PERCY XLVII, XLVIII
Mientras esperaban que Nico y Bianca terminaran de hablar o de hacer lo que sea que tuvieran que hacer, Rachel se dedicó a buscar a Reyna, Piper tenía razón, tenía que hacerlo, pero Reyna había escapado de la Sala de Trono bastante rápido. Aún así eso no la iba a detener, era absurdo que no hicieran algo con respecto a sus sentimientos cuando de todas maneras las cosas iban a cambiar, para bien o para mal, pero iban a cambiar, así que Rachel ya no quería sentirse absurda.
No tardó tanto en encontrarla, ella estaba de hecho cerca del Palacio de Artemisa ¿Tal vez buscando a la propia Rachel? No quería hacerse ilusiones, pero era difícil.
—Hola— dijo Rachel cuando la vio
—Hola— contestó Reyna de manera cautelosa —creí que tal vez no querías hablar conmigo
—¿Por qué?— preguntó Rachel —dijimos que íbamos a ser amigas ¿No?
—Sí, claro— dijo Reyna
—Pues entonces seamos amigas— señaló Rachel encogiéndose de hombros, luego se arrepintió, la estaba buscando por una razón y no era por amistad —no ¿Sabes que? No quiero ser tu amiga
—Puedo entenderlo, pero…— comenzó Reyna sin saber muy bien cómo continuar
—Es absurdo que nos hagamos esto— dijo Rachel
—Pero es lo mejor
—¿Para quién?— preguntó Rachel con frustración —¿Para los dioses?
—¡Para ti! No saben lo que pueden hacer los dioses
—Ahorita no pueden hacer nada, estamos atrapadas en este tiempo, bucle o como quieras llamarlo y no pueden hacer nada contra nosotras
—No nos podemos arriesgar— masculló Reyna intentando irse
—La cobardía no es un argumento válido— gruñó Rachel
—Yo no soy ninguna cobarde— dijo Reyna entornando los ojos
—Entonces demuéstralo— desafió Rachel
Ambas se quedaron viendo a la otra durante un momento, la frustración de las dos era palpable. No supieron quién de ellas se movió primero, pero pronto se estaban besando, esta vez, un beso desesperado y agresivo, sacando las frustraciones de ambas, pudieron haber pasado días o años, pero no importaba…
No lo hacía hasta que alguien las interrumpió
—¡Se están besando!— dijo una vocecita chillona tras ellas
Ambas se voltearon sorprendidas para ver a Helena viéndolas con incredulidad
—¿Por qué se están besando?— preguntó la niña —¿Son novias?
—Ay no, yo no quiero ser la responsable de los traumas de una niña— murmuró Rachel
Reyna le dio una mirada de "te lo dije"
—¿Son novias?— volvió a preguntar la niña
—Eh… No— dijo Rachel
—¿Entonces por qué se besan?— preguntó Helena con un mohín de confusión
—No sé qué hacer— dijo Rachel —pues nos besamos porque… eh… nos gustamos y cuando la gente se gusta se besan
—¡Qué asco!— chilló la niña
Así que así se quedaron las tres
—¿Quieren jugar conmigo?— preguntó la niña luego de un momento
—Sí claro— dijo Rachel, con la esperanza de que hicieran que la niña olvidara lo que había visto
—Oye Helena— comenzó Reyna —no le digas a nadie lo que viste
Rachel le dio una mirada de irritación
—¿Por qué?
—Porque es un secreto
Helena la miro seriamente —Mi papi dice que está muy mal guardar secretos
Rachel disimuló la risa con una tos
—Maldita sea Jason— masculló Reyna
—¿Qué es maldita sea?— preguntó Helena
Rachel soltó una carcajada —Es una palabra que no se puede decir
Gracias a los dioses o a alguien Piper apareció ya que iba al palacio de su madre, para consternación de ambas Helena gritó
—¡Reyna me enseñó a decir maldita sea!
Piper se congeló, miró a Reyna con una ceja enarcada
—No es exactamente como piensas— dijo Reyna y total, procedió a contarle lo que había pasado
Piper se empezó a reír, pero entre las tres trataron de que Helena entendiera que no podía decir lo que había visto, la niña lo entendió… Por ahora.
Cuando Nico había salido tras Bianca, no lo había pensado, simplemente sintió que tenía que salir y lo hizo. Por supuesto, la chica había caminado bastante rápido y la había perdido, pero no importaba, la seguía buscando y mientras lo hacía intentaba idear un plan sobre qué debía decir, porque no tenía la más remota idea.
La encontró poco después, sentada en el pasto y recargada contra un árbol, en un lugar que a Nico se le hacía muy conocido, aquel lugar que Will había encontrado y que había dicho que era "su lugar" ¿Casualidad?
Bianca no levantó la mirada cuando escuchó sus pasos, pero Nico vio cómo su cuerpo se tensaba. Nico la miró por un momento y luego se sentó frente a ella, no lo suficientemente alejado, pero tampoco tan cerca. No sabía qué decir y el silencio se prolongó
Nico empezó con algo trivial — ¿Cómo diste con este lugar?
Por un momento pensó que ella no le iba a responder, luego Bianca levantó la mirada hacía él, por supuesto había estado llorando y con voz rota dijo —Charlie me trajo aquí
Nico asintió, tampoco sabía como el chico había dado con el lugar. Se concentró en ella, Nico ni siquiera la conocía, sabía que en un futuro sería muy importante, ahorita era importante también, pero se sentía raro porque verla llorar lo hacía sentirse horrible
—Tenemos que hablar— dijo Nico
—No sé de que— murmuró Bianca
Nico tomó valor y dijo —Tal vez del motivo por el que me odias
Ella tomó su collar entre los dedos y jugueteó con él, pero no lo negó, Nico tampoco esperaba que lo hiciera, él también había odiado a su hermana cuando había muerto, peor aún, se había odiado a sí mismo.
Como hijo del dios de los muertos sabía que la muerte era solo una etapa, no era ni buena ni mala, pero eso no quería decir que la muerte no doliera.
Nico respiró hondo, nunca se había visto a sí mismo como alguien que ofrecía consuelo —No sé como haya sido tu vida antes de venir aquí, no te conozco y no sé de nuestra relación, pero conozco a Will y me conozco… No te habríamos abandonado a tu suerte
Bianca hizo un ruidito como un sollozo, negó con la cabeza y dijo —No puedo— ella hizo ademán de levantarse, sin embargo Nico estaba preparado para eso y usando sus poderes no dejó que se moviera de lugar
—Si estás enojada entonces debes decirlo, solo te estás haciendo daño a ti misma— ¿Quién era Nico para decir ese tipo de cosas cuando él hacía lo mismo?
—Si hubiera estado en mis manos…
—¡Lo estaba!— lo interrumpió Bianca con un resoplido
—¿Qué quieres decir?— preguntó Nico
—¡Estaba en tus manos no abandonarme, pero no lo hiciste!— gritó Bianca —la elegiste a ella
Nico la miró sin entender, por supuesto, sólo sabía las cosas que habían deducido —¿A quién podría escoger sobre ti?
—A Silena— dijo Bianca con un sollozo
—Desearía entender Bianca— dijo Nico negando con la cabeza —sé que hubo un ataque, pero es todo, sé que me odias porque crees que te abandoné
Bianca lo miró llena de furia —Tú me dijiste que nos íbamos a volver a ver, que ibas a ir por mí, me dijiste que me fuera ¡Pero me mentiste! Porque sabías que no podías sacarlos a todos, podrías haber regresado conmigo si no la hubieras sacado a ella, ya habías sacado a muchos ¿Por qué la elegiste sobre mí?
Nico fue uniendo todas las piezas, había sacado a la niña… Por viaje sombra —¿Por qué piensa que mi vida es más valiosa que la Silena, que la de una niña de 10 años?
Bianca no supo qué contestar —¿Por qué decidiste que no lo era?
—Lamento mucho no conocerte, que no pueda ser esa persona que en realidad sabe como guiarte, pero yo no te abandoné, nunca lo haría… Y tú no tienes la culpa
—¿Qué?— preguntó Bianca secándose las lágrimas
—Tú no tienes la culpa, hiciste bien en irte— dijo Nico —no te sientas culpable, no podías haber hecho nada. Si quieres odiar a alguien que siga siendo a mí, pero no te odies a ti misma
Bianca hizo un ruido que fue mitad grito de frustración y mitad sollozo —No puedo seguir aquí— miró la mano esquelética que la retenía —por favor
Nico asintió —Vamos a volver a hablar de esto
Bianca negó con la cabeza, se pudo levantar y sus hombros temblaban por los sollozos, antes de que se fuera Nico agregó
—Cuando estuve encerrado en ese jarrón— dijo en voz baja —sentí que les había fallado a todos, no había encontrado las puertas de la Muerte, y me dejé capturar… Pero tú Bianca, creeme no le has fallado a nadie. Mucho menos a mí
Bianca se fue, dejando tras de sí un rastro de pasto marchito
Cuando Bianca volvió a entrar a la sala de trono, al primero que buscó fue a su novio, cuando él la vio lo primero que hizo fue abrazarla, no sabía de que otra manera controlar el dolor
Poco a poco todos fueron regresando, incluido Nico que también abrazó a Will. Todos fingieron no darse cuenta de que Bianca parecía haber llorado y de la forma que Charles la abrazaba, pero los que tenían legados, se miraron preocupados.
—Vamos a seguir la lectura— dijo Apolo —¿Quién lee?
—Yo voy a leer—dijo Clarisse
—Sí, ya era hora que te pusieras a leer— bromeó Connor
Clarisse le lanzó una mirada asesina
Percy nunca había considerado al señor D una influencia tranquilizadora, pero de repente todo se quedó en silencio. Las máquinas se pararon en seco. Los animales salvajes dejaron de gruñir.
