Hermes hizo una mueca -De acuerdo, seguimos mañana- salió de la sala llevándose a sus hijos con él

Los dioses salieron entre suspiros, maldiciones y gritos, Ares detrás de Afrodita tratando de que la diosa le prestara atención

Los chicos se quedaron en la sala viendo a sus padres salir

-Esto se pone cada vez más interesante- comentó Leo

-Espero que Poseidón no mate a nadie- dijo Bianca

Percy negó -Existe un juramento

Algunos chicos le dieron miradas irónicas

-De acuerdo- dijo Thalia -ese no fue el mejor argumento

-No creo que debamos preocuparnos por ahora- dijo Annabeth -estamos por terminar esta profecía

-Y a juzgar por la otra pila de libros, la que sigue es la profecía de los siete- comentó Jason con una mueca

Los siete hicieron muecas

-Mientras todo siga desde el punto de vista de Percy, está bien- bromeó Piper

-¡Por los dioses, no!- dijo Percy -esto ya ha sido lo suficientemente malo- dijo sonrojándose -espero que cada uno de ustedes tenga al menos un capítulo- dijo dirigiéndose a los chicos del Argo II

Los chicos se miraron horrorizados

-Sería interesante- dijo Thalia

-¡NO!- gritaron los tripulantes del Argo II

-También podría ser desde la perspectiva de Nico y Reyna- comentó Leo -ellos ayudaron en mucho

-A mí no me metas- dijeron Nico y Reyna al unísono

-No descarten posibilidades- dijo Percy -ya no es divertido ¿Cierto?

Nico y Jason intercambiaron una mirada

-Chicos- dijo Jason cambiando de tema -¿Alguno de ustedes ha pensado que pasará?

-Cada día- contestaron los chicos

-¿Que creen que pase?- preguntó Piper

-En realidad reina de belleza, no me gustan los spoilers- comentó Leo

-A veces yo no sé si quiero que funcione- murmuró Hazel con nostalgia

Los chicos asintieron

-Pero debe de haber un motivo ¿No?- dijo Jason -¿Por qué nosotros?

-Es lo mismo que me he preguntado- dijo Annabeth

-¿Podrían separarnos?- preguntó Frank con preocupación

Clarisse resopló -Esto se está poniendo muy cursi, yo me largo

-¿No te importa lo que pueda pasar o los motivos para esto?- preguntó Frank

Clarisse lo miró con los ojos entrecerrados- No- y salió de la sala

Frank le dio a sus amigos una mirada que parecía decir "¿Pueden creerlo?"

-Creo que le importa más de lo que quiere admitir- dijo Percy

-Pues no sé que hayan pensado ustedes, pero al menos yo no voy a permitir que me separen de Nico- sentenció Will

Todos lo miraron con la boca abierta, incluido Nico que se puso de diferentes tonos de rojo

-Has dejado a Nico sin palabras- bromeó Leo

-¿Y que puedes hacer para evitarlo?- preguntó Rachel

Will se encogió de hombros -Aún no he llegado a esa parte del plan

A pesar del tema, los chicos soltaron una carcajada, Nico rodó los ojos, pero su cuerpo se acercó más al de Will

-El punto- dijo Will -es que nos trajeron aquí para que las cosas malas cambien, pero las cosas buenas podrían quedarse

-Entiendo eso- dijo Annabeth

-Pero a veces las cosas malas atraen a las cosas buenas- dijo Piper

-Muchas veces así funciona- estuvo de acuerdo Jason

-Aun así no creo que podamos hacer algo- dijo Zoë

-Creo- dijo Calipso despacio -que deberíamos preocuparnos por el presente- dijo mirando a Leo y tomándolo de la mano

-No solucionamos nada preocupándonos- dijo Reyna

-Lo que tenga que pasar, pasará- dijo Bianca

-Eso me hace sentir mucho mejor- dijo Will con sarcasmo

-Te has estado juntando mucho con Nico- bromeó Thalia

-Cállate, cara de pino- dijo Nico

-Nada mejor que los insultos después de una charla feliz- dijo Leo -¿Verdad Ariel?

-Claro que sí, Charmander- dijo Percy

-Bueno niños andando, sus padres los esperan en sus palacios- dijo Leo -bueno, a Piper tal vez no, Afrodita debe de estar ocupada

Piper y Frank hicieron una mueca -Por favor no me lo recuerdes- dijeron ambos chicos

Los demás rieron

-Yo puedo quedarme a acompañar a Piper- dijo Jason

-Que sacrificado- bromeó Leo

Los chicos empezaron a salir uno tras otro, las parejas tomadas de la mano y tratando de no pensar en lo que siempre rondaba 'por su mente, después de un tiempo prudencial también se fueron Piper y Jason

Al día siguiente, las amenazas no faltaron para cierto hijo de Hermes. Afrodita y Ares parecían estar bien de nuevo, gracias a eso Leo tuvo material para molestar a Piper toda la mañana

-Aunque no me guste, debemos seguir la lectura- dijo Poseidón

Chicos y dioses asintieron, algunos más emocionados que otros

-¿Quién va a leer?- preguntó Hestia

-Es mi turno- dijo Hazel tomando el libro -robamos unas alas usadas

-Me gusta eso de robar- dijo Hermes

— ¡Por aquí! —gritó Rachel.

— ¿Por qué habríamos de seguirte? —Preguntó Annabeth—. ¡Nos has llevado a una trampa mortal!

-Eso es algo injusto- comentó Perséfone -lo tenían todo preparado

Era el camino que teníais que seguir. Igual que éste. ¡Vamos!

Annabeth no parecía muy contenta, pero siguió corriendo con todos los demás.

-No tenía mucha opción- murmuró Thalia - no se iba a separar de ustedes

Rachel parecía saber exactamente adonde se dirigía. Doblaba los recodos a toda prisa y ni siquiera vacilaba en los cruces. En una ocasión dijo « ¡Agachaos!», y todos nos agazapamos justo cuando un hacha descomunal se deslizaba por encima de nuestras cabezas. Luego seguimos como si nada.

-Es bueno saberlo- murmuró Poseidón

-Después de todo lo que les ha pasado, creo que un hacha es lo de menos- dijo Perséfone

-Además tenían a mi increíble oráculo con ellos- dijo Apolo

Perdí la cuenta de las vueltas que dimos. No nos detuvimos a descansar hasta que llegamos a una estancia del tamaño de un gimnasio con antiguas columnas de mármol.

-Con suerte y les perdieron la pista- comentó Jason

Me paré un instante en el umbral y agucé el oído para comprobar si nos seguían, pero no percibí nada. Al parecer, habíamos despistado a Luke y sus secuaces por el laberinto.

-Ventajas de tener un increíble mortal- bromeó Rachel

-Te estas juntando mucho con Apolo- señaló Hermes

-¡Oye!- se quejó Apolo

Entonces me di cuenta de otra cosa: la Señorita O'Leary no venía detrás. No sabía cuándo había desaparecido, ni tampoco si se había perdido o la habían alcanzado los monstruos. Se me encogió el corazón. Nos había salvado la vida y yo ni siquiera la había esperado para asegurarme de que nos seguía.

