LEO XI, XII
-¿Puedo ayudar?- preguntó Esperanza levantándose repentinamente de su lugar
-Claro que sí- dijo Calipso con una sonrisa
-¿Alguien más quiere ayudar?- preguntó Leo mirando a sus amigos
-Yo no sé cocinar- dijo Percy
-Yo no puedo, tengo que ir a limpiar mi habitación- dijo Connor
-Igual yo- asintió Travis
-La última vez que intenté cocinar… me quemé, así que no puedo- comentó Zoë
Todos la voltearon a ver
-Me ha pasado- dijo Percy
-Vale, son muy amables todos ustedes- murmuró Leo
-Lo sabemos- dijo Thalia
-Bueno diviertanse- bromeó Piper
Luego de que tuvieran esa gran charla, Leo, Calipso y Esperanza fueron a una especie de cocina (que no estaban seguros que antes estuviera ahí) pero dónde Hestia puso gran variedad de alimentos que pudieran utilizar.
-Bueno- dijo Calipso -dinos por donde empezar
Leo miró todo con una mueca -Nena, no sé en qué nos hemos metido, pero está bien tenemos que picar muchas verduras recuerda que tenemos vegetarianos entre nosotros.
-Está bien, yo las picaré- dijo Calipso
-Yo puedo ayudar con eso- dijo Esperanza
Leo y Calipso se miraron, no estaban seguros sobre darle un cuchillo, sin embargo siendo una semidiosa no es que picar verduras sea lo más peligroso que haya hecho, por la condición en la que llegó estaban muy seguros de eso
-Puedes ayudarme a separar las cosas que vamos a utilizar- dijo Leo a Esperanza -y después de eso vas a ser la catadora especial
Esperanza asintió seriamente -Eso me gusta
-Está bien- dijo Leo -pues manos a la obra
Los tres se pusieron a trabajar, al principio en un silencio un poco incómodo (sobretodo para Leo y Calipso) que simplemente intercambiaban miradas y no sabían qué más decir, Esperanza tampoco era muy habladora, parecía concentrarse en todo lo que hacía. Al menos eso fue hasta que Leo tropezó cargando un pequeño costal de harina (¿Qué hacía con él? Solo los dioses sabrán), el caso es que hubo un tiradero, Leo quedó como un muñeco de harina, y nadie pudo evitar una carcajada. Leo las miró con indignación, intentó aventarles un puño de harina (alguien debió haberle dicho que no iba a funcionar), así que se levantó y les vació en puño de harina en la cabeza, Calipso lucía sumamente indignada
-¡Eso es trampa!- chilló Esperanza
-No lo es- se defendió Leo
-Sí lo es- replicó la niña -tengo harina en la boca...
así que por un momento olvidándose de la comida y participando en su pequeño juego de guerra.
Poco después para cuando ya estuvieron más tranquilos para volver a cocinar, reiniciaron las labores de cocineros, Calipso había cortado verduras de todo tipo que Leo puso en las tortillas, al igual que el guiso con carne que había preparado especialmente, Esperanza se tomó muy en serio su labor de catadora, indicándole a Leo que es lo que hacía falta para que la comida quedara perfecta.
La hora de la cena llegó y tanto dioses como semidioses se reunieron en el comedor donde los esperaba la comida de Leo con una elaborada presentación
-¡Damas y caballeros, les presento la mejor comida del mundo!. Hecha por nosotros, sus tres expertos cocineros- gritó Leo
Vamos a suponer que todos pusieron atención en ese momento a la comida, y no a los tres expertos cocineros que estaban llenos de harina manchando todo a su paso
-¡Un aplauso!- gritó Percy
-Esperemos que les gusten, porque si no...- masculló Esperanza
-Exacto, hagan caso- dijo Leo
-Creo que no vamos a querer ver cómo quedó la cocina- señaló Apolo
-Probablemente no- coincidió Calipso
-Son los gajes del oficio- dijo Leo encogiéndose de hombros
-¿No quieren ir a cambiarse antes de comer?- masculló Hera
-Nop, tenemos hambre- dijo Esperanza sentándose
Todos los chicos trataron de parecer serios, Hera rodó los ojos. Se sentaron a disfrutar la cena, la gran mayoría le dio elogios a Leo por sus increíbles tacos (incluso Apolo le ofreció que fuera el chef nuevo, pero Leo declinó la oferta). Las conversaciones en la mesa estaban subiendo de volumen, ahora casi todos parecían un poco más cómodos, tal vez mientras cocinaban habían tenido otro poco tiempo juntos ¿Quién sabe?. Incluso algunos de los dioses los veían con una sonrisa.
Esperanza contaba entre carcajadas lo que había pasado en la cocina, Zoë la escuchaba atentamente con una sonrisa, había pasado mucho tiempo desde que reía de esa manera, sin embargo para su decepción la cena terminó demasiado pronto y todos terminaron despidiéndose , ellos para volver a dormir en la sala de trono sin haber intercambiado muchas palabras con las personas que les interesaban.
Al día siguiente, el desayuno fue más tranquilo, todos estaban casi tranquilos y ahora los expertos en cocina también estaban limpios (Gracias a que Hestia los había llevado a su palacio por algunos momentos)
-Bueno, después de todo este ajetreo creo que es hora de seguir leyendo- dijo Afrodita -¿Quién va a leer?
-Yo voy a leer- dijo Piper -Leo
Leo hizo una mueca
Leo se marchó después de la transformación de Piper. Cierto, estaba impresionante y tal —« ¡Lleva maquillaje! ¡Es un milagro!» —,
-Lo sé- masculló Piper
-Los milagros sí existen- dijo Leo
-Aunque no lo crean- bromeó Thalia
-Gracias- murmuró Piper
pero él tenía problemas de los que ocuparse. Se escabulló del anfiteatro y se internó corriendo en la oscuridad, preguntándose dónde se había metido.
-En un buen lío- dijo Percy
-Te metiste en el bosque- comentó Connor encogiéndose de hombros -son 50 dracmas, de nada
-Ehhh, yo no me refería a eso- señaló Leo
-Me sigues debiendo los 50 dracmas- dijo Connor
-Y te los seguiré debiendo- dijo Leo riendo
Se había levantado ante un grupo de semidioses más fuertes y más valientes y se había ofrecido voluntario —¡voluntario!— para una misión que seguramente lo llevaría al otro barrio.
-Tus hermanos intentaron que te sentaras- señaló Will
-Pero no les hiciste caso- dijo Percy negando con la cabeza
-Tienes razón, fue mi culpa- dijo Leo
-Sí- asintió Percy
No había comentado que había visto a la tía Callida, su antigua niñera,
-Porque Will me había hecho sentir que estaba loco- comentó Leo
-No que estabas loco, si no que ya habías pasado por muchas cosas- señaló Will
-Por supuesto, hay una gran diferencia- dijo Nico
-La hay- asintió Will
pero tan pronto como se había enterado de la visión de Jason —la dama del vestido y el chal negros— había comprendido que era la misma mujer. La tía Callida era Hera.
-Oh, ahora eso tiene sentido- dijo Connor
-Para todos lo tiene- comentó Rachel
-No me lo habría imaginado- dijo Apolo
-Era tan difícil hacerlo- suspiró Hermes
Su malvada niñera era la reina de los dioses. Cosas así podían freír el cerebro a cualquiera.
-Ni como negarlo- dijo Apolo
-Aunque tampoco es lo más raro que haya pasado- reflexionó Leo
-Nop, cada día hay nuevas temporadas- comentó Percy
-No sé por qué, pero creo que nos dijo raros- dijo Zoë
-No, yo no me refería a ustedes- dijo Percy
-No sé Percy, yo sentí que te referiste a ellos- dijo Leo encogiéndose de hombros
-¡Leo!- dijo Calipso
-Yo también creo que les dijiste raros a ellos- asintió Travis
-También entendí eso- dijo Thalia
-Ustedes son unas horribles personas- señaló Percy -yo no lo dije por ellos
-Bueno Percy, es tu palabra contra la de todos en esta sala- comentó Apolo
Zoë trataba de mantener retener una carcajada ante la expresión de Percy, volteó a ver a sus amigos y vio que todos, incluyendo (para su sorpresa) a Charles. De acuerdo, lo que estaba pasando era bastante raro lo admitía, pero realmente estaba acostumbrada a ese tipo de conversaciones locas, eran muuy recurrentes en su casa, sobretodo si Leo aparecía por ahí (lo que obviamente también ocurría muy seguido), había veces que parecía que todos vivían en una sola casa.
Inertes o dinámicos, modifican continuamente el ámbito natural y perfeccionan nuestras ideas acerca del tiempo, el espacio y la traslación de los móviles hechos a propósito para solventar la antigua paradoja, son a un tiempo Aquiles y la tortuga, el arco y la flecha: corren sin alcanzarse; se paran y algo queda siempre fuera de ellos galopando.
Juan José ArreolaNo
Se dirigió al bosque y procuró no pensar en su infancia: todos los despropósitos que habían desembocado en la muerte de su madre. Pero no pudo evitarlo.
Leo maldijo
-¿No quedamos que nada de maldiciones porque había niños?- preguntó Travis
-Oh por favor, solo vean quién lo dice- dijo Katie con una risita
-Voy a tomar eso como un cumplido- dijo Travis
La primera vez que la tía Callida intentó matarlo debía de tener dos años.
-Bueno, fue más de la edad a la que ha intentado matar a los demás- dijo Apolo
-Claro- dijo Leo con sarcasmo -fui muy afortunado
Apolo asintió, Hera le dio una mirada asesina
Ella estaba cuidando de él mientras su madre se hallaba en el taller de máquinas. Por supuesto, no era su tía de verdad:
-Pues no, no es tu tía…- dijo Travis
-Gracias- masculló Leo
-De nada- dijo Travis riendo
solo una vieja del vecindario, una tía genérica que ayudaba a cuidar de los niños. Olía a jamón glaseado y siempre llevaba un vestido de viuda con un chal negro.