—Soy una influencia súper tranquilizadora— resopló Dionisio
—Claro— masculló Percy
—No sé cómo no se nos ocurrió antes pensar en ti como una influencia tranquilizadora— comentó Apolo
—Es que son muy cortos de pensamiento— dijo Dionisio verdaderamente decepcionado
Los dos leopardos se acercaron —lamiéndose los bigotes después de haberse zampado la carne asada de Piper— y frotaron sus cabezas afectuosamente contra las piernas del dios. El señor D les rascó las orejas.
—Tan malotes que se veían al inicio— dijo Leo
—Con nosotros— dijo Percy
—Es que no cualquiera tiene el encanto para dominarlos— señaló Dionisio con tono de obviedad
—Bueno, entonces no se necesita mucho— comentó Percy
Dionisio le dio una mirada asesina, pero algunos dioses rieron disimuladamente
—Pero bueno, Efialtes —lo reprendió—. Una cosa es matar a semidioses, pero ¿utilizar leopardos para tu espectáculo? Eso es pasarse de la raya.
Todos los semidioses lo miraron mal
—Los leopardos son criaturas encantadoras— dijo Dionisio
—Los semidioses son sus hijos— comentó Hestia con una mueca decepcionada
Dionisio se removió incómodo ante la mirada de la diosa del hogar y ninguno de los otros dioses se atrevió a decir nada más
El gigante emitió un sonido agudo.
—Es… es imposible. D-D…
—En realidad, es Baco, mi viejo amigo —dijo el dios—. Y claro que es posible. Alguien me dijo que había una fiesta.
—O una imitación de fiesta— dijo Dionisio
—Voy a admitirlo, yo sí quiero saber como es una fiesta de Dionisio— comentó Connor
—¡No!— exclamó Hermes
—Pero sería muy divertido— se quejó Travis
—Eso es cierto— asintió Dionisio
—Admito que sería muy divertido, pero tenemos niños pequeños aquí— señaló Apolo
—Los mandamos a dormir temprano— bromeó Zoé
—Querida, tú formas parte de los niños pequeños— comentó Apolo
—Entonces no hagan una fiesta— replicó Zoé
—Lo entenderás cuando seas mayor— bromeó Percy
Tenía el mismo aspecto que en Kansas, pero Percy seguía sin poder olvidar las diferencias entre Baco y su viejo amigo, por llamarlo de alguna manera, el señor D.
—¿Reconoces que son amigos?— preguntó Apolo
—¡Jamás!— dijeron Dionisio y Percy al mismo tiempo,luego se miraron con una mueca
—Yo creo que es bastante notorio que lo son— comentó Hermes
—Se nota a kilómetros— dijo Thalia riendo
Baco era más malicioso y más delgado, con menos barriga. Tenía el pelo más largo, un paso más enérgico y una mirada mucho más furiosa. Incluso conseguía que una piña en un palo pareciera intimidante.
—Por supuesto que es intimidante— dijo el dios del vino
—No cualquier fruta ataca a tu lengua— comentó Esperanza impactada por la maldad de la piña
—Gracias a los dioses que no lo hace, no creo que pudiera comer fruta si todas me atacan— murmuró Frank
—Sería una terrible experiencia— coincidió Jason
La lanza de Efialtes tembló.
—¡Los… los dioses están condenados! ¡Márchate, en el nombre de Gaia!
—Hum.
—La verdad no se oyó muy intimidante— dijo Percy
—Efialtes o el elocuente de Dionisio?— preguntó Perséfone
—Ninguno de los dos, en realidad— comentó Percy encogiéndose de hombros
Dionisio resopló
Baco no parecía impresionado. Avanzó sin prisa entre los objetos de atrezo, las plataformas y los efectos especiales destrozados.
—Hortera.
Algunos se miraron entre sí con confusión
—Sí, aquí es cuando empieza a hablar cosas que nadie entiende— dijo Percy
—Percy— murmuró Sally
—Es la verdad— comentó Percy encogiéndose de hombros
Señaló con la mano un gladiador de madera pintado y, acto seguido, se volvió hacia una máquina que parecía un rodillo de cocina de tamaño descomunal lleno de cuchillos.
—Chabacano. Aburrido.
—Demasiado predecible— dijo Dionisio
—Claro— asintió Leo
—Faltaba la sorpresa, obviamente— asintió Connor
—Para que sea una verdadera fiesta— coincidió Dionisio
Y esto… —inspeccionó el artilugio lanzacohetes, que seguía echando humo—. Hortera, chabacano y aburrido. Sinceramente, Efialtes, no tienes estilo.
—¿ESTILO? —el gigante se ruborizó—. Tengo un montón de estilo. Yo soy la definición de « estilo» . Yo… y o…
—Por supuesto que no tiene estilo— comentó Afrodita
—En eso todos estamos de acuerdo, hasta Percy— dijo Apolo
—Sí, en realidad lo estoy— coincidió Percy
—Es que no hay manera de argumentar lo contrario— comentó Piper
—Mi hermano rebosa estilo —terció Oto.
—¡Gracias! —gritó Efialtes.
—Amor de hermanos— asintió Apolo
—Aunque a veces no tengan la razón— comentó Artemisa
—Por eso prefiero ser hijo único— dijo Hermes
Apolo se burló —Definitivamente no eres hijo único
—Voy a fingir que sí— dijo Hermes
Baco avanzó, y los gigantes retrocedieron dando traspiés.
—¿Habéis encogido? —preguntó el dios.
—Oh, eso ha sido un golpe bajo —gruñó Efialtes—. ¡Soy lo bastante alto para destruirte, Baco!
—Con la estatura no se juega— dijo Leo negando con la cabeza
—Pero estuvo bien el chiste— dijo Connor
—Hay líneas que no se deben cruzar— comentó Leo
Los dioses siempre os escondéis detrás de vuestros héroes mortales, confiando el destino del Olimpo a semidioses como estos.
Sonrió burlonamente a Percy. Jason levantó la espada.
—Que amables— resopló Percy
Algunos de los dioses se removieron incómodos
—No nos escondemos— masculló Zeus
—Y por eso el Olimpo está cerrado— comentó Artemisa
Zeus le dio una mirada irritaba
—Bueno, padre. Artemisa tienen razón, eso suena casi como escondernos— dijo Hermes
—Y escondiéndonos detrás de unos niños— suspiró Hestia
—Señor Baco, ¿vamos a matar a estos gigantes o qué?
—Desde luego espero que no —dijo Baco—. Por favor, continuad.
—¿Qué?— murmuraron varios
—Así como lo escuchan— dijo Percy
—No nos escondemos— murmuró Artemisa
—Pero así ha sido siempre— comentó Dionisio encogiéndose de hombros
—Creo que precisamente ese es el problema— dijo Perséfone
Percy se lo quedó mirando.
—¿No ha venido a ayudarnos?
Baco se encogió de hombros. —Oh, agradecí el sacrificio en el mar. Un barco entero lleno de Coca-Cola Light. Muy bonito. Aunque habría preferido Pepsi Light.
Percy rodó los ojos
—Bueno, no sabían a quién le iban a dar el sacrificio— dijo Deméter
—Pero bueno, no solo llevaba Coca-Cola— señaló Apolo
—Y seis millones en oro y joyas —murmuró Percy.
—Sí —afirmó Baco—, aunque en grupos de semidioses de cinco o más miembros la propina está incluida, así que no era necesario.
—Les dije que nos quedáramos con las joyas— masculló Leo
—Sí, creo que hubiera sido mejor— confirmó Percy
—Al menos le hubiéramos dado un mejor uso— coincidió Piper
—Estuviéramos viviendo en una mansión— asintió Leo
—Eh, están en el Olimpo— señaló Apolo
—Sí, pero aún así estaría bien una mansión— dijo Leo
—La mansiones no son tan divertidas— dijo Rachel
—Lo dice la rica— bromeó Leo rodando los ojos
—¿Qué?
—Da igual —dijo Baco—. En cualquier caso, me llamasteis la atención. Estoy aquí. Ahora tengo que ver si sois dignos de mi ayuda. Adelante. Luchad. Si me causáis buena impresión, intervendré para el gran final.
Varios de los semidioses se le quedaron viendo con total indignación
—Porque no es suficiente el hecho de que todos estén en peligro para ayudarlos— masculló Zoé
Y Percy le dio a Annabeth una morada de "te lo dije", por lo que habían hablando antes de Charles y Zoé
—No— dijo Dionisio —¿Cómo voy a saber si son dignos de mi ayuda?
—No sé ¿¡Tal vez porque son los que están cumpliendo la profecía!?— gruñó Poseidón
—Hemos atravesado a uno con una lanza —dijo Percy —. Hemos hundido el techo encima del otro. ¿Qué considera impresionante?
—Ah, buena pregunta… —Baco dio unos golpecitos con su tirso. A continuación, sonrió de una forma que hizo pensar a Percy : « Oh, no» —.
—Tal vez no debí hacer esa pregunta— dijo Percy
—Creo que de cualquier manera no hubiera importado— comentó Jason
—Es probable que no, pero de todas maneras— dijo Percy
¡Tal vez necesitéis inspiración! El escenario no ha sido debidamente preparado. ¿Llamas a esto espectáculo, Efialtes? Déjame que te enseñe cómo se hace.
El dios se disolvió en niebla morada. Piper y Nico desaparecieron.
—¿Ahora que se te va a ocurrir?— masculló Poseidón
—No sé, pero supongo que algo bueno— dijo Dionisio
—¿Bueno para quién?— preguntó Chris
—Pues para nosotros no lo fue— resopló Percy
—¡Pipes! —gritó Jason—. Baco, ¿adónde ha…?
Todo el suelo retumbó y empezó a elevarse. Una serie de paneles se abrieron en el techo. La luz del sol entró a raudales. El aire relucía como un espejo, y Percy oyó el rugido de una multitud encima de él.
—Ah muy bien— suspiró Dionisio satisfecho consigo mismo —un verdadero espectáculo
—¡Estás de broma!— exclamó Poseidón —¿Cómo puedes hacer eso?
