XXXV

Annabeth

—Así que ¿Quién va a contar la historia?— preguntó Apolo

—¡Yo!— respondió Piper inmediatamente

—Grosera— dijo Percy

—¡Piper!— se quejó Annabeth

—Los niños quieren saber la historia y la van a saber— dijo Piper

—Por eso eres mi favorita — dijo Zoé sonriendo

—Qué falta de respeto — masculló Leo

—Bueno, la historia comienza cuando estaban en un picnic…

*Una historia de las alcantarillas después*

cIUG— chilló Zoé

Los demás legados y Sally también tenían las mismas expresiones

—¿Era necesario, cariño?— preguntó Sally

—Pero no nos mojamos— dijo Percy sumamente sonrojado —pero después nos fuimos a París

—Eso ciertamente lo compensa— asintió Charles

—Claro— asintió Percy

—Pero qué asco— dijo Zoé

—Yo creo que ahí Annabeth hasta se inventó groserías — bromeó Thalia

—Claro que no— dijo Annabeth sonrojada

—Bueno, pero después fue París — dijo Percy

—Así que ya saben, niños, no esperen menos para la primer cita— comentó Leo —y me refiero a París, no a las alcantarillas

—Estoy completamente de acuerdo con eso— coincidió Percy

—¿Y qué tal si nosotros somos quienes invitamos?— preguntó Zoé

Algunos se empezaron a reír ante la mirada perpleja de Percy

—Solo lo hacen si la persona en cuestión vale la pena— comentó Percy después de unos minutos de reflexión

—¿No creen que es subir DEMASIADO el listón con la primera cita en París?— preguntó Miranda

—No— contestaron casi todos los que ahí tenían legados

—Pero sin presiones— dijo Rachel

—Lo bueno es que Bianca es la millonaria, así que ella te va a invitar a París a tí— susurró Zoé a su hermano

—Genial, una cosa menos de la que preocuparme— dijo Charles

Siguieron charlando y bromeando sobre esa historia por unos momentos más, hasta que de momento de retomar el libro

—Después de esa increíble historia tan romántica, voy a leer— dijo Piper con una pequeña sonrisa

—Y después de que sean las personas más discretas de esta habitación— se quejó Percy

—Claro que lo somos— asintió Piper

Annabeth creía que sabía lo que era el dolor. Se había caído del muro de lava en el Campamento Mestizo. Había sido apuñalada en un brazo con un cuchillo envenenado en el puente de Williamsburg.

Percy hizo una mueca

—Sí, nos acordamos— murmuró Will

—Y vaya que lo hacemos— asintió Percy

—Sí, también yo— dijo Annabeth

Incluso había cargado con el peso del cielo sobre sus hombros. Pero eso no era nada comparado con caer de lleno sobre el tobillo.

—Ay dioses— murmuró Will

—Sí y menos de esa altura, claro, podría haber sido peor— dijo Apolo

—Gracias— masculló Annabeth

—Bueno, de cierta manera es un alivio que no fuera peor— señaló Perséfone

Zoé y Charles hicieron una mueca

Enseguida supo que se lo había roto. El dolor le subió por la pierna hasta la cadera como un cable de acero ardiente. El mundo se redujo a ella, su tobillo y el tormento.

Los chicos miraron a Annabeth con aprehensión, todavía ni siquiera sabían que otras pruebas tendría que pasar y ella estaba herida. Aunque bueno, también estaba el hecho de que según el libro había sido la primera en superar la prueba en la que todos los demás caían. Así que esperaban que el tobillo no fuera un graan problema.

Estuvo a punto de desmayarse. La cabeza le daba vueltas. Respiraba de forma entrecortada.

« No —se dijo—. No puedes entrar en estado de shock» .

—Es difícil, pero tienes razón. No sabes que te podría estar esperando— dijo Apolo

—Porque obviamente tarde o temprano algo te va a estar esperando— asintió Hermes

—Y vaya que sí— dijo Connor

Trató de respirar más despacio. Permaneció lo más quieta posible hasta que el dolor disminuyó y dejó de ser una tortura insoportable para convertirse en unas punzadas horribles.

—Esa medición no me parece algo agradable— murmuró Leo

—Al menos era un poco más soportable— dijo Annabeth

—Hay que ver el lado bueno— comentó Thalia

—Supongo que sí— dijo Annabeth

Una parte de ella quería gritarle al mundo por ser tan injusto. ¿Había llegado hasta allí para que algo tan vulgar como un tobillo roto le parara los pies?

Annabeth hizo una mueca, porque sabía hasta dónde había llegado lo de su tobillo roto

—A veces las cosas más pequeñas son las que te detienen— dijo Perséfone

—Nunca subestimes a las cosas pequeñas— coincidió Apolo

Contuvo sus emociones haciendo un gran esfuerzo. En el campamento la habían adiestrado para sobrevivir en toda clase de situaciones, incluidas las lesiones como esa.

—Dioses, ni siquiera sé cómo lo puedes recordar— dijo Katie

—También me parece un poco sorprendente, la verdad— dijo Annabeth

—Pero tienes ambrosía ¿No?— preguntó Rachel

—La ambrosía no la va a curar por completo— comentó Will —necesitaría tiempo

—Cosa que no tiene— dijo Reyna

Miró a su alrededor. Su daga se había deslizado a cierta distancia. A la tenue luz, distinguió las características de la estancia. Estaba tumbada en un frío suelo de bloques de piedra arenisca. El techo tenía una altura de dos pisos.

—Con que no tengas que derribarla también— dijo Apolo

—Porque ya sería muy mala suerte— dijo Hermes

—Creo que todavía puedo tener bastante de esa— murmuró Annabeth con una mueca

La puerta por la que había caído estaba a tres metros del suelo, totalmente bloqueada con los escombros que habían caído en la sala y habían formado un alud. A su alrededor había esparcidos viejos trozos de madera: algunos agrietados y resecos, y otros hechos astillas.

—Entre lo malo, la buena noticia de que habían sido solo tres metros— comentó Hermes

—Tres metros que también hicieron bastante daño— señaló Perséfone

—Sí, pero con más metros no solo iba a tener un tobillo roto— dijo Hermes

—Odio estar de acuerdo con él, pero tiene razón— dijo Dionisio

« Tonta» , se regañó a sí misma. Se había lanzado a través de la puerta, dando por sentado que habría un pasillo u otra habitación nivelada. No se le había pasado por la cabeza que caería por los aires.

—Pero de cualquier manera habría resultado peor si te quedabas con esos fanáticos seguidores— dijo Thalia con una mueca

—Supongo que sí, pero debí considerar que podía caer cuando derrumbé la cueva— dijo Annabeth

—Yo creo que tenías cosas más importantes en que pensar, cómo salvar tu vida— señaló Piper

—Concuerdo con eso— asintió Percy

Probablemente los maderos habían pertenecido a una escalera que se había hundido hacía mucho. Examinó su tobillo. El pie no parecía demasiado torcido. Tenía sensibilidad en los dedos de los pies. No veía sangre. Eso era bueno.

—Sí, demasiado bueno en realidad— dijo Will —porque sí puedo ser mucho peor

—Bueno, pero aún así debe encontrar la manera de salir— dijo Atenea —porque no puede quedarse ahí expuesta

—De cualquier manera creo que va a encontrar cosas peores mientras más siga avanzando— resopló Poseidón

Alargó la mano para coger un madero. Incluso ese pequeño movimiento le hizo gritar. La tabla se deshizo en su mano. La madera podía tener siglos o incluso milenios de antigüedad. No había forma de saber si aquella habitación era más antigua que el templo de Mitra o si —como el laberinto— las habitaciones eran una mezcolanza de múltiples épocas juntadas al azar.

