LEO VI,VI
V
Leo
—¿A quién le paso el libro?— preguntó Charles
—A mí, querido— dijo Perséfone, cuando tuvo el libro en sus manos enarcó una ceja —bueno, esto es sobre Leo
—Ay no— se quejó Leo —¿Por qué yo?
—¿Tal vez para ver por qué le disparaste a Nueva Roma?— sugirió Apolo
—Eso tendría sentido— dijo Percy
—Demonios— masculló Leo
Perséfone comenzó a leer
Leo deseaba poder inventar una máquina del tiempo. Retrocedería dos horas y desharía lo que había ocurrido.
—Bueno, es que te pasaste un poquito— señaló Apolo
—Un poquito— murmuró Reyna
—Pero no fue su culpa— comentó Hefesto
Zeus le dió a su esposa una mirada furiosa
—Querido, todo debe tener una explicación— dijo Hera
O eso o inventar una máquina abofeteadora para castigarse a sí mismo, aunque dudaba que le doliera tanto como la mirada que Annabeth le estaba lanzando.
—Es por eso que no hacemos enojar a Annabeth— dijo Connor
—Es la primera ley del Campamento Mestizo— asintió Travis
—Nos gusta vivir— dijo Katie
—La mayoría del tiempo al menos— dijo Miranda
—Todas las cabañas tenemos una placa en la entrada donde dice que no hagamos enojar a Annabeth— dijo Travis
Annabeth rodó los ojos
—Otra vez —dijo—. ¿Qué ha pasado exactamente?
Leo se dejó caer contra el mástil. Tenía la cabeza a punto de estallar debido al golpe que se había dado contra la cubierta.
—Lo siento— dijo Percy
—Está bien, tenías que hacerlo— dijo Leo
A su alrededor, su precioso nuevo barco estaba hecho un desastre.
—Igual que el campamento— masculló Reyna
—Lo siento— dijo Leo moviéndose incómodo
—Lo bueno es que ahora son todos amigos— dijo Apolo
—No todos— señaló Hermes
—Mientras no se maten, para mí son amigos— comentó Apolo
Las ballestas de popa eran montones de astillas. El trinquete estaba destrozado. La antena parabólica que permitía conectarse a internet a bordo y ver la televisión había volado en pedazos, cosa que había sacado de quicio al entrenador Hedge.
—Ese sátiro tiene sus prioridades ordenadas— dijo Hermes
—Bastante ordenadas— masculló Poseidón
—Claro, se nota— dijo Apolo
El dragón de bronce que hacía de mascarón de proa, Festo, tosía y expulsaba humo como si se hubiera tragado una bola de pelo.
—No le den bolas de pelo a su dragón, nunca— dijo Leo
—Eh... No tenemos dragones— señaló Connor
—Una lástima— dijo Leo
—Podrías hacernos un dragón a cada uno— dijo Connor
—Esa, sería una pésima idea— dijo Chris
Y por los crujidos que se oían en el lado de babor, Leo supo que algunos remos aéreos se habían desalineado o se habían partido del todo, lo que explicaba por qué el barco se escoraba y se sacudía en el aire, y por qué el motor resollaba como un tren de vapor asmático.
—Eso explica todo— dijo Hefesto
—Los trenes de vapor no pueden tener asma— señaló Travis
—¿Cómo sabes? ¿Eres un tren de vapor?— preguntó Leo
—Tienes que admitir que no puedes competir contra semejante argumento— dijo Percy mirando a Travis
—Lo admito— dijo Travis
Contuvo un sollozo.
—No lo sé. Tengo un recuerdo borroso.
Leo hizo una mueca
Lo estaban mirando demasiadas personas: Annabeth (Leo detestaba cabrearla; esa chica le daba miedo),
—A todos— dijo Travis
—Concuerdo— dijo Connor
—Lección de hoy: no hacer enojar a Annabeth— comentó Piper
Charles y Zoé intercambiaron una mirada
el entrenador Hedge con sus patas de cabra peludas, su polo naranja y su bate de béisbol (¿tenía que llevarlo a todas partes?), y el recién llegado, Frank.
Frank frunció el ceño
—Momento de descubrir que pensabas de él— señaló Piper
—Sí— murmuró Leo no muy feliz con eso
Leo no sabía qué pensar de Frank. Parecía un pequeño luchador de sumo, pero Leo no era tan tonto como para decirlo en voz alta.
—Bueno, lástima que estos libros no conozcan los secretos— dijo Connor
Leo maldijo
—Oye no seas grosero, hay niños aquí— señaló Travis negando con la cabeza
—Dioses, ya vimos quien les enseña las maldiciones— dijo Rachel
Sus recuerdos eran vagos, pero mientras había estado semiconsciente, estaba seguro de que había visto un dragón posarse en el barco: un dragón que se había transformado en Frank.
—Pues sí— dijo Percy
—Entonces no estaba loco, al menos no del todo— dijo Leo
—Al menos— coincidió Percy
Annabeth se cruzó de brazos.
—Yo creo que es mejor que corras— dijo Travis
—¡33-12! ¡Tenemos un 33-12!— gritó Connor
—Es momento de que se resguarden en su sitio de seguridad— asintió Travis
—Código AEEYPM nivel 3— dijo Connor
—¿Que significa eso?— preguntó Bianca
—"Annabeth está enojada y puede matarnos"— contestó Connor
—Cállense— masculló Annabeth
—¿Quieres decir que no te acuerdas?
—Yo... —Leo se sentía como si estuviera intentando tragarse una canica—.
—Una vez lo intenté y no es divertido— dijo Travis
—Bueno, Esperanza también— dijo Zoé
—Pues parecía un dulce— se defendió Esperanza
—Dioses— murmuró Calipso
—¿Ves lo que le enseñas?— dijo Connor a Leo negando con la cabeza
Leo frunció el ceño
Me acuerdo, pero es como si hubiera estado viéndome a mí mismo hacer cosas. No podía controlarlo.
—Entonces es obvio que fue una posesión— dijo Hades
—No era tan obvio para nosotros— murmuró Piper recordando
Leo, Percy y Jason hicieron una mueca
El entrenador Hedge dio unos golpecitos con el bate contra la cubierta. Con su ropa deportiva y su gorra calada sobre los cuernos, parecía el mismo de la Escuela del Monte,
—Pues porque es el mismo sátiro ¿Tal vez?— dijo Miranda
—Eso lo explica— asintió Leo
—Sí, creo que de hecho lo hace— comentó Percy
—Claro, no sé cómo no lo ví antes— dijo Leo
donde había pasado un año encubierto como profesor de educación física de Jason, Piper y Leo. Por las chispas que el viejo sátiro echaba por los ojos, Leo se preguntó si el entrenador iba a mandarle que hiciera flexiones.
—Creo que ganas no le faltaron— dijo Piper
—Estoy de acuerdo— dijo Leo
—Y mientras tanto gritaba un poco— señaló Piper
—Pues sí gritó un poco— dijo Leo
—Mira, muchacho, te has cargado algunas cosas —dijo Hedge—. Has atacado a los romanos. ¡Increíble! ¡Genial! Pero ¿tenías que cortar los canales por satélite? Estaba viendo un combate de lucha.
—¿Cómo puede decir algo así?— bufó Reyna
—No era precisamente falta de respeto o algo, solo que así es el entrenador— comentó Piper
—Entrenador, ¿por qué no va a asegurarse de que todos los fuegos se hayan apagado? —dijo Annabeth.
—Ya me he asegurado.
—Pues vuelva a hacerlo.
—Unas 50 veces de ser necesario— masculló Annabeth
—Creo que sí era necesario— dijo Percy
—Un poco, tampoco me estaba ayudando lo que estaba diciendo— murmuró Leo
El sátiro se marchó andando penosamente y murmurando entre dientes. Ni siquiera Hedge estaba lo bastante cabreado para desafiar a Annabeth.
—Nadie es tan idiota— dijo Katie
—Obvio no— dijo Connor
—No nos conocen— bromeó Zoé en un susurro a su hermano
—A ti— susurró Charles de vuelta
—¿Quién lleva a cabo mis ideas?— preguntó Zoé
La chica se arrodilló al lado de Leo. Sus ojos grises parecían de acero, como cojinetes de bolas. El cabello rubio le caía sobre los hombros, pero a Leo eso no le resultaba atractivo.
—Bueno, gracias por aclararlo— bromeó Piper
—Yo digo que deberías anotarle un punto Calipso— dijo Miranda
—Es cierto, parece que no se va a meter en problemas en este libro— dijo Piper
Leo le dio una mala mirada a Piper
—De momento— señaló Calipso
—¡Nena!— se quejó Leo
No tenía ni idea de dónde venía el estereotipo de las rubias bobas de risa tonta. Desde que había conocido a Annabeth el año pasado en el Gran Cañón,
—Es un completo misterio de cómo se hizo ese estereotipo— dijo Apolo
—Sí, no habrá sido por Apolo o algo así— señaló Hermes
—Me ofendes— dijo Apolo en tono dramático
cuando se había acercado a él con aquella expresión que decía:
« Entrégame a Percy Jackson o te mato» ,
—¿Verdad que sí tenía esa expresión?— preguntó Piper
—Sí— dijo Leo
—Por supuesto que sí— coincidió Jason
—Bueno, estuvo a punto de aventarlos del carro— señaló Thalia
—No los iba a aventar del carro— masculló Annabeth
Leo las consideraba demasiado listas y demasiado peligrosas.
—Leo, ¿Octavio te ha engañado? —dijo ella tranquilamente—. ¿Te ha tendido una trampa o...?
—No.
—Les dije— señaló Apolo
—Sigo sin entender por qué lo defiendes— comentó Artemisa
—Porque no es culpable de esas cosas— dijo Apolo
Will hizo una mueca
Leo podría haber mentido y haberle echado la culpa a aquel estúpido romano, pero no quería empeorar todavía más la situación.
—¿Más?— preguntó Hermes
—Recuerdo que alguien juró por su vida— señaló Apolo
—Yo también lo recuerdo— suspiró Sally
—Yo creo que se van a sumar más días a tu castigo, sesos de alga— dijo Thalia
—Eso parece— dijo Percy dándole una sonrisa sumamente inocente a su mamá
—Ese tío es un capullo, pero él no ha incendiado el campamento. He sido yo.
El chico nuevo, Frank, frunció el entrecejo.
—¿A propósito? —le espetó Frank.
—¡No! —Leo cerró los ojos, apretándolos—. Bueno, sí... O sea, yo no quería.
Leo hizo una mueca
—O sea, sí pero no— dijo Connor
—Básicamente— asintió Leo
Pero al mismo tiempo me sentía como si sí quisiera. Algo me empujó a hacerlo. Notaba una sensación de frío dentro de mí...
—Una sensación de frío.
—Y por eso debieron contarse lo de la sensación de frío— dijo Dionisio rodando los ojos
Annabeth hizo una mueca
—Y por eso nunca debieron juntarlos en primer lugar— masculló Zeus
—Querido, debemos tener en cuenta que están aquí sin pelear y eso quiere decir que el plan funcionó— señaló Hera
—¿Después de cuantos problemas?— gruñó Zeus —ve todo lo que has provocado
Hera suspiró
El tono de voz de Annabeth cambió. Parecía casi... asustada.
—Sí —dijo Leo—. ¿Por qué?
—¡Annabeth, te necesitamos! —gritó Percy bajo la cubierta.
—A un grito como ese no se le puede negar la atención— dijo Rachel
—No— dijo Percy
Oh, dioses, pensó Leo. Por favor, que Jason esté bien.
En cuanto habían subido a bordo, Piper había llevado a Jason abajo. El corte de su cabeza tenía muy mala pinta.
Jason hizo una mueca
—Dioses ¿Por qué te tienes que meter con cosas peligrosas?— masculló Thalia
—Porque tú también te metes con cosas peligrosas— dijo Jason
—Los hermanos menores siempre queriendo ser como los mayores— comentó apolo rodando los ojos
—Eso no es cierto— corearon varios de los que eran hermano menores
Leo conocía a Jason mejor que nadie en el Campamento Mestizo. Eran amigos íntimos. Si Jason no sobrevivía...
—Te reviviría y te mataría yo mismo por asustarme— dijo Leo
—Me considero advertido— dijo Jason con una pequeña sonrisa
—Más te vale— dijo Leo
—No le pasará nada —la expresión de Annabeth se suavizó—. Ahora vuelvo, Frank. Tú... vigila a Leo. Por favor.
Frank asintió con la cabeza.
Leo se sintió todavía peor, si eso era posible.
—Sí parece muy posible— dijo Thalia
—Que bueno que parezca posible— murmuró Leo
—El límite no existe— dijo Percy
—Lo noté— dijo Leo
Ahora Annabeth se fiaba más de un semidiós romano al que conocía desde hacía tres segundos que de Leo. Una vez que ella se hubo marchado, Leo y Frank se miraron fijamente.
