XLIX

Jason

Sammy miraba todos los intercambios y bromas que se hacían en la sala de Trono y como siempre desde el "día 0" pensaba en su mejor amiga y cuánto la extrañaba, no era que o agradeciera estar con sus demás amigos y teóricamente a salvo, pero le hacía pensar que era lo que había pasado con ella y si estaría bien, desde el día 0 no había sabido nada de ella, desde ese día no sabía nada de Silena.

Sammy había conocido a Silena Rodríguez en el Campamento Mestizo, hace como unos cinco años, mientras practicaban algunos movimientos de espada que solo los niños de cinco años podrían hacer. Tenían la misma edad, pero incluso en ese entonces ella lucía como uno o dos años mayor que él, era delgada y de tez morena, con el cabello castaño y largo, de ojos marrones. Era una niña calmada cuando no la hacías enojar y le gustaban mucho algunas aventuras. Pasaron mucho tiempo juntos y se hicieron mejores amigos, pero el día cero ella estaba en el Campamento griego y Sammy en el romano, los días pasaron y no se vieron más, Sammy preguntó a Bianca y Esperanza si sabían algo de ella, pero no la habían visto, nadie tenía idea de si ella se había podido ir o si fue una más y...

—Un capítulo más y es mejor que se vayan a dormir— señaló Artemisa sacando a Sammy de sus pensamientos —falta poco mañana lo podemos acabar

Los semidioses asintieron de acuerdo

—Yo quiero leer— dijo Percy, Artemisa asintió y le pasó el libro —capítulo 49, Jason

Después de la pelea en el Monte del Diablo, Jason creía que no podría sentirse más asustado ni abatido. Pero en ese momento su hermana yacía helada a sus pies.

—Lección, siempre te puedes sentir peor— dijo Leo

—Siempre es bueno ese tipo de lecciones— dijo Jason

—Eso de que congelen a tu hermana si suena como que te hace entrar en depresión— comentó Katie

—Si no fuera porque estábamos rodeados de monstruos, probablemente— asintió Jason

Estaba rodeado de monstruos. Había roto su espada dorada y la había sustituido por un trozo de madera. Disponía de unos cinco minutos hasta que el rey de los gigantes apareciera y acabara con ellos.

—Un excelente escenario para la desesperación— dijo Miranda

—Los escenarios desesperados son los que más me gustan— comentó Leo

—Son los mejores— dijo Percy con sarcasmo

Jason ya había jugado su mejor baza al invocar el rayo de Zeus en su lucha contra Encélado, y dudaba que contara con la fuerza o la colaboración de arriba para volver a hacerlo.

Jason hizo una mueca

—Probablemente no— dijo Apolo

Zeus le lanzó una mala mirada

Eso significaba que sus únicos recursos eran una diosa encerrada que no paraba de quejarse, una especie de novia con una daga

—Una especie de novia— murmuró Piper

—Creo que es la mejor descripción que encontraste— asintió Leo

—Estaba en pánico por su hermana congelada así que es una buena descripción— señaló Katie

—Gracias— dijo Jason

y Leo, que al parecer creía que podía derrotar a los ejércitos de las tinieblas con caramelos de menta.

Leo masculló una maldición

—Uhhh teman a los caramelos de menta— bromeó Travis

—La horrible historia de los caramelos de menta y como derrota a los ejércitos— dijo Katie riendo

—Ustedes dos son muy groseros— señaló Leo

Y para colmo de males, los peores recuerdos de Jason estaban acudiendo de nuevo a él. Sabía con certeza que había hecho muchas cosas peligrosas en la vida, pero nunca había estado tan cerca de la muerte como en ese momento.

—Suena como una situación realmente divertida— dijo Percy con sarcasmo

—Sip, la verdad nos divertimos muchísimo— asintió Leo

—Fue realmente genial— dijo Piper

—No hubo ni un solo momento aburrido— dijo Jason

El enemigo era hermoso.

—Otro— dijo Connor negando con la cabeza

Jason se sonrojó, Piper lo miró con una ceja alzada

—Alguien va a estar en problemas— dijo Thalia riendo

—Muchas gracias, hermana— murmuró Jason

—Velo por el lado positivo, así Leo y tú podrán compartir los problemas— señaló Connor

Piper y Calipso resoplaron

Quíone sonrió, con sus ojos oscuros centelleando mientras le crecía una daga de hielo en la mano.

—Y no se veía para nada inofensiva— dijo Leo

—Coqueteaste con el enemigo...Literalmente— señaló Katie

—Eso fue hace muuuchísimo tiempo— comentó Leo —ya nadie lo recuerda

Esperanza hizo una mueca de desagrado

¿Qué has hecho? —inquirió Jason.

Muchas cosas —susurró la diosa de la nieve—.

—Claro, esa es la respuesta que todos esperábamos— dijo Miranda

—Obviamente esa es la forma de responder— asintió Piper

—Claro, no sé por qué nos sorprendemos— dijo Miranda

Tu hermana no está muerta, si es a lo que te refieres. Ella y sus cazadoras serán unos bonitos juguetes para nuestros lobos.

Thalia bufó. Artemisa y Zoë miraron el libro como si quisieran matar a la diosa

He pensado descongelarlas de una en una y cazarlas por diversión. Que ellas sean la presa por una vez.

Los lobos gruñeron en señal de agradecimiento.

—Si nos podemos imaginar cuán agradecidos estaban— masculló Thalia

—No había nadie más agradecidos que ellos— asintió Piper

—Lo notamos— asintió Leo

Sí, bonitos —Quíone no apartaba la vista de Jason—. Tu hermana estuvo a punto de matar a su rey, ¿sabes? Licaón está en una cueva, seguramente lamiéndose las heridas,

—Ojalá lo hubiera matado— masculló Thalia

—En algún otro momento tendrás la oportunidad— dijo Artemisa

pero sus secuaces se han unido a nosotros para vengarse por lo que le pasó a su señor. Y dentro de poco Porfirio se alzará y dominaremos el mundo.

—Qué sueños tan delirantes— dijo Apolo

—Bueno, lo del alzamiento del gigante no fue tan delirante— comentó Leo

—Y que lo digas— murmuró Jason

¡Eres una traidora! —gritó Hera—. ¡Y una entrometida de pacotilla! Tú no vales ni para servirme vino, y mucho menos para gobernar el mundo.

—Vamos a tener que hacer algo con ella— masculló Zeus —no se pueden quedar las cosas así como así

—Debemos de hacerlo— asintió Hera con enfado

Quíone suspiró.

Tan pesada como siempre, reina Hera. Hace milenios que deseo haceros callar.

Quíone agitó la mano, y la celda quedó recubierta de hielo, que tapó los huecos situados entre los zarcillos.

Hera resopló

—Eso suena bastante malo— dijo Travis

—Era bastante malo— coincidió Leo

Eso está mejor —dijo la diosa de la nieve—. Y ahora, semidioses, en cuanto a vuestra muerte…

—No se debería molestar por eso— dijo Katie

—La verdad es que no era necesaria tanta preocupación— dijo Piper

—No tendría por qué haberlo hecho— señaló Leo —estábamos bastante bien así

Tú engañaste a Hera para que viniera aquí —dijo Jason—. Tú le diste a Zeus la idea de que cerrara el Olimpo.