-Siempre con estilo- dijo Apolo
-Por supuesto, el estilo siempre es muy importante- asintió Afrodita
—Vamos a acostarte para que duermas la siesta —dijo—. Vamos a ver si eres mi pequeño héroe valiente, ¿vale?
-Eso suena muy muy mal- dijo Hermes
-Lo fue- dijo Leo
-Bienvenido a la lectura de estos libros- dijo Poseidón mirando a Hefesto
Hefesto hizo una mueca
-Van a hacer su club- señaló Apolo
Leo tenía sueño. Ella lo arropó con sus mantas en un cálido montón de… ¿almohadas rojas y amarillas?
-¿Son almohadas?- preguntó Apolo -con ustedes nunca se sabe
-Cinco libros y ya nada es lo que parece- comentó Perséfone
-Debemos estar preparados para todo- asintió Leo
-Perfecto- masculló Afrodita
La cama era como un agujero angosto en la pared, hecho con ladrillos ennegrecidos, desde donde podía ver las estrellas.
-No son almohadas- masculló Hefesto
-¡Sorpresa!- dijo Leo
-¿Por qué todos ustedes son así?- preguntó Hermes negando con la cabeza
-Es divertido, nos gusta dar sorpresas de vez en cuando- dijo Percy con sarcasmo
Recordaba estar descansando cómodamente, tratando de coger las chispas como si fueran luciérnagas. Se durmió y soñó con un barco hecho de fuego, surcando las cenizas.
-El mejor barco hecho de fuego- dijo Leo
-Por supuesto que sí- comentó Piper
-Excelente servicio- dijo Percy
Se imaginó a bordo, navegando por el cielo. En algún lugar próximo, la tía Callida se hallaba sentada en su mecedora —cric, cric, cric— y cantaba una canción de cuna.
-Sí, nos imaginamos la canción de cuna- dijo Apolo
-Algo sobre muerte y desolación- masculló Poseidón
-No son las canciones de cuna de Hades- gruñó Hera
Hades rodó los ojos
Ya a los dos años, Leo conocía la diferencia entre el inglés y el castellano,
-Y así es como nos humilló a todos- comentó Connor
-Ni Jason nos dejó tan humillados- dijo Travis
Leo sonrió
y recordaba haberse quedado perplejo porque la tía Callida estaba cantando en un idioma que no era ninguno de los dos.
-Y pues así no se vale porque no entendí- masculló Leo
-Oye, tampoco se puede todo- señaló Chris
-Sí Leo, no seas ambicioso- dijo Percy riendo
-Sabes que mi sueño es maldecir en muchos idiomas diferentes- dijo Leo encogiéndose de hombros
-Tienes razón- dijo Percy -mi error
Todo iba bien hasta que su madre volvió a casa. Se puso a gritar y se acercó corriendo a cogerlo, gritando a la tía Callida: « ¿Cómo has podido?» . Pero la anciana había desaparecido.
-Qué raro- masculló Hefesto
-Súper raro- coincidió Apolo
-No fue lo más raro que pasó- comentó Leo
-Como siempre- dijo Piper
Leo recordaba haber mirado por encima del hombro de su madre las llamas que se encrespaban alrededor de las mantas. No fue hasta unos años más tarde que se dio cuenta de que había estado durmiendo en una chimenea encendida.
-La buena noticia es que eres inmune al fuego- comentó Apolo
-¿Y si no lo hubiera sido?- masculló Hefesto
-Creo que podría haber sido como un ensayo de prueba y error- dijo Perséfone
-O tal vez simplemente sabía que el crío es inmune al fuego- bufó Hera
-Aunque sea inmune ¿Por qué ponerlo en una chimenea?- preguntó Deméter -mejor ponlo en un campo de trigo
-Un campo de trigo sería más divertido- coincidió Leo
¿Lo más raro de todo? La tía Callida no había sido detenida ni expulsada de su casa. Volvió a aparecer varias veces a lo largo de los años siguientes. En una ocasión, cuando Leo tenía tres años, le dejó jugar con cuchillos.
-Uy se divierten muchísimo- dijo Leo -altamente recomendado
-¿En serio?- preguntó un poco/demasiado entusiasmada Esperanza
-No- dijo Calipso
-Por eso siempre te esconden todos los cuchillos- dijo Zoë
-No te preocupes, también a Leo se los escondemos- asintió Travis
—Tienes que aprender a manejar los cuchillos pronto —insistía— si algún día vas a ser mi héroe.
Leo consiguió no matarse,
-Soy el gran Leo Valdez, por supuesto que unos cuchillos no van a detenerme- dijo Leo
-Por supuesto- dijo Piper
-No esperabamos que lo hicieran- señaló Jason
-Excelente- dijo Leo
-Que mal ejemplo eres- bromeó Rachel
pero le dio la impresión de que a la tía Callida le habría dado igual una cosa o la otra.
-Te creemos- dijo Hermes
-No nos tienes que convencer- bufó Poseidón
-Todos ustedes están siendo muy dramáticos- dijo Hera rodando los ojos
Cuando tenía cuatro años, la tía Callida encontró una serpiente de cascabel en un prado para vacas que había cerca. Le dio un palo y lo animó a pinchar al animal.
-No lo intenten en casa- dijo Leo
-No lo íbamos a intentar- dijo Travis
-Vaya- comentó Katie asombrada -eso es nuevo
-¿Por qué molestar a un animal que no nos está molestando?- preguntó Travis con un encogimiento de hombros
-Es lo más maduro que le he escuchado decir alguna vez- dijo Chris
-Ey- se quejó Travis
—¿Dónde está tu valentía, pequeño héroe? Demuéstrame que las Moiras no se equivocaron al elegirte.
Leo resopló
-Que gran manera de demostrarlo- comentó Hefesto
Hera rodó los ojos -Basta con eso
Leo observó aquellos ojos de color ámbar mientras oía el susurro seco del cascabel de la serpiente. No se sentía con el valor suficiente para pinchar a la culebra. No le parecía justo.
-Por supuesto que no- dijo Hestia -ella no te estaba haciendo nada
-No podía empezar yo un problema con una serpiente- dijo Leo negando con la cabeza -eso no habría estado bien
Hestia le sonrió
Al parecer, la serpiente opinaba lo mismo con respecto a la idea de morder a un niño. Leo habría jurado que el animal había mirado a la tía Callida como diciendo: « ¿Está loca, señora?».
-La serpiente dijo lo que todos pensamos- dijo Poseidón
-Tu crío no figura en esta misión, no se de que te quejas- bufó Hera
-Es un gran misterio saber por qué me estoy quejando- dijo Poseidón con sarcasmo
-Por favor no empiecen de nuevo- pidió Hestia
A continuación desapareció entre la hierba alta.
La última vez que ella cuidó de Leo, este tenía cinco años. Le llevó una caja de lápices de cera y un bloc.
-¿Y se convirtieron en un monstruo terrorífico?- preguntó Apolo
-Milagrosamente no lo hicieron- comentó Leo
-Un gran milagro realmente- dijo Apolo
Se sentaron juntos a la mesa de picnic que había en la parte trasera del bloque de pisos, bajo una vieja pacana. Mientras la tía Callida cantaba extrañas canciones,
-Bastante extrañas- asintió Leo
-¿Que esperabas?- masculló Hefesto
Hera lo ignoró
Leo hizo un dibujo del barco que había visto entre las llamas, con velas de vivos colores e hileras de remos, una popa curvada y un impresionante mascarón de proa.
-Excelente mascarón de proa- dijo Leo
-Todos estamos de acuerdo en eso- comentó Piper
-No puedo negarlo- dijo Percy
-Todos lo estamos- dijo Annabeth
Cuando casi había acabado y se disponía a firmarlo como había aprendido en la guardería,
-Muy bien, uno siempre debe de firmar sus obras- dijo Apolo
-Estoy de acuerdo- dijo Rachel
-No cuenta poner tu nombre en todo lo que ves, Apolo- señaló Artemisa
-Oye hermanita, eso es bajo- se quejó Apolo
una corriente de viento se llevó el dibujo, que se fue volando por el cielo y desapareció. A Leo le entraron ganas de llorar.
-A Leo le entraron ganas de hacer un berrinche por eso- masculló Leo -igual que en este momento por estos libros
-Te comprendo- dijo Percy -puedes hacer tu berrinche
-Que amable eres, muchas gracias- comentó Leo
Había dedicado mucho tiempo a ese dibujo, pero la tía Callida se limitó a chasquear con la lengua, decepcionada.
—Todavía no es el momento, pequeño héroe. Algún día tendrás tu misión.
-Al menos no te fuiste de misión a los cinco años- dijo Percy
-No hubiera podido hacer nada a los cinco años- señaló Leo
-Yo creo que sí podrías- dijo Jason
-Qué bueno que no lo hice- dijo Leo
Entonces descubrirás tu destino, y tu duro viaje por fin tendrá sentido. Pero primero deberás enfrentarte a muchas tribulaciones.
Lo lamento, pero los héroes no se pueden forjar de otra forma.
-No pues muchas gracias- masculló Leo
-De nada, vuelva pronto- dijo Connor
-No volveré- dijo Leo -pero que amable oferta
-Por los dioses- murmuró Miranda
Y ahora prepárame una lumbre, ¿vale?Calienta estos viejos huesos.
Minutos más tarde, la madre de Leo salió y se puso a chillar horrorizada. La tía Callida había desaparecido, pero Leo se hallaba sentado en medio de un fuego humeante.
