PERCY III, IV
Percy
—Yo leo— dijo Bianca
—Por favor que sea de Hazel o Frank— pidió Percy
—Lo siento— dijo Bianca con una sonrisa —capitulo 3, Percy
—Gracias a los dioses— dijeron Frank y Hazel al unísono
Percy se quejó aún más
A Percy no le daban miedo los fantasmas,
—Gracias por decirnos— comentó Leo
—De nada, es para que tuvieran un dato extra— comentó Percy con una sonrisa
—Y que buen dato— dijo Leo
lo cual era una suerte. En el campamento, la mitad de la gente estaba muerta.
—Cierto— asintió Jason
—Vaya, no esperaba eso— dijo Miranda
—Yo tampoco— dijo Percy
Relucientes guerreros morados permanecían fuera del arsenal, puliendo espadas eternas. Otros pasaban el rato delante de los barracones. Un chico espectral perseguía a un perro espectral por la calle.
—Suena genial— dijo Connor
—Es cosa de todos los días —dijo Hazel
—Nunca se aburren— murmuró Travis
Y en los establos, un chico rojo corpulento y brillante con cabeza de lobo vigilaba a una manada de… ¿Eran unicornios?
—¿Por qué nosotros no tenemos unicornios?— preguntó Katie
—Porque tenemos pegasos— comentó Miranda
—Pero también estarían bien los unicornios— dijo Katie
—Siempre te puedes comprar una pijama de unicornios— señaló Miranda
—Como aquel chico de la cabaña de apolo que Will sigue sin decirnos quién es— dijo Travis
—Y seguiré sin decirles— dijo Will
Ninguno de los campistas prestaba demasiada atención a los fantasmas, pero cuando pasaba el séquito de Percy, encabezado por Reyna y flanqueado por Frank y Hazel, todos los espíritus dejaban lo que estaban haciendo y se quedaban mirando a Percy.
—El camino de la fama— dijo Leo
—No me gustó el camino de la fama— dijo Percy
—Es el precio por ser famoso— señaló Leo
Unos cuantos parecían furiosos. El niño fantasma chilló algo parecido a « ¡Greggus!» y se volvió invisible.
—Esperábamos algo así— comentó Apolo
—Yo no— dijo Percy
—Realmente nosotros tampoco— dijo Hazel
Percy deseó poder volverse invisible también. Después de pasar semanas solo, toda aquella atención le hacía sentirse incómodo. Permaneció entre Hazel y Frank y trató de no llamar la atención.
—Un poco difícil— dijo Frank
—Bastante difícil— corrigió Percy —fue absolutamente horrible, gracias, pero no quiero volver a pasar por el camino de la fama
—Una lastima, realmente— dijo Leo
—¿Estoy teniendo visiones? —preguntó—. ¿O esos de ahí son…?
—¿Fantasmas? —Hazel se volvió. Tenía unos ojos llamativos, como el oro de catorce quilates—.
—Gracias— murmuró Hazel sonrojada
—Es cierto— asintió Frank con una sonrisa
Son lares. Dioses domésticos.
—Dioses domésticos —repitió Percy—. ¿Son… más pequeños que los dioses auténticos?
—Era una pregunta justa— señaló Hermes
—Sí lo era— asintió Apolo
—Sí, porque en el campamento no tenemos de esos— comentó Miranda
—No nos lo han patrocinado— murmuró Connor
—Son espíritus ancestrales —explicó Frank.
Se había quitado el yelmo y había dejado al descubierto una cara infantil que no concordaba con su corte de pelo militar ni su cuerpo grande y corpulento. Parecía un niño que había tomado esteroides y se había alistado en los marines.
—Lo siento— murmuró Percy
—Está bien— dijo Frank con un suspiro —mientras todo siga viniendo de tu punto de vista, todo está bien
Hazel asintió de acuerdo
—Los lares son una especie de mascotas —continuó—. En general son inofensivos, pero nunca los había visto tan agitados.
—Porque nunca habían tenido a un griego ahí— señaló Perséfone
—Sí, yo creo que ese podría ser un excelente motivo— comentó Apolo
—Probablemente fue eso— asintió Hermes
—Me están mirando fijamente —dijo Percy—. Ese niño fantasma me ha llamado Greggus. No me llamo Greg.
—Y no me gustaría llamarme Greg— comentó Percy
—No seas grosero— dijo Leo
—Sin ofender a todos los Greg del mundo— dijo Percy
—Graecus —le corrigió Hazel—. Cuando lleves un tiempo aquí, empezarás a entender el latín. Los semidioses lo entienden de forma natural. Graecus significa
« griego» .
—Lo hizo sonar taan malo— bromeó Percy
—Eso no se hace Hazel— dijo Leo negando con la cabeza
—Tienes un hermano que es griego— señaló Connor
Nico rodó los ojos. Hazel se sonrojó
—¿Es eso malo? —preguntó Percy.
Frank carraspeó.
—Puede que no.
—¿Puede?— preguntó en tono de broma Travis —somos increíbles
—Somos realmente geniales— dijo Connor
—Tengo que estar de acuerdo con ellos— asintió Miranda con una sonrisa
—Si fueran otro tipo de personas, en este momento se estaría peleando— señaló Apolo a Hermes
—Definitivamente— asintió Hermes
Tienes el tipo de tez griega, el pelo moreno y todo lo demás.
A lo mejor piensan que realmente eres griego. ¿Es de allí tu familia?
—No lo sé. Como he dicho, he perdido la memoria.
Jason y Percy intercambiaron una mirada que parecía decir ¿Por qué seguían haciendo esas preguntas?
—O a lo mejor…
Frank titubeó.
—¿Qué? —preguntó Percy.
—Probablemente nada —contestó Frank—.
—Siempre es algo— señaló Apolo
—Y más con estos mocosos— asintió Dionisio
—Todos sabemos que te caen bien— dijo Hermes
Dionisio resopló
Los romanos y los griegos son antiguos rivales. A veces los romanos usan la palabra graecus como insulto para referirse a alguien que es un forastero: un enemigo. Yo no me preocuparía.
Parecía muy preocupado.
—Él no sigue sus propios consejos— señaló Travis
—¿Cuando has visto que el entrenador juegue?— preguntó Leo
—Cierto, tienes un gran punto— asintió Travis
—Gracias— dijo Leo con una sonrisa
Se detuvieron en el centro del campamento, donde se unían dos anchos caminos empedrados formando una T.
Un letrero denominaba el camino VIA PRAETORIA. El otro camino, que atajaba por el centro del campamento, se denominaba VIA PRINCIPALIS
—También necesitamos señalamientos como esos— comentó Connor
—¿Qué señalen a dónde?— preguntó Miranda
—A las cabañas— respondió Percy —y otra a los campos de fresas
—Y al lago— dijo Leo
—Y a la casa grande— rió Katie
—Y al pabellón— asintió Percy
—Pero, no es como que nos podamos perder— dijo Miranda
—Pero estarían increíbles— señaló Leo
—En algún momento alguien sí se podría perder — dijo Travis
Debajo de los indicadores había letreros pintados a mano, como BERKELEY 8 KILÓMETROS; NUEVA ROMA 1,5 KILÓMETROS; VIEJA ROMA 11.700 KILÓMETROS; HADES 3.700 KILÓMETROS (señalando hacia abajo); RENO 334 KILÓMETROS, y MUERTE SEGURA: ¡ESTÁS AQUÍ!
—Sobretodo un señalamiento como ese— comentó Connor
—Ese es el que más nos hace falta— asintió Leo
—Tenemos un nuevo proyecto en manos para el campamento— dijo Katie riendo
—Puedo hacer los letreros— dijo Rachel con una sonrisa —y el logo, recuerdenlo
—Pero esperen… ¿Dónde lo vamos a poner?— preguntó Leo
—En la entrada— dijo Percy
—Suena lógico— dijo Travis —o a mitad del campamento
—Eso lo decide Annabeth, ella es la que sabe dónde sería mejor— comentó Piper
—¿De acuerdo?— murmuró Annabeth
Para tratarse de una muerte segura, el lugar parecía muy limpio y ordenado. Los edificios estaban recién encalados, dispuestos en pulcras cuadrículas, como si el campamento hubiera sido diseñado por un quisquilloso profesor de matemáticas.
Los romanos le dieron una mirada rara
—Pues sí parecía— murmuró Percy
—Jamás había visto el campamento de esa forma— comentó Jason
—Una nueva manera de verlo— dijo Percy con una pequeña sonrisa
Los barracones tenían porches sombreados, donde los campistas holgazaneaban en hamacas, jugaban a las cartas o bebían refrescos. Cada dormitorio tenía delante una colección de banderas distinta que exhibían números romanos y animales diversos: águila, oso, lobo, caballo y algo parecido a un hámster.
—Eso también suena cool— dijo Leo
—Tienen muchas cosas geniales— asintió Connor
—Como una probabilidad de vida más larga— murmuró Percy para sí mismo
A lo largo de la Via Praetoria, hileras de tiendas anunciaban comida, armaduras, armas, café, equipamiento para gladiadores y togas de alquiler. Un concesionario de carros tenía un gran anuncio delante: CAESAR XLS CON FRENOS ANTIBLOQUEO. ¡NO SE EXIGE DEPÓSITO EN DENARIOS!
—Eso es muy bueno, a nadie le gustan los depósitos— comentó Travis
—Claro que sí, a las personas a quienes les hacen los depósitos sí les gustan— dijo Katie
—Pues sí Travis, obviamente— dijo Chris rodando los ojos
—Yo no me refería a eso— se quejó Travis
En una esquina del cruce de caminos se encontraba el edificio más imponente: una construcción de mármol blanco con dos pisos y un pórtico con columnas que parecía un banco anticuado.
Leo se sonrojó un poco, pues toda la descripción de la ciudad le hacía recordar su "no tan buena misión de paz" donde (aunque sin intención) bombardeó la ciudad y como si leyera sus pensamientos en ese momento Reyna le dio una mirada que parecía decir "sí, también me acuerdo de eso". Calipso lo miró con una ceja enarcada
Unos centinelas romanos se hallaban apostados delante. Sobre la puerta colgaba una gran bandera morada con las letras doradas SPQR bordadas dentro de una corona de laurel.
Los romanos sonrieron con orgullo
—Porque cuando se tiene dinero, se pueden dar ciertos lujos— susurró Connor a su hermano
—Y vaya que sí — suspiró Travis
—¿Vuestro cuartel general? —preguntó Percy.
Reyna se situó de cara a él, sin abandonar su mirada fría y hostil. —Se llama el principia.
—Me gustaba más el nombre de cuartel general— murmuró Percy
—Suena genial eso— asintió Leo
—Y vaya que sí lo hace— asintió Percy —lo bueno que nuestro cuartel general se llama cuartel general
—Creí que se llamaba Casa Grande— dijo Miranda
—Es que cuartel general es el nombre secreto— señaló Percy
—Obviamente— asintió Katie
Escudriñó a la multitud de campistas curiosos que los habían seguido desde el río.
—Volved todos a vuestros quehaceres. Os pondré al día cuando pase revista por la noche. Recordad que después de cenar tenemos juegos de guerra.
—Es algo así como captura de bandera— comentó Percy
—Vaya— dijo Piper
—Aunque con más armas— dijo Percy
—Mientras más armas, más sangre Prissy— comentó Clarisse
—Alguien seria feliz ahí— murmuró Travis a su hermano
Ares le dio una mirada satisfecha
Al pensar en la cena, a Percy le rugieron las tripas. Y al oler el aroma a barbacoa que llegaba del comedor, se le hizo la boca agua. La panadería situada al final de la calle también olía de maravilla, pero dudaba que Reyna le diera permiso para acercarse.
—Ninguno de nosotros lo cree— comentó Leo
Reyna resopló
—Y no me atrevía a tanto— murmuró Percy
La multitud se dispersó a regañadientes. Algunos murmuraban comentarios sobre las posibilidades de Percy.
—Está muerto —dijo uno.
—Muchas gracias— dijo Percy
—Bueno, cualquiera hubiera pensado eso— comentó Rachel
—Sobretodo porque te miró como si te quisiera atravesar con la daga— señaló Thalia
—Es probable— asintió Percy
—Deberían estarlo los dos que lo encontraron —dijo otro.
—Sí —murmuró otro más—. Que se una a la Quinta Cohorte. Griegos y frikis.
—Hey— se quejó Jason
—No era muy popular la Cohorte— comentó Percy
—Y eso es quedarse corto— dijo Frank
Varios chicos se rieron al oír el comentario, pero Reyna los miró frunciendo el entrecejo, y se largaron.
—Hazel —dijo Reyna—. Ven con nosotros. Quiero tu versión de lo que ha pasado en la puerta.
—Gracias a los dioses que dejó ir con nosotros a Hazel— susurró Percy a su novia
—Si no probablemente te hubiera atravesado con su daga —señaló Annabeth
—O dado de comer a sus perros metálicos— dijo Percy
—Y que lo digas— murmuró Annabeth
—¿Yo también? —dijo Frank—. Percy me ha salvado la vida. Tenemos que dejarlo…
Reyna lanzó a Frank una mirada tan severa que el muchacho se echó atrás.
—Pero tú también me salvaste con ese disparo increíble de las dos flechas— señaló Percy
—Fue un disparo increíble— asintió Hazel con una pequeña sonrisa
Frank le sonrió de vuelta
—Te recuerdo, Frank Zhang, que estás en período de probatio —dijo—. Ya has causado suficientes problemas esta semana.
A Frank se le pusieron las orejas coloradas.