-No te sientas mal, no tenían tiempo- dijo Poseidón

-Todo ocurrió demasiado rápido- comentó Hestia

Ethan se desmoronó en el suelo.

— ¡Estáis todos locos!

-Bastante locos- dijo Piper

-Aun así son nuestros amigos- comentaron los Stoll

-Vaya, gracias- murmuró Percy

Se quitó el casco. Tenía la cara cubierta de sudor.

Annabeth sofocó un grito.

— ¡Ahora me acuerdo de ti! ¡Estabas en la cabaña de Hermes hace unos años!, ¡eras uno de los chavales que aún no habían sido reconocidos!

-Eso ni siquiera es una buen excusa para alistarse con el enemigo- bufó Hera

Él le dirigió una mirada hostil.

Sí, y tú eres Annabeth. Ya me acuerdo.

— ¿Qué te pasó en el ojo?

-Annabeth, ya se te pegó lo impertinente- dijo Thalia

-Eso sucede cuando pasas mucho tiempo con Percy- dijo Nico

-Cuando nos conocimos, tus preguntas no fueron las más pertinentes- contraatacó Percy

-Creo que eso viene de familia- dijo Hermes

Ethan miró para otro lado y a mí me dio la impresión de que aquél era un asunto del que no pensaba hablar.

Tú debes de ser el mestizo de mi sueño —dije—. El que acorralaron los esbirros de Luke. No era Nico, a fin de cuentas.

-¡Tú nos dijiste que era Nico!- dijo Hades

-En realidad, jamás lo afirmé- dijo Percy -pero Nico sí estaba en peligro

-¿Que te hace pensar que eso es un consuelo?- preguntó Will

-Para que no digan que les mentí- dijo Percy

Nico rodó los ojos

— ¿Quién es Nico?

No importa —replicó Annabeth rápidamente—. ¿Por qué querías unirte al bando de los malos?

Ethan la miró con desdén.

Porque el bando de los buenos no existe. Los dioses nunca se han preocupado de nosotros. ¿Por qué no iba...?

-Porque obviamente todos queremos unirnos a un ejército donde nos hagan pelear por diversión- dijo Leo

-Es el sueño de toda mi vida- comentó Travis con sarcasmo

Claro, ¿por qué no ibas a alistarte en un ejército que te hace combatir a muerte por pura diversión? —Le espetó Annabeth—. Jo, me preguntó por qué.

-Así se habla, Annabeth- dijo Connor

Ethan se incorporó con esfuerzo.

No pienso discutir contigo. Gracias por la ayuda, pero me largo.

Estamos buscando a Dédalo —dije—. Ven con nosotros. Una vez que lo consigamos, serás bienvenido en el campamento.

-No deberías contarle a todo el mundo lo que están haciendo- masculló Atenea

-¿Por qué no?- preguntó Afrodita -todo el mundo lo sabe, su campamento tiene un espía

Annabeth y Percy se miraron incómodos, Clarisse le lanzó una mirada furiosa a Luke

— ¡Estáis completamente locos si creéis que Dédalo va a ayudaros!

Tiene que hacerlo —apuntó Annabeth—. Lo obligaremos a escucharnos.

Ethan resopló.

Sí, vale. Buena suerte.

Lo agarré del brazo.

— ¿Piensas largarte tú solo por el laberinto? Es un suicidio.

-Estaba combatiendo para entretener a los monstruos- masculló Zeus

Él me miró conteniendo apenas la ira. El parche negro que le tapaba el ojo tenía la tela descolorida y los bordes deshilachados, como si lo hubiera llevado durante mucho tiempo.

-Gracias por la información, Percy- dijo Connor

-¿Esto va a venir en el examen?- preguntó Travis

-Son muy malos- dijo Hazel

No deberías haberme perdonado la vida, Jackson. No hay lugar para la clemencia en esta guerra.

Luego echó a correr y desapareció en la oscuridad por la que habíamos venido.

-Que malagradecido- dijo Dionisio -siempre son así

Annabeth, Rachel y yo estábamos tan exhaustos que decidimos acampar allí mismo. Encontré unos trozos de madera y encendimos fuego. Las sombras bailaban entre las columnas y se alzaban a nuestro alrededor como árboles gigantescos.

-Que acogedor- murmuró Apolo

Algo le pasaba a Luke —murmuró Annabeth, mientras atizaba el fuego con el cuchillo—. ¿Has visto cómo se comportaba?

-Y aquí vamos de nuevo- masculló Afrodita

Annabeth se sonrojó

A mí me ha parecido muy satisfecho —señalé—. Como si hubiese pasado un día estupendo torturando a un héroe tras otro.

-Como en los cuentos de los mortales- señaló Leo

-Con su sombrero y su caldero- dijo Connor

-Eso es una bruja- dijo Travis

-Pero todos lo pueden imaginar ¿no?- dijo Travis

Apolo soltó una carcajada, Hermes lo miró con una ceja alzada

-Estos chicos son muy graciosos- dijo Apolo

-Ni es tan gracioso- dijo Artemisa

-¿Que está mal con ustedes?- preguntó Zoë

Los chicos se encogieron de hombros mientras seguían riendo, su risa era contagiosa

— ¡No es verdad! Algo le pasaba. Parecía... nervioso. Ha ordenado a sus monstruos que me perdonaran la vida. Quería decirme algo.

Seguramente: « ¡Hola, Annabeth! Siéntate aquí conmigo y mira cómo destrozo a

tus amigos. ¡Va a ser divertido!»

-Por supuesto que no iba a decir eso- murmuró Luke

Eres insufrible —rezongó ella. Envainó su cuchillo y miró a Rachel—. Bueno, ¿y ahora por dónde?

-Yo también te quiero- dijo Percy

-Awww- chilló Afrodita

Rachel no respondió enseguida. Estaba muy silenciosa desde que habíamos pasado por la pista de combate. Ahora, cada vez que mi amiga hacía un comentario sarcástico, apenas se molestaba en responder. Había quemado en la hoguera la punta de un palito y, con la ceniza, iba dibujando en el suelo imágenes de los monstruos que habíamos visto.

Le bastaron unos trazos para captar a la perfección la forma de una dracaena.

-Eso es genial, y solo con un palito y ceniza- dijo Hazel

-Gracias- murmuró Rachel -¿Dibujas?

Hazel se sonrojó -Sí, pero no creo que...

-Hace un gran trabajo- dijo Leo

-Tal vez en algún momento podrías...- comenzó Rachel

-Señoritas, créanme que me gusta oír hablar de arte, pero algunos dioses son desesperados- dijo Apolo mirando de reojo a Zeus, Hera y Ares

Seguiremos el camino —dijo—. El brillo del suelo.

— ¿Te refieres al brillo que nos ha metido directamente en una trampa? —preguntó Annabeth.

Déjala en paz —le dije—. Hace lo que puede.