—Y ahí están tus excelentes motivos— masculló Poseidón mirando a Zeus

Zeus se vio un poco incómodo pero no se dignó a respoderle a su hermano.

Sammy oyó a Bianca susurrarle a Charles

—Excelentes motivos como siempre

Los lobos gruñeron, y los espíritus de la tormenta relincharon, preparados para atacar, pero Quíone levantó la mano.

Paciencia, queridos míos. Si quiere hablar, ¿qué problema hay?

—Tan amable por dejarte hablar— dijo Thalia rodando los ojos

—La amabilidad encarnada— masculló Piper

—Lo notamos— asintió Rachel

El sol se está poniendo, y el tiempo está de nuestro lado. Por supuesto, Jason Grace. Como la nieve, mi voz es suave y delicada, y muy fría.

—Mínimo lo caramelos de menta podrían haber servido para aventárselos— refunfuñó Leo

—Que te peguen con un caramelo, duele— señaló Connor

—No hubieras guardado los caramelos— comentó Chris

—Habrían servido estupendamente— dijo Percy

—Ahora sí es el terror de los caramelos de menta— señaló Travis

Esperanza le dió una mirada inocente a Sammy, pues ella a veces tenía la costumbre de aventar cosas que se le atravesaran, incluyendo caramelos

Para mí es fácil susurrar a los demás dioses, sobre todo cuando lo único que hago es confirmar sus temores más profundos.

Los dioses se removieron incómodos

También susurré al oído a Eolo que debía decretar una orden para matar a los semidioses. Es un pequeño servicio que hago a Gaia, pero seguro que me recompensará generosamente cuando sus hijos, los gigantes, lleguen al poder.

—¿Cómo puede ser tan estúpida para creer eso?— masculló Atenea

Podrías habernos matado en Quebec —dijo Jason—. ¿Por qué nos dejaste vivir?

Quíone arrugó la nariz.

—No es que me esté quejando, pero era una pregunta bastante razonable— dijo Jason

—Nos alegra saber que no te estabas quejando por vivir— dijo Rachel

—Nos alegra, porque con ustedes, nunca se sabe— señaló Apolo

—Muchísimas gracias— murmuraron algunos chicos

Mataros en casa de mi padre era complicado, sobre todo cuando insiste en recibir a todas las visitas. Lo intenté, recuérdalo. Habría sido muy bonito que él hubiera accedido a convertiros en hielo,

—Es cierto, sí lo intentó— asintió Piper

—Pero como que no lo intentó con suficiente fuerza— dijo Leo

—Y a pesar de todo le coqueteaste— bromeó Connor negando con la cabeza

Leo le aventó un caramelo de menta que sacó de su cinturón

—¡Ouch!— se quejó Connor

Definitivamente Sammy ahora sabía de dónde Esperanza había sacado la costumbre de aventar cosas.

pero, una vez que os aseguré el paso franco, no podía desobedecerlo abiertamente. Mi padre es un viejo tonto. Vive atemorizado por Zeus y Eolo, pero todavía es poderoso.

—Hay que acusarla con su padre— señaló Travis

—Contra toda autoridad, excepto su padre— dijo Katie

—Contra toda autoridad, pero no le vayan a decir a mi mamá— dijo Percy riendo

—No creo que eso tranquilice mucho a tu encantadora madre— señaló Apolo

—No, no lo hace— dijo Sally

—Hay veces que uno no debe ser tan suicida— asintió Connor

—Estoy completamente de acuerdo— dijo Will

—Yo también— murmuró Zoé para sí misma

Dentro de poco, cuando mis nuevos amos hayan despertado, destituiré a Bóreas y ocuparé el trono del viento del norte, pero todavía no.

—Vaya, como un golpe de estado o algo así— dijo Connor

—Básicamente— asintió Miranda

Además, mi padre tenía razón. Vuestra misión era suicida. Yo esperaba que fracasarais.

—Me alegran tanto sus buenos deseos— masculló Piper con sarcasmo

—En esa misión recibimos muchos buenos deseos— dijo Leo

—Pero no tantos como los que llegaron después— comentó Jason

—Esos también estuvieron geniales— dijo Percy

Y para ayudarnos —dijo Leo—, derribaste a nuestro dragón sobre Detroit. Los cables helados de su cabeza fueron cosa tuya. Vas a pagar por ello.

—Nadie se mete con mi dragón— masculló Leo

—Y con tus amigos— señaló Rachel

—Ah sí, también con ellos— dijo Leo

También mantuviste a Encélado informado sobre nosotros —añadió Piper —. Los temporales de nieve nos han perseguido todo el viaje.

—Poniéndolo así, creo que era bastante obvio— dijo Bianca

—Definitivamente— asintió Piper

—Pues no fue tan obvio para nosotros— murmuró Leo

—Como siempre— señaló Frank

¡Sí, ahora me siento muy unida a todos vosotros! —dijo Quíone—. Cuando dejasteis atrás Omaha, decidí pedirle a Licaón que os localizara para que Jason pudiera morir aquí, en la Casa del Lobo

—No se hubiera molestado— bufó Leo

—No habría hecho falta— dijo Jason con una mueca

—Cuántas molestias se tomó solo por nosotros— masculló Piper

la diosa de la nieve le sonrió—. Jason, tu sangre derramada en este terreno sagrado lo manchará durante generaciones.

—Mejor que tu sangre no se derrame— dijo Hermes

—Me parece una buena idea— comentó Jason

Tus hermanos semidioses se indignarán, sobre todo cuando encuentren los cuerpos de estos dos en el Campamento Mestizo. Creerán que los griegos han conspirado con los gigantes. Será… delicioso.

—Un plan bastante efectivo— asintió Annabeth

—Sí, ahora que lo entendemos tiene bastante sentido— confirmó Piper

—No podemos negar que era un buen plan— señaló Artemisa

Piper y Leo no parecían entender lo que estaba diciendo, pero Jason sí. Estaba recordando lo suficiente para percatarse de lo peligrosamente efectivo que podía ser el plan de Quíone.

Los chicos hicieron una mueca, pues los chicos romanos y mestizos de esa época sabían lo peligrosamente efectivos que podían ser algunos planes

Enemistarás a los semidioses contra los semidioses —dijo.

¡Es muy sencillo! —exclamó Quíone—. Como te he dicho, solo promuevo lo que tú harías de todas formas.

—Muchas gracias— bufó Jason

—Que impones el desorden, dice— comentó Connor

—Ya lo habíamos notado— asintió Leo —yo creo que por eso se lleva tan bien con Percy

—Genial, gracias— dijeron Jason y Percy al unísono

Pero ¿por qué? —Piper extendió las manos—. Destrozarás el mundo, Quí Gigantes lo destruirán todo. Tú no quieres eso. Llama a tus monstruos.

Quíone vaciló y a continuación se echó a reír.

—Pero al menos vaciló— dijo Connor

—Eso es mejor que nada— asintió Piper

—Es cierto— estuvo de acuerdo Rachel

Tus poderes de persuasión están mejorando, muchacha, pero soy una diosa. No puedes embrujahablarme. ¡Los dioses del viento somos criaturas del caos!

