LEO VII, VIII
Los chicos pasaron su tarde libre haciendo diferentes actividades, hubo pláticas bastante interesantes que los semidioses recordarían después, muchas piezas del rompecabezas de los legados se estaba armando y muchas otras aun faltaba, pero eran menos. El Olimpo bullía en actividad como nunca se había visto con semidioses, pronto llegó el momento del desayuno y de seguir con la lectura.
—Yo leo— dijo Miranda al día siguiente cuando ya todos estaban en la Sala de Trono —Capítulo VII, Leo
—¿Quién es tu tía Rosa? —preguntó Hazel.
Leo no quería hablar de ella.
—Lo siento— dijo Hazel
—Por eso cambié de tema— comentó Leo
—Sí— murmuró Hazel con una mueca
Las palabras de Némesis todavía resonaban en sus oídos. Su cinturón portaherramientas parecía más pesado desde que había metido la galleta, lo que era imposible. Los bolsillos del cinturón podían transportar cualquier cosa sin añadir peso adicional.
—Es el peso de la responsabilidad de esa galleta— dijo Hermes
—Era muy pesada— murmuró Leo, sobretodo por el hecho de lo que él creía que había sido el pago
Hazel y Frank también hicieron una mueca
Ni siquiera los objetos más frágiles se rompían. Aun así, Leo se la imaginaba allí dentro, arrastrándolo hacia abajo, esperando a ser abierta.
—Suena un poco tétrico, pero sí puede ser— dijo Apolo
—Tal vez no la tengan que usar— comentó Bianca
—Si Némesis se la dió en algún momento la van a tener que utilizar— dijo Artemisa
—Tarde o temprano— asintió Apolo
—Es una larga historia —dijo—. Me abandonó cuando mi madre murió y me entregó en acogida.
—Lo siento.
—Sí, bueno… —Leo estaba deseando cambiar de tema—. ¿Y tú? ¿Qué ha dicho Némesis de tu hermano?
—Te cambió la conversación— dijo Connor
—Me di cuenta— dijo Hazel
—Por eso nunca debes de hablar primero, así tienes una oportunidad de cambiar la conversación— señaló Apolo
—Ah, es bueno saberlo— murmuró Hazel
—Lección de hoy, aprendida— dijo Piper
Hazel parpadeó como si le hubiera entrado sal en los ojos.
—Nico… me encontró en el inframundo. Me trajo de vuelta al mundo de los mortales y convenció a los romanos del Campamento Júpiter para que me aceptaran. Le debo mi segunda oportunidad de vivir. Si Némesis está en lo cierto y Nico está en peligro… tengo que ayudarle.
Nico se movió incómodo
—Lamentablemente no creo que esté mintiendo— comentó Perséfone
Hades miró a su hijo con cierta preocupación, Bianca di Angelo miró hacía la tormentosa mirada del legado con su mismo nombre, no era el hecho de que se pareciera físicamente a su hermano sino que era la misma mirada que veía en Nico cada vez que intentaba invocarla, su sobrina le recordaba a su hermano en esos oscuros momentos y como Nico, podía confiar en lo que no debía ¿Tal vez debería hablar con su hermano?
—Claro —dijo Leo, pero la idea lo inquietaba. Dudaba que la diosa de la venganza diera consejos por altruismo—.
—Tienes un punto en eso— dijo Katie
—Pues tal vez es solo por el hecho de que tampoco le conviene que Gaia gane— comentó Artemisa
—Es cierto, no le convendría para nada— dijo Apolo
Y lo de que a tu hermano le quedan seis días de vida y que Roma será destruida… ¿Tienes idea de a qué se refería?
—No —reconoció Hazel—. Pero me temo…
—Pues tal vez sea exactamente como suena— dijo Hermes
—Obviamente, pregunta tonta— dijo Leo —mi error
—Debes tener más cuidado con las preguntas— comentó Travis
—Podría haber sido una metáfora o algo— señaló Rachel
—Ojalá lo hubiera sido— murmuró Hazel
Fuera lo que fuese lo que estaba pensando, decidió callárselo. Trepó a una de las rocas más grandes para ver mejor.
—Dioses— murmuró Leo acordándose de que seguía
—Bueno, me encanta la expresión que está poniendo Leo— bromeó Travis
—Eres un increíble amigo— dijo Leo
—Gracias, ya lo sé— asintió Travis
Leo trató de seguirla y perdió el equilibrio. Hazel le cogió la mano. Lo subió y se vieron sobre la roca, cogidos de la mano, cara a cara.
Esperanza frunció el ceño
—Dioses míos, esto no puede ser bueno para la salud de Calipso y Frank tan temprano en la mañana— dijo Connor
—Esos corajes son como para media tarde o algo así— comentó Katie
—Y tú que habías dicho que no iba a venir nada como en el primer libro de tu punto de vista— masculló Calipso
—Pero no es como ese— dijo Leo —y eso ya fue hace mucho tiempo, muuuucho
Calipso resopló
—Lo siento— murmuró Hazel a Frank
—Está bien— dijo Frank
Los ojos de Hazel brillaban como el oro.
« El oro no tiene secretos para mí» , había dicho. A Leo no se lo parecía al mirarla. Se preguntaba quién era Sammy. Tenía la persistente sospecha de que debía saberlo,
Leo hizo una mueca
—¿Y sí tenías que saberlo?— preguntó Apolo
—Sí— dijo Leo
—¿Y nos vas a decir quién era?— dijo Apolo
—No— respondió Leo
—Bueno, gracias— masculló Apolo
pero no podía identificar el nombre. Fuera quien fuese, tenía suerte si a Hazel le importaba.
—Esto… gracias.
—Mira Calipso, yo nada más soy la mensajera de la lectura— bromeó Miranda —si después de esto quieres matar a alguien que sea a Leo
—Vaya, muchas gracias Miranda— resopló Leo—y eso que a ti no te hice nada
—Lo sé, pero no puedo dejar pasar la oportunidad— dijo Miranda
Leo le soltó la mano, pero seguían tan cerca que podía notar el calor del aliento de la chica. Desde luego ella no parecía una persona muerta.
—¿Cuánto tiempo le dan de vida a Leo?— preguntó Connor
—Depende de en cuánto tiempo lo dejemos solo con Calipso— señaló Piper
—Pues yo creo que al terminar el capítulo ¿No?— dijo Miranda
—Yo digo que deberíamos acabar el libro de una vez— dijo Leo
—Eso no está añadiendote puntos, eh— señaló Piper
—Ninguno— resopló Calipso
—Cuando estábamos hablando con Némesis —dijo Hazel con nerviosismo—, tus manos… He visto llamas.
—Sí —asintió él—. Es un poder de Hefesto. Normalmente puedo controlarlo.
—Ah.
—Otra respuesta perfectamente elocuente— señaló Apolo
—Es la respuesta más corta que explica muchas cosas— dijo Leo
—Claro que sí— asintió Percy
Ella posó una mano en actitud protectora sobre su camisa tejana, como si estuviera a punto de jurar la bandera. Leo tenía la sensación de que quería apartarse de él, pero la roca era demasiado pequeña.
—Ay, esas rocas— dijo Travis negando con la cabeza
—No debieron escoger una roca tan chiquita— señaló Katie
—Tampoco había muchas rocas para escoger— murmuró Leo
« Genial —pensó—. Otra persona que cree que soy un friki y que doy repelús» .
—No era eso— dijo Hazel
—Ahora lo sé— dijo Leo
Miró al otro lado de la isla. La orilla opuesta estaba a solo unos cientos de metros. Entre un punto y el otro había dunas y grupos de rocas, pero nada parecido a un estanque.
—La dirección no estaba tan bien— señaló Percy
—Festo tiene un pequeño margen de error— dijo Leo
—O a lo mejor ustedes fueron los del margen de error— señaló Rachel
—Eso también podría ser cierto— admitió Leo
« Tú siempre serás un extraño —le había dicho Némesis—, la séptima rueda.
No hallarás un lugar entre tus hermanos» .
—No deberías hacerle mucho caso a lo que dice Némesis— señaló Apolo
—Ella siempre es así— comentó Afrodita con una mueca
—Incluso con nosotros, por eso luego no la invitamos a las fiestas— dijo Apolo
—Pero definitivamente las fiestas se ponen aun mejor cuando viene— señaló Dionisio
—Claro, se descontrolan más— dijo Hermes
Era como si le hubiera echado ácido en los oídos. Leo no necesitaba que nadie le dijera que era diferente. Había pasado meses solo en el búnker 9 del Campamento Mestizo, trabajando en su barco mientras sus amigos entrenaban juntos,
Hefesto miró a su hijo con una especie de mueca, era cierto que muchas veces sus hijos se sentían fuera de lugar con sus compañeros y podía darse cuenta que en Leo era todavía peor, su hijo era un gran inventor y un constructor dedicado, lo que aunque era bueno de cierta manera, pero también era una carga ya que la gente no siempre lo entendía.
comían en grupo y jugaban a atrapar la bandera por diversión o compitiendo por premios. Incluso sus mejores amigos, Piper y Jason, solían tratarlo como a un extraño. Desde que habían empezado a salir, su idea de « buenos momentos» no contemplaba la presencia de Leo.
—Que personas tan groseras son ustedes dos— dijo Connor negando con la cabeza
Jason y Piper se sonrojaron avergonzados
—Lo siento es que…— comenzó Jason
—Está bien— murmuró Leo incómodo
Su otro único amigo, Festo el dragón, había quedado reducido a un mascarón de proa con la destrucción de su disco de control en su última aventura. Leo no tenía los conocimientos técnicos para repararlo.
—Aún— añadió Deméter
—Es cierto, todo se puede— dijo Apolo
Leo sonrió un poco
« La séptima rueda» . Leo había oído hablar de la quinta rueda: un elemento sobrante, inútil. Suponía que la séptima rueda era todavía peor.
