LEO XXIX, XXX
—¿Seguiremos leyendo?— preguntó Percy
—No, hay que comer— dijo Travis
—¿No acaban de comer?— preguntó Apolo
—Pero la comida siempre es buena— señaló Connor
—Está bien, vayamos— dijo Apolo
Todos se dirigieron al comedor
—Entonces Esperanza, nos ibas a contar una historia— dijo Travis
—Claro que si no quieres, no es necesario que la cuentes— murmuró Leo
—Por favor— suplicaron los Stoll
—No fue la gran cosa— dijo Esperanza —pero está bien
Todo ocurrió el año pasado, ese día el grado en el que iba Esperanza iba a terminar las clases más tarde de lo habitual debido a una tonta prueba que estaban haciendo, una semana antes habían mandado circular a los padres de familia para que estuvieran enterados y estuvieran de manera puntual a la salida, ese día le habían dicho que su padre iría por ella y que por supuesto esperara hasta que él llegara.
Todo había ido como cualquier otro día, tomó sus clases normales, vio a sus amigos en el receso, hizo su tarea 5 minutos antes de tenerla que entregar y pues al último presentó esa tonta prueba, a la salida estaban los padres de sus compañeros, pero no el de ella, no le preocupó, a veces hay cosas que te pueden retrasar de camino, pasaron 10 minutos y nada, luego esos 10 minutos se convirtieron en 30, luego en una hora
—Esperanza ¿Que haces todavía aquí?— preguntó una de las profesoras al verla parada con las manos en los bolsillos y recorriendo toda la calle con la mirada
—Mi papá se retrasó— dijo Esperanza —pero no ha de tardar
—¿Estás segura?— preguntó la profesora con incredulidad
—Sí— asintió Esperanza, no podían olvidarla ¿Cierto?
—Está bien, entonces esperemos
Pasó otra hora, la maestra quiso llevar a Esperanza a su casa, ella se negó ¿Y si su papá ya iba de camino y no la encontraba? Otra hora más, se estaba haciendo tarde, una hora más, el cielo empezaba a ponerse gris, hasta que oyó una voz conocida
—¿Esperanza?
Gracias a los dioses era el tío Jason, de la mano como Thom
—¿Qué haces aquí? Saliste hace horas de la escuela
—Mi papá se retrasó— dijo Esperanza
El tío Jason miró a la maestra —Llevamos cuatro horas aquí, no quiere que la lleve a su casa
—Está bien, yo te llevaré— dijo Jason
La maestra asintió, obviamente sin ninguna preocupación allí todos conocían a los héroes del Argo II
—Gracias— dijo el tío Jason a la maestra, ella asintió
Después de eso, se fue a casa de Jason, donde comió, le prestaron un suéter y la tía Piper prometió que haría que Leo se golpeara por abadonarla, poco después de eso Piper la llevó a su casa, Leo abrió la puerta y Esperanza jamás olvidaría la cara de pasmo que puso al verla de la mano de Piper
—Creo que olvidaste algo— dijo Piper
—Hola— dijo Esperanza
—No puede ser— dijo Leo con incredulidad —yo tenía que ir por ella el miércoles y salía tarde
—Hoy es miércoles y salió hace horas Leo— dijo Piper
—Oh dioses cariño, lo siento tanto— dijo Leo examinando a Esperanza —Calipso me va a matar
Y después de eso todo era muy borroso, porque cayó rendida por el sueño, aunque Leo y Piper se quedaron hablando durante un rato
Todos miraron a Leo con incredulidad
—Dioses Leo, ni a mí me han abandonado tan feo— dijo Travis
—Aunque es una tentación, a veces— comentó Chris
—Lo siento— dijo Leo
—Está bien, ahora ya es divertido— dijo Esperanza —por supuesto, toda la escuela lo supo, pero...— Esperanza se encogió de hombros
—Dioses Leo— dijo Calipso
—Yo digo que lo golpees— dijo Connor
Y de repente todo el comedor era un coro de murmullos, tardaron bastante antes de que alguien empezara a comer
—Y un tiburón sería impresionante— estaba diciendo Percy a Annabeth después de la historia
—¿Y dónde pondrías un tiburón, sesos de alga?— preguntó Annabeth
—En la bañera— respondió Percy
—Dijiste que me ibas a contar algo sobre Bianca— señaló Nico
—Dije despues de la comida— comentó Will
—Ya estamos comiendo— dijo Nico
—Pero este es el segundo desayuno, la comida todavía no pasa— dijo Will
Nico le dio una mala mirada
Poco después todos regresaron a la sala de trono
—Yo quiero leer— dijo Frank tomando el libro —capítulo 29, Leo
Leo no paraba de mirar atrás. Esperaba ver a aquellos repugnantes dragones del sol tirando de un carro volador con una dependienta mágica que gritaba y lanzaba pociones, pero no les seguía nada.
—Gracias a los dioses— dijo Hazel
—Por lo menos un poco de paz— dijo Piper
—No es que durara mucho, realmente— mencionó Leo
—Por eso dije "un poco"— señaló Piper riendo
Condujo al dragón hacia el sudoeste. Al final, el humo de los grandes almacenes en llamas desapareció a lo lejos,
—Mientras más distancia ponga, está mejor— dijo Apolo
—Me gustaba más la distancia que teníamos cuando ella aún estaba en el inframundo— comentó Piper
—Pero así no la habrías conocido— señaló Percy
—Aún mejor— dijo Piper
pero Leo no se relajó hasta que las zonas residenciales de Chicago dieron paso a los campos nevados y empezó a ponerse el sol.
—Porque la noche tampoco ayudaba mucho— comentó Leo
—Definitivamente no— dijo Jason
—Es que todos los cuentos de terror ocurren en la noche— dijo Connor
—Obviamente, si ocurrieran en el día no darían terror— señaló Miranda
—Hay cosas que dan más miedo de día— argumentó Connor
—Tu reflejo no cuenta— dijo Travis
Los chicos rieron
—¿Y así te dices mi hermano?— preguntó Connor indignado
Travis sonrió
—Buen trabajo, Festo —acarició la piel metálica del dragón—. Has estado impresionante.
—Estuvo genial— asintió Piper
—Fue increíble— dijo Jason
El dragón vibró. En su pescuezo, los engranajes emitieron unos chasquidos.
Leo frunció el entrecejo. No le gustaban aquellos ruidos.
—No sonaba como algo bueno— dijo Leo —y no era algo bueno
—Gracias por el spoiler— se quejó Percy
—Lo siento Aquaman, tenía que decirlo— dijo Leo
—No, no tenías que hacerlo— argumentó Percy
—Pero quería decirlo— dijo Leo
Si el disco de control estaba fallando otra vez… No, con suerte era algo sin importancia. Algo que podría arreglar.
—Por supuesto— dijo Hefesto
—No lo era— se lamentó Leo
—¡Leo!— chillaron Percy y los Stoll
Leo les sonrió
—La próxima vez que aterricemos te haré una puesta a punto —prometió—. Te has ganado una ración de aceite y de salsa de tabasco.
—Qué buena forma de pago— dijo Connor
—A mí me gusta más que me paguen con dinero— mencionó Travis
—No lo sé, la comida también es una buena forma de pago— comentó Percy
—Y la comida azul más— dijo Zoé
—Por supuesto que lo es— asintió Percy seriamente
—No es tan genial como el dinero— dijo Travis
Festo rechinó los dientes, pero incluso aquello sonó débilmente. La criatura volaba a un ritmo constante, ladeando sus grandes alas para aprovechar el viento, pero cargaba con demasiado peso.
—Pobre dragón— comentó Rachel
—Si yo fuera él, ya los habría aventado— bromeó Travis
—Gracias a los dioses no lo eres— dijo Leo con una sonrisa
Dos jaulas en las garras más tres personas en el lomo: cuanto más pensaba Leo en ello, más se preocupaba. Incluso los dragones metálicos tenían sus limitaciones.
—Pues sí— suspiró Leo
—Es bueno saberlo— dijo Katie
—Leo —Piper le dio una palmadita en el hombro—. ¿Te encuentras bien?
—Sí… bastante bien para ser un zombi al que le han lavado el cerebro — esperaba no parecer tan incómodo como en realidad se sentía—.
—Vamos a fingir que no— dijo Piper
—Gracias reina de belleza, eres muy amable por fingir que no— dijo Leo
—Lo sé, además Jason estaba igual— comentó Piper
—Gracias Pipes— murmuró Jason
Gracias por salvarnos allí atrás, reina de la belleza. Si no me hubieras sacado de ese hechizo…
—Habría estado feo— completó Percy
Piper miró a Percy de forma irónica
—Un aplauso a Piper por salvar a los chicos del hechizo— dijo Rachel
Los semidioses aplaudieron
—Cuando quieran— dijo Piper riendo
—No te preocupes —dijo Piper.
Pero Leo estaba muy preocupado.