—Y que lo digas— masculló Apolo

—Sí también nos dimos cuenta de eso— dijo Leo

Derrocaré a Eolo y dejaré que las tormentas campen a sus anchas. ¡Si destruimos el mundo de los mortales, tanto mejor! Nunca nos han honrado, ni siquiera en la época de los griegos.

—Es que ellos sabían a quien honrar— señaló Apolo —tenían buenos gustos

—Además es una traidora que ni siquiera lo merece— masculló Hera

Los humanos y su cháchara sobre el calentamiento global. ¡Bah! Yo los enfriaré dentro de poco. Cuando volvamos a tomar los antiguos lugares, cubriré la Acrópolis de nieve.

—Era lógico que pensaran en ello— dijo Atenea

—Esa es otra información que era bastante obvia una vez que la dicen— comentó Hermes

—Pero ya lo habían dicho— señaló Artemisa

—Pero no era tan obvio— dijo Hermes

Los antiguos lugares —Leo abrió mucho los ojos—. A eso se refería Encélado cuando hablaba de destruir las raíces de los dioses. Se refería a Grecia.

—¿Quién está listo para un viaje a Grecia?— preguntó Leo

—No sé por qué no tenemos un caramelo de menta que le podamos aventar— dijo Piper

—Ten— dijo Connor —utiliza el caramelo que me aventó a mí

—Gracias— dijo Piper y procedió a lanzarlo contra Leo —nadie quiere volver a ir a Grecia

—¡Ouch, reina de belleza!— se quejó Leo

—Lástima que solo había un caramelo— murmuró Frank

Sammy sonrió, su relación con Leo era igual a la relación de Sammy y Esperanza.

Frank miró a Sammy con un poco de vergüenza, él se había dado cuenta que desde que el chico llegó Hazel se sentía sumamente incómoda, Frank también se sentía así, se sentía como en su misión de Alaska, no sabía cómo los demás podían estar casi tranquilos, tal vez conociendo al niño el sentimiento se fuera porque él quería que lo hiciera.

Podrías unirte a mí, hijo de Hefesto —dijo Quíone—. Sé que te parezco hermosa.

—Vaya— dijo Percy

—Es hija de ….— comenzó Calipso

—Nena, esa grosería aquí no, hay niños— dijo Leo riendo

—Dioses ¿Qué le estás enseñando a Calipso?— preguntó Katie negando con la cabeza

Leo se encogió de hombros

Bastaría con que estos dos murieran para llevar a cabo mi plan. Rechaza el ridículo destino que las Moiras te han reservado. Vive y sé mi campeón. Tus aptitudes me serían muy útiles.

—Tis iptitidis mi siriin mii itilis— masculló Leo

—Lo que todos queremos que una chica nos diga— comentó Travis con sarcasmo

—Obviamente— asintió Chris

Leo se quedó estupefacto. Miró detrás de él, como si Quíone estuviera hablando con otra persona. Por un instante, Jason se preocupó. Supuso que Leo no estaba acostumbrado a que diosas hermosas le hicieran ofertas de esa índole todos los días.

—Muchísimas gracias— bufó Leo

—Lo siento— dijo Jason

—Lo bueno es que yo sí tengo caramelos de menta— dijo Leo lanzandole uno a Jason.

Jason lo esquivó —Dije que lo sentía

—Espera… ¿Entonces tú sí estás acostumbrado a que las diosas te hagan esas propuestas?— preguntó Connor en tono dramático

—Excelente pregunta— dijo Piper mirando a Jason

Absolutamente todas las miradas fueron a Jason. Sammy y sus amigos lucían bastante sorprendidos, las caras más graciosas eran las de los mellizos

—No...Yo...No— balbuceó Jason y le dio una mirada de auxilio a Percy. Percy entendió y siguió leyendo

Entonces Leo se echó a reír tan fuerte que se dobló.

Sí, unirme a ti. Claro. ¿Hasta que te aburrieras de mí y me convirtieras en carámbano? Señora, nadie se mete con mi dragón y se va de rositas.

—Y también se metió con tus amigos— dijo Katie riendo

—Por eso decía— murmuró Leo riendo

No puedo creer que la primera vez que te vi me subiera la temperatura.

—Ni nosotros— dijo Travis —y creo que Calipso menos

—No tampoco lo entiendo— dijo Calipso con una mueca

—Era inmaduro— se defendió Leo

Calipso lo miró con una ceja levantada

La cara de Quíone se tiñó de rojo.

¿Subir la temperatura? ¿Cómo te atreves a insultarme? Yo bajo la temperatura. Soy fría, Leo Valdez. Muy, muy fría.

—Fue el mejor insulto de toda mi vida— dijo Leo

—Excelente, te mereces un 10 en la clase de insultos— dijo Percy

—Y con los insultos que al parecer le estás enseñando a Calipso, te mereces un 20— señaló Miranda

Lanzó un chorro de aguanieve invernal a los semidioses, pero Leo levantó las manos. Un muro de fuego se elevó ante ellos con un rugido, y la nieve se disolvió en una nube de vapor.

—¡Así se hace!— gritaron los Stoll

—Estuviste genial, Leo— dijo Piper

—Es cierto— asintió Jason —fue increíble

Leo sonrió.

Eso es lo que pasa con la nieve en Texas, señora. Se… derrite.

—Otra lección— dijo Leo

—Me encantan las increíbles lecciones de estos libros— dijo Rachel

—A nosotros igual— asintió Katie

Quíone emitió un siseo.

Basta. Hera se está debilitando. Porfirio se está alzando. Matad a los semidioses. ¡Que sean la primera comida de nuestro rey!

—No somos nutritivos— comentó Leo

—Y tampoco tenemos un buen sabor— dijo Piper con una mueca

—Nop, no recomendamos semidioses para la primer comida— dijo Leo

—Ni para ninguna comida— señaló Reyna

Jason levantó su tabla de madera helada —un arma ridícula con la que morir luchando—, y los monstruos atacaron.

—Muy ridícula, pero era lo que había— murmuró Jason

—Al menos es un arma— comentó Chris

—Eso es mejor que nada— asintió Thalia

L

Jason

Un lobo se abalanzó sobre Jason, que retrocedió y estampó su trozo de madera contra el hocico de la bestia con un crujido que lo llenó de satisfacción.

—Ahí el arma ya no parecía tan ridicula— señaló Rachel

—Seguía siendo ridícula, pero al menos funcionaba— comentó Jason

Tal vez solo la plata pudiera matarlo, pero una buena tabla de toda la vida podía provocarle una jaqueca de campeonato.

—Eso es algo bueno— asintió Percy

—No los matará, pero al menos dolor van a tener— señaló Hermes

—Y podría dejarlos fuera de combate— asintió Apolo

Oyó ruido de cascos y al volverse en dirección al sonido vio que un espíritu de la tormenta con forma de caballo se echaba encima de él. Se concentró e invocó el viento.

—Es mejor quitarse de su camino y que no te atropelle— asintió Connor

—Sí, pero también sirvió para algo más— dijo Jason

Justo antes de que el espíritu pudiera pisarle, se lanzó al aire, agarró el pescuezo del caballo de humo y se subió a su lomo haciendo una cabriola.