—No dejes que eso ocupe tus pensamientos— dijo Hefesto
—Nemesis solo quiere provocar rencor— comentó Hestia dándole una sonrisa amable a Leo
—Supongo— murmuró Leo sin estar del todo convencido
Había pensado que tal vez aquella misión le permitiría volver a empezar. Todo el trabajo duro que había realizado en el Argo II daría sus frutos. Tendría seis buenos amigos que lo admirarían y lo apreciarían, y zarparían al salir el sol para luchar contra los gigantes. Tal vez, esperaba Leo en el fondo, incluso encontrara novia.
—¿Y Calipso está pintada o qué?— señaló Miranda
—Pero todavía no la encontraba— comentó Leo
—Pero lo importantes es que la encontraste— dijo Afrodita
—Y fue lo mejor— dijo Leo sonriéndole a Calipso
Calipso le sonrió de vuelta —Aún así estás en problemas
—Nena— se quejó Leo
—Suena taan familiar— murmuró Esperanza para sí misma
« Echa cuentas» , se reprendió a sí mismo.
Némesis tenía razón. Puede que formara parte de un grupo de siete, pero seguía aislado. Había disparado sobre los romanos y no había dado a sus amigos más que problemas. « No hallarás un lugar entre tus hermanos» .
—No te atormentes con eso— dijo Hestia
—El destino siempre pone todo en su lugar— dijo Apolo
—Némesis solo quiere causar conflicto— señaló Hefesto
—¿Leo? —preguntó Hazel suavemente—. No puedes tomarte a pecho lo que ha dicho Némesis.
—Hazle caso— dijo Katie
—Ella sabe lo que dice— comentó Will
—Gracias— dijo Hazel
Él frunció el entrecejo.
—¿Y si es cierto?
—Es la diosa de la venganza —le recordó ella—. Puede que esté de nuestro lado y puede que no, pero el objetivo de su existencia es provocar rencor.
—Eso es cierto— asintió Apolo
—Exacto— dijo Perséfone —además aunque los haya ayudado todavía no saben si de verdad está de su lado
—De acuerdo— murmuró Leo sin saber muy bien qué decir
Leo deseó poder descartar sus emociones tan fácilmente, pero no podía. Aun así, Hazel no tenía la culpa.
—Deberíamos seguir adelante —dijo—. Me pregunto a qué se refería Némesis con lo de terminar antes de que anochezca.
—De que tienen que terminar antes de que se meta el sol— señaló Travis
—Pues sí, suena bastante lógico— dijo Thalia
—Pero me refería al por qué teníamos que terminar antes de que anocheciera— comentó Leo
—Tienes que especificarlo— dijo Percy
Hazel echó un vistazo al sol, que estaba rozando el horizonte.
—¿Y quién es el chico maldito que ha mencionado?
Debajo de ellos, una voz dijo:
—El chico maldito que ha mencionado.
Leo y Hazel intercambiaron miradas
—No nos gustan los chicos malditos— dijo Connor
—Este estaba guapo, pero tampoco nos gustó— murmuró Leo
—Bueno, ojalá que no sesa tan malo como siempre— dijo Chris
Al principio, Leo no vio a nadie. Entonces sus ojos se adaptaron. Se fijó en que había una joven a escasa distancia del pie de la roca. Iba vestida con una túnica de estilo griego del mismo color que las piedras. Su cabello ralo tenía un color a medio camino entre el rubio y el gris, de modo que se confundía con la hierba seca.
—Ojalá que no sea enemiga— dijo Bianca
—Esperemos que no, ya sería demasiada mala suerte— dijo Apolo
—Pero ellos lo toman como un reto— comentó Hermes
—Gracias— dijo Apolo
—Muchas gracias— corearon varios de los chicos
No era exactamente invisible, pero quedaba perfectamente camuflada hasta que se movía. Incluso entonces, a Leo le costaba fijar la mirada en ella. Tenía una cara bonita pero no memorable.
Leo hizo una mueca
—No— murmuró Hazel —¿Supongo que era parte de su maldición?
—Es probable— dijo Leo con una mueca
De hecho, cada vez que Leo parpadeaba no recordaba el aspecto que tenía y debía concentrarse para volver a localizarla.
—Hola —dijo Hazel—. ¿Quién eres?
—¿Quién eres? —contestó la chica.
—Oh, por supuesto— dijo Apolo
—¿Por qué "por supuesto"?— preguntó Bianca
—Los demás todavía no sabemos quién es— dijo Katie
—Pero es bastante obvio que lo van a descubrir— dijo Apolo
—No nos parece bastante obvio— dijo Miranda
Tenía voz de cansancio, como si estuviera harta de responder a esa pregunta.
Hazel y Leo se cruzaron una mirada. En las misiones de los semidioses nunca sabías con quién te ibas a tropezar.
—Es cierto— asintió Percy
—Completamente de acuerdo— dijo Thalia
—Todos lo sabemos— dijo Annabeth con una mueca
Nueve de cada diez veces no era un encuentro amistoso. Una chica ninja camuflada con colores de tierra no era algo con lo que a Leo le apeteciera lidiar en ese momento.
—Sobretodo si no es amistosa— dijo Katie
—Sobretodo así— suspiró Leo —pero no era el caso
—De ninguna manera— comentó Hazel
—¿Eres el chico maldito al que Némesis se refería? —preguntó Leo—. Pero eres una chica.
—Eres una chica —declaró la chica.
Algunos soltaron una risita
—¿Está repitiendo todo lo que estás diciendo o solo no sé, está jugando?— preguntó Katie
—Nop, era en serio que tenía que repetir— dijo Leo
Se oyó un murmullo de "ah" cuando todos se dieron cuenta
—¿Cómo? —dijo Leo.
—¿Cómo? —dijo la chica tristemente.
—Estás repitiendo… —Leo se interrumpió—. Ah. Un momento… Hazel, ¿no había un mito sobre una chica que lo repetía todo…?
—Ah, entonces también ya sabemos quién es el chico maldito— comentó Apolo
—Sí, desde que lo dijiste todos los demás lo descubrimos— señaló Hermes
—Era bastante obvio— dijo Artemisa
—Nada más estaba afirmando— dijo Apolo —además los chicos no se habían dado cuenta
—Eco —dijo Hazel.
—Eco —convino la chica.
Se movió, y su vestido cambió con el paisaje. Sus ojos eran del color del agua salada. Leo trató de concentrarse en sus facciones, pero no pudo.
—Era un poco complicado— dijo Hazel
—Demasiado— dijo Leo con una mueca
—Sobretodo también por la manera que cambiaba el paisaje— dijo Hazel
—Y que lo digas, no sabías para donde voltear— comentó Leo
—No me acuerdo del mito —reconoció—. ¿Te condenaron a repetir lo último que oías?
—Que oías —dijo Eco
—Pobrecilla —comentó Hazel—. Si mal no recuerdo, una diosa le echó la maldición.
—Una diosa le echó la maldición —confirmó Eco.
—¿Quién habrá sido?— murmuró Apolo
—Ni idea— dijo Hermes
—Fue Hera ¿Verdad?— preguntó en voz baja Silena a Sammy
—Por supuesto que sí— dijo Sammy
Leo se rascó la cabeza.
—Pero eso fue hace miles de años… Ah. Eres una de las mortales que ha vuelto cruzando las Puertas de la Muerte. Ojalá dejáramos de tropezar con muertos.
—Muertos —dijo Eco, como si estuviera regañándolo.
—Nada más recuerda que estás bajo amenaza— señaló Connor
—Lo siento— dijo Leo
—Y recuerda que no quieres volver hacer enojar a Percy— dijo Miranda
Nico le dio una mirada asesina a Leo
—O a Nico, está aquí y también puede dar miedo— dijo Travis
—Aunque eso no los detiene mucho ¿Verdad?— señaló Will
—De momento sí— comentó Travis
Leo se fijó en que Hazel había agachado la cabeza.
—Ejem… lo siento —murmuró—. No quería decir eso.
—Eso.
—O sea, es que esa no fue… No fue como uh el tono correcto— murmuró Leo
—Una excusa muy mala, pero te la vamos a pasar— dijo Travis
—¿Según quién?— masculló Nico
—Nosotros porque por eso Calipso lo va a regañar después— dijo Travis
Calipso rodó los ojos
Eco señaló con el dedo a la otra orilla de la isla.
—¿Quieres enseñarnos algo? —preguntó Hazel. Bajó de la roca, y Leo la siguió.
Incluso de cerca, Eco era difícil de ver. De hecho, cuanto Leo más la miraba, más invisible parecía volverse.
Hazel asintió con la cabeza
—Bueno, es cierto que algunas veces las ninfas se puede camuflajear así— dijo Grover
—Pero a ella en serio la perdías de vista, aunque estuviera frente a ti— dijo Leo
—Estoy de acuerdo— murmuró Hazel
—¿Seguro que eres real? —preguntó—. O sea… ¿de carne y hueso?
—Carne y hueso.
Ella tocó la cara de Leo y le hizo estremecerse. Tenía los dedos calientes.
—Que sí es real dice— asintió Connor
—Eso parece— dijo Leo
Calipso lo miró con una ceja alzada —¿Todo el libro va a ser así?
—Nada más como la mitad— murmuró Leo
—Esto es tan raro— dijo Esperanza
—Y que lo digas— murmuró Sammy
—Entonces… ¿tienes que repetirlo todo? —preguntó.
—Todo.
Leo no pudo evitar sonreír.
—Ay no— dijo Piper
—Broma a Eco, termina mal— dijo Leo
—Puede ser divertido.
—Divertido —dijo ella con abatimiento.
