-¿Quién va a leer?- preguntó Frank

-Yo- dijo Hestia tomando el libro -Mi hermano me desafía a un duelo a muerte

-¿Tyson?- preguntó Hermes

-Yo no desafío a Percy- dijo Tyson con un puchero

-Nadie en su sano juicio lo haría- dijo Connor

-Esto no me gusta nada- dijo Poseidón

La puerta estaba medio escondida detrás de una cesta de la lavandería del hotel llena de toallas sucias.

-Un bonito lugar para encontrar una bonita entrada- dijo Apolo

No tenía nada de particular, pero Rachel me señaló dónde debía mirar y distinguí el símbolo azul, apenas visible en la superficie de metal.

-Mejor ya no entren- dijo Poseidón

Lleva mucho tiempo en desuso —observó Annabeth.

-Pero aún funciona- dijo Atenea

-Ahora hay que ver hacia donde los lleva- dijo Artemisa

Traté de abrirla una vez —dijo Rachel—. Por simple curiosidad. Está atrancada por el óxido.

-No, solo se necesita el toque de un semidiós- dijo Apolo

No. —Annabeth se adelantó—. Sólo le hace falta el toque de un mestizo.

Apolo le dio un guiño a Annabeth

En efecto, en cuanto puso la mano encima, la marca adquirió un fulgor azul y la puerta metálica se abrió con un chirrido a una oscura escalera que descendía hacia las profundidades.

-Que tétrico- dijo Jason

-Bastante- estuvo de acuerdo Percy

— ¡Uau! —Rachel parecía tranquila, aunque yo no sabía si fingía.

-Y no lo vas a saber- comentó Rachel con una pequeña sonrisa

Se había puesto una raída camiseta del Museo de Arte Moderno y sus vaqueros de siempre, decorados con rotulador. Del bolsillo le sobresalía el cepillo de plástico azul.

-¡Cuidado, está armada!- gritó Percy

-Y vaya que es un arma bastante peligrosa- masculló Luke

Llevaba el pelo rojo recogido en la nuca, todavía con algunas motas doradas. En la cara también le brillaban algunos restos de pintura—. Bueno... ¿pasáis vosotros delante?

-Cariño- dijo Perséfone -tú eres la guía

-Pero podría pasar Percy, luego Rachel y luego Annabeth- comentó Artemisa

Tú eres la guía —replicó Annabeth con burlona educación—. Adelante.

-Pero sí era la guía- se defendió Annabeth al ver las miradas burlonas

Las escaleras descendían a un gran túnel de ladrillo. Estaba tan oscuro que no se veía nada a medio metro, pero Annabeth y yo nos habíamos aprovisionado con varias linternas y, en cuanto las encendimos, Rachel soltó un aullido.

-A penas entramos y ya empezaban las cosas malas- dijo Rachel -no estaba preparada

Un esqueleto nos dedicaba una gran sonrisa. No era humano. Tenía una estatura descomunal, de al menos tres metros.

-Un esqueleto humano es lo suficientemente malo, ahora eso...- dijo Piper

-Fue bastante malo- comentó Rachel

Lo habían sujetado con cadenas por las muñecas y los tobillos de manera que trazaba una «X» gigantesca sobre el túnel.

-Una sutil amenaza- dijo Apolo

Pero lo que me provocó un escalofrío fue el oscuro agujero que se abría en el centro de la calavera: la cuenca de un solo ojo.

-Pensaste en Tyson- supuso Hermes

-Sí, ese esqueleto no era precisamente tranquilizante- dijo Percy

Un cíclope —señaló Annabeth—. Es muy antiguo. Nadie... que conozcamos.

-Gracias a los dioses- dijo Hazel

«No es Tyson», quería decir, aunque eso no me tranquilizó. Tenía la impresión de que lo habían puesto allí en señal de advertencia.

-Creo que eso pensamos todos- estuvo de acuerdo Thalia

-Y una buena advertencia- comentó Artemisa -¿Qué o quién pudo matar a un cíclope adulto?

-Creo que es algo que no quiero descubrir- dijo Poseidón

No me apetecía tropezarme con lo que fuera capaz de matar a un cíclope adulto.

Rachel tragó saliva.

— ¿Tenéis un amigo cíclope?

-Soy su hermano- dijo Tyson orgulloso

Tyson —contesté—. Mi hermanastro.

— ¿Cómo?

-Cuando papá Poseidón y mami ninfa se juntan...- comenzó Apolo

-¡Apolo!- gritó Poseidón

-Mi oráculo quiere saber- se defendió Apolo

-En realidad no- dijo Rachel

-Hestia continúa- suplicó Poseidón

Espero que nos lo encontremos por aquí abajo —comenté—. Y también a Grover. Un sátiro.

Ah —dijo con una vocecita intimidada—. Bueno, entonces será mejor que avancemos.

-Un viaje interesante- dijo Rachel -pero que no se repita- bromeó

Pasó por debajo del brazo izquierdo del esqueleto y continuó caminando. Annabeth y yo nos miramos un momento; ella se encogió de hombros y luego seguimos a Rachel rumbo a las profundidades del laberinto.

-Ustedes pidieron la guía, así que de hecho tenían que seguirla- dijo Perséfone

-Espero que funcione- comentó Atenea

Después de recorrer unos ciento cincuenta metros llegamos a una encrucijada. El túnel de ladrillo seguía recto. Hacia la derecha, se abría un pasadizo con paredes de mármol antiguo; hacia la izquierda, un túnel de tierra cuajada de raíces.

Señalé a la izquierda.

-A ver... ¿Quién es la guía?- bromeó Rachel

Se parece al camino que tomaron Tyson y Grover.

Annabeth frunció el ceño.

Ya, pero a juzgar por la arquitectura de esas viejas losas de la derecha, es probable que por ahí se llegue a una parte más antigua del laberinto. Tal vez al taller de Dédalo.

-Para eso tienen a Rachel, chicos- canturreó Apolo

-Su opinión es la cuenta- dijo Piper

Debemos seguir recto —decidió Rachel.

Los dos la miramos.

Es la opción menos probable —objetó Annabeth.

-Así son de necios- dijo Thalia

-La necedad también viene de familia- estuvo de acuerdo Hermes

— ¿No os dais cuenta? —Preguntó Rachel—. Mirad el suelo.

