LI

Annabeth

Al día siguiente, el desayuno volvía a ser tan ruidoso como de costumbre desde que llegaron los chicos. Jason intentaba que Piper le contara sobre el "secreto" que Helena había dicho que tenían, Piper se negó rotundamente a decirle y evitó que la niña dijera algo sobre eso, al final de cuentas no era su secreto.

Percy y Annabeth platicaban en voz baja con Sally, mientras le contaban lo que creían que iba a venir en el libro, por supuesto Sally sabía, pero no estaba de más que siguiera preparando porque no sería lindo.

Por otro lado Charles y Bianca hablaban en voz baja también y parecían bastante embelesados el uno con el otro, mientras Zoé hacía muecas de asco a sus otros amigos, a su costa.

Muchos seguían hablando, tratando de comer su desayuno entre risas, hablando de un montón de cosas que no tenían importancia, otros estaban más callados, pero el ambiente de comodidad definitivamente había mejorado. Incluso los dioses, si bien no parecían disfrutar de todo el ruido extra, ya tampoco intentaban hacerlos callar, era como ese ruido de fondo al que te acostumbras.

Lamentablemente se tuvo que terminar cuando todos regresaron a la Sala de Trono, para leer el penúltimo capítulo y descubrir lo que pasaba.

—Bueno— dijo Apolo —¿Están listos para acabar el libro?

—No— dijo Percy

—Esa es justamente la actitud que estoy buscando— coincidió Apolo

—Gracias— dijo Percy

—Bueno ¿Quién quiere ser el elegido hoy?— preguntó Apolo

—Yo voy a leer— dijo Atenea tomando el libro —creo que es justo

—Si tú lo dices— murmuró Hermes

Percy y Annabeth intercambiaron una mirada

Atenea comenzó la lectura

Annabeth había visto cosas raras, pero nunca había visto coches cayendo del cielo.

—Creo que ninguno de nosotros lo ha visto— dijo Connor

—Pero siempre se podría realizar una hazaña así— señaló Hermes

—No se te ocurra realizar una hazaña así— resopló Artemisa

—Pero sería muy interesante ver— comentó Travis

Cuando el techo de la caverna se vino abajo, la luz del sol la deslumbró. Atisbó fugazmente el Argo II flotando en lo alto.

—¡Sí!— gritaron algunos de los chicos

Los chicos del Argo no se veían tan felices

—Gracias a los dioses que llegaron— comentó Katie

—Pues no tanto a los dioses— murmuró Percy

Debía de haber usado las ballestas para abrir un agujero en el suelo.

—Les dije que las ballestas eran una gran elección— dijo Leo

—Pues al entrenador siempre le parecieron una gran idea— comentó Piper

—Él sabe de las buenas cosas— señaló Leo

—Como dije antes, es su pilar— bromeó Percy

—Gracias— resopló Leo

Pedazos de asfalto del tamaño de puertas de garaje cayeron en la cueva, junto con seis o siete coches italianos.

—Dioses, supongo que eso no lo cubre el seguro— comentó Chris

—Yo creo que no— dijo Katie

—Hubiera querido ver que le decían a sus aseguradoras— señaló Connor

—Hubiera estado genial ver sus caras— admitió Leo

Uno se habría estrellado con la Atenea Partenos, pero la reluciente aura de la estatua actuó como un escudo de energía, y el coche rebotó. Lamentablemente, cayó directo hacia Annabeth.

—Por supuesto que sí— masculló Poseidón

—Bueno, al menos es una estatua que se protege a sí misma— dijo Bianca

—Aunque no mucho a Annabeth— comentó Thalia

Annabeth hizo una mueca

Ella saltó a un lado y se torció el pie malo. Una oleada de dolor la invadió, y estuvo a punto de desmayarse,

—Bueno, pero a pesar de todo las cosas no están tan mal— dijo Zoë —hay oportunidad

—Claro que sí— dijo Bianca —la ayuda está ahí

—Solo necesitan salir todos a tiempo— señaló Dionisio

—Y veamos qué más acción tiene— comentó Ares —esto ha estado un poco aburrido

—Cállate— dijeron Atenea y Poseidón al mismo tiempo

pero se tumbó boca arriba a tiempo para ver que un Fiat 500 de vivo color rojo se estrellaba contra la trampa de seda de Aracne, atravesaba el suelo de la cueva y desaparecía con las aracnoesposas chinas.

—Eso en parte me alegra y en parte me preocupa por las grietas que ya había ahí— comentó Bianca

—Pero Aracne dejó de ser un problema— dijo Calipso

Percy definitivamente hubiera querido que Aracne hubiera dejado de ser un problema, estaba un poco nervioso, sabía que no se iba a librar de que todos supieran aquel suceso y pues ya no faltaba mucho para ello

Aracne se cayó, chillando como un tren de mercancías camino de una colisión, pero sus gemidos se apagaron rápidamente. Alrededor de Annabeth, más escombros perforaron el suelo y lo llenaron de agujeros.

—Solo vayan y recojanla— murmuró Atenea

Pero no entendieron si se refería a Annabeth o la estatua, y la diosa no dio más explicaciones ya que siguió con la lectura

La Atenea Partenos permaneció intacta, aunque el mármol de su pedestal estaba repleto de fracturas. Annabeth estaba totalmente cubierta de telarañas.

Zoé se estremeció

—Ahora falta que también el pedestal se quiebre— comentó Chris

—El señor optimismo— dijo Connor, pero aunque no sabía exactamente qué había pasado, sí sabía de dónde había llegado aquella nota y al final, hubiera sido mejor que simplemente se quebrara el pedestal de la estatua, tal vez no habría causado tantos problemas

Hebras de seda de araña le colgaban de los brazos y las piernas como los hilos de una marioneta, pero, milagrosamente, ningún escombro la había alcanzado. Quería creer que la estatua la había protegido, aunque sospechaba que simplemente había tenido suerte.