—Elefantes azules.
—Elefantes azules.
—Bésame, tonto.
—Tonto.
Los chicos no pudieron evitar soltar una carcajada
—Vaya que terminó mal— dijo Hazel riendo
—Te lo merecías— dijo Calipso
—Pero poquito— murmuró Leo
—¡Eh!
—¡Eh!
—Leo, no te burles de ella —le rogó Hazel.
—No te burles de ella —convino Eco.
—No seas grosero— dijo Rachel
—¿Por qué ahí sí repitió todo y en lo de "bésame tonto" no?— preguntó Zoé
—No lo sé, ese es uno de los grandes misterios— dijo Leo
—Bastante misterioso— dijo Zoé
—Está bien, está bien —dijo Leo, aunque tuvo que reprimirse. No se encontraba todos los días con alguien con modo de repetición incorporado—.
—Dioses, no es una máquina— comentó Calipso
—Lo sé, pero es que sí tenía modo repetición— murmuró Leo
—Dioses, Leo— dijo Piper
¿Qué estás señalando? ¿Necesitas nuestra ayuda?
—Ayuda —convino Eco enérgicamente.
—Entonces es mejor que vayan— dijo Perséfone
—Sonaba como que teníamos que ir— dijo Leo
—Y vaya que lo hacía— murmuró Hazel
—Esperemos les vaya bien si es que van a encontrar al "chico maldito"— comentó Apolo
Les indicó con la mano que la siguieran y echó a correr cuesta abajo. Leo únicamente podía seguir su progreso por el movimiento de la hierba y el brillo de su vestido cada vez que cambiaba para combinar con las rocas.
—Fue un poco complicado— asintió Hazel
—Era una misión en sí misma— comentó Leo
—Y que lo digas— asintió Hazel
—Será mejor que nos demos prisa —dijo Hazel—. O la perderemos.
Encontraron el problema… si una pandilla de chicas guapas es un problema.
—Pues mira, hablando así con tu novia presente probablemente lo sea— señaló Travis
—Sí, con tu novia presente vaya que lo podría ser— dijo Apolo —por eso es mejor no tener solo novios sino amigos…
—No te atrevas a terminar esa frase— señaló Perséfone —hay niños
—De acuerdo— murmuró Will
Por lo menos eso logró que Bianca mirara al dios con una ceja enarcada
Eco los llevó hasta un prado con la forma del cráter de una explosión, que tenía una pequeña charca en medio. Reunidas en la orilla del agua había varias docenas de ninfas. Por lo menos, Leo supuso que eran ninfas.
—Pues se veían como ninfas— dijo Leo
—Muchas cosas se parecen y luego no son— señaló Percy
—Es es cierto— dijo Thalia — y de cualquier manera, si son ninfas deberían tener mucho cuidado
—Y vaya que sí— asintió Grover
Al igual que las del Campamento Mestizo, llevaban vestidos de gasa. Tenían los pies descalzos. Poseían rasgos de duende, y su piel tenía un tono ligeramente verdoso.
—Entonces creo que sí son— comentó Apolo
—Es el experto en ninfas, sí que creele— dijo Hermes
—¿Disculpa?— masculló Apolo —Dionisio también es experto
—Ni siquiera me estoy metiendo— bufó Dionisio
Leo no entendía qué estaban haciendo, pero todas estaban congregadas en el mismo sitio, mirando hacia la charca y abriéndose paso a empujones para ver mejor.
—Pues debe estar muy bueno lo que están viendo— comentó Miranda
—Pues no era mi tipo, pero…— bromeó Leo encogiéndose de hombros
Varias sostenían móviles con cámara, tratando de hacer fotos por encima de las cabezas de las otras. Leo nunca había visto a ninfas con teléfonos.
—¿O sea que a ellas también les sirven los teléfonos?— se quejó Connor
—Eso parece— dijo Leo
—Ay, me parece una falta de respeto— dijo Connor
Se preguntó si estaban mirando un cadáver. De ser así, ¿por qué daban saltos y se reían con tanto entusiasmo?
—Sería muy raro— comentó Percy
—Pero no imposible— dijo Thalia
—Puede pasar— dijo Apolo
—¿Qué están mirando? —preguntó Leo.
—Mirando —dijo Eco suspirando.
—Solo hay una forma de averiguarlo —Hazel avanzó resueltamente y empezó a abrirse paso a empujones entre el grupo—. Disculpad. Perdón.
—Así es como se averiguan las cosas— dijo Rachel
—Hazel no se andaba por las ramas— dijo Miranda
—Ella iba a averiguar porque lo iba a averiguar— comentó Piper
—¡Eh! —se quejó una ninfa—. ¡Nosotras estábamos antes!
—Sí —dijo otra despectivamente—. Vosotros no le vais a interesar.
La segunda ninfa tenía unos grandes corazones rojos pintados en las mejillas.
—Por mí, casi casi se parecen a Afrodita— comentó Apolo
—Cállate— masculló Afrodita
—En realidad sí lo parecen— dijo Hermes
—Bueno, genial— murmuró Leo
Encima del vestido llevaba una camiseta de manga corta en la que ponía: ¡I 3 N!
—Ejem, asuntos de semidioses —dijo Leo, tratando de parecer solemne—. Haced sitio. Gracias.
—Abran paso, abran paso— dijo Percy
—Necesitamos una licencia de semidioses para mostrar en esos momentos— bromeó Leo
—Estaría increíble— dijo Piper
—e inventar códigos para esas misiones super secretas— dijo Percy
—Yo ayudo con los códigos— dijo Zoé
—Yo también— pidió Esperanza
—¿Ven? Esa es la clase de entusiasmo que necesitamos— señaló Leo —por supuesto que las dos pueden ayudar
Zoé y Esperanza chocaron los cinco
Las ninfas gruñeron, pero se separaron y les dejaron ver a un joven arrodillado en la orilla de la charca que miraba fijamente el agua.
—Debe estar muy interesante el agua— dijo Katie
—Es muy interesante— dijo Percy
—Sí, pero no estaba viendo el agua— señaló Leo
—Habría sido menos problema que hubiera estado viendo el agua— dijo Hazel
Leo normalmente no prestaba atención al aspecto de los demás chicos. Suponía que era el resultado de andar con Jason: alto, rubio, fuerte y básicamente todo lo que Leo no podría ser jamás.
Jason hizo una mueca. Leo se sonrojó
—Bueno cariño, es obvio, cada uno tiene su atractivo y muy buen atractivo a mí parecer— dijo Afrodita
—¡Mamá!— dijo Piper
Calipso miró a la diosa con el ceño fruncido
—¿Gracias?— murmuró Leo
Leo estaba acostumbrado a que las chicas no se fijaran en él. Como mínimo, sabía que nunca conseguiría a una chica por su belleza. Esperaba que su personalidad y su sentido del humor compensaran ese aspecto algún día, aunque estaba claro que hasta el momento no había dado resultado.
—Bueno ¿Qué dices Calipso?— preguntó Katie
Calipso se sonrojó
—Anda, cuéntanos que piensas— dijo Travis
—Bueno, yo creo que es bastante obvio lo que piensa si tomamos en cuenta a Esperanza— señaló Connor amablemente
Varios de los chicos y algunos dioses solaron una carcajada, Leo se atragantó (solo los dioses saben con qué)
—Dioses, que tal si mejor siguen leyendo— dijo Calipso sumamente sonrojada
—Mejor— murmuró Esperanza sonrojada
En cualquier caso, Leo no pudo pasar por alto el hecho de que el chico de la charca era un tío superguapo.
—Y pues sí lo era— dijo Leo encogiéndose de hombros
—Todos sabemos que lo es— dijo Apolo
—Por supuesto que lo es— dijo Afrodita
—Y lo que tenía de guapo lo tenía de idiota— señaló Artemisa rodando los ojos
—Estoy de acuerdo— dijo Hazel
Leo asintió de acuerdo
Tenía los rasgos faciales marcados y unos labios y unos ojos a medio camino entre la belleza femenina y el atractivo masculino. El cabello moreno le caía sobre la frente. Podría haber tenido diecisiete o veinte años, era difícil saberlo, pero tenía la constitución de un bailarín, con brazos largos y gráciles y piernas musculosas, una postura perfecta y un aire de serenidad regia.
—Era toda una belleza— suspiró Afrodita
—No sé de qué serviría que esté de nuevo en la tierra— masculló Artemisa
—Sube el atractivo de la tierra— señaló Apolo
—Para idiotas tenemos suficientes contigo— dijo Artemisa
—Yo sé que me amas, hermanita— dijo Apolo
—En tus sueños— resopló Artemisa
—Y se siguen escapando— masculló Hades
Llevaba una sencilla camiseta blanca y unos tejanos, y un arco y un carcaj sujetos con correas a la espalda. Saltaba a la vista que las armas no habían sido usadas desde hacía tiempo. Las flechas estaban cubiertas de polvo. Una araña había tejido una tela sobre el arco.
—Es la nueva moda en arcos— señaló Percy
—Puso su arco en modo halloween— dijo Leo
—Excelente decoración al parecer— dijo Thalia
—También el raco debe de estar a la moda— comentó Rachel
A medida que Leo se acercaba, reparó en que la cara del chico era extrañamente dorada. Con la puesta de sol, la luz se reflejaba en una gran lámina lisa de bronce celestial situada en el fondo de la charca y bañaba las facciones de don Guaperas de un cálido fulgor.
—Sí bueno, es que la verdad estaba muy bien— dijo Apolo
—Ay dioses— murmuró Will
—Es que de hecho era muy guapo— dijo Leo —que haya sido un idiota es diferente
—Pues suena guapo— admitió Rachel
Reyna la miró con una mueca
—No creo que las esculturas le hagan justicia— dijo Miranda
—Te aseguro que no— comentó Apolo
—En realidad, sí suena guapo— murmuró Bianca
Charles la miró con incredulidad
El chico parecía fascinado con su reflejo en el metal. Hazel inspiró bruscamente.