-Uhhhh- corearon los Stoll

-Annabeth defendió a Luke, era justo que Percy defendiera a Rachel- dijo Perséfone

-¿Gracias?- murmuró Percy

Annabeth se puso de pie.

El fuego se está apagando. Voy a buscar un poco más de madera mientras vosotros habláis de estrategia. —Y desapareció entre las sombras.

Rachel dibujó otra figura con su palito: un Anteo de ceniza colgado de sus cadenas.

Normalmente no se comporta así —le dije—. No sé qué le pasa.

-¡Percy!- chilló Afrodita

Rachel arqueó las cejas.

— ¿Seguro que no lo sabes?

— ¿A qué te refieres?

Chicos... —murmuró entre dientes—. Totalmente ciegos.

-¡Oye!- se quejaron todos los chicos

-Es cierto- dijeron las chicas

-Claro que no- murmuraron ellos

-Nunca se dan cuenta- señalaron las chicas

— ¡Oye, ahora no te metas tú también conmigo! Mira, siento mucho haberte involucrado en esto.

No, tú tenías razón. Veo el camino. No podría explicarlo, pero está muy claro. — Señaló el otro extremo de la estancia, ahora sumido en la oscuridad—. El taller está por allí. En el corazón del laberinto. Ya nos encontramos muy cerca. Lo que no sé es por qué tenía que pasar el camino por la pista de combate. Eso sí lo lamento. Creía que ibas a morir.

-Me gusta dar sorpresas- dijo Percy

Me pareció que estaba al borde de las lágrimas.

Bueno, he estado a punto de morir muchas veces —le aseguré—. No vayas a sentirte mal por eso.

-Lo dices como si estuvieras hablando del clima- murmuró Poseidón

Ella me miró fijamente.

— ¿Así que esto es lo que haces cada verano?, ¿luchar con monstruos y salvar el mundo? ¿Nunca tienes la oportunidad de hacer... no sé, ya me entiendes, cosas normales?

-No- dijeron los semidioses

-Al menos nunca se aburren- comentó Dionisio

Algunos dioses le lanzaron miradas asesinas

Nunca lo había pensado de esa manera. La última vez que había disfrutado de algo parecido a una vida normal había sido... Bueno, nunca.

Si eres mestizo al final acabas acostumbrándote. O quizá no exactamente... — Me removí incómodo—. ¿Qué me dices de ti? ¿Qué haces en circunstancias normales? Rachel se encogió de hombros.

Pinto. Leo un montón.

Vale, pensé. Por ahora, cero puntos en la tabla de aficiones comunes.

-Así que estabas buscando aficiones comunes- dijo Connor -que interesante ¿No te parece Annabeth?

-Muy interesante- contestó Annabeth mirando a su novio

Percy se sonrojó

— ¿Y tu familia?

Noté que se alzaban sus barreras mentales. Era un tema de conversación delicado, por lo visto.

Ah... Son, bueno, ya sabes... una familia.

-Una respuesta concreta- dijo Apolo

Antes has dicho que si desaparecieras no se darían cuenta.

Dejó a un lado su palito.

— ¡Uf! Estoy muy cansada. Me parece que voy a dormir un poco, ¿vale?

-Que buena forma de cortar una conversación- dijo Piper

Claro. Perdona si...

Pero ella ya estaba acurrucándose y colocando su mochila a modo de almohada. Cerró los ojos y se quedó inmóvil, aunque me dio la impresión de que no estaba dormida.

-Solo te ignoraba- dijo Travis

Unos minutos más tarde, regresó Annabeth. Echó unos trozos de madera al fuego.

Miró a Rachel y luego a mí.

Yo hago la primera guardia —dijo—. Tú también deberías dormir.

No hace falta que te comportes así.

— ¿Cómo?

-Claro que sabes cómo- dijo Piper

Pues... No importa, da igual. —Me tumbé con una sensación de tristeza. Estaba tan cansado que me quedé dormido nada más cerrar los ojos.

Oía risas en sueños. Risas heladas y estridentes, parecidas al sonido de un cuchillo al ser afilado.

-Vamos de nuevo- dijo Poseidón

-Pero sus sueños a veces son de ayuda- dijo Apolo -aunque aún no sé cómo lo hace, tal vez Hefesto podría abrirte la cabeza y examinarla

-Uhh... me gusta mi cabeza cerrada- dijo Percy

-Hefesto no va a abrir la cabeza de mi hijo- comentó Poseidón

-Una pena- masculló Zeus

Me hallaba al borde de un abismo en las profundidades del Tártaro. La oscuridad burbujeaba a mis pies como una sopa de tinta.

Tan cerca de tu propia destrucción, pequeño héroe —me reprendió la voz de Cronos—. Y todavía sigues ciego.

-Un bonito sueño- dijo Leo con sarcasmo

No era la misma voz que tenía antes. Casi parecía poseer consistencia física, como si hablara desde un cuerpo real y no... Desde su extraño estado anterior, cuando se hallaba cortado en pedacitos.

-No puede ser- masculló Hades

-Al parecer, sí puede- comentó Poseidón

Tengo mucho que agradecerte —dijo Cronos—. Tú has hecho posible que me alce de nuevo.

Las sombras de la caverna se hicieron más densas e impenetrables. Traté de retroceder y de alejarme del abismo, pero era como nadar en una balsa de aceite. El tiempo se ralentizó. Mi respiración casi se detuvo.

-Esto está peor de lo que me imaginaba- dijo Poseidón pálido

-Es bastante malo- estuvo de acuerdo Apolo

-Y todo por ese mocoso infernal- masculló Poseidón

-Va de nuevo-. Dijo Hermes

Un favor —prosiguió Cronos—. El señor de los titanes siempre paga sus deudas.

Tal vez una visión momentánea de los amigos que abandonaste...

-Él no nos abandonó- dijeron Tyson y Grover al mismo tiempo

La oscuridad que me rodeaba se onduló y, súbitamente, me encontré en otra cueva.

— ¡Rápido! —dijo Tyson al tiempo que entraba a toda prisa.

Grover apareció detrás, trastabillando. Sonó un ruido retumbante en el corredor por el que habían llegado y la cabeza de una serpiente enorme irrumpió en la cueva. En realidad, aquella cosa era tan grande que su cuerpo apenas cabía en el túnel.

-Cada vez que parece que ya lo has visto todo, aparece algo nuevo- dijo Piper

-Hay un punto en el que ya no te sorprendes- dijo Reyna

Los chicos asintieron

Tenía escamas cobrizas, una cabeza en forma de rombo, como una serpiente de cascabel, y unos ojos amarillos que relucían de odio. Cuando abrió la boca, vi que sus colmillos eran tan altos como el mismísimo Tyson.

-Tus hijos son imán de problemas- comentó Apolo

Poseidón suspiró

-Los problemas nos encuentran- dijo Percy

Le lanzó un mordisco a Grover, pero él se escabulló dando saltos y la serpiente no se llevó más que un bocado de tierra. Tyson agarró una roca y se la arrojó al monstruo.