—Sea lo que haya sido, creo que es una buena noticia— dijo Perséfone

—Supongo— murmuró Annabeth

—Pero lo importante es que ya están todos ahí, y que pueden salir de ese lugar— señaló Poseidón

—Aunque aun tienen que ver como van a subir esa estatua— comentó Deméter —bajarla puede que haya sido fácil, subirla no tanto

—Lamentablemente— dijo Leo y en voz baja añadió —nos costó más de lo que esperábamos

El ejército de arañas había desaparecido. O habían vuelto volando a la oscuridad o se habían caído en la sima.

—Yo creo que los tres son ciertos— dijo Hermes

—Un tercio de las arañas hizo cada cosa— asintió Apolo

—¿Podrían dejar de interrumpirme a cada minuto?— preguntó Atenea con irritación

—No, así no habría nada de divertido— dijo Apolo

Cuando la luz del día inundó la caverna, los tapices de Aracne que cubrían las paredes se convirtieron en polvo, una visión casi insoportable para Annabeth, sobre todo cuando el tapiz que los representaba a ella y a Percy se destruyó.

—Ay no— se quejó Afrodita —una magnífica obra de arte que bien podría adornar mi Palacio

Percy y Annabeth se miraron con inquietud

—Mamá, eso sería muy raro— señaló Piper

—Mucho— asintió Annabeth

—Ay cariño, antes había estatuas de todos nosotros en nuestra más grande gloria y a nadie le parecía raro— dijo Afrodita encogiéndose de hombros

—Yo no tengo ninguna estatua así— señaló Artemisa

—De lo que te perdiste— comentó Afrodita guiñandole el ojo

—Sí, sí, por favor que Atenea siga leyendo— dijo Perséfone

Sin embargo, nada de eso le importó cuando oyó la voz de Percy procedente de arriba:

¡Annabeth!

¡Aquí! —dijo sollozando.

—¡Por fin!— dijo Afrodita con un gritito

Percy y Annabeth se sonrieron levemente

—Esto es lo que estaba esperando— chilló Afrodita

—También yo— murmuró Zoé

Aunque los dioses se preguntaban cuál era la razón por la que los chicos del Argo II no se veían tan felices, todos ya se había vuelto a reunir, solo necesitaban subir a la Atenea Partenos e irse de ahí, por supuesto, todavía faltaba una batalla, pero eso era problema para un poco más adelante. Deberían estar felices por esa pequeña victoria

Todo el terror que había experimentado pareció irse con un grito ensordecedor. Cuando el Argo II descendió, vio a Percy inclinado por encima de la barandilla. Su sonrisa era mejor que todos los tapices que había visto en su vida.

—Awwwww— chillaron los hermanos Stoll

Annabeth se sonrojó

—A veces pienso que Annabeth no puede ser más cursi, pero sí puede— dijo Thalia riendo

—Cállate— dijo Annabeth aventándole un cojín

La sala siguió temblando, pero Annabeth consiguió levantarse. El suelo a sus pies parecía estable de momento. Su mochila había desaparecido, junto con el portátil de Dédalo.

—Bueno, pero son cosas materiales— dijo Bianca

—Pero esa cosa material era importante— dijo Leo

—Creí que habías dicho que no tanto como las esferas de Arquímides— comentó Travis

—Pues sí, no tanto, pero sí sigue siendo importante— señaló Leo

Su cuchillo de bronce, que la había acompañado desde que tenía siete años, tampoco estaba; probablemente se había caído en el foso. Pero a Annabeth le daba igual. Estaba viva.

—Y es lo más importante— asintió Thalia

—Cuchillos probablemente vas a encontrar muchos— convino Luke

—Aquí sí son importantes las prioridades— dijo Apolo

—Y vaya que sí— coincidió Hermes

Se acercó muy lentamente al gran agujero que había abierto el Fiat 500. Unas paredes de roca dentada se hundían en la oscuridad hasta donde a Annabeth le alcanzaba la vista.

—No te vayas a acercar más— dijo Perséfone

—Seguramente le causará una gran impresión al dueño del Fiat saber que jamás va a recuperar su carro— comentó Travis

—Supongo que sí, de todos modos no es como que pudiera entrar a rescatarlo— señaló Hermes

—Si es que todavía existe el carro— apuntó Dionisio

Aquí y allá sobresalían pequeñas cornisas, pero la semidiosa no vio nada encima de ellas: solo hilos de seda de araña que caían por los lados como guirnaldas de espumillón. Annabeth se preguntaba si Aracne le había dicho la verdad con respecto a la sima.

—Todos nos preguntamos eso, pero mejor no averiguarlo— dijo Apolo

—Pues puede ser que no, pero ¿Qué ganaba con mentirte?— preguntó Hades

—Asustarla, tal vez— resopló Deméter

—Yo supongo que nos podemos quedar con esa duda— señaló Hermes

¿Había caído la araña al Tártaro? Trató de contentarse con esa posibilidad, pero la idea la entristecía. Aracne había hecho cosas preciosas. Había sufrido durante una eternidad. Y ahora sus tapices se habían destruido. Después de todo eso, caer al Tártaro le parecía un castigo demasiado severo.

Annabeth hizo una mueca, su sentimentalismo no había servido para nada, de hecho creía que había sido su perdición

—Bueno, ella robó la estatua por milenios, es lo menos que se merece— masculló Atenea

—Pero cayó al Tártaro— dijo Sammy

—Pero ¿No es de ahí donde vienen todos los monstruos?— preguntó Lena a su amigo

—Además, el hecho de que escondiera la estatua solo ha servido para avivar rencores entre semidioses griegos y romanos— señaló Hera

—No creo que haya sido solo la estatua ¿Verdad?— dijo Thalia

Hera le dio una mirada asesina

Annabeth apenas se percató de que el Argo II se quedó flotando a unos doce metros del suelo. Una escalera de mano descendió de la embarcación, pero Annabeth se quedó aturdida, mirando a la oscuridad. De repente, Percy apareció a su lado y entrelazó sus dedos con los de ella.