—Que no le vas a decir que hacer— bromeó Connor
—Sí, lo noté— dijo Piper
—Si Leo quiere estar preocupado, Leo va a estar preocupado— dijo Leo
—Con razón luego se te olvida Esperanza en la escuela, a ti nadie te dice que hacer— dijo Travis con una carcajada
—A él ningún horario lo va a estar deteniendo— dijo Connor
—Los horarios son para los débiles— dijo Leo
—Ese es el argumento más sólido que había escuchado en mi vida— dijo Miranda
La facilidad con que Medea lo había enemistado con su mejor amigo le hacía sentirse fatal.
—Es de amigos— comentó Percy
—Que raras amistades tienen— dijo Rachel
—RED, pero tú también eres nuestra amiga— señaló Percy
—Pero yo no soy rara— dijo Rachel
—Por los dioses Rachel, eres tan rara como todos los que estamos aquí— bromeó Thalia
—Eso no excluye a nosotros, obviamente— dijo Apolo
—Y a nosotros— añadió Zoé con una sonrisa
—Por supuesto que nos excluye a nosotros— asintió Bianca
—No estoy tan seguro de eso señorita— dijo Apolo mirando de forma rara a Bianca, ella se encogió de hombros
Y esas emociones, el resentimiento hacia Jason porque siempre acaparaba la atención y porque no parecía necesitarlo, no habían salido de la nada. Leo se sentía así a veces, aunque no se enorgullecía de ello.
Leo se sonrojó furiosamente —Lo siento por eso— dijo mirando a Jason
—Yo también lo siento— dijo Jason —por las cosas que dije, eres una parte importante del grupo
—Gracias chispitas, tu también lo eres, esas cosas que dije no eran con intención— dijo Leo
—No te preocupes, estábamos bajo el hechizo de una malvada bruja
—Siento como si les deberíamos dar un poco de espacio o algo así— murmuró Connor
—Podemos salir de la sala si quieren— comentó Miranda
Sin embargo, lo que más le preocupaba era la noticia relacionada con su madre. Medea había visto el futuro en el inframundo.
Leo soltó una sarta de maldiciones
—Esa última no me la sabía— murmuró Connor —voy a tomar nota
—Me parece una idea fabulosa, tengo más de donde vinieron esas— comentó Leo
Por ese motivo, su patrona, la mujer de la ropa de tierra negra, había ido al taller de máquinas hacía siete años a asustarlo y arruinarle la vida. Por ese motivo había muerto su madre: por algo que Leo podría hacer algún día.
—Sin saber que eso te haría un enemigo aún más peligroso— señaló Reyna
Leo se sonrojó furiosamente
Así que, de algún extraño modo, aunque sus poderes con el fuego no habían sido los responsables, la muerte de su madre había sido culpa de él.
—No, no lo fue— dijo Hefesto
—Ella solo quiere que te sientas de esa manera— dijo Hestia
—Es más fácil manipular a un enemigo cuando es vulnerable por las emociones— señaló Clarisse
Leo hizo una mueca
Cuando habían dejado a Medea en los grandes almacenes incendiados, Leo se había sentido muy bien. Esperaba que ella no escapara y que regresara a los Campos de Castigo, donde debía estar. Tampoco se sentía orgulloso de esas emociones.
—Pero es la verdad— dijo Piper —por muchas razones
Leo asintió con incomodidad
Si las almas regresaban del inframundo…, ¿era posible que la madre de Leo volviera?
—No pienses en eso niño— dijo Hades —solo lograrás torturarte
Intentó apartar la idea de su cabeza. Era un pensamiento digno del doctor Frankenstein. No era natural. No estaba bien.
—Por supuesto no hablamos de los aquí presentes— murmuró Leo
—¿Gracias?— preguntó Bianca
Hazel y Zoë fruncieron el ceño, Luke le dio una mirada rara
—Creo que deberías seguir antes de que por alguna razón Leo salga herido— comentó Will
—Déjalo que salga herido— dijo Nico
Puede que Medea hubiera resucitado, pero no parecía del todo humana, con sus uñas humeantes, su cabeza brillante y toda la pesca.
—Y sus ojos de serpiente— añadió Percy
—Por supuesto, los ojos de serpiente— asintió Leo
—Fueron de lo más horrible— comentó Piper
No, la madre de Leo había fallecido. Pensar otra cosa acabaría volviéndolo loco. Aun así, la idea no dejaba de azuzarle, como un eco de la voz de Medea.
—Aún así tienes que dejar de pensar en eso— señaló Hades
Leo hizo una mueca
—Vamos a tener que aterrizar dentro de poco —avisó a sus amigos—. Seguiremos un par de horas más para asegurarnos de que Medea no nos sigue. No creo que Festo pueda volar más rato.
—Definitivamente no— dijo Leo —pero también era muy bueno tomar distancia
—La mayor que se pudiera— asintió Piper
—La verdad es que nadie nunca debería cruzarse con ella— señaló Hermes
—Ni por casualidad— asintió Apolo
—No, no es recomendable— dijo Piper
—De acuerdo —convino Piper—. El entrenador Hedge también querrá salir de su jaula de canario. La pregunta es: ¿adónde vamos?
—Al Área de la Bahía —aventuró Leo.
—Obviamente Piper— dijo Travis
—¿No estabas poniendo atención?— preguntó Leo negando con la cabeza
—También vas a tener que hacer el exámen— dijo Percy
—No, recuerda que yo solo hago los resúmenes— dijo Piper
Sus recuerdos de los grandes almacenes eran borrosos, pero le parecía haber oído algo relacionado con ese lugar—. ¿No dijo Medea algo sobre Oakland?
Piper resopló
—Y él estaba bajo el hechizo— señaló Thalia
—Tienes que poner más atención para la próxima— dijo Rachel
—Espero que no haya próxima, gracias— dijo Piper
Piper tardó tanto en contestar que Leo se preguntó si había dicho algo inoportuno.
—Pues un poco— dijo Piper
—Pero tenía que preguntar— dijo Percy
—Lo sé— suspiró Piper
—El padre de Piper —interpuso Jason—. A tu padre le pasó algo, ¿verdad?
Cayó en una trampa.
Piper espiró de forma temblorosa.
—Eso es un sí— dijo Apolo
—Era un horrible sí, aunque no pudiera decirlo— comentó Piper
—Te entendemos— asintió Jason
—Medea dijo que los dos moriríais en el Área de la Bahía. Y además… aunque fuéramos allí, ¡es enorme! Primero tenemos que encontrar a Eolo y dejar a los espíritus de la tormenta.
—Es lo que había que hacer— dijo Piper
Los chicos la miraron con una mueca
Bóreas dijo que Eolo es el único que puede decirnos adónde tenemos que ir exactamente.
Leo gruñó. —¿Y cómo encontramos a Eolo?
—Esa es una excelente pregunta— dijo Percy
—Gracias, yo siempre hago excelentes preguntas— dijo Leo
—Qué modesto— comentó Percy
—Gracias, siempre lo soy— añadió Leo
—Se nota— asintió Percy
Jason se inclinó hacia delante.
—¿No lo ves?
—No— dijo Leo
—Bueno, pues gracias por decirme— dijo Jason
—Cuando quieras chispitas— dijo Leo
Señaló al frente, pero Leo no veía nada más que las nubes y las luces de unos cuantos pueblos brillando en el crepúsculo.
—Y no creo que se refiera a ellos— dijo Connor
—No, no me refería a eso— dijo Jason
—¿Tienes visión de rayos x? —preguntó Percy —porque si la tienes y no me has dicho me voy a sentir muy ofendido
—No tengo visión de rayos x— dijo Jason
—Una lástima, habría sido genial que tuvieras visión de rayos x— señaló Percy
—Lo siento, bro— dijo Jason encogiéndose de hombros
—Una visión rayos x estaría increíble— asintió Esperanza
—¿Qué? —preguntó Leo.
—Eso… sea lo que sea —dijo Jason—. En el aire.
—Y esa es una excelente respuesta— dijo Percy
—¿También siempre das excelentes respuestas?— preguntó Connor
—No lo sé— murmuró Jason
—Claro que las da— asintió Thalia
Leo lanzó una mirada atrás. Piper parecía tan confundida como lo estaba él.
—Vale —dijo Leo—. ¿Podrías ser más específico con la parte del « sea lo que sea» ?
—Si no es mucha molestia— dijo Travis
—Eso de "sea lo que sea" no ayudaba mucho, chispitas— dijo Piper
—Exacto, esa respuesta solo funciona cuando se trata de ponerla en los exámenes— señaló Leo
—Es cierto— dijo Connor
—¿Ves que esa respuesta sí funciona?— preguntó Esperanza a Zoé
—No en los exámenes Esperanza— señaló Zoé
—Es como una estela de vapor —dijo Jason—. Pero brillante. Es muy tenue, pero desde luego está ahí. Hemos estado siguiéndola desde Chicago, así que me imaginé que vosotros también la veíais.
—Pues no la veíamos— dijo Leo
—Ya lo noté— dijo Jason
—Más vale tarde que nunca— dijo Rachel
Leo negó con la cabeza.
