Al día siguiente, después de que hubiera terminado el desayuno, que como siempre, estuvo lleno de bromas y muchísimo ruido, los chicos y dioses volvieron a la sala de trono a continuar con la lectura

Hades había regresado por la noche al Olimpo

-¿Quién va a seguir leyendo mis pensamientos?- preguntó Percy

-Yo- dijo Travis tomando el libros -Nico sirve a los muertos el menú infantil

-El menú infantil es mi favorito- dijo Will con una sonrisita haciendo sonrojar a Nico

-Los adultos comemos comida de adulto- dijo Percy con voz fingida

-Somos buenos adultos- dijo Jason

Ambos se echaron a reír

Al menos me merecía dormir bien una noche antes de emprender la búsqueda, ¿verdad?

-Eso es mucho pedir- dijo Piper

Pues no.

Aquella noche me encontré en mi sueño en el camarote principal del Princesa Andrómeda. Las ventanas estaba abiertas y se veía el mar iluminado por la luna. Un viento frío agitaba las cortinas de terciopelo.

-Empezamos con todo- dijo Connor

Luke se hallaba sentado sobre una alfombra persa frente al sarcófago de oro de Cronos. El resplandor de la luna teñía de blanco su pelo rubio.

Luke hizo una mueca

Iba con una antigua túnica griega llamada chiton y con un himation, una especie de capa que le caía por la espalda. Esas vestiduras blancas le daban un aire intemporal, casi irreal, como si fuese uno de los dioses menores del monte Olimpo.

-Ni que tuviera tanta suerte- bufó Zeus

La última vez que lo había visto, tras su pavorosa caída desde el monte Tamalpais, estaba descoyuntado e inconsciente. Ahora parecía en perfectas condiciones. Incluso demasiado sano.

Luke soltó una maldición en griego

Según informan nuestros espías, hemos tenido éxito, mi señor —decía—. El Campamento Mestizo está a punto de enviar un grupo de búsqueda, tal como habíais previsto. Y nosotros casi hemos cumplido nuestra parte del trato.

-Como si no lo tuvieran suficientemente difícil- refunfuñó Poseidón

-No pinta demasiado bien esta misión- dijo Hazel

«Excelente. —La voz de Cronos, más que sonar, me taladraba el cerebro como una daga. Me dejaba helado con su crueldad—. Una vez que tengamos los medios para

orientarnos por el laberinto, yo mismo guiaré a la vanguardia del ejército.»

-Y se pone peor- masculló Clarisse

Luke cerraba los ojos como si estuviera ordenando sus ideas.

Mi señor, quizá sea demasiado pronto. Tal vez Crios o Hiperión debieran encabezar la marcha...

Todos los dioses hicieron una mueca de desprecio

«No. —Aunque tranquila, la voz mostraba gran firmeza—. Yo guiaré al ejército. Un corazón más se unirá a nuestra causa y con eso bastará. Por fin me alzaré completo del Tártaro.»

-Que asco- masculló Hera

Pero la forma, mi señor... —A Luke empezaba a temblarle la voz.

«Muéstrame tu espada, Luke Castellan.»

Luke se removía incómodo en su asiento

Con un repentino sobresalto, me percaté de que hasta ese momento no sabía el apellido de Luke. Ni siquiera se me había ocurrido preguntarlo.

-No sueles tener mucho tiempo para eso si están tratando de matarte- bufó Poseidón

Luke sacaba su espada. El doble filo de Backbiter —la mitad de acero, la mitad de bronce celestial— tenía un fulgor malvado. Había estado muchas veces a punto de sucumbir ante aquella espada.

-Y todavía tendrás que enfrentarte a ella- dijo Poseidón con las manos en la cara

Era un arma perversa, capaz de matar por igual a monstruos y humanos; su hoja era la única que me daba miedo de verdad.

-Y estarías loco si no lo tuvieras- dijo Reyna

«Te entregaste a mí por entero —le recordaba Cronos—. Tomaste esa espada en prueba de tu juramento.»

-No dejará que le lleves la contraria tan fácilmente- dijo Hermes

Sí, mi señor. Es sólo...

«Querías poder. Te lo di. Ahora estás más allá de todo daño.