—Esto me alegra muchísimo— dijo Afrodita abanicando su rostro

—¿Estás llorando?— preguntó Apolo

—¡No! Solo me entró una basura en el ojo— replicó Afrodita a la defensiva

Algunos chicos y dioses rieron discretamente

La apartó con delicadeza del foso y la rodeó con los brazos. Ella sepultó su rostro en el pecho de él y rompió a llorar.

Annabeth se sonrojó

—Nadie te va a juzgar por eso— dijo Piper

—Por supuesto que no, y menos después de todo lo que pasaste— señaló Thalia

—Espacio seguro— dijo Percy con una sonrisa

—Bueno, gracias— murmuró Atenea

Ya pasó —dijo Percy —. Estamos juntos.

No dijo « Estás bien» ni « Estamos vivos» . Después de todo lo que habían pasado el último año, sabía que lo más importante era que estuvieran juntos.

—Que hermoso— chilló Afrodita

Hubo varias clases de sonidos emocionados alrededor de la Sala de Trono, que solo hicieron sonrojar más a Percy y Annabeth. Incluso Charles y Zoé habían intercambiado una sonrisa

—Son tan monos— suspiró Perséfone

—Al final eso es lo más importante— asintió Sally, que sentía como si un elefante estuviera presionando su pecho, después de todo lo que había pasado y terminara de esa manera, juntos, pero en un lugar hecho para matar semidioses

Ella lo amó por decir eso.

—Awwww— corearon algunos de los chicos

Incluso Atenea reconocía un poco el bien de que Percy estuviera ahí, sabía que su hija había estado aterrorizada durante la misión, pero ahora que la había terminado al menos era bueno que ese chico la hiciera sentir segura, más le valía.

Sus amigos se reunieron a su alrededor. Nico di Angelo también estaba presente, pero Annabeth tenía la mente tan confusa que no le sorprendió. Le pareció lógico que estuviera con ellos.

—De cierta forma lo era— dijo Jason

—Claro que sí— asintió Annabeth

—Todo estaba siendo como debería— murmuró Hazel

—Por supuesto— dijo Will

La pierna —Leo se arrodilló al lado de ella y examinó el envoltorio de plástico de burbujas—. Oh, Annabeth, ¿qué te ha pasado?

—No ves algo así todos los días— comentó Leo

—Eso quiere decir que Annabeth es muy increíble para sobrevivir con lo poco que encuentre— dijo Thalia

—Por supuesto que lo es— dijo Percy con obviedad

—Hubieras sido una excelente cazadora— bromeó Thalia

Percy le aventó otro cojín —No me dio risa

Pero a los demás sí y vieron divertidos a Percy

—A mí tampoco— refunfuñó Zoé,lo que hizo que rieran aún más

Ella empezó a explicárselo. Le costaba hablar, pero continuó, y las palabras le salieron con más facilidad. Percy no le soltó la mano, lo que le hizo sentirse más segura. Cuando hubo terminado, sus amigos estaban boquiabiertos de asombro.

—Era dificil no asombrarse con algo así— señaló Jason

—Definitivamente— asintió Leo

—Y asombro era quedarse corto— comentó Piper

—Pero ¿No pueden hablar de eso arriba?— preguntó Poseidón

—Supongo que no podíamos— murmuró Percy

Dioses del Olimpo —dijo Jason—. Has hecho todo eso sola. Y con el tobillo roto.

Bueno…, una parte con el tobillo roto.

—Fue algo así como misión imposible 1, 2, y 3 en el mismo momento— dijo Connor

—Misión imposible se queda tonta a tu lado— señaló Travis

—Aunque supongo que faltaron los disparos— comentó Annabeth

—Pero hubo aracnoesposas chinas— indicó Leo

Percy sonrió. —¿Has hecho que Aracne tejiera su propia trampa? Sabía que eras buena, pero Hera bendita… lo has conseguido, Annabeth. Generaciones enteras de hijos de Atenea lo intentaron y fracasaron. ¡Has encontrado la Atenea Partenos!

—Estoy muy orgulloso de ti— dijo Percy

Annabeth sonrió —Yo estoy orgullosa de los dos

—Awwww que cursis— dijo Thalia

—Que molesta estás hoy— señaló Percy

Todos contemplaron la estatua.

¿Qué hacemos con ella? —preguntó Frank—. Es enorme.

Tendremos que llevárnosla a Grecia —dijo Annabeth—. La estatua es poderosa. Tiene algo que nos ayudará a detener a los gigantes.

—Sí, pero no tiene que ir a Grecia— dijo Atenea

—Pero se supone que era para la pelea con los gigantes— dijo Bianca

Reyna y Nico intercambiaron una mirada, los libros no tenían que ser sobre ellos ¿Verdad?

—Pero también los semidioses están a punto de otra guerra civil— masculló Zeus mirando mal a su esposa

« El azote de los gigantes es pálido y dorado» —citó Hazel—. « Obtenido con dolor en un presidio hilado» —miró a Annabeth con admiración—. Era la cárcel de Aracne. La has engañado para que la tejiera.

—La verdad es que eres muy admirable— asintió Hazel

—Gracias— dijo Annabeth

—Es por eso que ser inteligente es un superpoder— señaló Percy

—Uno de los más importantes— Zoë

« Con mucho dolor» , pensó Annabeth.

Leo levantó las manos. Formó un marco con los dedos alrededor de la Atenea Partenos como si estuviera tomando medidas.

—Es lo que hacía— admitió Leo

—Casi casi se podían ver los números alrededor de la cabeza de Leo— comentó Miranda

—Sí, creo que no pusimos suficiente atención o habríamos podido ver los cálculos— dijo Piper

—Lo bueno es que él los hizo— asintió Percy

Bueno, puede que haya que cambiar algunas cosas de sitio, pero creo que podremos meterla por la compuerta de la cuadra. Si sobresale por el extremo, puede que tenga que taparle los pies con una bandera o algo por el estilo.