Frank se sonrojó. Ares rodó los ojos
Empezó a juguetear con una pequeña chapa que llevaba sujeta al cuello con un cordón. Percy no le había prestado mucha atención, pero parecía una placa de identificación hecha de plomo.
—Era una de esas— murmuró Frank
—Es que no sabía que tenían placas— dijo Percy
—Las tenemos— suspiró Frank
—Ve al arsenal —le dijo Reyna—. Revisa el inventario. Te llamaré si te necesito.
—Pero… —Frank se contuvo—. Sí, Reyna.
Se marchó a toda prisa.
—Bueno, también quien se quisiera meter contigo— señaló Nico a Reyna
—Tienes razón— asintió Reyna con una sonrisa y luego le dio una mirada a Will
—Creo que te está tratando de decir algo— comentó Rachel a Will
—¿En serio lo crees?— preguntó Will con sarcasmo
Reyna señaló el cuartel general a Hazel y Percy.
—Bueno, Percy Jackson, vamos a ver si podemos refrescarte la memoria.
—Tssss— corearon los Stoll
—Y eso no sonó precisamente amistoso— comentó Piper
—Con razón todos los murmullos de los demás— señaló Bianca
—Lo entendí— dijo Percy
El principia era todavía más imponente por dentro.
En el techo relucía un mosaico de Rómulo y Remo bajo la loba que les hizo de madre adoptiva (Lupa le había contado la historia a Percy un millón de veces).
—Cuando quieras nos la puedes contar— comentó Katie
—Claro, cuando hagamos la pijamada con las salchichas con queso y películas del papá de Piper— dijo Percy
—No, lo último no— dijo Piper
—Pero por supuesto que sí, reina de belleza— añadió Leo
El suelo era de mármol pulido. Las paredes estaban revestidas de terciopelo, de tal forma que Percy tenía la sensación de estar dentro de la tienda de campaña más cara del mundo.
—Excelente tienda de campaña— dijo Percy
—Tienda de campaña lujosa— asintió Frank
—Estaba genial— dijo Percy
En la pared del fondo había expuestos estandartes y postes de madera llenos de medallas de bronce: símbolos militares, supuso Percy. En el centro había un expositor vacío, como si el estandarte principal hubiera sido retirado para ser limpiado o algo parecido.
—Pues no tanto así— murmuró Jason
—Sí, pero no— dijo Percy
Hazel y Frank hicieron una mueca
En el rincón del fondo había una escalera que bajaba. El acceso estaba cortado por una hilera de barrotes como la puerta de una celda. Percy se preguntó qué habría allí abajo: ¿monstruos? ¿Un tesoro? ¿Semidioses amnésicos que no eran santo de la devoción de Reyna?
—¿Los tienes?— preguntó Will
—Claro— dijo Reyna
—Necesito ver esa colección— señaló Nico
—Por supuesto— asintió Reyna —incluso puedes ayudar a hacerla más grande
—De acuerdo— dijo Nico
Algunos de los chicos intercambiaron miradas ¿Cuando se hicieron tan amigos?
En el centro de la estancia, una larga mesa de madera se hallaba repleta de pergaminos, libretas, tabletas de datos, dagas y un gran cuenco lleno de gominolas que parecía bastante fuera de lugar. Dos estatuas de galgos de tamaño natural —una de plata y la otra de oro— flanqueaban la mesa.
—Para darle más ambiente— comentó Leo
—Le dieron bastante ambiente— dijo Percy
—Y vaya que sí lo dan— dijo Annabeth
Reyna sonrió
Reyna se situó detrás de la mesa y se sentó en una de las sillas de respaldo alto. Percy estaba deseando sentarse en la otra, pero Hazel permaneció de pie. A Percy le dio la impresión de que debía hacer otro tanto.
—Yo creo— dijo Miranda
—Es probable— dijo Rachel —además, recuerda que te quiere atravesar con la daga, eso no lo puedes olvidar
—Cierto, no te convendría sentarte— señaló Thalia
—Qué bueno que no lo hice— dijo Percy
—Vas aprendiendo, sesos de alga— dijo Thalia
—Claro que sí— dijo Percy con una sonrisa
—Bueno… —dijo.
Las estatuas de perro enseñaron los dientes y gruñeron.
Percy se quedó paralizado. En general le gustaban los perros, pero aquellos lo miraban furiosamente con unos ojos de rubíes. Sus colmillos parecían afilados como navajas.
—Unos lindos perritos— murmuró Percy
—Que mejor no hagas enojar— señaló Annabeth
—Yo jamás— dijo Percy
—Tranquilos, chicos —dijo Reyna a los galgos.
Los animales dejaron de gruñir, pero siguieron mirando a Percy como si se lo estuvieran imaginando de comida.
—Porque tal vez eso estaban haciendo— dijo Jason
—Sí, eso también era muy probable— dijo Percy
—Suena como algo que podrían hacer— asintió Reyna
—No te atacarán a menos que intentes robar algo —explicó Reyna—, o a menos que yo se lo diga. Son Argentum y Aurum.
—Plata y Oro —dijo Percy.
—Tengo mis momentos— dijo Percy riendo
—Excelentes momentos— dijo Travis —un aplauso por favor
Sus amigos aplaudieron
El significado de las palabras latinas le vino a la cabeza tal como Hazel le había dicho. Estuvo a punto de preguntar a qué perro correspondía cada nombre, pero se dio cuenta de que era una pregunta estúpida.
—Un poquito nada más— asintió Leo
—Sí, qué bueno que no la hice— dijo Percy
—Lo hubieras hecho para sacar plática— dijo Miranda
—No creo que fuera una buena idea— murmuró Percy
Reyna dejó la daga en la mesa. Percy tenía la vaga sensación de que la había visto antes. Su cabello era negro y brillante como una roca volcánica, y lo llevaba recogido en una trenza que le caía por la espalda.
Reyna se sonrojó un poco
—Yo no entiendo ¿De donde se conocen? —preguntó Katie
—Pero si lo dijo en una de las conversacio… Oh, no estaban — dijo Travis
—No— dijo Miranda —y no tenemos todos los detalles
—Mi error —dijo Apolo con un leve encogimiento de hombros
Travis les empezó a decir en voz baja, mientras bianca seguía con la lectura
Tenía el porte de una espadachina: relajado pero alerta, como si estuviera lista para entrar en acción en cualquier momento. Las arrugas de sus ojos le hacían parecer más mayor de lo que probablemente era.
Reyna le dio una mala mirada
—Es por eso, que los pensamientos deberían ser privados— comentó Percy sonrojado
—Vamos a ver ahora en cuantos problemas se mete Percy— dijo Apolo
—Poquitos, nada más— dijo Percy
—Tú y yo hemos coincidido antes —se aventuró—. Pero no recuerdo cuándo. Por favor, si puedes decirme algo…
—Coincidir es una forma de decirlo— comentó Reyna
Annabeth y Percy se sonrojaron
—Lo primero es lo primero —dijo Reyna—. Quiero oír tu historia. ¿Qué recuerdas? ¿Cómo has llegado aquí? Y no mientas. A mis perros no les gustan los mentirosos.
Argentum y Aurum gruñeron para recalcar ese detalle.
—Punto perfectamente claro— dijo Percy —gracias
—Esos perros están geniales— añadió Thalia
—Gracias— dijo Reyna —son muy buenos para descubrir cierto tipo de personas
Percy explicó que se había despertado en una mansión en ruinas en el bosque de Sonoma. Describió el tiempo que había pasado con Lupa y su manada, estudiando su lenguaje de gestos y expresiones, aprendiendo a sobrevivir y a luchar.
Annabeth hizo una mueca, Percy la tomó de la mano con una sonrisa
—Por supuesto que tenías que pasar por eso— dijo Jason
—Ya lo creo— murmuró Percy
Lupa le había hablado de semidioses, monstruos y dioses. Le había explicado
que ella era uno de los espíritus guardianes de la Antigua Roma.
—Vaya, debemos aprender mucho sobre eso— dijo Katie
—Y vaya que sí— asintió Chris
—Y esto se pone cada vez más difícil— murmuró Connor
Los semidioses como Percy eran los responsables de continuar las tradiciones romanas en épocas modernas: luchando contra monstruos, sirviendo a los dioses, protegiendo a los mortales y manteniendo el recuerdo del imperio.
—Sí, sigo diciendo que suena raro— comentó Travis
—Yo también— asintió Percy
—Como cuando a penas te estás acostumbrando a una mitología y de repente te la cambian— señaló Leo
—Esa frase resume mi vida— dijo Percy
La loba había pasado semanas adiestrándolo hasta hacerlo fuerte, duro y fiero como un lobo. Cuando estuvo satisfecha con sus dotes, lo envió al sur diciéndole que si sobrevivía al viaje, podría hallar un nuevo hogar y recuperar la memoria.
—Esa es una motivación excelente— dijo Miranda
—Claro que lo era— asintió Percy
Nada de eso pareció sorprender a Reyna. De hecho, pareció encontrarlo bastante vulgar… salvo una cosa.
—Era lo que todos los semidioses romanos pasábamos— comentó Reyna
—Supongo que por eso no te sorprendí— dijo Percy
Reyna asintió
—¿No recuerdas nada en absoluto? —preguntó—. ¿Sigues sin acordarte de nada?
—Fragmentos borrosos.
Percy hizo una mueca
—Y eso no era algo que le pasara a todos— dijo Reyna
—Llegaron a imponer modas— comentó Leo
—No me gustó esa moda— dijeron Jason y Percy al unísono
Percy echó un vistazo rápido a los galgos. No quería mencionar a Annabeth. Le parecía demasiado íntimo, y todavía estaba confundido con respecto al lugar donde encontrarla.
—Awwww— chilló Afrodita
Annabeth y Percy se sonrojaron
—¿Por qué no existe la privacidad en estos libros?— murmuró Percy sonrojado
—No tengo idea— dijo Annabeth igual de sonrojada, mientras sus amigos seguían haciendo soniditos de burla
Estaba seguro de que se habían conocido en un campamento… pero ese no le parecía el lugar adecuado.
—Es que hay muchos campamentos— dijo Piper riendo
—Obviamente— asintió Percy
—Todos lo sabemos — dijo Miranda
—Claramente— dijo Rachel
Además, se negaba a compartir su único recuerdo claro. El rostro de Annabeth, su cabello rubio y sus ojos grises, su forma de reírse, de abrazarlo y de darle un beso cada vez que él hacía algo ridículo.
Y otra vez hubo soniditos de burla, chillidos y grititos
—Eso era privado— se quejó Percy aún más rojo que antes —bueno, no privado para ti, pero sí para los demás— dijo viendo a Annabeth
—Sí debió ser privado— dijo Annabeth en voz baja —pero me alegra saberlo
—Y a mí que lo sepas, pero realmente espero que esto no se ponga más incómodo para nosotros —comentó Percy en el mismo tono
—Eso depende de ti, sesos de alga— dijo Annabeth con una sonrisa
« Debe de haberme besado mucho» , pensó Percy.
—Sí, eso todos los sabemos— dijo Thalia riendo
Percy le aventó un cojín y luego volteó a ver a Annabeth —Creo que sí se pondrá peor— murmuró
—¿A qué te refieres?— preguntó Annabeth en tono bajo
—A que uhh… Pues… Hazel me mostró Nueva Roma —señaló Percy
—Y… Entonces...— murmuró Annabeth más sonrojada
—Sip — dijo Percy —lo siento
—No lo hagas— dijo Annabeth, aunque estaba un poco mortificada
—¡Hey, ustedes dos! Sin secretearse— gritó Travis
Temía que si revelaba ese recuerdo a alguien, se esfumara como un sueño.
No podía arriesgarse a que eso pasara.
Reyna hizo girar la daga.
—Es tan mono— suspiró Afrodita
—Siento que a mi mamá le podría dar un ataque— murmuró Piper a su novio
—Sí, yo también lo he pensado— dijo Jason —y eso que aún no se han reencontrado
—¿A los dioses les pueden dar ataques?— preguntó Piper
—No sé, Will no supo decírmelo— señaló Jason
—¡Otros que se empiezan a secretear!— dijo Leo negando con la cabeza
—No nos estábamos secreteando— masculló Piper
—Sí lo hacían— dijo Leo
—Casi todo lo que estás describiendo es normal para los semidioses. A una determinada edad, de una forma u otra, nos las arreglamos para llegar a la Casa del Lobo. Nos han puesto a prueba y nos han adiestrado.
—Vaya— murmuró Connor
Los chicos griegos se miraron entre ellos aun con incredulidad
Si Lupa considera que somos dignos, nos envía al sur para que nos unamos a la legión. Pero en mi vida he oído que alguien haya perdido la memoria. ¿Cómo has encontrado el Campamento Júpiter?
—Con el GPS integrado— comentó Leo
—Básicamente— asintió Percy —de otra forma probablemente me perdería
—Todos nos perderíamos— asintió Jason
Percy le relató sus tres últimos días: las gorgonas que no se dejaban matar, la vieja que resultó ser una diosa y, finalmente, el encuentro con Hazel y Frank en el túnel de la colina.
—Un encuentro bastante agitado— dijo Rachel
—Y que lo digas— comentó Hazel
—Hubo de todo— asistió Percy
Hazel retomó la historia a partir de ese punto. Describió a Percy como valiente y heroico, cosa que le hizo sentirse incómodo. Lo único que él había hecho había sido cargar con una vieja hippy.
—Fuiste muy heroico— señaló Hazel
—Sí lo fuiste— asintió Frank
—Ustedes también lo fueron— dijo Percy con una sonrisa
Reyna lo escrutó.