-¿Cómo alguien puede estar más allá de todo daño siendo un mortal?- preguntó Leo

Hades gruñó -Eso no va a traer nada bueno

-¿Nadie me va decir cómo?- dijo Leo

-Calma, ya lo descubrirás- prometió Percy

Muy pronto gobernarás el mundo de los dioses y los mortales. ¿No deseas vengarte? ¿No quieres ver destruido el Olimpo?»

Un escalofrío recorría el cuerpo de Luke.

Sí.

-Por supuesto que lo haces- gruñó Zeus

El ataúd emitía un resplandor y su luz dorada inundaba la habitación.

«Entonces prepara la fuerza de asalto. En cuanto se cierre el trato, nos pondremos en marcha. Primero reduciremos a cenizas el Campamento Mestizo. Y una vez eliminados esos héroes engorrosos, marcharemos hacia el Olimpo.»

Los chicos y dioses hicieron muecas ante eso

Alguien llamaba a las puertas del camarote principal. El resplandor del ataúd se desvanecía. Luke se incorporaba, envainaba su espada, se arreglaba sus blancos ropajes y respiraba hondo.

Adelante.

-Es lo que cualquiera necesitaría luego de hablar con él- dijo Hermes

-Pues no lo necesitaría si supiera tomar mejores decisiones- dijo Hera

Las puertas se abrían de golpe. Dos dracaenae —mujeres-reptil con doble cola de serpiente en lugar de piernas— se deslizaban en el interior del camarote. Entre ambas iba Kelli, la empusa y animadora de la escuela Goode.

Rachel bufó -Como si no fuera suficiente verlas una vez

Hola, Luke. —Kelli sonreía. Iba con un vestido rojo y tenía un aspecto impresionante, pero yo había visto su forma real y sabía lo que ocultaba: piernas desiguales, ojos rojos, aguzados colmillos y un pelo llameante.

-Nada recomendable- dijo Percy

— ¿Qué quieres, demonio? —preguntaba Luke fríamente—. Te he dicho que no me molestaras.

Kelli hacía un mohín.

Qué poco amable. Pareces muy tenso. ¿Qué te parecería un buen masaje en los hombros?

-Ni si quiera a ti te convendría eso- dijo Apolo mirando a Luke

Luke retrocedía.

Si tienes que informar de algo, suéltalo ya. ¡Y si no, fuera!

No entiendo por qué estás tan enfurruñado últimamente. Antes eras más divertido.

-Ni siquiera queremos saber las connotaciones de eso- dijo Travis antes de seguir leyendo

Eso fue antes de ver lo que le hiciste a ese chico en Seattle.

Pero él no significaba nada para mí —aducía Kelli—. Sólo era un aperitivo. Tú ya sabes que mi corazón te pertenece, Luke.

Thalia lo miró alzando una ceja

-Que horror- dijo Hazel

Gracias, pero no. Muchas gracias. Ahora, informa o lárgate.

Kelli se encogía de hombros.

Muy bien. La avanzadilla está lista, tal como ordenaste. Ya podemos partir... — Frunció el ceño.

-Creo que sí se parecen a los vampiros- dijo Travis

-No, no, no, los vampiros se parecen a ellas- dijo Connor

-Los vampiros son un poco geniales- dijo Leo

-Los vampiros ni siquiera existen- masculló Clarisse -ya continúen leyendo

— ¿Qué pasa? —preguntaba Luke.

Una presencia —decía ella—. Se te han embotado los sentidos, Luke. Nos están observando.

-Eso da miedo- dijo Hazel

La empusa recorría el camarote con la vista. Sus ojos me enfocaban; su cara se arrugaba hasta convertirse en la de una bruja. Mostraba sus colmillos y se abalanzaba sobre mí.

-No es una manera recomendable de despertar- dijo Percy

Desperté de golpe con el corazón palpitante. Habría jurado que tenía los colmillos de la empusa a unos centímetros de la garganta.

Tyson roncaba en la litera de al lado. Ese sonido me calmó un poco.

Tyson se sonrojó

-Al menos sabías que estabas en tu cabaña- señaló Perséfone

No entendía cómo podía haber percibido Kelli mi presencia en un sueño, pero ya había oído más de lo que deseaba saber. Habían preparado un ejército que encabezaría el mismísimo Cronos.

