HAZEL XIX, XX
Luke asintió —Voy a averiguar qué pasó con ellos
Después de tan merecido descanso por una larga lectura, los chicos (incluyendo a Frank y Hazel regresaron a la Sala de Trono), nadie dijo nada sobre Hazel y lo que había hecho, mucho menos le dieron miradas como si sintieran lástima por ella, lo que de hecho fue un alivio para Hazel.
Will y Nico habían entrado discutiendo en susurros
—Por supuesto que no lo vas a hacer— dijo Will
—Por supuesto que sí— sentenció Nico
—Sombritas —se quejó Will —no puedes decirle nada a Jason por lo que me dijo, solo estaba-está preocupado por ti y además él le hizo de poli bueno, no como Reyna...
Nico se cruzó de brazos —No me convence
—Además, no puedes decirle por otra razón— dijo Will
—¿Cuál?— preguntó Nico
—Porque si tuvieras la confianza de hacerlo, eso mismo irías a hacer con Charles— dijo Will tratando de no reírse
Nico lo miró —Por supuesto que no
—Claro que sí— dijo Will fallando en no reírse
—No puedo creer que...
—¿Quién quiere leer?— preguntó Perséfone interrumpiendo todas las conversaciones a lo largo de la sala
—Esto no se ha acabado— susurró Nico a su novio
—Yo quiero leer— dijo Miranda
—Te lo pasaremos solo si no le entregas el libro a Connor— bromeó Percy
—¡Oye!— se quejó Connor
—Está bien— dijo Miranda riendo, le pasaron el libro —Hazel, XIX, XX
Hazel era una experta en cosas raras. Había visto a su madre poseída por una diosa de la tierra. Había creado un gigante con oro. Había destruido una isla y había vuelto del inframundo. Pero ¿ser secuestrada por un campo de hierba? Eso era nuevo.
—Eso es un nuevo nivel— dijo Travis
—Definitivamente lo era— dijo Hazel —así no era como me estaba imaginando la misión
—Tampoco yo— comentó Percy
—Creo que ninguno de nosotros— dijo Frank
Se sentía como si estuviera atrapada en una nube embudo hecha de plantas. Había oído hablar de los cantantes modernos que saltaban sobre la multitud de fans y eran desplazados por miles de manos.
—Algo que siempre he querido hacer— admitió Leo
—Yo sí lo he hecho— dijo Apolo con arrogancia
—La verdad no me sorprende— dijo Will
—Por supuesto que no, tengo una multitud de fans, es normal que lo haga— señaló Apolo
Se imaginó que aquello era algo parecido, solo que ella se movía mil veces más rápido, y las briznas de hierba no eran rendidos admiradores.
—Detalles— dijo Connor
—Al menos puedes decir que viviste una experiencia cercana— señaló Miranda
—Es mejor que nada— asintió Leo —ya que uno no puede hacerlo
—Sí puedes hacerlo, solo necesitas una multitud de fans— señaló Travis
—Casi nada— dijo Leo intercambiando una discreta mirada con Hazel
No podía incorporarse. No podía tocar el suelo. Su espada seguía en el petate, sujeta con unas correas a su espalda, pero no podía alargar la mano hasta ella. Las plantas la mantenían desequilibrada, zarandeándola, haciéndole cortes en la cara y en las manos.
—Y aquí nos damos cuenta que las plantas pueden ser malas— dijo Apolo
—Las plantas no pueden ser malas— dijo Perséfone
—Claro que sí, ve a las plantas carnívoras— señaló Hermes
—Esas no son malas— dijo Perséfone
—Si les preguntas a las moscas sí— comentó Apolo
Apenas podía distinguir las estrellas a través del remolino verde, amarillo y negro.
Los gritos de Frank se apagaban a lo lejos. Costaba pensar con claridad, pero Hazel era consciente de una cosa: se movía deprisa.
—Demasiado— asintió Frank
—Y vaya que sí— dijo Percy con una mueca
Adondequiera que la llevasen, no tardaría en estar demasiado lejos para que sus amigos la encontraran.
—Y eso es muy malo— dijo Miranda
—Sería terrible— asintió Piper
—Esperamos que les puedas poner algún tipo de freno— dijo Will
—Yo también esperaba eso— coincidió Hazel
Cerró los ojos y trató de hacer caso omiso de las volteretas y las sacudidas. Concentró sus pensamientos en la tierra situada debajo de ella. Oro, plata… Se conformaba con cualquier cosa que pudiera poner freno a sus secuestradores. No notaba nada. Riquezas bajo la tierra: cero.
—Perfecto —dijo Katie
—Cuando más falta te hacen...— dijo Will negando con la cabeza
—Y vaya que sí— asintió Hazel con una mueca
Estaba al borde de la desesperación cuando notó que un gran punto frío pasaba por debajo de ella. Se concentró en él con todas sus fuerzas, lanzando un ancla mental. De repente el suelo retumbó.
—Al menos encontraste algo— dijo Piper
—Así es un poco más fácil que te encuentren— dijo Thalia
—Ayudó mucho a que la encontráramos— asintió Percy
—Pues sí, nadie quiere estar con ese tipo de fans— dijo Connor
—Ese tipo de fans son los peores— coincidió Apolo
El remolino de plantas la soltó y fue lanzada hacia arriba como el proyectil de una catapulta.
Abrió los ojos, momentáneamente ingrávida. Torció el cuerpo en el aire. El suelo estaba a unos seis metros por debajo de ella.
—No lo recomiendo— murmuró Hazel
—A menos que sepas volar como Jason— dijo Leo
—Qué no es volar— señaló Jason
—Pero es casi como hacerlo— dijo Leo
De repente empezó a caer. El adiestramiento de combate que había recibido surtió efecto. Había practicado la caída desde águilas gigantes. Se hizo un ovillo, recibió el impacto haciendo una voltereta y se levantó de pie.
—Vaya, esa caída merece un 10— dijo Connor
Los chicos miraron a Hazel impresionados
—Yo creo que sí merece el 10— asintió Miranda
—Así es como uno cae con todo el estilo— dijo Leo
—Nos encantó ese estilo— asintió Piper
—Gracias— murmuró Hazel
Se descolgó el petate y sacó la espada. A pocos metros a su izquierda, un afloramiento de roca del tamaño de un garaje sobresalía del mar de hierba. Hazel se dio cuenta de que era su ancla. Ella había hecho que esa roca apareciera.
—Al menos no te llevaron— dijo Jason
—Excelente ancla también— dijo Travis
—Me gustó esa ancla— asintió Hazel
—Suena encantadora— dijo Rachel
—El ancla que todos deberían tener— asintió Connor
La hierba ondeaba a su alrededor. Unas voces airadas susurraron consternadas ante el enorme pedazo de piedra que había interrumpido su progreso.
—Estúpida roca— dijo Leo negando con la cabeza —que no deja que se lleven a los semidioses en paz
—Sí, ¿Cómo se le ocurre atravesarse?— dijo Percy con ironía
—Era una completa falta de respeto— dijo Leo negando con la cabeza
Antes de que pudieran recuperarse, Hazel corrió hasta la roca y trepó a lo alto. La hierba se balanceaba y susurraba a su alrededor como los tentáculos de una gigantesca anémona submarina.
