PERCY XLIX, L
Percy
—Vamos a acabar ¿Quién sigue?— preguntó Hermes
—Me encanta cuando vamos a entrar a la recta final— dijo Apolo
—Que bueno que son los dos últimos capítulos— dijo Percy
—Por este libro— señaló Connor
—Gracias— murmuró Percy
—Yo quiero leer— dijo Frank, le pasaron el libro
Cuatro horas.
Es lo que tardó el caballo más veloz del mundo en llegar de Alaska a la bahía de San Francisco, avanzando recto sobre el agua por la costa del noroeste. También es lo que Percy tardó en recuperar del todo la memoria.
—Se tomó su tiempo— dijo Apolo
—Bueno, ya sabes lo que dicen, más vale tarde que nunca— dijo Hermes
—Supongo que sí— murmuró Percy
El proceso había empezado en Portland cuando había bebido la sangre de gorgona,
—Uno lo quiere olvidar, pero lo vuelves a recordar— dijo Connor negando con la cabeza
—Bueno, lo podemos olvidar— dijo Percy
—Me parece que no— comentó Thalia
—Nop— dijo Travis
—Que groseros— se quejó Percy
aunque su vida pasada había seguido resultándole desesperadamente vaga. Pero, mientras regresaban al territorio de los dioses del Olimpo, Percy lo recordó todo: la guerra con Cronos, su decimosexto cumpleaños en el Campamento Mestizo, su entrenador Quirón el centauro, su mejor amigo Grover,
Grover le sonrió
—Nos agrada que lo recuerdes— dijo Miranda
—Y bastante— asintió Grover
—Por supuesto que sí— dijo Annabeth
su hermano Tyson y, sobre todo, Annabeth:
—Obviamente— dijo Afrodita
—Por supuesto que tenía que recordarla aún más— dijo Perséfone
—Todos lo sabemos— asintió Apolo
Percy y Annabeth se sonrieron
dos estupendos meses de citas y, luego, BUM. Había sido abducido por la alienígena conocida como Hera. O Juno… como se llamara.
Hera le lanzó una mirada asesina a Percy
—Ciertamente su punto para estar enojado es válido— señaló Poseidón
Hera resopló
Ocho meses de su vida robados. La próxima vez que Percy viera a la reina del Olimpo, iba a darle un guantazo divino.
—Bueno...— murmuró Apolo
—Cállate Apolo— masculló Artemisa
Sus amigos y su familia debían de estar volviéndose locos. Si el Campamento Júpiter estaba en un aprieto tan grave, no quería imaginarse a lo que debían de estar enfrentándose en el Campamento Mestizo sin él.
—Claro Prissy— resopló Clarisse
—Bueno, solo si tomamos en cuenta que Annabeth quería matarnos a todos— dijo Travis
—Esa sí era una situación crítica— bromeó Miranda
—Estoy de acuerdo— asintió Leo
Annabeth rodó los ojos
Y lo que era aún peor: salvar los dos campamentos solo sería el principio. Según Alcioneo, la auténtica guerra tendría lugar muy lejos, en la tierra natal de los dioses. Los gigantes pensaban atacar el Monte Olimpo original y destruir a los dioses para siempre.
—Pequeño detallito que había que solucionar— asintió Leo
—Super chiquito— dijo Percy
Los dioses se miraron con preocupación
Percy sabía que los gigantes no podrían morir a menos que los semidioses y los dioses lucharan juntos. Nico di Angelo se lo había dicho.
—Sí pones atención— comentó Thalia
—Claro— asintió Percy
—Ahora nos damos cuenta— asintió Thalia
—La que no pone atención eres tú— dijo Percy
Annabeth también lo había mencionado en agosto, cuando había especulado sobre la posible participación de los gigantes en la nueva Gran Profecía: lo que los romanos llamaban la Profecía de los Siete. (Era lo malo de salir con la chica más lista del campamento: aprendías cosas.)
—Uy que malo— dijo Thalia
—Suena como una terrible consecuencia— dijo Katie
—Bueno, gracias sesos de alga— comentó Annabeth
Percy le dió una sonrisa inocente
Entendía el plan de Juno: unir a los semidioses romanos y griegos para crear un equipo de élite formado por héroes, y luego convencer a los dioses para que lucharan codo con codo con ellos.
—Al menos lo entendiste— masculló Hera
—Pues ya lo habías hecho, no le quedaba más opción que entenderlo— resopló Poseidón
—Eso es cierto— asintió Hermes
—Era lo que se debía hacer— resopló Hera
Pero primero tenían que salvar el Campamento Júpiter. El litoral empezó a resultarle familiar. Dejaron atrás a toda velocidad el faro de Mendocino. Poco después, las puntas del monte Tamalpais y el cabo de Marin surgieron de la niebla.
—Usted casi ha llegado a su destino— dijo Travis
—Y en tiempo récord— dijo Percy
—Y que lo digas— murmuró Frank
—El viaje fue realmente genial— comentó Hazel
Arión pasó como un rayo por debajo del Golden Gate y llegaron a la bahía de San Francisco. Atravesaron Berkeley embalados hasta las colinas de Oakland.
—Fue en tiempo récord, pero les digo, la vista no se pudo disfrutar— comentó Percy
—Ya será para la próxima— dijo Rachel
—Que tengan más tiempo para disfrutar— dijo Miranda
—Claro, suena genial— dijo Percy
Cuando llegaron a la cumbre por encima del túnel de Caldecott, Arión se puso a dar sacudidas como un coche averiado y se paró con el pecho palpitante.
—Pues incluso el caballo más rápido del mundo se cansa— dijo Katie
—Sí, supongo que a esa velocidad era aún más el cansancio— dijo Connor
—O menos, depende de cómo lo veas— dijo Percy
Hazel le acarició cariñosamente los costados.
—Lo has hecho estupendamente, Arión.
El caballo estaba tan cansado que no podía ni replicar: « Pues claro. ¿Qué esperabas?» .
—Obviamente— dijo Leo
—Al menos está cansado para insultarlos— dijo Bianca
—Insultar a Percy y Frank porque no creo que lo haga con Hazel— comentó Will
—Todos somos insultables menos Hazel— bromeó Percy
—Gracias— murmuró Hazel
Percy y Frank se bajaron del carro de un salto. A Percy le habría gustado que hubieran tenido unos asientos cómodos o que les hubieran servido una comida durante el vuelo.
—¿Alguna otra cosita?— bromeó Connor
—Nada más con eso, gracias— dijo Percy
—De cualquier manera no creo que pudieras comer a esa velocidad— señaló Rachel
—Creo que si se lo propone podría hacerlo— comentó Thalia
—Nunca subestimes el poder de la comida — señaló Leo
Le temblaban las piernas. Tenía las articulaciones tan entumecidas que apenas podía caminar. Si entraba en combate en ese estado, el enemigo lo apodaría Jackson el Viejo.
—Es horrible— murmuró Jason
—¿Y tú cómo lo sabes?— preguntó Apolo
—Una muy larga historia— dijo Jason
—Bastante larga— asintió Piper
—Y que lo digas— murmuró Hazel
Frank no tenía mucho mejor aspecto. Se dirigió cojeando a la cima de la colina y contempló el campamento.
—Tenéis que ver esto, chicos.
—Y eso no ayudó precisamente a mejorar el aspecto— dijo Frank
—De ninguna manera— dijo Percy
—Fue bastante horrible— suspiró Hazel
Cuando Percy y Hazel se reunieron con él, a Percy se le cayó el alma a los pies. La batalla había dado comienzo, y no progresaba favorablemente. La Undécima Legión estaba formada en el Campo de Marte, tratando de proteger la ciudad.
—Pero llegaron justo a tiempo— dijo Apolo
—Y además ahora los monstruos ya se podrán morir— comentó Perséfone
—No me agrada cuando los monstruos no se quieren morir— dijo Percy —y menos aún cuando esos monstruos te ofrecen muestras gratis
Los escorpiones disparaban contra las filas de los nacidos de la tierra. Aníbal el elefante derribaba monstruos a un lado y al otro, pero los defensores eran mucho menos numerosos.
—Perfecto— dijo Piper
—Construyeron un súper ejército— asintió Frank
—Y vaya que lo hicieron— comentó Hazel
Reyna volaba a lomos de su pegaso Scipio alrededor del gigante Polibotes tratando de mantenerlo ocupado. Los lares habían formado unas relucientes filas moradas contra una multitud de fantasmas negros y vaporosos con armaduras antiguas.
—Bueno, fantasmas contra fantasmas— dijo Rachel —alguien podrá ganar ¿No?