Le dio entre los ojos, pero el reptil se limitó a retroceder con un escalofriante silbido.

-Solo la molestaron más- comentó Zoë

-Y que lo digas- murmuró Grover

— ¡Te va a comer! —le gritó Grover a Tyson.

— ¿Cómo lo sabes?

— ¡Me lo acaba de decir! ¡Corre!

-Corre- gritaron dramáticamente los Stoll

Tyson salió disparado, pero el monstruo usó la cabeza como una porra y lo derribó.

— ¡No! —chilló Grover. Antes de que Tyson pudiera incorporarse, la serpiente lo envolvió con sus anillos y empezó a apretar.

-¡Por los dioses!- gritó Hazel

Los chicos y Poseidón miraron a Tyson como si la serpiente todavía lo estuviera apretando

Tyson tensó al máximo sus músculos y trató de zafarse con su inmensa potencia, pero el abrazo de la serpiente era todavía más poderoso. Grover la aporreaba frenético con sus flautas de junco y exactamente con los mismos resultados que si hubiera aporreado las paredes de piedra.

-Trataba de ayudar- murmuró Grover sonrojado

Toda la cueva tembló cuando la serpiente flexionó su musculatura con un estremecimiento para superar la resistencia de su víctima.

Grover se puso a tocar sus flautas y empezaron a caer estalactitas del techo. La cueva entera parecía a punto de venirse abajo...

-Nunca me puedan dar al menos un sueño completo- se quejó Percy

-Sería más fácil- dijo Thalia

Annabeth me despertó, sacudiéndome del hombro.

— ¡Percy, despierta!

— ¡Tyson! ¡Tyson corre peligro! —dije—. ¡Hemos de ayudarle!

-Esa no es la manera más linda de despertar- dijo Afrodita

Lo primero es lo primero —replicó ella—. ¡Hay un terremoto!

En efecto: la estancia entera se sacudía.

— ¡Rachel! —grité.

-Creo que a Annabeth se le olvidó que Rachel también estaba ahí- comentó Travis de manera inocente

-Ya van a empezar- dijo Annabeth -y no se me olvidó

-Entonces- dijo Connor -¿Por qué no le hablaste a ella?

-Esos chicos crean problemas donde no los hay- señaló Deméter

-Lo sé- dijo Hermes -me hacen sentir orgulloso

Ella abrió los ojos al instante, tomó su mochila y los tres echamos a correr. Casi habíamos llegado al túnel del fondo cuando la columna más cercana crujió y se partió. Seguimos a toda marcha mientras un centenar de toneladas de mármol se desmoronaba a nuestras espaldas.

-Escogieron un excelente momento para salir- dijo Leo

-Gracias, nos encantan los excelentes momentos- dijo Rachel

Llegamos al pasadizo y nos volvimos un instante, cuando ya se desplomaban las demás columnas. Una nube de polvo se nos vino encima y continuamos corriendo.

— ¿Sabes? —Dijo Annabeth—. Empieza a gustarme este camino.

-A mí también- dijeron Rachel y Percy al mismo tiempo

No había pasado mucho tiempo cuando divisamos luz al fondo: una iluminación eléctrica normal.

Allí —señaló Rachel.

-También me gusta la luz eléctrica normal- murmuró Percy

La seguimos hasta un vestíbulo hecho totalmente de acero inoxidable, como los que debían de tener en las estaciones espaciales. Había tubos fluorescentes en el techo. El suelo era una rejilla metálica.

Estaba tan acostumbrado a la oscuridad que me vi obligado a guiñar los ojos. Annabeth y Rachel parecían muy pálidas bajo aquella luz tan cruda.

-No creo que haya sido solo la luz- comentó Hestia

Por aquí —indicó Rachel, quien echó a correr de nuevo—. ¡Ya casi hemos llegado!

— ¡No puede ser! —Objetó Annabeth—. El taller debería estar en la parte más antigua del laberinto. Esto no...

-El laberinto trabaja para confundirte- dijo Atenea

Titubeó porque habíamos llegado a una doble puerta de metal. Grabada en la superficie de acero, destacaba una gran A griega de color azul. — ¡Es aquí! —Anunció Rachel—. El taller de Dédalo.

-Wow, lo consiguió en tiempo récord- dijo Connor -siempre es bueno tener una mortal de tu lado

Annabeth pulsó el símbolo y las puertas se abrieron con un chirrido.

De poco nos ha servido la arquitectura antigua —dije.

-Pues tiene razón- comentó Will

-Es muy raro oír esas palabras- bromeó Nico

-No seas malo, sombritas- dijo riendo Will

Percy les sacó la lengua

Mi amiga me miró ceñuda y entramos los tres.

Lo primero que me impresionó fue la luz del día: un sol deslumbrante que entraba por unos gigantescos ventanales. No era precisamente lo que uno se espera en el corazón de una mazmorra.

-A veces dan sorpresas- comentó Hades

El taller venía a ser como el estudio de un artista, con techos de nueve metros de alto, lámparas industriales, suelos de piedra pulida y bancos de trabajo junto a los ventanales.

-Era increíble- dijo Rachel

Una escalera de caracol conducía a un altillo. Media docena de caballetes mostraban esquemas de edificios y máquinas que se parecían a los esbozos de Leonardo da Vinci.

-Ah, ese mortal- suspiró Afrodita -tan lindo

Había varios ordenadores portátiles por las mesas. En un estante se alineaba una hilera de jarras de un aceite verde: fuego griego. También se veían inventos: extrañas máquinas de metal que no tenían el menor sentido para mí.

-Por supuesto que para ti no lo tendría- masculló Atenea

-¿Cuándo vas a dejar de molestar?- preguntó Poseidón

Atenea lo ignoró

Una de ellas era una silla de bronce con un montón de cables eléctricos, como un instrumento de tortura.

-Un excelente invento- dijo Hefesto con una carcajada

Hera le dio una mirada asesina

En otro rincón se alzaba un huevo metálico gigante que tendría el tamaño de un hombre. Había un reloj de péndulo que parecía completamente de cristal, de manera que se veían los engranajes girando en su interior.

-En realidad todo suena muy cool- dijo Leo

Y en una de las paredes habían colgado numerosas alas de bronce y de plata.

Los chicos miraron boquiabiertos el libro

— ¡Dioses del cielo! —musitó Annabeth. Corrió hacia el primer caballete y examinó el esquema—. Es un genio. ¡Mira las curvas de este edificio!

-Y ahí podrías pasar horas- murmuró Thalia

Y un artista —dijo Rachel, maravillada—. ¡Esas alas son increíbles!

Las alas parecían más avanzadas que las que había visto en sueños.

-Un inventor siempre mejora lo que ha creado- dijo Hefesto

Las plumas estaban entrelazadas más estrechamente. En lugar de estar pegadas con cera, tenían tiras autoadhesivas que seguían los bordes.