—Esa sí nos la podemos imaginar con más precisión después de nuestro viaje al mar— asintió Piper
—Vaya, de nuevo muchas gracias— dijo Katie
—Me gustan las anémonas— comentó Percy —son cool
—Parece que bailan al ritmo de las olas— dijo Leo riendo
—Al ritmo de "bajo el mar"— bromeó Percy
—El que no ve películas de niños— masculló Will
—Ya que sacaron el tema, si se acuerdan que el Caduceo de Hermes puede grabar ¿Cierto?— dijo Apolo —niños ¿Quisieran ver un vídeo? Les aseguro que les va a gustar— preguntó mirando a los legados
Jason, Leo y Frank lo miraron horrorizados —De ninguna manera— protestaron los tres
—Ahora lo quiero ver— comentó Bianca
—Lo sabía— dijo Apolo guiñandole un ojo
—Nosotros también— dijo Thom
Jason se sonrojó
—Me apunto— asintió Esperanza
—Yo creo que lo pasado pasado ¿No?— comentó Leo
Mientras todos los que vieron el show se empezaban a reír
—Sí queremos— asintió Sammy
Frank se veía mortificado. Los otros tres legados asintieron de acuerdo
—Me parece justo— asintió Travis —también se lo mostraron a Katie y Miranda
—Está bien— dijo Hermes riendo
—Lo vemos después de la lectura— dijo Apolo, mientras los involucrados se quejaban
Hazel percibía la frustración de sus captores.
—¡No podéis crecer encima de esto, ¿verdad?! —gritó—. ¡Largaos, puñado de hierbajos! ¡Dejadme en paz!
—Esperemos que te hagan caso— dijo Katie
—No lo hicieron— dijo Hazel
—Era esperar demasiado— comentó Piper
—Eso creo— dijo Katie negando con la cabeza
—Esquisto —dijo una voz airada procedente de la hierba.
Hazel arqueó las cejas.
—¿Cómo?
—Esquisto. ¡Un montón de esquisto!
Hazel no supo qué contestar.
—Nadie sabría que contestar a eso— dijo Travis
—¿Qué se supone que significa eso?— preguntó Chris
—Es una piedra que no les permitía crecer— dijo Hazel encogiéndose de hombros
Entonces, alrededor de su isla de roca, los secuestradores salieron de la hierba. A primera vista parecían ángeles de San Valentín: una docena de pequeños y regordetes Cupidos.
Nico hizo una mueca
Cuando se acercaron, Hazel se percató de que no eran bonitos ni angelicales. Eran del tamaño de niños pequeños, con pliegues de grasa de bebé, pero su piel poseía un extraño tono verdoso, como si por sus venas corriera clorofila.
—Definitivamente eso es muy raro— dijo Travis
—Bastante— asintió Hazel
—Y vaya que sí— dijo Percy con una mueca
Tenían unas alas secas y quebradizas como hojas de maíz, y mechones de pelo blanco como pelusas de maíz. Sus caras eran macilentas y estaban llenas de cereales. Sus ojos eran de un verde intenso, y sus dientes eran colmillos.
—¿Por qué ellos estarían ahí?— preguntó Deméter
—Aunque realmente es obvio que estuvieran ahí— dijo Poseidón —después de todo no es como que les agrademos mucho
—Mejor dicho, casi nada— señaló Hermes
La criatura más grande avanzó. Llevaba un taparrabos amarillo y tenía el pelo de punta, como las cerdas de un tallo de trigo. Siseó a Hazel y empezó a andar como un pato de un lado al otro, tan rápido que ella temió que se le cayera el taparrabos.
—Eso sería horrible— dijo Katie
—Nadie necesita esa visión en su vida— dijo Apolo
—De ninguna manera— dijo Hazel con una mueca
—¡Odio el esquisto! —se quejó la criatura—. ¡El trigo no crece!
—¡El sorgo no crece! —soltó de sopetón otra.
—¡Cebada! —chilló una tercera—. La cebada no crece. ¡Maldito esquisto!
—Estúpido esquito— dijo Connor
—¿O sea que los cereales son malos?— preguntó Zoé —porque si es así he vivido toda mi vida engañada
Algunos de los chicos asintieron de acuerdo
—Estoy completamente de acuerdo con ella— dijo Travis
—Bueno, ya están en edad de saberlo— dijo Apolo
—Apolo— chilló Deméter — por supuesto que los cereales no son malos
—Parecen bastante malos ahí— señaló Apolo
A Hazel le flaquearon las piernas. Las pequeñas criaturas podrían haber resultado graciosas si no la hubieran estado rodeando, mirándola fijamente con aquellos dientes puntiagudos y aquellos ávidos ojos verdes. Eran como pirañas de Cupido.
—Suena realmente adorables— dijo Leo con sarcasmo
—Hay personas que los podrían a llegar a ver así— dijo Apolo
—Yo quiero uno— bromeó Katie
—Suficiente tenemos con el unicornio que quieres— señaló Miranda
—Y tampoco lo tengo— señaló Katie
—Lo comprendo, yo tampoco tengo mi tiburón— dijo Zoé
—¿No querías un panda?— preguntó Thalia
—Y también un tiburón— dijo Zoé
—Quiere un zoológico personal— bromeó Leo
—Bueno, véanlo por el lado positivo— dijo Connor —van a tener un zoológico y un puesto de tacos, y si le ponen mucho entusiasmo podrían financiar todos los cambios que queremos hacer para el Campamento Mestizo
—Suena más fácil robar el banco— murmuró Esperanza
—Estoy de acuerdo— dijo Leo, ganándose un golpe por parte de Calipso
—Creo que no se le va a olvidar lo del tiburón— susurró Percy a Annabeth
—Ni lo del panda— dijo Annabeth
—¿Os… os referís a la roca? —logró decir—. ¿Esta roca se llama esquisto?
—¡Sí, esquisto verde! —gritó la primera criatura—. Una roca asquerosa.
Hazel empezó a entender cómo la había invocado.
—Eso explicaba algunas cosas— asintió Hazel
—Eso lo explicaba todo— dijo Leo
—Es una piedra preciosa. ¿Es valiosa?
—Bah —dijo el del taparrabos amarillo—. Los necios pueblos indígenas hacían joyas con ella. ¿Valiosa? Tal vez. Pero no es tan buena como el trigo.
—Tiene un punto— dijo Deméter
—No lo sé, ahí el trigo parece muy malo— comentó Apolo
Deméter le dio una mirada asesina
—¡Ni como el sorgo!
—¡Ni como la cebada!
Los otros intervinieron, gritando distintos tipos de cereales.
—Todos tiene que participar— dijo Miranda
—No podemos decir que uno es mejor que el otro— señaló Rachel
—Por supuesto que no, tienen que dar sus opiniones— asintió Leo
Rodearon la roca sin hacer el más mínimo esfuerzo por treparla… al menos de momento. Si decidían arremolinarse alrededor de ella, le resultaría imposible rechazarlos a todos.