—Con un poco de magia de dios— dijo Dionisio encogiéndose de hombros
—Sabes que no me refería a eso— masculló Poseidón
—Bueno, es lo que yo entendí— dijo el dios del vino
El hipogeo ascendió a través de un bosque de columnas de piedra erosionadas hasta el centro de un coliseo en ruinas. A Percy le dio un vuelco el corazón. No era un coliseo cualquiera. Era el Coliseo.
—¿El Coliseo Coliseo?— preguntó Connor impresionado
—El Coliseo Coliseo— asintió Jason
—Jamás pensé que iba a estar en esas condiciones en el Coliseo— comentó Percy
—Fue una gran sorpresa— coincidió Jason
Las máquinas de efectos especiales de los gigantes habían hecho horas extra colocando tablas a través de las vigas maestras para que la arena volviera a tener un suelo en condiciones. Las gradas se repararon solas hasta que estuvieron blancas como la nieve.
—Si va a ser un espectáculo tiene que dar la mejor imagen posible— asintió Dionisio
—Concedo que al menos se veía impresionante— dijo Percy
—Y verlo desde ese lugar era aún más impresionante— comentó Piper
Un gigantesco dosel rojo y dorado se extendía por encima para dar sombra y proteger del sol de la tarde. El palco del emperador estaba cubierto de seda y flanqueado por estandartes y águilas doradas. El estruendo de los aplausos provenía de miles de relucientes fantasmas morados, los lares de Roma recuperados para una nueva función.
—Perfecto— masculló Poseidón
—Sí, no esperaba ese tipo de público, pero supongo que tiene sentido— comentó Calipso
—No puedo creer que vayan a pelear en el Coliseo— dijo Thalia
—Por lo menos no fuimos una atracción barata… Creo— masculló Percy
—Espero que no— dijo Dionisio
—Modestia aparte, no creo que lo hayamos sido— dijo Jason
—Definitivamente no— comentó Piper
Unos agujeros se abrieron en el suelo y rociaron arena sobre la palestra. Unos enormes accesorios de atrezo brotaron repentinamente: montañas de y eso del tamaño de garajes, columnas de piedra y, por algún motivo, animales de corral de plástico de tamaño real.
—Los animales le dan el toque— asintió Dionisio
—Al menos no usó animales verdaderos— comentó Grover
Dionisio lo miró ofendido —Por supuesto que no, eso es de bárbaros
—Ah bueno— murmuró Percy
Un pequeño lago apareció a un lado. Unas trincheras cruzaban de un lado al otro la arena por si a alguien le apetecía participar en una guerra de trincheras. Percy y Jason permanecieron juntos de cara a los gigantes gemelos.
—¡Esto es un espectáculo como es debido! —retumbó la voz de Baco.
—Obviamente— asintió Dionisio mirando con demasiado interés el libro
—Acosta de los semidioses— dijo Hestia
—Pero tienen la oportunidad de demostrar sus habilidades— comentó Dionisio
Jason y Percy hicieron un sonidito de irritación
Estaba sentado en el palco del emperador luciendo una túnica y una corona de laurel dorado. A su izquierda estaban sentados Nico y Piper, cuyo hombro estaba siendo curado por una ninfa con uniforme de enfermera.
—Bueno, al menos— dijo Perséfone
—Al menos— asintió Afrodita
—Pero habría estado mejor que pudiera estar luchando con ellos— dijo Piper con una mueca
—Lo importante es que estabas a salvo junto con Nico— dijo Jason
A la derecha de Baco había un sátiro agachado, ofreciendo Doritos y uvas. El dios alzó una lata de Pepsi Light, y la multitud guardó silencio respetuosamente.
Percy lo miró con furia.
—¿Va a quedarse ahí sentado?
Se hizo un silencio repentino en la Sala, lleno de incredulidad y furia, sobre todo de parte de los legados que después de todo ¿Cómo habían pagado los dioses? Este solo era un ejemplo más de que a los dioses solo les importaban ellos mismos, porque realmente, todos estaban en peligro, y si Jason y Percy no daban un buenes espectáculo ¿Entonces qué?
Estaban peleando con un enemigo en común y parecía que los dioses les hacían un favor a los mestizos.
—¡El semidiós tiene razón! —rugió Efialtes—. ¡Lucha contra nosotros, cobarde! Sin los semidioses.
—Bueno, eso tampoco se puede exactamente— comentó Hermes
—No, pero hemos estado dejándoles mucho a los semidioses— dijo Poseidón
—Hay cosas que los dioses no podemos hacer— masculló Zeus
Varios de los chicos miraron al rey de los dioses con irritación
—Pero eso en especial se podía— dijo Hades
Baco sonrió perezosamente.
—Juno dice que ha reunido a un digno grupo de semidioses. Demostrádmelo. Entretenedme, héroes del Olimpo. Dadme un motivo para mover un dedo. Ser dios tiene sus privilegios.
Abrió su lata de refresco, y el público prorrumpió en vítores.
Las cosas se descontrolaron un poco
—¿¡CÓMO ES POSIBLE QUE SEAS TAN HOLGAZÁN COMO PARA SOLO QUEDARTE A VER!? ¡MALDITA SEA, SON GIGANTES!— gritó Charles levantándose de su asiento, la furia salía de él en oleadas, tanto que el suelo había empezado a temblar
A pesar de la situación Percy le dio una mirada a Annabeth de "yo te lo dije primero"
—Non riesco a credere al cinismo degli dei**— gruñó Bianca en italiano
—Ustedes no me tienen por qué hablar así— bufó el dios del vino —¿Quiénes se creen que son ustedes para…?
—Bueno, tienen razón— masculló Thalia —mi hermano y Percy van a pelear contra los gigantes ¿Mientras usted se sienta ahí a comer doritos?
—¿Que clase de justicia es esa?— preguntó Luke —¿O sabiduría?
Percy y Jason intercambiaron una mirada
—Esa pelea ya fue en el pasado— dijo Jason, aunque no estaba muy convencido
—Pero no solo es esta vez— dijo Zoé en voz baja, mientras les daba una sonrisa tranquilizadora a los mellizos que parecían asustados — así ha sido siempre
Algunos de los dioses tuvieron la decencia de lucir avergonzados
—Vamos a calmarnos todos— pidió Hestia
—Es que estos niños…— comenzó Dionisio
—Basta— dijo Hestia —querida, sigue leyendo por favor
—Lo siento— les susurró Charles a los mellizos
XLVIII
Percy
Percy había librado muchas batallas. Incluso había luchado en un par de estadios, pero en ninguno como ese. En el enorme Coliseo, donde miles de fantasmas vitoreaban, el dios Baco lo miraba atentamente y los dos gigantes de tres metros se alzaban de forma amenazadora sobre él,
Percy resopló —Y todo al mismo tiempo
—Nos podemos imaginar lo abrumante que fue— dijo Annabeth apretando la mano de Percy
—Pero los chicos lo hicieron increíble— comentó Piper con una sonrisa
Jason le devolvió la sonrisa
Percy se sentía pequeño e insignificante como un insecto. Y también muy furioso. Luchar contra gigantes era una cosa, pero que Baco lo convirtiera en un juego era otra muy distinta.
—Exacto— masculló Charles
—Lo sé, pero de todas maneras teníamos que derrotar a los gigantes por el bien de todos— dijo Percy
—Precisamente, era el bien de todos— señaló Charles
Percy no sabía qué más decirle, porque pues sí, era el bien de todos pero los dioses nunca lo habían visto de esa manera y de hecho, Percy pensaba igual que el chico
Percy recordó lo que Luke Castellan le había dicho hacía años, cuando Percy había vuelto de su primera misión: « ¿No te has dado cuenta de lo inútil que es todo? ¿Todas nuestras hazañas…, ser los peones de los dioses del Olimpo?» .
Percy y Luke se sonrojaron. Percy no se retractó de lo que había pensado, sintió la mano de Annabeth y la presencia tranquilizadora de su mamá, ellas también entendían
Percy tenía ya casi la misma edad que Luke en aquel entonces. Entendía por qué Luke se había vuelto tan rencoroso. Durante los últimos cinco años, Percy había sido un peón en demasiadas ocasiones. Los dioses del Olimpo parecían turnarse para utilizarlo en sus planes.
Ese era el problema, Luke había confiado en un Titán para hacer las cosas, quería cambiar el juego a favor de los semidioses, pero no confió en los mismos mestizos, era un error que cuando regresara a su tiempo Charles no iba a cometer, Bianca apretó su mano como si supiera lo que el chico estaba pensando
—¿Sabes?— susurró Nico a Will —creo que esto podría ser muy malo
—¿Lo dices por la plática que tuviste con Bianca?— susurró Will de vuelta
Nico asintió —Te lo contaré todo
Puede que los dioses fueran mejores que los titanes, los gigantes o Gaia, pero eso no implicaba que fueran buenos ni sabios. Ni que a Percy le gustara aquella estúpida batalla.
Los dioses se removieron con incomodidad, varios de ellos por fin habían notado hasta que grado dependían de los semidioses y como todo lo que hacían repercutía en ellos, para bien o para mal, la mayoría de las veces para mal. Aunque seguían siendo seres poderosos que nunca se habían interesado por nada ni por nadie durante años, por lo cual no podían entender que era lo que sentía ¿Culpa tal vez? Aún así, fueron pocos quienes experimentaron eso, algunos de ellos no podían dejar de ver a los semidioses como ellos creían que eran… Sus peones.
Lamentablemente, no tenía muchas opciones. Si quería salvar a sus amigos, tenía que vencer a esos gigantes. Tenía que sobrevivir y encontrar a Annabeth.
Annabeth le dio una pequeña sonrisa
—Por supuesto que sí— dijo Afrodita —eso es lo que te va a mantener en pie
Percy se sonrojó y le dio a Annabeth una sonrisa
Efialtes y Oto le ayudaron a tomar la decisión atacando. Los gigantes cogieron entre los dos una montaña falsa del tamaño del piso de Percy en Nueva York y se la arrojaron a los semidioses.
