EL HIJO DE NEPTUNO: P(I,II)
I
Percy
Will miró a Nico que caminaba enfurruñado hasta donde él lo estaba esperando, en su lugar. Había decidido dejar el palacio de Hades poco después de que Nico se fuera con su hermana, no quería que Hades llegara y lo encontrara ahí, así que solo decidió ir a su nuevo lugar favorito y esperar a que Nico fuera
—¿No fue bien la charla con tu hermana?— preguntó Will cuando Nico se sentó a su lado —¿Volvieron a pelear?
Nico resopló —No estoy seguro si en realidad peleamos, pero… Tenemos desacuerdos en algunas cosas
—Desacuerdos— repitió Will —¿Quieres contarme más?
—Dijo que quiere pasar más tiempo conmigo— comenzó Nico tentativamente
—Okay, eso es bueno ¿No?— preguntó Will
—¡Sí! —exclamó —pero después dijo que no puede hacerlo porque paso todo mi tiempo con Hazel y contigo— refunfuñó Nico —¡Como si ella no pasara todo el tiempo con las cazadoras!
—O sea que está celosa— señaló Will —de Hazel ¿Y de mí?, pero si ella fue la que casi me obligó a hacerlo, genial Jason me amenazó, Reyna me amenazó, tu padre y ahora también ella
—¿Jason qué?— preguntó Nico con confusión
—Luego te lo cuento, continúa
Nico le dio una mirada —Después de eso puede que nuestros desacuerdos hayan aumentado…
Antes de que Will pudiera contestar algo Nico cambió de tema, dando a entender sutilmente que no quería seguir hablando de eso, en cambio Nico le contó la otra cosa que había visto en el Olimpo
—Bueno, las personas suelen abrazar a sus amigos— comentó Will al final de su relato —no veo nada de malo— alzó una ceja —¿Estás celoso?— preguntó con una carcajada
—No lo estoy— dijo Nico dándole una mirada asesina —no, ¿Cómo podría...
—Estás celoso— señaló Will —¿Qué sucede con los hermanos di Angelo hoy? No creí que fueras del tipo celoso
—Que no estoy...— comenzó Nico con los dientes apretados
—Oh dioses— dijo Will divertido
—Eres un incordio— señaló Nico
—Sí— admitió Will —pero no soy del tipo celoso
Nico bufó
Al día siguiente , el desayuno como siempre fue un caos, había demasiada emoción en el aire.
En un lado Percy y Annabeth estaban charlando en voz baja:
—¿Que tal estuvo tu tiempo de chicos?— preguntó Annabeth
—Bien— asintió Percy —ya sabes, haciendo cosas muy varoniles
—Se estuvieron quejando todo el rato de los libros ¿No es cierto?— preguntó Annabeth
—Tal vez — dijo Percy encogiéndose de hombros —¿Y tú? ¿Estuviste todo el rato en el Palacio de Atenea?
—No— dijo Annabeth —de hecho estuve con Piper y conociendo algunos datos interesantes sobre los pandas
Percy la miró —¿Los pandas? ¿Y quien te lo contó?
—La única persona que se volvió a salir con la suya y vuelve a usar una playera con un panda— señaló Annabeth
Percy miró alrededor de la mesa, hasta que vio la playera de Zoé quien estaba amenazando a su hermano con un pastelito. Percy regresó la mirada a Annabeth —¿En serio?
Ella asintió —Y también sé como podrías tener un tiburón en la bañera, tengo que admitir que eran argumentos muy buenos
—Oh dioses listilla, necesito saber esa información— dijo Percy
…
En otra parte de la mesa aunque no tan lejos, Reyna se sentó frente a Nico y Will, que estaban uno a lado del otro
—¿Qué sucede?— preguntó Reyna sin rodeos —¿Qué le hiciste?— dirigió esto a Will
—Yo nada— dijo Will riendose —está teniendo un ataque de celos, pero no por mí— añadió aún más divertido
—Eso no es cierto ¿Y en serio vas a seguir con eso?— masculló Nico
—Sí— dijo Will
Reyna los miró —¿Entonces por quién?
—Olvidalo Reyna— dijo Nico
Pero Will no lo olvidó y le empezó a contar (con razón es hijo del dios de la discreción). Cuando Will terminó su relato, Reyna soltó una carcajada y Nico le dio una mirada de irritación
—Por supuesto que no es cierto— masculló Nico
Reyna trató de no reírse —Dioses Nico, siéntate conmigo en la lectura y hablamos de eso
—¿Vas a quitar a RED de su lugar?— preguntó Will
—Solo por hoy, pero dado que Nico se va a sentar en su lugar, ella se tendrá que sentar en el de él— señaló Reyna
Will se encogió de hombros y le dio una mirada a Nico, esto era un poco divertido y de hecho al menos le hacía olvidar la "no pelea" que había tenido con Bianca di Angelo y quien por cierto estaba sentado a lado de Zoë, charlaba con Thalia y de vez en cuando miraba a su hermano
...
En los lugares donde estaban sentados los hijos de Hermes:
—Entonces ¿Se besaron o te golpeó?— preguntó Chris —ayer no quisiste decir nada
—Un poco de ambos— admitió Connor
—Es lógico— dijo Travis —pero lo importante es ¿Quién besó a quién?
—¿Por qué es importante?— preguntó Connor sonrojado
—Solo responde— dijo Chris
—Ella— murmuró Connor
Chris y Travis maldijeron, sacaron algunos dracmas y se las dieron a Luke
—¿Apostaron?— preguntó Connor —¿Y de donde sacaron los dracmas?
—¿Creíste que no lo íbamos a hacer?— dijo Travis —y lo de los dracmas es un secreto
—Bueno y ¿Cuánto ganaste Luke? —dijo Connor —deberías compartir la mitad, ya que yo te lo hice ganar
—En realidad fue Miranda— señaló Luke —y bueno ¿Ya son novios o no?
—No sé— murmuró Connor
Sus tres hermanos lo miraron con incredulidad
—¿Cómo que no lo sabes? —dijo Chris —¿No le preguntaste? ¿No hablaron sobre eso?
—Estaban ocupados besándose— señaló Luke
—Oh dioses Connor— dijo Travis negando con la cabeza
—Le dije que teníamos que darle un guión que seguir— comentó Chris rodando los ojos
Luke y Travis asintieron de acuerdo, mientras Connor tomaba su desayuno lentamente
…
Y por último, en la parte más alejada de la mesa, Sammy les contaba a sus amigos lo que había pasado en el Palacio de Hades, Bianca escuchaba interesada la historia, de hecho en cierto momento Nico la miró y ella se sonrojó, pues se acordaba que la había visto abrazada de Charles y por alguna razón la hacía sentir incómoda.
Lo bueno de estar con tantas personas desayunando, es que cada una está metida en sus propios asuntos, así que cuando una niña de 6 años se acercó de manera discreta a Jason, pocos se dieron cuenta, solo los que estaban a su alrededor (Leo, Piper y de hecho también estaba Afrodita y los amigos de la niña que la veían con incredulidad). La niña le tocó el brazo a Jason, esté se sobresaltó antes de verla (la buena noticia es que no habían volado chispas)
—Te traje esto— dijo la niña un poco tímida y enseñando una especie de ¿Paleta? —porque me dormí y no tenía caramelo
Afrodita arrulló y le dio un guiño a Jason que se sonrojó
Jason farfulló una especie de "gracias"
—Yo también quiero una paleta— se quejó Leo
—Pero ya no hay— dijo Helena alegremente
—Una pena Leo— dijo Piper
—Tú tampoco tienes una paleta— señaló Leo
—Pero es de Jason— dijo Piper como si eso lo explicara todo
Jason seguía sin saber que hacer o qué decir y dijo lo primero que se le ocurrió —Cuando la abra, te daré la mitad
—Bueno— murmuró Helena y luego se echó a correr de vuelta a su lugar
Jason volteó a ver a todos como preguntándose "¿Qué acaba de pasar?"
—Es tan adorable— dijo Afrodita con una risita
Jason creí que la diosa estaba en lo correcto, la noche que la había llevado a su cama, bueno, fue una sensación extraña, pero aun se sentía un poco incómodo con todo lo que estaba pasando, pues no tenía ni idea de que hacer a continuación, solo esperaba que ella no se sintiera de la misma forma que él lo hacía con su padre.
Después de un desayuno bastante nutritivo (ajá) todos fueron a la sala de Trono
—¿Y entonces, quién quiere leer?— preguntó Apolo
—Yo lo haré— dijo Sally
—Uhhh ¿Segura?— preguntó Percy —porque eso podría tratarse de mí
—¿Podría?— preguntó Thalia
—Podría— asintió Percy
—¿Algo que decir antes de iniciar?— preguntó Leo —olvidalo, ya tiene tu frase, no se puede cambiar
—Estoy segura, cariño— asintió Sally —capítulo 1, Percy
—No puede ser— protestó Percy
—Creí que ya te habías resignado— comentó Apolo
—Nunca— se quejó Percy
Las señoras con serpientes en el pelo estaban empezando a incordiar a Percy.
—Suenan como un incordio— asintió Leo
—Lo eran— asintió Percy
—Tú siempre empezando los capítulos con todo— dijo Connor
Deberían haberse muerto hacía tres días, cuando les había echado encima una caja con bolas para jugar a los bolos en un supermercado de Napa.
—Nadie les avisó que debían hacerlo— se quejó Percy
—Y a ti nadie te avisó que no lo hacían— comentó Leo
—No, habría estado genial que lo hicieran— dijo Percy con una mueca
Deberían haberse muerto hacía dos días, cuando las había atropellado con un coche patrulla en Martinez. Y está claro que deberían haberse muerto esa misma mañana, cuando les había cortado la cabeza en Tilden Park.
—Esa es definitivamente una excusa para morir— comentó Connor
—Por supuesto que lo era— asintió Percy
—Necesitan una excusa más fuerte— señaló Travis
—Me estaba quedando sin ideas— dijo Percy
Por muchas veces que Percy las matara y las viera convertirse en polvo, ellas siempre volvían a formarse como pelusas grandes y malvadas. Parecía incapaz de dejarlas atrás.
—Y de nuevo, tampoco me avisaron a mí que no se podían matar— murmuró Percy
—Quéjate las veces que quieras, para eso son los libros— comentó Leo
—Muchas gracias— dijo Percy
—De nada— dijo Leo
Llegó a la cumbre de la colina y recobró el aliento. ¿Cuánto rato había pasado desde la última vez que las había matado? Unas dos horas. Nunca seguían muertas más tiempo.
—Que horrible servicio— dijo Percy
—Conseguiste el peor servicio del mundo— dijo Connor
—Definitivamente lo hice —asintió Percy
Durante los últimos días apenas había dormido. Había comido lo que había pillado: ositos de goma de máquinas expendedoras, bollos rancios e incluso un burrito de un grasiento restaurante de comida rápida, lo más bajo que había caído hasta la fecha.
Percy se sonrojó y se removió incómodo, no es algo que quisiera que supiera su mamá, bueno en realidad nada de lo que pasó quisiera que lo supiera, Sally miró a su hijo con una mueca
Tenía la ropa rasgada, quemada y salpicada de baba de monstruo.
Si había sobrevivido tanto tiempo había sido porque al parecer las dos señoras con serpientes en el pelo —« gorgonas» , se hacían llamar— tampoco podían matarlo a él.
—Ah, pero no les gustaba la idea de Nico— bromeó Percy para bajar un poco la tensión
—En realidad, fuiste el que más se quejó— señaló Miranda
—De acuerdo, la idea del renacuajo estuvo genial— asintió Thalia
Nico le dio una mirada asesina —Eso no les impidió quejarse
—Nada nos lo impide— señaló Thalia
Sus garras no le hacían cortes en la piel. Sus dientes se partían cada vez que intentaban morderlo.
—Lo que fue algo bueno— asintió Percy
—Espero que los hayas guardado y se los hayas puesto al hada de los dientes— comentó Leo
—No se me ocurrió— dijo Percy con una mueca
—Para la otra ya lo sabes— dijo Leo
Pero Percy no podía aguantar mucho más. Pronto se desplomaría de agotamiento, y entonces, por difícil que fuera matarlo, estaba seguro de que las gorgonas encontrarían la forma de acabar con él.
—Y eso ya no es bueno— dijo Percy
—De ninguna manera— dijo Chris
¿Adónde huir?
Echó un vistazo a los alrededores. En otras circunstancias podría haber disfrutado de la vista. A su izquierda, unas colinas doradas y onduladas avanzaban hacia el interior, salpicadas de lagos, bosques y manadas de vacas.
—Vacas— murmuró Annabeth
—Vacas— asintió Percy
—Como si no tuviéramos suficientes de esas— masculló Annabeth
Percy le sonrió
A su derecha, las llanuras de Berkeley y Oakland se extendían hacia el oeste: un inmenso tablero de damas formado por barrios, con varios millones de habitantes a los que probablemente no les apetecía que dos monstruos y un mugriento semidiós les arruinasen la mañana.