—Qué bueno está.
—¡Dioses, Hazel!— dijo Piper riendo
—Como pueden notar, sí está muy guapo— dijo Apolo
—Nadie sería indiferente— dijo Afrodita
—Definitivamente no— dijo Apolo
Alrededor de ella, las ninfas chillaron y asintieron aplaudiendo.
—Así es —murmuró el joven con aire soñador, sin apartar la mirada del agua—. Estoy buenísimo.
—A eso se le llama autoestima alta— dijo Connor
—Sí bueno, obviamente que sí— dijo Leo
—Es bastante lógico— señaló Chris
Una de las ninfas mostró la pantalla de su iPhone.
—El último vídeo que ha subido a YouTube ha recibido un millón de visitas en hará cosa de una hora. ¡Creo que la mitad han sido mías!
—Vaya, que buena fanática— dijo Piper
—Sí bueno, creeme que lo defendían bien— dijo Hazel
—Es una manera de decirlo— murmuró Leo
—Vaya, esperemos que les vaya bien— dijo Will
Las otras ninfas se echaron a reír como tontas.
—¿Un vídeo de YouTube? —preguntó Leo—. ¿Qué hace en el vídeo, cantar?
—¡No, tonto! —lo reprendió la ninfa—. Antes era un príncipe y un cazador maravilloso y tal. Pero eso no importa. Ahora solo… ¡En fin, mira!
—El vídeo no era lo que esperaba— dijo Leo—por lo menos debería tener unos cuantos efectos especiales o algo así
—O por lo menos mirándose en algún otro lugar— comentó Hazel
—Al menos— dijo Leo
Le enseñó a Leo el vídeo. Era exactamente lo que estaban viendo en la vida real: el chico mirándose en la charca.
—Lo que sea eso de Youtube suena bien, pero obviamente yo le ganaría— dijo Apolo
—Por favor, todos sabemos que la que ganaría sería yo, como siempre— dijo Afrodita Casi todos los demás dioses rodaron los ojos
—¡Está suuuuuupercañón! —dijo otra chica.
En su camiseta de manga corta se leía: SEÑORA DE NARCISO.
—Dioses, se parece a Lacy cuando lee a alguno de esos chicos de los libros— comentó Piper
—También se parece a Katie— señaló Miranda
—Muchísimas gracias, Miranda— dijo Katie rodando los ojos
—En realidad yo sí he visto que se pone así— asintió Travis con una sonrisa
Katie se sonrojó —No ayudes a mi hermana
—¿Narciso? —preguntó Leo.
—Narciso —convino Eco tristemente.
Leo se había olvidado de que Eco estaba allí. Al parecer, tampoco había reparado en ella ninguna ninfa.
—Parece que no— dijo Hazel
—Pues si se desvanecía en el paisaje como dices creo que sería un poco difícil— dijo Rachel
—¡Oh, otra vez tú, no!
La señora de Narciso intentó apartar a Eco de un empujón, pero calculó mal dónde estaba la chica camuflada y acabó empujando a varias ninfas.
—Típico— dijo Leo
—Lo que pasa todos los días— dijo Percy
—Obviamente— dijo Leo
—Por eso tengan cuidado cuando empujan a alguien— comentó Thalia
—¡Ya tuviste tu oportunidad, Eco! —dijo la ninfa del iPhone—. ¡Te plantó hace cuatro mil años! No eres ni de lejos lo bastante buena para él.
—Para él —dijo Eco con amargura.
—¿Cómo podría serlo cualquiera si solo estaba enamorado de él mismo?— preguntó Rachel
—Además de que era un completo imbécil— dijo Hazel
—Incluso desde antes de ver su reflejo— comentó Annabeth
—Un momento —era evidente que a Hazel le costaba apartar la vista del chico guapo, pero lo consiguió—.
—Entendible— dijo Apolo
Hazel se sonrojó, Frank hizo una mueca
—Lo siento— murmuró Hazel
¿Qué pasa? ¿Por qué nos ha traído Eco aquí?
Una ninfa puso los ojos en blanco. Sostenía un bolígrafo para firmar autógrafos y un póster arrugado de Narciso.
—Un cartón tamaño real— bromeó Katie
—No sé, creo que alguna sí lo llevaba— dijo Leo
—Me parece que vi algo así— dijo Hazel
—Vaya— murmuró Piper
—Hace mucho tiempo, Eco era una ninfa como nosotras, ¡pero estaba hecha una cotorra! Todo el día cotilleando, bla, bla, bla.
Hera resopló, Zeus se removió incómodo
—Luego les contamos ese chisme— dijo Apolo a los chicos
—Cállate Apolo— bufó Hera
—¡Ya te digo! —gritó otra ninfa—. Era insoportable. El otro día le decía a Cleopeia, la que vive en la roca de al lado de la mía, ¿sabes?, « Deja de cotillear o acabarás como Eco» . ¡Menuda bocazas está hecha Cleopeia! ¿Te has enterado de lo que ha dicho sobre la ninfa de las nubes y el sátiro?
—¿Está hablando de…?— preguntó Percy
—Sip— dijo Leo
—No nos dejen con la duda— dijo Apolo
—Bueno ¿Has puesto atención en los libros?— preguntó Hermes —porque es muy lógico después del primer libro, del "héroe perdido"
—¡Qué fuerte! —dijo la ninfa del póster—. En fin, así que como castigo por chismorrear, Hera maldijo a Eco para que solo pudiera repetir las cosas, lo que nos pareció estupendo.
—Por supuesto que sí— masculló Hera
—Que groseras— dijo Katie con una mueca
—Se lo merecía— resopló Hera
Los semidioses se dieron una mirada entre sí
Pero entonces Eco se enamoró de nuestro macizorro, Narciso… como si él fuera a fijarse en ella.
—¡Eso! —dijeron media docena de ninfas más.
—Ni en ellas, al parecer— señaló Leo
—Es lo que decía Rachel, nadie va a ser lo suficientemente buena— dijo Reyna
—O bueno— comentó Apolo encogiéndose de hombros
—Y ahora se le ha metido en la cabeza la idea de que él necesita que lo salven —dijo la señora Narciso—. Lo que debería hacer es largarse.
—Pues creo que suena como que debería ser salvado— dijo Katie
—Pero hay veces que no puedes salvar a una persona que no quiere ser salvada— murmuró Hazel
—Tienes toda la razón— asintió Hestia
—Largarse —gruñó Eco.
—Me alegro mucho de que Narciso esté otra vez vivo —dijo otra ninfa con un vestido gris. Tenía las palabras NARCISO + LAIEA escritas por los brazos con rotulador negro—.
—Sí, definitivamente sí se parecen a Lacy— dijo Piper
—Dioses, como exhibes a tu hermana— dijo Leo
—Deberías ver el espacio que tiene en la cabaña— señaló Piper
—Deberían de ver el espacio que tiene Katie— comentó Miranda
—¡Miranda!— masculló Katie
—Bueno, mientras no se pongan como esas ninfas cuando se enojan— murmuró Leo
¡Es el mejor! Y está en mi territorio.
—Corta el rollo, Laiea —dijo su amiga—. Yo soy la ninfa de la charca. Tú solo eres la ninfa de la roca.
—Pues tiene un punto— dijo Rachel
—Pero pues está en la hierba ¿No?— señaló Piper
—Pero se ve en el agua— dijo Rachel
—Sí, pero la mayoría de su cuerpo está en la hierba— dijo Piper
—Pues y o soy la ninfa de la hierba —protestó otra.
—¡No, es evidente que ha venido aquí porque le gustan las flores del campo!
—dijo otra—. ¡Y son mías!
—No creo que haya ido ahí por eso— dijo Hermes
—Me parece que no— dijo Apolo
Todo el grupo empezó a discutir mientras Narciso contemplaba el lago, haciendo como si ellas no existieran.
—No creo que ninguna tenga oportunidad— señaló Bianca
—Nadie, de ninguna manera— dijo Hermes
—Para él, obviamente no existe nadie más— dijo Deméter
—¡Un momento! —gritó Leo—. ¡Un momento, chicas! Tengo que preguntarle una cosa a Narciso.
Poco a poco las ninfas se calmaron y volvieron a hacer fotos.
Leo se arrodilló junto al chico guapo.
—Lo que no es muy recomendable— dijo Leo
—Esperemos que al menos puedas captar su atención— dijo Perséfone
—No por mucho— comentó Leo
—Eh, Narciso. ¿Qué pasa?
—¿Podrías apartarte? —preguntó Narciso distraídamente—. Estás estropeando la vista.
Leo miró al agua. Su reflejo ondeaba al lado del de Narciso en la superficie del bronce sumergido.
Leo hizo una mueca
Leo no tenía el más mínimo deseo de contemplarse. Comparado con Narciso, parecía un troll enclenque.
—Bueno, creo que nadie se vería tan cool como él— dijo Connor
—Ustedes tal vez no— dijo Apolo —pero obviamente yo sí
—Y por eso no lo dejamos cerca de superficies reflectantes— señaló Hermes
—De cualquier manera te entendemos— dijo Travis —a ninguno nos gustaría ver nuestro reflejo cuando ahí está alguien sumamente guapo
—No ayudaría con mi autoestima— señaló Connor
Pero no cabía duda de que el metal era una lámina de bronce celestial forjado a martillazos, con una forma más o menos circular, de un metro y medio de diámetro.