Percy y Jason echaron a correr. Se lanzaron juntos a la trinchera más cercana, y la montaña se hizo añicos encima de ellos y los salpicó de esquirlas de yeso. No era mortal, pero picaba como el demonio.
—Demasiado— asintió Jason
—Debería ser considerado un método de tortura— coincidió Percy
—No descartes que alguien lo habrá usado como tal— señaló Clarisse
—Estoy de acuerdo en eso— dijo Thalia
—Genial— murmuró Percy
La muchedumbre abucheó y pidió sangre a gritos.
—¿Me vuelvo a ocupar yo de Oto? —gritó Jason por encima del ruido—. ¿O lo quieres para ti esta vez?
—Pero eso no funcionó antes— dijo Perséfone
—Eso es cierto— dijo Poseidón con una mueca
—Aunque sin un dios ahí de cualquier manera es mucho más difícil ¿No?— comentó Sally con un deje de reproche
Poseidón se removió incómodo
Percy trató de pensar. Lo normal era dividirse, luchar contra los gigantes uno contra otro, pero ese método no había dado resultado la última vez. Cayó en la cuenta de que necesitaban otra estrategia.
—Definitivamente— asintió Thalia
—Y de preferencia, una que no falle— dijo Connor
—Bueno, pero sin presiones— comentó Percy
—Ninguna presión— dijo Jason
Durante todo aquel viaje, Percy se había sentido responsable de guiar y proteger a sus amigos. Estaba seguro de que Jason se sentía igual. Habían trabajado en pequeños grupos con la esperanza de correr menos peligro.
—No es que funcionara— dijo Leo
—Es que no nos habíamos dado cuenta cual era la estrategia correcta— comentó Percy
—Eso— asintió Jason
—Pero lo importante es que lo logren— dijo Apolo
—Y que aprendan a trabajar en equipo— dijo Artemisa
Habían luchado de forma individual; cada semidiós había hecho lo que mejor se le daba. Pero Hera los había convertido en miembros de un grupo de siete por un motivo.
—Exactamente— suspiró Hera —podrán criticar lo métodos, no los resultados
Zeus resopló
—Bueno, tiene un punto— dijo Percy mirando a su novia
Annabeth rodó los ojos
Las pocas veces que Percy y Jason habían colaborado —invocando la tormenta en el fuerte Sumter, ayudando al Argo II a escapar de las Columnas de Hércules o llenando el ninfeo—, Percy se había sentido más seguro, más capaz de resolver problemas, como si durante toda su vida hubiera sido un cíclope y de repente se hubiera despertado con dos ojos.
—Awwwww— chillaron algunos de los chicos
—Creo que tienes competencia, Annabeth— bromeó Connor
—Ya me di cuenta— asintió Annabeth riendo
Percy se sonrojó —Pero yo… me refería
Los demás se empezaron a reír, incluidos los hermanos Jackson
—Atacaremos juntos —dijo—. Primero a Oto, que es el más débil. Lo eliminaremos rápido y pasaremos a Efialtes. Bronce y oro juntos; tal vez así tarden un poco más en volver a formarse.
Jason sonrió irónicamente, como si acabara de descubrir que moriría de una forma vergonzosa.
—Espero que no sea vergonzosa— murmuró Jason
—Yo también porque estábamos rodeados de muchos fantasmas— dijo Percy
—Y sería realmente horrible que lo vieran— dijo Jason
—Bueno, pero son fantasmas por una razón— señaló Piper
—Pero imaginate que te hagan bullying hasta en el Inframundo— señaló Percy
—Exacto— asintió Jason
—¿Por qué no? —dijo—. Pero Efialtes no se quedará quieto esperando a que matemos a su hermano. A menos…
—Que haya mucho viento —propuso Percy —. Y debajo de la palestra hay tuberías de agua.
—Malo para los gigantes, bueno para ustedes— dijo Connor
—Pero tampoco puede usar el poder de una sola vez, los va a desgastar— dijo Deméter
—Pero lo puede usar como un gran final— murmuró Dionisio
Poseidón le lanzó una mirada asesina
Jason lo entendió enseguida. Se rió, y Percy sintió que brotaba una chispa de amistad. Ese chico pensaba igual que él en muchos aspectos.
Jason y Percy intercambiaron una sonrisa
—De nada por unirlos— dijo Dionisio
Ambos chicos lo miraron con una mueca
—Cállate Dionisio— masculló Hera
—¿A la de tres? —dijo Jason.
—¿Por qué esperar?
Salieron disparados de la trinchera. Como Percy sospechaba, los gemelos habían levantado otra montaña de yeso y estaban esperando para tenerlos a tiro.
—Lanzamiento de montaña, como deporte— dijo Leo
—Debería estar en los próximos juegos Olímpicos— comentó Percy
—Bueno, en nuestros juegos Olímpicos sí ha estado— señaló Apolo
—Con que no las avienten al mundo de los mortales— murmuró Rachel
—Entonces no tendrían montañas bonitas— comentó Apolo encogiéndose de hombros
Los gigantes la elevaron por encima de sus cabezas, preparándose para lanzarla, pero Percy hizo que una tubería de agua estallara a sus pies y sacudiera el suelo. Jason lanzó una ráfaga de viento contra el pecho de Efialtes. El gigante del pelo morado se cayó hacia atrás,
—Genial— dijo Travis
—Sus poderes combinados vaya que van a dar un espectáculo— comentó Miranda
—Yo no me pondría nunca de su lado malo— dijo Leo
—Definitivamente no— señaló Connor —creo que esa podría ser tu más mala decisión
—Y tal vez la última— dijo Travis
y a Oto se le escapó de las manos la montaña, que inmediatamente se desplomó sobre su hermano. Solo las serpientes de Efialtes sobresalían de la montaña, girando rápidamente sus cabezas, como si se estuvieran preguntando adónde había ido a parar el resto del cuerpo.
—Fue una sorpresa para las serpientes— comentó Percy
—Sí, yo también me hubiera sorprendido si algo así me pasaba— dijo Katie
—Las serpientes pensando que ahora son los pies de una montaña— bromeó Leo
—No creo que lo pudieran superar— dijo Percy con fingida tristeza
La multitud rugió en señal de aprobación, pero Percy sospechaba que Efialtes solo estaba aturdido. Disponían de unos segundos en el mejor de los casos.
—¡Eh, Oto! —gritó—. ¡El cascanueces es un asco!
—¡Ahhhhhh!
—Te pasaste con ese insulto— dijo Jason riendo
—Sí, creo que eso ya es pasarse de la raya— dijo Leo
—Sí, le debo una disculpa— comentó Percy negando con la cabeza
—Y creo que te va a odiar aún más— señaló Thalia
—Nada nuevo— dijo Percy encogiéndose de hombros
—Pero la verdad, se lo merecía— añadió Piper
Oto recogió su lanza y la arrojó, pero estaba demasiado furioso para apuntar bien. Jason la desvió por encima de la cabeza de Percy y la envió al lago.
—Lastima que tenga tan mala puntería— dijo Percy con gesto de ¿Que le vamos a hacer?
—Por eso nunca debes apuntar un arma mientras estés enojado— señaló Apolo
—Tú lo has hecho varias veces— argumentó Hermes
—Sí, pero yo soy perfecto— dijo Apolo con obviedad
Los semidioses retrocedieron hacia el agua gritando improperios relacionados con el ballet, lo que suponía todo un desafío, ya que Percy no sabía mucho sobre el tema.
—Aprendí nuevos insultos— dijo Percy —y nadie se imaginaría que Jason tiene todo un diccionario de ellos
Jason se sonrojó —No fueron tantos
—No, pero estaban bastante fuertes— comentó Percy
—Bueno, también ayudó a Bianca con su vocabulario— señaló Zoé
—No la vamos a dejar con Jason— susurró Will a su novio
—No, creo que le podrías enseñar el mismo vocabulario— dijo Nico y Will le dio una mirada ofendida
Jason se sonrojó aún más y Piper le dio a Reyna una mirada burlona al recordar lo de más temprano
Oto se precipitó hacia ellos, desarmado, antes de darse cuenta de que a) estaba desarmado, y b) embestir contra una gran masa de agua para enfrentarse a un hijo de Poseidón tal vez no fuese buena idea.
—Bueno, lo aprendió de la manera mala— comentó Jason
—Si tienen la oportunidad de enfrentarse a una gran masa de agua, desaprovechenla— dijo Leo
—Creo que es lo mejor— asintió Percy
—Y más también si están desarmados— añadió Thalia
Intentó detenerse demasiado tarde. Los semidioses rodaron a cada lado de él, y Jason invocó el viento y aprovechó el impulso del gigante para lanzarlo al agua. Mientras Oto luchaba por salir a la superficie, Percy y Jason atacaron como uno solo. Se abalanzaron sobre el gigante y clavaron sus armas en la cabeza de Oto.
Percy y Jason chocaron los cinco
—Lo están haciendo increíble— dijo Will
—Gracias— dijo Jason
—Nadie quisiera ser esos gigantes— señaló Leo
—Creo que se arrepintieron de sus decisiones— comentó Connor
El pobre ni siquiera tuvo ocasión de hacer una pirueta. Estalló en un montón de polvo sobre la superficie del agua como un enorme envase de bebida instantánea.
—Vaya analogía— dijo Thalia
—Pero sí parecía— dijo Percy
—Ahora cada que tome una bebida instantánea me voy a acordar de eso— comentó Piper
—Todos nos vamos a acordar— asintió Percy
Percy revolvió el lago hasta transformarlo en un remolino. La esencia de Oto trató de cobrar forma otra vez, pero cuando su cabeza asomó del agua, Jason invocó un rayo y lo convirtió otra vez en polvo.