Yo no veía nada, salvo ladrillos gastados y barro.

-Yo tampoco lo veía- dijo Annabeth

Hay un brillo ahí —insistió ella—. Muy leve. Pero el camino correcto es ése. Las raíces del túnel de la izquierda empiezan a moverse como antenas más adelante, cosa que no me gusta nada.

-Eso es muy guay- dijo Connor

-Ojalá eso sirviera en el mundo exterior, así sabríamos a los que no enfrentamos- dijo Piper

-Reina de belleza ¿Dónde quedaría la diversión?- preguntó Leo con sarcasmo

En el pasadizo de la derecha hay una trampa de seis metros de profundidad y agujeros en las paredes, quizá con pinchos. No creo que debamos arriesgarnos.

-Que sea recto entonces- dijo Percy

Yo no captaba nada de lo que describía, pero asentí.

Vale. Recto.

— ¿Te crees lo que dice? —me preguntó Annabeth.

-Cariño, que estés celosa no quiere decir que Rachel mienta- comentó Afrodita

Rachel se sonrojó, Annabeth suspiró

Sí. ¿Tú no?

Parecía a punto de discutir, pero indicó a Rachel que siguiera adelante.

-La verdad es que no tienen mucha opción- señaló Clarisse

Avanzamos por el túnel de ladrillo. Tenía muchas vueltas y revueltas, pero ya no presentaba más desvíos. Daba la sensación de que descendíamos y nos íbamos sumiendo cada vez a mayor profundidad.

-Buena señal- dijo Artemisa

-Aunque por el título del libro no creo que haya salido del todo bien- dijo Zoë

— ¿No hay trampas? —le pregunté, inquieto.

Nada —respondió Rachel, arqueando las cejas—. ¿No debería resultar tan fácil?

-Es como cuando estás resolviendo un examen de matemáticas- dijo Leo -sabes que vas por el camino correcto, pero no se supone que fuera tan fácil

No lo sé —admití—. Hasta ahora no lo ha sido.

Dime, Rachel —preguntó Annabeth—, ¿de dónde eres exactamente?

Sonaba como: « ¿De qué planeta has salido?» Pero Rachel no pareció ofenderse.

-Annabeth siempre tan linda- dijo Piper

De Brooklyn.

— ¿No se preocuparán tus padres si llegas tarde a casa?

Rachel suspiró

Ella resopló.

No creo. Podría pasarme una semana fuera y no se darían ni cuenta.

— ¿Por qué no? —Esta vez mi amiga no fue tan sarcástica.

-Que quede claro el "tan"- dijo Percy

Annabeth le dio un pequeño golpe

Los problemas con los padres los entendía muy bien.

Antes de que Rachel pudiera responder, se oyó un gran chirrido, como si hubieran abierto unas puertas gigantescas.

-Las grandes sorpresas del laberinto- dijo Apolo

-No me gustan esas sorpresas- dijo Poseidón

— ¿Qué ha sido eso? —preguntó Annabeth.

No lo sé —dijo Rachel—. Unas bisagras metálicas.

-¿En serio?- comentó Travis con ironía

Ya, gracias por la información. Quería decir: « ¿Qué es eso?»

Entonces sonaron unos pasos que sacudían el pasadizo entero y se acercaban a nosotros.

-Hora de correr- dijo Jason

— ¿Corremos? —pregunté.

Corremos —asintió Rachel.

-Excelente decisión- asintió Piper

Dimos media vuelta y salimos disparados por donde habíamos venido. No habíamos recorrido más de seis metros cuando nos tropezamos con unas viejas amigas.

-Percy hace malas elecciones con sus amigas- comentó Apolo

-¡Eh!- se quejaron las amigas de Percy

-No lo decía por ustedes- dijo Apolo alzando las manos -es claro que ustedes son encantadoras

Dos dracaenae, mujeres serpiente con armadura griega, nos apuntaron al pecho con sus jabalinas. Entre ambas venía Kelli, la empusa del equipo de animadoras.

-Me refería a ese tipo de amigas- dijo Apolo

Vaya, vaya —dijo.

-Tengan cuidado con Rachel- dijo Perséfone -ella es mortal y sería el blanco más fácil

Rachel hizo una mueca

Saqué a Contracorriente y Annabeth agarró su cuchillo, pero, antes de que mi bolígrafo adoptase forma de espada, Kelli se abalanzó sobre Rachel, la agarró por el cuello con unas manos que ya eran garras y la sujetó muy firmemente.

-Creo que tu advertencia llegó muy tarde- dijo Artemisa

-O muy temprano- dijo Perséfone -depende de cómo quieras verlo

-¡Mi precioso oráculo!- chilló Apolo

— ¿Conque has sacado de paseo a tu pequeña mascota mortal? —me dijo—. ¡Son tan frágiles! ¡Tan fáciles de romper!

-Tienen que rescatarla- dijo Apolo

-Te das cuenta de que la chica está en la sala ¿Cierto?- bufó Dionisio

A nuestra espalda, los pasos retumbaron cada vez más cerca hasta que una silueta descomunal se perfiló entre las sombras: un gigante lestrigón de dos metros y medio con colmillos afilados y los ojos inyectados en sangre.

-Y se pone peor- dijo Percy al ver las caras de sus amigos

El gigante se relamió al vernos.

— ¿Puedo comérmelos?

-No son buenos para tu dieta- dijo Leo

-Aportan pocas proteínas- dijo Connor

-Nada recomendables- dijo Travis

No —replicó Kelli—. Tu amo los querrá vivos. Le proporcionarán diversión de la buena. —Me dirigió una sonrisa sarcástica—. En marcha, mestizos. O sucumbiréis aquí mismo los tres, empezando por la mascota mortal.

-Odio que me llamen mascota mortal- refunfuñó Rachel

Aquello venía a ser mi peor pesadilla. Y te aseguro que había tenido ya unas cuantas.

-Y bastante malas, por cierto- dijo Zoë

Nos hicieron desfilar por el túnel flanqueados por las dracaenae. Kelli y el gigante iban detrás, por si tratábamos de escapar. A nadie parecía preocuparle que echáramos a correr hacia delante: era la dirección que querían que siguiéramos.