—Eso va a ser un poco complicado— dijo Apolo
—Un poco— murmuró Leo
—Claro, super poquito— suspiró Hazel
Leo no estaba seguro de qué hacía el metal en la charca. El bronce celestial caía a la tierra en lugares curiosos. Había oído que la mayoría de los trozos eran desechos de los diversos talleres de su padre.
—Todos lo sabemos— asintió Hermes
Bianca hizo una mueca recordando esos desechos del dios, Nico también hizo una mueca
Hefesto perdía los estribos cuando sus proyectos no salían bien y lanzaba los restos al mundo de los mortales. Ese trozo parecía haber sido concebido como escudo para un dios, pero no había acabado como es debido.
—Seguramente tenía muchos desperfectos— señaló Hefesto
—O simplemente no te gustó— dijo Hermes
—O el dios al que estaba destinado te hizo enojar— comentó Apolo
—Todas son razones validas— dijo Leo —sobretodo porque ese escudo nos ayudó
Si Leo pudiera llevárselo al barco, tendría suficiente bronce para las reparaciones.
—Claro, una vista estupenda —dijo Leo—. Me apartaré enseguida con mucho gusto, pero si no usas esa lámina de bronce, ¿podría llevármela?
—-Supongo que sí la usa— dijo Percy
—Pero pudo haber compartido un poco— dijo Leo
—No debería ser tan egoísta— comentó Piper
—No —repuso Narciso—. Lo amo. Está buenísimo.
Leo miró a su alrededor para ver si las ninfas se estaban riendo. Aquello tenía que ser una broma de campeonato. Pero estaban embelesadas y asentían con la cabeza.
—Como un asunto sumamente serio— dijo Leo
—Bueno, pues para ellas tal vez era un asunto serio— dijo Piper
—Espero que se dieran cuenta que no valía la pena— señaló Hazel
—También yo— dijo Leo
Solo Hazel parecía horrorizada. Arrugaba la nariz como si hubiera llegado a la conclusión de que Narciso olía peor de lo que aparentaba.
—Pues lo hacía— dijo Hazel
—Y nos empezamos a dar cuenta que Narciso era un idiota— dijo Leo
—Más vale tarde que nunca— comentó Thalia
—Tío —le dijo Leo a Narciso—. Eres consciente de que te estás mirando a ti mismo en el agua, ¿verdad?
—Soy la bomba —dijo Narciso suspirando.
—Sí claro— dijo Leo
—Se puede ver a kilómetros que lo es— comentó Percy —y eso que no lo vimos
—Se siente la idiotez incluso en el libro— señaló Reyna
—Y que lo digas— comentó Annabeth
Alargó una mano con anhelo para tocar el agua, pero se echó atrás—. No, no puedo formar ondas. Estropean la imagen. Caray … soy la bomba.
—Sí —murmuró Leo—. Pero si me llevo el bronce, podrías seguir viéndote en el agua.
—Pero la imagen no se vería tan bien— señaló Apolo
—Eso no es lo importante— masculló Hades —necesita irse antes de que los romanos los encuentren, además de lo que les dijo Némesis
O aquí… —metió la mano en su cinturón y sacó un sencillo espejo del tamaño de un monóculo—. Te lo cambio.
Narciso cogió el espejo a regañadientes y se admiró.
—Bueno, pues también puede verse— dijo Percy
—Sí, pero nunca es bueno ver tu imagen en algo demasiado pequeño— comentó Apolo —no te da la misma perspectiva
—En eso tengo que estar completamente de acuerdo— dijo Afrodita
—¿Tú también llevas una foto mía? Lo entiendo perfectamente. Estoy macizo. Gracias —dejó el espejo y centró de nuevo su atención en la charca—. Pero tengo una imagen mucho mejor. El color me favorece, ¿no crees?
—Pues…— murmuró Leo
—Un foto suya, sí claro— dijo Piper
—Siempre fue un imbécil— comentó Zoë
—¡Oh, dioses, sí! —gritó una ninfa—. ¡Cásate conmigo, Narciso!
—¡No, conmigo! —gritó otra—. ¿Me firmas el póster?
—¡No, fírmame la camiseta!
—¡No, fírmame la frente!
—¡No, fírmame el…!
—Los y las admiradoras pueden ser muy insistentes— dijo Apolo
—Nos dimos cuenta— dijo Leo
—Fue bastante evidente que no se iban a dar por vencidas— asintió Hazel
—¡Basta! —soltó Hazel.
—Basta —convino Eco.
Leo había vuelto a perder de vista a Eco, pero se dio cuenta de que estaba arrodillada al otro lado de Narciso, agitando la mano delante de su cara como si intentara desconcentrarlo. Narciso no se inmutó.
—No creo que nada pueda hacer que se aparte de su reflejo— comentó Rachel
—Y de cualquier manera no creo que quieran que se aparte— dijo Perséfone
—Definitivamente no querían que se apartara— dijo Hazel
—Fueron un público muy duro— señaló Leo
El club de fans formado por las ninfas trató de apartar a Hazel a empujones, pero ella desenvainó su espada de la caballería y las hizo retroceder.
—¡Despertad! —gritó.
—Es que dioses— murmuró Hazel
—Te entendemos y eso que no lo conocimos— dijo Piper
—Yo sí lo conocí y también quería gritar— dijo Leo
—No te firmará la espada —se quejó la ninfa del póster.
—No se casará contigo —dijo la chica del iPhone—. ¡Y no podéis llevaros el espejo de bronce! ¡Es lo que lo retiene aquí!
—Dioses, ella tiene un iPhone— se quejó Connor
—Aparte de que pueden utilizar celular, utilizan los mejores— señaló Miranda
—Claro, no era suficiente con que los utilizaran— dijo Travis
—Sois todas ridículas —replicó Hazel—. Se lo tiene muy creído. ¿Cómo puede gustaros?
—Gustaros —dijo Eco suspirando, sin dejar de agitar la mano delante de la cara de Narciso.
Las otras suspiraron con ella.
—Pues creo que sí les gusta mucho— dijo Piper
—Es que sí era muy guapo, pero solo eso— masculló Hazel
—No había nada que valiera la pena en él— dijo Leo —al menos para nosotros
—Estoy como un queso —dijo Narciso con comprensión.
—Escucha, Narciso —Hazel mantuvo la espada lista—. Eco nos ha traído para que te ayudemos. ¿Verdad que sí, Eco?
—Pero parece que ella sí encuentra algo que valga la pena— señaló Bianca
—Sí, aunque no sé qué— dijo Leo
—Eco —dijo Eco.
—¿Quién? —preguntó Narciso.
—Al parecer, la única chica a la que le importa lo que te pase —dijo Hazel
—Eso parece— dijo Jason
—Y Narciso no se merecía a Eco— resopló Leo
—De ninguna manera— masculló Hazel
—. ¿Recuerdas haber muerto?
Narciso frunció el entrecejo.
—Yo… no. No puede ser. Soy demasiado importante para morir.
—Tampoco tanto— dijo Apolo
—Pues no, obviamente se murió— dijo Hermes —y no fue la gran cosa
—Y en el Inframundo tampoco es la gran cosa— resopló Hades
—Te moriste mirándote —insistió Hazel—. Ya me acuerdo de la historia. Némesis te maldijo porque rompiste muchos corazones. Tu castigo consistió en enamorarte de tu propio reflejo.
—Me quiero muchísimo —convino Narciso.
—Eso es llevar el amor por uno mismo a un nivel muy alto— dijo Miranda
—Pues claro, por eso existe la palabra narcisista— señaló Katie
—Obviamente Miranda, por eso debes poner atención en la clase de mitos— dijo Connor
—Es muy importante poner atención— asintió Percy
—Al final te moriste —continuó Hazel—. No sé qué versión de la historia es cierta. O te ahogaste o te convertiste en una flor que colgaba sobre el agua o… Eco, ¿qué más?
—¿Qué más? —dijo ella desesperada.
—Pero de cualquier manera ninguna opción suena bien— dijo Perséfone
—Murió de inanición— sugirió Thalia
—Murió por ser un idiota— dijo Piper
—También— asintió Hazel
Leo se levantó.
—Da igual. Lo importante es que estás otra vez vivo, tío. Tienes una segunda oportunidad. Es lo que Némesis nos ha dicho. Puedes levantarte y seguir con tu vida. Eco intenta salvarte. O puedes quedarte aquí mirándote hasta que te vuelvas a morir.
—Vamos a pensar en que eligió— comentó Rachel
—Pues creo que no es muy difícil averiguarlo— dijo Connor
—Creo que ya dependerá de que pueda ver algo más que su propio reflejo— comentó Annabeth
—Pues ojalá que lo haya podido hacer, por Eco— dijo Hazel
—¡Quédate! —gritaron todas las ninfas.
—¡Cásate conmigo antes de morirte! —chilló otra. Narciso negó con la cabeza.
—Solo queréis mi reflejo. Lo entiendo perfectamente, pero no podéis conseguirlo. Me pertenece.
—Bueno, eso es cierto, sí le pertenece— dijo Apolo
—No es como que el reflejo se pueda pasar a alguien más— dijo Piper
—Todo puede suceder— señaló Percy
Hazel suspiró, exasperada. Echó un vistazo al sol, que se estaba poniendo rápidamente. A continuación señaló con la espada el borde del cráter.
—Leo, ¿podemos hablar un momento?
—Es hora de un super plan— dijo Percy
—Pues no estoy seguro si fue un super plan— dijo Leo
—Pero funcionó— señaló Hazel
—Discúlpanos —dijo Leo a Narciso—. Eco, ¿quieres acompañarnos?
—Acompañarnos —confirmó Eco.
Las ninfas volvieron a apiñarse alrededor de Narciso y empezaron a grabar nuevos vídeos y a hacer nuevas fotos.