Algunos de los chicos soltaron una risita

—¿Qué tipo de bandera?— preguntó Apolo

—Carga pesada o algo como "frágil, este lado hacia arriba"— bromeó Leo

—Pero esa no es una bandera— dijo Katie

—Pero podemos hacer que lo sea— señaló Leo

—Con una bandera del tridente de Poseidón— dijo Apolo riendo

Atenea lo miró furiosa

—Le daría algo de estilo— asintió Poseidón

Annabeth se estremeció. Se imaginó a la Atenea Partenos sobresaliendo del trirreme con un letrero sobre el pedestal en el que pusiera: CARGA PESADA.

La tensión de algunos chicos y dioses en la Sala de Trono había bajado considerablemente, pues por fin el Argo II había ido en rescate de Annabeth y podían llevarse a la estatua y a la chica, solo tenían que subir, y volverse a poner en camino. Ya no había peligro cercano.

Entonces pensó en los otros versos de la profecía: « Los gemelos apagarán el aliento del ángel, que posee la llave de la muerte interminable» .

—Sí, también nos dimos cuenta de lo que significaba ese verso— comentó Leo

—Muy raro como funcionan las profecías— dijo Miranda

—Eso es lo que da el dramatismo— señaló Apolo

—Pues muchas gracias— murmuró Will

¿Y vosotros, chicos? —preguntó—. ¿Qué ha pasado con los gigantes?

Percy le relató el rescate de Nico, la aparición de Baco y la pelea contra los gigantes en el Coliseo.

—Bastante bien resumido— asintió Jason

—Gracias— dijo Percy

—Y no con tantos insultos como esperábamos— comentó Leo

—Yo no soy así— dijo Percy riendo

Dionisio resopló

Nico no dijo gran cosa. Parecía que el pobre hubiera deambulado por el desierto durante seis semanas. Percy le explicó lo que Nico había descubierto sobre las Puertas de la Muerte y que debían ser cerradas por los dos lados.

Los chicos del Argo II hicieron una mueca

—El problema que todavía no se resuelve y nos está preocupando a todos— dijo Perséfone

—A mí no— comentó Dionisio

—Ya sáquenlo de la sala— pidió Apolo

—Apoyo esa moción— dijo Hermes

Pese a la luz del sol que entraba a raudales por arriba, las noticias de Percy hicieron que la caverna volviera a parecer oscura.

Así que el lado mortal está en Epiro —dijo ella—. Por lo menos es un sitio al que podemos llegar.

—Sí, eso no es el gran problema— suspiró Hades

—¿Y no también tendría ser su problema?— preguntó Bianca

Hades la miró, pero no sabía exactamente que responderle

—Si un día logra que la conviertan en un pavo real, voy a culpar a tu parte de la genética— susurró Nico a su novio

—Solo una vez me convirtieron, ya dejame olvidarlo, gracias— susurró Will de vuelta

Nico hizo una mueca.

El otro lado es el problema. El Tártaro.

La palabra pareció resonar por la estancia.

—Sí, mejor ya suban y hablen de eso en el barco— señaló Artemisa

—No era la mejor manera de llevar a cabo una charla— comentó Apolo

—Mejor dicho, no era el mejor lugar— dijo Perséfone

—Aunque supongo que está bien que todos se enteren de las noticias— dijo Hera

—No ahí— dijo Poseidón

El foso situado detrás de ellos expulsó una ráfaga de aire frío. Entonces Annabeth lo supo con certeza. Efectivamente, la sima llegaba hasta el inframundo. Percy también debió de intuirlo. La apartó un poco más del borde.

Percy y Annabeth se tomaron de la mano, sabían que ya no podía quedar mucho más, por supuesto en ese momento todo había pasado muy rápido y era un poco borroso, no sabían si estaban preparados para oír los detalles. Ojalá estos fueran todo lo que los demás supieran sobre el Tártaro, bastante difícil va a ser oír su caída como para que también revivan los horrores que pasaron ahí.

Annabeth tenía telarañas colgadas de los brazos y las piernas que arrastraba como si fuera la cola de un vestido de novia. Deseó tener su daga para cortar esa porquería. Estuvo a punto de pedirle a Percy que hiciera los honores con Contracorriente,

Percy hizo una mueca, tal vez si hubiera sido más rápido en cortar la telaraña… Pero aún aspi sabía que de cualquier manera alguien habría tenido que ir a ese lugar para cerrar las Puertas de la Muerte, como había dicho Bianca antes, ese asunto también involucraba a los dioses, pero en realidad ¿Cuando se involucraban en algo que de hecho los involucraba?

pero él se adelantó, diciendo:

Baco dijo no sé qué sobre que mi viaje sería más movido de lo que yo esperaba. No sé por qué…

La estancia crujió.

—Pueden continuar su plática después, salgan de ahí— masculló Atenea —ya no es momento de que pierdan ni un segundo

—Tal vez no vaya a decir esto otra vez, pero estoy de acuerdo con ella— asintió Poseidón —ese lugar es muy inestable y el peso de la estatua no es precisamente de ayuda

—Definitivamente no es bueno— dijo Apolo

La Atenea Partenos se inclinó hacia un lado. La cabeza quedó atrapada en uno de los cables de refuerzo de Aracne, pero la base de mármol que había debajo del pedestal se estaba desmoronando.

—Dioses— murmuró Bianca

—Mármol de muy mala calidad— dijo Hermes

—No me dejan poder terminar la lectura— se quejó Atenea

—Es que no sabes leer rápido— señaló Apolo

La diosa de la sabiduría lo ignoró

A Annabeth le entraron náuseas. Si la estatua se caía en la sima, todo su trabajo no habría servido para nada. Su misión fracasaría.

¡Sujetadla bien! —gritó Annabeth. Sus amigos la entendieron en el acto.