-Y esto se complica cada vez más- murmuró Will

Al fondo distinguí unas puertas de bronce que tendrían tres metros de altura y se hallaban decoradas con un par de espadas cruzadas. Desde el otro lado nos llegó un rugido amortiguado, como el de una gran multitud.

Poseidón palideció, unos capítulos atrás mencionaron a aquel hijo suyo con la madre tierra, ahora una gran multitud los estaba esperando, no podía ser, no con él

Ah, sssssí —susurró la mujer serpiente de mi izquierda—. Le gustaréisss mucho a nuestro anfitrión.

Nunca había visto a una dracaena tan de cerca y, la verdad, no me emocionaba demasiado esa oportunidad única.

-Hay oportunidades que no se quieren tener- dijo Percy

Tenía una cara que tal vez habría resultado hermosa de no ser por su lengua bífida y por aquellos ojos amarillos con ranuras negras en lugar de pupilas.

-Dices eso de todas las chicas- bromeó Connor

-Claro que no- se defendió Percy y luego le sacó la lengua

Llevaba una armadura de bronce que le llegaba a la cintura. Por debajo, en vez de piernas le salían dos gruesos troncos de serpiente moteados de bronce y verde. Avanzaba medio deslizándose y medio caminando, como si llevara puestos unos esquíes animados.

-Buena forma de describirlo, seso de alga- dijo Annabeth

— ¿Quién es vuestro anfitrión? —pregunté.

Ah, ya lo verásss. Os llevaréisss divinamente. Al fin y al cabo, es tu hermano.

Poseidón soltó una maldición -No puede ser

Todos miraron a Poseidón

-¿De quién se trata?- preguntaron algunos de los chicos

-De alguien a quien les aseguro, no quieren conocer- dijo Poseidón

— ¿Mi qué? —Pensé inmediatamente en Tyson, pero no era posible. ¿A quién podría referirse?

El gigante se adelantó y abrió las puertas.

Tú te quedas aquí —le dijo a Annabeth, sujetándola de la camisa.

-Esto es malo- dijo Poseidón dándole una mirada de muerte a Luke

— ¡Eh! —protestó mi amiga, pero el tipo era el doble de grande que ella y ya nos había confiscado su cuchillo y mi espada.

Kelli se echó a reír. Todavía sujetaba a Rachel del cuello con sus garras.

-Lamentablemente son prisioneros- dijo Jason -deben jugar con sus reglas

Luke se removió incómodo

Vamos, Percy. Diviértenos. Te esperamos aquí con tus amigas para asegurarnos de que te portas bien.

Miré a Rachel.

-¿Y por qué no miraste a Annabeth?- molestó Connor

-Esa es una pregunta excelente, hermano- dijo Travis

-Son molestos- dijo Percy

-Sí, pero eso no responde la pregunta- dijeron ambos hermanos

-Yo tenía experiencia- dijo Annabeth -además nosotros metidos a Rachel en eso

Percy le sonrió

Lo siento. Te sacaré de ésta.

Ella asintió en la medida de lo posible, porque apenas podía moverse con aquellas garras en la garganta.

Sería estupendo.

-Si no es mucha molestia- murmuró Leo

Las dracaenae me hostigaron con la punta de las jabalinas para que cruzara el umbral y, sin más, me vi metido en una pista de combate.

-No es justo que siempre te pasen esas cosas- dijo Hestia con nostalgia, dándole malas miradas a sus hermanos

-Es lo mismo que yo digo- susurró Percy

Quizá no era la más grande que había visto en mi vida, pero parecía muy espaciosa si se consideraba que estaba bajo tierra.

-Y definitivamente eso va a ser un problema- refunfuñó Poseidón

-Un gran problema- se burló Ares

Tenía forma circular y tamaño suficiente como para poder recorrerla con un coche sin despegarse del borde. En el centro, se desarrollaba un combate entre un gigante y un centauro.

Quirón hizo una mueca

Este último parecía muerto de pánico y galopaba alrededor de su enemigo con una espada y un escudo; el gigante blandía una jabalina del tamaño de un poste telefónico y la muchedumbre lo vitoreaba enloquecida.

-Salvajes- murmuró Quirón

La primera fila se hallaba a más de tres metros de altura. Las gradas de piedra daban la vuelta completa a la pista y todos los asientos estaban ocupados. Había gigantes, dracaenae, semidioses, telekhines y criaturas todavía más extrañas: demonios con alas de murciélago y seres que parecían medio humanos y medio... lo que se te ocurra: pájaros, reptiles, insectos, mamíferos...

-Criaturas de todo tipo- dijo Percy -podías nombrar cualquier cosa y te aseguro que ahí estaba

-No parecen ser del tipo "público respetuoso"- dijo Apolo

-Para nada- dijo Percy

Pero lo más espeluznante eran las calaveras. La pista de tierra estaba llena de ellas. También se alineaban, una tras otra, por todo el borde de la valla, y había pilas de casi un metro decorando los escalones entre los asientos.

-Tiene buen gusto en la decoración- comentó Hades

Dioses y chicos lo miraron como si estuviera loco

Sonreían clavadas en picas desde lo alto de las gradas o colgadas del techo con cadenas, como lámparas espantosas. Algunas parecían muy antiguas: sólo quedaba el hueso blanqueado. Otras eran mucho más recientes. No voy a describírtelas. Créeme, no te gustaría.

-¡Gracias por no hacerlo!- gritaron dramáticamente los Stoll

-Suficiente con oír la exquisita decoración- dijo Piper

Y en mitad de este panorama, orgullosamente desplegada en la valla, había una cosa que para mí no tenía ningún sentido: una pancarta verde con el tridente de Poseidón.

-En tu nombre- dijo Apolo

-Ni me lo digas- suspiró Poseidón

¿Qué significaba aquel símbolo allí, en un lugar tan horrible?

Por encima de la pancarta, en un asiento de honor, distinguí a un viejo enemigo.

— ¡Luke! —exclamé.

-El engendro de Hermes siempre fastidiando todo- gruñó Ares

-Estoy de acuerdo- masculló Atenea

No sé si llegó a oírme entre el rugido de la multitud, pero me sonrió fríamente.

-Ya llegó su diversión- dijo Connor

Llevaba unos pantalones de camuflaje, una camiseta blanca y una coraza de bronce, tal como lo había visto en mi sueño.