—Eso es admirar mucho a alguien— dijo Thalia
—Supongo que ya tu hermana no llega a tanto— comentó Chris a Piper
—No, pero porque no puedes grabar a un chico de un libro— dijo Piper
—Una lástima— dijo Katie y le sonrió a su novio
Hazel tomó la delantera hasta que estuvieron fuera del alcance del oído.
—Némesis tenía razón —dijo—. Algunos semidioses no pueden cambiar su naturaleza. Narciso se quedará aquí hasta que vuelva a morirse.
—Pues sí— dijo Rachel —pero tal vez, solo tal vez pueda usar su otra oportunidad
—Aunque no es muy probable— dijo Reyna
—Pero todo podría pasar— comentó Rachel con una pequeña sonrisa
—No —dijo Leo.
—No —convino Eco.
—Necesitamos ese bronce —dijo Leo—. Si nos lo llevamos, puede que le demos a Narciso un motivo para espabilarse. Eco tendría la oportunidad de salvarlo.
—Podrían intentarlo— convino Perséfone
—Pero lo más seguro es que aunque lo logren vuelva a encontrar alguna superficie donde ver su reflejo— señaló Apolo —algunos destinos no pueden cambiar
Bianca le dio una mirada a Charles de "te lo dije"
—La oportunidad de salvarlo —dijo Eco, agradecida. Hazel clavó su espada en la arena.
—También puede que cabreemos a varias docenas de ninfas —dijo—. Y puede que Narciso no se haya olvidado de cómo se dispara con el arco.
—Eso podría ser un problema— dijo Reyna
—Como les gusta hacer enojar a todas las criaturas que se encuentran— dijo Apolo
—No siempre es la intención— murmuró Leo
—La mayoría de las veces no— dijo Percy
Leo reflexionó sobre ello. El sol estaba a punto de ponerse del todo. Némesis había dicho que Narciso se inquietaba cuando anochecía, probablemente porque ya no podía ver su reflejo.
—Creo que es justo por eso— dijo Apolo
—Sería algo muy malo para todos porque también las ninfas se enfadarían— dijo Annabeth
Leo no quería quedarse a comprobar a qué se refería la diosa con la palabra « inquieto» . Él ya se había enfrentado a turbas de ninfas desquiciadas y no tenía ganas de volver a pasar por la experiencia.
—No, no es algo recomendable— dijo Piper
—Para nada— dijo Jason
—¿Hicieron enojar a unas ninfas?— preguntó Hermes
—Un poquito— dijo Leo
—Espero no hayan sido las mías— masculló Dionisio
Jason, Piper y Leo intercambiaron miradas
—Hazel, tu poder con los metales preciosos… —dijo—. ¿Simplemente puedes detectarlos o puedes invocarlos?
Ella frunció el entrecejo.
—A veces puedo invocarlos. Nunca lo he intentado con un trozo de bronce celestial tan grande.
—Pero puedes hacerlo— dijo Will
—Obviamente que puede— dijo Nico
—Gracias— dijo Hazel sonriéndoles
Podría atraerlo a través de la tierra, pero tendría que estar bastante cerca. Requeriría mucha concentración, y no sería rápido.
—Rápido —advirtió Eco.
—Y al parecer tiene que ser rápido— dijo Percy
—Ese era el plan, pero no resultó el plan— dijo Leo
—típico— comentó Thalia
Leo soltó un juramento. Había albergado la esperanza de que pudieran volver al barco y Hazel pudiera teletransportar el bronce celestial a una distancia prudencial.
—Lo siento —dijo Hazel
—Está bien, no fue tu culpa— dijo Leo —no había otra manera de hacerlo
—Está bien —dijo—. Tendremos que hacer algo arriesgado. Hazel, ¿qué tal si invocas el bronce desde aquí? Haz que se hunda a través de la arena y que vaya hacia ti, luego cógelo y corre hacia el barco.
—Ajá ¿Y luego?— dijo Connor
—Esa es solo la primera fase del plan— dijo Leo —luego improvisamos
—Mucho— dijo Hazel
—Me gusta ese plan— comentó Percy
—Pero Narciso lo está mirando continuamente —dijo.
—Continuamente —repitió Eco.
—Yo me ocuparé de eso —dijo Leo, que ya estaba empezando a detestar su plan—.
—Sabes que es buen plan cuando pasa eso— dijo Percy
—Es cierto, voy a escribir una reseña que se llame "¿Cómo saber cuando un mal plan de hecho es un buen plan?". Exclusivo para semidioses— dijo Leo
—Quiero cinco— dijo Percy
—Por supuesto, tú vas a ser el coautor— señaló Leo
Eco y yo crearemos una distracción.
—¿Una distracción? —preguntó Eco.
—Ya te lo explicaré —prometió Leo—. ¿Estás dispuesta?
—Dispuesta —dijo Eco.
—Nunca pensé que se pudiera tener una conversación donde se entendía todo con alguien que solo repite lo que escucha— comentó Miranda
—Tampoco yo, pero sí se pudo— dijo Leo
—Estupendo —dijo Leo—. Esperemos no palmarla.
—Ojalá— dijo Thalia
—Esperemos que no— dijo Hermes —no sería algo agradable
—De ninguna manera, las ninfas dan miedo cuando se enfadan— argumentó Apolo
—Y vaya que sí— dijo Leo
VIII
Leo
Leo se mentalizó para someterse a un cambio de imagen radical.
—Ah, eso explica muchas cosas— bromeó Percy
—Lo sé, fue un look espectacular— dijo Leo
—Algo diferente y novedoso— señaló Piper
Sacó unos caramelos de menta y unas gafas de soldador de su cinturón portaherramientas. Las gafas no eran exactamente unas gafas de sol, pero tendrían que servir. Se remangó las mangas de la camisa.
—Ay dioses— murmuró Leo sonrojado
—Bueno, se escucha que va a ser un plan extraño, pero bueno— dijo Apolo
Usó un poco de lubricante para engrasarse el pelo. Se metió una llave inglesa en el bolsillo trasero (no sabía muy bien por qué) y le mandó a Hazel que le dibujara un tatuaje en el bíceps con un rotulador: TEAM LEO, junto con unas tibias y una calavera.
Todos voltearon a ver a Leo con sorpresa
—Tenía que meterme en el papel— dijo Leo
—No hay chico más rudo que Leo— dijo Connor
—Ni tan genial— señaló Leo
—Ve con todo— dijo Travis
—¿Qué demonios estás pensando?
Parecía muy nerviosa.
—Trato de no pensar —reconoció Leo—. No es compatible con estar loco.
—Buen punto— dijo Percy
—Tiene mucho sentido esa frase— asintió Piper
—Lo sé, reina de belleza— dijo Leo
Tú concéntrate en mover el bronce celestial. Eco, ¿estás lista?
—Lista —dijo ella.
Leo respiró hondo. Regresó contoneándose a la charca, con la esperanza de lucir un aspecto increíble y no el de alguien aquejado de una enfermedad nerviosa.
—No te veías con una enfermedad nerviosa— dijo Hazel
—Me alegra muchísimo— dijo Leo —porque me sentía así
—Tú solo recuerda que lo importante es la actitud— dijo Apolo
Leo asintió de acuerdo
—¡Leo mola más que nadie! —gritó.
—¡Leo mola más que nadie! —gritó Eco a su vez.
—¡Sí, nena, mírame!
—¡Mírame! —dijo Eco.
—Eco suena como una increíble fan— señaló Connor
—Lo era— dijo Leo
—La mejor— asintió Hazel
—¡Dejad paso al rey !
—¡El rey !
—¡Narciso es un debilucho!
—¡Debilucho!
—Uhhh— corearon los Stoll
—Llegó con toda la fuerza— dijo Rachel
—Claro, mejor empezar con todo— dijo Leo —por si después me quedo sin frases
—Tiene sentido— dijo Thalia
Las ninfas se dispersaron sorprendidas. Leo las ahuyentó como si le molestaran.
—Autógrafos no, chicas. Sé que queréis estar con Leo, pero soy demasiado molón para vosotras. Más vale que os quedéis con ese memo feúcho de Narciso.
—Vaya, tú no le temes a nada— dijo Travis
—Nada más a Calipso— bromeó Piper
—Vaya, muchas gracias reina de belleza— dijo Leo —¿Y desde cuando te metes con Cal? No lo habías estado haciendo tan obvio
Calipso miró a Piper
Piper se encogió de hombros —Creo que es hora de pasarla al lado oscuro
—¿Gracias?— dijo Calipso
—¿Sabes qué? Ya no te lleves con ella— dijo Leo, Piper le aventó un cojín
¡Es una nenaza!
—¡Nenaza! —dijo Eco con entusiasmo.
Las ninfas murmuraron airadamente.
—¿Qué estás diciendo? —preguntó una.
—Tú sí que eres una nenaza —dijo otra.
—Uhhhh esto se va a poner feo— dijo Connor
—Si sigues así sí vas a llamar su atención— dijo Luke
—Esperaba que sí— asintió Leo
—Pues vas bien— dijo Percy
Leo se ajustó las gafas y sonrió. Sacó el bíceps, aunque no tenía mucho que sacar, y lució su tatuaje de TEAM LEO. Había captado la atención de las ninfas, aunque solo fuera porque estaban alucinando, pero Narciso seguía concentrado en su reflejo.
—Pero pues ya tienes la atención de las ninfas— dijo Hermes
—Es un punto a tu favor— dijo Apolo
—Aunque todavía no las vayas a hacer enojar— comentó Rachel
—De acuerdo— dijo Leo
—¿Sabéis cómo de feo es Narciso? —preguntó Leo al grupo—. Es tan feo que
cuando nació su madre pensó que era un centauro al revés, con culo de caballo en lugar de cara.