-Aunque realmente no lo recomiendo- dijo Leo
-Haremos caso a tu recomendación- asintió Piper
-Es lo mejor que puedes hacer, reina de belleza- comentó Leo
El bloc quedó reducido a cenizas. Los lápices de cera se habían derretido en un charco burbujeante de sustancia multicolor, y Leo tenía las manos en llamas, ardiendo despacio a través de la mesa de picnic.
-Esa es una forma muy diferente de firmar tus cosas- comentó Apolo
-Como siempre, el gran Leo Valdez imponiendo estilos- murmuró Leo
-¿El estilo harina era uno nuevo?- preguntó Percy
-Por supuesto- dijo Leo -fue el mejor estilo
Tiempo después, durante años, la gente del bloque de pisos se preguntaba cómo alguien había grabado las huellas de las manos de un niño de cinco años a más de dos centímetros de profundidad en madera sólida.
-Es un completo misterio- dijo Leo
-Definitivamente- dijo Percy
En ese momento Leo estaba seguro de que la tía Callida, su niñera psicótica, había sido Hera desde el principio. Eso la convertía en… ¿qué? ¿Su abuela divina?
-Pues…- empezó Hermes
-Por favor no- susurró Leo
Hera le dio una mirada asesina a Hermes
Esperanza hizo una mueca que casi pasó desapercibidos por todos, menos por Hefesto, no podía culpar a la niña.
Su familia estaba todavía más tocada de lo que él creía.
-Un poquito nada más- dijo Connor
-Lo normal en una familia- comentó Apolo
-Sí, súper normal- dijo Leo
-Lo más normal que se puede- señaló Percy
-Que no es mucho al parecer- murmuró Hermes
Se preguntaba si su madre sabía la verdad. Recordaba que, después de aquella última visita, su madre lo llevó dentro y tuvo una larga conversación con él, pero solo entendió parte de ella.
-Como siempre- dijo Percy y le dio una mirada inocente a Sally
Sally suspiró
—Ya no puede volver.
Su madre tenía una cara hermosa con unos ojos afables y el cabello moreno rizado, pero aparentaba más años de los que tenía debido al trabajo duro.
Leo tenía los puños apretados, se empezaba a formar un aire de tensión en la sala
Las arrugas alrededor de los ojos estaban profundamente marcadas. Sus manos tenían callos. Era la primera persona de la familia que se había licenciado en la universidad. Tenía una licenciatura en ingeniería mecánica y podía diseñar, arreglar y construir cualquier cosa.
-Suena muy admirable- comentó Hefesto con un ligero sonrojo, que tomó por sorpresa a más de uno
Leo asintió con aire distraído
Sin embargo, nadie la contrataba. Ninguna empresa la tomaba en serio, de modo que acabó en el taller de máquinas, tratando de ganar suficiente dinero para mantenerlos a los dos.
Leo hizo una mueca
Siempre olía a aceite de máquinas, y cuando hablaba con Leo, pasaba del castellano al inglés continuamente, usándolos como herramientas complementarias.
-¿Quieres enseñarnos?- preguntó Connor
-No lo sé- dijo Leo
-Sería una mala idea- señaló Katie
-Oye, no siempre tenemos malas ideas- dijo Connor
-Esa no sería mala idea Kat- dijo Travis de manera solemne -usaríamos nuestros conocimientos sólo para el bien
Varios chicos le dieron miradas irónicas
Leo tardó años en darse cuenta de que no todo el mundo hablaba de esa forma.
-Qué raro ¿No?- dijo Leo
-Demasiado- dijo Piper
-Aunque sigo queriendo saber insultar como Sisito- comentó Leo
-También nosotros- asintieron los Stoll
Incluso le enseñó el código morse a modo de juego para que pudieran mandarse mensajes el uno al otro cuando estaban en habitaciones separadas: « Te quiero» . « ¿Estás bien?» . Cosas simples por el estilo.
Zoë sonrió ¿Sería buen momento para decirle que de hecho le enseñó código Morse a Esperanza? Ella alguna vez intentó aprenderlo, pero ¡Por los dioses! es demasiado distraída como para concentrarse en lo que estaba diciendo… Bueno, tal vez no le correspondía decir nada, Esperanza lo diría si así lo quería.
—Me da igual lo que diga Callida —le dijo su madre—. Me dan igual el destino y las Moiras. Eres demasiado pequeño para eso. Todavía eres mi bebé.
-Entonces sí lo sabía- señaló Perséfone
-Pues sí, si no no habría dicho algo así- señaló Apolo con obviedad
Le tomó las manos, buscando quemaduras, pero por supuesto no había ninguna.
—Escúchame. El fuego es una herramienta, como cualquier otra, pero es más peligrosa que la mayoría.
-Eso es muy cierto- asintió Hefesto
-Lo entendí- murmuró Leo
No conoces tus límites. Prométeme que no volverás a tocar el fuego hasta que conozcas a tu padre. Algún día, mijo, lo conocerás. Él te lo explicará todo.
-¿Y qué tal la explicación?- preguntó Apolo
-Pues…- murmuró Leo
-Oh sí, eso dice mucho- asintió Apolo
Leo había oído eso desde que tenía memoria. Algún día conocería a su padre. Su madre nunca contestaba las preguntas relacionadas con él.
Algunos de los semidioses se identificaron
Leo no lo había conocido, ni había visto fotos de él, pero ella hablaba como si su padre acabara de salir a comprar leche y fuera a volver en cualquier momento.
-No compra leche- dijo Apolo
-Gracias por la aclaración- murmuró Leo
-De nada, ya sabes que soy muy genial- comentó Apolo
Leo intentaba creerla. Algún día todo tendría sentido.
-Pues así que esto tenga mucho sentido…- murmuró Leo
-No lo tiene- dijo Percy
Durante los siguientes dos años fueron felices. Leo casi se olvidó de la tía Callida. Todavía soñaba con el barco volador, pero los otros extraños sucesos también parecían un sueño.
-Mejor un poco de tranquilidad- dijo Thalia
Leo masculló algo que realmente no se pudo entender, algunos lo miraron con una mueca
Todo se desmoronó cuando tenía ocho años. Entonces se pasaba todas las horas libres en el taller con su madre.
Leo murmuró una maldición
Sabía usar las máquinas. Podía medir y hacer cálculos mejor que la mayoría de los adultos. Había aprendido a pensar de forma tridimensional, resolviendo problemas mecánicos mentalmente, como su madre.
-Como si no fuera suficiente el hecho de pasar a dos idiomas- dijo Travis
-Ya no nos humilles más, por favor- comentó Connor de manera dramática
Leo, a pesar de todo se rió de la actitud de los Stoll
Una noche se quedaron levantados hasta tarde porque su madre estaba acabando el diseño de una broca que esperaba patentar. Si conseguía vender el prototipo, sus vidas podrían dar un vuelco. Por fin ella tendría una oportunidad.
El aire de nerviosismo que emitía Leo, parecía estarse contagiando a los demás chicos
Mientras su madre trabajaba, Leo le pasaba material y le contaba chistes viejos, tratando de animarla. Le encantaba hacerla reír. Ella sonreía y decía:
—Tu padre estaría orgulloso de ti, mijo. Estoy segura de que lo conocerás dentro de poco.
Hefesto hizo una mueca que casi parecía una sonrisa, la nariz de Leo se prendió y le dio un leve golpecito para apagar el fuego
El espacio de trabajo de su madre estaba en la parte de atrás del taller. De noche daba bastante miedo, pues ellos eran los únicos que quedaban en el lugar. Cada sonido resonaba a través del oscuro almacén,
-La oscuridad da miedo- dijo Grover
-Estoy totalmente de acuerdo en eso- asintió Travis
-Así sí crees que la diosa de los fantasmas vendrá por ti- comentó Connor
Nico rodó los ojos
pero a Leo no le importaba porque estaba con su madre. Mientras se paseaba por el taller, siempre podían mantenerse en contacto con el código morse.
-¿Tampoco nos quieres enseñar código Morse?- preguntó Travis
-No, tampoco quiere- dijo Chris
Cuando se marchaban, tenían que recorrer todo el taller, atravesar la sala de descanso y salir al aparcamiento, cerrando las puertas tras de sí.
Esa noche, después de terminar, acababan de llegar a la sala de descanso cuando su madre cayó en la cuenta de que no tenía las llaves.
—Qué raro —frunció el entrecejo—. Sé que las tenía. Espérame aquí, mijo.
Algunos de los dioses se miraron con incredulidad, debían admitir que eso no sonaba bien y era bastante sospechoso, además de que la mirada de Leo se había ensombrecido
Ahora vuelvo.
Le dedicó otra sonrisa —la última que él vería— y regresó al almacén.
Solo llevaba fuera unos instantes cuando la puerta interior se cerró de golpe.
Varios chicos miraron el libro con cierta aprehensión
A continuación, se cerró la puerta exterior.
—¿Mamá?
A Leo se le aceleró el corazón. Algo pesado se cayó dentro del almacén.
-Yo…- murmuró Leo con voz temblorosa, se levantó repentinamente y salió de la sala
Los chicos miraron hacia la puerta, Calipso casi inmediatamente se levantó y siguió a Leo
Se hizo el silencio por un momento. Zoë miró a Esperanza quien tenía la mirada fija en la puerta, realmente ninguno de ellos sabía mucho sobre esa historia
Corrió a la puerta, pero, por mucho que tiraba o le daba patadas, no se abría.
—¿Mamá?
Le envió frenéticamente un mensaje en la pared: « ¿Estás bien?» .
—No te puede oír —dijo una voz.
-Bueno, eso suena muy malo- dijo Hermes
-Demasiado malo- masculló Hefesto mirando hacia la puerta
Algunos de los chicos hicieron una mueca
Leo se volvió y se vio frente a una extraña mujer. Al principio pensó que era la tía Callida. Iba envuelta en ropa negra, con un velo que le tapaba la cara.