—Esto va a ser interesante— dijo Perséfone
—Sí, no creo que sea tan interesante— murmuró Leo
—¿Por qué?— preguntó Calipso
—Porque no podría ser interesante— dijo Leo
—¿Hay algo que necesite saber?— preguntó Calipso
—¿No?— dijo Leo
El grandullón tenía un aspecto muy raro con su toga de sábana sobre la sudadera gris y los tejanos, y con su arco y su carcaj del arsenal del barco al hombro.
—Era una combinación rara— dijo Leo en su defensa
Frank hizo una mueca
Leo se acordó de cuando había conocido a las cazadoras de Artemisa: una panda de tías buenas muy ágiles vestidas con ropa plateada y armadas con arcos.
Una flecha pasó muy cerca de él
—Vuelves a decir eso de "tías buenas" y la siguiente flecha es directa a vuestra cara— masculló Zoë
—Lo siento— murmuró Leo ante la mirada de Artemisa
Se imaginó a Frank jugueteando con ellas. La idea era tan ridícula que casi le hizo sentirse mejor.
Algunos soltaron una risita
—¿Por qué a todos los imaginan con las cazadoras?— preguntó Apolo
—Ni idea— dijo Leo encogiéndose de hombros
—Bueno... —dijo Frank—. ¿No te llamas Sammy ?
—¡Frank!— dijo Hazel
—¿Por qué?— susurró Silena
—Todavía no lo entiendo del todo— admitió Sammy
—Pero tenemos una teoría y no nos gusta— susurró Esperanza metiéndose en la conversación
Leo frunció el entrecejo.
—¿Qué pregunta es esa?
—Nada —contestó Frank rápidamente—. Yo... Nada.
—Claro— dijo Percy
—Siempre es un "nada"— asintió Piper
—Eso parece— dijo Rachel
Respecto al incendio del campamento... Octavio podría estar detrás. Podría haberlo hecho usando magia o algo por el estilo. Él no quería que los romanos nos lleváramos bien con vosotros.
—Y vamos con lo mismo— dijo Apolo
—Es que es lógico que lo pensaran— señaló Poseidón —quería atacarlos
—Pero no los atacó— señaló Apolo
Leo quería creer lo que él decía. Le agradecía a ese chico que no le odiara, pero sabía que no había sido Octavio.
Leo hizo una mueca
—Te lo dije— señaló Apolo
—Dioses, también sigo sin entender por qué mi papá lo defiende— susurró Will a Nico
—¿Tal vez solo le quiere llevar la contraria a los demás?— preguntó Nico
Will se encogió de hombros
Leo se había acercado a la ballesta y había empezado a disparar. Una parte de él había sabido al instante que no estaba bien. Se había preguntado a sí mismo: « ¿Qué rayos estoy haciendo?» . Pero lo había hecho de todas formas.
—Si lo hubieras hecho por ti mismo no te habrías preguntado algo así— dijo Hefesto
Leo hizo una mueca —Pero aún así pasó
—Pero no fue tu culpa— señaló Calipso
Tal vez se estuviera volviendo loco. Puede que el estrés de todos aquellos meses trabajando en el Argo II por fin le estuviera pasando factura. Pero no podía pensar eso. Necesitaba hacer algo productivo. Necesitaba tener las manos ocupadas.
—Y después de como suena que quedó el barco creo que es bastante el trabajo— dijo Hermes
—Al menos era algo que se podía arreglar— murmuró Leo
—Eso es lo importante— dijo Calipso
—Oye, debería hablar con Festo y pedirle un informe de daños —dijo—. ¿Te importa...?
Frank le ayudó a levantarse.
—¿Quién es Festo?
—Mi amigo —dijo Leo—. Él tampoco se llama Sammy, por si te interesa.
—Esa es una excelente información— dijo Connor
—Para que quede claro— dijo Miranda
—¿No es un poco raro estar escuchando tu nombre así?— preguntó Silena en voz baja a Sammy
—Es demasiado raro— respondió Sammy
Vamos, te lo presentaré.
Afortunadamente, el dragón de bronce no había sufrido daños. Bueno, aparte de haber perdido todo el cuerpo menos la cabeza el invierno anterior, pero Leo no tenía eso en cuenta.
—Detallito— dijo Travis
—Eso no se toma en cuenta por el momento— dijo Leo
—Bueno, entonces tampoco nosotros lo tomaremos en cuenta— comentó Piper
Cuando llegaron a la proa del barco, el mascarón giró ciento ochenta grados para mirarlos. Frank soltó un grito y retrocedió.
—¡Está vivo! —dijo.
—¡Sorpresa!— dijo Leo
—Sí fue bastante sorpresivo— dijo Frank
—Un poco— asintió Hazel
Leo se habría echado a reír si no se hubiera sentido tan mal.
—Sí. Frank, este es Festo. Era un dragón de bronce, pero tuvimos un accidente.
—Tienes muchos accidentes —observó Frank.
—Gracias— bufó Leo
—Bueno, aunque o fue exactamente un accidente— dijo Jason
—Bueno, algunos no podemos convertirnos en dragones, así que tenemos que fabricarlos
—Y algunos ni siquiera fabricarlos— murmuró Percy
—Dioses, que triste sonó eso— dijo Connor
—Y lo es— asintió Travis
—Un minuto de silencio por los que no podemos tener dragones— dijo Connor
Guardaron el minuto de silencio
—Leo miró a Frank arqueando las cejas—. El caso es que lo recuperé como mascarón de proa. Ahora es algo así como la interfaz principal del barco. ¿Cómo pintan las cosas, Festo?
—Mal— dijo Piper
—O sea sí, pero necesitaba un informe más detallado— dijo Leo
—Son muy importantes los informes detallados— coincidió Percy
Festo resopló, expulsó humo y emitió una serie de chirridos y rechinos. Durante los últimos meses, Leo había aprendido a interpretar su lenguaje de máquina. Otros semidioses entendían latín y griego. Leo sabía hablar « pip» y « cric» .
—Obvio— dijo Connor
—Claro, otros hablamos caballo— dijo Percy
—¿Ustedes podrían hablar con las plantas?— preguntó Travis seriamente mirando a las hijas de Deméter
—Pues si podemos tal vez no les caemos bien porque nunca nos han contestado— comentó Miranda
—Uf —dijo Leo—. Podría ser peor, pero el casco está expuesto en varias zonas. Hay que reparar los remos aéreos de babor para que podamos volver a alcanzar la velocidad máxima.
—Lo que con los romanos detrás de ustedes va a ser de ayuda— dijo Perséfone
—Y vaya que va a serlo— suspiró Poseidón
Necesitaremos materiales de reparación: bronce celestial, alquitrán, cal...
—¿Qué pared necesitas encalar?
—Carbonato de calcio, colega. Se usa para el cemento y para muchas otras... Da igual.
—Espera, estaba tomando notas— dijo Connor
—Que grosero— dijo Percy negando con la cabeza
—¿No estás viendo que cada día se acerca más el exámen final?— preguntó Piper
—Bueno, pues esperemos que esta no sea una pregunta que venga— dijo Leo encogiéndose de hombros
—¿En serio va a haber un exámen?— preguntó Esperanza con una mueca
—Es muy probable— dijo Leo seriamente
—Ay— murmuró Esperanza con una mueca
El caso es que este barco no llegará muy lejos a menos que lo arreglemos.
Festo emitió otro chirrido que Leo no reconoció. Sonó como « Eisel» .
—Eso, es genial— dijo Apolo
—Sí lo es— asintió Leo orgulloso de su dragón
—Ah... Hazel —dijo, descifrándolo—. Es la chica del pelo rizado, ¿verdad?
Frank tragó saliva.
—¿Está bien?
—Sí, está perfectamente —dijo Leo—. Según Festo, su caballo corre por debajo de nosotros. Nos está siguiendo.
—Bueno, eso es una gran noticia— dijo Perséfone
—Con ese caballo no se iba a quedar atrás por mucho tiempo— dijo Thalia
—De ninguna manera— comentó Hazel
—Entonces tenemos que aterrizar —dijo Frank.
Leo lo observó. —¿Es tu novia?
Frank se mordió el labio.
—Sí.
—No pareces muy seguro.
—Sí. Sí, por supuesto. Estoy seguro.
—Es importante que lo digas con seguridad— asintió Afrodita
—Por supuesto que sí— masculló Ares —la seguridad en ti mismo es fundamental
Frank se sonrojó
Leo levantó las manos.
—Muy bien. El problema es que solo podemos aterrizar de una forma. Tal y como están el casco y los remos, no podremos volver a despegar hasta que los reparemos, así que tendremos que asegurarnos de que aterrizamos en alguna parte donde encontremos el material adecuado.
—Eso es muy cierto— dijo Hefesto
—Y sobre todo porque no quieren que los romanos los alcancen— dijo Deméter
—No estaba en nuestros planes cercanos— coincidió Percy
Frank se rascó la cabeza.
—¿Dónde se consigue bronce celestial? No es algo que se pueda comprar en una ferretería.
—Tal vez para ustedes— señaló Apolo
—¿Tienen ferreterías aquí? No he visto ninguna— dijo Leo
—Las mejores— asintió Apolo
—Festo, haz un escaneo.
—¿Puede buscar bronce mágico escaneando el terreno? —preguntó Frank, asombrado—. ¿Hay algo que no pueda hacer?
—No prepara tacos tan bien como yo— dijo Leo encogiéndose de hombros
—El modesto— bromeó Piper
—Gracias, lo sé— dijo Leo
« Deberías haberlo visto cuando tenía cuerpo» , pensó Leo, pero no lo dijo. Resultaba demasiado doloroso recordar cómo era Festo antes.
Leo hizo una mueca
Leo miró por encima de la proa del barco. El valle Central de California desfilaba por debajo. Leo no albergaba muchas esperanzas de que encontraran todo lo que necesitaban en un solo sitio, pero tenían que intentarlo.
—Es la mejor opción— dijo Miranda
—Y sinceramente tampoco tienen muchas opciones— señaló Hermes
—Definitivamente no— dijo Jason con una mueca
Además, quería interponer la máxima distancia posible entre él y la Nueva Roma.
—Esta también es buena idea— comentó Perséfone
—Porque los romanos no se van a quedar tan tranquilos— bufó Zeus
El Argo II podía recorrer muy rápido grandes distancias gracias a su motor mágico, pero Leo se imaginaba que los romanos tendrían sus propios métodos de transporte mágicos.
—Pues sí— murmuró Frank
—Lo descubrí— asintió Leo
—Bueno, eso no es tan genial— dijo Apolo
Detrás de él, la escalera crujió. Percy y Annabeth subieron con rostro adusto. A Leo le dio un vuelco el corazón.
—Tssss— corearon los Stoll
—Uy, y luego hacer enojar a los dos al mismo tiempo— dijo Miranda negando con la cabeza
—Nadie se atreve a tanto— dijo Travis
—Te llevaste como un récord o algo así— comentó Will
—Vaya, muchas gracias— murmuró Leo
—¿Jason está...?
—Está descansando —dijo Annabeth—. Piper está cuidando de él, pero se pondrá bien.
Percy le lanzó una mirada dura.
—Vele rezando al dios de tu preferencia— bromeó Connor
—Hola dioses, este es Leo de nuevo— dijo Piper riendo
—Oigan, no sean groseros— se quejó Leo
—Los dioses no les podemos contestar en este momento— dijo Apolo
—Uy, una lástima Leo— dijo Miranda
—Annabeth dice que fuiste tú el que disparó la ballesta.
—Tío, no... no sé qué ha pasado. Lo siento mucho...
—¿Que lo sientes? —gruñó Percy.
—Por eso es que no se hace enojar a Percy— dijo Travis
—A ninguno de los dos— dijo Miranda
—Sí bueno, nadie me lo advirtió— dijo Leo
Annabeth posó la mano en el pecho de su novio.
—Ya lo aclararemos más tarde. Ahora tenemos que reagruparnos y trazar un plan. ¿Cuál es el estado del barco?
—Salvado por Annabeth— dijo Thalia
—Gracias a los dioses— murmuró Leo
—Ah no, nosotros tampoco nos meteríamos— dijo Apolo
—Apolo— masculló Zeus
A Leo le temblaron las piernas. Percy lo había mirado de una forma que le había hecho sentirse como cuando Jason invocaba un rayo. Notó un hormigueo que le recorría la piel, y su instinto le dijo: « ¡Agáchate!» .