—De cierta manera— dijo Nico
—Nunca son buenas las peleas de fantasmas contra fantasmas— dijo Apolo
—Dan demasiados problemas— resopló Hades
Semidioses veteranos de la ciudad se habían unido a la batalla y empujaban su muro de escudos contra el ataque de unos centauros salvajes.
Los romanos hicieron una mueca
—Fue tan raro ver a esos centauros salvajes— murmuró Percy
—Por supuesto que sí— dijo Quirón con una mueca —solo puedo imaginar lo que les ofrecieron
Águilas gigantes daban vueltas sobre el campo de batalla, librando un combate aéreo con dos señoras con serpientes en el pelo vestidas con chalecos verdes de empleadas de supermercado: Esteno y Euríale.
—Y siguen sin cambiar ese look— dijo Percy
—Bueno, déjalas tal vez siempre quisieron ser vendedoras de supermercado— dijo Travis
—Lo que estaría increíble si no envenenaran las muestras— señaló Percy
—Y si las envenenan que mejor no lo digan— señaló Miranda
—Si algún día Miranda les da algo de comer, no se lo vayan a comer— bromeó Katie
—Ni de broma— dijo Travis
—Yo también tendría mis reservas— dijo Apolo —las hijas de Deméter no son las florecitas que parecen
Perséfone resopló —Cállate
La legión estaba aguantando lo más fuerte del ataque, pero su formación se rompía. Cada cohorte era una isla en un mar de enemigos.
Charles miró a su hermana que palideció y lo tomó de la mano, él sostuvo fuerte la mano de si hermana, obviamente recordando el ataque al Campamento y como los iban arrinconado poco a poco antes de que la tía Hazel abriera los túneles, incluso los mellizos tenían una nueva en si cara, por otro lado Bianca y Esperanza intercambiaron una mirada, ellas habían estado en el Campamento Mestizo, pero Charles suponía que había sido igual de malo.
Desde el día anterior Percy había estado decidido a saber más lo que había pasado con esos chicos, no se podía quitar de la cabeza esa mirada en especial entre Charles y Bianca, le provocaba una sensación nada agradable y ahora viéndolos esa sensación se intensificaba e iba formando poco a poco una conclusión sobre lo que habían pasado los chicos.
La torre de asedio de los cíclopes disparaba brillantes balas de cañón verdes contra la ciudad y abrían cráteres en el foro y derruían las casas. Mientras Percy observaba, una bala de cañón impactó contra el Senado y la cúpula se desplomó parcialmente.
—Se está poniendo muy difícil la batalla— dijo Hermes
—Y tengo el presentimiento de que se va a poner peor— dijo Apolo
—También yo— suspiró Poseidón
Sally hizo una mueca
—Llegamos tarde —dijo Hazel.
—No —contestó Percy—. Todavía están luchando. Podemos conseguirlo.
—¿Dónde está Lupa? —preguntó Frank, con la voz embargada de desesperación—. Ella y los lobos… deberían estar aquí.
—No, ella hizo todo lo posible— dijo Jason
—Por supuesto— dijo Reyna —nos tocaba a nosotros hacer todo lo posible
Percy recordó su estancia con la diosa loba. Había llegado a respetar sus enseñanzas, pero también había aprendido que los lobos tenían sus limitaciones. No eran guerreros capacitados para luchar en primera línea.
—Cierto— dijo Frank con una mueca
—No íbamos a dejar que destruyeran nuestro hogar así como así— señaló Hazel
—Por supuesto que no— dijo Reyna
Sammy hizo una mueca
Solo atacaban cuando su número era muy superior, y normalmente al abrigo de la oscuridad.
—Y no pasó ni la una ni la otra— dijo Perséfone
—Por supuesto que no— dijo Atenea —van a intentar encontrar la ventaja de cualquier manera
Además, la primera norma de Lupa era la autosuficiencia. Ayudaba a sus crías todo lo que podía, les enseñaba a luchar… pero al final se convertían en depredadores o presas.
—Y no me suena muy divertido ser presa— murmuró Percy
—A mí tampoco me suena muy divertido— dijo Sally
—De ninguna manera— dijo Percy sonriéndole de manera inocente
Los romanos tenían que luchar solos. Tenían que demostrar lo que valían o morir. Ese era el modo de obrar de Lupa.
—Hizo lo que pudo —dijo Percy—. Retrasó al ejército cuando se dirigía al sur.
—Por supuesto— dijo Reyna
—Iba a hacer todo lo que estaba a su alcance— asintió Jason
—Demuestren de lo que están hechos— dijo Ares
Ahora depende de nosotros. Tenemos que llevar el águila de oro y las armas a la legión.
—¡Pero Arión se ha quedado sin fuerzas! —dijo Hazel—. Y nosotros no podemos cargar con todo esto.
—Ese podría ser un pequeño problema— dijo Leo
—Pero teníamos un súper plan— dijo Percy
—En realidad, solo tú lo tenías— comentó Frank
—Puede que no nos haga falta.
Percy oteó las cumbres. Si Tyson había recibido el mensaje que le había enviado en el sueño, la ayuda podía estar cerca.
—Por supuesto— dijo Poseidón
—Ah, me encanta tu super plan— dijo Leo
—Gracias, a mí también me gustó— comentó Percy
—Era tu plan, sería malo que no te gustara— dijo Grover
—Cierto— asintió Percy
Silbó lo más fuerte que pudo, como si estuviera pidiendo un taxi en Nueva York, que se habría oído desde Times Square a Central Park.
—Ah, ese tipo de silbidos son de lo mejor para conseguir lo que quieres— dijo Connor
—Excepto cuando lo hace algún hijo de Apolo, Will en realidad— murmuró Travis
—O Apolo— señaló Hermes
—Es un talento que solo los mejores poseemos— señaló Apolo
Bianca rodó los ojos —Por supuesto que sí, abuelo —Bianca se tapó la boca con una mano cuando se dió cuenta lo que había dicho
Apolo le dió una mirada indignada, por un momento se hizo el silencio, luego casi todos los dioses se empezaron a reír sobre todo Hermes y claro que sí, Artemisa
A pesar de que el tema en los libros era muy serio, los chicos también se empezaron a reír (aunque más disimulados)
—No puedo creer que se atreviera a hacerlo— susurró Will a Nico
—Creo que fue un accidente— dijo Nico —parece que quiere que la tierra se la trague y bueno eso está bien mientras no sea literal, pero...
—Abuelo— repitió Hermes entre carcajadas
—Hermanito como que sí se te empieza a notar la edad— comentó Artemisa
—¡Pero que dices si somos mellizos!— masculló Apolo dándole una mirada asesina a Bianca y también a los dioses —además tú eres la mayor
—¿Qué dices? Siempre hemos sabido que el mayor eres tú— replicó Artemisa
—Por supuesto que no— bufó Apolo
—Querido, lo bueno para ti es que tengo unas cremas buenísimas para que no te veas tan… Mal— comentó Afrodita
—Espero que puedas seguir con el ritmo de tus deberes, abuelo— se burló Ares
Los demás dioses se siguieron riendo, parecía que sería el siguiente asunto que no olvidarían en mil años, Hermes y Artemisa eran los más divertidos (es por eso que los hermanos son un suplicio)
—¡Basta!— masculló Apolo —tenemos que seguir con la lectura y tú niñita ni creas que vas a tener el carro solar en toda tu vida
—¿Se lo ibas a prestar?— preguntó Will
—¡Ese no es el tema!— dijo Apolo
—En serio lo siento, yo no quería decirlo… Al menos no enfrente de todos— dijo Bianca
—Esa clase de disculpa me hace darme cuenta que sí es hija de Nico— bromeó Thalia en un susurro a Percy
Percy asintió de acuerdo
—Si quieres todavía te podemos apartar un pedazo de nuestro comedor— comentó Leo mirando a Bianca —Creo que lo vas a necesitar más que cualquiera de nosotros
—Creo que sí— murmuró Bianca
—Como sea— bufó Apolo —al próximo que vuelva a decir esa palabra LO VOY A CONVERTIR EN PLANTA están advertidos
Tomó un poco de tiempo en que los dioses dejaran de burlarse de Apolo para que pudieran seguir la lectura
Frank se aclaró la garganta para no reírse y seguir leyendo
Unas sombras se movieron en los árboles. Una enorme figura negra saltó de la nada: un mastín del tamaño de un todoterreno, con un cíclope y una arpía montados a su lomo.
—¡Yupi!— gritó Tyson
—Eso también es hacer una entrada triunfal— dijo Connor
—Por supuesto qué sí, fue genial— asintió Percy
—¡Un perro infernal!
Frank retrocedió atropelladamente.
—¡No pasa nada! —Percy sonrió—. Son amigos.