—Eres mayor para ser un recluta. ¿Cuántos años tienes? ¿Dieciséis, quizá?
—Creo que sí —contestó Percy.
—Eso parecía— dijo Percy encogiéndose de hombros
—Si hubieras pasado tantos años solo, sin adiestramiento ni ayuda, deberías estar muerto. ¿Un hijo de Neptuno? Tendrías un aura muy intensa que atraería a toda clase de monstruos.
—Sí— refunfuñó Percy —me he dado cuenta
—Y que lo digas— masculló Thalia
—Sí —dijo Percy—. Me han dicho que huelo.
Reyna sonrió, lo que hizo albergar esperanzas a Percy. Tal vez en el fondo fuera humana.
—Ups— murmuró Percy
Reyna le dio una mirada asesina
—Y dice que se va a meter en poquitos problemas— dijo Leo negando con la cabeza
—Déjame soñar— se quejó Percy
—Debiste de estar en alguna parte antes de llegar a la Casa del Lobo —dijo.
Percy se encogió de hombros. Juno había dicho algo sobre dormir, y realmente tenía la vaga sensación de haber estado dormido…, puede que mucho tiempo. Pero no tenía sentido.
Annabeth soltó una maldición en griego antiguo. Sally y Poseidón hicieron una mueca. Percy les sonrió
Reyna suspiró.
—Bueno, los perros no te han comido, así que supongo que dices la verdad.
—Genial —dijo Percy—. La próxima vez ¿puedes hacerme la prueba del polígrafo?
—Si no es mucha molestia— murmuró Percy
—Es igual de efectiva y potencialmente menos mortal— señaló Leo
—La prueba del polígrafo tiene errores— comentó Annabeth
—Listilla, no— dijo Percy —prefiero esa, que la prueba de los perros con colmillos de navaja
Reyna miró a Annabeth con una ceja enarcada
Reyna se levantó. Se paseó por delante de los estandartes. Sus perros metálicos observaban su ir y venir.
—Mejor a que te observen como si fueras su comida— dijo Rachel
—Sí, no me agrada ser observado como comida— dijo Percy
—Si no hacías nada, no te iban a atacar— argumentó Reyna
—Aunque aceptara que no eres un enemigo —dijo—, no eres un recluta típico. La reina del Olimpo no aparece en el campamento anunciando la llegada de un nuevo semidiós.
—Definitivamente no— comentó Apolo
—Haces entradas en grande Percy— señaló Connor
—Y nos hemos dado cuenta— asintió Travis
—Gracias— murmuró Percy
La última vez que un dios importante nos visitó en persona de esa forma… —Sacudió la cabeza—. Solo he oído leyendas sobre ese tipo de cosas. Y un hijo de Neptuno… no es un buen augurio. Y menos ahora.
—Me sentí tan bienvenido— murmuró Percy
—Te dijo mal augurio— señaló Leo
—Sí, pero creo que pudo haber tenido un poco de razón— dijo Percy
—¿Qué pasa con Neptuno? —preguntó Percy—. ¿Y qué quieres decir con « y menos ahora» ?
Hazel le lanzó una mirada de advertencia.
—A Percy siempre le lanzan de esas y siempre las ignora— comentó Leo
—No siempre las ignoro— se defendió Percy
—Siempre las ignoras— dijo Thalia
—Por supuesto que no— dijo Percy
—Por supuesto que sí— dijo Thalia
Reyna siguió paseándose.
—Has luchado contra las hermanas de Medusa, que no se habían dejado ver desde hacía miles de años. Has agitado a nuestros lares, que te llaman graecus. Y llevas unos extraños símbolos: esa camiseta, las cuentas de tu collar… ¿Qué significan?
—Dijo que se acordaba de fragmentos borrosos, tal vez lo de las cuentas era uno de esos fragmentos— comentó Reyna, al darse cuenta de algunas miradas
—Eso tiene sentido— asintió Rachel
—Gracias— dijo Reyna
Percy miró su raída camiseta de manga corta naranja. Es posible que en otra época hubiera tenido unas letras estampadas, pero estaban demasiado desteñidas para ser legibles. Debería haber tirado la camiseta hacía semanas.
—Pero no podía— dijo Percy
—Te entiendo— suspiró Jason
—Sabía que lo harías— dijo Percy con una sonrisa
Estaba hecha jirones, pero no soportaba la idea de deshacerse de ella. No paraba de lavarla lo mejor que podía en arroyos y fuentes, y se la volvía a poner.
—Es súper reutilizable— comentó Percy
—De la mejor tela, obviamente— dijo Miranda
—Una increíble tela— asintió Piper
—Y del mejor color— dijo Connor
—Así nos podemos ver durante la batalla— dijo Percy
—Claramente— asintió Miranda
En cuanto al collar, cada una de las cuatro cuentas de barro estaba decorada con un símbolo distinto. En una aparecía un tridente. Otra exhibía un vellocino de oro en miniatura.
—Nos acordamos— dijo Connor
—Fue a la misión que obviamente no fuiste— señaló Travis
—Obviamente no— dijo Percy
—Y obviamente tampoco fue Annabeth— comentó Piper
—Ni idea de lo que hablan— bromeó Percy
Clarisse rodó los ojos
En la tercera había grabado un dibujo de un laberinto, y la última tenía una imagen de un edificio —¿tal vez el Empire State Building?— con unos nombres grabados alrededor que Percy no reconocía.
Percy hizo una mueca, al igual que los chicos que estuvieron en esa batalla
Las cuentas parecían importantes, como fotografías de un álbum familiar, pero no recordaba su significado.
—Básicamente son como un albúm familiar— dijo Katie
—Y vaya que lo son— dijo Chris
—Son realmente geniales— asintió Miranda
—No lo sé —dijo.
—¿Y tu espada? —preguntó Reyna.
Percy miró en su bolsillo. El bolígrafo había vuelto a aparecer, como siempre
—Por si te quedaba la duda de que la conocías— señaló Hermes
—Eso lo aclaró todo— dijo Percy
Lo sacó, pero mientras lo hacía cayó en la cuenta de que en ningún momento le había enseñado a Reyna la espada. Hazel y Frank tampoco la habían visto. ¿Cómo había sabido Reyna de su existencia?
—Muy tarde te diste cuenta de eso— comentó Rachel
—Lo sé— dijo Percy —ya no iba a funcionar eso de fingir
—De ninguna manera— dijo Rachel
Demasiado tarde para fingir que no existía… Percy quitó el capuchón del bolígrafo. Contracorriente cobró forma al instante. Hazel se quedó boquiabierta.
Los galgos se pusieron a ladrar con aprensión.
—Muy bien Percy, así nos sentimos cuando Jason enseñó su lanza— señaló Miranda
Jason se sonrojó
—Tú puedes seguir alardeando— asintió Connor
—Gracias— dijo Percy riendo
—¿Qué es eso? —preguntó Hazel—. En mi vida he visto una espada como esa.
—Yo sí —dijo Reyna de forma enigmática—. Es muy antigua… un diseño griego. En el arsenal teníamos unas cuantas…
—Y vaya que sí la habías visto— dijo Rachel
—Y que lo digas— comentó Reyna
Percy se sonrojó
—Se detuvo—. El metal se llama bronce celestial. Es mortal para los monstruos, como el oro imperial, pero todavía más raro.
—¿Oro imperial? —preguntó Percy.
—Uy tenemos algo más raro que ellos— dijo Travis chocando los cinco con Connor
—Siempre hay que ver las cosas buenas— asintió Chris
—Mínimo que tengamos algo más raro— bromeó Travis
—Que positivos son tus hijos— señaló Apolo
—Lo sé— dijo Hermes
Reyna desenvainó su daga. Efectivamente, la hoja era de oro.
—En la Antigüedad, el metal se consagraba en el Panteón de Roma. Su existencia era un secreto muy bien guardado por los emperadores: una forma de que sus defensores mataran a los monstruos que amenazaban el Imperio.
—Sí, fue uno de los mejores secretos guardados— comentó Artemisa
—Casi tanto como la existencia de los dos campamentos— dijo Apolo
—Nos podemos imaginar— asintió Leo
Antes solíamos tener armas así, pero ahora… bueno, nos las arreglamos como podemos. Yo uso esta daga. Hazel tiene una spatha, una espada de la caballería.
—Que le queda muy bien realmente— dijo Piper
—Gracias— dijo Hazel sonriendo
Pero esa arma tuya no es romana en absoluto. Es otra señal de que no eres un semidiós al uso. Y tu brazo…
—¿Qué le pasa? —preguntó Percy.
—No tenía un buen bronceado— comentó Percy
—Debió ser por eso— dijo Rachel
—Claramente fue por eso— asintió Jason
—Te voy a recomendar una increíble forma de broncearte— dijo Leo
—Gracias, que amable— dijo Percy
Reyna levantó su antebrazo. Percy no se había fijado antes, pero tenía un tatuaje en la cara interior: las letras SPQR, una espada y una antorcha cruzadas, y debajo, cuatro líneas paralelas como rayas de tanteo.
—Y entonces ese es símbolo es por sus padres divinos— comentó Miranda
—Sí— asintió Reyna —o por su descendencia
—Vaya— murmuró Miranda
Percy lanzó una mirada a Hazel.
—Todos las tenemos —confirmó ella, levantando el brazo—. Todos los miembros de pleno derecho de la legión las tenemos.
—Vaya, suena genial— dijo Connor
—No cuando a uno de tus padres no les haría gracia— señaló Miranda
Katie asintió —Papá no estaría muy contento
—Lo bueno es que mi mamá y yo ya habíamos hablado sobre lo de un tatuaje— bromeó Percy mirando a su mamá con una sonrisa inocente
Sally lo miró con una ceja alzada
—A Jason lo castigó su hermana sin grapadoras por un mes— señaló Leo
—Leo— se quejó Jason
—Mejor que sean dos meses— rió Thalia
—Lo bueno es que yo no uso grapadoras— dijo Percy riendo
—Sin comida azul— dijo Leo
—Me parece buena idea— comentó Sally, pero tenía una pequeña sonrisa
—Existe demasiada maldad en ti— dijo Percy mirando a Leo
—Sobretodo para alguien de su tamaño, es excesivo— comentó Travis
—Tomaré eso como un cumplido— dijo Leo
—Tal vez lo era— señaló Travis
El tatuaje de Hazel también tenía las letras SPQR, pero ella solo tenía una raya de tanteo, y su emblema era distinto: un glifo negro con una cruz con los brazos curvados y una cabeza:
Y todos los indiscretos voltearon a ver el tatuaje en el brazo de Hazel, ella levantó un poco el brazo para que todos lo vieran mejor
Percy se miró los brazos. Unos cuantos arañazos, barro y una mancha de salchicha con queso, pero ningún tatuaje.
—La salchicha con queso le dió un toque novedoso— comentó Leo
—Sí, es claramente lo que me hacía falta— asintió Percy
—Le dio mucho estilo— asintió Leo
—Así que nunca has sido miembro de la legión —dijo Reyna—. Estas marcas no se pueden quitar. He pensado que a lo mejor…
Negó con la cabeza, como si estuviera descartando una idea.
—Saben, ustedes descartan ideas muy rápido— comentó Apolo
Algunos chicos lo miraron con un poco de ironía
Hazel se inclinó hacia delante.
—Si ha sobrevivido solo todo este tiempo, tal vez haya visto a Jason
— No lo he visto— comentó Percy —ese nombre no me suena
—Espero que ahora te suene— dijo Jason riendo
—Sí, creo que sí— dijo Percy con una sonrisa
—se volvió hacia Percy—. ¿Has conocido a algún semidiós como nosotros antes? Un chico con una camiseta morada, con marcas en el brazo…
—Conocemos a uno como él— dijo Leo
—Me parece familiar— bromeó Piper
—Creo que lo he visto por algún lado— dijo Leo
—Quien sabe en dónde— murmuró Jason
—Hazel —la voz de Reyna se volvió tensa—. Percy ya tiene suficientes preocupaciones.
—Como salir vivo de ahí— comentó Thalia
—Muchas gracias, cara de pino— dijo Percy
Percy tocó la punta de su espada, y Contracorriente se convirtió otra vez en bolígrafo.
—No he visto a nadie como vosotros. ¿Quién es Jason?
Reyna lanzó una mirada de irritación a Hazel.
—Lo siento— dijo Hazel
—Eso ya pasó— suspiró Reyna
—Es… era mi colega —señaló con la mano la segunda silla vacía—. La legión normalmente tiene dos pretores electos. Jason Grace, hijo de Júpiter, fue nuestro pretor hasta que desapareció el pasado mes de octubre.
—Pero está en un lugar súper cool— dijo Travis
Jason sonrió
—Ahora lo sabemos— dijo Hazel
Percy trató de hacer cálculos. No había prestado mucha atención al calendario mientras estuvo en el monte, pero Juno había dicho que estaban en junio.
—¿Quieres decir que lleva ocho meses desaparecido y no lo habéis sustituido?
—Con esos amigos para que quieres enemigos— bromeó Connor
—Lo siento, bro— dijo Percy sonrojado
—Yo que tú le dejaba de hablar— comentó Leo
—Uy Leo ya se puso celoso— dijo Travis negando con la cabeza
Leo le aventó un caramelo de menta
—Puede que no esté muerto —dijo Hazel—. No nos hemos dado por vencidos.
—Gracias— dijo Jason
Hazel le sonrió
Reyna hizo una mueca. A Percy le dio la impresión de que el tal Jason podía haber sido más que un simple colega para ella.