—Sois los criados de Gaia —aventuró, para que siguieran hablando.
Deméter hizo una mueca
—Esa idea me parece excelente— asintió Thalia
Tal vez Percy y Frank no estuvieran tan lejos. Tal vez pudieran verla, elevada a gran altura sobre el campo. Ojalá su espada brillara como la de Percy.
—Es que la de Percy vienen con linterna incluida— señaló Travis
—Era oferta especial— bromeó Percy
—A meses sin intereses— asintió Leo
—Lo siento, esa oferta no podía dejarla pasar— dijo Percy riendo
El Cupido con pañal amarillo gruñó.
—Somos los karpoi, los espíritus de los cereales. ¡Sí, los hijos de la Madre Tierra! Siempre hemos sido sus ayudantes. Antes de que los asquerosos humanos nos cultivaran,
—Oh vaya— dijo Katie
—Creo que no le caemos muy bien— dijo Rachel
—Eso creo, aunque es difícil saberlo— dijo Percy
—No nos da muchas pistas para afirmarlo— señaló Piper
éramos silvestres. Y volveremos a serlo. ¡El trigo lo destruirá todo!
—¡No, el sorgo reinará!
—¡La cebada dominará!
—Nunca había escuchado semejante amenaza— dijo Leo
—Yo tampoco— dijo Hazel —y espero no volverla a escuchar
—Fue la amenaza más rara que he escuchado— asintió Connor
Los otros metieron baza; cada karpoi aclamaba su propia variedad.
—Vale —Hazel contuvo la repulsión—. Así que tú eres Trigo, el de los… esto… calzones amarillos.
—Jamás podré volver a ver al trigo igual— murmuró Frank
—De ninguna manera— dijo Hazel con una mueca
—La imagen mental es suficiente— dijo Katie — eso no se olvida tan rápido
—No creo que se pueda olvidar— dijo Percy
—Ajá —dijo Trigo—. Baja del esquisto, semidiosa. Debemos llevarte al ejército de nuestra señora. Nos recompensarán. ¡Y te matarán despacio!
—Es tentador —dijo Hazel—, pero no, gracias.
—Qué increíble oferta— resopló Connor
—Suena genial— dijo Chris
—Y que lo digan— murmuró Hazel
—¡Te daré trigo! —propuso Trigo, como si fuera una excelente oferta a cambio de su vida—. ¡Mucho trigo!
—Definitivamente, qué excelente oferta— dijo Leo con sarcasmo
—Cada vez se ponen mejor esas ofertas— comentó Rachel
—Por supuesto que sí— dijo Hazel
Hazel trató de pensar. ¿A qué distancia la habían llevado? ¿Cuánto les llevaría a sus amigos encontrarla? Los karpoi se estaban volviendo más audaces, acercándose a la roca en grupos de dos y de tres, rascando el esquisto para ver si la roca les hacía daño.
—Bueno, empezamos a trabajar contra reloj— dijo Travis
—Justo nuestra especialidad— bromeó Percy
—Así se siente mejor la adrenalina— dijo Leo
—Siempre contra reloj se te ocurren las mejores ideas— asintió Percy
—A veces también las peores— señaló Leo
—A veces— repitió Jason
—Antes de bajar… —Hazel levantó la voz, con la esperanza de que recorriera los campos—. Explicadme una cosa, por favor. Si sois los espíritus de los cereales, ¿no deberíais estar de parte de los dioses? ¿No es Ceres la diosa de la agricultura…?
—Eso es lo que todos nos estamos preguntando— comentó Katie
—¿Y por qué no lo preguntaban?— señaló Perséfone
Katie se encogió de hombros —Esperábamos que Hazel lo hiciera
—Y no nos decepcionaste— señaló Travis —gracias
—De nada— murmuró Hazel
—¡Un nombre perverso! —se quejó Cebada.
—¡Ella nos cultiva! —espetó Sorgo—. Nos hace crecer en desagradables filas. Deja que los humanos nos cosechen. ¡Bah! ¡Cuando Gaia vuelva a ser la señora del mundo, creceremos en estado silvestre!
—Ah, eso lo explica casi todo— asintió Leo
—Nos lo debimos haber imaginado cuando nos llamó "asquerosos humanos"— comentó Rachel
—Habría sido un buen momento para deducirlo— asintió Thalia
—Más vale tarde que nunca— dijo Piper
—Naturalmente —dijo Hazel—. Entonces ese ejército suyo al que me lleváis a cambio de trigo…
—O cebada —propuso Cebada.
—Qué no se te olvide— dijo Katie
—Lo olvidé ese momento, pero no creo que vuelva a pasar— dijo Hazel
—Esperemos que no vuelva a pasar— comentó Frank
—Sí —convino Hazel—. ¿Dónde está ese ejército?
—¡Justo encima de la cumbre! —Sorgo aplaudió entusiasmado—.
—Perfecto— masculló Poseidón
—Oh sí, casi me olvidaba de eso— dijo Percy
¡Oh, sí! La Madre Tierra nos dijo: « Buscad a la hija de Plutón que ha resucitado. ¡Encontradla! ¡Traédmela viva! Tengo muchas torturas pensadas para ella»
Hazel resopló
¡El gigante Polibotes nos recompensará a cambio de tu vida! Luego marcharemos al sur a destruir a los romanos. Es imposible matarnos, ¿sabes? Pero tú no tendrás tanta suerte.
—Un plan verdaderamente genial— dijo Rachel
—Nadie habría podido hacer un plan mejor— resopló Reyna
—Les llevó toda la noche pensarlo— dijo Thalia
—Es estupendo —Hazel trató de mostrarse entusiasta. No era fácil, sabiendo que Gaia le reservaba una venganza especial—. Así que… es imposible mataros porque Alcioneo ha capturado a la Muerte, ¿verdad?
—Eso suena muy lógico— asintió Leo
—Sí lo hacía— asintió Hazel
—Y bueno, esperemos que te den más información— dijo Piper
—Exacto —dijo Cebada.
—Y la tiene encadenada en Alaska —dijo Hazel—, en…, a ver, ¿cómo se llama ese sitio?
Sorgo se disponía a contestar, pero Trigo voló hacia él y lo derribó.
—Bueno, el jefe es trigo— dijo Travis
—Ya nos habíamos dado cuenta— dijo Katie riendo
—Creí que serían cereales balanceados— comentó Travis
Los karpoi empezaron a luchar y se deshicieron en nubes de cereales. Hazel consideró darse a la fuga. Entonces Trigo cobró forma de nuevo, inmovilizando a Sorgo con una llave.
—Bueno, Sorgo ya no va a poder decir nada— dijo Piper
—Pobre Sorgo, me caía bien— dijo Leo
—Sonaba muy amigable— asintió Percy
—¡Alto! —gritó a los otros—. ¡No están permitidas las peleas multicereales! Los karpoi se convirtieron de nuevo en rechonchas pirañas de Cupido.
Trigo apartó a Sorgo de un empujón.