—¿Tía? —dijo.
-No creo que eso hayas intervenido- murmuró Hefesto mirando a Hera
-No siempre estoy "acechando" a sus críos- bufó Hera
-Nada más la mayoría del tiempo- señaló Poseidón
La mujer soltó una risita, un sonido lento y tenue, como si estuviera medio dormida.
—No soy tu guardiana. Solo tengo un aire de familia.
-Genial- bufó Poseidón
-Bueno, creo que ya sabes de quien está hablando- señaló Artemisa con una mueca
Hefesto asintió
—¿Qué… qué quiere? ¿Dónde está mi madre?
—Ah…, fiel a tu madre. Qué bonito. Verás, yo también tengo hijos… y sé que lucharás contra ellos algún día.
Los chicos se miraron entre sí
Cuando intenten despertarme, tú se lo impedirás. Y no puedo permitirlo.
—No la conozco. No quiero luchar contra nadie.
-Ninguna persona quiere hacerlo- murmuró Hestia
-Tal vez solo Ares y sus hijos cuando se ponen de necios- señaló Apolo
-Pues no, porque no quisieron pelear cuando fue lo del carro- murmuró Travis
Ella empezó a murmurar como una sonámbula en trance.
—Sabia decisión.
Leo se dio cuenta con un escalofrío de que la mujer estaba realmente dormida.
-Y esperemos que se vaya a quedar así- señaló Perséfone
-Es mejor para todos de esa forma- asintió Artemisa
-Y que lo diga- murmuró Percy
Detrás del velo, sus ojos estaban cerrados. Pero había algo más extraño: su ropa no estaba hecha de tela. Estaba hecha de tierra: tierra seca y negra que se revolvía y se movía a su alrededor.
-Bueno, por si quedaba alguna duda- comentó Apolo
-Ya no la quedaba desde hace como mil capítulos- señaló Hermes
-Podría haber quedado- dijo Apolo -además eres muy exagerado
Su cara pálida y durmiente apenas era visible tras un velo de polvo, y Leo tenía la horrible sensación de que acababa de levantarse de su tumba. Si la mujer estaba dormida, él prefería que permaneciera de esa forma.
-Todos realmente- dijo Percy
-Estoy totalmente de acuerdo contigo, bro- dijo Jason
-Te confirmo que todos te apoyamos- comentó Katie
-Gracias, son muy amables- dijo Percy
Sabía que estando totalmente despierta sería todavía más terrible.
—Todavía no puedo destruirte —murmuró la mujer—. Las Moiras no lo permiten, pero no protegen a tu madre, y no pueden impedirme que quebrante tu espíritu.
Hefesto masculló una maldición
Acuérdate de esta noche, pequeño héroe, cuando te pidan que luches contra mí.
—¡Deje en paz a mi madre!
El miedo le subió por la garganta cuando la mujer avanzó arrastrando los pies.
La tensión podía sentirse en la sala
Se movía como una avalancha más que como una persona, un muro oscuro de tierra desplazándose hacia él.
—¿Cómo vas a detenerme? —susurró.
-No podía hacerlo- comentó Perséfone
-Era demasiado pequeño para poder hacer algo- comentó Hestia con nostalgia
Atravesó una mesa, y las partículas de su cuerpo se juntaron de nuevo al otro lado.
Se cernió sobre Leo, y este supo que también pasaría a través de él.
-Por supuesto, no era una gran amenaza para ella- dijo Rachel
-No podía serlo en ese momento- comentó Piper
Era la única cosa que se interponía entre ella y su madre. Sus manos comenzaron a arder. La mujer sonrió de oreja a oreja con aire soñoliento, como si ya hubiera ganado.
La mayoría de los que estaban en la sala pudieron interpretar el plan de "la mujer dormida", parecía que todos (o al menos la gran mayoría) parecía estar conteniendo el aliento
Leo se puso a gritar de desesperación. Su visión se tiñó de rojo. Las llamas engulleron a la Mujer de Tierra, las paredes y las puertas cerradas. Y Leo perdió la conciencia.
-Bueno, creo que de cierta manera es mejor que Leo no estuviera aquí- suspiró Piper
Los chicos asintieron
Zoë también miró la puerta, por supuesto que era lo mejor nadie tenía que recapitular mediante una lectura el peor día de su vida, suficiente con los juegos mentales que te obligan a pensar que podrías haber hecho algo.
Cuando se despertó estaba en una ambulancia.
La auxiliar médico intentó ser amable. Le dijo que el almacén se había incendiado. Su madre no había conseguido salir.
Se hizo un pesado silencio en la sala
Les hablaron de las huellas de las manos quemadas en la mesa de picnic. Siempre habían sabido que algo le pasaba al hijo de Esperanza Valdez.
-Y es cuando todo el destino se confabula- señaló Apolo
-Yo diría que sí- murmuró Rachel
Sus familiares se negaron a acogerlo. Su tía Rosa lo llamó « diablo» y gritó a los trabajadores sociales que se lo llevaran. De modo que Leo fue a su primera casa de acogida.
Hefesto se veía un poco incómodo ante eso
En algunas duraba más que en otras. Bromeaba, hacía amigos y fingía que no le preocupaba nada, pero tarde o temprano siempre acababa escapando.
Algunos chicos miraron un poco preocupados al lugar vacío de Leo, todos había llegado a perder a alguien querido y sabían que no era fácil, los recuerdos estaban ahí y no necesitabas que un libro te lo estuviera recordando
Era lo único que aliviaba el dolor: sentir que estaba en movimiento, alejándose cada vez más de las cenizas del taller de máquinas.
Se había prometido a sí mismo que nunca volvería a jugar con fuego.
-Pero por supuesto tendrá que hacerlo- dijo Perséfone
-Es justo lo que decía- comentó Apolo
No había pensado en la tía Callida ni en la mujer dormida de la ropa de tierra desde hacía mucho tiempo.
-Y es lógico que no lo hiciera- señaló Frank
-No lo puedo juzgar por ello- dijo Apolo
-Lo raro sería que lo hiciera- señaló Hermes
Casi había llegado al bosque cuando creyó oír la voz de la tía Callida: « No fue culpa tuya, pequeño héroe. Nuestro enemigo está despertando. Ya es hora de dejar de huir»
Chicos y dioses miraron con asombro a Hera, Hera les dio una mirada que parecía decir "por supuesto, yo soy demasiado empática con los semidioses"
—Hera —murmuró Leo—, no está usted aquí, ¿verdad? Está en una cárcel en alguna parte.
No hubo respuesta.
-No, porque está en la cárcel- dijo Connor
Hera le dio una mirada asesina
-Por favor, no queremos más pavo reales- dijo Hermes
Pero entonces, al menos, Leo entendía algo. Hera había estado vigilándolo toda su vida. De algún modo había sabido que un día lo necesitaría. Tal vez aquellas Moiras que había mencionado podían adivinar el futuro.
-Digámoslo de alguna manera- murmuró Rachel
-Porque si nos ponemos a pensar en ello a fondo, nos dará dolor de cabeza- dijo Percy
-Es probable- coincidió Annabeth
Leo no estaba seguro, pero sabía que tenía que participar en aquella misión. La profecía de Jason les advertía que tuvieran cuidado con la tierra, y Leo sabía que su advertencia guardaba alguna relación con la mujer durmiente del taller, envuelta en ropa de tierra.
-Y vaya que sí- dijo Piper
-Las buenas noticias de la misión- bufó Jason
-Claro que sí, eso era todo sobre las buenas noticias- murmuró Percy
-Excelente- dijo Afrodita con sarcasmo
« Descubrirás tu destino —le había prometido la tía Callida— y tu duro viaje por fin tendrá sentido» .
Leo podría averiguar lo que significaba el barco volador de sus sueños.
-Y lo hizo- dijo Percy
-Gracias por el spoiler, Percy- dijeron los Stoll al unísono
-Eso no cuenta como spoiler- se defendió Percy
-Lo cuenta para nosotros- señaló Apolo
Podría conocer a su padre e incluso llegar a vengar la muerte de su madre.
Pero lo primero era lo primero. Había prometido a Jason un medio de transporte aéreo.
-Un medio de transporte muy bueno- dijo Jason
-Excelente medio de transporte- dijo Piper
No el barco de sus sueños…, todavía no. No había tiempo para construir algo tan complicado. Necesitaba una solución más rápida. Necesitaba un dragón.
-Por supuesto que sí, mucho más rápida- asintió Apolo
-El pequeño problema es que el dragón se había vuelto loco- señaló Artemisa
-Pero eso no es problema para mi hijo- comentó Hefesto en un tono un tanto arrogante
Vaciló en el linde del bosque, escudriñando la oscuridad absoluta. Los búhos ululaban, y algo susurraba a lo lejos como un coro de serpientes.
-Espero que sea algo tierno como conejitos o algo así- dijo Travis
-Creo que de hecho son serpientes… O algo peor- dijo Katie riendo
-Vaya Kat, que optimista- murmuró Travis negando con la cabeza
Leo se acordó de lo que le había dicho Will Solace: nadie debía entrar en el bosque solo, y desde luego no debía hacerlo desarmado. Leo no tenía nada: ni espada, ni linterna, ni ayuda.
-Desobedeció las dos reglas- dijo Will
-Es Leo y no puede ser controlado- bromeó Piper
Lanzó una mirada hacia atrás, a las luces de las cabañas. Podía darse la vuelta y decirles a todos que estaba bromeando. ¡Genial! Nyssa podía participar en la misión en lugar de él.
-No iba a hacerlo- dijo Jason
-Claro que no- dijo Piper
Él podía quedarse en el campamento y aprender a ser miembro de la cabaña de Hefesto, pero se preguntaba cuánto tardaría en parecerse a sus compañeros: triste, cabizbajo, convencido de su mala suerte.