Varios de los chicos se empezaron a reír
—Me parece ofensivo su chiste, señor Valdez— señaló Quirón
Leo se puso de diferentes tonos de rojo —Lo siento
—Eso no se hace Leo— dijo Connor negando con la cabeza
Algunas ninfas dejaron escapar un grito ahogado. Narciso arrugó la frente, como si fuera vagamente consciente de que había un mosquito zumbando alrededor de su cabeza.
—No creo que haya escuchado que lo estabas insultando— dijo Bianca
—Pero lo va a escuchar— dijo Leo
—Tarde o temprano— señaló Percy
—¿Sabéis por qué su arco tiene telarañas? —continuó Leo—. ¡Porque lo usa para cazar citas, pero no consigue ninguna!
Una ninfa se rió.
—Bueno, vas bien— dijo Chris
—Gracias, es mi don— dijo Leo
—Excelente don— comentó Percy
Las otras la hicieron callar rápidamente de un codazo. Narciso se volvió y miró a Leo con el entrecejo fruncido.
—¿Quién eres tú?
—Al menos ya reparó en ti— dijo Rachel
—Ahora esperemos que no se de cuenta de lo que está pasando— dijo Thalia
—Tal vez era esperar mucho— murmuró Leo
—Gracias por el spoiler— dijo Piper
—Tú estabas en el barco— señaló Leo
—¡Soy la repera, tío! —dijo Leo—. Soy Leo Valdez, chico malo donde los haya. Y a las mujeres les encantan los chicos malos.
—¡Les encantan los chicos malos! —dijo Eco, gritando de forma convincente.
—No cariño, también depende que chicos malos— dijo Afrodita
—¿Hay diferentes tipos de chicos malos?— preguntó Leo
—Definitivamente— dijo Afrodita —y hay un tipo en especial en la que la mayoría son imbéciles
—Todos son imbéciles— señaló Artemisa
Leo sacó un bolígrafo y firmó un autógrafo en el brazo de una de las ninfas.
—¡Narciso es un pringado! Es tan debilucho que no puede ni levantar un Kleenex. Es tan flojo que si buscáis la definición de « flojo» en Wikipedia, veréis una foto de Narciso, pero la foto es tan fea que nadie la mira.
—Muy buenos insultos— dijo Hermes
—Deberías escribir un libro de insultos— dijo Apolo
—Lo tomaré en cuenta, gracias— comentó Leo
Narciso arqueó sus atractivas cejas. Su cara pasó del color bronce al rosa salmón. Se había olvidado momentáneamente de la charca, y Leo vio que la lámina de bronce se hundía en la arena.
—¿Qué dices? —preguntó Narciso—. Soy increíble. Todo el mundo lo sabe.
—Pues no tan increíble al parecer— dijo Piper
—No, definitivamente no— dijo Hazel
—Alguien le mintió descaradamente— señaló Leo
—Bueno, pues también con todas las fans que tenía…— dijo Miranda
—Un capullo increíble, querrás decir —dijo Leo—. Si y o fuera tan capullo como tú, me ahogaría. Ah, espera, que eso ya lo has hecho.
Otra ninfa soltó otra risita. Luego otra.
—Dioses, ibas con todo Leo— comentó Rachel
—Claro, hay que actuar bien— dijo Leo
—Creo que también vas a tener tus propias fans— dijo Apolo
Calipso resopló
Narciso gruñó, lo que le hizo parecer un poco menos guapo. Mientras tanto, Leo sonreía, movía las cejas por encima de las gafas y extendía las manos, haciendo gestos para que las ninfas aplaudieran.
—Gracias, soy genial— dijo Leo
Los chicos también aplaudieron
—Muy bien hecho— dijo Hefesto
—¡Eso es! —dijo—. ¡Leo, campeón!
—¡Leo, campeón! —gritó Eco.
Se deslizó entre el grupo de ninfas, y como era tan difícil de ver, las ninfas debieron de pensar que la voz era de una de ellas.
—Que excelente ayuda— dijo Apolo
—Y además así no iban a sospechar que algo estaba pasando— dijo Perséfone
—Tienen un poco de ventaja— dijo Poseidón
—¡Madre mía, soy alucinante! —rugió Leo.
—¡Alucinante! —gritó Eco.
—Es gracioso —se aventuró a decir una ninfa.
—Y mono, de tan flacucho que está.
—Tiene un punto— dijo Calipso juguetonamente
—Gracias nena, a tus órdenes— dijo Leo —me alegra saber que eres team Leo
—Bueno obviamente ¿También tengo que pintarme tatuajes o algo así?— preguntó Calipso
—Claro, tiene que ser el símbolo o puedes tener un Leo de cartón
—No lo creo, ya lo tengo en carne y hueso…
—Oigan— dijo Miranda interrumpiendo a Calipso —su coqueteo está genial ¿Pueden seguir después de la lectura? Gracias.
Leo y Calipso se sonrojaron
—Vaya— murmuró Esperanza
—¿Flacucho? —dijo Leo—. Nena, y o inventé el adjetivo « flacucho» . Los flacuchos somos lo más. Y si hay alguien flacucho soy YO. ¿Narciso? Es tan pringado que ni siquiera en el inframundo lo quieren. No conseguiría salir ni con una chica fantasma.
—Ay pobre— dijo Travis
—En realidad tiene un punto— dijo Perséfone
—Por supuesto— comentó Hades
—Qué asco —dijo una ninfa.
—Qué asco —convino Eco.
—¡Basta! —Narciso se puso en pie—. ¡Esto no está bien!
—Es un avance que se haya levantado— señaló Perséfone
—No creo que alguien haya hecho semejante avance— comentó Hermes
—Me voy a dar una palmadita en la espalda— dijo Leo
Es evidente que esta persona no tiene nada de alucinante, así que debe de… —se esforzó por escoger las palabras correctas. Probablemente hacía mucho tiempo que no hablaba de algo aparte de sí mismo—. Debe de estar engañándonos.
—Pues no, antes de mirar su reflejo era bastante… Interesante— dijo Apolo
—Interesante es una manera de decirlo— comentó Afrodita
—Y por ser interesante terminó maldito mirando su propio reflejo— dijo Artemisa
—De cierta manera Némesis le dio lo que merecía— señaló Perséfone
Al parecer, Narciso no era tonto del todo. Cayó en la cuenta de lo que pasaba, y el rostro se le demudó. Se volvió de nuevo hacia la charca.
—Dioses, es hora de correr— dijo Piper
—No porque todavía no lo teníamos del todo— señaló Leo
—Genial— dijo Rachel
—¡El espejo de bronce ha desaparecido! ¡Mi reflejo! ¡Devuélvemelo!
—¡Leo, campeón! —gritó una ninfa, pero las otras centraron de nuevo su atención en Narciso.
—Bueno, tuviste una fan más— dijo Connor
—Lastima que no les pude dejar autógrafos— comentó Leo
—Una verdadera pena— dijo Piper
—¡Yo soy el guapo! —insistió Narciso—. ¡Me ha robado el espejo, y no pienso volver hasta que lo recuperemos!
Las chicas dejaron escapar un grito ahogado. Una señaló con el dedo.
—¡Allí!
—Perfecto— masculló Hades
—Ok ahora sí ya corre— dijo Thalia
—Ya me parece buena idea— dijo Leo
Hazel estaba sobre el cráter, huyendo lo más rápido que podía mientras arrastraba la gran lámina de bronce.
—¡Recuperadla! —gritó una ninfa.
—Genial— dijo Rachel
—Bueno, al menos ya has podido hacer un poco de distancia— comentó Katie
—Aunque no la suficiente— señaló Annabeth
Probablemente en contra de su voluntad, Eco murmuró:
—Recuperadla.
—Probablemente sí— dijo Percy
—Eso creo— dijo Leo
—¡Sí! —Narciso descolgó su arco y cogió una flecha de su polvoriento carcaj—. A la ninfa que consiga el bronce la querré casi tanto como me quiero a mí mismo. ¡Puede que incluso la bese después de besar mi reflejo!
—Que idiota— masculló Artemisa
—Qué horror— dijo Zoé
—Y lo peor es que esa clase de "motivación" funcionó con las ninfas— dijo Hazel con una mueca
—¡Oh, dioses míos! —gritaron las ninfas.
—¡Y matad a esos semidioses! —añadió Narciso, lanzando una mirada fulminante, y cargada de atractivo, a Leo—. ¡No molan tanto como yo!
—Creo que molamos bastante— dijo Leo
—Creo que sí— dijo Hazel con una pequeña sonrisa
Leo podía correr muy rápido cuando alguien intentaba matarlo. Lamentablemente, tenía mucha práctica.
—La práctica hace al maestro— dijo Leo
—Estoy completamente de acuerdo en eso— dijo Percy
Sally hizo una mueca, al igual que Hefesto y Poseidón
Alcanzó a Hazel, lo que no era difícil considerando que ella estaba peleándose con veinte kilos de bronce celestial. Cogió un lado de la lámina de metal y miró atrás. Narciso estaba colocando una flecha en el arco, pero era tan vieja y quebradiza que se hizo astillas.
—Eso es bueno— dijo Annabeth
—Les está dando un poco más de ventaja— dijo Thalia
—Pero aun así seguía sin ser suficiente— comentó Hazel
—¡Ay ! —gritó de forma elegante—. ¡Mi manicura!
—Ay no, pobre de él— dijo Piper con sarcasmo
—Querida, el manicura es sagrado— señaló Afrodita
Normalmente las ninfas eran rápidas —al menos las del Campamento Mestizo—, pero aquellas estaban cargadas de pósteres, camisetas y otros productos oficiales de Narciso. A las ninfas tampoco se les daba muy bien trabajar en equipo.