—Pues a los dos monstruos no los iba a ver— señaló Leo
—Cierto— asintió Percy —solo me iban a ver a mí
—Exacto y tal vez no les gustara a los conductores— dijo Leo
—Tienes mucha razón— asintió Connor
Más al oeste, la bahía de San Francisco relucía bajo una bruma plateada. Detrás de ella, un muro de niebla había engullido la mayor parte de la ciudad, dejando solo la parte superior de los rascacielos y las torres del Golden Gate.
—Excelente paisaje, como para una postal— dijo Rachel desde su nuevo lugar que de hecho era un poco incómodo, pero de momento no importaba mucho. Ahora Nico en el lugar de Rachel estaba charlando con Reyna en voz baja
—Aquí sin recordar nada, pero con una bella postal —bromeó Percy
—Al menos puedes sacar algo— dijo Rachel riendo
Percy notaba el peso de una tristeza indefinida en el pecho. Algo le decía que había estado antes en San Francisco. La ciudad guardaba alguna relación con Annabeth, la única persona que recordaba de su pasado.
Afrodita chilló y hubo miradas de todo tipo, Sally y Poseidón le sonrieron a ambos chicos, hubo algunas miradas de burla por parte de sus amigos. Zoé miró a Charles con una sonrisa, también hubo algunas miradas no tan alegres, pero los chicos o no se dieron cuenta o no les importó
—¡VIVAN LOS NOVIOS!— gritó Leo
—¡VIVAN!— gritaron algunos de sus amigos
Annabeth y Percy se sonrojaron furiosamente, pero se estaban sonriendo
—Dioses chicos— murmuró Percy
—Esto es bellísimo— dijo Afrodita con un chillido
—Esto va a ser tan interesante— dijo Piper con una sonrisita
—De acuerdo mamá ¿Podrías seguir leyendo? —preguntó Percy sonrojado, pues sus amigos les seguían dando miraditas y haciendo ruiditos
Le desalentaba lo vagamente que la recordaba. La loba le había prometido que volvería a verla y recuperaría la memoria… si tenía éxito en su viaje. ¿Debía intentar cruzar la bahía?
—No— dijo Jason
—Me habría gustado que sí— dijo Percy
Era tentador. Podía notar el poder del mar más allá del horizonte. El agua siempre lo reanimaba. El agua salada era la mejor. Lo había descubierto dos días antes, cuando había estrangulado a un monstruo marino en el estrecho de Carquinez.
Poseidón hizo una mueca
—Pero al menos lo descubrí— señaló Percy
—Hoy amaneciste optimista— dijo Leo
—Como siempre— asintió Percy riendo
—Por supuesto que sí— dijo Leo
Si consiguiese llegar a la bahía, podría defenderse. Tal vez incluso podría ahogar a las gorgonas. Pero la orilla estaba como mínimo a tres kilómetros de distancia. Tendría que cruzar una ciudad entera. Además, dudaba por otro motivo.
—Ese no era tu camino— murmuró Jason
—Aunque sonaba bien— señaló Percy
—Bastante bien— asintió Poseidón
La loba Lupa le había enseñado a agudizar sus sentidos: a confiar en el instinto que lo había estado guiando hacia el sur. Su radar de detección zumbaba en ese momento como loco.
—Semidiós con GPS integrado— bromeó Percy
—Vaya— dijo Leo —esa es la nueva modalidad
—Al menos así ya no te pierdes dijo —Percy
El fin de su viaje estaba cerca, casi justo bajo sus pies. Pero ¿cómo era posible? No había nada en la cima de la colina. El viento cambió. Percy captó un olor amargo a reptil.
—Genial— dijo Leo
—Tu mala suerte, Percy— dijo Miranda
—Lo sé— dijo Percy con tono quejumbroso
—Me encanta cuando se empieza a quejar— dijo Afrodita
Unos cien metros cuesta abajo, algo se agitaba en el bosque: ramas que se partían, hojas que crujían, susurros.
—No iban a ganar el premio a las más silenciosas— dijo Percy
—Una lastima que no lo fueran a ganar—dijo Travis
—No podemos imaginar por qué no lo iban a ganar— comentó Connor
Gorgonas.
Por millonésima vez, Percy deseó que aquellas criaturas no tuvieran un olfato tan fino.
—Ojalá— dijo Leo
—Pero es mucho pedir— completó Percy
—Definitivamente— asintió Thalia
Siempre le habían dicho que podían olerlo porque era un semidiós: el hijo mestizo de un antiguo dios romano.
—Eso sonó super raro— comentó Travis —digo, sabemos que eres hijo de un dios griego
—Y de repente te cambian la mitología— dijo Connor
—Y que lo digan— murmuró Percy
Jason asintió de acuerdo
Percy había intentado revolcarse en barro, salpicarse por los arroyos e incluso meterse ambientadores en los bolsillos para oler a coche nuevo, pero por lo visto el hedor de semidiós era difícil de enmascarar.
—Pero olía muy rico con el ambientador de coche— señaló Percy
—Para que quieres perfume si tienes ambientador de carro— comentó Leo
—Obviamente y tienen más olores— dijo Percy —como el de canela
—Bueno Percy, si te pusiste un ambientador de carro de canela es obvio que te siguieran, olías como un postre— argumentó Leo
—Olía a un coche nuevo— dijo Percy riendo
Se dirigió con dificultad al lado oeste de la cumbre. Era demasiado empinada para descender. La pendiente bajaba de golpe unos veinticinco metros, directa hasta el tejado de un complejo de apartamentos construido en la ladera.
—Una pendiente increíble— dijo Percy
—Excelente pendiente— dijo Piper
—De esas que me gustan— asintió Percy
—Y que lo digas— masculló Thalia
Quince metros más abajo, una autopista salía de la base de la colina y serpenteaba hacia Berkeley.
Genial. No había otra forma de salir de la colina. Había acabado acorralado.
—No se te vaya a ocurrir saltar de la colina— suspiró Poseidón
—No la salté…No exactamente— murmuró Percy para sí mismo
Se quedó mirando el flujo de coches que circulaba hacia el oeste en dirección a San Francisco y deseó estar en uno de ellos. Entonces cayó en la cuenta de que la autopista debía de atravesar la colina. Debía de haber un túnel… justo bajo sus pies.
Hazel, Frank y Jason sonrieron
Su radar interno se volvió loco. Estaba en el lugar adecuado, solo que demasiado arriba. Tenía que ver ese túnel. Necesitaba una forma de bajar a la autopista, y rápido.
—Saben, pensando lo que hizo cuando placó a Thalia, creo que deben temer por su seguridad— comentó Apolo
—Pero lo hice porque nos estaba siguiendo un cerdo gigante— señaló Percy —y no quería ser arrollado por un cerdo gigante y estoy seguro de que Thalia tampoco quería
—Es debatible— dijo Thalia encogiéndose de hombros
Se quitó la mochila. Había cogido un montón de provisiones en el supermercado de Napa: un GPS portátil, cinta adhesiva, un mechero, supercola, una botella de agua, una estera, una almohada con forma de oso panda
Zoé soltó un gritito —Yo quiero una de esas
Annabeth le dio una discreta mirada a Percy de "te dije"
—Pero no me acuerdo exactamente donde la conseguí— comentó Percy
—O le gustan mucho las almohadas o le gustan los pandas— dijo Apolo
—¿La playera que está usando no te da una pista?— preguntó Artemisa
—Pensé que simplemente estabas siendo rara con la ropa que les dabas— comentó Apolo
—Muchas gracias por decirme rara— comentó Zoé
—Las mejores personas son raras— dijo Apolo guiñandole un ojo
—Excelentemente bien jugado —comentó Hermes riendo
(anunciada en televisión) y una navaja suiza, prácticamente todas las herramientas que un semidiós moderno podía desear. Pero no tenía nada que sirviera de paracaídas o de trineo.
—Eso es lo de menos— bromeó Percy
Los padres de Percy lo miraron un poco resignados
—Estuvo super genial tu kit de supervivencia— dijo Leo
—Gracias— dijo Percy —me gustaba la almohada de panda
—¿Y qué le pasó? —preguntó Zoé
—La mataron— masculló Percy
—¿La mataron?— preguntó Katie con confusión
—Sí, fue cruel— dijo Percy
—Eso es muy triste— murmuró Zoé
Hazel le dio a Percy una mirada divertida
Eso le dejaba dos opciones: saltar veinticinco metros y matarse o quedarse a luchar. Las dos parecían poco prometedoras.
—No suenan como las mejores opciones— dijo Leo
—Parece que nunca hay de esas— comentó Percy
—Al parecer no— dijo Leo
Soltó un juramento y sacó su boli del bolsillo.
El boli no parecía gran cosa, un bolígrafo barato corriente, pero cuando Percy le quitó el capuchón, se convirtió en una reluciente espada de bronce. La hoja perfectamente equilibrada.
Zoë miró a Percy con una sonrisa, Percy le sonrió de vuelta
La empuñadura de cuero se ajustaba a su mano como si la hubieran diseñado por encargo para él. A lo largo de la guarda, había escrita una palabra en griego antiguo que Percy entendía de algún modo: Anaklusmos, « contracorriente»
—Por si a alguien se le había olvidado— señaló Percy
—Muchas gracias por recordarnoslo— dijo Travis
—Claro que sí— asintió Percy —siempre
Helena se dio cuenta que su primo Charles se removía incómodo
Se había despertado con esa espada la primera noche que había pasado en la Casa del Lobo… ¿hacía dos meses? ¿Más? Había perdido la noción del tiempo.
Annabeth hizo una mueca, Percy le sonrió
Se había encontrado en el patio de una mansión incendiada en mitad del bosque, vestido con un pantalón corto, una camiseta de manga corta naranja y un collar de cuero con un puñado de extrañas cuentas de barro.
—Ahora no son extrañas— murmuró Percy
—Gracias por decirles extrañas a nuestras cuentas— dijo Connor negando con la cabeza
—Es que eran extrañas, pero no eran extrañas— dijo Percy
—Obviamente, perfectamente explicado— asintió Leo
—Gracias— dijo Percy
Contracorriente estaba en su mano, pero Percy no sabía cómo había llegado hasta allí y tenía una idea muy vaga de quién era. Estaba descalzo, helado y confundido. Y entonces aparecieron los lobos…
—Si no supiéramos a qué te refieres, eso habría sonado como algo terrible— señaló Piper —bueno, sí sonaba terrible, pero no tan terrible
—Muchas gracias por aclararlo— dijo Thalia
—De nada— dijo Piper riendo
A su lado, una voz familiar lo devolvió de un susto al presente.
—¡Ahí estás!
Percy se apartó de la gorgona trastabillando y a punto estuvo de despeñarse por la colina.
—Cosa que no deben intentar jamás— dijo Percy
—Lo dice el que me empujó por una colina— señaló Thalia
—Porque nos seguía un cerdo gigante— se defendió Percy
—Y van de nuevo a pelear por lo mismo— dijo Hermes
—Habían estado muy tranquilos— comentó Apolo
Era la sonriente: Beano.
—¿Beano?— preguntó Poseidón
—Es su nuevo nombre— asintió Percy —supongo que el libro va a decir por qué
—Sí lo dice— dijo Sally a su hijo
Vale, su nombre real no era Beano. Por lo que Percy había podido deducir, era disléxico, porque las palabras se le enredaban cuando intentaba leer.
—El descubrimiento del año— asintió Percy
—Nos gusta tu descubrimiento— dijo Piper
—Está genial— asintió Miranda
La primera vez que había visto a la gorgona, haciéndose pasar por una empleada de un supermercado con una gran insignia verde que rezaba: « ¡Bienvenido! Me llamo Esteno» , había pensado que ponía BEANO.
—Sí, eso tiene mucho sentido— comentó Leo
—Así que por favor de ahora en adelante se llama Beano— dijo Percy
—Haz la solicitud para cambiarle el nombre— bromeó Rachel
—Voy a juntar las firmas— dijo Percy riendo
Todavía llevaba puesto el chaleco verde de empleada de supermercado encima de un vestido con estampado de flores. Si solo le mirabas el cuerpo, podías pensar que era una abuela vieja y regordeta… hasta que bajabas la vista y te percatabas de que tenía patas de pollo.
—Pues mejor no bajes la vista— dijo Travis
—No sé cómo no se me ocurrió seguir ese grandioso consejo— comentó Percy
—Porque aún no te lo había dado— señaló Travis
O alzabas la vista y veías los colmillos de jabalí que le sobresalían de las comisuras de la boca. Sus ojos emitían un fulgor rojo, y su cabello era un sinuoso nido de serpientes de vivo color verde.
—Un look que pocos pueden manejar— dijo Apolo
—Veo por qué solo pocos lo manejan— comentó Perséfone
—Se llevaba el premio en un desfile de moda— dijo Miranda
¿Y lo más espantoso de todo? Que todavía sostenía en la mano su gran bandeja plateada con muestras gratuitas de salchichas de Frankfurt con queso crujientes. La bandeja estaba abollada de todas las veces que Percy la había matado, pero las pequeñas muestras tenían una pinta perfecta.