—¿En serio estás comparando una simple mirada con un rayo?— bufó Zeus
—Pues es que...— comenzó Travis
—Bueno, si alguno no me cree haga enojar a Percy— dijo Leo
—Oye— se quejó Percy
—De hecho yo iba a decir que nosotros te creemos, no tenemos ninguna duda— dijo Travis
—Ninguna— dijo Miranda —aceptamos tu palabra y no queremos comprobarla
—Es solo una mirada— masculló Zeus
Se hizo un momento de silencio
—Como nadie quiere hacer la pregunta que todos queremos saber, la haré yo— dijo Thalia y volteandose a los hermanos Jackson preguntó —¿Alguna vez hicieron enojar a alguno de los dos de esa manera?
—¿Cómo sabía Thalia que sí quería hacer esa pregunta?— murmuró Leo
Annabeth y Percy los voltearon a ver, Zoé y Charles se sonrojaron y se miraron entre ellos
—Creo que eso es un sí— dijo Piper
—No taaaaan así— murmuró Zoé
—No tanto— murmuró Charles
—¿Qué hicieron?— preguntó Sally
—Puede ser... Que nos hayamos escapado un poquito del Campamento— dijo Zoé
—Se escaparon del campamento— repitieron Annabeth y Percy al mismo tiempo
Obtuvieron algunas miraditas burlonas
—Poquito— murmuró Zoé
—No fue tan lejos— dijo Charles
Percy y Annabeth intercambiaron miradas
—Encontraron monstruos— dijo Thalia
—Chiquitos— dijo Zoé
—Chiquitos nada más como de tres metros— comentó Rachel
—Dioses— murmuró Annabeth
—¿Y por qué se escaparon?— preguntó Percy
—¿Por qué tenemos malas ideas?— respondió Zoé con una mirada inocente
—Pero...— siguió Percy
—¿Quien vota por qué al finalizar el capítulo nos cuenten la historia?— preguntó Apolo
Casi todos los chicos alzaron la mano
—Pero todavía tengo preguntas— dijo Percy
—Al finalizar el capítulo— señaló Apolo
Annabeth y Percy se voltearon a ver cómo preguntándose "¿Que rayos?"
Le explicó a Annabeth los daños que habían sufrido y los materiales que necesitaban. Al menos se sentía mejor hablando de algo reparable.
—Es un comienzo— dijo Miranda
—Mejor que estar recibiendo esa mirada de Percy— señaló Travis
—Muchísimo mejor— asintió Leo
Percy se sonrojó
Estaba lamentando la escasez de bronce celestial cuando Festo empezó a chirriar y rechinar.
—Perfecto.
Leo suspiró aliviado.
—¿Qué es perfecto? —preguntó Annabeth—. Ahora mismo no andamos sobrados de cosas perfectas.
—¿Y cuándo lo andamos?— señaló Thalia
—Pues nunca en realidad— dijo Piper
—Pero hay días menos malos— comentó Will
Leo consiguió sonreír.
—Tenemos todo lo que necesitamos en un mismo sitio. Frank, ¿por qué no te transformas en pájaro o algo por el estilo? Baja y dile a tu novia que se reúna con nosotros en el Great Salt Lake, en Utah.
Leo y Hazel se voltearon a ver con cierta incomodidad
Cuando llegaron el aterrizaje no fue como la seda. Con los remos dañados y el trinquete roto, Leo apenas pudo controlar el descenso.
—Fue una experiencia interesante— dijo Percy
—Sí bueno, imagina si no hubiéramos tenido cinturones de seguridad— dijo Annabeth
—Que bueno que sí teníamos— murmuró Frank
—Para que estemos seguros— asintió Leo
Los demás chicos se pusieron los cinturones de seguridad bajo la cubierta, menos el entrenador Hedge, que insistió en agarrarse al pasamanos de proa gritando: « ¡SÍ! ¡Venga, laguito!» .
—Claro, siempre es buen momento para retar a un lago— dijo Apolo
—Por supuesto— asintió Percy
—Todos lo sabemos— dijo Thalia
Leo se quedó en popa, solo al timón, y pilotó lo mejor que pudo. Festo chirriaba y emitía zumbidos de advertencia, que se transmitían al alcázar a través del intercomunicador.
—Ya lo sé, ya lo sé —decía Leo, apretando los dientes.
—¿Sabes? Es un poco raro solo oír parte de la conversación— dijo Percy
—Siempre es muy raro solo escuchar una parte de la conversación— dijo Frank
—Y vaya que sí lo es— coincidió Piper
No tuvo mucho tiempo para contemplar el paisaje. Hacia el sudeste vio una ciudad abrigada en las estribaciones de una cordillera montañosa, azul y morada entre las sombras de la tarde. Un paisaje desértico llano se extendía hacia el sur. Justo debajo de ellos, el lago.
—Bueno, al menos suena bonito— dijo Katie
—Pues sí estaba bonito— murmuró Leo —aunque no se pudo disfrutar tanto el paisaje
—Y vaya que no— dijo Hazel
El Great Salt Lake relucía como papel de aluminio, con la línea de la costa surcada de salinas blancas que a Leo le recordaban fotografías de Marte.
—Marte el planeta— aclaró Leo
—Ah, bueno, gracias por la increíble aclaración— dijo Connor
—Nadie querría ver fotos del otro Marte— señaló Apolo
Varios hicieron muecas
—¡Agárrese, entrenador! —gritó—. Esto le va a doler.
—¡He nacido para soportar el dolor!
—Ese es el espíritu que se necesita— dijo Travis
—Llevaba mucho espíritu— dijo Leo
—Espíritu de golpear cosas— comentó Piper
—Bastante entusiasta— dijo Percy —excepto tal vez cuando me castigó— agregó en voz más baja
¡ZAS! Una ola de agua salada invadió la proa y mojó al entrenador Hedge. El Argo II se escoró de forma peligrosa hacia estribor y acto seguido se enderezó y se meció sobre la superficie del lago.
—Dioses— dijo Katie
—Mejor que una montaña rusa— dijo Leo
—Tal vez también deberías de abrir tu propio parque de diversiones— señaló Connor
—Podría ser una buena idea— dijo Leo
—Yo lo manejo— se apuntó Esperanza
—Y eso ya no es tan buena idea— murmuró Sammy
Esperanza muy maduramente le sacó la lengua
La maquinaria zumbó, y las hélices aéreas que seguían funcionando adoptaron su forma náutica.
Tres hileras de remos se hundieron en el agua y empezaron a impulsarlos hacia delante.
—Buen trabajo, Festo —dijo Leo—. Llévanos a la orilla sur.
—La orilla sur siempre es buena— dijo Apolo
—Es lo que también digo— asintió Leo
—Muy buena decisión— dijo Apolo
—¡Sí! —el entrenador Hedge agitó los puños en el aire. Estaba empapado de los cuernos a las pezuñas, pero sonreía como una cabra loca—. ¡Repítelo!
—Ejem... más tarde —dijo Leo—.
—Mejor no— dijo Piper
—Que aburrida— dijo Leo
Quédese en la cubierta, ¿vale? Puede vigilar por si... por si el lago decide atacarnos o algo.
—Hecho —prometió Hedge.
—Que con su suerte... Sí los podría atacar un lago— dijo Hermes
—En realidad sí— dijo Percy
—Quería negarlo, pero no hay como hacerlo— comentó Leo
—Es que hay cosas que no se pueden hacer— dijo Piper
Leo tocó la campana para indicar que no había peligro y se dirigió a la escalera. Antes de que llegara, un sonoro « clomp, clomp, clomp» sacudió el casco. Un corcel color canela apareció en la cubierta con Hazel Lavesque sobre su grupa.
—Bueno, ese es el encuentro de nuevo que esperábamos— dijo Travis —pero ahora sí solo entre ustedes
—No seas grosero— dijo Katie dándole un golpe juguetón
—Recuerda lo que Leo gritó— comentó Travis
—Sí, pero Hazel no nos ha hecho nada— dijo Katie
—¿Cómo...? —la pregunta se interrumpió en su garganta—. ¡Estamos en medio de un lago! ¿Ese bicho puede volar?
—No le digas así— dijo Percy negando con la cabeza
—Bueno, lo supe muy tarde— comentó Leo —al menos no hablo caballo y no supe lo que me dijo
—Ventajas para los que no hablamos caballo— señaló Travis
El caballo relinchó, furioso.
—No quiero saber todo lo que te dijo— señaló Piper
—Tampoco yo— dijo Leo
—Arión no puede volar —dijo Hazel—. Pero puede correr a través de prácticamente cualquier cosa. Agua, superficies verticales, pequeñas montañas... no suponen ningún problema para él.
—Ah.
—Respuesta perfectamente elocuente— dijo Miranda
—Gracias, gracias, sé que doy las mejores respuestas— dijo Leo
—Se nota que lo haces— asintió Rachel
Hazel lo seguía mirando de forma extraña, como lo había mirado durante el banquete en el foro: como si estuviera buscando algo en su rostro.
—Tengo la ligera sensación de que esto se va a poner incómodo— dijo Travis
—Poquito— asintió Piper
—Ay dioses— murmuró Leo
—No puede ser— dijo Hazel sonrojada
Estaba tentado de preguntarle si habían coincidido antes, pero estaba seguro de que no era así.
Perséfone miró a Leo con una ceja levantada antes de leer lo siguiente
Se acordaría de una chica guapa que le prestaba tanta atención. No era algo a lo que estuviera acostumbrado. « Es la novia de Frank» , se recordó a sí mismo.
Frank frunció el ceño, Hazel se sonrojó
—Wow, eso fue más de lo que esperábamos— dijo Connor
—Me encantan los dramas amorosos— suspiró Afrodita
—Nada que saber, eh— masculló Calipso
—Oye nena...— comenzó Leo
—Ewww— chilló Esperanza
—Wow— murmuró Silena a Sammy que tenía la misma mueca de horror que Esperanza
—Cal— murmuró Leo —eso ya fue hace mucho tiempo
—Claro— masculló Calipso
Frank seguía abajo, pero Leo casi deseó que el grandullón subiera la escalera. Hazel estaba mirando a Leo de una forma que le hacía sentirse inquieto y cohibido.
—Eso no se hace, Hazel— dijo Travis negando con la cabeza
—Lo siento— dijo Hazel sonrojada
El entrenador Hedge avanzó sigilosamente con su bate de béisbol, observando con recelo al caballo mágico.
—Valdez, ¿esto cuenta como invasión?
—¡No! —dijo Leo—. Hazel, será mejor que vengas conmigo. He construido una cuadra debajo, por si Arión quiere...
—Sí, todos nos acordamos de esa construcción ¿Verdad?— dijo Piper
—Todos— asintió Leo
—Y vaya que sí— dijo Jason
—Pero yo creo que más Percy y Annabeth— comentó Leo
—Cállense— masculló Annabeth sonrojada
—Es un espíritu libre —Hazel se deslizó de la silla de montar—. Pastará por las orillas del lago hasta que lo llame. Pero quiero ver el barco. Tú primero.
—Claro, es un buen momento para conocer el barco— dijo Connor
—Ya que ahí van a pasar bastante tiempo, yo creo que sí— dijo Rachel
—También me lo parecía— dijo Hazel
El Argo II estaba diseñado como un antiguo trirreme, solo que dos veces más grande. La primera cubierta tenía un pasillo central con camarotes para la tripulación a cada lado.
—Eso está muy bien— dijo Perséfone
—Pero a las personas a veces no les gusta dormir en sus camarotes— comentó Leo
—Yaaa— murmuró Percy
—¿Creen que eso venga?— preguntó Piper
—Dioses— masculló Annabeth
En un trirreme normal, la mayoría del espacio habría estado ocupado por tres hileras de bancos para varios cientos de tipos sudorosos encargados de hacer el trabajo manual, pero los remos de Leo estaban automatizados y eran replegables, de modo que ocupaban muy poco espacio dentro del casco.
—Suena realmente bien— dijo Hefesto
—Gracias— murmuró Leo
—Sí claro— masculló Calipso
Leo le dió una mirada en pánico a Piper que decía "ayuda, estoy en problemas"
La energía del barco procedía de la sala de máquinas situada en la segunda cubierta, la inferior, que también albergaba la enfermería, el almacén y las cuadras. Leo avanzó primero por el pasillo. Había equipado el barco con ocho camarotes: siete para los semidioses de la profecía y otro para el entrenador Hedge (¿de verdad Quirón lo consideraba un adulto responsable?).
—Pues sí— dijo Piper
—En realidad lo es— dijo Quirón —aunque no lo parezca algunas veces
—Por supuesto que lo es— masculló Clarisse
En la popa había un gran comedor-salón, que era a donde Leo se dirigía. De camino, pasaron por delante del camarote de Jason. La puerta estaba abierta. Piper estaba sentada al lado de su catre, sosteniendo su mano mientras él roncaba con una compresa de hielo en la cabeza.
Jason hizo una mueca
Piper lanzó una mirada a Leo. Se llevó un dedo a los labios para pedir silencio, pero no parecía enfadada. Ya era algo.