—Yo creo que aquí sí vamos hasta lo más antiguo— dijo Perséfone

—O a lo más peligrosos— dijo Dionisio encogiéndose de hombros — no siempre es lo mismo

—Nada más hablas para ser un halo de negatividad— resopló Apolo

—No, es ser realista— comentó Dionisio

Está bien —dijo en voz alta, para oír su voz—. Piensa, Annabeth. Establece prioridades.

Se acordó de un ridículo curso de supervivencia en la naturaleza que le había impartido Grover en el campamento.

—Oye, no fue ridículo— dijo Grover cruzado de brazos

—Lo sé, en su día me lo pareció, pero estoy de acuerdo que no lo fue— dijo Annabeth

—Fue divertido ese curso— señaló Percy

—Concuerdo— asintió Travis

En su día, como mínimo, le había parecido ridículo. Primer paso: busca amenazas inmediatas en tu entorno. Aquella estancia no parecía correr el peligro de desplomarse. El desprendimiento se había interrumpido.

—Es mejor tener una habitación estable— dijo Connor

—Sí, creo que cualquiera preferiría una habitación estable— asintió Rachel

—No hay como mucha discusión sobre eso— dijo Leo

Las paredes eran sólidos bloques de piedra sin grietas de importancia a la vista. El techo no se estaba combando. Bien. La única salida era la pared del fondo: una puerta con forma de arco que daba a la oscuridad.

—Genial, nada más está el saber cómo vas a llegar a ella— dijo Apolo

—Se me ocurren un par de opciones, pero no serían tan buenas— dijo Travis

—Sí, pero tampoco tenía mucho de dónde escoger— señaló Annabeth

Percy hizo una mueca

Entre ella y la puerta, una pequeña zanja de ladrillo atravesaba el suelo y permitía que el agua corriera por la habitación de izquierda a derecha. ¿Tuberías de la época de los antiguos romanos? Si el agua era potable, eso también estaría bien.

—Definitivamente— dijo Zoë

—Espero que no sea demasiado pedir— resopló Thalia

—Yo también temía que fuera demasiado— asintió Annabeth

En un rincón había amontonadas vasijas de cerámica rotas de las que salían racimos marchitos de color marrón que en el pasado podrían haber sido frutas. Puaj. En otro rincón había unas cajas de madera que parecían intactas y unas cajas de mimbre sujetas con correas de cuero.

—Bueno, al menos no luce tan mal— dijo Leo

—Eso sí, podría haber sido peor— comentó Miranda

—Aunque con el tobillo roto todo es bastante malo— dijo Katie

—Sí, pero definitivamente podría ser peor esa habitación— dijo Leo

—Y podría ser peor la lesión del tobillo, podría haber una fractura expuesta— señaló Will

Bueno, no hay ningún peligro inmediato —dijo para sí—. A menos que algo salga corriendo de ese túnel oscuro.

Echó un vistazo a la puerta, arriesgándose a que su suerte empeorara. No pasó nada.

—Que bueno, porque casi siempre pasa algo después de decirlo— señaló Piper

—Y siempre parece como película de terror— asintió Leo

—Casi esperaba que pasara algo— admitió Annabeth

—Nos podemos imaginar— comentó Reyna

Vale —dijo—. Siguiente paso: hacer inventario.

¿Qué podía utilizar? Tenía una botella de agua y más agua en la zanja si conseguía llegar hasta ella. Tenía su cuchillo. En su mochila había un montón de cuerda de colores (¡yupi!), el ordenador portátil, el mapa de bronce, cerillas y ambrosía para emergencias.

—Creo que eso es una emergencia— dijo Rachel

—Sí, también lo clasificaría como tal— comentó Will

—No creo que pueda haber más emergencia que esa emergencia— dijo Apolo

—Y es mejor que llegues con la guardiana con el tobillo lo más sano que se pueda— señaló Perséfone

—Claro— murmuró Annabeth

Ah, sí. Eso se podía considerar una emergencia. Sacó la comida divina de la mochila y la engulló. Como siempre, su sabor le trajo reconfortantes recuerdos.

—Pero recuerda no comer mucho— dijo Apolo

—Imagínate pasar la prueba solo para que te incineres con la ambrosía— dijo Travis

—Eso sería malo— asintieron algunos de los chicos

—Y no sería para el autoestima— masculló Annabeth

—Claro que no— dijo Miranda

Esta vez, palomitas de maíz con mantequilla: sesión de cine nocturna con su padre en su casa de San Francisco, sin su madrastra ni sus hermanastros, los dos solos acurrucados en el sofá viendo viejas y cursis comedias románticas.

Annabeth se sonrojó

—Muy obligada a ver comedias románticas no estabas— bromeó Piper

—Hay unas muy buenas— admitió Annabeth —aunque tal vez no las actuales

—Oye hay muy buenas— se quejó Will

—Pero ¿Actuales de este tiempo o actuales de nuestro tiempo?— preguntó Katie

—Diría que más del nuestro, pero no las conocen— murmuró Zoé

—Sí, su tiempo no juega— dijo Connor

—Pero si las de nuestro tiempo son malas, las de su tiempo deben ser peores— bromeó Travis

—No, son mejores las de nuestro tiempo, definitivamente— comentó Bianca

La ambrosía le calentó todo el cuerpo. El dolor de la pierna se convirtió en unas punzadas sordas. Annabeth sabía que todavía corría un gran peligro. Ni siquiera la ambrosía podía curar en el acto los huesos rotos.

—Eso es lo malo— dijo Will

—Alguien necesitaría inventar una súper ambrosia— comentó Leo

—Bueno, alterar la receta probablemente vaya muy bien… O muy mal— señaló Hefesto

—Pero podemos experimentar con los semidioses— dijo Dionisio encogiéndose de hombros

—Gracias, pero entonces no gracias— dijo Leo

Podía acelerar el proceso, pero en el mejor de los casos, no podría apoyar ningún peso sobre el pie herido durante un día o más.

—Sí, lástima que no se pueda hacer una ambrosía más poderosa porque no quieren ser experimentos — bromeó Hermes

—Ya no nos gusta ser experimentos— comentó Percy

—Los experimentos se rebelan— dijo Apolo negando con la cabeza

Trató de alcanzar la daga, pero estaba demasiado lejos. Se deslizó en esa dirección. Volvió a notar un ardiente dolor, como si unas uñas le estuvieran perforando el pie. La cara se le perló de sudor, pero tras deslizarse otro poco, consiguió llegar a la daga.

—Siempre es bueno tener un arma a la mano— dijo Zoë

—Esa fuerza de voluntad para no desmayarte— comentó Apolo

—Sí, no habría servido de nada desmayarse— murmuró Annabeth

Se sintió mejor al tenerla en la mano, no solo por la luz y la protección que le ofrecía, sino también porque le resultaba muy familiar.

Annabeth hizo una mueca. A pesar de los comentarios, la tensión se sentía bastante en la Sala, un tobillo roto no era cualquier cosa y la ambrosía no iba a ayudar mucho ¿Cómo le iba a hacer Annabeth para rescatar la estatua? Si antes era complicado, ahora era peor

Y ahora, ¿qué? En el curso de supervivencia, Grover había dicho que había que permanecer quieto y esperar a ser rescatado, pero eso no iba a ocurrir. Aunque Percy consiguiera seguir sus pasos, la cueva de Mitra se había desplomado.

—Sí, eso no es precisamente bueno— dijo Apolo

—Me encantó el hecho de que especificara que Percy la iba a ir a buscar— suspiró Afrodita encantada

—Lo que es muy obvio— dijo Perséfone

—Pero bueno, en la misión había otras cinco personas— comentó Hermes

—Sí, pero no importa, había un Percy— señaló Afrodita con obviedad

Percy y Annabeth se sonrojaron

Podía tratar de contactar con alguien usando el portátil de Dédalo, pero dudaba que allí tuviera señal. Además, ¿a quién iba a acudir? No podía enviar un mensaje a nadie que estuviera lo bastante cerca para ayudarla.