—Fue bastante genial hacerlo— dijo Jason
—Ajá, aunque tampoco puedes usar los rayos indefinidamente— comentó Thalia con una mueca
—Sí, porque lamentablemente no se va a quedar como polvo— dijo Chris
—¿Y aún tienen que seguir con el espectáculo?— preguntó Luke
—Sip, todavía nos faltaba un gigante— dijo Percy
De momento, todo iba bien, pero no podían contener eternamente a Oto. Percy estaba cansado tras la pelea que había mantenido bajo tierra. El estómago todavía le dolía después de haber sido golpeado con el astil de una lanza. Notaba que sus fuerzas estaban decayendo, y todavía tenían que ocuparse de otro gigante.
—Eso fue lo malo— dijo Percy —bueno, lo más malo
—De lo malo, lo más malo— dijo Jason
—Aquí no es encontrar el lado positivo, si no lo menos malo— comentó Leo
—Básicamente nuestra vida— señaló Piper
—Buen punto— coincidió Annabeth
En ese preciso instante, la montaña de y eso explotó detrás de ellos. Efialtes se alzó rugiendo airadamente. Percy y Jason aguardaron mientras el monstruo avanzaba pesadamente hacia ellos con la lanza en la mano.
—Odié su lanza— masculló Jason
—Lo sé, fue bastante malo que la tuviera— asintió Percy
—Sí, podemos imaginar que lo fue— coincidió Travis
—Pero esperamos que no tenga buena puntería— comentó Katie
Al parecer, ser aplastado por una montaña de y eso no había hecho más que darle renovada energía. En sus ojos había un brillo asesino. El sol de la tarde relucía en su cabello trenzado con monedas. Hasta las serpientes de sus pies parecían enfadadas, enseñando los colmillos y siseando.
—Puedo entender por qué están enojadas las serpientes— comentó Thalia
—Sí, por supuesto, creo que todos lo podemos entender— coincidió Percy
—Yo también estaría enojada— señaló Miranda
—Lo raro sería que no estuvieran enojadas— dijo Rachel
Jason invocó otro rayo, pero Efialtes lo atrapó con su lanza, desvió la explosión y derritió una vaca de plástico de tamaño real.
—Al menos no fue una vaca real— dijo Hermes
—Creo que habría sido bastante horrible ver eso— comentó Jason con una mueca
—Sí, definitivamente si pasaba algo así jamás me lo podría sacar de la cabeza— dijo Percy
—Creo que ninguno podría hacerlo— dijo Piper
—Claro que no— mencionó Nico con una mueca
Apartó de un golpe una columna de piedra como si fuera un montón de bloques de construcción de juguete. Percy trató de mantener el lago agitado. No quería que Oto saliera a la superficie y se uniera a la pelea, pero cuando Efialtes recorrió la escasa distancia que los separaba, tuvo que cambiar de objetivo.
—El plan se tenía que adaptar— dijo Percy
—Bueno, pero lo bueno es que el plan tiene la peculiaridad de adaptarse — señaló Zoë
—Y si no la tenía de todos modos se la buscaban— añadió Thalia
—Y encontrarían la manera— asintió Annabeth
Jason y él hicieron frente al ataque del gigante. Se abalanzaron alrededor de Efialtes, lanzando tajos y estocadas en un remolino de oro y bronce, pero el gigante paraba cada uno de sus golpes.
—¡No me rendiré! —rugió Efialtes—. ¡Habéis arruinado mi espectáculo, pero Gaia destruirá vuestro mundo!
—Pero al menos arruinaron el espectáculo— dijo Connor
—Eso es lo importante— coincidió Jason
—Me gusta arruinar planes— comentó Percy
—Sí, de eso nos hemos dado cuenta— dijo Thalia
—No necesitabas decírnoslo— bromeó Travis
Percy dio un espadazo y cortó la lanza del gigante por la mitad. Efialtes ni se inmutó. El gigante hizo un barrido por el suelo con el extremo romo del arma y derribó a Percy. El chico cayó con fuerza sobre la mano con la que sostenía la espada, y Contracorriente se le escapó con gran estruendo.
—Fue una forma bastante estúpida… Y funcionó— masculló Percy
—Bueno, pero lo importante es que no logre darte un golpe más grave— señaló Apolo
—Y que le puedas seguir dando batalla— comentó Hermes
—Supongo— murmuró Percy
Jason trató de aprovechar la oportunidad. Se situó al alcance del gigante y le lanzó una estocada al pecho, pero Efialtes consiguió parar el golpe y dirigir su lanza al pecho de Jason. Con la punta le rasgó la camiseta morada hasta convertirla en un chaleco.
Jason hizo una mueca
—Al menos nada más fue la camiseta— suspiró Thalia
—Y es por eso que se usa camiseta y no usamos chaleco— comentó Travis
—Para la otra yo creo que vamos a usar chamarra— dijo Percy
—No me sorprendería que lo hiciéramos— dijo Piper —aunque el calor estaría bastante horrible
Jason se tambaleó, mirando el hilo de sangre que le caía por el esternón. Efialtes le dio una patada hacia atrás. En el palco del emperador, Piper lanzó un grito, pero su voz quedó ahogada en medio del rugido de la muchedumbre. Baco siguió mirando con una sonrisa de diversión, masticando Doritos de una bolsa.
Hera le lanzó una mirada furiosa, todos se la pasaban criticando su plan y el hecho de que juntara a los semidioses, aún así no ponían nada de su parte para que salieran victoriosos de esa guerra. ¿Además como se le ocurría utilizar a su campeón como un espectáculo?
Efialtes se elevaba por encima de Percy y Jason, balanceando las dos mitades de su lanza rota sobre sus cabezas. Percy tenía entumecido el brazo con el que manejaba la espada. A Jason se le había escapado el gladius, que se había deslizado por el suelo de la palestra. Su plan había fracasado.
—Pero fue un buen plan— dijo Jason
—Pero no funcionó del todo— dijo Percy
—Solo tenían que encontrar la otra adaptación del plan— señaló Annabeth
—Pues de alguna forma pasó— asintió Percy
Percy miró a Baco, pensando en la maldición final que dedicaría al dios del vino,
—Bueno ¿Y cuál se te ocurrió?— preguntó Thalia
—Una que no voy a decir porque hay niños pequeños y no soy esa clase de persona— dijo Percy riendo
—No como Jason— bromeó Leo
—O como Reyna—dijo Piper a Rachel.
Rachel se rió, y Reyna que parecía saber lo que estaba pensando le dio una mirada indignada
cuando vio una figura en el cielo sobre el Coliseo: un gran óvalo oscuro que descendía rápidamente.
—¿Qué?— preguntó Travis confundido
—Es una sorpresa— dijo Percy
—Bueno, sí nos sorprendió a todos— dijo Piper
—Pero fue sorpresa de las buenas— suspiró Jason
—Al menos— dijo Thalia
Oto gritó desde el lago, tratando de avisar a su hermano, pero su rostro medio disuelto solo conseguía pronunciar:
—¡Ah-am-muuu!
—¡No te preocupes, hermano! —dijo Efialtes, con la mirada fija en los semidioses—. ¡Les haré sufrir!
—Lis hiri sifrir— masculló Percy
—Bueno, todo por no hacerle caso a su hermano— dijo Zoé
Charles le dio una mirada irónica
—No creo que tú seas de las que hace caso— bromeó Thalia
El Argo II giró en el cielo, ofreciendo su costado de babor, y en sus ballestas brilló fuego verde.
—Oye —dijo Percy —. Mira detrás de ti.
—¿Es el entrenador?— preguntó Chris
—Después de todo fue una buena idea dejarlo con las armas— dijo Bianca
—Pero ¿Cómo iba a llegar hasta allá el entrenador solo?— preguntó Sammy
—Es que esa es la sorpresa, nunca dijimos que iba solo— dijo Leo con una sonrisa
Él y Jason se apartaron rodando por el suelo mientras Efialtes se volvía y rugía con incredulidad.
Percy cayó en una trinchera cuando la explosión sacudió el Coliseo. Cuando volvió a salir, el Argo II estaba aterrizando. Jason asomó la cabeza por detrás del caballo de plástico que le había servido de refugio antiaéreo improvisado.
—Excelente caballo— dijo Jason
—También que era muy bueno que no fuera un caballo de verdad— dijo Leo
—Pero bueno, al menos sirvió de algo la utilería rara— comentó Thalia
—Debemos agradecer a esa utilería rara— asintió Percy
—O a los raros que la pusieron ahí— señaló Piper
Efialtes yacía carbonizado y gemía en el suelo; el calor del fuego griego había quemado la arena de alrededor y había formado un halo de cristal. Oto se revolcaba en el lago, tratando de recuperar su forma, pero de los brazos para abajo parecía un charco de avena quemada.
—Bueno, no me siento mal por él— dijo Percy
—Tampoco yo— admitió Jason
—Creo que los raros serían ustedes si se sintieran mal por ellos luego de todo lo que hicieron— señaló Perséfone
—Por supuesto que sí— masculló Hades
Percy se acercó a Jason dando traspiés y le dio una palmada en el hombro. La multitud fantasmal los ovacionó mientras el Argo II desplegaba su tren de aterrizaje y se posaba en el suelo de la palestra. Leo se hallaba al timón, y Hazel y Frank sonreían a su lado.
—¡Genial!— dijo Miranda
—Ya nos habían dado spoilers— señaló Chris
—Sí, pero no es lo mismo escucharlo en el libro y además están los tres— señaló Miranda
—Pero yo era la fuente primaria de la información— señaló Leo
—Aún así— dijo Miranda
El entrenador Hedge bailaba por la plataforma de disparo, dando puñetazos al aire y gritando:
—¡Así se hace!
—El entrenador al parecer se divirtió— dijo Connor
—Me alegra que se la haya pasado bien— dijo Percy
—Al menos alguien se la pasó bien en ese momento— comentó Piper
Percy se volvió hacia el palco del emperador.
—¡¿Y bien?! —gritó a Baco—. ¿Le ha parecido lo bastante entretenido, borrachuzo…?