-Y ustedes pensando en que lo podrían resistir- bufó Ares

Lo único que les faltaba para poder invadir y destruir el Campamento Mestizo era un sistema de orientación en el laberinto y, al parecer, Luke creía que dispondrían de él muy pronto.

-Contra reloj, para darle más dramatismo- dijo Leo

Me sentí tentado de ir a despertar a Annabeth para contárselo, aunque fuese en plena noche. Entonces reparé en que había en la habitación más luz de la que tendría que haber a esa hora.

-Ay no, otro mensaje- dijo Nico

De la fuente de agua salada se elevaba un fulgor verde azulado que parecía más intenso y acuciante que la noche anterior. Casi como si el agua estuviera hirviendo.

-Esa fuente me gustaba- susurró Percy

Me levanté de la cama y me acerqué.

Esta vez no salió del agua ninguna voz pidiéndome una moneda. Me dio la sensación de que la fuente esperaba que yo diese el primer paso.

-Me encantan los chicos que toman la iniciativa- dijo Afrodita riendo

Tendría que haberme vuelto a la cama, pero me quedé pensando en lo que había visto la noche anterior: aquella extraña imagen de Nico en la orilla del río Estigio.

-Tenía que ser otro mensaje- se quejó Nico

Estás tratando de decirme algo —dije.

No salió ninguna respuesta de la fuente.

Muy bien. Muéstrame a Nico di Angelo.

Nico hizo una mueca de disgusto

Ni siquiera arrojé una moneda, pero esta vez no fue necesario. Era como si, aparte de Iris, la diosa mensajera, hubiera otra fuerza que dominase la fuente. El agua tembló y enseguida surgió la imagen de Nico.

Bianca suspiró

Ya no estaba en el inframundo, sino en un cementerio bajo el cielo estrellado. Unos sauces gigantescos se alzaban a su alrededor.

Nico miraba trabajar a unos sepultureros.

-¡Dioses!- murmuró Nico

Oí el ruido de las palas y vi la tierra que salía despedida de una fosa. Él iba con una capa negra. La noche era brumosa, húmeda y cálida; las ranas croaban sin parar. A los pies de Nico reposaba una bolsa enorme de Wal-Mart.

-Eso no está para nada bien- comentó Perséfone

— ¿Ya es bastante hondo? —quiso saber. Parecía irritado.

Casi, mi señor. —Era el mismo fantasma que había visto con él la otra vez: la imagen tenue y temblorosa de un hombre—. Pero os digo que esto no es necesario, mi señor. Ya me tenéis a mí para buscar consejo.

-Consejo que no debes seguir- bufó Hades

Nico murmuró algo y fue abrazado por Will

— ¡Quiero una segunda opinión! —Nico chasqueó los dedos y el ruido de las palas se detuvo.

-Como todo un rey de los fantasmas- dijo Will sonriendo

Dos figuras emergieron de la fosa. No eran personas, sino esqueletos vestidos con harapos—. Retiraos —ordenó Nico—. Y gracias.

Los esqueletos se desmoronaron y quedaron convertidos en una pila de huesos.

Sería lo mismo darles las gracias a las palas —comentó el fantasma—. No tienen más juicio unos que otras.

-Por supuesto que piensa así- bufó Bianca

-¿Saben? No me gusta no saber quién manipula a mi hijo- masculló Hades

-Pero quedamos que no se diría- se quejó Apolo como niño chiquito -arruina la sorpresa

Nico hizo caso omiso. Hurgó en la bolsa de Wal-Mart y sacó un paquete de doce latas de Coca-Cola. Entonces abrió una con un chasquido y, en lugar de bebérsela, la vertió en la fosa.

Que los muertos sientan otra vez el sabor de la vida —musitó—. Que se alcen y acepten esta ofrenda. Que recuerden de nuevo.

-Nunca es bueno hacer algo así- musitó Perséfone

Vertió el contenido de las demás latas en la tumba y sacó una bolsa blanca de papel adornada con tiras cómicas. No la había visto desde hacía años, pero la reconocí: un menú infantil de McDonald's.