—¡Hermano!
—Owww, que maravilloso— suspiró Afrodita —se empieza a encontrar con las personas que quiere
—Aunque aún falta que se encuentre con Annabeth— comentó Perséfone
—Todos tenemos ganas de leer ese encuentro— asintió Katie
—Bueno… Gracias— dijo Percy intercambiando una mirada con Annabeth
Tyson se apeó de su montura y corrió hacia Percy. Percy intentó prepararse, pero fue inútil. Tyson se estrelló contra él y lo asfixió de un abrazo. Durante unos segundos, Percy solo pudo ver puntos negros y grandes trozos de franela.
—Lo siento— dijo Tyson
—No te preocupes grandulón que bueno que estabas ahí— dijo Percy sonriendo
—Sí me gustó estar ahí— asintió Tyson
Luego Tyson lo soltó y se rió de dicha, mirando a Percy con su enorme ojo marrón de niño.
—¡No estás muerto! —dijo—. ¡Me gusta cuando no estás muerto!
—A mí también— dijo Percy
—¡Bravo!— dijo Tyson
—¡Bravo!— asintió Percy
Ella revoloteó hasta el suelo y empezó a arreglarse las plumas.
—Ella ha encontrado a un perro —anunció—. Un perro grande. Y a un cíclope.
¿Se estaba ruborizando?
—¡Qué galán!— dijo Afrodita
—Vaya— dijo Apolo
—Wow— murmuraron algunos de los chicos e hicieron que Tyson se sonrojara
Antes de que Percy pudiera decidirse, su mastín negro se abalanzó sobre él y lo derribó al suelo, ladrando tan fuerte que hasta Arión retrocedió.
—Nos tomó por sorpresa— dijo Hazel
—Fue mucha la sorpresa— asintió Frank
—Lo sé, pero no les iba a hacer nada— dijo Percy
—Pero no lo sabíamos nosotros— dijo Hazel
—Hola, Señorita O'Leary —dijo Percy—. Sí, yo también te quiero, chica. Buena perra.
Hazel emitió un sonido estridente.
—¿Tienes un perro infernal que se llama Señora Leary?
—Sip— dijo Percy
—Lo bueno es que ahora ya conocemos la historia— dijo Frank
—Ya vaya que sí— asintió Hazel
—Es una larga historia —Percy consiguió levantarse y limpiarse la baba del perro—. Puedes preguntarle a tu hermano…
Le tembló la voz al ver la expresión de Hazel. Casi se había olvidado de que Nico di Angelo había desaparecido.
—¿Ahora Bianca es la que le va a pegar a alguien?— preguntó Thalia
—Lo siento— dijo Percy
Nico se removió en su lugar, Bianca y Hazel hicieron una mueca
—Yo me cuidaría de esa niñita malcriada— resopló Apolo
Bianca apartó la mirada indignada de Percy y volteó a ver a Apolo —Yo no soy malcriada
—No me hables— dijo Apolo
—Me parece una falta de respeto que le diga así — asintió Will
—¿Por qué se desvían de esa manera del tema?— bufó Atenea —deberían concentrarse para acabar de una buena vez estos libros
Hazel ya le había contado a Percy que Tánatos les había aconsejado buscar las Puertas de la Muerte en Roma,
—Sí— murmuró Percy
—Nos acordamos— asintió Frank
—Y vaya que sí— dijo Hazel
y él tenía sus propios motivos para querer encontrar a Nico: para retorcerle el pescuezo por haber fingido que no conocía a Percy cuando había llegado al Campamento Júpiter.
—Sí, definitivamente también parece que te quieren pegar, sesos de alga— afirmó Thalia
—Cállate cara de pino— masculló Percy
Los hermanos Jackson miraron a Bianca con una ceja alzada
Aun así, era el hermano de Hazel, y la conversación sobre su búsqueda tendría que esperar a otro momento.
—Lo siento —dijo—. Sí, es mi perra, la Señorita O'Leary. Tyson, estos son mis amigos, Frank y Hazel.
—Me gustan tus amigos— aplaudió Tyson
—Gracias, a nosotros también nos gustas tú— asintió Hazel
—¡Yupi! Todos somos amigos— aplaudió Tyson
—Así es grandulón— asintió Percy
Percy se volvió hacia Ella, que estaba contando todas las barbas de una de sus plumas.
—Qué concentración debe tener para eso— dijo Travis
—Cosa que yo jamás podría lograr— dijo Miranda
—Ni yo— comentó Percy
—Eso tal vez es porque no tienen plumas— señaló Leo
—Eso podría ser— admitió Miranda
—¿Estás bien? —preguntó—. Estábamos preocupados por ti.
—Ella no es fuerte —dijo ella—. Los cíclopes son fuertes. Tyson encontró a Ella. Tyson ha cuidado de Ella.
—Vaya Tyson— dijo Connor
—Dioses, clase de ligue con Tyson como manejo— comentó Travis
—No— dijo Tyson negando fervientemente con la cabeza
Percy arqueó las cejas. Ella se estaba ruborizando.
—Tyson, estás hecho un seductor —dijo.
Tyson se puso del mismo color que el plumaje de Ella.
—Uhhh— gritaron los chicos
—Vivan los novios— dijo Percy
—Hermano mayor— se quejó Tyson
—Esto… No —se inclinó y susurró con nerviosismo, lo bastante alto para que los demás le oyeran—: Es guapa.
—Fue una gran confesión— dijo Frank
—Bueno, que bien que te parezca guapa— dijo Poseidón
Frank se dio unos golpecitos en la cabeza como si temiera que su cerebro hubiera sufrido un cortocircuito.
—A todo esto, hay una batalla en curso.
—Ah sí, la batalla— dijo Travis
—Claro, la batalla— asintió Katie
—Era la calma antes de la batalla— señaló Percy
—Claro que sí— dijo Hazel
—Es verdad —convino Percy—. Tyson, ¿dónde está Annabeth? ¿Hay más ayuda en camino?
—Primero la pregunta que interesa ¿Dónde está Annabeth?— suspiró Afrodita
—Obviamente esa era la pregunta del millón— asintió Perséfone
—Todos estamos de acuerdo en eso— asintió Katie
Tyson hizo un mohín. Su gran ojo marrón se empañó.
—El gran barco no está listo. Leo dice que mañana o dentro de dos días. Entonces vendrán.
—Fueron muchas cosas interfiriendo, lo siento— dijo Leo
—Está bien, tal vez no era el momento— dijo Percy
—Pues Annabeth casi nos mata porque no era el momento— murmuró Leo
—Me acuerdo de eso— asintió Piper
—Que exagerados— resopló Annabeth
—No disponemos ni de dos minutos —dijo Percy—. Está bien, el plan es el siguiente.
Señaló lo más rápido posible quiénes eran los buenos y quiénes los malos en el campo de batalla.
—No me gustan los malos— dijo Tyson
—A nosotros tampoco nos gustaban— dijo Hazel
—Ni un poquito— dijo Frank
Tyson se alarmó al descubrir que en el ejército del gigante había cíclopes y centauros malos.
—¿Tengo que atacar a hombres poni?
—Hombres poni— suspiró Quirón
Tyson y Percy le sonrieron con inocencia
—Limítate a espantarlos —le aconsejó Percy.
—Esto… Percy —Frank miró a Tyson con inquietud—. Es solo que… no quiero que nuestro amigo resulte herido. ¿Es Tyson un guerrero?
—Claro que sí— dijo Travis
—No solo un guerrero, si no el guerrero general— señaló Connor
—Me queda claro, gracias— dijo Frank
Percy sonrió.
—¿Que si es un guerrero? Frank, estás delante del general Tyson, del ejército de los cíclopes. Y, por cierto, Tyson, Frank es descendiente de Poseidón.
—No podíamos guardarnos esa información— dijo Percy encogiéndose de hombros
—¿Por qué no?— preguntó Frank
—Porque no— respondió Percy
—¡Hermano!
Tyson estrujó a Frank entre sus brazos.
—Reunión familiar— dijo Thalia
—Claro que sí— asintió Percy riendo
Percy contuvo la risa.
—En realidad, es más bien un tataratatara…. Da igual. Sí, es tu hermano.
—¡Genial!— dijo Tyson
—Era más fácil para todos así— asintió Percy
—Supongo— murmuró Frank
—Y también tengo sobrinos— dijo Tyson alegremente —tengo a él, él y ella— dijo señalando a Sammy, Charles y Zoé
—Qué genial ¿No?— dijo Zoé riendo
—Síííí— dijo Tyson aplaudiendo
—Gracias —masculló Frank a través de un bocado de franela—. Pero si la legión confunde a Tyson con un enemigo…
—Eso sería un problema— asintió Miranda
—Claro que sí y un problema grave— comentó Chris
—Sí sonaba malo— dijo Rachel
—¡Ya lo tengo!