—Eso es tener estándares altos de satisfacción al cliente— comentó Travis
—Vaya que sí— dijo Percy —algún día hay que ir a comprar, pero que estemos seguros que ninguna Gorgona las tocó
—Hacemos pijamada con esa comida— dijo Piper
—Estoy dentro— dijo Leo riendo
Esteno seguía cargando con ella a través de California para poder ofrecer un aperitivo a Percy antes de matarlo. Percy no sabía por qué se empeñaba en hacerlo, pero si alguna vez necesitaba una armadura, la fabricaría con salchichas con queso crujientes.
—La mejor opción— dijo Percy
—Solo tenemos que conseguir quien nos diseñe las armaduras— señaló Katie
—Y un lugar donde nos vendan cantidades industriales de salchichas con queso crujiente— comentó Leo
—Y dinero— señaló Chris
—Genial, adiós a nuestro plan— dijo Percy negando con la cabeza
—Lo podemos robar por ti— se ofreció Connor
Eran indestructibles.
—¿Quieres probar una? —le ofreció Esteno.
Percy la rechazó con su espada.
—Claro, así es como debes rechazar las pruebas gratis— dijo Leo
—Ese tipo de pruebas gratis, sí— asintió Percy
—¿Dónde está tu hermana?
—Guarda esa espada —lo regañó Esteno—. Ya sabes que ni el bronce celestial puede matarnos por mucho tiempo. ¡Prueba una salchicha con queso! Esta semana están de oferta. Me dolería mucho matarte con el estómago vacío.
—Ay, es tan amable— comentó Leo con sarcasmo
—Nunca podré corresponder tanta amabilidad— dijo Percy en el mismo tono
—Ya nos dimos cuenta que no— dijo Jason
—¡Esteno!
La segunda gorgona apareció por la derecha de Percy con tal rapidez que al semidiós no le dio tiempo a reaccionar. Afortunadamente, estaba demasiado ocupada fulminando con la mirada a su hermana para prestar atención.
—Que bueno que ocupa su tiempo en pelear con su hermana— dijo Katie
—O encerrandola— masculló Miranda
—¡Yo no lo hice! En serio, ya te dije que yo no sabía— se defendió Katie —ya que sacaste el tema ¿Que…
Miranda la interrumpió —Qué bueno que no hiciste nada, hermana
Connor se sonrojó
—Okay ¿Alguien va a decirnos que está pasando aquí?— preguntó Leo
—No— murmuraron Katie, Miranda y los hijos de Hermes
Todos los demás los miraron con sospecha
—¡Te dije que te acercaras a él sin hacer ruido y que lo mataras!
La sonrisa de Esteno vaciló.
—Pero Euríale… ¿Puedo darle antes una muestra?
—¡No, imbécil!
—Estos hermanos que no saben que hacer— dijo Travis negando con la cabeza
—¿En serio?— masculló Connor
Chris y Luke también negaron con la cabeza
—Los dejas un día solos y ve lo que pasa— comentó Apolo mirando a Hermes
Hermes miró a sus hijos —Ayer estaban peor
Euríale se volvió hacia Percy y enseñó los colmillos.
Exceptuando el cabello, que consistía en un nido de serpientes de coral en lugar de víboras verdes, era idéntica a su hermana.
—Tampoco es que el color le quedara mejor— señaló Percy —un azul habría estado bien
—¿Serpientes azules?— preguntó Rachel
—De acuerdo, tal vez no sea tan buena idea— dijo Percy
El chaleco del supermercado, el vestido de flores… Incluso sus colmillos estaban decorados con pegatinas de 50 % DE DESCUENTO. En su placa de identificación ponía: « ¡Hola! Me llamo ¡MUERE, ASQUEROSO SEMIDIÓS!» .
—Vaya, que nombre tan hermoso— dijo Connor
—Nos damos cuenta que sus padres la amaban al ponerle ese nombre— dijo Leo
—Y vaya que sí— asintió Percy
—Nos has hecho perseguirte sin descanso, Percy Jackson —dijo Euríale—. ¡Pero ahora estás atrapado, y nos vengaremos!
—Pero ahora estás atrapado— masculló Percy
—Se oye mejor si lo dices así "piri ihiri istis itripidi"— bromeó Leo
—Claro, suena bastante genial así— asintió Percy
—Las salchichas con queso cuestan solo dos dólares con noventa y nueve — añadió Esteno amablemente—. Departamento de charcutería, pasillo tres.
—Información que todos deberíamos saber— dijo Leo
—Yo sí lo necesitaba saber, gracias— bromeó Percy
—Ahora sabemos el precio para poder hacer las armaduras— comentó Piper
—Sí, solo nos falta conseguir el dinero, reina de belleza— dijo Leo
Euríale gruñó.
—¡Esteno, el supermercado era solo una tapadera! ¡Estás adoptando las costumbres de este sitio! Deja esa ridícula bandeja y ayúdame a matar a este semidiós. ¿O has olvidado que fue él quien destruyó a Medusa?
—A lo mejor su sueño era trabajar en un supermercado— señaló Apolo
—Es cierto, yo quiero trabajar en una heladería— comentó Connor —¿Se imaginan la cantidad de helado que tendría a mi alcance?
—Tiene un punto muy razonable— asintió Leo
—Igual que en una tienda de comida— señaló Percy
—Yo quiero trabajar en una fábrica de chocolate —dijo Helena
—¿Ven? Esta niña tiene visión— señaló Connor
Percy dio un paso atrás. Otros quince centímetros, y caería por los aires.
—Miren, señoras, ya hemos pasado por esto. No recuerdo haber matado a Medusa.
—Pero lo hiciste de una manera fabulosa— dijo Apolo
Y de repente todos lo que habían leído los primeros libros recordaron lo que había pasado con Sally y la cabeza de Medusa, por supuesto todos tuvieron la sensatez de no decir nada para no incomodar a Sally
¡No recuerdo nada! ¿No podemos pactar una tregua y hablar de sus ofertas de la semana?
—Eso suena a buena idea— dijo Piper
—A mí me parecía una increíble idea— dijo Percy
—A mí también— suspiró Poseidón
Esteno dedicó a su hermana una expresión mohína, algo difícil de hacer con unos gigantescos colmillos de bronce.
—Pero de alguna manera lo logró— señaló Percy
—Los años de práctica— comentó Thalia
—¿Podemos?
—¡No! —Los ojos rojos de Euríale se clavaron en los de Percy—. Me da igual lo que recuerdes, hijo del dios del mar. Puedo oler la sangre de Medusa en ti.
Percy hizo una mueca
—¿O sea que tenemos el olor de los monstruos que matamos?— preguntó Leo también con una mueca
—Sí y la duración depende de que tan poderoso era el monstruo— dijo Artemisa
—Que asco— mascullaron algunos de los semidioses
Es un olor débil, sí, de hace varios años, pero tú fuiste el último que la venciste. Y todavía no ha vuelto del Tártaro. ¡Tú eres el responsable!
—Sí, pero ella los quiso matar primero— dijo Travis
—Solo es una foto— dijo Thalia
Annabeth rodó los ojos —Sí, solo era una foto
—Pero Grover les advirtió primero— señaló Rachel
—Estaban demasiado ocupados comiendo— dijo Grover
Percy no acababa de entenderlo. La idea de morir y luego volver del Tártaro le daba dolor de cabeza. Claro que también se lo daba la idea de que un bolígrafo pudiera convertirse en espada, o que unos monstruos pudieran ocultarse con algo llamado la Niebla,
—Básicamente todo— dijo Thalia
—Sí y dos veces pasé por lo mismo— se quejó Percy
—Cuando una experiencia es tan genial que quieres repetirla— dijo Leo con sarcasmo
—Me encantó la repetición— dijo Percy
o que Percy fuera hijo de un dios lleno de percebes incrustados de hacía cinco mil años.
Los demás dioses soltaron una carcajada. Poseidón miró a su hijo con una ceja alzada
—En mi defensa, eso fue hace mucho tiempo— murmuró Percy sonrojado
—En realidad ya no tanto— señaló Leo
—Hace mucho tiempo, muchísimo— dijo Percy
—Para que quede claro no tengo percebes incrustados— comentó Poseidón
—Lo siento— dijo Percy con una sonrisa
Pero sí que se lo creía. Aunque le habían borrado la memoria, sabía que era un semidiós de la misma forma que sabía que se llamaba Percy Jackson. Desde su primera conversación con Lupa la loba, había aceptado que aquel disparatado y caótico mundo de dioses y monstruos era su realidad, lo cual era bastante chungo.
—No te lo puedo negar— dijo Leo
—Ninguno de nosotros en realidad— comentó Piper
—Eso es parte de la secta— dijo Travis
—Ya lo entiendo— asintió Percy
—¿Y si lo dejamos en empate? —dijo—. Yo no puedo mataros, y vosotras no podéis matarme a mí.
—Me parece justo— dijo Chris
—Pero no, tenían que ser tan competitivas— dijo Percy
Si sois las hermanas de Medusa, la misma Medusa que convertía a la gente en piedra, ¿no debería estar petrificado ya?
—Yo tenía la misma pregunta— murmuró Connor
—Esa es solo la maldición de Medusa— masculló Atenea
—¡Héroes! —dijo Euríale indignada—. ¡Siempre lo sacan a colación, igual que nuestra madre! « ¿Por qué no podéis convertir a la gente en piedra? Vuestra hermana sí que puede.»
—¿Quién diría que los monstruos necesitan psicólogo?— preguntó Leo
—Me sorprendió darme cuenta de eso— dijo Percy
—Nunca nos lo hubiéramos imaginado— dijo Piper
¡Pues siento decepcionarte, chico! Esa era solo la maldición de Medusa. Ella fue la más odiosa de la familia. ¡Se llevó toda la suerte!
Esteno parecía dolida.
—Madre dijo que yo era la más odiosa.
—Que triste— dijo Connor
—Se tendrá que esforzar más para la próxima— dijo Leo
—Se lo va a tomar como un reto personal— señaló Rachel
—Igual que todos ustedes— masculló Dionisio
—¡Silencio! —le espetó Euríale—. En cuanto a ti, Percy Jackson, es cierto que llevas la marca de Aquiles. Eso te hace un poco más difícil de matar, pero no te preocupes. Encontraremos la forma.
—No me cabía duda— dijo Percy —en algún momento iban a encontrarlo
—¿La marca de qué?
—Aquiles —dijo Esteno alegremente—. ¡Oh, era guapísimo!
—Sí lo era— suspiró Afrodita
—Pero por supuesto que lo era— asintió Apolo —y recordamos que lo conociste
—Sí, pero era un poco difícil ponerle atención cuando tenía una flecha clavada en el talón— dijo Percy
Lo bañaron en la laguna Estigia de niño y se volvió invulnerable, menos cuando le daban en un pequeño punto del tobillo, ¿sabes? Eso es lo que te ha pasado a ti, querido. Alguien debió de sumergirte en la laguna, y tu piel se volvió como el acero.
Sally suspiró y Percy le dio una sonrisa inocente
—Fue idea de Nico— dijo Percy mirando a su mamá
Nico le dio una mirada asesina —Hace un momento casi estabas agradeciendo
—Te dije que nada nos impedía quejarnos— señaló Thalia
Nico bufó
Pero no te preocupes. Los héroes como tú siempre tienen un punto débil. Solo tenemos que encontrarlo, y entonces podremos matarte. Sería maravilloso, ¿verdad? ¡Prueba una salchicha con queso!
—Que forma de terminar esa amenaza— dijo Rachel
—Fue la forma más rara que han tenido de amenazarme— comentó Percy
—Y vaya que tienes tu repertorio— dijo Leo
—Sí— dijo Percy riendo
Percy trató de pensar. No recordaba haberse bañado en la laguna Estigia, pero, por otra parte, no recordaba casi nada.
—Así que no me preocupé por no acordarme de meterme en el Estigio— dijo Percy
—Pero al menos del cordón salvavidas todavía te acordabas— comentó Thalia
Annabeth y Percy se sonrojaron
—Y aquí empieza la competencia por ver quién los hace sonrojar más— dijo Leo
—No se les ocurra— masculló Annabeth
—Leo, no— dijo Percy al mismo tiempo
—Entro al juego, pero antes tengo una pregunta— dijo Katie —¿Eso también podría haber interferido para que la recordara?
—Hera dejó el recuerdo— dijo Atenea rodando los ojos
Al mismo tiempo Apolo decía —Podría tener algo que ver, ya que técnicamente tuvo que usar el cordón para anclar su alma y como vemos aun tiene la maldición de Aquiles
—Y porque Hera lo dejó porque así tendría un recuerdo anclado al campamento mestizo y a su lado griego, para que se diera cuenta que tenía que mantener ambos lados unidos— señaló Atenea con irritación
Afrodita resopló —Eres tan amargada
Su piel no parecía de acero, pero eso explicaría cómo había resistido tanto tiempo contra las gorgonas.