—Cómo conseguir un caballo espíritu de la tormenta en dos segundos— dijo Leo

—Primer paso, ser hijo del dios de los cielos— señaló Travis

—Yo no tengo un caballo de esos— dijo Thalia

—Todo quieres Thalia— dijo Percy negando con la cabeza

—Para los que decían que los hermanos mayores eran mejores— señaló Connor, luego hizo algo que sorprendió a todos, chocó los cinco con Zoé

—Era obvio que no lo son— dijo Zoé

—Claro que lo somos— dijo Thalia —ustedes solo buscan cualquier pretexto

—Es cierto— dijo Travis

—Lo dudo— murmuró Connor

El espíritu de la tormenta retrocedió. Intentó sacudirse a Jason de encima y luego disolverse en la niebla para deshacerse de él, pero Jason permaneció montado.

—A ti ningun espiritu de la tormenta te va a ganar— dijo Travis

—Vamos, tú puedes con él— dijo Rachel

Ordenó al caballo que conservara su forma sólida, y el caballo pareció incapaz de negarse. Jason notaba cómo luchaba contra él. Percibía sus pensamientos furiosos: el caos absoluto esforzándose por liberarse.

—Pero aun así es increíble— dijo Jason

—-No lo conocí en las mejores condiciones— dijo Percy —pero lucía muy genial

—Las mejores condiciones nunca se dan— comentó Jason

—Pero no estuvo tan mal después de todo ¿No?— preguntó Percy con una sonrisa

—Para nada, fue super divertido— dijo Jason

Piper bufó —Quiero golpearlos a los dos

Ambos chicos sonrieron

Tuvo que echar mano de toda su fuerza de voluntad para imponerle sus deseos y controlar al caballo. Pensó en Eolo, supervisando a miles y miles de espíritus de la tormenta como ese, algunos mucho peores.

—Ahora lo entiendo— asintió Jason

—Tiene mucho sentido— dijo Leo

No le extrañaba que el señor de los vientos se hubiera vuelto un poco loco después de siglos sometido a esa presión. Pero Jason solo debía dominar a un espíritu, y tenía que vencer.

—Esa es la actitud— dijo Apolo

—Gracias— dijo Jason

Ya eres mío —dijo.

El caballo corcoveaba, pero Jason se agarró bien. Su crin temblaba mientras daba vueltas alrededor del estanque vacío,

—Al parecer era como esos juegos de feria donde te debes agarrar y no caerte para ganar— señaló Miranda

—Pero nivel super extremo— dijo Leo

—Nivel semidiós— dijo Percy

levantando con sus cascos tormentas en miniatura —tempestades— cada vez que entraban en contacto.

¿Tempestad? —dijo Jason—. ¿Te llamas así?

—Un excelente nombre— dijo Leo

—Le queda— asintió Percy

—Es increíble— dijo Jason

—Y vaya que sí— dijo Piper

El caballo sacudió su crin, alegrándose visiblemente de que lo hubiera reconocido.

Bien —dijo Jason—. Ahora luchemos.

Se lanzó a la carga en la batalla, blandiendo su trozo de madera helado,

—Cada día hay nuevos estilos para lanzarse a la batalla— dijo Leo

—Jason imponiendo modas— dijo Miranda

—El mejor estilo de pelea del mundo— asintió Leo

—Todos lo queremos aprender— dijo Katie

apartando a golpes a los lobos y arrojándose directamente entre otros venti.

Tempestad era un espíritu fuerte, y cada vez que se abría paso entre uno de sus hermanos, descargaba tanta electricidad que el otro espíritu se evaporaba en una nube de niebla inofensiva.

—Así que no se metan con él— dijo Travis

—Espero que lo hayan aprendido— dijo Percy

—Creo que sí lo aprendieron— asintió Jason —al menos por un momento

—Un momento es mejor que ningún momento— dijo Percy

En medio del caos, Jason entrevió a sus amigos. Piper estaba rodeada de terrígenos, pero parecía defenderse bien. Estaba tan imponente mientras luchaba, casi reluciente de belleza,

—Otro que tiene las prioridades perfectamente ordenadas— señaló Connor

Jason se sonrojó

—Ya sabemos de qué lado es el hecho de que los mellizos tengan ordenadas sus prioridades— comentó Zoé

Piper y Jason se sonrojaron furiosamente

—No creas, Piper también tiene perfectamente ordenadas las prioridades— señaló Thalia

—Muchas gracias, Thalia— masculló Piper sonrojada

que los terrígenos se la quedaban mirando con temor y se olvidaban de que tenían que matarla.

—Así se hace, querida— dijo Afrodita con una sonrisita

Piper se sonrojó aun más

Bajaban sus porras y observaban mudos de asombro cómo ella sonreía y cargaba contra ellos. Sonreían… hasta que ella los hacía pedazos con su daga y se derretían formando montones de barro.

—Pobres de ellos— dijo Leo negando con la cabeza

—Casi me daban pena… Casi— dijo Piper

—Sí, lo notamos, creeme— asintió Leo

—Y vaya que sí— dijo Jason

Leo se había enfrentado a la mismísima Quíone. Aunque luchar contra una diosa debería haber sido un acto suicida, Leo era el hombre indicado para la labor.

—Gracias— dijo Leo

Ella no hacía más que lanzarle dagas de hielo, ráfagas de aire invernal y tornados de nieve, y Leo lo derretía todo. Su cuerpo entero desprendía lenguas rojas de llamas como si lo hubieran rociado con gasolina.

—Y tampoco se metan con Leo— señaló Travis

—Tú y tu novia llevan todo el libro metiéndose conmigo— dijo Leo enfatizando la palabra "novia"

Katie y Travis se sonrojaron

—Pero eso es lo que hacen los amigos— dijo Travis

Avanzaba hacia la diosa utilizando dos martillos de bola con la punta de plata para golpear a todos los monstruos que se interponían en su camino.

—Eso es mejor que los caramelos de menta— asintió Percy

—No lo sé, he comprobado que los caramelos de menta sí duelen— masculló Connor

—Sí duelen— confirmó Leo —pero aun así eran mejores los martillos

—Suenan muchísimo mejor— asintió Miranda

Jason se dio cuenta de que Leo era el único motivo por el que seguían con vida. Su aura de fuego estaba calentando todo el patio, haciendo frente a la magia invernal de Quíone.

—Siempre es bueno tener un Leo al alcance— asintió Connor

—Vaya, muchas gracias— dijo Leo

Sin él, ya se habrían helado hacía mucho, como les había pasado a las cazadoras. Allí donde Leo iba, el hielo se derretía de las piedras. Hasta Thalia empezó a descongelarse un poco cuando Leo se acercó a ella.

—Porque soy muy ardiente— bromeó Leo

—Bueno, eso básicamente es cierto, de una manera muy literal— dijo Apolo

—Las maneras literales me gustan, casi siempre— dijo Leo

Quíone retrocedía poco a poco. Su expresión pasó de la ira a la sorpresa y a un ligero pánico a medida que Leo se aproximaba.

—Hielo con fuego no se lleva— dijo Katie

—Pero aún así Leo lo quería intentar— dijo Travis encogiéndose de hombros

—¿Ves lo que digo?— masculló Leo —nena, quieres aventarles un caramelo de menta

—Sí— asintió Calipso

—A Travis nada más— dijo Katie riendo

Jason se estaba quedando sin enemigos. Los lobos se amontonaban aturdidos. Algunos se escabullían en las ruinas, gañendo por las heridas. Piper acuchilló al último terrígeno, que cayó al suelo formando un montón de fango.