Hazel fue corriendo al carro y sacó el casco romano más grande que encontró, junto con un viejo estandarte romano con las iniciales SPQR bordadas.
—Fue buena idea— dijo Reyna
—Vaya que se distinguía— dijo Hazel
—Pero aún así alguien podría decidir que es un enemigo— señaló Bianca
—Sí, pero que bueno que no pasó— comentó Percy con una sonrisa
Se los dio a Tyson.
—Póntelos, grandullón. Así nuestros amigos sabrán que estás en nuestro equipo.
—¡Viva! —dijo Tyson—. ¡Estoy en vuestro equipo!
—Me gusta estar en su equipo— dijo Tyson solemne
—A mí también me gusta que estés en el equipo— asintió Percy
—Fue muy bueno— dijo Hazel
El casco era de un tamaño ridículo, y se puso la capa hacia atrás, como un babero.
—Servirá —dijo Percy—. Ella, tú quédate aquí. Permanece en un lugar seguro.
—Sería lo mejor— dijo Rachel
—Así no correría tanto peligro como estando en batalla— dijo Miranda
—Pues sí pero...— murmuró Percy
—Seguro —repitió Ella—. A Ella le gusta estar segura. La seguridad de los grupos. Cajas de seguridad. Ella irá con Tyson.
—Ah bueno, eso también está bien— asintió Rachel
—Awwww que monada, se siente segura con Tyson— dijo Afrodita
Tyson se sonrojó
—¿Qué? —dijo Percy—. Oh… está bien. Como quieras. Pero procura no resultar herida. Y tú, Señorita O'Leary…
—¡GUAU!
—¿Te apetece tirar de un carro?
—Parece que sí quiso— dijo Travis
—No sé que hubiéramos hecho si no hubiera querido— comentó Percy
L
Percy
Eran, sin duda alguna, los refuerzos más extraños de la historia militar romana.
—Un poco— admitió Reyna
—Nos podemos imaginar que sí— asintió Rachel
—Sí, nos damos cuenta— dijo Piper
Hazel iba montada en Arión, que se había recuperado lo bastante para llevar a una persona a la velocidad de un caballo normal, aunque maldijo sobre sus doloridos cascos durante todo el trayecto cuesta abajo.
—Y vaya que maldijo— comentó Percy
—También nos podemos imaginar eso— asintió Travis
—Lo bueno es que no vas a traducir ninguna de esas maldiciones — dijo Rachel
—Nop— dijo Percy
Frank se transformó en un águila de cabeza blanca —algo que a Percy seguía pareciéndole de lo más injusto— y se elevó por encima de ellos.
—Muy injusto— asintió Percy
—Creí que ya habías quedado de acuerdo con eso— murmuró Frank
—Nunca— dijo Percy
Tyson corría colina abajo, blandiendo su maza y gritando: « ¡Hombres poni malos! ¡UH!» , mientras Ella revoloteaba alrededor de él, recitando datos del Almanaque del viejo granjero.
—Eso sí asustaría— dijo Connor
—Y bastante— asintió Leo
—Los monstruos debieron correr presas del pánico— dijo Travis
En cuanto a Percy, se dirigió a la batalla montado en la Señorita O'Leary con un carro lleno de pertrechos de oro imperial que hacían ruido y tintineaban detrás, y el estandarte del águila dorada de la Duodécima Legión elevado por encima de él.
—Pues sí suena raro, pero también suena a buenos refuerzos— dijo Katie
—Y vaya que sí— dijo Reyna
Rodearon el perímetro del campamento, cruzaron el Pequeño Tíber por el puente situado más al norte y penetraron en el Campo de Marte en el margen oeste de la batalla.
—Bueno, al menos ya están ahí— bufó Ares
—Llegaron justo a tiempo— asintió Hermes
—Nos gusta llegar justo a tiempo— murmuró Frank
Una horda de cíclopes estaba fustigando a los campistas de la Quinta Cohorte, quienes trataban de mantener sus escudos juntos para permanecer con vida.
Los semidioses hicieron una mueca
Al verlos en apuros, a Percy le embargó una oleada de ira protectora. Aquellos eran los chicos que lo habían acogido. Eran su familia.
« ¡Quinta Cohorte!» , gritó, y cargó contra el cíclope más cercano. Lo último que el pobre monstruo vio fueron las fauces de la Señorita O'Leary.
—Sabíamos que iba a terminar mal para ellos— dijo Thalia
—Sobre todo con la Señorita O'Leary ahí— dijo Rachel
—Eran unos cíclopes muy malos — dijo Tyson con una mueca
Después de que el cíclope se desintegrara —y permaneciera desintegrado, gracias a la Muerte—, Percy saltó de su perra infernal y se abrió paso violentamente a cuchilladas entre los otros monstruos.
—Esa escena suena muy increíble— dijo Travis
—Ya muy sexy— dijo Afrodita —como siempre
Sally miró a su hijo con una ceja alzada, Percy se encogió de hombros
—Afrodita— masculló Poseidón
Tyson embistió contra la líder de los cíclopes, Ma Gasket, ataviada con su vestido de malla salpicado de barro y decorado con lanzas rotas.
—Así se hace Tyson— dijo Leo
—Ella era muy mala— comentó Tyson
—Sí lo era— asintió Piper
—De lo peor— dijo Jason
La cíclope miró boquiabierta a Tyson y dijo:
—¿Quién…?
Tyson la golpeó tan fuerte en la cabeza que la cíclope dio una vuelta y cayó de culo.
—Lo lamentamos mucho— dijo Piper
—Uy sí, muchísimo— dijo Leo
—Por supuesto que sí— comentó Jason
—¡Señora cíclope mala! —rugió—. ¡El general Tyson le ordena que se marche!
Volvió a golpearla, y Ma Gasket se deshizo en polvo.
—Eso es lo más bonito que he escuchado— bromeó Leo
—Rayos Calipso, tienes la bandera muy alta— bromeó Travis
Calipso se sonrojó —Genial
Entre tanto, Hazel embestía de acá para allá montada en Arión, atravesando a un cíclope tras otro con su spatha, mientras Frank cegaba a los enemigos con sus garras.
—Casi siento pena por ellos— dijo Katie
—Casi, es la palabra clave— señaló Miranda
—Lo están haciendo… Bien— masculló Ares
Hades asintió de acuerdo
Una vez que todos los cíclopes a menos de cincuenta metros hubieron quedado reducidos a cenizas, Frank se posó delante de sus tropas y se transformó en humano.
—Que genial— dijo Connor
—E injusto— murmuró Percy
—¡Percy!— se quejó Frank
Su insignia de centurión y su corona mural relucían en su chaqueta de invierno.
—¡Quinta Cohorte! —gritó—. ¡Venid a por vuestras armas de oro imperial!
—Eso sube la moral— dijo Chris
—Esperabamos que sí lo hiciera— dijo Hazel
—Creo que funcionó— asintió Reyna
Los campistas se recuperaron de la impresión y se apiñaron en torno al carro. Percy hizo todo lo que pudo por repartir las armas rápidamente.
—Y vaya que sí— dijo Percy —fue un poco complicado
—Pero al menos lo hiciste— dijo Rachel
—¡Vamos, vamos! —los apremiaba Dakota como loco mientras bebía sorbos de refresco de su termo—. ¡Nuestros compañeros necesitan ayuda!
—¿Cómo puede pelear con su termo en la mano?— preguntó Katie
—No lo sé ¿La práctica?— dijo Piper
—Pues es que buena práctica— comentó Chris
—Eso es algo que no cualquiera podría hacer— dijo Frank
Al poco rato la Quinta Cohorte estaba equipada con nuevas armas, escudos y cascos. No lucían un aspecto precisamente uniforme.
—Cosita de nada— comentó Leo
—Mientras funcione supongo que está bien— dijo Jason
—Nosotros tampoco nos vemos precisamente uniformes— señaló Miranda
—Cierto— dijo Percy
De hecho, parecía que hubieran estado de compras en un saldo del Rey Midas, pero de repente se convirtieron en la cohorte más poderosa de la legión.
—Vaya— dijo Connor
—Y pensar que las demás cohortes no creían en ustedes— comentó Bianca
—¡Seguid el águila! —ordenó Frank—. ¡A la batalla!
Los campistas prorrumpieron en vítores. Cuando Percy y la Señorita O'Leary avanzaron, toda la cohorte los siguió: cuarenta guerreros dorados que relucían intensamente clamando sangre.