—No— murmuró Piper
—Bueno, algo tenía que salir bien— dijo Travis
—Por lo menos— dijo Leo
—Además no fue tu culpa— señaló Jason
Leo se tragó el sentimiento de culpabilidad, y siguieron andando. Cuando llegaron al comedor, encontraron a los demás —Percy, Annabeth y Frank— sentados con desánimo alrededor de la mesa.
—Era la reunión del desánimo— dijo Percy
—Suema increíblemente genial ese raunión— dijo Connor
—Estaba yendo increíble— asintió Percy
—Claro, podemos notarlo— dijo Thalia
Leo había hecho el salón lo más agradable posible, y a que se había imaginado que pasarían mucho tiempo allí. El armario estaba lleno de tazas y vasos mágicos del Campamento Mestizo, que se llenaban de cualquier comida o bebida que el comensal deseara con solo pedirla.
—En realidad era genial— dijo Piper
—La verdad es que sí— dijo Percy —porque así podía pedir comida azul
—Claro, eso es lo importante— dijo Annabeth
—Sí lo es— asintió Percy
También había una nevera portátil mágica con latas de bebida, perfecta para picnics en tierra. Las sillas eran cómodas butacas reclinables con programa de masaje, auriculares incorporados y soportes para las espadas y las bebidas con los que satisfacer las necesidades de relax de todo semidiós.
—Siento que estás haciendo un comercial del Argo II— dijo Travis
—Y si usted marca en este momento podrá recibir de regalo un holograma con el entrenador Hegde gritando— dijo Leo con voz de anunciador
—Siento que sí te podría comprar tus productos— dijo Travis
—Creo que sería buena inversión— bromeó Percy
No había ventanas, pero las paredes estaban encantadas y emitían imágenes en tiempo real del Campamento Mestizo —la play a, el bosque, los fresales—, aunque Leo se preguntó si no provocaban más nostalgia a la gente en lugar de alegría.
—Provocaba ambas— dijo Pipe
—Cierto— dijo Percy— pero creo que fue buena elección
—Gracias— dijo Leo
Percy miraba con anhelo una imagen de una puesta de sol en la colina mestiza, donde el Vellocino de Oro relucía en las ramas del alto pino.
—Así que hemos aterrizado —dijo Percy —. Y ahora, ¿qué?
—Buena pregunta— dijo Miranda
—La pregunta del millón— dijo Rachel
Frank tiró de la cuerda de su arco.
—¿Entendéis la profecía? O sea... lo que Ella dijo era una profecía, ¿no? ¿De los libros sibilinos?
—¿Los qué? —preguntó Leo.
—Unos libros que todos querían conseguir— comentó Apolo
—Y que traen profecías que no nos gustan— murmuró Percy
—Y que lo digas— suspiró Annabeth
Frank explicó que a su amiga arpía se le daba extrañamente bien memorizar libros. En el pasado, había aprendido una colección de profecías antiguas que supuestamente habían sido destruidas en el mismo momento de la caída de Roma.
—Y resultó que no fueron destruidas— dijo Apolo
—Cuantas sorpresas nos hemos llevado en estos libros— comentó Artemisa
—Por una vez estoy de acuerdo contigo, hermanita— dijo Apolo
—Por eso no se lo dijisteis a los romanos —supuso Leo—. No queríais que la atraparan.
Percy siguió mirando la imagen de la colina mestiza.
—Ella es sensible. Cuando la encontramos estaba cautiva. Simplemente no quería... —cerró el puño—.
—Bueno, mientras no vuelvas a hacer enojar a Percy— comentó Travis
—¿Por quién me toman?— preguntó Leo negando con la cabeza —¿Por Zoé y Charles?
—Hey— se quejaron los mencionados
Muchos de los chicos se empezaron a reír, Sally le dió una mirada divertida a su hijo
Da igual. He enviado un mensaje de Iris a Tyson y le he dicho que lleve a Ella al Campamento Mestizo. Allí estarán a salvo.
—Pues ojalá— dijo Deméter
—Pues no lo sé porque según lo que escuchamos hace rato, los romanos saben donde se encuentra el Campamento Mestizo— comentó Poseidón con una mueca
—Por supuesto que sí— masculló Clarisse
Annabeth se sonrojó
Leo dudaba que cualquiera de ellos estuviera a salvo después de que él hubiera provocado a un campamento de romanos furiosos, a lo que había que sumar los problemas que tenían con Gaia y los gigantes, pero permaneció callado.
—No era momento de bajar más el ánimo— dijo Connor
—¿Más?— murmuró Frank
—Era la reunión del desánimo— señaló Percy
Annabeth entrelazó los dedos.
—Dejad que piense en la profecía. De todas formas, ahora mismo tenemos problemas más inmediatos. Tenemos que arreglar el barco.
—Exacto— dijo Thalia
—Lo importante es que puedan volver a despegar sin problemas— dijo Artemisa
—Antes de que las cosas se pongan peor— dijo Poseidón
¿Qué necesitamos, Leo?
—Lo más fácil es el alquitrán —Leo se alegró de cambiar de tema—. Podemos conseguirlo en la ciudad, en una tienda de materiales para techos o un sitio parecido.
—Cuando necesitas las tiendas de materiales, normalmente nunca las encuentras abiertas— señaló Travis
—Tienes un punto— asintió Leo
—Bueno, pues espero que esta vez sí lo hayan hecho— dijo Hefesto
Y también necesitamos bronce celestial y cal. Según Festo, podemos encontrar las dos cosas en una isla del lago, justo al oeste de aquí.
—Tendremos que darnos prisa —advirtió Hazel—.
—Sería lo mejor— dijo Perséfone
—No hay muchas opciones en cuanto a eso— dijo Will
—No— dijo Hazel con una mueca
Apuesto a que Octavio está buscándonos con sus augurios. Los romanos enviarán una fuerza de asalto a por nosotros. Es un asunto de honor.
—Pues sí y de cierta forma tendrían razón— comentó Dionisio
—Y eso solo provocaría que nuestra enemiga ganara— señaló Artemisa
Leo notó que los ojos de todos se posaban en él.
—Chicos..., no sé qué ha pasado. Sinceramente, yo...
Annabeth levantó la mano.
—Así hasta yo me callo— murmuró Connor
—No veo que estés haciendo mucho caso— señaló Miranda
—Porque no está enojada— susurró Connor
—Hemos hablado. Convenimos en que no has podido ser tú, Leo. La sensación de frío que mencionaste... yo también la he notado. Debe de haber sido algún tipo de magia, de Octavio o de Gaia, o de uno de sus secuaces. Pero hasta que sepamos lo que ha pasado...
—No estarán del todo seguros— dijo Poseidón
—Aunque con esa misión de ese calibre tampoco es que estén muy seguros— comentó Deméter
Poseidón hizo una mueca
Frank gruñó.
—¿Cómo podemos estar seguros de que no volverá a pasar?
—En realidad es una pregunta justa— murmuró Katie
—Lo sé— dijo Leo con una mueca
Los dedos de Leo se calentaron como si estuviera a punto de empezar a arder. Uno de sus poderes como hijo de Hefesto consistía en la capacidad de invocar llamas a voluntad, pero tenía que andarse con cuidado de no hacerlo sin querer, sobre todo en un barco lleno de explosivos y material inflamable.
—Eso sería muy malo— dijo Travis
—Muy malo— coincidió Leo
—Por eso que bueno que llevan un adulto responsable— dijo Apolo
—Claro— dijo Piper
—Ya estoy bien —insistió, aunque deseó estar más seguro—. Podemos dividirnos por parejas. Nadie irá a ninguna parte solo.
—Esa es una buena idea— coincidió Hermes
—Con que funcione— dijo Dionisio
—El optimista hablando— dijo Apolo rodando los ojos
Piper y al entrenador Hedge se pueden quedar a bordo con Jason, mientras que un equipo va a la ciudad a por alquitrán. El otro puede ir a buscar el bronce y la cal.
—¿Separarnos? —dijo Percy —. Me parece muy mala idea.
—Pero en realidad es su mejor opción si quieren hacerlo rápido— dijo Artemisa
—Además tampoco costó mucho convencerlo— dijo Leo
—Para nada— comentó Hazel con una pequeña sonrisa
Percy se sonrojó
—Será más rápido —intervino Hazel—. Además, las misiones suelen estar limitadas a tres semidioses por un motivo, ¿no?
Annabeth arqueó las cejas como si estuviera reevaluando los méritos de Hazel.
—Todos van a tener que pasar por la supervisión de Annabeth— señaló Thalia
—Ya lo notamos— dijo Piper
—Tendría que llegar en algún momento— comentó Leo
—Genial— dijo Annabeth
—Tienes razón. El mismo motivo por el que necesitábamos el Argo II... Fuera del campamento, siete semidioses en un mismo sitio llamarían demasiado la atención de los monstruos. El barco está diseñado para ocultarnos y protegernos.
—Pues ojalá que sea suficiente— dijo Poseidón
Percy y Annabeth intercambiaron una mirada
Deberíamos estar suficientemente seguros a bordo, pero si vamos de expedición, no deberíamos viajar en grupos de más de tres. No tiene sentido alertar a más secuaces de Gaia de lo necesario.
—Exacto— dijo Hermes
—Podrían ahorrarse ciertos problemas— dijo Katie
—Algo así— dijo Leo
Percy seguía sin parecer entusiasmado con la idea, pero cogió la mano de Annabeth.
—Mientras tú seas mi pareja, por mí no hay problema.
—Awwww— chillaron varios de sus amigos
—Y así de fácil accedió— dijo Thalia
Hazel sonrió.
—Qué fácil ha sido.
—Pensé que les iba a costar mucho más convencerlo— dijo Katie
—El que se negaba— dijo Connor
—El que dijo que era mala idea— señaló Piper
—Vaya, cuánta firmeza en tu desición— bromeó Thalia
—Cállate, cara de pino— dijo Percy
¡Frank, has estado increíble cuando te has convertido en dragón! ¿Podrías volver a hacerlo para llevar a Annabeth y a Percy a la ciudad a por el alquitrán?
—Uy, les mandaron chaperón— bromeó Travis
—¿Y por qué elegiste ir a solas con Leo?— preguntó Afrodita con una risita
—Yo...No...
—¡Afrodita!— masculló Hades
Frank abrió la boca como si quisiera protestar.
—Yo... supongo. Pero ¿y tú?
—Iré montada en Arión con Sa... con Leo
Calipso volteó a ver a Leo con una ceja levantada
—Váyanse acomodando porque esto se va a poner interesante— dijo Connor
—¿Alguien tiene palomitas?— preguntó Travis
—No porque se ahogan— señaló Apolo
—Vayan rezando por la integridad física de Leo— dijo Miranda
Calipso resopló
—se puso a juguetear con la empuñadura de su espada, lo que intranquilizó a Leo. Ella era todavía más nerviosa que él—. Conseguiremos el bronce y la cal. Nos reuniremos todos aquí al anochecer.
—Mira, que interesante— dijo Miranda riendo
—Ok, todos vamos a recordar que eso ya pasó hace muuuuucho tiempo— señaló Leo
—En realidad no tanto— dijo Piper
Leo le dió una mirada ofendida a Piper
Frank frunció el entrecejo. Saltaba a la vista que no le gustaba la idea de que Leo fuera con Hazel. Por algún motivo, la desaprobación de Frank hizo que a Leo le entraran ganas de ir.
—Claro que sí, siempre hay que llevar la contraria— dijo Apolo
—Ese, es un terrible consejo— señaló Perséfone
Sammy hizo una mueca
Tenía que demostrar que era formal. No iba a volver a disparar ninguna ballesta al tuntún.
—Leo, si conseguimos el material, ¿cuánto tardarás en reparar el barco? — preguntó Annabeth.
—Antes de que se peleen con algo, por favor— dijo Katie
—Eso es mucho pedir— dijo Leo
—Con suerte, unas horas.
—Bien —dijo—. Nos reuniremos con vosotros en el barco lo antes posible, pero evitad cualquier riesgo. Nos vendría bien un poco de buena suerte, pero eso no quiere decir que vayamos a tenerla.
—Y con esas palabras optimistas siguieron con la misión— dijo Thalia
—Claro que sí— dijo Percy
—Claro, vamos a ver la misión especial de Leo y Hazel— dijo Travis
—Los odio— masculló Leo
VI
Leo
Montar a Arión fue lo mejor que le había pasado a Leo en todo el día, lo que no era decir mucho, considerando que su día había sido bastante asqueroso.
—Le pusiste la vara muy baja— dijo Piper
—Sí, lo siento— dijo Leo
Los cascos del caballo convertían la superficie del lago en una bruma salada. Leo posó la mano contra el costado del caballo y notó que sus músculos funcionaban como una máquina bien engrasada.