—De acuerdo, eso empieza a sonar bien— dijo Miranda

—Sí como la calma antes de la tormenta— dijo Piper

—Muchas gracias por el spoiler— comentó Rachel

—De nada— dijo Piper

Jason cargó con Tempestad contra el último ventus y lo convirtió en vapor. A continuación, se dio la vuelta y vio que Leo se estaba acercando a la diosa de la nieve.

—Sonaba casi bien— murmuró Leo

—Casi, es la palabra clave— señaló Jason

—Y vaya que sí— suspiró Piper

Llegáis tarde —gruñó Quíone—. ¡Ya está despierto! Y no creáis que habéis ganado, semidioses.

—Y eso ya no sonó bien— señaló Katie

—Eso suena a cuando deberías correr— comentó Percy

—Creeme, queríamos hacerlo— asintió Jason

—Seep— dijo Leo

El plan de Hera nunca dará resultado. Antes de que podáis impedirlo, os estaréis atacando los unos a los otros.

—Detalles— murmuró Connor

—Claro— dijo Miranda —lo de todos los días

Semidioses griegos y romanos se pusieron un tanto incómodos

Leo prendió fuego a los martillos y se los arrojó a la diosa, pero ella se convirtió en nieve: una imagen de sí misma hecha de polvo blanco. Los martillos se estrellaron contra la mujer de nieve y la transformaron en un montón humeante de una masa confusa.

—Tan bien que iban dirigidos esos martillos— masculló Leo

—Tenían una trayectoria excelente— admitió Piper

—Iban a encontrar de una manera increíble a su blanco— dijo Leo —¡Pero no! Se tenía que quitar

Piper estaba jadeando, pero sonrió a Jason.

Bonito caballo.

Tempestad se encabritó, mientras la electricidad le recorría las pezuñas. Todo un espectáculo de lucimiento.

—Es por eso que dicen que todo se parece a su dueño— bromeó Thalia

—Genial, gracias— dijo Jason sonrojado

—De nada hermanito, para eso soy la mayor— dijo Thalia con una sonrisa

Entonces Jason oyó un crujido detrás de él. El hielo derretido de la jaula de Hera cayó en una cortina de aguanieve, y la diosa gritó:

¡No os preocupéis por mí! ¡Solo soy la reina de los cielos y me estoy muriendo aquí dentro!

—Bueno— murmuró Leo

Hera le dio una mirada asesina

Jason desmontó y le dijo a Tempestad que no se moviera. Los tres semidioses saltaron al estanque y corrieron hacia la espiral.

—Y porque obviamente se tenía que poner peor— dijo Piper

—Siempre— asintió Annabeth

—Es lo que obtienes cuando te unes a esta secta— dijo Percy —por eso tienes que leer las letras pequeñas

—Claro, tonta de mí, lo olvidé— dijo Piper negando con la cabeza

Leo frunció el entrecejo.

Tía Callida, ¿estás encogiendo?

¡No, imbécil! La tierra me reclama. ¡Deprisa!

—Alguien también necesita modales— murmuró Apolo

Hera le dio una mirada asesina

A pesar de la antipatía que Jason le tenía a Hera, lo que vio dentro de la jaula lo alarmó. No solo la diosa se estaba hundiendo, sino que la tierra estaba subiendo a su alrededor como agua en un depósito. La roca líquida ya le cubría las pantorrillas.

—No fue algo muy agradable— dijo Jason

—Para nada— dijo Piper con una mueca

—Y se puso peor— dijo Leo

—Y que lo digas— murmuró Piper

¡El gigante está despertando! —advirtió Hera—. ¡Solo tenéis unos segundos!

Manos a la obra —dijo Leo—. Piper, necesito tu ayuda. Habla con la jaula.

—Una petición que se hace todos los días— dijo Rachel

—Claro que sí— asintió Piper —todavía me acuerdo las veces que me han hecho hablar con una jaula

—Nos podemos imaginar— asintió Miranda

—Pero realmente tenía lógica— dijo Leo

¿Qué? —respondió ella.

Que hables con ella. Utiliza todo lo que se te ocurra. Convence a Gaia para que se duerma. Atóntala. Tú retrásala, intenta que los barrotes se aflojen mientras yo…

—Quién lo diría— murmuró Piper

—Y así Piper demuestra que hay que solucionar los problemas hablando— dijo Katie

—Pero golpear a los problemas suena mucho mejor— señaló Nico

Bianca asintió de acuerdo

¡De acuerdo! —Piper carraspeó y dijo—: Hola, Gaia. Bonita noche, ¿verdad? Vaya, qué cansada estoy. Y tú, ¿qué tal? ¿Lista para dormir?

—Nosotros sí— dijo Connor

—Ya casi acaba el capítulo— dijo Percy

—Pues lo siento, nos vamos a desvelar para terminar el libro— comentó Apolo

—Nooo— se quejaron los chicos

—Ay que dramáticos son— dijo Apolo —de acuerdo, no nos desvelaremos

Cuanto más hablaba, más segura parecía. Jason notó que le pesaban los ojos, y tuvo que obligarse a no concentrarse en sus palabras.

—No, no habría sido una buena idea— dijo Afrodita

—Ya lo he notado— dijo Jason —no es divertido que te embrujahablen

—¿Lo dices por el captura la bandera?— preguntó Piper riendo

—Sí— dijo Jason de brazos cruzados

La táctica parecía estar surtiendo efecto en la jaula. El barro subía más despacio. Los zarcillos parecieron ablandarse un poco y convertirse en algo más propio de un árbol que de una roca.

—Eso suena mejor— dijo Apolo

—Era lo mejor que podíamos esperar en ese momento— dijo Piper

Leo sacó una sierra circular del cinturón portaherramientas. Jason no tenía ni idea de cómo cabía allí.

—Ni yo— dijo Leo encogiéndose de hombros —pero tampoco me quejo

—Solo que la cierra circular necesita energía— señaló Hefesto

—Pero conseguimos de la mejor energía— asintió Leo con una sonrisa

Acto seguido, Leo miró el cable y gruñó decepcionado.

¡No tengo dónde enchufarlo!

Tempestad saltó al estanque y se puso a relinchar.

—Qué genial, electricidad portátil— dijo Travis

—Un espíritu del viento de lo más genial— dijo Leo

—Es lo que vemos— dijo Rachel impresionada

¿De verdad? —preguntó Jason.

Tempestad agachó la cabeza y se acercó a Leo trotando. Leo parecía tener sus dudas, pero levantó el enchufe, y una brisa lo conectó al flanco del caballo.

—Un excelente caballo— dijo Leo —quiero dos

—Yo igual— dijo Connor — pero creo que sería demasiado horrible tratar de conseguirlo, sobretodo porque no controlamos los vientos

—Cierto— dijo Leo con una mueca

Se encendió un rayo que hizo contacto con las clavijas del enchufe, y la sierra circular se activó rechinando.

—Es genial— dijo Miranda

—Así jamás te quedarías sin batería, claro, si pudiéramos utilizar celulares— señaló Travis

—Pequeño detalle— dijo Leo

¡Genial! —Leo sonrió—. ¡Tu caballo tiene tomas de electricidad incorporadas!