-Bueno, ese es un increíble alimento- dijo Leo

Le dio la vuelta y la sacudió hasta que las patatas fritas y la hamburguesa cayeron en la fosa.

En mis tiempos usábamos sangre animal —murmuró el fantasma—. Pero con esto es más que suficiente. Tampoco notan la diferencia.

-Preferiría el menú infantil a la sangre de animal- dijo Thalia con una mueca de asco

Voy a tratarlos con respeto —dijo Nico.

-Hay algunos que no se lo merecen, pero es buena idea tratarlos así- dijo Hades

Al menos dejad que me quede el muñeco —rogó el fantasma.

-Ay sí, los muñequitos son los mejores- dijeron Connor y Leo al unísono

— ¡Silencio! —exigió Nico. Vació otro paquete de doce latas de soda y tres menús infantiles más, y luego empezó a cantar en griego antiguo. Sólo capté alguna que otra palabra sobre los muertos, la memoria y volver de la tumba. En fin, un rollo de lo más alegre.

-Como una canción para fiestas infantiles- dijo Leo

¿Quieres conocer la canción?- preguntó Nico

La fosa empezó a borbotear. Un líquido pardusco y espumoso asomó por los bordes como si el agujero entero se hubiese llenado de soda. La espuma se espesó y las ranas dejaron de croar. Entre las tumbas empezaron a aparecer docenas de figuras: formas azuladas vagamente humanas.

-Eso es algo escalofriante- dijo Hera

Hades y Nico le lanzaron una mirada asesina

Nico había invocado a los muertos con Coca-Cola y hamburguesas con queso.

Hay demasiados —observó el fantasma con nerviosismo—. No eres consciente de tus propios poderes.

-Como dije, el mejor rey de los fantasmas- dijo Will -pero no más de esos poderes

Nico rodó los ojos

Lo tengo controlado —declaró Nico, aunque con voz insegura. Sacó su espada:

una hoja corta de metal negro macizo. Nunca había visto nada igual. No era acero ni bronce celestial. ¿Hierro, tal vez?

-Del Estigio- dijo Nico sonriendo

La multitud de sombras retrocedió al verla.

De uno en uno —ordenó Nico.

-Como ordene capitán- dijo Leo con un saludo militar

Una figura avanzó flotando, se arrodilló junto a la fosa y se puso a beber, sorbiendo ruidosamente. Sus manos fantasmales tomaban patatas fritas de aquel estanque de soda. Cuando se incorporó de nuevo, lo vi con más claridad. Era un adolescente con armadura griega. Tenía los ojos verdes y el pelo rizado. Lucía en su capa un broche en forma de caparazón marino.

Poseidón sonrió con nostalgia

— ¿Quién eres? —Dijo Nico—. Habla.

El joven frunció el ceño como haciendo un esfuerzo para recordar. Luego habló con una voz tan áspera como papel de lija.

Soy Teseo.

-¡Por los dioses!- exclamaron varios de los chicos

Dionisio bufó

Ni hablar, pensé. Aquél no podía ser el auténtico Teseo. No era más que un crío. Yo había crecido oyendo historias sobre su lucha con el minotauro y demás, pero siempre me lo había imaginado como un tipo enorme y vigoroso.

-Lo dice el chico que luchó con el minotauro a los doce años- dijo Jason con una sonrisa

El fantasma que tenía ante mí no era fuerte ni alto. Y tampoco mayor que yo.

— ¿Cómo podría recuperar a mi hermana? —preguntó Nico.

Los ojos de Teseo estaban tan desprovistos de vida como un cristal.

-Eso es porque solo son invocados durante un momento- dijo Hades

Ni lo intentes. Es una locura.

— ¡Dímelo!

Mi padrastro murió —recordó Teseo—. Se arrojó al mar porque pensaba que yo había muerto en el laberinto. Intenté traerlo de vuelta, pero no lo logré.

-A él se le olvidó la señal de que estaba vivo- bufó Dionisio

El fantasma que acompañaba a Nico soltó un silbido.

— ¡El intercambio de almas, mi señor! ¡Preguntadle!

Teseo frunció el ceño.

Esa voz. Conozco esa voz.