-No creo que mucho- dijo Miranda
-48 horas y creo que es suficiente- comentó Chris
-No sé hermano, creo que eso es mucho- dijo Connor
« No pueden impedirme que quebrante tu espíritu —había dicho la mujer durmiente—. Acuérdate de esta noche, pequeño héroe, cuando te pidan que luches contra mí» .
—Créame, señora —murmuró Leo—. Me acuerdo. Y sea quien sea, voy a machacarla al estilo de Leo.
-Quiso destruir su espíritu y al final le dio motivación- señaló Reyna
-Una muy poderosa motivación- asintió Piper
-Es por eso que nunca debes intentar controlar el destino- comentó Apolo
Respiró hondo y se internó en el bosque.
XIILeo
El bosque no se parecía a ningún lugar que hubiera visto antes. Leo se había criado en un bloque de pisos del norte de Houston.
-Pero asun así va solo y sin armas- señaló Will
-Técnicamente sí tenía un arma- comentó Bianca
Las cosas más salvajes que había visto habían sido la serpiente cascabel del prado y su tía Rosa en camisón, hasta que lo mandaron a la Escuela del Monte.
-Era bastante salvaje algunas veces- dijo Piper
-Nos lo podemos imaginar- dijo Thalia
-Con lo poco que leímos sobre la escuela, sí nos lo ´podemos imaginar- asintió Percy riendo
Incluso allí, el colegio estaba en el desierto. No había árboles con raíces nudosas con las que tropezar. Ni arroyos en los que caerse.
-Una ventaja de la Escuela del Monte- señaló Travis
-Escuela del Monte 2, campamento 0- dijo Connor
-No, recuerden que en la escuela intentaron matarlos- dijo Chris
-Es cierto, creo que deberían ir empatados- bromeó Piper
Ni ramas que proyectaran sombras oscuras y espeluznantes, ni búhos que lo miraran con sus grandes ojos reflectantes. Aquello era la dimensión desconocida.
-Seeep, definitivamente lo es- dijo Percy
-Todos coincidimos contigo- asintió Jason
-Gracias bro- dijo Percy
-De nada bro, siempre que quieras- comentó Jason
Avanzó dando traspiés hasta que estuvo seguro de que nadie podía verlo desde las cabañas. Entonces invocó el fuego. Las llamas empezaron a danzar por las puntas de sus dedos, arrojando suficiente luz para permitir la visión.
-Es mejor un poco de luz que nada- dijo Bianca
-Eso es muy cierto- asintió Rachel
No había intentado mantener fuego encendido de forma continua desde que tenía cinco años, en la mesa de picnic.
-Eso es muy impresionante- dijo Apolo
-Estoy segura que si Leo estuviera aquí, diría algo como que "impresionante" es su segundo nombre- señaló Piper
-Yo creo que diría que sería su tercer nombre- comentó Percy
-Claro después de "sexy"- dijo Jason
Desde la muerte de su madre, había estado demasiado asustado para intentar algo. Incluso aquel pequeño fuego le hacía sentirse culpable.
Siguió andando, buscando indicios típicos de dragón:
-Muy típicos- dijo Katie
-Todo lo típico que encontramos en el bosque- dijo Travis
-Eso es muy cierto, hermano- comentó Connor
huellas gigantescas, árboles pisoteados, franjas de bosque incendiado. Algo tan grande no podía precisamente escabullirse, ¿no? Pero no vio nada.
-Pues al parecer sí podía escabullirse- comentó Apolo
-Nada es imposible en ese bosque- comentó Miranda
En una ocasión creyó apreciar una silueta grande y peluda parecida a un lobo o un oso, pero la criatura no se acercó al fuego de Leo, lo cual le pareció bien.
-Bastante bien- dijo Percy
-No era tan suicida- señaló Piper
-Yo tampoco me acercaría a su fuego- dijo Rachel
-Definitivamente no- dijo Frank con una mueca
Entonces, al fondo de un claro, vio la primera trampa: un cráter de treinta metros de ancho rodeado de cantos rodados.
Leo tuvo que reconocer que era muy ingeniosa.
-Eran trampas de los hijos de Hefesto- dijo Miranda encogiéndose de hombros
-Si por años nos ocultaron que tenían un segundo piso creo que pueden hacer cualquier cosa- señaló Katie
-Estoy de acuerdo con eso- dijo Will -aunque sigo sin creer que nos lo ocultaran
-Vamos a hacer huelga cuando regresemos- propuso Travis
En el centro de la depresión había un tanque metálico del tamaño de una bañera lleno de un burbujeante líquido oscuro: salsa de tabasco y aceite de motor.
-Lo más rico del mundo- dijo Connor con sarcasmo
-Es una cuestión de perspectiva- señaló Hermes
Sobre un pedestal suspendido encima del tanque, un ventilador eléctrico daba vueltas, esparciendo el humo a través del bosque. ¿Podían oler los dragones metálicos?
-Podrían- asintió Hefesto
-Pueden oler el miedo- dijo Connor moviendo las manos con aire dramático
El tanque parecía desprotegido, pero Leo miró más de cerca y, a la tenue luz de las estrellas y de su fuego portátil, vio un brillo metálico debajo de la tierra y las hojas: una red de bronce que bordeaba todo el cráter.
-Definitivamente eso es muy ingenioso- dijo Atenea
Algunos la miraron asombrados
O tal vez « vio» no era la palabra adecuada: percibió que estaba allí, como si el mecanismo estuviera emitiendo calor, revelándose ante él.
-Como visión infrarroja- dijo Connor
-Me parece que eso tiene mucho sentido- asintió Miranda
-Por supuesto que sí- dijo Katie con una sonrisita burlona
Seis grandes tiras de bronce se extendían desde el tanque como los rayos de una rueda. Serían sensibles a la presión, supuso Leo. En cuanto el dragón pisara una, la red saltaría y se cerraría, y voilà: un monstruo envuelto para regalo.
-Los hijos de Hefesto deberían poner su propia tienda de regalos- dijo Travis
-No lo sé ¿Que tal si las envolturas explotan?- preguntó Percy
-Tendríamos mucho trabajo en la enfermería- señaló Will
-En conclusión, sería un desastre- dijo Katie
Leo se acercó poco a poco. Colocó el pie en la tira más próxima. Tal como esperaba, no pasó nada. Tenían que haber preparado la red para algo muy pesado.
-O podrían atrapar algo que no quisieran y meterse en muchos problemas- señaló Rachel
-Seeep, no sería la primera vez que pasara algo así- dijo Percy
De lo contrario, podrían haber atrapado a un animal, un humano, un monstruo más pequeño, cualquier cosa. Dudaba que en el bosque hubiera otra cosa tan pesada como un dragón metálico. Al menos, eso esperaba.
-No lo sé, sabiendo que cosas hay en el bosque...- murmuró Chris
-Tampoco estaría tan segura- dijo Piper
-El bosque suele ser bastante tétrico- coincidió Annabeth
Avanzó con cuidado por el cráter y se acercó al tanque. El humo era casi insoportable, y le empezaron a llorar los ojos.
-Y por eso nadie se debía acercar- dijo Hefesto
-Con razón Percy y Leo se llevan tan bien- suspiró Poseidón
-Gracias papá- dijo Percy con su mejor sonrisa inocente
Se acordó de la ocasión en que tía la Callida (Hera o quien fuera) le había hecho picar jalapeños en la cocina y le había entrado el jugo en los ojos. Un dolor del demonio.
-¿Qué demonios Hera?- preguntó Poseidón
-Los héroes deben saber soportar el dolor- dijo Hera con un gesto para quitarle importancia
Algunos dioses y chicos le dieron miradas indignadas
Pero, cómo no, ella le había dicho algo en plan: « Aguanta, pequeño héroe. Los aztecas de la tierra natal de tu madre solían castigar a los niños malos sujetándolos encima de una lumbre llena de guindillas. Criaron a muchos héroes de esa forma»
-Les dije- señaló Hera rodando los ojos -es solo que ustedes son demasiados dramáticos con estos críos
Y luego le preguntaban a Zoë el por qué de que Hera le cayera tan mal, aunque técnicamente ahora ya no era la única en ocupar el primer puesto del "dios más detestable" de su ranking mental.
Aquella señora estaba hecha toda una psicópata. Leo se alegraba mucho de formar parte de una misión para rescatarla.
-Alguien sabe de lo que habla- masculló Hera
-Es el único al parecer- señaló Hades
-Cállate- gruñó Hera
A la tía Callida le habría encantado ese tanque, porque era mucho peor que el jugo de los jalapeños. Leo buscó un detonador, algo que desactivara la trampa, pero no vio nada.
-No iba a estar a la vista de todos- dijo Hefesto
-No sería adecuado dejarlo a la vista de todos- estuvo de acuerdo Atenea
-Y menos sabiendo las cosas que hay en el bosque- señaló Artemisa
Experimentó un instante de pánico. Nyssa había dicho que había varias trampas como esa en el bosque y que tenían pensado colocar más. ¿Y si el dragón ya había caído en una? ¿Cómo podía encontrarlas todas Leo?
-Sería un poco difícil- dijo Chris
-Un poco imposible diría yo- dijo Connor
-Creí que habíamos quedado en que no había imposibles- señaló Apolo -solo miren a su alrededor
Siguió buscando, pero no vio ningún mecanismo accionador. Ningún botón grande con la palabra OFF. Se le ocurrió que podía no haber ninguno. Empezó a desesperarse… y entonces oyó el sonido.
-Uy el sonido- dijo Connor
-Ese sonido- asintió Percy
-Tenía que ser ese sonido- comentó Travis
Parecía más un temblor: la clase de rumor que se oye con las entrañas en lugar de con los oídos. Se puso nervioso, pero no buscó la fuente del sonido.