Los chicos del Argo II se tensaron y evitaron mirar a sus amigos

—Sí, puede que la estatua esté haciendo que las grietas se abran aun más, con todo el peso y el poder que emana— señaló Perséfone

—Y por supuesto, después de todo sería una lástima que la volviera a perder— evidenció Dionisio

—Por supuesto que lo sería— comentó Hestia

¡Zhang! —gritó Leo—. ¡Llévame al timón, rápido! El entrenador está allí solo.

—Y eso de por sí mismo ya es un peligro— dijo Chris

—No voy a negar eso porque todos sabemos que es cierto— asintió Leo

—Y además ya disparó las ballestas, la euforia de eso no se olvida tan fácil— señaló Travis

—Que sabio— comentó Katie

—Cuando quieras Kat— dijo Travis orgulloso

Frank se transformó en un águila enorme, y los dos alzaron el vuelo hacia el barco. Jason rodeó a Piper con el brazo y se volvió hacia Percy.

Enseguida vuelvo a por vosotros.

Jason les dio una mirada de arrepentimiento

—"No pasa nada"— le dijo Percy solamente moviendo los labios

Pero Jason no estaba tan seguro, el destino tiene maneras muy raras de manifestarse, lo quieran o no, pero en realidad siempre se había preguntado ¿Hubiera podido hacer más?

Al final de cuentas todo se reducía a que de una manera u otra se tenían que cerrar las Puertas de la Muerte.

Invocó el viento y salió disparado por los aires.

¡El suelo no aguantará! —advirtió Hazel—. El resto de nosotros debemos llegar a la escalera.

—Es lo mejor— asintió Perséfone

—Por fin— dijo Atenea

—Aunque me preocupa que la estatua no vaya a caber— señaló Hermes

—Bueno, el barco no era tan chiquito— comentó Leo con una mueca

Columnas de polvo y telarañas salieron disparadas de los agujeros del suelo. Los cables de refuerzo de seda temblaron como enormes cuerdas de guitarra y empezaron a partirse. Hazel se abalanzó sobre la parte inferior de la escalera de cuerda e indicó a Nico con la mano que la siguiera, pero él no estaba en condiciones de correr.

Atenea agarró con fuerza el libro, no sabía por qué pero tenía un mal presentimiento. Todo había salido bien en la recuperación de la estatua, pero con los semidioses nunca se sabía, además esa parte de cerrar de los dos lados las Puertas de la Muerte, algunos, en especial los legados, se veían con

De repente se formó un ambiente de incomodidad, confusión, era como si aun sin saberlo todos esperaran el tsunami.

Percy agarró más fuerte la mano de Annabeth.

Todo irá bien —murmuró.

Percy hizo una mueca

—Está bien, ya no estamos ahí— susurró Annabeth a su novio

Sally se movió más cerca de ambos chicos, la verdad es que odiaba que tuvieran que revivir eso y que todos lo tuvieran que escuchar. Aunque no dijo nada, definitivamente su presencia era reconfortante.

Ella miró arriba y vio que unas cuerdas con garfios salían disparadas del Argo II y envolvían la estatua. Una atrapó el cuello de Atenea como un lazo. Leo gritaba órdenes desde el timón mientras Jason y Frank volaban frenéticamente de cuerda en cuerda, tratando de atarlas bien.

—Bien, pero no me gusta que ustedes sigan allá abajo— dijo Poseidón con un deje de preocupación

—Claro que sí— murmuró Leo —una cuerda mal atada y…

—Terminaría muy mal porque no estoy seguro de que se pueda proteger de una caída— señaló Hermes

Nico acababa de llegar a la escalera de mano cuando Annabeth notó que un intenso dolor le subía por la pierna herida. Lanzó un grito ahogado y tropezó.

¿Qué pasa? —preguntó Percy.

—¡No!— gritó Zoé

—No entremos en pánico, eso puede ser cualquier cosa— dijo Artemisa

Annabeth cerró los ojos, sabía que si no quería oírlo podría simplemente irse de la sala, pero al mismo tiempo no quería hacerlo, quería estar ahí ¿Era muy masoquista de su parte?

Ella trató de dirigirse a la escalera tambaleándose. ¿Por qué se movía hacia atrás? Las piernas le resbalaron y cayó de bruces.

—No, no, eso no puede suceder— dijo Atenea

Annabeth agarró la mano de Percy con más fuerza

—No puede pasar nada malo ¿Verdad?— preguntó Zoé asustada a su hermano en voz baja

Su hermano la miró sin saber que decirle ¿Podía? —N-No lo sé

—Todo va a estar bien— dijo Bianca que estaba atenta a su plática, pero parecía que ni ella misma creía lo que decía, no con toda la ansiedad y cierta tristeza que se sentía en la Sala de Trono

¡El tobillo! —gritó Hazel desde la escalera—. ¡Córtalo! ¡Córtalo!

Annabeth tenía el cerebro embotado del dolor. ¿Que se cortara el tobillo?

—Pero ¿Por qué se va a cortar el tobillo?— preguntó Esperanza confundida

—Bueno, obviamente no se lo cortó— dijo Hermes, intentó que saliera de manera ligera, como si fuera una broma, ninguno de los chicos parecía con ganas de reírse

—No me refería al tobillo— murmuró Hazel con pesar

Al parecer, Percy tampoco entendía lo que Hazel quería decir. Entonces algo tiró de Annabeth hacia atrás y la arrastró hacia el foso. Percy se lanzó. Le agarró el brazo, pero el impulso también lo arrastró.

—No puede ser— dijo Atenea mirando a su hija. No, podían salir de ahí, todavía estaba sus compañeros ahí, podían hacer algo

Poseidón había palidecido un poco, mientras Sally le daba a su hijo una sonrisa que intentaba ser reconfortante, sabía lo que pasaba y tenía muchas ganas de llorar, y también de maldecir a los dioses, sin embargo, ella tenía que ser fuerte por su hijo, ella lo tenía que consolar a él, no él a ella, y lo sería. No sería una persona más que tuviera que consolar

¡Ayúdalos! —gritó Hazel.