—Yo creo que ahí es cuando los monstruos se arrepintieron— dijo Rachel
—Ojalá hubiera sido así y se hubieran ido— dijo Frank
—Pero noooo— se quejó Percy
Embistieron contra una manada de centauros salvajes que estaban atacando a la Tercera Cohorte. Cuando los campistas de la Tercera vieron el estandarte del águila, se pusieron a gritar como locos y lucharon con renovada energía.
—Creo que no tienen ninguna oportunidad esos monstruos— comentó Katie
—Nop, una verdadera lastima— dijo Leo
—Están demasiado perdidos— asintió Connor
—Definitivamente— dijo Jason
Los centauros estaban perdidos. Las dos cohortes los machacaron como un torno. Pronto no quedaron más que montones de polvo y diversos cascos y cuernos. Percy esperaba que Quirón le perdonara, pero aquellos centauros no eran como los ponis de fiesta que él había conocido. Eran de otra raza. Había que vencerlos.
—Por supuesto que sí, muchacho— dijo Quirón—no se puede negar eso
—Gracias Quirón— dijo Percy
El centauro asintió
—¡Formad filas! —gritaron los centuriones.
Las dos cohortes se juntaron, y su adiestramiento militar entró en acción. Con los escudos unidos, marcharon a la batalla contra los nacidos de la tierra. —Pila! —gritó Frank.
—No sé qué significa, pero suena importante— dijo Travis
—Y peligroso— señaló Luke
—Y lo fue— asintió Percy
Cien lanzas se alzaron. Cuando Frank gritó: « ¡Fuego!» , surcaron el aire; una ola de muerte que atravesó a los monstruos de seis brazos. Los campistas desenvainaron sus espadas y avanzaron hacia el centro de la batalla.
—Sí era muy importante— asintió Travis
—Ah, sí suena muy horrible— murmuró Katie
—Es por eso que esperamos que sus campamentos no se vayan a pelear— señaló Deméter
—Ah— murmuró Miranda, los chicos se voltearon a ver cómo "¿Se los decimos ahorita o nos esperamos?"
—Esa mirada no es nada buena— señaló Hermes
Al pie del acueducto, la Primera y la Segunda Cohorte estaban intentando rodear a Polibotes, pero estaban siendo castigadas duramente. Los nacidos de la tierra que quedaban lanzaban una cortina de piedras y barro tras otra.
—Demonios— murmuró Miranda
—Dos cohortes contra el gigante— dijo Artemisa —y aún así será necesaria la ayuda de un dios
Los dioses le dieron miradas intencionadas a Zeus que por supuesto él ignoró
Los karpoi —aquellos pequeños y horribles espíritus de los cereales mezcla de Cupido y de piraña— corrían entre la alta hierba secuestrando a campistas al azar y apartándolos de la fila.
—Son horribles— masculló Hazel
—Todos los odiamos— estuvo de acuerdo Apolo
Deméter hizo una mueca
El gigante Polibotes no paraba de sacudirse basiliscos del pelo. Cada vez que uno caía, los romanos huían presas del pánico. A juzgar por sus escudos corroídos y los penachos humeantes de sus yelmos, habían descubierto el veneno y el fuego de los basiliscos.
—Y de la manera mala— dijo Jason
—Como siempre— dijo Leo
—Es la mejor manera de aprender las cosas— bromeó Percy
—Percy— suspiró Sally
Reyna se elevaba por encima del gigante y bajaba en picado con su jabalina cada vez que desviaba su atención de las tropas situadas en el suelo. Su capa morada restallaba con el viento. Su armadura dorada relucía. Polibotes agitaba su tridente y blandía su red, pero Scipio era casi tan ágil como Arión.
Reyna sonrió tristemente recordando al que por mucho tiempo había sido su fiel compañero y como había terminado todo
Entonces Reyna vio que la Quinta Cohorte acudía en su ayuda con el águila. Se quedó tan pasmada que el gigante estuvo a punto de aplastarla, pero Scipio esquivó el golpe.
—Demasiado cerca— dijo Rachel
—Mucho— asintió Reyna
La mirada de Reyna coincidió con la de Percy, y le sonrió de oreja a oreja.
—¡Romanos! —Su voz resonó a través de los campos—. ¡Acudid al águila!
—Eso obviamente subió la moral del grupo— comentó Apolo
—Definitivamente— asintió Reyna
—No podía ser de otra forma— comentó Frank
—Por supuesto que no— dijo Jason
Tanto semidioses como monstruos se volvieron y miraron boquiabiertos como Percy avanzaba a lomos de su perra infernal.
—¿Qué pasa? —preguntó Polibotes—. ¿Qué pasa?
—En ese momento dónde no entiendes que se acerca tu fin— dijo Connor
—Dejenlo vivir en la ignorancia— comentó Chris
—Antes de que procese lo que está pasando— dijo Zoë
Percy notó que una oleada de energía recorría el bastón del estandarte.
Levantó el águila y gritó:
—¡Duodécima Legión Fulminata!
Annabeth miró el libro, sabía de lo que era capaz Percy y por supuesto la impresionaba, solamente que aún sentía (aunque en un menor nivel) esa pequeñísima punzada de celos de que él estuviera con los romanos, como si Percy supiera lo que estaba pensando la tomó de la mano y le sonrió.
Un trueno sacudió el valle. El águila soltó un destello cegador, y miles de rayos como zarcillos estallaron de sus alas doradas y describieron un arco por delante de Percy, como las ramas de un enorme árbol mortal.
—Eso es realmente genial ¿Por qué no tenemos una de esas?— murmuró Travis
—Bueno, creo que podemos tener una parecida— dijo Katie
—Pero no lanza rayos— señaló Miranda
Los rayos conectaron a los monstruos más cercanos, saltando de uno a otro, sin alcanzar a un solo soldado de las fuerzas romanas. Cuando los rayos cesaron, la Primera y la Segunda Cohorte se vieron ante un gigante con cara de sorpresa y varios cientos de montones de cenizas humeantes.
—Se veía muy sorprendido— asintió Percy
—Nosotros también nos sorprendimos— dijo Chris
—Entendemos la reacción— asintió Piper
La línea central del enemigo había caído carbonizada. La expresión de Octavio no tenía precio. El centurión se quedó mirando a Percy conmocionado y, acto seguido, indignado.
—Nos podemos imaginar— dijo Miranda
—Y vaya que sí— comentó Will
—Sigo sin entender por qué no les cae bien— comentó Apolo
Los chicos griegos lo voltearon a ver cómo diciendo "¿En serio necesitamos explicar?"
—Creo que con lo que hemos leído es suficiente para saber por qué no— señaló Hermes
Luego, cuando sus tropas prorrumpieron en vítores, no tuvo más remedio que unirse al griterío:
—¡Roma! ¡Roma!
—Pues se habría visto muy mal si no lo hiciera — comentó Katie
—Y no le convenía verse mal— comentó Rachel
—Por supuesto que no— masculló Reyna
El gigante Polibotes retrocedió con paso vacilante, pero Percy sabía que la batalla no había terminado.
—No— suspiró Poseidón
—Y no me digas, vas a enfrentarte con el gigante— comentó Sally
—Puede ser— murmuró Percy
La Cuarta Cohorte seguía rodeada de cíclopes. Hasta a Aníbal el elefante le estaba costando abrirse paso entre tantos monstruos. Su armadura de Kevlar negra estaba tan rota que en la etiqueta solo ponía FANTE.
—Ese sería un nombre para un elefante— asintió Connor
—Eso parece un nombre que le puso un niño de 4 años— señaló Rachel
—Y vaya que sí— dijo Reyna
—Pero también tiene cierto estilo— bromeó Will
—Eso es importante— asintió Connor
Los veteranos y los lares del flanco oriental estaban siendo empujados hacia la ciudad. La torre de asedio de los monstruos seguía lanzando bolas explosivas de fuego verde a las calles. Las gorgonas habían dejado fuera de combate a las águilas gigantes y estaban volando sin trabas sobre los centauros y los nacidos de la tierra que quedaban, tratando de reunirlos.
—Eso no es nada bueno— dijo Katie
—Todo se tiene que poner peor antes de que mejore— dijo Piper
—Mi vida resumida en una frase— comentó Percy
—Estoy de acuerdo— asintió Thalia
—¡No cedáis terreno! —gritaba Esteno—. ¡Tengo muestras gratuitas!
—Eso es una buena motivación— dijo Leo
—Claro, sobre todo por el veneno— dijo Rachel
—Le daba un toque especial— bromeó Percy
—El secreto de la casa— dijo Piper
—No fue tan secreto— señaló Thalia
Polibotes rugió. Una docena de nuevos basiliscos cayeron de su cabello y tiñeron la tierra de un amarillo venenoso.