Tal vez si se cayera por la montaña…, ¿sobreviviría?
—Técnicamente sí, pero nunca lo sabes— comentó Apolo
—Pueden pasar muchas cosas mientras vas cayendo— asintió Hermes
No quería arriesgarse, al menos sin algo que pudiera frenar la caída como un trineo o…
Miró la gran bandeja plateada con muestras gratuitas de Esteno.
—No puede ser— suspiró Poseidón
—Es mejor a que te avientes sin nada— dijo Sally con resignación
—¿Verdad que sí?— preguntó Percy con una sonrisa inocente
Hum…
—¿Te lo estás replanteando? —preguntó Esteno—. Muy sabio por tu parte, querido. Les he echado sangre de gorgona, así que tu muerte será rápida e indolora.
—Que asco— chilló Katie
—No quiero volver a saber nada de salchichas crujientes con queso— dijo Leo
—Qué horror— dijo Rachel
—Pero nos siguen sirviendo para hacer nuestras armaduras— señaló Percy
A Percy se le hizo un nudo en la garganta.
—¿Les has echado tu sangre a las salchichas?
—Solo un poco
—Eso es mucho mejor— dijo Leo con una mueca de asco
—Eso es tan asqueroso— dijo Bianca
—Esteno sonrió—. Un cortecito en el brazo, pero gracias por preocuparte. La sangre de nuestro lado derecho puede curar cualquier cosa, pero la del lado izquierdo es mortal…
Hazel y Frank miraron a Percy
—Creo que deberían preocuparse por la mirada que le acaban de dar— señaló Apolo mirando a Sally y luego a Poseidón
—No pasó nada— murmuró Percy, no era la verdad pero tampoco era una completa mentira, había salido bien
—¡Cabeza de chorlito! —chilló Euríale—. ¡No debes decirle eso! ¡Si le dices que las salchichas están envenenadas no se las comerá!
—Creo que no sabe vender— señaló Leo
—Me di cuenta de eso— dijo Percy
—Le debieron enseñar mejor— dijo Piper
Esteno se quedó pasmada.
—Ah, ¿no? Pero le he dicho que sería rápido e indoloro.
—Por supuesto que no, no creo que nadie sea tan suicida para comer algo con sangre de Gorgona— comentó Miranda
—Nadie— dijo Percy para sí mismo, esperaba que esa parte en específico no viniera, no creía que a su mamá le hiciera gracia saber lo que arriesgó
—¡Da igual! —Las uñas de Euríale se convirtieron en garras—. Lo mataremos por las bravas: no pares de atacarlo hasta que encontremos el punto débil. ¡Cuando venzamos a Percy Jackson seremos más famosas que Medusa!
—Técnicamente en su mundo serían consideradas como heroínas— comentó Leo
—Oye tienes toda la razón— dijo Percy —que raro
—Y que lo digas— murmuró Leo
¡Nuestra patrona nos recompensará generosamente!
Percy agarró su espada. Tendría que sincronizar sus movimientos a la perfección: unos segundos de confusión, cogería la bandeja con la mano izquierda…
Sally miró a su hijo
—Y eso que apenas está empezando— dijo Poseidón
—Por eso yo no quería que se tratara de mí— se quejó Percy
« Que sigan hablando» , pensó.
—Antes de que me degolléis —dijo—, ¿quién es la patrona que has mencionado?
—Hay que hacer conversación— asintió Leo
—Claro— dijo Percy —además en serio no sabía quien era su patrona
—Cierto, te perdiste esa parte de la fiesta— comentó Leo
—Sí— dijo Percy encogiéndose de hombros
Euríale se rió maliciosamente.
—¡La diosa Gaia, cómo no! ¡La que nos rescató del olvido! No vivirás lo bastante para conocerla, pero dentro de poco tus amigos se enfrentarán a su ira. Ahora mismo sus ejércitos marchan hacia el sur.
Los romanos resoplaron
En la fiesta de Fortuna despertará, y los semidioses quedarán reducidos como… como…
—¡Como nuestros precios! —propuso Esteno.
—Vaya, nunca me habían comparado con un precio de supermercado— dijo Leo
—Con muchas otras cosas sí, pero jamás con unos de esos— dijo Connor
—Pero no pueden negar que la propaganda sonó genial— comentó Rachel
—¡Grrr!
Euríale se volvió hacia su hermana hecha una furia. Percy aprovechó la oportunidad. Agarró la bandeja de Esteno, desparramó las salchichas con queso envenenadas, cortó a Euríale por la cintura con Contracorriente y la partió por la mitad.
—Si no hubieran estado envenenadas, probablemente las hubiera dejado— bromeó Percy
—Sabemos que sí, sesos de algas— dijo Annabeth
—Sí cariño, sabemos que sí— comentó Sally
—Me conocen tan bien— dijo Percy riendo
Levantó la bandeja, y Esteno se vio ante su propio reflejo grasiento.
—¡Medusa! —gritó.
—Como que no es muy inteligente— comentó Travis
—Pero eso le da oportunidad a Percy— dijo Katie
—Para llevar a cabo su plan loco— dijo Apolo
Su hermana Euríale se había convertido en polvo, pero ya estaba formándose de nuevo, como un muñeco de nieve desderritiéndose.
—Demasiado rápido— dijo Poseidón
—Me habría gustado que se tardaran más, mínimo como unos 1000 años— comentó Percy
—Eso habría estado muy bien— asintió Poseidón
—¡Esteno, eres idiota! —gritó borboteando mientras su rostro medio formado surgía del montón de polvo—. ¡Es tu propio reflejo! ¡Cógelo!
—Debe ser horrible ver su propio reflejo— comentó Rachel
—Por eso se asustó tanto— dijo Grover
—Pobre de ella— dijo Percy
Percy golpeó a Esteno en la coronilla con la bandeja metálica, y dejó a la gorgona inconsciente.
—Que sirva para algo más la bandeja— asintió Connor
—Es una bandeja super resistente— dijo Percy —también necesito una de esas
—Esas gorgonas utilizan puras cosas super resistentes— comentó Leo
Se colocó la bandeja debajo del trasero, dedicó una silenciosa oración al dios romano que supervisara las proezas de trineo estúpidas, y saltó por la ladera de la montaña.
—Ese sería Apolo— comentó Hermes
—Dijo romano— señaló Apolo —además serías tú
—Creo que serían ambos— dijo Artemisa —romanos por supuesto
—Esto a veces me confunde— murmuró Miranda
Algunos de los chicos asintieron de acuerdo
II
Percy
Lo malo de bajar en picado cuesta abajo a ochenta kilómetros por hora es que si te das cuenta de que es mala idea a mitad de camino, ya es demasiado tarde.
—¿Te tardaste medio camino en darte cuenta que era mala idea?— preguntó Thalia
—Pues sí, durante medio camino fue más o menos bien —dijo Percy
—Al menos se dio cuenta— señaló Nico
Percy estuvo a punto de estrellarse contra un árbol, rebotó en un canto rodado y dio una vuelta de trescientos sesenta grados al salir disparado hacia la autopista.
—Y me doy un 10 por esa acrobacia— dijo Percy
—Sí, suena como que te mereces el 10— asintió Connor
La ridícula bandeja de aperitivos no tenía dirección asistida.
—Si no nos dices, no nos damos cuenta— comentó Leo
—Bueno, pues ahora saben que las bandejas no tienen dirección asistida— señaló Percy —es la lección de hoy
—Jamás nos hubiéramos imaginado que no tenían, gracias por la lección— dijo Travis
Oyó que las hermanas gorgonas gritaban y vislumbró el cabello de serpientes de coral de Euríale en la cima de la colina, pero no tenía tiempo para preocuparse por eso.
—No cuando tu transporte no tiene frenos— dijo Will
—Es algo así como cuando Thalia va al volante— dijo Percy seriamente —no, esperen, fue peor con Nico
—Fue bastante interesante— comentó Rachel —claro que no puedo comparar porque no me subí en el autobús con Thalia
—Pero por supuesto que manejé mejor que el renacuajo— dijo Thalia encogiéndose de hombros
—En tus sueños— dijo Nico
—Jason y Percy bajaron casi besando el suelo— señaló Connor
—Jason y Percy son unos dramáticos— masculló Nico
—Oye— se quejaron Jason y Percy
—Iguales a sus padres— bufó Hades
—Y Reyna dijo que sintió que iba a morir— señaló Rachel
—Oh sí, pero yo le dije que la protegería— comentó Apolo —y Bianca, quita esa cara, me estás ofendiendo
—No estoy haciendo ninguna cara— dijo Bianca
—Tenía la misma cara de horror que tenía Will , pero él sí la supo ocultar a tiempo— susurró Reyna a Nico que estaba a su lado
—Probablemente la misma expresión que tú tenías ese día— señaló Nico
—Me tomó con la guardia baja— dijo Reyna
El tejado del edificio de apartamentos surgió debajo de él como la proa de un acorazado. Se avecinaba un choque frontal en diez, nueve, ocho… Consiguió girar a un lado para evitar partirse las piernas con el impacto.
—Eso merece otro 10— señaló Percy
—Y un aplauso— dijo Leo aplaudiendo
—Gracias, eres muy amable— dijo Percy
—Lo sé— asintió Leo
La bandeja de aperitivos saltó por encima del tejado y surcó el aire. La bandeja voló por un lado. Percy por el otro.
—A ese truco le llamó "volar por los aires con estilo"— dijo Percy
—Te quedó bastante bien— dijo Apolo
—La buena noticia aquí, es que tienes la maldición de Aquiles— señaló Hermes
—Al menos— dijo Poseidón
Mientras caía hacia la autopista, una terrible imagen cruzó por su mente: su cuerpo estrellándose contra el parabrisas de un todoterreno, y un conductor molesto tratando de apartarlo con los limpiaparabrisas. « ¡Estúpido crío! ¡Mira que caer ahora del cielo! ¡Llego tarde!»
—Estoy seguro que podría pasar— dijo Percy encogiéndose de hombros
—¿No crees que sería más lógico que si un chico cae por los aires el auto se detenga?— preguntó Zoë
—No— dijo Percy —y menos aún si el conductor va tarde
Milagrosamente, una ráfaga de viento lo empujó hacia un lado, lo justo para no caer en la mismísima autopista, y fue a parar sobre un grupo de arbustos.
—¿Viento?— preguntó Apolo
Percy asintió
—Bueno, entonces tenías a alguien de tu parte— señaló Apolo
No fue un aterrizaje suave, pero era mejor que el asfalto.
—Por supuesto que sí— dijo Will
—El asfalto no era algo que quisiera conocer de tan cerca— dijo Percy
Percy gimió. Quería quedarse allí tumbado y desmayarse, pero tenía que seguir adelante. Se levantó con dificultad. Tenía las manos llenas de arañazos, pero ningún hueso parecía roto.
—Lo que empezó a mejorar un poco mi día— comentó Percy
—Como te decía, amaneciste muy optimista— dijo Leo
—Siempre soy optimista— señaló Percy
Sus amigos lo miraron con ironía
Todavía llevaba la mochila. En algún momento del trayecto en trineo, había perdido la espada, pero sabía que acabaría apareciendo otra vez en su bolsillo en forma de bolígrafo. Era parte de su poder mágico.
—De no ser así la hubieras perdido hace años— dijo Grover
—Seeep— asintió Percy —es que los bolígrafos son muy fáciles de perder
—Se esfuman— asintió Leo
—Desaparecen de la nada— dijo Percy
Miró cuesta arriba. Las gorgonas eran fáciles de localizar, con su cabello de serpientes tan colorido y sus chalecos de vivo tono verde.
—Ni como pasar desapercibidas con eso— comentó Chris
—Les gustaba llamar la atención— dijo Travis
—Y vaya que sí— asintió Percy
Bajaban con cuidado por la pendiente, avanzando más despacio que Percy pero de forma mucho más controlada. Las patas de pollo debían de ir bien para trepar.
—Ahora sabemos para qué son las patas de pollo— dijo Leo
—Me hubieran avisado que eran para eso— dijo Percy
—De todas maneras se te hubiera olvidado— bromeó Leo
—Muchas gracias— dijo Percy
Percy calculó que tenía unos cinco minutos antes de que lo alcanzaran.
A su lado, una alta valla de tela metálica separaba la autopista de un barrio de calles sinuosas, casas acogedoras y eucaliptos muy altos.