-Evitaría lo mismo que pasó con su hijo- dijo Hestia

Mantuve bien sujeta a Contracorriente. Al parecer, Dédalo no estaba allí, pero daba la impresión de que el taller había sido utilizado hasta hacía un momento.

-Entonces no duden que en cualquier momento pueda llegar- dijo Artemisa

Los portátiles seguían encendidos, con sus respectivos salvapantallas. En un banco había una magdalena de arándanos mordida y una taza de café.

-Es tan triste dejar la comida a la mitad- suspiró Apolo

-No puedo creer que eso sea en lo que pienses- bufó Artemisa

Me acerqué al ventanal. La vista era increíble. Identifiqué a lo lejos las Montañas Rocosas. Estábamos en lo alto de una cordillera, al menos a mil quinientos metros, y a nuestros pies se extendía un valle con una variopinta colección de colinas, rocas y formaciones de piedra rojiza.

-Era una gran vista- dijo Rachel

Percy y Annabeth asintieron de acuerdo

Parecía como si un niño hubiera construido una ciudad de juguete con bloques del tamaño de rascacielos y luego la hubiera destrozado a patadas.

-Esa es una buena analogía, bro- dijo Jason

-Se hace lo que se puede, bro- dijo Percy

— ¿Dónde estamos? —me pregunté.

En Colorado Springs —respondió una voz a nuestra espalda—. El Jardín de los Dioses.

-¿Tenemos un jardín?- preguntó Apolo dramáticamente

-Cállate- dijo Artemisa lanzándole una flecha que dio en la base del trono de Apolo

De pie en lo alto de la escalera de caracol, con el arma desenvainada, vimos a nuestro desaparecido instructor de combate a espada. Quintus.

-Traidor- murmuró Leo

— ¡Tú! —Exclamó Annabeth—. ¿Qué has hecho con Dédalo?

-En ese momento no lo sabía- dijo Annabeth al ver las miradas irónicas de Atenea y algunos chicos

Él sonrió levemente.

Créeme, querida: no te conviene conocerlo.

A ver si nos entendemos, señor Traidor —gruñó ella—, no he luchado con una mujer dragón, con un hombre de tres cuerpos y una esfinge psicótica para verte a ti. Así que... ¿dónde está Dédalo?

-Cuidado- gritó Travis -es extremadamente peligrosa

-Y más cuando se enoja- murmuró Percy sonriendo inocentemente

Annabeth rodó los ojos

Quintus bajó las escaleras, sosteniendo la espada desenvainada en un costado. Llevaba vaqueros, botas y una camiseta de instructor del Campamento Mestizo, que parecía un insulto ahora que sabíamos que era un espía.

-Se siente la traición- comentó Apolo

Artemisa rodó los ojos

Yo no estaba muy seguro de poder vencerlo en un duelo a espada, porque Quintus era muy bueno, pero pensé que igualmente debía intentarlo.

Creéis que soy un agente de Cronos —dijo—. Que trabajo para Luke.

-¿Y no lo es?- preguntó Frank

Vaya novedad —soltó Annabeth.

Eres una chica inteligente, pero te equivocas. Yo sólo trabajo para mí.

-Eso es esclarecedor- murmuró Frank

Luke habló de ti —le dije—. Y Gerión también te conocía. Estuviste en su rancho.

Claro —admitió—. He estado en casi todas partes. Incluso aquí.

-Claro, puede moverse como quiera- masculló Clarisse

Pasó por mi lado, como si yo no representara ninguna amenaza, y se situó junto a la ventana.

La vista cambia todos los días —musitó—. Siempre un lugar alto.

-Tal vez era parte de su conciencia el hecho de que fuera un lugar alto- dijo Perséfone

Ayer era un rascacielos desde el que se dominaba todo Manhattan. Anteayer, una preciosa vista del lago Michigan. Pero siempre reaparece el Jardín de los Dioses. Supongo que al laberinto le gusta este lugar. Un nombre apropiado, imagino.

-¿Por qué nadie me dijo que teníamos un jardín?- dijo Apolo de brazos cruzados

-Ignórenlo- dijo Artemisa

-¡Oye!- se quejó Apolo

O sea, que ya habías estado aquí antes —apunté.

Desde luego.

— ¿La vista es un espejismo? —pregunté—. ¿Una proyección?

No —murmuró Rachel—. Es auténtica. Estamos realmente en Colorado.

-Un aplauso para Rachel- dijo Connor

-No estoy segura si eso debería ofenderme- dijo Rachel

Quintus la observó.

Tienes una visión muy clara, ¿no es cierto? Me recuerdas a otra mortal que conocí. Otra princesa que sufrió un accidente.

Basta de juegos —dije—. ¿Qué has hecho con Dédalo?

Quintus me miró fijamente.

Muchacho, necesitas unas lecciones de tu amiga para ver con más claridad. Yo soy Dédalo.

Los pocos chicos y dioses que no lo habían deducido desde antes, ahogaron un grito

-Pausa dramática- dijo Apolo

Podía haberle respondido de muchas maneras, desde « ¡Lo sabía!» hasta «¡Mentiroso!» o «Sí, claro, y yo soy Zeus».

-Eso quisieras- masculló Zeus

-No- dijo Poseidón -sería horrible

Del trono de Zeus surgieron chispas

En cambio, lo único que se me ocurrió fue:

Pero ¡tú no eres inventor! ¡Eres un maestro de espada!

-Vaya que dices las cosas apropiadas- dijo Thalia

Soy ambas cosas —explicó Quintus—. Y arquitecto. Y erudito. También juego al baloncesto bastante bien para un tipo que no empezó a practicar hasta los dos mil años de edad. Un verdadero artista debe dominar muchas materias.

-Tiene razón- dijeron Hazel y Rachel al unísono

Eso es cierto —observó Rachel—. Yo pinto también con el pie, no sólo con las manos.

Los chicos la miraron boquiabiertos, Rachel se sonrojó

— ¿Lo ves? —Dijo Quintus—. Una chica muy dotada.

Pero si ni siquiera te pareces a Dédalo —protesté—. Lo he visto en sueños y... De repente se me ocurrió un pensamiento espantoso.

-Y lo adivinó- dijo Thalia

-Ya era hora- masculló Atenea

Sí —dijo Quintus—. Por fin has adivinado la verdad.

Eres un autómata. Te construiste un cuerpo nuevo.

Percy —intervino Annabeth—, no es posible. Eso... eso no puede ser un autómata.

-Yo lo descubrí primero- dijo Percy molestando a su novia

Annabeth le dio una sonrisa ladeada -Bien hecho, sesos de alga

Quintus rió entre dientes.

— ¿Sabes qué quiere decir quintus, querida?

«El quinto», en latín. Pero...

Este es mi quinto cuerpo. —El maestro de espada extendió el brazo, se apretó el codo con la mano y una tapa rectangular se abrió como un resorte en su muñeca.

Hades soltó unas cuantas maldiciones en griego

Debajo zumbaban unos engranajes de bronce y relucía una maraña de cables.

— ¡Es alucinante! —se asombró Rachel.