—Te lo merecías — dijo Apolo
Dionisio resopló —Este niño no tiene ningún respeto
—¿Por qué debería?— preguntó Percy
Dionisio lo miró como si pensara que color de delfín le quedaría mejor
—No hace falta que te pongas así —de repente, el dios apareció justo a su lado en la arena. Se quitó con la mano los restos de Doritos de su túnica morada —. He decidido que sois unos socios dignos para el combate.
—Ay, qué amable— masculló Thalia
—Yo siempre soy muy amable, niña— resopló Dionisio
—Claro— dijo Percy
—Imaginense si no lo fuera— murmuró Leo
—¿Socios? —gruñó Jason—. ¡Pero si usted no ha hecho absolutamente nada!
—De hecho — resopló Charles
—Todos ustedes son una bola de irrespetuosos— dijo el dios del vino
—Sí, creímos que ya había quedado claro que no nos importa— masculló Thalia
Baco se dirigió a la orilla del lago. El agua se vació en el acto y dejó un montón de gachas con la forma de la cabeza de Oto. Baco se dirigió cuidadosamente al fondo y alzó la vista al gentío. Levantó su tirso.
—El dramático — dijo Hermes
—Bueno, quería dar un espectáculo, obviamente iba a ser así— señaló Poseidón
—Tenía que acabar eso de una manera espectacular— asintió Dionisio —y al parecer lo hice
—Se podría decir— murmuró Percy
La multitud abucheó, chilló y apuntó hacia abajo con los pulgares. Percy nunca había sabido si eso significaba vivir o morir. Había oído las dos versiones.
—¿Las dos versiones?— preguntó Apolo con incredulidad
—Sip— dijo Percy —siempre he tenido esa duda
—Bueno, el pulgar hacía abajo significaba "morir"— dijo Poseidón
—Se ponían un poco intensos los eventos en el Coliseo— comentó Apolo
—Me puedo imaginar— dijo Leo
Baco eligió la opción más divertida. Golpeó la cabeza de Oto con su bastón de piña, y el gigantesco montón de Otoavena se desintegró por completo.
—Y tan fácil que era— masculló Percy
—Ustedes también tenían que cooperar— dijo Dionisio rodando los ojos
—Cooperar— dijo Thalia
Dionisio lo desestimó con un gesto
El público se volvió loco. Baco salió del lago y se acercó a Efialtes pavoneándose. El gigante seguía tumbado con los brazos y las piernas extendidos, requemado y humeante. Baco volvió a levantar su tirso.
—Bien dramático todo el asunto — dijo Apolo
—Por supuesto, como debe de ser un espectáculo— dijo Dionisio
—Bueno, a veces entre más drama mejor— admitió Afrodita
—Además tenía que demostrarle a esos dos quién mandaba— dijo Dionisio
—¡HAZLO! —rugió la muchedumbre.
—¡NO LO HAGAS! —dijo Efialtes, gimiendo.
Baco dio un golpecito al gigante en la nariz, y Efialtes se deshizo en cenizas.
—Solo con un golpecito en la nariz— murmuró Jason
—Lo sé— dijo Percy negando con la cabeza
—Pero eso es porque ya estaban derrotados por ustedes— bufó Ares como si los chicos no pudieran entender las reglas más básicas
Los fantasmas prorrumpieron en vítores y lanzaron confeti espectral mientras Baco se paseaba por el estadio con los brazos levantados triunfalmente, regocijándose por la veneración que le dedicaban. Sonrió a los semidioses.
—Vaya, no sabía que había confeti espectral— dijo Leo
—Creo que ni siquiera yo lo sabía— murmuró Nico
—Hoy todos aprendimos algo nuevo— dijo Piper
—Pero ¿Cómo pueden tener confeti espectral?— preguntó Travis
—Recogen hojas espectrales y con su perforadora espectral hacen el confeti— explicó Leo encogiéndose de hombros
—Pues sí, duh— se burló Connor
—¡Eso es espectáculo, amigos míos! Y desde luego que he hecho algo. ¡He matado a dos gigantes!
Jason y Percy rodaron los ojos
—Obviamente— dijo Chris
—Bueno ¿Quién dio el golpe mortal?— preguntó Dionisio
—Ahí tiene un punto— señaló Hermes
Mientras los amigos de Percy desembarcaban de la nave, los fantasmas relucieron y desaparecieron. Piper y Nico bajaron con dificultad del palco del emperador al tiempo que las reformas mágicas del Coliseo empezaban a convertirse en bruma.
—Bueno, al menos no se derrumbó— dijo Travis
—Ya sería el colmo— dijo Katie
—Pero siempre podría pasar— señaló Chris
—Eso no se debería de descartar— dijo Luke
El suelo de la arena se mantuvo sólido, pero por lo demás el estadio no parecía haber albergado una buena masacre durante mucho tiempo.
—Bueno —dijo Baco—. Ha sido divertido. Tenéis mi permiso para continuar vuestro viaje.
—No, pues gracias— masculló Thalia
—De nada, como lo dije, soy un dios muy generoso— dijo Dionisio
—El más generoso de todos— dijo Percy con sarcasmo
—¿Su permiso? —gruñó Percy.
—Sí —Baco arqueó una ceja—. Aunque puede que tu viaje sea un poco más movido de lo que esperas, hijo de Neptuno.
Dioses y algunos de los chicos voltearon a ver a Percy
—No me gusta como suena eso— dijo Poseidón con una mueca
—Poseidón —lo corrigió Percy automáticamente—. ¿A qué se refiere con « mi» viaje?
—Puedes probar en el aparcamiento de detrás del monumento a Víctor Manuel II —dijo Baco—. Es el mejor sitio para abrirse paso. Bueno, adiós, amigos. Ah, y buena suerte con el otro asuntillo.
—De acuerdo, no entendí— dijo Connor
—Creo que solo ellos entienden a que se refiere— comentó Bianca
—Sip, pero no se los vamos a decir— dijo Percy
—Aunque de cualquier manera suponemos que va a venir en el libro— comentó Zoë
—Eso parece— dijo Annabeth con una mueca
El dios se evaporó en una nube de bruma que desprendía un ligero olor a zumo de uva. Jason corrió al encuentro de Piper y Nico. El entrenador Hedge se acercó a Percy trotando, seguido de Hazel, Frank y Leo.
—¿Ese era Dioniso? —preguntó Hedge—. ¡Adoro a ese tío!
—Por supuesto que sí— dijo Dionisio con una sonrisa
—Claro que sí, no nos sorprende que lo haga— dijo Travis
—Simplemente soy increíble — comentó Dionisio
—Bueno, a alguien ya se le subió el ego — dijo Perséfone rodando los ojos
—¡Estáis vivos! —dijo Percy a los demás—. Los gigantes dijeron que estabais presos. ¿Qué ha pasado?
Leo se encogió de hombros.
—Otro plan brillante de Leo Valdez.
—Obvio, soy muy brillante— dijo Leo
—A otro que también se le subió el ego— dijo Travis riendo
—Parece que es contagioso — bromeó Rachel
—Si no lo detenemos podría volverse una epidemia — comentó Will
Te sorprendería lo que se puede hacer con una esfera de Arquímedes, una chica que puede detectar cosas bajo tierra y una comadreja.
—Yo era la comadreja —dijo Frank con aire taciturno.
Los chicos soltaron una risita
—Nos los imaginábamos— asintió Connor
—Pero de todas maneras gracias por aclararlo — dijo Katie
—Claro, porque podrían haber encontrado una comadreja por ahí y utilizarla — señaló Will
—Nada se puede descartar — dijo Hazel
—Básicamente, activé un tornillo hidráulico con el artilugio de Arquímedes —explicó Leo—, que va a quedar espectacular cuando lo instale en el barco, por cierto.
—Claramente— coincidió Miranda
—Todos sabemos que iba a quedar genial — asintió Piper
—Aunque no sabemos cómo funcionan exactamente los tornillos hidráulicos— comentó Hazel
—Pero eso era lo de menos, porque Leo sí sabía — dijo Jason
Hazel detectó el camino más fácil para salir a la superficie. Hicimos un túnel lo bastante grande para que pasara una comadreja, y Frank trepó con un sencillo transmisor que yo hice deprisa y corriendo. Después, solo hubo que conectar con los canales por satélite favoritos del entrenador Hedge y decirle que viniera con el barco a rescatarnos.
—Totalmente aclarado todo el asunto— asintió Travis
—Bueno, al menos ya teníamos los detalles de los capítulos anteriores— comentó Bianca
—Sí, pero no sabíamos si habían llegado a tiempo— comentó Miranda
—Y era una cosa muy importante de saber— asintió Rachel
Una vez que nos tuvo a bordo, encontraros fue fácil, gracias al espectáculo de luces divino del Coliseo. Percy entendió un diez por ciento de la historia de Leo,
—Pero se entiende la idea principal— dijo Katie
—Es lo importante— asintió Annabeth
—Eso y que estaban ahí— comentó Thalia
pero le pareció suficiente, ya que tenía una pregunta más acuciante.
—¿Dónde está Annabeth?
—Por supuesto que sí— suspiró Afrodita
—Ya se había tardado en preguntar— dijo Perséfone
—En realidad sí— coincidió Apolo
—Creímos que esa sería la primer pregunta— dijo Hermes
Leo hizo una mueca.
—Sí, respecto a eso… Sigue en apuros, creo. Herida, con la pierna rota, tal vez… al menos, según la visión que Gaia nos mostró. El siguiente paso es rescatarla.
—Perfecto— dijo Atenea
Los siete semidioses de la misión intercambiaron una mirada
Dos segundos antes, Percy había estado a punto de caerse redondo. Pero en ese momento un subidón de adrenalina recorría su cuerpo. Quería estrangular a Leo y preguntarle por qué el Argo II no había ido primero a rescatar a Annabeth, pero pensó que sonaría un poco desagradecido por su parte.