El buen humor no les duró mucho.

—Rayos— dijo Travis

Al otro lado del estanque, la espiral del gigante se desmoronó con un sonido parecido al de un árbol partiéndose por la mitad.

—Algo que de verdad no quisiera volver a oír— dijo Jason

—Tampoco nosotros— dijo Piper

—Con esa vez fue suficiente— comentó Leo

La envoltura exterior de zarcillos estalló de arriba abajo, y cayó una lluvia de fragmentos de piedra y de madera mientras el gigante se liberaba sacudiéndose y salía de la tierra.

—Perfecto— masculló Hera

Los dioses hicieron una mueca

Jason creía que no podía haber nada más aterrador que Encélado.

Estaba equivocado.

—Siempre hay algo más aterrador— asintió Leo

—Y que lo digan— murmuró Percy con una mueca

Porfirio era aún más alto y aún más musculoso. No irradiaba calor, ni mostraba señales de escupir fuego, pero había en él algo más terrible: una fuerza, un magnetismo, como si el gigante fuera tan grande y denso que tuviera su propio campo gravitacional.

—Y espero que no lo volvamos a ver— dijo Piper

—Ojalá, nuestra suerte no puede ser tan mala ¿Cierto?— preguntó Leo

—No sé, creo que puede ser bastante mala— comentó Jason

Al igual que Encélado, el rey de los gigantes era un humanoide de cintura para arriba, vestido con una armadura de bronce, mientras que de cintura para abajo tenía unas piernas de dragón escamosas y su piel era de color guisante.

—Una criatura extraordinaria— dijo Katie con sarcasmo

—También merecía su lugar en los monstruos más bonitos del mundo— dijo Leo

—Claro que sí, no hay forma de negarle su lugar— comentó Percy —a ninguno de ellos en realidad

Su pelo era verde como las hojas en verano y lo llevaba trenzado en largos mechones y decorado con armas: dagas, hachas y espadas de tamaño normal, algunas dobladas y manchadas de sangre; tal vez trofeos arrebatados a semidioses mucho tiempo atrás.

Los semidioses hicieron muecas, mientras los dioses se removían incómodos

Cuando el gigante abrió los ojos, vieron que eran de un blanco vacío, como el mármol pulido. El monstruo respiró hondo.

¡Vivo! —bramó—. ¡Alabada sea Gaia!

Jason emitió un pequeño gimoteo heroico que esperaba que sus amigos no oyeran.

—¿Te sentirías mejor si decimos que no lo escuchamos?— preguntó Leo

—Sí— asintió Jason

—Está bien, entonces no lo escuchamos— dijo Leo

—Pero realmente nadie te puede culpar por ello— dijo Thalia —solo un idiota no le tendría miedo

Estaba totalmente seguro de que ningún semidiós podía enfrentarse solo a aquel monstruo. Porfirio podía levantar montañas. Podía aplastar a Jason con un dedo.

—Es algo que se piensa en ese momento— asintió Percy

—Por supuesto que sí— dijo Jason

Leo —dijo Jason.

¿Eh?

Leo tenía la boca muy abierta. Incluso Piper parecía aturdida.

—Tal vez incluso también nosotros gimoteamos heroicamente— señaló Leo

—Es probable— admitió Piper

Seguid trabajando —ordenó Jason—. ¡Liberad a Hera!

¿Qué vas a hacer tú? —preguntó Piper—. No pensarás…

¿Entretener a un gigante? —dijo Jason—. No hay alternativa.

—¿Ven? Vuelvo a decir que por eso se lleva bien con Percy— dijo Leo

Jason y Percy intercambiaron una mirada, pues parecía como si Leo no entrara en ese club, cuando casi era el presidente

¡Excelente! —rugió el gigante cuando Jason se acercó—. ¡Un aperitivo! ¿Quién eres?, ¿Hermes? ¿Ares?

Los mencionados fruncieron el ceño

Jason se planteó seguir con esa idea, pero algo le decía que no le convenía.

—Excelente decisión— dijo Apolo

—Gracias, a veces tengo un par de esas— dijo Jason

—Me he dado cuenta— asintió Apolo

Soy Jason Grace —dijo—. Hijo de Júpiter.

Aquellos ojos blancos le perforaban. Detrás de él rechinaba la sierra circular de Leo, y Piper hablaba con la jaula en tono tranquilizador, procurando que su voz no reflejara miedo.

Piper suspiró

—Te escuchabas segura, reina de belleza— dijo Leo

—Aunque no me sentía así— murmuró Piper

Porfirio echó atrás la cabeza y se rió.

¡Extraordinario! —Alzó la vista al cielo nocturno cubierto de nubes—. ¿Así que vas a sacrificar a un hijo por mí, Zeus? Te agradezco el gesto, pero eso no te va a salvar.

Zeus resopló

El cielo ni siquiera retumbó. Ninguna ayuda de arriba. Jason estaba solo.

Bajó la porra improvisada. Tenía las manos llenas de astillas, pero eso entonces no importaba. Tenía que ganar tiempo para Leo y Piper, y no podía hacerlo sin un arma como es debido.

—Lo hiciste genial— dijo Piper

—Gracias— dijo Jason

—Sí, te ganaste un caramelo de menta— dijo Leo —ten

Jason agarró el caramelo

—No te lo comas, es un arma— señaló Leo

—De acuerdo— murmuró Jason

Era el momento de mostrarse mucho más seguro de cómo se sentía.

Si supieras quién soy —gritó al gigante—, te preocuparías por mí, no por mi padre.

Todos en la sala miraron a Jason con incredulidad

Jason se sonrojó —Yo solo lo decía para…

—No, no querido— Afrodita lo interrumpió —sonaste maravilloso e increíblemente sexy

Espero que hayas disfrutado de tus dos minutos y medio de renacimiento, gigante, porque te voy a mandar otra vez de cabeza al Tártaro.

—Espero que esos dos minutos y medio le hayan hecho reflexionar— dijo Leo

—Creo que no lo hizo reflexionar mucho— dijo Piper

—Tal vez porque sus dos minutos y medio no se le acabaron— señaló Jason

Los ojos del gigante se entornaron. Plantó un pie fuera del estanque y se agachó para ver mejor a su rival.

Así que… empezamos alardeando, ¿eh?

—Como debe ser— asintió Leo

—Con todo— dijo Travis

¡Como en los viejos tiempos! Muy bien, semidiós. Soy Porfirio, rey de los gigantes e hijo de Gaia. En la Antigüedad, salí del Tártaro, el abismo de mi padre, para desafiar a los dioses. Secuestré a la reina de Zeus para provocar la guerra

—Estuvo bien su alarde, pero no estuvo MUY bien— dijo Connor —yo le pongo un 7

—Yo le pongo un 5, le faltó más emotividad— dijo Miranda

—Yo le pondría un 3— dijo Leo —esa interpretación estuvo fatal

sonrió mirando a la jaula de la diosa—. Hola, Hera.

¡Mi marido ya te destruyó una vez, monstruo! —dijo Hera—. ¡Y lo volverá a hacer!

¡No me destruyó, querida! Zeus no era lo bastante poderoso para matarme.

Zeus resopló

Tuvo que recurrir a un insignificante semidiós para que le ayudara, e incluso entonces estuvimos a punto de vencer. Esta vez terminaremos lo que empezamos. Gaia está despertando. Nos ha provisto de muchos criados buenos.