—A lo mejor Festo puede percibirla. ¿Crees que la ha hecho Eolo?
—Bueno, es una estela mágica en el viento —dijo Jason—. Eolo es el dios del viento.
—Sí eso es posible— dijo Katie
—Suena como algo lógico— dijo Bianca
Creo que sabe que le traemos unos presos. Nos está diciendo adónde tenemos que volar.
—O es otra trampa —dijo Piper.
—Y esa también es otra posibilidad— dijo Miranda
—Debemos entender su tono optimista— dijo Connor —solo por eso no te vamos a hacer burla
—Ah, vale— murmuró Piper
—Cuando quieras— dijo Connor
Su tono preocupó a Leo. No parecía nerviosa. Sonaba como si estuviera rota por la desesperación, como si su destino ya estuviera decidido y fuera culpa de ella.
—Ah, gracias— dijo Piper
—Pues así te oías— se defendió Leo
—Sí, un poco Pipes— asintió Jason
—¿Estás bien, Pipes? —preguntó.
—No me llames así.
—Reina de belleza, entonces— dijo Leo
—También te dije que no me llamaras así— señaló Piper —pero puedes llamarme "la tía favorita de Zoé— bromeó
—Eso es jugar sucio Mclean— dijo Leo con indignacion
Zoé se sonrojó
—Vale. No te gusta ninguno de los nombres que te pongo. Pero si tu padre está en apuros y podemos ayudar…
—Pero no estaba segura si podían hacerlo— dijo Piper
—Pero al menos lo teníamos que intentar— dijo Jason
—Por supuesto que sí, reina de belleza— dijo Leo enfatizando el apodo
—No podéis —replicó ella, con la voz cada vez más temblorosa—. Oye, estoy cansada. Si no te importa…
Se apoyó contra Jason y cerró los ojos.
—Pero si no estaba tan perdida— bromeó Travis
—Piper va con todo— dijo Rachel
—¿Estabas cómoda?— preguntó Annabeth con una sonrisa
Piper se sonrojó —Pues sí
De acuerdo, pensó Leo: una señal muy clara de que no tenía ganas de hablar.
Volaron en silencio durante un rato. Festo parecía saber adónde iba.
—También ve la cosa esa que dijo Jason— dijo Percy
—No se llama "cosa esa"— dijo Leo —se llama "sea lo que sea"
—Disculpa por no haberme acordado de su increíble nombre— comentó Percy
Jason rodó los ojos
Mantuvo la trayectoria girando suavemente hacia el sudoeste y, con suerte, hacia la fortaleza de Eolo. Otro dios del viento al que visitar, una nueva variante de locura. Vaya, Leo se moría de ganas de llegar.
—Obvio, sonaba super divertido— dijo Piper
—Sip, definitivamente algo que quisieras hacer todos los días— asintió Leo
—Uy sí, nunca te aburrirías de ello— comentó Piper
—Suena increíble— dijo Leo con sarcasmo
Tenía demasiadas cosas en la cabeza para dormir, pero, ahora que ya estaba fuera de peligro, su cuerpo opinaba de forma distinta. Su nivel de energía se encontraba bajo mínimos.
—Peligro— dijo Travis
—Y vaya que sí— suspiró Leo
Jason y Piper hicieron una mueca
El ritmo monótono de las alas del dragón hacía que le pesaran los párpados. Empezó a cabecear.
—Duerme un rato —dijo Jason—. No te preocupes. Dame las riendas.
—Espero que no los vaya casi a matar como Thalia a nosotros— dijo Percy
—Qué exagerado eres, sesos de algas— dijo Thalia rodando los ojos —además por lo que he escuchado tampoco te fue tan bien
—Pero no hago que casi nos matemos— señaló Percy
—Nooo, para nada— dijo Leo —bueno claro, que si te comparamos con Nico…
Nico resopló —Fue más divertido cuando yo conduje
Todos los que iban en el carro solar le dieron miradas irónicas
—No, estoy bien…
—Leo —dijo Jason—, no eres una máquina. Además, yo soy el único que ve la estela de vapor. Me aseguraré de que no nos desviamos.
—Tiene un buen punto— dijo Apolo
—Sí, excelente razonamiento— dijo Leo —te ganaste una estrellita
—Gracias— dijo Jason
A Leo se le empezaron a cerrar los ojos.
—Está bien. Puede que…
No terminó la frase y se desplomó contra el pescuezo caliente del dragón.
—Nada más tenía poquito sueño— dijo Leo
—Claro— dijo Jason con una sonrisa
—solo imagina que hubieras tenido mucho sueño— dijo Percy
En el sueño oyó una voz cargada de electricidad estática, como una radio defectuosa.
—¿Hola? ¿Funciona?
—Oh bueno— murmuró Leo
—Me encanta cuando los chicos ponen esas expresiones— dijo Apolo
—Genial— dijo Leo
La vista de Leo se enfocó… más o menos. Todo estaba borroso y gris, con franjas de interferencias que atravesaban su visión. Nunca antes había soñado con mala sintonización.
—Es que no pagaste por el servicio completo— señaló Percy
—Pues es que nadie me había avisado— se quejó Leo
—Te cortaron la señal por falta de pago— bromeó Travis
—La verdad es que sí tiene sentido— dijo Leo
—Nunca he soñado así, pero suena cool— dijo Connor
—Sí, algo— dijo Leo
Parecía que estuviera en un taller. Con el rabillo del ojo veía sierras circulares de mesa, tornos para metales y cajas de herramientas. Una fragua brillaba alegremente contra una pared.
Todos los dioses voltearon a ver a Hefesto, Hefesto frunció el ceño
No era la fragua del campamento: demasiado grande. No era el búnker 9: mucho más caliente y más cómodo, y se notaba que no estaba abandonado.
—Por eso supe que no era el búnker 9— dijo Leo
—Ya nos damos cuenta— comentó Miranda
Entonces Leo se fijó en algo que le tapaba la parte central de la vista: algo grande y borroso situado tan cerca de él que tuvo que bizquear para verlo bien. Era una cara grande y fea.
—¡Santa madre! —gritó.
Hefesto resopló
La cara retrocedió y se enfocó. Mirándolo fijamente había un hombre con barba vestido con un mugriento mono azul.
—Sí, como te he dicho infinidad de veces, te hace falta algo de estilo— comentó Apolo mirando a Hefesto —no sé, podrías encontrar colores más geniales
Hefesto miró a Apolo como si este se hubiera vuelto loco
—Algo así me miró Nico cuando le dije que papá le debería aparecer ropa rosa— susurró Hazel en confidencia a Frank
Frank trató de no reír
Tenía la cara llena de protuberancias y de verdugones, como si le hubieran picado un millón de abejas o lo hubieran arrastrado sobre grava. Posiblemente, ambas cosas.
Hefesto frunció el ceño
—Bah —dijo el hombre—. Santo padre, muchacho. Creía que sabías la diferencia.
—Estás como el cíclope que quería casarse con Grover— dijo Connor negando con la cabeza
—No me recuerdes eso— dijo Grover
—Yo quería ser el niño de las flores en esa boda— bromeó Percy
—Percy— baló Grover
Leo parpadeó.
—¿Hefesto?
Al encontrarse en presencia de su padre por primera vez, probablemente Leo debería haberse quedado estupefacto, o pasmado, o algo parecido,
—Pero no— dijo Leo con una sonrisa
—Eso es una manera de demostrar autocontrol— dijo Travis
—Yo siempre tengo autocontrol— señaló Leo
—Sí claro— dijo Calipso
pero, después de todo lo que había ocurrido los últimos días, entre cíclopes, una hechicera y una cara formada en los residuos de retretre portátil, lo único que sintió fue una oleada de irritación absoluta.
—Qué alguien más va a dormir fuera del palacio— señaló Travis
—Piper, ¿Me prestas un cacho del comedor donde duermes?— bromeó Leo, en realidad no le preocupaba, Hefesto no lo había tomado mal
—Claro que sí, mi comedor es tu comedor— dijo Piper
—En realidad, es nuestro comedor— señaló Apolo
—Apolo— dijo Artemisa
—Pues sí es nuestro comedor— argumentó Apolo
—¿Apareces ahora? —preguntó—. ¿Después de quince años? Menudo padre, Cara Peluda. ¿De dónde sales y por qué metes las narices en mis sueños?
El dios arqueó una ceja.
Todos miraron a Leo impresionados
—La verdad me sorprende que todavía estés aquí— dijo Katie
—A mí me sorprende más— dijo Leo con una sonrisa
En su barba se encendió una pequeña chispa. A continuación, echó atrás la cabeza y se puso a reír con tal estridencia que las herramientas de los bancos de trabajo empezaron a traquetear.
—Bueno, es mejor a que te convierta en cenizas— dijo Apolo
—Sí, supongo— dijo Leo
—La pregunta aquí es ¿Lo podría convertir en cenizas?— preguntó Connor —con eso de inmune al fuego y todo eso
—No sé, no quiero averiguarlo, gracias— comentó Leo
—Hablas igual que tu madre —dijo Hefesto—. Echo de menos a Esperanza.