—Y faltaba que también encontraras de esos osos que comen eucalipto— dijo Connor
Todos lo miraron confundidos
—¿Que osos comen eucalipto?— preguntó Percy confundido
—Los koalas— señaló Connor
—Pero los koalas no son osos— dijo Zoé
—¿Por qué?— preguntó Connor
—Porque son marsupiales— señaló Annabeth
—Porque no están koalificados— respondió Leo al mismo tiempo
Muchos de los presentes soltaron una carcajada
—Dioses Leo— dijo Jason riendo
—Esa fue la mejor respuesta del mundo— dijo Connor
—No me esperaba esa respuesta— murmuró Zoé
—No puedes argumentar nada contra eso— dijo Percy divertido viendo a su novia
Annabeth negó con la cabeza
—Eres grande Leo— rió Travis
—Gracias, sé que soy genial— señaló Leo
Probablemente la finalidad de la valla era evitar que la gente saliera a la vía y cometiera estupideces —como lanzarse en trineo por el carril rápido en bandejas de aperitivos—,
—Probablemente— dijo Thalia
—Sí, me pareció lógico que estuviera para eso— dijo Percy
—Por supuesto que sí— dijo Bianca
pero la malla metálica estaba llena de grandes agujeros. Percy podía colarse fácilmente en el vecindario. Tal vez pudiera encontrar un coche e ir hacia el oeste, al mar.
—Y también sonaba como una gran idea, al menos por un momento— dijo Percy
—Sí lo hacía— dijo Poseidón
No le gustaba robar coches, pero durante las últimas semanas, en situaciones de vida o muerte, había « tomado prestados» varios,
—Lo siento mamá— dijo Percy
—Está bien cariño, hiciste lo que debías— comentó Sally
incluido un coche de policía. Tenía intención de devolverlos, pero nunca le duraban mucho. Echó un vistazo hacia el este. Como suponía, unos cien metros cuesta arriba, la autopista atravesaba la base del precipicio.
—Así que al final de cuentas no escogí mal— dijo Percy
—Habría estado horrible que lo hubieras hecho— comentó Jason
—Y que lo digas— suspiró Percy
—Menos después de aquella acrobacia— dijo Piper
Dos bocas de túnel, una para cada dirección del tráfico, lo contemplaban como las cuencas oculares de un gigantesco cráneo. En medio, donde habría estado la nariz, un muro de cemento sobresalía de la ladera, con una puerta metálica como la entrada de un búnker.
—Suena genial— admitió Katie
—Pues no me gustan mucho los cráneos gigantescos— dijo Percy —pero sí, era genial
—Excelente cráneo gigante— dijo Leo
Podría haber sido un túnel de mantenimiento. Probablemente eso pensaban los mortales, si es que alguna vez se fijaban en la puerta. Pero ellos no podían ver a través de la Niebla. Percy sabía que la puerta era más que eso.
—Era una super puerta— dijo Leo
—Sí, también lo era— asintió Percy
—Así que has llegado a tu destino— comentó Miranda
—Casi— asintió Percy
Dos chicos con armadura flanqueaban la entrada. Iban vestidos con una extraña mezcla de yelmos romanos con penachos, petos, vainas, tejanos, camisetas de manga corta moradas y zapatillas deportivas blancas.
Hazel y Frank se sonrojaron
El centinela de la derecha parecía una chica, pero era difícil saberlo con seguridad con toda la armadura. El de la izquierda era un chico robusto con un arco y un carcaj a la espalda.
—Mientras no te disparé a ti— comentó Travis
—Por un momento pensé que lo haría— dijo Percy riendo
Los dos sostenían largas varas de madera con puntas de lanza de hierro, como arpones anticuados. El radar interno de Percy emitía señales como loco. Después de tantos días terribles, por fin había alcanzado su objetivo.
—Pero se pone peor ¿Verdad?— preguntó Poseidón
—Sip— asintió Percy
—Deberás volver a acostumbrate— dijo Apolo
—Y creo que será peor— murmuró Poseidón
Su instinto le decía que si podía cruzar esa puerta, estaría a salvo por primera vez desde que los lobos lo habían mandado hacia el sur.
Entonces ¿por qué sentía tanto miedo?
—Porque tampoco era tu territorio— dijo Jason
—Es una sensación bastante rara— dijo Percy
—Y vaya que sí lo es— asintió Jason con una mueca
Más arriba, las gorgonas avanzaban con dificultad sobre el tejado del complejo de apartamentos. Le quedaban tres minutos, tal vez menos.
—Empezaba a sonar como un reloj en mi cabeza— asintió Percy
—Sí, eso suele pasar— dijo Leo
Una parte de él deseaba correr hacia la puerta de la colina. Tendría que cruzar a la mediana de la autopista, pero una vez allí solo una breve carrera lo separaría de la puerta. Podría llegar antes de que las gorgonas lo alcanzaran.
—Suena bien— dijo Hermes
—Pero no podía ser tan fácil— murmuró Percy
—Nunca lo es —dijo Thalia
Percy resopló al recordar la complicación que se añadió
Otra parte de él deseaba dirigirse hacia el oeste, al mar. Allí estaría más seguro. Allí su poder sería mayor.
—Esa también suena como una buena idea— dijo Poseidón
—Sabes que no podía hacerlo— señaló Hera
—Puede intentarlo— dijo Poseidón
—Pero no podía— murmuró Percy para sí mismo
Los centinelas romanos de la puerta le hacían sentirse incómodo. Algo dentro de él le decía: « Este no es mi territorio. Es peligroso» .
Jason y Percy intercambiaron miradas
—Tienes razón —le dijo una voz a su lado.
Percy se sobresaltó.
—¿Tienes razón sobre qué es peligroso?— preguntó Leo confundido
—Sip— asintió Percy
—Y ahora a ver a quien se le ocurre aparecer— masculló Poseidón
Al principio pensó que Beano había conseguido acercarse otra vez a él sin hacer ruido, pero la anciana sentada en los arbustos era todavía más repulsiva que una gorgona.
Percy se sonrojó —No puede ser
—Ya sabemos que sí puede— dijo Leo
—Odio esto— suspiró Percy
—Los que hemos pasado por eso lo odiamos— asintió Leo
—Pero si no los molestamos esto se volvería aburrido— señaló Travis
Parecía una hippy a la que hubieran echado a la cuneta de una patada hacía cuarenta años, y desde entonces hubiera estado recogiendo basura y harapos. Llevaba un vestido hecho con una mezcla de tela desteñida, edredones raídos y bolsas de plástico.
—Eso es estar a la moda— dijo Apolo
—¿Y por qué estaría una anciana ahí?— preguntó Bianca
—Tal vez estaba buscando una nueva tela desteñida para su vestido— comentó Leo
Su pelambrera ensortijada era gris parduzco, como la espuma de la cerveza de raíz, y la llevaba recogida con una cinta con el símbolo de la paz. Tenía la cara llena de verrugas y lunares. Cuando sonreía, enseñaba exactamente tres dientes.
—Oh por supuesto, la anciana— dijo Hazel
—Sí claro, eso tiene sentido— dijo Frank
—Para nosotros no lo tiene— comentó Miranda
—Pero lo tendrá— suspiró Percy
—No es un túnel de mantenimiento —confesó—. Es la entrada al campamento.
Una sacudida recorrió la columna de Percy. « Campamento.» Sí, de allí era de donde él venía. Un campamento. Tal vez era su hogar. Tal vez Annabeth estaba cerca.
—Diganme si no son adorables— chilló Afrodita
—Sí lo son— suspiró Perséfone
—Awwwww— dijeron algunos de sus amigos haciendo sonrojar a la pareja
Sally miró a los chicos con una sonrisa
—No sé por qué pero tengo la sensación de que nuestros amigos se van a poner peor— comentó Percy en voz baja a su novia
—Tal vez Afrodita ahora sí tenga un ataque— dijo Annabeth riendo
Pero algo no encajaba. Las gorgonas todavía estaban en el tejado del edificio de apartamentos.
Entonces Esteno chilló de regocijo y señaló en dirección a Percy.
—Perfecto— dijo Poseidón
—¿No que se llamaba Beano?— preguntó Leo
—Ese es su segundo nombre— dijo Percy —por el momento usaremos más el primero
La vieja hippy arqueó las cejas.
—No tienes mucho tiempo, niño. Tienes que tomar una decisión.
—¿Quién es usted? —preguntó Percy, aunque no estaba seguro de por qué quería saberlo.
—Porque puedes tomar mejores decisiones cuando sabes quienes son las personas— argumentó Leo
—Exactamente— asintió Percy
—Tampoco lo hacemos cuando sabemos quienes son las personas— señaló Thalia
—Eso también es cierto— dijo Percy
Lo que menos necesitaba era otra mortal indefensa que resultara ser un monstruo.
—Puedes llamarme Junio —los ojos de la anciana brillaron como si hubiera contado un chiste buenísimo—. Estamos en junio, ¿no? Le pusieron mi nombre al mes.
—De acuerdo, eso no me lo esperaba— dijo Apolo —y el chiste estuvo más o menos
Hera le dio una mirada asesina
—Fue demasiado tiempo— murmuró Poseidón al darse cuenta de la fecha
Sally y Annabeth hicieron una mueca
—Vale… Oiga, debo irme. Se acercan dos gorgonas. No quiero que le hagan daño.
Junio juntó las manos sobre su corazón.
—¡Qué detalle!
—Tan amable— dijo Thalia
Percy le sacó la lengua
Pero eso depende de tu decisión.
—Mi decisión…
—¿Por qué siempre se trata de mis decisiones?— murmuró Percy
—Porque todo esto es acerca de decisiones— señaló Rachel
—Pues sí, básicamente— asintió Piper
—No me gusta— dijo Percy
Percy miró nerviosamente hacia la colina. Las gorgonas se habían quitado los chalecos verdes. Unas alas les brotaron de la espalda: pequeñas alas de murciélago que relucían como el latón.
—Genial, lo único que te faltaba— dijo Rachel
—Oh no, todavía faltan más cosas— dijo Percy
—Nos lo esperábamos— admitió Apolo
¿Desde cuándo tenían alas? Tal vez eran de adorno. Tal vez eran demasiado pequeñas para permitir volar a una gorgona. Entonces las dos hermanas saltaron del edificio de apartamentos y surcaron el cielo hacia él.
—Pues no eran de adorno— señaló Percy
—Habría estado muy bien que fueran de adorno— comentó Katie
—Hubiera sido de lo mejor que lo fueron ¡Pero no!— dijo Percy
« Genial. Estupendo.»
—Sí, una decisión —dijo Junio, como si no tuviera ninguna prisa—. Puedes dejarme aquí a merced de las gorgonas e ir al mar.
—Eso suena bien— dijo Poseidón
Hera le dio una mirada asesina
—Tú le diste esa opción— señaló Poseidón
—Pero estaba apelando a su sentido de protección y lealtad— señaló Artemisa
Llegarías sin ningún percance, te lo garantizo. A las gorgonas no les importará atacarme y dejarte marchar. En el mar, ningún monstruo te molestaría. Podrías empezar una nueva vida, llegar a muy viejo y evitar todo el dolor y sufrimiento que te aguarda en el futuro.
Percy se removió en su lugar y tomó la mano de Annabeth. Los chicos del Argo II se miraron entre ellos un poco incómodos. Sally miró a su hijo con una mueca, pero no dejó que el silencio se instalara en la sala y siguió leyendo
Percy estaba seguro de que no le iba a gustar la segunda opción.
—¿O…?
—O puedes hacer una buena acción por una anciana —dijo—. Llevarme al campamento contigo.
—¿Es en serio?— gritó Poseidón
Hera le dio una mirada desdeñosa —Era la prueba, obviamente
—Tú y tus pruebas— masculló Poseidón —y…
Hera lo interrumpió —Ya pasamos por eso
—¿Llevarla?
Percy esperaba que estuviera bromeando. Entonces Junio se levantó la falda y le enseñó sus pies hinchados de color morado.
Poseidón le dio una mirada asesina a Hera
Hera rodó los ojos —Además ¿No es mejor que llegue acompañado de una diosa? Es un hijo tuyo después de todo y va al campamento romano
—Y no podías encontrar otra forma— gruñó Poseidón
—Supongo que no— comentó Hera
—Yo no puedo llegar por mis propios medios —dijo—. Llévame al campamento: atraviesa la autopista, recorre el túnel y cruza el río.
Percy no sabía a qué río se refería, pero no parecía tarea fácil. Junio parecía muy pesada.
—Literal y metafóricamente— murmuró Thalia
Hera le dio una mirada asesina
Las gorgonas estaban ya a solo cincuenta metros de distancia, deslizándose con calma hacia él, como si supieran que la caza casi había terminado.
—Se podían tomar su tiempo— asintió Percy
—Estaban disfrutando acercarse lentamente— dijo Leo
—Vaya que sí— asintió Percy
Percy miró a la anciana.
—¿Y por qué quiere que la lleve a ese campamento?
—¡Porque es un favor! —dijo—.
La mirada de Sally se oscureció
—Oye sesos de alga— susurró Thalia a Percy —no sabía que tú mamá podía dar tanto miedo
—Yo tampoco— susurró Percy
—Yo creo que si tuviera la seguridad que no lo van a tomar contra ti, ahorita estuviera atacando a la diosa— señaló Thalia
—Yo le pondría un altar a Sally Jackson— comentó Reyna a Nico —y tal vez hasta clases, no creo que nunca haya logrado esa mirada
—Sí se lo pones, yo te sigo— dijo Nico
—Mamá, está bien— dijo Percy
Y si no lo haces, los dioses morirán, el mundo que conocemos correrá peligro, y todas las personas de tu antigua vida perecerán. Claro que tú tampoco te acordarías de ellas, así que supongo que no importa.