Leo abrió y cerró la boca como si quisiera explicarse
—Está bien— dijo Annabeth — de todas maneras no sabían exactamente donde estaba
—Buen punto— murmuró Percy con una mueca —y lo siento Leo, gracias por llegar a rescatarnos
—Cuando quieras— dijo Leo
—Explícame en qué consistía la visión —dijo—. Cuéntamelo todo.
El suelo tembló. Las tablas de madera empezaron a desaparecer, y la arena comenzó a caer a los fosos del hipogeo que había debajo.
—Hablemos a bordo —propuso Hazel—. Será mejor que despeguemos mientras podamos.
—Mejor— asintió Will
—Antes de que pase cualquier otra cosa— dijo Apolo —porque con ustedes obviamente podría pasar
—No hay como negar eso— admitió Percy
—Por eso entre más pronto se vayan, mejor— coincidió Deméter
Partieron del Coliseo y viraron hacia el sur por encima de los tejados de Roma. Alrededor de la Piazza del Colosseo, el tráfico estaba paralizado. En el lugar se había congregado una multitud de mortales, que debían de estar preguntándose por las extrañas luces y sonidos procedentes de las ruinas.
—Luego por qué los mortales tienen teorías conspirativas— comentó Hermes
—Y en nuestro tiempo tienen unas teorías aún más conspirativas— dijo Leo
—Nos podemos imaginar— dijo Hermes
—Pero entonces todas las teorías conspirativas son culpa de ustedes— bromeó Rachel
—Puede que tengas un poco de razón— dijo Percy
Por lo que Percy pudo apreciar, ninguno de los espectaculares planes de destrucción de los gigantes había tenido éxito. La ciudad lucía el mismo aspecto que antes. Nadie parecía reparar en el enorme trirreme griego que se elevaba en el cielo.
—Lo que me parece bien— dijo Miranda
—Al menos no va a haber teorías conspirativas sobre eso— señaló Will
—Bueno, pero teorías sobre objetos voladores no identificados siempre hay— dijo Leo encogiéndose de hombros
Los semidioses se reunieron alrededor del timón. Jason vendó el hombro torcido de Piper mientras Hazel permanecía en popa, dando de comer ambrosía a Nico. El hijo de Hades apenas podía levantar la cabeza. Su voz era tan débil que Hazel tenía que inclinarse cada vez que hablaba.
Nico hizo una mueca, todavía recordaba lo mal que se había sentido después de eso. Definitivamente no fue su mejor momento, sin embargo, en este momento el cómo se había sentido no le preocupaba mucho, era más los sentimientos encontrados que había tenido después de la charla con Bianca, por supuesto, estaba más atento a las reacciones de la chica
Frank y Leo relataron lo que había ocurrido con las esferas de Arquímedes y las visiones que Gaia les había mostrado en el espejo de bronce. Rápidamente decidieron que la mejor pista con la que contaban para encontrar a Annabeth era el críptico consejo que Baco les había dado: el monumento a Víctor Manuel II, fuera lo que fuese.
—No era como que tuviéramos de dónde elegir— señaló Piper
—También por eso— asintió Percy
—Bueno, por algún lado se tiene que empezar— dijo Perséfone
—Eso es cierto— coincidió Chris
Frank empezó a teclear en el ordenador del timón mientras Leo pulsaba furiosamente los botones de los mandos murmurando: « Monumento a Víctor Manuel II. Monumento a Víctor Manuel II» . El entrenador Hedge intentó ayudar peleándose con un plano callejero de Roma boca abajo.
—Así es como se ayuda— asintió Katie
—Es que el plano tampoco ayudaba— dijo Leo
—Fue toda su culpa— coincidió Piper
—Espero que el entrenador le haya dado una buena lección— dijo Percy
Percy se arrodilló junto a Jason y Piper.
—¿Qué tal el hombro?
Piper sonrió.
—Se curará. Los dos lo habéis hecho estupendamente.
Jason y Percy se sonrieron
—Estuvieron muy bien ambos— dijo Hera —es bueno que hayan empezado a trabajar como equipo
Jason dio un codazo a Percy.
—No formamos un mal equipo, tú y yo.
—Mejor que luchar en un maizal en Kansas —convino Percy.
—Definitivamente mejor— asintió Piper
—Sí, lo del maizal en Kansas no fue un buen inicio— comentó Jason
—Creo que hubiera podido haber un mejor inicio— dijo Percy
—Lo importante es que ya aprendieron que sus poderes son más fuertes si luchan juntos y no el uno contra el otro— señaló Sally
—¡Aquí está! —gritó Leo, señalando su monitor—. ¡Frank, eres increíble! Estoy poniendo rumbo.
Frank se encogió de hombros.
—Yo solo he leído el nombre en la pantalla. Un turista chino lo incluyó en Google Maps.
—Bueno, fue de ayuda— asintió Connor
—¿Y lo puso en chino?— preguntó Miranda
—Sí Miranda, normalmente la gente china, habla chino— señaló Katie
—No me refería a eso— masculló Miranda
Leo sonrió a los demás.
—Sabe leer chino.
—Solo un poco —dijo Frank.
—¿A que mola?
—Síííí— dijeron los chicos
—A eso es a lo que me refería— señaló Miranda
—Bueno, pero no lo dijiste— bromeó Travis
—Pero Frank nos debería enseñar chino— dijo Leo
—Chicos —terció Hazel—. Siento interrumpir vuestra sesión de peloteo, pero deberíais oír esto.
Ayudó a Nico a levantarse. El chico siempre había sido pálido, pero entonces su piel parecía leche en polvo.
Hades hizo una mueca
—De acuerdo, esto ni siquiera se trata sobre mí— masculló Nico
—Pero en cierta manera, en realidad lo es— dijo Hazel
Sus ojos hundidos y oscuros le recordaron a Percy unas fotos que había visto de prisioneros de guerra liberados, que en esencia es en lo que Nico se había convertido.
—Perdón— murmuró Percy
—Está bien, supongo que de cierta manera eso era— dijo Nico con una mueca
Los demás chicos también hicieron una mueca. Will apretó la mano de Nico. Bianca apretó los puños
—Gracias —dijo Nico con voz ronca. Sus ojos se movieron con nerviosismo alrededor del grupo—. Había perdido la esperanza.
Durante la última semana, día más, día menos, a Percy se le habían ocurrido muchos comentarios mordaces que podría hacerle a Nico cuando volvieran a coincidir, pero el chico parecía tan frágil y tan triste que Percy fue incapaz de indignarse.
—Bueno, lo siento pero no podía decirte nada— dijo Nico —eso tal vez hubiera cambiado las decisiones que tomaste
—Lo sé— dijo Percy —pero aun así se sintió un poco… bueno
—¿Cómo traición?— preguntó Nico
—Sí— dijo Percy con una mueca
—Sabías que los dos campamentos existían desde el principio —dijo Percy —. Podrías haberme dicho quién era el primer día que llegué al Campamento Júpiter, pero no lo hiciste.
—Sí, pero si el mocoso tiene razón, si hubiera hablado, el plan no hubiera funcionado exactamente— señaló Dionisio
—Estás atrasado en noticias, ya dejamos eso claro— comentó Hermes
—Para que quede aún más claro— bufó Dionisio
Nico se desplomó contra el timón.
—Lo siento, Percy. Descubrí el Campamento Júpiter el año pasado. Mi padre me llevó allí, aunque no estaba seguro del motivo.
Los dioses voltearon a ver a Hades
—Creo que estuvo muy bien que lo haya hecho— dijo Hades un poco a la defensiva
—Era nuestro secreto mejor guardado— gruñó Zeus
—Lo era— asintió Hades —ya no lo es
—Lógicamente— dijo Hermes
Me dijo que los dioses habían mantenido los campamentos separados durante siglos y que no podía decírselo a nadie. No era el momento oportuno. Pero dijo que sería importante para mí que supiera…
—De alguna manera era lo mejor— dijo Hades
—De cualquier manera ese secreto se tendría que revelar tarde o temprano— señaló Perséfone
—Los campamentos habían estado muy bien separados— replicó Zeus —además están en guerra
—Pero como puedes ver, lo han cambiado— resopló Hades
Se dobló, presa de un ataque de tos.
Hazel le sujetó los hombros hasta que pudo levantarse de nuevo.
—Yo… y o pensaba que mi padre se refería a Hazel —continuó Nico—. Yo necesitaría un lugar seguro al que llevarla.
—Bueno también— dijo Perséfone
—Por supuesto que eso también es muy importante— dijo Hades
Hazel le dio una especie de sonrisa
Pero ahora… creo que quería que supiera de la existencia de los dos campamentos para poder entender lo importante que era vuestra misión, y por eso busqué las Puertas de la Muerte.
El aire se cargó de electricidad: literalmente, ya que Jason empezó a echar chispas.
—Eso, le das un aire dramático— comentó Apolo
—No era precisamente mi intención hacer eso— dijo Jason
—Probablemente no, pero lo hiciste de maravilla— dijo Apolo
—Le dio el toque— asintió Leo
—¿Encontraste las puertas? —preguntó Percy. Nico asintió.
—Fui tonto. Pensé que podría ir a cualquier parte en el inframundo, pero caí de lleno en la trampa de Gaia. Era como intentar escapar de un agujero negro.
Nico hizo una mueca
—Bueno, no podías saber que era una trampa— señaló Perséfone
—Pero debería— dijo Nico
—¿Cómo te ibas a dar cuenta?— preguntó Hades con una mueca —ella planea muy bien sus movimientos
—Ejem… —Frank se mordió el labio—. ¿A qué clase de agujero negro te refieres?
Nico empezó a hablar, pero lo que tenía que decir debía de ser demasiado terrible. Se volvió hacia Hazel.
—De acuerdo, eso no está bien— murmuró Bianca
—Por supuesto que no está bien— dijo Hades —supongo que descubriste todo
Nico asintió con la cabeza
Ella posó la mano en el brazo de su hermano.
—Nico me ha dicho que las Puertas de la Muerte tienen dos lados: uno en el mundo de los mortales y otro en el inframundo. El lado mortal del portal está en Grecia. Se encuentra muy bien vigilado por las fuerzas de Gaia.