—Pues no, sobre todo por el premio que les va a dar— dijo Thalia rodando los ojos
—Todas van a ser las que quieran ganar— comentó Rachel
—Por supuesto que sí, pero por lo mismo es que ellos lo pueden tomar a su favor— señaló Reyna
—Al menos— dijo Leo
Tropezaban continuamente unas con otras, se empujaban y se arrollaban. Eco empeoró todavía más la situación al correr entre ellas, haciéndolas tropezar y placando a tantas como podía.
Aun así, se acercaban rápido.
—Pues ojalá que no sean lo bastante rápidas— dijo Hermes
—Pues la ventaja no parece que vaya a durar mucho— dijo Apolo
—¡Llama a Arión! —gritó Leo con voz entrecortada.
—¡Ya lo he llamado! —dijo Hazel.
—Pero no había contestado aún— dijo Percy
—Nos puso en tono de espera— dijo Leo
—Eso parecía— afirmó Hazel
Corrieron hacia la playa. Llegaron a la orilla del agua y vieron el Argo II, pero no había forma de alcanzar el barco. Estaba demasiado lejos para nadar hasta él, aunque no cargaran con el bronce.
—Pequeño detalle— dijo Piper
—Bueno, pues no fue un buen lugar para el estacionamiento— dijo Leo
—Pero tampoco quedaba de otra para buscar lugar de estacionamiento— señaló Annabeth
Leo se volvió. El grupo se acercaba por encima de las dunas, encabezado por Narciso, que sostenía su arco como la batuta de un director de orquesta. Las ninfas habían reunido diversas armas.
—Las ninfas son super peligrosas— dijo Leo
—Demasiado— dijo Piper
—Nunca hagas enojar a Enebro, Grover— dijo Leo
—No estaba en mis planes cercanos— murmuró Grover
—Que bueno— dijo Piper
Algunas cargaban con piedras. Otras tenían porras de madera decoradas con flores. Unas cuantas ninfas del agua llevaban pistolas de agua —que no parecían tan temibles—, pero sus ojos destellaban con mirada asesina.
—Las pistolas de agua también pueden ser muy peligrosas— señaló Apolo
—Todo en las manos equivocadas puede ser peligroso— dijo Hermes
—Solo hace falta que alguien sepa usar las cosas de manera adecuada— asintió Travis
—Obviamente— dijo Connor
—Jo, tía —murmuró Leo, invocando el fuego con su mano libre—. Pelear de cerca no es lo mío.
—Sujeta el bronce celestial —Hazel desenvainó su espada—. ¡Ponte detrás de mí!
—¡Ponte detrás de mí! —repitió Eco.
Leo hizo una mueca Eco había sido la ninfa más valiente que había conocido y aunque tampoco con el libro se pudo acordar de sus rasgos esperaba que la ninfa encontrara lo que buscaba para Narciso
La chica camuflada corría en ese momento delante del grupo. Se detuvo delante de Leo y se giró, extendiendo los brazos como si pretendiera protegerlo personalmente.
—¿Eco? —Leo apenas podía hablar con el nudo que tenía en la garganta—. Eres una ninfa valiente.
—Claro que sí— suspiró Hazel
Leo y Hazel intercambiaron una mirada
—Muy valiente —dijo Leo
—¿Ninfa valiente?
Eco lo repitió como si fuera una pregunta.
—Es un orgullo tenerte en mi equipo —dijo—. Si sobrevivimos a esta, deberías olvidarte de Narciso.
—Vaya que sí, ese idiota no merece a alguien como ella— masculló Hazel
—Por supuesto que no— dijo Leo
—Es demasiado para él— resopló Zoë
—¿Olvidarte de Narciso? —dijo ella, indecisa.
—Eres demasiado buena para él.
—Definitivamente— dijo Piper
—Todos lo sabemos y ni siquiera conocimos a Eco— dijo Percy
Varios de los chicos asintieron de acuerdo
Las ninfas los rodearon formando un semicírculo.
—¡Tramposos! —dijo Narciso—. ¡Ellos no me quieren, chicas! Todas me queréis, ¿verdad?
—¡Sí! —gritaron ellas.
—No puede ser— dijo Miranda con una mueca
—Era divertido al principio— dijo Piper —pero él es un imbécil al que solo le preocupa él mismo y aun así van a pelear por él
Se hizo un momentito de silencio, ya que algunos pensaron en lo irónico de las palabras de Piper, ya no había mucha diferencia con los dioses
Todas chillaron menos una ninfa confundida, ataviada con un vestido amarillo, que gritó:
—¡Leo, campeón!
—Mis fans me adoran— dijo Leo
—Claro que sí— dijo Travis
—¡Matadlos! —ordenó Narciso.
Las ninfas avanzaron en tropel, pero la arena explotó delante de ellas. Arión salió corriendo de la nada y rodeó al grupo tan rápido que provocó una tempestad de arena que cubrió a las ninfas de cal blanca y les salpicó los ojos.
—Y hace su gran entrada— dijo Percy
—La verdad que sí fue una super entrada— dijo Leo —una de las mejores que he visto
—Siempre hace las mejores entradas— comentó Hazel orgullosa
—¡Me encanta este caballo! —dijo Leo.
Las ninfas se desplomaron, tosiendo y atragantándose. Narciso daba traspiés a ciegas de un lado para el otro, blandiendo su arco como si intentara darle a una piñata.
—Y por si se lo preguntaban, es horrible darle a una piñata a ciegas— comentó Leo
—No nos lo preguntabamos, pero gracias por la información— mencionó Percy
—Así que no lo hagan en casa y en ningún otro lado— dijo Leo
Hazel se subió a la silla de montar, levantó el bronce y ofreció la mano a Leo.
—¡No podemos dejar a Eco! —dijo Leo.
—Dejar a Eco —repitió la ninfa.
—Pero ella quería otra cosa— murmuró Hazel
—Y no podíamos ir en contra de sus deseos— dijo Leo
—No— dijo Hazel con un suspiro
Ella sonrió y, por primera vez, Leo le vio claramente la cara. Era muy guapa. Tenía los ojos más azules de lo que él había creído. ¿Cómo se le había pasado por alto?
—Porque no podías enfocar sus rasgos— dijo Katie
—Además que como dijiste ella no ha sido muy memorable— dijo Apolo —muchas veces solo la puedes ver al final
—Pero se merecía ser recordada— murmuró Leo
—¿Por qué? —preguntó Leo—. No creerás que todavía puedes salvar a Narciso…
—Salvar a Narciso —dijo ella con seguridad.
Y aunque no era más que un eco, Leo supo que lo decía de verdad.
—Por supuesto que sí— dijo Hazel con una mueca
—Dioses, espero que lo haya logrado— dijo Leo
—¿Aunque cómo salvar a alguien que no quiere hacerlo?— preguntó Will
Nadie supo que podía responder
Le habían concedido una segunda oportunidad de vivir, y estaba decidida a emplearla para salvar al chico que amaba… aunque fuera un imbécil que no supiera hacer la o con un canuto (muy guapo, eso sí).
—Pero sigue siendo un imbécil— señaló Leo
—Lo guapo jamás va a quitar lo imbécil— dijo Artemisa
—Lo notamos— comentó Hazel
Leo quería protestar, pero Eco se inclinó y le besó la mejilla, y acto seguido lo apartó suavemente de un empujón.
—No podías hacer otra cosa si eso es lo que ella quería— señaló Calipso
—Lo sé nena— suspiró Leo
—¡Vamos, Leo! —gritó Hazel.
Las otras ninfas estaban empezando a recuperarse. Se quitaron la cal de los ojos, que ahora emitían un brillo verde de la ira.
—El verde es un color malo— dijo Leo
—Igual que el rojo— asintió Percy
—Colores de la maldad actualizados— dijo Travis
Leo buscó de nuevo a Eco, pero se había fundido con el paisaje.
—Sí —dijo con la garganta seca—. De acuerdo.
Leo y Hazel hicieron una mueca
Se montó detrás de Hazel. Arión despegó por encima del agua mientras las ninfas chillaban detrás de ellos y Narciso gritaba: « ¡Devolvédmelo! ¡Devolvédmelo!» .
—Y bueno, creo que se va a quedar con las ganas de volver a ver el escudo— dijo Hermes
—Eso parece— asintió Apolo
—Una lastima— resopló Leo
Mientras Arión corría hacia el Argo II, Leo se acordó de lo que Némesis había dicho acerca de Eco y de Narciso: « Tal vez te den una lección» . Leo había pensado que se refería a Narciso, pero se preguntó si la auténtica lección se la había dado Eco:
—¿Que no siempre puedes salvar a alguien por más que lo intentes?— preguntó Piper
—¿Que hay que hacer el mejor esfuerzo aunque no creas que de frutos?— dijo Rachel
—Muy buenas deducciones ambas, pero no precisamente pensé en eso— dijo Leo
invisible para sus hermanas, condenada a amar a alguien a quien no le importaba. « La séptima rueda» . Trató de apartar esa idea de su mente.
—Bueno cariño, puedo asegurarte que no estás amando a alguien a quien no le importas— comentó Afrodita con una sonrisita
Varios de sus amigos empezaron a hacer ruiditos molestos
Calipso le sonrió —Aunque espero que ya no vengan más capítulos así
—Yo también— murmuró Leo
Se aferró a la lámina de bronce como a un escudo. Estaba decidido a no olvidar jamás la cara de Eco. La ninfa se merecía al menos que una persona viera su rostro y supiera lo buena que era. Leo cerró los ojos, pero el recuerdo de su sonrisa y a se estaba desvaneciendo.
—Se lo merecía, pero…— murmuró Leo
—Está bien, por lo menos la ayudaron a que Narciso mirara otra cosa— dijo Perséfone
—Fin del capítulo— anunció Miranda
—Gracias a los dioses— dijo Leo
—¿Quién quiere leer?— preguntó Miranda
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