—Pues que bueno que haya estado como una máquina bien engrasada— dijo Leo
—Y vaya que sí— dijo Percy
—Funciona muy bien— asintió Frank
Por primera vez, entendió por qué los motores de los coches se medían en caballos. Arión era un Maserati con cuatro patas.
—Cierto— dijo Percy
—Bueno, ahora ya lo saben— dijo Apolo
Delante de ellos estaba la isla: una raya de arena tan blanca que podría haber sido sal pura. Detrás de ella se alzaba una extensión de dunas cubiertas de hierba y cantos rodados erosionados. Leo iba sentado detrás de Hazel, rodeándole la cintura con un brazo.
—Creo que alguien va a estar en problemas— dijo Connor
—Y por primera vez no es Percy— dijo Piper
—No es la primera vez, pero me gusta cuando no estoy en problemas— comentó Percy
—Son unas horribles personas— masculló Leo
El contacto tan próximo le incomodaba un poco, pero era la única forma de mantenerse a bordo (o como se dijera cuando ibas a caballo).
—Mantenerse vivo— dijo Percy
—Mantenerse vivo es una buena forma de decirlo— coincidió Leo
—Con Arión no cualquiera— señaló Apolo
Antes de partir, Percy lo había llevado aparte para contarle la historia de Hazel. Percy había conseguido que pareciera que le estaba haciendo a Leo un favor,
Hazel volteó a ver a Percy, Percy le sonrió de manera inocente
pero sus palabras tenían otro matiz, como si le estuviera advirtiendo:
« Como la cagues con mi amiga, me encargaré personalmente de que sirvas de comida a un tiburón blanco» .
—Bueno, alguien tenía que hacerlo— murmuró Nico
—Dioses ¿Desde cuando se volvió costumbre amenazar gente?— preguntó Will
—No sé, pero te da cierta tranquilidad— comentó Reyna volteando a ver a Will con una ceja enarcada
—¿En serio? Es bueno saberlo— comentó Nico
Nico y Reyna se miraron por un momento
—Estoy completamente de acuerdo— asintió Apolo —todos hemos amenazado a alguien de manera sutil
—Tú no eres sutil— señaló Hermes
—Nada como amenazar a quien se quiera meter con tu hermanita— dijo Apolo
—Eres un imbécil— dijo Artemisa
Según Percy, Hazel era hija de Plutón. Había muerto en la década de 1940 y había vuelto a la vida hacía solo unos meses.
—Bueno, Percy siempre siendo indiscreto— dijo Thalia
—Ay vaya, gracias cara de pino— dijo Percy —Eso era una conversación privada, lo siento Hazel
—Está bien— murmuró Hazel
A Leo le resultaba difícil de creer. Hazel parecía afable y llena de vida, no como los fantasmas o los otros mortales resucitados con los que Leo se había tropezado.
—Es cierto— dijo Piper
—Gracias— murmuró Hazel
Además, parecía que tenía don de gentes, a diferencia de Leo, que se sentía mucho más cómodo con las máquinas. Él no tenía ni idea de cómo funcionaban los seres vivos como los caballos y las chicas.
—Yo creo que de Navidad te regalamos un libro sobre la función de los seres vivos— bromeó Piper
—Pero tienes una novia— señaló Travis
—Y no sé cómo le hice— comentó Leo
Calipso le dio un pequeño golpe en el brazo
—Pues parece que lo vas a descubrir, querido— dijo Afrodita mirando a Esperanza
Además, Hazel era la novia de Frank, de modo que Leo debía guardar las distancias. Aun así, el cabello le olía bien, y montar a caballo con ella hacía que se le acelerara el corazón casi en contra de su voluntad. Debía de ser la velocidad de Arión.
—Obviamente— asintió Travis
—Más vas a sentir la aceleración del corazón cuando te dejemos a solas con Calipso— dijo Piper a Leo en un susurro
—No seas mala— respondió Leo
Arión llegó a la playa con gran estruendo. Pateó el suelo con los cascos y relinchó triunfalmente, como el entrenador Hedge lanzando un grito de guerra.
—Creo que se llevarían muy muy bien— dijo Percy
—Definitivamente lo harían— dijo Hazel
—Podemos notar que lo harían— dijo Hermes
Hazel y Leo desmontaron. Arión piafó en la arena.
—Necesita comer —explicó Hazel—. Le gusta el oro, pero...
—¿Oro? —preguntó Leo.
—Tiene gustos muy refinados— dijo Percy
—Claro, ya lo noté— dijo Leo
—Se conformará con hierba. Adelante, Arión. Gracias por el viaje. Te llamaré.
Y sin más, el caballo desapareció; no quedó ni rastro de él salvo una estela humeante a través del lago.
—Ya no te quería seguir escuchando— dijo Piper
—Me sentí muy ofendido— dijo Leo
—Qué caballo más rápido —dijo Leo—, y qué caro de mantener.
—En realidad, no —dijo Hazel—. El oro no tiene secretos para mí.
—Vaya, que misterioso sonó eso — dijo Connor
—Sí fue bastante misterioso— asintió Leo
Leo arqueó las cejas.
—¿Cómo que te resulta fácil? Por favor, dime que no eres pariente del rey Midas. No me gusta ese tío.
—A mí tampoco— dijo Piper
—A mí menos— dijo Jason
Hazel frunció los labios, como si se arrepintiera de haber sacado el tema a colación.
—Da igual.
—Tú nada más recuerda la amenaza de Percy— dijo Miranda
—Pero fue Hazel la que sacó el tema— dijo Leo
Eso despertó todavía más la curiosidad de Leo, pero prefirió no insistir. Se arrodilló y recogió con las manos un puñado de arena blanca.
—Bueno... en cualquier caso, ya hemos resuelto un problema. Esto es cal.
—Bueno, que rápido— dijo Travis
—Algo tenía que salir bien por lo menos en algún momento— dijo Rachel
—Por lo menos— murmuró Percy
Hazel frunció el entrecejo.
—¿Toda la playa?
—Sí. ¿Lo ves? Los granos son totalmente redondos. En realidad, no es arena.
Es carbonato de calcio.
—Ah, gracias por la información— dijo Katie
—De nada, esto también vendrá en el exámen— dijo Leo
—¿Cómo puede venir en el exámen si ni siquiera nos dejas tomar notas?— preguntó Connor
—Porque para eso está la memoria— señaló Leo
Leo sacó una bolsa de plástico con cierre hermético de su cinturón portaherramientas y metió la mano en la cal. De repente se quedó paralizado. Se acordó de todas las ocasiones en las que la diosa de la tierra Gaia se le había aparecido: su rostro dormido hecho de tierra, arena o polvo.
—Mal momento para recordarlo— dijo Apolo
—En realidad sí lo fue— dijo Leo
Le encantaba provocarlo. Leo se imaginó sus ojos cerrados y su sonrisa soñadora arremolinándose en el calcio blanco.
« Lárgate, pequeño héroe —dijo Gaia—. Sin ti, el barco no se puede reparar» .
Leo hizo una mueca
—Pero eso no pasó ¿O sí?— preguntó Katie
—Creo que no— murmuró Leo
—¿Leo? —preguntó Hazel—. ¿Estás bien?
Él respiró de forma trémula. Gaia no estaba allí. Simplemente se le estaba yendo la olla.
—Sí —contestó—. Sí, estoy bien.
—Es lo importante— dijo Piper
—Al menos por el momento— dijo Leo
Empezó a llenar la bolsa.
Hazel se arrodilló a su lado y le ayudó.
—Deberíamos haber traído un cubo y unas palas.
La idea animó a Leo. Incluso sonrió.
—Podríamos haber hecho un castillo de arena.
—Un castillo de cal.
—Deberíamos hacer castillos de arena— dijo Travis
—Tal vez podríamos ponerles un arenero o algo como los críos que son— señaló Dionisio
Si el comentario era para ofenderlos no funcionó porque algunos de los chicos se animaron inmediatamente
Sus ojos coincidieron más de la cuenta. Hazel apartó la vista.
—Te pareces mucho...
—¿A Sammy ? —aventuró Leo.
—Dioses que directo— dijo Katie
—Pues es que era un poquito lógico— dijo Leo
—Después de cómo lo abordó Frank, yo creo que sí— señaló Connor
Ella se cayó hacia atrás.
—¿Lo sabes?
—No tengo ni idea de quién es Sammy, pero Frank me ha preguntado si me llamaba así.
—¿Y... te llamas Sammy ?
—Bueno, puedes tener dos nombres— señaló Miranda
—Cierto— dijo Leo
—Todo es posible— asintió Will
—¡No, caray !
—No tienes un hermano gemelo o... —Hazel se detuvo—. ¿Tu familia es de Nueva Orleans?
—No, de Houston. ¿Por qué? ¿Es Sammy un conocido tuyo?
—Pues realmente es justificada la curiosidad de Leo— señaló Piper
—Lo sé— murmuró Hazel
—Yo... Nada. Solo te pareces a él.
Leo notó que le daba vergüenza seguir hablando de eso. Pero si Hazel venía del pasado, ¿significaba eso que Sammy era de los años cuarenta? En ese caso,
¿Cómo conocía Frank a ese chico?
—Esas son muy buenas preguntas— asintió Connor
—Gracias, soy muy bueno pensando en preguntas— dijo Leo
—Y modesto, sobretodo— dijo Piper
—Claro que sí, reina de belleza— coincidió Leo
¿Y por qué creía Hazel que Leo era Sammy, después de todas las décadas que habían pasado?
—Y esa es una pregunta aún mejor— dijo Afrodita
—Todos estamos igual de confundidos— dijo Katie
Terminaron de llenar la bolsa en silencio. Leo la metió en el cinturón y la bolsa desapareció —ni peso ni masa ni volumen—, aunque él sabía que estaría allí cuando introdujera la mano para cogerla. Leo podía cargar con cualquier cosa que cupiera en los bolsillos.
—Suena bastante genial— dijo Thalia
—En realidad sí— dijo Percy
Le encantaba su cinturón. Ojalá los bolsillos fueran lo bastante grandes para meter una sierra mecánica o un bazuca.
—Gracias a los dioses que no se puede — dijo Piper
—Oye, eso sería de lo mejor— señaló Leo
—No te dejaríamos solo con una bazuca— dijo Piper
—Me ofendes— dijo Leo
Se levantó y escudriñó la isla: dunas de arena blanca, mantos de hierba y cantos rodados con sal incrustada como escarcha.
—Festo ha dicho que había bronce celestial cerca, pero no estoy seguro de dónde...
—Claro que sí— murmuró Leo —tiene que venir eso
—Todo viene— señaló Percy
—Por allí —Hazel señaló play a arriba—. A unos quinientos metros.
—¿Cómo lo...?
—Metales preciosos —dijo Hazel—. Cosa de Plutón.
—No lo entenderías— bromeó Travis
—Me di cuenta que no lo entendería— dijo Leo
—Cosas de hijos de Plutón— señaló Rachel
Leo recordó que la chica había dicho que el oro no tenía secretos para ella.
—Un don muy práctico. Usted primero, señorita Detectora de Metales.
—Pues sí, quien detecta metales debe ir primero— dijo Apolo
—Es la regla no escrita— asintió Leo
—Obviamente, todos deben de saberla— dijo Katie
El sol empezó a ponerse. El cielo se tiñó de una extraña mezcla de color morado y amarillo. En otras circunstancias, Leo habría disfrutado paseando por la playa con una chica guapa, pero cuanto más lejos avanzaban, más nervioso se ponía.
—Es que nunca sabes lo que pueda atacar— señaló Leo
—En eso tienes un punto— dijo Jason
—Y el sol poniéndose no ayudaba— comentó Leo encogiéndose de hombros
Por fin Hazel giró hacia el interior.
—¿Estás segura de que es buena idea? —preguntó.
—Estamos cerca —prometió ella—. Vamos. Justo detrás de las dunas vieron a la mujer.
—¿Ahora que?— masculló Hades
—Ay, casi lo olvido— comentó Hazel
—Sí, también yo— murmuró Leo
Estaba sentada sobre una roca en medio de un campo cubierto de hierba. Había una moto negra cromada aparcada cerca, pero a cada rueda le faltaba una buena parte de los radios y de la llanta, de forma que parecían comecocos.
Los dioses se voltearon a ver entre sí, un poco convencidos de quién era
En ese estado era imposible que se pudiera conducir. La mujer tenía el cabello moreno rizado y un cuerpo huesudo. Llevaba unos pantalones de motorista de cuero negros, unas botas de cuero altas y una cazadora de cuero rojo sangre: una especie de cruce entre Michael Jackson y los Ángeles del Infierno.