—Sin presiones— dijo Leo
—Me encanta cuando no hay presiones— dijo Percy
—Imagina si las hubiera— señaló Thalia
—No gracias, así está bien— dijo Percy
Estarías a salvo en el fondo del mar…
Percy tragó saliva. Las gorgonas chillaban de risa mientras surcaban el aire preparadas para matar.
—Como la risa de los villanos en las películas— señaló Percy
—Debemos admitir que las risas de los villanos son las mejores— dijo Leo
—Sí, pero de ellas no lo era— dijo Percy
—Si voy al campamento —dijo—, ¿recuperaré la memoria?
—Con el tiempo —contestó Junio—. Pero, quedas avisado, ¡sacrificarás mucho!
—Pero tampoco podía no recuperar mi vida— susurró Percy a Annabeth —ni a ti
Annabeth le sonrió y apretó su mano
Perderás la marca de Aquiles. Sentirás más dolor, tristeza y pérdida de los que hayas experimentado jamás. Pero podrías tener una oportunidad de salvar a tus viejos amigos y a tu familia, y de recuperar tu antigua vida.
Poseidón miró a su hijo con preocupación
—Me convenció con eso— asintió Percy tratando de aligerar el ambiente
—Esa es un increíble manera de convencerte— dijo Leo
Las gorgonas estaban dando vueltas en lo alto. Probablemente estaban observando a la anciana, tratando de averiguar quién era la nueva jugadora antes de atacar.
—Probablemente— asintió Hermes
—¿Y los centinelas de la puerta? —preguntó Percy.
Junio sonrió.
—Oh, te dejarán pasar, querido. Puedes fiarte de esos dos.
—Bueno gracias— murmuró Frank
—Excelentes centinelas— dijo Percy
Hazel y Frank le sonrieron
Bueno, ¿qué dices?
¿Vas a ayudar a una vieja indefensa?
Percy dudaba que Junio estuviera indefensa.
—Y tienes toda la razón— masculló Poseidón
Hera lo ignoró
En el peor de los casos, se trataba de una trampa. En el mejor, se trataba de una especie de prueba. Percy odiaba las pruebas.
—Y Percy las va a odiar por el resto de su vida— dijo Percy
—Todos las podiamos— asintió Leo
—Son lo peor que le pudo pasar al mundo— señaló Miranda
Desde que había perdido la memoria, su vida entera era un gran examen en el que había que rellenar los espacios en blanco. Él era _, de _, y si los monstruos lo atrapaban, acabaría _.
—Bueno, la última no es tan difícil de llenar— comentó Leo
—Cierto, creo que la última era la menos difícil de todas— asintió Percy
—Y vaya que lo era— dijo Jason
Entonces pensó en Annabeth, la única parte de su antigua vida de la que estaba seguro. Tenía que encontrarla.
—Ellos son tan adorables— suspiró Perséfone
—Sí lo son— dijo Afrodita encantada
—Y lo hiciste, sesos de alga— dijo Annabeth con una sonrisa
—Siempre— respondió Percy
—La llevaré.
Recogió a la anciana.
Era más ligera de lo que esperaba.
—Al menos— masculló Poseidón mirando con irritación a Hera
Hera lo ignoró, al igual que ignoró la mirada de Sally
Percy trató de obviar su mal aliento y las manos callosas con las que le aferraba el cuello. Llegó al primer carril de tráfico. Un conductor tocó el claxon. Otro gritó algo que se perdió en el viento.
—Es que así no debes cruzar el tráfico— señaló Leo
—Pero así es más divertido cruzarlo— dijo Percy
—Y obviamente lo que se perdió en el viento era un cumplido— comentó Travis
—Obviamente sí lo era— asintió Percy
La mayoría simplemente viraban y se mostraban irritados, como si en Berkeley tuvieran que lidiar con un montón de adolescentes andrajosos que ayudaban a cruzar la autopista a viejas hippies.
—Tal vez no, pero sí con personas que atraviesan el tráfico como si fueran inmortales— comentó Rachel
—Pero debemos admitir que es genial cruzar la avenida fingiendo que eres inmortal— señaló Connor
Una sombra se posó sobre él. Esteno gritó alegremente:
—¡Chico listo! Has encontrado a una diosa con la que cargar, ¿verdad?
¿Una diosa?
—Una diosa— masculló Poseidón
—Me encanta encontrar diosas con las que cargar— murmuró Percy
Junio cacareó de regocijo y murmuró « ¡Uy!» cuando un coche estuvo a punto de matarlos.
—Y por eso no es bueno cruzar la avenida fingiendo que eres inmortal— señaló Percy
—Así que no lo vayan a intentar— dijo Leo
—Así ya no es divertido— dijo Connor
En algún lugar a su izquierda, Euríale gritó:
—¡A por ellos! ¡Dos presas son mejores que una!
Percy cruzó a toda velocidad los carriles que faltaban. Sin saber ni cómo, llegó a la mediana vivo.
—Eso es muy bueno— dijo Leo
—Sí, me agradó esa parte— asintió Percy
—Podemos ver por qué te agradó— comentó Piper
—Y vaya que sí— dijo Thalia
Vio que las gorgonas se lanzaban en picado y que los coches viraban mientras los monstruos pasaban por encima. Se preguntó qué verían los mortales a través de la Niebla: ¿pelícanos gigantescos? ¿Alas delta desviadas de su rumbo?
—Pollos gigantescos— asintió Leo
—Gallinas gigantescas— dijo Travis
—Pero las gallinas no vuelan— señaló Katie
—Pero alguien la pudo haber lanzado de una catapulta, Kat— comentó Travis
—Es cierto— dijo Leo
La loba Lupa le había dicho que las mentes de los mortales podían creer prácticamente cualquier cosa, salvo la verdad.
—Es tan raro como se puede modificar tanto su vista— comentó Miranda
Los semidioses asintieron de acuerdo
Percy corrió hacia la puerta de la ladera. Junio se volvía más pesada a cada paso que daba. El corazón de Percy latía con fuerza. Le dolían las costillas.
Uno de los centinelas chilló. El chico del arco colocó una flecha en la cuerda.
—¡Espera! —gritó Percy.
—Y ahí es cuando pensé que sería contra mí —murmuró Percy
—¿Por qué sería contra ti?— preguntó Frank
—Porque con su suerte, eso podría pasar— señaló Thalia
—Muchas gracias cara de pino, pero sí— dijo Percy
Pero el chico no le apuntaba a él. La flecha pasó volando por encima de la cabeza de Percy. Una gorgona aulló de dolor. El segundo centinela preparó su lanza, gesticulando frenéticamente a Percy para que se diera prisa.
—Y Percy no se daba prisa— dijo Percy negando con la cabeza
—Percy no se daba prisa— dijo Hazel
—Así no se puede, Percy— comentó Leo
Quince metros para llegar a la puerta. Diez.
—¡Ya te tengo! —gritó Euríale.
Percy se volvió en el mismo instante en el que una flecha se clavaba en la frente de la criatura.
—Que excelente tiro— dijo Katie
—Ese centinela tenía una puntería excelente— comentó Percy con una sonrisa
Frank sonrió
Euríale cayó al carril rápido. Un camión se estrelló contra ella y la arrastró hacia atrás unos cien metros, pero la gorgona trepó a la cabina, se quitó la flecha de la cabeza y se lanzó de nuevo al aire.
—Cuando ni un camión te detiene— dijo Connor
—Eso es querer cumplir sus sueños a costa de todo— señaló Piper
—Pues luchó mucho para cumplirlos— dijo Percy
—Nos podemos imaginar cuanto— asintió Leo
Percy llegó a la puerta.
—Gracias —les dijo a los centinelas—. Buen disparo.
—¡Debería haberse muerto! —protestó el arquero.
—Bienvenido a mi mundo —masculló Percy.
—Es raro tu mundo— bromeó Travis
—Pero muy divertido— dijo Percy
—Cuestión de perspectiva— dijo Thalia
—Frank —dijo la chica—. ¡Llévalo dentro, rápido! Son gorgonas.
—Así que es el turno de Frank— dijo Leo
—¿No te habías dado cuenta?— preguntó Piper
—Nop— dijo Leo
—¿Gorgonas?
La voz del arquero sonó de forma estridente. Era difícil saber el aspecto que tenía debajo del yelmo, pero parecía robusto como un luchador y aparentaba unos catorce o quince años.
Frank se sonrojó. Ares miró al chico ya iba a llegar su oportunidad para demostrar de qué estaba hecho
—¿Las retendrá la puerta?
Junio cacareó en los brazos de Percy.
—No, no las retendrá.
—Lo que todos necesitábamos saber— dijo Leo
—Lo que de hecho era un poco obvio— dijo Piper
¡Adelante, Percy Jackson! ¡Recorre el túnel y cruza el río!
—¿Percy Jackson?
La centinela tenía la piel oscura, y de los lados del yelmo le sobresalía el cabello rizado.
No se necesitaron más detalles para saber quién era la otra centinela, para los que aún no se habían dado cuenta
—Parece que también va a ser tu turno— comentó Will mirando a Hazel
—Puedo soportar que Percy diga lo que pensó de mí, pero espero que no sea nada más— murmuró Hazel
—¿Percy compartirá la suerte de Jason y compartirá el libro con sus acompañantes?— preguntó Connor con voz de presentador
—Por favor— dijo Percy
—Espero que no— dijeron Hazel y Frank al unísono
Parecía más pequeña que Frank, de unos trece años. La vaina de la espada le llegaba casi hasta el tobillo. Aun así, parecía estar al mando.
—Nadie se metería con Hazel— señaló Piper
—Por supuesto que no— dijo Frank
Hazel se sonrojó
—Vale, es evidente que eres un semidiós. Pero ¿quién es la…? —Miró a Junio —. Da igual. Entrad. Yo me ocuparé de ellas.
—Hazel —dijo el chico—. No hagas locuras.
—¿Cuanto apuestan a que hace una locura?— preguntó Leo
—10 dracmas a que lo hace— dijo Connor
Nico rodó los ojos
—¡Marchaos! —ordenó ella.
Frank soltó un juramento en otra lengua —¿latín?— y abrió la puerta.
—¡Vamos!
—A ver, repite ese juramento— dijo Leo
—Por supuesto que no lo voy a repetir— dijo Frank
—Que aburrido— murmuró Leo
Percy lo siguió tambaleándose bajo el peso de la anciana, que decididamente se estaba volviendo cada vez más pesada. No sabía cómo la chica rechazaría a las gorgonas sola, pero estaba demasiado cansado para discutir.
—Lo siento— dijo Percy
—No tienes porqué disculparte, está bien— dijo Hazel sonriéndole
El túnel atravesaba la roca sólida y tenía aproximadamente la anchura y la altura del pasillo de una escuela.
—Para que nunca olviden la escuela— dijo Percy
—Tienes razón, sí parece una escuela— comentó Frank
Jason les dio una mirada rara
Al principio parecía un típico túnel de mantenimiento, con cables eléctricos, letreros de advertencia y cajas de fusibles en las paredes, y con bombillas protegidas con alambre a lo largo del techo.
—Pues sí suena como el típico túnel de mantenimiento— dijo Connor
—Porque solo es la entrada— comentó Jason
—Debe ser por eso— asintió Connor
A medida que se adentraban en la ladera, el suelo de cemento dio paso a un mosaico de baldosas. Las luces dieron paso a antorchas de juncos, que ardían pero no echaban humo. Unos cien metros más adelante, Percy vio un cuadrado de luz del día.
—No vayas a la luz— gritó Leo de forma dramática
—Pero tenía que ir a la luz— señaló Percy
Leo negó con la cabeza
La anciana pesaba ya como un montón de sacos de arena. A Percy le temblaban los brazos del esfuerzo. Junio farfullaba una canción en latín, como una nana, lo que no ayudaba a Percy a concentrarse.
—Lo que sonaba como una canción de película de terror— dijo Percy en tono confidencial a Annabeth
—Puedo imaginarme que lo era— susurró Annabeth —y peor aún haciendo que la cargaras
—Pero está bien, listilla— dijo Percy —eso fue...
—¡Se confiesan su amor cuando terminemos el libro!— gritó Leo
—Leo— chillaron Percy y Annabeth sonrojados
—Me anoto un punto— dijo Leo
—¿Es en serio?— masculló Annabeth
—Sip— asintió Leo
Zoé miró a su hermano divertida
Detrás de ellos, las voces de las gorgonas resonaban en el túnel. Hazel gritó. Percy estuvo tentado de tirar a Junio y volver corriendo a ayudarla, pero entonces todo el túnel se sacudió con un estruendo de piedras.