—¿Crees que esto cambia algo, Percy Jackson? ¡Soy indestructible! Avanza, hijo de Neptuno. ¡Te destruiré!
—Eso ya es como una costumbre— murmuró Percy
—Sí, ya nos dimos cuenta— dijo Apolo
—Lamentablemente— masculló Sally
Percy desmontó. Entregó a Dakota el estandarte.
—Eres el centurión de mayor rango de la cohorte. Cuida de esto.
Dionisio medio sonrió
Dakota parpadeó y acto seguido se enderezó orgullosamente. Soltó su termo de refresco y cogió el águila.
—La llevaré con mucho honor.
—Solo eso lo haría soltar si termo— dijo Jason con una pequeña sonrisa
—Y vaya que sí— dijo Reyna
—Bueno, su habilidad de pelear con todo y el termo es realmente increíble— señaló Miranda
—Y que lo digas— murmuró Frank
—Frank, Hazel, Tyson —dijo Percy—, ayudad a la Cuarta Cohorte. Tengo que matar a un gigante.
—Por supuesto que sí— suspiró Sally
—Sabíamos que harías algo así— asintió Annabeth
—Es que era necesario— dijo Percy encogiéndose de hombros
—Pero… Dos cohortes estaban siendo machacadas por el gigante— señaló Hermes —no puedes ir y hacerlo tú solo
Alzó a Contracorriente, pero antes de que pudiera avanzar, sonaron unos cuernos en las montañas del norte. Otro ejército apareció en la cordillera:
—Ok, solo espero que no sean refuerzos para los monstruos— dijo Apolo
—Porque eso se podría aún peor— dijo Hermes
—Sería lo único que les faltara— dijo Thalia
cientos de guerreros con camuflaje negro y gris, armados con lanzas y escudos. Entre sus filas había una docena de carretillas elevadoras de combate, con sus dientes afilados reluciendo al atardecer y flechas en llamas en sus ballestas.
—Eso me suena a las Amazonas— dijo Bianca
—Solo falta ver de qué lado van a estar— comentó Zoë
—Amazonas —dijo Frank—. Genial.
Polibotes se echó a reír.
—¿Lo veis? ¡Nuestros refuerzos han llegado! ¡Roma caerá hoy!
Los romanos hicieron una mueca
Las amazonas bajaron sus lanzas y cargaron montaña abajo. Sus carretillas entraron en combate a toda velocidad. El ejército del gigante prorrumpió en vítores… hasta que las amazonas cambiaron de rumbo y fueron directas al flanco oriental de los monstruos.
—¡Gracias a los dioses!— dijo Bianca
—De nada— dijo Apolo
—Que bueno que llegaron como refuerzos para ustedes— asintió Katie
—Sí, la otra opción no sonaba nada bien— dijo Hazel —Lo bueno es que la reina Hylla pudo contra Otrera
—Por supuesto que sí— dijo Reyna
—¡Amazonas, avanzad!
En la carretilla más grande había una chica que parecía una versión mayor de Reyna, equipada con una armadura de combate negra con un reluciente cinturón de oro alrededor de la cintura.
—Genial— dijo Rachel
—Si yo fuera ese ejército de monstruos habría temido— comentó Travis
—Definitivamente— asintió Frank
—¡La reina Hylla! —dijo Hazel—. ¡Ha sobrevivido!
—¡Acudid en ayuda de mi hermana! —gritó la reina de las amazonas—. ¡Destruid a los monstruos!
—Me agrada mucho eso— dijo Miranda
—A todos— asintió Leo
—Fue un buen sonido— asintió Hazel
—¡Destruir!
El grito de sus tropas resonó a través del valle.
Reyna dirigió a su pegaso hacia Percy. Le brillaban los ojos. Su expresión decía: « Te daría un abrazo ahora mismo» .
Reyna se sonrojó
—Lo bueno es que ahí no estaba Annabeth— bromeó Thalia
—¡Thalia!— masculló Annabeth
—O Zoé— señaló Piper riendo
Zoé se sonrojó
—Ay por favor, no puede ser peor que tooodo lo que hemos leído— comentó Connor
—Eso es cierto— dijo Travis
—No vamos a discutir eso— dijo Percy lanzándole una mirada asesina a Connor, justo antes de que Zoé preguntara cualquier cosa —Frank ¿Puedes seguir leyendo?
Frank asintió
—¡Romanos! ¡Avanzad!
El campo de batalla se convirtió en un absoluto caos. Las filas de amazonas y romanos giraron hacia el enemigo como las mismísimas Puertas de la Muerte.
—Y ahí se dieron cuenta que estaban perdidos— dijo Chris
—Sip, tendrían que haberlo esperado— dijo Piper
Sin embargo, Percy tenía un solo objetivo. Señaló al gigante.
—Tú y yo. Hasta el final.
Percy le sonrió a su mamá de manera inocente
—La verdad es que no me sorprende— dijo Sally
—Era de esperarse que hicieras algo así— dijo Poseidón
Se encontraron junto al acueducto, que de algún modo había sobrevivido a la batalla. Polibotes se encargó de corregir ese detalle. Blandió su tridente, golpeó el arco de ladrillo más cercano y desencadenó una cascada.
—No, pues que amable— dijo Katie
—Nunca había visto tanta amabilidad junta— dijo Percy
—Sí, obviamente ese gigante se destacaba por su amabilidad— comentó Leo
—Es muy claro— asintió Piper
—¡Adelante, hijo de Neptuno! —dijo Polibotes a modo de provocación—. ¡Déjame ver tu poder! ¿Te obedece el agua? ¿Te cura? Pues yo he nacido para enfrentarme a Neptuno.
—Sí, también lo sabemos— dijo Apolo
—Y precisamente por eso puede ser más peligroso para ti ¿No?— preguntó Katie
Percy se encogió de hombros
El gigante metió la mano bajo el agua. Cuando el torrente pasó entre sus dedos se tiñó de verde oscuro. Lanzó un poco de agua a Percy, quien la esquivó instintivamente.
—Muy buena decisión— dijo Poseidón
—A veces tomo buenas decisiones— asintió Percy
—A veces— señaló Thalia
El líquido salpicó el terreno situado delante de él. La hierba se marchitó y empezó a echar humo siseando de forma desagradable.
—Puedo convertir el agua en veneno con solo tocarla —dijo Polibotes—. ¡Veamos lo que le hace a tu sangre!
—Yo creo que mejor no— dijo Percy
—Por favor que no lo veas— comentó Sally
Poseidón hizo una mueca
—Lo bueno es que eso ya pasó— dijo Percy
Lanzó su red a Percy, pero este se apartó rodando por el suelo. Desvió la catarata y la dirigió de lleno a la cara del gigante. Mientras Polibotes permanecía cegado, Percy atacó. Clavó a Contracorriente en la barriga del gigante y a continuación la extrajo y se apartó de un salto, dejando al gigante rugiendo de dolor.
—Pero realmente eso no va a ser suficiente— dijo Hermes
—Y como siempre los dioses no estaban por ningún lado— masculló Charles en voz baja
—Bueno, al menos le dolió— dijo Piper
—Y espero que mucho— asintió Percy
El golpe habría destruido a cualquier monstruo inferior, pero Polibotes simplemente se tambaleó y miró el ichor dorado —la sangre de los inmortales— que le brotaba de la herida. El corte se estaba cerrando.
—Demonios— dijo Bianca
—Sí, el plan tuvo un fallo en ese momento— comentó Percy
—Que raro— dijo Thalia
—Lo sé— asintió Percy
—Buen intento, semidiós —gruñó—. Pero te destruiré de todas formas.
—Primero tendrás que cogerme —dijo Percy.
—Ahí iba la fase 2 del plan— dijo Percy
—Espero que salga mejor que la fase 1— dijo Connor
—Yo también lo esperaba— asintió Percy
Se volvió y escapó hacia la ciudad.
—¡¿Qué?! —gritó el gigante con incredulidad—. ¿Huyes, cobarde? ¡Quédate quieto y muere!
Percy no tenía la más mínima intención de hacer eso.
—Lo sabemos— dijo Annabeth
Percy le sonrió
—Era bastante obvio— dijo Thalia
—Demasiado— asintió Grover
Sabía que no podía matar a Polibotes solo, pero tenía un plan. Pasó por delante de la Señorita O'Leary, que alzó la vista con curiosidad mientras una gorgona se retorcía dentro de su boca.
—Bueeeno, no sabía que las Gorgonas se podían usar como juguetes para perros— dijo Connor
—Tampoco yo— dijo Percy —pero resulta que sí se puede
—Eso lo aprendes al tener un perro del infierno como mascota— señaló Miranda
—Y vaya que sí— dijo Percy
—¡Estoy bien! —gritó Percy al pasar corriendo, seguido de un gigante que clamaba sangre.