—Trigo es el abusón de ese grupo de cereales— señaló Connor
—También nos dimos cuenta— asintió Miranda
—Una semidiosa lista —dijo—. Has intentado engañarnos para que te contáramos secretos. No, nunca encontrarás la guarida de Alcioneo.
—Esperemos que te lo terminen diciendo— comentó Thalia
—No con Trigo ahí— señaló Rachel
—Trigo es todo un problema— dijo Piper
—No cae tan bien como los demás— dijo Leo
Deméter frunció el ceño
—Ya sé dónde está —replicó ella con falsa seguridad—. Está en la isla de Resurrection Bay.
—¡Ja! —dijo Trigo en tono burlón—. Ese sitio se hundió bajo las olas hace mucho tiempo. ¡Deberías saberlo! Gaia te odia por eso.
—Fue tan bueno saberlo— murmuró Hazel
Frank la tomó de la mano
Cuando frustraste sus planes, se vio obligada a volver a dormir durante décadas y décadas. Alcioneo no pudo renacer hasta la época oscura.
—Los noventa —convino Cebada—. ¡Horribles! ¡Horribles!
—Bueno, eso es un gran dato— dijo Apolo
—Vamos a tener que prepararnos— dijo Hermes
—Sí —dijo Trigo—. Y nuestra señora sigue durmiendo. Alcioneo se vio obligado a esperar el momento propicio en el norte, aguardando, planeando. Gaia empieza ahora a despertar. ¡Pero se acuerda de ti, y su hijo también!
—No podías esperar que tuviera mala memoria— dijo Rachel
—Por supuesto que no— dijo Hazel con una mueca
Sorgo se carcajeó de regocijo.
—Nunca encontrarás la cárcel de Tánatos. Toda Alaska es el hogar del gigante. ¡Podría tener encerrada a la Muerte en cualquier parte!
—Genial, lo único que les faltaba— dijo Katie
—No, todavía nos faltan más cosas— comentó Percy
—Gracias por la información— dijo Apolo
—Era de esperarse— suspiró Poseidón
Sally y los hermanos Jackson hicieron una mueca
Te llevaría años encontrarlo, y tu pobre campamento solo dispone de días. Más vale que te rindas. Te daremos cereales. Muchos cereales.
Los romanos resoplaron
—Sigue sonando tentador— dijo Leo
—De cualquier manera ¿De que te servirían los cereales?— preguntó Connor
—No tengo ni idea— comentó Hazel
—No creo que sean muy buenos negociantes— dijo Travis
Hazel notó que la espada le pesaba. Había temido volver a Alaska, pero al menos pensaba que tenía cierta idea de dónde empezar a buscar a Tánatos.
Hazel hizo una mueca
Había supuesto que la isla donde había muerto no había sido totalmente destruida, o que posiblemente había surgido de nuevo cuando Alcioneo había despertado. Había albergado la esperanza de que su base estuviera allí.
—¿Entonces cómo lo encontraron?— preguntó Apolo
—Es otra sorpresa— dijo Percy
—No me gustan tus sorpresas— dijo Apolo
—Esa clase de respuestas siento que no quisiera saberlas— comentó Poseidón
—Probablemente— coincidió Percy encogiéndose de hombros y luego le dio una sonrisa inocente a su mamá
Pero si la isla había desaparecido de verdad, no tenía ni idea de dónde buscar al gigante. Alaska era enorme. Podría registrar el territorio durante décadas sin dar con él.
—Genial— dijo Piper
—Cada vez suena mejor esa misión— dijo Leo con sarcasmo
—Y eso que técnicamente a penas está empezando— señaló Rachel
—Suena súper increíble— dijo Percy
—Empezaron de una manera increíble la misión— dijo Thalia
—Sí —dijo Trigo, percibiendo su angustia—. Ríndete. Hazel cogió su spatha.
—¡Jamás! —Levantó de nuevo la voz, con la esperanza de que sus amigos la oyeran de alguna forma—. Si tengo que destruiros a todos, lo haré. ¡Soy la hija de Plutón!
—Vamos Hazel— dijo Travis
—Tú puedes— dijo Katie
—Lo lograrías— asintió Nico
—Gracias— murmuró Hazel sonrojada
Los karpoi avanzaron. Se agarraron a la roca siseando, como si se estuvieran abrasando, pero empezaron a trepar.
—Vas a morir —prometió Trigo, rechinando los dientes—. ¡Sufrirás la ira de los cereales!
—Entonces… Después de esto, todos estamos de acuerdo que los cereales son malos ¿Verdad? preguntó Leo
—Estamos de acuerdo— asintió Esperanza
Leo le sonrió
—Estamos de acuerdo— murmuraron algunos chicos más, ganándose una mirada asesina de la diosa de la agricultura
—Eso quiere decir que ¡NO MÁS CEREALES!— chillaron los mellizos al unísono y chocaron los puños entre ellos
—Y yo creí que a mí no me gustaban los cereales— bromeó Travis
—Son tan adorables— dijo Afrodita encantada, a pesar de que Deméter les dio una mirada asesina a los niños
—Creo que no les gustan los cereales— bromeó Piper en un susurro
—Eso me parece— asintió Jason —supongo que su comida favorita son los dulces
—También lo he notado— dijo Piper riendo
De repente sonó un silbido. El gruñido de Trigo se congeló en su rostro. Miró la flecha dorada que acababa de perforarle el pecho. A continuación se deshizo en pedazos de galletas de cereales.
—Tampoco podré ver las galletas de cereales de la misma forma— dijo Rachel
—Pero esas sí me gustan— dijo Travis con una mueca
—Siempre que rob… compre unas voy a sentir raro— bromeó Connor
—Estoy de acuerdo— dijo Percy
XXHazel
Por un instante, Hazel se quedó tan pasmada como los karpoi. Entonces Frank y Percy irrumpieron en el claro y empezaron a masacrar a todas las fuentes de fibra que encontraron.
—Bueno, ya era hora— dijo Leo
—Haciendo su entrada triunfal— asintió Apolo
—Gracias— dijo Percy
Frank disparó una flecha y atravesó a Cebada, que se deshizo en granos. Percy acuchilló a Sorgo con Contracorriente y atacó a Mijo y Avena. Hazel saltó de la roca y se unió a la refriega.
—Vaya— dijo Katie
—Mijo y Avena no me estaban cayendo bien— dijo Percy
—Lo notamos un poco— señaló Thalia
Al cabo de unos minutos, los karpoi habían sido reducidos a montones de grano y diversos cereales de desayuno. Trigo empezó a recomponerse, pero Percy sacó un mechero de su mochila y encendió una llama.
—Me está quitando mi trabajo— dijo Leo negando con la cabeza
—Lo siento, no volveré a hacerlo— dijo Percy
—No puedes quitarle el trabajo a Leo, Percy— bromeó Connor
—Inténtalo —le advirtió—, y prenderé fuego a todo este campo. Quedaos muertos. ¡No os acerquéis a nosotros o la hierba se quemará!
—Así por las buenas, yo creo que hacen caso— dijo Travis
—Esperaba que sí lo hicieran— comentó Percy
Frank hizo una mueca como si la llama le asustara.