—Y no bromeo— murmuró Leo
—Bueno, gracias por la descripción— dijo Travis
—De nada— respondió Leo
—Solo espero que no les vaya a ir mal o algo— comentó Rachel
Alrededor de sus pies, el suelo estaba cubierto de lo que parecían conchas rotas. Se hallaba encorvada sacando conchas nuevas de un saco y abriéndolas. ¿Estaba desbullando ostras? Leo no estaba seguro de que hubiera ostras en el Great Salt Lake. Creía que no.
—Es poco probable— dijo Piper
—Pero no imposible— dijo Leo
No tenía ganas de acercarse. Había tenido malas experiencias con mujeres raras. Su antigua niñera, la tía Callida, había resultado ser Hera y había mostrado la desagradable costumbre de ponerlo a dormir en una chimenea en llamas.
—Obvio, no tuviste infancia si no dormiste en una chimenea en llamas— dijo Leo encogiéndose de hombros
—Claro, obviamente— dijo Connor
—Todos sabemos que solo las personas geniales hemos dormido en una chimenea en llamas— dijo Leo
—Nadie alcanza ese nivel— dijo Katie
La diosa de la tierra Gaia había matado a su madre incendiando su taller cuando Leo tenía ocho años. La diosa de la nieve Quíone había intentado convertirlo en un helado en Sonoma.
—A la que le coqueteaste ¿No?— dijo Travis
—Eso, no era importante— masculló Leo
Calipso resopló y le dio una mala mirada a Leo
Sin embargo, Hazel avanzó dando grandes pasos, de modo que no le quedó más remedio que seguirla.
—Ahí no tienes opción— dijo Piper
—Cuando alguien empieza a caminar hay que seguirlo— dijo Percy
—Obviamente— dijo Leo
A medida que se acercaban, Leo se fijó en unos detalles que lo inquietaron. Sujeto al cinturón de la mujer había un látigo enrollado. Su chaqueta de cuero roja tenía un estampado tenue: las ramas retorcidas de un manzano poblado de pájaros esqueléticos. Y las ostras que parecía estar abriendo eran en realidad galletas de la suerte.
—¿Por qué galletas de la suerte?— preguntó Katie
—¿Por qué no?— preguntó de vuelta Travis
—Porque no son como muy malvadas ni nada por el estilo— dijo Katie
—Bueno, sus mensajes algunas veces lo son— comentó Rachel
—Y más esas galletas— dijo Leo
A su alrededor había un montón de galletas rotas que le llegaban hasta los tobillos. No hacía más que sacar galletas nuevas del saco, abrirlas y leer el mensaje que contenían. La mayoría de los mensajes los echaba a un lado.
—Claro— murmuró Miranda
—Suena taaan lógico— comentó Will
—En realidad, sí es lógico para ella— dijo Apolo
Unos cuantos le hicieron murmurar con tristeza. Pasaba el dedo por encima del trozo de papel como si lo estuviera emborronando y luego lo cerraba por arte de magia y lo lanzaba a una cesta que había cerca.
—¿Qué hace? —preguntó Leo antes de poder contenerse.
—De cualquier manera nos iba a ver— murmuró Leo
—Mejor temprano que tarde— comentó Percy
—Por supuesto que sí— dijo Leo
La mujer alzó la vista. A Leo se le llenaron los pulmones tan rápido que pensó que le iban a estallar.
—¿Tía Rosa? —preguntó.
—¿Tu tía?— preguntaron varios confundidos
—Sí, pero no— dijo Leo
—Obviamente esa es una explicación super lógica— comentó Piper
—Lo sé, gracias— dijo Leo
No tenía sentido, pero aquella mujer era clavada a su tía. Tenía la misma nariz ancha con un lunar en un lado, la misma boca con expresión avinagrada y los mismos ojos duros. Pero no podía ser Rosa. Ella jamás se habría vestido así, y que Leo supiera, seguía en Houston. Ella no estaría abriendo galletas de la suerte en medio del Great Salt Lake.
—Sería raro, pero no imposible— señaló Hermes
—Pues mejor que sea imposible— masculló Leo con una mueca
—¿Es eso lo que ves? —preguntó la mujer—. Interesante. ¿Y tú, Hazel, cielo?
—¿Cómo...? —Hazel retrocedió, alarmada—. Se... se parece usted a la señora Leer, mi profesora de tercero. Yo la odiaba.
—Bueno, eso era obvio— dijo Apolo
—Yo no entiendo por qué es obvio— murmuró Bianca
La mujer se echó a reír a carcajadas.
—Magnífico. Así que le guardabas rencor, ¿eh? ¿Te juzgaba de forma injusta?
—Usted... Ella me pegaba las manos al pupitre con cinta adhesiva por portarme mal
—Los mortales hacen cosas muy raras— dijo Deméter
—Que generalmente dicen más de ellos mismo que de a quien se lo hacen— señaló Artemisa
—dijo Hazel—. Llamaba « bruja» a mi madre. Me culpaba de cosas que no hacía y ... No. Tiene que estar muerta. ¿Quién es usted?
—Leo lo sabe —respondió la mujer—. ¿Qué sientes por tu tía Rosa, mijo?
Leo y Hazel hicieron una mueca recordando a las personas que habían visto
« Mijo» . Así era como lo llamaba la madre de Leo. Después de la muerte de su madre, Rosa había rechazado a Leo. Lo había llamado hijo del demonio. Lo había culpado del incendio que había acabado con la vida de su hermana.
Leo se removió incómodo en su lugar, odiando cada vez más estos libros y la falta de discreción en ellos ¿Por qué era necesario que viniera algo así?
Rosa había puesto a su familia en contra de él y lo había abandonado —un flaco huérfano de ocho años— a merced de los servicios sociales. Leo había ido de casa de acogida en casa de acogida hasta que por fin había encontrado un hogar en el Campamento Mestizo.
—¿Falta mucho?— preguntó Leo
—No querido, no falta mucho— dijo Perséfone
Pocas personas le despertaban odio, pero después de todos los años que habían pasado, la cara de su tía Rosa le hacía rabiar de rencor.
¿Que qué sentía? Quería desquitarse. Quería venganza.
—Por supuesto que sí— dijo Deméter
—Ah, eso explica muchas cosas— dijo Travis
—Bastantes, de hecho— comentó Leo
Sus ojos se desviaron a la moto con ruedas en forma de comecocos. ¿Dónde había visto algo parecido antes? La cabaña dieciséis, en el Campamento Mestizo: el símbolo colocado encima de la puerta era una rueda rota.
—Némesis —dijo—. Usted es la diosa de la venganza.
—Bueno, espero que les vaya bien porque con sus hijos a veces no nos va bien— murmuró Miranda
—Para nada— murmuró Will —siempre hay alguien en la enfermería por ellos
—Y vaya que sí— dijo Katie
—¿Lo ves? —la diosa sonrió a Hazel—. Me reconoce.
Némesis abrió otra galleta y arrugó la nariz.
—« Tendrás mucha suerte cuando menos te lo esperes» —leyó—. Este es el tipo de chorradas que detesto. Alguien abre una galleta, ¡y de repente una profecía le dice que será rico!
—Si al menos nos tocaran ese tipo de profecías— dijo Leo
—Cosas que jamás me van a pasar en la vida, parte 1— dijo Percy
—¿Nada más va una parte?— preguntó Thalia
—Por el momento— dijo Percy
¡La culpa la tiene la facilona de Tique, siempre repartiendo buena suerte a los que no se la merecen!
—Tique sí tiene favoritismos— dijo Apolo
—Y nosotros no estamos incluidos— bromeó Leo
—Ya lo habíamos notado, pero gracias por el recordatorio— dijo Piper
Leo miró el montón de galletas partidas.
—Ejem... sabe que esas profecías no son de verdad, ¿no? Las meten en las galletas en una fábrica...
—¡No intentes justificarlo! —le espetó Némesis—. Es como si Tique quisiera que la gente se hiciera ilusiones.
—Pues probablemente sí— dijo Hermes
—Y luego aplastan las ilusiones de la gente— dijo Miranda
—También— dijo Apolo
No, no. Debo oponerme a ella —Némesis pasó el dedo por encima del trozo de papel, y las letras se tiñeron de rojo—. « Sufrirás una muerte dolorosa cuando más te lo esperes» . ¡Ya está! Mucho mejor.
—Obvio, me encantaría encontrarme esa galleta— dijo Travis con sarcasmo
—Claro, estaría super genial— dijo Leo
—Obviamente— dijo Percy
—¡Es horrible! —dijo Hazel—. ¿Dejaría que alguien leyera eso en su galleta de la suerte y que se hiciera realidad?
Némesis se rió burlonamente. Ver aquella expresión en la cara de la tía Rosa era verdaderamente inquietante.
—Y sí— murmuró Hazel recordando la expresión de la señora Lee
—Nos podemos imaginar— dijo Travis —hemos visto esa expresión con los de su cabaña
—Más de lo que quisiera— asintió Miranda
—Mi querida Hazel, ¿nunca le deseaste cosas horribles a la señora Leer por cómo te trató?
—¡Eso no significa que quisiera que se hicieran realidad!
—Buenoooo, parte de ti lo quería— señaló Apolo
—No— dijo Hazel
—Claro que sí, cariño, por lo menos cuando pensaste esas cosas lo hacías— señaló Apolo
—Bah —la diosa volvió a cerrar la galleta y la lanzó a su cesto—. Siendo romanos, supongo que Tique será Fortuna para vosotros. Ahora ella está fatal, como los demás. Pero a mí no me afecta.
—Por supuesto que sí— dijo Artemisa
—¿Por qué están así? ¿Por lo de los romanos?— preguntó Bianca
—Claro— dijo Artemisa —es una nueva guerra civil, no podemos escoger exactamente un lado
Me llamo Némesis tanto para los griegos como para los romanos. Yo no cambio porque la venganza es universal.
—Eso es cool— dijo Connor
—En realidad es cierto, todos en algún momento se quieren vengar— comentó Perséfone
Todos se quedaron callados un momento pensando en lo que Perséfone dijo
—¿De qué está hablado? —preguntó Leo—. ¿Qué hace usted aquí?
Némesis abrió otra galleta.
—Números de la suerte. ¡Ridículo! ¡Ni siquiera es una predicción como es debido!
—Bueno, pero a los mortales les gusta— dijo Hermes
—Pero tal vez puedan ayudar— dijo Miranda
—¿Crees en los números de la suerte?— preguntó Chris
—Creo en todo loq ue me ayude— dijo Miranda
—Tiene un punto— dijo Percy
Aplastó la galleta y esparció los trozos alrededor de sus pies.
—En respuesta a tu pregunta, Leo Valdez, los dioses se encuentran en un estado lamentable. Siempre ocurre cuando se avecina una guerra civil entre romanos y griegos.
—Y por eso no tuviste que llevar a cabo ese plan, todos sabíamos que iba a pasar algo así— gruñó Zeus
—Querido, pero lo importante es que podamos derrotar a nuestra enemiga— dijo Hera
—¿Y cómo lo vamos a hacer si estamos incapacitados?— señaló Zeus —de cualquier manera esto lo arreglaremos sin que estén los mocosos presentes
Los chicos hicieron una mueca
Los dioses del Olimpo se debaten entre sus dos facetas, invocados por los dos bandos. Se vuelven muy esquizofrénicos. Sufren terribles dolores de cabeza. Desorientación.
—Pero no estamos en guerra —repuso Leo.
—Creo que de hecho lo están— señaló Hermes
—Chiquita nada más— murmuró Leo avergonzado
—Ejem, Leo... —Hazel hizo una mueca—, te olvidas de que hace poco has volado una buena parte de la Nueva Roma.
Leo se la quedó mirando, preguntándose de qué lado estaba.
—Pero es la verdad— dijo Frank
—Estamos del mismo lado, pero era mejor que supiéramos que había una guerra— dijo Hazel
—¡No fue a propósito!
—Lo sé... —dijo Hazel—, pero los romanos no son conscientes de eso. Y nos perseguirán como represalia.
—Pues sí, por eso no queríamos que se encontraran— bufó Zeus
—Bueno padre, pero si nos ayudan a derrotar a Gaia es una buena decisión— comentó Artemisa
Zeus le lanzó una mirada de irritación a Artemisa —¿Te has puesto a pensar que eso es justo lo que no deberíamos hacer y por eso estamos aquí?
—Padre, no creo que...
—Sigue leyendo Perséfone— masculló Zeus
Perséfone hizo una mueca
Némesis se echó a reír a carcajadas.
—Leo, escucha a la chica. Se avecina la guerra. Gaia se ha ocupado de ello, con vuestra ayuda. ¿Y sabéis a quién culpan los dioses de su situación?
—Bueno, genial— dijo Miranda
A Leo le sabía la boca a carbonato de calcio.
—A mí.
La diosa resopló.
—Bueno, no te sobrevalores.