—Y que tuviera celular— comentó Travis

—Buen punto también— dijo Annabeth

—Y que tal si te volvías un faro para los demás monstruos— señaló Katie

Los semidioses nunca llevaban teléfono móvil porque la señal llamaba demasiado la atención a los monstruos, y ninguno de sus amigos estaría sentado consultando su correo electrónico.

—De hecho— murmuró Connor

—Creo que deberíamos tener celulares aptos para semidioses, eso sí hace falta— dijo Miranda

—Claro, no podemos estar actualizados con las últimas noticias porque no tenemos celular— asintió Leo

—Y cosas menos importantes como misiones o llamadas de emergencia— dijo Piper

¿Un mensaje de Iris? Tenía agua, pero dudaba que pudiera disponer de suficiente luz para crear un arcoíris. La única moneda que tenía era el dracma de plata ateniense, y no constituía un gran tributo.

—Sí, no creo que Iris lo hubiera aceptado— dijo Apolo

—A veces no acepta los tributos que no le gustan— dijo Hermes

—Y de cualquier manera no puedes pedir ayuda— señaló Dionisio

Había otro problema a la hora de pedir ayuda: se suponía que aquella era una misión en solitario. Si Annabeth era rescatada, estaría admitiendo su derrota. Algo le decía que la Marca de Atenea ya no la guiaría. Podría deambular allí abajo eternamente y no encontrar jamás la Atenea Partenos.

—Sí, creemos lo mismo— dijo Apolo

—Pero si lo importante es conseguir la estatua no debería importar como ¿No?— preguntó Zoé

—Sí, pero… No, oye ella tiene razón— señaló Apolo

Atenea rodó los ojos

—Pero para todo debes demostrar que eres digno — masculló Luke

Los semidioses asintieron de acuerdo, los dioses se removieron con incomodidad

De modo que era inútil permanecer quieto y esperar ayuda. Eso significaba que tenía que encontrar una forma de seguir por su propia cuenta. Abrió la botella de agua y bebió. No se había dado cuenta de la sed que tenía. Cuando la botella quedó vacía, se arrastró al arroyo y la rellenó.

El agua estaba fría y se movía rápido: señales de que se podía beber sin peligro.

—Vaya, es bueno saber eso— dijo Katie

—Cosas que no sabías que necesitabas saber hasta que alguien más lo dijo— comentó Connor

—Aunque cada vez quedan menos arroyos de donde poder beber sin peligro— comentó Grover con tristeza

Llenó la botella y acto seguido recogió agua ahuecando las manos y se salpicó la cara. Enseguida se sintió más despierta. Se lavó los arañazos lo mejor que pudo. Annabeth se incorporó y se miró el tobillo.

¿Por qué tenías que romperte? —dijo con tono de reprimenda. El tobillo no contestó.

—Habría sido horrible que contestara— señaló Leo

—Ahí sabría que el tobillo no fue lo único lastimado— comentó Annabeth

—Bueno, estás regañando a tu tobillo— dijo Thalia con una sonrisa ladeada

—Sí bueno, no tenía a quién regañar— dijo Annabeth

—Bueno, te podemos prestar a Zoé — bromeó Travis

Zoé lo miró con total incredulidad —¿Por qué a mí? Ahí está Charles

—Porque tienes cara de que te metes en más problemas que Charles — comentó Travis encogiéndose de hombros

—¡Já!— dijo Zoé y le dió una mirada de burla a su hermano

—Es que sí tiene cara de que se mete en problemas — murmuró Percy a Annabeth

—No me digas — comentó Annabeth en el mismo tono

Tendría que inmovilizarlo con algún tipo de fijación. Era el único modo de que pudiera moverse.

Hum… Levantó la daga e inspeccionó de nuevo la estancia a la luz del bronce. Ahora que estaba más cerca de la puerta abierta, le gustaba todavía menos. Daba a un pasillo oscuro y silencioso.

—Los pasillos oscuros y silenciosos nunca son buena opción— dijo Connor

—Pero casi siempre los pasillos oscuros y silenciosos son el camino— dijo Leo

—Y que lo digas— murmuró Percy

El aire que salía tenía un olor dulzón y algo siniestro. Lamentablemente, Annabeth no veía otra forma de poder avanzar. Sin dejar de jadear y de parpadear para contener las lágrimas, se acercó

arrastrándose a los restos de la escalera.

Annabeth hizo una mueca pensando en todo lo que tuvo que hacer y lo mal que sonaba eso

Encontró dos tablones que estaban en bastante buen estado y eran lo bastante largos para usarlos de tablillas. A continuación, se aproximó, reptando, a las cajas de mimbre y usó la daga para cortar las correas de cuero.

—Vaya— dijo Will impresionado —es por eso que los cursos de primeros auxilios son tan importantes

—Sí, el próximo curso que des ya voy a poner atención— asintió Travis

—Eso espero— dijo Will —porque también les voy a hacer exámen

—Ay no— se quejó Connor

—Nos ayudas Bianca— dijo Zoé

—No— dijo Bianca

Hubo varias sonrisitas de burla hacia Nico

Mientras se mentalizaba para inmovilizarse el tobillo, se fijó en unas palabras desvaídas escritas en una de las cajas de madera: HERMES EXPRÉS. Annabeth se deslizó entusiasmada hacia la caja.

Hermes se quedó pensando en esa caja, recordaba vagamente haberla dejado, pero no podía recordar que era lo que había en ella… O si era de utilidad

No tenía ni idea de lo que hacía allí, pero Hermes enviaba toda clase de artículos útiles a los dioses, los espíritus y los semidioses. A lo mejor había dejado aquel paquete de atención sanitaria hacía años para ayudar a los semidioses como ella en su misión.

—Pues esperamos que lo que sea que haya en esa caja sea de utilidad— dijo Rachel

—También lo espero— murmuró Hermes

—Con instrucciones detalladas para como rescatar la estatua— dijo Connor

—No tanto así— dijo Annabeth

La abrió haciendo palanca y extrajo varias láminas de plástico de burbujas, pero lo que quiera que hubiese dentro había desaparecido.

¡Hermes! —protestó.

—Pero el plástico de burbujas es genial, mínimo para quitar el estrés— dijo Leo

—Eso es cierto, reventar las burbujas es bastante placentero— dijo Miranda

—Te ayuda a controlar tus emociones— coincidió Leo

—Lamento decepcionarlos, pero no lo ocupé para eso— dijo Annabeth

Se quedó mirando tristemente el plástico de burbujas. Entonces se le encendió una bombilla y se dio cuenta de que el envoltorio era un regalo.

Oh… ¡es perfecto!

—Te dije— asintió Leo —reventar burbujas es lo mejor

—Te acaba de decir que no lo ocupó para eso— señaló Piper

—Sí, pero aún así deben de entender lo genial que es esa plástico— dijo Leo

—Definitivamente lo fue— dijo Annabeth

Annabeth se cubrió el tobillo roto con un envoltorio de esas láminas de burbujas. Lo fijó con las tablillas de madera y lo ató todo con las correas de cuero.

—Qué genial— dijo Will

—Sip, creo que eso es mejor que reventar burbujas— dijo Thalia

—En ese momento y en esas circunstancias— comentó Leo

En una ocasión, haciendo prácticas de primeros auxilios, había entablillado una falsa pierna rota a otro campista, pero nunca se había imaginado que tendría que entablillarse a sí misma.

—No, jamás podrías imaginarlo— dijo Will

—Pero al menos aprendiste a entablillar— coincidió Miranda

—Al menos, porque esa vez creo que apreté demasiado la correa— comentó Annabeth

—Sí, casi me amputan la pierna por eso, pero ni quien lo recuerde— murmuró Connor

Era una tarea dura y dolorosa, pero finalmente terminó. Registró los restos de la escalera hasta que encontró parte del pasamanos: una tabla estrecha de aproximadamente un metro y veinte centímetros de largo que podía servirle de muleta.