Es rarísimo —dije yo.

— ¿Encontraste un medio de transferir tu animus a una máquina? —Preguntó Annabeth—. Es... antinatural.

-Se ha estado burlando de mí- masculló Hades

Ah, querida, te aseguro que sigo siendo yo. Soy el mismísimo Dédalo de siempre. Nuestra madre, Atenea, se encarga de que no lo olvide. —Tiró de su camiseta hacia abajo.

-Se lo ganó- dijo Atenea

En la base del cuello tenía una marca que ya había visto antes: la forma oscura de un pájaro injertada en su piel.

La marca de un asesino —declaró Annabeth.

Los chicos hicieron una mueca

Por tu sobrino, Perdix —deduje—. El chico que empujaste desde la torre.

El rostro de Quintus se ensombreció.

No lo empujé. Simplemente...

-Hizo que perdiera el equilibrio- dijo Leo -que conveniente

Hiciste que perdiera el equilibrio —concluí—. Lo dejaste morir.

Quintus contempló las montañas violáceas por la ventana.

Me arrepiento de lo que hice, Percy. Estaba furioso y amargado.

-Pero el arrepentimiento no cambia nada- dijo Atenea

Pero ya no puedo remediarlo y Atenea no me permite olvidar. Cuando Perdix murió, lo convirtió en un pequeño pájaro: una perdiz.

-Oh- murmuró Connor -ahora que lo dices es un poco obvio

Travis le dio una mirada divertida a su hermano

Me marcó en el cuello la forma de ese pájaro a modo de recordatorio. Sea cual sea el cuerpo que adopte, la marca reaparece en mi piel.

-Aunque cambie de cuerpo sigue siendo Dédalo- dijo Atenea

Lo miré a los ojos y me di cuenta de que era el mismo hombre que había visto en mis sueños. Su rostro podía ser totalmente distinto, pero allí dentro residía la misma alma, la misma inteligencia, la misma infinita tristeza.

-Es su esencia- suspiró Annabeth

Realmente eres Dédalo —decidí—. Pero ¿por qué viniste al campamento? ¿Para qué querías espiarnos?

Para ver si vuestro campamento merecía salvarse.

-Por supuesto que merece la pena salvarse- dijeron los chicos

Luke me había ofrecido una versión de la historia. Preferí extraer mis propias conclusiones.

O sea, que has hablado con Luke.

Ah, sí, muchas veces. Un tipo bastante persuasivo.

Los dioses (menos Hermes y Hestia) le lanzaron miradas amenazantes a Luke

Pero ¡ahora has visto el campamento! —Insistió Annabeth—. Y sabes que necesitamos tu ayuda. ¡No puedes permitir que Luke cruce el laberinto!

-No lo puede permitir- masculló Poseidón

Dédalo dejó la espada en el banco de trabajo.

El laberinto ya no está bajo mi control, Annabeth. Yo lo creé, sí. De hecho, está ligado a mi fuerza vital. Pero he dejado que viva y se desarrolle por sí mismo. Es el precio que he pagado para mantenerme a salvo.

-Un precio justo- dijo Ares

— ¿A salvo de qué?

De los dioses. Y de la muerte. Llevo dos milenios vivo, querida, ocultándome de ella.

Pero ¿cómo has podido ocultarte de Hades? —le pregunté—. Quiero decir... Hades tiene a las Furias.

-¡Es lo mismo que yo me preguntó!- gritó Hades -¡Se burló de mí durante dos mil años!

Ellas no lo saben todo —respondió—. Y tampoco lo ven todo. Tú te has tropezado con ellas, Percy, y sabes que es así. Un hombre inteligente puede esconderse durante mucho tiempo, y yo me he enterrado a mí mismo en una profundidad inaccesible.

-Bueno, eso tiene sentido- dijo Bianca

Sólo mi gran enemigo ha continuado persiguiéndome, y también he logrado desbaratar sus planes.

Te refieres a Minos —supuse.

Nico bufó

Dédalo asintió.

Me acosa sin cesar. Ahora que es juez de los muertos, nada le gustaría más que ver cómo me presento ante él para poder castigarme por mis crímenes. Desde que las hijas de Cócalo lo mataron, el fantasma de Minos empezó a torturarme en sueños.

-Esas sí son ganas de molestar- dijo Apolo -incluso supera a tus hijos- dijo a Hermes mientras miraba a los Stoll

Prometió darme caza. Y no tuve más remedio que retirarme por completo del mundo.

Descendí a mi laberinto. Decidí que ése sería mi máximo logro: engañar a la muerte.

Y lo has logrado —apuntó Annabeth—. Durante dos mil años.

-En cuanto terminemos esto iré por él- sentenció Hades

-No puedes hacerlo- dijo Atenea

-¿Por qué no?- masculló Hades

-Podría haber consecuencias, ya te ha burlado durante mucho tiempo ¿Qué importa un poco más?- señaló Atenea

Hades maldijo

Parecía impresionada, pese a las cosas horribles que Dédalo había hecho.

Justo en ese momento sonó un fuerte ladrido en el túnel. Oí el pa-PUM, pa-PUM, pa-PUM de unas pezuñas enormes y la Señorita O'Leary entró brincando en el taller.

-Al menos la perrita está bien- murmuró Hazel

Me dio un lametón en la cara y luego casi derribó a Dédalo con las fiestas y saltos entusiastas que le dedicó.

Aquí está mi vieja amiga. —Dédalo le rascó detrás de las orejas—. Mi única compañera durante todos estos años solitarios.

-Una buena compañía- dijo Perséfone

Permitiste que me salvara —dije—. Al final resulta que el silbato funcionaba.

Por supuesto que sí —asintió Dédalo—. Tienes buen corazón, Percy. Y sabía que le caías bien a la Señorita O'Leary.

-Eras al único al que no le gruñía- dijo Travis

Yo quería ayudarte. Quizá me sentía culpable, además.

— ¿Culpable de qué?

De que toda vuestra búsqueda vaya a resultar inútil.

-Eso sí me suena a traición- dijo Apolo

— ¿Qué? —Exclamó Annabeth—. Aún puedes ayudarnos. ¡Tienes que hacerlo! Danos el hilo de Ariadna para que Luke no pueda apoderarse de él.

Ah... el hilo. Ya le dije a Luke que los ojos de un mortal dotado de una clara visión son los mejores guías, pero él no se fió de mí.

-Es difícil reconocer que se necesita la ayuda de un mortal- dijo Quirón

Estaba obsesionado con la idea de un objeto mágico. Y el hilo funciona. Tal vez no tiene tanta precisión como vuestra amiga mortal, pero cumple su cometido. Sí, funciona bastante bien.

-Que buena noticia- dijo Poseidón con sarcasmo

— ¿Dónde está? —quiso saber Annabeth.

Lo tiene Luke —respondió él con tristeza—. Lo lamento, querida. Llegas con varias horas de retraso.