Annabeth vislumbró que Nico cojeaba en dirección a ellos, mientras Hazel trataba de desenredar su espada de la caballería de la escalera de cuerda.

Hazel y Nico también intercambiaron una mirada de culpabilidad. Percy les dedicó una pequeña sonrisa sabiendo lo que pensaban

—No les podían ayudar— susurró Will a Nico

Nico se estremeció —Pero debimos intentarlo más

—Solo habría sido peor— señaló Will —además la profecía…

—Ese lugar es horrible, Will— murmuró Nico

Will suspiró un atrajó a Nico un poco más cerca

Sus otros amigos seguían concentrados en la estatua, y el chillido de Hazel se perdió entre el griterío general y los retumbos de la caverna.

—Debimos estar más al pendiente— murmuró Jason

—Lo sé— susurró Piper con la voz entrecortada

Pero en realidad ¿Alguien hubiera podido hacer algo? Tal vez los dioses, pero aunque hubieran estado en condiciones realmente nadie creía que les hubieran podido ayudar.

Annabeth sollozó al llegar al borde del foso. Sus piernas cayeron por el agujero. Comprendió demasiado tarde lo que estaba pasando: estaba enmarañada en la seda de araña. Debía cortarla inmediatamente.

Las risas y la sensación de triunfo que había inundado la Sala de Trono momento antes, desaparecieron, reemplazadas por preocupación y una creciente sensación de ansiedad, parecía que todos estaban al borde de sus asientos.

Charles había agarrado la mano de su hermana y la podía sentir temblando, ojala no pasara nada y todo quedara en un mal rato porque tampoco de esto podía proteger a su hermana

Había pensado que no era más que una cuerda suelta, pero con todo el suelo cubierto de telarañas, no se había fijado en que uno de los hilos le envolvía el pie… y el otro extremo iba directo al foso. Estaba unido a algo pesado escondido en la oscuridad, algo que la estaba atrayendo hacia sí.

—De acuerdo, pero todavía pueden cortarlo— murmuró Poseidón

Apolo y Artemisa intercambiaron una mirada, ellos adivinaron algo de lo que iba a pasar, pero era mucho más fácil seguir teniendo esperanza hasta el final. Esperaban que nada se saliera de control…

La Sala estaba en silencio, todos esperando lo que pasaría.

No —murmuró Percy, con una mirada de súbita comprensión—. Mi espada…

Pero no podía alcanzar a Contracorriente sin soltar el brazo de Annabeth, y la chica se había quedado sin fuerzas. Annabeth se deslizó por el borde. Percy cayó con ella.

—No, no, no— murmuraba Zoé como si fuera una especie de oración ¿A quién? No lo sabía, estaba con los dioses y normalmente eran la principal fuente de problemas

—¡¿Por qué no pueden hacer nada?!— gruñó Charles —¡Ya está libre la maldita estatua!

—Todavía no sabemos lo que pasó— comentó Atenea que trataba de aparentar tranquilidad

Zoé le lanzó una mirada asesina, después de todo los dioses nunca ayudaban a nadie, ni siquiera la maldita estatua había ayudado con los ataques de los campamentos. ¿Entonces de que se supone que servía?

El cuerpo de Annabeth se estrelló contra algo. Debió de desmayarse unos instantes a causa del dolor. Cuando recobró la vista, se dio cuenta de que se había caído hasta la mitad del foso y estaba colgando sobre el vacío.

—Esto no puede estar pasando— dijo Poseidón mirando a su hijo con angustia

—No se hagan ideas , todo puede resolverse— comentó Hermes

La verdad es que algunos dioses y chicos decidieron creerle, porque era mucho mejor que la alternativa.

—Bueno, creo que entre más rápido leamos, más rápido sabremos— señaló Dionisio

Atenea respiró y siguió leyendo

Percy había conseguido agarrarse a un saliente situado a unos cuatro metros por debajo de la superficie de la sima. Se sujetaba con una mano y aferraba la muñeca de Annabeth con la otra, pero los tirones de la pierna de ella eran demasiado fuertes.

—Lo peor es que están demasiado abajo para que la cuerda se pueda cortar— murmuró Bianca era lo peor porque estaban cerca y al mismo tiempo estaban muy lejos

Charles y Zoé intercambiaron una mirada de confusión porque no, eso no podía terminar así de mal, era demasiado y no podía pasar

Nadie más parecía tener ganas de hablar, todos estaban serios. A Atenea le fastidiaba que interrumpieran con sus comentarios, pero en este momento habría estado bien que dijeran alguna de sus estúpidas bromas, mínimo así sabría que todo estaba bien.

« No hay escapatoria —dijo una voz en la oscuridad más abajo—. Yo me voy al Tártaro, pero tú te vienes conmigo» . Annabeth no estaba segura de si había oído realmente la voz de Aracne o si solo había sonado en su cabeza.

—Creo que sí sonó— murmuró Percy con la voz cortada

—Bueno, por lo menos sé que no estoy loca— dijo Annabeth en voz baja

—Es otra cosa de tachar de la lista— susurró Percy

El foso se sacudió. Percy era lo único que impedía que ella se cayese. Estaba sujeto por poco a un saliente del tamaño de un estante. Nico se inclinó por encima del borde de la sima estirando la mano, pero se encontraba demasiado lejos para ayudarles.

Nico cerró los ojos por un momento, Will tomó su mano y susurró

—No fue tu culpa

—Pero tal vez podríamos…— dijo Nico en el mismo tono, parpadeando para intentar alejar las lágrimas

—Pero en realidad nadie podría hacer nada— señaló Will suspirando

Hazel estaba llamando a gritos a los demás, pero aunque la oyeran por encima del caos reinante, no llegarían a tiempo.