—Eso es bastante increíble— dijo Apolo —el tobillo roto es un gran problema

—La verdad es que alguien más en tu lugar se hubiera dado por vencido— comentó Bianca

—Definitivamente— comentó Travis

Apoyó la espalda contra la pared, preparó la pierna buena y se levantó.

Ay.

Los ojos le hicieron chiribitas, pero se mantuvo erguida.

La próxima vez déjame luchar contra un monstruo —murmuró a la sala oscura—. Es mucho más fácil.

—Bueno, tal vez no— murmuró Annabeth

—Ten cuidado con lo que deseas— señaló Hermes

—Claro— dijo annabeth recordando a un monstruo en particular, tomó la mano de Percy

Sobre la puerta abierta, la Marca de Atenea se encendió contra el arco. La lechuza llameante parecía estar mirándola con expectación, como diciendo: « Ya era hora. ¿Conque quieres monstruos? ¡Pues ven por aquí!» .

—Genial— dijo Piper

—Al menos se esperó un tiempo prudente en volver a aparecer— dijo Thalia

—Sí, no creo que la hubieras querido ver recién con el tobillo roto— comentó Leo

—Tampoco yo lo creo— dijo Annabeth

Annabeth se preguntaba si la Marca ardiente estaba inspirada en una lechuza sagrada de verdad. En caso afirmativo, si sobrevivía, iba a encontrar a esa lechuza y a darle un puñetazo en la cara.

—¿Cómo es que todavía no has visto a la lechuza?— preguntó Apolo

—No sé, tal vez la lechuza sabía que no debía aparecer— dijo Annabeth

—¿En serio existe?— preguntó Percy

—Sí, pero nadie te va a decir donde está porque probablemente también le quieras dar un puñetazo en la cara— comentó Apolo —y eso es maltrato animal

—Pueden maltratar a sus hijos, pero no animal— señaló Clarisse

—Tenemos valores— asintió Dionisio

La idea le levantó el ánimo. Llegó al otro lado de la zanja y entró despacio en el pasillo, cojeando.

Los chicos hicieron una mueca

—Vamos a ver ahora que toca— dijo Connor

—Y ya no tendrás los fallos de tus antecesores para guiarte— comentó Rachel

—Lo que en realidad no sé si es mejor o peor— dijo Annabeth

XXXVI

Annabeth

El túnel avanzaba recto y uniforme, pero después de la caída, Annabeth decidió no correr riesgos. Usó la pared para apoyarse y dio golpecitos en el suelo con la muleta para asegurarse de que no había trampas.

—Esperemos que no haya— dijo Travis

—Aunque a lo mejor es esperar mucho— dijo Leo

—Pero nadie más había logrado pasar la primera prueba ¿Por qué molestarse en poner trampas?— preguntó Miranda

—Por si alguien sí la llegaba a pasar— dijo Calipso

A medida que andaba, el olor dulzón se intensificó y le puso los nervios de punta. El sonido de agua corriente se apagó detrás de ella. Lo sustituyó un coro seco de susurros semejantes a un millón de vocecillas. Parecía que estas procedieran del interior de las paredes, y cada vez sonaban más fuerte.

—Ay no— dijo Katie

—Eso lo resume perfectamente— dijo Annabeth

—Creo que no van a ser necesarias las trampas— señaló Bianca

—Pues más o menos— murmuró Annabeth

Annabeth trató de apretar el paso, pero no podía ir más rápido sin perder el equilibrio ni hacerse daño en el tobillo roto. Avanzó cojeando, convencida de que algo la seguía. Las voces se estaban concentrando, acercándose.

—Empezamos de nuevo la película de terror— dijo Connor

—Es la parte dos de la película de terror— coincidió Annabeth —y va a ser toda una saga

—Genial— suspiró Thalia

Tocó la pared, y cuando apartó la mano la tenía cubierta de telarañas. Gritó y, acto seguido, se maldijo por hacer ruido. Solo es una telaraña, se dijo.

Zoé hizo una mueca, si ella hubiera estado en el lugar de Annabeth quien sabe si hubiera podido llevar a cabo la misión

Pero eso interrumpió el estruendo de sus oídos. Había contado con que encontraría arañas. Sabía lo que le esperaba: « La tejedora» , « Su señoría» , « La voz de la oscuridad» . Pero las telarañas le hicieron percatarse de lo cerca que estaba.

—Pero no era necesario que hubiera telarañas— dijo Piper

—Sí, yo tampoco hubiera querido que estuvieran ahí— comentó Annabeth

—La verdad es que las telarañas asustan, por eso hasta las usan para las decoraciones de Halloween— comentó Travis

—Exacto, por eso que si alguien toca una telaraña inmediatamente grita— coincidió Katie

—Y es completamente comprensible— dijo Zoé

Se limpió en las piedras con la mano temblorosa. ¿En qué había estado pensando? No podía llevar a cabo esa misión sola.

« Demasiado tarde —se dijo—. Sigue adelante» .

—No había vuelta atrás— dijo Annabeth

—Pues sí, ya llegaste hasta ahí— dijo Thalia

—Si no te diste por vencida cuando recién te rompiste el tobillo, menos ahora— comentó Zöe

—Exactamente— coincidió Annabeth

Avanzó por el pasillo con gran dolor, dando un paso detrás de otro. Los sonidos susurrantes aumentaron de volumen detrás de ella hasta que sonaron como millones de hojas secas arremolinándose en el viento.

—Qué horror— murmuró Zoé

—Lo sé, fue bastante horrible — asintió Annabeth

Charles Percy hicieron una mueca

Las telarañas fueron volviéndose más densas y llenaron el túnel. Al poco rato tenía que quitárselas de la cara mientras pugnaba por abrirse paso entre cortinas vaporosas que la cubrían como espuma en aerosol.

—Sí, fue tan horrible como suena— dijo Annabeth

—Nos podemos imaginar— asintió Katie

—Definitivamente como una película de terror— dijo Connor

—Pero en las películas de terror el protagonista nunca está solo— señaló Rachel

—Buen punto— coincidió Will

Parecía que el corazón le fuera a salir del pecho. Avanzó dando traspiés más imprudentemente, tratando de hacer caso omiso del dolor del tobillo. Finalmente el pasillo terminó en una puerta llena de maderos hasta la altura de la cintura.

—Pues con razón— murmuró Leo —esas cosas siempre atraen arañas

—Y también debe ser el hecho de que está cada vez más cerca de "la tejedora" ¿no?— comentó Piper

—Probablemente eso también tenga que ver— coincidió Leo

—Yo creo que sí— dijo Jason

Parecía como si alguien hubiera intentado bloquear la abertura con una barricada. Aquello no auguraba nada bueno, pero Annabeth usó la muleta para apartar las tablas lo mejor que pudo. Se arrastró por encima del montón que quedaba y se clavó varias docenas de astillas en la mano libre.

—Genial— murmuró Percy mirando a Annabeth con una mueca, pensando en todo lo que ella tuvo que pasar y él no había podido estar con ella en esos momentos. Sabía que ella lo lograría, no dudaba eso, pero era bastante horrible no haber podido estar en esos momentos que ella lo necesitaba

Al otro lado de la barricada había una cámara del tamaño de una cancha de baloncesto. El suelo estaba embaldosado con mosaicos romanos. Restos de tapices colgaban de las paredes.

—Como las casas abandonadas— dijo Connor

—Una forma sutil de verlo— dijo Annabeth

—Mientras más te adentras suena peor ese lugar— señaló Rachel

—Y todavía falta lo peor— murmuró Annabeth con una mueca

Dos antorchas apagadas colocadas en unos candelabros de pared flanqueaban la puerta, las dos estaban cubiertas de telarañas. En el otro extremo de la estancia, la Marca de Atenea ardía sobre otra puerta.