Hades frunció el ceño

— ¡No la conoces, idiota! —Se apresuró a replicar el fantasma—. ¡Limítate a responder a las preguntas de mi señor y nada más!

Te conozco —insistió Teseo, como tratando de recordar.

-Si Teseo la conoce...- murmuró Atenea

Y en ese momento, por el sueño de Percy y lo anterior, la mayoría descubrió quien era el consejero de Nico

Quiero que me hables de mi hermana —pidió Nico—. ¿Esa búsqueda por el laberinto me ayudará a recuperarla?

Teseo buscaba al fantasma, pero al parecer no lograba verlo.

-Idiota no es- dijo Bianca

Lentamente, volvió la mirada hacia Nico.

El laberinto es traicionero. Sólo una cosa me ayudó: el amor de una joven mortal. El hilo no fue más que una parte de la solución. Era la princesa quien me guiaba.

Dionisio bufó -Claro que era así y de todas formas la dejó

No necesitamos nada de eso —dijo el fantasma—. Yo os guiaré, mi señor.

Preguntadle si es cierto lo del intercambio de almas. E os lo contará.

Un alma por otra alma —dijo Nico—. ¿Es posible?

-Pero no debe hacerse- comentó Bianca

Yo... debo decir que sí. Pero el espectro...

— ¡Limítate a contestar, bribón! —intervino el fantasma.

De repente, los demás muertos empezaron a agitarse en torno al estanque. Se removían y murmuraban con nerviosismo.

-Debieron sentir algo- dijo Deméter

— ¡Quiero ver a mi hermana! —Exigió Nico—. ¿Dónde está?

Él viene —dijo Teseo, atemorizado—. Ha percibido tus invocaciones. Viene hacia aquí.

-¿Quién?- preguntó Connor

— ¿Quién? —preguntó Nico.

Viene para descubrir la fuente de este poder —prosiguió Teseo—. ¡Has de liberarnos!

El agua de mi fuente se puso a temblar y burbujear con fuerza. Noté que la cabaña entera vibraba. El ruido aumentó de volumen. La imagen de Nico en el cementerio se fue iluminando con un intenso resplandor que me deslumbraba.

-Dio miedo- dijo Percy

Nico asintió -De mi lado también

— ¡Basta! —grité—. ¡Basta!

La fuente empezó a resquebrajarse. Tyson murmuró en sueños y se dio la vuelta. Una luz morada proyectaba sombras fantasmales sobre las paredes de la cabaña, como si los espectros estuvieran escapando a través de la fuente.

-Fue una noche dramática- dijo Thalia

Desesperado, saqué mi espada y le di a la fuente un gran cintarazo, partiéndola en dos. El agua salada se derramó por todas partes y la fuente de piedra se desmoronó.

-Era una fuente bonita- dijo Tyson

-Sí lo era, grandullón- dijo Percy

Tyson resopló y murmuró otra vez, pero siguió durmiendo.

Me dejé caer en el suelo, temblando aún por lo que había visto. Tyson me encontró allí por la mañana, todavía contemplando los restos de la fuente de agua salada.

-Nada mejor para empezar una misión- comentó Apolo con sarcasmo

Al romper el alba, los integrantes del grupo de búsqueda nos reunimos en el Puño de Zeus. Había preparado una mochila con un termo de néctar, una bolsita de ambrosía, un petate, cuerda, ropa, linternas y un montón de pilas de repuesto.

-Y aquí vamos- dijo Piper

Llevaba en el bolsillo a Contracorriente y en la muñeca el reloj-escudo mágico que me había hecho Tyson.

-Es un poco mejor así- dijo Poseidón

Hacía una mañana despejada. La niebla había desaparecido y el cielo estaba azul. Los campistas seguirían asistiendo a clases, volando en pegaso, practicando el arco y escalando la pared de lava. Nosotros, entretanto, nos sumiríamos bajo tierra.

-Una bonita nota feliz- dijo Piper con sarcasmo

Enebro y Grover se habían apartado un poco del grupo. Ella había estado llorando, pero ahora procuraba dominarse para no entristecer a Grover.