-Eso quiere decir que no pasó mucho tiempo desde tu sueño- comentó Apolo

-No sé qué tan bueno sea eso- dijo Reyna

Pero todavía iba sin su espada, cosa que me pareció extraña.

-No es que me queje- dijo Percy -pero era extraño

Junto a él se sentaba el gigante más enorme que he visto jamás: muchísimo más grande, en todo caso, que el que luchaba en la pista con el centauro.

-Va a ser difícil- dijo Leo

-Bastante- estuvo de acuerdo Percy

Aquél debía de medir cerca de cinco metros y era tan corpulento que ocupaba él solo tres asientos. Llevaba únicamente un taparrabos, como un luchador de sumo.

-Qué asco- dijo Afrodita con una mueca

-Es repugnante- estuvo de acuerdo Artemisa

Su piel de color rojo oscuro estaba tatuada con dibujos de olas azules.

Poseidón hizo una mueca

-Me gustan las olas- se quejó Percy

Supuse que sería el nuevo guardaespaldas de Luke.

Se oyó un alarido en el ruedo y retrocedí de un salto justo cuando el centauro aterrizaba a mi lado.

Me miró con ojos suplicantes.

— ¡Socorro!

-Pobre criatura- dijo Hestia

Quirón suspiró -No podía luchar contra alguien tan grande

Eché mano a la espada, pero me la habían quitado y aún no había reaparecido en mi bolsillo.

-No puedes hacer nada- suspiró Perséfone

El centauro se debatía en el suelo y trataba de incorporarse, mientras el gigante se acercaba con la jabalina en ristre.

-Eres capaz de luchar solo con tus manos para defenderlo- dijo Quirón -pero no lo vayas a hacer

Una mano férrea me agarró del hombro.

Si aprecias las vidasss de tus amigasss —me advirtió la dracaena que me custodiaba—, será mejor que no te entrometas. Éste no es tu combate. Aguarda a que llegue tu turno.

-Con eso tiene asegurado que Percy no se va a meter, no se arriesgaría que les hicieran algo- dijo Perséfone

El centauro no podía levantarse. Se había roto una pata. El gigante le puso su enorme pie en el pecho y alzó la jabalina. Levantó la vista para mirar a Luke. La muchedumbre gritó:

— ¡muerte! ¡Muerte!

-No creo que a Luke le tocara decidir- dijo Hermes

-Que buen pasatiempo- comentó Leo con sarcasmo

Luke no movió una ceja, pero su colega, el luchador de sumo tatuado, se puso en pie y dirigió una sonrisa al centauro, que gimoteaba desesperado:

— ¡No! ¡Por favor!

El tipo extendió la mano y colocó el pulgar hacia abajo.

Los chicos hicieron algunas muecas

-Eso es horrible- dijo Hazel

-No sé cómo alguien puede presenciar algo así- masculló Bianca

Cerré los ojos cuando el gladiador levantó el arma sobre su víctima.

-Cobarde- gruñó Ares

Afrodita hizo una mueca -No hables, no creas que me ha olvidado mi enojo hacia ti

-Afrodita...- dijo Ares

Al volver a abrirlos, el centauro se había desintegrado y convertido en ceniza. Lo único que quedaba era una pezuña, que el gigante recogió del suelo y mostró a la multitud como si fuese un trofeo. Se alzó un rugido de aprobación.

-Técnicamente sí era un trofeo- dijo Annabeth con una mueca

En el extremo opuesto de la pista se abrió una puerta y el gigante desfiló con aire triunfal.

Arriba, en las gradas, el luchador de sumo alzó las manos para pedir silencio.

-Y lo sigues llamando luchador se sumo- se burló Leo

Percy rió -Lo parecía

-Estás mejorando con eso de los apodos- dijo Travis

— ¡Una buena diversión! —bramó—. Pero nada que no hubiera visto antes. ¿Qué más tenéis, Luke, hijo de Hermes?

Éste apretó los dientes. Era evidente que no le gustaba que lo llamaran «hijo de Hermes», pues odiaba a su padre.

Hermes hizo una mueca -No estuvimos en nuestro mejor momento- suspiró

Luke se sonrojó

Pese a ello se levantó tranquilamente, con los ojos brillantes. De hecho, parecía de muy buen humor.

Señor Anteo —dijo, levantando la voz para que todos los espectadores lo oyesen

. ¡Habéis sido un excelente anfitrión! ¡Nos encantaría divertiros para pagaros el favor de dejarnos cruzar vuestro territorio!

-La mínima esperanza de que no fuera él, desapareció- dijo Poseidón

-Ya había dicho que tenía tatuajes de olas- comentó Apolo

-¡Ya sé, pero podía ser alguien parecido!- dijo Poseidón

— ¡Un favor que no he concedido todavía! —refunfuñó Anteo—. ¡Quiero diversión!

Luke hizo una reverencia.

Creo que tengo algo mejor que un centauro para combatir en vuestro estadio. Se trata de un hermano vuestro. —Me señaló con el dedo—. Percy Jackson, hijo de Poseidón.

-¿No podías hacerlo sin arriesgar a mi hijo?- gruñó Poseidón -si querías diversión, lucha tú con él

-Papá/Poseidón- dijeron Percy y Hermes al mismo tiempo

-Lo lamento- murmuró Luke

La multitud empezó a abuchearme y a lanzarme piedras. Esquivé la mayoría, pero una me dio de lleno en la mejilla y me hizo un corte bastante grande.

La sala se llenó con el olor a mar, un aura azulada rodeaba a Poseidón, la tierra empezaba a agitarse

-Poseidón cálmate- pidió Hestia -asustas a los chicos

-Nos encanta cuando un dios se enoja- dijo Leo

-Tu hijo es muy hábil- dijo Apolo -Percy, me refiero a que Percy puede derrotarlo

-Estoy en la sala- dijo Percy

-Yo...- comenzó Luke

-No hables- recomendó Hermes

Los ojos de Anteo se iluminaron.

— ¿Un hijo de Poseidón? ¡Entonces sabrá luchar bien! ¡O morir bien!

Si su muerte os complace, ¿dejaréis que nuestros ejércitos crucen vuestro territorio?

Tal vez —respondió Anteo.

-Eso ni siquiera es una respuesta favorecedora- masculló Perséfone

A Luke no pareció convencerle aquella respuesta. Me lanzó una mirada asesina, como advirtiéndome que procurase morir de un modo espectacular... o me vería metido en un buen lío.