Los chicos del Argo II hicieron una mueca, tal vez la duda siempre quedaría ¿Y si…? Tal vez pudieran haberlo evitado o tal vez no, pero esa siempre iba a ser la más grande interrogante que habían enfrentado en su misión.

Los dioses por otro lado no sabían ni qué hacer, en todo lo que llevaban viviendo (y era mucho) no había sabido de un semidiós que cayera ahí, bueno, por supuesto Nico lo hizo y fue casi un milagro (en el que no tenían nada que ver) que sobreviviera. Pero ellos ¿Podían hacerlo?

Todavía algunos tenían esperanza, sobre todo Poseidón y Atenea de que no pasara lo que temían y se quedara solo en un mal rato.

Annabeth notaba la pierna como si se le estuviera desprendiendo del cuerpo. El dolor lo bañaba todo de rojo. La fuerza del inframundo tiraba de ella como una siniestra fuerza de la gravedad. No tenía fuerzas para luchar. Sabía que estaba demasiado abajo para que la salvaran.

—Esto no puede ser cierto— murmuró Zoé a su hermano, con lágrimas en los ojos

—Eso fue casi como una aceptación— jadeó Charles mirando a Bianca como si ella tuviera alguna respuesta que él no

Bianca lo tomó de la mano, no sabía exactamente cómo se sentía. Por supuesto, ella se enteró que su padre estuvo en el Tártaro y después de todo había sido suficientemente horrible, pero no supo como pasó, si así fuera no sabía cómo podría tomarlo. Y claro que no sabía que decirle a su novio "sí, mi papá también fue al Tártaro, hablemos de nuestros sentimientos sobre eso". Obviamente no.

Incluso después del ataque no había visto a Charles llorar, por supuesto, ella no estuvo cuando Contracorriente apareció, pero cuando lo encontró, se veía como si de alguna manera tuviera que que cuidarlos a todos. Ahora, no podía negar las lágrimas que se acumulaban en el rostro del chico.

Los demás legados lo veían el libro horrorizados.

Suéltame, Percy —dijo con voz ronca—. No puedes subirme.

Él tenía el rostro pálido del esfuerzo. Annabeth podía ver en sus ojos que sabía que era inútil.

Jamás —dijo Percy.

—Por supuesto que no— suspiró Poseidón palideciendo, por supuesto que no quería que su hijo fuera a ese horrible lugar, pero sabía que jamás iba a dejar que Annabeth lo hiciera sola

Annabeth se limpió unas cuantas lágrimas que caían por su mejilla, Percy la abrazó

—Pero deberían llegar a poderlos subir— dijo Atenea, incluso ella sabía que no era posible, pero ¿Tan horribles eran que dejaría que eso pasara?

—Atenea, no van a llegar— dijo Artemisa en voz baja

Se oyó un sollozo horrible, pero para este punto Atenea no supo de quién se trataba, era como si una bruma cubriera su cabeza, ella le había hecho esto a su hija y había dudado de Perseo una y otra vez y aquí estaba, haciendo algo posiblemente suicida y era muchísimo más de lo que Atenea había hecho nunca por su hija.

Miró a Nico, cuatro metros más arriba—. ¡En el otro lado, Nico! Os veremos allí. ¿Lo entiendes?

Los ojos de Nico se abrieron desorbitadamente.

Pero…

—No puede pasar así, no después de todo— dijo Atenea

Charles le dio una mirada cargada de odio

Parecía que el aire estaba cargado de electricidad. Atenea agarraba el libro como una bomba de explotar y por las reacciones de todos ya se habían dado cuenta que no iba haber alguien que salvara a los chicos

Charlie…— susurró Zoé como si por el hecho de ser el mayor pudiera evitar algo. Charles la abrazó

¡Llévalos allí! —gritó Percy —. ¡Prométemelo!

Yo… te lo prometo.

Nico no pudo ver ni al libro ni a Percy o Annabeth

—Percy no, no lo hagas— dijo Poseidón

—Creo que ambos sabemos que no hay opción— dijo Percy con la voz entrecortada

—Podrías haberme dejado caer— señaló con una pequeñísima sonrisa

—¡Jamás!— replicó Percy ¿Cómo se atrevía Annabeth a mencionarlo siquiera?

—Claro que agradezco no haber estado sola, pero…— susurró Annabeth

—No, no lo digas. Somos un equipo ¿Recuerdas?— dijo Percy

Annabeth hizo una especie de risa que sonó como un sollozo

Debajo de ellos, la voz se rió en la oscuridad. « Sacrificios. Preciosos sacrificios para despertar a la diosa» .

Bianca volteó a ver a los niños y todos tenía la misma cara de preocupación mirando a Zoé y Charles, ellos había palidecido y se aferraban el uno al otro, Zoé estaba llorando y se lo imaginaba ella había sentido horrible, como si un pedacito de ella cediera cuando se enteró que su padre había estado en el Tártaro, a decir verdad, le preocupaba cómo les afectaría esto a los hermanos Jackson.

Annabeth la verdad no quería seguir leyendo, dioses, esto era horrible y todavía el maldito libro no se acababa, no sabía que iba a hacer cuando pasara todo lo que les había ocurrido en ese lugar. En estos momentos estaba llorando y sabía que no era la única porque podía oír leves sollozos tanto de sus amigos… Como de Zoé también, por ejemplo. Pero si antes no había sabido qué decirle, menos ahorita. Y Percy parecía pensar lo mismo

Percy agarró más fuerte la muñeca de Annabeth. Él tenía la cara demacrada, llena de arañazos y manchada de sangre, y el cabello cubierto de telarañas, pero cuando la miró fijamente, a ella le pareció que nunca había estado más guapo.

—Oh por mí— murmuró Afrodita

Artemisa le lanzó una mirada que parecía decir "ni se te ocurra mencionar lo romántico de las historias de amor trágicas"

Afrodita por una vez en su vida la obedeció, pero claro que lo pensaba. Las historias de amor trágico eran sus favoritas. Oh, las cosas que los mortales hacían por amor ¿Acompañar a tu novia al Tártaro? Claro. Había un nuevo estándar.