—Y eso evita que alguien haga algo más— asintió Piper
—Eso lo evitó— dijo Percy
Sonó un graznido, como el que habían emitido las gorgonas cuando Percy les había echado encima la caja con bolas para jugar a los bolos en Napa. Miró atrás. El extremo oeste del túnel estaba lleno de polvo.
—Un sonido que realmente no quería volver a escuchar— dijo Percy
—No, no fue un buen sonido— dijo Frank
—¿No deberíamos ir a ver cómo está Hazel? —preguntó.
—No le pasará nada… espero —dijo Frank—. Sabe moverse bajo tierra.
—Por supuesto que lo sabe— dijo Hades
—Claro que lo hace— dijo Nico con una pequeña sonrisa a su hermana
Hazel le sonrió de vuelta con un pequeño sonrojo
¡No te pares! Ya casi hemos llegado.
—¿Adónde?
Junio se rió entre dientes.
—Esa era la pregunta del millón— dijo Apolo
—Y vaya que sí lo era— asintió Percy
—Todos los caminos llevan allí, niño. Deberías saberlo.
—¿Al aula de castigo? —preguntó Percy.
—También— dijo Leo riendo
—Bueno, tiene un punto— dijo Apolo con una carcajada
—Pero eso no rima tan bien— señaló Piper
—Pero sonaba lógico— comentó Percy
—A Roma, niño —dijo la anciana—. A Roma.
Percy no estaba seguro de haber oído bien. Cierto, había perdido la memoria. Su cerebro no había sido el mismo desde que se había despertado en la Casa del Lobo. Pero estaba convencido de que Roma no estaba en California.
Percy se encogió de hombros —Al menos sabía eso
—Ya es ganancia— dijo Leo
—Es mejor que nada — asintió Jason
Siguieron corriendo. El resplandor que se veía al final del túnel aumentó de intensidad y, por fin, llegaron a la luz del sol.
Percy se quedó paralizado.
—Fue bastante impactante— dijo Percy
—Te entiendo — dijo Jason con una mueca
A sus pies se extendía un valle con forma de cuenca de varios kilómetros de ancho. El suelo estaba surcado de colinas más pequeñas, llanuras doradas y bosques.
—Podemos ver porque es impactante— dijo Katie
—Siempre lo es— asintió Reyna
—Realmente lo era— dijo Piper
Un pequeño río transparente seguía un curso serpenteante desde un lago situado en el centro y rodeaba el perímetro, como una G mayúscula. La geografía del lugar podría haber sido la de cualquier región del norte de California:
—Pero no lo era— murmuró Percy —no era lo mismo
—Por supuesto que no— dijo Reyna
robles de Virginia y eucaliptos, colinas doradas y cielos azules. La gran montaña del interior —¿cómo se llamaba, Monte del Diablo?— se elevaba a lo lejos, exactamente donde debía estar.
—Nuestra montaña preferida— dijo Leo
—Nos encanta esa montaña— dijo Piper con sarcasmo
—No hay ninguna montaña como esa— señaló Jason
Sin embargo, Percy tenía la sensación de haber entrado en un mundo secreto.
—De alguna manera— asintió Apolo
—Cierto— dijo Percy
En el centro del valle, abrigada junto al lago, había una pequeña ciudad de edificios de mármol blancos con tejados de teja roja. Algunos tenían bóvedas y pórticos con columnas, como si fueran monumentos nacionales.
Percy miró a Annabeth con una sonrisa recordando la plática que había tenido con ella en los establos y por lo que estaba pasando en la sala es obvio que la plática se había cumplido. Annabeth miró a Percy pensando en lo mismo
Otros parecían palacios, con puertas doradas y grandes jardines. Vio una plaza abierta con columnas, fuentes y estatuas independientes. Un coliseo romano con cinco pisos relucía al sol, al lado de un largo estadio ovalado como una pista de carreras.
—Wow, debo admitir que eso se oye genial— dijo Travis
—Era bastante increíble— admitió Percy
Los romanos asintieron con orgullo
Al otro lado del lago, hacia el sur, había otra colina salpicada de edificios todavía más imponentes: templos, supuso Percy.
—Supusiste bien— dijo Frank
—Te mereces un caramelo por suponer bien— dijo Leo sacando un caramelo y dándoselo a Percy —ya que algunas personas no podemos tener paletas
—Nop, no se puede— dijo Helena
Jason sonrió
Algunos los miraron con confusión
—Pero gracias, por el caramelo, eres muy amable— comentó Percy
Varios puentes de piedra cruzaban el río y serpeteaban a través del valle, y en el norte, una larga hilera de arcos de ladrillo se extendía desde las colinas hasta la ciudad. A Percy le recordó la vía de un ferrocarril elevado.
—Sí se parecía— dijo Percy
—De acuerdo, de alguna manera lo hacía— asintió Frank
—Un poco— dijo Hazel
Entonces cayó en la cuenta de que debía de ser un acueducto.
La parte más rara del valle estaba justo debajo de él. A unos doscientos metros de distancia, justo al otro lado del río, había una especie de campamento militar.
—Eso suena muy bien— asintió Clarisse impresionada
—¿Por qué rara?— preguntó Hazel
—No lo sé exactamente, pero lucía raro— dijo Percy
—Tal vez por qué en el campamento no tenemos algo tan… así— señaló Miranda
—Podría ser por eso— dijo Percy
Medía aproximadamente medio kilómetro cuadrado, con murallas de tierra rematadas con afilados pinchos en los cuatro lados. Unas atalayas de madera se alzaban en cada esquina, guarnecidas por centinelas armados con descomunales ballestas montadas.
—Y eso se pone mejor— comentó Clarisse
Ares asintió de acuerdo
—Creo que sería como su paraíso personal— susurró Travis a su hermano
Connor asintió de acuerdo
De las torres colgaban banderas moradas. Una ancha puerta daba al lado opuesto del campamento, en dirección a la ciudad. Una puerta más estrecha permanecía cerrada en el lado de la orilla del río.
—Bueno, ya casi estás seguro— dijo Poseidón
—Es un semidiós griego en el campamento romano ¿Qué tan seguro crees que vaya a estar?— preguntó Hermes
En el interior, la fortaleza bullía de actividad: docenas de chicos iban y venían de barracones, portando armas y puliendo armaduras. Percy oyó ruido de martillos en la fragua y percibió un olor a carne cocinada al fuego.
—Y con eso Percy corrió más rápido— dijo Thalia
—Oye, era carne— señaló Percy
—Uno debe correr rápido cuando se trata de carne— asintió Leo
Piper y Grover hicieron muecas
Había algo en aquel lugar que le resultaba muy familiar, pero al mismo tiempo no del todo normal.
—Sí, pero no— dijo Percy
—La respuesta estándar— asintió Jason
—El Campamento Júpiter —anunció Frank—. Estaremos a salvo en cuanto…
Unas pisadas resonaron en el túnel detrás de ellos. Hazel salió súbitamente a la luz.
—Así es como uno hace una entrada triunfal— dijo Apolo
—Te quedó muy bien querida— dijo Perséfone
—Gracias— murmuró Hazel
Estaba cubierta del polvo de la demolición y respiraba con dificultad. Había perdido el yelmo, de modo que su cabello castaño rizado le caía sobre los hombros. Su armadura tenía unos largos tajos de garras de gorgona en la parte delantera.
—Diría que le fue peor a la gorgona, pero por el momento no— comentó Hazel
—Al menos solo fue en la armadura— dijo Nico
—Eso fue algo bueno— dijo Hazel
Uno de los monstruos la había etiquetado con una pegatina de 50 % DE DESCUENTO.
—Las he retrasado —dijo—. Pero llegarán en cualquier momento.
Frank soltó un juramento.
—Pero no nos dices cual es el juramento— se quejó Connor
—No se los digas, no necesitan más vocabulario— comentó Chris
—Sí lo necesitamos— dijo Travis
—Tenemos que llegar al otro lado del río.
Junio apretó más fuerte el cuello de Percy.
—Sí, por favor. No puedo mojarme el vestido.
Poseidón le dio una mirada asesina a Hera. Hera hizo un gesto para quitarle importancia
Percy se mordió la lengua. Si aquella señora era una diosa, debía de ser la diosa de los hippies apestosos, gordos e inútiles. Pero había llegado hasta allí. Más valía que siguiera cargando con ella.
—Pues sí, ya después de todo lo que pasaste— dijo Perséfone
—Ya estabas más cerca— comentó Hermes
—Eso también me animó— dijo Percy
« Es un favor —había dicho—. Y si no lo haces, los dioses morirán, el mundo que conocemos correrá peligro, y todas las personas de tu antigua vida perecerán.»
Si aquello era una prueba, no podía permitirse no superarla.
Hestia le sonrió y Percy se sonrojó
Tropezó varias veces mientras corrían hacia el río. Frank y Hazel lo levantaban continuamente. Llegaron a la orilla, y Percy se detuvo a recobrar el aliento. La corriente era rápida, pero el río no parecía hondo.
—Pero después de que te bañaste en el Estigio, ningún río es peor— comentó Apolo
—También es debatible— dijo Percy intercambiando una mirada con Annabeth
Las puertas de la fortaleza estaban a un tiro de piedra.
—Vamos, Hazel —Frank colocó dos flechas en el arco al mismo tiempo—. Acompaña a Percy para que los centinelas no le disparen. Ahora me toca a mí ocuparme de las malas.
—Dos flechas al mismo tiempo— dijo Apolo impresionado —eso es genial
Frank se sonrojó —Gracias
—Y a mí no me ha podido salir eso— masculló Bianca
—¿Sabes usar el arco?— preguntó Will con incredulidad
—Sí lo sabe usar y es bastante buena— añadió Esperanza
—Sí— murmuró Bianca —pero eso de las dos flechas no
—Puedo enseñarte— se ofreció Artemisa
—No— dijo Apolo —alejate de ella, si alguien le va a enseñar soy yo
Artemisa rodó los ojos
—¿En serio me vas a enseñar?— preguntó Bianca
—Si, si lo vas a aprender tienes que aprender del mejor y tal vez así ya no serías una niñita tan horrible
—Por eso debería enseñarle yo— señaló Artemisa
Apolo la ignoró —Tengo arcos muy buenos, porque por lo que veo tú no tienes ninguno
—No, se perdió— dijo Bianca
—Entonces no hay nada más que discutir— dijo Apolo
Hazel asintió con la cabeza y se metió andando en el riachuelo.
Percy empezó a seguirla, pero algo le hizo vacilar. Normalmente le encantaba el agua, pero aquel río parecía… poderoso, y no necesariamente cordial.
—Por supuesto que sí— suspiró Poseidón
—El Pequeño Tíber —dijo Junio comprensivamente—. Corre con la fuerza del Tíber original, el río del Imperio. Es tu última oportunidad de echarte atrás, niño.
—No me iba a echar atrás después de todo— murmuró Percy
—Por supuesto que no lo harías— dijo Sally
La marca de Aquiles es una bendición griega. No puedes conservarla si pasas a territorio romano. El Tíber se la llevará.
Percy hizo una mueca
Percy estaba demasiado agotado para entender todo aquello, pero captó lo esencial.
—Si cruzo, ¿dejaré de tener la piel de acero?
—Eso era lo esencial para mí— dijo Percy
—Eso lo resume perfectamente— dijo Leo
—Sí lo hacía— comentó Percy
Junio sonrió.
—¿Qué decides? ¿La seguridad o un futuro de dolor e incertidumbre?
—Una decisión bastante difícil— murmuró Percy
Detrás de él, las gorgonas chillaron al salir volando del túnel. Frank lanzó las flechas por el aire.
—¡Vamos, Percy! —gritó Hazel desde el medio del río.
—Y Percy seguía sin darse prisa— comentó Percy
—Está bien, ya entendimos por qué no te diste prisa— dijo Hazel
—Y son unas razones muy buenas— asintió Frank
En lo alto de las atalayas sonaron unos cuernos. Los centinelas gritaron y giraron las ballestas hacia las gorgonas.
Annabeth, pensó Percy.
—Y así la decisión ya no fue tan difícil— suspiró Afrodita
—Awwww— chillaron sus amigos
—¿Si te besara ahora crees que a Afrodita le daría un ataque?— preguntó Percy en un murmullo
—No lo sé, pruébalo— contestó Annabeth
—Está bien, pero si algo pasa fue tu idea —bromeó Percy y la besó
A Afrodita no le dio un ataque, pero chilló tan fuerte que probablemente se oyó al rededor del mundo, hubo algunos cuantos suspiros y soniditos de burla. Y un para de caras sonrojadas (Zoé y Charles), pero que también sonrieron
—Excelente prueba— murmuró Annabeth
Se metió en el río dando grandes pasos. Estaba helado y era mucho más rápido de lo que había imaginado, pero no le importaba. Un nuevo vigor recorría sus extremidades. Sus sentidos estaban alerta como si se hubiera inyectado cafeína.