-De todos modos ya estaba metido en un lío- dijo Percy encogiéndose de hombros

-Tienes razón- comentó Piper

— ¡Luke! —Chilló Annabeth—. ¡Termina con esto! ¡Suéltanos!

Sólo entonces Luke pareció reparar en ella. Por un momento se quedó atónito.

-Tal vez no esperaba que ella estuviera ahí- dijo Hermes

-Donde hay un Percy, hay una Annabeth- bromeó Piper

— ¿Annabeth?

Ya habrá tiempo para que luchen las mujeres

-A mi hija no la vas a poner a luchar con ese- gruñó Atenea -que ni se te ocurra

lo interrumpió Anteo—.

Primero, Percy Jackson. ¿Qué armas piensas elegir?

La dracaena me empujó hacia el centro de la pista, desde donde miré a Anteo.

— ¿Cómo es posible que seas hijo de Poseidón?

-De hecho es lo que todos nos preguntamos alguna vez- dijo Apolo

Poseidón le dio una mirada asesina

Anteo se rió y la muchedumbre estalló en carcajadas.

— ¡Soy su hijo favorito!

-Por la expresión de Poseidón, creo que no- dijo Hermes

-Todos nos dimos cuenta de que el hijo favorito es Percy- comentó Afrodita

-No podía ser de otra manera- dijo Poseidón

-Awwww- chilló Perséfone

Percy se sonrojó

declaró con voz tonante—. ¡Mira el templo que he erigido al Agitador de la Tierra con los cráneos de todos los que he matado en su nombre! ¡El tuyo se unirá a mi colección!

-Ya quisiera- dijo Connor

-Pobre alma en desgracia- dijo Piper

Miré horrorizado los centenares de calaveras y la pancarta de Poseidón. ¿Cómo iba a ser aquello un templo dedicado a mi padre? Él era un buen tipo. Nunca me había exigido que le enviara una postal el Día del Padre, mucho menos la calavera de alguien.

A pesar de la tensión Poseidón rió -Las calaveras son más del tipo de Hades

-Por favor, no nos pidas que te enviemos una calavera- dijo Nico

-Que aburridos son- dijo Hades

— ¡Percy! —Me gritó Annabeth—. ¡Su madre es Gea! ¡Gea...!

El lestrigón que la custodiaba le tapó la boca con la mano. «Su madre es Gea.»

-Annabeth siempre ayudando- suspiró Afrodita encantada -son tan adorables

-Tiempo fuera- dijo Leo alzando la mano -¿Su madre es Gea? ¿Cómo?

Apolo suspiró -De acuerdo, volvemos a las lecciones... Cuando papi Pos...

-¡NOOO!- gritaron todos

-No me refería a ese cómo- dijo Leo sonrojado -me refería a por que... Gea y Poseidón... para... ¿Saben que? Mejor olvídenlo

-Sí- dijo Percy -es información que no necesito

-Todos estamos de acuerdo en eso- dijo Hermes

Poseidón se sonrojó

La diosa de la Tierra. Annabeth trataba de indicarme que eso era importante, pero no entendía por qué. Quizá porque el tipo tenía dos padres divinos. Con lo cual sería aún más difícil matarlo.

-Tienes que sacarlo de la tierra- dijo Atenea

Estás loco, Anteo —le dije—. Si crees que ésa es una buena manera de rendir honores a Poseidón, es que no lo conoces.

-Exactamente- dijo Poseidón -eso habla más sobre él que sobre mí- masculló

Los espectadores me insultaban a gritos, pero Anteo levantó la mano para imponer silencio.

Armas —insistió—. Así veremos cómo mueres. ¿Quieres un par de hachas?

¿Escudos? ¿Redes? ¿Lanzallamas?

Sólo mi espada —repliqué.

-Como si necesitaras otra cosa, bro- dijo Jason

-Gracias bro- dijo Percy

-Para eso eres mi bro- dijo Jason

Una gran carcajada se elevó de las gradas, pero de inmediato apareció Contracorriente en mis manos y algunas voces de la multitud vacilaron, inquietas. La hoja de bronce relucía con un leve fulgor.

-Todos siguen subestimando a Percy- señaló Hazel

-Se arrepienten de su error- dijo Annabeth

— ¡Primer asalto! —anunció Anteo. Se abrieron las puertas y salió a la pista una dracaena con un tridente en una mano y una red en la otra: el equipo clásico del gladiador. Yo llevaba años entrenándome en el campamento contra aquel tipo de armas.

-Así que chicos, pongan atención en sus entrenamientos- dijo Percy con voz de profesor

Me lanzó un viaje con el tridente para probarme y me hice a un lado. Enseguida me arrojó la red para trabarme la mano con la que sujetaba la espada, pero yo me aparté con facilidad, le partí en dos el mango del tridente y le clave la espada aprovechando una grieta de su armadura. Con un alarido de dolor, la criatura se volatilizó. Los vítores del público se apagaron instantáneamente.

-Eso fue rápido- dijo Reyna

-No le gustará- dijo Poseidón

— ¡No! —bramó Anteo—. ¡Demasiado deprisa! Has de esperar para matarla. ¡Sólo yo puedo dar esa orden!

Miré a Annabeth y Rachel por encima del hombro. Tenía que hallar el modo de liberarlas, quizá distrayendo a sus guardias.

-La mente de Percy está en todo- dijo Hestia con tono de orgullo

-Su chica es la razón- chilló Afrodita

— ¡Buen trabajo, Percy! —dijo Luke sonriendo—. Has mejorado con la espada, lo reconozco.

— ¡Segundo asalto! —bramó Anteo—. ¡Y esta vez más despacio! ¡Más entretenido! ¡Aguarda mi señal antes de matar a alguien, o sabrás lo que es bueno!

-Como si Percy le fuera a hacer caso- dijo Frank

Se abrieron otra vez las puertas y esta vez apareció un joven guerrero algo mayor que yo, de unos dieciséis años. Tenía el pelo negro y reluciente, y llevaba un parche en el ojo izquierdo. Era flaco y nervudo, de manera que la armadura griega le venía holgada. Clavó su espada en el suelo, se ajustó las correas del escudo y se puso un casco con un penacho de crin.