—No estoy segura si es mejor que sea la puerta final o no— dijo Miranda

—Creo que ambas son bastante malas opciones— dijo Connor

—Pero una es menos mala que la otra— dijo Bianca

—Nada más tenemos que investigar cual es la menos mala— comentó Thalia

Lamentablemente, entre Annabeth y esa salida el suelo estaba dividido en dos por una sima de quince metros de ancho.

—No puede ser— se quejó Katie

—Claro que sí, faltaba eso para añadirle el toque— dijo Rachel

—Por supuesto, no podía ser así de simple— comentó Annabeth

—Obviamente no— dijo Thalia

Dos vigas de madera paralelas cruzaban el foso, demasiado separadas para apoyar los dos pies, pero demasiado estrechas para andar sobre ellas a menos que fueras acróbata, cosa que Annabeth no era, y no tuvieras el tobillo roto, cosa que sí tenía.

—¿Y cómo se supone que vas a pasar?— preguntó Grover

—Esa es la pregunta del millón— dijo Chris

—Hay muchas preguntas del millón en esa misión— señaló Hermes

—Y vaya que sí— suspiró Annabeth

En el pasillo por el que había venido resonaban unos ruidos susurrantes. Las telarañas temblaron y se movieron cuando aparecieron las primeras arañas. Eran del tamaño de gominolas, pero gordas y negras, y correteaban por las paredes y el suelo.

—Ay no— murmuró Zoé

—Porque si algo puede salir mal, va a salir terriblemente mal— asintió Thalia

Annabeth asintió con la cabeza

¿Qué tipo de arañas eran? Annabeth no tenía ni idea. Solo sabía que venían a por ella, y solo disponía de unos segundos para idear un plan.

—Pero al mismo tiempo a veces el miedo nos puede bloquear— dijo Piper

—Concuerdo completamente— dijo Zoé

—Definitivamente, hay un montón de reacciones aceptables para el miedo— coincidió Thalia

Annabeth quería echarse a llorar. Quería que alguien, quien fuera, estuviera allí para ayudarla. Quería tener a Leo con sus aptitudes para el fuego, o a Jason con sus rayos, o a Hazel para que derrumbara el túnel.

Los mencionados le dieron una sonrisa de simpatía

—Pero mejor que Hazel no derribe ningún túnel— comentó Will —ya te fue mal con el primer túnel derribado

—Pero Hazel se habría dado cuenta si era buena idea derrumbarlo— dijo Annabeth

—Gracias por la confianza dijo Hazel

Pero sobre todo quería tener a Percy. Siempre se sentía más valiente cuando Percy estaba con ella.

—Awwww— suspiró Afrodita encantada

—A los demás los nombró por cortesía— bromeó Katie

—Nos dimos cuenta— asintió Leo

Annabeth se sonrojó

« No pienso morir aquí —se dijo—. Voy a volver a ver a Percy » .

—Ay, que hermoso— dijo Afrodita

Charles Zoé hicieron una mueca

Percy y Annabeth se sonrieron

Las primeras arañas habían llegado casi a la puerta. Detrás de ellas venía el grueso del ejército: un mar negro de bichos.

—Dioses— murmuró Miranda

—Ni siquiera me dan miedo las arañas, pero eso suena horrible— dijo Connor

—Creo que a partir de hoy a todos nos van a dar miedo las arañas— dijo Rachel con una mueca

Annabeth se dirigió cojeando a uno de los candelabros de pared y cogió la antorcha. El extremo estaba cubierto de brea para encenderse fácilmente. Tenía los dedos entumecidos, pero rebuscó en su mochila y encontró las cerillas. Encendió una y prendió fuego a la antorcha.

—Bueno, situaciones extremas merecen medidas extremas— coincidió Leo

—Mejor una medida extrema que ninguna medida— dijo Zöe

—Pero al menos esta vez corriste con suerte de tener brea y cerillas para prender el fuego— dijo Piper

—Al menos— murmuró Annabeth

La llevó hasta la barricada. La madera vieja y seca prendió inmediatamente. Las llamas saltaron a las telarañas, avanzaron rugiendo por el pasillo en una repentina llamarada y asaron a las arañas por miles.

—Fogata de araña— dijo Leo

—Araña a la brasa— dijo Connor

—Ewww— se quejó Miranda

—En algunos lugares puede ser un platillo, eh— señaló Hermes

—Arañas a la brea— asintió Leo

Annabeth se apartó de la hoguera. Había ganado tiempo, pero dudaba que hubiera matado a todas las arañas. En cuanto el fuego se apagase, se reagruparían y volverían a apiñarse. Se acercó al borde de la sima. Acercó la luz al foso, pero no veía el fondo.

—Podrías haber tirado algo para ver cuánto tiempo tardaba en caer— dijo Hermes

—Puedes deshacerte ahí de la moneda que tanto odias— asintió Apolo

—Ese es el mejor consejo que te va a dar Apolo— señaló Perséfone

—Yo siempre doy buenos consejos— comentó Apolo ofendido

Saltar sería un suicidio. Podía intentar cruzar por una de las vigas agarrándose con una mano detrás de otra, pero no se fiaba de la fuerza de su brazo ni veía cómo podría levantarse con la mochila llena y el tobillo roto cuando llegara al otro lado.

—Sí, no es la mejor idea— dijo Bianca

—Está complicado el asunto— dijo Leo

—Pero estamos seguras que vas a encontrar una solución— comentó Artemisa

—Confíamos en ti— asintió Thalia

Se agachó y examinó minuciosamente las vigas. Cada una tenía una serie de cáncamos de hierro a lo largo de la cara interior, fijados a intervalos de treinta centímetros. Tal vez las barras habían sido los lados de un puente y las tablas centrales habían sido extraídas o destrozadas.

—Ok, eso ayuda un poco a hacerte una idea— dijo Katie

—Dioses y una que nunca ha sido buena en el equilibrio— comentó Miranda

—¿Quién podría ser tan bueno con el equilibrio en ese lugar?— preguntó Leo

—Creo que nadie— dijo Apolo

¿Y los cáncamos? No servían para sujetar tablones. Más bien… Miró las paredes. El mismo tipo de ganchos habían sido usados para colgar los tapices hechos jirones. Se dio cuenta de que las tablas no estaban destinadas a ser usadas como puente. Eran una especie de telar.

—¿Qué? ¿Y de que te sirve un telar?— preguntó Miranda

Muchos miraron el libro con confusión

—En realidad tiene sentido— comentó Zöe

—Y que lo digas— murmuró Annabeth

—¿Tú siguiente prueba es hacer un tapiz?— preguntó Katie

—No, no exactamente… O bueno, depende la manera en que lo veas— dijo Annabeth

—Aquí lo explica un poco más— dijo Piper

Lanzó la antorcha encendida al otro lado de la sima. No tenía ninguna fe en que su plan diera resultado, pero sacó toda la cuerda de la mochila y empezó a trenzarla entre las vigas, tejiendo un patrón enmarañado de un cáncamo a otro, doblando y triplicando la cuerda.

—¿Sabes tejer?— preguntó Connor

—No— dijo Annabeth

—Pues por lo que yo leo creo que sí sabes— dijo Piper

—Por supuesto que lo sabe hacer— comentó Atenea

Sus manos se movían a una velocidad vertiginosa. Dejó de pensar en la tarea y simplemente la hizo, pasando las cuerdas y amarrándolas, extendiendo poco a poco su red tejida sobre el foso.

