Estoy de acuerdo con el sátiro- refunfuñó Dionisio

Sé fuerte —dijo Pan—. Me has encontrado. Y ahora has de liberarme. Debes perpetuar mi espíritu. Ya no puede encarnarlo un dios. Habéis de asumirlo todos vosotros.

Nico hizo una mueca

Pan me miró con sus claros ojos azules y comprendí que se refería no sólo a los sátiros, sino también a los mestizos y a los humanos. A todos.

-Pero ¿cuántos humanos harán caso?- preguntó Deméter

-No muchos- dijo Artemisa

-Pero el sátiro tiene razón, podemos intentarlo- dijo Zoë

Percy Jackson —prosiguió el dios—, sé lo que has visto hoy. Conozco tus dudas.

Pero te doy una noticia: cuando llegue la hora, el miedo no se adueñará de ti.

-Eso es una buena noticia- suspiró Poseidón

Se volvió hacia Annabeth.

Hija de Atenea, tu hora se acerca. Desempeñarás un gran papel, aunque tal vez no sea el que imaginas.

-Tenía razón- dijo Annabeth acercándose un poco más a Percy

Luego miró a Tyson.

Maestro cíclope, no desesperes. Los héroes casi nunca están a la altura de nuestras esperanzas. Pero en tu caso, Tyson, tu nombre perdurará entre los de tu raza durante generaciones.

-Tyson es el mejor- dijo Percy

-Estoy de acuerdo- dijo Annabeth

Tyson se sonrojó adorablemente

Y señorita Rachel Dare...

Ella se sobresaltó al oír su nombre y retrocedió como si fuese culpable de algo malo.

-Así me sentía- murmuró Rachel

Pero Pan se limitó a sonreír. Alzó la mano en señal de bendición.

Ya sé que piensas que no puedes arreglar nada —continuó—. Pero eres tan importante como tu padre.

-Eres más importante que un simple mortal- dijo Apolo

-Apolo...- murmuró Artemisa

-Es la verdad- se defendió Apolo

Yo... —Rachel titubeó. Una lágrima se deslizó por su mejilla.

Sé que ahora no lo crees —señaló Pan—. Pero busca las ocasiones propicias. Se presentarán.

-Es el destino- dijo Hestia

Finalmente se volvió de nuevo hacia Grover.

Mi querido sátiro —dijo Pan bondadosamente—, ¿transmitirás mi mensaje?

N... no puedo.

-Claro que puedes, niño cabra- dijo Thalia -ve todo lo que has logrado, me encontraste a mí, a Percy, Nico y Bianca e incluso a Pan...

-Eres el más fuerte y valiente- dijo Percy

Grover sollozó más fuerte

Sí puedes —aseguró Pan—. Eres el más fuerte y el más valiente. Tienes un corazón puro. Has creído en mí más que nadie. Por eso debes ser tú quien lleve el mensaje, por eso debes ser el primero en liberarme.

No quiero hacerlo.

-Piensa en él- dijo Hestia suavemente -ya no se puede prolongar lo inevitable

Lo sé. Escucha. «Pan» significaba originalmente «rústico», ¿lo sabías? Pero con el tiempo ha acabado significando «todo». El espíritu de lo salvaje debe pasar ahora a todos vosotros. Tienes que decírselo a todo aquél que encuentres en tu camino.

-No es tan fácil- lloró Grover

Si buscáis a Pan, debéis asumir su espíritu. Rehaced el mundo salvaje, aunque sea poco a poco, cada uno en vuestro rincón del mundo. No podéis aguardar a que sea otro, ni siquiera un dios, quien lo haga por vosotros.

Grover se secó los ojos y se puso de pie lentamente.

He pasado toda mi vida buscándoos. Y ahora... os libero.

-Hiciste lo correcto- dijo Hestia

-Lo correcto no siempre es lo más fácil- dijo Grover

-Es una pena- murmuró Perséfone

Pan sonrió.

Gracias, querido sátiro. Mi última bendición.

Cerró los ojos y se disolvió.

La sala se quedó en silencio, algunos de los dioses miraban el libro con una mueca de nostalgia, los chicos también se quedaron en silencio, un dios se había desvanecido porque lo que le importaba había dejado de existir y gran parte de los mortales eran culpables por eso

Una niebla blanca se deshilachó en volutas de energía, aunque no era espeluznante como el resplandor azul de Cronos. La niebla inundó la cueva. Una voluta me entró en la boca, y en la de Grover y los demás, aunque creo que al sátiro le correspondió una parte más grande.

Y ahí fue cuando los chicos y dioses se dieron cuenta de una cosa, un chico que no había sido bendecido por el dios, todas las miradas fueron a Nico.

-Él no...- comenzó a decir Bianca

-Lo sé- dijo Nico -dejen de mirarme así- refunfuñó

-No te estamos mirando de ninguna manera, sombritas- dijo Will y les lanzó una mirada de advertencia a los chicos

Lentamente, los cristales se fueron apagando. Los animales nos miraron con tristeza. Dede, la dodo, suspiró. Luego se volvieron todos grises y quedaron convertidos en un montón de polvo. Las enredaderas se marchitaron.

-Pan ya no estaba para darles vida- murmuró Dionisio y salió de la sala

-Dionisio de muy buenas fiestas- explicó Poseidón ante las miradas interrogantes -Pan era uno de sus invitados más especiales

-Como dirían ustedes los mortales, era su amigo- dijo Artemisa

Y por fin nos encontramos solos ante un lecho vacío, en mitad de una cueva oscura.

Encendí la linterna.

Grover respiró hondo.

— ¿Te... encuentras bien? —le pregunté.

-No se puede encontrar bien- dijo Thalia

Parecía más viejo y más triste. Tomó su gorra de las manos de Annabeth, sacudió el barro y se la encasquetó sobre su pelo rizado.

Hemos de irnos y contárselo a todos —declaró—. El gran dios Pan ha muerto.

-Fin del capítulo- anunció Clarisse

-Esperen- dijo Leo -si estos libros son de nuestra época ¿Eso no quiere decir que en algún lugar Pan todavía se encuentra vivo?

-No- dijo Nico -lo que encontramos fue como un recuerdo

-Además, Pan escogió a Grover para llevar su mensaje, estará ahí hasta que él lo encuentre- dijo Apolo

-Pero Grover está aquí ahora- dijo Connor

-Pero aún no es el momento- dijo Grover -no cuando en algún momento regresaremos a nuestro tiempo

-Hay cosas que son más difíciles de cambiar- dijo Apolo

Los chicos suspiraron con resignación

-Solo quedan tres capítulos- dijo Poseidón tomando el libro -¿Quién va a leer?