—Nos hemos dado cuenta— masculló Dionisio

—Y de la peor calaña— masculló Deméter

—Por supuesto que serían de esos— dijo Hades

Nuestros ejércitos sacudirán la tierra… y os destruiremos de raíz.

No os atreveréis —dijo Hera, pero se estaba debilitando.

Hera frunció el ceño

Jason lo notaba en su voz. Piper seguía susurrando a la jaula, y Leo no paraba de serrar, pero la tierra seguía subiendo dentro de la celda de Hera, cubriéndola hasta la cintura.

—Deberían darse prisa— bufó Hera

—Lo están haciendo— dijo Apolo

Oh, sí —dijo el gigante—. Los titanes trataron de atacar vuestro nuevo hogar en Nueva York. Atrevido, pero infructuoso.

—No, pues muchas gracias por todo— murmuró Travis

—Nos lo hubieran dicho desde un principio— dijo Miranda

Gaia es más sabia y más paciente. Y nosotros, sus hijos mayores, somos muchísimo más fuertes que Cronos. Nosotros sabemos cómo mataros a vosotros, los dioses del Olimpo, de una vez por todas.

Los dioses se removieron incómodos

Hay que desenterraros del todo como árboles podridos y arrancar y quemar vuestras raíces.

—De acuerdo, esto se está poniendo muy horrible— dijo Apolo

—Y vaya que sí— dijo Hermes

—Y aún así siguen con sus estupideces— masculló Hera

El gigante miró a Piper y a Leo entornando los ojos, como si acabara de fijarse en que estaban trabajando en la jaula. Jason avanzó y gritó para captar de nuevo la atención de Porfirio.

—Lo que lograste perfectamente— dijo Leo

—Me alegra haberlo logrado— dijo Jason

Has dicho que un semidiós os mató —gritó—. ¿Cómo es posible, si era tan insignificante?

¡Ja! ¿Crees que te lo explicaría?

—Eso esperaba, sí— dijo Jason

—Pues no lo hizo— dijo Leo —pensé que sería más idiota

—Igual yo— asintió Piper

Me crearon para sustituir a Zeus. Nací para destruir al señor del cielo. Me quedaré con su trono. Me quedaré con su esposa… y, si ella no me acepta, dejaré que la tierra consuma su fuerza vital.

—Qué asco— dijo Hera con una mueca de repulsión

Lo que ves delante de ti, niño, solo es mi forma debilitada. Iré volviéndome más fuerte con cada hora que pase hasta que sea invencible. ¡Pero ya estoy en condiciones de machacarte!

—Sí, no queremos ver la forma "invencible"— dijo Katie

—Creo que todos gimotearíamos heroicamente— dijo Leo

—Es muy probable— asintió Rachel

Se irguió en toda su estatura y alargó la mano. Una lanza de unos seis metros salió de la tierra. La agarró y después pisó el suelo con sus pies de dragón. Las ruinas se sacudieron.

—Para darle ese efecto apocalíptico que necesitábamos— dijo Leo

—Todo el escenario era un efecto apocalíptico— dijo Piper

—Sí, pero se necesitaba más efecto— señaló Leo

Los monstruos empezaron a reunirse por todo el patio: espíritus de la tormenta, lobos y terrígenos, todos juntos respondiendo a la llamada del rey de los gigantes.

Estupendo —murmuró Leo—. Necesitábamos más enemigos.

—Y que lo digas— murmuró Piper

—Lo que obviamente siempre se necesita— dijo Thalia

—Claro que sí— bufó Annabeth

Deprisa —dijo Hera.

¡Ya lo sé! —le espetó Leo.

Duérmete, jaula —dijo Piper—. Tienes sueño, jaula bonita.

—Jaula preciosa— dijo Leo

—Jaula hermosa— dijo Piper riendo

Sí, estoy hablando con un montón de raíces. No es tan raro.

—Pues no— dijo Percy —has hecho cosas más raras

—Cierto— dijo Piper

Porfirio barrió la parte superior de las ruinas con la lanza, y destruyó una chimenea y salpicó el patio de piedra y madera.

Bueno, hijo de Zeus, se acabaron mis alardes. Te toca.

Jason se sonrojó

—Percy, por favor interpreta bien los alardes de Jason— dijo Travis

—Mejor aún, pasale el libro a Jason— dijo Apolo

—No por favor, no quiero leerme a mí mismo— comentó Jason

—Está bien bro, intentaré hacer la interpretación lo mejor que pueda— prometió Percy

¿Qué decías de que ibas a destruirme?

Jason miró el corro de monstruos que esperaban impacientemente a que su amo les diera la orden de hacerlos pedazos.

—Espero que esa orden no llegue —comentó Hermes

La sierra circular de Leo seguía rechinando, y Piper seguía hablando, pero parecía inútil. La jaula de Hera estaba prácticamente llena de tierra hasta arriba.

—Tuvimos unos pequeños inconvenientes— dijo Leo

—Pequeñísimos— asintió Apolo

—Esperen, aquí viene el alarde— dijo Percy preparándose

¡Soy el hijo de Júpiter! —gritó, y, para impresionar, invocó a los vientos y se elevó unos centímetros del suelo—. Soy hijo de Roma, cónsul de los semidioses, pretor de la Primera Legión.

—Eso sí es alardear— dijo Travis impresionado

—Así es como uno alardea— dijo Connor

—Bastante bien hecho, hermanito— comentó Thalia

—Esperen, todavía no acaba el alarde— dijo Percy haciendo sonrojar a Jason

Jason no sabía exactamente lo que estaba diciendo, pero recitó de un tirón las palabras como si las hubiera dicho muchas veces.

—Cosa que es probable— señaló Katie

—Sí— dijo Jason

Alargó los brazos, mostrando el tatuaje del águila y las siglas SPQR, y, para su sorpresa, el gigante pareció reconocerlo. Por un instante, Porfirio incluso pareció inquieto.

—Ganaste— dijo Leo

—Yo le pongo un 10— dijo Connor

—Yo igual— asintió Katie

—Qué bueno, pero aún no acaba el alarde— dijo Percy

Jason se sonrojó más

—Viene mi parte favorita— comentó Piper

—Si quieres te la puedes saltar— dijo Jason

—No, todos queremos oír el alarde— dijo Percy

Yo maté al monstruo marino de Troya —continuó Jason—. Yo derribé el trono negro de Cronos y destruí al titán Críos con mis propias manos. Y ahora voy a destruirte a ti, Porfirio, y a darte de comer a los lobos.

—Wow, te tomaste en serio eso de alardear, excelente— dijo Travis —ya tenemos un ganador indiscutible, un aplauso para él

Sus amigos aplaudieron, haciendo que si es posible Jason se sonrojara mucho más. Incluso Zeus lucía algo impresionado

Jo, tío —murmuró Leo—. ¿Has estado comiendo carne roja?

Jason se abalanzó sobre el gigante, decidido a hacerlo trizas.

—Recomendación del día: comer carne roja— dijo Leo

—No me gusta mucho esa recomendación— dijo Piper

—A mí tampoco— comentó Grover con una mueca

—Pero ve a Jason, le funciona— señaló Leo

La idea de luchar contra un ser inmortal de doce metros de altura sin armas era tan absurda que incluso el gigante pareció sorprenderse.