—Lleva siete años muerta —a Leo le temblaba la voz—. Aunque no es que eso te importe.
Se hizo un silencio tenso
—Sí que me importa, muchacho. Me importáis los dos.
—Claro. Y por eso hoy es la primera vez que te veo.
Los dioses se removieron incómodos, pues después de 6 libros era más que obvio que no era el único que había pasado por eso
El dios emitió un sonido cavernoso con la garganta, pero parecía más incómodo que furioso.
Igual que en la sala
—Sí bueno ¿No odian que estos libros sean tan indiscretos?— preguntó Leo
—Sí— dijeron Percy, Jason y Piper al unísono
—No— dijeron algunos de los demás
Sacó un motor en miniatura del bolsillo y comenzó a juguetear distraídamente con los pistones, como hacía Leo cuando estaba nervioso.
—¿Quién lo diría?— murmuró Leo y lo más raro de la situación, es que después de unas cuidadosas miradas al parecer Esperanza tenía la misma manía
—No se me dan bien los niños —confesó el dios—. Ni las personas. Bueno, en realidad no se me da bien ninguna forma de vida orgánica.
—Vida orgánica— dijo Piper
—Ahora lo entiendo— dijo Jason
Leo les dio una sonrisa
Pensé hablar contigo en el funeral de tu madre. Luego otra vez cuando estabas en quinto… aquel trabajo de ciencias que hiciste, el lanzapollos a vapor. Impresionante.
Leo se sonrojó
—Eso suena demasiado increíble— dijo Connor
—No era tan increíble— dijo Leo
—Es obvio que no he visto tu proyecto, pero creeme cuando te digo que no cualquier cosa se me hace impresionante— dijo Hefesto
Leo se sonrojó aún más —Gracias
—¿Lo viste?
Hefesto señaló la mesa de trabajo que tenía más a mano, donde había un reluciente espejo de bronce que mostraba una imagen borrosa de Leo dormido a lomos del dragón.
—Lo cual fue sumamente raro— señaló Leo —y no lo recomiendo a menos que quieran una horrible jaqueca
—De todas maneras nosotros no soñamos así— bromeó Percy
—Entonces no tienen de qué preocuparse— aseguró Leo
—Pero no podemos negar que sí suena un poco increíble— dijo Esperanza
—Sí, sí lo hace— dijo Leo
Calipso miró a la pequeña niña, dioses, era tan parecida a Leo que era un poco raro y aún así era increíble saber que después de años encerrada en esa isla por fin tendría una vida
—¿Ese soy yo? —preguntó Leo—. ¿Soy yo…, ahora mismo, teniendo este sueño…, mirando cómo sueño.
—Okaaay, definitivamente suena muy raro— dijo Travis
—Les dije— asintió Leo
—Disculpa por no creerte— dijo Travis
Hefesto se rascó la barba.
—Me confundes. Pero sí…, eres tú. Siempre te vigilo, Leo. Pero hablar contigo es… otra cosa.
Hefesto lucía bastante incómodo en su trono
—Te da miedo —dijo Leo.
—¡Anillas y engranajes! —gritó el dios—. ¡Por supuesto que no!
—Sí, te da miedo.
—Uy te pillaron, Hefesto— dijo Apolo
Hefesto le dio una mala mirada —Por supuesto que no me da miedo
—Claro que no— dijo Apolo riendo
Pero la ira de Leo se desvaneció. Se había pasado años pensando en lo que le diría a su padre si alguna vez se conocían y en la bronca que le echaría por haber sido un mal padre.
—Ups— murmuró Leo
—¿Tenías todo un discurso planeado?— preguntó Rachel
—Seeep— dijo Leo —con puntos, comas y haciendo mucho énfasis en algunas palabras
—Qué preparación— dijo Percy
—Lo sé, pero no lo utilicé— comentó Leo encogiéndose de hombros
Ahora, mirando aquel espejo de bronce, Leo pensó que su padre había seguido sus progresos a lo largo de los años, incluso sus estúpidos experimentos de ciencias.
—Y como te dije, entonces no creo que hayan sido estúpidos— dijo Hefesto
—¿Y entonces por qué siempre dices que mis inventos son estúpidos?— preguntó Hermes
—Por que son estúpidos— dijo Hefesto
—La lira no le pareció a Apolo un invento estúpido— señaló Hermes
—A Apolo— resopló Hefesto
—Apolo los puede escuchar— masculló el dios del sol
Tal vez Hefesto era un capullo, pero Leo entendía su problema. Él sabía lo que era huir de la gente y no encajar en ninguna parte.
Leo se removió incómodo
—Pero ahora tienes una nueva secta— dijo Percy con una sonrisa
Leo sonrió
Sabía lo que era esconderse en un taller en lugar de intentar tratar con formas de vida orgánica.
—Puedes empezar por tratar con nosotros— dijeron los Stoll al unísono
—Un verdadero reto realmente— comentó Chris
—Gracias, eres el mejor hermano— dijo Travis
—Estas formas de vida orgánica dejaremos que trates con nosotros— dijo Percy
—Por supuesto, para eso está la secta— dijo Miranda
—No puedo creer que nos estemos llamando a nosotros mismos una secta— comentó Katie —pero sí, para eso estamos
Leo sonrió
—Entonces —gruñó Leo—, ¿te mantienes al corriente de las vidas de todos tus hijos? Tienes unos doce en el campamento. ¿Cómo te las apañas…? Da igual. No quiero saberlo.
—Hay cosas que es mejor no saber— dijo Leo
—Te entiendo perfectamente— dijo Percy de acuerdo
Poseidón se removió con incomodidad
Hefesto podría haberse ruborizado, pero tenía la cara tan golpeada y colorada que era difícil de saber.
Hefesto masculló una especie de maldición
—Los dioses no somos como los mortales, muchacho. Podemos estar en muchos sitios al mismo tiempo: donde la gente nos llama, donde nuestra esfera de influencia es fuerte.
—Eso tiene mucho sentido para mí— dijo Leo
—Para mí no mucho, es confuso— dijo Connor
—Da dolor de cabeza— asintió Percy
—No piensen mucho en ello— comentó Perséfone
De hecho, es raro que toda nuestra esencia se concentre en un solo sitio: nuestra auténtica forma. Es peligroso y lo bastante potente para destruir a cualquier mortal que nos mire.
—¿O sea que no están aquí del todo?— preguntó Esperanza
—Sí, pero no— dijo Leo dando una increíble respuesta a la pregunta de la niña
Así que… sí, tengo muchos hijos. Añade a eso nuestros distintos aspectos: el griego y el romano…
—Dioses Leo, ya te lo dijo— comentó Piper
—Pues sí, pero no lo noté— dijo Leo encogiéndose de hombros —además tú también ya lo habías descubierto, casi
—Pero no lo había confirmado— señaló Piper
—Te lo confirmo ahorita— dijo Leo con una sonrisa
—Los dedos del dios se quedaron inmóviles en su motor—. En otras palabras, ser dios es complicado. Y sí, intento mantenerme al corriente de las vidas de todos mis hijos, pero sobre todo de la tuya.
Leo se volvió a sonrojar, después de todo era sumamente raro que fuera tan importante… vale, tal vez sí era un poco importante, pero aún así
Leo estaba seguro de que a Hefesto había estado a punto de escapársele algo importante, pero no sabía qué.
—Ahora Leo ya sabe de qué se trata— dijo Leo —y Piper también
—Y básicamente todos nosotros lo sabemos— dijo Thalia
—Adiós a nuestro precioso secreto— dijo Apolo
—Y es el único secreto que guardaste adecuadamente— señaló Hermes
—Peor aun— se quejó Apolo
—¿Por qué te has puesto en contacto conmigo ahora? —preguntó Leo—.
Creía que los dioses os habíais quedado en silencio.
Algunos de los dioses resoplaron
—Así es —gruñó Hefesto—. Órdenes de Zeus; muy raras, incluso para él. Ha interceptado todas las visiones, los sueños y los mensajes de Iris enviados y recibidos en el Olimpo.
—Y eso no los ha detenido al parecer— masculló Zeus
—Estás escuchando la clase de peligro en la que están ¿Cierto?— preguntó Poseidón
—Y por algo he cerrado el Olimpo— gruñó Zeus —pero a ustedes parece que nada de eso les importa
Los dioses miraron a Zeus con incredulidad
Hermes está de brazos cruzados, muerto de aburrimiento, porque no puede entregar la correspondencia.
Hermes hizo una mueca
Por suerte, yo conservo mi viejo equipo de transmisión pirata.
Hefesto dio unos golpecitos a una máquina que había sobre la mesa. Parecía una mezcla de una antena parabólica, un motor V6 y una cafetera.
—Suena cool ¿Lo tienes? ¿Nos lo vas a prestar?— preguntó Apolo
—Sí lo tengo, no te lo voy a prestar— dijo Hefesto
—Qué envidioso— dijo Apolo
Cada vez que el dios sacudía la máquina, el sueño de Leo parpadeaba y cambiaba de color.