—Uhhhh— murmuraron algunos chicos
Reyna se sonrojó un poco, igual que Jason. Afrodita miró a su hija y a los dos chicos con una ceja levantada
—Al menos no fuimos los únicos en salir avergonzados aquí— bromeó Percy a Annabeth y discretamente chocaron los cinco
—¿Se pusieron de acuerdo para pensar cosas así de las chicas que los quieren matar?— preguntó Thalia
—Probablemente— murmuraron Jason y Percy
—Al menos ahora no lo leyó Zoé— dijo Connor
—Le hizo falta esa tensión dramática— comentó Apolo
Zoé se sonrojó —Pero en todo caso le tocaba leerlo a Helena o a Thom
Los mellizos le dieron una mirada indignada, mientras Piper y Jason se volvian a sonrojar
—Ella tiene un punto razonable— asintió Hermes
—Está bien, si encuentran otra parte así le pasan el libro a los mellizos— mencionó Apolo
—Imagina que no fuera su tía favorita— bromeó Piper
Zoé le sonrió de manera inocente
—Solo se celebran elecciones de dos formas —explicó Reyna—. O la legión levanta a alguien sobre un escudo después de un triunfo importante en el campo de batalla (y no hemos tenido ninguna batalla importante) o hacemos una votación la noche del veinticuatro de junio, en la fiesta de Fortuna. Es decir, dentro de cinco días.
—Por supuesto que sí— dijo Apolo
—No podía esperar que no fuera así— suspiró Poseidón
—Debes volverte a acostumbrar— dijo Apolo
Percy arrugó la frente.
—¿Celebráis una fiesta de la tuna?
Atenea rodó los ojos
—Pero una fiesta de la tuna también estaría bien— comentó Leo
—Es lo mismo que yo digo— asintió Percy
—Fortuna —le corrigió Hazel—. Es la diosa de la suerte. Lo que ocurre el día de su festividad puede afectar al resto del año. Ella puede conceder buena suerte al campamento… o muy mala suerte.
—Suena prometedor— dijo Rachel
—Lo era, la mayoría de las veces— dijo Reyna
—Lo podemos ver— asintió Rachel
Reyna y Hazel miraron el expositor vacío, como si estuvieran pensando en lo que faltaba.
Un escalofrío recorrió la espalda de Percy.
—Y Percy descubrió algo que no le gustó— dijo Percy con una mueca
—A nosotras tampoco nos gustó— comentó Hazel
—Definitivamente no era bueno— dijo Reyna
—La fiesta de Fortuna… Las gorgonas hablaron de ella. Y también Juno. Dijeron que el campamento iba a ser atacado ese día, y algo sobre una gran diosa mala llamada Gaia, un ejército y la Muerte liberada. ¿Me estás diciendo que ese día es esta misma semana?
Percy hizo una mueca
—Para qué esperar más si todo eso puede pasar en una semana— señaló Leo
—Obviamente, mientras más pronto mejor— dijo Percy con sarcasmo
—Claro— dijo Leo
Los dedos de Reyna apretaron la empuñadura de su daga.
—No dirás una palabra sobre ese tema fuera de esta habitación —ordenó—.
No pienso permitir que siembres más pánico en el campamento.
—De todas maneras no pensaba decirlo— comentó Percy
—De cualquier manera el secreto no duró mucho— señaló Reyna
—Pero yo sí lo mantuve— dijo Percy
—Entonces es verdad —dijo Percy—. ¿Sabes lo que va a pasar? ¿Podemos impedirlo?
Percy acababa de conocer a aquella gente. Ni siquiera estaba seguro de que le cayera bien Reyna.
Reyna resopló
—Lo siento— dijo Percy con una pequeña sonrisa
Pero quería ayudar. Eran semidioses, como él. Tenían los mismos enemigos.
—Cierto— dijo Miranda
—Y al menos se van a dar cuenta que esos enemigos no son ustedes mismos— comentó Artemisa
Los chicos asintieron de acuerdo
—Lo que es realmente bueno— asintió Apolo
Además, Percy recordó lo que le había dicho Juno: no solo corría peligro ese campamento. Su antigua vida, los dioses y todo el mundo podrían acabar destruidos. Fuera lo que fuese lo que se avecinaba, era muy grave.
—Y vaya que sí— dijo Piper
—Ni cómo negarlo— comentó Leo
—No hay manera— dijo Percy
Los dioses se removieron incómodos
—Ya hemos hablado bastante por el momento —dijo Reyna—. Hazel, llévalo a la colina de los Templos. Busca a Octavio. Por el camino podrás responder a las preguntas de Percy. Háblale de la legión.
Percy miró a Annabeth, su expresión bastante clara "te dije que iba a conocer Nueva Roma". Annabeth se sonrojó
—Sí, Reyna.
A Percy todavía le quedaban tantas preguntas por hacer que parecía que el cerebro se le fuera a derretir.
—Es parte del trabajo— dijo Leo
—Me encanta el trabajo— dijo Percy
—Es parte de la secta— asintió Connor
—Qué buena secta— dijo Leo
Pero Reyna dejó claro que la audiencia había terminado. Envainó su daga. Los perros metálicos se pusieron derechos y gruñeron, dirigiéndose muy lentamente hacia Percy.
—Y así entendí la indirecta— señaló Percy
—Una indirecta muy directa realmente— dijo Katie
—Sí, y que bueno que lo entendí— dijo Percy
—Más valía— dijo Thalia —porque no siempre lo haces
—Siempre lo hago— señaló Percy
Annabeth lo miró y Percy se sonrojó
—No, no lo haces— dijo Thalia riendo
—Buena suerte con el auguio, Percy Jackson —dijo—. Si Octavio te deja vivir, tal vez podamos intercambiar impresiones… sobre tu pasado.
—Eso no suena bien— dijo Leo
—No, no lo hacía— dijo Percy
IVPercy
Al salir del campamento, Hazel lo invitó a un café exprés y una magdalena de fresa en el establecimiento de Bombilo, el cafetero bicéfalo.
—Lo mejor de mi día— comentó Percy
—Me pude dar cuenta— dijo Hazel con una sonrisa
—Solo faltaba que fuera— azul dijo Percy
—Por supuesto que faltaba eso— dijo Sally sonriendo
—Pero las magdalenas de fresa no pueden ser azules— dijo Katie
—Todo puede ser azul, Katie— respondió Percy
—¿Todavía lo dudas?— preguntó Travis
Percy olió la magdalena. El café estaba delicioso. Si pudiera ducharse, cambiarse de ropa y dormir un poco, pensó Percy, se sentiría como nuevo.
—Nada más— dijo Percy
—Eso suena bastante bien— asintió Leo
—Sí, sí lo hacía— suspiró Percy
Observó que un puñado de chicos con bañadores y toallas entraban en un edificio del que salía vapor por una hilera de chimeneas. Risas y sonidos acuáticos resonaban en el interior, como si se tratara de una piscina cubierta: el tipo de sitio que a Percy le gustaba.
—Tu paraíso personal— dijo Leo
—En ese momento sí sonaba como mi paraíso personal— asintió Percy
—Pero todavía no era momento para ir— dijo Hazel
—Lo entendí— dijo Percy con una mueca —todavía faltaba un largo recorrido
—Los baños —anunció Hazel—. Con suerte, los visitarás antes de cenar. El que no se ha dado un baño romano no sabe lo que es vivir.
—Uy pues perdón— bromeó Travis
—Sentimos no saber lo que es un baño romano— dijo Connor
—Está bien, quedan perdonados— dijo Reyna
Nico le dió una mirada burlona —Eres tan buena persona
—Lo sé —asintió Reyna
Percy suspiró de impaciencia.
A medida que se acercaban a la puerta principal, los barracones se volvían más grandes y más bonitos.
—Y vaya que sí— dijo Hazel
Los demás chicos del campamento romano asintieron de acuerdo
Helena miró a sus amigos y se dió cuenta que todos estaban pensando en el que fue su hogar
Hasta los fantasmas tenían mejor aspecto: llevaban armaduras más elegantes y lucían auras más brillantes. Percy trató de descifrar los estandartes y los símbolos que colgaban delante de los edificios.
—Aunque para Percy era un poco difícil comentó Percy
—Pero eso es porque te cambian la mitología muy pronto— comentó Leo
—Sí, supongo que eso tiene que ver— asintió Percy
—Es bastante probable— dijo Leo
—¿Estáis repartidos en distintas cabañas? —preguntó.
—Más o menos —Hazel se agachó cuando un chico montado en una gigantesca águila se lanzó en picado—. Tenemos cinco cohortes de aproximadamente cuarenta chicos cada una.
Los chicos del campamento griego lucieron asombrados
—Esos son muchos semidioses— dijo Miranda
—Y que lo digas— asintió Percy
—Vaya, realmente no esperaba algo taaan así— murmuró Katie
—Eso tiene mucho sentido Kat— dijo Travis
Cada cohorte está dividida en barracones de diez, como compañeros de habitación.
A Percy nunca se le habían dado bien las matemáticas, pero trató de multiplicar las cifras.
—Son muchos números— señaló Connor
—Pero lo logré— dijo Percy
—Así se hace— dijo Leo
—¿Me estás diciendo que hay doscientos chicos en el campamento?
—Aproximadamente.
—¿Y todos son hijos de dioses? Pues sí que han estado ocupados.
—Oye, no seas grosero— dijo Apolo
Algunos de los chicos se empezaron a reír
—No todos son nuestros— señaló Hermes
Hazel se rió.
—No todos son hijos de los dioses principales. Hay cientos de dioses romanos menores. Además, muchos campistas son legados: miembros de la segunda o la tercera generación. Tal vez sus padres fueran semidioses. O sus abuelos.
Percy como muchos de sus amigos y los legados se sonrojaron furiosamente y se hizo un poco bochornoso el momento
—Es lo que pasa por decir habíamos estado muy ocupados— señaló Apolo
Afrodita, Poseidón, Apolo y también Sally miraron con diversión ante la mortificación de sus hijos
—Yo creo que deberías leer antes de que se sonrojen más y empiecen a jadear por aire— comentó Perséfone
Percy parpadeó.
—¿Hijos de semidioses?
—¿Qué pasa? ¿Te sorprende?
Percy no estaba seguro.
—Bueno, ni como ayudarlos —dijo Perséfone
—Ya no me parece tan sorprendente— murmuró Percy
—Esto está muy divertido— comentó Travis riendo
Recibió muchas miradas asesinas, en realidad no se les podía tomar muy enserio porque sí parecían querer jadear por aire, o estar en cualquier otro lugar
Durante las últimas semanas lo único que le había preocupado había sido sobrevivir de un día para otro. La idea de vivir lo suficiente para convertirse en adulto y tener hijos le parecía un sueño imposible.
—Ni tan imposible al parecer— dijo Afrodita con una risita
—Percy yaaa— murmuró Leo
—¿Ahora ven por qué los pensamientos deben ser privados?— preguntó Percy —bueno, se acabó el capítulo, ya nos vamos
—Genial— dijo Piper
—No, ni crean que se van a ir de aquí— dijo Apolo riendo
—Esos legos…
—Legados —le corrigió Hazel.
—Sonaba parecido— murmuró Percy sonrojado
—Ambos empezaban con L— dijo Connor
—Exacto— dijo Percy
—¿Tienen poderes como los semidioses?
—A veces sí y a veces no. Pero se les puede adiestrar.
—Eso sonó taaan mal— mencionó Apolo
—Sí, lo hizo— murmuró Zoé intercambiando una mirada con Sammy
—Como si fueran cachorros— asintió Apolo
—Muchísimas gracias— dijo Zoé
—Yo no me refería a eso— comentó Hazel
—Está bien, te creemos— dijo Apolo
Los mejores generales y emperadores romanos aseguraban ser descendientes de dioses. La mayoría de las veces decían la verdad. El augur que vamos a visitar, Octavio, es un legado, un descendiente de Apolo. Supuestamente, tiene el don de la profecía.
—¿Supuestamente?— preguntó Apolo —no importa, me parece genial que sea un descendiente mío
Los chicos que conocieron personalmente a ese legado intercambiaron miradas
—No pongas esa cara Bianca, si te portas bien puedes ser mi legado favorito— comentó Apolo
Nico y Will intercambiaron una mirada
—Creo que no me está dejando la vara muy alta— murmuró Bianca a sus amigos, pues sí habían escuchado parte de esa historia y lo que había hecho
—No creo que después le parezca tan genial— murmuró Will
—Ni a ninguno de los demás dioses— señaló Rachel a su lado
—¿Supuestamente?
Hazel adoptó una expresión avinagrada.
—Ya lo verás.
—No suena bien eso— comentó Apolo con una mueca
—Además creo que tu descendiente les cae mal— señaló Hermes —solo hace falta ver sus expresiones
—Caernos mal es algo muy suave— murmuró Miranda
Eso no hizo sentirse mejor a Percy, si el tal Octavio tenía el destino de él en sus manos.
—Entonces las divisiones, las cohortes, lo que sea… ¿Estáis repartidos según vuestro padre divino?
—Esa sería una buena idea— dijo Connor
—Una increíble idea— asintió Katie
—Es lo que yo dije, pero como que le gustó— dijo Percy
Al menos casi todos ya estaban recuperando su color natural
Hazel se lo quedó mirando.
—¡Qué idea más horrible! No, los oficiales deciden adónde destinar a los reclutas. Si nos repartieran según los dioses, todas las cohortes serían desiguales. Yo estaría sola.
—No le agradó mucho mi idea— señaló Percy
—Las cohortes estarían desiguales y realmente te acostumbras— dijo Hazel
Percy sintió una aguda tristeza, como si él también se hubiera visto en esa situación.