Percy suspiró

-No le va a hacer caso- dijo Bianca -y menos si tiene que atacar a otro mestizo

— ¿Quién eres? —le pregunté.

Ethan Nakamura —dijo—. Debo matarte.

— ¿Por qué haces esto?

— ¡Eh! —Nos abucheó un monstruo desde las gradas—. ¡Dejaos de charla y luchad! —Los demás se pusieron a corear lo mismo.

Tengo que probarme a mí mismo —explicó Ethan—. ¡Es la única manera de alistarse!

-Sé que no han sido los mejores padres- dijo Hestia -pero ¿Ponerse a luchar con otro mestizo solo para poner unirse al ejército?... Además del hecho de que están luchando para entretener a los monstruos

Dicho lo cual, arremetió contra mí. Nuestras espadas entrechocaron y la multitud rugió entusiasmada. No me parecía justo. No quería combatir para distraer a una pandilla de monstruos, pero Ethan Nakamura no me dejaba alternativa.

-Se tomó en serio lo de la diversión- murmuró Hera

Me presionaba. Era bueno. Nunca había estado en el Campamento Mestizo, que yo supiera, pero se le notaba bien entrenado.

-Sí lo estuvo- dijo Annabeth

Paró mi estocada y casi me arrolló con un golpe de su escudo, pero yo retrocedí de un salto. Me lanzó un tajo y rodé hacia un lado. Intercambiamos mandobles y paradas mientras estudiábamos nuestros respectivos estilos.

-Si quieres ganar, tienes que pensar como el otro- gruñó Ares

-No quería ganar- dijo Percy

Ares bufó

Yo procuraba mantenerme en el lado ciego de Ethan, pero no me servía demasiado. Por lo visto, llevaba mucho tiempo luchando con un solo ojo, porque defendía su lado izquierdo con excelente destreza.

-Tiene que aprender a trabajar con sus debilidades- dijo Hera -si no ¿De que serviría?

— ¡Sangre! —gritaban los monstruos.

Mi contrincante levantó la vista hacia las gradas. Ése era su punto flaco, pensé. Necesitaba impresionarlos. Yo no.

-Exacto- dijo Annabeth -así se hace, sesos de alga

Lanzó un iracundo grito de guerra y arremetió otra vez con su espada. Paré el golpe y retrocedí, dejando que me siguiera.

— ¡Buuu! —gritó Anteo—. ¡Aguanta y lucha!

-Es fácil para él decirlo- masculló Perséfone

Ethan me acosaba, pero, aun sin escudo, yo no tenía problemas para defenderme. Él iba vestido de un modo defensivo —con escudo y una pesada armadura— y pasar a la ofensiva le resultaba muy fatigoso. Yo era un blanco más vulnerable, pero también más ligero y rápido.

-Has aprendido mucho- murmuró Luke

-¿Cómo no iba a prender?- masculló Poseidón

La multitud había enloquecido, protestaba a gritos y nos lanzaba piedras. Llevábamos casi cinco minutos luchando y aún no había sangre a la vista.

-Eso es muy aburrido- dijo Ares -toda buena lucha conlleva sangre

-¿Cómo crees que reaccione cuando sepa que Clarisse peleó contra el drakón?- susurró Travis a su hermano

-Solo espero que no quiera matar a nadie- susurró de vuelta Connor

Finalmente, Ethan cometió un error. Intentó clavarme la espada en el estómago, le bloqueé la empuñadura con la mía y giré bruscamente la muñeca. Su arma cayó al suelo. Antes de que él atinara a recuperarla, le golpeé el casco con el mango de Contracorriente y le propiné un buen empujón. Su pesada armadura me ayudó lo suyo. Aturdido y exhausto, se vino abajo. Le puse la punta de la espada en el pecho.

-Y así es como todos aprenden a no meterse con Percy- dijo Thalia riendo

Acaba ya —gimió Ethan.

Alcé la vista hacia Anteo. Su cara rubicunda se había quedado de piedra de pura contrariedad, pero extendió la mano y colocó el pulgar hacia abajo.

Ni hablar. —Envainé la espada.

-No voy a darle la satisfacción a todos esos monstruos- refunfuñó Percy

No seas idiota —gimió Ethan—. Nos matarán a los dos.

Le tendí la mano. Él la agarró de mala gana y lo ayudé a levantarse.

— ¡Nadie osa deshonrar los juegos! —bramó Anteo—. ¡Vuestras dos cabezas se convertirán en tributo al dios Poseidón!

-No quiero la cabeza de mi hijo como tributo- masculló Poseidón

-Y menos la de su hijo favorito- comentó Afrodita

Miré a Ethan.

Cuando tengas la oportunidad, corre.

Luego me volví hacia Anteo.

— ¿Por qué no luchas conmigo tú mismo? ¡Si es cierto que gozas del favor de papá, baja aquí y demuéstralo!

-Percy...- se quejó Poseidón

Los monstruos volvieron a rugir en las gradas. Anteo miró alrededor y comprendió que no tenía alternativa. No podía negarse sin parecer un cobarde.

Soy el mejor luchador del mundo, chico —me advirtió—. ¡Llevo combatiendo desde el primer pankration!

-Ya empezamos con sus palabras raras- dijo Leo

-Eso solo da miedo cuando sabes que es- dijo Piper riendo

— ¿Pankration? —pregunté.

Quiere decir «lucha a muerte» —explicó Ethan—. Sin reglas, sin llaves prohibidas. En la Antigüedad era un deporte olímpico.

Gracias por la información.

No hay de qué.

-Que amable- murmuró Jason

Rachel me miraba con los ojos como platos. Annabeth movió la cabeza enérgicamente una y otra vez, pese a que el lestrigón seguía tapándole la boca con una mano.

-Como si me fueras a hacer caso- dijo Annabeth

Percy le sonrió -No había mucha opción

Apunté a Anteo con mi espada.

— ¡El vencedor se lo queda todo! Si gano yo, nos liberas a todos. Si ganas tú, moriremos todos. Júralo por el río Estigio.

-Ya aprendió- dijo Hades

-Me toca aprender a la mala- murmuró Percy

Anteo se echó a reír.

Esto va a ser rápido. ¡Lo juro con tus condiciones!

Saltó la valla y aterrizó en la pista.

Buena suerte —me deseó Ethan—. La necesitarás. —Y se retiró a toda prisa.