—Nunca había soñado con tales efectos especiales— comentó Leo
—Yo quiero soñar con esos efectos— dijo Percy
—Tú sueñas con demasiados efectos, sesos de alga— dijo Annabeth
—Sí, pero no con esos efectos— señaló Percy
—Es que siempre tengo los mejores efectos— dijo Leo con una sonrisa
—Lo utilicé durante la guerra fría —dijo el dios con cariño—. Radio Libre Hefesto. Esa sí que fue una buena época. Lo guardo sobre todo para la televisión de pago o para hacer vídeos cerebrales virales…
—Son muy buenos— comentó Hermes
—La verdad es que no quiero saber de qué se trata— dijo Travis
—Vaya, eso es nuevo— dijo Katie
—Ustedes se lo pierden— añadió Hermes
—Vídeos cerebrales virales…
—Pero ahora me viene muy bien otra vez. Si Zeus supiera que me estoy poniendo en contacto contigo, me despellejaría vivo.
—Una lastima que ahora se entere— comentó Ares
Hefesto le lanzó una mirada asesina
—Aún así eso no te detuvo— señaló Zeus
Algunos de los dioses resoplaron
—Yo quería leer este capítulo— suspiró Frank
—Sí— dijo Leo con una sonrisa, obviamente recordaba la conversación
—¿Por qué se está portando Zeus como un gilipollas?
—Bueno, es lo que mejor se le da, muchacho.
—No lo podemos negar— dijo Poseidón
—Ten cuidado en como me hablas niño— gruñó Zeus
Leo no se veía arrepentido de sus palabras
Hefesto lo llamaba « muchacho» como si Leo fuera una molesta pieza de una máquina: una arandela de sobra que no tuviera ninguna utilidad clara, pero que Hefesto no quisiera tirar por miedo a necesitarla algún día.
Hefesto se sonrojó
—Me encanta ser una molesta pieza de máquina— dijo Leo para sí mismo
No era precisamente conmovedor, pero, por otra parte, Leo no estaba seguro de querer que lo llamara « hijo» . Él no tenía la menor intención de empezar a llamar « papá» a aquel tipo grande y feo.
—De acuerdo— dijo Leo —ya no quiero leer
—Tú no estás leyendo— señaló Frank
Hefesto se cansó del motor y lo lanzó por encima del hombro. Antes de que cayera al suelo, le salieron unas aspas de helicóptero y se fue volando hasta el cubo de reciclaje.
—Eso también suena super increíble— dijo Connor —nos ahorraría mucho trabajo
—Tengo que estar de acuerdo— asintió Percy sería lo mejor del mundo para pasar la inspección de cabañas
—Definitivamente estaría increíble— dijo Miranda —así al fin les ganaríamos a los de Afrodita
—No creo— dijo Piper riendo
—Y a los de Apolo— señaló Katie
—Tampoco lo creo— dijo Will
—También a los de Atenea— dijo Percy
—No va a pasar— dijo Annabeth
—Supongo que fue en la segunda guerra de los titanes —explicó Hefesto—. Es lo que disgustó a Zeus. Los dioses nos… avergonzamos. No creo que haya otra forma de decirlo.
—Ya nos exhibiste— señaló Apolo
—Nos exhibimos desde el primer libro— dijo Hermes
—Pero ganasteis —dijo Leo.
El dios gruñó.
—Ganamos porque los semidioses del… —una vez más, vaciló, como si hubiera estado a punto de cometer un error—
—Bueno, al menos ahora esas vacilaciones tiene sentido— comentó Leo —Es más fácil entenderlo cuando sabes todo
—Y cuando te acuerdas de todo— señaló Jason
—Y vaya que sí— murmuró Percy
del Campamento Mestizo tomaron la iniciativa. Ganamos porque nuestros hijos libraron nuestras batallas, y lo hicieron con más inteligencia que nosotros.
—No lo podemos negar— suspiró Hermes
Zeus soltó una maldición
Si hubiéramos dependido del plan de Zeus, todos habríamos ido al Tártaro a luchar contra el gigante Tifón, y Cronos habría vencido.
—Es cierto padre— comentó Atenea en tono diplomático —has escuchado que Tifón solo fue una trampa
Bastante grave era ya que los mortales ganaran la guerra por nosotros, pero entonces ese joven advenedizo, Percy Jackson…
—Otra vez yo— se quejó Percy
—Siempre eres tú Percy— dijo Thalia
—Gracias— dijo Percy
—El chico que ha desaparecido.
—Ejem, sí. Él. Tuvo la osadía de rechazar nuestra oferta de inmortalidad y de decirnos que hiciéramos más caso a nuestros hijos.
Los semidioses fruncieron el ceño, algunos de los dioses se vieron un poco incómodos
Lo digo sin ánimo de ofender.
—Oh, ¿por qué iba a ofenderme? Por favor, sigue haciendo como si no existiera.
—Si no es mucha molestia— dijo Travis
—Como si fueras una especie de pieza de máquina— señaló Percy
—Cierto, pero no quedaba tan bien esa oración— dijo Leo
—Tienes razón, no suena tan increíble— dijo Percy
—Eres muy comprensivo… —Hefesto arrugó la frente y acto seguido suspiró con cansancio—. Ha sido un sarcasmo, ¿verdad?
—Seep— asintió Leo
Hefesto suspiró
Normalmente, las máquinas no tienen sarcasmo. Como iba diciendo, los dioses se sintieron avergonzados, ridiculizados por los mortales.
Algunos de los dioses se sonrojaron
—Bueno, nos sentimos ridiculizados ¿Y aún así cerramos el Olimpo a pesar de que un peligro aún mayor se acerca?— preguntó Artemisa con incredulidad
—Artemisa— masculló Zeus como advertencia
Al principio, por supuesto, estábamos agradecidos, pero al cabo de unos meses esas emociones se volvieron amargas. Al fin y al cabo, somos dioses.
Los dioses tuvieron cierta decencia de lucir un poco avergonzados
Necesitamos que nos admiren, que nos respeten, que nos tengan temor y admiración.
—Es cierto— asintió Apolo
Los semidioses se miraron entre sí
—¿Aunque no tengáis razón?
—¡Sobre todo entonces! Y que Jackson rechazara nuestro don, como si ser mortal fuera mejor que ser un dios…
—Y por supuesto fue la mejor decisión— susurró Percy a su novia
—Sí lo fue— dijo Annabeth con una sonrisa
Zeus no tragó con eso. Decidió que debíamos volver a los valores tradicionales. Los dioses debían ser respetados. Podíamos ver a nuestros hijos, pero no visitarlos. Se cerró el Olimpo.
—Vaya un gran cambio— murmuró Bianca para sí misma
Al menos, eso fue parte de su razonamiento. Y, por supuesto, empezamos a oír que se estaban agitando cosas malas bajo tierra.
—Pero aun así el Olimpo fue cerrado— suspiró Hestia
—Hestia por favor— dijo Zeus —el Olimpo tenía que estar cerrado
—¿Te refieres a los gigantes? ¿Monstruos que se regeneran enseguida?
¿Muertos que resucitan? ¿Cosas por el estilo?
—Sí, muchacho.
—Nada era para estar seguro— dijo Leo
—Solo era una suposición— dijo Percy
—Por supuesto, no teníamos pruebas de nada— comentó Leo
—Claro, obviamente— asintió Percy
Hefesto giró un mando de su máquina de transmisión pirata. El sueño de Leo se volvió más nítido y a todo color, pero la cara del dios estaba tan llena de verdugones rojos y amarillos y de cardenales negros que Leo deseó que volviera al blanco y negro.
—Estos libros son horriblemente indiscretos— dijo Leo
—Lo sé— asintió Percy —por eso espero que todos los que faltan sigan viniendo desde su puto de vista
—Muchas gracias por los buenos deseos— dijo Piper
—Zeus cree que puede cambiar las cosas —dijo el dios— y adormecer otra vez la tierra mientras sigamos callados.
—¿Es en serio?— resopló Poseidón
—¿Esto es como esas cosas de si no lo veo no pasa?— preguntó Hermes
—Querido, sabes que eso no sucederá ¿Cierto?— masculló Hera
Ninguno de nosotros lo cree. Y confieso que no creo que estemos en condiciones de librar otra guerra. Sobrevivimos a los titanes por poco.
—Y aun así piensan que estuvo mal cerrar el Olimpo— masculló Zeus
—¡Porque es mala idea!— bufó Poseidón
Si se están repitiendo las mismas pautas de entonces, lo que se avecina es todavía peor.
—Gracias, eso no quería que lo confirmaran— suspiró Leo
—Aquí no obtienes lo que quieres— señaló Travis
—Cierto, lo olvidé— dijo Leo
—Los gigantes —dijo Leo—. Hera dijo que los semidioses y los dioses tienen que unir fuerzas para vencerlos. ¿Es cierto?
—Hummm. No soporto estar de acuerdo con mi madre en algo, pero es cierto.