—Tu cafeína es el agua— señaló Travis
—Creo que lo es— dijo Percy
—¿Crees?— preguntó Thalia
—Creo— asintió Percy
Llegó a la otra orilla y dejó a la mujer al tiempo que se abrían las puertas del campamento. Docenas de chicos con armadura salieron en tropel. Hazel se volvió con una sonrisa de alivio. A continuación miró por encima del hombro de Percy, y su expresión se tiñó de horror.
—Demasiado pronto para la expresión de alivio— dijo Hazel
—Sí, un poco— asintió Përcy
—¡Frank!
Frank estaba a mitad del río cuando las gorgonas lo atraparon. Se lanzaron en picado desde el cielo y lo agarraron por cada brazo.
—Ese tipo de paseos no son divertidos— masculló Frank
—Tampoco a nosotros se nos hizo muy divertido— comentó Percy
—Fue horrible— dijo Hazel
El chico gritó de dolor cuando sus garras se clavaron en su piel.
Los centinelas chillaron, pero Percy sabía que no tenían a los monstruos a tiro. Acabarían matando a Frank.
—Y eso no habría estado divertido— comentó Frank
—No, no lo hubiera estado— dijo Hazel
Los otros chicos desenvainaron sus espadas y se prepararon para meterse en el río, pero llegarían demasiado tarde. Solo había una forma de evitarlo.
—Sí era la única forma— dijo Percy
—Estuvo genial, gracias —dijo Frank
—De nada— murmuró Percy con una sonrisa
Percy extendió las manos. Una intensa sensación de arrastre le invadió, y el Tíber obedeció su voluntad. El río se agitó. A cada lado de Frank se formó un remolino. Unas gigantescas manos de agua brotaron de la corriente, imitando los movimientos de Percy.
—Que increíble forma de evitarlo— dijo Miranda
—Eso es genial— dijo Travis
—Gracias— dijo Percy con una sonrisa
Las manos agarraron a las gorgonas, quienes soltaron a Frank, sorprendidas. A continuación, las manos levantaron a los estridentes monstruos ejerciendo una presión férrea y líquida.
—Por si se les había olvidado que no hay que meterse con Percy— comentó Leo
—A ninguno se nos había olvidado— señaló Katie
—Pero se siguen metiendo conmigo— murmuró Percy
—Pero para hacer sonrojar no para hacerte enojar— dijo Leo
—Claro, muchas gracias— dijo Percy
Percy oyó que los otros chicos chillaban y retrocedían, pero siguió concentrado en su tarea. Hizo un gesto de aplastamiento, y las gigantescas manos hundieron a las gorgonas en el Tíber. Los monstruos llegaron al fondo y se convirtieron en polvo.
—Por el momento, al menos— dijo Percy
—Un momento es mejor que ningún momento— argumentó Travis
—Eso es cierto— dijo Rachel
Unas nubes relucientes de esencia de gorgona lucharon por volver a formarse, pero el río las dispersó como una licuadora. Al poco rato, todo rastro de las gorgonas fue arrastrado río abajo. Los remolinos desaparecieron, y la corriente volvió a su estado normal.
—Eso es genial— dijo Miranda
—Se debieron sentir como en una licuadora— comentó Connor
—O en una lavadora— señaló Percy
—Yo quiero saber lo que se siente estar en una lavadora —dijo Helena
—Te mareas mucho— dijo Leo —obviamente, me lo contaron
—Obviamente — asintió Piper intercambiando una mirada con Jason
Percy se quedó en la orilla del río. Su ropa y su piel desprendían vapor, como si las aguas del Tíber lo hubieran bañado en ácido. Se sentía expuesto, desprotegido… vulnerable.
—Bueno, adiós a la maldición de Aquiles— murmuró Percy —pero por otro lado, creo que era mejor
—De alguna manera— asintió Hestia
En medio del Tíber, Frank se movía dando traspiés, con cara de perplejidad pero sano y salvo. Hazel se acercó y le ayudó a llegar a la orilla. Fue entonces cuando Percy se dio cuenta de lo callados que se habían quedado los otros chicos.
—Jason llegó alardeando con nosotros, tú alardeas con ellos— dijo Travis
—Perfectamente equilibrado— dijo Leo
—Es lógico que lo hagan— asintió Thalia
Todo el mundo lo miraba fijamente. Solo Junio, la anciana, parecía impertérrita.
—Vaya, ha sido un viaje estupendo —dijo—. Gracias por traerme al Campamento Júpiter, Percy Jackson.
—Una increíble y perfecta presentación— dijo Apolo
—Solo espero que todo vaya bien— dijo Poseidón —ahora que estás ahí
—Algo así— comentó Percy
Una de las chicas emitió un sonido ahogado.
—¿Percy… Jackson?
Parecía que reconociera el nombre.
—¿Cómo va a reconocer el nombre?— preguntó Katie
—Sí lo reconocía— dijo Percy
Unos pocos miraron con confusión
Percy se centró en ella, con la esperanza de ver una cara conocida.
Saltaba a la vista que era una líder. Llevaba una regia capa morada sobre la armadura y su pecho estaba decorado con medallas.
—Y también llegó el turno de que Percy te conozca— dijo Nico a Reyna
Reyna asintió y luego le dio una mirada al hijo de Hades —Solo espero que no todo venga ahí
Dioses, se sentiría muy avergonzada si cierta parte de la charla viniera ahí, el hijo de Hades la miró con una ceja levantada
Debía de ser de la edad de Percy, y tenía unos ojos oscuros y penetrantes, y largo cabello moreno. Percy no la reconoció, pero la chica se lo quedó mirando como si lo hubiera visto en sus pesadillas.
—Una nueva amiga y en tu primer día— dijo Connor
—Siempre hago amigos en mi primer día— señaló Percy
—Eso es cierto— asintió Travis
Junio se rió de gozo.
—Oh, sí. ¡Os vais a divertir mucho juntos!
Percy y Reyna le dieron una mirada rara a la diosa
Entonces, por si el día no había sido ya lo bastante raro, la anciana empezó a brillar y cambió de forma.
—Necesitabas un poco más de rareza en tu día— comentó Leo
—No era suficiente con lo que había pasado— dijo Percy con un suspiro
—Por supuesto que no lo era— dijo Leo
—Jamás es suficiente rareza— señaló Piper
Creció hasta convertirse en una diosa reluciente de dos metros de estatura ataviada con un vestido azul y una capa, que parecía la piel de una cabra, sobre los hombros. Tenía un rostro severo y majestuoso. En su mano había un bastón rematado con una flor de loto.
—Yo no sabía que usaba una flor de loto— comentó Travis a su novia
—Por supuesto que no— señaló Katie —pero tendría sentido, he escuchado que esa flor dice que habrá un nuevo comienzo y dado que Percy está con los romanos...
Los campistas se quedaron todavía más asombrados, si era posible. La chica de la capa morada se arrodilló. Los demás siguieron su ejemplo. Un chico se postró con tanta prisa que estuvo a punto de empalarse con su espada.
—Lección de hoy, no se arrodillen si tienen espadas— dijo Leo
—No se arrodillen tan deprisa— señaló Piper
—O no se arrodillen en lo absoluto— murmuró Percy para sí
Hazel fue la primera en hablar.
—Juno.
Ella y Frank también se arrodillaron, dejando únicamente a Percy de pie.
—Diría que me sorprende, pero la verdad es que no— dijo Apolo
—Ni a nosotros nos sorprende— dijo Katie
Él sabía que debía arrodillarse también, pero después de haber cargado con la anciana, no le apetecía nada mostrarle tanto respeto.
—Tiene un punto— masculló Poseidón
Hera resopló
La diosa sonrió.
—Conque Juno, ¿eh? —dijo Percy—. Si he pasado la prueba, ¿podéis devolverme ya mi memoria y mi vida?
—No, siguiente pregunta— dijo Leo
—¿Cuando me la puede devolver?— preguntó Percy
—Esa pregunta tampoco tiene respuesta— comentó Leo
—Genial— dijo Percy
La diosa sonrió.
—Con el tiempo, Percy Jackson, si tienes éxito en el campamento. Hoy te has portado bien, lo cual es un buen principio. Tal vez aún no esté todo perdido.
—Muchas gracias— masculló Percy
Se volvió hacia los otros chicos.
—Romanos, os presento al hijo de Neptuno.
—Por si dudabas que era sobre ti el título— señaló Thalia
Percy se volvió a quejar
—Al menos este capítulo ya casi termina, cariño— dijo Sally
—Espero que el próximo sea de Frank o Hazel— pidió Percy
—No— dijeron Hazel y Frank
Durante meses ha estado durmiendo, pero ya está despierto.
Percy y Annabeth resoplaron
Su destino está en vuestras manos. La fiesta de Fortuna se avecina, y habrá que liberar a la muerte si queréis tener esperanzas en la batalla. ¡No me falléis!
—No me gustó eso de "liberar a la muerte"— masculló Hades, pero con lo que sabía se estaba dando una muy buena idea de que "liberar a la muerte" era de manera literal
Juno relució y desapareció. Percy miró a Hazel y a Frank esperando alguna explicación, pero parecían tan confundidos como él.
—Era bastante confuso— dijo Hazel
—Y vaya que lo fue— dijo Frank
—Y que lo digan— murmuró Percy
Frank tenía en las manos algo en lo que Percy no había reparado antes: dos pequeños frascos de barro con tapones de corcho, como pociones. Percy no tenía ni idea de dónde habían salido, pero vio que Frank se los metía en los bolsillos.
Frank se sonrojó
—Tienes mucho qué explicar, jovencito— dijo Travis
Casi todos los demás miraron a Frank con confusión
Frank le lanzó una mirada como diciendo: « Ya hablaremos más tarde del asunto» .
—Tssss— murmuró Connor
—Los frascos— suspiró Percy
—No sé por qué, pero creo que los frascos no son buena noticia— comentó Apolo
Percy se encogió de hombros
La chica de la capa morada dio un paso adelante. Escrutó a Percy con recelo, y Percy no pudo quitarse de encima la sensación de que quería atravesarlo con su daga.
—Tal vez porque quería atravesarte con la daga— dijo Thalia
—Creo ques es probable que fuera por eso— asintió Percy
—No puedo culparla en realidad— dijo Nico
Reyna sonrió
—Aún así sé que soy tu primo favorito— dijo Percy
—Por supuesto que no, lo soy yo— señaló Thalia
—En sus sueños— bufó Nico
—Así que eres un hijo de Neptuno que acude a nosotros con la bendición de Juno —dijo fríamente.
—Mira, tengo la memoria un poco borrosa —contestó él—. De hecho, la he perdido del todo. ¿Te conozco?
—Un poco borrosa— masculló Annabeth —es el eufemismo del año
Percy sonrió
La chica vaciló.
—Soy Reyna, pretora de la Duodécima Legión. Y… no, no te conozco.
La última parte era mentira. Percy lo notó en sus ojos.
—Por si no habían adivinado quién era con las pistas bastante obvias— señaló Apolo
Pero también comprendió que si le discutía aquel punto allí, delante de sus soldados, a ella no le haría gracia.
Reyna lo miró con una ceja alzada
—Hazel —dijo Reyna—, llévalo dentro. Quiero interrogarlo en el principia.
Luego se lo mandaremos a Octavio. Debemos consultar los augurios antes de decidir qué hacemos con él.
Todos los chicos griegos resoplaron ante el nombre
—De acuerdo, alguien nos quiere decir ¿Por qué esa reacción?— preguntó Hermes
—Hasta se coordinaron, chicos— señaló Apolo
—Sabemos coordinarnos para algunas cosas— asintió Miranda
—Ignoraron mi pregunta— señaló Hermes
—Es cero spoilers, papá— dijo Connor con una sonrisa
—¿A qué te refieres con « decidir qué hacemos con él» ? —preguntó Percy.
La mano de Reyna apretó su daga. Era evidente que no estaba acostumbrada a que cuestionaran sus órdenes.
—Solo estaba preguntando— señaló Percy —no lo estaba cuestionando
—O no tan abiertamente por lo menos— dijo Thalia
—Antes de aceptar a alguien en el campamento, debemos interrogarlo e interpretar los augurios. Juno ha dicho que tu destino está en nuestras manos.
—Lo hiciste sonar tan aterrador— señaló Percy
—Es parte del trabajo— dijo Reyna
—Además de que te caía mal— dijo Nico
—Todos leíamos lo que pasó en la isla— comentó Reyna
Tenemos que saber si la diosa nos ha traído a un nuevo recluta…
Reyna observó a Percy como si considerara esa posibilidad dudosa.
—O —dijo más esperanzada— si nos ha traído a un enemigo al que matar.
—Creo que le caíste mal— comentó Travis —aunque claro, solo es una suposición
—No sé por qué supondrían algo así— bromeó Percy
—También era justo, Annabeth casi tira a Jason del carro— señaló Miranda —es una por otra
—Vaya, jamás me lo había planteado de esa forma —dijo Percy
—Se terminó el capítulo— dijo Sally mirando a su hijo —¿Quién va a leer?
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