-Cobarde, le acabas de salvar la vida- masculló Artemisa

Anteo hizo crujir los nudillos y sonrió. Entonces me fijé en que incluso sus dientes tenían grabado un diseño de olas. Debía de ser un suplicio cepillárselos después de las comidas.

-Los pensamientos aleatorios de Percy son geniales- comentó Apolo

— ¿Armas? —preguntó.

Me quedo con mi espada. ¿Y tú?

Él alzó sus grandiosas manazas y flexionó los dedos.

— ¡No necesito nada más! Maestro Luke, vos seréis el árbitro del combate.

Con mucho gusto —respondió éste dirigiéndome una sonrisa desde lo alto.

-Por supuesto que te agrada- masculló Poseidón -deberías pelear tú con él, Hermes tú hijo es un...

Antes de que Poseidón completara la frase, Hestia siguió leyendo

Anteo se lanzó sobre mí. Yo rodé por debajo de sus piernas y le di una estocada en la parte trasera del muslo.

— ¡Aj! —aulló. Pero no salió sangre, sino un chorro de arena que se derramó en el suelo. La tierra de la pista se alzó en el acto y se acumuló en torno a su pierna, casi como un molde. Cuando volvió a caer, la herida había desaparecido.

-Y eso es lo que te quería advertir- dijo Annabeth

-Me gusta la vida al límite- rió Percy

Cargó otra vez contra mí. Por suerte, yo tenía experiencia en el combate con gigantes. Hice un quiebro, le di una estocada por debajo del brazo y la hoja de Contracorriente se le hundió hasta la empuñadura entre las costillas. Esa era la buena noticia. La mala era que cuando el gigante se volvió, se me escapó la espada y salí disparado hasta el centro de la pista, donde aterricé totalmente desarmado.

-Esto se pone cada vez mejor- dijo Poseidón

-Estamos hablando de Percy- comentó Hestia

-Sí, pero Anteo es difícil de vencer- dijo Poseidón

Anteo bramaba de dolor. Aguardé a que se desintegrara. Ningún monstruo había resistido una herida como aquella. La hoja de bronce celestial debía de estar destruyéndolo por completo. Pero mi contrincante buscó la empuñadura a tientas, se arrancó la espada y la lanzó hacia atrás con fuerza. Una vez más cayó arena de la brecha y una vez más la tierra se alzó para cubrirlo, rodeándole todo el cuerpo hasta los hombros. Cuando Anteo quedó de nuevo a la vista, se había recobrado.

-Bueno, siendo hijo de Gea, es lógico que haga eso- dijo Calipso

-Gea lo mantiene con vida- dijo Poseidón

— ¿Comprendes ahora por qué nunca pierdo, semidiós? —dijo, regodeándose—. Ven aquí para que te aplaste. ¡Será rápido!

Ahora se interponía entre la espada y yo. Desesperado, me volví a uno y otro lado y mi mirada se encontró con la de Annabeth.

-Y eso le da fuerza- chilló Afrodita emocionada

-Por los dioses- dijo Annabeth

Percy la miró divertido

La tierra, pensé. ¿Qué había tratado de decirme mi amiga? La madre de Anteo era Gea, la madre tierra, la más antigua de todas las diosas. Su padre podía ser Poseidón, pero era Gea quien lo mantenía con vida. Era imposible herirlo de verdad mientras tuviera los pies en el suelo.

-¡Eureka!- gritó Apolo

-Ahora solo falta descubrir cómo lo harás- dijo Thalia

Intenté rodearlo, pero él se anticipó y me cerró el paso, riéndose entre dientes. Ahora estaba jugando conmigo. Me tenía acorralado.

Levanté la vista hacia las cadenas que colgaban del techo con los cráneos de sus enemigos sujetos con ganchos y súbitamente se me ocurrió una idea.

-Podría funcionar- dijo Poseidón -pero debes ser rápido

A pesar de que su hijo estaba en la sala, Poseidón se veía preocupado

Hice una finta hacia el otro lado. Anteo me impidió el paso. La multitud me abucheaba y le pedía a gritos al gigante que acabara conmigo. Pero él se estaba divirtiendo de lo lindo.

Vaya un enclenque —dijo—. ¡No eres digno de ser hijo del dios de mar!

-Es más digno que tú- dijo Hazel sonrojándose

-Gracias- dijo Percy

-Estoy de acuerdo con Haz- dijo Perséfone

Noté que el bolígrafo regresaba a mi bolsillo, aunque eso Anteo no lo sabía. Él creía que Contracorriente seguía en el suelo, a su espalda. Suponía que mi único objetivo era recuperar el arma. Tal vez no era una gran ventaja, pero era lo único que tenía.

-Es mejor que nada - dijo Artemisa

Arremetí de frente, agazapándome para que pensara que iba a rodar otra vez entre sus piernas. Mientras se agachaba para atraparme, salté con todas mis fuerzas, le aparté el brazo de una patada, me encaramé sobre su hombro como si se tratara de una escalera y le apoyé un pie en la cabeza.

-Yo le doy un 9.5- dijo Leo

-Yo un diez- dijo Afrodita -ese giro es digno de verse

El hizo lo que cabía esperar. Se enderezó indignado y gritó: « ¡Eh!» Me di impulso, utilizando su propia fuerza para catapultarme hacia el techo, y me agarré de lo alto de una cadena. Las calaveras y los ganchos tintinearon debajo. Rodeé la cadena con las piernas, como hacía en los ejercicios con cuerdas de la clase de gimnasia. Saqué a Contracorriente y corté la cadena más cercana.

-Que sexy- dijo Afrodita

-Mamá- murmuró Piper -está peleando por su vida

-Bueno cariño, eso no le quita lo sexy- dijo Afrodita

Ares resopló

— ¡Baja, cobarde! —bramaba Anteo. Intentó agarrarme desde el suelo, pero yo quedaba fuera de su alcance.

Aferrándome como si me fuera en ello la vida, grité:

— ¡Sube aquí y atrápame! ¿O acaso eres demasiado lento y gordinflón?

-Percy, tu vida sí está en peligro- dijo Zoë

Soltó un aullido e intentó agarrarme de nuevo. No lo consiguió, pero sí atrapó una cadena y trató de izarse. Mientras él forcejeaba, bajé la cadena que había cortado, como si fuese una caña de pescar, con el gancho colgando en la punta. Me costó dos intentos, pero al final logré prenderlo en el taparrabos de Anteo.