—Ah bueno, gracias— dijo Leo
—Dioses, primero te sube la autoestima y luego te la baja— dijo Piper
—Y que lo digas, se me hizo una grosería— comentó Leo
—La verdad es que sí— dijo Percy —eso no se hace
Tú no eres más que un peón en el tablero, Leo Valdez. Me refería a la jugadora que inició esta ridícula misión uniendo a griegos y romanos. Los dioses culpan a Hera... ¡o Juno, si lo preferís! La reina de los cielos ha huido del Olimpo para escapar de la ira de su familia.
¡No esperéis ayuda de vuestra patrona!
Y por cómo estaban las cosas en el Olimpo podían ver de primera mano lo que había pasado con Hera, los chicos se voltearon a ver entre sí, no seguros de que eran lo que pensaban
Leo tenía la cabeza a punto de estallar. Hera le despertaba sentimientos encontrados. La diosa se había entrometido en su vida cuando era solo un bebé, moldeándolo para que desempeñara un papel en aquella gran profecía, pero por lo menos había estado de su lado, más o menos.
—Más o menos— murmuró Percy
Annabeth hizo una mueca
Y si ahora estaba fuera de juego...
—Entonces ¿para qué está usted aquí? —preguntó.
—¡Para ofrecer ayuda!
—Bueno, no sé qué se puede decir ante eso— dijo Apolo
—Es una oferta bastante rara— dijo Hermes
—Y vaya que sí— murmuró Leo
Némesis sonrió maliciosamente.
Leo lanzó una mirada a Hazel. Parecía que a la chica le acabaran de ofrecer una serpiente gratuita.
—O sea que no fue una buena oferta— dijo Travis
—Te comprendo, nunca es bueno que te ofrezcan una serpiente— dijo Apolo
—Ayuda —repitió Leo.
—¡Pues claro! —dijo la diosa—. Disfruto destruy endo a los soberbios y los poderosos, y no hay nadie que merezca más ser destruido que Gaia y sus gigantes.
—Tiene un punto— dijo Hermes
—Bastante razonable su punto— asintió Apolo
—Pero aún así su ayuda no sé qué tan buena pueda ser— dijo Hermes
Aun así, debo advertiros de que no toleraré un éxito que no sea merecido. La buena suerte es una farsa. La rueda de la fortuna es un esquema Ponzi. El auténtico éxito requiere sacrificio.
Leo hizo una mueca pensando en lo que había pasado o lo que más bien él creía que era el precio que había cobrado Némesis
—¿Sacrificio? —Hazel tenía un tono de voz tenso—. Yo perdí a mi madre. Morí y resucité. Ahora mi hermano ha desaparecido. ¿No le parece eso suficiente sacrificio?
Nico hizo una mueca, algunos de los dioses tuvieron la decencia de parecer un poco avergonzados, no era sorpresa para nadie que la ayuda de un dios siempre acarreaba sacrificio, pero así había sido siempre ¿Aunque por qué ahora tendría que ser diferente?
Leo la entendía perfectamente. Tenía ganas de gritar que él también había perdido a su madre. Su vida entera había consistido en una desgracia detrás de otra. Había perdido a su dragón, Festo. Había estado a punto de matarse intentando terminar el Argo II.
Leo esperaba que el capítulo ya se fuera a terminar, ya había durado demasiado
Por si fuera poco, había disparado sobre el campamento romano, lo más probable es que hubiera provocado una guerra y tal vez había perdido la confianza de sus amigos.
—Lo de la guerra sí, la confianza no— dijo Piper
—Bueno, gracias— dijo Leo
—Pero de cualquier manera lo de la guerra no fue tu culpa— señaló Jason
—Ahora mismo —dijo, tratando de controlar su ira—, lo único que quiero es un poco de bronce celestial.
—Me conformaría, gracias— dijo Leo
—Suena mejor— dijo Piper
—Era todo lo que pedía— comentó Leo
—Oh, eso es sencillo —contestó Némesis—. Está al otro lado de la cuesta. Lo encontraréis con las enamoradas.
—Un momento —dijo Hazel—. ¿Qué enamoradas?
—Eso no suena exactamente a buena noticia— dijo Perséfone
—No mucho— dijo Leo
—Definitivamente no— dijo Hazel
Leo hizo una mueca al acordarse de Eco, bueno, no exactamente acordarse porque no podía verla en su mente, pero recordaba las sensaciones
Némesis se metió una galleta en la boca y se la tragó, mensaje incluido.
—Ya lo verás. Tal vez te den una lección, Hazel Levesque. La mayoría de los héroes no pueden escapar a su naturaleza, ni siquiera cuando se les concede una segunda oportunidad de vivir
Hazel hizo una mueca
—Dioses, da tantas palabras de ánimo— murmuró Katie
—sonrió—. Y hablando de tu hermano Nico, no tienes mucho tiempo.
—Faltaban las buenas noticias— dijo Thalia con sarcasmo
Bianca hizo una mueca, Will tomó la mano de Nico
Veamos... ¿Hoy es 25 de junio? Sí, después de hoy, quedan seis días más. Entonces morirá, junto con toda la ciudad de Roma.
Se hizo un momento de silencio mientras todos asimilaban la noticia. Hades miró a su hijo con cierta preocupación
—¿Por qué ese tiempo?— preguntó Bianca
Hazel intercambió una mirada con Nico —Yo creo que podría venir también en el libro— murmuró Hazel
—Bueno, es un alivio que estés aquí— comentó Perséfone
—¿Gracias?— dijo Nico porque seguía sin saber qué hacer con esta Perséfone
—¿Estás bien?— preguntó Will en un susurró a Nico
—Sí— murmuró Nico
Bianca volvió a mirar a su hermano con preocupación, no sabía lo que había pasado, pero esperaba que no fuera tan malo, después también vio la expresión que tenía su... Pues sí, era su sobrina, la expresión se le hacía tan familiar y con un estremecimiento se dio cuenta a quién le recordaba.
Hazel abrió los ojos como platos.
—¿Cómo? ¿Qué...?
—Y obviamente no te contestaron las preguntas— dijo Reyna
—No— dijo Hazel con una mueca
—Y respecto a ti, hijo del fuego
—La verdad, ese nombre suena un poco cool— dijo Leo
—En realidad sí suena genial— dijo Percy
—Me pueden llamar así— dijo Leo
—No creo— comentó Piper
—se volvió hacia Leo—, tus peores tribulaciones todavía están por llegar. Tú siempre serás un extraño, la séptima rueda. No hallarás un lugar entre tus hermanos.
—¿También tenía que venir eso?— masculló Leo a nadie en particular
Dentro de poco te enfrentarás a un problema que no podrás resolver, pero y o podría ayudarte... a cambio de un precio.
—Como siempre— dijo Thalia
—Era de esperarse— dijo Rachel
Leo percibió olor a humo. Se dio cuenta de que le estaban ardiendo los dedos de la mano izquierda y de que Hazel lo estaba mirando aterrada.
—Es normal— dijo Piper
—Ya lo noté— asintió Hazel
Se metió la mano en el bolsillo para apagar las llamas.
—Me gusta resolver mis problemas.
—Muy bien.
—A todos— asintió Katie
—Pero no me gustan los precios— murmuró Leo
—Pero siempre es así— dijo Percy con una mueca
Némesis se limpió las migas de galleta de la cazadora.
—Pero... esto... ¿de qué precio estamos hablando?
La diosa se encogió de hombros.
—Hace poco uno de mis hijos cambió un ojo por la capacidad de cambiar el mundo.
Percy hizo una mueca, Luke miró con cierta sorpresa el libro
A Leo se le revolvió el estómago.
—¿Quiere... un ojo?
—En tu caso, tal vez serviría otro sacrificio. Pero algo igual de doloroso.
—Oh dioses, pues mejor no acepten su ayuda— dijo Connor
—Es un poquito complicado— dijo Leo con una mueca
Toma —le dio una galleta de la suerte sin abrir—. Si necesitas una respuesta, rómpela. Resolverá tu problema.
—Ese problema— murmuró Hazel
—Ese problema— asintió Leo con una mueca
Leo cogió la galleta de la suerte con la mano temblorosa.
—¿Qué problema?
—Lo sabrás cuando llegue el momento.
—No, gracias —dijo Leo con firmeza.
—Sonaba como que estabas haciendo lo correcto— dijo Chris
—Pues no por mucho— comentó Leo
Sin embargo, su mano introdujo la galleta en su cinturón como si tuviera voluntad propia.
Némesis cogió otra galleta del saco y la abrió.
—A veces las cosas no salen como quieres— dijo Percy
—La frase que describe mi vida— dijo Leo
—¡Qué casualidad! También describe la mía— asintió Percy
—« Dentro de poco tendrás motivos para reconsiderar tus decisiones» . Oh, este me gusta. No necesita ningún cambio.
—Bueno, si algún día les toca una galleta así, ya saben por qué— señaló Leo
—En mi vida vuelvo a comprar galletas de la suerte— dijo Travis
—Definitivamente no vuelvo a comprar— dijo Katie
Volvió a cerrar la galleta y la lanzó a la cesta.
—Muy pocos dioses podrán ayudaros en vuestra misión. La mayoría y a están incapacitados, y su confusión no hará más que empeorar. Solo una cosa podría devolver la unidad al Olimpo: un antiguo agravio vengado finalmente.
Algunos dioses voltearon a ver de reojo a Atenea y en realidad Atenea aun seguía un poco reacia a creer que ese agravio se había vengado y que fuera precisamente su hija quien estaba en la sala quien lo hiciera porque no podría haber sido de otra forma.
Ah, eso sí que sería maravilloso. ¡La balanza equilibrada por fin! Pero eso no ocurrirá a menos que aceptes mi ayuda.
—Supongo que no nos va a explicar de qué está hablando —murmuró Hazel
—Supongo que no— dijo Piper
—Era mucho esperar que lo hiciera— dijo Leo
—. Ni por qué mi hermano Nico solo tiene seis días de vida. Ni por qué Roma va a ser destruida.
Némesis se rió entre dientes. Se levantó y se echó el saco de galletas al hombro.
—Todo está relacionado, Hazel Levesque.
—Eso lo explica todo— dijo Katie
—Excelente explicación— dijo Percy
—En realidad sí es una buena explicación— comentó Hermes
—Pues no cuando no la entiendes— dijo Leo
Respecto a mi oferta, Leo Valdez, piénsatelo. Eres un buen chico. Trabajas duro. Podríamos hacer negocios. Pero ya os he entretenido demasiado. Debéis visitar el estanque antes de que se haga de noche. Mi pobre chico maldito se pone muy ... inquieto cuando oscurece.
—Eso suena todavía peor que lo de las "enamoradas"— dijo Apolo
—Digamos que no fue la experiencia que esperábamos— comentó Leo
—Fue bastante rara— murmuró Hazel
A Leo no le gustaba cómo sonaba eso, pero la diosa se montó en su moto. Al parecer se podía conducir, a pesar de las ruedas con forma de comecocos, porque Némesis arrancó el motor y desapareció en medio de un hongo de humo negro.
—Bueno, que genial que funcione su moto— dijo Travis
—Cosas que no sabías que podían ser posibles— dijo Percy
—Me impresionó mucho— comentó Leo
Hazel se inclinó. Todas las galletas partidas y los mensajes de la suerte habían desaparecido a excepción de un trozo de papel arrugado. Lo recogió y leyó:
—« Te verás reflejado y tendrás motivos para el desconsuelo» .
—Wow, cuanta motivación— dijo Katie
—Jamás me habían motivado tanto en mi vida— dijo Leo
—Esas frase es como para poner otro slogan— dijo Piper
—Claro, se vería increíble en la entrada del campamento— asintió Percy
—Pobres de los semidioses nuevos— dijo Katie
—Fantástico —masculló Leo—. Vamos a ver lo que significa.
—Y con eso que acaba el capítulo— anunció Perséfone
—Excelente— dijo Apolo —yo opino que después de que nos cuenten cómo es que se escaparon del campamento hay que darles la tarde libre
—Me parece una buena idea— dijo Hermes
—Ay está bien, de cualquier manera ya nos castigaron por esto— dijo Zoé encogiéndose de hombros
—Es bueno saberlo— dijo Piper riendo
En retrospectiva fue mala idea.
Una de las peores ideas que habían tenido en toda su vida, bueno, hasta ese momento, eran pequeños y realmente fue una aventura.
En algunas vacaciones o incluso antes de vacaciones viajaban al Campamento Mestizo, algunas veces Percy y Annabeth ayudaban en el entrenamiento de los nuevos y no tan nuevos campistas. Charles y Zoé tendrían uno años respectivamente, podían estar "solos" en casi todos los lugares del Campamento, todos los conocían y al menos alguien siempre sabía dónde estaban, eso sí, tenían extremadamente prohibido salir de la barrera mágica del Campamento, al igual que ir al lado oeste del bosque del Campamento, siempre había sido el lado más salvaje.