-Un sonido encantador al parecer- dijo Connor
-¿Alguien puede oír con las entrañas?- preguntó Travis
-No lo creo, hermano- dijo Connor negando con la cabeza
Se limitó a seguir examinando la trampa pensando: « Debe de estar muy lejos. Se está abriendo paso a través del bosque. Tengo que darme prisa» .
-¿Cuanto apuestan a que no estaba lejos?- preguntó Travis
-Nada- dijo Percy
Entonces oyó un resoplido estridente, como de vapor expulsado por un tubo metálico. Notó un hormigueo en el cuello. Se volvió despacio. En el borde del foso, a unos quince metros, dos brillantes ojos rojos lo miraban fijamente.
-Gané, paguenme- dijo Travis
-Ninguno de nosotros apostó- señaló Piper
-Que amargados son- masculló Travis
La criatura relucía a la luz de la luna, y a Leo le costó creer que algo tan grande se hubiera acercado a él tan deprisa y sin hacer ruido.
-Que raro- dijo Bianca
-Bastante- asintió Rachel
Se dio cuenta demasiado tarde de que el monstruo tenía la mirada clavada en el fuego de su mano y apagó las llamas.
-Buena decisión- dijo Hefesto
Todavía podía ver al dragón perfectamente. Medía unos veinte metros del hocico a la cola y su cuerpo estaba hecho de placas de bronce entrelazadas.
-Un excelente dragón- dijo Piper
-Apoyo eso- dijo Percy
-También yo- asintió Hazel
Sus garras eran del tamaño de cuchillos de carnicero, y su boca estaba llena de cientos de dientes metálicos afilados como dagas.
-Awwww muy tierno el dragón- dijo Travis
-Casi parece un peluche con el que puedes dormir por las noches- dijo Connor
-Por supuesto que sí- comentó Percy
De sus orificios nasales salía vapor. Gruñía como una sierra mecánica cortando un árbol. Podría haber partido fácilmente a Leo por la mitad de un mordisco, o haberlo pisado de lleno.
-Y vaya que sí- asintió Jason
-Lo sabemos, quería destruir algunas cabañas- dijo Katie
-Y también a algunos campistas- señaló Miranda
Era lo más hermoso que él había visto jamás, salvo por un problema que daba totalmente al traste con su plan.
—No tienes alas —dijo Leo.
-Un poco de fallas en ese plan- bromeó Percy
-Pequeño detalle, nada más- dijo Piper
-Eso no lo iba a detener- dijo Jason
El dragón dejó de gruñir. Ladeó la cabeza como diciendo: « ¿Por qué no huyes asustado?».
-Porque está un poquito loco- dijo Piper riendo
-Un poco nada más- asintió Percy
—Oye, no te ofendas —dijo Leo—. ¡Eres increíble! Madre mía, ¿quién te construyó? ¿Eres hidráulico o funcionas con energía nuclear o qué? Claro que yo te habría puesto alas. ¿Qué clase de dragón no tiene alas?
-Es una nueva especie de dragón sin alas- dijo Katie
-Obviamente, los dragones sin alas son muy cool- asintió Travis
-Aunque cuando llegó sí tenía alas- señaló Connor
-¡Gracias por el spoiler!- gritaron algunos de los chicos
-Eso no era spoiler- se defendió Connor
Supongo que a lo mejor eres demasiado pesado para volar. Debería habérmelo imaginado.
El dragón resopló, ahora más confundido.
-Yo también me sentiría como el dragón- asintió Chris
-Básicamente le dijo que estaba gordo- bromeó Travis
Algunos empezaron a reír
Se suponía que tenía que pisotear a Leo. Aquella conversación no era parte del plan. La criatura dio un paso adelante, y Leo gritó:
—¡No!
-Y asustó a todos los que pudieran estar ahí- dijo Miranda
-Lo que me parece muy bien- señaló Percy -para que así nadie se atreva a meterse con él
El dragón volvió a gruñir.
—Es una trampa, cerebro de bronce —dijo él—. Están intentando cazarte.
El dragón abrió la boca y escupió fuego.
-Que no le importa, dice- comentó Connor
-Se intenta portar bien y le escupe fuego- bromeó Piper
-Aunque me gusta cuando lanza fuego- señaló Percy
-Sí, pero no contra él, sesos de alga- dijo Annabeth
Una columna de llamas ardientes cayó sobre Leo, más de lo que él había intentado soportar jamás. Se sintió como si le estuvieran regando con una potente manguera de incendios muy caliente.
-Demonios, no podemos preguntarle si lo ha hecho- masculló Travis
-Puedes guardar tu pregunta para más tarde- señaló Rachel
-Puedes guardarla en el buzón de las preguntas- dijo Percy
-No tenemos buzón de preguntas bro- comentó Jason
-Rayos… Bueno, puedes dejar tu pregunta en el lugar de Leo- dijo Percy
Le dolió un poco, pero se mantuvo firme. Cuando las llamas cesaron, se encontraba perfectamente. Incluso su ropa estaba bien, algo que Leo no entendía, pero que agradeció.
-Que bueno- dijo Piper
-Debería inventar una ropa a prueba de fuego- comentó Bianca
Le gustaba su chaqueta militar y le habría dado bastante vergüenza acabar con los pantalones chamuscados.
El dragón se quedó mirando a Leo.
-Este niño es muy raro, dijo el dragón- bromeó Travis
-¿Por qué me tocarán siempre los niños raros? Es lo que se pregunta el dragón- señaló Piper
-Es lo mismo que yo siempre me he preguntado- suspiró Apolo
-¡Papá!- se quejó Will
En realidad, su cara no cambió, pues estaba hecha de metal, pero a Leo le pareció interpretar su expresión: « ¿Por qué no estás churruscado?» .
-¿Oigan ya podemos ir por Leo? Aquí tendría que decir algo como "porque yo soy el gran Leo Valdez"- dijo Percy
-Nah- dijo Piper -esperemos a que termine el capítulo, además está con Calipso
-Vamos a mandar a Esperanza- propuso Travis
-No creo que sea una buena idea- dijo Zoë
-Tampoco lo creo- dijo Katie mirando a Travis
De su pescuezo salió volando una chispa, como si estuviera a punto de sufrir un cortocircuito.
—No puedes quemarme —dijo Leo, tratando de mostrarse severo y calmado.
-Como Annabeth controlando a Cerbero- señaló Grover
-Siempre agradeceré que no le haya dicho que se sentara- comentó Percy
-Por los dioses, sesos de alga- dijo Annabeth rodando los ojos
Nunca había tenido un perro, pero se dirigió al dragón como creía que un humano se dirigía a un perro.
—Quieto, chico. No te acerques más. No quiero que te quedes atrapado.
-¿Creen que le haga caso?- preguntó Connor
-Si yo fuera el dragón, le haría caso- asintió Percy
-Sí claro- bufó Thalia
-Si lo haría, cara de pino- dijo Percy
Verás, ellos creen que estás estropeado y que hay que desguazarte. Pero yo no lo creo. Puedo arreglarte si me dejas…
El dragón chirrió, rugió y atacó. La trampa saltó.
-No le hizo caso- señaló Chris
-Eso exactamente pasaría si tu fueras el dragón- señaló Thalia mirando a Percy
Percy le sacó la lengua
Del suelo del cráter brotó un sonido digno de mil cubos de basura entrechocándose unos con otros. Salieron volando tierra y hojas, y la red metálica destelló. Leo fue derribado y acabó boca abajo y mojado en salsa tabasco y aceite.
-Un Leo a la tabasco- dijo Piper
-Lo único malo de la receta sería el aceite de coche- señaló Rachel
-Pequeño detalle- dijo Percy
Se vio emparedado entre el tanque y el dragón que se revolcaba, tratando de liberarse de la red que los había envuelto a los dos.
-Nada mejor para hacer amigos dragones que envolverte en una red con ellos- comentó Travis
-Creí que lo mejor para hacer amigos era llorar frente a desconocidos- señaló Thalia
-Vaya, muchas gracias Thalia- masculló Piper
El dragón se puso a escupir llamas en todas direcciones, iluminando el cielo y prendiendo fuego a los árboles. El aceite y la salsa ardían por todas partes. A Leo no le dolía, pero le dejó un sabor desagradable en la boca.
-Comida cero saludable- dijo Rachel
-Pero es la más rica- señaló Percy
—¿Quieres hacer el favor de parar? —gritó.
El dragón siguió retorciéndose. Leo se dio cuenta de que si no se movía acabaría aplastado. No fue fácil, pero consiguió salir de entre el dragón y el tanque.
-Bueno, eso ya es ganancia- dijo Bianca
-Ya casi no le falta nada- dijo Miranda
Se abrió paso a través de la red retorciéndose. Por suerte, los agujeros eran lo bastante grandes para un chico delgado.
Echó a correr hacia la cabeza del dragón.
-La mejor ruta de escape- asintió Conor
-Siempre lo será- asintió Travis con fingida seriedad
La criatura intentó morderle, pero tenía los dientes enredados en la malla. Escupió fuego de nuevo, pero parecía que se estaba quedando sin energía. Esta vez las llamas solo eran anaranjadas y chisporrotearon antes de llegar siquiera a la cara de Leo.
-Batería baja- señaló Travis
-Bueno, podría haber incluido una alarma, no era necesario que escupiera fuego- comentó Bianca
-Pero esa es su señal- dijo Percy
—Oye, tío, les vas a avisar de dónde estás —le advirtió—. Entonces vendrán y sacarán el ácido y las sierras para metal.
-Ácido y sierras para metal, mis dos juguetes favoritos- bromeó Connor
-Juguetes favoritos que nunca vas a poder tocar- dijo Chris
-Los dioses no lo permitan- dijo Miranda
-No lo permitiremos- comentó Hermes riendo
Los Stoll hicieron sonidos de protesta
¿Es eso lo que quieres?