-¡Todo para nada!- gritó Poseidón

-De nuevo gana el mocoso de Hermes- masculló Hera

-Pusieron sus vidas en peligro y ni siquiera llegaron a tiempo- bufó Dionisio

Con un escalofrío, comprendí entonces por qué estaba Luke de tan buen humor en la pista de Anteo. Ya había conseguido el hilo de Dédalo.

-Y le facilitaste el camino- masculló Atenea

El único obstáculo que se interponía en su camino era el dueño de la pista de combate. Y yo me había encargado de librarlo de él, matándolo.

-No podías saberlo- dijo Poseidón -el chico supo jugar bien

Cronos me ha prometido la libertad —dijo Quintus—. Una vez que Hades sea derrocado, pondrá el inframundo bajo mi tutela. Entonces reclamaré a mi hijo Ícaro.

-Ese despreciable inventor- masculló Hades -me ha burlado y todavía quiere seguir sacando ventaja- y se puso a maldecir de nuevo

Arreglaré las cosas con el pobre Perdix. Y haré que el alma de Minos sea arrojada al fondo del Tártaro, donde no pueda atormentarme más. Ya no tendré que seguir huyendo de la muerte.

-Tiene muchos aires de grandeza- masculló Hades

— ¿Ésa es tu gran idea? —Gritó Annabeth—. ¿Vas a dejar que Luke destruya nuestro campamento, que mate a cientos de semidioses y ataque el Olimpo? ¿Vas a permitir que se venga abajo el mundo entero sólo para lograr lo que deseas?

-Vaya que estaba dispuesto a hacer sacrificios- dijo Piper

La tuya es una causa perdida, querida. Me di cuenta apenas comencé a trabajar en vuestro campamento. Es imposible que podáis resistir al poderoso Cronos.

-Algunas veces es bueno que nos subestimen- señaló Chris

— ¡No es cierto! —estalló ella.

No podía hacer otra cosa, querida. La oferta era demasiado buena para rechazarla. Lo lamento.

-Como si lamentarlo ayudara en algo- bufó Poseidón

Annabeth dio un empujón a un caballete y los esquemas arquitectónicos se desparramaron por el suelo.

-Y siguen sin entender que es peligrosa- dijo Piper

Yo te respetaba ¡Eras mi héroe! Construías... cosas increíbles, resolvías problemas. Y ahora... no sé lo que eres. Se supone que los hijos de Atenea han de poseer sabiduría, no sólo inteligencia. Quizá no seas más que una máquina, a fin de cuentas. Deberías haber muerto hace dos mil años.

Chicos y dioses miraron a Annabeth con incredulidad

-Así se habla- dijo Clarisse

En lugar de ponerse furioso, Dédalo bajó la cabeza.

Deberíais iros y alertar al campamento. Ahora que Luke tiene el hilo... La Señorita O'Leary alzó de repente las orejas.

— ¡Alguien viene! —dijo Rachel.

-Y las cosas se ponen peor- dijo Perséfone

Las puertas del taller se abrieron violentamente y Nico entró a trompicones con las manos encadenadas.

-No. Puede. Ser- masculló Hades con los dientes apretados

Detrás venían Kelli y los dos lestrigones, seguidos por el fantasma de Minos. Este casi parecía sólido: un rey pálido y barbado de ojos glaciales, de cuya túnica se desprendían jirones de niebla.

Su mirada se concentró en Dédalo.

Aquí estás, mi viejo amigo.

-Un reencuentro agradable- dijo Apolo con sarcasmo

Dédalo apretó los dientes y miró a Kelli.

— ¿Qué significa esto?

Luke te manda recuerdos —dijo ella—. Ha pensado que quizá te gustaría ver a tu antiguo jefe, Minos.

-Si ya había traicionado a sus amigos ¿Que le hacía pensar que Luke no haría lo mismo con él?- masculló Hera

Eso no formaba parte de nuestro acuerdo —espetó Dédalo.

Cierto —admitió Kelli—. Pero ahora ya tenemos lo que queríamos de ti; y también hemos llegado a otros acuerdos.

-Tendría que haberlo esperado ¿No se supone que era un genio?- masculló Clarisse

Minos nos ha pedido una sola cosa para entregarnos a este joven y bello

-Eso no lo discuto- dijo Will

-Quieres callarte, Solace- dijo Nico mientras se sonrojaba

semidiós —dijo deslizándole un dedo por el cuello a Nico—. Nos será muy útil, por cierto. Y lo único que Minos nos ha pedido a cambio ha sido tu cabeza, anciano.

Dédalo palideció.

Traición.

-No me digas- murmuró Leo

Vete acostumbrando —soltó ella.

Nico —dije—. ¿Estás bien?

Él asintió con aire enfurruñado.

-Que raro- comentó Thalia

Lo siento... Percy. Minos me aseguró que estabais en peligro. Me convenció para que volviera al laberinto.

— ¿Pretendías salvarnos?

-Tan tierno- bromeó Thalia

Me engañó —dijo—. Nos ha engañado a todos.

Miré a Kelli.

— ¿Y Luke? ¿Por qué no está aquí?

Luke hizo una mueca

La mujer demonio sonrió como quien comparte un chiste privado.

Luke está... ocupado. Ha de preparar el ataque. Pero no os preocupéis, tenemos más amigos en camino. Y mientras tanto, ¡voy a tomar un suculento aperitivo!

-Esa cosa ya me está cansando- dijo Poseidón

Sus manos se transformaron en garras, su pelo ardió en llamas y sus piernas adoptaron su forma real: una pata de burro y otra de bronce.

Percy —me susurró Rachel—, las alas. ¿Tú crees...?

-Una idea loca, pero podría funcionar- dijo Reyna

-Las ideas locas son las mejores- dijo Apolo

Descuélgalas —dije—. Trataré de ganar tiempo.

Entonces se armó un auténtico pandemonio. Annabeth y yo arremetimos contra Kelli.

-Un perfecto equipo- chilló Afrodita

Los gigantes lestrigones se lanzaron sobre Dédalo, pero la Señorita O'Leary se interpuso de un salto para defenderlo. Nico había sido derribado de un empujón y forcejeaba en el suelo con sus cadenas mientras el espíritu de Minos aullaba:

— ¡Matad al inventor! ¡Matadlo!

-Tan adorable- murmuró Percy

Nico rodó los ojos

Rachel tomó las alas de la pared. Nadie le prestaba atención. Kelli atacó con sus garras a Annabeth. Yo intenté clavarle mi espada, pero la mujer demonio era rápida y mortífera: volcaba mesas, aplastaba inventos y no permitía que nos acercáramos.

-No es tonta- dijo Artemisa

Por el rabillo de ojo, vi que la Señorita O'Leary mascaba el brazo de un gigante. El monstruo daba alaridos de dolor y arrojaba a la perra de un lado para otro, tratando de sacudírsela.

-Como si eso fuera a funcionar- dijo Hades

Dédalo intentó recuperar su espada, pero el segundo gigante le dio un puñetazo al banco donde la había apoyado y el arma salió volando por los aires. Una vasija de fuego griego cayó al suelo y empezó a arder. Sus llamas verdes se propagaron rápidamente.