—¿Por qué? ¿Cuál es tu ascendencia?
—No te preocupes, ya lo sé— dijo Percy
—Me parece muy bien— dijo Hazel
—Por supuesto que sí— dijo Percy
Antes de que ella pudiera contestar, alguien gritó detrás de ellos:
—¡Esperad!
Un fantasma corría hacia ellos: un anciano con una barriga como un balón de gimnasia y una toga tan larga que no paraba de tropezar con ella.
—Vitelio— dijo Jason con una sonrisa
—No podíamos esperar que no fuera a verlo— comentó Reyna
—Cierto— asintió Jason
Cuando los alcanzó, le faltaba el aliento, y su aura morada parpadeaba en torno a él.
—¿Es él? —preguntó el fantasma con voz entrecortada—. ¿Un nuevo recluta para la Quinta, quizá?
—Probablemente— dijo Percy encogiéndose de hombros
—Con que ahora no te tropieces cuando te presenten a tus compañeros— bromeó Travis
—Por supuesto que no, ya maduré ya no me tropiezo— dijo Percy riendo
—Bueno, no podemos decir que no fuera una buena entrada— comentó Luke
—¿Lo ven? Fue una buena entrada— señaló Percy
—Vitelio —dijo Hazel—, tenemos bastante prisa.—
El fantasma miró a Percy frunciendo el entrecejo y lo rodeó, inspeccionándolo como si fuera un coche de segunda mano.
—Pero hay coches de segunda mano muy buenos— señaló Leo
—Eso es muy cierto— asintió Hefesto
—Bueno, pero si voy a ser un auto de segunda mano quiero ser un maserati descapotable rojo— dijo Percy
—No sé —se quejó—. Necesitamos lo mejor para la cohorte. ¿Tiene todos los dientes? ¿Sabe luchar? ¿Limpia cuadras?
—Sí, sí y no —contestó Percy—. ¿Quién es usted?
—Que bueno que tienes todos los dientes— dijo Leo
—Eso me agrada mucho— asintió Percy
—Es motivo de alegría— asintió Leo
—Percy, este es Vitelio —la expresión de Hazel decía: « Síguele la corriente» —. Es uno de nuestros lares; le interesan los nuevos reclutas.
—Una manera de decirlo— murmuró Jason
—Y vaya que sí— dijo Hazel
En un porche cercano, otros fantasmas se reían disimuladamente mientras Vitelio se paseaba de un lado al otro, tropezando con su toga y subiéndose el cinturón de la espada.
—Genial— dijo Leo
—Por eso es que las togas no deberían ser tan largas— dijo Apolo
—Era cuestión de moda— comentó Afrodita
—Sí —dijo Vitelio—, en la época de César (Julio César, claro está), la Quinta Cohorte era extraordinaria. ¡La Duodécima Legión Fulminata, el orgullo de
Roma! Pero es una vergüenza a lo que hemos llegado en la actualidad.
Los romanos hicieron una mueca
Fíjate en Hazel, usando una spatha. Un arma ridícula para una legionaria romana. ¡Es para la caballería! Y tú, muchacho… hueles a cloaca. ¿No te has bañado?
—He estado algo ocupado luchando contra unas gorgonas —respondió Percy.
—Eso lo explica— asintió Leo
—Me agrada que haya entendido mi explicación— dijo Percy
—Es que no tenía cómo argumentar contra algo así— dijo Piper
—Probablemente haya sido eso— dijo Percy
—Vitelio —lo interrumpió Hazel—, tenemos que escuchar el augurio de Percy antes de que pueda unirse a nosotros. ¿Por qué no vas a ver a Frank? Está en el arsenal haciendo el inventario. Ya sabes lo mucho que aprecia tu ayuda.
Frank miró a Hazel
—Lo siento— Hazel se sonrojó —pero no sabía qué más decirle
—Está bien— suspiró Frank
Las cejas peludas y moradas del fantasma se arquearon.
—¡Marte todopoderoso! ¿Dejan que el probatio revise el armamento?
¡Estamos perdidos!
Ares resopló. Frank se sonrojó
Se marchó calle abajo dando traspiés, deteniéndose cada pocos metros para recoger su espada o volver a colocarse la toga.
—¡Buenooo! —dijo Percy.
—Fue un encuentro interesante— dijo Percy
—Interesante es una forma de decirlo— comentó Hazel
—No sé me ocurre un adjetivo mejor— dijo Percy
—Lo siento —dijo Hazel—. Es un poco excéntrico, pero es uno de los lares más viejos. Ha estado con nosotros desde que la legión se fundó.
—Eso suena como hace mucho tiempo— dijo Leo
—Hace bastante tiempo de hecho— asintió Hazel
—Ha llamado a la legión… ¿Fulminata? —preguntó Percy.
—Armada con el rayo —tradujo Hazel—. Es nuestro emblema. La Duodécima Legión estuvo presente durante todo el Imperio romano.
—Una buena legión— dijo Zeus
Atenea hizo una mueca
—Con razón decían que hace mucho tiempo— dijo Leo
—Eso lo explica todo— dijo Rachel
—Y vaya que lo hace— asintió Leo
Cuando Roma cayó, muchas legiones desaparecieron. Nosotros nos escondimos, obedeciendo órdenes secretas del mismísimo Júpiter: seguir con vida, reclutar a semidioses y a sus hijos, mantener Roma activa.
Atenea resopló
Hemos estado haciéndolo desde entonces, cambiando de sitio según donde la influencia romana era mayor. Durante los últimos siglos hemos estado en Estados Unidos.
—Sip, definitivamente sí es raro— comentó Katie
—La rareza es parte de nuestras vidas— dijo Miranda
—Y vaya que sí lo es— dijo Chris
Por extraño que aquello pudiera parecer, a Percy no le costó creerlo. De hecho, le resultaba familiar, como si siempre lo hubiera sabido.
—No siempre, pero sí— dijo Grover
—Eso lo resume— dijo Percy
Sally suspiró
—Y tú estás en la Quinta Cohorte —aventuró—, que puede que no sea la más popular.
Hazel frunció la frente.
—Sí. Me alisté en septiembre del año pasado.
—Y eso fue antes de que Jason desapareciera— señaló Hermes
—Y como sabes, no existen las coincidencias y menos si sabemos que es una de los siete— dijo Apolo
Hazel y Nico intercambiaron miradas
—Eso fue… pocas semanas antes de que ese tal Jason desapareciera.
Percy sabía que había tocado un tema delicado. Hazel bajó la vista.
Jason le sonrió y Hazel le regresó la sonrisa
Permaneció callada suficiente tiempo para contar todos los adoquines. —Vamos —dijo por fin—. Te enseñaré mi vista favorita.
—Tu vista favorita es increíble— dijo Percy
—Y por eso es su vista favorita— señaló Rachel
—Sí, supongo que eso es lógico— asintió Percy
—Creo que lo es— dijo Rachel
Se detuvieron delante de las puertas principales. La fortaleza estaba situada en el punto más elevado del valle, de forma que podían verlo prácticamente todo.
—Eso explica por qué es su vista favorita— añadió Miranda
—Nos la podemos imaginar y es muy genial— dijo Katie
Hazel sonrió
El camino bajaba al río y se bifurcaba. Un sendero avanzaba hacia el sur, cruzaba un puente y subía hasta la colina con todos los templos. El otro camino llevaba hacia el norte, a la ciudad, una versión en miniatura de la antigua Roma.
—Al menos lo que yo creo porque nunca estuve en Roma… Al menos no la Roma antigua murmuró Percy
—Eso lo explica muy bien— asintió Piper
Poseidón suspiró
A diferencia del campamento militar, la ciudad tenía un aspecto caótico y lleno de colorido, con edificios apretujados desordenadamente. Incluso desde tan lejos, Percy podía ver a la gente reunida en la plaza, los compradores apiñados en un mercado al aire libre, los padres jugando con sus hijos en los parques.
—Aquí vamos de nuevo— murmuró Percy para sí mismo, lo bueno es que le había advertido a Annabeth
Lo legados también se veían y se sentían igual de incómodos, aunque no exactamente por la misma razón, si no porque la descripción de la ciudad y las actividades que estaban describiendo el libro, ellos las habían hecho, habían ido a jugar a ese parque, todos conocían el mercado, básicamente era la vida que habían perdido
—¿Tenéis familias aquí? —preguntó.
—¿En la ciudad? Desde luego —dijo Hazel—. Cuando te aceptan en la legión, cumples diez años de servicio. Después puedes darte de baja cuando te dé la gana. La mayoría de los semidioses pasan al mundo de los mortales.
—Míralos, que calladitos están— señaló Apolo mirando a los chicos
—Por supuesto, ninguno quiere decir nada —dijo Hermes riendo
—¿Por qué nosotros estamos callados?— preguntó Travis a su novia
—No tengo idea —dijo Katie
—Porque son buenas personas y se van a mantener callados— dijo Rachel
Katie y Travis se miraron —Nah
Aunque realmente los dos sabían que no los iban a molestar, al menos por ahora
—¿Alguien los puede amordazar?— preguntó Leo
—Nadie va a amordazar a mi hija— dijo Deméter
—Mi papá dice que tampoco nadie me va a amordazar a mí— señaló Travis
—Lo siento, por supuesto que no— dijo Hermes algo distraído, pues se estaba dando cuenta de la forma en que Luke veía a los legados y no estaba seguro de lo que eso significaba
Pero para algunos… es bastante peligroso. Este valle es un santuario. En la ciudad puedes ir a la universidad, casarte, tener hijos y jubilarte cuando te haces viejo. Es el único lugar seguro de la tierra para la gente como nosotros.
A pesar de la incomodidad del ambiente, los semidioses griegos no podían evitar pensar que un lugar donde pudieras vivir una vida normal era genial. Ellos no conocían muchos semidioses que fueran adultos y mucho menos que tuvieran familias y por obvias razones a todos se les ocurría pensar ¿Donde estaremos en el futuro?
De modo que muchos veteranos se construyen sus casas aquí, bajo la protección de la legión.
Semidioses adultos. Semidioses que podían vivir sin temor, casarse, formar una familia. A Percy le costaba creerlo. Parecía demasiado bueno para ser verdad.
—Bueno querido, espero que ya veas que es verdad, y lo vean todos— dijo Afrodita con una risita
Sally también miró a su hijo y a Annabeth con una sonrisa, lo que los hizo sonrojarse más
—Al menos no somos los únicos— susurró Percy a Annabeth mirando la cara de sus amigos
—¿Y si atacan el valle?
Hazel frunció los labios.
—Tenemos defensas. Las fronteras son mágicas, pero nuestra fuerza ya no es lo que era.
Helena vio a Charles y Bianca intercambiar miradas y decirse algo en secreto
Últimamente los ataques de los monstruos han aumentado. ¿Te acuerdas de lo que dijiste sobre lo que te había costado matar a las gorgonas?
Nosotros también lo hemos notado con otros monstruos.
—A todos nos avisaron menos a ti— señaló Leo
—Sí, lo noté— asintió Percy —una notita o algo habría estado bien
—No pueden haber notitas— comentó Leo
—¿Sabéis cuál es la causa?
Hazel apartó la vista. Percy advirtió que estaba ocultándole algo: algo que se suponía que no debía decir.
—Bueno Hazel eso es parte de ser amiga de Percy— dijo Rachel
—Genial— suspiró Hazel
Percy le sonrió
—Es… es complicado —dijo ella—. Mi hermano dice que la Muerte no es…
Un elefante la interrumpió.
—Tu hermano— murmuró Bianca para sí misma
Bianca sabía que no debía comportarse de esa manera sobretodo porque de hecho Hazel le caía bien, pero simplemente no podía evitarlo. Sí, sí, había dicho que quería dejar de ser una carga emocional para Nico, pero ahora que tenía una segunda oportunidad se había dado cuenta que Nico ya no dependía de ella
—Tu hermano— dijo Apolo mirando a Nico que se había sonrojado
—Así que lo sabías desde antes— señaló Hades
Nico asintió incómodo
—¿Por qué él siempre sabe los secretos antes que todos?— preguntó Travis
—Ni idea— dijo Thalia
Alguien gritó detrás de ellos:
—¡Abrid paso!
Hazel apartó a Percy del camino, y un semidiós montado en un paquidermo adulto cubierto con una armadura de Kevlar negra pasó a su lado.
—Vaya, eso no lo ves todos los días— dijo Katie
—Bueno, nosotros sí lo vemos todos los días— comentó Frank
—Pues sí Kat, obviamente ellos lo ven todos los días— señaló Travis
—Sí obviamente, no sé en que estaba pensando— dijo Katie
La palabra ELEFANTE estaba impresa en el lateral de la armadura, un detalle que a Percy le pareció algo evidente.
—Por si tenías dislexia de animales— señaló Leo
—Eso ni siquiera existe— dijo Piper
—¿Cómo sabes?— preguntó Leo —tú no tienes dislexia de animales, así que no puedes saberlo
—Un argumento bastante razonable— bromeó Percy
El elefante avanzó por el camino con gran estruendo y giró hacia el norte, en dirección al gran campo abierto donde había unas fortificaciones en construcción.
Percy escupió el polvo que le había entrado en la boca.
—Tenía hambre, pero no de polvo— se quejó Percy
—Qué no va a ser lo que tú quieras— dijo Leo riendo
—También lo noté— dijo Percy
—Pero ¿qué…?
—Un elefante —explicó Hazel.
—Sí, he leído el letrero. ¿Por qué le ponéis un chaleco antibalas a un elefante?