La mandíbula del dragón emitió un sonido chirriante, como si estuviera intentando hablar.
-Le dijo que no- comentó Percy
-¿Hablas dragón?- preguntó Connor riendo
-Cuando se necesita- asintió Percy con una sonrisa
—Está bien —dijo Leo—. Tendrás que confiar en mí. Y se puso manos a la obra.
-Y al dragón no le quedaba de otra- dijo Hermes
-Así por las buenas sí hay que confiar- dijo Rachel
Le llevó casi una hora encontrar el panel de control. Estaba justo detrás de la cabeza del dragón, lo cual era lógico.
-Era lógico, pero tardó una hora en encontrarlo- dijo Travis riendo
-Creo que después de todo no era tan lógico- dijo Piper
-Lo era, pero no lo era- asintió Percy
-Eso está muy claro- comentó Jason
Había decidido mantener al dragón en la red, pues era más fácil trabajar con la criatura inmovilizada, pero al dragón no le gustó.
—¡Estate quieto! —lo reprendió Leo.
-A nadie le gustaría- dijo Rachel
-Pero es mejor eso que la opción de ser desconectado- señaló Reyna
El dragón emitió otro sonido chirriante que podría haber sido un quejido.
Leo examinó los cables del interior de la cabeza del dragón. Le distrajo un sonido del bosque, pero cuando alzó la vista vio que no era más que una ninfa de los árboles
-Bueno, mientras no lo quiera matar- murmuró Piper
-Pueden ser muy agresivas- asintió Apolo
-Lo sabemos- comentaron los Stoll al mismo tiempo
—una dríade, creía que se llamaban— que estaba apagando las llamas de sus ramas. Afortunadamente, el dragón no había provocado un incendio forestal, pero aun así la dríade no estaba nada contenta.
-¿Como podría estarlo si quemó sus ramas?- preguntó Katie
El vestido de la chica echaba humo. Apagó las llamas con una manta sedosa y cuando vio que Leo la estaba mirando, hizo un gesto que probablemente se consideraba muy grosero en la tierra de las dríades.
-Nos imaginamos que clase de gesto y les digo que sí es muy grosero- dijo Apolo
-Para que quema sus ramas- masculló Deméter
-Fue un accidente- señaló Hefesto
A continuación desapareció en una nube de niebla verdosa.
Leo se concentró de nuevo en la instalación eléctrica. Era ingeniosa, desde luego, y le resultaba comprensible.
-Por supuesto que lo hacía- dijo Piper
Eso era el relé de control del motor. Eso procesaba las señales sensoriales de los ojos. Ese disco…
—¡Ja! —dijo—. No me extraña que estés así.
-Claro, es obvio- dijo Travis
-Por supuesto, es súper lógico- dijo Percy
-Muy lógico- asintió Chris
—¿Cric? —preguntó el dragón con la mandíbula.
—Tienes un disco de control corroído. Probablemente regula tus circuitos de razonamiento superiores, ¿verdad? Tienes el cerebro oxidado, tío.
-Eso explica todo- dijo Connor
-Eso tiene más sentido para mí- asintió Percy
-Para todos, de hecho- dijo Miranda
No me extraña que estés un poco… confundido —estuvo a punto de decir « loco» , pero se contuvo—.
-No creo que Festo lo hubiera apreciado- dijo Frank
-No lo haría- dijo Hazel
-Tal vez le escupiría más fuego- señaló Piper
-Probablemente- coincidió Jason
Ojalá tuviera un disco de recambio, pero… es una pieza de circuitos compleja. Voy a tener que sacarlo y limpiarlo. Solo será un momento. Extrajo el disco, y el dragón se quedó totalmente inmóvil.
-Técnicamente le sacó el cerebro- dijo Travis
-Sí, pero eso suena un poco tétrico- dijo Katie
El brillo de sus ojos se apagó. Leo se deslizó por el lomo de la criatura y empezó a pulir el disco. Limpió el aceite y la salsa tabasco con la manga, lo que ayudó a penetrar en la mugre, pero cuanto más limpiaba, más se preocupaba.
-La mugre no le dejaba ver todo el panorama- comentó Hefesto -y eso no es nada bueno
Parte de los circuitos eran irreparables. Lo podía arreglar, pero no dejarlo perfecto. Para eso necesitaría un disco totalmente nuevo, y no tenía ni idea de cómo crear uno.
Procuró trabajar deprisa.
-Hizo un increíble trabajo- asintió Jason
-Y en una sola noche- dijo Piper -fue genial
-Vaya que sí lo fue- dijo Annabeth
No estaba seguro del tiempo que podía permanecer el disco extraído sin dañar al dragón —tal vez no había un límite—, pero no quería correr riesgos.
-Es lo mejor- dijo Chris
Hefesto asintió
Una vez que lo hubo reparado lo mejor que pudo, volvió a trepar a la cabeza del dragón y empezó a limpiar los cables y las cajas de engranajes, ensuciándose mientras tanto.
-Un poquito de mugre por un trabajo increíble- dijo Percy
-Esa mugre no es nada a comparación de su súper trabajo- comentó Piper
—Manos limpias, herramienta sucias —murmuró, un comentario que solía hacer su madre.
Hefesto asintió
Cuando hubo acabado, tenía las manos negras de grasa y su ropa estaba tan sucia que parecía que hubiera perdido un combate de lucha en el barro,
-A lo mejor alguna vez luchó en el barro- dijo Travis
-Recuerda ponerlo en el buzón de preguntas- señaló Percy
-Claro, lo olvidaba- dijo Travis
pero los mecanismos tenían mucho mejor aspecto. Introdujo el disco, conectó el último cable y salieron chispas volando. El dragón vibró. Sus ojos empezaron a brillar.
-Al menos no brillaron con furia- dijo Apolo
-Porque conociendo la suerte de todos ustedes…- comentó Hermes
-Gracias- murmuraron algunos de los chicos
—¿Mejor? —preguntó Leo.
El dragón emitió un sonido como una broca de alta velocidad. Abrió la boca, y todos sus dientes giraron.
-Espero que eso haya sido un sí- dijo Hermes
-Es un sí- asintió Percy
-Recuerden que él habla dragón- señaló Travis
Percy asintió
—Supongo que eso es un sí. Espera, te voy a soltar.
Otros treinta minutos para encontrar las abrazaderas que soltaban la red y para desenredar al dragón,
-No está aquí, pero démosle un aplauso- dijo Percy
Los chicos aplaudieron
pero finalmente la criatura se levantó y se sacudió el último trozo de red del lomo. Entonces rugió triunfalmente y lanzó fuego al cielo.
-Festo "yo soy el mejor"- dijo Piper riendo
-¿También hablas dragón?- preguntó Percy
-Solo un poco, no tanto como tú- dijo Piper encogiéndose de hombros
-Por los dioses- dijo Annabeth
—En serio —dijo Leo—, ¿no sabes estar sin lucirte?
-Bueno, ahora todos sabemos por que se llevan tan bien- murmuró Frank
-Eso me parece muy lógico- asintió Jason
« ¿Cric?» , preguntó el dragón.
-Que no sabe estar sin lucirse- dijo Percy
-Gracias, me encantan tus traducciones- dijo Connor
—Necesitas un nombre —decidió Leo—. Te llamaré Festo.
El dragón rechinó los dientes y sonrió. Al menos, Leo esperaba que eso fuera una sonrisa.
-Creo que le gustó el nombre- dijo Perséfone
-De no haberle gustado es probable que le hubiera aventado otra llamarada de fuego- comentó Apolo
-O que se lo hubiera querido comer- dijo Hermes
—Guay —dijo—, pero seguimos teniendo un problema, porque no tienes alas.
Festo ladeó la cabeza y expulsó humo. A continuación agachó el lomo en un gesto inconfundible. Quería que Leo se subiera encima de él.
-Y así niños y niñas, se hace un amigo dragón- dijo Travis
-Es una bella historia- comentó Percy -aún aspi no lo intenten en casa
-Yo sí lo quería hacer- dijo Connor
—¿Adónde vamos? —preguntó Leo.
Pero estaba demasiado emocionado para esperar una respuesta. Se subió al lomo de Festo, y el dragón se internó en el bosque.
-Más reglas rotas- dijo Travis negando con la cabeza
-Si vas a romper las reglas, que sea en grande- señaló Connor
Quirón los miró con una ceja alzada
Leo perdió la noción del tiempo y todo sentido de la orientación.
-Lo bueno es que Festo no era una máquina para capturar y matar semidioses- dijo Miranda
-Gracias a los dioses- dijo Hazel
Parecía imposible que el bosque fuera tan hondo y silvestre, pero el dragón avanzó hasta que los árboles se volvieron como rascacielos y el manto de hojas tapó por completo las estrellas.
-También es bueno que no le tema a la oscuridad- dijo Piper
-Sí, estando ahí no habría sido bueno eso- comentó Bianca
-Definitivamente no- coincidió Rachel
Ni siquiera el fuego de la mano de Leo podría haber iluminado el camino, pero los brillantes ojos rojos del dragón servían de faros.
-Eso es un punto- dijo Katie
-Así aunque le temiera a la oscuridad- dijo Miranda
Finalmente cruzaron un arroyo y llegaron a un punto muerto, una pared de piedra caliza de treinta metros de altura: una masa sólida y escarpada por la que el dragón no podía trepar.
-Nuevo lugar descubierto- dijo Travis
-Pero nos ganó Leo- se quejó Connor
-Será para la próxima- señaló Chris
Festo se detuvo en la base y levantó una pata, como un perro señalando.
—¿Qué pasa?
Leo se deslizó al suelo. Se acercó a la pared, pero no vio más que roca sólida.