—Por supuesto que es cierto— dijo Hera —y tampoco me agrada que estés de acuerdo conmigo
Hefesto bufó
Esos gigantes son difíciles de matar, muchacho. Son una raza distinta.
—¿Raza? Parece que estuvieras hablando de caballos de carreras.
—¡Ja! —exclamó el dios—. Más bien, de perros de guerra.
—Sí, creo que les queda— asintió Apolo
—Aunque los perros son más lindos— comentó Miranda
—No los chihuahuas— señaló Connor
—Cualquier raza de perro es más linda que los gigantes— dijo Miranda
—Definitivamente— asintió Leo
Verás, al principio, todos los elementos de la creación venían de los mismos padres: Gaia y Urano, la Tierra y el Cielo. Tenían distintos grupos de hijos: los titanes, los primeros cíclopes, etcétera.
—Creo que tenían mucho tiempo libre— murmuró Travis
—Pues sí, el principio de los tiempos y todo eso— señaló Katie
—Sí, tienes razón Kat— suspiró Travis
Entonces Cronos, el jefe de los titanes… Bueno, probablemente sepas que castró a su padre Urano con una guadaña y se apoderó del mundo.
—Excelentes historias para dormir— dijo Leo
—Y con sueños hermosos— asintió Percy
—Por supuesto, es más esas historias servirían para festejar cumpleaños con temática— dijo Percy
—Como nuestra fiesta temática que vamos a tener cuando consigamos el permiso ¿Verdad Quirón?— preguntó Connor
—No creo que sea una buena idea muchacho— dijo Quirón
—Lo sé, es una increíble idea— sonrió Connor
Luego los dioses, hijos de los titanes, evolucionamos y los vencimos. Pero ahí no acabó la cosa. La Tierra dio a luz a una nueva serie de hijos, pero su padre era Tártaro: el lugar más oscuro y perverso del inframundo.
Percy y Annabeth se miraron discretamente
Esos hijos, los gigantes, fueron engendrados con un claro objetivo: vengarse de nosotros por la derrota de los titanes. Se alzaron para destruir el Olimpo, y estuvieron muy cerca de conseguirlo.
—Y vaya que sí— dijo Hermes
—Sí, ese tipo de historias son las que no nos gustan— dijo Apolo
—Son del tipo "historias malas"— asintió Hermes
—Del tipo "jamás se deberían de saber"— dijo Apolo
A Hefesto le empezó a arder la barba, y apagó las llamas distraídamente.
—Lo que está haciendo ahora la condenada de mi madre, Hera… Es una insensata y una entrometida
Hera le lanzó una mirada asesina
—Es la verdad— señaló Hefesto con indiferencia
que está jugando a un juego peligroso, pero tiene razón en una cosa: los semidioses tienen que unirse.
—Hasta que dices algo sensato— bufó Hera
—Es el hecho de que realmente no es un mal plan— comentó Atenea —pero si llega a salir mal, terminaremos mucho peor
—Atenea ¿Que estás viendo?— preguntó Hera con irritación —es obvio que el plan dio resultados favorables
Es la única forma de abrir los ojos a Zeus, de convencerlo de que los olímpicos deben aceptar vuestra ayuda. Y es la única forma de vencer a lo que se avecina. Tú eres una parte importante de eso, Leo.
Los chicos del Argo II asintieron seriamente
La mirada del dios parecía ausente. Leo se preguntaba en qué otro sitio estaría ahora si realmente podía dividirse en varias partes.
—Sí, sí se puede— dijo Apolo
—La verdad es que sigo sin entenderlo del todo, pero tampoco quiero saberlo— comentó Leo
—Todos estamos de acuerdo en eso— asintió Percy
Tal vez su versión griega estaba arreglando un coche o saliendo con alguien mientras su versión romana estaba viendo un partido y pidiendo una pizza.
—Eso estaría muy bien— dijo Connor
—O comprando ropa— asintió Leo
Hefesto lo miró raro
—Bueno, hay muchas cosas que se pueden hacer— señaló Apolo
—Nos lo imaginamos— murmuró Travis
Leo intentó imaginarse cómo sería tener múltiples personalidades. Esperaba que no fuera hereditario.
—No lo es— dijo Hefesto
—Gracias a los dioses— dijo Will más alto de lo que pretendía
—Eso me ofende muchísimo, Will— dijo Apolo
—Otro que se va a ir a dormir al comedor— dijo Connor negando con la cabeza
—Lo siento— dijo Will sonrojado
—¿Por qué yo? —preguntó, y, nada más decirlo, le asaltaron más preguntas —. ¿Por qué me reconoces ahora? ¿Por qué no cuando tenía trece años, como se supone que deberías haber hecho?
—Esas también son excelentes preguntas— dijo Rachel
—Lo digo de nuevo, yo siempre hago excelentes preguntas— dijo Leo
¡O podrías haberme reconocido cuando tenía siete años, antes de que muriera mi madre! ¿Por qué no me buscaste antes? ¿Por qué no me advertiste de esto?
—Esa al menos te la puedo responder Leo— comentó Hefesto —no habría servido de nada que lo hiciera, no podemos interferir
—El destino siempre se cumple— suspiró Rachel
Leo asintió con una mueca
Las manos de Leo estallaron en llamas.
Hefesto lo observó con tristeza.
—Esa es la parte más difícil, muchacho. Dejar que mis hijos sigan su propio camino. Interferir no da resultado.
—Es muy cierto— asintió Apolo
Muchos de los dioses asintieron de acuerdo
Las Moiras se aseguran de ello. Y en cuanto a lo de reconocerte, tú eras un caso especial, muchacho. Había que esperar al momento exacto. No puedo explicarte más, pero…
—Me encanta los momento exactos— comentó Leo
—Obvio, son lo mejor— dijo Connor
El sueño de Leo se volvió borroso. Por un instante, se convirtió en una reposición de La ruleta de la fortuna. A continuación, Hefesto se enfocó de nuevo.
—Eran los comerciales— dijo Percy
—Ah, me hubieran avisado antes— dijo Leo
—Y volveremos con su transmisión favorita después de unos cuantos anuncios— comentó Travis con voz de presentador
—Maldita sea —exclamó—. No puedo hablar mucho más. Zeus está percibiendo un sueño ilegal. Después de todo, es el señor del aire, incluidas las ondas.
—Es bueno saber ese tipo de información— dijo Thalia
—Vaya que sí— asintió Jason
Escucha, muchacho: tienes un papel que desempeñar. Tu amigo Jason tiene razón: el fuego es un don, no una maldición. Yo no concedo esa bendición a cualquiera.
—¿Lo ves?— dijo Jason con una sonrisa
—Tenías mucha razón, chispitas— asintió Leo —puedes presumir sobre ello
Jason sonrió
No vencerán a los gigantes sin ti, y mucho menos a la señora a la que sirven. Ella es peor que cualquier dios o cualquier titán.
—Otra buena noticia— dijo Leo
—¿No quedamos que esto se trataba sobre buenas noticias?— preguntó Percy
—En realidad eso lo dije yo, pero tienes razón— dijo Apolo
—¿Quién? —preguntó Leo.
Hefesto enarcó una ceja, y su imagen se volvió más borrosa.
—Ya te lo he dicho. Sí, estoy seguro de que te lo he dicho.
—Pues técnicamente sí te lo dijo— comentó Piper
—Sí, es cierto— dijo Leo —pero me habría gustado más una señal con luces de neón y una flecha que dijera "ella es el enemigo"
—Luces de neón no— se quejó Percy
Quedas avisado: por el camino perderás a algunos amigos y algunas herramientas de valor. Pero tú no tienes la culpa, Leo.
—Eso no suena muy bien— dijo Katie
—No, no lo hacía— suspiró Leo
Nada dura eternamente, ni siquiera las mejores máquinas. Y todo se puede volver a utilizar.
Leo hizo una mueca
—¿Qué quieres decir? No me gusta como suena eso.
—No, no debería gustarte —ahora la imagen de Hefesto apenas era visible, tan solo una mancha en medio de las interferencias—. Cuidado con…
—Típico— dijo Percy
—Se fue la señal— dijo Rachel
—Pues sí, algo así asintió —Leo
—Tus sueños son muy locos, Leo— comentó Miranda
—Gracias, pero al menos sueño con efectos especiales— dijo Leo con una gran sonrisa
El sueño de Leo dio paso a La ruleta de la fortuna en el momento en que la ruleta se paró en la casilla de la bancarrota y el público gritó: « ¡Nooo!» .
Entonces se despertó y oyó a Jason y a Piper gritando.
—Para darle más emoción al sueño— dijo Travis
—Como cuando sueñas con algo que te están diciendo— asintió Percy —un día estaba soñando con robots y los robots decían las mismas palabras que mi mamá "es hora de ir a la escuela"
Sally rió —Lo recuerdo cariño, te apartaste de la cama
XXX
Leo
Caían en picado en la oscuridad montados aún en el lomo del dragón, pero Festo tenía la piel fría. Sus ojos de color rubí brillaban débilmente.