Saltó por encima de un escorpión incendiado y se agachó cuando Aníbal lanzó un cíclope a través de su camino.
—Te atravesaste en el camino de Aníbal— comentó Frank
—Lo sé— dijo Percy —lo bueno es que sí me dió tiempo de agacharme
—Eso es lo importante— asintió Leo
Con el rabillo del ojo, vio que Tyson hundía a un nacido de la tierra de un golpe en el suelo como en el juego de la maza y el topo.
—Fue divertido— dijo Tyson
—Sí, también debemos de revisar su definición de divertido— dijo Apolo
—Tus hijos tienen la definición más rara del mundo— señaló Hermes
Ella revoloteaba encima de él, esquivando misiles y gritando consejos:
—¡La entrepierna! ¡La entrepierna de los nacidos de la tierra es un punto sensible!
¡ZAS!
—Esa es una información que todos deben de saber— asintió Connor
—En realidad lo es— coincidió Percy
—Yo creo que los secretos de los monstruos no están protegidos por Ella— dijo Katie
—Y son increíbles consejos— señaló Leo
—Bien. Sí. Tyson le ha dado en la entrepierna.
—¡¿Percy necesita ayuda?! —gritó Tyson.
—¡Estoy bien!
—¡Muere! —gritó Polibotes, acercándose velozmente.
—Sonaba a que estabas perfectamente— dijo Thalia
—Claro, me la estaba pasando genial— asintió Percy
—Nos damos cuenta— comentó Rachel
Percy no paró de correr.
A lo lejos, vio a Hazel y a Arión galopando a través del campo de batalla, eliminando a centauros y karpoi. Un espíritu de los cereales gritó: « ¡Trigo! ¡Te daré trigo!» , pero Arión lo pisoteó y lo convirtió en un montón de cereales de desayuno.
—Creo que a alguien más aparte de los mellizos no le gusta el cereal— comentó Leo
—Es que recuerda que los cereales son malos— señaló Travis
—El trigo no fue una buena oferta para Arión— dijo Apolo
Deméter resopló
La reina Hylla y Reyna unieron fuerzas, montadas en su carretilla y su pegaso, desperdigando las siluetas oscuras de guerreros abatidos. Frank se transformó en un elefante y se abrió camino a pisotones entre unos cíclopes,
—Es que un elefante es una buena manera de hacerlo— dijo Miranda
—En realidad lo era— asintió Frank
y Dakota sostenía el águila dorada en alto, lanzando rayos a cualquier monstruo que osaba desafiar a la Quinta Cohorte. Todo eso estaba muy bien, pero Percy necesitaba otro tipo de ayuda. Necesitaba a un dios.
—Pequeñísimo detalle— dijo Leo
—Claro, como lo puedes encontrar a la vuelta de la esquina— dijo Travis
—En realidad… Creo que de hecho sí lo podrías encontrar ¿No?— preguntó Zoë
—Por supuesto que sí— asintió Annabeth
—Esperemos que esa fase 2 salga bien— dijo Piper
Miró atrás y vio al gigante casi al alcance de la mano. Para ganar tiempo, se escondió detrás de una columna del acueducto. El gigante blandió su tridente. Cuando la columna se desmoronó, Percy utilizó el agua que se había desbordado para guiar el desplome e hizo caer varias toneladas de ladrillo sobre la cabeza del gigante.
—Pobres ladrillos— dijo Travis
—Yo creo que les debió doler caer en esa cabeza— comentó Percy
—Me parece que sí— asintió Leo
Percy huyó hacia el perímetro urbano.
—¡Término! —gritó.
—De acuerdo, es una buena idea— dijo Hermes
—Solo que no se ponga en modo obsesivo compulsivo y no vaya querer ayudar al chico— señaló Apolo —porque en realidad podría pasar
La estatua del dios más cercana se encontraba a unos veinte metros más adelante. Sus ojos de piedra se abrieron de golpe mientras Percy corría hacia él.
—Bueno, esperemos que no te diga nada de las reglas— comentó Leo
—¿Podría decirle algo de las reglas?— preguntó Bianca —digo, están bajo ataque
—Definirivamente podría— asintió Jason
—Definitivamente pudo— dijo Frank antes de seguir leyendo
—¡Es totalmente inaceptable! —protestó—. ¡Edificios incendiados!
¡Invasores! ¡Llévatelos de aquí, Percy Jackson!
—Lo intento —dijo él—. Pero hay un gigante, Polibotes…
—Que no está siendo muy razonable— dijo Piper
—De acuerdo, ya entendí— dijo Bianca
—No era para nada razonable— comentó Percy
—¡Sí, ya lo sé! Espera… Disculpa un momento.
Término cerró los ojos concentrándose. Una bala de cañón verde en llamas voló por lo alto y de repente se volatilizó.
—Eso suena increíble— dijo Rachel
—Un truco interesante, sí, pero hay mejores— comentó Apolo
—¿Por qué no somos un poco civilizados y atacamos más despacio? Solo soy un dios.
—Solamente— murmuró Connor
—Claro, solo un dios— dijo Miranda
—Ayúdeme a matar al gigante, y todo habrá terminado —dijo Percy—. Un dios y un semidiós colaborando: es la única forma de matarlo.
Término resopló.
—Yo vigilo las fronteras. No mato gigantes. No es mi trabajo.
—Eso sería muy civilizado— dijo Katie
—Claro, matar gigantes es lo más civilizado que hay— asintió Piper
—Obviamente, pero no tenía mucho tiempo para explicarle por que debíamos ser civilizados de esa manera— comentó Percy
—¡Vamos, Término!
Percy dio otro paso adelante, y el dios chilló indignado.
—¡Detente ahí, jovencito! ¡No se permiten armas dentro de la línea del pomerio!
—Los están atacando— dijo Rachel
—Eso no impide que se cumplan las reglas— comentó Reyna
—Ah, vaya— murmuró Rachel
—Pero nos están atacando.
—¡Me da igual! Las normas son las normas. Cuando la gente no obedece las normas, me enfado mucho.
—Entonces creo que debes enfadar a alguien— dijo Miranda
—Y como eso no se le da— comentó Thalia
—Que grosera eres, cara de pino— señaló Percy
Percy sonrió.
—No cambie de forma de pensar.
Corrió hacia atrás en dirección al gigante.
—¡Eh, feo!
—¡Grrr!
—Hacer enojar a alguien aparte del gigante— dijo Travis
—Pero también hacer enojar al gigante parecía buena idea— comentó Percy
—Síguele y te van a seguir castigando— bromeó Thalia
—No le hagas caso mamá— dijo Percy
Sally miró a su hijo con una ceja enarcada
Polibotes surgió de las ruinas del acueducto. El agua seguía cayendo sobre él, convirtiéndose en veneno y creando un pantano humeante alrededor de sus pies.
—Tú… morirás lentamente —prometió el gigante.
Antes de que alguien pudiera decirle algo o aumentarle más días a su castigo Percy dijo —Yo creo que esas frases deben de venir en algún libro para monstruos, nunca le cambian
A pesar de la sería situación logró que varios se rieran
—1200 consejos para ser el mejor monstruo— dijo Leo
—Y las frases que debes usar con los semidioses— señaló Percy
Recogió su tridente, que ahora goteaba veneno verde.
Alrededor de ellos, la batalla estaba tocando a su fin. Cuando acabaron con los últimos monstruos, los amigos de Percy empezaron a reunirse, formando un cerco alrededor del gigante.
—Aunque como que no lo necesitaste— comentó Frank
—¿No lo necesitó?— preguntó Hermes
—No hagan spoiler— comentó Apolo
—Te haré prisionero,Percy Jackson —gruñó Polibotes—. Te torturaré bajo el mar. Cada día el agua te curará, y cada día te llevaré más cerca de la muerte.
—Magnífica oferta —dijo Percy—. Pero creo que prefiero matarte.
—Una oferta de lo más increíble— dijo Percy
—Me suena que era mejor tu oferta— señaló Thalia
—Era la mejor oferta que podía obtener— dijo Leo
Polibotes rugió airadamente. Sacudió la cabeza, y más basiliscos salieron volando de su cabello.
—Atrás —advirtió Frank.
—Odio a esas cosas— dijo Frank
—Definivamente — dijo Hazel —son de lo más horribles
—Y vaya que sí— asintió Percy con una mueca
Un caos renovado se extendió a través de las filas. Hazel espoleó a Arión y se situó entre los basiliscos y los campistas. Frank cambió de forma y se encogió hasta transformarse en algo fino y peludo… ¿una comadreja?