Hefesto se veía pensativo
El dragón siguió señalando.
—No se va a apartar del camino —le dijo Leo.
-Verla no hará que se aparte- dijo Percy sonriendo
-Estaba intentando moverla con su mente- señaló Jason
-Claro, ojalá lo logren- dijo Rachel
El cable suelto del pescuezo del dragón echó chispas, pero por lo demás la criatura permaneció inmóvil. Leo acercó la mano a la barrera de roca. De repente, sus dedos empezaron a arder.
-Ha descubierto la llave- dijo Piper riendo
-Y la llave no era la mente- dijo Percy moviendo la cabeza
-Una verdadera lastima- coincidió Jason
Líneas de fuego se extendían de las puntas de sus dedos como pólvora encendida, chisporroteando a través de la piedra caliza.
-Eso es muy cool- dijo Connor
-¿Por qué los hijos de Hefesto se quedan con todo lo divertido?- preguntó Miranda
-No lo sé, eso no es justo- se quejó Will
-Yo creo que ya no te deberías juntar con Apolo- señaló Hermes mirando a Will
Apolo le dio una mala mirada
Las líneas ardientes corrieron a través de la cara del risco hasta perfilar una brillante puerta roja cinco veces más grande que Leo. Él retrocedió, y la puerta se abrió de forma inquietantemente silenciosa para tratarse de una losa de piedra tan grande.
-Sí suena un poco aterrador- dijo Travis
-Un poco nada más- dijo Katie
-Pero también suena cool- señaló Connor
—Perfectamente nivelada —murmuró—. Ingeniería de primera.
-Excelente servicio- dijo Percy
-Servicio de primera- asintió Chris
El dragón se movió y entró, como si estuviera volviendo a casa.
Leo pasó, y la puerta empezó a cerrarse.
-Como una casa embrujada- dijo Piper
-Me encantan las casas embrujadas- dijo Connor con sarcasmo
-¿Eso también será obra de la diosa de los fantasmas?- preguntó Will
Nico se encogió de hombros -Probablemente
Experimentó un instante de pánico al acordarse de la noche que se había quedado encerrado en el taller de máquinas, hacía muchos años. ¿Y si quedaba atrapado allí?
-Sería muy malo- comentó Apolo
-Ya no tendría que ir a la misión- señaló Travis
-No estoy segura de cual opción es peor- dijo Piper
-Tampoco yo- masculló Hefesto
Pero entonces las luces se encendieron parpadeando: una combinación de fluorescentes eléctricos y antorchas fijadas en las paredes. Cuando Leo vio la cueva, se olvidó de la idea de marcharse.
-Lo hemos perdido- dijo Percy negando con la cabeza
-La verdad es que sí, por algún tiempo- dijo Jason
—Festo —murmuró—, ¿dónde estamos?
El dragón se dirigió al centro de la estancia dando fuertes pisotones y dejando huellas en el polvo espeso, y se acurrucó en una gran plataforma circular.
-Hay que arroparlo- dijo Connor
-Trata de hacerlo y creo que te lanzaría fuego- comentó Percy
-Y no eres inmune al fuego- señaló Miranda
La cueva era del tamaño de un hangar para aviones, con innumerables mesas de trabajo y jaulas de almacenamiento, hileras de puertas del tamaño de las de un garaje a lo largo de cada pared y escaleras que subían a una red de pasarelas situadas en lo alto.
-Eso suena demasiado genial- dijo Chris
Hefesto sonrió con algo que se parecía mucho al orgullo
Había herramientas por todas partes: elevadores hidráulicos, sopletes para soldar, monos aislantes, palas neumáticas, carretillas elevadoras, además de algo que se parecía sospechosamente a una cámara de reacción nuclear.
-Dígamos que entendimos de qué habla- murmuró Travis
-Vamos a poner cara de que entendimos- dijo Percy
-La cara que siempre pones en la escuela- señaló Thalia
-Claro- asintió Percy -así los maestros no te preguntan
Había tableros de anuncios cubiertos de planos gastados y desvaídos. Y armas, armaduras, escudos…, pertrechos de guerra por todas partes, muchos solo parcialmente acabados.
-Que increíble lugar- dijo Bianca
-Eso suena muy bien- dijo Clarisse
Colgada de unas cadenas muy por encima de la plataforma del dragón, había
una vieja pancarta tan desvaída que casi no se podía leer. Las letras estaban en griego, pero de algún modo Leo sabía lo que decían: BÚNKER 9.
Hefesto miró impresionado el libro
¿Se refería al nueve de la cabaña de Hefesto o a que había otros nueve? Leo miró a Festo, que seguía acurrucado en la plataforma, y le dio la impresión de que el dragón parecía tan contento porque estaba en casa.
-Creo que es su casa- dijo Rachel
-Has de ser un oráculo- bromeó Percy
Rachel se sonrojó -No le puedes hablar así a un oráculo
Percy sonrió con aire inocente
Probablemente había sido creado en aquella plataforma.
—¿Saben los otros chicos…?
La pregunta de Leo se interrumpió antes de concluir. Estaba claro que aquel lugar llevaba décadas abandonado.
Quirón suspiró
Las telarañas y el polvo lo cubrían todo. El suelo no mostraba pisadas salvo las de él y las enormes huellas de las garras del dragón.
-Al menos no puede caer en las huellas del dragón- dijo Travis
-¿Se imaginan a Leo tratando de salir de una huella del dragón?- preguntó Connor riendo
-Le voy a decir- comentó Zoë
-No, no, no, tú estás de nuestro lado- dijeron los Stoll al unísono
Leo era la primera persona que entraba en el búnker desde… desde hacía mucho tiempo. El búnker 9 había sido abandonado con muchos proyectos a medio acabar sobre las mesas. Encerrados y olvidados, pero… ¿por qué?
-La pregunta del siglo- dijo Jason
-Del milenio- dijo Percy
Miró un plano de la pared —un plano de guerra del campamento—, pero estaba agrietado y amarillento como papel de cebolla. Una fecha al pie rezaba « 1864» .
—No puede ser —murmuró.
-Un poquito antiguo- dijo Apolo
Entonces vio un plano en un tablón que tenía cerca y el corazón casi le salió por la boca.
-¿Qué podrá ser?- preguntó Travis
-Un completo misterio- dijo Connor
Corrió a la mesa de trabajo y contempló un dibujo con líneas blancas tan desvaído que casi era irreconocible: un barco griego representado desde distintos ángulos.
-Bueno, eso es algo nuevo- dijo Percy
-Misterio resuelto- señaló Piper
Debajo, unas palabras garabateadas débilmente rezaban:
¿PROFECÍA? POCO CLARA. ¿VUELO?
Era el barco que había visto en sueños: el barco volador.
-Un excelente barco volador- dijo Jason
Alguien había intentado construirlo allí, o al menos había esbozado la idea. Luego había quedado abandonado, olvidado…, una profecía todavía pendiente.
-Bueno, obviamente no era el momento ni el constructor- dijo Apolo
-Ni los de la profecía- señaló Hermes
-Genial- dijo Poseidón con sarcasmo
Y lo más raro de todo era que el mascarón de proa era exactamente como el que Leo había dibujado cuando tenía cinco años: la cabeza de un dragón.
—Se parece a ti, Festo —murmuró—. Da miedo.
-Lo hacía- dijo Piper
-Que raro es eso del destino- comentó Frank
-Y que lo digas- murmuró Percy
El mascarón de proa le provocó una sensación de inquietud, pero en la cabeza de Leo se agolpaban demasiadas preguntas más para detenerse en ello.
-Además en ese momento no serviría de mucho- señaló Rachel
-Podría hacer que le explotara la cabeza con tantas preguntas- asintió Apolo
Tocó el plano con la esperanza de poder llevárselo para estudiarlo, pero el papel se agrietó al contacto, de modo que lo dejó. Buscó otras pistas.
-Es demasiado tiempo como para que el plano se mantuviera entero al ser tocado- dijo Hefesto
No había barcos, ni piezas que parecieran formar parte de ese proyecto, pero había muchas puertas y almacenes para explorar. Festo resopló como si tratara de llamar la atención de Leo, recordándole que no tenían toda la noche.
-Hay que darle las gracias a Festus- dijo Piper
-También hay que anotarlo en la lista de cosas por hacer- mencionó Percy
-Me parece una idea genial- dijo Piper
Era verdad. Leo calculó que amanecería al cabo de unas horas, y se había despistado por completo. Había salvado al dragón, pero no iba a servirle de ayuda en la misión. Necesitaba algo que pudiera volar.
-Ya que era mejor que ir en tierra- masculló Jason
-Aunque hubo veces que en el aire tampoco nos fue tan bien- dijo Piper
Festo empujó algo en dirección a él: un cinturón portaherramientas de cuero que había sido abandonado al lado de su plataforma de construcción.
-Bueno, otra duda más resuelta- dijo Percy riendo
-Me gusta que estos libros nos resuelvan tantas dudas- dijo Katie
-Y me gusta más porque como nosotros no tuvimos que ver con la misión, no viene desde nuestro punto de vista- comentó Travis
-También por eso me gustan- dijo Katie y chocó los cinco con Travis
A continuación, el dragón activó los haces de sus brillantes ojos rojos y los enfocó hacia el techo.
-Creo que Leo le cayó bien- dijo Connor
-Sí, esa es la impresión que da- coincidió Percy
Leo alzó la vista a donde estaban enfocando las luces y lanzó un grito al reconocer las figuras colgadas encima de ellos en la oscuridad.
—Festo —dijo con una vocecilla—, tenemos trabajo que hacer.
-Supongo que esas eran las alas- dijo Hermes
-Sin spoilers- dijo Apolo
-El capítulo acabó- mencionó Piper
-¿Puedo leer?- preguntó Zoë
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