—Pues para que no le lleguen las balas, Percy— dijo Leo
—Pues sí Percy ¿Para qué creías que era?— preguntó Connor negando con la cabeza
—Para que se viera más aterrador— murmuró Percy
—Esta noche hay juegos de guerra —contestó Hazel—. Ese es Aníbal. Si no contáramos con él, se llevaría un disgusto.
—Eso es algo que no podemos permitir.
—No sería bueno— dijo Frank
—Definitivamente no lo sería— dijo Hazel
—No queremos lidiar con Anibal enojado— señaló Jason
Hazel se rió. Costaba creer que apenas un momento antes hubiera estado tan malhumorada. Percy se preguntó qué sería lo que había estado a punto de decir. Ella tenía un hermano. Sin embargo, había dicho que se quedaría sola si en el campamento la clasificaran por su padre divino.
—Un misterio muy misterioso dijo Leo
—Sí había bastante misterio— comentó Percy —por otra parte en ese momento toda mi vida era un misterio
Percy no la entendía. Ella parecía simpática y de trato fácil, madura para alguien que no debía de pasar de los trece años. Pero también parecía ocultar una profunda tristeza, como si se sintiera culpable por algo.
Hazel se sonrojó
—Lo siento— murmuró Percy
—Está bien, no te preocupes— dijo Hazel
Hades miró a Hazel con una mueca, pues aunque no tuviera la personalidad de Plutón se preocupaba por su hija
Hazel señaló con el dedo hacia el sur, al otro lado del río. Unos nubarrones se estaban acumulando sobre la colina de los Templos. Relámpagos rojos bañaban los monumentos de una luz color sangre.
—Vaya, para darle más ambiente— dijo Travis
—Sí le dio mucho ambiente— asintió Percy
—Tenemos muy buenos efectos— dijo Jason
—Están geniales sus efectos— dijo Percy
—Octavio está ocupado —dijo Hazel—. Más vale que vayamos.
Por el camino se cruzaron con unos chicos con patas de cabra que descansaban en el borde del sendero.
—Otro encuentro interesante dijo Percy
—Y que lo digas— murmuró Hazel —pero creo que ese encuentro fue peor que el de Vitelio
—Estoy de acuerdo— asintió Percy
—¡Hazel! —gritó uno de ellos.
Se acercó trotando con una sonrisa de oreja a oreja. Lucía una camisa hawaiana descolorida y no llevaba nada de cintura para abajo salvo su tupido pelaje de cabra marrón.
—¿Un sátiro?— Preguntó Katie
—Fauno— dijo Frank
—¿Y cuál es la diferencia?— Preguntó Miranda
Grover le dió una mirada
—Espera, ya lo verás— dijo Percy
Su enorme peinado afro se meneaba cuando se movía. Tenía los ojos ocultos detrás de unas pequeñas gafas redondas con cristales tornasolados. Sujetaba un letrero de cartón que rezaba: trabajo canto hablo me largo a cambio de denarios.
Grover hizo una mueca
—Oh, la diferencia— murmuró Miranda
—Oye, yo necesito un cartel como ese— dijo Connor
—Probablemente te paguen mucho si así te callas— bromeó Chris
—Hola, Don —dijo Hazel—. Lo siento, no tenemos tiempo…
—¡Tranqui! ¡Tranqui! —Don avanzó trotando al lado de ellos—. ¡Eh, este tío es nuevo! —Sonrió a Percy—. ¿Tienes tres denarios para el autobús?
—No tenía ni uno— dijo Percy —y no estoy seguro si equivalen a lo mismo que los dracmas
—Tampoco es que tuvieras dracmas— dijo Leo
—Tienes toda la razón— asintió Percy
Me he dejado la cartera en casa y tengo que ir a trabajar, y además…
—Don —lo reprendió Hazel—. Los faunos no tienen carteras. Ni trabajos. Ni casas. Y no tenemos autobuses.
—Pero aún así le sirve el dinero— señaló Travis
—Pero realmente no creo que lo haga— dijo Hazel
—Vale —dijo él alegremente—, pero ¿tienes denarios?
—¿Te llamas Don el fauno? —preguntó Percy.
—Sí. ¿Y qué?
—Sí Percy ¿Y qué?— dijo Leo negando con la cabeza
—Por supuesto que nada— dijo Percy encogiéndose de hombros
—Nada —Percy trató de mantener la cara seria—. ¿Por qué no tienen trabajo los faunos? ¿No deberían trabajar en el campamento?
Don baló.
—¡Los faunos! ¡Trabajar en el campamento! ¡Me parto de risa!
—Ah murmuró Percy ya había tenido muchos choques culturales
—Te comprendo perfectamente— dijo Jason
—Y los que faltaban— suspiró Percy
—Los faunos son… hum… espíritus libres —explicó Hazel—. Holgazanean aquí porque es un sitio donde holgazanear y mendigar sin peligro. Los aguantamos, pero…
—Claro que ya aprendimos a diferenciar los faunos de los sátiros— murmuró Hazel
—Eso está muy bien— asintió Grover
—Hazel es alucinante —dijo Don—. ¡Es majísima! Los otros campistas se ponen en plan: « Lárgate, Don» . Pero ella siempre dice: « Por favor, lárgate, Don» . ¡La adoro!
—Los modales ante todo— asintió Connor
—Los modales deben ser primordiales— dijo Katie
Hazel se sonrojó
El fauno parecía inofensivo, pero a Percy le resultaba inquietante de todas formas. Tenía la sensación de que los faunos debían de ser algo más que simples criaturas sin hogar que mendigaban denarios.
—Oh vaya, sí hay diferencia— murmuró Katie
—Otro choque cultural para Percy— dijo Leo
—Y eso que ni siquiera sabía por qué era lo era— comentó Percy
Don miró al suelo delante de ellos y dejó escapar un grito ahogado de sorpresa.
—¡Premio!
Alargó la mano para coger algo, pero Hazel gritó:
—¡No, Don!
Hazel hizo una mueca, igual que Hades
Lo apartó de un empujón y cogió un pequeño objeto. Percy lo vislumbró antes de que Hazel se lo metiera en el bolsillo. Habría jurado que era un diamante.
—Era un diamante— murmuró Hazel
—Yo creo que por eso— dijo Percy
—¿Por qué hay diamantes? —preguntó Katie
Hazel suspiró —Es una historia muy larga
—Venga ya, Hazel —se quejó Don—. ¡Podría haberme comprado dónuts durante un año con eso!
—Por favor, Don —dijo Hazel—. Lárgate.
—Pero le dijiste por favor— dijo Miranda
—Ella tiene muchos modales— asintió Connor
Parecía afectada, como si acabara de salvar a Don del ataque de un elefante con chaleco antibalas.
El fauno suspiró.
—Bah, no puedo enfadarme contigo.
—Nadie puede enojarse contigo— dijo Frank
—Yo creo que sí pueden— suspiró Hazel
Pero te juro que es como si me trajeras suerte. Cada vez que apareces…
—Adiós, Don —dijo Hazel rápidamente—. Vamos, Percy.
—Bueno, ya que no me dejó de otra— murmuró Percy
—Así por las buenas ni como negarse— dijo Leo
—Lo siento— dijo Hazel
—Está bien— dijo Percy
La chica empezó a trotar. Percy tuvo que correr para alcanzarla. —¿A qué ha venido eso? —preguntó Percy—. El diamante del camino…
—Por favor —dijo ella—. No preguntes.
—Por favor Percy, largate— bromeó Leo
—No me podía largar porque no sabía a donde— señaló Percy
—Solo por eso no te lo dijo— comentó Leo —porque no te podía dejar vagando por ahí
—Eso creo— asintió Percy
Anduvieron en un silencio incómodo el resto del trayecto hasta la colina de los Templos. Un sinuoso sendero de piedra pasaba por delante de una extravagante mezcla de diminutos altares y enormes panteones abovedados. Las estatuas de dioses parecían seguir a Percy con los ojos.
—¿Por qué las estatuas siempre dan esa sensación?— preguntó Travis
—Tal vez porque algunas son más que estatuas— señaló Katie
—¿Cómo podremos vivir tranquilos después de semejante revelación?— dijo Connor
—No sé, pero debemos dejar de estar donde haya estatuas— comentó Percy
Hazel señaló el templo de Belona.
—La diosa de la guerra —dijo—. Es la madre de Reyna.
—Por si no se habían dado cuenta— dijo Apolo —a pesar de que lo dijo cuando llegó
—Ay, yo ni siquiera sabía que existía— murmuró Katie
—Ahora ya lo sabes— señaló Chris
A continuación, pasaron por delante de una enorme cripta roja decorada con cráneos humanos y pinchos de hierro.
—Por favor, dime que no vamos ahí dentro —dijo Percy.
—Suena muy bien ese lugar— comentó Clarisse
—Por supuesto que suena bien— dijo Ares
—Claro que sí— murmuró Percy intercambiando una mirada con Frank
Hazel negó con la cabeza.
—Ese es el templo de Marte Ultor.
—Marte… ¿Ares, el dios de la guerra?
—Ese es su nombre griego —dijo Hazel—.
—Con razón sonaba tan bien para ti— dijo Chris con una sonrisa
—Eso lo explica— asintió Clarisse
Pero sí, es el mismo dios. Ultor significa « el Vengador» . Es el segundo dios más importante de Roma.
—Cada vez me gusta más ahí— comentó Clarisse
—La verdad esperaba algo así— asintió Percy
A Percy no le hizo mucha ilusión oír eso. Por algún motivo, le bastaba con mirar el feo edificio rojo para ponerse furioso.
Ares resopló
—Y por eso tiene sentido la reacción que tuviste… Después— señaló Frank
—Y que lo digas— murmuró Hazel
Percy se encogió de hombros
Señaló la cima. Las nubes se arremolinaban sobre el templo más grande, un pabellón redondo con un círculo de columnas blancas que soportaban un tejado abovedado.
—Otro templo bonito— murmuró Percy
Hazel lo miró con una sonrisa apenada
—Supongo que ese es el templo de Zeus…, quiero decir, de Júpiter. ¿Es allí adonde vamos?
—Sí —Hazel parecía nerviosa—. Octavio lee los augurios allí: en el templo de Júpiter Óptimo Máximo.
Zeus tenía una mirada arrogante
—Y vaya que era un templo genial— murmuró Percy a Annabeth
—Por supuesto que lo sería— asintió Annabeth
Percy tuvo que pararse a pensar, pero las palabras en latín se tradujeron automáticamente a su idioma.
—Júpiter… ¿el mejor y el más grande?
—Por supuesto— dijo Zeus
Algunos de los dioses bufaron
—Exacto.
—¿Cuál es el título de Neptuno? —preguntó Percy—. ¿El más molón y el más alucinante?
—Esto, no exactamente.
—Ya me di cuenta que no— dijo Percy
—Lo siento— murmuró Hazel
—Está bien, no es culpa tuya— dijo Percy
Poseidón resopló
Hazel señaló un pequeño edificio azul del tamaño de un cobertizo para herramientas. Encima de la puerta había clavado un tridente cubierto de telarañas.
Percy echó un vistazo al interior.
—Vaya— murmuraron algunos de los chicos griego, mientras que los romanos se removieron incómodos
Poseidón resopló, Zeus le dio una mirada altanera
Sobre un pequeño altar había un cuenco con tres manzanas secas y mohosas.
Se le cayó el alma a los pies.
—Un sitio muy frecuentado.
—Por eso me caen mejor los griegos— comentó Poseidón
—Gracias— corearon unos cuantos chicos griegos con una sonrisa
Atenea no lo iba a decir en voz alta y si algún día le preguntaban probablemente lo negaría, pero ella estaba de acuerdo con Poseidón, los romanos le robar a ella más que a ningún otro dios
—Lo siento mucho, Percy —dijo Hazel—. Es solo que… los romanos siempre tuvieron miedo del mar. Solo usaban los barcos cuando no les quedaba más remedio. Incluso en épocas modernas, tener un hijo de Neptuno cerca siempre ha sido un mal presagio.
—Uy, te volvieron a decir mal presagio— señaló Travis
—Lo noté— asintió Percy con una mueca
La última vez que uno se alistó en la legión fue… en 1906, cuando el Campamento Júpiter estaba al otro lado de la bahía de San Francisco. Hubo un gran terremoto…
—¿Me estás diciendo que lo provocó un hijo de Neptuno?
—Oh sí, ese terremoto— dijo Apolo
—Nos acordamos— asintió Hermes
—No hay forma de olvidar algo así— dijo Apolo
—Eso dicen —Hazel adoptó un tono de disculpa—. De todas formas, los romanos temen a Neptuno, pero no lo quieren mucho.
—Es recíproco eso de no querernos mucho— murmuró Poseidón, aunque sí lo dijo en tono de broma o no, nadie lo sabía
Percy se quedó mirando las telarañas que cubrían el tridente.
« Estupendo» , pensó. Aunque ingresara en el campamento, nunca lo querrían.
Percy hizo una mueca
A lo máximo a lo que podía aspirar era a dar miedo a sus compañeros de campamento. Tal vez, si lo hacía especialmente bien, le dieran unas manzanas mohosas.
—¿Se dan cuenta como cambian las cosas?— preguntó Travis con un tono un poco dramático
Los amigos de Percy asintieron de acuerdo. Percy se sonrojó
Aun así… situado ante el altar de Neptuno, sintió que algo se removía dentro de él, como si unas olas corrieran por sus venas.