-Cuando crees que las cosas no pueden ponerse peor- suspiró Poseidón -tienen que salir de ahí ya

— ¡A mí! —Gritó Minos—. ¡Espíritus de los muertos!

Alzó sus manos espectrales y el aire empezó a temblar.

— ¡No! —gritó Nico, que había conseguido levantarse y quitarse los grilletes.

-Ya era hora, Nico- dijo Thalia

Nico bufó

— ¡No tienes ningún control sobre mí, estúpido jovenzuelo! —Le espetó Minos con desprecio—. ¡He sido yo quien te ha controlado desde el principio! Un alma por otra alma, sí. Pero no será tu hermana la que regrese de entre los muertos. Seré yo, en cuanto haya matado al inventor.

-Se confía demasiado- murmuró Perséfone

-¿Por qué piensa que puede ser más poderoso que mis hijos?- bufó Hades

Los espíritus empezaron a congregarse alrededor de Minos: siluetas temblorosas que se multiplicaban y se solidificaban hasta convertirse en soldados cretenses.

Soy el hijo de Hades —insistió Nico—. ¡Desaparece!

-Así, pero con un poco más de entusiasmo- bromeó Thalia

-Cállate- masculló Nico

El rey soltó una carcajada.

No tienes poder sobre mí. ¡Yo soy el señor de los espíritus! ¡El rey de los fantasmas!

-Pobre iluso- dijo Will

No. —Nico sacó su espada—. Lo soy yo.

Thalia y Percy vitorearon para molestar a Nico

-¡Así se hace, sombritas!- dijo Will

-Muy bien- dijo Hades

-Estoy tan orgulloso- dijo Jason

-Cállate Grace- masculló Nico

Nico se encontraba muy sonrojado

Hincó la hoja negra en el suelo, que se rajó como si fuese de mantequilla.

— ¡Nunca! —La forma de Minos se onduló—. Yo...

La tierra empezó a retumbar.

Hazel y Bianca le dieron miradas de orgullo a su hermano

Las ventanas se resquebrajaron y se hicieron añicos, tras lo cual una violenta ráfaga de aire fresco entró en la estancia. Entonces se abrió una grieta en el suelo de piedra y Minos y todos sus espíritus cayeron en el vacío con un espantoso alarido.

-A ver si alguien se atreve a meterse con el rey de los fantasmas- dijo Will

-Siempre hay algún tonto que quiere hacerlo- murmuró Reyna

-Típico- gruñó Hades

La mala noticia: la lucha continuaba a nuestro alrededor y yo me había distraído.

-¿Ves lo que ocasionaste Nico?- preguntó Percy

-¿Ahora es mi culpa, sesos de alga?- bufó Nico

-Sí- dijo Percy

-En realidad fue bastante impresionante, era de esperar que te distrajera- dijo Will

Kelli se echó sobre mí a tal velocidad que no tuve tiempo de defenderme. La espada se me escapó y, al caer al suelo, me di un porrazo en la cabeza con un banco. La vista se me nubló. No podía alzar los brazos.

-Tu mocoso sabía que tenía que poner atención a la pelea y no lo hizo- masculló Ares -esas son las consecuencias

— ¡Seguro que tienes un sabor delicioso! —dijo Kelli riéndose y enseñándome los colmillos.

-¿Alguien puede culparla?- preguntó Afrodita con una sonrisita

-¡Mamá!- gritó Piper

-¡Afrodita!- gritaron los dioses

Súbitamente, su cuerpo se puso rígido y sus ojos inyectados en sangre se abrieron de par en par. Sofocó un grito.

No... Escuela... espíritu...

-Que increíbles últimas palabras- murmuró Travis

Annabeth sacó el cuchillo de su espalda. Con un chillido escalofriante, Kelli se esfumó en un vapor amarillo.

-Con su sesos de alga nadie se mete- dijo Piper

Percy abrazó a Annabeth

Mi amiga me ayudó a incorporarme. Todavía estaba mareado, pero no teníamos tiempo que perder.

-Siempre es lo mismo- se quejó Percy

La Señorita O'Leary y Dédalo seguían enzarzados en su lucha con los gigantes mientras se oía un griterío en el túnel: se acercaban más monstruos que no tardarían en llegar al taller.

-Momento de usar las alas- dijo Apolo

— ¡Hemos de ayudar a Dédalo! —dije.

-Él no los quiso ayudar, no le deben nada- dijo Dionisio con tono aburrido

No hay tiempo —gritó Rachel—. ¡Vienen muchos más!

Ya se había colocado las alas y estaba ayudando a Nico, que se había quedado pálido como la cera y cubierto de sudor tras su lucha con Minos.

-Como si eso lo hiciera aprender- murmuró Will

-Dijiste que fue impresionante- señaló Nico

-Y lo fue, pero esos poderes del inframundo son peligrosos- dijo Will

Nico hizo una mueca

Las alas se ajustaron al instante a su espalda y sus hombros.

— ¡Ahora tú! —me indicó.

-No vuelen tan alto, ya saben cómo es de dramático Zeus- dijo Poseidón

Zeus bufó

En unos segundos, Nico, Annabeth, Rachel y yo tuvimos colocadas las alas de cobre. Ya me sentía impulsado hacia arriba por el viento que entraba por la ventana.

-Que escena tan interesante- dijo Perséfone

El fuego griego se había apoderado de las mesas y los muebles, y se extendía también por la escalera de caracol.

— ¡Dédalo! —grité—. ¡Vamos!

-No puedes salvar a todos- dijo Hestia suavemente

Percy hizo una mueca

Tenía multitud de heridas por todo el cuerpo, pero no le salía sangre, sino un aceite dorado.

-Su cuerpo es una máquina- dijo Atenea con tono de fastidio

Había recuperado su espada y usaba la plancha de una mesa destrozada como escudo frente a los gigantes.

— ¡No abandonaré a la Señorita O'Leary! —replicó—. ¡Marchaos!

-Ningún ser que se respete aunque sea un poco abandonaría a su mascota- dijo Artemisa

No había tiempo para discusiones. Aunque nos quedáramos, estaba seguro de que no serviría de nada.

-Son demasiados para ustedes- dijo Hermes

— ¡Ninguno de nosotros sabe cómo volar! —dijo Nico.

-Nico tiene organizadas sus prioridades- dijo Thalia

-Los siento por no querer estrellarme- masculló Nico

-Quedarse era más peligroso- dijo Thalia

— ¡Estupenda ocasión para averiguarlo! —respondí.

Y los cuatro juntos saltamos por la ventana.

-La mejor forma de aprender algo, es cuando tu vida corre peligro- dijo Percy

Poseidón suspiró

-El capítulo acabó- dijo Hazel -ya casi acabamos el libro

-Por fin- murmuró Percy

-Pero faltan más libros- canturreó Leo

Poseidón suspiró -De acuerdo, debemos de seguir leyendo ¿A quién le toca?