-Ay que romántico- chilló Afrodita

No paraba de arreglarle la ropa, de colocarle bien el gorro rasta y sacudirle los pelos de cabra de la camisa. Como no sabíamos con qué íbamos a encontrarnos se había vestido como un humano, o sea, con la gorra para ocultar sus cuernos, con unos vaqueros y unas zapatillas con relleno para esconder sus pezuñas de cabra.

-Bien pensado, el laberinto es engañoso- dijo Atenea

Quirón, Quintus y la Señorita O'Leary permanecían junto a los campistas que habían acudido a desearnos buena suerte, pero reinaba demasiado ajetreo para que resultase una despedida feliz.

Quirón suspiró -Nunca puede ser feliz la despedida a una misión

-Y esperábamos un ataque- señaló Clarisse

Habían levantado un par de tiendas junto a las rocas para hacer turnos de vigilancia. Beckendorf y sus hermanos estaban construyendo una línea defensiva de estacas y trincheras. Quirón había decidido que era necesario vigilar la entrada del laberinto las veinticuatro horas. Por si acaso.

-Tiene toda la razón- dijo Ares -aunque si llegara a pasar el ejército...

Annabeth estaba revisando su mochila por última vez. Cuando Tyson y yo fuimos a su encuentro, frunció el ceño.

Tienes una pinta horrible, Percy.

-Gracias, yo también te quiero- dijo Percy

Annabeth le sonrió

Ha matado la fuente esta noche —le susurró Tyson en tono confidencial.

— ¿Qué? —dijo ella.

-Pobre fuente- dijo Leo

Antes de que pudiera explicárselo, Quirón se acercó al trote.

Bueno, parece que ya estáis preparados.

Procuraba parecer optimista, aunque noté que estaba muy preocupado.

-El laberinto era muy peligroso- suspiró Quirón

No quería asustarlo más, pero recordé el sueño de esa noche y, antes de que pudiera echarme atrás, le dije:

Quirón, ¿podrías hacerme un favor mientras estoy fuera?

Claro, muchacho.

Enseguida vuelvo, chicos.

-Y eso ayudó- murmuró Quirón

Le indiqué el bosque con un gesto. El arqueó una ceja, pero me siguió hasta un rincón discreto.

Ayer noche —le conté— soñé con Luke y Cronos.

Le referí mi sueño en detalle. Oír todo aquello pareció ponerle un peso encima.

-Pero era mejor saberlo- dijo Perséfone -su campamento está en peligro

Me lo temía —murmuró—. Contra mi padre, Cronos, no tendríamos la menor posibilidad en una batalla.

Quirón raramente se refería a Cronos como su padre. Quiero decir, todo el mundo sabía que lo era. Al fin y al cabo, todos los que formaban parte del mundo griego — dioses, monstruos o titanes— estaban emparentados de un modo u otro.

-Pero no queremos pensar en ello- dijo Thalia

-Es mejor así- coincidió Nico

Pero aun así aquel parentesco no era precisamente un detalle del que le gustara alardear. En plan: «Oh, sí, mi padre es el todopoderoso señor de los titanes que quiere destruir la civilización occidental. ¡De mayor me gustaría ser como él!»

-Para nada- dijeron los hijos de Cronos

— ¿Se te ocurre a qué podía referirse cuando habló de un «trato»? —le pregunté.

No estoy seguro, aunque me temo que querrán llegar a un acuerdo con Dédalo. Si el viejo inventor está vivo de verdad, si no se ha vuelto loco de remate después de tantos milenios en el laberinto... bueno, Cronos sabe cómo doblegar la voluntad de cualquiera.

De cualquiera, no —le prometí.

Quirón acertó a sonreír.

-Ya nos dimos cuenta que no de todos- dijo Poseidón con una sonrisa de orgullo

No. Tal vez no de cualquiera. Pero ve con cuidado, Percy. Llevo un tiempo preocupado con la idea de que Cronos puede estar buscando a Dédalo por otro motivo, no solamente para orientarse en el laberinto.

-Como si no fuera suficiente- dijo Piper

— ¿Qué otra cosa podría querer?

Es algo que Annabeth y yo hemos estado hablando. ¿Te acuerdas de lo que me contaste después de subir por primera vez al Princesa Andrómeda y ver el ataúd dorado?

La sala entera asintió

Asentí.