Ares miró a su hijo, era un poco (UN POCO) comprensible que no le agradara el fuego después de todo, aún así no podía dejar que ese miedo lo dominara, eso solo podía precipitar todo
Hazel no entendía por qué, pero gritó de todas formas a los montones de grano:
—¡Lo hará! ¡Está loco!
—Teman— gritó Leo
—Yo creo que sí hacen caso— comentó Thalia
—Sí, con esa sutil sugerencia yo creo que sí— asintió Percy riendo
Los restos de los karpoi se dispersaron en el viento. Frank trepó a la roca y observó como se marchaban.
Percy apagó el mechero y sonrió a Hazel.
—Gracias por gritar. Si no lo hubieras hecho, no te habríamos encontrado.
—Excelente, Hazel— dijo Rachel
—Fue una buena idea— asintió Artemisa
¿Cómo te has defendido de ellos tanto tiempo?
Ella señaló la roca.
—Gracias a un montón de esquisto.
—¿Cómo?
—Yo tampoco supe qué responder a eso— dijo Percy
—Es difícil que responder cuando te sacan una palabra rara de la nada— asintió Hazel
—Es cierto, te toman con la guardia baja— dijo Percy
—Es muy cierto— asintió Thalia
—¡Chicos! —gritó Frank desde lo alto de la roca—. Tenéis que ver esto.
Percy y Hazel treparon a la roca para reunirse con él.
—No me gustó lo que vimos— dijo Percy
—A mí tampoco— dijo Frank
—Fue bastante horrible— comentó Hazel con una mueca
En cuanto Hazel vio lo que estaba mirando, resopló bruscamente.
—¡Apaga la luz, Percy! ¡Tu espada!
—¡Maldita sea!
—Ahí ya no era necesaria la linternita— comentó Percy
—Definitivamente no— dijo Frank
—Pero aún así sigue sirviendo— señaló Connor
Él tocó la punta de la espada, y Contracorriente volvió a convertirse en bolígrafo.
Debajo de ellos había un ejército avanzando.
—Si, tampoco me habría gustado ver eso— dijo Leo
—A mí tampoco— dijo Piper
—Creo que a ninguno de nosotros— comentó Jason
—Y menos les van a gustar los demás que vimos— murmuró Percy
El campo descendía hasta un barranco poco profundo, donde una carretera secundaria serpenteaba hacia el norte y el sur. Al otro lado de la carretera, unas colinas cubiertas de hierba se extendían hasta el horizonte, sin rastro de civilización a excepción de un supermercado situado en lo alto de la cuesta más cercana.
—¿Y por qué habría un supermercado ahí?— preguntó Connor
—¿Por qué no?— preguntó Miranda riendo —un supermercado siempre es de ayuda
—A menos que sea el supermercado donde trabajaban las gorgonas— comentó Percy
—¿Era ese supermercado?— preguntó Sally
—Esa, es otra sorpresa— dijo Percy —no mamá, no era ese
—Contra toda autoridad, menos mi mamá— murmuraron algunos de los chicos
Todo el barranco estaba lleno de monstruos: una columna tras otra, marchando hacia el sur, tan numerosas y próximas que a Hazel le sorprendió que no la hubieran oído gritar.
—Pero eran muchos y también hacen ruido— dijo Rachel
—Eso es muy cierto— asintió Thalia
—Creo que eso tuvo que ver— dijo Percy
Ella, Frank y Percy se agacharon contra la roca. Observaron con incredulidad como varias docenas de humanoides grandes y peludos pasaban vestidos con pedazos de armadura y pieles de animal.
Los semidioses hicieron una mueca
—Ya empezamos a entender por qué no les gustó lo que vieron— dijo Bianca
—Y se pone peor— dijo Miranda leyendo
Cada criatura tenía seis brazos, tres a cada lado, de modo que parecían cavernícolas que hubieran evolucionado a partir de insectos.
—Gegenes —susurró Hazel—. Los nacidos de la tierra.
—Nuestros amigos— dijo Leo
—Ay sí, cómo olvidar a nuestros queridos amigos— resopló Piper
—Tenían muchos amigos en ese lugar— comentó Percy
—No me gustó como sonó eso— dijo Jason
—A nosotros tampoco— dijeron Piper y Leo al unísono
—¿Has luchado contra ellos antes? —preguntó Percy.
Ella negó con la cabeza.
—He oído hablar de ellos en la clase de monstruos del campamento.
—¿Ven por qué es bueno poner atención en clases?— señaló Travis
—Siempre es bueno poner atención en clases— asintió Leo
—Por supuesto que sí— dijo Percy solemnemente
Muchos los miraron con ironía
Nunca le había gustado la clase de monstruos: leer a Plinio el Viejo y otros autores rancios que describían monstruos legendarios de los límites del Imperio romano. Hazel creía en los monstruos, pero algunas descripciones eran tan disparatadas que había pensado que no debían de ser más que rumores ridículos.
—Pero ya no lo creo— dijo Hazel
—Nos alegra mucho que ya no lo creas— dijo Connor
—Siempre va a haber algo más raro que lo demás— comentó Thalia
—Genial, no nos dejaremos de sorprender— dijo Percy
Pero en ese momento un ejército entero de esos rumores estaba desfilando ante ella.
—Los nacidos de la tierra lucharon contra los argonautas —murmuró—.
—Si, nos dimos cuenta— murmuró Leo
—No son muy divertidos— mencionó Piper con una mueca
—Y nosotros creo que les caímos mal— asintió Jason
—Eso creo también— dijo Leo
Y esas criaturas que hay detrás de ellos…
—Centauros —dijo Percy—. Pero… no puede ser. Los centauros son buenos
—Depende de qué tipo de centauros se trate, muchacho— dijo Quirón con una mueca
Percy asintió con un suspiro
Frank emitió un sonido ahogado.
—Eso no es lo que nos han enseñado en el campamento. Los centauros están locos. Se dedican a emborracharse a todas horas y a matar héroes.
—Bueno, es que todos los grupos de centauros tienen una visión diferente de los héroes— comentó Quirón —hay demasiados grupos que aún piensan que ayudar al enemigo es lo mejor
Los semidioses griegos hicieron una mueca
Hazel observó a los hombres caballo pasar a medio galope. Eran humanos de cintura para arriba y caballos de color tostado de cintura para abajo. Iban vestidos con armaduras bárbaras de cuero y bronce, armados con lanzas y hondas.
—Eso es tan raro— dijo Connor
—Sobretodo después de la batalla de Manhattan— dijo Katie
—Y que lo digan— comentó Percy
Por un momento, Hazel pensó que llevaban cascos vikingos, pero entonces cayó en la cuenta de que tenían cuernos de verdad que les sobresalían del pelo greñudo.
—Por supuesto— dijo Quirón —como les decía, todos tienen diferentes visiones de los héroes
—¿Se supone que tienen cuernos de toro? —preguntó.
—Tal vez sean de una raza especial —contestó Frank—. No les preguntemos, ¿vale?