—Cualquiera estaría intrigado por una decisión así— dijo Apolo —es muy obvio por qué todos ustedes son amigos

—A nosotros también nos parece muy obvio ahora— admitió Leo

Sus amigos asintieron de acuerdo

Medio volando, medio saltando, Jason cayó sobre la escamosa rodilla reptil del gigante y trepó por su brazo antes de que Porfirio se percatara siquiera de lo que había pasado.

—La leve ventaja— dijo Reyna

—Era un poco lo que necesitaba— asintió Jason

—Y vaya que sí— dijo Piper

¿Cómo te atreves? —bramó el gigante.

Jason llegó hasta sus hombros y arrancó una espada de las trenzas llenas de armas del gigante.

—Era mejor que la madera— murmuró Jason

—Tampoco es que vaya a ser de gran ayuda— señaló Dionisio

—El optimista le dicen— masculló Apolo

¡Por Roma! —gritó, y clavó la espada en el blanco que tenía más a mano: la enorme oreja del gigante.

—Pues sí le sirvió la espada— señaló Hermes

—No para matarlo— dijo Dionisio

Un relámpago atravesó el cielo, alcanzó la espada y lanzó despedido a Jason, que rodó al caer al suelo.

—Me encanta cuando Jason alardea con truenos— dijo Connor

—Es genial— asintió Miranda

—Es obvio que Jason debía ganar el concurso de alardes— dijo Rachel

—Gracias— murmuró Jason

Cuando alzó la vista, el gigante se estaba tambaleando. Tenía el pelo en llamas, y un lado de la cara se le había ennegrecido por obra del relámpago. La espada se había astillado en su oreja.

—Adiós oreja— dijo Leo

—Un minuto de silencio por la oreja— dijo Percy

—Nah, no lo merecía— señaló Leo

—De acuerdo— dijo Percy antes de seguir leyendo

Le corría icor dorado por la mandíbula. Las otras armas echaban chispas y ardían en medio de sus trenzas. Porfirio estuvo a punto de caerse.

—Pagaría por haberlo visto— dijo Leo

—Tal vez no sea buena idea para nosotros— señaló Piper

—Tienes razón, reina de belleza— asintió Leo

El corro de monstruos dejó escapar un gruñido colectivo y avanzó: lobos y ogros con la mirada clavada en Jason.

¡No! —chilló Porfirio. Recuperó el equilibrio y lanzó una mirada asesina al semidiós—. ¡Yo lo mataré!

—No lo podía dejar pasar— señaló Hermes

—Habría estado bien que lo dejara pasar— dijo Jason

El gigante levantó la lanza, y el arma empezó a brillar.

¿Quieres jugar con rayos, muchacho? Pues olvídate. Soy el azote de Zeus.

Zeus bufó

—Soy el azote de Zeus— repitió Leo imitando la voz —tenía que hacerlo yo porque Jason no iba a hacerlo

Me crearon para destruir a tu padre, lo que significa que sé exactamente lo que te matará. Había algo en la voz de Porfirio que indicó a Jason que no estaba fanfarroneando.

—Creí que ya había pasado el tiempo de fanfarronear— dijo Leo

—Quería otra oportunidad al parecer— masculló Piper

—Podría ser— asintió Jason

Él y sus amigos no se podían quejar. Los tres habían hecho cosas increíbles. Sí, incluso cosas heroicas. Pero, cuando el gigante levantó la lanza, Jason supo que no había forma de que pudiera evitar aquel ataque.

—¿Ves? ¿Qué sucede con las lanzas?— preguntó Leo

—No tengo idea— dijo Jason —no es que me guste mucho

Era el fin.

¡Ya lo tengo! —gritó Leo.

¡Duérmete! —dijo Piper, con tal energía que los lobos que tenía más cerca se cayeron al suelo y empezaron a roncar.

—Por fin— dijo Hera

—Más vale tarde que nunca— señaló Apolo

Hera resopló

La jaula de piedra y madera se desmoronó. Leo había serrado la base del zarcillo más grueso y al parecer había cortado la conexión de la jaula con Gaia. Los zarcillos se convirtieron en polvo. El barro que rodeaba a Hera se desintegró.

—Un aplauso para ellos— dijo Travis

Sus amigos aplaudieron y vitorearon

La diosa aumentó de tamaño, reluciente de poder.

¡Sí! —dijo la diosa.

Los dioses sonrieron

Se quitó la túnica negra y dejó a la vista un vestido blanco y unos brazos adornados con joyas doradas. Su rostro era terrible y hermoso al mismo tiempo, y una corona dorada brillaba en su largo cabello moreno.

Hera tenía una mirada arrogante

—Bueno, esa es una buena noticia, aunque tal vez no para los monstruos— dijo Apolo

—Aunque tal vez no para Jason— murmuró Leo

¡Ahora me vengaré!

El gigante Porfirio retrocedió. No dijo nada, pero lanzó a Jason una última mirada de odio. El mensaje era claro: « En otra ocasión» .

—Cobarde— resopló Ares

A continuación, golpeó la tierra con la lanza y desapareció en el suelo como si se hubiera caído por un tobogán. En el patio, los monstruos empezaron a asustarse y a retirarse, pero no tenían escapatoria.

—Espera— dijo Leo intercambiando una mirada con Piper

—¿Qué sucede?— preguntó Rachel

—Aquí va el momento en que Jason aprende las cosas por las malas— dijo Leo —pongan atención para que jamás SE LES OCURRA HACERLO

—O no hacerlo— señaló Jason

Hera brillaba con más intensidad.

¡Tapaos los ojos, héroes míos! —gritó.

Pero Jason estaba demasiado conmocionado. Lo entendió demasiado tarde.

Todos voltearon a ver a Jason con incredulidad

—Sabes Piper, estoy teniendo muchísimas ganas de golpear a Jason ¿Lo golpeas por mí?— preguntó Leo

—Claro que sí— dijo Piper, y le dió un golpe a Jason

—Otro de mi parte, por favor— dijo Thalia

—Thalia— chilló Jason

Observó como Hera se convertía en una supernova y explotaba en un anillo de fuerza que volatilizó a todos los monstruos al instante. Jason se cayó, con la luz grabada a fuego en su mente, y lo último que pensó fue que su cuerpo estaba ardiendo.

Todos se quedaron impresionados por un momento

—Ahora todos entendemos que Jason aprende por las malas— dijo Katie

—¿Cómo es que estás aquí?— preguntó Apolo

—Las Puertas de la Muerte— supuso Hades

—Eso ya pasó— murmuró Jason —hace mucho tiempo

—No el suficiente— masculló Thalia

—Chispitas, te quiero, pero tengo muchísimas ganas de golpearte por esos instantes en que estuviste muerto— dijo Piper con la voz un poco entrecortada y golpeándolo

—Lo siento— dijo Jason

—¿Leemos otro o se van a quedar con la duda?— preguntó Apolo

—Tengo mucho sueño, pero tengo más curiosidad— dijo Connor

—También yo, el que se duerma primero pierde— dijo Zoé

—¿Todos de acuerdo?— preguntó Apolo

Los chicos asintieron

—Entonces ¿Quién lee?— dijo Apolo