—Por supuesto que sí— masculló Zeus
—Obviamente no iban a dejar esas puertas sin protección— comentó Ares —sería muy tonto de su parte
—Y no va a ser tan fácil lograr cerrarlas— suspiró Poseidpon
Allí es donde llevaron a Nico al mundo de arriba. Luego lo trasladaron a Roma.
Piper debía de estar nerviosa, porque su cornucopia expulsó una hamburguesa con queso.
—Bueno, al menos no fue algo más potencialmente peligroso— dijo Hermes
—No necesitamos que alguien salga lastimado por la comida misil— comentó Apolo
—Aunque realmente sería muy divertido— dijo Leo
—¿En qué parte de Grecia exactamente está esa puerta?
Nico respiró de forma ruidosa.
—En la Casa de Hades.
La mayoría de los chicos se miró con confusión.
Jason miró a Nico con cierta preocupación, bueno, si los libros decían todo… Pero para su sorpresa Nico se encogió de hombros como si no le preocupara en lo absoluto, más bien como si le irritara, claro, no era como que quisiera exactamente que todos se enteraran de eso en especial, tampoco era como si lo pudiera evitar. Además tal vez ya no importaba, al final de cuentas ya todos sabían su secreto, hasta su hermana Bianca que había pensado que simplemente nunca lo haría. Cupido lo había obligado a decirlo, pero aquí Nico simplemente lo descubrió como quiso
Es un templo subterráneo que está en Epiro. Puedo señalarlo en un mapa, pero… el lado mortal del portal no es el problema. En el inframundo, las Puertas de la Muerte están en… en…
Una sensación de frío recorrió la espalda de Percy como una araña.
Percy hizo una mueca
—¿Tenía que ser como una araña?— preguntó Annabeth con una mueca
—Lamentablemente sí fue así— dijo Percy
« Un agujero negro» . Una parte del inframundo de la que no se podía escapar y a la que ni siquiera Nico di Angelo podía ir. ¿Por qué no se le había ocurrido a Percy antes? Él había estado en el límite mismo de ese sitio, y todavía le producía pesadillas.
—El Tártaro —aventuró—.
La Sala se quedó en un silencio asombrado y preocupado
—¿Cómo es posible?— preguntó Bianca
Y luego cuando todos se dieron cuenta de lo que eso quería decir, miraron a Nico con total incredulidad
—Dioses— murmuró Connor
Nadie sabía qué decir… En realidad ¿Había algo que decir?
Bianca se levantó y abrazó a su hermano, como si se estuviera convenciendo a sí misma que él estaba ahí
La parte más profunda del inframundo. Nico asintió con la cabeza.
—Me arrastraron al pozo, Percy. Allí abajo vi cosas… La voz se le quebró.
Hazel frunció los labios.
—Ningún mortal ha estado en el Tártaro —explicó—. Al menos, nadie ha entrado y ha vuelto con vida.
Hades maldijo —Nico…
—Aquí no papá— dijo Nico
Hades entendió y no dijo nada más, tendría que esperar a que estuvieran solos en el palacio
Will acercó más a Nico hacía sí
Mientras tanto Bianca se limpió furiosamente unas lágrimas rebeldes y miró a los dioses, pero en especial a Hades con odio
Es la cárcel de máxima seguridad de Hades, donde están encerrados los antiguos titanes y los demás enemigos de los dioses. Es adonde van a parar todos los monstruos cuando mueren en la tierra. Es… bueno, nadie sabe exactamente cómo es.
—Y así se debió haber quedado— murmuró Hades con una mueca
Nico suspiró, pero no quería ser el centro de atención, era incómodo y además no quería recordar más de lo que ahí había pasado
Su mirada se desvió hacia su hermano. No hizo falta que expresara con palabras lo que estaba pensando: « Nadie menos Nico» .
Hazel le dio su espada negra.
Nico se apoy ó en ella como si fuera el bastón de un anciano.
Bianca hizo una mueca
—Ahora entiendo por qué Hades no ha podido cerrar las puertas —dijo—. Ni siquiera los dioses entran en el Tártaro. Ni siquiera el dios de la muerte, el mismísimo Tánatos, se acercaría a ese sitio.
—¿Pero uno de ellos se tiene que acercar?— suspiró Bianca
—No precisamente acercarse— murmuró Nico
—Pero ¿cómo?— preguntó Zoé
Nadie contestó
Leo miró desde el timón.
—A ver si lo adivino. Tenemos que ir allí.
Nico negó con la cabeza.
—Es imposible. Yo soy hijo de Hades, y he sobrevivido por poco.
—¿Entonces?— preguntó Luke
—Básicamente es una tarea imposible— dijo Bianca y mirando a su padre preguntó —¿Por qué los dioses no los pueden ayudar con eso?
—Bueno… Es complicado — dijo Hades —la mayoría de los dioses no estábamos en condiciones
—Pero podría haber otra manera— señaló Luke
Las fuerzas de Gaia me superaron enseguida. Son tan poderosas allí abajo… que ningún semidiós tendría posibilidades. Yo casi me volví loco.
Los ojos de Nico parecían de cristal hecho añicos. Percy se preguntó con tristeza si algo se habría roto para siempre dentro de él.
Las tensiones iban subiendo en la Sala, estaban a punto de por fin terminar el libro, y hacía donde se dirigen las cosas, no sonaba nada bien
—Entonces iremos a Epiro —dijo Percy —. Cerraremos las puertas por ese lado.
—Ojalá fuera tan fácil —dijo Nico—. Hay que controlar las puertas por los dos lados para que se cierren. Es como un doble sello.
—Con doble sello y aun así las lograron abrir— murmuró Connor
—Que tenga doble sello no quiere decir que es impenetrable— señaló Perséfone
—Ya nos dimos cuenta de eso— suspiró Nico
Quizá, y solo quizá, si los siete combatierais juntos podríais vencer a las fuerzas de Gaia en el lado de los mortales, en la Casa de Hades. Pero a menos que luchéis a la vez como un equipo, un equipo lo bastante fuerte para vencer a una legión de monstruos en su territorio…
—Bueno, pero podrían lograrlo— dijo Hera
—Ya vieron que sí es posible que luchen en equipo, al menos— dijo Deméter
—Pero creo que necesitarían más integrantes en su equipo, nosotros por ejemplo— señaló Artemisa
—Tiene que haber una forma —dijo Jason. Nadie propuso ninguna idea brillante.
—No había ideas brillantes— murmuró Piper
—No, definitivamente se nos había acabado las ideas brillantes— dijo Frank
—No era fácil pensar con semejantes noticias— señaló Leo
Percy notó que se le estaba revolviendo el estómago. Entonces se dio cuenta de que el barco entero estaba descendiendo hacia un gran edificio parecido a un palacio. « Annabeth» .
Afrodita suspiró
Las noticias de Nico eran tan terribles que Percy se había olvidado por un momento de que ella seguía en peligro, cosa que le hizo sentirse increíblemente culpable.
—Lo siento— dijo Percy
—Percy, está bien. Las noticias eran importantes— dijo Annabeth
—Ya resolveremos más tarde el problema del Tártaro —dijo—. ¿Es ese el monumento a Víctor Manuel II?
Leo asintió con la cabeza.
—¿No dijo Baco algo sobre el aparcamiento de la parte de atrás? Pues allí está. Y ahora, ¿qué?
—Sí, no estábamos seguros de lo que se hacía a continuación— dijo Leo
—Pues dado que ella está bajo tierra, tienen que encontrar una manera de entrar, si es posible sin derrumbar el lugar donde está— señaló Atenea
Percy se acordó del sueño sobre la sala oscura y la voz susurrante del monstruo al que llamaban « su señoría» . Recordó lo afectada que Annabeth había vuelto del fuerte Sumter después de su encuentro con las arañas.
Annabeth suspiró
Charles y Zoé hicieron una mueca, no podían creer todo lo que había pasado en esa misión y por alguna razón sospechaban que no se habían terminado las sorpresas desagradables
Percy había empezado a sospechar lo que podía haber en aquel templo: literalmente, la madre de todas las arañas. Si estaba en lo cierto, y Annabeth había estado sola allí abajo, atrapada con esa criatura durante horas, con la pierna rota… Llegados a ese punto, a Percy le daba igual si Annabeth debía completar su misión en solitario o no.
—Nos lo imaginábamos— comentó Perséfone
—No es una completa sorpresa— comentó Apolo con una pequeña sonrisa
—Creo que todos sabíamos que al final iba a pasar— suspiró Afrodita encantada
—Pero ella está muy cerca de completar la misión— argumentó Atenea
—Tenemos que sacarla —dijo.
—Pues sí —convino Leo—. Pero… ejem…
Parecía que quisiera decir: « ¿Y si llegamos tarde?» . Cambió de tema sabiamente.
—Soy muy sabio a veces— murmuró Leo
—Definitivamente no te hubiera convenido decir eso— dijo Piper
—Nop— dijo Leo —en realidad no lo quería decir de esa manera, pero no sabíamos exactamente lo que estaba pasando con Annabeth
—Ese es un punto muy razonable— coincidió Annabeth
—Hay un aparcamiento en el camino.
Percy miró al entrenador Hedge.
—Baco dijo algo sobre « abrirse paso» . Entrenador, ¿le queda munición para las ballestas?
El sátiro sonrió como una cabra loca. —Pensaba que no me lo ibas a preguntar nunca.
—Vaya— murmuraron los chicos
—Bueno, creo que van a volar algunas otras cosas— dijo Apolo
—Aunque no sé que tan bueno sea eso— dijo Atenea
Los chicos del Argo II hicieron una mueca
—Bueno, ya solo nos faltan tres capítulos para terminar ¿Están listos?— preguntó Hermes
Algunos de los chicos corearon un "No"
—Pero de todas maneras tenemos que seguir— señaló Apolo —¿Quién quiere leer?
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