—Ahora lo entiendo— mencionó Percy
—Tampoco lo creía, pero había que intentarlo— dijo Frank
—Y por supuesto funcionó— dijo Hazel
—Me alegra mucho— asintió Frank
Percy pensó que Frank se había vuelto loco, pero cuando Frank atacó a los basiliscos, estos se pusieron histéricos. Los monstruos huyeron deslizándose mientras Frank los perseguía de cerca.
—Nunca te metas con una comadreja— señaló Connor
—Pero se ven tan adorables— dijo Katie —yo quisiera una de mascota
—Bueno, te ayudaría contra los basiliscos— dijo Percy
Polibotes apuntó con su tridente y echó a correr hacia Percy. Cuando el gigante llegó a la línea del pomerio, Percy se hizo a un lado de un brinco, como un torero. Polibotes atravesó a toda velocidad los límites de la ciudad.
—Uhhhh— dijo Travis
—Alguien no está respetando las reglas— dijo Miranda
—Que mal que no respete las reglas— comentó Percy negando con la cabeza
—Fue una buena idea— comentó Artemisa
—Gracias— dijo Percy
—¡SE ACABÓ! —gritó Término—. ¡ESO VA CONTRA LAS NORMAS!
Polibotes frunció el ceño, visiblemente confundido al ser regañado por una estatua.
—¿Qué eres tú? —gruñó—. ¡Cállate!
Derribó a la estatua y se volvió atrás hacia Percy.
—Le va a ir muy mal— dijo Miranda
—Es para que aprenda que las reglas se deben de seguir— asintió Percy seriamente, ganándose una mirada llena de ironía por parte de sus amigos
—¡Ahora sí que estoy CABREADO! —gritó Término—. Te voy a estrangular. ¿Lo notas? Son mis manos alrededor de tu cuello, pedazo de matón. ¡Ven aquí! Te voy a dar un cabezazo tan fuerte que…
—Claramente— dijo Katie
—Yo espero que sí las note— comentó Bianca
—Habría estado genial que las notara— dijo Thalia
—Vaya que sí— dijo Percy
—¡Basta! —El gigante pisó la estatua y partió a Término en tres trozos: pedestal, cuerpo y cabeza.
—¡No has ACABADO CONMIGO! —gritó Término—. ¡Trato hecho, Percy Jackson! Vamos a matar a este presuntuoso.
—Esa me parece una día maravillosa— dijo Thalia
—Lo lograste sesos de alga— dijo Annabeth con una sonrisa
—Increíble ¿Verdad?— dijo Percy sonriendole
El gigante se rió tan fuerte que no se dio cuenta de que Percy iba a atacarle hasta que fue demasiado tarde.
—Y por eso chicos, nunca se rían en medio de una batalla— dijo Connor
—A menos que sean Percy y se puedan reir mientras atacan— comentó Travis
—¿Te reíste mientras atacabas?— preguntó Sally
—No tanto así… Bueno, un poquito— murmuró Percy sonrojado
Percy saltó, introdujo a Contracorriente a través de una de las aberturas metálicas del peto de Polibotes y le clavó el bronce celestial en el pecho hasta la empuñadura.
—Pero se va a volver a curar— dijo Bianca
—No, si el dios en realidad le ayuda— comentó Rachel
—Que esperemos que lo haga— dijo Chris
El gigante retrocedió tambaleándose, tropezó con el pedestal de Término y cayó al suelo con gran estruendo. Mientras intentaba levantarse lanzando zarpazos a la espada que tenía en el pecho, Percy levantó la cabeza de la estatua.
La sala entera parecía contener la respiración, se sentía la tensión nerviosa alrededor de todos los chicos, sobre todo sabiendo de lo que era capaz Percy Jackson.
—¡Jamás vencerás! —dijo el gigante gimiendo—. No puedes derrotarme tú solo.
—No estoy solo —Percy levantó la cabeza de piedra por encima de la cara del gigante—. Te presento a mi amigo Término. ¡Es un dios!
—Y ahí comprendió que no se debió meter contigo— dijo Thalia
—Debieron de haberlo notado hace mucho tiempo— dijo Miranda
—Y aún así todavía tiene que probar alguna cosa— masculló Poseidón
Zeus lo ignoró
La toma de conciencia y el miedo asomaron tardíamente al rostro del gigante. Percy golpeó a Polibotes en la nariz lo más fuerte que pudo con la cabeza del dios, y el gigante se deshizo en un montón humeante de algas, piel de reptil y fango venenoso.
Por un momento se hizo un silencio impactado en la Sala de Trono, los chicos veían a Percy impresionados, igual que varios de los dioses y unos no tan impresionados como indignados ¿Cómo podía ser que las Moiras quisieran cambiar el futuro de ese mocoso cuando era claro que era un inminente peligro para ellos?
Los chicos empezaron a vitorear de manera un poco escandalosa.
—¡Así se hace Percy!— gritaron varios de los chicos haciendo un gran escándalo
—Lo hiciste muy bien, hijo— dijo Poseidón con una nota de orgullo
—Eres increíble cariño— dijo Sally, aunque obviamente no le gustaba que su hijo se pusiera en peligro, era asombroso ver lo imponente que es
—No fue para tanto— murmuró Percy sonrojado
—Claro que fue para tanto— comentó Poseidón
—Debemos tener en cuenta que dos cohortes no pudieron con él— señaló Artemisa
—Y nos sigues impresionando pequeño primo— dijo Apolo
—Lo haces— dijo Annabeth sonriéndole con orgullo
—Fue realmente impresionante— comentó Charles
Los legados también se voltearon a ver entre ellos con una mirada impactada, Zoé sonreía
Percy se sonrojó aún más —Gracias
—¡Percy Jackson el terror de los gigantes!— gritó Leo
—Un aplauso— gritó Connor
Los chicos empezaron a vitorear aún más ruidosamente que antes
—Eres increíble sesos de alga— dijo Annabeth y lo besó
Lo que hizo que los gritos aumentaran aún más, pasó tiempo antes de que alguien dejará de gritar para que pudieran seguir la lectura
Percy se apartó tambaleándose, totalmente agotado.
—¡Ja! —dijo la cabeza de Término—. Así aprenderá a obedecer las normas de Roma.
Por un momento, el campo de batalla permaneció en silencio
—Pues fue bastante impresionante— dijo Hazel
—Fue silencio impactado— comentó Frank
—Y vaya que sí— dijo Reyna
a excepción del rumor de unos cuantos fuegos que ardían y los gritos de pánico de algunos monstruos que se retiraban.
—Me agrada cuando ellos son los que gritan de pánico— dijo Miranda
—Concuerdo— asintió Piper
—El dulce sonido de los gritos de pánico de los monstruos— suspiró Apolo
Alrededor de Percy había un corro irregular de romanos y amazonas. Tyson, Ella y la Señorita O'Leary se encontraban entre ellos. Frank y Hazel le sonreían con orgullo.
—Por supuesto que sí— dijo Frank —estuviste genial
—No podía ser de otra manera— comentó Hazel
—Gracias— dijo Percy incómodo por la expresión de sus amigos, de los legados, de sus padres y de algunos dioses
Arión mordisqueaba con satisfacción un escudo dorado.
—¡Percy, Percy! —empezaron a cantar los romanos.
Se apiñaron en torno a él. Y antes de que se diera cuenta, lo levantaron sobre un escudo. Entonces el grito se convirtió en « ¡Pretor! ¡Pretor!» .
—Era lógico— comentó Jason
—En realidad lo esperábamos— asintió Perséfone
—Aunque se saltó tooodo el protocolo— señaló Apolo
—Como siempre— dijo Sally dándole a su hijo una mirada orgullosa
—Los protocolos no son para él— comentó Quirón con una pequeña sonrisa
Entre los que cantaban estaba la propia Reyna, quien levantó la mano y estrechó la de Percy para felicitarlo. A continuación, la multitud de romanos que lo vitoreaban se lo llevaron alrededor de la línea del pomerio,
—Fuiste realmente increíble, hijo— comentó Poseidón con orgullo
—Otro aplauso— dijo Travis y los chicos volvieron a aplaudir
—Chicos ya— murmuró Percy
evitando con cuidado las fronteras de Término, y lo acompañaron de vuelta al Campamento Júpiter.
—Nadie iba a pensar en desobedecer las fronteras de Término— dijo Jason
—Se acabó el capítulo— anunció Frank
—Genial— dijo Percy
—Solo queda uno— comentó Frank
—Doblemente genial— dijo Percy
—Bueno ¿Quién termina el libro?— preguntó Deméter
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