Seguiremos juntos —prometió Percy —. No te separarás de mí. Nunca más.

Fue entonces cuando ella entendió lo que pasaría. « Un viaje solo de ida. Una caída muy dura» .

Mientras estemos juntos —dijo ella.

—Dioses— susurró Bianca, sabía que Percy era capaz de algo así, pero esto…

Poseidón había sentido pesar algunas veces, no muchas realmente y menos aún por alguno de sus hijos semidioses, no era cruel, no era malo, era simplemente la naturaleza divina. Pero en esos momentos sentía una gran desdicha, su hijo desde los 12 años había luchado una y otra vez para preservar a los dioses ¿Y como habían contestado ellos?

Grover lo había sabido, lo había sabido por la manera en que el terror se había afianzado en él por medio del enlace empático, ahora escucharlo era doblemente horrible.

Oyó que Nico y Hazel seguían pidiendo ayuda a gritos. Vio la luz del sol muy por encima, tal vez la última luz del sol que viera en la vida.

La Sala quedó sumida en un silencio lleno de incredulidad y shock, para este punto Annabeth había dejado de llorar, sin embargo Piper lo hacía, al igual que Rachel, Will, Grover, Tyson, Thalia, Leo, Hazel, Frank, Zoé, Charles, Clarisse parecía también bastante afectada, incluso Hestia parecía estar llorando ¿Cuando se había visto que un dios llorara por un mortal? Los demás parecían completamente horrorizados

Atenea siguió leyendo y por primera vez en su vida tartamudeó, la voz quebrándose al final de la oración

Entonces Percy soltó el pequeño saliente y juntos, cogidos de la mano, él y Annabeth cayeron en la oscuridad infinita.

—¡No!— gritó Zoé y mirando a los dioses, mientras se limpiaba las lágrimas furiosamente añadió —¡Todo esto es por su maldita culpa!

—Bueno— dijo Ares que parecía ligeramente escandalizado —de todas maneras alguien tenía que ir a ese lugar para cerrar las puertas de la muerte

—Cállate— gruñó Atenea mirando al dios de la guerra

—No es momento para que abras tu estúpida boca— dijo Poseidón

Ambos dioses voltearon a ver a sus hijos. Annabeth se había limpiado las lágrimas de los ojos y Percy había obtenido un tono verdoso en la piel, pero lo más imponente en esa imágen era Sally Jackson que miraba a ambos dioses como desafíandolos a atreverse a decir o hacer algo que pudiera hacer sentir mal a sus chicos, como si los protegiera de ellos.

—¿Por qué no pudieron ayudarlos?— preguntó Zoé mirando a Poseidón y luego a Atenea, no era una mirada agradable

—Creo que sabemos por qué— resopló Bianca

—¿A qué viene eso?— preguntó Hermes

Lena rodó los ojos

—No sé si hemos estado leyendo los mismos libros, pero Ares tiene razón— comenzó Hera —de cualquier manera…

—¡Callate!— interrumpió Zoé y todos se le quedaron viendo con incredulidad, la niña se levantó como si quisiera ir a golpear a alguien —¡Ustedes se sientan ahí en sus estúpidos tronos sin ayudar porque "no pueden intervenir", cuando todos los malditos problemas son por su culpa!

—Escuchame niña, no nos puedes hablar así…— gruñó Zeus

—No, tú escúchame a mí— gritó Zoé todavía llorando por lo que las palabras salieron un poco atropelladasera como si todo lo que había estado guardando desde el día del ataque hasta este momento estuviera explotando —¿Qué clase de gobernante se supone que eres? Envías a los semidioses una y otra vez a resolver tus problemas porque eres tan patético que no puedes resolverlos tú solo…

El dios de los cielos había empezado a echar chispas literalmente y luego apuntó con su rayo a la chica, todo el mundo parecía haber salido de su shock inicial

—Toca a mi hermana y te mato— gruñó Charles apuntando al dios con su espada y como si pudiera cumplir la amenaza. Bianca se había puesto a su lado

Pero Percy y Annabeth también se habían movido, pero para ponerse adelante de ambos chicos De hecho varios se habían movido para dejar a los niños más chiquitos atrás de cualquier posible colisión

—Basta— dijo Artemisa —esto no está ayudando. Zeus no hizo nada contra la niña (aunque no es que no quisiera)

—Los libros están aquí para que logremos cambiar las cosas— señaló Apolo —puede que podamos evitar que eso pase

Bianca se burló —Incluso tú sabes que hay cosas que no pueden evitarse

Nico hizo una mueca

—Tal vez no, pero podemos estar mejor preparados— señaló Hades

—Lamento mucho que los dos hayan tenido que caer en ese lugar— suspiró Atenea y parecía que en realidad lo lamentaba —pero Hades tiene razón, podemos estar preparados y podemos cambiar las cosas

Fue el turno de Zoé de burlarse —Hasta que necesiten otro favor. Vaya que esa estúpida estatua fue conseguida con dolor —la niña sollozó —y ni siquiera nos ayudó cuando…

Zoé— interrumpió Charles

Percy los volteó a ver —¿Cuándo qué?

Nico y Will intercambiaron una mirada.

—¿Cuándo qué?— volvió a preguntar Annabeth

—Vamos a cambiar las cosas— dijo Poseidón mirando a su hijo. Percy no sabía exactamente que pensar, bueno, leer de nuevo cómo caíste al Tártaro puede hacer eso

—O nos vas a arruinar la vida de maneras más espectaculares— resopló Bianca

—No sé como es que alguien les está dando el derecho a estos niños de replicarnos y juzgarnos como si ellos fueran mejores— masculló Zeus —al próximo o próxima que vuelva a insultarnos lo voy a liquidar, no voy a permitir más faltas de res…

Antes de que pudiera terminar, una luz llenó la sala y Las Moiras aparecieron.