¡Ajú!

-Por favor que no se le caiga el taparrabos- dijo Connor

-No creo que ese sea un buen espectáculo- dijo Travis

Rápidamente, deslicé el amarre de la cadena suelta en la mía, procurando tensarla al máximo y asegurarla lo mejor posible. Anteo procuró bajar al suelo, pero su trasero permanecía suspendido por el taparrabos. Tuvo que sujetarse en otras cadenas con ambas manos para no volcarse y quedar boca abajo. Recé para que el taparrabos y la cadena resistieran unos segundos más.

-Sería horrible que se le cayera el taparrabos- dijo Percy con una mueca de horror

-Ninguno quería ver eso- dijo Rachel

Mientras él maldecía y se agitaba, trepé entre las cadenas, columpiándome y saltando como un mono enloquecido, y enlacé ganchos y eslabones metálicos. No sé cómo lo hice, la verdad. Mi madre siempre dice que tengo un don especial para enredar las cosas.

-Es un don- dijo Percy orgulloso

Además, quería salvar a mis amigas a cualquier precio. El caso es que en un par de minutos tuve al gigante completamente envuelto en cadenas y suspendido por encima del suelo.

-Siempre pensando en los demás- dijo Deméter -este niño es adorable, merece más cereales

Y apareció un plato de cereal para Percy

-Me siento desplazado- dijo Connor

Percy enseñó el plato de cereal como si fuera un trofeo, Deméter rió, luego les dio cereales a los demás

Me dejé caer en la pista, jadeante y sudoroso. Tenía las manos en carne viva de tanto aferrarme a las cadenas.

— ¡Bájame de aquí! —berreó Anteo.

— ¡Libéralo! —Exigió Luke—. ¡Es nuestro anfitrión!

Destapé otra vez a Contracorriente.

Muy bien. Voy a liberarlo.

-Tus deseos son órdenes para mí- dijo Leo comiendo sus cereales

Y le atravesé el estómago al gigante. Él bramó y aulló mientras derramaba arena por la herida, pero esta vez estaba demasiado alto y no tenía contacto con la tierra, de manera que la arena no se alzó para ayudarlo. Anteo se fue vaciando poco a poco hasta que no quedó más que un montón de cadenas balanceándose, un taparrabos gigantesco colgado de un gancho y un montón de calaveras sonrientes que bailaban por encima de mi cabeza como si tuvieran por fin algo que celebrar.

-¡Así se hace!- gritó Poseidón

-Eso fue sorprendente- dijo Apolo

-Fue muy valiente- comentó Artemisa

-Exageran todo- masculló Zeus

— ¡Jackson! —Aulló Luke—. ¡Tendría que haberte matado hace tiempo!

Ya lo intentaste —le recordé—. Ahora déjanos marchar. He hecho un trato con Anteo bajo juramento. Soy el ganador.

-Pero Anteo ya no está- murmuró Bianca

Él reaccionó como me esperaba.

Anteo está muerto —replicó—. Su juramento muere con él. Pero, como hoy me siento clemente, haré que te maten deprisa.

-Que gran oferta- masculló Poseidón

Señaló a Annabeth.

Perdonadle la vida a la chica. —La voz le tembló un poco—. Quiero hablar con ella... antes de nuestro gran triunfo.

Annabeth suspiró, Luke la miró avergonzado

Todos los monstruos de la audiencia sacaron un arma o extendieron sus garras. Estábamos atrapados. Nos superaban de un modo abrumador.

Entonces noté algo en el bolsillo: una sensación gélida que se hacía más y más glacial. «El silbato para perros.» Lo rodeé con mis dedos.

-Es buena opción- dijo Reyna -son demasiados

-Además todavía tienen a Rachel y Annabeth- comentó Apolo dándole una sonrisa a Reyna

Reyna enrojeció

-Y...- dijo Artemisa golpeando a su hermano -la batalla con Anteo fue agotadora, creo que es un buen momento para usar ese regalo

Durante días había evitado recurrir al regalo de Quintus. Tenía que ser una trampa. Pero en esa situación... no tenía alternativa. Me lo saqué del bolsillo y soplé. No produjo ningún ruido audible y se partió en pedazos de hielo que se me derritieron en la mano.

-Ahora esperemos que funcione- murmuró Perséfone

— ¿Para qué se supone que servía eso? —se burló Luke.

Desde detrás me llegó un gañido de sorpresa. El gigante lestrigón que custodiaba a Annabeth pasó por mi lado corriendo y se estrelló contra la pared.

— ¡Aj!

-Creo que sí funciona- dijo Bianca -al menos no era un engaño

Kelli, la empusa, soltó un chillido. Un mastín negro de doscientos kilos la había agarrado con los dientes como si fuera un pelele y la lanzó por los aires, directa al regazo de Luke.

-Bueno Luke, al parecer las empusas te siguen- dijo Travis

Luke le dio una pequeña sonrisa

La Señorita O'Leary gruñó amenazadora y las dos dracaenae retrocedieron. Durante un instante, los monstruos de las gradas quedaron sobrecogidos por la sorpresa.

-Corran antes de que pase el efecto sorpresa- dijo Poseidón

— ¡Vamos! —Grité a mis amigas—. ¡Aquí, Señorita O'Leary!

— ¡Por el otro lado! —Dijo Rachel—. ¡Ése es el camino!

Ethan Nakamura nos siguió sin pensárselo dos veces.

-Al parecer tienen un nuevo aliado- dijo Hermes

Annabeth y Percy hicieron una mueca

Cruzamos el ruedo corriendo todos juntos y salimos por el extremo opuesto, seguidos por la Señorita O'Leary. Mientras corríamos, oí el tremendo tumulto de un ejército entero que saltaba desordenadamente de las gradas, dispuesto a perseguirnos.

-Fin del capítulo- anunció Hestia

-Y que capítulo- dijo Afrodita

-Lo peor es que ahora todo un ejército los sigue- masculló Poseidón

-Sigamos- dijo Perséfone

-Creo que deberíamos seguir mañana- dijo Hestia -antes de que Poseidón mate a alguien

Hermes hizo una mueca -De acuerdo, seguimos mañana- salió de la sala llevándose a sus hijos con él