—Vaya— murmuraron varios chicos impresionados

—Y la que dice que no tiene ningún superpoder— comentó Thalia con una sonrisa

—Claro que tiene, y varios— asintió Percy

—Bueno, hasta a mí me sorprendió— dijo Annabeth

Se olvidó del dolor de la pierna y de la barricada en llamas que se estaba consumiendo detrás de ella. Se situó muy lentamente sobre la sima. El tejido soportó su peso. Antes de que se diera cuenta, estaba en mitad del abismo. ¿Cómo había aprendido a hacer eso?

—Que genial y un poco terrorífico— dijo Miranda

—Ahora de todas maneras sigue sin pensar mucho las cosas— dijo Perséfone

—Sí, así no te vas a bloquear tu sola— coincidió Artemisa

—Y menos a mitad del abismo— dijo Grover

Es Atenea, se dijo. La destreza de mi madre con las artesanías útiles. Tejer nunca le había parecido especialmente útil… hasta ese momento.

—Tejer siempre es bastante útil— asintió Apolo

—Nunca había pensando en el tejido como algo aterrador, pero con Annabeth haciéndolo y de esa manera, creo que puedo reconsiderarlo— comentó Travis

—Creo que podría hacer una bufanda para asfixiarte hasta morirte— coincidió Connor

—Y aún así siguen hablando— dijo Annabeth rodando los ojos

Echó un vistazo detrás de ella. El fuego de la barricada se estaba apagando. Unas cuantas arañas se asomaban a los bordes de la puerta.

—Ay genial— bufó Leo

—Ya vas a la mitad, ya falta menos que cuando empezaste— dijo Miranda

—Eso es cierto, no hay forma de negarlo— coincidió Rachel

—Al menos— dijo Annabeth

Siguió tejiendo desesperadamente, y por fin llegó al otro lado de la sima. Recogió la antorcha y la acercó a su puente tejido. Las llamas corrieron a lo largo de la cuerda. Hasta las vigas se incendiaron como si las hubiera remojado con gasolina.

—Genial, no más arañas— dijo Travis

—Ojalá hubiera sido cierto eso— comentó Annabeth con una mueca

Por un instante, el puente ardió formando un claro dibujo: una hilera llameante de lechuzas idénticas. ¿Las había tejido Annabeth en la cuerda o se habían formado por arte de magia?

—Tal vez un poco de ambas— dijo Bianca

—Eso es genial— dijo Rachel

—Y de nuevo sí es aterrorizante— comentó Connor

—Ojalá que eso no pase en todo lo que tejes— señaló Thalia

No lo sabía, pero cuando las arañas empezaron a cruzar el abismo, las vigas se desmoronaron y cayeron al foso.

—¿Y como vas a regresar?— preguntó Zoë

—Bueno, pero de todas manera no podía regresar desde el momento en que derrumbó la primer caverna— señaló Hermes

—Desde el momento que entró a la cueva, mejor dicho— comentó Perséfone

—Sí, gracias— masculló Annabeth

Annabeth contuvo la respiración. No veía ningún motivo por el que las arañas no pudieran alcanzarla trepando por las paredes o por el techo. Si empezaban a hacerlo, tendría que echar a correr, y estaba convencida de que no podría moverse lo bastante rápido. Por algún motivo, las arañas no la siguieron.

—Creo que tuvo que ver con la lechuza de fuego— dijo Apolo

—Eso puede disuadir a cualquier araña de regresar— coincidió Rachel

—Sí, no creo que sean tan tontas para intentar regresar— asintió Bianca

—Es que las lechuzas llameantes a cualquiera asustan— dijo Katie

Se concentraron en el borde del foso; un furioso manto negro de insectos. A continuación se dispersaron y regresaron en tropel al pasillo quemado, como si Annabeth ya no les interesara.

O eso o he pasado una prueba —dijo en voz alta.

—O eso también— asintió Apolo

—Sí, probablemente— dijo Piper

—Bueno, ya llevas dos— dijo Chris

—Y quién sabe cuántas faltan— señaló Dionisio

La antorcha se apagó chisporroteando y la dejó solo con la luz de la daga. Se dio cuenta de que había dejado la muleta improvisada en el otro lado de la sima. Se sentía agotada y sin ideas, pero tenía la mente despejada.

—Pero lo de la muleta no es muy bueno— dijo Travis

—Pues no, pero con la muleta no hubiera podido cruzar ese puente— dijo Reyna

—Eso es cierto, pero aún así— murmuró Will

El pánico parecía haberse consumido junto con el puente tejido. « La tejedora» , pensó. Debo de estar cerca. Por lo menos sé lo que me espera. Avanzó por el siguiente pasillo, cojeando para evitar apoyar el peso en el pie herido. No tuvo que andar muy lejos.

A pesar de los comentarios y unas cuantas bromas, la tensión y la expectativa estaba aumentando en la Sala de Trono, estaban a casi nada de descubrir como Annabeth había logrado rescatar la estatua y bueno, tal vez los dioses iban a descubrir que más había pasado. Percy estaba muy callado, tal vez pensando en lo que iba a escuchar, o tal vez planeando cómo asesinar a Atenea.

Después de recorrer seis metros, el túnel se juntó con una caverna del tamaño de una catedral, tan majestuosa que a Annabeth le costó asimilar todo lo que veía. Supuso que era la sala del sueño de Percy, pero no estaba oscura.

Percy hizo una mueca

—Al menos— dijo Thalia

—Sí, creo que la oscuridad le hubiera dado un nivel más alto de terror— asintió Annabeth

—Y vaya que sí— asintió Percy

Braseros de bronce con luz mágica, como los que usaban los dioses en el monte Olimpo, brillaban alrededor de la circunferencia de la sala, intercalados con espléndidos tapices. El suelo de piedra tenía fisuras en forma de red, como una capa de hielo.

Annabeth hizo una mueca, tomó con más fuerza la mano de Percy. La verdad es que temían un poco el final del libro, porque ellos creen saber lo que va a decir, y también el hecho de cómo iban a reaccionar algunas personas

El techo era tan alto que se perdía entre la penumbra y capas y más capas de telarañas.

Hebras de seda gruesas como columnas descendían del techo por toda la sala, afianzando las paredes y el suelo como los cables de un puente colgante.

—No sé, pero me suena a malo que haya tantas telarañas— dijo Katie

—Bueno, es la guarida de la madre de todas las arañas— señaló Chris

—Sí, pero me da la sensación de que las está utilizando como si fueran pegamento— dijo Katie

—Esa es una manera cero optimista de pensar— murmuró Bianca

Annabeth hizo una mueca

También había telarañas alrededor del elemento central del santuario, una pieza tan intimidante que a Annabeth le costó alzar la vista para mirarla. Por encima de ella se alzaba una estatua de Atenea de doce metros de altura, con una luminosa piel de marfil y un vestido de oro.

—¡Lo lograste!— exclamó Atenea, como si a pesar de que había pasado las pruebas aún no creyera que iba a lograr encontrarla, pero le dio a su hija una mirada orgullosa

Los demás dioses también se veían bastante impresionados, habían sido milenios sin saber sobre esa estatua, manteniendo la rivalidad entre griegos y romanos y ahora, esta chica que tenían enfrente de ellos, la más digna hija de Atenea, había logrado encontrarla. Aunque la chica no se veía exactamente feliz por su triunfo,más bien parecía ¿Incómoda?

Los semidioses le dieron a Annabeth una pequeña sonrisa, definitivamente era una hija digna de Atenea

En su mano extendida, Atenea sostenía una estatua de Niké, la diosa alada de la victoria: una estatua que parecía pequeña desde allí, pero que probablemente era tan alta como una persona. La otra mano de Atenea estaba posada sobre un escudo del tamaño de una valla publicitaria,

—Sí, yo he dicho lo mismo— dijo Apolo

—Cállate Apolo, no arruines el momento— resopló Artemisa

con una serpiente esculpida asomando por detrás, como si Atenea la estuviera protegiendo.