—Mejor— dijo Rachel
—Me parece bien— dijo Piper
—Suena como a una buena idea— asintió Chris
Percy miró carretera abajo y su rostro se descompuso.
—Dioses míos… Cíclopes.
—Eso no está bien— dijo Tyson negando con la cabeza
—No— dijo Percy —no estaba nada bien
—Esos cíclopes son muy malos— murmuró Tyson con una mueca
—No todos pueden ser tan buenos como tú— dijo Annabeth
Tyson le sonrió
En efecto, avanzando pesadamente detrás de los centauros había un batallón de ogros con un solo ojo, tanto machos como hembras, de unos tres metros de estatura cada uno, vestidos con armaduras remendadas de chatarra. Seis de los monstruos estaban uncidos como bueyes y tiraban de una torre de asedio de dos pisos de altura equipada con un gigantesco escorpión.
—Cada vez me gusta menos ese paisaje— dijo Leo
—Cada vez nos gustaba menos también— admitió Percy
—Definitivamente se ponía peor— asintió Hazel intercambiando una mirada con Frank, recordando la reacción de Percy
Frank asintió de acuerdo
Percy se presionó las sienes.
—Cíclopes. Centauros. Esto no va bien. Nada bien.
Percy hizo una mueca —Fue bastante horrible
—Por supuesto que sí— dijo Poseidón —después de todo lo que has pasado y ver algo así es conmocionante
El ejército de monstruos podía hacer perder la esperanza a cualquiera, pero Hazel se dio cuenta de que a Percy le pasaba otra cosa. Tenía un aspecto pálido y débil a la luz de la luna, como si sus recuerdos estuvieran intentando regresar y estuvieran confundiendo su mente.
—Algo así— murmuró Percy con una mueca
—Es comprensible— asintió Jason
Percy y Jason se miraron con entendimiento
Lanzó una mirada a Frank.
—Tenemos que llevarlo al bote. El mar le hará sentirse mejor.
—Nada que objetar —dijo Frank—. Hay demasiados.
—Y vaya que sí— murmuró Hazel
—Qué bueno que no hubo nada que objetar— comentó Travis
—Bueno… Hubo algunos inconvenientes— dijo Frank
—Tampoco me gustaron los inconvenientes— dijo Percy
El campamento… tenemos que avisar al campamento.
—Ya lo saben —dijo Percy gimiendo—. Reyna lo sabe.
Reyna hizo una mueca
A Hazel se le hizo un nudo en la garganta. No había forma de que una legión pudiera luchar contra tantos enemigos. Si solo estaban a unos cientos de kilómetros del Campamento Júpiter, su misión ya estaba condenada. No podrían llegar a Alaska y volver a tiempo.
—El positivismo ante todo— señaló Leo
—Es que en ese momento se nos perdió— comentó Percy
—Hubo escasez— dijo Connor
Frank y Hazel asintieron de acuerdo
—Venga —los instó ella—. Vamos a…
Entonces vio al gigante.
—Y todo empeoró— dijo Percy—ahí llegó el inconveniente
—Inconveniente es una manera suave de decirlo— murmuró Hazel
Cuando apareció por encima de la cumbre, Hazel no pudo dar crédito a lo que veían sus ojos. Era más alto que la torre de asedio —nueve metros como mínimo—,
—Ese no era un gigante pequeño— dijo Percy
—No puede ser— dijo Leo —era un gigante gigante
—Esos son los que menos me gustan— comentó Percy
—Pero también te burlaste del gigante pequeño— señaló Leo
—Sí, pero ese me caía mejor— dijo Percy
con unas escamosas patas de reptil, como las de un dragón de Komodo, de cintura para abajo y una armadura azul verdoso de cintura para arriba. Su peto estaba moldeado con hileras de hambrientos rostros monstruosos, con las bocas abiertas como si estuvieran pidiendo de comer.
—De acuerdo, suena horrible— dijo Rachel
—Fue de lo peor— asintió Percy
—Y no acaba ahí— dijo Miranda
Su cara era humana, pero tenía el pelo desgreñado y verde, como una melena de algas. Al girar la cabeza hacia uno u otro lado le caían serpientes de las trenzas. Caspa viperina, qué asco.
—Qué horror— dijo Katie
—Y también qué asco— dijo Miranda
—Como si no fuera suficiente todo lo demás— comentó Hazel
—Parece que con ellos nunca es suficiente— dijo Piper
Iba armado con un enorme tridente y una pesada red. La sola imagen de esas armas hizo que a Hazel se le encogiera el estómago. Se había enfrentado muchas veces a esa clase de luchadores en las clases de instrucción de gladiadores. Era el estilo de combate más difícil, furtivo y terrible que conocía. El gigante era un retiarius gigante.
—No se que sea eso, pero sí— dijo Travis
—Pero nosotros te creemos— asintió Leo
—Era un tipo de gladiador que luchaba con una red y así impedía el movimiento a su adversario— dijo Hazel con una sonrisa
—Ah, así ya tiene sentido— dijo Travis —muchas gracias
—¿Quién es? —A Frank le temblaba la voz—. No es…
—No es Alcioneo —dijo Hazel débilmente—. Creo que es uno de sus hermanos. El que mencionó Término. El espíritu del cereal también lo mencionó. Es Polibotes.
—Y eso me gustó mucho menos— murmuró Percy
—Tampoco me gusta eso— dijo Poseidón —sobretodo porque estás demasiado cerca de él y podría localizarte
Sally suspiró
—Es el que se tendría que enfrentar a Poseidón— dijo Apolo —por si a alguien no le había quedado clara la idea
—Muchas gracias— asintieron varios chicos
Hazel no estaba segura de cómo lo sabía, pero podía percibir el halo de poder desde donde estaba. Recordaba esa sensación de haberla experimentado en el Corazón de la Tierra, cuando había resucitado a Alcioneo: como si estuviera cerca de un potente imán, y todo el hierro de su sangre se viera atraído hacia él.
—Básicamente— asintió Percy
—La mejor sensación del mundo— dijo Leo con sarcasmo
—Oh sí, es increíble— dijo Piper
Los dioses miraron a sus hijos con cierta incomodidad, se suponía que eran sus enemigos y ahí estaban, los gigantes yendo tras sus hijos
El gigante era otro hijo de Gaia: una criatura de la tierra tan malévola y poderosa que irradiaba su propio campo gravitacional.
Poseidón hizo una mueca
Hazel sabía que debían marcharse. Su escondite en lo alto de la roca quedaría a la vista de una criatura tan alta si decidía mirar en dirección a ellos. Pero intuía que iba a pasar algo importante. Ella y sus amigos avanzaron un poco más por el esquisto y siguieron observando.
—Teníamos que hacerlo— dijo Frank
—Ese esquisto nos fue de mucha ayuda— asintió Percy
—Y que lo digas— asintió Hazel
—Además aprendimos lo que es un esquisto— dijo Leo
—Un extra— asintió Percy
Cuando el gigante se acercaba, una mujer cíclope rompió filas y corrió hacia atrás para hablar con él. Era enorme, gorda y terriblemente fea, ataviada con un vestido de cota de malla como una bata, pero al lado del gigante parecía una niña.