—Eso sería raro, pero no creo que imposible— bromeó Connor
—La verdad, con Percy ya dudo que algo sea imposible— dijo Travis
—Gracias, creo— murmuró Percy
Metió la mano en la mochila y sacó el último alimento que le quedaba de los víveres del viaje: un bollo rancio. No era gran cosa, pero lo dejó sobre el altar.
—Pero era mejor que nada— dijo Percy encogiéndose de hombros
—Por supuesto que lo era— dijo Poseidón con una sonrisa
—Hola… papá —se sentía muy ridículo hablando con un frutero—. Si puedes oírme, échame una mano, ¿vale? Devuélveme la memoria. Dime… dime lo que tengo que hacer.
Poseidón le dio una mirada preocupada a su hijo
Se le quebró la voz. No pretendía ponerse sentimental, pero estaba agotado, tenía miedo y había estado perdido tanto tiempo que habría dado cualquier cosa por un consejo. Quería saber algo seguro sobre su vida, sin tener que intentar recobrar recuerdos perdidos.
—Por supuesto que sí, cariño— dijo Sally
Percy le sonrió un poco
Hazel le posó la mano en el hombro.
—Todo irá bien. Ahora estás aquí. Eres uno de los nuestros.
Hazel le sonrió
Percy se sentía incómodo buscando consuelo en una chica de octavo curso a la que apenas conocía, pero se alegraba de que ella estuviera allí.
—Gracias— dijo Percy con una sonrisa
—Por supuesto que sí— dijo Hazel —cuando quieras
Encima de ellos, un trueno retumbó. Un relámpago rojo iluminó la colina. —Octavio ya casi ha terminado —dijo Hazel—. Vamos.
—El color de la maldad— murmuró Percy
—Cada vez estamos más de acuerdo que sí es el color de la maldad— asintió Connor
—Gracias, que bueno que se den cuenta— dijo Percy riendo
Comparado con el cobertizo para herramientas de Neptuno, el templo de Júpiter era sin duda óptimo y máximo.
—Por supuesto — dijo Zeus satisfecho
Algunos de los dioses rodaron los ojos
El suelo de mármol tenía bonitos mosaicos grabados e inscripciones en latín. Casi veinte metros por encima, el techo abovedado emitía destellos dorados. Todo el templo estaba abierto al viento.
—Sí suena óptimo y máximo— comentó Rachel
—Y vaya que sí— asintió Percy
En el centro había un altar de mármol, donde un chico con toga estaba haciendo una especie de ritual delante de la enorme estatua dorada del pez gordo al que estaba dedicado el enorme templo: Júpiter, el dios del cielo, vestido con una toga morada de seda de talla XXXL y con un rayo en la mano.
—Que por cierto, no se parece— dijo Percy
—Ahora comprendo ese comentario— dijo Hazel
—Igual yo— asintió Percy
—Bueno, pues es que han sido pocos los que pueden ver el rayo maestro— comentó Artemisa
—No lo parece —murmuró Percy.
—¿Qué? —preguntó Hazel.
—El rayo maestro —contestó Percy.
—Ese comentario— señaló Percy
—Bueno, son pocas personas las que realmente lo han visto—dijo Artemisa
—Y tienen que hacer lo que ellos creen— asintió Apolo
—¿Qué dices?
—Yo… —Percy frunció el entrecejo. Por un segundo, le pareció recordar algo. Acto seguido, el recuerdo desapareció—. Nada, supongo.
—Es horrible eso— suspiró Jason
—Y vaya que sí— asintió Percy con una mueca
El chico del altar levantó las manos. Más rayos rojos relampaguearon en el cielo y sacudieron el templo. A continuación bajó las manos, y el estruendo cesó. Las nubes pasaron del gris al blanco y se despejaron.
—Tiene una buena escena— dijo Apolo
—El ambiente sí le favorecía— comentó Percy
—Efectos especiales y todo— dijo Travis
—Hey— se quejó Rachel —ustedes también tienen efectos especiales
—Claro y son geniales— dijo Travis —y no lo digo solo porque me des miedo
—Y eso que no trae su cepillo azul— señaló Percy
Un truco impresionante, considerando que el chico parecía un tirillas. Era alto y flaco, con el pelo de color pajizo, unos tejanos que le venían muy grandes, una camiseta holgada y una toga caída. Parecía un espantapájaros vestido con una sábana.
—Oye ¿Por qué le dices espantapájaros a uno de mis descendientes?— preguntó Apolo
Percy se sonrojó
—Tal vez porque lo parecía— señaló Hermes
—Es probable— dijo Percy
—¿Qué está haciendo? —murmuró Percy.
El chico de la toga se volvió. Tenía una sonrisa torcida y una mirada ligeramente desquiciada, como si acabara de jugar a un intenso videojuego.
—Y perdiera en todas las partidas— murmuró Travis
—Tienes toda la razón, hermano— asintió Connor
En una mano sostenía un cuchillo. En la otra había algo parecido a un animal muerto. Ninguna de las dos cosas le hacían parecer menos desquiciado.
—Qué horror— dijo Katie
Para los chicos griegos que vivieron el ataque liderado por Octavian,el recuerdo todavía estaba muy fresco, así que realmente no podían tener mucha empatía con el chico
—Percy —dijo Hazel—, este es Octavio.
—¡El graecus! —anunció Octavio—. Qué interesante.
—Hola —dijo Percy—. ¿Estás matando animalitos?
—Así es como se inicia una buena conversación— dijo Miranda
—Percy siempre ha iniciado las mejores conversaciones— asintió Connor
—Gracias— dijo Percy
Octavio miró el objeto velloso de su mano y se echó a reír.
—No, no. Hubo un tiempo en que sí se mataban. Antes solíamos interpretar la voluntad de los dioses examinando entrañas de animales: pollos, cabras, esa clase de bichos. Ahora usamos esto.
—Era un buen medio para interpretar nuestra voluntad— argumentó Apolo al ver las miradas de algunos chicos
—Ni siquiera quiero saber como lo hacían— dijo Piper con una mueca
Lanzó el objeto velloso a Percy. Era un oso de peluche destripado. Entonces Percy se fijó en que había un montón de animales de peluche mutilados al pie de la estatua de Júpiter.
—Pobres animalitos de peluche— masculló Percy
—Pero es mejor que animalitos de verdad— señaló Katie
—¿De verdad? —preguntó Percy.
Octavio bajó del estrado. Debía de tener unos dieciocho años, pero era tan flaco y tan pálido que podría haber pasado por más joven.
—Pero su mirada no era la de alguien joven— señaló Annabeth a su novio
—Parecía desquiciado— murmuró Percy
Annabeth hizo una mueca
Al principio parecía inofensivo, pero cuando se acercó, Percy dudó. Los ojos de Octavio brillaban con una intensa curiosidad, como si pudiera destripar a Percy con la misma facilidad que a un oso de peluche si creía que podía aprender algo de ello.
—Y sí— murmuró Will
—¿Le vas a decir a tu padre?— preguntó Rachel en voz baja
—Tengo la sensación de que se va a dar cuenta— dijo Will
Octavio entornó los ojos.
—Pareces nervioso.
—Me recuerdas a alguien —dijo Percy—. No recuerdo a quién.
—Y no voy a decir a quién— dijo Percy
—No puedo creer que nos dejes con la duda— dijo Leo negando con la cabeza
Percy se encogió de hombros
—Posiblemente a mi tocayo, Octavio César Augusto. Todo el mundo dice que tengo un extraordinario parecido.
—Eso podría tener sentido— asintió Apolo
—Podría tener sentido si supiera quién era él— murmuró Percy
Percy no creía que ese fuera el motivo, pero era incapaz de recordarlo.
—¿Por qué me has llamado « el griego» ?
—Lo he visto en los augurios —Octavio señaló con el cuchillo el montón de relleno que había sobre el altar—. El mensaje decía: « El griego ha llegado» . O puede que « El ganso ha gritado» .
—Muy difícil saber cuál era la correcta— dijo Piper
—Ambas podrían ser verdad— asintió Leo
—Sí, por supuesto que sí podrían— dijo Percy
—Es que nunca sabes que puedes encontrar en el relleno de los peluches— señaló Leo
Creo que la primera interpretación es la correcta. ¿Quieres alistarte en la legión?
Hazel habló por él. Le contó a Octavio todo lo que había ocurrido desde que habían coincidido en el túnel: las gorgonas, la lucha en el río, la aparición de Juno y su conversación con Reyna.
—Gracias, probablemente me habría desviado del tema— dijo Percy
—De nada— dijo Hazel riendo
Cuando mencionó a Juno, Octavio se quedó sorprendido.
—Juno —meditó—. La llamamos Juno Moneta. Juno la Avisadora. Aparece en épocas de crisis para aconsejar a Roma sobre graves amenazas.
—Pues sí, básicamente— dijo Apolo
—Eso lo explica todo— asintió Miranda
Lanzó una mirada a Percy, como diciendo: « Como un griego misterioso, por ejemplo» .
—Por ejemplo— dijo Leo
—Entendí el mensaje— dijo Percy con una mueca
—Bastante claro— dijo Leo
—Muy directo— asintió Percy
—He oído que la fiesta de Fortuna es esta semana —dijo Percy—. Las gorgonas han avisado de que ese día se producirá una invasión. ¿Lo ves en tu relleno?
—Era también una pregunta justa— comentó Percy
—Por supuesto que lo era— asintió Travis
—Lamentablemente, no —contestó Octavio suspirando—. La voluntad de los dioses es difícil de discernir. Y últimamente lo veo todo aún más oscuro.
—¿No tenéis…? No sé —dijo Percy—, ¿un oráculo o algo por el estilo?
—No, solo ustedes cuentan con un oráculo— dijo Apolo
—Eso también me parece genial— dijo Connor
—Porque su oráculo es genial— comentó Rachel riendo
—Obviamente— dijo Miranda
—¡Un oráculo! —exclamó Octavio sonriendo—. Qué idea más bonita. No, me temo que nos hemos quedado sin oráculos. Claro que si hubiéramos ido a buscar los libros sibilinos, como yo recomendé…
—Esos les podrían servir perfectamente— asintió Apolo
—Si no se hubieran quemado— dijo Hermes
Apolo se encogió de hombros
—¿Los libros sibi qué? —preguntó Percy.
—Unos libros proféticos con los que está obsesionado Octavio —respondió Hazel—. Los romanos solían consultarlos cuando se producían desastres. La mayoría de la gente cree que se quemaron con la caída de Roma.
—La gente ya no lo cree— murmuró Hazel
Apolo la miró con incredulidad
—Alguna gente cree eso —la corrigió Octavio—. Por desgracia, nuestra actual dirección se niega a autorizar una misión en su búsqueda…
—Porque Reyna no es tonta —terció Hazel.
—En ese momento no era conveniente una misión de búsqueda— señaló Reyna
—Y aparte de cierta forma le habrías dado más poder— comentó Nico
—Lo que de hecho no nos hacía falta— masculló Reyna
—… así que solo tenemos unos cuantos fragmentos de los libros —continuó Octavio—. Unas cuantas predicciones misteriosas, como esas.
—Sí, eso suena bastante bien— murmuró Percy, intercambiando una mirada con Hazel y Frank
Señaló con la cabeza las inscripciones del suelo de mármol. Percy se quedó mirando las líneas de palabras, sin la esperanza de entenderlas. De repente, estuvo a punto de atragantarse.
—Y sería una tontería morir atragantado— comentó Percy
—Sí, un poco— asintió Leo
—Podría ser con un osito de goma— señaló Katie
—Esa —señaló con el dedo, traduciendo al tiempo que leía en voz alta—. « Siete mestizos responderán a la llamada. Bajo la tormenta o el fuego, el mundo debe caer…»
—Nuestra profecía favorita— dijo Piper
—Obviamente, todos la amamos— dijo Leo
—Excelente profecía— comentó Percy con sarcasmo
—Sí, sí —Octavio la terminó sin mirar—: « Un juramento que mantener con un último aliento. Y los enemigos en armas ante las Puertas de la Muerte» .
—Debiste completarla en griego antiguo— se quejó Connor —así como Jason la completó en latín
—Lo siento, no se me ocurrió— dijo Percy
—No creo que fuera bueno para él completarla e griego— señaló Thalia
—Y ese también es un buen punto— dijo Percy
—Yo… yo la conozco —a Percy le dio la impresión de que los truenos estaban sacudiendo otra vez el templo. Y entonces se dio cuenta de que su cuerpo entero estaba temblando—. Es importante.
—Pues sí, sí era importante— dijo Percy
—Suena como que sí pudiera ser importante— comentó Leo
—Pero nunca sabes ¿No?— bromeó Percy —tal vez no lo era
—Claro— dijo Piper
Octavio arqueó una ceja.
—Pues claro que es importante. La llamamos la Profecía de los Siete, pero tiene varios miles de años de antigüedad. No sabemos lo que significa.
—Nosotros ya lo sabemos— dijo Percy
—Y no les vamos a decir— señaló Leo
—Que grosero— dijo Travis negando con la cabeza
Cada vez que alguien trata de interpretarla… Bueno, Hazel te lo puede contar. Pasan cosas malas.
Hazel le lanzó una mirada asesina.
Hazel resopló
—Limítate a interpretar el augurio de Percy. ¿Puede alistarse en la legión o no?
Percy casi podía ver el cerebro de Octavio en funcionamiento, conjeturando si Percy sería de utilidad o no. Alargó la mano para coger la mochila de Percy.
—Espera— dijo Percy
—¿Qué sucede? —preguntó Bianca
—Es que viene una escena de violencia gráfica— señaló Percy
—¿Violencia gráfica?— preguntó Hermes
—Es muy violento— asintió Percy
Hazel le dio una mirada divertida
—Es un precioso especimen. ¿Puedo?