El rostro de la diosa era sereno y afable… y se parecía al de Atenea. Annabeth había visto muchas estatuas que no guardaban ningún parecido con su madre,

—Eso es extraño— dijo Miranda

—Definitivamente— asintió Annabeth

—Pero no imposible— dijo Thalia

pero esa versión gigantesca, creada hacía miles de años, le hizo pensar que el artista debía de haber conocido a Atenea en persona. La había plasmado a la perfección.

—Cuéntanos Atenea ¿Había algún asuntillo por ahí?— preguntó Apolo

—Cállate Apolo— masculló Atenea —solo que era un gran artista

—Que te conocía— dijo Hermes

Atenea Partenos —murmuró Annabeth—. Está aquí de verdad…

—Fue sorprendente— dijo Annabeth

—Por supuesto que sí— asintió Artemisa —para nosotros también es sorprendente

—Y vaya que sí, pero lo lograste— dijo Atenea con una sonrisa —haz demostrado ser una digna hija mía

Annabeth no estaba segura si tomarlo como un cumplido, antes no lo habría dudado… pero ahora

Durante toda su vida había querido visitar el Partenón. Ahora estaba viendo la principal atracción que antes ocupaba el monumento, y era la primera hija de Atenea que lo hacía en milenios.

Se dio cuenta de que se había quedado con la boca abierta.

—No te podemos juzgar por eso— dijo Connor

—Definitivamente no— dijo Travis —fue la reacción de casi todos

—Pero a ti también te vemos impactados— comentó Rachel mirando a Annabeth —esa no fue una hazaña pequeña

—Para nada— dijo Thalia —eres increíble

—Claro que lo eres— asintió Percy con una gran sonrisa

Tragó saliva. Annabeth podría haber permanecido allí todo el día mirando la estatua, pero solo había llevado a cabo la mitad de la misión. Había encontrado la Atenea Partenos. Ahora, ¿cómo podía rescatarla de esa cueva?

—La otra pregunta del millón— dijo Travis

—Sí, no creo que la puedas llevar cargando— dijo Chris

—Definitivamente no era un opción— comentó Annabeth con una mueca, al menos la estatua había llegado a donde tenía que estar

Hebras de tela de araña cubrían la estatua como un pabellón de gasa. Annabeth sospechaba que sin esas telarañas, la estatua se habría caído hacía mucho a través del suelo debilitado. Al entrar en la sala, vio que las grietas eran tan anchas que podría haber perdido el pie dentro de ellas.

Atenea hizo una mueca, eso era malo y ella estaba de acuerdo había dicho la hija de Deméter de que le parecía malo que hubiera telarañas por todos lados, en realidad sí parecía que eran la base. En realidad esperaba que su hija encontrara una manera de llevarse la estatua y si era posible sin derrumbar la cueva porque no le gustaba a donde iba esto

Debajo de las grietas, no veía nada más que un vacío oscuro. Un escalofrío recorrió todo su cuerpo. ¿Dónde estaba la guardiana? ¿Cómo podía liberar Annabeth la estatua sin hundir el suelo? No podría empujar a la Atenea Partenos por el pasillo por el que había venido.

—Definitivamente no— dijo Apolo

—Ojalá que solo sea una prueba y haya manera de liberar la estatua— dijo Perséfone

—Exacto, como "has pasado la prueba, tenemos una grúa para ti"— asintió Apolo

—Si no es mucha molestia— dijo Connor

Escudriñó la estancia, con la esperanza de ver algo que le resultara de ayuda. Paseó la vista por los tapices, que eran de una conmovedora belleza. En uno aparecía una escena pastoral representada de forma tan tridimensional que podría haber sido una ventana.

—Vaya— dijo Katie

—La verdad es que sus tapices eran bastante impresionantes— dijo Annabeth

Atenea resopló

En otro tapiz aparecían los dioses luchando contra los gigantes. Annabeth vio un paisaje del inframundo. A su lado se encontraba el contorno de la Roma moderna. Y en el tapiz de su izquierda… Se le cortó la respiración.

—¿Qué pasa con el de la izquierda?— preguntó Thalia

—¡Vaya!— dijo Piper sorprendida cuando su mirada recorrió las siguientes líneas

—Lo sé— asintió Annabeth y le dio una sonrisa a Percy, Percy la miró con confusión

—Sí, pero nosotros no sabemos ¿Que tiene el tapiz de la izquierda?— preguntó Miranda

Era un retrato de dos semidioses besándose bajo el agua: Annabeth y Percy, el día que sus amigos los habían lanzado al lago de las canoas en el campamento.

Se oyó un jadeo colectivo en la Sala de Trono

—¿Qué?— se extrañó Percy

—Ni nosotros vimos eso y estábamos ahí— se quejó Connor

—Pero la verdad era un bonito tapiz — comentó Annabeth mirando a Percy con una sonrisa

—Me imagino que sí, lástima que no lo tengamos— dijo Percy

—Podemos imaginar que sí, pero ¿Cómo llegó ahí?— preguntó Bianca

—O sea, que ella te conocía — dijo Thalia

—Claro— masculló Atenea —eso explica muchas cosas

Era tan natural que se preguntó si la tejedora había estado allí, merodeando en el lago con una cámara sumergible.

¿Cómo es posible? —murmuró.

—Es lo que todos nos preguntamos— dijo Leo

—¿Las arañas respiran bajo el agua?— preguntó Connor

—Yo recuerdo muy bien ese día y no recuerdo haber visto una araña submarina— dijo Percy

—Gracias a los dioses o habría arruinado el momento — comentó Annabeth

Por encima de ella, en la penumbra, una voz habló.

Durante siglos he sabido que vendrías, cielo.

Annabeth se estremeció.

Parecía que todos en la Sala de Trono estaban conteniendo la respiración

De repente tenía otra vez siete años, escondida debajo de las mantas, esperando a que las arañas la atacaran de noche.

Zoé se estremeció, porque eso también tocó muy cerca. Charles la tomó de la mano

La voz sonaba tal como Percy la había descrito: un zumbido furioso con múltiples tonos, femenina pero no humana. En las telarañas situadas por encima de la estatua, algo se movió: algo grande y oscuro.

—Dioses— murmuró Mirada

—Y aquí vamos — comentó Thalia

—Bueno, ya oyó su voz— dijo Travis

Annabeth hizo una mueca

Te he visto en sueños —dijo la voz, empalagosa y siniestra, como el olor de los pasillos—. Tenía que asegurarme de que eras

digna, la única hija de Atenea lo bastante lista para pasar mis pruebas y llegar a este sitio con vida.

—Y con todo lo raro que puede ser, eso parece un cumplido — señaló Miranda

—Me pareció más un comentario pasivo-agresivo— dijo Calipso

De hecho, eres su hija más dotada. Eso hará tu muerte mucho más dolorosa para mi vieja enemiga cuando fracases estrepitosamente.

—Sí, creo que comentario pasivo-agresivo— asintió Leo

—Mejor dicho agresivo-agresivo— dijo Piper con una mueca

—Dioses, pero espero que al menos se arrepienta de subestimarte— dijo Zöe

El dolor del tobillo de Annabeth no era nada comparado con el ácido gélido que le corría por las venas. Quería huir. Quería suplicar clemencia. Pero no podía mostrar debilidad, en ese momento no.

—Por supuesto que no, lo disfrutaría— resopló Atenea

Annabeth se estremeció al recordar ese momento, Percy la acercó más hacia sí

¡Eres Aracne! —gritó Annabeth—. La tejedora que fue convertida en araña.

La figura descendió y se volvió más clara y más horrible.

Condenada por tu madre —dijo—. Despreciada por todos y transformada en una cosa espantosa… porque era la mejor tejedora.