Así que como era lógico para un par de críos como ellos, decidieron que tenían que desobedecer.
Un par de días antes de su aventura Charles había estado mirando con curiosidad al bosque del Campamento, como si con solo mirarlo pudiera hacer que pasara algo interesante, estaba aburrido y el aburrimiento y los niños, realmente no se mezclan
—¿Y si vamos para allá?— preguntó Zoé señalando el bosque
—Sabes que no podemos
—Pero nadie se tendría que dar cuenta— dijo Zoé obstinadamente —podemos salir muy muy silenciosamente
—¿Cómo podríamos ser silenciosos con todos los espíritus de la naturaleza por ahí viendo?
—No sé, pero podemos intentarlo ¡Vamos, vamos, vamos!
Charles tendría que admitir que de hecho tenía muchísima curiosidad por ver que había en el bosque, en las noches se escuchaban algunos gruñidos y ruidos provenientes de los monstruos que habitaban ahí, así que de hecho pensó en que podrían encontrar la manera de ir y regresar del bosque sin que nadie los viera, no podía ser tan difícil, además Zoé lo incordiaba mucho en que fueran.
Así que trazó un plan brillante (lo más brillante que un niño de 8 años pudiera idear y que por cierto ni siquiera lo utilizó), el día de su "aventura" decidieron ambos quedarse en la cabaña de Poseidón mientras sus padres iba a reuniones del consejo, a ayudar en las clases de los Campistas y hacer varias actividades aburridas, ambos dijeron que se quedarían ahí todo el día, jugando. El Campamento era un lugar seguro y con tantas personas ahí era poco probable que algo pasara.
Poco probable, pero no imposible.
En realidad al principio sí estaban jugando a algo así como "las traes", pero de nuevo, cuando se aburrieron decidieron salir a probar suerte, salieron de la cabaña y para su buena suerte no había muchas personas en el área común, algunos los saludaron y ellos devolvieron el saludo, siguieron caminando normalmente, nunca te tienes que ver sospechoso cuando va a hacer una travesura, eso se los había enseñado su tío Leo.
Por algún motivo que ellos sentían como suerte, llegaron a la frontera Oeste del Campamento, obviamente podían ver el bosque, ya estaban ahí y no podían perder más tiempo porque alguien los podría ver, así que se salieron.
Más grandes y con una mejor percepción, se dieron cuenta que fue sumamente raro que dos críos hayan podido irse sin que los que estaban por ahí repararan en eso.
Cómo lograron salir se sintieron victoriosos y chocaron los cinco entre ellos, Zoé se empezó a reír a carcajadas y empezó a dar vueltas por los árboles del bosque, caminaron por lo que parecieron minutos, adentrándose más y más...
Mientras tanto en el Campamento ya casi era hora de la cena, las actividades de Annabeth habían tardado un poco más de lo planeado y peor aún las de Percy que todavía le faltaba, pero en realidad Zoé y Charles la mayoría del tiempo eran tranquilos y se entretenían cualquier cosa, por eso no se preocupó cuando no los encontró en la cabaña de Poseidón aunque dijeron que ahí iban a estar, aunque era mejor empezarlos a buscar antes de que empezara la cena, buscó en el lago,en la enfermería, en el pabellón, inclusive en los campos de fresa, pero no estaban por ningún lado y eso sí empezaba a preocuparla, vio a Percy saliendo de la casa grande charlando con Quirón
—¿Zoé y Charles están contigo?— preguntó Annabeth
Percy frunció el ceño —No
—Pues tampoco están en el pabellón o en el lago o la enfermería
—¿En las cabañas? ¡Dioses, ojalá que no se hayan metido ni a la cabaña uno o dos!
Percy y Annabeth intercambiaron miradas
—Voy a revisarlas— dijo Percy
—El señor di Angelo y Solance llegaron por la mañana, es bien sabido que Bianca y sus hijos son buenos amigos— comentó Quirón
—Si Bianca está aquí entonces es muy probable que estén en la cabaña de Hades— dijo Annabeth
—De cualquier manera iré a las otras cabañas— dijo Percy
Así que eso fue lo que hicieron
Annabeth fue a la cabaña de Hades, dónde se escuchaba que Bianca se estaba riendo a carcajadas, por un momento se sintió aliviada, luego tocó la puerta.
Nico abrió, un poco sorprendido de ver a Annabeth ahí
—¿Sucede algo?— preguntó Nico
—¿Charles y Zoé están aquí?
—No— dijo Nico —no los hemos visto en todo el día
—¿Y Bianca?
—No ha salido de la cabaña— señaló Nico
—¿Puedo pasar y preguntarle?— pidió Annabeth
Nico frunció el ceño, pero asintió. Annabeth interrogó un poco a Bianca, pero pues la niña en realidad no sabía nada (cuando estuvo más grande, ella en realidad le reclamó a Charles por no haberla invitado y por el interrogatorio)
Percy apareció poco después, sin suerte, estaban en la entrada de la cabaña de Hades con Nico esperando
—Tenemos que buscar fuera del campamento— señaló Quirón —voy a informar a los líderes de cabaña
Se escuchó el sonido de un cuerno que anunciaba la cena
—Tenemos que hacer grupos de búsqueda y encontrarlos antes de que avance la noche— dijo Annabeth
—¿Qué estás pensando?— preguntó Percy
Annabeth lo miró —Es solo que cuando tú... Cuando desapareciste, no hubo rastro, simplemente estabas en tu cama y luego ya no
—Oye— dijo Percy —ellos están bien, solamente han de estar escondidos o algo así, los vamos a encontrar, nada les va a pasar
—Si alguien se los llevó, lo voy a matar
—Lo sé y te ayudaré— dijo Percy
Los grupos de búsqueda se empezaron a formar, la cena olvidada y todos con mis precisas instrucciones por si los llegaban a encontrar, todos los grupos se reunirían en dos horas para ver cuál sería el siguiente paso, ya que la noche caería
—No podemos enviar a los semidioses a la parte Oeste del Campamento, vamos a ir nosotros— dijo Percy
—Los acompaño— dijo Nico —cualquier cosa y puedo viajar por las sombras
Él recordaba como se había sentido cuando por accidente Bianca había saltado en una sombra y terminado en México.
Los grupos de búsqueda se hicieron y salieron en la búsqueda de los hermanos Jackson.
—¿Y si ellos decidieron salir por su cuenta?— preguntó Nico
—De ser así van a estar castigados el resto de su vida— masculló Annabeth
—Sin comida azul— dijo Percy
Nico asintió, también había dicho que castigaría a Bianca por el resto de su vida y ese castigo duró dos días, siguieron caminando por el bosque.
***
Los hermanos Jackson se dieron cuenta muy tarde de que había sido una mala idea.
Al principio todo iba genial, no había nada que temer y todo era tranquilo, pero conforme se iba adentrando al bosque las sombras se hacían más espesas y la luz del sol se ocultaba, luego empezaron a sentir que los estaban mirando, voltearon a todos lados, pero no había nada.
Escucharon el sonido de un cuerno lejano
—La cena— dijo Charles —tenemos que regresar
Zoé asintió de acuerdo, empezando a asustarse, escucharon un gruñido proveniente de algún lugar a su izquierda.
—Bueno, veníamos en línea recta, solo hay que regresar así— dijo Charles, pero de repente no podía ver por dónde habían llegado, absolutamente todo estaba rodeado de árboles
—Ya me quiero regresar— pidió Zoé
—Bueno... Solo caminemos— de cualquier manera tenían que encontrar el camino de regreso ¿Cierto?
Pero conforme avanzaban la luz desaparecía, la sensación de ser observados aumentaba al igual que los gruñidos de monstruos, se suponía que Zoé no atraería monstruos por ser mortal, Charles era muy pequeño pasa eso, pero de alguna manera de repente fue como si encendieran una bengala y les indicaran a los monstruos dónde estaban, la primera en aparecer fue una hormiga gigante, Charles tapó la boca de Zoé antes de que gritara, no tenían objetos brillantes así que si no habían ruido podrían irse, obviamente fue cuando llegó la mujer con sus tres amigas, una cosa que no recordaban como se llamaba, pero que les sonrió fríamente
—Nos informaron bien, los dos críos de ese disque héroe de Perseus Jackson y la insoportable de Annabeth Chase, es nuestro día de suerte ¿Sabes todo lo que puedo hacerles para vengarme de ellos?— se rió como si disfrutara de sus pensamientos
Se acercó a ellos
—No te acerques más— masculló Charles poniéndose delante de Zoé
—¿Que vas a hacerme? Eres un crío y puedo ver qué estás muerto de miedo
Luego ¿Por qué no? Llegó el perro del infierno, ahí sí Zoé gritó, lo que probablemente fue lo que los salvó.
En el momento que el perro del infierno se lanzo hacia ellos un figura apareció de las sombras
—¿Otra vez tú?— preguntó Nico mirando a la mujer mientras mantenía a raya al perro del infierno
—¿Me extrañaste?— preguntó la cosa —igual que con tu cría llegaste en el momento oportuno, pero recuerda no siempre vas a estar ahí
Desapareció, pero sus amigas no y se lanzaron hacia los niños, en ese momento llegaron Percy y Annabeth, los miraron con inmenso alivio, pero no pudieron hacer más porque los monstruos atacaban. En realidad fue una pelea rápida, Annabeth y Percy atacaban como si los monstruos los hubieran ofendido personalmente, cuando todo acabó, voltearon a ver a Charles y Zoé, estaban realmente muy aliviados, pero por la mirada de ambos los niños supieron que estaban en problemas, no fue exactamente qué los miraran como si un huracán les fuera a caer, pero por lo menos una tormenta sí les iba a llegar, Percy y Annabeth se cruzaron de brazos, revisaron que no tuvieran heridas y pidieron explicaciones.
De ahí todo fue un borrón, los castigaron, obviamente, bueno, algo así. En realidad ya no podían ir a ningún lado solos, tenían que estar con alguno de ellos así fuera en las reuniones del consejo, o enseñándoles a los campistas o haciendo inspecciones y todo era muuuuy aburrido, pero pudo haber sido peor.
Y aunque ninguno pensó en eso, lo más raro es que nunca supieron por qué los monstruos habían llegado tan de repente y lo más raro es que fue cierto lo que dijo la mujer, algunos años después y antes de que ellos llegaran a la sala de trono, la mujer volvió a aparecer y esta vez no estuvo Nico e hirió a Blanca.
***
Cuando la historia acabó, Annabeth y Percy se voltearon a ver
—Armaron un buen lío— dijo Thalia
—Dejaron sin comer a los demás semidioses— señaló Connor
—Pero sí comieron, después... Creo— murmuró Zoé
—No puedo creer que en serio se hayan escapado, eran muy pequeños— señaló Percy
—Ay Percy, por favor— dijo Thalia riendo
—Es por eso que lo mejor que a veces puedes hacer es ponerlos en un palacio con una barrera mágica— comentó Sally mirando a su hijo con una ceja enarcada
—¿Se pueden poner barreras mágicas en las cabañas?— preguntó Piper
—Podríamos intentarlo— dijo Leo
—No sea que a alguien más se le ocurra— comentó Jason
Mientras los demás seguían platicando con la historia Charles se acercó a Esperanza
—Tu plan no salió muy bien para escaparte del campamento— dijo Esperanza cuando lo vio acercarse
—Ya lo sé, gracias ¿Puedo hablar contigo un momento? Hay algo que necesito contarte
Esperanza miró a Charles y su expresión cayó un poco
—Si es sobre lo que pasó con mis padres en el Campamento Mestizo, ya lo sé— dijo en voz baja —Lena me contó
—Lo siento, debería haberte dicho, pero...
Esperanza se encogió de hombros —No te preocupes, está bien, ya rompí algunas cosas
Charles la miró, sin saber si estaba bromeando o no —Pero...
—Y estoy enojada también, pero ¿Sabes? Ayer estuve en el palacio de Hefesto probando inventos y eso como que ayudó— Esperanza le sonrió —tal vez Bianca quiera probar el acercarse a ellos, es raro, pero supongo que está bien, voy a ir con Sammy y Lena a probar las inventos— dijo con una sonrisa traviesa que auguraba problemas para los otros dos niños
***
Poco después como tenían la tarde libre se separaron, bueno, algunos todavía estaban charlando en la Sala de Trono, pero Bianca había sido de las primeras en salir y Charles la siguió poco después, aunque no sabía a dónde habían ido, así que mientras la buscaba estaba admirando el Olimpo, que los dioses fueran unos idiotas, la mayoría de ellos, al menos, no quería decir que no pudiera admirar lo increíble que era el lugar.
Se sobresaltó cuando escuchó paso a su espalda, volteó y se sorprendió al ver quién estaba frente a él
—Te estaba buscando— dijo Luke
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