Luke hablaba de rescatar a Cronos del fondo del Tártaro y dijo que, cada vez que alguien se unía a su causa, se añadía en el interior del ataúd un trocito de su cuerpo — contesté.

— ¿Y qué dijo que harían cuando Cronos se hubiera alzado por completo?

Un escalofrío me recorrió la espalda.

Que le harían un cuerpo nuevo digno de las fraguas de Hefesto —declaré.

-Podrían buscar a Dédalo para hacerlo- dijo Hefesto

En efecto —convino Quirón—. Dédalo era el inventor más grande del mundo. Creó el Laberinto, pero también muchas otras cosas. Autómatas, máquinas de pensar... ¿Y si Cronos quiere que Dédalo le construya una nueva forma?

-Es una idea horrible- dijo Hestia

Era una idea muy agradable, desde luego.

Hemos de encontrar a Dédalo nosotros primero —dije— y convencerlo para que no se preste a los deseos de Cronos.

-Es caso es convencerlo- dijo Atenea

Quirón desvió la mirada hacia los árboles.

Otra cosa que no entiendo... es cuando habla de una última alma que se unirá a su causa. Eso no presagia nada bueno.

Mantuve la boca cerrada, pero me sentía culpable. Había tomado la decisión de no contarle a Quirón que Nico era hijo de Hades.

Percy sonrió y puso una mirada tierna

Sin embargo, aquella alusión a las almas... ¿Y si Cronos conocía el secreto de Nico? ¿Y si lograba volverlo malvado? Era casi suficiente para sentir la tentación de contárselo a Quirón, pero no lo hice.

-Creíste que era lo correcto- dijo Poseidón

Para empezar, no estaba seguro de que él pudiera hacer algo al respecto. Tenía que encontrar a Nico por mí mismo. Debía explicarle cuál era la situación y lograr que me escuchara.

-Suerte con eso- masculló Thalia

Nico rodó los ojos, pero estaba sonrojado

No lo sé —respondí por fin—. Pero, humm... hay una cosa que me ha contado Enebro que quizá debieras saber. —Le expliqué que la ninfa había visto a Quintus merodeando entre las rocas.

Quirón tensó la mandíbula.

No me sorprende.

— ¿No te...? O sea, ¿ya lo sabías?

Cuando Quintus se presentó en el campamento ofreciendo sus servicios... bueno, había que ser idiota para no sospechar.

-Y es mejor mantener vigiladas a las personas de las que desconfías- dijo Ares con aprobación -o matarlos

Entonces, ¿por qué dejaste que se quedara?

Porque a veces es mejor mantener cerca a una persona de la que no te fías. Así puedes vigilarla. Quizá sea quien afirma ser: un mestizo en busca de un hogar. Desde luego, no ha hecho nada que me haga cuestionar su lealtad. Pero, créeme, permaneceré alerta...

-Así se hace- dijo Apolo

Annabeth se acercó despacito. Quizá sentía curiosidad al ver que tardábamos tanto.

— ¿Ya estás listo, Percy?

Annabeth se sonrojó

Asentí. Deslicé la mano en el bolsillo, donde llevaba el silbato de hielo que Quintus me había regalado. Eché un vistazo y vi que éste me observaba desde lejos. Levantó una mano en señal de despedida.

«Según informan nuestros espías, hemos tenido éxito», había dicho Luke.

-Tienen que checar a sus propios compañeros- dijo Ares

Clarisse hizo una mueca

El mismo día que habíamos decidido emprender una búsqueda, él se había enterado.

Cuidaos —recomendó Quirón—. Y buena caza.

Tú también —le respondí.

Subimos a las rocas, donde Tyson y Grover nos aguardaban ya. Estudié la grieta entre los dos bloques: aquella entrada que estaba a punto de tragarnos.

-Por fin, será interesante- dijo Ares

Bueno —dijo Grover, nervioso—. Adiós, luz del sol.

Hola, rocas —asintió Tyson.

Y los cuatro juntos nos sumimos en la oscuridad.

-Tyson va a con toda la actitud- comentó Hazel

-Fin del capítulo- dijo Travis

-Lo que sigue va a ser divertido- masculló Ares -¿Quién va a leer?