—Fue por orgullosa— resopló Atenea

—Creo que te mordiste la lengua— señaló Poseidón

—Cállate— masculló Atenea

Pero tú perdiste la competición —dijo Annabeth.

¡Esa es la historia escrita por la vencedora! —gritó Aracne—. ¡Fíjate en mi obra! ¡Mírala por ti misma!

A Annabeth no le hacía falta. Los tapices eran los mejores que había visto en su vida;

—Creo que eso lo dice todo— comentó Poseidón

Atenea resopló

—En realidad eran muy buenos tapices— dijo Persefone

—Ay por favor, a ti te gustan las estatuas de Medusa, ni siquiera puedes opinar sobre esto — masculló Atenea

—Ten cuidado— resopló Hades

Piper mejor siguió leyendo

mejores que la obra de la hechicera Circe y, sí, mejores incluso que algunos tejidos que había visto en el monte Olimpo. Se preguntaba si su madre habría perdido en realidad, si había escondido a Aracne y había reescrito la verdad.

Todos voltearon a ver a Atenea

—No necesitamos hablar de esto— dijo la diosa de la sabiduría

—Yo creo que sí, en realidad todo está pasando por esa competencia ¿No es así?— comentó Charles en un tono duro

Atenea resopló, pero no le contestó sabiendo que lo mejor era ignorarlo. Los demás semidioses se vieron un poco sorprendidos, pero estaban de acuerdo con el chico

Pero en ese momento eso no importaba.

Has estado protegiendo esta estatua desde la Antigüedad —aventuró Annabeth—. Pero su sitio ya no está aquí. Me la voy a llevar de vuelta.

Ja —dijo Aracne.

—No la impresionó— dijo Apolo

—También lo noté — masculló Annabeth

—Bueno, pero tienes la ventaja de que te está subestimando — dijo Miranda

Incluso Annabeth tuvo que reconocer que su amenaza resultaba ridícula. ¿Cómo podía una chica con el tobillo envuelto en plástico de burbujas sacar esa enorme estatua de su cámara subterránea?

—Pequeño detalle— dijo Katie

—Eso es el por qué la amenaza sonaba ridícula — señaló Annabeth

—Bueno sí, pero todo puede pasar— dijo Katie

Me temo que tendrías que vencerme primero, cielo —dijo Aracne—. Y, desafortunadamente, eso es imposible.

La criatura salió de detrás de las cortinas de telaraña, y Annabeth comprendió que su misión era inútil. Estaba a punto de morir.

—No, no puedes llegar hasta el final para rendirte— masculló Atenea

—Pero eso habría estado mejor si hubiera podido llevar ayuda— dijo Persefone

Aracne tenía el cuerpo de una viuda negra gigante, con una marca roja y peluda en forma de reloj de arena en la cara interior de su abdomen y un par de glándulas secretoras de seda. Sus ocho patas largas y delgadas estaban cubiertas de púas curvadas del tamaño de la daga de Annabeth.

—Dioses— murmuraron algunos chicos con horror

—Definitivamente ya no me gustan las arañas— dijo Miranda

—A mí nunca me han gustado— murmuró Zoé

Si la araña seguía acercándose, solo su hedor dulzón bastaría para hacer desmayar a Annabeth. Pero lo más horrible era su cara deforme. Puede que en el pasado hubiera sido una mujer hermosa, pero ahora unas mandíbulas negras sobresalían de su boca como unos colmillos.

—Cada vez se pone peor su descripción— dijo Rachel

—Sí, ahora imagínate de cerca — dijo Annabeth con una mueca

—Pero creemos firmemente en qué puedes vencerla— comentó Artemisa

—Si no hay algo más de lo que preocuparse — dijo Apolo

Sus otros dientes se habían convertido en delgadas agujas blancas. Unos finos bigotes oscuros salpicaban sus mejillas. Sus ojos eran grandes, desprovistos de párpados y de un negro puro, con dos ojos más pequeños que le sobresalían de las sienes.

—Qué horror— dijo Katie

—Ahora entiendo por qué se quería vengar — murmuró Travis

—Sí, aunque los semidioses hijos de Atenea no tuvieron nada que ver— señaló Miranda

Atenea hizo una especie de mueca

La criatura emitió un violento « rip, rip, rip» que podría haber sido una risa.

Ahora me daré un banquete contigo, cielo —dijo Aracne—. Pero no temas. Haré un tapiz precioso que represente tu muerte.

Percy suspiró

—Se acabó el capítulo— murmuró Piper

—Vaya, que capitulo — dijo Apolo

—Y que manera de acabarlo— señaló Hermes

—Esto se está poniendo cada vez más interesante— dijo Dionisio — al menos

Recibió varias miradas de irritación

—Pero creo que debemos seguir leyendo mañana… Y antes de que repliquen — comentó Apolo mirando a Zoé a punto de hacer exactamente eso —de cualquier manera no sigue un capítulo sobre Annabeth

—¿A quién se le ocurrió poner los capítulos salteados?— preguntó Zoé a nadie en particular

—Es para que entiendas todo el contexto— asintió Apolo —ahora vayan y socialicen

Piper y Jason iban a socializar al Palacio de Afrodita, bueno, en realidad tenían asuntos que discutir, pero no esperaban encontrar a los mellizos ahí, los habían visto irse con Lena… Raro, así que se quedaron en la puerta mirándose el uno al otro tratando de decidir entrar o no, habían conversado y convivido con los niños, pero todavía se les hacía extraño. Decidieron entrar, Helena estaba dibujando acostada boca abajo en el piso y Thom estaba viendo la cama de Piper como si fuera un trampolín último modelo

—¿Qué están haciendo?— preguntó Jason

—Nada— respondió Thom inmediatamente

—Una fior— murmuró Helena moviendo sus piecitos a los lados

Piper y Jason sonrieron, aunque los dos niños se sabían expresar aún había palabras que no decían bien

—Te está quedando muy linda — dijo Jason

Helena sonrió —Gracias

—¿Te gusta mucho dibujar?— preguntó Jason

—Ajam— dijo Helena, mientras tanto Thom empezó a saltar en la cama

Piper intercambió una mirada con Jason y le preguntó a la niña —¿Por qué no nos dibujas tu casa?

Aunque no lo habían hablado como tal, era un acuerdo entre todos lo de tratar de descubrir información, esta era una buena manera, sin embargo Helena dijo—No, mejor otra fior

—¿No te gusta tu casa?— preguntó Piper, mientras tanto a Jason casi le da un mini infarto porque Thom casi se cae de la cama, lo estabilizó con una ráfaga de aire

—No— respondió Helena después de un momento —me gusta aquí ¿Me puedo quedar para siempre?

—Bueno— dijo Jason —no sé si para siempre, pero sí mientras leemos los libros

—Pero quiero estar aquí para siempre— se quejó la niña

—¿Por qué?— preguntó Piper

Pero Helena no contestó y como era común en los niños cambió de tema y dijo —Zoé una vez me asustó

—Claro— murmuró Jason —¿Cómo una broma?

La niña negó con la cabeza —Se enojó y peleó con un mostro y daba miedo— afirmó

Jason y Piper se voltearon a ver, Zoé no era el tipo de persona que intimidaria, por otro lado, esas eran precisamente las personas que más lo hacían, pero ¿Cómo se encontraron con un mounstro?

—¿Y ustedes estaban ahí?— preguntó Jason

—Ajam, nos pusimos atrás de un árbol

—¿Y estaban solos?

—Con Charlie— respondió la niña y siguió su dibujo

Jason hizo una mueca, él se había dicho muchas veces y lo había considerado que no dejaría que los niños tan pequeños se enfrentarán a un monstruo ¿Dónde se supone que estaba para Zoé tuviera que pelear y los mellizos se escondieran detrás de un árbol? Quería saberlo todo, esperaba que no se tardaran más para hacerlo.