—¡Otra vez no! —gritó Leo—. ¡No puedes caerte otra vez!
—Nooooo— gritaron los Stoll
—Dioses ¿Qué pasa con ustedes y las alturas?— preguntó Katie
—No lo sé, tal vez sea que nos encantan las alturas— dijo Leo
—No son tan malas— dijo Jason
—Claro— bufó Thalia
Apenas podía agarrarse. El viento le picaba en los ojos, pero consiguió abrir el tablero del pescuezo del dragón. Pulsó los interruptores. Tiró de los cables.
—Está se está poniendo muy dramático, justo como me gusta— dijo Apolo
—Esperamos tener un buen nivel de dramatismo— comentó Leo
—Está bastante bien— asintió Apolo
Las alas del dragón se agitaron una vez, pero Leo olió a bronce quemado. El sistema de propulsión estaba sobrecargado.
—Dioses— dijo Zoé
Festo no tenía fuerzas para seguir volando, y Leo no podía llegar al tablero de control situado en la cabeza del dragón en pleno aire.
—Era un poquito difícil— comentó Leo
—Poquito— asintió Rachel
—Thalia está pálida solo de pensarlo— señaló Percy
—Cállate sesos de alga— masculló Thalia
Vio las luces de una ciudad debajo de ellos: meros destellos en la oscuridad mientras caían a plomo trazando círculos.
Leo suspiró
—¡Jason! —gritó—. ¡Coge a Piper y marchaos volando!
—¿Qué?
—¡Tenemos que aligerar la carga! ¡Podría reiniciar a Festo, pero lleva demasiado peso!
—Y ni modo que suelte las jaulas— dijo Miranda
—Ellos como quiera, pero ¿Las jaulas?— dijo Connor
—Vaya gracias— dijo Piper
—Hey, Jason puede volar— señaló Miranda encogiéndose de hombros
—¿Y tú? —gritó Piper—. Si no puedes reiniciarlo…
—No me pasará nada —chilló Leo—. Vosotros seguidme hasta el suelo. ¡Vamos!
—Ese es un plan horrible— dijo Percy
—Justo como me gustan los planes— dijo Leo
—Lo peor es que esa cierto— asintió Piper
Jason agarró a Piper de la cintura. Los dos se desabrocharon los cinturones de seguridad y, en un abrir y cerrar de ojos, desaparecieron saltando por los aires.
—Qué horror— dijo Thalia
—¿Ves? Pálida— señaló Percy
—Bueno —dijo Leo—. Ya solo quedamos tú y yo, Festo… y dos pesadas jaulas. ¡Puedes hacerlo, chico!
—Vamos, vamos, vamos— dijo Travis
—sí bueno, eso ya pasó— suspiró Leo
—Lo que es una buena noticia— dijo Piper
Leo hablaba con el dragón mientras maniobraba, cayendo a velocidad terminal. Veía las luces de la ciudad debajo de él cada vez más cerca.
—No es algo que recomiende— dijo Leo
—Un poco tarde esa recomendación para Helena— comentó Zoé
—Sí, y aun sigo sin entender cómo sucedió eso —dijo Thalia
—Un completo misterio— dijo Esperanza
Encendió fuego con la mano para poder ver lo que estaba haciendo, pero el viento lo apagaba continuamente.
—Estúpido viento— masculló Leo
—Si se acuerdan que todo lo que digan puede llegar a los dioses del viento ¿No?— preguntó Hermes
—Estúpido viento, debería apagar con más fuerza mi fuego— recapacitó Leo
Tiró de un cable que creía que conectaba el sistema nervioso del dragón con su cabeza con la esperanza de despertarle.
Festo gruñó; un metal chirriando dentro de su pescuezo.
—Bueno, eso suena mal— dijo Miranda
—Sí y como siempre se pone peor— dijo Leo y— no es spoiler, porque eso siempre nos ocurre
—Eso es cierto— dijo Percy
Sus ojos cobraron vida parpadeando débilmente, y desplegó las alas. Dejaron de caer y pasaron a deslizarse abruptamente.
—¡Bien! —gritó Leo—. Vamos, grandullón. ¡Vamos!
—Al menos la caída no será tan dura— dijo Katie
—"Tan" es la palabra clave— dijo Leo
Seguían volando a demasiada velocidad, y el suelo estaba demasiado cerca. Leo necesitaba un lugar donde aterrizar… deprisa.
Había un gran río: no.
—Pésima idea— dijo Travis
—No, tampoco lo recomiendo— dijo Percy
—Tengo ideas malas, pero no tan malas— comentó Leo
—Bueno, eso queda a discusión— bromeó Piper
No era aconsejable para un dragón que escupía fuego.
Si Festo se hundía, no conseguiría sacarlo, y menos aún con temperaturas glaciales.
—Sí, es un poco complicado— comentó Percy
—Y más si no hay nadie con poderes sobre el agua que te pueda ayudar— señaló Rachel
—Porque el señor con poderes de agua estaba desaparecido— dijo Leo de brazos cruzados
—Disculpame por desaparecer cuando ni siquiera te había conocido— dijo Percy
Entonces, en la orilla, Leo vio una mansión blanca con una enorme extensión de césped nevada y rodeada por un alto cerco de ladrillo: como un recinto privado de alguien rico, todo resplandeciente de luz.
—Qué conveniente— dijo Rachel
—De hecho— suspiró Piper
Una pista de aterrizaje perfecta. Hizo todo lo posible por conducir al dragón hacia ella, y Festo pareció resucitar. ¡Podían conseguirlo!
Entonces todo salió mal.
—Suele pasar— dijo Percy
—Mejor dicho siempre pasa— dijo Leo
—Sí, no tengo como negar ese super argumento— dijo Percy encogiéndose de hombros
Conforme se acercaban al césped, unos focos situados a lo largo del cerco les enfocaron y cegaron a Leo.
Leo masculló maldición
Oyó unas explosiones que parecían disparos de balas trazadoras, un sonido de metal siendo cortado en pedazos… y BUM. Leo se desmayó
—Dioses, eso suena muy mal— dijo Bianca
—Fue bastante malo— asistió Piper
—Y que lo digas, fue terrible verlo— comentó Jason
Cuando volvió en sí, Jason y Piper estaban inclinados sobre él. Estaba tumbado en la nieve, cubierto de barro y grasa. Escupió una mata de hierba helada.
—No es la mejor comida que he probado— dijo Leo —me gusta cuando la hierba no está congelada
—Tiene que estar suave por dentro y crujiente por fuera— dijo Travis
—Tiene que estar en su punto— asintió Leo
—¿Dónde…?
—No te muevas —Piper tenía lágrimas en los ojos—. Te caíste rodando con mucha fuerza cuando… cuando Festo…
Los chicos parecieron contener el aliento
—¿Dónde está?
Leo se incorporó, pero notaba la cabeza como si le flotara. Habían aterrizado dentro del recinto. Algo había pasado cuando estaban cayendo… ¿Disparos?
—Qué raro— dijo Percy
—La gente rica puede ser rara— dijo Miranda
—Pero no tan rara— dijo Rachel
—Eso también está a discusión— bromeó Percy
—En serio, Leo —insistió Jason—. Podrías estar herido. No deberías…
Leo se levantó con dificultad.
—Qué no le importa lo que digas— señaló Connor
—Lo noté— asintió Jason
—Ya sabes que leo no sigue las reglas— dijo Miranda
—Soy todo un chico malo— dijo Leo
Entonces vio los daños del accidente. Festo debía de haber soltado las grandes jaulas de canario al sobrevolar el cerco, ya que habían salido rodando en distintas direcciones y habían caído de lado, totalmente intactas.
—Eso es muy admirable— dijo Artemisa
—Sí lo fue— dijo Leo
Festo no había tenido tanta suerte.
El dragón se había desintegrado. Sus miembros se hallaban esparcidos por el césped. Su cola colgaba del cerco.
—Oh —murmuraron algunos chicos
La sección principal de su cuerpo había abierto una zanja de seis metros de ancho y quince de largo en el jardín de la mansión antes de descomponerse.
—Así que eso era lo que te querían advertir— dijo Apolo
Leo asintió con la cabeza
—Siento lo de tu dragón— dijo Hefesto con un poco de incomodidad
—Gracias— dijo Leo
Lo único que quedaba de su piel era un montón de chatarra chamuscada y humeante. Solo su pescuezo y su cabeza estaban más o menos intactos, reposando sobre una hilera de rosales helados a modo de almohada.
Leo hizo una mueca
—Eso suena poético— dijo Apolo
—Sí como esos poemas solo donde hablan de tragedias— asintió Leo
—No me refería a ese tipo— comentó Apolo
—No —dijo Leo sollozando.
Echó a correr hacia la cabeza del dragón y le acarició el morro. Los ojos del dragón parpadearon débilmente. Le salía aceite por la oreja.
—Fue horrible— dijo Leo
—Sí lo fue— dijo Piper
Jason asintió de acuerdo
—No puedes irte —suplicó Leo—. Eres lo mejor que he arreglado en mi vida.