—No sé creo que se me hace conocida— dijo Leo
—También a mí, pero no podría ser ¿O sí?— dijo Piper
—Esa es parte de otra sorpresa— admitió Percy
—Ya no quiero sorpresas— dijo Leo
Señaló el supermercado cerrado que había en lo alto de la colina más cercana y murmuró algo sobre comida. El gigante reaccionó retrocediendo bruscamente, como si estuviera molesto. La mujer cíclope ladró una orden a sus parientes, y tres de ellos la siguieron colina arriba.
—Obviamente antes de cualquier cosa deben ir por provisiones— asintió Miranda
—Por supuesto, la comida es muy importante— dijo Leo
—Y de ninguna manera les podría faltar— coincidió Percy
Cuando estaban a mitad de camino del establecimiento, una intensa luz convirtió la noche en día. Hazel quedó cegada. Debajo de ella cundió el caos en el ejército enemigo, y los monstruos se pusieron a gritar de dolor e indignación. Hazel entornó los ojos. Se sentía como si acabara de salir de un teatro oscuro a una soleada tarde.
—Me encanta cuando pasa eso— dijo Apolo
—Me encanta la sensación de quedarme ciega— murmuró Bianca
—No sabes apreciar las cosas buenas— resopló Apolo
—No todos somos dioses del sol— dijo Bianca
—Obviamente no, no todos pueden ser tan fabulosos— señaló Apolo —cuando seas mayor puede que lo entiendas
Nico y Will intercambiaron miradas
—¡Demasiado bonito! —chillaron los cíclopes—. ¡Nos quema el ojo!
La tienda de la colina estaba rodeada de un arcoíris, más cercano y más brillante que todos los que Hazel había visto en su vida.
—Eso suena conocido— comentó Hermes
—Demasiado, sobretodo por el arcoíris— asintió Apolo
La luz estaba concentrada en la tienda, subía disparada al cielo y bañaba el campo de un extraño fulgor caleidoscó señora cíclope levantó su maza y cargó contra el supermercado.
—Ah, no era un supermercado— dijo Connor
—Pero sin duda parecía uno— dijo Frank
—Definitivamente— asintió Percy —era un poco raro
—Nos podemos imaginar— asintió Hermes
Al golpear el arcoíris, todo su cuerpo empezó a echar humo. Gimió de dolor y soltó la maza, mientras se retiraba con ampollas multicolores por los brazos y la cara.
—¿Los arcoiris también hacen daño?— preguntó Travis
—Al parecer— asintió Katie
—Las cosas bonitas son las que más lastiman— dijo Connor
—Nos hemos estado dando cuenta de eso— comentó Rachel
—¡Diosa horrible! —rugió al supermercado—. ¡Danos algún tentempié!
—Eso lo explica mejor— dijo Katie
Los otros monstruos se volvieron locos y cargaron contra el supermercado, pero huyeron cuando la luz del arcoíris les quemó. Algunos lanzaron piedras, lanzas, espadas e incluso partes de armadura, que ardieron en llamas de bonitos colores.
—Con todo el estilo— dijo Apolo
—Si las cosas van a arder, que lo hagan con bonitos colores— asintió Afrodita
—Es todo un espectáculo— dijo Percy
Finalmente, el líder de los gigantes pareció darse cuenta de que sus tropas estaban desprendiéndose de unos pertrechos de lo más útiles.
—¡Basta! —rugió.
—Qué lástima que se dió cuenta— dijo Leo
—Nos entristeció muchísimo que lo hiciera— comentó Percy
—A nosotros también nos entristece mucho— asintió Leo
Con cierta dificultad, consiguió someter a sus tropas valiéndose de gritos, empujones y porrazos. Cuando sus soldados se hubieron calmado, se acercó al supermercado protegido por el arcoíris y rodeó los contornos de la luz.
—Tan idiota no es— dijo Chris
—Qué "tan" sea la palabra clave— dijo Connor
—Ojalá— asintió Rachel
—¡Diosa! —gritó—. ¡Sal y ríndete!
No hubo respuesta en el establecimiento. El arcoíris siguió reluciendo.
—Por supuesto que no— bufó Artemisa
—Sí claro, seguramente iba a salir— dijo Perséfone
El gigante levantó el tridente y la red.
—¡Soy Polibotes! Arrodíllate ante mí para que pueda acabar contigo rápido.
—Por si tenían la duda de quién era— dijo Travis
—Ya no la teníamos, porque ya lo dijeron antes— señaló Piper
—Pero agradecemos esa presentación— dijo Leo
—Yo no la agradezco— señaló Percy
—Pero es para los que aún nos quedaba la duda— dijo Travis
Al parecer, sus amenazas no impresionaron a nadie en el supermercado. Un objeto pequeño y oscuro salió volando por la ventana y cayó a los pies del gigante.
—¡Granada! —gritó Polibotes.
Se tapó la cara. Sus soldados se tiraron al suelo.
—Ahora es un poco divertido— dijo Percy
—Sí, la verdad fue algo divertido— asintió Frank
—Pero ahora— comentó Percy — ya que estamos muy muy lejos
Al ver que el objeto no explotaba, Polibotes se inclinó con cautela y lo recogió.
Entonces rugió ultrajado.
—¡¿Un pastelito?! ¿Osas insultarme con un pastelito?
—Los pastelitos pueden ser malvados— dijo Leo
—Que le hubiera dado en la cara a ver si seguía pensando lo mismo— señaló Connor
—En las manos correctas, los pastelitos pueden ser mortales— dijo Percy seriamente
Lanzó el dulce a la tienda, y se volatilizó al entrar en contacto con la luz. Los monstruos se levantaron.
—¿Pastelitos? —murmuraron varios ávidamente—. ¿Por qué pastelitos?
—¿Por qué no?— preguntó Connor
—Cualquier arma es válida— dijo Chris
—Ataquemos —dijo la señora cíclope—. Tengo hambre. ¡Mis chicos quieren galletas!
—¡No! —protestó Polibotes—. Vamos con retraso. Alcioneo quiere que estemos en el campamento dentro de cuatro días.
Los semidioses hicieron una mueca
Los cíclopes os movéis con una lentitud imperdonable. ¡No tenemos tiempo para diosas de segunda!
Dirigió el último comentario al supermercado, pero no obtuvo respuesta.
—Obviamente no la iba a obtener— dijo Hermes
—Por supuesto que no— dijo Artemisa
La señora cíclope gruñó.
—El campamento, sí. ¡Venganza! Los de naranja y morado destruyeron mi hogar. ¡Ahora Ma Gasket
—Demonios— masculló Leo —sí es nuestra amiga
—Nuestra mejor amiga— asintió Piper
Jason hizo una mueca
destruirá el de ellos! ¿Me oyes, Leo? ¿Jason? ¿Piper? ¡Vengo a aniquilaros!
—Ups— murmuró Leo
—Les ofrecemos disculpas por los incovenientes— comentó Piper a los chicos de la misión
—Nuestras más sinceras disculpas— asintió Leo
—No fue nuestra intención causarles molestias— dijo Piper
—Es que realmente no esperábamos eso— dijo Leo
—Bueno, disculpas aceptadas— dijo Percy riendo
Los otros cíclopes rugieron en señal de aprobación. El resto de los monstruos se unieron a ellos.