Percy no entendía a qué se refería, pero Octavio le arrebató la almohada con forma de oso panda que sobresalía de la parte superior de la bolsa.
—Mi oso panda— masculló Percy
—Ah, esa violencia— dijo Hermes
—Esa violencia— se quejó Percy
No era más que un ridículo muñeco de peluche, pero Percy lo había llevado consigo un largo trecho. Le había tomado cariño. Octavio se volvió hacia el altar y levantó su cuchillo.
Zoé miró el libro como si le hubiera hecho la peor de las ofensas
—Sí, pero era MÍ oso de peluche— se quejó Percy
—No puedo creer que haga algo así— dijo Zoé
—Yo tampoco lo pude creer— dijo Percy —y ni siquiera me acuerdo en donde la conseguí
—Y luego parece que fue casi a cámara lenta— comentó Katie
—Sí lo parecía al principio, pero luego fue demasiado rápido— dijo Percy
—¡Eh! —protestó Percy.
Octavio rajó la barriga del oso panda y echó su relleno sobre el altar. Lanzó el cuerpo a un lado, murmuró unas palabras sobre la pelusa y se volvió con una sonrisa de oreja a oreja dibujándole la cara.
—¡Mató a mi panda!— dijo Percy
—Eso no se hace— bufó Zoé —los pandas son sagrados
—Lo sé, pero a él nadie se lo dijo— masculló Percy
—Era un peluche— comentó Hermes
—¡No era solo un peluche!— protestaron Percy y Zoé al mismo tiempo
Hermes les dio una mirada rara. Igual que Charles a su hermana y Annabeth a Percy
—Hermes, no puedes meterte con los ositos de peluche, te respeto— dijo Apolo negando con la cabeza
—Vamos a guardar un minuto de silencio por el señor panda— dijo Leo de manera solemne
—¿En serio?— preguntó Bianca
—Estamos en minuto de silencio— anunció Esperanza
—Actúan como críos— señaló Atenea
—Te sorprenderá, pero son críos— dijo Apolo
De cualquier manera guardaron el minuto de silencio
—¡Buenas noticias! —anunció—. Percy puede alistarse en la legión. Le asignaremos una cohorte en la revista de la noche. Dile a Reyna que he dado mi aprobación.
Hazel relajó los hombros.
—Genial— dijo Katie
—Pero mató a mi panda— se quejó Percy
—Pero el relleno te dio buena suerte— señaló Katie
—Hummm… genial. Vamos, Percy.
—Ah, Hazel —dijo Octavio—. Me alegro de dar la bienvenida a Percy a la legión. Pero cuando se plantee la elección para pretor, espero que te acuerdes…
Hazel masculló una maldición
—Jason no está muerto —le espetó Hazel—. Tú eres el augur. ¡Se supone que debes buscarlo!
—¡Y lo estoy haciendo! —Octavio señaló el montón de animales de peluche destripados—.
Jason hizo una mueca
—No sé, tal vez aquí mi papá se de cuenta— murmuró Will
—Creo que le agrada que su descendiente sea importante— dijo Rachel
—Pero no ese tipo de importancia— dijo Will
¡Consulto a los dioses todos los días! Desafortunadamente, después de ocho meses, no he encontrado nada. Por supuesto, sigo buscando. Pero si Jason no vuelve para la fiesta de Fortuna, debemos actuar.
—De acuerdo, ahí sí tenía razón— comentó Jason —no podía seguir el lugar vacío
Sus amigos romanos hicieron una mueca
No podemos mantener más tiempo un vacío de poder. Espero que me apoyes como pretor. Significaría mucho para mí.
Hazel resopló
Hazel apretó los puños.
—¿Yo? ¿Apoyarte? ¿A ti?
—No sé como creyó que eso iba a pasar— dijo Frank
—Porque tenía sus métodos— dijo Hazel con una mueca
—Que horribles métodos— señaló Percy
Octavio se quitó la toga y la dejó, junto con el cuchillo, sobre el altar. Percy se fijó en las siete rayas del brazo de Octavio: siete años en el campamento, supuso Percy. La marca de Octavio era un arpa, el símbolo de Apolo.
—Es un símbolo muy genial— dijo Apolo
—Sí, tal vez no se de cuenta— dijo Will
Los demás semidioses le dieron a Apolo una mirada incómoda
—Después de todo —dijo Octavio a Hazel—, podría ayudarte. Sería una lástima que todos esos horribles rumores sobre ti siguieran circulando… o que, los dioses no lo quieran, se hicieran realidad.
—¿Cómo se atreve ese mocoso a amenazarte?— gruñó Hades
—Creo que ya no es tan genial tu descendiente— comentó Hermes
—Ese mocoso no puede estarte chantajeando— masculló Hades
Nico resopló
Percy se metió la mano en el bolsillo y sacó el bolígrafo. Aquel chico estaba chantajeando a Hazel. Saltaba a la vista. A la menor señal de Hazel, Percy estaba dispuesto a sacar a Contracorriente y comprobar qué tal le sentaba a Octavio estar al otro lado de una hoja afilada.
—Gracias— dijo Hazel
—No hay de qué, él no podía hacerte eso— masculló Percy
—Pues él creía que podía— dijo Hazel
Hazel respiró hondo. Tenía los nudillos blancos.
—Lo pensaré.
—Excelente —dijo Octavio—. Por cierto, tu hermano está aquí.
Nico masculló una maldición en italiano. Todas las miradas indiscretas fueron a Nico
Hazel se puso tensa.
—¿Mi hermano? ¿Por qué?
Octavio se encogió de hombros.
—Yo qué sé. Te espera en el templo de tu padre.
—No le iba a decir para qué— señaló Nico
—Qué bueno que no lo dijiste— dijo Hazel con una sonrisa
Pero… no lo invites a quedarse demasiado. Tiene un efecto perturbador en los otros. Y ahora, si me disculpáis, tengo que seguir buscando a nuestro pobre amigo perdido, Jason. Encantado de conocerte, Percy.
—Sí, supongo que estaba super preocupado— resopló Jason
—Matando animalitos de peluche y chantajeando gente— masculló Percy
—Debe ser un trabajo muy cansado— dijo Hazel
Hazel salió del pabellón como un huracán, y Percy la siguió. En su vida había estado tan contento de salir de un templo.
—También eso ya es debatible— dijo Percy
Hazel iba soltando juramentos en latín mientras marchaba colina abajo. Percy no captaba todo lo que decía, pero sí que entendió « hijo de gorgona» , « serpiente sedienta de poder» y unas cuantas propuestas sobre dónde podía meterse Octavio el cuchillo.
Hazel se sonrojó
—Fue muy gráfica, pero por supuesto no lo iba a repetir— dijo Percy
—Cuando quieras nos puedes dar clases— dijo Travis
—Así que ya saben no hagan enojar a Hazel —dijo Percy
—No lo haremos— comentó Connor negando con la cabeza
—Odio a ese tío —murmuró—. Si por mí fuera…
—No saldría elegido pretor, ¿verdad? —dijo Percy.
—Espero que no— masculló Hades
Nico y Will se miraron por un momento
—Ojalá pudiera estar segura. Octavio tiene muchos amigos, la mayoría comprados. El resto de los campistas le tienen miedo.
—¿Miedo de ese flacucho?
—Lógico— dijo Zoë
—Por supuesto que sí— masculló Hazel
—No lo subestimes. Reyna no es tan mala sola, pero si Octavio comparte su poder… —Hazel se estremeció—. Vamos a ver a mi hermano. Querrá conocerte.
—Yo creo que no quería conocerme— bromeó Percy
Nico se sonrojó
Percy no le discutió. Él también quería conocer al misterioso hermano y tal vez descubrir algo sobre el pasado de Hazel: quién era su padre o qué secreto ocultaba.
—Es mejor cuando conoces a las personas—dijo Percy con una sonrisa
—Claramente— asintió Thalia
—A veces no tanto— murmuró Hazel
A Percy le costaba creer que aquella chica hubiera hecho algo por lo que tuviera que sentirse culpable. Parecía demasiado amable. Pero Octavio se había comportado como si estuviera en posesión de unos trapos sucios de primera sobre ella.
Hazel hizo una mueca
—Pero no tiene ningún derecho a chantajearte por eso— señaló Perséfone
—Pero él creía que lo tenía— dijo Hazel con una mueca
Hazel llevó a Percy a una cripta negra construida en la ladera de la colina.
Allí esperaba un adolescente vestido con tejanos negros y cazadora de aviador.
—¡Hola! —gritó Hazel—. Traigo a un amigo.
Will le dio una mirada divertida a Nico, Nico se volvió a sonrojar
El chico se volvió. Percy experimentó otro de aquellos curiosos destellos, como si el extraño fuera alguien a quien debía conocer. El chico era casi tan pálido como Octavio, pero tenía los ojos oscuros y el cabello moreno, despeinado.
—Pues sí, debías conocerlo— dijo Thalia
—Pero él no me conocía a mí ¿Cómo lo iba a conocer yo?— bromeó Percy, realmente ya no tenía nada que decirle a Nico por eso, es cierto que al principio se había sentido muy enfadado porque le ocultó la verdad, pero por otro lado si no lo hubiera hecho quien sabe como hubiera terminado todo (Percy no creía que bien) había mucho en juego para que Nico le dijera la verdad en ese momento, pero eso no quería decir que no le pudiera tomar el pelo un poco
—Tienes toda la razón, sesos de alga— dijo Thalia riendo
Nico bufó
No se parecía en nada a Hazel. Llevaba un anillo con una calavera de plata, una cadena a modo de cinturón y una camiseta de manga corta negra con dibujos de calaveras estampados. En su costado colgaba una espada de color negro puro.
—Ay no ¿Quién será?— bromeó Connor
—Un misterio— dijo Percy
—No lo podemos adivinar con tan pocas pistas— dijo Connor
—Es bastante difícil hacerlo— asintió Percy
Bianca y Charles intercambiaron una mirada
Por un microsegundo, el chico pareció estupefacto al ver a Percy; aterrado incluso, como si un foco lo hubiera sorprendido.
—¡33-12! ¡Tenemos un 33-12!— gritó Travis
Nico les dio una mirada asesina —Al que vuelva a hacer un comentario, lo voy a mandar al inframundo con solo un viaje de ida
—No me vas a mandar al inframundo— dijo Reyna —pero realmente sabías que esto vendría ¿No?
—Sí— masculló Nico —esperaba que no, pero claro no lo podían dejar pasar
—Este es Percy Jackson —dijo Hazel—. Es un buen tío. Percy, te presento a mi hermano, el hijo de Plutón.
—Un placer— dijo Percy
Nico se sonrojó
—¿Y cómo conociste ese Campamento?— preguntó Poseidón
—Lo encontré— dijo Nico
—Lo que es una hazaña peligrosa— masculló Zeus dándole una mirada asesina a Nico y luego a Hades
—¿Después de lo que hizo Hera?— preguntó Hades
—El chico lo descubrió antes— bufó Zeus
—Y todo estaba tranquilo— señaló Hades
El chico recobró la compostura y alargó la mano.
—Encantado de conocerte —dijo—. Soy Nico di Angelo.
—Como saber que le caes mal a una persona en un solo paso— bromeó Leo
—Sí, tenemos a las cazadoras y a Nico buscando a Percy — añadió Thalia riendo, haciendo eco a lo que había dicho Annabeth en el libro pasado
—Cállate cara de pino— masculló Nico —debía ser un secreto
—Lo entiendo— dijo Percy
—El capítulo acabó— dijo Bianca mirando a su hermano
—Necesitamos saber que hace Nico— dijo Apolo —leamos otro
—¿A quién le paso el libro?— preguntó Bianca
Helena estaba jugueteando con la pluma que le había dado Piper, la descripción de la que había sido su casa la había dejado un poco incómoda y por supuesto la había hecho recordar ese horrible día en el Campamento Júpiter, aunque realmente no es que tuviera mucho que contar, la mayoría de las cosas fueron una sucesión rápida de los eventos, por ejemplo el día había empezado bien, estaban poniendo algo de equipaje para pasar las vacaciones en el Campamento Mestizo o eso fue hasta que la diosa del amor se apareció de repente en medio de la sala y en un susurro rápido le dijo algo a Piper. Ella palideció y negó con la cabeza, la diosa añadió algo más y desapareció cuando ellos cerraron los ojos.
—Mi mamá estuvo aquí— dijo Piper a Jason por un mensaje Iris, pues él ya se encontraba en el Campamento Mestizo por una emergencia con un monstruo —tenemos problemas…
Luego de eso Helena recuerda ir a casa de su tía Annabeth
—¿Piper?— preguntó Annabeth con el ceño fruncido —¿Que sucede?
Piper entró sin reverencias a la casa, Helena y Thom a lado de ella. Zoé parada en la sala con una mueca
—Mi mamá vino a verme —explicó Piper rápidamente —hay algún tipo de problemas con los dioses y está mal, es malo. Las barreras pueden caer en cualquier momento, estamos solos, hay que irse
—¿Que clase de problema?— preguntó Annabeth, mirando a Zoé
—No tengo idea— dijo Piper —pero mamá no se hubiera tomado la molestia de…
—Tiene que ver con Rachel, no hemos tenido noticias de ella— dijo Annabeth
—No sé— dijo Piper —pero tenemos que avisar a Reyna
Annabeth asintió —¡Zoé!
Después todo fue confuso, fue un caos, hubo estruendo y de repente Helena y su hermano estaban con Zoé y Charles huyendo de un telekhine, más días confusos y habían aparecido aquí...
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