Los engranajes de la cabeza del dragón chirriaron, como si estuviera ronroneando.
—Creo que lo hacía— comentó Piper
—De cierta manera lo hacía— dijo Leo
—Que mal no estaba yendo en esa misión— dijo Piper
—Ah pero luego se arregló, porque la otra misión salió más mal— comentó Leo
Jason y Piper se situaron junto a él, pero Leo no apartó la vista del dragón.
Se acordó entonces de lo que le había dicho Hefesto: « Tú no tienes la culpa, Leo. Nada dura eternamente, ni siquiera las mejores máquinas» .
Hefesto hizo una mueca
Su padre había intentado advertirle.
—No es justo —dijo.
—No lo es, pero es cierto— dijo Hefesto
—Sí, ahora lo sé— dijo Leo con un suspiro
El dragón emitió un chasquido. Un largo chirrido. Dos breves chasquidos. Chirrido. Chirrido. Parecía una pauta, lo que despertó un viejo recuerdo en la mente de Leo.
—Y eso no creo que sea una coincidencia— dijo Hermes
—No, era uno de los grandes momentos exactos— dijo Leo —por eso les digo que me encantan los momentos exactos
—Siempre que no se trate de ir por alguien a la escuela— señaló Miranda
—Eso es muy grosero Miranda— dijo Leo
Se dio cuenta de que Festo estaba intentando decirle algo. Estaba utilizando el código morse, como su madre le había enseñado hacía años.
Leo sonrió con cierta tristeza, luego volteó a ver a Esperanza obviando el hecho de que ella también sabía usar el código morse, la niña parecía estar pensando lo mismo porque miró a Leo y se sonrojó
Leo escuchó más atentamente, traduciendo los sonidos en letras: un sencillo mensaje que se repetía una y otra vez.
—Sí —dijo Leo—. Lo entiendo. Lo haré. Te lo prometo.
—¿Nos quieres decir?— preguntó Connor
—Nop, cero spoilers— dijo Leo
—Te la has pasado diciendo spoilers— señaló Connor
—Sí, pero ya no— dijo Leo
Los ojos del dragón se apagaron. Festo se había ido.
Leo rompió a llorar. No le dio vergüenza.
—No tendría por que darte— dijo Piper —es normal
—En esta secta todos lloramos— dijo Percy
—Me siento más que bienvenido— comentó Leo
Sus amigos estaban a ambos lados de él, dándole palmaditas en los hombros, pronunciando palabras de consuelo, pero Leo oía un zumbido en los oídos que apagaba sus palabras.
—Es súper raro cuando pasa eso— comentó Percy
Finalmente, Jason dijo:
—Lo siento, tío. ¿Qué le has prometido a Festo?
—A él sí le vas a decir— se quejó Connor
—Pero si ya lo saben— señaló Leo
—Pero aun así— dijo Connor
Leo se sorbió la nariz. Abrió el tablero de la cabeza del dragón para asegurarse, pero el disco de control estaba tan roto y quemado que resultaba irreparable.
—Pero todo se puede volver a utilizar— dijo Leo con una sonrisa
—Lo que siempre digo cuando rompo algo— comentó Zoé
—Qué casualidad, yo también lo digo, pero nunca me creen— suspiró Percy
—A mí sí me creen— dijo Esperanza orgullosa
—Algo que me dijo mi padre —contestó Leo—. Que todo se puede volver a utilizar.
—¿Tu padre ha hablado contigo? —preguntó Jason—. ¿Cuándo ha sido?
—Un ratito antes de la tragedia— dijo Travis
—Jason, si Leo estaba dormido ¿Cuándo crees que hablaron con él?— preguntó Thalia
—Claro— murmuró Jason —gracias por aclararlo eres muy buena hermana
—Lo sé— dijo Thalia
Leo no contestó. Se puso a trabajar en las bisagras del pescuezo del dragón hasta que la cabeza se desprendió. Pesaba unos cincuenta kilos, pero consiguió cogerla en brazos.
—Soy increíble, lo sé— dijo Leo
—Sí, ya lo notamos— dijo Percy
Alzó la vista al cielo estrellado y dijo:
—Llévalo al búnker, por favor, papá. Hasta que pueda volver a utilizarlo. Nunca te he pedido nada.
—A ver a ver, ¿No que no le ibas a llamar papá?— preguntó Connor
—Tienes que dar muchas explicaciones, jovencito— dijo Travis
Leo sonrió con inocencia
Se levantó viento, y la cabeza del dragón salió flotando de entre los brazos de Leo como si no pesara nada. Se fue volando por los aires y desapareció.
—Gracias— dijo Leo
—No hay de qué— dijo Hefesto
Piper lo miró asombrada.
—¿Te ha contestado?
—Tuve un sueño —logró decir Leo—. Os lo contaré más tarde.
—No te preocupes, ya lo sabemos— dijo Travis
—que bueno, no quería volver a contar la historia— comentó Leo
—Por eso estos libros lo hacen por ti— dijo Rachel
Sabía que les debía a sus amigos una explicación mejor, pero apenas podía hablar. Él también se sentía como una máquina averiada, como si alguien le hubiera quitado una pequeña pieza y ya no fuera a estar completo nunca.
—Siento que quiere más a su dragón que a nosotros— dijo Travis
—Sí— asintió Leo riendo
—¿Calipso qué piensas acerca de esto?— preguntó Travis
—Que dijo que lo quería más que a ustedes, pero a mí no me mencionó— dijo Calipso
Podría moverse, podría hablar, podría seguir adelante y cumplir con su tarea, pero siempre estaría desequilibrado y nunca se encontraría perfectamente calibrado.
—Suena como si fueras una máquina— comentó Miranda
—Y lamento decirte que también eres una forma de vida orgánica— señaló Katie
—Nooooo— gritó Leo de manera dramática
Aun así, no podía permitirse desmoronarse del todo. De lo contrario, Festo habría muerto en vano. Tenía que acabar su misión: por sus amigos, por su madre y por su dragón.
—Así se habla— dijo Percy
Los chicos vitorearon a Leo
Miró a su alrededor. La gran mansión blanca brillaba en el centro de los jardines. Unos altos muros de ladrillo con luces y cámaras de vigilancia rodeaban el perímentro,
—Una persona super rica— dijo Bianca
—Más de lo que cualquier otra persona lo sería— asintió Piper
—Y no está exagerando— dijo Jason
pero ahora Leo vio —o, más bien, percibió— lo bien protegidos que estaban esos muros.
—¿Dónde estamos? —preguntó—. O sea, ¿en qué ciudad?
—Gracias por especificar— dijo Connor
—Es que eran capaces de responder "estamos en una mansión" o "estamos en el suelo"— señaló Leo
—No lo habríamos hecho— se defendió Jason
—De Piper no estoy tan seguro— dijo Leo
—En Omaha, Nebraska —respondió Piper—. Vi un cartel cuando llegamos. Pero no sé qué es esta mansión. Caímos justo después de ti, pero cuando estabas aterrizando, Leo, te juro que parecía… No lo sé…
—Horrible— dijo Piper
—No nos vuelvas a hacer algo así— masculló Jason
—No, no fue así. Nos lo hizo peor— bufó Piper
Leo les sonrió
—Láseres —dijo Leo.
Cogió un trozo de los restos del dragón y lo arrojó a lo alto del cercado. Inmediatamente, una torrecilla brotó del muro de ladrillo y un rayo de calor puro quemó la placa de bronce y la redujo a cenizas.
—Si algún día caen en una mansión así, huyan— dijo Leo
—Después de robarla obviamente— dijo Travis
—No, créeme no querrías robar ahí— dijo Piper
—No, no es nada recomendable— comentó Jason
Jason silbó.
—Es un sistema de defensa. ¿Cómo es que seguimos vivos?
—Festo —dijo Leo con tristeza—. Él recibió los disparos.
—Es el mejor— dijo Piper
—Sí lo es— dijo Leo con una sonrisa
Los láseres lo hicieron pedazos cuando cayó y por eso no pudieron apuntaros a vosotros. Le hice caer en una trampa mortal.
—No podías saberlo —dijo Piper—. Nos ha salvado la vida otra vez.
—Estamos a mano, reina de belleza— dijo Leo
—No, te debemos como mil— comentó Jason
—Estamos a mano— volvió a decir Leo
—Y ahora, ¿qué? —preguntó Jason—. La puerta principal está cerrada, y creo que no puedo sacaros a los dos volando sin que me derriben.
—Y no se pueden arriesgar— dijo Artemisa
—La verdad habría preferido quedarme afuera— dijo Piper
—No sé, yo te vi muy cómoda —bromeó Leo
Leo alzó la vista a la pasarela de la gran mansión blanca.
—Como no podemos salir, tendremos que entrar.
—Por algo, la mansión tenía mucha defensa— masculló Leo —así que nunca entren a una mansión con mucha defensa
—Gracias por la lección— dijo Percy
—Fin del capítulo— anunció Frank —¿Quién quiere leer?
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