A Hazel se le estremeció todo el cuerpo. Lanzó una mirada a sus amigos.
—Bueno, con el nombre de Jason ya van a tener una pista— dijo Artemisa
Hazel asintió
—Jason —susurró—. Luchó contra Jason. Puede que todavía esté vivo.
Frank asintió con la cabeza.
—¿Os dicen algo los otros nombres?
—Ni idea— dijo Percy
—Aunque por otro lado a ti no te sonaba ningún nombre— señaló Leo
—Pero por supuesto que le sonaba un nombre— comentó Thalia
Hazel sacudió la cabeza. No conocía a ningún Leo ni ninguna Piper en el campamento. Percy todavía parecía débil y aturdido. Si los nombres le decían algo, no lo demostró.
—No me sonaban— murmuró Percy
—Yo creo que por eso no lo demostró— señaló Leo
—Me parece lógico— asintió Hazel
Hazel reflexionó sobre lo que la cíclope había dicho: « Los de naranja y morado» . Morado: obviamente, el color del Campamento Júpiter. Pero naranja… Percy había aparecido con una andrajosa camiseta naranja. No podía ser una coincidencia.
—Para nada— dijo Miranda
—Y Jason había aparecido con una camiseta morada— comentó Connor en tono dramático
—Bueno, suena super raro eso de "los de naranja y morado"— dijo Katie
—Y que lo digas— murmuró Hazel
Debajo de ellos, el ejército empezó a marchar otra vez hacia el sur, pero el gigante Polibotes permaneció a un lado, oliendo el aire con el entrecejo fruncido.
—No puede ser— masculló Poseidón
—Creo que nos damos cuenta que sí puede ser— comentó Apolo
—Después de los otros libros, por supuesto que sí— asintió Perséfone
—Dios del mar —murmuró. Para horror de Hazel, se volvió en dirección a ellos—. Huelo a dios del mar.
Percy estaba temblando.
Percy hizo una mueca. Los hermanos Jackson se voltearon a ver
Hazel le puso la mano en el hombro y trató de pegarlo a la roca.
La cíclope Ma Gasket gruñó.
—¡Pues claro que hueles a dios del mar! ¡El mar está ahí mismo!
—Obviamente, que crea eso y que se vaya— dijo Miranda
—Aunque iría al Campamento Júpiter— comentó Rachel
—Demonios— masculló Miranda
—No es eso —insistió Polibotes—. Nací para destruir a Neptuno. Percibo…
Frunció el entrecejo aún más, girando la cabeza y tirando unas cuantas serpientes más.
—Sí claro, obviamente les faltaban las serpientes— dijo Piper
—Por supuesto que sí y no podía dejar pasar la oportunidad— comentó Percy
—Aunque realmente habría estado bien que dejara pasar la oportunidad— dijo Hazel
—¿Marchamos o nos dedicamos a oler el aire? —lo regañó Ma Gasket—. ¡Si yo me quedo sin pastelitos, tú te quedas sin dios del mar!
—Es justo— dijo Jason
—Tiene que aprender que así son las cosas— comentó Leo
Polibotes gruñó.
—Muy bien. ¡Marchemos! ¡Marchemos!
Echó un último vistazo al supermercado rodeado del arcoíris y acto seguido se pasó los dedos por el pelo.
—Que eran serpientes, no se les olvide— dijo Leo
—Cabello-serpientes— dijo Percy
—Creo que para este caso es lo mismo— señaló Travis
Sacó tres serpientes que parecían más grandes que el resto y que tenían marcas blancas alrededor del pescuezo.
—¡Un regalo, diosa! ¡Mi nombre, Polibotes, significa « Muchas bocas que alimentar» .
—Algo que definitivamente no necesitábamos saber— dijo Katie
—Fue un poco de más esa información— asintió Percy
Aquí tienes unas cuantas bocas hambrientas. A ver cuántos clientes entran en tu tienda con estos centinelas fuera.
Se echó a reír con picardía y lanzó las serpientes a la alta hierba de la ladera.
—Que horrible— dijo Rachel
—Y como decíamos, las serpientes no podían faltar— comentó Percy
—Nos damos cuenta— dijo Piper
A continuación marchó hacia el sur, haciendo temblar la tierra con sus enormes patas de dragón de Komodo. Poco a poco, la última columna de monstruos pasó por las colinas y desapareció en la noche.
—Eso es un poco bueno— dijo Leo
—Al menos ya no están cerca de ustedes— dijo Thalia
—Hay que ver el lado positivo— asintió Jason
Una vez que se hubieron marchado, el cegador arcoíris se apagó como un , Frank y Percy se quedaron solos en la oscuridad, mirando el supermercado cerrado al otro lado de la carretera.
—Fue bastante horrible— señaló Percy
—Y mirar el supermercado era lo mejor que podíamos hacer— asintió Frank
—Y que lo digas— murmuró Hazel
—Eso sí que ha sido distinto —murmuró Frank.
Percy se estremecía violentamente. Hazel sabía que necesitaba ayuda, o reposo, o lo que fuera. La visión del ejército parecía haber despertado en él algún recuerdo y haberlo dejado conmocionado.
Percy hizo una mueca
Debían llevarlo de vuelta al bote. Por otra parte, entre ellos y la playa se interponía una enorme extensión de pradera.
—Ese es un excelente punto en contra — dijo Miranda
—Tienen que escoger la menos peor de las opciones— dijo Rachel
—Era lo único que nos quedaba— asintió Hazel
A Hazel le daba la impresión de que los karpoi no permanecerían lejos eternamente. No le gustaba la idea de que los tres volvieran al bote en plena noche. Y no dejaba de pensar en que si no hubiera invocado aquel esquisto, sería la prisionera del gigante en ese momento.
—Que bueno que lo invocaste— dijo Rachel
—Demos gracias a que lo invocaste— asintió Piper
—Demos gracias a que estaba ahí— dijo Miranda
—Vamos al supermercado —dijo—. Si hay una diosa dentro, a lo mejor puede ayudarnos.
—Yo creo que sí— dijo Katie
—Solo que ahora hay unas serpientes vigilando la colina —repuso Frank—. Y ese arcoíris ardiente podría volver.
—Eso podría ser un problema— dijo Leo
—Podría —asintió Percy
Los dos miraron a Percy, que temblaba como si tuviera hipotermia.
—Lo siento— murmuró Percy
—No te preocupes— dijo Frank
—Para eso estamos los amigos— asintió Hazel
Percy les sonrió
—Tenemos que intentarlo —dijo Hazel.
Frank asintió con la cabeza seriamente.
—Bueno…, una diosa que lanza un pastelito a un gigante no puede ser del todo mala. Vamos.
—Bueno...— dijo Apolo —tenemos que ver como resulta eso
Los dioses asintieron
—De acuerdo, se acabó el capítulo— dijo Miranda —¿A quién le paso el libro?
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